CONVERSANDO SOBRE EL BICENTANARIO

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CONVERSANDO SOBRE EL BICENTENARIO

GRUPO ESTUDIANTIL TALLER, CIUDAD Y TERRITORIO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS




conversando sobre el bicentenario



conversando sobre el bicentenario GRUPO ESTUDIANTIL TALLER, CIUDAD Y TERRITORIO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECC IÓN DE BIENEST AR DIRECCIÓN DE BIENES TAR UNIV ERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMI ENTO INTEGRA L PROGRA MA GESTIÓN DE PROYECTOS

BOGOTÁ D.C. 2012


GRUPO ESTUDIANTIL TALLER, CIUDAD Y TERRITORIO Directora Nydia Gómez Leal Integrantes Diego Alarcón Hernández Jenni Mahecha González Ana Serrano Galvis Corrección de Estilo Diana Lucia Fernandez Veloza Diseño y Diagramación Erik Naranjo

500 ejemplares ©UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS ISBN XXXX-XXXX PROHIBIDA LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL POR CUALQUIER MEDIO SIN LA AUTORIZACIÓN ESCRITA DEL TITULAR DE LOS DERECHOS PATRIMONIALES IMPRESO Y HECHO EN BOGOTÁ, COLOMBIA



UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA Rector Moisés Wasserman Vicerector Julio Esteban Colmenares Directora de Bienestar Universitario Lucy Barrera Decano de la Facultad de Ciencias Humanas Sergio Bolaños Cuellar Directora de Bienestar Facultad de Ciencias Humanas María Elvia Domínguez Director Departamento de Literatura Carmen Elisa Acosta Peñalosa Coordinadora Programa de Gestión de Proyectos Estudiantiles Elizabeth Moreno


CONTENIDO Introducción Francisca Guerra | La energica e iracunda, y otras protagonistas del 20 de Julio El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas El Bicentenario | De la evolución de la guerra en Colombia a la necesidad de la Paz social, a través de la expedición de una ley de Ordenamiento Territorial Indígena Identidad y Futuro | El olvido de la Memoria Histórica y el Compromiso con la Subjetividad. Una Propuesta Audiovisual Independencias no simultáneas, memorias coloniales encontradas | La crítica literaria “...de patria dudosa...” de Rafael María Merchán Ciencia y élites gobernantes en la Colombia del siglo XIX

Perspectivas temáticas de la prensa independentista | Un estudio de caso en cuatro de sus protagonistas, Nueva Granada 1810 - 1813 Mompox en la primavera de 1808 | Lenguaje y cultura política en el interregno El Consejo de Purificación | El perdón de la traición en la reconquista española de la Nueva Granada Representar y simular | Dos miradas desde el teatro a la independencia

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INTRODUCCIÓN En el marco de las celebraciones por el Bicentenario de la Independencia de Colombia, la Universidad Nacional de Colombia y la oficina de Gestión de Proyectos de Bienestar Universitario lanzaron una convocatoria de Proyectos Estudiantiles para conmemorar esta fecha. Los estudiantes del grupo de trabajo Taller, Ciudad y Territorio, fuimos uno de los ganadores. Gracias a este apoyo, organizamos y dirigimos el Encuentro Estudiantil Conversando sobre el Bicentenario, evento estudiantil que tuvo lugar el 19 y 20 de mayo de 2010 en las instalaciones de la Biblioteca Nacional y del Claustro de San Agustín. Los principales objetivos que se persiguieron con la realización de este evento fueron el de brindar a los estudiantes de pregrado un espacio de discusión y debate sobre el Bicentenario de la independencia a través de la socialización de los resultados de sus más recientes investigaciones sobre el tema, y el de proporcionar una mirada interdisciplinar del mismo. En dos días del evento, fueron presentadas catorce ponencias por estudiantes de distintas universidades del país y de varias carreras. Se trabajaron una multiplicidad de temas, desde el teatro, la esclavitud, hasta la prensa de la época. Nuestro grupo Taller Ciudad y Territorio socializó su investigación sobre la participación de las mujeres en la independencia de nuestro país. Las ponencias de las memorias 1. Si los criollos y nativos americanos empezaron a buscar su independencia a inicios del siglo XIX, en: El Cimarronaje y la búsqueda de la libertad de los negros en Colombia, Roberto Mauricio Sánchez Torres nos aclara que a través del cimarronaje los esclavos negros ya muchos años atrás habían estado luchando por la suya, hasta que finalmente en 1852 la obtuvieron. 2. Fabián René Castañeda Zamora, hizo su ponencia exponiendo las dificultades de comunicación en nuestro país, por la ausencia o precariedad de las vías de transporte, y reflexionó sobre la necesidad de construir un nuevo imaginario para recomponer y salvar nuestro tejido social. 3. El problema de la identidad y de la ausencia de respuesta a la pregunta ¿Quiénes somos?, creó en Carlos Santiago Amézquita Villamizar, una inquietud profunda de volcarse hacia los orígenes indígenas y reflexionar acerca de la importancia del mestizaje, y no sólo del color de piel, sino el cultural. Su trabajo se titula: Identidad y futuro, el olvido de la memoria histórica y el compromiso con la subjetividad. Una propuesta audiovisual.


4. Kevin Sedeño Guillén, profesional en estudios literarios, hace un análisis del libro Estudios críticos (1886), del cubano Rafael María Merchán, libro que fue escrito y publicado por el cubano durante su exilio en Colombia. Merchán fue exiliado de Cuba por oponerse a la dominación española en la isla. 5. Judith Andrea Forero centró su investigación en el uso que hicieron los criollos de la ciencia y el conocimiento como instrumentos de dominación sobre las otras clases sociales durante el período de la independencia. Hace un análisis de cómo los criollos ilustrados, legitimaron su posición, superioridad y su autoridad en la sociedad de la Nueva Granada. 6. El tema del teatro estuvo presente en una de las ponencias del encuentro. Dos obras teatrales fueron la inspiración para Johana Carolina Ramírez, para acercarse a los hechos de la independencia a partir de dos miradas y hechos distintos: el primero La Insurrección de los Comuneros y el segundo la libertad de expresión en el periodismo de la primera república. 7. La época de la pacificación y la reconquista fueron los temas elegidos por Marco Forero historiador de la Universidad Nacional en su ponencia titulada: El consejo de purificación, el perdón de la traición en la Reconquista española de la Nueva Granada. 8. Por su parte, Wilmer Rodriguez Villafora realizó su ponencia sobre el Lenguaje y la cultura política en 1808 en la Villa de Santa Crux de Mompós, aclarando de qué manera esta villa no fue ajena a los nuevos discursos y a las ideas de la independencia. 9. La historiografía tradicional sobre la independencia, ha negado o minimizado la participación femenina en este evento. Nosotros el grupo Taller, Ciudad y Territorio planteamos una versión distinta, más completa que involucra, resalta y visibiliza el papel protagonista de las damas en la independencia de Colombia, tanto de clases populares como de las elites. Agradecemos a la Universidad Nacional de Colombia y a los funcionarios de Bienestar Universitario y de Gestión de Proyectos por haber hecho posible este evento, así como a los ponentes que participaron de manera entusiasta en el mismo. También muchas gracias a los funcionarios de la Biblioteca Nacional y del Claustro de San Agustín por el apoyo logístico. También queremos dar las gracias a los docentes Ricardo Sánchez Ángel y José David Cortés del departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia por sus sugerencias y aportes. Jenni Mahecha González Nydia Gómez Leal Ana Serrano Galvis Diego Alarcón Hernández Grupo Taller, Ciudad y Territorio


Encuentro Estudiantil Conversando sobre el Bicentenario

Francisca Guerra | La energica e iracunda, y otras protagonistas del 20 de Julio Nydia Gómez Leal / ngomezl@unal.edu.co Jenni Lorena Mahecha González / jlmahechag@unal.edu.co Ana Serrano Galvis / aserranoga@unal.edu.co Diego Rolando Alarcón Hernández / dralarconh@unal.edu.co Profesionales en Historia y Arquitectura / Universidad Nacional de Colombia

Resumen El presente trabajo analiza los hechos del 20 de julio de 1810 en Santa Fe de Bogotá, y la participación de las mujeres en dichos acontecimientos. Pretende demostrar que las mujeres de la Colonia y la Independencia no fueron un grupo aislado de la población, sino que intervinieron de forma activa en la vida social, cultural, económica y política de su época. Las mujeres no fueron un grupo social subordinado que cumplía órdenes de los hombres, sino que tuvieron una conciencia política de su actuar y de los cambios que se estaban produciendo en su sociedad. La actuación de las mujeres de todos los sectores sociales en el 20 de julio fue muy destacada, ellas no fueron un conjunto apartado de los acontecimientos que sacudieron a su ciudad, sino que su participación en ellos fue decisiva. Palabras claves: Independencia, mujeres, Colonia, tertulias, Santafé de Bogotá

Los preparativos del 20 de julio: tertulias y reuniones, participación de las mujeres de elite Las mujeres fueron participantes activas también en los eventos de la pre-independencia; sin embargo, las intervenciones femeninas aumentaron cuando comenzaron a darse declaraciones de independencia en distintas ciudades a partir de 1808 y 1809. Una forma en la que las mujeres se hicieron visibles fue en la asistencia y el patrocinio de ter-

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tulias donde se discutían las ideas independentistas, tertulias que fueron muy populares en la zona norte de América Latina antes y después de 1810. Es mencionado el caso de Francisca Prieto y Ricaurte, esposa de Camilo Torres, quien permitiría en su casa y participaría de algunas reuniones durante las cuales se planeaba el suceso del 20 de Julio. Si bien es cierto que no hubo grupos organizados en los cuales se alistaran, las mujeres de toda clase y raza ayudaron en la causa patriota. Sin embargo para Cherpark1 la motivación más importante que tuvieron las mujeres fue la influencia que ejerció el patriotismo de los hombres allegados a ellas. Según ella las mujeres tenían una concepción muy limitada de sus derechos y después de la guerra estas ocuparon nuevamente sus roles. Argumenta que desconoce cuáles son las demás razones individuales que algunas mujeres tuvieron para seguir la causa independentista; Así que limita las actuaciones de las mujeres a la influencia de sus familiares hombres, siguiendo la línea de la historiografía tradicional de la independencia, que alimenta la idea de que las mujeres no fueron independientes y autónomas en sus decisiones sino que siempre estuvieron bajo la tutela de los hombres cercanos. Aparte de esto, sostiene que entre las mujeres de la época no existía una identificación como grupo femenino, las mujeres no aspiraban a mejorar sus condiciones propias, sino que esperaban beneficiarse lateralmente de las mejoras en las condiciones de sus esposos, padres o hijos. En lo concerniente a los preparativos del 20 de julio, Monsalve nos comenta: «Muchas de las mujeres tenían ideas generales, pero no de los detalles, y mucho menos del día en que pudiera hacer explosión la mina preparada; ni los mismos conspiradores sabían cual podía ser semejante día».2 Autores consultados –especialmente Monsalve- sostienen que las mujeres estaban felices y conformes con ser las reinas del hogar, que solo les interesaba la crianza. Da la impresión de que las mujeres que son mencionadas fueron casos excepcionales, porque supuestamente no era común que ellas estuvieran en los desórdenes, en las revueltas y en todos los acontecimientos que hicieron posible conseguir la independencia. Pareciera que estas mujeres participaran de la lucha solamente porque se encontraron casualmente envueltas en ella, y no porque tuvieran una iniciativa resultante de sus propias ideas. Según Monsalve «La mujer de la colonia solamente estaba educada para la vida doméstica, (…) no figuraba en la sociedad sino después de unida a su esposo, que se le imponía».3 Según esta teoría, la mujer no tenía acceso a la literatura, ni al dibujo, ni al conocimiento en general, estaba muy alejada de la vida intelectual y política de la época. Pero más adelante el mismo autor nos comenta de los llamados círculos literarios que fueron encuentros que se realizaron en las casas de las familias de elite y en los que se discutían temas relacionados con la independencia y todas las inconformidades de los 1  Cherpak, Evelyn. Women and the independence of gran Colombia 1780 1830. Tesis de doctorado en historia de la Universidad de Carolina del Norte. Chapel Hill. 1973. 2  Monsalve Jose Dolores, Mujeres de la Independencia, Bogotá 1926, Imprenta Nacional, 83. 3  Óp., cit, pág., 35.

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criollos. Eran encuentros que se hicieron en esos días revueltos y en esos días de conspiraciones, allí encontramos además de hombres a las mujeres participando. Un ejemplo de estos círculos literarios, lo estableció la señora Manuela Sanz de Santa María, el nombre que le dio fue El buen gusto, a su casa acudieron personas como Francisco José de Caldas, Camilo Torres, Antonio Ulloa, etc. Al respecto de esta dama de sociedad4 sabemos que fue una mujer muy ilustrada, sabía latín, italiano, francés y se interesaba por la historia natural. Las tertulias caseras eran los centros de conspiración de los precursores de la independencia. Al respecto Margarita Garrido5 señala que las tertulias tenían como característica que debían convocar una base de apoyo popular amplio.

Otras mujeres participantes -Andrea Ricaurte, casada con Judas Tadeo Lozano, hizo de su casa un centro de conspiración y fue en ella donde capturaron a Policarpa Salavarrieta, mártir de la independencia, que había sido puesta a su cuidado. En aquella casa muchas señoras obtenían noticias de las batallas que se desarrollaban en los Llanos, Casanare y Venezuela -noticias que se comunicaban subrepticiamente a los patriotas- e intentaban convencer a los servidores fieles a las políticas del rey, de que desertaran y se pasaran a su bando. La casa de Ricaurte fue un centro de espionaje y lugar donde se arbitraban recursos y se reclutaba gente para apoyar a grupos guerrilleros como el de Casanare, en donde Bolívar y Santander conformaban el ejército libertador. Andrea Ricaurte es la única mujer de su época de la que tenemos noticia que escribió sobre la independencia en su Relación, escrita algunos años después de 1810. Un fragmento de esta nos dice: «Llegó la noticia de que el General Pablo Morillo arribaba a la costa con un ejército y que Sámano invadía por el sur (…) Se necesitaba un centro de operaciones que se entendiera con las juntas que se reunían en la ciudad y poderse comunicar con las guerrillas; eligieron mi casa, que quedaba en la quinta cuadra de la Carrera de Antioquia; de allí se mandaban las comunicaciones, noticias, recursos y gente para las guerrillas, lo mismo que para Casanare, en donde los Generales Bolívar y Santander estaban formando el ejército libertador»6 -Bárbara Forero fue una conspiradora activa desde antes de 1810: había sido reducida a prisión en 1797, cuando se seguía la causa contra Nariño y estuvo más de cinco años privada de su libertad debido a sus actividades revolucionarias. En 1810 era la directora de un pequeño colegio de párvulos,7 pero estaba lejos de ser una mujer convencional para su época. Casada, se enamoró de Pedro Fermín de Vargas, por lo que fue muy señalada por la sociedad. Su sentimiento revolucionario se manifestó también el 20 de julio, cuando arengó a las mujeres en la plaza mayor, diciéndoles con un espíritu increíble de sacrificio 4  Óp. cit, Pág. 22. 5  Garrido, Margarita. Reclamos y representaciones: variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815. Banco de la república. Bogotá. Pág. 285 6  Monsalve José Dolores, Mujeres de la Independencia, Bogotá 1926, Imprenta Nacional. 7  Opcit, Pág. 88.

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que: «Marchemos nosotras las mujeres primero a tomarnos los cuarteles, que si descargan sus balas y nos matan, los hombres nos seguirán, y mientras vuelvan a cargar los fusiles los hombres se adueñarán de los cuarteles» - Josefa Baraya,8 fue otra de las participantes en los eventos del 20 de julio, hija de Francisca Baraya y del gobernador de Girón; su esposo era Pantaleón Sanz de Santa María, uno de los vocales aclamados por la Junta Suprema el 20 de julio. Ese día precisamente preparaba el banquete para la recepción del comisario don Antonio Villavicencio, y mientras estaba haciendo las compras con su amiga Mariana Mendoza de Santa María, ya que en la casa de ésta última tendría lugar el banquete, Josefa supo de los disturbios; fue a donde su hermano don Antonio Baraya quien era capitán del batallón auxiliar, a pedirle que pusiera la tropa que tuviera a su mando a disposición de la Revolución. Posteriormente, fue a su casa y llevó a su hijo José Ignacio de nueve años a que se incorporase con los amotinados, esta señora animaba a la gente, discutía, persuadía a los no convencidos, etc.9 Posteriormente, Josefa fue perseguida por Morillo ferozmente, su hermano Antonio Baraya fue fusilado el 20 de julio de 1816 por el mal llamado pacificador Morillo. Su esposo Pantaleón murió y todos los bienes que tenían fueron embargados, además de ello fue desterrada a Manta con sus tres hijos. -María Josefa Ricaurte junto con su esposo José María hacían parte de las clases altas de la capital y sostuvieron con sus propios recursos un cuerpo de tropas independentistas. José María habría estado intentando ingresar al país una imprenta y elementos de guerra cuando cayó prisionero de Morillo en 1815, durante el sitio de Cartagena, quedando su mujer viuda y reducida a la miseria, después de que actuara sobre sus bienes la Junta de Secuestros, que se encargaba de confiscar las pertenencias de aquellos que habían apoyado la independencia. -Doña Juana Petronila Nava, según Monsalve descendiente de la casa de Nava en el principado de Asturias, salió el 20 de Julio de su casa para incitar al pueblo y a sus amigos de elite, a promover la revolución y generalizarla en otros lugares del país. Su prestigio, que se veía aumentado por los importantes cargos que desempañaba su marido, aseguró la resonancia de sus palabras en la población. Incluso se dirigió con un grupo de personas al palacio del Virrey y allí lo amedrentó, al igual que a la virreina doña María Francisca de Villanova, quien ante la presión de esta criolla intentó convencer a su marido de que aceptara la instauración del cabildo abierto. Su actividad política le trajo muchas consecuencias: el 4 de Julio de 1816 unidades comandadas por Morillo entraron a su casa, inventariaron y secuestraron todas sus posesiones y después anunciaron que su esposo estaba preso y que para liberarlo debería reunir en plata (el metal) lo que él pesara. Lo más trágico del asunto fue que pese a que la señora consiguió reunir la cantidad con ayuda de otras damas, su esposo de todas formas fue fusilado. Al parecer esto no fue suficiente para las autoridades pues doña Juana fue desterrada desde Cajicá, población ubicada a las afueras de Bogotá, obligándola a caminar entre soldados que fueron bruscos con ella, hasta el Puente del Común, y finalmente tuvo que irse sola para Cogua, pues sus hijos también estaban presos.

8  Monsalve Josa Dolores, Mujeres de la Independencia, Bogotá 1926, Imprenta Nacional, Pág. 87. 9  Op, cit, Pág. 87.

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-Otro caso fue el de la señora Petronila Lozano, anciana respetable de la ciudad, hija del Marqués de San Jorge, quien antes de ser desterrada fue recluida en la entonces llamada cárcel Chiquita, al igual que muchas mujeres distinguidas de la sociedad capitalina, que habían tenido cualquier relación con los intentos de independencia. -Gabriela Barriga formaba parte de las familias más notables y ricas de Santa Fe de Bogotá, ella tomaría parte en los sucesos del 20 de Julio a favor de los criollos. Era la esposa del prócer ecuatoriano de la independencia Antonio Villavicencio, que colaboraría como comisario regio de la primera república granadina. Él fue apresado y el indulto que el 30 de Mayo de 1816 ofreciera Morillo a las esposas de los retenidos no sirvió para salvarle la vida, por lo que finalmente es fusilado el 6 de junio de ese año. No le permitieron enterrar a su esposo, sino que su cuerpo fue llevado a una fosa común. Debido a la expedición de un decreto emitido por el gobernador Antonio Casano fue desterrada y obligada a irse caminando hasta la población de Anolaima, donde fue puesta bajo la vigilancia del alcalde de dicha población. Quedó en la pobreza pues todos sus bienes fueron embargados, su situación económica era tan precaria, que en 1818 ella dirigió una petición a las autoridades para saber si es posible «eximirla de la pensión de alojamientos y ocuparla en otra cualquiera cosa que sea compatible con su notoria indigencia»10. -Melchora Nieto era comerciante y propietaria de un bazar en la calle Real, por lo que fue una de las primeras en enterarse del suceso del florero y en incitar al pueblo para que se alzara contra la administración virreinal. Su sentimiento revolucionario no se detuvo ni siquiera después que su esposo fue asesinado por los españoles en 1813 y ella continuó apoyando a las fuerzas revolucionarias, por lo que fue desterrada de la ciudad.

Las mujeres en la Bogotá de 1810 La participación popular fue decisiva en los acontecimientos de protesta del 20 de julio de 1810 en Santa Fe, pero los sectores subordinados no esperaron a este día para manifestarse, sino que a lo largo de todo el periodo colonial ya lo habían hecho. La plaza mayor, que es la actual plaza de Bolívar fue un centro político, en el que se desarrollaron actividades sociales, políticas y religiosas. En esta época la ciudad experimentó un reordenamiento urbano, motivado por el crecimiento de la población debido a la inmigración, que proponía la aplicación de las reformas sociales inspiradas por la ilustración; se crearon reglamentaciones para los oficios, se establecieron políticas de higiene pública y se avanzó en la prevención de enfermedades como la viruela. Sin embargo estos importantes cambios, no lograron solucionar algunos problemas sociales constantes como la insalubridad del ambiente, las deficiencias en los servicios públicos que aún eran notables, los hábitos antihigiénicos de la población que propiciaban enfermedades, etc. En la ciudad la población femenina constituía mayoría, lo que producía un excedente de mujeres que no lograban acceder al matrimonio, propiciando las relaciones extramatrimoniales, especialmente entre hombres blancos que podían vivir en concubinato con

10  Archivo General de la Nación. (A.G.N.) Bogotá-Colombia Anexo, Historia, tomo 24, folio 10.

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empleadas domésticas y esclavas. Santa Fe de Bogotá representó un foco de atracción para las mujeres que venían sobretodo de las poblaciones sabaneras vecinas, en busca de mejores oportunidades laborales y mejores niveles de vida En cuanto a la educación tenemos que varias instituciones, como el Monasterio de La enseñanza o la Compañía de María, promovieron espacios para educar y acercar a las mujeres, sobretodo de clases altas, a las actividades intelectuales. Antes de estas iniciativas, la educación que recibían las mujeres se limitaba a lo que podían enseñarles en su casa, los propios miembros de la familia. La implementación de lugares dedicados a la educación de las mujeres fue vista por las autoridades más como la implementación de sitios de reclusión para mujeres que pudieran alterar el orden social. No es cierto que las mujeres de aquella época solamente se dedicaran a las labores del hogar; las que pertenecían a las clases populares y las que no contaban con un esposo que respondiera por sus necesidades materiales, debían dedicarse a alguna otra labor para sobrevivir. Sin embargo, para la población femenina sólo se encontraban disponibles los trabajos más bajos y no calificados, como lo indica la Instrucción general para los gremios del 12 de Abril de 1777: «Es obligación de las justicias… procurar que aquellas faenas que parecen oficios, y en la sustancia lo son: mas sin necesidad de tantas formalidades, y en que ni se requiere aprendizaje ni exámenes y se egecutan por pura imitación se desempeñen por mugeres, como son de molinero, taonero, molendero de chocolate, confitero, pastelero, colchonero y otros semejantes; pues así quedarán los hombres más desocupados para los otros que necesitan de mayor aplicación ciencia, y trabajo...»11 Los funcionarios coloniales intentaron construir un proyecto urbano acorde con las ideas ilustradas, que se basaba en el orden, la legalidad, el progreso y el poblamiento; estas condiciones condujeron también a un nuevo imaginario femenino que se reflejó, por ejemplo, en la construcción de la cárcel de mujeres, en la fundación de hospicios Reales que centralizaron la beneficencia, en la institución de pensiones para las viudas de funcionarios y militares del estado colonial, en la construcción del primer plantel educativo para niñas, etc. Para Ibáñez, en Santa Fe colonial, las mujeres sólo estaban destinadas a la maternidad, la “misión santa” del matrimonio, o al aislamiento en un convento, pero habría que ver de que tipo de mujeres hablaba; evidentemente no se refería a las mujeres de clases populares que tenían que ganarse la vida trabajando. Tampoco podría estar refiriéndose a las mujeres casadas ya que sus labores dentro del hogar no se limitaban al cuidado de los hijos, sino que las casas representaban verdaderas unidades de autoabastecimiento en donde las tareas domésticas eran muy arduas (cargar leña, moler el maíz, cultivar la tierra).

11  A.G.N. Bogotá- Colombia. Instrucción general para los gremios del 12 de Abril de 1777. Miscelánea. Tomo 3. Folio 292. Citado por: Ramírez, María Himelda. Las mujeres y la sociedad de Santa Fe de Bogotá a finales de la colonia: 1750-1810. Tesis maestría en historia Universidad Nacional de Colombia. Facultad de ciencias humanas. 1996. Pág 177.

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Si bien las mujeres de la elite no tenían que desempeñar las mismas duras labores domésticas que las de las clases populares, dedicaban ese tiempo para labores intelectuales, así como las que organizaron en sus casas las tertulias.

Las mujeres: una multitud el 20 de julio Influidos por los últimos acontecimientos que habían acabado con la paz del Estado español (la invasión napoleónica, la captura del rey Fernando VII, la formación de Juntas españolas provisionales de gobierno) algunos criollos de la ciudad de Santa Fe planearon minar la autoridad del virrey Amar y Borbón y en general de los reales funcionaros españoles, para establecer una Junta de gobierno propia. Para ello se habían estado reuniendo en el Observatorio dirigido por Francisco José de Caldas; uno de los debates más importantes había sido el de discutir en qué forma debía participar el pueblo. Previamente y el mismo 20 de julio los criollos buscaron el apoyo en los sectores populares, pues se trataba de crear un momento tensionante para demostrar el conflicto que existía entre americanos y españoles; pero la elite criolla no era partidaria de generar un caos completo en la ciudad. Los criollos querían solamente capturar el poder por sorpresa y provocar una limitada y transitoria perturbación del orden público; no querían que el pueblo adquiriera conciencia de su fuerza, como la adquirió en la revolución de los comuneros.12 Además seguían en sus memorias los hechos de la revolución francesa y no querían que se repitieran aquí esas violentas escenas. Los criollos aprovecharon el 20 de julio porque era un viernes y como era día de mercado, sabían que la plaza estaría muy concurrida; ese era el día en que acudían las señoras a comprar la provisión de víveres de la semana.13 En el escenario santafereño surgen caballos pastando en los potreros o amarrados en las columnas de las casas viejas y las pulperías, donde se toma caldo de gallina, chicha y guarapo desde el amanecer. En los toldos se ofrecen carne, velas de cebo y longaniza, chicharrón, papa criolla, etc. Surgen también aquí y allá las verduleras, mujeres fuertes que reparten comida a sus clientes y que por la tarde tendrán una intervención decisiva en los acontecimientos que se desarrollarán alrededor de la Junta Suprema, el Cabildo abierto y el Grito de Independencia. El evento premeditado que cumpliría la función de detonar la rebelión, sería la petición de un florero al español José Gonzáles Llorente para celebrar la llegada desde Quito de Antonio Villavicencio; en condiciones un poco confusas Llorente parece haber insultado a los americanos, por lo que el criollo Antonio Morales termina golpeándolo, y la noticia del agravio a los americanos se difunde rápidamente por la ciudad.

12  Liévano Aguirre, Indalecio. Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, Bogotá, Intermedio Editores, 2002. Pág. 945, 496. 13  Óp. cit, Pág. 83

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Ante este episodio, la ira de la multitud se manifestó espontáneamente dice Liévano14, aunque dicho autor anteriormente expuso que los criollos habían planeado estos disturbios. Lo cierto fue que los presentes el 20 de julio protestaron abiertamente contra las autoridades coloniales, y demostraron que estaban muy inconformes con éstas. Afortunadamente no se presentó la tropa para contener a los manifestantes. Monsalve comenta al respecto que: «Quizá hubiera habido un gran derramamiento de sangre del cual hubiera sido una gran cantidad la de mujeres».15 Esto deja ver que fueron muchas mujeres las presentes en estos acontecimientos. Al parecer, los magistrados de la Real Audiencia no creyeron que los criollos representaran un peligro real el 20 de julio de 1810, pese a los desórdenes que se presentaron en el día, y a la pelea entre Llorente y Morales, así que se abstuvieron de enviar la tropa a que contuviera a los revoltosos. Después del suceso del florero el pueblo se dirigió a la casa y al almacén de Llorente y atacó los edificios con piedras. Según Arturo Abella fueron los miembros de la alta sociedad y de la plebe criolla (artesanos, vagos, revendedoras, pulperos, chicheros) los que salieron de primeros a pedir las cabezas de los funcionarios reales, destacándose la figura de José María Carbonell. En medio del desorden «las señoras se alistaban, menos emperifolladas que de ordinario, a entrar de lleno al movimiento»16 Un testigo anónimo añade que: «El pueblo clamaba por la seguridad de las armas, por no verse en la indispensable necesidad de ponerse en defensa que había de correr mucha sangre. Así es que resuelto a morir por la patria, ya trataba de abocarse a los cuarteles. Las mujeres de toda clase andaban más resueltas que los hombres, armadas de boca de fuego medianas, puñales, cuchillos, y las que menos de piedras en las manos y pidiendo la creación de la junta cuanto antes»17. Según Manuel del Socorro Rodríguez, mientras los vocales eran nombrados y trataban de organizar la instauración de la Suprema Junta, «las mujeres de toda condición y edad se presentaron armadas al lado de los hombres, y aún de multitud de niños que cargados de piedras amenazaban a los soldados gritando que si hacían alguna descarga, se avanzarían sobre ellos»18. Pedro Ibáñez nos dice que aquel día, abandonando toda vanidad social, se reunieron mujeres de todas las edades y clases sociales promoviendo el levantamiento contra el gobierno español, diferenciándose no más que en las armas que portaban, pues las Se14  Liévano Aguirre, Indalecio. Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, Bogotá, Intermedio Editores, 2002. 15  Monsalve Jose Dolores, Mujeres de la Independencia, Bogotá 1926, Imprenta Nacional, Opcit, Pág. 88 16  Abella Arturo, El Florero de Llorente, Editorial Bedout, Medellín, Pág. 136. 17  Instituto colombiano de cultura, Casa museo del 20 de julio. “Diario de un santafereño anónimo” en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república. 1996. El manuscrito de este diario se conserva en la Casa-museo del 20 de Julio en Bogotá. 18  Rodríguez, Manuel del Socorro. “Constitución feliz” en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república. Instituto colombiano de cultura, Casa museo del 20 de julio. 1996.pag 183.

