Willi Aeppli
La teor铆a de los sentidos de Rudolf Steiner aplicada a la educaci贸n
Título original: Sinnesorganismus. Sinnesverlust, Sinnespflege . Die Sinneslehre Rudolf Steiners in ihrer Bedeutung für die Erziehung © Verlag Freies Geistesleben, Stuttgart, 1996 En la presente versión se han añadido cinco apéndices que permiten acercarse algo más al espíritu del original y situarlo en su contexto actual. Por otra parte, la revisión y actualización de lo ya traducido se ha realizado en base a la nueva edición alemana de 1996. Traducido por: Juan Berlín y Miguel López-Manresa © diseño de la portada: Miquel Fígols Cuevas. © de la versión española: Editorial Pau de Damasc. Reservados todos los derechos para España y los países de habla castellana. Primera edición: Mayo 2011 ISBN: 978-84-939022-8-5 Depósito legal: B-99999-2011 Impresión digital: Edugraf S. L.
Publicado en la colección Pedagogía Waldorf-Steiner por: Editorial Pau de Damasc Apartado 95 - CP 08197 Valldoreix, España E-mail: editorial@paudedamasc.com www.paudedamasc.com
INDICE
1. INTRODUCCIÓN Aspectos generales sobre el significado del organismo sensorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5 Percepción y pensamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 La estructura ternaria del organismo humano . . . . . . . 17 2. EL ORGANISMO SENSORIAL HUMANO Origen de los órganos sensoriales . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 Número y agrupamiento de los sentidos . . . . . . . . . . . 23 Los cuatro sentidos inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 Los cuatro sentidos medianos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Los cuatro sentidos superiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 Relación entre los sentidos inferiores y los superiores 62 3. DESARROLLO DEL ORGANISMO SENSORIAL Evolución filogenética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Evolución ontogénica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Atrofia del organismo sensorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 Posibilidades de vitalizar y reanimar el organismo sensorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 4. EL CULTIVO DE LOS SENTIDOS EN CLASE Etapas de la enseñanza visual objetiva . . . . . . . . . . . . 99 El cultivo del pensamiento vivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116 El cultivo de los sentidos volitivos . . . . . . . . . . . . . . . . 117 El cultivo de los sentidos emotivos . . . . . . . . . . . . . . . . 135 El cultivo de los sentidos cognitivos . . . . . . . . . . . . . . . 145
Apéndice 1.- Diversas denominaciones de los doce sentidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 Apéndice 2.- Apuntes al prólogo de la edición alemana de 1996 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167 Apéndice 3.- Aclaración epistemológica . . . . . . . . . 177 Apéndice 4.- Anotaciones del libro “Los doce sentidos del hombre” de H.E. Lauer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 Apéndice 5.- Apuntes biográficos sobre Willi Aeppli 191 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
1. - INTRODUCCIÓN Aspectos generales sobre el significado del organismo sensorial Es fácil comprender que nuestra conciencia del yo o autoconciencia se halla en estrecha relación con las percepciones sensorias. Por decirlo de algún modo, cerramos nuestros órganos sensorios cuando queremos perder nuestra conciencia diurna, es decir, cuando queremos dormir. Inversamente, este deseo de dormir puede aumentar cuando las impresiones sensoriales dejan de invadirnos. Por lo tanto, conquistamos la autoconciencia, concebida como conciencia ordinaria de vigilia, cuando los órganos sensorios entran en actividad con relación al mundo que nos rodea. «La conciencia del yo existe hasta donde alcanza el contenido de los sentidos y el contenido de los sentidos alcanza hasta donde existe la conciencia del yo, por lo menos en la vida ordinaria». (Steiner). Tras la vivencia y la conciencia ordinaria del yo, alienta el "Yo" real y ontológico, el yo de naturaleza volitiva que se mueve "dentro del círculo de los doce sentidos, como lo hace el Sol dentro de la circunferencia de las doce constelaciones del zodíaco" (Steiner, Weltwesen und Ichheit, GA 169, conf. 20-6-1916). Es evidente que también el resto de nuestra vida anímica depende de las impresiones sensoriales e incontables experiencias personales nos lo atestiguan. Así, por ejemplo, la oscuridad puede producirnos un sentimiento de temor y de angustia, sentimiento que cambia instantáneamente cuando la luz ocupa el lugar de las tinieblas La fragancia de la rosa estimula nuestra sensibilidad mientras que los malos olores la estropean. Toda percepción suscita 5
