University of Aspen Journalistic Publications
Teorías de la comunicación interpersonal by A. Crourson Willory
TEORÍAS DE LA COMUNICACIÓN INTERPERSONAL Amara C. Willory, depto. Periodismo y comunicación contemporánea, 2016 O.119, 009#, tel. 9144556710 0, contact. amara.crourson@uoa.com
EL INTERACCIONISMO SIMBÓLICO El pensamiento microsociológico nos acerca, desde su interés por la sociología y la psicología social, una manera de entender la interacción social, calificada por Herbert Blumer, como el interaccionismo simbólico, una de las cualidades principales que diferencian y distinguen la condición humana, comunicativa y socialmente hablando, del reino animal. El filósofo, sociólogo y psicólogo social George H. Mead profiere de este tema en su aforismo sobre el papel del interaccionismo simbólico en la conversión de un animal en hombre, en lo que se conoce como proceso de socialización que, junto con la maduración, logran que los componentes de una sociedad intervengan en ésta a partir de los papeles y roles sociales (recursos sociales) que los humanos adquieren e interiorizan el mismo día de su nacimiento. El interaccionismo simbólico, por tanto, atiende al sentido de la acción y la práctica social desde la óptica de sus interactuantes, o dicho de otra forma de los miembros de una sociedad, concibiendo la comunicación como una producción de sentido dentro de un universo simbólico concreto donde el individuo se desenvuelve libremente y establece contactos con el mundo social, por lo que esta noción deviene un elemento necesario en la construcción de las sociedades actuales, donde el criterio significatividad, entendido como la capacidad de actuar a partir de significados no materiales, adquiere la misma importancia que el cemento en la construcción: Sin el simbolismo no existiría el sentimiento de identidad o pertenencia a un grupo.
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ESCUELA DE CHICAGO: PRIMERA GENERACIÓN CHICAGO, 1920 En la década de los veinte, comenzó a forjarse la idea de opinión pública moderna de la mano del movimiento migratorio que mudó de continente a millones de europeos hacia las abrumadas urbes del seno de los Estados Unidos, que hasta entonces concebían sus calles con la oscuridad y el oscurantismo de la escasez y de la segregación urbana. Dicha migración hizo estragos en la configuración, en la estructuración y en consecuencia en la percepción social de las grandes ciudades norteamericanas, que fueron siendo habitadas por la homogeneidad de los estamentos que los obreros y las nuevas clases profesionales, estudiadas por el Dr. Hughes, como abogados, gestores o economistas trajeron consigo. Este fenómeno, de acaecimiento imprevisto, suscitó en las masas un malestar trasmutado en un conflicto social de vasta magnitud. Sucesos como la aparición de las mafias o las duras coacciones legislativas de la talla de la 18ª enmienda, o más conocida como la Ley Seca, tambalearon los principios de la democracia obligando a agentes de control social a actuar como mediadores y defensores en favor de la convivencia global en este convulso panorama social, político, económico y cultural. Todas estas cuestiones, tachadas de poco filosóficas como lo son la investigación del entorno urbano y el nuevo campo etnográfico derivado de la inmigración de la que hoy es la tercera ciudad más grande de los Estados Unidos (después de Nueva York y Los Ángeles), se convirtieron en el principal objeto de estudio de los pensadores de la escuela de Chicago. PENSAMIENTO DE LA ESCUELA Desde la creación de la doctrina en 1892, los miembros de la escuela, entre los que destacan personalidades como Robert Ezra Park, George H. Mead, John Dewey, Charles Senders Peirce, extendieron la mayor de las contribuciones de los Estados Unidos en términos filosóficos: el pragmatismo filosófico, una corriente que acentúa la supremacía de la acción humana, entendiendo a los individuos como responsables de su arbitrio y por ende, como responsables de los cambios en el mundo.