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ñoras de clases altas llevaban chafarotes o pistolas, y las de clases medias y bajas, armas blancas y piedras. Hasta las monjas, retiradas en sus monasterios, habrían cumplido un papel pidiendo a Dios por la seguridad de sus familiares19. «Las mujeres de la plebe, llamadas entre nosotros revendedoras, y en España verduleras»20 fueron según él, las que más implacables se mostraron contra los españoles y las que más dispuestas estuvieron a correr el riesgo de perder incluso su propia vida; esto podría explicarse porque en esos días21 para la gente del común lo privado y lo público se mezclaba, de manera que las personas se mantenían fuertemente vinculadas a lo que sucedía en su ciudad, y se sentían directamente involucradas con las decisiones que se tomara en sus poblaciones. Las mujeres especialmente relacionadas con el pequeño comercio, el lavado de ropa, la recolección y distribución de agua y tareas similares, hacían bastante uso de los espacios públicos, y eran quienes más se veían controladas por las autoridades españolas; estaban inconformes con las autoridades, de manera que esto puede haber influido directamente en que su respuesta a los acontecimientos del 20 de Julio hubiera sido más rápida y decidida. Las mujeres fueron protagonistas de los acontecimientos del 20 de julio. Por ejemplo, «las primeras en acudir ante la ofensa a los americanos fueron las mujeres, las chicheras y las vivanderas. Más adelante cuando se requería de la presencia masiva de la población para exigir el cabildo abierto, allí estaban ellas, en esta ocasión las de arriba y las de abajo entrecruzadas en una sola voz».22 Aida Martínez23 destacó que las percepciones de sometimiento y resignación de las mujeres en el período de 1750 a 1810 no fueron ciertas, porque “(…)a las mujeres las encontraremos convertidas en querellantes y bulliciosas, en propiciadoras del desorden público, en instigadoras de revoluciones que atormentarían el ejercicio de las autoridades santafereñas (…)”, y que así como es cierto que “(…)las mujeres constituyeron una fuerza viva dentro de la sociedad colonial”, en los acontecimientos de 1810 también estuvieron marchando, protestando y exigiendo. En un pequeño aparte de su Diario, José María Caballero, testigo de la época, se asombra de la manera en que la noche del 22 de Julio las mujeres reaccionaron ante la falsa amenaza de 300 hombres negros armados (en realidad eran hombres del vecino pueblo se Soacha que venían a ofrecer su apoyo a la Junta) que se dirigieron a la capital para atacar al pueblo y ayudar al Virrey y otros funcionarios que el pueblo pedía, fueran detenidos:

19  Ibáñez, Pedro. Crónicas de Bogotá. Tomo II. Imprenta Nacional. Bogotá. 1913. 20  Ibíd., Pág. 383. 21  Ramírez, María Himelda. Las mujeres y la sociedad colonial de Santa Fe de Bogotá 1750-1810. Instituto colombiano de antropología e historia. 2000. Pág. 36. 22  Olivos Lombana Andrés, El 20 de julio, coyuntura revolucionaria y revuelta popular (1808-1810), Editorial Panamericana, Pág. 159. 23  Martínez, Aída. Anuario colombiano de Historia Social y de la Cultura, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Número 28, Bogotá, pág. 236.

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«Las mujeres daban ejemplo a los soldados; un valiente patriota que avanzaba con espada en mano, le pidió á una mujer se apartase para ocupar el lugar; ésta se injuria y le dice: ¿La piedra que yo lancé no hará tanto efecto como sus golpes? y se mantuvo firme en el puesto. Lo que más inquietaba al pueblo era el parque de artillería y sobre lo que ponía todo el cuidado y energía una mujer, grande heroína, que le dijo a su hijo: «Ve tu a morir con los hombres mientras que nosotras (hablando con as demás mujeres) avanzamos a la Artillería y recibimos la primera descarga, y entonces vosotros los hombres pasareis por encima de de nuestros cadáveres, cogeréis la artillería y salvaréis la Patria ¡Que valor de heroína! Se arman y en masa ocupan las entradas de la ciudad. ¡Que valor, que intrepidez manifiesta este pueblo!»24 Para Francisco José de Caldas «el sexo delicado olvidó su debilidad y su blandura cuando se trataba de la salud de la patria», y continúa refiriéndose a la misma mujer que Caballero diciendo: «una mujer cuyo nombre ignoramos y que sentimos no inmortalizar en este Diario, reunió a muchas de su sexo (…) Cuando el gobierno sepa quien es esa amazona formidable, debe decretarla una banda de honor para premiar el mérito y el valor»25. «También se distinguieron doña Josefa Baraya, doña Petronila Lozano, doña Gabriela Barriga, doña Melchora Nieto y otras muchas que sería largo referir»26. Esta declaración nos prueba que no fueron solo unas cuantas heroínas, destacadas por su valentía, las que acudieron a protestar, sino un alto número de mujeres comunes y corrientes que reaccionaron de una u otra forma como cualquier ser humano, ante una situación de peligro. Las mujeres el 20 de julio fueron una fuerza decisiva de la población santafereña; acudieron a las calles, rompieron ese regio control que las oprimía, que las vigilaba, por ser mujeres, que no les permitía desempeñar los mismos cargos de los hombres, que las condenaba a ciertos tipos de trabajo. En las circunstancias de necesidad, del movimiento, de la efervescencia, los hombres debieron aceptaron que las mujeres estuvieran allí, que se armaran, que protestaran, que alzaran la voz, que traspasaran los límites del estereotipo que se les había impuesto; pero lo aceptaron no por gusto, sino por la necesidad del momento.

Bibliografía 24  Caballero, José María. Diario. Colseguros. Bogotá. 2000. Pag 41. Este fragmento es citado literalmente también en el Diario Político de Santa Fe de Bogotá. En este último se le da la fecha del 20 de julio, pero tomando en cuenta que fue escrito varios días después que el de Caballero, presumimos que fue tomado del Diario. 25  Caldas, Francisco José. Gutiérrez, José María y otros. “Diario político de Santa Fe de Bogotá”. Bogotá. Imprenta Real. 1810, en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república. Instituto colombiano de cultura, Casa museo del 20 de julio. 1996. Pag 122. Pudimos determinar que la mujer mítica de la que hablan es Bárbara Forero, como se expuso páginas atrás. 26  Ibíd.

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FUENTES PRIMARIAS: Archivo General de la Nación, Bogotá-Colombia Sección Anexa, Fondo de Historia, Rollo 7. Archivo General de la Nación. Instrucción general para los gremios del 12 de Abril de 1777. Miscelánea. Tomo 3. Folio 292. Citado por: Ramírez, María Himelda. Las mujeres y la sociedad de Santa Fe de Bogotá a finales de la colonia: 1750-1810. Tesis maestría en historia Universidad Nacional de Colombia. Facultad de ciencias humanas. 1996. Caballero, José María. Diario. Colseguros. Bogotá. 2000 Caldas, Francisco José. Gutiérrez, José María y otros. Diario político de Santa Fe de Bogotá. Bogotá. Imprenta Real. 1810, en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república. Instituto colombiano de cultura, Casa museo del 20 de julio. 1996 Farto, Manuel María. “Páginas de Don Manuel María Farto”, en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república. Instituto colombiano de cultura, Casa museo del 20 de julio. 1996. Rodríguez, Manuel del Socorro. “Constitución feliz” en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república. Instituto colombiano de cultura, Casa museo del 20 de julio. 1996 FUENTES SECUNDARIAS: Abella Arturo, El Florero de Llorente, Editorial Bedout, Medellín. Cherpak Evelyn, Women and the independence of Gran Colombia 1780-1830. Tesis de doctorado en historia de la Universidad de Carolina del Norte. Chambers, Sarah. From Subjects to Citizens: Honor, Culture and Politics in Arequipa, Peru, 1780-1854. Díaz, Arlene J. Female citizens, Patriarchs, and the law in Venezuela, 1786-1904. Díaz, Carlos Arturo. Las mujeres de la independencia. En: Revista de historia. Vol 1. 1977. Garrido, Margarita. Reclamos y representaciones: variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada, 1770-1815. Banco de la república. Bogotá. Ibáñez, Pedro. Crónicas de Bogotá. Tomo II. Imprenta Nacional. Bogotá. 1913.

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Liévano Aguirre, Indalecio. Los grandes conflictos sociales y económicos de nuestra historia, Bogotá, Intermedio Editores, 2002. Martínez, Aída. Anuario colombiano de Historia Social y de la Cultura Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Número 28, Bogotá, Monsalve José Dolores, Mujeres de la Independencia, Bogotá Imprenta Nacional.1926. Olivos Lombana Andrés, El 20 de julio, coyuntura revolucionaria y revuelta popular (1808-1810), Editorial Panamericana. Ramírez, María Himelda. Las mujeres y la sociedad de Santa Fe de Bogotá a finales de la colonia: 1750-1810. Tesis maestría en historia Universidad Nacional de Colombia. Facultad de ciencias humanas. 1996. Ramírez, María Himelda. Las mujeres y la sociedad colonial de Santa Fe de Bogotá 1750-1810, Bogotá, Instituto colombiano de antropología e historia, 2000. Santos Rueda Rigoberto. El 20 de julio de 1810 un episodio de protesta popular, en: Memoria y sociedad, Volumen 11, Bogotá, consultado en la base de datos Fuente Académica. Scott, Joan. Historia de las mujeres en Formas de hacer historia. Madrid. Alianza. 1996.

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas Roberto Mauricio Sánchez Torres / rmsanchezt@unal.edu.co Estudiante de Economía / Universidad Nacional de Colombia

Resumen En el escrito se presenta el cimarronaje y su rol en la búsqueda de libertad e independencia de los negros a lo largo del periodo colonial y hasta la abolición de la esclavitud en Colombia en 1852. Se describe el cimarronaje y se realiza una caracterización temporal y espacial de las luchas de resistencia de los negros en Colombia, buscando ilustrar cómo, dónde y cuando se presentaron las luchas de los cimarrones, pero también, con el objeto de mostrar cómo el cimarronaje constituyó un movimiento de negros que gestó uno los primeros indicios de independencia, autonomía y libertad en Colombia. Para observar la relevancia del cimarronaje en la historia del negro en Colombia, se presentan formas de resistencia distintas al cimarronaje y otros mecanismos a través de los cuales los negros podían obtener su anhelada libertad. Finalmente, dentro del escrito se asocia reiteradamente el cimarronaje con la formación de palenques, en la medida en que éstos constituyeron la materialización de la resistencia negra contra el esclavismo y la institución colonial.

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas

Introducción El presente escrito tiene como objetivo mostrar el papel que tuvo el cimarronaje en la búsqueda de la libertad de los negros en Colombia, y cómo se constituyó en un movimiento que buscó la independencia y la organización de comunidades al margen de la sociedad colonial española. Para esto, se realizará una descripción del cimarronaje, se presentará su ubicación histórica y espacial, resaltando la trascendencia y fuerza del cimarronaje y sus dimensiones a lo largo del periodo colonial hasta bien entrado el siglo XIX. Para mostrar por qué el cimarronaje representó una manera de buscar libertad e independencia, se desarrolla el significado de la libertad en los negros y el entorno en el que la buscaron, asimismo se traerán a colación las distintas formas de obtener de manera nominal la libertad, así como las distintas formas de resistencia de los negros a la esclavitud, sin pretender obviar el papel de la manumisión y las formas interiorizadas e individuales de resistencia al esclavismo, se muestra cómo el cimarronaje constituyó una forma de obtener libertad por parte de los negros. Dado el alcance y objeto del presente escrito, no se hace referencia concreta a un espacio determinado en el análisis, sino que se presenta el cimarronaje desde una perspectiva general, sin entrar en detalles de épocas y lugares concretos, y únicamente se harán referencias a casos particulares en la medida en que se requiera, para entender la formación y desarrollo del proceso y el rol del cimarronaje. Por consiguiente, se presentarán rasgos generales y transcendentes del fenómeno, para asimilar cómo el cimarronaje representó un papel esencial en la resistencia que buscaba la libertad. El cimarronaje fue la organización de la resistencia de los negros al esclavismo y la manifestación violenta de fugas y huidas de los negros esclavos. Su nombre viene de la referencia a los animales “cimarrones”, que eran los que huían o andaban sueltos por el monte, a partir de allí, los españoles se refirieron a los negros fugados que se refugiaban en el campo, la selva o el monte, como “negros cimarrones”. Generalmente, dependiendo del éxito o no de las fugas y del número de esclavos internados en el campo, los cimarrones terminaban construyendo palenques, que era el espacio en el que se refugiaban y construían comunidades. En el presente trabajo se hará referencia a la construcción de comunidades por parte de los negros cimarrones en los palenques; el concepto comunidad lo tomo del enfoque weberiano, que entiende comunidad como “una relación social cuando y en la medida en que la actitud en la acción social se inspira en el sentimiento subjetivo de los partícipes de constituir un todo” (Weber, 1944, p.33). Finalmente, un concepto clave y reiterativo a tratar es “libertad”, aquí la noción de libertad tiene dos dimensiones, por un lado, estructurada por oposición al esclavismo, es decir, es libre, quien no es esclavo, en la que entra la libertad nominal, que se refiere a la condición legal de no esclavo, pero a su sanción social como persona “servil” y sometida por ley en condiciones diferentes. Por otro lado, la libertad se entenderá además como la toma de decisiones individuales y el desarrollo de la acción social sin la intervención de externos y sin uso de coacción. A partir de esto, la independencia será tomada como la vida en comunidad en condiciones autónomas y sin el sometimiento político, legal, cultural o económico de individuos, comunidades o instituciones ajenas a la comunidad en cuestión.

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El movimiento Cimarrón de los negros esclavos, estuvo asociado históricamente a la búsqueda autónoma (por sus propias manos) de su libertad; fue un movimiento que utilizó por distintas vías, medios para obtener libertad y autonomía. El cimarronaje con el tiempo se constituyó en la forma más efectiva para que los negros esclavos obtuvieran su libertad, buscaban independencia de una sociedad que los utilizaba y los despreciaba. No es cierto, que con el cimarronaje estuvieran marginados de la sociedad, como dice Tovar (1992), sino que precisamente a partir de sus luchas y la construcción de palenques, buscaban construir un entorno con comunidades en las que se sintieran parte de un todo. Es por ello, que el movimiento cimarrón en Colombia, constituyó no solamente una expresión de oposición a la institución esclavista y a la sumisión, también sentó las bases para la construcción de comunidades (en todo el sentido Weberiano) independientes, autónomas, que lograron mantener rasgos culturales propios, e identificadas por un objetivo común: la libertad. El escrito estará compuesto por cuatro secciones: en la primera se presenta el significado del cimarronaje, porqué, como y cuando surgió, cual fue su desarrollo a lo largo del periodo colonial, su papel en los primeros años de la independencia republicana y en donde se ubicó a lo largo del tiempo; después se abordarán otras formas de obtener la libertad legal por parte de los esclavos y otras formas de resistencia y oposición al esclavismo diferentes al cimarronaje; en la tercera sección se mostrará cuál fue el rol que cumplió el cimarronaje en la búsqueda de libertad y en la construcción de palenques; finalmente, y a manera de conclusión se hace referencia a los palenques, como lugares en los que se gestaron luchas por la independencia de los negros en Colombia.

Cimarronaje: significado y caracterización histórica y espacial La organización de la resistencia negra contra la esclavitud, llamado cimarronaje, se constituyó a lo largo de la Colonia y en algunas décadas de la época republicana como una fuerza importante, con trascendencia política, en la medida en que constituía un núcleo social que buscaba independencia y libertad de las disposiciones coloniales, caracterizado entre otras cosas por el uso de la violencia, como respuesta a las acciones desmedidas de represión y control esclavo. Fue una organización compleja, discontinua y alternativa, que tuvo serios problemas de estabilidad y capacidad de respuesta a las acciones de la colonia. No obstante, con Sharp, decimos que “si fallaron o encontraron éxito en sus rebeliones no es, en realidad, un hecho tan importante como el que lograron resistir y subsistir de muchas maneras” (1993, p.419). Según el censo de 1780, en Cartagena la composición de la población estaba distribuida así: 56,7% negros libres, 27% blancos, 15,7% esclavos y 0,5% indígenas, por consiguiente, los negros en Cartagena eran cerca del 75% del total de población, un elemento que representó el reconocimiento por parte de los negros de las capacidades que tenían como comunidad y organización y por otro lado, que la Corona iniciara una serie de medidas en busca de evitar el posible levantamiento generalizado de los negros. Los negros libres estaban conformados por negros manumitidos y negros fugados, sin embargo, no todos los negros fugados eran cimarrones, puesto que habían unos que generalmente huían solos, permanecían en las inmediaciones de donde huían y no representaban peligro frente a ataques violentos, mientras que los cimarrones eran negros esclavos

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas que huían y se internaban en las montañas en una actitud de enfrentamiento declarada frente a los esclavistas y que se organizaban generalmente en un palenque. Las fugas no sólo se presentaban con hombres sino también con mujeres, aunque en menor medida. En ocasiones eran los mismos cimarrones quienes liberaban a las negras y las llevaban con ellos a formar los palenques, y a participar de manera activa empuñando armas y buscando su libertad (Gutiérrez, 1994). Siguiendo a Ildefonso Gutiérrez (1994), tres eran los objetivos del proyecto cimarrón: libertad, autonomía y tierras para trabajar. La libertad era la esencia de la existencia del cimarronaje, constituido como una organización en contra del esclavismo y de las condiciones en las que se encontraban en la sociedad colonial; autonomía que se manifestaba en la formación de palenques con independencia de las ordenes coloniales, con organización económica y política propia; y tierras para trabajar que era el resultado del asentamiento de los cimarrones en los palenques, elegidos por sus condiciones especiales respecto a las posibilidades de enfrentamiento, pero también como lugares en donde podían abastecerse de alimentos. Como el mismo Gutierrez (1994) afirma, el cimarronaje no fue un “proyecto revolucionario” organizado y estructurado bajo bases ideológicas sólidas, pero tampoco fue una simple reacción contra el maltrato que sufrían los esclavos, fue un movimiento con bases culturales africanas que contribuyeron a las acciones de los negros, movimiento que tenía un objetivo claro, que era la búsqueda de libertad, que tuvo fuertes tropiezos y condiciones adversas significativas, sin embargo, logró tener un papel político importante, no, como se dijo antes, por representar un actor ideológico, sino por la magnitud de las acciones que emprendía dentro de su resistencia, acciones violentas, pero también culturales y económicas. La lucha de los cimarrones y sus levantamientos que se venían gestando desde el siglo XVI, se intensificaron progresivamente y en el siglo XVIII, ya eran continuos los enfrentamientos entre los cimarrones y el ejército español. Pese a las diferencias en las armaduras, el entrenamiento y los instrumentos de guerra, no fueron pocas las veces que los negros terminaron imponiéndose frente al ejército español, los cimarrones “luchaban fieramente con flechas, lanzas arcabuces y piedras, detrás de empalizadas, ciénagas y montes, frente a la soldadesca española, contra sus armas, contra los perros” (Friedemann, 1998, p.84). La única ventaja que tenían los negros frente a los españoles era su gran número, como se dijo antes. En Cartagena por cada blanco, habían 3 negros. Sin embargo, que fueran numerosos los levantamientos de los negros, no quiere decir que fueran prolongados y consolidados en la formación de palenques; de hecho, ese fue precisamente un problema que tuvo el movimiento cimarrón, pocos fueron los palenques como San Basilio, en los que a pesar de las continuas acciones y enfrentamientos, persistió y se organizó en el territorio. Muchos palenques surgían y desaparecían por los mismos encuentros con los hombres enviados por la Corona, o simplemente por la toma de los palenques y la captura de los cimarrones derrotados. El origen del cimarronaje en el Nuevo Reino de Granada se presentó pocos años después de la llegada de los primeros negros al territorio, como lo muestra Arrazola (1986)

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no fueron pocos los inconvenientes que tuvo la corona con los negros que huían y formaban grupos de resistencia al margen de las órdenes de la Corona española, esta situación fue creciendo en la medida en que llegaban más esclavos negros. Fue en el puerto negrero de Cartagena y sus alrededores en donde surgieron los primeros brotes de violencia y resistencia negra. Para el siglo XVII, ya habían conformados varios palenques en la Gobernación de Cartagena y unos pocos en la de Santa Marta. El movimiento cimarrón se extendió al interior del territorio en el siglo XVIII, creando palenques en el centro y occidente del país, y volviéndose un problema agudo para la administración española. Durante todo el periodo colonial hubo manifestaciones de la existencia y consolidación del cimarronaje, desde la llegada misma de los primeros grupos de esclavos al territorio del Nuevo Reino de Granada, hasta la abolición de la esclavitud en el año 1851, el movimiento cimarrón tuvo participación en la búsqueda de construir comunidades al margen de la sociedad colonial. En la documentación revisada por Arrazola (1986) las primeras noticias sobre negros que buscaban la libertad y resistencia negra se presentaron en fechas cercanas a la fundación de Cartagena en el año 1533, idea que se encuentra también en el escrito de Escalante, que afirma que para “el segundo cuarto del siglo XVI encontramos en Colombia manifestaciones de liberación de la esclavitud en forma espontánea” (1964, p.142) “El más vigoroso movimiento de insurrección de la Costa Caribe colombiana ocurrió en Cartagena de Indias, a comienzos del siglo XVII…con Domingo Bioho, quien fue el primer esclavo en rebelarse públicamente” (Escalante, 1984, p.77; TP1). Domingo o Benkos Bioho fue el primer gran líder cimarrón en Colombia, quien conformó uno de los primeros palenques con reconocimiento por parte de la Corona, el palenque La Matuna, muy cerca del centro urbano de Cartagena. Varios problemas generó Benkos en la Gobernación de Cartagena y sus alrededores; gracias a la fuerza de su resistencia logró consolidar un pueblo libre en el palenque de La Matuna y posteriormente en el ampliamente conocido y estudiado Palenque de San Basilio, lugar en el que Bioho encontró “un lugar maravillosamente situado donde podía consolidar su resistencia” (Escalante, 1984, p.78; TP). Fueron continuos los conflictos entre los cimarrones liderados por Bioho y el ejército español dirigido por el entonces Gobernador de Cartagena, De Suazo. El sucesor de De Suazo, decidió hacer un pacto de no agresión entre las partes, hecho que constituyó en si mismo el reconocimiento parcial de la libertad de organización del Palenque de San Basilio, a pesar de que el posterior Gobernador, García Girón rompiera el acuerdo y en una de sus incursiones apresara a Bioho y tiempo después lo ahorcara. Un factor que hay que resaltar de lo comentado sobre el palenque de La Matuna y el de San Basilio, gestados por Benkos Bioho, es que constituyó una de las más fuertes resistencias de los negros en toda su historia. Resultado de esto, es la permanencia de casi 400 años de rasgos de africanía y organización comunal en San Basilio. Para Tovar la formación de palenques, organizada por negros cimarrones “no fue otorgada por la Corona ni por la legislación vigente” (1992, p.25); por supuesto, no había que esperar que la Corona “otorgara” palenques a los negros, porque eran ellos mismos quienes los construían como manifestación de organización comunal independiente, por tanto debía de ser formado de manera ilegal, porque era la única forma de escapar de la esclavitud a construir sociedades alternativas. No obstante, 1  Traducción Propia.

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas lo que sí sucedió fue el reconocimiento por parte de la Corona Española de la existencia de Palenques y en el caso del Palenque de San Basilio concebirlo como una organización legal dentro del territorio de la Gobernación de Cartagena, por lo que Arrazola lo denomina “el primer pueblo libre de América”. Los primeros movimientos cimarrones se constituyeron en la Costa Atlántica, donde gran parte de la población era negra, sometida o libre; es por ello que los palenques durante los siglos XVI y hasta mediados del XVII se formaron en esta parte del territorio, específicamente en los alrededores del puerto negrero de Cartagena. Posteriormente, bien entrado el siglo XVII, los palenques empiezan a surgir en otras zonas del territorio colombiano, principalmente donde había uso extensivo de esclavos en las minas del sur del país, en la Gobernación de Popayán. Durante el siglo XVII, las luchas de los negros por su libertad tuvieron una notable fuerza, y ya se había empezado a formar, sin constituir un proyecto estructurado, una organización cimarrona de grandes dimensiones, tanto así que para Arrazola “poco faltó para que en nuestra comarca floreciese un Haití negro doscientos años antes del Haití antillano” (1986, p.38). Movimiento que no fue apagado, a pesar de las constantes muestras de castigo, represión y muerte, frente a los que se opusieran a la esclavitud, y por el contrario esos abusos a los que fueron sometidos tuvieron la consecuencia contraria, incentivaban a los negros a permanecer al margen, y fugarse para no ser tratados de esa forma. Ni siquiera la cruzada de catequización y bautizo emprendida por la Compañía de Jesús, logró evitar el comportamiento de los cimarrones, sus huídas y fugas y la construcción de vida al margen de la colonia en los palenques. Un factor que explica las dimensiones del cimarronaje es el crecimiento demográfico que se presentó en la población negra, no sólo por la llegada de nuevos bozales al puerto de Cartagena y el nacimiento de hijos de esclavos, también por los nacimientos de negros que vivían en condiciones de libertad, esta situación significó una tensión para la Corona que estaba prevenida con un posible levantamiento generalizado de los negros, y tenía porque estarlo, ya que para el siglo XVIII el cimarronaje se extendería por todo el Reino de Nueva Granada y se acrecentaría el proceso de liberación que se venía gestando en la Costa desde el siglo XVI. Fue tal la magnitud de las rebeliones en la segunda mitad del siglo XVIII, que “en los años comprendidos entre 1750-1790…se tiene la impresión, de que pudo existir un acuerdo entre los diferentes núcleos de esclavos para llevar a cabo una rebelión general” (Gutiérrez, 1994, p.47; citando a Jaime Jaramillo). Ya en el siglo XIX los negros representarán un papel estratégico económico, pero también político, que contribuirá por distintas vías a la postergada abolición de la esclavitud en Colombia.

Manumisión y formas de resistencia distintas al cimarronaje Las fugas, rebeliones, asaltos, robos, incendios, saqueos, todos con brotes de violencia, como respuesta a la institución colonial basada en el esclavismo, fueron manifestaciones de inconformidad y resistencia, pero fundamentalmente una vía para obtener la libertad. No obstante, de ser la opción inicial y más efectiva de alcanzar la organización social en condiciones de libertad por parte de los negros esclavos, otra forma de alcanzar la libertad pero de manera legal, era la manumisión. La manumisión de los esclavos representó una manera pasiva de alcanzar la libertad, la cual consistía en dos mecanismos esenciales.

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Por un lado, pagar por su libertad, que era la figura según la cual un negro esclavo podía, si tenía los recursos suficientes, “comprarse a si mismo”. Por otro lado, la otra forma de manumisión fue el otorgamiento de la libertad por parte de los amos, como gratitud por los servicios prestados, por benevolencia e incluso en algunos casos por afecto. Gran parte de casos de manumisión de este tipo se presentó con los esclavos que desempeñaban servicios domésticos, generalmente mujeres y en su mayoría en áreas urbanas. No obstante, gran parte de estas manumisiones eran condicionadas y continuaban percibiendo a los negros en condiciones serviles y de sometimiento; en muchos casos la libertad no pasaba de ser una representación nominal mediada por un acuerdo. En cualquiera de los dos tipos de manumisión hubo rasgos que mostraban que las condiciones en las que se encontraban los negros manumitidos, estaban lejos de representar algún tipo de libertad, motivado por el mismo “status” servil, que para aquella época representaba el color de piel negro en la sociedad colonial española, así, la manumisión fue un proceso “permeado por la simbología de una presión moral puesto que los libertos debían someterse a seguir reconociendo, en sus antiguos dueños, las calidades de amo, vasallaje, dominio, sujeción y respeto” (Díaz, 2002, p.86). La manumisión era una forma de conceder la “libertad” a los negros esclavos de forma nominal, pero simultáneamente era una forma de legitimar el esclavismo y de negar la misma posibilidad de integrar y ser parte de la sociedad; por consiguiente, la manumisión tiene una doble dimensión, por un lado, crear un rol legal de libertad nominal, y por otro, realizar un proceso que terminaba por ratificar la misma condición de sometimiento y negación de la misma libertad (Díaz, 2002). La manumisión relacionada con el cimarronaje, y el rol que tuvo en el sistema colonial, ha sido un tema de amplio debate en la historiografía que trata el tema. Frente a las actitudes de los dueños de los esclavos de haciendas y minas, y sus opciones con la manumisión hay dos posiciones, por un lado, Ildefonso Gutiérrez (1994, p.24) afirma que para muchos esclavistas la venta de la libertad de los esclavos, a ellos mismos, tenía grandes ventajas, en la medida en que se desprendían de obligaciones como la salud y la alimentación, que en muchos casos representaba importantes gastos, sumado a que por las limitadas posibilidades de ocupación por parte de los manumitidos, en muchos casos terminaban regresando a trabajar en la hacienda o en la mina en la cual fueron esclavos, trabajando por un salario, pero en condiciones similares en las que estaban cuando eran esclavos, así, los anteriores dueños de esclavos no tenían problemas de escasez de mano de obra, lo que cambiaba era la forma en la que era suministrada. Por otro lado, está la visión que observa que los dueños de los esclavos eran fuertemente opositores de la posibilidad de la manumisión, ya que esto representaba una pérdida de su “capital”2.

2  En este escrito evitamos utilizar este término, en la medida en que no es el adecuado para referirse a la propiedad de un esclavo. Siguiendo el marco teórico de Marx, no se puede hablar de capital o capitalismo, cuando lo que se negocia es individuos o seres humanos, en el esclavismo la mercancía es la persona física y espiritual

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas Los gastos de alimentación y salud eran muy bajos y no representaban gran necesidad de recursos, por lo que a diferencia de la anterior visión, para los esclavistas la manumisión era un problema que se tenía que combatir, enfoque presentado por Sharp (1993) y el mismo Gutiérrez en otra sección de su libro (1994). Para Hermes Tovar no fue el cimarronaje el modo más importante y el más efectivo de conseguir la libertad por parte de los esclavos, por el contrario, “para marchar hacia la libertad los esclavos asumieron que los mejores caminos estaban en los instrumentos jurídicos más que en los instrumentos de fuerza y de violencia” (1992, p.14). Para este autor, la manumisión fue más importante que las fugas y los brotes de violencia, en el objetivo de la libertad de los negros, posición que contradice Sharp (1993), para quien la manumisión no fue precisamente un mecanismo legal de otorgamiento de “posibilidades” a los negros, sino que realmente fue un instrumento para combatir los crecientes levantamientos armados, ofreciendo una alternativa de libertad diferente a la violencia, evitando que los levantamientos rebeldes de los negros tuvieran dimensiones mayores, y que como resultado se postergara la esclavitud, ya que el número de manumisiones por compra de libertad por los esclavos o por otorgamiento voluntario de libertad, fueron casos muy escasos, entre otros motivos, por la férrea oposición por parte de los esclavistas, quienes por supuesto, eran la mayoría de veces, beneficiados por la ley colonial. Desde otra posición que entra en el debate de la importancia y papel de la manumisión, para Díaz la manumisión “pudo haber constituido una expresión más en el conjunto amplio de mecanismos de resistencia en la búsqueda de la libertad” (2002, p.95), esta posición difiere un poco de la presentada por Sharp, para quien, la manumisión fue una salida al problema del cimarronaje por parte de la colonia, y no una alternativa de resistencia. La compra de la libertad por parte de los esclavos tuvo grandes obstáculos, en la medida en que los dueños de esclavos afirmaban que esto conduciría a graves problemas en la economía interna, a grandes conflictos sociales, inestabilidad para la corona e incluso terminaría por afectar a los mismos esclavos en la medida en que no estaban protegidos por sus amos, y no tenían garantizadas otras formas de vida; además de que este tipo de legislaciones, afirmaban los esclavistas, iban en contra de los mismos derechos de propiedad y la “libertad”. No solamente hubo conflictos públicos con la legislación colonial, que por lo demás terminaba por apoyar a los dueños de los esclavos, sino que en la cruzada en contra de la manumisión, se culpaba a los negros, que habían ahorrado el resultado de muchos años de trabajo sin descanso, de ladrones, diciendo que el dinero para pagar su libertad había sido robado u obtenido de maneras distintas y no legales, que por lo tanto, ellos –los negros- no podían pagar por su libertad, situación en la que generalmente se daba total credibilidad a las acusaciones de los blancos. Incluso en otros casos, se amenazaba de muerte y se intimidaba de varias formas a los mismos esclavos para que no buscaran comprar su libertad (Sharp, 1993). En su reiteración de la mayor importancia de otros métodos de conseguir la libertad, diferentes al cimarronaje, afirma Tovar que “entre más se acercaban a las formas leen si misma, mientras que en el capitalismo la mercancía especial que se negocia es la fuerza de trabajo.

