¿Descifrada la lengua íbera?
Las bilingües «Piedras de Rosetta» íberolatinas, satisfactoriamente explicadas a través de lenguas euroasiáticas altaico-túrquicas. Por Georgeos Díaz-Montexano
Nota aclaratoria: éste artículo es un apretado resumen muy simplificado para uso divulgativo. Quien desee conocer todo el proceso de desciframiento, detalles, datos, fuentes,
y bibliografía, puede leer los artículos y capítulos liberados en mi página de facebook o bien el libro: IBÉRICO EUROASIÁTICO. Descifrando la lengua de los íberos, Lulu Press, 2015, ISBN: 978-1-326-23858-2.
La mayoría de las antiguas lenguas que fueron correctamente descifradas, tiene un común denominador: textos bilingües. Gracias a los afortunados hallazgos de inscripciones escritas en dos o más lenguas, la desconocida y como mínimo otra conocida que traduce o expone una versión aproximada del mismo mensaje, es que se pudo finalmente lograr un verdadero desciframiento gramatical o lingüístico de la hasta entonces desconocida lengua. Ejemplos: antiguo egipcio, principalmente gracias a la trilingüe Piedra de Rosetta, el arameo de Palmira, arameo imperial y fenicio, gracias a inscripciones bilingües con versión griega, y gracias a la inscripción trilingüe de Behistún (persa antiguo, elamita y babilonio) entre otros bilingües menores egipcio-cuneiformes, por ejemplo, se pudo descifrar correctamente el persa antiguo, el elamita, el urartio, el babilonio, el acadio, el sumerio, el hitita, el luvio (gracias también al bilingüe fenicio-luvita de Karatepe), el ugarítico, y el hurrita, el chipriota antiguo, gracias a un bilingüe con fenicio; y por el mismo principio, la lengua de los antiguos Libios, ancestros de los bereberes o Amazighs, gracias a las inscripciones bilingües libiolatinas. Grandes descifradores de las antiguas lenguas como JeanFrançois Champollion, Georg Friedrich Grotefend, Rasmus Rask, Émile-Louis Burnouf, Christian Lassen, Edward Hincks, Henry C. Rawlinson, Paul Haupt, Johannes Friedrich, Ignace J. Gelb, Emil Forrer, Hans Bauer, George Smith, Piero Meriggi, y Bedřich
Hrozný, muy probablemente no habrían logrado tales grandes hazañas culturales sin los afortunados hallazgos de textos bilingües. Si bien es cierto que otras lenguas, como el micénico o el maya han podido ser bien descifradas sin textos bilingües, ningún epigrafista, filólogo o lingüista duda que la mayor herramienta para el desciframiento definitivo de una lengua desconocida es el hallazgo de textos bilingües. Y en cualquier proceso de desciframiento, cualquiera que sea el método que se use (análisis interno, lexico-estadístico, comparativo), son los textos bilingües los que finalmente permiten valorar las diversas hipótesis y así determinar cuál es la correcta. En el peor de los casos, sirven para descartar hipótesis y así saber, al menos, qué camino no seguir. 1
En Iberia, aunque pocos, también tenemos algunos textos que pueden ser considerados en toda regla bilingües, al estar escritos con caracteres ibéricos y latinos, y en secuencias de signos con cantidades mas o menos similares (sin olvidar que son fragmentarias), lo que permite deducir, con natural lógica, que lo escrito en lengua íbera debe corresponderse con lo escrito en lengua latina, ya sea una perfecta traducción o una mera interpretación aproximada, pero en cualquier caso, lo suficientemente aproximada como para poder determinar las equivalencias de unas con otras.
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En realidad fue crucial para el desciframiento el alfabeto (que en realidad era un silabario) registrado por el Padre landa, de modo que casi se podría considerar una evidencia de tipo bilingüe, en cuanto a equivalencias fonéticas castellano-mayas y las voces mayas que él transcribió, entre otros.
