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BODEGAS
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EL CHAMPÁN CON MÁS GLAMUR
MOËT IMPÉRIAL, LA ETIQUETA MÁS EMBLEMÁTICA DE MOËT & CHANDON, CUMPLE 150 AÑOS UNIDO A LA ÉLITE DEL CINE, EL DEPORTE Y LA MODA, Y TAMBIÉN A LA REALEZA.
TEXTO BEATRIZ D. NÚÑEZ
En la otra página, imagen de los viñedos de Moët & Chandon en Épernay, a poco más de hora y media desde París en coche; y detalle de las bodegas. En esta página: la primera prueba escrita que se conserva de una venta de champán Moët & Chandon a Napoleón Bonaparte. ALCANZAR LA EXCELENCIA NO ES IMPOSIBLE, pero no es sencillo el camino que conduce hasta ella. Requiere de esfuerzo, constancia, buen gusto y, además, saber valorar la importancia del factor tiempo. Un buen ejemplo son las emblemáticas y casi tricentenarias bodegas Moët & Chandon, que cerraron 2019 brindando por el 150 ani versario de su champán más representativo: el Moët Impérial. Todo un hito para este icono mundial de la celebración, que ha unido su nombre al glamur de Hollywood, la moda, el deporte y la música. La etiqueta más recono cida de la maison francesa, fundada en 1743, es un espumoso comprometido con la exquisitez y la perfección, que captura la esencia de la región de Champagne combinando un de licioso sabor afrutado, un paladar seductor y una elegante madurez que perdura a lo largo de la historia.
Para conmemorar el importante aniver sario se ha presentado una botella de edición limitada con un logotipo rediseñado con la ‘I’ de ‘Impérial’ erigida en un nuevo símbolo.
Este aristocrático nombre celebra la larga re- lación de la casa con la familia imperial de Francia. Jean-Remy Moët, nieto del fundador, mantuvo una perpetua amistad con Napoleón Bonaparte y su renada esposa, Josena, que fue recibida en las bodegas de Épernay como embajadora del savoir-vi - vre francés. En 1869 la maison creó el Moët Impérial coincidiendo con el centenario del nacimiento de Bonaparte para agradecer su mecenazgo y subrayar el compromiso que adquirían con la exquisitez. En 1893 sería la Reina Victoria quien conaría en la casa como proveedora ocial del palacio de Buckin - gham y en 1902 el emperador alemán Guillermo II iniciaría con él la tradición de bautizar barcos des- corchando una botella.
De Hollywood a Le Mans Cuando en 1930, el conde Robert Jean de Vogüé (casado con una Moët y condecorado con la Le- gión de Honor) se unió a la casa vinícola, fomentó el perl internacional de Moët Impérial vinculán- dolo al estilo de vida y la elegancia francesa. Llenó las copas del presidente Dwight D. Eisenhower y de Gary Cooper, y el champán ya nunca más dejó de brillar en los ambientes más sosticados. Hasta en el deporte se convirtió en un símbolo de celebración cuando Dan Gurney, al ganar las 24 Horas de Le Mans, roció a sus seguidores con el champán desde el podio, comenzando así una tradición que todavía perdura; en el mar ha patrocinado importantes rega - tas como la America’s Cup y en el tenis tiene como embajador al legendario Roger Federer.
Moët Impérial ha participado en veladas extra - vagantes en el mítico Studio 54 de Nueva York jun- to a Lauren Bacall, Diana Vreeland, David Bowie, Jerry Hall… Andy Warhol, a menudo, se fotograó junto a algún amigo famoso compartiendo una de estas codiciadas botellas mientras en París, Catheri - ne Deneuve posaba para los paparazzi sosteniendo una copa enorme del exquisito champán.
También Paul Newman celebró su 40 cum - pleaños brindando con sus burbujas en la Riviera francesa. El festival de Cannes se convertiría en un auténtico patio de recreo para Moët Impérial (lo tomaron Cary Grant, Kim Novak o Mónica Belluc - ci), así como la ceremonia de entrega de los Globos de Oro en Los Ángeles, cuya cena riega desde hace 28 años. En la gran pantalla, Julia Roberts descubrió el placer de mojar una fresa en el champán en la inolvidable Pretty Woman y Andy Sachs (Anne
Hathaway) celebró su éxito en la semana de la moda de París llenando su copa de burbujas en El diablo se viste de Prada.
A Moët Impérial, que en 2006 conmemo ró el aniversario de la Estatua de la Libertad y también estuvo presente en el vuelo inaugural del supersónico Concorde en 1972, no le ha faltado tampoco ni una seductora embajadora de cine: Scarlett Johansson ejerció este papel y hasta participó en 2010 en la vendimia reco giendo uvas sin perder un ápice de glamur y asistiendo a una cena de gala en las históricas bodegas a 25 metros por debajo de la casa de la familia en Épernay. A esta localidad de la Champagne de más de 23.000 habitantes se llega en 1h y 40m conduciendo desde París en dirección al noroeste, atravesando bellas coli nas y tierras cubiertas de viñedos.
Recorrer los pasadizos subterráneos (hasta 28 km) y cuevas que albergan miles de botellas es un auténtico placer para los sentidos; se sabe que Napoleón siempre visitaba la nca de Moët en Épernay antes de entrar en batalla para llevarse cajas del preciado espumoso, y siempre regresaba victorioso. ¿Sería exagerado pensar que era su fetiche en las contiendas? El emperador francés no siguió el ritual cuando se dirigía a la de Waterloo –parece que no le dio tiempo pasar a recoger el champán– y allí fue denitivamente derrotado. Una muestra más de que Moët Impérial es algo más que una mezcla bien equilibrada de Pinot Noir, Meunier y Chardonnay (exquisitamente cui dada por su chef de Cave, Benoît Gouez) que alegra las reuniones más exquisitas.
En la página anterior, de arriba abajo: La actriz francesa Dany Robin, fotografiada en la casa Moët, en 1955. El actor Paul Newman celebra su 40 cumpleaños con una gran remesa de botellas de Moët Impérial, en una foto tomada en 1965. El artista Andy Warhol comparte un Moët Impérial en una cena en Nueva York con la celebrity Cornelia Guest, en 1985. Bajo estas líneas:, Benoît Gouez, chef de cave de Moët & Chandon.
DESDE LAS 24 HORAS DE LE MANS HASTA EL FESTIVAL DE CANNES, MOËT IMPÉRIAL ACOMPAÑA LAS CELEBRACIONES MÁS LEGENDARIAS