alguna sensación. Aunque no hay duda de que las impresiones sensoriales influyen en nuestro organismo corporal tanto directamente como por vía del sentimiento, no se ha reflexionado bastante sobre sus consecuencias, particularmente en lo que se refiere al quehacer educativo. Cuando una impresión sensorial nos asusta, palidecemos y nuestra respiración se congestiona. Cuando nos produce una emoción gozosa, se acelera y nos sonrojamos. En ambos casos, la impresión ha afectado a nuestra circulación sanguínea y a nuestra respiración. Según la investigación científica, los ciegos requieren un aumento de vitaminas y de ciertos minerales, porque se supone que se hallan privados de los impulsos luminosos y cromáticos que, a través de la vista, participan intensamente en la regulación y el mantenimiento del metabolismo. Y otro ejemplo todavía de los muchos que podríamos citar, entresacado de la prensa: «El alcance del efecto que produce la correcta selección de colores, se puso de manifiesto en el reciente experimento llevado a cabo por una fábrica alemana de instrumentos de precisión. Se acondicionaron dos de sus grandes salas de montaje y para comparar el rendimiento del personal, una quedó diseñada, proyectada y decorada de acuerdo con las teorías y experiencias de la psicología industrial cromática. En cambio, la otra se mantuvo dentro de los tonos convencionales de blanco y gris claro. En ambas salas, idénticas excepto por el decorado mural, trabajaban 150 mujeres dedicadas a la soldadura, microtaladro, alambrado, armado, etc. A los tres meses, se comparó el rendimiento y el estado de salud de las integrantes de cada equipo y el resultado registró que las mujeres que ocuparon la sala decorada 6
habían dado un rendimiento superior al 15% y una reducción en enfermedades del 30%». No es exagerado afirmar que las impresiones sensoriales representan algo así como un alimento delicado y sutilísimo. No se trata, evidentemente, de sustancias ponderables como las de la nutrición corriente, sino de fuerzas formativas imponderables, capaces de vitalizar nuestro organismo por vía de las impresiones sensoriales, reconociendo a su vez que estas impresiones y las funciones que provocan pueden tener gran significado para nuestra salud y mantenimiento corporal. Aquí salta inmediatamente a la vista una importante cuestión pedagógica. Sabemos que existen unos alimentos de alta calidad, nutritivos y de fácil aprovechamiento, otros de baja calidad, sin valor e incluso en mal estado. ¿Existe algo similar en las impresiones sensoriales? ¿Habrá unas constructivas y de provecho y otras destructoras y perjudiciales? Terminemos este capítulo con una cita de Rudolf Steiner: «Y eso sucede para que el ser humano pueda convertirse en el ser dotado de sentidos que hoy es en el mundo físico, para que pueda enriquecer su vida interior con las impresiones que recibe a través de sentidos como el olfato, el gusto, la vista, etc. Todo ello se incorpora en su interior, pasa a ser suyo y podrá aplicarlo más tarde a la evolución del cosmos» 1 . No puede haber mejor enunciación del trascendente significado de nuestro organismo sensorio.
1 .- Das Hereinwirken geistiger Wesenheiten in den Menschen. (La intervención de las entidades espirituales en el hombre), GA 102. confs. del 16-5 y del 4-6-1908 (No traducido).
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Percepción y pensamiento En el presente escrito no podemos entrar en la epistemología de Steiner relativa a la Teoría de los Sentidos, pues una exposición satisfactoria de este tema excedería en mucho a la presente publicación.2 No obstante, hemos de recurrir a ciertos hechos básicos relacionados con el proceso cognitivo, ya que su conocimiento es imprescindible para comprender la Teoría de los Sentidos. Ante todo hemos de formarnos una visión correcta del proceso del conocer. Si dirigimos nuestra propia actividad cognitiva a ese proceso cognitivo como tal, descubriremos que en el adulto no constituye una unidad, sino que se halla desdoblado en dos elementos diferentes: percibir y pensar. Estamos pues, en presencia, de dos elementos cognitivos heterogéneos y conviene analizar, no sólo su mutua relación, sino también su proceso global. Como seres humanos conscientes de nuestro yo, nos enfrentamos al mundo circundante que sale a nuestro encuentro como un conjunto altamente diferenciado de sonidos, colores, olores, formas, líneas, temperaturas, etc. Percibimos estos atributos mediante los sentidos. Tan pronto como alguno de ellos se relaciona con lo que le corresponde del mundo circundante total, empieza a entrar en actividad. Como entidades meramente sensorias, sólo podemos percibir del mundo detalles inconexos: sonidos aquí, colores allá, movimientos en otra 2 .- Véase Rudolf Steiner: La teoría del conocimiento basada en la concepción goetheana del mundo, GA 2 y Verdad y Ciencia, GA, Editorial Rudolf Steiner, Madrid. Véase también La filosofía de la libertad, GA 4, Editorial Pau de Damasc, Barcelona.