Hasta donde me consta, solo se conocen cinco de tales «Piedras de Rosetta» del tipo bilingüe biescritural, es decir, con texto en semisilabario ibérico y alfabeto latino. Cinco testimonios epigráficos que pueden ser considerados como representativos de un texto bilingüe íbero-latino con extensión mínima para intentar una razonable equivalencia. Estos son: la inscripción bilingüe, ARE TAKI, hallada en Tarragona, la inscripción bilingüe, ANTALSKAR, también de Tarragona, el arquitrabe bilingüe, TEBANEN, de Sagunto, el graffiti bilingüe, NIKI, en un fragmento de vasija hallado en Albufereta, Alicante, y el sello cerámico bilingüe, ABINER, de Canmireal. Nadie antes había logrado establecer una equivalencia factible o verosímil entre las voces del texto íbero y el correspondiente en latín. De hecho, estos bilingües han sido sistemáticamente evitados por los numerosos «descifradores mágicos» de la lengua íbera, por todos los que han defendido durante años que la lengua íbera era indoeuropea de tipo griega, micénica, céltica o itálica, bereber, hebrea o vasca, cuando lo esperable era, precisamente, partir de tales evidencias de primer orden, la mejor manera de aproximarnos a una lengua desconocida. Por muy cortos que sean, ofrecen suficientes palabras para permitir una aproximación razonablemente verosímil. Conociendo lo importante que han sido los textos bilingües para el desciframiento seguro y definitivo de la mayoría de las antiguas lenguas, me dispuse a la tarea de intentar identificar las voces íberas mediante comparación con una extensiva base de datos de todas las familias y macrofamilias de lenguas de Europa, Asia y África, que pudieron haber originado o cuando menos
haber influenciado en el desarrollo de la lengua de los íberos. Después de tal exhaustivo análisis, los resultados fueron más que inesperados, puesto que las comparaciones las comencé a realizar con las lenguas de las familias más discutidas o propuestas hasta la fecha, por orden de cercanía geográfica y presencia histórico-arqueológica confirmada, así probé primero con el vasco, especialmente el Proto-Vasco reconstruido, después con el griego y todos sus dialectos, incluso el micénico, y finalmente lo intenté con lenguas afroasiáticas como el fenicio, hebrero, arameo, y bereber. Partiendo siempre de la hipótesis previa de que los términos íberos serían equivalentes fidedignos o aproximados de los términos latinos. En todos los casos extendí la búsqueda de posibles correlatos hasta las proto-lenguas de cada familia y macrofamilia, es decir, lo que en términos glottocronológicos significa haber profundizado hasta varios miles de años antes del surgimiento de los mismos íberos como pueblo. A pesar de tal ingente esfuerzo, la búsqueda resultó completamente infructuosa, apenas un par de voces muy dudosas, y suponiendo una lectura diferente a la que es evidente, como por ejemplo, en el caso del graffiti bilingüe, NIKI, de Alicante, escrito sobre un fragmento de cerámica (Terra Sigilata Subgálica), donde a pesar de apreciarse con total claridad una separación entre NIKI y TEI-(KE)-KUL, ha sido interpretado por Maite Lobregat y Pablo Rosser Limiñana, de la Universidad de Alicante, como NI-KIDEI-KU (omiten la L final), logrando así un posible correlato entre KIDEI y el vasco kide, 'igual', 'coetáneo', 'camarada', y por tanto, un posible equivalente aproximado de la palabra latina AMICU(M) ('amiga' o 'amigo), que aparece justo
debajo. Justo cuando ya estaba dispuesto a considerar que la lengua íbera sería una lengua aislada, sin pariente alguna conocida, como el burushaski, el ainu y el sumerio, entre otras, decidí ampliar la búsqueda hacia la otra macrofamilia de lenguas que desde tiempos muy remotos ha coexistido geográficamente con las indoeuropeas, las urálicas y las fino-ugrias, extendiéndose por casi toda Eurasia, desde la Siberia oriental hasta el Asia occidental y centro de Europa. Me refiero a la macrofamilia Altaica, que agrupa varias familias de lenguas como las túrquicas, mongoles y tungúsicas, entre otras. 2 El resultado fue más que sorprendente, de inmediato comenzaron a surgir palabras candidatas como excelentes correlatos de las voces ibéricas, de acuerdo a la hipótesis del significado enunciado por el texto latino que las acompaña. Así, donde se esperaba un equivalente ibérico con el sentido del latín AMICUS o AMICUM en el graffiti de la Albufereta, Alicante, hallé en tales lenguas euroasiáticas un perfecto correlato para NIKI, la palabra íbera que aparece justo encima, con el mismo significado de 'amistad'. Por tanto, y a menos que sea una mera coincidencia, se trataría de una identificación lingüística. En cualquier caso, las sospechas de que pudiera tratarse de una mera coincidencia se disiparon en cuanto pude hallar, sin apenas dificultad, iguales correlatos altaicos para las otras voces íberas de los restantes bilingües. Y así, donde se esperaba un equivalente de la fórmula funeraria latina HEIC SIT EST, «aquí en este sitio está o yace», del bilingüe de Tarragona, que en ibérico 2
Las lenguas japonesas y coreanas, también incluidas en la macrofamilia Altaica por Sergei Anatolievich Starostin (1953-2005), no son aceptadas por otros investigadores.
aparece como ARE TAKI, o ARE TAKE, hallé perfectos correlatos en lenguas altaicas con el mismo significado de «Aquí en este sitio yace o reposa». Igualmente, donde se esperaba un nombre propio ibérico de una persona fallecida, al parecer una mujer, y su profesión, de acuerdo a su equivalente latino en el otro bilingüe de Tarragona, donde se lee FULVIA, un nombre de mujer (la de cabellos rojos o pelirroja), y LINTEARIA, una profesión o descripción profesional (la tejedora de lino o hilandera), hallé en las mismas lenguas euroasiáticas altaicas, especialmente túrquicas, correlatos que permiten interpretar la secuencia ibérica escrita encima, ANTALSKAR o ANITALSKAR, justo como: «La tejedora de lana, o hilandera, de cabellos rojos», o sea, «La hilandera pelirroja», exactamente lo mismo que significa -etimológicamente- la secuencia latina: FULVIA LINTEARIA. Mientras que en el arquitrabe bilingüe de Sagunto, donde se esperaba un equivalente en lengua íbera de el texto latino: ...M.F]ABIVS. M . L . ISIDORVS . COERAV[IT..., que se traduce como: "Marco Fabio Isidoro, liberto de Marco, se encargó (de erigir este monumento o construcción)" , justo hallé en las mismas lenguas altaico-túrquicas, convincentes correlatos de la parte ibérica que se lee como ...]itoŕ . tebanen . otar . Koroto[..., y que ahora permiten traducirla, en dichas lenguas, como: «[El liberto de Marco, Marco Fabio Is]idor(o), se encargó de erigir este monumento». Finalmente, donde se esperaba que el íbero ABINER sea el equivalente del latín SERVUS, 'sirviente', 'siervo', 'esclavo', hallé que los íberos pudieron crear el término *ā̀biner mediante aglutinación, cuya etimología en lenguas altaicas vendría a significar: «el que te consuela o te hace sentir confortable, cómodo, feliz». Una muy apropiada definición para un siervo o sirviente, o sea, alguien destinado a hacerte la vida mucho mas cómoda y placentera.