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Al contrario que el Marxismo, el pragmatismo, distinguido por su semblante al de una pilastra sobre el interaccionismo, defiende la libertad de los individuos y argumenta la provisionalidad de los saberes en contraposición a las respuestas denominadas como definitivas o categóricas. Estamos hablando, por tanto, de un saber intersubjetivo, focalizado en la pluralidad de subjetividades encarnadas en los diferentes raciocinios que coinciden en aquello que es válido. Este razonamiento sobre el pragmatismo gira en torno a tres aportaciones sustanciales que vertebran y estructuran los fines sobre los que se adentra esta filosofía. En primer lugar, sus constituyentes postularon la dotación de una consistencia material al pragmatismo a partir de diferentes investigaciones y análisis del contexto coetáneo a través de los cristales de ver la realidad desde lo social. George H. Mead motejó con los términos conductismo social a lo que se conocía como interaccionismo simbólico. Su indagación en la conducta humana delató la escasa razonabilidad y satisfacción que exponían los estudios conductuales de la época acerca de la actuación humana. El conductismo defiende la conformación estímulo-respuesta como explicación de la conducta humana, algo que pareció no convencer las necesidades de Mead en su afán por rebatir las síntesis procesadas hasta el momento, pues la conducta humana era mucho más que aquel paradigma psicológico figurado por dos sistemas de la percepción de los seres vivos. Sus investigaciones confluyeron en el papel que desempeña el significado en las relaciones humanas, lo que explicaba el porqué la conducta humana no se ajustaba a la de los animales. Por ello, cabe destacar la incidencia del pragmatismo en la consolidación primordial del interaccionismo. Una de las ideas clave de la obra de George H. Mead es el concepto de Self, o dicho de otra forma, el yo visto por los demás. Esta noción permite distinguir el yo, conducta espontánea y creativa del sujeto, del mí, actuación del individuo según la idea que tienen los otros sobre el sujeto. Por tanto, el self es la suma de todos los mí, o según el discípulo de Mead, Blumer, una manera de vernos a nosotros mismos desde fuera, es decir, como objetos, algo que nos permite comprender las interacciones para saber actuar socialmente. Esta aportación desencadena la visión opuesta acerca del self, esta vez basada en el otro generalizado, consistente en una síntesis de atributos, matices y características de personalidad que un determinado sujeto hace de los demás para interiorizar, de este modo, las reglas comunicativas a través de las cuales la relación con los demás se hace posible.
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La siguiente aportación que la escuela erige en su intento por afianzar la estructura sistémica de su ideario consiste en la mirada comprensiva del mundo que nos rodea para elaborar respuestas y colaborar en el impulso de las reformas sociales y resolver los conflictos colectivos vigentes. Su aplicación práctica en el estudio de la sustantividad de los inmigrantes desde la comprensión derivada de la inmersión derivó a la disociación de cualquier tipo de prejuicio o de idea preconcebida por parte de los sociólogos investigadores del norte de Illinois en su respuesta reformista, aunque no revolucionaria, a la sociedad, a partir de la cual inician su teoría que la apertura de esta nueva línea de investigación, consolidada con la objetividad del empirismo, propagó. Los conceptos teóricos pasarán desapercibidos tras el manto de su usanza apuntalada por la observación participante, técnica a través de la cual las historias del habitus de cada ente social adquieren especial relevancia en la recopilación e interpretación de datos objetivos para desenmascarar la realidad social desde su más profunda cotidianidad. CRÍTICAS AL INTERACCIONISMO SIMBÓLICO Esta corriente, como cualquier pensamiento socio-filosófico, motivó, en su hodierno y posterior contexto, objeciones procedentes de diferentes puntos de visión: Visión sobresocializada El interaccionismo simbólico ofrece una visión sobresocializada del individuo. Esta crítica, atribuida al pensamiento psicológico se opone a la idea de que el individuo es sociedad ya que la psicología, considera, en el estudio del ser humano, el comportamiento individual en términos de subconsciente o inconsciente y un largo etcétera. Crítica política Los miembros de la Escuela de Chicago sólo tienen en mente la reforma a pesar de que sus aspiraciones de cambio son ciertamente moderadas. Es necesario un cambio radical. No considera las relaciones de poder La escuela de Chicago no reconoce la importancia de las relaciones de poder. Su modelo de comunicación interpersonal hace especial hincapié en la comunicación de cariz horizontal relegando así la consideración de cualquier tipo de comunicación vertical. 4