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gales, los negros estuvieron más cerca a encontrar posibilidades de éxito entorno a su libertad” (1992, p.38). Si hay algo que demuestra la falsedad de esta posición, es precisamente la manumisión, antes y después de la independencia en Colombia. Antes, porque como se mencionó, un negro después de ahorrar por varios años para comprar su libertad, veía truncado su proyecto, por la simple acusación y oposición de su amo. La proporción entre esclavos manumitidos y cimarrones muestra la magnitud del fenómeno: mientras que 8 de cada 100 esclavos fueron manumitidos (Díaz, 2002) –en Santa fe de Bogotá entre 1750 y 1850-, 30 de cada 100 esclavos se fugaban y se oponían al esclavismo (Escalante, 1964). Y después, porque el proceso de manumisión que se había acordado con la república liberal se retrasó y se ocultó con figuras como la “libertad de vientres”, la “tutela” y el “concierto forzoso”, que en muchos casos (sino en todos) escondía el esclavismo en otras formas. Posterior a la independencia, la manumisión generó un gran conflicto de intereses, tanto así, que Colmenares (1990) lo menciona como una causa de guerra civil en la región del Cauca. En síntesis, los procesos de manumisión que se adelantaron antes y después de la independencia, en un principio con la posibilidad de compra de la libertad y al final, con la abolición total de la esclavitud en 1852 “no fueron tanto un gesto de generosidad y filantropía de la clase en el poder como el resultado de las exigencias y presiones ejercidas por los negros” (Gutierrez, 1994, p.83). La Institución colonial y su infraestructura política y económica tuvieron muchos brotes de violencia de diverso tipo contra el cimarronaje, puesto que representó por casi 3 siglos, un obstáculo trascendental para la gobernabilidad y la dominación del territorio y la población. Junto con la Corona y su ejército, la Iglesia Católica y parte de sus misioneros y los criollos y chapetones, que eran quienes se lucraban del usufructo, comercialización y esclavización de los negros, y constituyeron una organización contra del cimarronaje con el objeto de asentar el sistema esclavista como la forma en que se explotaban los recursos para aquella época. Las acciones contra el esclavismo estuvieron marcadas por la violencia, humillación y represión, que se ejercieron a través de azotes, torturas, golpes, incineraciones y demás formas de trato inhumano, que eran ejecutadas a través de las leyes coloniales, la organización militar y la iglesia católica. Ejemplo de la intensidad de la persecución del negro y su libertad, es la “importante” tarea que tuvo el Gobernador de Cartagena Pedro Zapata por el año de 1654, de “exterminar una comunidad negra localizada cerca al río Magdalena” (Escalante, 1984, p.77; TP). Para Arrazola (1986) fue esta misma situación en la que vivían los negros, la que motivó el cimarronaje, puesto que en la medida en que empeoraba su condición, había más inclinación a vivir de otra forma, de este modo, preferían morir peleando, que humillados en la picota pública. El cimarronaje no fue la única forma de resistencia de los negros frente al esclavismo, frente a su crítica situación como esclavos y frente al maltrato que sufrían de mano de los criollos y los españoles. Hechos como el aborto y el infanticidio (Spicker, 1998), el autocontrol del trabajo y la posesión de haciendas (Tovar, 1992), el suicidio, búsqueda de castigos que conducirían a la muerte, los cabildos negros, la celebración de ritos fúnebres (Serrano, 1998), la desobediencia en la realización de tareas y aparentar estar

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas enfermo para no realizarlas (Escalante, 1984), son muestra de las distintas manifestaciones de resistencia de los negros, a través de las cuales buscaban de algún modo su libertad. Estas formas de distinguen en la manera en que se manifestaban y los distintos grados de interiorización o exteriorización de sus acciones. Así, aparentemente el cimarronaje constituyó la forma más radical y exteriorizada de todas las formas de resistencia negra, mientras que los ritos fúnebres serían formas pasivas de manifestar y buscar su libertad. La mujer esclava recibe un papel protagónico en la segunda mitad del siglo XVIII, al convertirse en medio de reproducción de esclavos, dadas las dificultades de la trata para aquella época. Spicker afirma que “entre 1750-1810 periodo de dificultades para el aprovisionamiento de esclavos, el parto de una mujer esclava y su cría adquirieron un valor especial para el sistema esclavista” (Spicker, 1998, p.156). Los esclavistas buscando aumentar su riqueza, por medio del aumento del numero de esclavos en su posesión vio en la mujer esclava un medio estratégico para su objetivo; negra esclava que en muchos casos se opuso a ser usada, manifestándolo con abortos e infanticidios, como lo muestra Spicker. Un escenario en el que se presentaban manifestaciones de libertad eran los cabildos negros, en los que se permitía el encuentro de sujetos con afiliación étnica similar; cabildos que contribuyeron a mantener tradiciones culturales africanas en América. Una forma de resistencia interiorizada, era la permanencia de rasgos culturales africanos; esta resistencia se presentaba en la medida en que hacía frente al genocidio cultural, que se generó en la colonia (Serrano, 1998). Por consiguiente, los cabildos negros fueron medios de resistencia negra en dos sentidos: por un lado, como epicentros de organización de grupos de negros en busca de fugas y acciones violentas, y por otro lado, como forma de preservar rasgos de africanía, presentándose momentos en los cuales se espiritualizaban estados de libertad, desde la percepción individual y colectiva, como en el caso de los ríos fúnebres (Serrano, 1998).

El papel del cimarronaje en las luchas de los negros por su libertad El cimarronaje en Colombia tuvo un papel esencial en las luchas de los negros en contra del esclavismo y en busca de su libertad. Las fugas y las rebeliones fueron la manera más recurrente en la que los esclavos combatieron la represión esclavista. La existencia de negros cimarrones inició en el momento mismo del surgimiento de la trata negra en el país, tal como lo muestra Arrazola (1986). A partir del movimiento cimarrón se construyeron comunidades apartadas de la institución colonial, que fueron consolidadas con los palenques que se expandieron por la Costa Atlántica en el siglo XVII, y por todo el territorio en el que había esclavos en el siglo XVIII. El cimarronaje fue el resultado de la búsqueda espontánea de la libertad por parte de los negros esclavos, en palabras de Gutierrez: “en el norte o en el sur, es la libertad la que mueve a los negros a rebelarse y a huir…cada rebelión, huída o palenque estaba acompañada del deseo de la libertad” (1994, p.49).

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En varios documentos en los que se estudia el cimarronaje se plantean las dimensiones, pero además las causas y razones por las que el cimarronaje fue un movimiento permanente en el periodo en el que existió el esclavismo en Colombia. Para Arrazola las constantes oposiciones a la esclavitud configuran una “rebeldía que, desde luego, era una a modo de independencia o, cuando menos, un vivir peligroso pero voluntario por amor de la libertad” (1986, p.11). Para William Sharp hay un sentido subjetivo en el accionar de los negros al darse cuenta de su situación; él afirma que “maltratados y limitados en su posición, educación y oportunidades, los negros tenían toda la razón para rebelarse; se deduce, de sus numerosos actos de resistencia, que estaban resentidos por su cautiverio” (1993, p.406), mientras que para Gutiérrez los cimarrones no estaban en contra únicamente de sus “dueños”, sino en contra del sistema mismo, resalta que “el negro desde que comenzó a huir, declaró continua guerra no sólo a sus dueños sino al propio sistema que mantenía la esclavitud y las injusticias que ésta llevaba consigo” (1994, p.38). Si bien, el cimarronaje fue la manifestación de la rebeldía y la oposición a la condición de esclavos, por parte de los negros, ésta situación era simultánea a casos en los que había aceptación de la esclavitud, en la medida en que los negros esclavos se encontraran solos, apartados e incomunicados de otros negros en igual condición o de negros cimarrones que los indujeran a rebelarse. Esta posición fue reforzada por leyes, mecanismos y acciones de represión y violencia por parte de la corona y los dueños de los esclavos; dentro de estos mecanismos de dominación estuvo presente la iglesia, que estaba en una cruzada en busca de la cristianización de los esclavos, buscando borrar sus creencias y ritos e inculcando la aceptación de su rol como esclavos, utilizándolos también en muchos casos como esclavos en trabajos domésticos; en realidad fueron pocos los casos en los que algunos miembros de la iglesia se oponían a la esclavitud y se enfrentaban a la Corona y a la misma iglesia. Hay que resaltar que el movimiento cimarrón tuvo dimensiones de gran trascendencia, y que fue este papel mismo el que indujo a resultados significativos como la abolición de la esclavitud a mediados del siglo XIX; contribuyó a que con la independencia se presentara un “mito” de democracia racial y equidad política (Lasso, 2007), formó en distintas épocas el reconocimiento de los palenques como pueblos libres y la misma independencia del territorio, es así como el cimarronaje se configura como “el único movimiento verdaderamente libertario hasta la independencia de Colombia misma; movimiento cuyo espíritu precipitó la propia Declaración de Independencia de Cartagena el 11 de noviembre de 1811” (Arrazola, 1986, p.12).

Palenques, la Independencia Negra o la Independencia Oculta: organización de los negros cimarrones, con autonomía, libertad y rasgos de Africanía Los palenques representan el resultado material –por la tierra y el espacio- e inmaterial –por la organización social y cultural- de las luchas cimarronas por la libertad, en la medida en que se convirtieron en los lugares en los que se refugiaban los rebeldes y se

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas iniciaba el proceso de organización comunal autónoma, con gran diversidad y por medio de los cuales se conservaron importantes rasgos culturales africanos. Zonas de resistencia cimarrona, formas alternativas de organización de la vida en comunidad y espacios de conservación cultural, son los tres rasgos esenciales que dan cuenta del significado de los palenques en el contexto que se desarrollaron. El rasgo de mayor distinción del palenque es ser el lugar en el que se recrea la resistencia de los negros sublevados, lugares de entrenamiento, provisión, descanso y refugio, “verdaderas células de subversión y zonas de resistencia” (Gutierrez, 1994, p.39). Incluso en la visión de Ildefonso Gutiérrez “la institucionalización de la rebeldía la logra el negro esclavo a través de los palenques” (1994, p.39). Esa institucionalización a la que hace referencia Gutiérrez, es vislumbrada por el reconocimiento del control del territorio o espacio por parte de los negros; incluso en algunos casos se puede hablar de poder y soberanía sobre los palenques, como se mencionó antes, en el caso del palenque La Matuna en la Gobernación de Cartagena, y mas tarde en San Basilio. Los palenques no solamente fueron entornos de organización armada, allí también se presentaron las primeras formas de vida de los negros en comunidad y en libertad; por tanto, se construyeron las primeras formas económicas con producción agrícola propia, se presentó una división del trabajo inicial, en general, el inicio de la organización social africana en América. La independencia territorial y política presentada en el Palenque de San Basilio condujo a que “fueran capaces de desarrollar un tipo de economía cerrada: agricultura rudimentaria basada en arroz, maíz, banano y maní; aumentando la ganadería en el Bajo Palenque, donde cosechaban maíz en enero y pastaban el ganado hasta septiembre” (Escalante, 1984, pp.80-81; TP). No obstante, no todos los palenques tuvieron “continuidad sobre el territorio a lo largo del tiempo” (Friedemann, 1998, p.85), lo que fue ocasionado por los permanentes conflictos entre los cimarrones y el ejército colonial, quienes destruían los palenques, cuando se imponían sobre los negros. Otro rasgo importante de los palenques es la conservación de aspectos culturales africanos allí, tema tratado con detalle y en varios aspectos por varios autores. Los palenques no eran todos iguales, sus características diferían dependiendo del lugar, la forma y las condiciones en las que se constituían, por ejemplo, habían palenques en donde la mayoría o todos sus integrantes eran bozales (nativos africanos) y otros que eran conformados por negros criollos, de igual forma, habían palenques con 50 negros y otros con más de 600 negros (Friedemann, 1998). Lo importante de resaltar es que “la deculturación total no ocurrió” y por muy siniestras que fueran la acciones de la colonia con los esclavos “la memoria cultural de sus víctimas” no se exterminó (Friedemann, 1998, p.95). Conservación cultural en la que el palenque es un reflejo de ella y ha sido un medio para su permanencia; por ello, Nina Friedemann, hace la asociación de los palenques de América, con los kilombos Africanos, como organización social (comunal) de la vida. La búsqueda de construir comunidades al margen de la sociedad colonial, representó un rasgo claro de independencia de los negros frente a los esclavistas, pero también, como se mencionó antes, independencia de la institución colonial española. Por eso, la organización de los negros cimarrones en los palenques con autonomía, libertad y raíces culturales africanas, representa las luchas de los negros por su independencia en Colombia, legado histórico que ha sido ocultado o invisibilizado, por el papel de los criollos

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en las primeras décadas del siglo XIX, resultado del “mito” de armonía y democracia racial en la historia de la independencia de Colombia, mito construido por el mismo discurso nacionalista de los criollos independentistas en la época de la Independencia de Colombia (Lasso, 2007).

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El Cimarronaje y la búsqueda de libertad de los Negros en Colombia | El anhelo de la libertad y la independencia de los negros en Colombia durante el periodo colonial y las primeras décadas republicanas Colombia. Los Afrocolombianos. Tomo VI. Instituto Colombiano de Cultura Hispánica. pp.141-165. Tardieu, Jean-Pierre. (2002). Un proyecto utópico de manumisión de los cimarrones del palenque de los montes de Cartagena en 1682. En: Claudia Mosquera, Mauricio Pardo & Odile Hoffman. Afrodescendientes en las Américas. Trayectorias sociales e identitarias. Universidad Nacional de Colombia, ICANH, IRD, ILSA. pp. 170-180. Tovar, Hermes. (1992). De una chispa se forma una hoguera: Esclavitud, insubordinación y liberación. Nuevas lecturas de historia. No.17 Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Vargas, Patricia. (1999). Construcción territorial en el Chocó. Historias regionales. Arfo Ltda. Wade, Peter. (1997). Gente negra, nación mestiza: dinámicas de las identidades raciales en Colombia. Universidad de los Andes. Weber, Max. (1944). Economía y sociedad. Fondo de cultura Económica.

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El Bicentenario | De la evolución de la guerra en Colombia a la necesidad de la Paz social, a través de la expedición de una ley de Ordenamiento Territorial Indígena Fabián René Castañeda Zamora / fabiancz82@hotmail.com Estudiante de Jurisprudencia e Historia Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario

Introducción Entre la gran división de lo selvático, lo montañoso y lo plano, nuestra nación se ha constituido como un centro débil tratando de dominar una periferia. En ese contexto la visión euro centrista impuso su propio imaginario que perpetró a través de sus políticas, dejando a un lado ese mundo que continúa luchando para recomponer y salvar sus respectivos tejidos sociales. Antes que pensar en el bicentenario de la nación, es hora de pensar en un nuevo imaginario. En ese orden de ideas, los lazos agrietados entre el centro y la periferia dada la dificultad en el transporte, los obstáculos insalvables y lo extenso de los territorios, nos da lugar a un mapa etnográfico, desunido, dividido y en conflicto. Mi objetivo se bifurca, por un lado, en demostrar como ese centro débil, que básicamente consiste en que la hegemonía regional de una entidad territorial trata de imponerse a las otras, ya sea desde el Cauca en el siglo XIX, hasta Bogotá y su centro político en el siglo XX. Y por el otro lado, proponer el impulso de la Ley de Ordenamiento territorial para dar desarrollo a ese país plural que tanto soñamos.

Para estudiar nuestra historia política, es importante marcar de dónde nace la unidad territorial que hoy es Colombia. Como se planteó en la Introducción, para efectivizar mi propósito es necesario desarrollar el problema que he planteado, a través de una sucinta descripción del problema de la Unidad territorial en Colombia, junto a sus elementos centralizadores, desde la Colonia hasta nuestros días.

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Debemos remontarnos, a la fundación del Virreinato de Nueva Granada por medio de la real cédula expedida por Felipe V, gestionada desde sus cimientos por Antonio de Pedrosa y Guerrero junto a Jorge de Villa longa. Esta reforma da un viso de unidad administrativa a varios territorios dispersos que eran habitados por infinidades de naciones indígenas, en donde la unidad territorial correspondía completamente a la protección del corredor de colonización y de suministro proveniente de los tributos y la economía Colonial desde el Corazón de América hasta los puertos del Caribe. En ese supuesto, dentro del espacio geográfico de lo que se constituyo como Virreinato podemos inventariar: A) Un corredor montañoso que constituye el eje de la corona, el cual, es una red precaria de interconexión entre ciudadelas y poblados. B) Unos llanos orientales precariamente dominados, en donde, su inmensidad y las condiciones difíciles del clima, constituyen un escollo duro de barrer; finalmente, C) una selva que permaneció impenetrable, desconocida y que se vio afectada por la colonización de nuestros propios nacionales. La suma territorial era y sigue siendo bastante difícil para asumir una identidad específica, en donde gentes dispersas constituyen una unidad administrativa pero se reservaban vastas diferencias sociales, étnicas, y regionales. La unidad administrativa de la Nueva Granada si bien era parcialmente ostentada por Bogotá, también era sostenida por varios enclaves en los que se constituyeron núcleos regionales que reforzaron su influencia periférica, como fue el caso de Mompox, Cartagena, Popayán y eventualmente Cali y Socorro. Esto generó todo un entramado político que constituye una base del regionalismo conocido hoy. Causado en gran parte, por la falta de cobertura nacional y dominio del territorio, permitió que hubiera grandes separaciones con lo que eran los inhóspitos llanos y las desconocidas selvas del sur del país. Esta peculiaridad ha facilitado el proyecto nación que se vino desarrollando sin tener en cuenta los contextos de nuestro espacio geográfico, contenido en esa unidad administrativa. Esto ha generado unos vacíos que deben ser resueltos. Entendiéndo como haría Michael Foucault1 la frase de Clausewitz; ‘’la guerra es la política por otros medios, para invertirla en la frase la política es la guerra por otros medios”. Entiendo que muchas veces la univocidad de los proyectos dirigentes de Colombia causaron agresiones sistemáticas a entornos culturales, territoriales y sociales y por tanto, nuestro país a la luz de este bicentenario debe comprender hasta la saciedad que nuestra visión es la de un país mestizo que representa una suma de muchas fuerzas sociales e históricas y no constituye solamente un prototipo de desarrollo en Occidente. La soberanía debe convertirse en una fuerza dúctil que entienda y se armonice con entornos que son desconocidos para el colombiano tradicional incluso hablando en términos de planeación nacional, como la Orinoquia, la amazonia y la costa del Pacífico. En esta ponencia haré un resumen breve de los distintos fenómenos en donde la visión de Estado nacional tradicional ha violentado espacios políticos, sociales, geográficos y culturales que devienen en una incomprensión total de nuestro país, y que por consiguiente son parte integral de la dinámica de violencia a la cual ha estado sometido el país durante toda su historia.

1 Foucault Michael; ‘’Defender la Sociedad’’ ;’’Conferencias en el Collegue du France Editorial Fondo de Cultura Económica; 1999, p. 10

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En un primer momento me gustaría empezar con un episodio que hizo temblar los frágiles cimientos de una republica recién separada, recién reducida, el cual, dio lugar a un conflicto armado como el de la guerra de los conventos (1839-1841) durante la republica de Nueva Granada. Allí la falta de comprensión, la extrema religiosidad del sur del país representada en Pasto, generó un conflicto que amenazó por completo la integridad del territorio nacional, dando como resultado una escalada de conflictos internos y externos, conocida como la Guerra de los Supremos. Luego de trasegar por ese mar de conflictos en las primeras décadas de la frágil República de Nueva Granada, pasaríamos sistemáticamente del conflicto regional al conflicto social en la propia capital de la República, en donde los artesanos por si mismos organizaron su propio movimiento teniendo por interés el establecimiento de una republica diferente, dados los márgenes de exclusión e indiferencia sufridos por la precaria situación económica y las medidas de librecambio. Estos grupos se conocieron como las sociedades democráticas, que representaron en su momento expresiones organizadas de la población, las cuales fueron barridas por cuatro generales sin ningún tipo de Concertación, terminando en un conflicto interno de veteranos de la guerra de independencia.2 Los intereses económicos y políticos primaron sobre otros que son fundamentales para formar una nación, siendo así que, movimientos sociales y grupos étnicos tribales fueron sometidos de manera ignominiosa por nosotros mismos, cuando quisimos ser otra cosa, y negar a los que hacen parte de nuestra identidad, para articularla por ese proyecto políticamente centralizado. Luego de la guerra social contra los artesanos, tuvimos que soportar una nueva reformulación del conflicto partidista a través de la guerra de las soberanías (1859-1862). El carácter pretencioso de esta revuelta generaría una serie de conflictos armados conocidos como ‘’Revoluciones Liberales de fin de siglo’’. De ahí viene el concepto “guerra de las ideas” Liberal-Conservadora que se constata en los escritos de José María Samper: ‘’destruir antiguas preocupaciones y costumbres, aniquilar grandes absurdos, trastornar muchos intereses; castigar odiosas iniquidades; aliviar profundos dolores; calmar agonías seculares; rehabilitar las clases enteras; reducir a polvo muchas instituciones, y consumar la ruina completa de una civilización brutal’’3. El discurso de la guerra en la historia nacional, no pudo ser tan ampliamente difundido como lo fue en esta declaración tan particular. Al respecto, el libro ‘’La guerra de las Soberanías4’’ hace un recuento interesante acerca del Ius in Bello; el que teniendo en cuenta tres antecedentes claros: el armisticio de Santa Ana, el ius in bello en la guerra de los supremos, y finalmente, el discurso de Melo, nos muestra que la tendencia con respecto a las guerras civiles, era el no reconocimiento y la destrucción de la contraparte desconociendo el carácter de guerra civil.5 La guerra a ultranza desencadena procesos de fragmentación regional de acuerdo a la dualidad Liberal Conservadora, que irónicamente 2  Tomas Cipriano de Mosquera, José Hilario López y Pedro Alcántara Herrán contra José María Melo quien se defendía en Bogotá. 3  Jose María Samper, Apuntamientos para la historia de la Nueva Granada desde 1810 hasta la administración del 7 de Mayo, Bogotá, Incunables 1982, p. 457. 4  María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera; ‘’La Guerra por las Soberanías’’; Medellín; Instituto de Estudios Políticos La Carreta Editores; 2008, p 71. 5  Ver, Ibídem.

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sostiene la identidad nacional y la conservación territorial, pues es la única forma con la que sus nacionales se identifican y con la que las regiones pueden ser participes del acontecer político militar. En casi todas las guerras o disidencias nacionales, la victoria se materializaba en la Constitución, la cual se veía modificada de acuerdo a la eterna pelea del Centralismo contra el Federalismo. A partir de la Guerra de las Soberanías, el discurso de la guerra se basó en el derecho de gentes, en la medida que ésta tuviera justificación a partir del conflicto político de masas.6 La política de las huestes armadas era la forma más expedita de ganar privilegios personales y reivindicaciones regionales. A modo de ejemplo, el general Caucano Tomas Cipriano de Mosquera aparecerá comportándose como un enemigo político y asumirá las reglas de regularización fortaleciendo las pretensiones políticas de su región a través de la Insurrección. La asunción de la reciprocidad representaba entonces la propia responsabilidad de quien la reclamaba para poder ejercerla con la parte contraria de común acuerdo. En la guerra se pasó de declararse a muerte contra los enemigos, a la consolidación de manifiestos políticos. La división bipartidista de las ideas de la unidad céntrica, se volvió un factor de unidad nacional que resolvía la “la guerra de las ideas” con victorias de los ejércitos en los campos y que se sellaba con Constituciones y nuevas relaciones de poder entre las regiones. Bajo esta premisa surgió el federalismo de los Estados Unidos de Colombia. Tomas Cipriano de Mosquera luego de las victorias de Segovia y la Plata, impuso una nueva Constitución en 1863, en pro de la consolidación del poder de su región sobre las demás. El ámbito de protección de la constitución reguló el problema de las ‘’libertades’’, creando fraccionamientos y reconociendo implícitamente que el país no era susceptible a control, dando alas a la separación de Panamá. En la Batalla de la Humareda en 1885 los Estados Unidos de Colombia murió para darle paso a la República de Colombia. Sectores que propugnaron por una constitución centralista católica triunfaron a través del discurso de la guerra, el cual fue liderado por Miguel Antonio Caro, quien muestra su postura extrema hacia lo que él consideraba que eran los factores de cohesión, es decir la lengua española y la religión Católica. A partir de aquí, se vio el radicalismo conservador por el cual el clericalismo y el centralismo volvieron y Panamá se perdió.

Pero más allá de la postura Constitucional del Centralismo y del Federalismo ¿Qué fue de la suerte de nuestro componente social y su impacto en la ordenación del territorio? La problematización de la soberanía estatal, el derecho de guerra, y la forma de estado plasmada en una Constitución devoraron el fervor de los dirigentes y de las personas que tenían expectativa de participar del poder. En ese sentido, la periferia social, entendida esta como el componente y el grueso de la población negra e indígena fue margi6  María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera; ‘’El lenguaje de la guerra. La guerra como objeto y fuente de derecho ‘’ Pág. 75 en ‘’La Guerra por las Soberanías’’; Medellín; Instituto de Estudios Políticos La Carreta Editores; 2008

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nada a un segundo plano, en donde la preocupación por la organización, demarcación y participación de la organización territorial de la nación por parte de nuestra herencia multiétnica no fue tan tenida en cuenta. Pero en este aparte, nos separaremos de los episodios ulteriores como la cruenta guerra de los mil días, y la consiguiente separación de Panamá, para entrar en una nueva dimensión tendiente a desarrollar los propósitos de esta ponencia. Exploraremos nuestra realidad territorial y su ebullición cultural, en donde indígenas, blancos y negros creaban un mar de razas y un crisol de facciones, por las cuales nuestra propia mentalidad como centro, no nos ha permitido comprender una mejor forma de gobierno para enfrentar esta condición natural. Saltándome los episodios en donde la propia gesta independentista no comprendía los resguardos indígenas, y en donde los negros y algunas tribus indígenas se resistieron a los nuevos señores por derecho de la tierra; omitiendo las miles de trabas que pusieran los señores esclavistas del Cauca, para hacer efectivo el fin del esclavismo, entraré de inmediato en el contexto para hacer referencia a la Misión Corográfica, que deviene de la ciencia que hace la descripción geográfica, paisajística y el estudio de descripción básica de un país, en donde, por primera vez luego de Humboldt el colectivo nacional se aventurara a explorar su propio territorio7. Esta comisión reviste una primera aproximación a la naturaleza descriptiva de los territorios extensos y en donde no había una soberanía efectiva. Podemos decir que su esfuerzo fortaleció parcialmente el conocimiento que se tenía en esas zonas, dando lugar indirectamente a la exploración y colonización por parte de personas que vieron provechosa su posterior ocupación territorial. En ese orden de ideas, vimos como la violencia cauchera llego a principios de 1900, esclavizando indígenas y estableciendo poderosos potentados, como la casa Arana, generando poderosas alianzas con consorcios británicos, generando empresas delictivas para evitar el escaso control de las autoridades Colombianas, desviando todo su comercio hacia Iquitos.8 La zona del Putumayo, vio como la Casa Arana sometió bajo su control aquellas familias y personas que deambulaban en las selvas como gente salvaje, que habiendo sido sometidos por la codicia de la Quina, se encontraron sometidos a barbaries y torturas, por la extracción de la preciosa mercancía, y por el establecimiento de un nuevo poder. En aquellos territorios el establecimiento de poderes de facto diferentes al Estado colombiano son y han sido frecuentes hasta nuestros días. Desde la casa Arana, hasta las repúblicas independientes han sido una realidad producto del territorio y del centralismo de la Constitución de 1886. Por otro lado, circunnavegando al Oriente, la deuda histórica en las zonas selváticas de la Orinoquía es inmensa. Colombia tuvo graves problemas de soberanía frente a sus 7  Andres Guhl Corpas; ‘’ La comisión Corográfica y su lugar en la geografía moderna y contemporánea, Publicado por la web de la Universidad de los andes. Búsqueda realizada el 27 de Enero de 2010, p. 21. http://aguhl.uniandes.edu.co/Documentos/La_comision_corografica.pdf. 8  Roberto Pineda Camacho; ‘’LA CASA ARANA EN EL PUTUMAYO’’ ‘’el caucho y el proceso esclavista’’; Tomado de la revista Credencial Historia (Bogotá-Colombia). Edición 160; búsqueda realizada el 27 de enero de 2010. http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril2003/1raro.htm

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vecinos, dando como producto la perdida de territorios. Ante esto la respuesta Colombiana fue la avanzada militar y diplomática de Colombia, que generó la ocupación del borde superior del Amazonas, siendo Leticia, un bastión lejano que adolece presencia, ante la hermandad y comunión con los tres países hermanos que cogobiernan el paraíso selvático del Amazonas. El avance colombiano luego de la confirmación del Tratado de Salomón-Lozano firmado en 1928, riñó con los antiguos asentamientos peruanos ya establecidos por el uti possidetis iure, que incluyeron Leticia, en donde se sentían mas peruanos que colombianos. Todo esto decantó en una guerra colombo peruana, en la cual la fuerza aérea alemana mercenaria fustigo las pretensiones peruanas, consiguiendo Colombia a través de la sociedad de Naciones ocupar y ejercer soberanía sobre Leticia y otros territorios.9 He aquí una gran deuda histórica. En el trasegar de la explotación indígena y negra volvemos al Occidente del país, especialmente a otra zona conflictiva. En el Cauca nos encontramos con fenómenos muy atractivos que son dignos de mención: vemos el surgimiento de enigmáticos personajes como ‘’el Indio Quintín Lame’’, quien después de los sufrimientos que tuvo que vivir, al enlistarse para la guerra de los Mil días, una vez radicado en el Cauca decidió luchar por la tierra, partiendo en principio de la lectura del código civil, para reivindicar su derecho de tenencia, y la gradual reducción del pago del terraje, hasta el estudio de las diferentes cedulas reales en el archivo general de la nación, para defender y resguardar los derechos de los indígenas.10 En vez de dialogo por supuesto la doctrina de orden público constitucional aplasto sus reivindicaciones. Finalmente viraremos hacia el norte de Colombia, en donde vemos el surgimiento de fenómenos sociales que fueron bastiones culturales frente a la occidentalización del territorio colombiano; es así como los palenques representaron una economía de subsistencia y de auto determinación cultural, en donde la cultura y la lengua música son una suerte de explosión que enriquece nuestra idiosincrasia, y en la cual la negritud ha tenido plena libertad de expresión y pleno desenvolvimiento al imprimirnos sus bailes y su cultura de alegría y sabor. El desprecio de antaño poco a poco ha sido reemplazado por la indiferencia y el desconocimiento; es por esto que este año el Bicentenario debe ser propicio para remembrar esos lazos, generando una consolidación no solo cultural de las negritudes y etnias, sino también el comienzo de una participación decidida en el direccionamiento del Estado, superando las heridas sufridas desde los tiempos de la Colonia, hasta los paramilitares y guerrilleros de nuestros días.