Arquitrabe biescritural y bilingüe de Sagunto.
Lo realmente revelador de este estudio lingüístico comparativo, es que cualquiera de las hipótesis interpretativas (hasta la menos probable), resultaría válida para confirmar que el texto, además de biescriturales latino-ibéricos, son también bilingües latino-íbero, tal como han creído la mayoría de los especialistas. Y a menos que todas esas voces solo sean préstamos de lenguas altaicas, 3 debería asumirse que la lengua de los íberos, como mínimo se halla muy próxima a las lenguas de la macrofamilia altaica, lo que también se deduce de los restantes textos que he logrado interpretar con iguales métodos comparativos. Precisiones estas que -insisto- no han sido posibles a través de ninguna de las lenguas de las restantes familias que pudieron haber llegado a Iberia desde Asia, Europa o África, o haber tenido contacto cercano con las lenguas peninsulares prerromanas. Y esa -creo- es la verdadera razón por la cual ninguno de los defensores de las otras hipótesis sobre el íbero como lengua pariente del vasco, el hebreo, el bereber o el 3
Tantos préstamos de una misma familia de lenguas, incluso en una misma oración, parece algo muy poco probable.
griego, han presentado en sus alegatos, como sus pruebas más convincentes, una traducción o interpretación de los bilingües íbero-latinos conocidos. Sencillamente se han saltado los bilingües, y cuando los han comentado -de modo superficial- ha sido para desestimarlos como evidencias de primer orden, alegando que no tienen porque ser verdaderos textos bilingües, y que son meros nombres propios todos, lo que obviamente dicen una vez se percatan de que no pueden conseguir una mínima traducción aproximativa siquiera del texto latino, a través del griego o del hebreo, bereber o vasco, ni de ninguna de las lenguas preferidas por cada autor que ha intentado descifrar la lengua íbera. Con estas identificaciones y correlatos lingüísticos, creo haber demostrado que los textos bilingües íbero-latinos (todos los que se conocen) son realmente bilingües, es decir, que el texto íbero es una traducción bastante fidedigna, o muy aproximada, de la parte que se conserva del texto en latín, aunque solamente si las comparaciones lingüísticas y la búsqueda de correlatos se hacen a través de lenguas de la macrofamilia Altaica.4 Si alguien puede interpretar, traducir o explicar este y los demás bilingües latino-íberos de mejor manera, o de modo más convincente, partiendo del griego o del latín, o de cualquier otra lengua indoeuropea, o bien desde el bereber o el hebreo, o desde el mismo proto-vasco, me encantaría conocer tal hipótesis; aunque no imagino cómo tal cosa podría ser posible cuando he 4
Solamente para un par de voces de uno de los bilingües los mejores correlatos los hallé en lenguas de las familias Sino-Caucasiana y Urálica, familias estas que justamente han estado en contacto estrecho con la Altaica.
revisado a fondo todas las voces equivalentes en tales lenguas, y hasta he consultado las lenguas y proto-lenguas de todas las familias y macrofamilias de lenguas de Asia, Europa y África, y la conclusión ha sido justo la que acabo de mostrar. En la historia de la carrera por descifrar la lengua íbera, esta es la primera vez que alguien logra hallar correlatos lingüísticos convincentes que permiten verificar la hipótesis bilingüe de estas cinco preciosas «Piedras de Rosetta». Pero no ha sido mediante el griego, el latín, o cualquier lengua itálica, céltica o indoeuropea, ni mediante el hebreo, el bereber, o el porotovasco. Solo en las lenguas de la macrofamilia Altaica, y lenguas en contacto cercano geográfico-cultural, fue que pude hallar los mejores y más convincentes correlatos de los términos íberos usados en los bilingües íbero-latinos, y de ahí que defienda, basándome en evidencias de primer orden como lo han sido siempre -a nivel epigráfico- los textos bilingües, que el idioma íbero es definitivamente Euroasiático, y sus parientes más cercanos se hallan principalmente entres las lenguas de la macrofamilia Altaica, especialmente en las túrquicas, mongoles y tungúsicas, y por contacto cultural, también entre las lenguas de las familias Sino-Caucasiana y Urálica.
