El Calendario del Alma Rudolf Steiner
Reflexiones sobre el Calendario del Alma Henri Daniel van Goudoever
Los versos de meditación que escribió Rudolf Steiner para cada semana del año se publicaron por primera vez en 1912 con el título: “Der anthroposophischer Seelenkalender”. Traducción: Francesc Fígols Giné El ensayo “Reflexiones sobre el Calendario del Alma” de H. D. van Goudoever, originalmente publicado en holandés, se ha traducido de la versión alemana que lleva por título: “Eine Betrachtung über den Anthroposophischen Seelenkalender”. Traducción: Miguel López-Manresa Diseño de la portada: Miquel Fígols Cuevas Primera edición: junio 2012. Publicado en la colección Versos y meditaciones.
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Indice El Calendario del Alma Prólogo a la primera edición. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Sobre las fechas de este calendario. . . . . . . . . . . . . . . 9 Primavera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Verano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 Otoño.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Invierno.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Reflexiones sobre el Calendario del Alma Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Estrofas 1-13: Primavera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129 Estrofas 14-26: Verano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Estrofas 27-36:Otoño. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151 Estrofas 37-52: Invierno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
El Calendario del Alma Rudolf Steiner
Prólogo a la primera edición (1912-13) El ser humano se siente vinculado con el mundo y su curso temporal. En su propio ser vivencia la imagen refleja del Arquetipo universal, pero dicha imagen no es una mera réplica sensorial de ese Arquetipo, es lo que el gran mundo revela en el transcurso del tiempo. Lo que el mundo manifiesta en el curso del tiempo se corresponde, en el ser humano, con una oscilación pendular que no transcurre en el elemento temporal. Así, uno puede sentir que el aspecto de su ser más ligado a los sentidos y a sus percepciones se halla emparentado con la naturaleza estival, impregnada de luz y de calor. Y el sentirse asentado en uno mismo y en la vivencia de los propios pensamientos y voliciones puede captarlo como existencia invernal. De ese modo, lo que se manifiesta en la naturaleza como alternancia temporal de verano e invierno se convierte, en el caso del ser humano, en un ritmo entre vida exterior y vida interior. Pero si uno establece una relación entre su propio ritmo perceptivo y mental y el ritmo temporal de la naturaleza, verá cómo se le desvelan grandes misterios de la existencia. De esa manera, el año se convierte en un arquetipo de la actividad anímica humana y a la vez en una fuente fecunda de auténtico autoconocimiento. En este calendario anual del alma, el espíritu humano puede sentir, una semana tras otra, siguiendo los estados de ánimo de las estaciones, la actividad de la propia alma como imagen que se halla en las impresiones del curso anual. Lo que se pretende es llegar a un conocimiento de sí mismo 7
captable a través del sentir. Por medio de los versos semanales aquí descritos, ese autoconocimiento sentido equivale a vivenciar en el transcurso del tiempo el ciclo intemporal de la vida anímica. Digamos expresamente que al decir esto pensamos en uno más de los posibles caminos de autoconocimiento. Pero estas estrofas no son "prescripciones" que se deban seguir al pie de la letra según un modelo dado, sino que señalan más bien hacia una actividad viva del alma, tal como algún día puede llegar a ser. Toda enseñanza que se dirija a las almas adopta un matiz individual. Pero precisamente por eso cada alma encontrará también su propio camino. Sería muy fácil decir: “Si el alma quiere cultivar una parte de su autoconocimiento ha de meditar tal como aquí se indica”. Pero no es eso lo que decimos, porque el propio camino sólo ha de extraer estímulo de lo que se le presenta en la vida, sin someterse escrupulosamente a un determinado "camino de conocimiento". Rudolf Steiner
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Sobre las fechas de este Calendario Las fechas que aparecen en este Calendario corresponden al manuscrito de la primera edición, que cubría el período entre la Pascua del 1912 y la Pascua del 1913 y cada semana comienza con un domingo. Pero esas fechas son cada año distintas, precisamente a causa de que el calendario comienza con la Pascua y 1 esta festividad es móvil . Cuando se le preguntó a Rudolf Steiner sobre ello, reafirmó que los versos de la primera semana habían de empezar precisamente el domingo de Resurrección y que la variación de fechas no era tan importante, pues cada tres estrofas sucesivas expresan aproximadamente la misma disposición anímica.
1.- La festividad de Pascua de Resurrección es el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera.
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Fr端hling Oster-Stimmung
A Erste Woche
1
1912: 7.-13. April
Wenn aus den Weltenweiten Die Sonne spricht zum Menschensinn Und Freude aus den Seelentiefen Dem Licht sich eint im Schauen, Dann ziehen aus der Selbstheit H端lle Gedanken in die Raumesfernen Und binden dumpf Des Menschen Wesen an des Geistes Sein.
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Primavera Ambiente anímico de Pascua de Resurrección
A
Primera semana
1
Cuando desde las vastedades del universo
1912: 7-13 Abril
el Sol habla al sentido humano y desde el fondo del alma la alegría se une a la luz en el mirar, entonces, desde la envoltura de la yoidad, se vierten pensamientos en las lejanías del espacio, y vagamente enlazan la esencia del hombre con el Ser del Espíritu.