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parte......Por sí solos, nuestros sentidos no podrían establecer las debidas relaciones entre esas percepciones aisladas. Sin embargo, en cada acto de percepción surge, a la vez, el segundo elemento del conocer: nuestro intelecto, impulsado por la necesidad de penetrar en el caótico mundo de las percepciones, procura establecer el orden mediante el pensamiento. Así como nuestro organismo sensorio se siente estimulado hacia la sensación y la percepción tan pronto como entra en determinada relación externa, del mismo modo nuestra energía mental empieza a desplegar su actividad tan pronto como se le da la ocasión. El resultado de los procesos mentales que nacen al contacto con los objetos sensibles son los conceptos. Vemos, por ejemplo, un árbol, eso estimula el pensar y se crea la contraparte mental de esta percepción: el concepto “árbol”. Claro está que previamente ya hemos formado ese concepto numerosísimas veces; lo tenemos disponible y no hemos de generarlo de nuevo cada vez que vemos un árbol. No obstante, nuestro afán de conocer sólo encuentra satisfacción si desde dentro, es decir, mediante el pensar, podemos formar, para cada contenido de percepción que sale a nuestro encuentro desde fuera, el concepto correlativo: sólo entonces tenemos la certidumbre de haber captado algo de la realidad externa. Lo que los sentidos nos permiten conocer, lo percibido, no nos da más que la mitad de la realidad; la otra mitad, lo conceptual, hemos de agregarla nosotros. Las representaciones adquiridas de esta manera subsisten en nuestra intimidad aún cuando las percepciones hayan desaparecido y se conjugan para formar un sistema que constituye la base de lo que llamamos nuestra concepción del mundo. “Nuestro ser global funciona de manera que desde 9
cada objeto de la realidad confluyen en él, desde dos ángulos distintos, los elementos que componen ese objeto, es decir el percibir y el pensar”.3 Si con las percepciones al ser humano le vinieran dados simultáneamente los conceptos, se podría hablar justificadamente de un proceso cognitivo unitario. Pero la situación en el adulto de nuestra época hace que entre los objetos de ahí fuera y los pensamientos de dentro exista una especie de frontera que está determinada por la consciencia del yo humano. En el niño menor de 7 años la situación es distinta y de ello nos ocuparemos con mayor detalle en otro capítulo. En el pequeño la percepción y el pensar están muy cercanos, todavía son esencialmente afines, pues ambos están cerca de su origen común. La consecuencia de ello es que el niño pequeño no ha establecido la separación entre él mismo y el mundo en la medida en que lo ha hecho el adulto. El niño pequeño no se halla frente al mundo circundante, y, por tanto, tampoco necesita unir con el pensamiento los dos mundos que en el adulto están tan claramente separados, fuera y dentro de él. Lo que de antemano no está separado, no necesita volverse a reunir4 . Pero con la evolución progresiva de la conciencia del yo, el joven se separa de su entorno y siente la necesidad de reconquistar con el pensar el mundo exterior perdido. Esa evolución del individuo se corresponde con la evolución del género humano. La Antroposofía de Rudolf Steiner nos da a conocer un remoto nivel evolutivo de la humanidad, en el que todavía no se podía hacer referencia 3. R.Steiner: La filosofía de la libertad. capítulo:“El conocimiento del mundo”. 4,- Véase apéndice 3, al final.
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a una conciencia del yo, ni a un pensar conceptual que se vinculara con ella. En este contexto, conviene que tratemos de verter alguna luz sobre el problema de cómo los animales superiores llegan a conocer el mundo y logran orientarse en él. Como decía Goethe: «El animal es instruido por sus órganos». La conducta del animal en su medio ambiente se halla supeditada a las órdenes que recibe de su propia corporalidad llena de sabiduría. En el ser humano pasa lo contrario, pues desde el momento de su nacimiento no recibe instrucción de sus órganos, lo que le capacitaría para el comportamiento correcto ante cualquier situación. Pero a medida que va desenvolviéndose la energía de su yo, el ser humano irá adquiriendo la capacidad de instruir a sus órganos para convertirlos en instrumento y herramienta útil y dócil a sus propósitos. Ahora bien, entre los órganos que, según la expresión de Goethe, proporcionan al animal instrucción y conocimiento, figura, en primerísimo lugar, su organismo sensorial. Según el género animal de que se trate, es determinado órgano sensorial el que asume el papel de transmisor principal de conocimiento y así determina, en alto grado, la conducta del animal. Si un perro husmea algún objeto, su nariz va mucho más allá de la función limitada y parcial del órgano humano del olfato. Para el perro, la nariz es un verdadero órgano de conocimiento, aún cuando no pueda convertir en conceptos los resultados de sus “investigaciones” olfativas. No obstante, son de gran intensidad y le deparan un valioso caudal de saber “canino”. Podemos afirmar, sin ironía, que, en el perro, el oler y el pensar forman todavía un todo indivisible. A propósito del águila, y en general de la familia de las 11