En cuanto a que pueblos asiáticos de lengua altaica pudieran haber llegado a Iberia en algún momento en la antigüedad, la genética molecular lo confirma, al menos desde la Edad del Bronce, como veremos más adelante. Con independencia de lo que la propia estatuaria ibérica revela sobre el aspecto asiático, incluso mongoloide, de no pocos individuos íberos, entre los que se hallan algunas de las esculturas más emblemáticas, y que las interpretaciones lingüísticas que he podido realizar en todos los bilingües íberolatinos conocidos, ha sido posible solo a través de lenguas altaicas (túrquicas, mongoles, tungúsicas), y en unos pocos casos, mediante voces sino-caucasianas y urálicas, (que serían préstamos lingüísticos por contacto cercano), la mayor evidencia nos ha venido de la mano de la genética molecular, pues se han detectado los haplogrupos W, X, D (ADNmt) y C (ADN-Y). El primero ha sido hallado en varios lugares de Europa occidental en restos humanos antiguos desde el Calcolítico hasta la Edad del Hiero. El enigmático haplotipo X (presente en toda Asia y en los indígenas de América del Norte) ha sido siempre de baja
frecuencia en Europa, incluso en la actualidad, y en cuanto a los haplogrupos C (ADN-Y) y D (ADNmt), típicos entre los pueblos asiáticos mongoloides, de los tiempos pretéritos solo se conoce en Europa un único caso de C (ADN-Y: subclado C1-V20), hallado en el célebre asentamiento leonés del Neolítico temprano, 'La Braña', y cinco casos del haplotipo D (ADNmt): en el sitio arqueológico de Kitoi, en Lokomotiv, Irkutsk (Russia), datado en el 6125–4885 AC.,5 Ust-Tartas, Sopka, Russia, 4000-3000 AC., 6 Cueva Malpaso, Castellón, España, hacia el 3000 AC.,7 Bolshoy, Oleni Ostrov, Russia, 1500 AC., 8 y Takhilgat Uzuur-5, Mongolia, 944 AC.9
Distribución de todos los casos publicados de haplogrupos X, W y D (ADNmt) detectados en restos de antiguos pobladores de Eurasia desde el Neolítico hasta la Edad del Bronce. Se puede consultar online en el siguiente enlace: https://www.google.es/maps/@54.7895882,50.3050292,3z/data=!3m1!4b1!4m2! 6m1!1sz7cUvBWu2AKI.kC0yj6-k3C7o?hl=es
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Kitoi, Lokomotiv, Irkutsk, Russia, 6125–4885 BC. hg D, 2 samples 16223T (Mooder, 2006). Ust-Tartas, Sopka, Russia [Ut 3], 4000-3000 AC., hg D, 16223T, 16362C (Molodin, 2012). Malpaso cave, Spain, Castellnovo (Castellon) [1MP1], circa 3000 BC., hg D, 16223T, 16325C, 16362C (Gamba, 2008). Bolshoy, Oleni Ostrov, Russia [BOO 49-6, 72-13, 72-15] 3500 BP., D*, 3 samples 16223T, 16362C (Der Sarkissian 2011; Der Sarkissian 2013). Takhilgat Uzuur-5, Mongolia [TU18] ?, 944 BC., hg D 16223T, 16311C, 16362C (Hollard 2014).
Así que tres haplogrupos de ADNmt (W, X y D), y uno de ADN-Y, C (C1-V20), típicos de Asia central y occidental, especialmente C (ADN-Y) y D (ADNmt), los más altaicos o mongolides de los cuatro, al menos desde los tiempos del Neolítico ya formaban parte de algunos pobladores de las mismas regiones de Iberia (o en zonas cercanas) donde después proliferó la civilización íbera. Así pues, no es para nada descabellado considerar probable que la civilización íbera haya surgido de una población Eurasiática proveniente de las mismas regiones de la Eurasia central o Asia occidental, donde justo surgieron y evolucionaron lenguas de la superfamilia Altaica como las túrquicas y mongoles, y de ahí que no debería sorprendernos las identificaciones lingüísticas y las propuestas que adelanto en este breve resumen de un ensayo mayor sobre la posibilidad de que el idioma ibérico, una lengua aglutinante/incorporante, pueda haber evolucionado de modo ya aislado, alejado de su origen, tras haberse separado tempranamente de la familia de lenguas altaicas, suceso este que acontecería probablemente en tiempos del Neolítico. El hecho de que pueda identificarse en el íbero (de ser correcta esta hipótesis) voces que se hallan en varias lenguas de la familia Altaica, desde túrquicas hasta mongólicas, y también de la otra vecina familia Sino-Caucasiana, tal como se ha propuesto en este compendio, sería consistente con las evidencias de ADNmt y ADN-Y determinadas tanto para los íberos como para pobladores de las mismas regiones peninsulares de épocas anteriores durante el Neolítico y el Calcolítico. Estas evidencias nos hablan de una muy antigua presencia en Iberia de pobladores provenientes del Asia central, occidental