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B
Zweite Woche
2
Ins Äußere des Sinnesalls
1912: 14.-20. April
Verliert Gedankenmacht ihr Eigensein; Es finden Geisteswelten Den Menschensprossen wieder, Der seinen Keim in ihnen, Doch seine Seelenfrucht In sich muß finden.
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B
Segunda semana
2
En la apariencia del mundo sensorial
1912: 14-20 de abril
el poder del pensar pierde su propia esencia; los mundos del EspĂritu encuentran de nuevo al vĂĄstago humano, quien en ellos su germen ha de hallar, pero el fruto de su alma debe hallarlo en sĂ mismo.
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C
Dritte Woche
3
Es spricht zum Weltenall,
1912: 21.- 27. April
Sich selbst vergessend Und seines Urstands eingedenk, Des Menschen wachsend Ich: In dir, befreiend mich Aus meiner Eigenheiten Fessel, Ergr端nde ich mein echtes Wesen.
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C
Tercera semana
3
Habla al universo,
1912: 21-27 de abril
olvidĂĄndose de sĂ mismo y teniendo presente su origen, el yo creciente del ser humano: En tĂ, liberĂĄndome de las ataduras de mis peculiaridades, sondeo en mi verdadero ser.
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Reflexiones sobre el Calendario del Alma Henri Daniel van Goudoever
Prólogo “El Calendario del Alma antroposófico” se publicó en la Pascua del año 1912 y estaba compuesto de dos partes: El Calendario Anual y el Calendario del Alma. El primero rezaba con el nombre "Calendario 1912-13" y comenzaba con el primero de Abril. El Calendario del Alma, sin embargo, empezaba con el Domingo de Resurrección del año 1912, y por lo tanto con la semana del 7 al 13 de Abril. Sólo una vez se publicaron juntos ambos calendarios. De su prólogo titulado "Lo que se pretende", se deducía que Rudolf Steiner quería introducir con esa datación una reforma del calendario de la máxima importancia. Dado que el Misterio del Gólgota había tenido lugar en la primera semana de Abril del año 33, el año no debiera empezar más el uno de Enero, sino el uno de Abril. Y aunque la humanidad dividió el tiempo en los períodos "antes de Cristo" y "después de Cristo", en realidad lo hace partiendo del momento de la Natividad de Jesús. En el futuro esa distribución no debiera orientarse según el nacimiento de Jesús, sino según el nacimiento de Cristo. Por esa razón, en la página titular de la primera edición constaba la siguiente indicación monumental: En el año 1879 después del nacimiento del Yo
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En el prólogo Steiner escribió lo siguiente: «Con esto se fundamenta la aceptación de la Ciencia Espiritual de que el año indicado (33) es el momento en que el ser humano puede comenzar a captarse a sí mismo como yo sin el intermedio del símbolo, estableciéndose así una nueva relación con el mundo. Hasta ese momento, para captarse a sí mismo e introducirse mentalmente en el mundo, el ser humano necesitaba representaciones extraídas del mundo externo». Esta indicación en la página titular quiere confirmar que sólo después de que Cristo se uniera con la Tierra se despertó en la humanidad la capacidad para que cada individuo pueda decirse a sí mismo yo. En el sentido en que hoy lo vivenciamos, antes eso era imposible. Es un misterio sagrado del ser humano el que no sólo pueda decirse yo a sí mismo, sino también que en su fuero más íntimo sepa que es capaz de hacerlo. En el verdadero autoconocimiento, el yo se crea a sí mismo. En el Antiguo Testamento, conocer quiere decir fecundar: "Adán conoció a Eva". Así pues, el autoconocimiento quiere decir también fecundación de sí mismo -autofecundación- "hombre, conócete a ti mismo", quiere decir en su sentido primigenio: "hombre, fecúndate a ti mismo". La fecundación del yo y su nacimiento se relacionan íntimamente. Fue Rudolf Steiner quien por primera vez llamó al Misterio del Gólgota, el Nacimiento del yo. En el esbozo de esa primera página del calendario, escribió la palabra yo 118
(ich) de tal modo que en ella podían reconocerse las iniciales de Iesus Christus: I-CH. La revelación de ese secreto se vincula con la segunda fase en la que ha entrado la evolución del Cristianismo. Desde el año 1910, Rudolf Steiner habló sobre la aparición de Cristo en el mundo etérico. Con ello la humanidad despertará de la conciencia material a una conciencia más espiritual. Así comienza a ser posible una resurrección de la conciencia de Cristo en las almas. En el Calendario del Alma, se habla de la resurrección de esa conciencia. En la segunda fase empieza a revelarse el secreto primordial del Nacimiento del Yo en la propia alma, el llamado segundo nacimiento. En el libro "Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores" se menciona el proceso de iniciación como un nacimiento en el mundo espiritual. Es un proceso que en realidad se asemeja a un nacimiento, con la diferencia de que en la iniciación el hombre dentro del hombre es corresponsable. En ese nacimiento espiritual o segundo nacimiento uno no es sólo criatura, sino co-creador, de tal modo que el Niño del espíritu nace con todos sus órganos en buen estado de salud. En el Calendario del Alma se menciona también un nacimiento, puede incluso decirse que el tema principal se refiere a un nacimiento espiritual. En la época de Navidad (estrofa 38) se dice: "Siento liberado del hechizo al Niño espiritual en el seno del alma". Cada año en la Navidad tiene lugar ese nacimiento. En esa natividad la persona es también 119
