TITULO ORIGINAL EN ALEMÁN: UNGEBORENHEIT Die Präexistenz des Menschen und der Weg zur Geburt © Verlag des Ita Wegman Instituts 2ª edición 2010
Autor: Peter Selg - Innatalidad. La preexistencia del ser humano y el camino hacia el nacimiento. 1a edición – Buenos Aires, Editorial Dorothea, 2011 100 pág., 20 x 13 cm. Traducción: Revisión: Revisión: Corrección literaria:
Dora Kreizer Horacio Müller Gabriela Osman Griselda Espinosa
ISBN 978-987-25620-6-9 1. Antroposofía. I. Kreizer, Dora, trad. II. Título. CDD 299.935
Arte de tapa: Rudolf Steiner: Dibujo en pizarrón Tomo 25, página 58, de la Obra de Conferencias © Archivo Rudolf Steiner, Dornach © Archivo Ita Wegman, Arlesheim
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PETER SELG
Innatalidad La preexistencia del ser humano y el camino hacia el nacimiento
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Puente es el ser humano entre lo pasado y el Ser del futuro; el presente es instante; instante como puente. Alma deviniendo en espíritu en envoltura de sustancia que es del pasado; espíritu deviniendo alma germen en briznas en camino hacia el futuro. Palpa lo futuro a través de lo pasado.
Confía en lo que deviene A través de lo que llegó a ser. Toma al Ser en devenir; toma lo que será en lo que está siendo. Navidad, 24 de diciembre 1920 Rudolf Steiner
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[...] así como la palabra inmortalidad nos habla de la finitud de la vida física, y señala el cuerpo destructible y perecedero, para hablar de lo eterno, de la esencia indestructible del ser humano, necesitamos otra palabra; necesitamos la palabra innatalidad. Pues del mismo modo como atravesamos el portal de la muerte, y en el mundo espiritual seguimos viviendo otra vida asequible para la ciencia espiritual, del mismo modo, antes de nacer o ser concebidos, salimos de los mundos espirituales y bajamos a esta encarnación terrenal. No sólo atravesamos el portal de la muerte como inmortales, sino que atravesamos el portal del nacimiento como no nacidos. Si queremos comprender la esencia del ser humano en su totalidad, a la palabra inmortalidad hemos de agregar la palabra innatalidad. Rudolf Steiner (1)
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Índice Prefacio ......................................................................................................... 11 1. La Madona de la Capilla Sixtina y el coro de los no nacidos ............................................................................ 19 2. El alma humana y el cosmos La vida antes de la concepción .................................................................... 35 3. Desde la comunidad espiritual hacia la comunidad terrenal Respecto de entrar en el ser terrenal ........................................................... 55 Anexo Rudolf Steiner La transición desde lo anímico-espiritual hacia la existencia físico-sensoria en el desarrollo humano (1922) ........................................... 71 Citas y comentarios ...................................................................................... 79 Fuentes literarias .......................................................................................... 89 Instituto Ita Wegman ................................................................................... 93
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Prefacio Inmortalidad Innatalidad Quien ambos comprende, comprende la eternidad. Rudolf Steiner, (1914) (2) dedicatoria en un libro
Cada día nacen niños en todos los continentes y en todos los