y del noroeste, que son típicos de poblaciones altaicas que tradicionalmente han poblado las regiones que rodean el Cáucaso y el Mar Caspio, desde Turquía hasta Mongolia, y la región de los Urales y el Volga, pues otro grupo de pueblos túrquicos que genéticamente se aproxima a los antiguos íberos y pobladores del Neolítico y el Calcolítico de Iberia central, levantina y del nordeste son los tatars, tartar, o tártaros del noroeste de Asia y el nordeste de Europa que habitan en los alrededores del río Volga y los montes Urales, una de las dos posibles cunas del Idioma Proto-Íbero según las hipótesis que presento en este ensayo. Estos pueblos altaicos (especialmente Tartar-Kazan y TartarMishari) comparten con los antiguos íberos la totalidad de los haplogrupos X, R2, H, U, K, J, T, y también comparten con los antiguos habitantes de Iberia del Neolítico y el Calcolítico (que bien podrían ser -en parte- ancestros de los mismo íberos) todos sus haplogrupos de ANDmt publicados hasta la fecha, C, D, W, X, H, V, K, J, T, presentes en la antigua Iberia, de los cuales, C, D, X y T, se pueden considerar típicamente asiáticos del entorno de los pueblos túrquicos o altaicos occidentales. Curiosamente, haplogrupos de ADNmt de alta frecuencia en otras regiones de Asia, tales como A, G, M, N, Y, Z, que aún no han sido detectados entre los íberos y los antiguos pobladores de la Iberia prerromana, en algunos de los dos grupos altaicos tártaros (Tartar-Kazan y Tartar-Mishari) tampoco están presentes, y los que se hallan en uno de estos dos grupos túrquicos, presentan una muy baja frecuencia, casi residual. Los estudios genéticos muestran que los tartars o tártaros se hallan entre los pueblos altaicos de lengua túrquica con mayor componente eurasiático occidental, es decir, con una mayor proporción de genes
europeos típicos de Europa, por encima de un 76%, en comparación con los más típicos del Asia central y oriental.10 Esta distribución y frecuencia genética de los tatars o tartar es muy similar a la de los íberos y a la de los antiguos pobladores de la antigua Iberia del Neolítico, el Calcolítico y de la Edad del Bronce, entre los cuales, muy probablamente, ya se había gestado el principal pool genético del pueblo íbero. En resumen, el estudio genético (aunque limitado aún) de la población íbera muestra que, genéticamente, los íberos eran netamente eurasiáticos, sin genes africanos ni típica o exclusivamente indoeuropeos, y no guardan relación con los etruscos, a pesar de la insistencia en relacionar a los íberos con estos, vieja hipótesis que la actual evidencia genética parece contradecir. La combinación de genes tanto de ADNmt como de ADN-Y, solo muestra un origen Eurasiático centro-occidental y del noroeste, desde un área que abarcaría desde Anatolia oriental, el Cáucaso, Azerbaiyán, Turkmenistán y Uzbekistán, y Tatarstan, donde justo predominan las lenguas altaicas, principalmente túrquicas. Lenguas que presentan una tipología de tipo aglutinante, bastante similar a la ya observada en la lengua íbera por otros estudiosos. Ciertamente los haplogrupos solo determinan nuestro origen más remoto en la antigüedad, y la región geográfica donde surgieron los haplogrupos es bastante grande como para poder determinar un pueblo concreto, y mucho menos una lengua determinada, a menos que se pueda hacer un estudio 10 Denisova, G. A., Malyarchuk, B. A., Derenko, M. V., Kravtsova, O. A., Population Structure of Volga Tatars Inferred from the Mitochondrial DNA Diversity Data, RUSSIAN JOURNAL OF GENETICS Vol. 47 No. 3 2011, p. 342.
muy amplio en muestras poblacionales (analizando mutaciones específicas), pero en el caso que nos ocupa resulta más reveladora la información que obtenemos de los haplogrupos con menor presencia. Ofrecen mejor información, porque, si bien la mayoría de los habitantes de la península ibérica pertenecen a H, también la mayoría de los celtas, y de los germanos, etc. El haplogrupo H es el más grande de Europa, más de un 60% de los Europeos pertenece a este haplogrupo, y es también bastante frecuente entre los pueblos túrquicos o altaicos del Asia central. Los pueblos originarios son determinados por mutaciones especificas, no por el haplogrupo que solo indica lo más remotos orígenes desde tiempos paleolíticos o neolíticos. No obstante, por los datos que tenemos, podemos sostener (de momento) que los íberos no tenían un remoto origen poblacional norteafricano ni típicamente indoeuropeo, sino Eurasiático, o mejor dicho, asiático-europeo, muy probablemente surgieron como clan, tribu o pueblo, en algún punto de la misma región donde hoy se concentran los pueblos altaicos túrquicos, desde la Anatolia oriental y los alrededores del Cáucaso y Azerbayán, hasta Turkmenistán, Uzbekistán y más al norte, desde Kazajistán hasta Tatarstán. Área desde la cual, según estudios recientes, 11 se 11
Wolfgang Haak, Iosif Lazaridis, Nick Patterson, Nadin Rohland, Swapan Mallick, Bastien Llamas, Guido Brandt, Susanne Nordenfelt, Eadaoin Harney, Kristin Stewardson, Qiaomei Fu, Alissa Mittnik, Eszter Bánffy, Christos Economou, Michael Francken, Susanne Friederich, Rafael Garrido Pena, Fredrik Hallgren, Valery Khartanovich, Aleksandr Khokhlov, Michael Kunst, Pavel Kuznetsov, Harald Meller, Oleg Mochalov, Vayacheslav Moiseyev, Nicole Nicklisch, Sandra L. Pichler, Roberto Risch, Manuel A. Rojo Guerra, Christina Roth, Anna Szécsényi-Nagy, Joachim Wahl, Matthias Meyer, Johannes Krause, Dorcas Brown, David Anthony, Alan Cooper, Kurt Werner Alt, and David Reich, Massive migration from the steppe is a source for Indo-European languages in Europe, Harvard University, febrero de 2015.