El interaccionismo, aunque así pueda creerse, no agotó su naturaleza a mitades del siglo XX. Su trascendencia ha conseguido convertirlo en el punto de partida de numerosos estudios que abordan temas relativos. ESCUELA DE CHICAGO: SEGUNDA GENERACIÓN Desde una posición más desdibujada respecto a la primera generación, esta segunda eclosión de la escuela, personificada por Herbert Blumer, Anselm Strauss o Everett Hughes, esclarecen una obstrucción u objeción al estudio del interaccionismo: la dificultad por interpretar o procesar todo el material compilado, así como la materia prima conformada por el conjunto de acercamientos a la sociedad chicagüense que colmó las páginas de numerosos estudios desde sus inicios. La teoría fundamental1, desarrollada por Anselm Strauss y Barney Glasser (Ritzer, 1993: 86), aparece como un método de análisis para convertir los datos en información esencial y de carácter cualitativo. En los 70, se comenzó a abordar el gran tema de la comunicación: los medios de comunicación de masas en todos sus formatos. Sin embargo, estos temas de especial relevancia adquirieron un segundo plano ante el interés generalizado por este tipo de cuestiones. Durante la década de los años cincuenta, el sociólogo canadiense Erving Goffman, desde la imparcialidad de su posición contenida entre el interaccionismo simbólico y la Escuela de Palo Alto, ofreció una renovada perspectiva sobre el interaccionismo diferente a la convencional. En ésta, se reducía el grado de libertad instigado por la asignación de papeles en la sociedad de acuerdo con una serie de limitaciones que ésta impone. La contribución más destacable de Goffman gira en torno a un nuevo modelo para comprender el mundo, el modelo dramatúrgico, expuesto con minucia en La presentación de la persona en la vida cotidiana (1959). ¿Cuántas veces hemos comparado nuestros entornos con los de un teatro para explicar la comunicación? Pues bien, lo que es seguro es que no tantas como las que Goffman caviló para explicar el mundo social desde esta perspectiva. En ella, el mundo social pasaba a ser el escenario de una obra continua y permanente en donde sus personajes (los miembros de la sociedad) representan sus diferentes papeles para conseguir el desarrollo y la correcta resolución de la actuación y, al igual que en el teatro, perseveraba el riesgo de los actores en cada obra por sustentar su equilibrio emocional y psicológico. El individuo, por tanto, pasa a ser un gestor de las impresiones de los demás para poder, de este 1
El estructural funcionalismo es un marco de construcción teórica cuya percepción de la sociedad es un sistema complejo partes de la cual trabajan juntas para fomentar la estabilidad y la solidaridad. Se entiende como el estudio de una sociedad conocida como estructura o sistema social.
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modo, ver la realidad desde fuera y objetivar sobre lo que está pasando en su entorno enjaretando etiquetas y atribuyendo conductas. En el desarrollo de esta acción, y por tanto el desarrollo de la vida cotidiana de los miembros sociales, se consideran tres espacios destacables por el cambio de rol (o de máscara) que los individuos ejecutan en su trayectoria en función del contexto físico en que se dé la interacción. El escenario, o la región anterior, es el lugar donde la actuación humana alcanza su punto más álgido y en el que se ponen en práctica gran parte del conjunto de máscaras de nuestro ser (Self), a diferencia de la región posterior que, prosiguiendo con esta alegoría teatral de la que Lope de Vega se enorgullecería, correspondería a los camarines, donde el individuo actúa con un rol diferente al del proscenio, más natural, más espontáneo. Pero no olvidemos que en un teatro suele haber una cafetería, un bar donde, tanto actores como espectadores, materializan la cohesión e interactúan con una máscara ajena a la que usaron sobre la tarima. Ese espacio se denomina espacio o región exterior y se convierte en el refugio del actor2 en donde, una vez más, actúa con una máscara diferente. Todos estos espacios son claramente ostensibles y asociables en la alegoría del teatro, empero, la realidad no se presenta tan clara y explícita. Estos lugares presentan cierta complicación a la hora de etiquetarlos como tales, ya que no los ocupamos con la misma carga significativa o emocional homogénea para cada uno de los actores, sino que la asociación y por ende el rol que interpretemos depende del significado material de dichos espacios. Hasta ahora, este sistema resulta descifrable en su interpretación social, pero ¿qué sucede cuando estamos solos?, ¿seguimos interpretando un rol o sinceramos nuestro ser ante la soledad? En esta interpelación la importancia de los equipos, entendidos como la célula que gesta el mundo social, se tilda en la comprensión adversa del rol del desacompañamiento. Y es que la interacción social en ningún caso logrará enraizarse si el mínimo de interactuantes en una situación comunicativa es inferior a dos, caso en donde la carga de la cultura interiorizada y los símbolos expresivos asociados a los rituales y clarificados en la gestualidad, el saludo o incluso la forma de vestir pierden la importancia de su significado ante la ausencia de un receptor de todos estos estímulos socioculturales. El concepto de rituales liga, en la explicación del modelo dramatúrgico, con el del frame o marco interpretativo. Originario de uno de los padres de la Escuela de Palo Alto, Gregory Bateson, el frame se define como un dispositivo cognitivo y práctico de atribución de sentido que permite orientar las actuaciones para 2
Goffman asigna el término actor a todos y a cada uno de los miembros de un contexto social determinado, por lo que comprender su teoría resulta más factible en su comparación alegórica con el mundo del espectáculo.