9  Historia de la República del Perú 1822 - 1933 por Jorge Basadre Grohmann, Octava Edición corregida y aumentada, Tomo 13, Editada por el Diario “La República” de Lima y la Universidad “Ricardo Palma”, Capitulo X, El Conflicto con Colombia y la Campaña del Nor-Oriente, p.3315-3343. 10 CASTRILLÓN ARBOLEDA, DIEGO. El Indio Quintín Lame. Bogotá, Tercer Mundo, 1971. LAME CHANTRE, MANUEL QUINTÍN. Los pensamientos del indio que se educó en las selvas colombianas [1939]. Bogotá, Funcol, s.f. LAME, MANUEL QUINTÍN. Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de la “civilización”. Selección y notas, Gonzalo Castillo Cárdenas. Bogotá, Rosca de Investigación y Acción Social, 1973. TELLO, PIEDAD L. “Vida y lucha de Manuel Quintín Lame”. Tesis de Grado, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá, 1983.

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Al respecto, nuestra orientación hacia la integración cultural debe ir mas allá de los clichés, porque llama la atención que la promoción cultural de Colombia en el exterior se base en las etnias y las negritudes, pero a la hora de la verdad no existe, por ejemplo, una ley orgánica de ordenamiento territorial que pudiese solucionar el problema territorial indígena, en pro de garantizar que se integren al Estado, y desde su cultura puedan convivir pacíficamente con nuestras costumbres. William Ospina nos muestro en su ensayo ‘’América Mestiza’’ la multiplicidad del corazón de los Colombianos y la necesidad de ampliar el espacio político, económico y cultural, al crisol de razas que mezclándose o no, tienen derechos y obligaciones con la conciencia nacional de nuestro origen. América se ha constituido en el lugar onírico o real de los mas quiméricos proyectos y de las más fecundas ambiciones de Occidente y, sin embargo, ya es hora de que esa América mestiza, que siempre ha estado en función de un centro externo, empiece a soñarse a sí misma, desde su pasado milenario, como unidad capaz de salvar los profundos quiebres y discontinuidades de su extensión geográfica y su devenir histórico.11 Estos doscientos años de Bicentenario, en la práctica reflejan la deuda que aún está por saldar para reconocer nuestra identidad y asumir nuestras encrucijadas como propias, y dignas de crear un pensamiento aún más tolerante, que haga alarde de esa diversidad cultural, racial y material de la que tanto gozamos; cualquier nación que no asuma eso no será nada. Hay formas de solucionar este problema. De hecho la Constitución ha establecido que se puede crear una ley orgánica de ordenamiento territorial que garantice los derechos de estas etnias; sin embargo, las proyecciones estatales con respecto a la causa indígena no progresan, y aunque en la práctica con base en el desarrollo del artículo 32, se consagra el mandato de la Entidad Territorial Indígena, no ha habido esfuerzos recurrentes para profundizar estos reclamo. Dicho mandato constitucional nos dice lo siguiente: Artículo 329. La conformación de las entidades territoriales indígenas se hará con sujeción a lo dispuesto en la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, y su delimitación se hará por el Gobierno Nacional, con participación de los representantes de las comunidades indígenas, previo concepto de la Comisión de Ordenamiento Territorial. Los resguardos son de propiedad colectiva y no enajenable. La ley definirá las relaciones y la coordinación de estas entidades con aquellas de las cuales formen parte. Parágrafo. En el caso de un territorio indígena que comprenda el territorio de dos o más departamentos, su administración se hará por los consejos indígenas en coordinación con los gobernadores de los respectivos departamentos. En caso de que este territorio decida constituirse como entidad territorial, se hará con el cumplimiento de los requisitos establecidos en el inciso primero de este artículo. 11  Ospina William; ‘’ América Mestiza el País del Futuro’’, Villegas Editores; 2000, p. 20.

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Bajo ese aspecto, el desarrollo de una Ley de Ordenamiento Territorial (LOT) es fundamental para dar luz a este mandato. Pero durante 19 años las discusiones sobre el proyecto de la LOT han sido fútiles en la medida que, de acuerdo con la misma Constitución, la ley orgánica implica un régimen especial para los Indígenas, quienes todavía continúan faltos de reconocimiento territorial y de un estatus de igualdad frente a la otra parte de la población. Si bien, tenemos la novedad de la presentación del proyecto de ley 024 del 20 de julio del 200712, el avance de este proyecto ha pasado por un trasegar muy difícil, pues se interponen muchos intereses burocráticos, estratégicos e incluso electorales, para detener la aprobación de dicha iniciativa, y darnos un ordenamiento territorial que Colombia realmente necesita. En ese orden de ideas, en las motivaciones del proyecto se expresa claramente que en la actualidad no hay una interpretación literal que permita sostener que los artículos de la constitución desarrollen el carácter orgánico de la ley de ordenamiento, pues son metas finalísticas que tienen que ser cumplidas, y no abarcan un desarrollo que permita suplir su ausencia. En ese sentido, se han tratado de imponer leyes ordinarias que regulan materias que son reserva de ley exclusiva de las leyes orgánicas, y ha sido ésta una política bastante generalizada, por tanto, estaríamos en frente de una posición bastante evasiva de lo que corresponde al costo y la responsabilidad política. Ahora, con respecto al desarrollo de la ley orgánica podemos decir claramente que el desarrollo consiste en : Artículo 330. De conformidad con la Constitución y las leyes, los territorios indígenas estarán gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades y ejercerán las siguientes funciones: 1. Velar por la aplicación de las normas legales sobre usos del suelo y poblamiento de sus territorios. 2. Diseñar las políticas y los planes y programas de desarrollo económico y social dentro de su territorio, en armonía con el Plan Nacional de Desarrollo. 3. Promover las inversiones públicas en sus territorios y velar por su debida ejecución. 4. Percibir y distribuir sus recursos. 5. Velar por la preservación de los recursos naturales. 6. Coordinar los programas y proyectos promovidos por las diferentes comunidades en su territorio. 12 Proyecto de Ley No 024 Cámara/2007. Por el cual, se expiden normas orgánicas en materia de ordenamiento territorial. Congreso de la República – Cámara de Representantes.

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7. Colaborar con el mantenimiento del orden público dentro de su territorio de acuerdo con las instrucciones y disposiciones del Gobierno Nacional. 8. Representar a los territorios ante el Gobierno Nacional y las demás entidades a las cuales se integren, y 9. Las que les señalen la Constitución y la ley. Parágrafo. La explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas se hará sin desmedro de la integridad cultural, social y económica de las comunidades indígenas. En las decisiones que se adopten respecto de dicha explotación, el Gobierno propiciará la participación de los representantes de las respectivas comunidades.

Novedad: el tema de la futura ley de Ordenamiento Territorial. Una Reflexión posterior al encuentro Con gran sorpresa el gobierno del Doctor Juan Manuel Santos ha introducido un proyecto de ley, por el cual pretende construirse como base para el Ordenamiento Territorial; es así que el Proyecto 058 radicado en la Cámara de Representantes pretende dar estructura al Ordenamiento político colombiano, el cual, basado en la negociación política ordena territorialmente de acuerdo a lo construido, pero tratando de construir con base en el principio de regionalización mayor coordinación entre entidades territoriales que comparten rasgos totalmente definidos y similares. Este proyecto en resumidas cuentas mantiene el contenido estructural del Estado Colombiano, es decir, las municipalidades y los departamentos, construyendo sobre estas estructuras básicas de prestación de servicios públicos, grupos intersectoriales q u e respeten los derechos de los barones electorales sobre sus conquistas. Como novedades este proyecto trae la constitución de órganos como la Comisión de Ordenamiento territorial conformada por ministros de carteras como Hacienda y Crédito Público, Planeación y dos representantes de federación de Municipios y Departamentos. 13 Ésta comisión tiene la importante función de asimilar los criterios del Ordenamiento territorial, pues como órgano rector debe presentar informes anuales en el congreso de la República. Este proyecto trata de establecer diversos tipos de asociaciones entre las entidades territoriales que hoy conocemos, para asociarse administrativamente y tratar de integrar el país a partir de lo construido; es así que el mismo proyecto expresa que como ley orgánica trata de buscar: El proyecto de ley no induce entonces al debate filosófico y político entre modelos de administración del Estado mediante una asignación taxativa y rígida de competencias, sino que propone alianzas estratégicas entre la Nación y las entidades territoriales para el cabal cumplimiento de sus atribuciones, previa concertación entre las partes, según cada caso, para la ejecución articulada de competencias en torno

13  ‘’Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial’’, Departamento de Planeación Nacional, p. 2, http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?fileticket=sctHVtFcBcs%3d&tabid=274; Búsqueda realizada el 20 de Octubre del 2010.

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de proyectos estratégicos de interés común, sin imposiciones de tipo alguno, pero enmarcada en los parámetros constitucionales de unidad nacional y autonomía territorial.14 Para redondear considero que este proyecto tiene algo muy bueno, pero también serios problemas, basados en la cultura legislativa de nuestro país. Conserva un valor importantísimo, pues si se aprobara habría un organismo responsable que sería la Comisión del Ordenamiento Territorial, además una entidad de orden nacional ejerciendo la secretaria técnica y colaborando en los ajustes mencionados para reglamentar y regular todo lo referente a los territorios indígenas, de negritudes, así como también territorios fragmentados territorialmente pero con una misma identidad. A su vez, conserva graves defectos, como el hecho de no regular la viabilidad de los departamentos, además el de dar impulso a ese centralismo disfrazado de ‘’regionalismo’’, y que pretende impulsar este proyecto al lado del proyecto de regalías, para reducir, controlar y centralizar el gasto público, de manera que pueda ser controlado por el sector central, y este invierta en proyectos de beneficio Indirecto,15 lo cual reafirma mi tesis y confirma que nuestra visión de país tiene que dejar de centralizarse sin tener en cuenta la diversidad que nos rodea. Entendiendo este problema, entonces tenemos que concluir que para aterrizar el Estado a nuestra realidad, este tipo de leyes neurálgicas son fundamentales así como su implementación económica y material mediante los decretos que en fondo significan disponibilidad presupuestal, para concebir un modelo de país muchísimo más incluyente, y que determine espacios para todo lo que hay adentro. La Integración, como lo decía alguna vez William Ospina, en nuestro medio, sólo ha sido influenciada por el arte, pero todavía hay que dar pasos decisivos para que como historiadores, abogados y humanistas podamos concebir claramente que el porvenir requiere del empalme entre tres mundos, el mundo occidental, el mundo indígena y el mundo de las negritudes, para al fin darnos cuenta que realmente somos todo.

14  ’Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial’’, Departamento de Planeación Nacional, p. 17, http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?fileticket=sctHVtFcBcs%3d&tabid=274; Búsqueda realizada el 20 de Octubre del 2010. 15 Son tipos de gastos que se ven representados no en una erogación directo sino mas bien en una inversión, como por ejemplo, si se construye una carretera pero el control de la misma esta en manos del gobierno nacional, y traduce esto en beneficios indirectos a los municipios o departamentos beneficiados, sin erogar gasto hacia estos.

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Bibliografía Foucault Michael; ‘’Defender la Sociedad’’ ;’’Conferencias en el Collegue du France Editorial Fondo de Cultura Económica; 1999. Ospina William; ‘’ América Mestiza el País del Futuro’’ Pagina 20. Villegas Editores; 2000. CASTRILLÓN ARBOLEDA, DIEGO. El Indio Quintín Lame. Bogotá, Tercer Mundo, 1971. LAME CHANTRE, MANUEL QUINTÍN. Los pensamientos del indio que se educó en las selvas colombianas [1939]. Bogotá, Funcol. Historia de la República del Perú 1822 - 1933 por Jorge Basadre Grohmann, Octava Edición corregida y aumentada, Tomo 13, Editada por el Diario “La República” de Lima y la Universidad “Ricardo Palma”, Capitulo X, El Conflicto con Colombia y la Campaña del Nor-Oriente, páginas 3315-3343. María Teresa Uribe de Hincapie y Liliana María López Lopera; ‘’La Guerra por las Soberanías’’; Medellín; Instituto de Estudios Políticos La Carreta Editores; 2008. Jose María Samper, Apuntamientos para la historia de la Nueva Granada desde 1810 hasta la administración del 7 de Mayo, Bogotá, Incunables, 1982.

Tomados de Internet Andres Guhl Corpas; ‘’ La comisión Corográfica y su lugar en la geografía moderna y contemporánea pág. 21; Publicado por la web de la Universidad de los andes. Busqueda realizada el 27 de Enero de 2010. http://aguhl.uniandes.edu.co/Documentos/ La_comision_corografica.pdf. Roberto Pineda Camacho; ‘’LA CASA ARANA EN EL PUTUMAYO’’ ‘’el caucho y el proceso esclavista’’; Tomado de la revista Credencial Historia (Bogota-Colombia). Edición 160; búsqueda realizada el 27 de enero de 2010. http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril2003/1raro.htm. Proyecto de Ley No 024 Cámara/2007. Por el cual, se expiden normas orgánicas en materia de ordenamiento territorial, Departamento de Planeación Nacional. http:// www.dnp.gov.co/portalweb/programas/desarrolloterritorial/ordenamientoydesarrolloterritorial/ordenamientoterritorial/tabid/274/default.aspx. Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial No 058 Cámara/2010, Departamento de Planeación Nacional.http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?file ticket=sctHVtFcBcs%3d&tabid=274;

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Identidad y Futuro | El olvido de la Memoria Histórica y el Compromiso con la Subjetividad. Una Propuesta Audiovisual Carlos Santiago Amézquita Villamizar / culturadelterror@hotmail.com Estudiante de Cine y Televisión / Universidad Nacional de Colombia

Introducción Entre la gran división de lo selvático, lo montañoso y lo plano, nuestra nación se ha constituido como un centro débil tratando de dominar una periferia. En ese contexto la visión euro centrista impuso su propio imaginario que perpetró a través de sus políticas, dejando a un lado ese mundo que continúa luchando para recomponer y salvar sus respectivos tejidos sociales. Antes que pensar en el bicentenario de la nación, es hora de pensar en un nuevo imaginario. En ese orden de ideas, los lazos agrietados entre el centro y la periferia dada la dificultad en el transporte, los obstáculos insalvables y lo extenso de los territorios, nos da lugar a un mapa etnográfico, desunido, dividido y en conflicto. Mi objetivo se bifurca, por un lado, en demostrar como ese centro débil, que básicamente consiste en que la hegemonía regional de una entidad territorial trata de imponerse a las otras, ya sea desde el Cauca en el siglo XIX, hasta Bogotá y su centro político en el siglo XX. Y por el otro lado, proponer el impulso de la Ley de Ordenamiento territorial para dar desarrollo a ese país plural que tanto soñamos.

Para estudiar nuestra historia política, es importante marcar de dónde nace la unidad territorial que hoy es Colombia. Como se planteó en la Introducción, para efectivizar mi propósito es necesario desarrollar el problema que he planteado, a través de una sucinta descripción del problema de la Unidad territorial en Colombia, junto a sus elementos centralizadores, desde la Colonia hasta nuestros días. Debemos remontarnos, a la fundación del Virreinato de Nueva Granada por medio de la real cédula expedida por Felipe V, gestionada desde sus cimientos por Antonio de Pedrosa y Guerrero junto a Jorge de Villa longa. Esta reforma da un viso de unidad administrativa a varios territorios dispersos que eran habitados por infinidades de naciones

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indígenas, en donde la unidad territorial correspondía completamente a la protección del corredor de colonización y de suministro proveniente de los tributos y la economía Colonial desde el Corazón de América hasta los puertos del Caribe. En ese supuesto, dentro del espacio geográfico de lo que se constituyo como Virreinato podemos inventariar: A) Un corredor montañoso que constituye el eje de la corona, el cual, es una red precaria de interconexión entre ciudadelas y poblados. B) Unos llanos orientales precariamente dominados, en donde, su inmensidad y las condiciones difíciles del clima, constituyen un escollo duro de barrer; finalmente, C) una selva que permaneció impenetrable, desconocida y que se vio afectada por la colonización de nuestros propios nacionales. La suma territorial era y sigue siendo bastante difícil para asumir una identidad específica, en donde gentes dispersas constituyen una unidad administrativa pero se reservaban vastas diferencias sociales, étnicas, y regionales. La unidad administrativa de la Nueva Granada si bien era parcialmente ostentada por Bogotá, también era sostenida por varios enclaves en los que se constituyeron núcleos regionales que reforzaron su influencia periférica, como fue el caso de Mompox, Cartagena, Popayán y eventualmente Cali y Socorro. Esto generó todo un entramado político que constituye una base del regionalismo conocido hoy. Causado en gran parte, por la falta de cobertura nacional y dominio del territorio, permitió que hubiera grandes separaciones con lo que eran los inhóspitos llanos y las desconocidas selvas del sur del país. Esta peculiaridad ha facilitado el proyecto nación que se vino desarrollando sin tener en cuenta los contextos de nuestro espacio geográfico, contenido en esa unidad administrativa. Esto ha generado unos vacíos que deben ser resueltos. Entendiéndo como haría Michael Foucault1 la frase de Clausewitz; ‘’la guerra es la política por otros medios, para invertirla en la frase la política es la guerra por otros medios”. Entiendo que muchas veces la univocidad de los proyectos dirigentes de Colombia causaron agresiones sistemáticas a entornos culturales, territoriales y sociales y por tanto, nuestro país a la luz de este bicentenario debe comprender hasta la saciedad que nuestra visión es la de un país mestizo que representa una suma de muchas fuerzas sociales e históricas y no constituye solamente un prototipo de desarrollo en Occidente. La soberanía debe convertirse en una fuerza dúctil que entienda y se armonice con entornos que son desconocidos para el colombiano tradicional incluso hablando en términos de planeación nacional, como la Orinoquia, la amazonia y la costa del Pacífico. En esta ponencia haré un resumen breve de los distintos fenómenos en donde la visión de Estado nacional tradicional ha violentado espacios políticos, sociales, geográficos y culturales que devienen en una incomprensión total de nuestro país, y que por consiguiente son parte integral de la dinámica de violencia a la cual ha estado sometido el país durante toda su historia. En un primer momento me gustaría empezar con un episodio que hizo temblar los frágiles cimientos de una republica recién separada, recién reducida, el cual, dio lugar a un conflicto armado como el de la guerra de los conventos (1839-1841) durante la republica de Nueva Granada. Allí la falta de comprensión, la extrema religiosidad del sur del país 1 Foucault Michael; ‘’Defender la Sociedad’’ ;’’Conferencias en el Collegue du France Editorial Fondo de Cultura Económica; 1999, p. 10

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representada en Pasto, generó un conflicto que amenazó por completo la integridad del territorio nacional, dando como resultado una escalada de conflictos internos y externos, conocida como la Guerra de los Supremos. Luego de trasegar por ese mar de conflictos en las primeras décadas de la frágil República de Nueva Granada, pasaríamos sistemáticamente del conflicto regional al conflicto social en la propia capital de la República, en donde los artesanos por si mismos organizaron su propio movimiento teniendo por interés el establecimiento de una republica diferente, dados los márgenes de exclusión e indiferencia sufridos por la precaria situación económica y las medidas de librecambio. Estos grupos se conocieron como las sociedades democráticas, que representaron en su momento expresiones organizadas de la población, las cuales fueron barridas por cuatro generales sin ningún tipo de Concertación, terminando en un conflicto interno de veteranos de la guerra de independencia.2 Los intereses económicos y políticos primaron sobre otros que son fundamentales para formar una nación, siendo así que, movimientos sociales y grupos étnicos tribales fueron sometidos de manera ignominiosa por nosotros mismos, cuando quisimos ser otra cosa, y negar a los que hacen parte de nuestra identidad, para articularla por ese proyecto políticamente centralizado. Luego de la guerra social contra los artesanos, tuvimos que soportar una nueva reformulación del conflicto partidista a través de la guerra de las soberanías (1859-1862). El carácter pretencioso de esta revuelta generaría una serie de conflictos armados conocidos como ‘’Revoluciones Liberales de fin de siglo’’. De ahí viene el concepto “guerra de las ideas” Liberal-Conservadora que se constata en los escritos de José María Samper: ‘’destruir antiguas preocupaciones y costumbres, aniquilar grandes absurdos, trastornar muchos intereses; castigar odiosas iniquidades; aliviar profundos dolores; calmar agonías seculares; rehabilitar las clases enteras; reducir a polvo muchas instituciones, y consumar la ruina completa de una civilización brutal’’3. El discurso de la guerra en la historia nacional, no pudo ser tan ampliamente difundido como lo fue en esta declaración tan particular. Al respecto, el libro ‘’La guerra de las Soberanías4’’ hace un recuento interesante acerca del Ius in Bello; el que teniendo en cuenta tres antecedentes claros: el armisticio de Santa Ana, el ius in bello en la guerra de los supremos, y finalmente, el discurso de Melo, nos muestra que la tendencia con respecto a las guerras civiles, era el no reconocimiento y la destrucción de la contraparte desconociendo el carácter de guerra civil.5 La guerra a ultranza desencadena procesos de fragmentación regional de acuerdo a la dualidad Liberal Conservadora, que irónicamente sostiene la identidad nacional y la conservación territorial, pues es la única forma con la que sus nacionales se identifican y con la que las regiones pueden ser participes del acontecer político militar.

2  Tomas Cipriano de Mosquera, José Hilario López y Pedro Alcántara Herrán contra José María Melo quien se defendía en Bogotá. 3  Jose María Samper, Apuntamientos para la historia de la Nueva Granada desde 1810 hasta la administración del 7 de Mayo, Bogotá, Incunables 1982, p. 457. 4  María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera; ‘’La Guerra por las Soberanías’’; Medellín; Instituto de Estudios Políticos La Carreta Editores; 2008, p 71. 5  Ver, Ibídem.

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En casi todas las guerras o disidencias nacionales, la victoria se materializaba en la Constitución, la cual se veía modificada de acuerdo a la eterna pelea del Centralismo contra el Federalismo. A partir de la Guerra de las Soberanías, el discurso de la guerra se basó en el derecho de gentes, en la medida que ésta tuviera justificación a partir del conflicto político de masas.6 La política de las huestes armadas era la forma más expedita de ganar privilegios personales y reivindicaciones regionales. A modo de ejemplo, el general Caucano Tomas Cipriano de Mosquera aparecerá comportándose como un enemigo político y asumirá las reglas de regularización fortaleciendo las pretensiones políticas de su región a través de la Insurrección. La asunción de la reciprocidad representaba entonces la propia responsabilidad de quien la reclamaba para poder ejercerla con la parte contraria de común acuerdo. En la guerra se pasó de declararse a muerte contra los enemigos, a la consolidación de manifiestos políticos. La división bipartidista de las ideas de la unidad céntrica, se volvió un factor de unidad nacional que resolvía la “la guerra de las ideas” con victorias de los ejércitos en los campos y que se sellaba con Constituciones y nuevas relaciones de poder entre las regiones. Bajo esta premisa surgió el federalismo de los Estados Unidos de Colombia. Tomas Cipriano de Mosquera luego de las victorias de Segovia y la Plata, impuso una nueva Constitución en 1863, en pro de la consolidación del poder de su región sobre las demás. El ámbito de protección de la constitución reguló el problema de las ‘’libertades’’, creando fraccionamientos y reconociendo implícitamente que el país no era susceptible a control, dando alas a la separación de Panamá. En la Batalla de la Humareda en 1885 los Estados Unidos de Colombia murió para darle paso a la República de Colombia. Sectores que propugnaron por una constitución centralista católica triunfaron a través del discurso de la guerra, el cual fue liderado por Miguel Antonio Caro, quien muestra su postura extrema hacia lo que él consideraba que eran los factores de cohesión, es decir la lengua española y la religión Católica. A partir de aquí, se vio el radicalismo conservador por el cual el clericalismo y el centralismo volvieron y Panamá se perdió.

Pero más allá de la postura Constitucional del Centralismo y del Federalismo ¿Qué fue de la suerte de nuestro componente social y su impacto en la ordenación del territorio? La problematización de la soberanía estatal, el derecho de guerra, y la forma de estado plasmada en una Constitución devoraron el fervor de los dirigentes y de las personas que tenían expectativa de participar del poder. En ese sentido, la periferia social, entendida esta como el componente y el grueso de la población negra e indígena fue marginada a un segundo plano, en donde la preocupación por la organización, demarcación y participación de la organización territorial de la nación por parte de nuestra herencia multiétnica no fue tan tenida en cuenta.

6  María Teresa Uribe de Hincapié y Liliana María López Lopera; ‘’El lenguaje de la guerra. La guerra como objeto y fuente de derecho ‘’ Pág. 75 en ‘’La Guerra por las Soberanías’’; Medellín; Instituto de Estudios Políticos La Carreta Editores; 2008

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Pero en este aparte, nos separaremos de los episodios ulteriores como la cruenta guerra de los mil días, y la consiguiente separación de Panamá, para entrar en una nueva dimensión tendiente a desarrollar los propósitos de esta ponencia. Exploraremos nuestra realidad territorial y su ebullición cultural, en donde indígenas, blancos y negros creaban un mar de razas y un crisol de facciones, por las cuales nuestra propia mentalidad como centro, no nos ha permitido comprender una mejor forma de gobierno para enfrentar esta condición natural. Saltándome los episodios en donde la propia gesta independentista no comprendía los resguardos indígenas, y en donde los negros y algunas tribus indígenas se resistieron a los nuevos señores por derecho de la tierra; omitiendo las miles de trabas que pusieran los señores esclavistas del Cauca, para hacer efectivo el fin del esclavismo, entraré de inmediato en el contexto para hacer referencia a la Misión Corográfica, que deviene de la ciencia que hace la descripción geográfica, paisajística y el estudio de descripción básica de un país, en donde, por primera vez luego de Humboldt el colectivo nacional se aventurara a explorar su propio territorio7. Esta comisión reviste una primera aproximación a la naturaleza descriptiva de los territorios extensos y en donde no había una soberanía efectiva. Podemos decir que su esfuerzo fortaleció parcialmente el conocimiento que se tenía en esas zonas, dando lugar indirectamente a la exploración y colonización por parte de personas que vieron provechosa su posterior ocupación territorial. En ese orden de ideas, vimos como la violencia cauchera llego a principios de 1900, esclavizando indígenas y estableciendo poderosos potentados, como la casa Arana, generando poderosas alianzas con consorcios británicos, generando empresas delictivas para evitar el escaso control de las autoridades Colombianas, desviando todo su comercio hacia Iquitos.8 La zona del Putumayo, vio como la Casa Arana sometió bajo su control aquellas familias y personas que deambulaban en las selvas como gente salvaje, que habiendo sido sometidos por la codicia de la Quina, se encontraron sometidos a barbaries y torturas, por la extracción de la preciosa mercancía, y por el establecimiento de un nuevo poder. En aquellos territorios el establecimiento de poderes de facto diferentes al Estado colombiano son y han sido frecuentes hasta nuestros días. Desde la casa Arana, hasta las repúblicas independientes han sido una realidad producto del territorio y del centralismo de la Constitución de 1886. Por otro lado, circunnavegando al Oriente, la deuda histórica en las zonas selváticas de la Orinoquía es inmensa. Colombia tuvo graves problemas de soberanía frente a sus vecinos, dando como producto la perdida de territorios. Ante esto la respuesta Colombiana fue la avanzada militar y diplomática de Colombia, que generó la ocupación del borde superior del Amazonas, siendo Leticia, un bastión lejano que adolece presencia,

7  Andres Guhl Corpas; ‘’ La comisión Corográfica y su lugar en la geografía moderna y contemporánea, Publicado por la web de la Universidad de los andes. Búsqueda realizada el 27 de Enero de 2010, p. 21. http://aguhl.uniandes.edu.co/Documentos/La_comision_corografica.pdf. 8  Roberto Pineda Camacho; ‘’LA CASA ARANA EN EL PUTUMAYO’’ ‘’el caucho y el proceso esclavista’’; Tomado de la revista Credencial Historia (Bogotá-Colombia). Edición 160; búsqueda realizada el 27 de enero de 2010. http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril2003/1raro.htm

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ante la hermandad y comunión con los tres países hermanos que cogobiernan el paraíso selvático del Amazonas. El avance colombiano luego de la confirmación del Tratado de Salomón-Lozano firmado en 1928, riñó con los antiguos asentamientos peruanos ya establecidos por el uti possidetis iure, que incluyeron Leticia, en donde se sentían mas peruanos que colombianos. Todo esto decantó en una guerra colombo peruana, en la cual la fuerza aérea alemana mercenaria fustigo las pretensiones peruanas, consiguiendo Colombia a través de la sociedad de Naciones ocupar y ejercer soberanía sobre Leticia y otros territorios.9 He aquí una gran deuda histórica. En el trasegar de la explotación indígena y negra volvemos al Occidente del país, especialmente a otra zona conflictiva. En el Cauca nos encontramos con fenómenos muy atractivos que son dignos de mención: vemos el surgimiento de enigmáticos personajes como ‘’el Indio Quintín Lame’’, quien después de los sufrimientos que tuvo que vivir, al enlistarse para la guerra de los Mil días, una vez radicado en el Cauca decidió luchar por la tierra, partiendo en principio de la lectura del código civil, para reivindicar su derecho de tenencia, y la gradual reducción del pago del terraje, hasta el estudio de las diferentes cedulas reales en el archivo general de la nación, para defender y resguardar los derechos de los indígenas.10 En vez de dialogo por supuesto la doctrina de orden público constitucional aplasto sus reivindicaciones. Finalmente viraremos hacia el norte de Colombia, en donde vemos el surgimiento de fenómenos sociales que fueron bastiones culturales frente a la occidentalización del territorio colombiano; es así como los palenques representaron una economía de subsistencia y de auto determinación cultural, en donde la cultura y la lengua música son una suerte de explosión que enriquece nuestra idiosincrasia, y en la cual la negritud ha tenido plena libertad de expresión y pleno desenvolvimiento al imprimirnos sus bailes y su cultura de alegría y sabor. El desprecio de antaño poco a poco ha sido reemplazado por la indiferencia y el desconocimiento; es por esto que este año el Bicentenario debe ser propicio para remembrar esos lazos, generando una consolidación no solo cultural de las negritudes y etnias, sino también el comienzo de una participación decidida en el direccionamiento del Estado, superando las heridas sufridas desde los tiempos de la Colonia, hasta los paramilitares y guerrilleros de nuestros días. Al respecto, nuestra orientación hacia la integración cultural debe ir mas allá de los clichés, porque llama la atención que la promoción cultural de Colombia en el exterior se base en las etnias y las negritudes, pero a la hora de la verdad no existe, por ejemplo,

9  Historia de la República del Perú 1822 - 1933 por Jorge Basadre Grohmann, Octava Edición corregida y aumentada, Tomo 13, Editada por el Diario “La República” de Lima y la Universidad “Ricardo Palma”, Capitulo X, El Conflicto con Colombia y la Campaña del Nor-Oriente, p.3315-3343. 10 CASTRILLÓN ARBOLEDA, DIEGO. El Indio Quintín Lame. Bogotá, Tercer Mundo, 1971. LAME CHANTRE, MANUEL QUINTÍN. Los pensamientos del indio que se educó en las selvas colombianas [1939]. Bogotá, Funcol, s.f. LAME, MANUEL QUINTÍN. Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de la “civilización”. Selección y notas, Gonzalo Castillo Cárdenas. Bogotá, Rosca de Investigación y Acción Social, 1973. TELLO, PIEDAD L. “Vida y lucha de Manuel Quintín Lame”. Tesis de Grado, Departamento de Antropología, Universidad de los Andes, Bogotá, 1983.

