Publicaciones sobre la obra de Conrado Domínguez

Page 1

Reseña de Carlos Fuentes de la exposición en la Galería L’Ile Saint Louis, París, Abril 1977. La iconografía del sol es rara, como si en la pintura -igual que en la naturalezasu luz pudiese incendiar nuestras miradas. La luz melliza y servil de la luna puede verse con los ojos abiertos y es parte tradicional del decorado romántico y del sueño realista. Pocos, en cambio, se atreven a mirar de frente al sol. La luz del sol ilumina los espacios, se filtra por las ventanas, luz de Fra Angélico o luz de Vermeer; a veces, raramente, suena una hora, se atreve a marcar un instante del tiempo. Sólo Van Gogh mira de frente al sol mismo, como si necesitase recuperar toda la vista, aún con peligro de quedarse ciego, al salir de los túneles de carbón del Borinage. Pero en todos estos casos, el sol es espacio, inclusive tiempo del espacio o espacio del tiempo. Conrado Domínguez, hijo del sol, no hace sino retratar al sol, pero a un sol que es puro tiempo o tiempo puro. Tal es, acaso, la diferencia más profunda entre las concepciones occidental e indoamericana del mundo. El descubrimiento y la conquista de América culminan e ilustran el hambre de espacio del viejo mundo europeo, su invasión y apropiación de las tierras que se regían, alucinadamente, por el goteo solar de los calendarios. Un tiempo hierático y circular invadido por la pasión territorial. El extraño drama de la pasión hispano-indígena es retratado por Conrado Domínguez mediante la decisión de mirar sin parpadeos a un sol que es puro tiempo, tiempo del origen, alba de la historia, astro que nos permite imaginar la duración del hombre en la tierra más que la posesión de la tierra por el hombre. En una brillante página dedicada a Moby Dick de Melville, D.H. Lawrence descubre a la pareja fatal de esa gran novela sobre la persecución de lo que nos es ajeno. El Capitán Ajab, el fanático puritano del norte, camina ciego hacia el desastre, tomando de la mano del niño salvaje Pip, el inocente hijo del sol por cuya voz se escuchan las verdades que el mundo pragmático, industrial, del progreso ajeno a la creación humana del tiempo pero ávido de destruir los espacios naturales o humanos, ignora. La pintura de Conrado Domínguez es como la voz de Pip, la voz de Calibán, la voz de todos los inocentes hijos del sol que se atreven a mirarlo de cara aún a costa de la ceguera para recordarnos que hay otros tiempos, que los calendarios del mundo no se agotan en los relojes de occidente y que la multiplicidad de los tiempos humanos es ls más segura garantía de la supervivencia de los hombres mismos. Al morir el tiempo lineal del Occidente, los hombres contarán con otros soles sepultados por la historia pero que, como la semilla, sólo han muerto para mejor otorgar sus frutos. La antigua sabiduría mexicana no hablaba de un solo sol, sino de cinco, capaces de iluminar cinco tiempos distintos. Estos soles múltiples, voraces, variados, son los que Conrado Domínguez pinta y nos hace ver.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.