produjeron varias de la más importantes migraciones en dirección oeste que alcanzaron el occidente de Europa y la península ibérica desde los tiempos del Neolítico, y sobre esto último he creído importante incluir en este libro datos del más grande -y más reciente también- estudio de genética poblacional euro-asiática antigua realizado hasta la fecha. Aunque como era de esperar, el marcado indoeuropeísmo -presente en la mayoría de los investigadores europeos occidentales- sigue viendo en tales remotas migraciones solo la posible expansión de lenguas indoeuropeas, y no se contempla la expansión de otras familias de lenguas como las urálicas y altaicas mismas, que llegaron hasta el mismo centro de Europa, y si mis estudios resultaran acertados, hasta la misma península ibérica. Sin embargo, el Proto-Altaico, la lengua madre primigenia desde la que en teoría habrían descendido todas las lenguas altaicas (túrquicas, mongoles, tungúsicas, y al parecer también el japonés y el coreano, y posiblemente también la íbera), se ha calculado recientemente, por métodos glottocronológicos avanzados en unos 7700 años, algo más antigua que el Proto-Indoeuropeo mismo al que se le calcula no más de 7000 o 7300 años. Sobre la cultura yamna, de la que se tomaron algunas de las muestras óseas para este estudio, la teoría predominante sostiene que sus pobladores hablarían proto-indoeuropeo, pero también existe la llamada "teoría de continuidad paleolítica" que asocia a la cultura yamna y a las culturas de los kurganes (‘túmulos’) y de Sredny Stog con los pueblos túrquicos, o sea, pueblos que probablemente hablaban una lengua descendiente del Proto-Altaico. Esta teoría cada vez presenta más defensores y de resultar acertadas mis investigaciones sobre la lengua íbera, recibiría un importante soporte. En cualquier caso, y a pesar de
que la mayoría de los medios de comunicación solo hablan de que tales estudios genéticos podrían explicar la expansión de los pueblos indoeuropeos, los autores reconocen en su estudio que realmente no hay manera de saber con seguridad que lenguas, o mejor dicho, cuáles lenguas vendrían con tales oleadas migratorias. Los datos son bastante reveladores, se logró determinar un 25% de identidad genética entre los antiguos pobladores de Iberia y los del Asia occidental y del noroeste, especialmente de las regiones entre el norte del Cáucaso y el sur de los Urales, donde se expanden las grandes estepas de Kazajistán. Tal porcentaje es más que suficiente para explicar la presencia de rasgos asiáticos entre los íberos tal como ha sido mostrado en esta obra mediante análisis comparativo de los rostros de individuos íberos representados en la estatuaria ibérica, y justificaría también el hecho de que la lengua de los íberos fuera -como parece- de la misma macrofamilia Altaica, tal como ya había logrado determinar mucho antes de haber conocido (a punto de cerrar esta nueva edición) tales recientes estudios de genética poblacional antigua. Ciertamente, estos estudios genéticos no pueden demostrar qué lenguas pudieron llegar con estas poblaciones provenientes del Asia occidental y del noroeste, pero del mismo que pudieron llegar pueblos que hablaban Proto-Indoeuropeo, también pudieron llegar pueblos que hablaban Proto-Urálico, pueblos que hablaban Proto-Altaico (en los movimientos más tempranos), incluso pueblos que hablaban algunas de las lenguas altaicas túrquicas, en concreto el Proto-Túrquico, al menos en las migraciones más recientes de ese marco de tiempo considerado en el estudio, entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Si bien no se puede asegurar cuál o cuáles de estas familias de lenguas
fueron las que llegaron con tales oleadas migratorias, tampoco se puede decir que solo vendrían hablantes de Proto-Indoeuropeo. Como errónea, o interesadamente, se divulga en todos los medios. Con este tipo de estudios de genética poblacional lo único que podemos sostener es que algunas, varias, todas, o cuando menos una de tales proto-lenguas asiáticas o eurasiáticas, llegarían con tales pueblos, pues obviamente no eran mudos, y ciertamente hablarían alguna de las citadas protolenguas eurasiáticas. Para concluir este capítulo, podemos decir que se confirma que pueblos procedentes de lo que muchos autores ya consideran la verdadera cuna de los pueblos túrquicos, las grandes llanuras existentes entre el Cáucaso y los Urales, al menos desde el Neolítico alcanzaron la Iberia occidental, donde se ha reportado iguales marcadores genéticos, concretamente en el centro y nordeste peninsular y en los alrededores de la zona levantina, territorio donde surgieron después los íberos. Así vemos confirmada la presencia de haplogrupos de ADNmt y ADN-Y típicos -con la más alta frecuencia- de la región del Caspio, el Cáucaso, norte de Irán, Turkmenistán, y Kazajstán, lugares todos habitados por pueblos altaicos túrquicos, y que también típicos entre los tungúsicos y los mongoles de Siberia. De modo que ya no solo tenemos el misterioso haplotipo asiático X (ADNmt) y los típicos haplogrupos altaicos D (ADNmt) y C (ADN-Y) de los pueblos mongoloides entre los posibles ancestros peninsulares de los íberos, sino también marcadores asiáticos ya detectados antes como T y J (ADNmt), y hasta el más remoto aún haplotipo asiático F (ADN-Y). De modo que el 'pool' genético en la zona levantina y el sector nordeste de la península ibérica, para cuando surgieron los íberos como pueblo con una