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una ley orgánica de ordenamiento territorial que pudiese solucionar el problema territorial indígena, en pro de garantizar que se integren al Estado, y desde su cultura puedan convivir pacíficamente con nuestras costumbres. William Ospina nos muestro en su ensayo ‘’América Mestiza’’ la multiplicidad del corazón de los Colombianos y la necesidad de ampliar el espacio político, económico y cultural, al crisol de razas que mezclándose o no, tienen derechos y obligaciones con la conciencia nacional de nuestro origen. América se ha constituido en el lugar onírico o real de los mas quiméricos proyectos y de las más fecundas ambiciones de Occidente y, sin embargo, ya es hora de que esa América mestiza, que siempre ha estado en función de un centro externo, empiece a soñarse a sí misma, desde su pasado milenario, como unidad capaz de salvar los profundos quiebres y discontinuidades de su extensión geográfica y su devenir histórico.11 Estos doscientos años de Bicentenario, en la práctica reflejan la deuda que aún está por saldar para reconocer nuestra identidad y asumir nuestras encrucijadas como propias, y dignas de crear un pensamiento aún más tolerante, que haga alarde de esa diversidad cultural, racial y material de la que tanto gozamos; cualquier nación que no asuma eso no será nada. Hay formas de solucionar este problema. De hecho la Constitución ha establecido que se puede crear una ley orgánica de ordenamiento territorial que garantice los derechos de estas etnias; sin embargo, las proyecciones estatales con respecto a la causa indígena no progresan, y aunque en la práctica con base en el desarrollo del artículo 32, se consagra el mandato de la Entidad Territorial Indígena, no ha habido esfuerzos recurrentes para profundizar estos reclamo. Dicho mandato constitucional nos dice lo siguiente: Artículo 329. La conformación de las entidades territoriales indígenas se hará con sujeción a lo dispuesto en la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, y su delimitación se hará por el Gobierno Nacional, con participación de los representantes de las comunidades indígenas, previo concepto de la Comisión de Ordenamiento Territorial. Los resguardos son de propiedad colectiva y no enajenable. La ley definirá las relaciones y la coordinación de estas entidades con aquellas de las cuales formen parte. Parágrafo. En el caso de un territorio indígena que comprenda el territorio de dos o más departamentos, su administración se hará por los consejos indígenas en coordinación con los gobernadores de los respectivos departamentos. En caso de que este territorio decida constituirse como entidad territorial, se hará con el cumplimiento de los requisitos establecidos en el inciso primero de este artículo. Bajo ese aspecto, el desarrollo de una Ley de Ordenamiento Territorial (LOT) es fundamental para dar luz a este mandato. Pero durante 19 años las discusiones sobre el 11  Ospina William; ‘’ América Mestiza el País del Futuro’’, Villegas Editores; 2000, p. 20.

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proyecto de la LOT han sido fútiles en la medida que, de acuerdo con la misma Constitución, la ley orgánica implica un régimen especial para los Indígenas, quienes todavía continúan faltos de reconocimiento territorial y de un estatus de igualdad frente a la otra parte de la población. Si bien, tenemos la novedad de la presentación del proyecto de ley 024 del 20 de julio del 200712, el avance de este proyecto ha pasado por un trasegar muy difícil, pues se interponen muchos intereses burocráticos, estratégicos e incluso electorales, para detener la aprobación de dicha iniciativa, y darnos un ordenamiento territorial que Colombia realmente necesita. En ese orden de ideas, en las motivaciones del proyecto se expresa claramente que en la actualidad no hay una interpretación literal que permita sostener que los artículos de la constitución desarrollen el carácter orgánico de la ley de ordenamiento, pues son metas finalísticas que tienen que ser cumplidas, y no abarcan un desarrollo que permita suplir su ausencia. En ese sentido, se han tratado de imponer leyes ordinarias que regulan materias que son reserva de ley exclusiva de las leyes orgánicas, y ha sido ésta una política bastante generalizada, por tanto, estaríamos en frente de una posición bastante evasiva de lo que corresponde al costo y la responsabilidad política. Ahora, con respecto al desarrollo de la ley orgánica podemos decir claramente que el desarrollo consiste en : Artículo 330. De conformidad con la Constitución y las leyes, los territorios indígenas estarán gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades y ejercerán las siguientes funciones: 1. Velar por la aplicación de las normas legales sobre usos del suelo y poblamiento de sus territorios. 2. Diseñar las políticas y los planes y programas de desarrollo económico y social dentro de su territorio, en armonía con el Plan Nacional de Desarrollo. 3. Promover las inversiones públicas en sus territorios y velar por su debida ejecución. 4. Percibir y distribuir sus recursos. 5. Velar por la preservación de los recursos naturales. 6. Coordinar los programas y proyectos promovidos por las diferentes comunidades en su territorio. 7. Colaborar con el mantenimiento del orden público dentro de su territorio de acuerdo con las instrucciones y disposiciones del Gobierno Nacional. 12 Proyecto de Ley No 024 Cámara/2007. Por el cual, se expiden normas orgánicas en materia de ordenamiento territorial. Congreso de la República – Cámara de Representantes.

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8. Representar a los territorios ante el Gobierno Nacional y las demás entidades a las cuales se integren, y 9. Las que les señalen la Constitución y la ley. Parágrafo. La explotación de los recursos naturales en los territorios indígenas se hará sin desmedro de la integridad cultural, social y económica de las comunidades indígenas. En las decisiones que se adopten respecto de dicha explotación, el Gobierno propiciará la participación de los representantes de las respectivas comunidades.

Novedad: el tema de la futura ley de Ordenamiento Territorial. Una Reflexión posterior al encuentro Con gran sorpresa el gobierno del Doctor Juan Manuel Santos ha introducido un proyecto de ley, por el cual pretende construirse como base para el Ordenamiento Territorial; es así que el Proyecto 058 radicado en la Cámara de Representantes pretende dar estructura al Ordenamiento político colombiano, el cual, basado en la negociación política ordena territorialmente de acuerdo a lo construido, pero tratando de construir con base en el principio de regionalización mayor coordinación entre entidades territoriales que comparten rasgos totalmente definidos y similares. Este proyecto en resumidas cuentas mantiene el contenido estructural del Estado Colombiano, es decir, las municipalidades y los departamentos, construyendo sobre estas estructuras básicas de prestación de servicios públicos, grupos intersectoriales q u e respeten los derechos de los barones electorales sobre sus conquistas. Como novedades este proyecto trae la constitución de órganos como la Comisión de Ordenamiento territorial conformada por ministros de carteras como Hacienda y Crédito Público, Planeación y dos representantes de federación de Municipios y Departamentos. 13 Ésta comisión tiene la importante función de asimilar los criterios del Ordenamiento territorial, pues como órgano rector debe presentar informes anuales en el congreso de la República. Este proyecto trata de establecer diversos tipos de asociaciones entre las entidades territoriales que hoy conocemos, para asociarse administrativamente y tratar de integrar el país a partir de lo construido; es así que el mismo proyecto expresa que como ley orgánica trata de buscar: El proyecto de ley no induce entonces al debate filosófico y político entre modelos de administración del Estado mediante una asignación taxativa y rígida de competencias, sino que propone alianzas estratégicas entre la Nación y las entidades territoriales para el cabal cumplimiento de sus atribuciones, previa concertación entre las partes, según cada caso, para la ejecución articulada de competencias en torno de proyectos estratégicos de interés común, sin imposiciones de tipo alguno, pero

13  ‘’Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial’’, Departamento de Planeación Nacional, p. 2, http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?fileticket=sctHVtFcBcs%3d&tabid=274; Búsqueda realizada el 20 de Octubre del 2010.

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enmarcada en los parámetros constitucionales de unidad nacional y autonomía territorial.14 Para redondear considero que este proyecto tiene algo muy bueno, pero también serios problemas, basados en la cultura legislativa de nuestro país. Conserva un valor importantísimo, pues si se aprobara habría un organismo responsable que sería la Comisión del Ordenamiento Territorial, además una entidad de orden nacional ejerciendo la secretaria técnica y colaborando en los ajustes mencionados para reglamentar y regular todo lo referente a los territorios indígenas, de negritudes, así como también territorios fragmentados territorialmente pero con una misma identidad. A su vez, conserva graves defectos, como el hecho de no regular la viabilidad de los departamentos, además el de dar impulso a ese centralismo disfrazado de ‘’regionalismo’’, y que pretende impulsar este proyecto al lado del proyecto de regalías, para reducir, controlar y centralizar el gasto público, de manera que pueda ser controlado por el sector central, y este invierta en proyectos de beneficio Indirecto,15 lo cual reafirma mi tesis y confirma que nuestra visión de país tiene que dejar de centralizarse sin tener en cuenta la diversidad que nos rodea. Entendiendo este problema, entonces tenemos que concluir que para aterrizar el Estado a nuestra realidad, este tipo de leyes neurálgicas son fundamentales así como su implementación económica y material mediante los decretos que en fondo significan disponibilidad presupuestal, para concebir un modelo de país muchísimo más incluyente, y que determine espacios para todo lo que hay adentro. La Integración, como lo decía alguna vez William Ospina, en nuestro medio, sólo ha sido influenciada por el arte, pero todavía hay que dar pasos decisivos para que como historiadores, abogados y humanistas podamos concebir claramente que el porvenir requiere del empalme entre tres mundos, el mundo occidental, el mundo indígena y el mundo de las negritudes, para al fin darnos cuenta que realmente somos todo.

14  ’Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial’’, Departamento de Planeación Nacional, p. 17, http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?fileticket=sctHVtFcBcs%3d&tabid=274; Búsqueda realizada el 20 de Octubre del 2010. 15 Son tipos de gastos que se ven representados no en una erogación directo sino mas bien en una inversión, como por ejemplo, si se construye una carretera pero el control de la misma esta en manos del gobierno nacional, y traduce esto en beneficios indirectos a los municipios o departamentos beneficiados, sin erogar gasto hacia estos.

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Bibliografía Foucault Michael; ‘’Defender la Sociedad’’ ;’’Conferencias en el Collegue du France Editorial Fondo de Cultura Económica; 1999. Ospina William; ‘’ América Mestiza el País del Futuro’’ Pagina 20. Villegas Editores; 2000. CASTRILLÓN ARBOLEDA, DIEGO. El Indio Quintín Lame. Bogotá, Tercer Mundo, 1971. LAME CHANTRE, MANUEL QUINTÍN. Los pensamientos del indio que se educó en las selvas colombianas [1939]. Bogotá, Funcol. Historia de la República del Perú 1822 - 1933 por Jorge Basadre Grohmann, Octava Edición corregida y aumentada, Tomo 13, Editada por el Diario “La República” de Lima y la Universidad “Ricardo Palma”, Capitulo X, El Conflicto con Colombia y la Campaña del Nor-Oriente, páginas 3315-3343. María Teresa Uribe de Hincapie y Liliana María López Lopera; ‘’La Guerra por las Soberanías’’; Medellín; Instituto de Estudios Políticos La Carreta Editores; 2008. Jose María Samper, Apuntamientos para la historia de la Nueva Granada desde 1810 hasta la administración del 7 de Mayo, Bogotá, Incunables, 1982.

Tomados de Internet Andres Guhl Corpas; ‘’ La comisión Corográfica y su lugar en la geografía moderna y contemporánea pág. 21; Publicado por la web de la Universidad de los andes. Busqueda realizada el 27 de Enero de 2010. http://aguhl.uniandes.edu.co/Documentos/ La_comision_corografica.pdf. Roberto Pineda Camacho; ‘’LA CASA ARANA EN EL PUTUMAYO’’ ‘’el caucho y el proceso esclavista’’; Tomado de la revista Credencial Historia (Bogota-Colombia). Edición 160; búsqueda realizada el 27 de enero de 2010. http://www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril2003/1raro.htm. Proyecto de Ley No 024 Cámara/2007. Por el cual, se expiden normas orgánicas en materia de ordenamiento territorial, Departamento de Planeación Nacional. http:// www.dnp.gov.co/portalweb/programas/desarrolloterritorial/ordenamientoydesarrolloterritorial/ordenamientoterritorial/tabid/274/default.aspx. Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial No 058 Cámara/2010, Departamento de Planeación Nacional.http://www.dnp.gov.co/PortalWeb/LinkClick.aspx?file ticket=sctHVtFcBcs%3d&tabid=274;

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Independencias no simultáneas, memorias coloniales encontradas La crítica literaria “...de patria dudosa...”1 de Rafael María Merchán Kevin Sedeño Guillén / krsedenog@unal.edu.co Profesional en Estudios Literarios / Universidad Nacional de Colombia Resumen: El artículo se inscribe en un intento por contribuir al desarrollo de la historia de la crítica literaria en Colombia y Cuba durante el fin del siglo XIX. Se analiza el libro Estudios críticos (1886) del cubano Rafael María Merchán (1844-1905), escrito y publicado durante su exilio en Colombia, proponiendo que el corpus transnacional cubanocolombiano-hispanoamericano que allí se analiza, se encuentra posicionado en medio y como resultado de las negociaciones coloniales y postcoloniales de finales del siglo XIX. Se concluye que el valioso legado crítico de Merchán -atrapado en las redes de la situación colonial cubana, a la vez que en la condición postcolonial y posindependiente colombiana- parece constituir aun una herencia no reclamada por la historia de la literatura hispanoamericana, especialmente por las tradiciones letradas cubana y colombiana. Palabras clave: independencias hispanoamericanas continentales, crítica literaria, Cuba, Colombia, siglo XIX.

Introducción La actividad de Rafael María Merchán (1844-1905) como crítico literario se produce en contextos de dramática complejidad motivados por su exilio en Colombia, como resultado de sus actividades independentistas contra la administración colonial española en Cuba; por el desfasaje de casi un siglo entre el proceso separatista cubano y las independencias de las naciones continentales; por las propias renegociaciones que se producen en Colombia entre independencia política y reafiliación cultural hispánica y, de igual modo, por las complejas relaciones políticas interpartidistas que vive Colombia a 1  Merchán, 1886: 122.

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Independencias no simultáneas, memorias coloniales encontradas| La crítica literaria “...de patria dudosa...” de Rafael María Merchán la llegada de Merchán en 1874. El entrecruzamiento de los referidos contextos políticos nacionales y transnacionales en la Hispanoamérica de la segunda mitad del siglo XIX, debió condicionar la actividad crítica del lenguaje, la literatura, la cultura y la sociedad en general, que realizara desde Colombia el exiliado Merchán; marcando ideológicamente sus relaciones con la literatura de su país de origen, el país de llegada, la metrópoli en conflicto y las nuevas metrópolis culturales (Francia, Inglaterra y Estados Unidos)2. Estudiaré entonces algunas zonas de la crítica literaria de fines del siglo XIX en Colombia, privilegiando los espacios transfronterizos en que se produce la emergencia de las naciones independientes latinoamericanas y caribeñas, desde distintas experiencias no simultáneas de crisis del orden colonial español, en ese ámbito emergente de autonomización que José Martí llamó “Nuestra América”. El objetivo de este artículo se constituye en un intento por contribuir al desarrollo de la historia de la crítica literaria en Colombia y Cuba durante el fin del siglo XIX, mediante la identificación de las relaciones entre la crítica y los procesos políticos, sociales y culturales, intentando destacar la participación de los exiliados cubanos en el desarrollo de la crítica literaria en Colombia, y visualizando así la incidencia en las memorias coloniales de ambos países, de la no simultaneidad de las independencias entre los territorios continentales de América Latina y el Caribe hispano3.

Epistemologías post-occidentales y transculturación transfronteriza en Hispanoamérica a fines del siglo XIX La escritura de una historia crítica de la crítica literaria en Colombia e Hispanoamérica, debiera partir por redefinir sus presupuestos teórico-metodológicos en relación con las propuestas de los estudios literarios y culturales en el siglo XX y XXI en América Latina4. El propósito de “…fundar una crítica y una teoría literaria ‘latinoamericana’, para poder analizar mejor las especificidades de los procesos literarios del continente y para contrarrestar las tendencias hegemónicas de la crítica metropolitana” (Schmidt-Welle 6) -aunque considerado esencial desde los años 70 del siglo XX- fue medianamente abortado (Cornejo Polar, “Para una teoría”, 9). Sin embargo, de él habría sobrevivido la creencia en la posibilidad de escribir una historia de la literatura y la cultura latinoamericana con métodos y 2  Susana Zanetti se ha referido a estos hechos como “fenómenos de religación”, representados por aquellos “…lazos efectivos condensados de muy diversos modos a lo largo de la historia, más allá de las fronteras nacionales y de sus propios centros, atendiendo a un entramado que privilegia ciertas metrópolis, determinados textos y figuras, que operan como parámetros globalizantes, como agentes de integración” (489). 3  Agradezco a los profesores John Beverley (Department of Hispanic Languages & Literatures, University of Pittsburgh), Luis Miletti (Department of Foreign Languages, Clark Atlanta University) y Glenn Martínez (Department of Modern Languages & Literatures, University of Texas Pan American), por compartir conmigo distintos momentos de la realización de esta investigación; también, por su colaboración, a los bibliotecarios Flor María Velandia Téllez (Biblioteca Central, Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá) y a los que atienden la Sala de libros raros y manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. 4  Mucho más en un momento en que desde un “giro neoconservador” se estaría enfatizando en “…hacer de la literatura y las reflexiones sobre el valor estético y literario un orden crucial del pensamiento, no algo que es simplemente suplementario o secundario. Su objetivo es vigilar las fronteras de lo que es y no es permisible dentro del ámbito de la crítica literaria y cultural latinoamericana, en un momento en el que muchos de sus supuestos fundamentales han sido puestos en duda interna y externamente, incluyendo la idea de Latinoamérica como tal” (Beverley 164).

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conceptos que consideren la especificidad de los procesos históricos regionales (Schmidt-Welle 11). La perspectiva post-occidental constituirá la principal premisa teórica que animará esta lectura5; dentro de esta perspectiva, mi propia condición de crítico cubano emigrado en Colombia respondería a “…la condición de experiencia surgida, para cada uno de nosotros, del acto de pensar la teoría insertos en una determinada localidad geocultural a través de la relación -construida- entre emplazamiento de sujeto y mediación de códigos, entre ubicación de contexto y posición de discurso” (Richard 246-247). Exiliado Merchán, emigrado yo mismo, no sería descabellado emplear aquí la categoría de “sujeto migrante” elaborada por Cornejo Polar para repensar de manera especial los desplazamientos de los sujetos indígenas en las culturas andinas: “…el discurso migrante es radicalmente descentrado, en cuanto se construye alrededor de varios ejes varios y asimétricos, de alguna manera incompatibles y contradictorios de un modo no dialéctico. Acoge no menos de dos experiencias de vida que la migración… no intenta sintetizar en un espacio de resolución armónica” (“Una heterogeneidad no dialéctica”, 841).

La no simultaneidad de “Nuestra América”: 1810 vs. 1898 La celebración del bicentenario de las “independencias americanas”, que soslaya el hecho de que las independencias del Caribe hispano se dieron un siglo más tarde que las de los territorios continentales, es una de las agendas que considero necesario problematizar y que me permite desplazarme dentro del campo colonial a la hora de considerar la transculturación transfronteriza en el siglo XIX latinoamericano y caribeño, especialmente en el caso cubano6. El Caribe hispano emerge a la independencia hacia 1898, lo que implica observar la no simultaneidad que se produce entre el desarrollo de los procesos sociales y culturales, particularmente de la crítica literaria, en la Cuba colonial entre 1874 y 1895 en relación con igual período en Colombia, nación que consolida por entonces su perfil nacional, al haber arribado casi un siglo atrás a su independencia7. José Martí en su archicitado ensayo “Nuestra América (1891) haría un balance de la situación poscolonial en las repúblicas americanas, alertando sobre los peligros del “desdén del vecino formidable que no la conoce” (16-17), para concluir su ardiente alegato 5  Me refiero al posoccidentalismo como una reacción al eurocentrismo: “Esta herencia continúa reproduciéndose en el modo como la discursividad de las ciencias sociales y humanas se vincula a la producción de imágenes sobre el ‘Oriente’, ‘África’ o ‘Latinoamérica’, administradas desde la racionalidad burocrática de universidades, instituciones culturales y centros de ayuda al desarrollo” (CastroGómez s. p.). Este proceso no es sólo externo, sino que: “También en Latinoamérica, y particularmente durante la fase poscolonial, una vez ganada la independencia frente a España, se desplegaron los mismos mecanismos disciplinarios de la modernidad. Mecanismos, repetimos, que no se reducen a su componente técnico-instrumental (la economía capitalista, la burocracia del estado-nación), sino que incluyen también una racionalidad cognitiva, hermenéutica y estética desde la cual se articularon la mayor parte de las prácticas que configuraron a las actuales naciones latinoamericanas”. 6  Partiendo de un modelo que divide la historia y la literatura continental en tres épocas: colonial; siglo XIX (nacional) y siglo XX (moderno), se entiende que la época colonial en América Latina es el período que abarca los siglos del XVI al XVIII (Simson 194). Sin embargo, se han señalado deficiencias en este modelo general, especialmente en el estudio de la literatura colonial, ya que: “…estructuras similares, como las que signan la época colonial de los siglos XVI al XVIII, dominan en algunos países hasta el siglo XX” (195). 7  Este fenómeno de desfasaje histórico al que llamo “no simultaneidad”, ha sido denominado por los historiadores como la “peculiaridad cubana” (Piqueras Arenas 186). Piqueras Arenas destaca que: “La ausencia de insurrecciones y el limitado movimiento conspirador existente en los años en que se produjo la emancipación del continente y de Santo Domingo supuso una anomalía que no pasaría desapercibida a los contemporáneos ni a los historiadores…” (183).

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abogando por la unión de estas con las naciones que deben emerger del Caribe insular hispánico8. Resulta poco menos que curioso que Rafael María Merchán inicie Estudios críticos (1886) –libro escrito y publicado en Bogotá- dando cuenta de los comentarios que ha recibido de parte de “algunos compatriotas desde La Habana y New York” (Merchán [ii]) -es decir, de algunos exiliados como él y residentes en la Isla- sobre que “…la crítica (…) presenta mayores desventajas y peligros para un extranjero en la sociedad donde la ejercita”9. Lo curioso estriba no tanto en la conciencia de estar practicando el género crítico, sino en la invocación a sus “compatriotas”, ante cualquier reparo pasado o futuro sobre “nuestro derecho” a la crítica – “usted no debe criticar á tales ó cuales autores, porque no nació donde nacieron ellos”. Merchán tiene claridad de que un libro como el suyo, sobre todo por la heterogeneidad del corpus al que se enfrenta, va dirigido a un público disperso por la geografía de Cuba, por la del exilio cubano, así como por el territorio de la nación colombiana y el de Iberoamérica, un público “transnacional”10. La no simultaneidad de la crítica de Merchán se evidencia en un tema central como el de la relación con los “clásicos españoles”, que coloca en distintas posiciones a críticos cubanos y colombianos ([iv]). Con esta afirmación de distancia no sólo establece un criterio estético, sino que se remite a una “jurisdicción” política, ayer arrebatada a España en Colombia y en ese momento disputada en la Cuba insurrecta11.

8  Añade Martí que: “La colonia continuó viviendo en la república; y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros (…) por la virtud superior, abonada con sangre necesaria, de la república que lucha contra la colonia” (14). No es el momento de detenerme en la claridad martiana sobre esa condición que a finales del siglo XX vendría a definirse como “poscolonial”, sólo resaltar la consciencia de la no simultaneidad que resalta como conclusión programática de “Nuestra América”: “¡Porque ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas; por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!” (17-18). 9  Respeto la ortografía original en todas las citas de Merchán y otros autores del siglo XIX y principios del XX. 10  González Stephan plantea que: “Tomamos con frecuencia como entidades de carácter cerrado las diferentes literaturas nacionales, estableciendo una correspondencia -aunque involuntaria- entre las fronteras políticas, el Estado nacional y los límites del corpus de esa literatura, sin advertir que la identidad de un sistema literario rebasa en muchas oportunidades las fronteras que imponen la geografía y las demarcaciones políticas” (119). Véase también: Betancourt Mendieta 105; D’Allemand 8689 y Rodríguez-Arenas 106. El carácter transnacional y latinoamericano era aplaudido agudamente, en otros términos, por Gómez Restrepo al destacar, refiriéndose a “La Habana intelectual vista desde los Andes” –artículo que analizo en breve- que: “Ojalá tuviéramos una revista semejante de cada una de las Repúblicas Hispano-Americanas, que así conoceríamos, de nombre á lo menos, á los hombres de letras que en ellas sobresalen, yá que sus obras son de casi imposible consecución. ¡Quién sabe cuándo acabará el secuestro en que vivimos respecto de nuestros hermanos! Mientras estamos al corriente de las publicaciones que se hacen en Francia, Inglaterra y aun Alemania, ignoramos lo que se escribe en nuestro continente” (10-11). 11  Como explica González Stephan: “La locación desterritorializada de sujetos, identidades, locación de poderes, está llevando una intensa reflexión no sólo de la categoría ‘histórica’ y, por lo visto, provisoria de ‘nación’ y ‘literatura nacional’, sino a su refuncionalización en virtud de las nuevas condiciones que hibridizan las categorías que la modernidad construyó como entidades monolíticas y unidimensionales” (119, n. 28). Estos desplazamientos autorizan la lectura transnacional que me he propuesto realizar, concibiendo los procesos nacionales, latinoamericanos y caribeños, como “procesos abiertos, no excluyentes, que pueden articularse entre sí de muchas maneras distintas” (Cornejo Polar, “La literatura latinoamericana”, 129).

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La literatura del fin del siglo XIX: “Musas cubanas” e “independencia patria” 12 Cornejo Polar dio cuenta del “…espesor y la densidad de los procesos históricoliterarios del siglo XIX [dentro del cual] caben contiendas que invalidan toda imagen unilateral y cohesiva y ponen énfasis en la conflictividad de sociedades y culturas que se desencuentran una y otra vez en un espacio que dispersa los ejercicios semióticos de sujetos a la vez entreverados y distantes” (“La literatura hispanoamericana”, 23). El fin de siglo cubano -que se ubicaría en el período que va desde 1878, fecha en que termina la primera guerra de independencia, hasta 1895, en que comienza la tercera (Fornet 56)- no escaparía a ese “espesor y densidad” atribuidas al siglo XIX hispanoamericano13. Aunque la obra crítica de Merchán más conocida fue recopilada por él en dos volúmenes publicados en Bogotá: Estudios críticos (1886) y Variedades (1894), su recepción, aunque tuvo momentos de plenitud tanto en Colombia -donde era considerado casi como un compatriota- como en Cuba, comienza a languidecer en el país andino antes de los años 20 del siglo XX. La publicación de los Estudios críticos es considerada en Bogotá, en el mismo año de su aparición, como “…una de las más notables de su género que han visto la luz en la América Española” (Gómez Restrepo 9). La inestabilidad identitaria de la crítica de Merchán -resultado de su necesidad de vivir entre dos mundos- se expresa en su imperativo de dar cuenta de lo que sucede en Cuba, de la que lleva ausente casi 20 años, a la vez que participar del debate crítico que tiene lugar en Bogotá14.

La Habana intelectual de fin de siglo mostrada a los Andes: “…entre la lejana Antilla y nuestra elevada cumbre…” En su artículo “La Habana intelectual: vista desde los Andes”, Merchán se propone realizar un panorama del desarrollo de la cultura y la ciencia en Cuba para el consumo de lectores no cubanos principalmente. En las geografías que se demarcan en el propio título del artículo, se establecen las dicotomías que definirán la escisión de su pensamiento crítico, entre la Cuba ausente que se representa y la distancia de su exilio andino-colombiano15. Si en varios de los ramos que trata el artículo no supera en mucho lo escueto de un catálogo, la presentación de la crítica literaria compensará las ausencias valorativas anteriores: “En ninguna época se ha cultivado tánto como ahora: veinte años atrás no se oía

12  Merchán 156. 13  El período de entreguerras sería “la etapa de mayor esplendor de la crítica cubana”, representada por Enrique José Varona, Enrique Piñeyro (radicado en París), Manuel Sanguily, Rafael María Merchán (en Bogotá), Emilio Bobadilla (Fray Candil) (en Madrid) y Manuel de la Cruz (Vitier 43) 14  “Sin duda, no estamos bien situados para la observación, y es seguro que, por más que sacudamos el polvo del catalejo y agucemos la vista, perderemos muchos pormenores importantes, desconoceremos muchas figuras, ó por nuevas, ó por envejecidas, ó por haber crecido mucho intelectualmente; otras veces el humo de las guerras civiles colombianas se interpondrá repentinamente entre la lejana Antilla y nuestra elevada cumbre, y cortará durante años enteros todo comunicación (Merchán 645). Las negrillas son mías siempre que no se indique lo contrario. 15  Al evaluar las regularidades de la crítica cubana correspondiente al período de entreguerras refiere que: “El estudio de los clásicos españoles no tiene secuaces en Cuba: ahora, como hace veinte años, son las literaturas extranjeras las que llevan allí filosofía, estética, ideas y sentimientos; todo eso está en francés, inglés ó alemán, y no queda tiempo ni gusto para volver la vista al siglo XVI” (Merchán 682).

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más voz autorizada que la de Piñeyro, pero valía por las de una legión…” (678)16. El artículo de Merchán se desplazará de su objeto explícito para dar cuenta de la recepción de los autores colombianos en la Isla. A partir de este desplazamiento crítico podemos leer en el título de “La Habana intelectual”, algo más que la simple ubicación espacial del que escribe, para localizar un punto de vista analítico que ha asumido conscientemente sus nuevas coordenadas culturales y ha hecho operativa su posición inestable entre dos culturas: la cubano-caribeña y la colombiano-andina. El posicionamiento de Merchán no puede ser ya el de un “adentro” insular porque, a pesar de su pasión por la cultura cubana, el territorio de la patria es un sitio enemigo y distante, y su ubicación actual, que le permite mirar desde lejos y desde arriba, está en los Andes, lo que hace de su artículo más una visión, nublada por el humo y catalejo esforzado, que intenta presentar a los andinos lo que sucede en la cultura de Cuba, que un verdadero inventario cultural del fin de siglo cubano. Tras este desplazamiento la última sección del artículo se dedica a “Los Cubanos fuera de Cuba”, lo que como el propio Merchán expresa ‘se sale de su objeto’ (705). A pesar del prolijo bosquejo realizado la conclusión de Merchán termina siendo pesimista: “Muchos años han de pasar antes de que la literatura de la América hispana sea otra cosa que una serie de retoños de la española […] Si esto sucede tratándose de naciones, mayores son los obstáculos en un país que, como Cuba, sigue siendo provincia. Allí no hay literatura original ni puede haberla; falta, pues, la primera condición, lo que pudiéramos llamar la idiosincrasia literaria de los pueblos…” (710-711). Estas polémicas posiciones resultarán coincidentes con la de buena parte de los críticos que le son contemporáneos; sin embargo, creo que Merchán se deja atrapar por la extensa longitud de los ciclos culturales europeos y por el artificio de la letra, llegando a conclusiones erradas sobre la posibilidad de existencia de una literatura “auténticamente” americana.