corresponsable, y por ello los versos semanales permiten vislumbrar que ahí se está tratando, en el fondo, de una iniciación. Cuando se habla de un nacimiento espiritual hay que preguntar si existe una concepción espiritual. Si el nacimiento del Niño espiritual sucede en el período de Navidad, su concepción espiritual se realiza en primavera. En el Calendario del Alma eso está insinuado en algunos versos, pero no deja de extenderse por toda la primavera como disposición anímica general. Entre la concepción y el nacimiento transcurre un período anímico embrional que se extiende por todo el verano y el otoño. Así, el alma humana vive todo el año inmersa en un ritmo de concepción, embriogénesis y nacimiento. De algún modo, ese ritmo repite en lo anímicoespiritual lo que en períodos remotos era un ritmo en lo físico. Rudolf Steiner describe cómo, en origen, todos los nacimientos tenían lugar en el invierno; todos los seres humanos eran, por así decirlo, niños de Navidad. Por eso también todas las concepciones tenían lugar en primavera. El Calendario del Alma evoca así un ritmo primigenio que originariamente actuaba en lo físico. No obstante, hemos de retroceder aún más, a períodos en que todavía no existían las estaciones del año como las tenemos hoy, si queremos descubrir donde y cuando regía aún esa vinculación cósmica. En el período prelemuriano o Hiperbóreo, cuando el ser humano vivía todavía en el paraíso, nos encontramos con el hombre-luz etérico, no generado aún por medio 120
del sexo, sino nacido del Sol. Todavía vivía como Adán celestial en unión con el Cosmos. Fue Lucifer quien, en la época de la Lemuria, rompió con el antiguo orden, provocando la expulsión del paraíso y destruyendo el ritmo primordial de la concepción cósmica. Con ello, por un lado se hizo posible el camino hacia la libertad, y por otro lado, a lo largo de la evolución terrestre, las concepciones ya no se produjeron exclusivamente en primavera ni los nacimientos en invierno, sino que se extendieron por todo el año. Hoy, una vez alcanzada esa libertad y cuando ya no actúa esa unión con el cosmos, con el Calendario del Alma se inaugura una nueva ordenación. En los versos semanales se revela en lo anímico-espiritual el ritmo primordial hiperbóreo, que una vez estuvo activo en lo físico. Hemos de volver a evocar nuestro origen cósmico, el hombre de luz en nosotros no se ha extinguido, tan sólo dormita y nosotros podemos despertarlo. El Calendario del Alma consta de cuatro partes que se corresponden con las cuatro estaciones. Se dio en Europa Central, donde el cambio estacional se ofrece en su mayor riqueza. En el retorno anual de la primavera, el verano, el otoño y el invierno, se manifiesta la respiración de la Tierra como ser vivo. Cuando la Tierra exhala su alma, florece en su superficie la vida, cuando vuelve a inhalar su alma, esa vida se marchita. El punto culminante de la expiración veraniega se halla en el período de San Juan, en el que la Tierra "duerme"; el punto más profundo de la inspiración invernal está en 121
las doce noches sagradas, cuando el Alma de la Tierra "está despierta". Sobre esa respiración del Alma de la Tierra, se decía en el prólogo de la primera edición: "Lo que el mundo manifiesta en el curso del tiempo, se corresponde con una oscilación pendular del ser humano que no transcurre en el elemento temporal. Uno puede sentir que sus percepciones y aspecto de su ser ligado a los sentidos se halla emparentado con la naturaleza estival impregnada de luz y calor. Y el sentirse asentado en uno mismo y en la vivencia de los propios pensamientos y voliciones puede captarlo como existencia invernal. De ese modo, lo que en la naturaleza se manifiesta como alternancia temporal de verano e invierno, se convierte en el caso del ser humano en un ritmo entre vida exterior y vida interior". Es decir: al percibir, vivenciamos nuestro propio ser exhalado, como sucede durante el sueño estival. Al pensar y querer vivenciamos nuestro ser inhalado, como pasa en el día invernal. Eso lo reconocemos mejor si dibujamos los versos semanales sobre una curva lemniscata: dos veces trece estrofas en la mitad veraniega, y dos veces otras trece en la mitad invernal. Al principio, Pascua de Resurrección; en el centro San Miguel. Cuando el alma sigue internamente el movimiento de la lemniscata desde la Pascua de Resurrección, primero vive el esférico salirse de sí mismo y luego el centrípeto penetrar en uno mismo; exhalando se convierte en alma cósmica, inhalando se vuelve alma terrestre. 122