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que lo que se dice y lo que se hace en un momento determinado se corresponga con una situación determinada. Veámoslo con un ejemplo. Un sujeto se dirige a nosotros entre susurros, sonrisas de soslayo y actitudes provocativas subyacentes. Con lo que nos dice y lo que su indiscreta gestualidad evidencia, ponemos en marcha el frame, el marco interpretativo, y asociamos ese comportamiento a una determinada situación catalogada en nuestro entendimiento como un proceso de seducción o de cortejo. De este modo, con la ayuda de esta herramienta, podemos conocer y descifrar esa actitud y en consecuencia actuar ante ese panorama de interacción focalizada3 por parte de aquel sujeto. LA ESCUELA DE PALO ALTO Con el patente rechazo hacia la teoría matemática de la comunicación de los ingenieros Claude E. Shannon y Warren Weaver alegada a finales de los cuarenta en A Mathematical Theory of Communication (1948), los miembros de la escuela invisible4 construyeron su identidad con la réplica a la presunción de ambos entendidos en la técnica de las telecomunicaciones. La transmisión tecnológica acaparaba el quid del modelo de comunicación social que propusieron, traspasado del modelo de comunicación entre dispositivos mecánicos (Fig. 1): Figura 1: Esquema comunicativo de la teoría matemática
Fuente: Teoría matemático-informacional, Monografías.com
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Una interacción focalizada es una acción de interacción en la que los actores y el público comparten unos objetivos comunes y en donde hay una intención ostensible. Por el contrario, las interacciones involuntarias o no focalizadas son intenciones inconscientes o inherentes a los seres vivos. 4 El término invisible se acuñó para esclarecer la dispersión geográfica de los miembros de la Escuela, cuya unión tan solo ideológica basada en la compartición de intereses y objetos de estudio similares.
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Sin embargo, las carencias de este modelo se hicieron notar por la Escuela de Palo Alto, una doctrina comunicacional que definió la comunicación como un proceso mucho más complejo que un modelo lineal ajeno a la contemplación de variables humanas o de tipo contextual propios de la comunicación interpersonal. El significado que adquiere la comunicación en la interpretación de un dato y la posibilidad de intercambiar informaciones desde una óptica comunicativa bidireccional alentaron la crítica de autores como Paul Watzlawick, Don D. Jackson o Janet H. Beavin, los fundamentos teóricos más sólidos de la escuela de Palo Alto en su contribución a la comunicación humana. En su libro La Comunicación Humana (1967), la importancia de comprender la comunicación de una forma diferente a la contemporánea se asenta en las bases o en las premisas, incidentes en la psicoterapia, que cuestionan la comunicación como un territorio en el cual es posible diagnosticar problemas y solucionarlos. PRINCIPIOS Y BASES TEÓRICAS DE LA ESCUELA ➔ No se puede no comunicar. Aun de forma inconsciente comunicamos y nos comunicamos. El hecho de estar aquí y ahora son estímulos significativos en la totalidad de su mensaje. Los malentendidos o la mala comunicación también son comunicación. ➔ Toda comunicación tiene un aspecto de contenido y otro de relación, lo que se conoce como metacomunicación. Comunicar no es un único acto, sino que se trata de una acción dual: transmitimos datos y, a su vez, una naturaleza relacional. ➔ Los participantes de una relación establecen en cada acto los caminos y las reglas del juego. La sintaxis de las situaciones comunicativas es imposible de delimitar en términos universales. Cada situación es única en términos normativos y metodológicos. ➔ La comunicación humana es digital y analógica. Es digital todo el contenido de naturaleza simbólica (la palabra), y analógica la transmisión a través de iconos (comunicación no verbal) 5. ➔ Las interacciones humanas pueden ser simétricas (en igualdad de participantes) o complementarias (número de participantes asimétricos). El interaccionismo simbólico olvidó las relaciones de poder en la situación comunicativa. La Escuela de Palo Alto, por el contrario, consideró todos los tipos de relaciones posibles según el poder jerárquico de cada participante. Puntualizó el elevado grado de formalidad y escaso grado de espontaneidad en las relaciones
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La palabra, en relación con el segundo principio de la Escuela, es un vehículo simbólico de carácter informativo y por tanto sus propiedades son el contenido, mientras que el lenguaje no verbal, entendido como los iconos que complementan la información verbal, responde a los términos relacionales.