“… [M]ientras estamos aquí”: crítica literaria, sujeto migrante y centralismo andino Resulta notorio que en su condición de exiliado llegado a Colombia en 1874, Merchán siga experimentado un sentido de transitoriedad de su estancia: “…mientras estamos aquí. No queremos que se nos pregunte más tarde, como a otros: ‘¿por qué no se expresó usted así cuando vivió en Colombia’?” (Merchán s. p.). Con en este mismo criterio emprende la crítica de las Apuntaciones críticas… de Rufino José Cuervo17, partiendo de la ansiedad geográfica que le hemos visto expresar anteriormente: Confesamos que el título de la obra del señor D. Rufino J. Cuervo nos había retraído de leerla. Apuntaciones críticas sobre el lenguaje Bogotano: ¿Qué interés puede eso despertar fuera de la localidad á que parece limitarse? Y cuando uno no conoce á Bogotá sino de oídas, cuando sabe que, capital y todo, como es, de la República, no pasa de ser una de las agrupaciones, la principal, es cierto, pero una sola, al fin, de las varias en que 16  “Estalagmitas del lenguaje” apareció originalmente en Repertorio Colombiano 2.4 (Abr. 1879). 17  Tras lo que semeja ser una crítica al espíritu lugareño bogotano, Merchán parece enmascarar una estrategia retórica para dotar a su texto de una entrada atractiva -por lo polémica- y a vez la admiración que le provoca la labor filológica de Cuervo, como muestra notable de los “estudios literarios en Colombia” (Merchán 121). La circunscripción del título de Cuervo al territorio de la capital, tendría que ver quizás con la ausencia en la nueva república de un proyecto integradoramente nacional y con el enfrentamiento por el control lingüístico como forma de poder político. Para las relaciones entre gramática y política en Colombia en el siglo XIX véase: Deas 27-61.

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está repartida la población colombiana, ¿cómo interesarse por un libro indudablemente provincial, á no ser por la curiosidad propia de filólogos de profesión o de gente desocupada? (Merchán 119-120)18. El giro se hace notable cuando afirma que el título se deba quizás a la modestia del autor, pues: No sólo en Bogotá, sino fuera de ella y fuera de Colombia, puede ser leído con mucho provecho: más de sus dos terceras partes tienen aplicación en Cuba, donde maltratamos bastante el español. El señor D. Estaban Pichardo publicó en la Habana hace veinte años un Diccionario provincial de voces cubanas [1836], que sería curioso comparar con las Apuntaciones. Hay muchas voces consideradas por el uno como nacidas en la Isla, y en Colombia por el otro, y que por el hecho de haber obtenido, ó mejor dicho, robado, acá y allá, carta de ciudadanía en el lenguaje corriente, son de patria dudosa; y seguidas por la pista, es probable que nos convencerían de su ubicuidad en toda la América Latina. Valdría la pena escribir un Diccionario de americanismos, fijando, hasta donde fuese posible, la etimología de ciertas voces que todos, desde Rio-Grande hasta Patagonia, entendemos yá, y darlo á España… (122) La particular ubicación geopolítica de Merchán le permite superar las visiones localistas del lenguaje que llevan a que varias patrias se disputen como propios determinados términos y proponer una perspectiva desde un espacio transnacional, delimitado en función de fronteras lingüísticas, que llama ya con propiedad “América Latina”; desde una conciencia continental precursora de la conformación de un pensamiento latinoamericano19. El proyecto de un diccionario de americanismos resulta en igual sentido, en la propuesta de un frente común para combatir a las autoridades lingüísticas de Madrid, en circunstancias en las que el poder de España está a punto de desaparecer. A pesar de sus diferencias con las posturas de Cuervo, Merchán hace una justa evaluación de sus logros: “Una obra de esta naturaleza no se acaba de estudiar nunca: los periódicos deberían publicar un párrafo de ella todos los días” (149). La lectura crítica de un libro sobre el lenguaje se ha convertido para el político que es Merchán en un análisis tanto de las relaciones de las naciones americanas entre sí como con su antigua/actual metrópoli.

Vindicación de Merchán crítico y político o Diatriba en “la casa de la patria” 20 En el álgido año de 1898, se produce en Colombia un enconado debate por la acusación que lanza el Partido Revolucionario Cubano -en la voz de su delegado en ese país Rafael M. Merchán- contra el colombiano Gustavo Ortega Herrán, por presunta malversación de las donaciones recibidas por éste para la guerra de los cubanos21. He decido 18  Sobre la acuñación del término “América Latina” véase: Ardao 83; Rouquié 19; Ramos 148-149 y Eakin 32. 19  Ortega Herrán 37. 20  Esta olvidada controversia, quedaría ampliamente documentada, al menos en un artículo periodístico de Merchán titulado “Un punto de disciplina” y en el folleto Fusilamiento de tres héroes de Cuba en Colombia (1898), alegato de autodefensa del inculpado. 21  Mi hipótesis al respecto estaría relacionada con las consecuencias derivadas de la “división geopolítica del trabajo intelectual” (Pletsch, cit. en Castro-Gómez) dentro del orden epistemológico mundial impuesto por la Modernidad, en el que a América Latina y demás regiones consideradas

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manipular literariamente el alegato de autodefensa de este como resumen de la complejidad de la ubicación de Merchán. Con una gran habilidad retórica Ortega Herrán se propone descalificar a Merchán por el hecho de no encontrarse en los campos de batalla de Cuba: Yo he vivido hasta ayer en la casa de los cubanos, sin tener deber ni necesidad de vivir allí, donde Merchán si tiene obligación de estar y donde ha brillado por su ausencia. Es verdad que el Delegado de Cuba me dijo alto, pero no me lo dijo porque quisiera fundar casa aparte, sino porque ese hombre tiene la mollera tal, que es capaz de concebir la insensatez de creer que conviene despedirme, por patriota, de ‘la casa de la patria’, que me ofreció gustosamente, antes que nadie, mi grande y buen amigo don Pepe Martí (37). Cierro esta interpolación con una última cita que confirma el por qué he traído su texto a colación: “¿se imagina Merchán que yo en Colombia soy tan extranjero como lo es él en los campamentos de Cuba?” (38-39). Ortega Herrán no sólo descalifica la actitud de Merchán hacia Cuba, sino que convoca para ello a Martí, muerto ha pocos años en combate en esos mismos campos de los que Merchán se ausenta; no sólo le recuerda su condición de extranjero en Colombia, sino que lo acusa de extranjero en su propia tierra, en otra palabras, de traidor. El debate Ortega Herrán vs. Merchán da cuenta de la inestabilidad identitaria padecida por Merchán que he tratado hacer explícita y que da cuenta de unas memorias postcoloniales en conflicto. En su sentido político la crítica de Merchán supera por momentos la crítica estética y encarna una notable zona de la modernidad crítica. En este texto he intentado aproximarme a la cuestión de cómo participa la critica literaria y cultural de fines del siglo XIX -“no simultáneamente”- en el proceso de “leer y escribir” la nación en Colombia y Cuba. Contradictoriamente, la misma crítica que habría trabajado por el bien público de las repúblicas americanas, permitiendo la visualización de las obras literarias nacionales y la conformación de un canon propio, quedaría sistemáticamente excluida de las historias de la literatura colombiana�. De ese modo la crítica merchaniana, decisiva en su tiempo para la conformación del canon colombiano e hispanoamericano, va desapareciendo paulatinamente de la historia de la crítica. Los problemas a los que se enfrenta Merchán en sus Estudios críticos -al intentar otorgar un lugar en el cuerpo de la nación cubana a la producción cultural del exiliohan continuado siendo una contradicción constante en el desarrollo actual de la cultura cubana, y un desafío a las posturas teóricas, los instrumentos metodológicos y las políticas culturales contemporáneas. El propuesto por Merchán es un corpus transnacional cubano-colombiano-hispanoamericano que se emplaza en medio y como resultado de las negociaciones coloniales y postcoloniales de finales del siglo XIX. El valioso legado crítico de Rafael María Merchán, atrapado en las redes de la situación colonial cubana, a la vez que en la condición postcolonial y posindependiente colombiana parece constituir aun una herencia no reclamada por la historia de la literatura hispanoamericana, especialmente por las tradiciones letradas cubanas y colombianas.

periféricas le correspondería la obligación de producir materias primas (carbón, petróleo, alimentos no elaborados, novelas, poemas, etc.), y a Europa y los Estados Unidos reelaborar esos productos brutos, y devolverlos al resto del mundo con altos precios y en forma de artículos de lujo, maquinarias, teoremas, modelos, leyes y teorías.

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Ciencia y élites gobernantes en la Colombia del siglo XIX Judith Andrea Forero Vargas / andreadithfv@yahoo.com Facultad de Ciencias Sociales / Pontificia Universidad Javeriana

Resumen La importancia del ideario científico para los criollos ilustrados de la generación de la independencia, se constituyó en un elemento fundamental para garantizar su protagonismo sobre el resto de la población, no solamente en la búsqueda de justificarse como quienes debían reemplazar a los españoles en el control de la sociedad, sino para legitimar su preeminencia en todos los ámbitos sociales y culturales. Este ideario científico, con estas características, fue heredado bajo condiciones semejantes por los criollos que le sucedieron a lo largo del siglo XIX, cuando ya conformada la estructura del Estado bajo su predominio, y bajo un proyecto modernizador, les posibilitó construir una sociedad en la cual ellos se consolidaron como una elite gobernante.

La incorporación de la ciencia y su “sistema de verdad” en la Nueva Granada Las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del siglo XIX, fueron sin duda un momento importante en la vida de la Nueva Granada, pues se estaba incorporando un “sistema de verdad” que en adelante, tendría importantes implicaciones. Cada vez con mayor auge, los criollos ilustrados, estos hombres de ascendencia española pero nacidos en territorio neogranadino, aprendían y asumían la lógica de la ciencia, la cual pretendidamente se consideraba como el único conocimiento que a través del cual, era posible acceder a una explicación plausible de la realidad, y el cual además fundamentaría el modelo gubernamental español, hasta los últimos momentos de la colonia. Esta manera de observar la realidad desde los principios de verdad establecidos a partir de las ciencias positivas, no surgieron del desarrollo de un pensamiento autónomo que se estuviera produciendo en los territorios americanos, sino de un intento por explicar las realidades locales a partir de un conocimiento que desde las dinámicas colonialistas, se venía estableciendo como el único “universalmente válido”. En tal sentido, la actitud de aquellos “nacidos en América”, particularmente en la Nueva Granada, estuvo estrechamente ligada a las dinámicas que el poder colonial español ejercía sobre su territorio y sus súbditos, esta vez con el objetivo de “consolidar el proyecto imperial”.

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Dentro de esta intención, la ilustración con sus ciencias positivas, jugaron ciertamente un papel fundamental, pues a partir de dicho “discurso universalista”, toda dimensión social o natural habría de ser explicada desde un ángulo “objetivo”, sin importar el espacio en el cual tuviera lugar un fenómeno. (Castro, 2005: 54). Santiago Castro denomina a ello: el “punto cero”, esto es, el lugar “objetivo de observación”, el cual, según su apreciación, venía configurándose desde el siglo XVII, por un sector de la intelectualidad europea, como un “imaginario” en el que: Un observador del mundo social puede colocarse en una plataforma neutra de observación que, a su vez, no puede ser observada desde ningún punto. Nuestro hipotético observador estaría en la capacidad de adoptar una mirada soberana sobre el mundo, cuyo poder radicaría precisamente en que no puede ser observada ni representada. Los habitantes del punto cero (científicos y filósofos ilustrados) están convencidos de que pueden adquirir un punto de vista sobre el cual no es posible adoptar ningún punto de vista. (Castro, La Hybris 18) Pero esta universalidad científica, implicó también la imposición de los valores culturales europeos en las colonias, y la consideración de que dichos valores y conocimientos eran superiores a cualquier otra interpretación de la realidad. Así bien, estas concepciones posibilitaban una fundamentación para el ejercicio colonizador, porque entre otras cosas, permitían explicar las diversas realidades que se manifestaban en los espacios colonizados, desde una visión eurocentrista, y orientaban las prácticas que desde el criterio científico, se debían implementar sobre los territorios y sobre sus habitantes. Al ser entonces los paradigmas científicos un sustento para la concepción de la superioridad “racial” europea y su soberanía sobre el conocimiento, la tarea civilizadora de Europa, era considerada un acierto lógico. La ciencia serviría para explicar de forma coherente la superioridad de algunas de sus sociedades o estados, y para llegar a la consideración de que era en ellas en las que residía la tarea de “difundir” la civilización a los demás territorios del globo (Rojas 36). No de forma gratuita, a lo largo del siglo XVIII, empezaron a tomar forma las denominadas “ciencias del hombre” como la sociología y la antropología, las cuales se habrían fundamentado en la contraposición existente entre la civilización europea y la barbarie de “sus” colonias. Entre esos esfuerzos de los poderes europeos, a la hora de implementar un proyecto ilustrado, la corona española, no fue la excepción, específicamente porque su imperio atravesaba por un momento de profunda crisis. Desde recién iniciado el siglo, con el arribo de los Borbones a la corona española, se realizaron una serie de transformaciones “modernizantes”, representadas en reformas a las instituciones gubernamentales, que justamente se conocen como “las Reformas Borbónicas”, las cuales tuvieron como objetivo principal, fortalecer el imperio, a partir de la unificación de un estado que hasta el momento era un agregado de reinos sin mayor cohesión. Pero para lograr esa fortaleza imperial, no era suficiente con tener el poder centralizado alrededor del monarca, también era necesario buscar la reactivación de la economía, recuperar el control del comercio, y explotar con mayor eficiencia sus colonias, fuente inagotable de riquezas que aun no habían sido suficientemente usufructuadas. Es importante anotar, que el proyecto reformista de los borbones hizo especial énfasis en la implementación de la ciencia y sus métodos, por cuanto ello sería útil para reactivar la resquebrajada economía del imperio. Las ciencias naturales y la mineralogía

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servirían para reconocer las riquezas naturales en las colonias; la astronomía y la geografía serían funcionales en el reconocimiento de los territorios de la corona, ayudarían a limitar sus posesiones, y serían importantes para el control marítimo; la medicina y la estadística, contribuirían a reconocer los recursos humanos y procurarles salud. Los sucesivos virreyes de la Nueva Granada, representantes del Rey, jugaron un papel importante en este proceso, pues aquellos se encargaron de traer científicos naturalistas, elaborar planes de instrucción pública y proponer la apertura de una universidad pública. Igualmente procuraron crear periódicos, con el fin de que los postulados de la ciencia se hicieran más extensivos. Diversos periódicos circularon en la Nueva Granada, en donde una de sus finalidades principales era, registrar los “contenidos y métodos científicos”, y, al decir de sus editores, buscar “la divulgación de los conocimientos útiles en la Nueva Granada, para contribuir a la felicidad, a la utilidad común o pública y a un desarrollo que ya se había alcanzado en Europa”. Dentro de toda esta dinámica, los criollos ilustrados de las últimas décadas de la colonia, empezarían a tener protagonismo no solo como parte de la burocracia estatal, sino también como hombres de ciencia (Köning, 110 -17). En ese contexto se impulsó en el Virreinato de la Nueva Granada la Expedición Botánica, la cual fue aprobada mediante Cédula Real en 1783. Con este proyecto científico, fue posible la formación de varios criollos en las ciencias, entre los que se destacaron: Joaquín Camacho, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, Miguel Pombo, José Félix Restrepo, Eloy Valenzuela, Pedro Fermín de Vargas, y Francisco Antonio Zea. Dichos personajes, que fueron considerados aliados de los propósitos científicos de la corona en el reconocimiento de las riquezas explotables del virreinato, fueron también fundamentales en la “difusión” y “circulación” del conocimiento científico y se convirtieron en “sujetos políticos”, no tanto por su participación en el posterior proceso de emancipación, sino más bien, porque detentar el conocimiento científico les permitió “situarse como los llamados a conocer, ordenar y controlar la naturaleza y la sociedad”, tal como lo veremos más adelante (Castaño, Nieto, Ojeda 116)

La ciencia, y los criollos ilustrados de la generación independentista Desde la aparición de las Reformas Borbónicas, esos criollos que hacían parte de la élite letrada, no fueron simplemente funcionarios al servicio de la corona en proyectos como la Expedición Botánica, sino que comenzaron a explicarse su realidad, heredada del orden colonial, desde la perspectiva científica. Estos hombres, como lo mencionábamos en el apartado anterior, también empezaron a auto concebirse como los sujetos que con los españoles ilustrados, eran los únicos que detentaban el “saber legítimo”, lo cual en última instancia les permitía instalarse en lugar protagónico dentro de la “civilización”. Este fenómeno posibilitó el hecho de que muchos de estos criollos, siguiendo las dinámicas propias del ejercicio colonialista, también empezaran a justificar a partir de un discurso científico, la superioridad étnica de origen europeo, con la que aquellos se sentían identificados. Pero con esta actitud, el fenómeno que en últimas se suscitaría sería la perpetuación de la “violencia simbólica” ejercida sobre el resto de los habitantes del territorio, violencia emergió, una vez el poder imperial se situara en el “punto de cero”, lugar objetivo de observación, del que ya habíamos hablado en líneas anteriores. (Castro 18-24)

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En tal sentido, los criollos ilustrados partían por ejemplo del principio de que los indígenas o los “negros”, no podían tener conocimientos médicos o botánicos válidos, porque no nombraban las cosas desde el lenguaje científico, ni explicaban sus realidades desde categorías provenientes del corpus de la ciencia. Aquellos sujetos, que no habían leído los manuales de los naturalistas europeos, y ni siquiera sabían nombrar las plantas con sus respectivos nombres en latín, no podrían acceder de ningún modo a las verdades universales de la ciencia, y entonces, solamente podrían acudir a la “superchería” de sus tradiciones. En tal sentido, todo conocimiento originado de estos sectores, podría en grado sumo, como lo dijera Francisco José de Caldas, llegar a ser producto de la “feliz casualidad”, gracias a su paciente persistencia, como él mismo lo señala en el siguiente escrito: ¿Cómo este rústico jamás equivocaba el género, éste género tan vario y caprichoso? La experiencia, un uso dilatado, una casualidad feliz, han enseñado seguramente a los moradores de los países en que abundan las serpientes que tal planta es un remedio poderoso [...] Un hombre que no ha oído jamás los nombres de Lineo, de familias, de géneros, de especies; un hombre que no ha oído otras lecciones que las de la necesidad y el suceso, no podía reunir nueve o diez especies bajo de un género que el llama Contra y los botánicos Besleria, sin que tuviese un fondo de conocimientos y de experiencias felices en la curación de los desgraciados a quienes habían mordido las serpientes. No pretendo que se crea su palabra; pero estos hechos deben llamar nuestra atención y estimularnos a que hagamos experiencias con todas las Beslerias. (Caldas 165-66). Estos criollos, también tenían en su haber, en sus lugares de estudio, algunos libros de materias como la física, botánica, historia natural, química, astronomía, geografía etc, en su mayoría de autores europeos, hacían investigaciones sobre plantas, animales, geografía y sobre los pobladores no criollos que se encontraban en el territorio, postulaban tesis basadas en teorías que “eminentes científicos” habían expuesto, conocían a personalidades del mundo científico, se enteraban de las novedades científicas que llegaban de Europa, hacían tertulias donde se hablaba de estos temas, y publicaban sus investigaciones en periódicos locales, entre otras actividades. Igualmente escribían sus cartas, informes y artículos con un lenguaje de carácter científico, explicando las realidades locales a partir de esas categorías, y se preocupaban porque las ciencias fueran estudiadas para salir del “salvajismo”, en el que según ellos, se encontraba sumido el territorio que habitaban, debido a que, como lo mencionaba Antonio Zea, el virreinato estaba “sumergido en la última barbarie y, a pesar de su vasta extensión territorial, habitado solamente de un millón y medio de hombres miserables sin ciencias, ni artes, ni agricultura ni comercio” (Zea 68). Debido a esta cercanía con la “verdad universal” que posibilitaba el acceso a la ciencia, estos criollos se sentían lideres y autoridades a la hora de explicar por ejemplo, cómo geográficamente estaba ordenado el territorio, cuál era el tipo y carácter de sus gentes, cuál era el clima más apto para la civilización, e incluso, cuáles debían ser los métodos para alcanzarla. En últimas, esta situación también les permitió “auto” situarse y “auto” legitimarse en un lugar protagónico en la jerarquía social e intelectual de su tiempo, no solo por su ascendencia europea1, o por su posible movilidad económica, sino precisa1  Caldas se refería a los criollos como parte de la “raza europea” al decir estas palabras: “Entiendo por Europeos no solo los que han nacido en esa parte de la tierra, sino también sus hijos, (…) a

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mente por su “preeminencia” en el lugar de acceso al conocimiento, lo cual también sería determinante para el posterior proceso emancipatorio (Köning 71-121). Uno de los ejercicios más comunes que realizaban los criollos, era explicar a la población del territorio basándose en las tesis esgrimidas por pensadores europeos, quienes exponían en sendos tratados aquello que consideraban sobre la geografía, los habitantes y el clima de América. Estudios como los de Francisco José de Caldas: El estado de la geografía en el Virreinato de Santafé de Bogotá con relación a la economía y el comercio, y Del influjo del clima sobre los seres organizados, basado en las teorías del Conde de Buffon, o los de Pedro Fermín de Vargas: Memoria sobre la población, son ejemplos de esta prácticas, que además venían acompañadas de propuestas o políticas atinentes a cómo mejorar la población del reino, tal como se puede leer a continuación: Para el aumento de nuestra agricultura, sería igualmente necesario españolizar a nuestros indios. La indolencia general de ellos, su estupidez y la insensibilidad que manifiestan hacia todo aquello que mueve y alienta a los hombres, hace pensar que vienen de una raza degenerada que se empeora en razón de la distancia de su origen. Sabemos por experiencias repetidas que entre los animales, las razas se mejoran cruzándolas, y aun podemos decir que esta observación se ha hecho igualmente entre las gentes de que hablamos pues en las castas medias que salen de la mezcla de indios y blancos son pasaderas. En consecuencia, de estas observaciones y de la facilidad que adquiriría nuestra legislación patria, sería muy de desear que se extinguieran los indios, confundiéndolos con los blancos (…) (ctd en Köning 111). Así bien, estos criollos fueron continuadores de las dinámicas colonizadoras ejercidas por el gobierno español, toda vez que reproducían su discurso racializado sobre los habitantes del territorio, perpetuando con ello la “violencia epistémica” que ejercía el poder imperial sobre aquellos (Castro, La hybris 61-5). Sobre estas bases, los criollos ilustrados construyeron su proyecto emancipador. Tener el conocimiento sobre la ciencia y sus métodos, a la postre les permitió tener argumentos para considerarse, los continuadores de los peninsulares en la administración institucional, en la organización de la estructura política, en el usufructo de la riqueza de la tierra y de sus gentes.

El lugar de la ciencia en los discursos de los criollos republicanos como elemento hegemónico: Desde las primeras décadas del periodo republicano, se vislumbraba una continuidad en las consideraciones que tenían sobre la ciencia los criollos neogranadinos de finales del siglo XVIII. Esta perspectiva permitió una prolongación en la dinámica de apropiación de los conocimientos científicos, pero esta vez, en la búsqueda por institucionalizarlos una vez fundada la república. Entre 1820 y 1822, muy poco tiempo después de la llamada emancipación, Francisco Antonio Zea por ejemplo, proyectaba la creación de la escuela de minería, la “organización” del Museo de Ciencias Naturales, y el establecimiento de una escuela en la cual se formarían ingenieros militares. Sin embargo, más allá de destacar aquellos proyectos estos se conoce en América con el nombre de criollos, y constituyen la nobleza del nuevo Continente cuando sus padres la han tenido en su país natal”.

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que se realizaron para desarrollar la practica científica en el país, lo que interesa a este escrito, es reflexionar sobre el lugar que tuvo la ciencia en los discursos de algunas personas pertenecientes tanto a las elites políticas, como a las intelectuales del recién fundado estado, una vez el estado español dejara de administrar y gobernar la vida y riquezas de dicho territorio. Un tema no menos importante, tiene que ver con considerar hasta qué punto el lugar que ocupó la ciencia en el discurso, fue predominante para la legitimación de varios criollos de la generación postindependentista, en los ámbitos políticos, epistemológicos e intelectuales, perspectiva que nos lleva a preguntarnos si la ciencia, fue también un “instrumento de gobierno” (Gramsci, Los cuadernos 245) a la par que un método a través del cual, aquellos criollos se abrogaron el derecho de gobernar a los demás sectores sociales. Finalmente, también parece preciso considerar el lugar que jugarían estas narrativas de la ciencia, en la construcción del tipo de hegemonía que surgiría luego del proceso emancipatorio, entendiendo el concepto de hegemonía en sentido gramsciano en el que aquella no se basa únicamente en el ejercicio de la fuerza, de la “coerción”, sino también en la construcción y funcionamiento del consenso, es decir, de aquello que permite que la ideología, la moral y la cultura adquieran una forma específica y no otra, de acuerdo con los intereses de quienes la construyen2 (Gramsci, Los Cuadernos146).

La ciencia en los criollos republicanos La generación de criollos nacidos después de la emancipación debía consolidar una “retórica nacionalista” que les permitiera argumentar su presencia en las altas esferas del poder. Para ello, muchos de los criollos apuntaron por la creación de un nacionalismo modernizador, a partir del cual se esperaban sustentar a sí mismos como cabeza del gobierno. Una de las tesis más importantes expuesta en este escrito, es que dentro del proyecto modernizador criollo, la ciencia y el lenguaje científico fueron fundamentales, porque precisamente serían parte de lo que permitiría sustentar no solo de muchas de las políticas que dichos criollos seguirían, sino también de los mecanismos a partir de los cuales aquellos se impondrían como élite y como cabeza del orden político del país. Santiago Castro apunta con razón, que la “modernidad como proyecto” vincula, a través del estado como “estancia central”, “mecanismos de control sobre el mundo natural y social” (Castro-Gómez Ciencias Sociales 147); para lograr dichos mecanismos, la ciencia resultó ciertamente un factor fundamental, pues al menos a través de los discursos políticos, aquella se exponía como uno de los factores fundamentales para que dicho control fuera posible. Desde la perspectiva científica no sólo se explicaba la naturaleza o el territorio, sino también las características físicas, morales e intelectuales de sus habitantes, así como muchas de las políticas a partir de las cuales debía gobernarse adecuadamente. La ciencia también permitió argumentar y legitimar un orden social específico, las funciones sociales que debía cumplir cada individuo dependiendo de su lugar en ese orden social, y fue utilizada también para justificar la manera como cada partido político se presentaba como superior frente al otro partido, y de las ideas que los sustentaban como se verá más adelante.

2  En palabras de Gramsci: “La realización de un aparato hegemónico, en cuanto crea un nuevo terreno ideológico, determina una reforma de las conciencias y de los métodos de conocimiento, es un hecho de conciencia, un hecho filosófico” (Gramsci, Los Cuadernos 146).