países de la Tierra. Vislumbran la luz del mundo y respiran por sí mismos, vienen de improviso; después de nueve meses de espera, su arribo no pierde el carácter de inmediatez, de nuevo, de flamante, de recién nacido. Llegan necesitados y desvalidos, pero los acompaña una magia que les es propia, su Ser individual. De hecho los recién nacidos al llegar al mundo terrenal ya portan una dignidad muy personal, los envuelve una inconfundible dimensión del Ser de su yo y del encuentro. Ante este hecho irrefutable, se revela claramente la pregunta de dónde pro-vienen los niños (sus almas) y ningún reduccionismo de las ciencias naturales, ningún paradigma de la genética y de la herencia, por poderoso que fuere, nunca ha podido acallarla. Los niños desde el primer día, de manera inconfundible, se diferencian de sus padres, con los que se encuentran ahora; se presentan bajo la ley de su individualidad, su propio Ser, su historia que se remite a un pasado anterior, muy anterior al día del parto y los nueve meses de gestación. Contraponiéndose a gran cantidad de discusiones y esfuerzos por definir el momento desde el cual dignificar al embrión como entidad humana en el ámbito de la ética mé-
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dica, Rudolf Steiner dijo de manera inequívoca que la individualidad superior del niño ya colabora y obra en todo el acontecer del embarazo, que desde el primer día participa formando y determinando. Desde la perspectiva de la Antroposofía, la voluntad de un alma humana para encarnar ya existe antes de la concepción y tiene que ser considerada para una comprensión más profunda de todo el acontecer. Por ende, la pregunta de la innatalidad de ninguna manera comprende sólo el tiempo de la gestación del feto embrionario antes de su nacimiento, sino todo el Ser y la historia de la individualidad humana, su camino desde el mundo espiritual hacia el mundo terrenal. Durante los dos primeros decenios del siglo XX Rudolf Steiner señaló una y otra vez esta temática diciendo que hablar de la cuestión religiosa de la inmortalidad –es decir, de la existencia del ser humano después de la muerte terrenal– conlleva un considerable ensombrecimiento de su polo opuesto, de su aspecto complementario, que llega hasta la pregunta de la existencia prenatal, es decir, previa a la concepción del individuo. En el año 1920, durante una exposición cultural y de la historia de la conciencia, Steiner dijo: [...] En un tiempo en el que los seres humanos sabían mirar hacia el mundo divino-espiritual y reconocían desde un punto de vista moral y religioso lo suprasensorio del ser humano y lo podían relacionar con lo suprasensorio del mundo, se preguntaban: ¿Cómo ha descendido el ser humano a esta Tierra desde los mundos espirituales en los que vivía antes? Lo que en el nacimiento eran hechos naturales en germen, sólo se lo veía como expresión externa de este
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descender de los mundos divino-espirituales a la vida física en la Tierra. El nacimiento era el gran enigma. ¿Qué es lo que ha de llevar a cabo el ser humano aquí en la Tierra? Eso era lo que se preguntaba. Hoy, cuando el hombre quiere confrontar el gran enigma de la verdadera esencia, de su núcleo humano más íntimo, mira en la otra dirección, en dirección hacia la muerte.(3) “La innatalidad”, dice Rudolf Steiner, “es el otro lado de la eternidad”; pero, de hecho, en la conciencia de la humanidad actual, sólo ocupa un rol marginal. “Ni siquiera sospechamos, qué es lo que nos falta en esa dirección.” (4) Evidente es, que la falta de todo entendimiento correspondiente (o de las preguntas y actitudes, que hacen al tema) conlleva consecuencias graves, no sólo en lo que hace a la auto-comprensión humana, sino en muchos ámbitos de la vida, en su hacer o dejar de hacer, en su modo de tratar. Si partimos de que en cada desarrollo infantil (y también embrionario y fetal) obra una individualidad humana, que quiere emprender y co-formar una biografía terrenal llena de sentido, todo el ámbito del diagnóstico y de la intervención prenatal se presenta bajo una luz, que no es de importancia menor. En todo el mundo son prácticamente incontables las interrupciones de estos caminos iniciados, que se suscitan por temor o por situaciones físicas corpóreas, por iniciativa de médicos o de padres, sin que hubiese mediado la pregunta o el respeto para con la voluntad de encarnar de esa individualidad que a pesar o incluso sabiendo los impedimentos existentes, se había puesto en camino. La medicina convencional se auto-adjudica el mantenerse libre de toda cosmovisión; pero no se puede dejar de ver que sus procedimientos tanto terapéuticos como
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