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formales. Asimismo, detalló la exigua formalidad prominente espontaneidad de las relaciones igualitarias.
ante
la
Para los miembros de la escuela, la visión psicoterapéutica de la comunicación fue uno de los rasgos diferenciales respecto a otras doctrinas de pensamiento. Según su posición, la esquizofrenia no era un problema genérico de salud e integridad mental del raciocinio humano, sino un problema que llevaba a la comunicación por causa. El doble vínculo, de Gregory Bateson versado en Vers une théorie de la schizophrénie (1956), daba pie a este tipo de pensamientos de ampliación de la responsabilidad de la comunicación en el ser. Por ello, la comunicación contradictoria o paradójica podía llegar a generar transtornos psicológicos debido a la contrariedad subrepticia de contenido y relación. Nada como un ejemplo ilustrará mejor esta abstracción. En una oración imperativa en que se obligue a actuar libremente, el receptor pasará por un estado de trance de entendimiento ante dicha contradicción entre el contenido de la frase y la relación o la forme no premeditada en que se ha verbalizado, pues se le está obligando a ser libre. LA COMUNICACIÓN NO VERBAL La comunicación es un proceso creativo en donde se pone en juego la palabra como unidad básica y paradigmática de la comunicación, pero también la gestualidad y el espacio en una perspectiva holística, completa, ya que la comunicación es un todo, desde el elemento más burdo de la situación comunicativa como los colores de la vestimenta o la temperatura del ambiente hasta las palabras más complejas que se puedan concebir en dicho intercambio de información. Ray Birdwisthell y Edward T. Hay fueron conscientes de ello y decidieron aventurarse a definir los elementos no verbales influentes en la comunicación desde una perspectiva antropológica (y no instrumental) focalizada en la idea de que la interlocución no verbal no es algo supeditado a la palabra sino un elemento en sí mismo. Bajo este pretexto, ambos miembros de la Escuela se propusieron esclarecer los factores más relevantes de la comunicación no verbal a partir de la siguiente premisa: ¿Cómo la comunicación no verbal es una especialidad que varía según las pautas socioculturales?