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Durante la segunda mitad del siglo XIX las elites neogranadinas tomaron a la “civilización europea”, como el ejemplo a seguir para construir la recién fundada República. Para ello fue necesario insistir en la dicotomía civilización-barbarie, la cual fue fundamental en la creación de identidades de raza y de sectores sociales, a partir de clasificar a los sujetos según su cercanía con la civilización (Rojas). En tal sentido es que decimos que los criollos, hombres, blancos, hispanoparlantes y participes de la elite económica, se consideraron superiores al resto de la sociedad y, a partir de ese criterio justificaron el gobernar a las mujeres, los indios, los negros y los demás sectores sociales. El discurso científico fue útil, no solamente para dar un sustento de “verdad” a ese tipo de discurso, como se verá más adelante, y para definir las jerarquías sociales como lo vemos ahora, sino también, para generar ciertos ejercicios políticos sobre la sociedad en general. El asunto de la “raza”, fue uno de los temas más tratados por las elites ilustradas neogranadinas. Explica Julio Arias Vanegas (Arias), que las elites generaron unos “sistemas de diferenciación” y unos “signos de distinción” que les dieron argumentos para hacerse en la hegemonía del poder; para Arias, asuntos como la fisionomía –el ideal por el fenotipo blanco-, la pureza de sangre y los comportamientos cotidianos, fueron fundamentales en esas estrategias de diferenciación. En la creación de estos “sistemas de diferenciación”, por parte de las elites, fueron utilizados argumentos con lenguaje científico, que además justificaron, desde un “criterio de verdad”, medidas generadoras de “inclusión y exclusión social”. Al determinar a los indígenas y a los negros como individuos alejados de la civilización, pensadores como José María Samper, Manuel Ancizar, y Agustín Codazzi, desde cierto “darwinismo social”, construyeron “sistemas de diferenciación” racial, con una doble función: por una parte, explicar la superioridad, y por tanto, la legitimidad en el poder de la raza “blanca” a la que pertenecían los criollos, y por la otra, generar un sistema de identidades en donde se clasificaba a los grupos dependiendo de génesis racial, tal como lo manifiesta la siguiente cita de José María Samper: En todas partes el criollo es la inteligencia de la revolución, sin escasear por esto su sangre generosa y sus sacrificios admirables, mientras que el indio, el negro el mulato y el mestizo blanco son los instrumentos materiales. El criollo es legislador, administrador, tribuno popular y caudillo al mismo tiempo. (…) Las demás razas y castas, en los primeros tiempos, no hacen más que obedecer a la impulsión de los que tienen el prestigio de la inteligencia, de la audacia, y aun de la superioridad de la raza blanca. (…) El indio es esencialmente pasivo, el no quiere la razón de la causa que sirve; (…) El negro antes esclavo, sumiso, estúpido y sedentario, es el artillero de la revolución, siempre fijo en su posición, brutal, obediente al jefe que le manda, (…) El mulato, mucho más alto en la escala social, porque en su tipo se combinan las tendencias generosas del europeo y el ardor de la sangre africana, se sirve de todas las armas, acepta todos lo climas, y es de todos los mestizos el que más se acerca a la revolución (Samper 184-85). Como fue señalado anteriormente, el discurso científico no solo generó identidades y subjetividades, sino que también, fue importante para la aplicación prácticas sobre los individuos “bárbaros” o grupos que “científicamente” fueron considerados como tales, con proyectos avalados desde el discurso científico o emergidos desde esos paradigmas. Es de esta manera como por ejemplo las medidas que para la construcción de la sociedad que expresan personas como José Maria Samper o Miguel Antonio Caro, aparecen reflejadas en la legislación nacional. Para ellos, el mestizaje, que era una manera de “blanquear” a indios, negros y mestizos, se podía promover mediante la colonización y

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la inmigración de europeos. Desde estas ideologías se expidieron leyes como la Ley 13 de 1823, que “ordenaba la promoción de la inmigración de europeos y norteamericanos y se autorizaba al ejecutivo para disponer hasta de tres millones de fanegadas de tierra para repartir entre las familias inmigrantes”. Como lo menciona Carlos Noguera, fue importante la conceptualización científica para la elaboración de estas leyes en donde por ejemplo, no se impulsó una inmigración desde el Japón por cuanto la Academia Nacional de Medicina conceptuó que: “la posible mezcla de población nativa con representantes de la raza amarilla en lugar de elevar los caracteres biológicos de la raza colombiana, podría hacerlos retroceder a un nivel inferior”, (Noguera 100). La universalidad de la ciencia moderna, en boca de las elites intelectuales, como herramienta civilizadora, produjo escenarios en donde se desarrolló y tuvo lugar una violencia que fue más “allá de sus manifestaciones físicas”; a este tipo de violencia, Castro lo denominó “violencia epistemológica”, pues produjo una “negación de la simultaneidad” y una “eliminación de la alteridad”, o, como lo llamaría Rojas, una “supresión de historias alternativas”, puesto que otras narrativas que explicaban el mundo, provenientes por ejemplo de sectores negros e indígenas, fueron excluidas y reprimidas por dichas elites, bajo la consideración “científica” de la inferioridad de la capacidad intelectual de los individuos pertenecientes a estos sectores. Para las elites criollas, desde una visión científica, a partir de estudios médicos, sociológicos, antropológicos, geográficos, etc., los individuos de las razas, indígena, negra, mestiza y zamba, debido a sus deficiencias “intelectuales y morales”, a los –negativos“efectos del clima” y las condiciones geográficas de sus lugares de nacimiento, en la mayoría de los casos, poseían una manera de ver el mundo, que siendo propio de estos sectores de la sociedad, al no partir de principios científicos, y ser interpretados como creencias vanas y hasta infantiles, eran considerados por fuera de la realidad. Según menciona Cristina Rojas, en la segunda mitad del siglo XIX colombiano, la legitimación política de los “letrados” estuvo sustentada en su “capital ideológico”, el cual se encontraba manifiesto en asuntos como la ley, la gramática y la moral. Este “capital ideológico”, permitió a las élites ilustradas configurar sus “valores de verdad”, a la vez que les garantizó legitimarse como “dueños de la civilización”. Aunque esta tesis resulta interesante, su autora no presenta a la ciencia como uno de los pilares del “capital ideológico”, ni tampoco tiene en cuenta su función en el “deseo civilizador”, por tanto es preciso mencionar que ésta se constituyó como una de sus bases fundamentales, por cuanto, como ya se ha enunciado y como veremos más adelante, era referente de “verdad”, para explicar temas como la sociedad y la naturaleza, o la forma de ser de la política, y medio para lograr el “progreso” y la “felicidad” de la República. La ciencia, como posibilidad de acceder a la realidad, no estuvo en disputa entre los miembros de los partidos políticos liberal y conservador. Aunque hubo debates en torno a ciertas tendencias que se desarrollaban en Europa, como sucedió por ejemplo alrededor del darwinismo entre los círculos intelectuales de las últimas décadas del siglo XIX, el estatuto epistemológico de la ciencia nunca se puso en tela de juicio (Restrepo). Así mismo, como lo revelan los múltiples discursos de los miembros más importantes de los partidos liberal y conservador–los cuales no mencionaremos aquí por ser bastantes- la controversia sobre cierta oposición entre religión y ciencia, o bien fue muy poca, o no fue fundamental, porque en general, los miembros de ambos partidos, utilizaban ambos temas para argumentar las diferencias partidarias y sustentar la superioridad frente al

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otro, sin plantear que en esencia algún partido estuviera contra Roma, o denigrara del discurso científico. Por ejemplo, miembros influyentes del partido liberal, como Miguel Triana y Manuel María Madiedo, en más de una oportunidad señalaron a su partido como un partido “eminentemente científico”, como lo veremos en la siguiente cita: El liberalismo, partido eminentemente científico toma al individuo tal como se le encuentra en la naturaleza, incrustado en el organismo social, del cual no se puede arrancar, sino por abstracción, como se logra concebir la molécula elemental de un cuerpo cualquiera. Considera la sociedad como un organismo preconstituido, cuya organización no depende de la voluntad individual, sino que es consecuencia de las leyes naturales a que están sometidos todos los organismos3. También en el partido conservador varios de sus miembros, aunque aludían una fuerte vinculación a la religión católica, por su intención de aparecer como abanderados de la moral, no dudaban de la validez de la ciencia, la cual tenían presente también para impulsar sus ideales civilizatorios. Miguel Antonio Caro, defensor a ultranza de la religión católica, no vacilaba, como lo veremos en la siguiente cita, en vincular a la ciencia como un elemento importante para promover una visión “universal” del mundo: Hay en el mundo una escuela que define la civilización diciendo ser la aplicación del cristianismo a la sociedad (...) Son bastas nuestras miras, y con esto significamos que nuestra publicación será de carácter universal: religiosa y política, filosófica y científica, noticiosa y literaria. (...) allí donde hay amor a la virtud, a la ciencia y a las bellas artes, allí también predomina la simpatía por la cuidad eterna y por su augusto pontífice4. Por otra parte, la ciencia como “capital civilizador”, hacia parte, como la literatura y las artes europeas, de las obsesiones de las élites, por poseer los “verdaderos” y mejores conocimientos, propios de un sujeto civilizado. La obsesión por la ciencia y su instalación como paradigma, se expresó en diversas acciones, como por ejemplo: el esfuerzo de algunos miembros de las élites por enviar a sus hijos a estudiar a Europa y Estados Unidos; la búsqueda por pertenecer a instituciones científicas europeas; la publicación de revistas de divulgación científica y de trabajos en donde fuera evidente la aplicación del conocimiento basado en la ciencia; la fundación de instituciones de carácter científico, así como de escuelas de “educación práctica”, entre otras. El continuo y repetido el esfuerzo por enviar muchachos de familias prestantes a estudiar al exterior, a partir de la segunda mitad del siglo XIX (Safford 221-59), que tenía por destinos preferidos, Estados Unidos, para el aprendizaje de carreras técnicas, o países europeos como Francia, Alemania o Inglaterra, si se preferían la medicina o ciencias naturales, no solamente tenían el objetivo de recibir los “últimos” conocimientos científicos y conocer las innovaciones que en tecnología moderna se desarrollaban en esos 3  Fragmento de un discurso de Miguel Triana escrito en 1885 y titulado: “El Positivismo y los partidos políticos” (González 172). Recordemos que Miguel Triana fue además de político activo del partido liberal, un hombre de ciencia, quien además participó en la fundación de la Sociedad Colombiana de Ingenieros en 1887. 4  Fragmento del texto de Miguel Antonio Caro de 1871, titulado: “Primer editorial del Tradicionalista” (González 139).

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países, sino también por la presunción generalizada de considerar, que el visitar o vivir en un país “civilizado”, permitía una mejor formación para la juventud. Es importante mencionar sin embargo, que a pesar de que la mayoría de esos muchachos no lograron consolidar una carrera propiamente académica, sí existieron varios casos que dan fe de la participación de granadinos en instituciones científicas europeas, en las cuales recibieron reconocimiento por su labor científica. Tal es el caso de hombres como José María Samper, ideólogo del partido liberal y miembro titular de la Sociedad de Geografía y de Etnografía de Paris, o de Andrés Posada Arango, miembro de la Sociedad de Antropología de París, quien tuvo la oportunidad de publicar algunas de sus investigaciones en la revista de dicha Sociedad y recibir honores académicos en la misma, (Escobar 318).

Algunas conclusiones: elites criollas, ciencia y hegemonía Dentro de los elementos encontrados en la relación que existió entre la ciencia, las elites criollas y la hegemonía, se encuentran, tanto algunas continuidades que parten de la era colonial y se proyectan en la era republicana, como algunas dinámicas novedosas, siendo la más sobresaliente la utilización de la ciencia para legitimar el monopolio del gobierno de los criollos, sobre el resto de sectores sociales. Dentro de las continuidades que permanecen en la colonia y la república se encuentra el estatuto de verdad de las ciencias, las “violencias epistémicas”, y el “mejoramiento de la raza” para un porvenir promisorio del país. El paradigma científico como “verdad universal” impuesto por los Borbones, permaneció como único espacio de verdad y “lugar objetivo de conocimiento”, aun después de la emancipación de la corona. Esta condición de verdad no fue cuestionada; las discusiones que hubo giraron en torno a diferentes teorías científicas pero no al estatuto epistemológico de la ciencia. Dado que la ciencia era conceptualizada como el “único pensamiento válido”, ello generó unas “violencias epistémicas” que no solamente permanecieron de la colonia a la república, sino que incluso se fueron refinando. Para los criollos, tanto los que vivieron en la colonia como en la república, el mestizaje era importante porque la mezcla con la raza blanca dignificaba y mejoraba a los demás sectores sociales. Algunos defensores de esos argumentos, recurrían a los criterios adaptados de científicos europeos. Dados los elementos anteriores, dentro de los criollos que fueron protagonistas políticos de la construcción del estado, nunca hubo una intención de integrar las concepciones de la realidad de la mayoría de la población por considerar que sus conocimientos partían de una interpretación herrada de la realidad. Con respecto a las transformaciones que surgieron luego de la emancipación de la corona española, se encuentran por ejemplo la intensión de “continuar con la gesta civilizadora”, la legitimación de la argumentación política a partir de fundamentos científicos y el presentarse los criollos como superiores en la “escala de evolución social, a partir de discursos de carácter científico, para legitimar su gobierno sobre el resto de los individuos que habitaban el territorio.

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Cuando la administración pública dejó de ser dominio de los españoles, los criollos que les sucedieron se consideraron con la responsabilidad de continuar con la “gesta civilizadora”, es decir, desarrollaron el “deseo civilizador”. Dentro de esta labor civilizatoria, la ciencia jugaba un papel protagónico, por cuanto describía la realidad del mundo, única realidad que se podía considerar verdadera. Al ser los criollos quienes tenían el “capital civilizador”, entre lo que se encontraba su dominio sobre las ciencias positivas, se sentían con el deber y el derecho de educar moral e intelectualmente a los pueblos. Cuando los criollos de la recién fundada república organizaron sus actividades y propuestas a partir de dos partidos políticos, una de las maneras de fundamentar la valía de uno frente al otro, era argumentando que sus propuestas correspondían a desarrollos científicos con los cuales ellos eran más competentes que los otros para dirigir de forma más eficiente el país. La ciencia como “verdad universal” y los criollos como quienes detentaban este conocimiento, fueron fenómenos fundamentales para legitimar el que ellos fueran quienes determinaran los destinos del resto de la población.

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Perspectivas temáticas de la prensa independentista | Un estudio de caso en cuatro de sus protagonistas, Nueva Granada 1810 - 1813 Luis Carlos Cortes Suárez / eskopetin_100@hotmail.com Profesional en Historia / Universidad Industrial de Santander

La publicidad política resulta de la publicidad literaria; media, a través de la opinión pública, entre el Estado y las necesidades de la sociedad J. HABERMAS

Resumen El periodismo en tiempos de emancipación, fue una fundamental herramienta, para el proceso político mismo, así también, como para la formación de nuestra Republica. Así mismo, en las paginas de la prensa se dibujó el desarrollo de un país, que en medio de dificultades construyo y construye a su modo imitativo una “nación”, sustentada en las ideas Ilustradas venidas de las revoluciones europeas y adaptadas a nuestras particularidades; ideas que precipitaron los procesos de Independencia, de Republica, de Federación, de nacionalismo, en fin, de todos estos procesos representativos de nuestra historia. Este texto expositivo preliminar se trata de eso, de la prensa en tiempos de la Independencia, de su estructura, de sus temas, de sus intereses, de sus condiciones políticas, económicas y religiosas, de cómo influyeron y determinaron en parte el destino de la futura Colombia. Tomando cuatro periódicos correspondientes a éste fragmento de tiempo de la Independencia Neogranadina, se ha intentado mostrar parte de sus condicionamientos y el modo como cada uno respondió a las necesidades de la sociedad neogranadina, es decir informar, formar y dirigir, todo entendido desde los contenidos de los periódicos.

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La difusión de información sustenta actualmente uno de los pilares de la sociedad conocido como el cuarto poder.1 Así mismo, es un poder que contiene múltiples subestructuras que de un modo u otro cambian el mundo en que vivimos, generando procesos o sucesos en la humanidad, a lo cual no escapó la Independencia neogranadina. En la Nueva Granada para el año de 1810, parte de la información política se plasmó en la prensa escrita como herramienta de difusión para determinados grupos o “castas” sociales. Así entonces, tanto el Semanario del Nuevo Reino de Granada, el Diario Político de de Santafé de Bogota, el Argos Americano y el Aviso al Público fueron dignos representantes de la prensa periódica, tanto en la Nueva Granada, como en su contexto emancipador político. De acuerdo con lo anterior, el presente texto se aproxima de manera preliminar al asunto de la prensa neogranadina y sus temáticas en tiempos de emancipación. Con el proceso de la llamada Independencia, surgen nuevos papeles públicos ó de publicación periódica, y de ello surge el problema de identificarlos temáticamente con el fin de individualizar, no solo los mismos periódicos, sino sus contenidos. Lo que pretende ser un aporte, o base de investigación que considere abordar de manera mas precisa y clara, a nivel temático de algún periódico que aquí se trabaje.

Periódicos y su Desarrollo La prensa posee la característica de ser, de un modo u otro, precursora y cooperante en la generación de una “conciencia”, en la construcción de la “nación”, en la legitimación del actuar de las “castas” sociales y básicamente en la construcción de la sociedad. Ahora bien, este debatido asunto como es el de la “nación” y “Las Comunidades imaginadas”; se contemplara desde: …la afirmación de que la nacionalidad […] al igual que el nacionalismo, son artefactos culturales”2 es decir que “…el nacionalismo debe entenderse alineándolo, no con ideologías políticas conscientes, sino con los grandes sistemas culturales que lo precedieron, de donde surgió por oposición3. En este orden de ideas, podemos ver que la estructura de la “nación” no solo esta sustentada en su anterior sistema; sino que además cuenta con instrumentos, como la prensa que ha estado ligada a hechos de índole política, en el marco de la construcción conveniente de “nación”, y de patriotismo en base a intereses que obedecen al llamado “interés colectivo”, manifestando a lo largo de nuestra historia diferentes demostraciones de patriotismo, en aras de dicha construcción. Cabe señalar que Anderson en sus consideraciones sobre la “imaginación” de sectores colectivos creados a partir de ciertos periódicos, en torno a diferentes áreas como: el comercio, los barcos, etc. no se acerca a la realidad que se presenta en la prensa independentista neogranadina, en torno a estos diversos temas; por que, al reunir los papeles 1  Bond F. Fraser, Introducción al Periodismo, Editorial Limusa – Wiley, México 1965 pp. 188 2  Anderson B. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo FCE, México, 1993 pp. 21 3  Id. 30

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temáticas especificas se fueron creando campos no solo de lectura, sino de actuación, (tertulias, conspiraciones, etc.) por parte de grupos de poder; así, al pasar de la individualidad a la colectividad y de la palabra a la actuación: se puede decir que: El poder sólo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías […] donde las palabras no se emplean para velar intenciones, sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir, sino para establecer relaciones.4 Se debe entonces, entender que estos papeles a continuación esbozados son el gran instrumento por el que se generará conciencia real y practica dentro y fuera de un proceso llamado Independencia, logrando convocar a grupos de poder que efectivamente actúan por medio de la prensa, donde dibujan sus ideas e intenciones.

El Semanario del Nuevo Reino de Granada. Por Francisco José de Caldas El excelente trabajo realizado por el profesor Mauricio Nieto Olarte en su obra Orden Natural y Orden Social, toma como fuente y objeto de estudio este semanario, para llegar a establecer como se trazaron los limites sociales en torno a la Ilustración criolla, y cómo la ciencia que se representó en las páginas del semanario sirvió a muchos intereses públicos y políticos. Es preciso poseer una perspectiva sobre la Ilustración en la Nueva Granada al exponer su relación obvia con la Península. Es así que en el Semanario se infiere como el proceso que se llevaba a cabo por las elites ilustradas no se separa en ningún momento de lo público y político, los instrumentos científicos, el dominio de la naturaleza, el contenido y la forma del discurso ilustrado que posibilitaba la construcción del conocimiento y la distinción de los grupos letrados con respecto al resto de “castas” del Virreinato. Entonces, la política y la ciencia son complementarias y retroactivas para la construcción del orden social que se pretende. En este orden de ideas, se observa que de asuntos como la geografía económica, o la historia natural, que son tratadas en El Semanario, son una empresa de imagen, en cuanto a política, que produce o deja como resultados aparentes una distinción del orden social, entre ilustrados y demás gente, y además una incursión –por lo menos- en el intento por ingresar o figurar como entidades científicas y políticas en la “comunidad” de Europa. Ahora bien, en este primer ejemplar, veremos puntos de desarrollo en materia de comunicación de la ideas, y la utilización de herramientas como la ciencia para producir autoridad científica, política y moral mediante un análisis de argumentación para la diferenciación social entre el ilustrado y el resto; diferenciación social, mantenida desde el poder que da el saber. Para un acercamiento a la configuración del discurso manejado en el Semanario, es oportuna la utilización del método teórico llamado La Espiral del Silencio5. con su ayuda, 4  Arendt, H. The Human Condition. Chicago: The University of Chicago Press 1958. Versión castellana: La condición humana. Barcelona: Paidós, 1993. pp. 223. 5  Teoría que básicamente adjudica el discurso preponderante en cualquier espacio, a una doctrina dominante, que es seguida sin objeción por los miembros inferiores de algún tipo de escala social.

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vemos que la Ilustración, contradecía en sus funciones a la razón, “razón que os hará libres”, y estaba pretendida dentro de un orden de política ó de administración del poder, sustentado éste en la ciencia, presa ésta de la política que la utiliza como herramienta de dominación, donde no solo pretende una definición social, sino además, logra una intervención en lo que se denomina “opinión publica”; intervención comunicativa y pública, donde se demuestra que era menos probable que un individuo “influyente” dé su “opinión” sobre un determinado tema entre un grupo de personas, sí siente que es parte de la minoría. Sin embargo, esta teoría no se debe generalizar, pero en lo que respecta a una política de diferenciación social, como la aplicada mediante la ciencia en el Semanario, si resulta bastante eficiente deducir que muchos de los ilustrados se sentían atraídos por las ideas de Mutis –por ejemplo- y compañía, por ser estos grupos de dominación intelectual a los cuales resultaba difícil contradecir pues no se contaba con una preparación académica, ni con los recursos de diversa índole para oponerse. En este orden de ideas por miedo a la censura o aislamiento por parte de la autoridad, el sujeto actuaría, no de acuerdo con sus ideas, sino con las de sus superiores. En conclusión, para las elites ilustradas el comprender el Nuevo Mundo, supuso la construcción de un “orden natural” y social no ajeno a la cultura europea, lo que invita a una reflexión más cuidadosa sobre la relación entre ilustración americana, ciencia “colonial”, independencia, modernidad política y las ideas nacionalistas y patrióticas que la historiografía republicana sigue asignando a las elites criollas. Es entonces que La Espiral del Silencio como método de abstracción, ha permitido establecer el carácter temático del primer periódico consultado el cual es científico y político siendo lo primero dominado por lo segundo. Además, nos ha dado una pauta o un llamado de atención para una futura investigación que realice un eficiente tamizado de lo que sería una opinión sin utilidad, y lo que sería una opinión útil a la causa, por supuesto dibujada en las páginas periódicas publicas. Cabe señalar que El Semanario del Nuevo Reino de Granada, pasó de dominio realista a republicano (criollo) formalmente hablando. Diario Político De Santafé de Bogota. Joaquín Camacho y Francisco José de Caldas. “Difundir las luces, instruir a los pueblos, señalar los peligros que nos amenazan y el camino para evitarlos, fixar la opinión, reunir las voluntades, afianzar la libertad y la independencia, solo puede conseguirse por medio de la imprenta”6 En lo concerniente a esta publicación y mediante su preliminar análisis, se ha logrado determinar y caracterizar temáticamente dentro de un periódico político, con perspectiva informativa de las actividades del gobierno establecido –la Suprema Junta de Santafé de Bogotá-, aunque el diario es decisivo en informar que “nuestras plumas van a pintar nuestras virtudes y nuestros vicios; y a mandar a la prosperidad el aprecio y el odio de nuestros ciudadanos.”7 Este tipo de expresiones, hace pensar en un afán de ganar adeptos –no solo subscritores-, primero para la subsidencia del Diario y después para Ver: Miller, Kathy, Communication Theories: Perspectives, Processes, and Contexts, NY McGraw-Hill. (2nd ed.), pp. 277-279 6  Ver: Diario Político de Santafé de Bogota Numero 1º agosto 27 1810 Prospecto. 7  Ver: Diario Político de Santafé de Bogota Numero 1º agosto 27 1810

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la detentación del poder en manos de la Suprema Junta, puesto que los señalamientos que el Diario propone van a estar más encaminados a manifestar formas discursivas de algunos personajes de la Republica que aún son fieles a la causa realista, y son denunciados entonces en las paginas del Diario a manera de justificación de su “promesa” de señalar los vicios. La difusión de las “luces” que señala el prospecto del Diario esta marcada por la difusión de las actuaciones de la Suprema Junta, en torno a los acontecimientos de los días del proceso de Independencia, es decir, que el concepto de “luces” no se tomo como en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, porque en este caso no se trata de instaurar una delimitación social, sino mas bien se nota la intención de una unión “patriota”, por lo menos en lo que a las elites ilustradas y sus múltiples colaboradores se refiere. Es fácil inferir, –aunque arriesgado y requiere mucho mas estudio- que una vez establecido un supuesto y endeble –aunque así no se pensara en aquél tiempo- armazón social, con ilustrados de un lado e ignorantes de otro, pero no reconociéndolo publica y directamente así, podrá entonces pensarse en un llamado a la unión en torno al enemigo común, como por supuesto se hacia ya desde años atrás, pero ahora podría pensarse con herramientas como la ciencia, la política ilustrada, todo bien o mal aprendido de los compatriotas europeos. Ahora, en lo que tiene que ver con “instruir a los pueblos”, se infiere una pretensión que se caracterizó como un temprano “racismo social”8. en donde el ilustrado puede, y tiene la obligación de guiar ó dirigir mediante los medios que estén al alcance –en este caso el saber representado y divulgado con la prensa – a la “masa ignorante”, la cuál después de ser informada, debe atender y fijarse una opinión en torno a los intereses de la recién parida Republica. Republica que por supuesto aun posee un latente enemigo, el cuál le va generar unos peligros amenazantes a la libertad que se ha conseguido con tanto sacrificio, el sacrificio de nuestros héroes –término utilizado deliberadamente-. Estos peligros y la forma de “como evitarlos”, nos arrojan un a asunto también muy importante; en este periódico se demuestra el uso de una herramienta mas, es la de la gloria, que como en tiempos clásicos se apoya en las victorias militares, reconociendo que es un área no muy explorada en la “mentalidad” de los que en la prensa neogranadina de la Independencia se representaron. Pero su contenido no se limita a lo militar o político, sino que reconoce adelantos o aportes científicos que vendrán a cooperar con la Independencia y paralelamente a reconocer las virtudes de muchos hombres que participaron directamente en el proceso. Aunque, no se publiquen muchos nombres en el Diario estos son dignos de mención. Para citar un ejemplo de ello “…ha impreso el almanaque del N. R. De Granada para 1811 y le ha dado una nueva forma […] preliminares que el Autor ha puesto al frente…”9; se refiere a una nueva herramienta para la ciencia, en tiempos de la Independencia. En este punto, ya podemos identificar como la articulación de los periódicos de hace mas o menos 200 años fue atendiendo a una línea política muy interesante, y es la de dominar por medio de la ilustración, apoyada esta en la ciencia o mas específicamente en la generación de conocimiento acerca del territorio, empleando técnicas europeas, como 8  No se esta sugiriendo que las elites criollas habrían creado lo que Foucault llamaría muchos años después biopolitica. –socialmente hablando9  Ver: Diario Político de Santafé de Bogota Número 28 noviembre de 1810.

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por ejemplo identificar a la geografía con un uso dominativo no solo sobre la naturaleza, sino sobre los habitantes del un reino desperdigado. Identificando parámetros de comportamiento político-administrativo, reflejados en dos de los muchos periódicos que expresan una constante por retomar o mejor continuar con un aparataje social anterior –para no utilizar el termino colonial- , donde la dominación sigue estando sostenida por tres pilares que son; la política, la ciencia, la moral -religión, representadas en la elite criolla, los “sabios”, y la religión, respectivamente. Así, en la prensa se fue demostrando el continuo proceso de administración subalterna a una naturaleza del ordenamiento, y de la jerarquía social existente en el antiguo Virreinato, así como el acondicionamiento de la economía en función de las exigencias de otras metrópolis, pero ya sin la figura del Rey que fue “remplazada” por la del mejor(es) patriota(s) enmarcada en la Suprema Junta. En conclusión, con respecto al Diario y su contenido de resoluciones, decretos, operaciones de las provincias, manifestaciones, reclamos, etc., se ha expresado que: El Diario es un depósito de datos históricos por ser el órgano publicitario de la Junta Suprema y además por sus completas crónicas sobre los acontecimientos, de esos días, no solamente en Santafé y en el Nuevo Reino, sino en la Presidencia de Quito. En esta forma se inicia el periodismo político y oficial.10 Incursionando en otro espacio, pero de misma materia, entendiendo otro espacio como otro territorio, pues una cosa era la capital Santafé y otra las provincias, lo que se entiende si nos adelantamos y salimos un poco del tema, dando una mirada a los futuros estados soberanos y sus orígenes, así como para ver un poco lo que fue un diario creado fuera de la capital, el cuál es el caso siguiente. El Argos Americano por José Fernández Madrid y don Manuel Rodríguez Torices. Periódico editado en Cartagena que se caracterizo por una cierta resistencia a la capital Santafé lógicamente combatiendo el centralismo. Este periódico, se hace de vital importancia para cualquier investigación sobre el tema de la emancipación, porque, no sólo es el primero reconocido como republicano, sino además es el primero que esta fuera del alcance –de modo alguno- de la Suprema Junta de Santafé, al menos en términos de prensa atendiendo al patriotismo y haciendo como era de esperarse un grito de llamado a la unión, condenando al bárbaro sistema de gobierno y celebrando que por fin …ha llegado la época suspirada en que los amantes verdaderos de este Reyno puedan hablar con absoluta libertad, desentrañando las causas que han obstruido los canales de su prosperidad y engrandecimiento. Nos hallamos en una crisis peligrosa, en que nada conviene tanto como informar las ideas.11

10  Cacua, Prada Antonio, Historia del Periodismo Colombiano, Bogota: Fondo Rotatorio Policía Nacional 1986, pp. 73-74. 11  Ver: Argos Americano, Papel político, económico y literario de Cartagena de Indias. Prospecto.

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El Argos es la representación de la Republica en el periodismo de nuestro país, con sus llamados al patriotismo –y permítase caer aquí en el discurso que se trata de evitar- a la unión, en contra de los que pretenden intereses particulares “sacrificando” los intereses del “pueblo”, tales como “proyectos de agricultura” y otros. El Argos es la representación de las provincias –de cierto modo- su primera voz en contra de los que pretenden pescar en río revuelto y lograr para sí mayores beneficios a despecho de un supuesto patriotismo. Ahora bien, la anterior apología a El Argos Americano, es con el fin de entender, como dentro del cuerpo mismo de los periódicos, se exáltalo el patriotismo en términos de la unión, la lucha contra la tiranía y los intereses particulares. Sin embargo, el mismo cuerpo de texto del periódico, como se puede ver en una lectura rápida, obedece a intereses particulares, representados por el mismo Argos.12 El Argos, temática y formalmente se clasifica como un periódico “político económico y literario”, con la novedad de estar fuera de la capital, también con la novedad derivada de esa condición, expresando las preocupaciones de las provincias –de cierto modo- con respecto al gobierno central y ofreciendo de manera mas precisa, noticias sobre el comercio de la costa o la bahía, y las “naciones ultramarinas” y expresando en toda oportunidad los “sacrificios que deben hacer las provincias en obsequio de la unión”. En sentido general, esta bien posesionado ante el público no solo por su carácter patriótico, sino por su utilidad y unidad comercial y/o económica, con respecto al norte del territorio. El Aviso al Público por: Fray Diego Padilla Para los historiadores la obra de fray Diego viene a aportar nuevos elementos de juicio en la tensa polémica “Suarezismo versus Enciclopedismo en la Independencia de las Republicas Hispanoamericanas”. A los economistas y administradores públicos ella viene a sorprenderlos con uno de los primeros trabajos sistemáticos que sobre esas materias hayan visto la luz de la imprenta en tierras americanas. Los estudios de las ciencias políticas encontraran con sorpresa que el Padre Padilla adhería a ciertas ideas que hoy son consideradas patrimonio común de muchas doctrinas, inclusive la contemporánea Doctrina Social de la Iglesia.13 Con estas palabras, se introduce el estudio de O. Popescu sobre una de las “Adiciones” que contiene el Aviso al Público; se trata de la “Traducción Libre del Tratado Intitulado Economía Política hecha por un Ciudadano de Santafé”; este pequeño estudio realizado en base a esta traducción, es la base teórica para estudiar no solo a fray Diego y sus ideas, sino a su periódica obra llamada el Aviso al Publico, en donde aparte de las ya acostumbradas manifestaciones de patriotismo, se llegó a puntos más saludables para el proceso de Independencia tales como la economía política y otros

12  Para un análisis mas profundo del Argos Americano, y los intereses cartageneros políticos y económicos que en sus páginas de dibujan ver: Ripoll María Teresa, El Argos Americano: crónica de una desilusión. Ponencia presentada en el VII Simposio sobre la Historia de Cartagena: La ciudad en la época de la Independencia, 1800-1821, en septiembre de 2007. 13  Popescu, Oreste. Un Tratado de Economía Política en Santafé de Bogota en 1810 / El Enigma de Fray Diego Padilla, Librería de la Academia Colombiana de Historia – Distribuidores.1968

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En ese trabajo se encuentran datos y hechos de la vida de fray Diego, además del posterior análisis de la traducción del tratado, así como deja ver al mismo tiempo los intereses literarios y científicos de fray Diego Padilla; es decir, los autores y obras que éste y otros patriotas consultaban, de lo que perfectamente se podría inferir parte del pensamiento científico y cultural independentista, en un estudio de caso como es el Aviso al Público. En síntesis, lo anteriormente expresado se da a manera de estado de la cuestión en lo concerniente a este periódico.14 Este periódico esta encausado mas hacia el cuestionamiento de la libertad que se ha conseguido y de cómo lograrla en definitiva, dice: ¿…acaso nos hemos asegurado ya en la posición perfecta de nuestros derechos? […] La libertad no puede acompañarse de un solo átomo de tyrania. […] en tres siglos de edad había echado raíces profundísimas15 la adhesión al Consejo de Regencia de Cádiz […] es el primero y principal pimpollo que se debe arrancar de las Américas 16 Cabe informar que en El Aviso se entra a tratar de frente el tema de la libertad y no solo en cuánto a política se refiere, sino también el asunto importantísimo de la libertad de imprenta; “la libertad de imprenta […] baluarte inexpugnable de la libertad política y civil de los pueblos tiene dos clases de enemigos: los preocupados y los hombres de mal fe: los primeros por que no la conocen; y los segundos por que la temen”.17 En adelante, se reflexionara acerca de dos asuntos importantes en el Aviso al Público. El primero de ellos entendido dentro de la religiosidad y sus ventajas, y posteriormente el de la libertad de imprenta tratada a manera de debate, con muy buenos argumentos, enmarcando esta brevísima reflexión en la cita arriba expuesta. Lo primero que hay que expresar es el hecho de que el generador de este periódico sea una autoridad religiosa, lo que parece darle cierta ventaja -hipotéticamente- sobre quienes no perteneciendo de lleno a la Suprema Junta, tampoco son religiosos; es decir, una cierta ventaja con respecto a la aceptación del periódico entre el “publico” lector, al poder reconocerse con el permiso directo de Dios. Recordemos, que el contexto histórico al que se hace referencia se caracterizaba por un fuerte elemento religioso, regulador no solo del comportamiento socialmente aceptable, es decir, moral, sino también con una gran o total influencia interventora en asuntos públicos y porque no decirlo, económicos y políticos. Cabe señalar, que el profesor Renán Silva, en su trabajo sobre la Prensa de finales del Siglo XVIII, nos informa que el tipo o grupo de suscriptores, es decir, el publico de los pe14  Para Consultar datos sobre Fray diego Padilla: Romero Mario; “Fray Diego Padilla”, en Próceres 1810, Bogota, Banco de la Republica, 1960, p. 31., Gómez, José Apuntes Históricos de los Misiones Angústianos en Colombia, Casa Editorial de la “La Cruzada”, 1924, pp. 6, 19, 206. / en la Web: http:// hereticusspace2.blogspot.com/2008/05/hoja-de-vida-del-p-fray-diego-francisco.html 15  La tyrania 16  Ver: Aviso al Público. N I sábado 29 de septiembre de 1810. 17  Ver: Aviso al Público. de 1810.