lengua e identidad propia, ya contenía una importante población de origen asiático que había arribado a la zona entre el Neolítico y el Calcolítico, proveniente de las mismas regiones donde tradicionalmente (hasta donde se pierden los más antiguos registros epigráficos) han predominado los pueblos de lenguas altaicas, especialmente túrquicas, y también sino-caucasianas, urálicas e indoeuropeas. Siendo así, desde el punto de vista genético, la teoría altaica que propongo para explicar, al menos, el origen de la lengua de los íberos, está más que sustentada científicamente, y no es siquiera contraria a la hipótesis predominante de los últimos tiempos que ve a los íberos como una población local que evolucionaría directamente de la Cultura de los Campos de Urnas, pero que a su vez sería un continuum de las poblaciones anteriores de la Edad del Bronce, y muy probablemente estas a su vez un continuum (enriquecido con nuevos aportes genéticos y culturales) de las anteriores poblaciones del Calcolítico y el Neolítico. Las pruebas genéticas de que entre los íberos había población de origen asiático occidental y central, ya las tenemos, y son pruebas científicas incuestionables, como incuestionables son también los notables rasgos asiáticos y mongoloides de los individuos representados en una parte importante de la estatuaria ibérica conservada. Ahora ya solo faltaría poder demostrar que la lengua de los íberos también era eurasiática, en concreto de la misma macrofamilia Altaica, y según todo parece indicar, más próxima a la familia altaica de lenguas túrquicas. De modo que la llegada a Iberia de pueblos asiáticos altaicos, incluso mongoloides, en tiempos antiguos, muy anteriores a la llegada de los romanos, no es una mera
elucubración mía, ni tan siquiera una hipótesis más como muchas otras. Simple y llanamente es un hecho demostrado científicamente. Ahora bien, otro asunto sería determinar cuáles fueron las implicaciones de tal evento. Es decir, cuántos llegaron a Iberia, en qué momento exacto, si durante el Calcolítico, hace unos 5000 años, o bien algo más tarde, durante la Edad del Bronce o principios de la Edad del Hierro (fechados más tardíos del asentamiento); cuánto tiempo se quedarían en Iberia, si lograron integrarse con los habitantes, o si crearon una comunidad con identidad propia que bien pudo ser el germen de la civilización ibérica, por ejemplo, lo que explicaría el porqué he logrado identificar la lengua de los íberos como muy cercana (como mínimo) a las lenguas de la macrofamilia Altaica, y porqué hay rasgos tan marcadamente asiáticos (incluso muy mongoloides) en la estatuaria ibérica y en muchos de los actuales descendientes españoles de las mismas regiones donde habitualmente vivieron los antiguos íberos. En fin, solo espero que mis críticos sepan valorar las evidencias más allá de lo personal y de la competencia intelectual, y que prime un verdadero compromiso con la búsqueda honesta de la verdad, esté donde esté, sea cual sea, y caiga quien caiga. Álbum relacionado: "Rostros Íbero-Asiáticos": http://www.facebook.com/media/set/? set=a.912519315457910.1073741845.663817383661439&type=1
Sufijos de caso en lenguas altaicas e ibĂŠrico
Lista ampliada de sufijos íberos determinados por los especialistas -sobre los que hay consenso generalcomparados con sufijos altaicos (túrquicos). La comparativa es solo una muestra parcial. En realidad de cada forma altaica existen más ejemplos, tanto como sufijos nominales, verbales, adjetivales que como apreciativos y de otras tipologías más oscuras o de difícil explicación. Esta tabla comparativa ampliada solo pretende servir como hipótesis de guía para futuras investigaciones, que son las que irán confirmando o descartado algunos de los citados correlatos, o todos, en el caso de que el feliz hallazgo de un bilingüe suficientemente extenso demostrara que la lengua de los íberos no tiene nada que ver con las lenguas altaicas.
Sufijos íberos -a / -e / -i
-i (-ï o -I) -ai (ei)
-ar / -er / -ir
-etar
-an -en -ika / -ike / -ke (hablado: -ik) / -k
-u (-iu)
Sufijos altaicos (varios) -a (sufijo dativo-locativo ProtoTúrquico *-a, Antiguo Túrquico > túrquico: -(y)A, -a, -e, -ya, -ye; también formativo denominal transitivo) -i (-I (converb), -I (deverb noun; también sufijo/acc) -ay /-aj (Proto-Túrquico y Antiguo Túrquico sufijo verbal auxiliar volicional de 1rª persona que marca o expresa voluntad (arcaico y de baja frecuencia). También podría tratarse de un conocido morfema vocativo túrquico, ay, quizás usado en el íbero como sufijo) -Ar (= -r, -Ir, -Ur, -yUr; sufijo/aoristo. Eje.: turur, aoristo de tur- ‘de pie’. También ar, -er, -lr, -ir, -ur, -ür, sufijo/participio) *-etar (deíctico Proto-Altaico *e + causativo/factitivo -tAr; -tUr-, o deíctico P.A. *e + pluralizante -tar) -an (pluralizante) -en (sufijo gen/pos) -ik, (sufijo verbal / formativo; sufijo nominal Dim.; también forma alternativa del sufijo -g; como sufijo verbal suele intensificar el significado. Como -k / -(V)k sufijo pluralizante) -u (vocal converbial12 típica usada como sufijo en lenguas altaicas, especialmente túrquicas y mongoles, de modo que lo que le precede debería ser un verbo; aunque también
12 En lingüística teórica, un converbo es una forma del verbo no finito o indefinido que sirve para expresar la subordinación adverbial, es decir, nociones como "cuando", "porque", "después", 'mientras que'.