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FUNCIONES DE LOS ELEMENTOS NO VERBALES Los elementos no verbales de la comunicación se clasificaron según su función relativa a la segunda premisa del ideario de la escuela californiana de Palo Alto. Distinguieron los elementos entre función comunicacional (elementos quasi-lingüísticos, gestos con carga simbólica; elementos de acompañamiento, deícticos; elementos expresivos, gestos de realce de una sensación y elementos impresivos, poner acento en algo ajeno al emisor como buscar la complicidad) y función relacional (elementos de mantenimiento de una conversación o elementos fáticos y elementos de regulación de los intercambios de palabrta como dar el turno de palabra a otro interactuante). De este modo, teniendo presente la influencia del marco cultural sobre los procedimientos gestuales, Birtdwhistell procedió a dilucidar la quinésica o los significados del lenguaje corporal de los hablantes. En su obra, Introducción a la quinésica (1952), discernió la gestualidad de las posturas, definiéndolos por separado acentuando su desemejanza y su mútua complementariedad: Por un lado, la gestualidad la definió como complementaria al discurso oral y distinguió cuatro tipos de la misma: convencionales, convenidos y conocidos por una comunidad cultural; emotivos, tildes de los sentimientos; particulares, tics que caracterizan a una persona y a su socialización y finalmente los gestos ritualizados, convenidos por una cultura y convertidos en institucionalizados como santiguarse o hacer una reverencia. Por otro lado, las posturas se explicaron en términos de la naturaleza de su supeditación. Destacó posturas condicionadas por factores físicos, aquellas que varían con el tiempo, por factores socioculturales, que se adoptan y se interiorizan sin necesidad de que nos percatemos (diferenciamos inconscientemente nuestros ademanes en una escuela de nuestras lares), y finalmente por factores emocionales, dependientes de los estados anímicos de los sujetos. Edward T. Hay reveló la semántica del espacio o la proxémica con su obra El lenguaje silencioso (1959). En ella se analizaba tanto la distancia en cuanto a su papel en las relaciones comunicativas como la tipología de los territorios desde su cometido en la semantización del espacio hasta dar con cuatro tipos de espacios catalogados según la vinculación del rol del individuo con éstos. En
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primer lugar situó el espacio público, un área de libre acceso de la talla de playas, calles o jardines públicos, entre otros; en segundo lugar estimó el espacio habitual, un ámbito cerrado donde acuden ciertas personas que pueden llevar a cabo diferentes actividades, es el caso de los centros de comercio, centros de restauración… donde se pueden llevar acabo más de una actividad distinta la consumición. Seguidamente, encontramos los espacios de interacción, lugares tales como la prisión o el hospital, en donde el grado de libertad participativa se reduce como el arbitrio de los animales en el zoológico, debido a la asignación de roles o funciones totalmente definidas. Por último, y haciendo hicapié en la idea esencial de la proxémica, observamos el espacio corporal, un espacio marcado en la idea del territorio consistente en el espacio vital de las personas, cuya transgresión es limitada a ciertas personas afines, así como los miembros de un grupo social primario. Tanto Birdwisthle como T. Hay incidieron en otros aspectos del lenguaje corporal como las características físicas de los actores (color de piel, peso, olor corporal etc.), la conducta táctil (tentar el cabello, el mentón...), el paralenguaje (representado en la entonación, la intensidad o la velocidad vocal del hablante) como la interacción gestual con artefactos o los factores del entorno comunicativo (iluminación, temperatura, cronémica...). LA PRAGMÁTICA DEL LENGUAJE La pragmática, desarrollada por los filósofos del lenguaje, toma en consideración los factores extralingüísticos que condicionan el uso del lenguaje desenmascarando su trasfondo, entendiendo que éste no es una forma de explicar la realidad o de describirla, sino que es una forma de acción en sí misma. Veámoslo reflejado en un ejemplo de la cotidianidad. *** En un casamiento, después del rito litúrgico pronunciado por el sacerdote, ¿prometes ser fiel, tanto en la prosperidad como en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, amándolo y respetándolo durante toda su vida? En la mayoría de las ocasiones, la novia, y posteriormente el novio responden Sí quiero. Esta respuesta ilustra a la perfección la propiedad de la práctica o pragmática del lenguaje, pues en el mismo tiempo en que está articulando cada una de las letras para configurar dicha oración enunciativa, la novia, en este caso, está tomando una decisión de matrimonio o, dicho de otra forma, se está casando. ***