Sufijos íberos
-bi
-da / -ta / -de / -te -g
-gu / -ku / -igu / -iku
-ka -ki / -gi
-la
-Yi (-nni, -ŋi, -ḿi)
Sufijos altaicos (varios) podría cumplir este sufijo una función de mero complemento adverbial) -be (sufijo acc en Proto-Altaico. También podría relacionarse con el Proto-Altaico: *-b- a) un deverbativo verbal pasivo/causativo, o b) un denominativo nominal (colectivo?)) -dA, -de, -te (locativo/ablativo) -g (característico sufijo de amplio espectro en lenguas túrquicas en la formación de nombres y adjetivos; indicando acción, situación o estado, etc.) -gU / -(V)gU (Refiere objetos directos o indirectos, tiempo, lugar y similares. También como participio de proyección, ie, para presentación o proyección de expectativas, evaluaciones e intenciones) -kA (sufijo dativo) Eje.: š(u)lok+ka ‘al poema’; bilgälä+kä ‘a los sabios’.) -kI / -gI (sufijo deverbal formativo de varios valores (acción, instrumento, lugar, tiempo, etc.). También sufijo denominal que describe posición en tiempo y espacio) -lA (forma verbos transitivos e intransitivos, como uno de los más comunes formativos en la derivación denominal de verbos. -la / -le es también una partícula de postposición con el significado de 'con' / 'por') -nI / -ni (sufijo acusativo pronominal. También dativo / instrumental ProtoAltaico: *-nV > Antiguo Japonés ni. También partícula deíctica -ni- 'he, esta/este/esto' en lenguas mongoles)
Sufijos íberos -Yi (-wi, -vi)
-n
-ne -r
-s / -sa / -ś / -śa / -śu
-tan / -dan
Sufijos altaicos (varios) -bu- (Antiguo Túrquico: 'esta' / 'este' / 'esto'. O quizás partícula negativa *büi, o bien, -*bu-, -bui- 'morir', 'muerto' en lenguas mongoles y tungúsicas (Proto Altaico: *bŭri)) -n (sufijo singulativo, y dativo / instrumental en Proto-Altaico y ProtoTúrquico) -ne (ver sufijo íbero -Yi ) -r (sufijo verbal aoristo de alta frecuencia en la mayoría de las lenguas altaicas) -s (sufijo pluralizante, arcaico en las lenguas túrquicas. Proto-Altaico: *-s-, Proto-Mongol: *-s. Podría haber evolucionado desde el sufijo colectivo Proto-Altaico: *-sa. También -sa / -se partícula de cópula condicional, 'ser', eje., hastaysa 'Ella/él está enferma/o'; y sufijo verbal condicional -sA, eje., alsa 'puede que ella/él tome, o se tome') -tAn (sufijo pluralizante Proto-Altaico: *-t῾-. Proto-Tungúsico: *-ta(n) / *te(n). En Proto-Túrquico y Antiguo Túrquico, al parecer formado de la unión entre *-t + el también pluralizante *-an. Como sufijo, -tAn parece haber cumplido también una función de aumentativo o superlativo, posible eje., Proto-Túrquico: *betan (*beta 'vado' + pluralizante -tAn), 'mar', 'gran vado' o 'gran expansión de agua o tierra'. Como sufijo / ablativo -dAn / -tAn en Antiguo Túrquico, eje., tašdïndan, «desde el exterior», en una inscripción rúnica del Kagante de Uygur)
Sufijos íberos -ti / -di
Sufijos altaicos (varios)
-tI / -dI (sufijo Proto-Túrquico y Antiguo Túrquico que forma adverbios generalmente desde adjetivos, eje., ädgüti 'bien' formado de ädgü 'bueno' + -tï, y katïgdï 'firmemente', de katïg 'duro' + -dï. También como sufijo conjugacional, 'ser', -di / -dı / -ti, eje., Köpek-ti 'era un perro', ev-di 'era una casa') -din / -tin -dIn / -dïn / -dAn / -tän (sufijo/ablativo de uso frecuente en lenguas túrquicas al menos desde el Antiguo Túrquico y quizás ya en el Proto-Túrquico. Eje., arïktïn kardï (fol. 525) '(el agua) se desbordó desde el canal'; arïk 'canal' +tïn) -tor / -itor / -dor / -idor (podrían no -tur / tür / dur / dür (sufijo común ser sufijos sino error de segmentación para formar causativos en el Antiguo y de simple terminación en -r) Medio Túrquico) -tu / -du -tV /-tu /-du (sufijo verbal/pasado en túrquico, eje. Koş+tu 'Ella/él corrió o ha corrido', gözük+tü 'Ella/él apareció o ha aparecido'. También como sufijo conjugacional, -tu / -tü / -du / -dü, eje., gül-dü 'era una rosa', dost-tu 'era un amigo')
FonologĂa Ăbera reconstruida
Armonía vocálica altaica (túrquica) Cada vocal puede ser seguida sólo por dos vocales del siguiente modo:
Vocal precedente
Vocal siguiente
e
e, i
i
e, i
ö
e, ü
ü
e, ü
a
a, ı
ı
a, ı
o
a, u
u
a, u
Más información sobre la teoría íbero-asiática en DíazMontexano, Georgeos, IBÉRICO EUROASIÁTICO. Descifrando la lengua de los íberos, Lulu Press, 2015, ISBN: 978-1-326-23858-2. Librería de Lulu: http://www.lulu.com/shop/georgeos-díazmontexano/ibérico-euroasiático-descifrando-la-lenguaíbera/paperback/product-22116907.html