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Anteriormente, las diferentes líneas de trabajo tanto sociológico como lingüístico se ocuparon de las funciones sintáctica y semántica del lenguaje. Sin embargo, la triple funcionalidad del lenguaje quedaba inconclusa ante la desestimación de la tercera aplición del lenguaje: la pragmática, que no fue incluída en los estudios monográficos hasta 1950. John Rogers Searle, a partir del encuadre previo de John L. Austin, reflejado en su obra Cómo hacer cosas con palabras (1962), comenzó a centrar su visión hacia la pragmática, y en concreto hacia la que sería la principal aportación de este pensamiento: los conocidos actos de habla, experimentados a partir del interés por el uso que hacen las personas del lenguaje. Entre estos actos se pueden apreciar los actos locutivos, consistentes en la creación de una proferiencia tal como escribir o hablar; los actos ilocutivos, intencionalidad con que estibamos nuestras palabras y el significado inherente al habla, y finalmente los actos perlocutivos, respuesta que espera cada acción del habla, así como la pretensión reflejada en la intencionalidad comunicativa. Paul H. Grice estableció los principios de cooperación conversacional en Studies in the Way of Words (1975) e intentó hallar cuál era la gasolina del motor de la conversación: la palabra. Observó y detalló una serie de principios o máximas que cabía tener en consideración a la hora de ejecutar un acto conversacional como la calidad, la cantidad, la pertinencia y la manera. CRÍTICAS A LAS MÁXIMAS DE GRICE Las críticas a las máximas de Paul H. Grice tienen que ver con las diferencias culturales de cada región. La esencia o la aplicación que rige dichas máximas no se cumple a la perfección en todas las lenguas y culturas del planeta: un ejemplo es el de la lengua malgache (lengua hablada en Madagascar), pues su percepto no considera la máxima de cantidad tal y como la formula Grice, ya que sus hablantes tienden a no revelar datos cuando éstos aconsejan o dan instrucciones. Además, lo que Grice no tuvo en cuenta fue el significar de las expresiones metafóricas o de doble significado, cuya condición también ponía en entredicho la disposición de las máximas. De esta forma, la máxima de calidad sobrevenía una abstracción imprecisa, pues la metáfora implica emplear un término en una acepción diferente a la habitual o literal, por lo que podría considerarse un quebrantamiento de dicha propiedad (Garachana, 2012). Por lo tanto, las máximas no constituyen normas lingüísticas que deban ser seguidas por los oradores en sus discursos, sino que se trata de aserciones que describen los rasgos que caracterizan a los intercambios comunicativos (Garachana, 2012).
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Asimismo, los pragmáticos también notaron el volumen de contenido implícito oculto tras el uso del lenguaje cuya revelación únicamente podía ser percatada a partir del destape minucioso de las presuposiciones y los implícitos. Las presuposiciones son aquellos términos, acciones o elementos que se omiten en suposición del conocimiento de la audiencia de un determinado ámbito comunicativo para avanzar en las frases. En la frase vivo en Colorado, el hablante da por sentado la tenencia de un hogar en el cual reside. Sin embargo, los implícitos van más allá, su significación deviene efectiva según el contexto social o cultural circunstancial, con independencia de su literalidad. Imaginémonos esta vez un ejemplo dispar en que se nos presenta el siguiente titular de principios del año 2016: La candidata colombiana a la Corte Suprema Teresa Ruiz, en líos por supuesto plagio en su tesis. Las presuposiciones serían que existe una candidata en Colombia, y que ha realizado una tesis, mientras que los implícitos serían se enfrentará a la justicia, se tomarán medidas penales para sentenciar este hábito deshonesto.
REFERENCIAS DOCUMENTALES ● ● ●
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AUSTIN, J. Cómo hacer cosas con palabras, Buenos Aires: Paidós, 1971. Primera edición de 1962. HAY T., Edward. El lenguaje silencioso, Madrid: Alianza Editorial, 1989. Primera edición de 1959. BIRDWHISTELL, R. L. Introduction to Kinesics: An Annotation System for Analysis of Body Motion and Gesture. Washington, DC: Department of State, Foreign Service Institute, 1952. BATESON, G.; RUESCH, J. Comunicación: la matriz social de la psiquiatría, Madrid: Paidós Ibérica, 1984. Primera edición de 1951. BENOIT, Jean-Claude. Vers une théorie de la schizophrénie: la théorie du double lien. París: Relations, 2005, pp. 71-80. Primera edición de 1956. SHANNON, C. A Mathematical Theory of Communication. Estados Unidos: The Bell System Technical Journal, vol.27, 1948, pp. 379-423 y 623-656. GOFFMAN, E. La presentación de la persona en la vida cotidiana, Buenos Aires: Amorrortu, 1971. Primera edición de 1959. RODRÍGUEZ, H. Teoría matemático informacional de Shannon. Monografías.com, 2008. GRICE, Paul H. “Logic and Conversation”, en Studies in the Way of Words. Estados Unidos: Harvard University Press, 1989, pp. 22-40. Primera edición de 1975. GARACHANA, M. Máximas de Grice. Diccionario de lingüística online. España: Universitat de Barcelona, 2012.
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