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riódicos, estaba compuesto por individuos de algún “prestigio” social elevado, en donde por supuesto se puede deducir algún numero de religiosos, al menos los que estaban a cargo de la educación, o mejor de toda la educación, aspecto que también se debe –de cierta manera- tener en cuenta a la hora de ver como estos personajes que se encargaban de la educación del reino y de la primera Republica, consultarían y seguirían mas un periódico editado por un sacerdote que por un -acido- político, asunto que por supuesto requiere un estudio de gran profundidad y de pruebas mas veraces que un estudio preliminar de caso, como es el de el Aviso al Público. Libertad de Imprenta en el Aviso al Público. Los Reyes Católicos “ven la necesidad de dictar un reglamento acerca de su ejercicio y de las preocupaciones que deben tenerse para imprimir libros y promulgan la Pragmática de 8 de julio de 1502 Titulo XVI en la Novísima Recopilación”18 La llegada de la imprenta a America se estima hacia 1533, traída por el obispo franciscano fray Juan de Zumarraga a Nueva España, y a la Nueva Granada arriba en 1737 traída por los jesuitas. En el Aviso al Público se realiza una caracterización de los enemigos de la libertad de Imprenta entre; “dos clases de enemigos: los preocupados y los hombres de mal fe: los primeros por que no la conocen; y los segundos por que la temen”.

Los preocupados Se entiende como, los que pretendiendo buenas intenciones, sugieren a la Suprema Junta, mediante discursos en otras publicaciones, que sancione la libertad de imprenta, para que no se permita la impresión de papeles que sean injuriosos, sediciosos, antirreligiosos, etc., por el peligro que estos representarían a la Independencia. Lo que se podría denominar el peligro de desestabilización de un sistema que trata de construirse o que ya se pretende construido. Los preocupados, obran así en contra de dicha libertad por que no conocen la verdadera libertad, y confunden todo el tiempo la libertad con la licencia.

Los hombres de mal fe Paralelamente, están en el Aviso, los que obran de mal fe; estos desprecian la libertad de imprenta por que temen que las malas acciones que hicieron estando bajo un antiguo régimen o las que hacen en su momento, puedan salir a la luz publica y ser expuestos a tales o cuales castigos, si mediante la libertad de imprimir puedan ser denunciados sus delitos públicamente.19 De los dos puntos, fácilmente se puede caer en un error analítico al deducir un marcado carácter romántico y un tanto ingenuo plasmado en el Aviso, al suponer que la libertad puede acompañarse de anarquía en la impresión de cualquier tipo de escrito, pero al consultar detenidamente el Aviso al Publico, se nota con claridad que en sus paginas se entendía perfectamente que la libertad se media en términos de la licencia, licencia que determinaban las autoridades es decir la Suprema Junta. 18  Cacua, Prada, Idem. 19  Ver: Aviso al Público N. 19, 20, 21. - 1811

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Como vemos, el asunto de la imprenta es tratado con más o menos profundidad por primera vez en un periódico republicano; que siendo estos dependientes del arte de Gutemberg, parece que no poseían mayor preocupación por este asunto. Se deduce que esa supuesta despreocupación, obedecería a lo que la mayoría de los periódicos expresaban en su inicio y final: “Con licencia del Superior Gobierno” Así, si editores o editor ya poseían un periódico que podemos leer 200 años después se puede inferir que ya poseía tan anhelada licencia, entonces que mas importaría para continuar, si no fuera los suscriptores o el financiamiento, totalmente independiente de que otros pudiesen imprimir y publicar o no, es decir, que si discursos, suplicas o sugerencias vieran la luz publica, no seria asunto primordial de ningún editor que tendría bastantes preocupaciones con su periódico. En síntesis, el Aviso al Publico puede ser clasificado dentro del grupo temático de los periódicos políticos y sociales en cuanto a los llamados sobre la completa y verdadera libertad, y sobre la imprenta y su utilización; también un informativo en cuanto a diversas noticias políticas y militares, agregando un espacio de publicación de periódicos extranjeros como el Redactor de Cumana, aludiendo al tema de la “verdadera religión”. Aludiendo a los llamados retos de la prensa neogranadina de 1810, es decir: informar, formar y dirigir, retos que por demás la prensa misma se planteaba, se puede expresar que efectivamente ésta herramienta, informativa, discursiva y/o doctrinaria, respondió, al menos desde sus paginas, o desde sus opiniones, a estas tres funciones, recordando que su aplicación fue dentro de ese reducido grupo de lectores, -no solo subscriptores- ó esa llamada “minoría ilustrada”, que pretendía el saber y por ende el poder. Por lo demás, estas aproximaciones, como se dijo antes, hacen parte de lo que en las páginas públicas se dibujaba, y no pretenden en ningún momento ser afirmaciones partidas desde un análisis de fuentes documentales exógenas a los periódicos. CONCLUSIONES La prensa y el oficio del periodismo20 en 1810 pretendía ante todo informar acerca de sucesos a manera de diario, semanario, etc., de la Independencia, es decir, acerca de los ejércitos tanto patriotas como enemigos -españoles- y demás sucesos. También se concluye que se poseía una intención de denuncia sobre lo que se pensaba como injusticia, sobre todo en lo concerniente a la libertad o libertades, herencias según algunos escritores de un despotismo denunciante, enraizado en la sociedad neogranadina después de 300 años. Así mismo, otra caracterización del periodismo esta marcada por los autores, donde se ha entendido que estos fueron todos representantes a varios niveles de las “castas” de poder, ilustrados o no, donde no solo se pretendía el conocimiento por las luces, sino también una muy bien definida política de exclusión y segregación donde la posición social estaba a la orden del día, si se trataba de poner en su sitio a “ignorantes” que por

20  Para una aproximación al origen de los términos “periodismo y periodista”, ver: López, Antonio, Origen y evolución del término «periodista», [en línea]. Disponible en Word Wide Web: http:// www.4shared.com/get/dMzgL2eN/origen_termino_periodismo.html, versión para descargar, en formato pdf.

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supuesto necesitaban “ser guiados”, para que evitaran los peligros o en el peor de los casos no representaran uno al proceso de formación de la patria y la “nación”. En este orden de ideas, además se observa en las publicaciones un interés enunciado por parte de la elite de entrar a formar parte de un mundo europeo que dejaría prestigio para sus particulares figuras y para la Republica. A propósito, de figuras políticas es un deber expresar que una vez establecida la imprenta en la Nueva Granada y con ella la producción de periódicos que para su tiempo deberían verse como el muro de la libertad, donde muchos expresaban sus pensamientos y terminaban por convertirse en auténticos periodistas, es decir una cantera de formación en el arte. Periodistas que desde aquel punto romántico de una nueva profesión se empezaban a mirar, desde los tantos periódicos, como agrupaciones que empezarían a formarse por una línea política o ideológica fenómeno que se manifestara mas adelante durante los dos siglos siguientes. Se ha intentado mostrar a lo largo de estas páginas, cómo el reconocimiento de la libertad de imprenta y el proceso de la prensa, iniciado de alguna manera desde que el Virrey Ezpeleta trajo a don Manuel del Socorro Rodríguez a la Nueva Granada, fue generando la entrada de libros y publicaciones regulares que posibilitaban la constitución de la confianza, el consenso y el conocimiento entre los hombres de letras. Asunto bien importante en el entendimiento de nuestra historia, y en la formación de la pretendida nación colombiana.

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Mompox en la primavera de 1808 Lenguaje y cultura política en el interregno Wilmer E. Rodríguez Villafora / villafora@yahoo.com Estudiante de Historia / Universidad de Cartagena (...)a son de caxa , pito y música , se publico el Bando el Bando prevenido, p voz de Rafael Valiente q hace de oficio de pregonero, en la Plaza Mayor, la de la Vice-Parroquia de Santa Bárbara, la de San Carlos, y la de Sn Francisco, en las quales después de publicado el Bando se hacía descarga a salva, acompañando el acto los repiques generales de las campanas iglesias, concurriendo en su comitiva el Pueblo, q complacido y lleno de júbilo aplaudía la celebridad, prorrumpiendo en voces altas: Viva El Rey Nuestro Señor Don Fernando Séptimo; y otras demostraciones del Amor y lealtad.1

Resumen El propósito de este trabajo es analizar el lenguaje politico que se manifiesta en la Villa de Santa Crux de Mompox durante la coyuntura de 1808, a través de Bandos, Juras, Te Deums y donativos a la causa. Se pretende, asimismo, apreciar el ritmo de la semántica política en un lapso clave para los procesos de independencias y modernidad política en el conjunto hispánico. Así, es de suponer, que la villa momposina no fue ajena a esa discursividad en la que ya se avisoran mutaciones en el futuro orden sociopolitico del area iberocultural. Respecto a las fuentes primarias se consultó material del Archivo Historico Nacional (Madrid, Esp.), portal de internet: www.pares.mcu.es; además, se estudiaron microfilmes en la Biblioteca Nacional de Colombia (Bogotá). Palabras claves: pueblo, pueblos, nación, lenguaje, cultura política

1  Bando publicado en la Villa de Santa Cruz de Mompox el 6 de julio de 1808, (el énfasis de aquí en adelante es propio de la monografía). Fuente ubicada en el Archivo Histórico Nacional (Madrid) consultada en el portal de internet www.pares.mcu.es. Unidad: Junta Central Gubernativa del Reino. América, Asuntos Varios. Signatura, ESTADO, 56, D.

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Introducción El interregno de 1808 en el mundo hispánico, producto de la invasión napoleónica a la península española, marca una serie de cruciales transformaciones en la órbita colonial americana y metropolitana peninsular. Transformaciones principalmente desde la perspectiva política2, que hacen circular un conjunto de acepciones en la escena pública donde se puede avizorar una mutación en el orden sociopolítico, ya republicano para América o monárquico parlamentario para España, y que pretende instalarse en el imaginario social. El propósito de este trabajo es analizar el uso del lenguaje político de las proclamaciones públicas en la Villa de Mompox durante la coyuntura de 1808. Asimismo, se busca apreciar el ritmo de la semántica política en un lapso clave para los procesos de independencias y modernidad política en el conjunto hispánico. Por tanto, observemos la importancia de los llamados “juegos del lenguaje”, perspectiva que parte del modelo de historia conceptual. Desde la disciplina filosófica, quien inspira tal enfoque es Ludwig Wittgenstein (1889-1951), filosofo lingüista de nacionalidad austriaca, que indica el destacado papel del lenguaje en la configuración del discurso, la representación de la realidad o del contexto.3 Javier Fernández Sebastián es el que a bien propone un análisis histórico de los conceptos sociales y políticos en el área cultural iberoamericana.4 Su planteamiento central es que en el lapso del siglo XVIII y XIX se configuró en el Atlántico Hispano-Lusitano un

2  La política como concepto histórico tiene su propia dinámica. Desde los tiempos de la Grecia clásica, donde se configuró la simiente de la democracia que hoy nos rige, esta ha afrontado diversas nociones. Aristóteles veía la vida en la polis con la plenitud del hombre. Este zoon politikón entendía la vida en ella como su esencia humana, no pertenecer a esta lo convertía en un idion. Obvio, el contexto aristotélico evocaba una politiké de modo simple para la demografía de la época. Aristóteles, luego, concebía la política como la primera causa, el todo de la vida humana, en una convivencia en cierto grado horizontal. Con la irupción del imperio romano, la noción se diluye y se muta en el marco de expansión territorial que no es para nada el reducido contexto de la polis ateniense. Esta pasa a denominarse civitas, y se configura como civilis societas, adquiriendo una cualificación más elástica que amplía sus límites. Tal civilis apunta en iuris societas, es decir,un marco jurídico. La política toma una dimensión vertical. Cicerón (106-43 a.C.) establecía que la civitas no era una simple agregación humana, sino aquella que se rige por el consenso de la Ley. En esta línea, la verticalización de la política es ajena a la inicial concepción griega. La República de Platón era politeia, una traducción adaptada al mundo que pensaba en latín. Res publica (cosa común) o, según Cicerón, res populi. Para los ingleses Commonwealth, con igual sentido anterior, “bien común”. Esto observa el preciso punto de colocar los conceptos en sus contextos históricos. Así, la República actual, se sitúa en esa dimensión vertical, en cierto modo ausente desde tiempos helénicos. No obstante, los procesos político- históricos nos encaminan a afrontar la política no solo con la verticalidad, (en su sentido más duro de autoridad absoluta), del mundo en latín; sino también como una horizontalidad (convivencia y alianza) reminiscente de aquel zoon politikón antropológico, constructor de cultura y producto de esta misma. Véase: Giovanni Sartori, Elementos de Teoría política, Madrid, Alianza Editorial, 2005, pp. 233-255. 3  Conrad Vilanou, “Historia conceptual e historia intelectual”, en Ars Brevis 2006, http://www.raco. cat/index.php/arsbrevis/article/viewFile/65855/76078, (acceso 9 agosto 2010). 4  Javier Fernández Sebastián. Iberconceptos. Hacia una historia transnacional de los conceptos políticos en el mundo iberoamericano, en http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/ view/114/114 (acceso 2 de octubre de 2010).

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vuelco sustancial en la estructura semántica que soportaba las instituciones y prácticas políticas. Respecto a las líneas más representativas de la historiografía del proceso de independencia, por ejemplo, el discurso histórico del siglo XIX, concentrado en la formación de los Estados-Nación en Latinoamérica, soslayó en cierto modo ese sentido de unidad que representaban tanto las colonias americanas, como la metrópoli ibérica en su etapa de Antiguo Régimen. Así, la llamada “historia institucional”5 del siglo XIX estableció una interpretación tendenciosa del interregno, visto como un periodo de “fracaso” y “oscuridad”, acuñado con el peyorativo de “patria boba”6. Por tanto, la interpretación de los hechos se enfrascó en construir, al decir de Germán Colmenares, una “cárcel historiográfica”7. Asimismo, la visión materialista-marxista8 que influyó en la disciplina historiográfica de mediados del siglo XX, acentuó su mirada en las continuidades de las estructuras económicas y sociales venidas desde la colonia y menospreciando cualquier enfoque político. Es François Xavier Guerra el que provee un nuevo horizonte analítico del proceso de independencia. Guerra enfoca este proceso desde la metodología conceptual de cultura política: el análisis en esencia de los cambios en las sociabilidades políticas, que trascienden de una sociedad corporativa de Antiguo Régimen pactista a una republicana de individuos vinculados de manera libre e igual ante la ley, esto es, el concepto moderno de nación.9 En ese sentido, Guerra centra su reflexión en la crisis monárquica de 1808 como una abertura a la modernidad e independencias en el mundo hispánico. En síntesis, Guerra asume que el transito antigüedad-modernidad en nada es fluido. Al contrario, se pinta una cultura política variopinta, cuya semántica adquiere todo un grado de bifurcaciones producto de la misma dinámica que toma el proceso. Margarita Garrido, en esa línea, descubre toda una cultura política en la vida colonial neogranadina desde su obra “Reclamos y representaciones”10. En las comunidades locales, como aldeas, villas o las ciudades capitales, los “vecinos”, es decir, personas con casa poblada, “decentes”, y muchas veces “blancos”, se valían de mecanismos institucionales como las “representaciones”. Con estas, se pretendía intervenir las decisiones del Cabildo, la elección de sus funcionarios, o lo pertinente a la vida pública. Asimismo, tales “representaciones” eran instrumentos por medio de los cuales los vecinos pedían el ascenso jurisdiccional de su comunidad.11 La cultura política arrastra toda una gama de 5  Véase: José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional, Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2209, Tomo I 6  Para una visión revisionista de este concepto véase: Armando Martínez Garnica, El legado de la “patria boba”, Bucaramanga, Edit. U.I.S., 1998, p. 16. 7  Germán Colmenares, “La historia de la revolución por José Manuel Restrepo: una prisión historiográfica”, en La independencia. Ensayos de historia social, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1986, pp8-23. 8  Orlando Fals Borda, Las revoluciones inconclusas en América Latina, México, Edit. Siglo XXI, 1968, pp. 59-82. 9  Francois- Xavier Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, Madrid, Edit. MAPFRE, 1992, p. 11. 10  Margarita Garrido, Reclamos y representaciones: Variaciones sobre la política en el Nuevo Reino de Granada 1770-1815, Bogotá, Banco de la República, 1993, p. 414. 11  Margarita Garrido, “La política Local en la Nueva Granada”, en Anuario Colombiano de la Historia Social y de la Cultura Vol.: 15, Bogotá, Universidad Nacional, p. 51, en http://www.banrepcultural.org/ blaavirtual/revanuario/ancolh15/articul/art2/art2a.pdf (acceso 1 de sep. de 2010)

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lenguaje, de comunicación social, una semántica rica en términos que son objeto de estudio para Garrido. En su trabajo, “lenguaje y poder”, la historiadora desentraña toda una serie de códigos lingüísticos que se aprecian en la escena pública con el advenimiento de la independencia.12 Por ejemplo, las nociones de “ciudadano”, “vecinos”, “derechos”, “pueblo”, “nación”, “vasallos”, algunos de estos términos trascenderán a la modernidad; pero otros, como “vasallos”; no tendrán viabilidad en el nuevo discurso republicano. Respecto al interregno, Manuel Chust propone que en 1808 no hubo propiamente una debilidad del imperio, sino una plena adhesión ideológica y política a las instituciones coloniales. En el “qué hacer” y “a quién obedecer”, las colonias americanas se plegaron tanto a las “viejas” autoridades, esto es, Audiencias, Cabildos, Capitanías generales e Intendencias; como a las “nuevas”: las Juntas y Cabildos Abiertos. Por consiguiente, las Juras de Fidelidad a Fernando VII y la condena generalizada a Napoleón no permitieron que el francés “cooptara” a las colonias como inicialmente proyectó.13 Es un bienio “gatopardesco” el de 1808 y 1810, según Chust. Palpitan una serie de miedos en las colonias americanas. Miedos externos, es decir, el temor a una invasión inglesa o de otra potencia extranjera. Miedos internos, como el temor a que las “castas” tomaran la iniciativa política, pues aún pervivían en el imaginario de la elite los levantamientos indígenas (caso del Virreinato del Perú), o el levantamiento de los “comunes” (caso del Virreinato de la Nueva Granada); además, el “terror haitiano” que se paseaba por la memoria de la dirigencia colonial.14 Todo esto fueron factores que impidieron a la elite configurar un plan político coherente, e hicieron de ella presa fácil de la “reconquista” de 1816. Daniel Gutiérrez Ardila, pone de plano el papel importante que asumieron las provincias neogranadinas en el interregno. Estas, al arribar al año de 1810 ya como Juntas Provinciales, se relacionaron como Estados soberanos y asumieron una forma confederativa.15 Asimismo, Armando Martínez Garnica, asume que las provincias manifestaron un comportamiento desigual en el proceso de independencia. De 22 provincias, solo 11 se integraron al Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada. Las otras 11 fueron un fortín regentista. Mompox, en “cabildo extraordinario” del 6 de agosto de 1810, proclamó su independencia provincial respecto de Cartagena. Con esto asumía sus riendas políticas para tratar de manera directa con Santafé.16 Javier Fernández Sebastián

12  Margarita Garrido, Palabras que nos cambiaron, lenguaje y poder en la independencia, en http:// www.banrepcultural.org/evento/palabras-que-nos-cambiaron-lenguaje-y-poder-en-la-independencia-11#informacion (acceso 1 sep. de 2010). 13  Manuel Chust, “Un bienio trascendental: 1808.1810”, en Manuel Chust (Comp.) La eclosión juntera en el mundo hispánico, México, Edit. Fondo de Cultura Económica; El COLMEX, 2007 p. 31. 14  Ibíd., 37. 15  Daniel Gutiérrez Ardila, “La diplomacia “constitutiva” en el Nuevo Reino de Granada (18101816)”, en Historia Critica Vol.: 33, Bogotá, UniAndes, (2007) p. 61.; asimismo, véase la tesis doctoral del mismo autor: Daniel Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el interregno en Nueva Granada (1808-1816), Bogotá, Universidad Externado, 2010, p. 50. 16  Armando Martínez Garnica, “La desigual conducta de las provincias neogranadinas en el proceso de la Independencia”, Anuario de Historio Regional y de las Fronteras Vol.:14, Bucaramanga, U.I.S., (2009), p. 42, en http://revistas.uis.edu.co/index.php/anuariohistoria/article/view/330/572 (acceso, 2 de octubre de 2010).

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plantea que en 1808, por más invocaciones a la “nación” y a la “patria” en la mayoría de proclamas, en la práctica fueron las provincias las que tomaron la vanguardia.17 Así, es de suponer que en las proclamas públicas momposinas de 1808, se avista un lenguaje con partituras políticas que marcan ritmos semánticos, explicando, en cierto modo, un venidero cambio en el orden sociopolítico. En cuanto a las fuentes primarias se utilizará el expediente que registra juras, donativos, proclamas, manifiestos, lecturas de bando, oficios y decretos del cabildo.18Además, se consultó material microfilmado en el archivo de la Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), (Bogotá). Este artículo se estructura de la siguiente manera. Dos capítulos esenciales: el primero, busca explorar una imagen panorámica de la sociedad de Mompox. En aspectos como la dinámica económica, sociopolítica y demográfica. El segundo, pretende analizar los conceptos que de manera reiterada afloran en los bandos; por lo menos dos acepciones claves se enfatizan: el de “pueblo”, en su raíz social y política de sentido singular; y “pueblos”, en su dimensión plural. Asimismo, se aborda la semántica de “nación” que se conecta, en cierto modo, con ambos términos planteados. De manera seguida un epílogo: ¿los “pueblos” o las “provincias”? Al cabo de dos años esta es la encrucijada de Mompox en el Congreso Neogranadino de 1810, que preside la Junta Suprema de Santafé. Es un segundo momento en el proceso de independencia. ¿Qué mutaciones conceptuales trae el discurso político para la escena momposina?

1. Mompox, una Villa a Cal y Canto La Villa de Santa Cruz de Mompox fue fundada por Pedro de Heredia en 1537 como puerto fluvial.19 Se ubica en una subregión de las llanuras del Caribe: la depresión momposina.20 Es el centro de una llanura semi-acuática que favorece las actividades agropecuarias y mercantiles-portuarias en el bajo Magdalena, territorio que ocupaba el Cacique Mompox, perteneciente a la etnia Malibú. La articulación de lo geográfico y lo social posibilita inscribir a la villa momposina en lo que Braudel denomina como el imaginario

17  Javier Fernández Sebastián, “Provincia y nación en el discurso político del primer liberalismo”, en Carlos Forcadelll y María Cruz Romero, (Edits), Provincia y nación, los territorios del liberalismo, Zaragoza, Esp.: Institución “Fernando El Católico”, 2006, p. 29, en http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/26/55/_ebook.pdf (acceso 1 de octubre de 2010). 18  Fuente ubicada en el Archivo Histórico Nacional (Madrid), portal de internet www.pares.mcu. es. Unidad: Junta Central Gubernativa del Reino. América, Asuntos Varios. Signatura, ESTADO, 56, D. 19  Se le consideró provincia separada de Cartagena por Real Cedula del 3 de agosto de 1774, pero se removió en 1777 por intrigas políticas de la elite de Cartagena en confabulación con los marqueses momposinos terratenientes que buscaban restarles poder a los comerciantes en el cabildo. Véase: Orlando Fals Borda, Mompox y Loba, Historia Doble de la Costa, Bogotá, El Ancora Editores-Banco de la República- Universidad Nacional, 2002, Vol. I. pp. 120A-125A 20  Marta Herrera Ángel, denomina llanuras del Caribe o el concepto equivalente de región Caribe, los territorios de las provincias de Cartagena y Santa Marta. Se ubica Mompox en el área limítrofe de ambas provincias. Véase: Martha Herrera Ángel, Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las llanuras del Caribe y en los Andes centrales neogranadinos, siglo XVIII, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Academia Colombiana de Historia, 2000, p. 350.

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urbano occidental de ciudad abierta”.21 Esta tipología admite la interacción del espacio social con sus recursos naturales en condiciones de provecho.

CIUDAD

ECLESIASTICOS

BLANCOS

INDIOS

LIBRES

ESCLAVOS

TOTAL

Cartagena

223

3.389

56

7.612

2.107

13.387

Mompox

53

878

77

5.248

837

7.093

Marta Herrera, en un enfoque comparativo, plantea que a diferencia de los Andes Centrales, donde la Corona articuló un cierto control político a través de una red tupida de pueblos de indios que internaban los valores de orden espacial hispánico, en las Llanuras del Caribe la temprana catástrofe demográfica indígena no permitió la conformación de una red de asentamientos que sirviera de base para divulgar las pautas culturales europeas y articularlas con la de los indios y africanos.22 El Estado concesiona el dominio político, dando así vida a la conformación de los marquesados de Santa Coa y TorreHoyos, con la entrega de vastos latifundios en recompensa por congregar a los arrochelados, además de despejar y pacificar la ruta fluvial del ataque Chimila.23 En este cuadro nace la vasta hacienda ganadera. Además, la posición estratégica de Mompox convirtió a la villa en un importante puerto fluvial que enlazaba los mercados caribeños con los andinos, por lo general, vía contrabando.24 La Villa compartía con la plaza fuerte de Cartagena el ser uno de los dos grandes centros nucleados de la región. La demografía mostraba a Mompox como uno de los principales del virreinato, cuya capital, Santafé, tenía 24.000 almas según el censo de 178025: La sociedad momposina se configuraba en el orden tradicional de estamentos. El censo reflejaba categorías étnicas producto de la dinámica socio-demográfica del siglo XVIII. Para la Real jura a Fernando VII del 16 de agosto de 1808 el Cabildo se conformaba así: Alcalde ordinario de primera nominación: Regidor Alférez Real Don Gabriel Martínez Guerra; Contador: Dn Ramón Martínez de Enjo; Tesorero Interino: Dn José Gaspar de Leaña; Ministros oficiales reales: Regidor jubilado, Dn Pedro Martínez de Pinillos; Re21  Fernán Braudel, Civilización material, economía y capitalismo. Siglo XVI-XVIII. Tomo I: Las estructuras de lo cotidiano, lo posible y lo imposible, Madrid, Alianza Editorial, 1984, p. 32. 22  Martha Herrera Ángel, Ordenar para controlar, Op. Cit. p. 230. 23  Steinar A. Saether, Identidades e independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850. Bogotá, ICAH, 2005, p. 47. 24  Adelaida Surdís Nájera. “Estructura de la ganadería en el Caribe colombiano”, en Huellas Uninorte Vol.: 47-48, Barranquilla, UniNorte, en http://ciruelo.uninorte.edu.co/pdf/BDC256.pdf (acceso 9 de septiembre 2010). 25  Fuente. “Padrón de la Provincia de Cartagena. Año de 1780”, en Archivo General de la Nación. Sección Colecciones. Fondo Ortega Ricaurte. Censos 1, Caja 37, Documento 11. 3 La clasificación de los núcleos poblacionales según Wolfe es: Caserío: de 20 a 200 habitantes; Caserío Grande: de 200 a 1.000 habitantes; Villorrio de 1.000 a 2.500; Pueblo de 2.500 a 10.000; Ciudad de más de 10.000 habitantes”. Véase: Diana Soto Arango, La primera universidad del Caribe colombiano, un modelo ilustrado para la América colonial, en http://www.destiempos.com/n14/dianasoto.pdf (acceso 24 de marzo de 2010).

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gidor Alguacil Mayor: Dn Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñerez; Regidor Decano: Dn José Martínez Troncoso; Sub Decano: Dn Mateo Espalza y Santa Cruz Márquez de TorreHoyos; Abogado de la Real Audiencia del Reyno: Dn Germán Gutierrez de Piñeres; Escribano: Carlos Ledesma. La villa momposina para el siglo XVIII era una representación de los nuevos empresarios coloniales que aunaban con éxito las actividades mercantiles, mineras, hacendiles y hasta financistas. Un ejemplo de ello era Don Julián de Trespalacios y Mier, segundo marqués de Santa Coa. Como sobrino-yerno de Juan Bautista Mier y la torre, primer marqués, Don Julián valoró las oportunidades de una frontera agraria abierta, que era el Caribe neogranadino de mediados de siglo XVIII.26 Don Pinillos, al igual que Don Julián, prosperó en el medio mercantil, sin pretender títulos nobiliarios, pero trascendió como mecenas de la ilustración momposina al servir de participe en la fundación del ColegioUniversidad Santiago Apóstol, el primero del Caribe neogranadino. Pinillos falleció en 1809 y en el presente pervive a bien en la memoria de los momposinos.

1.1. Ilustración en un mundo tradicional El Colegio Santiago Apóstol, buscó dirigir su plan de estudios hacia las ciencias modernas productivas, además de pretender desprenderse de la tradicional y rígida escolástica. Así, orientó una continuidad a los valores de progreso ya establecidos por Carlos III, como el hecho de que el trabajo dignifica, y que lo importante es la prosperidad del reino. Sin embargo, el espíritu de ilustración en Mompox no podía ir más allá de los valores de Antiguo Régimen afincados en esta sociedad. El concepto de igualdad ilustrada es paradójico si se estudia la Constitución del Colegio Universidad. Renán Silva, demuestra, que si bien el deseo de establecer igualdad al acceso de esta institución libraba a los aspirantes de los requisitos antiguos de hidalguía y limpieza de sangre, que buscaba admitir no solo nobles sino también a los “libres de todos los colores”, en la letra menuda de la Constitución se advertía: “según la instrucción del Soberano(…) se han de admitir ricos y pobres, blancos y mulatos, menestrales y aprendices de todos los oficios”, pero el maestro se encargaría “de sepáralos en bancos y mesas distintas”.27 El redactor de esa Constitución era nada menos que el clérigo ilustrado Juan Eloy Valenzuela –protagonista más adelante del proceso independentista- que veía la ilustración aún defectuosa y prematura, por lo que precisaba de mantener la aún división estamental en el aula. Las reformas de Carlos III buscaron dignificar los oficios artesanales que tradicionalmente eran tenidos por viles. La ilustración pretendía el progreso del reino y este se alcanzaría gracias al trabajo de sus súbditos. Así, se abría la puerta para que sectores sociales relegados por su condición étnica o económica se hicieran paso a un “igualitarismo plebeyo”, es decir, impuesto desde abajo, controvirtiendo las convenciones de la cultura dominante.28 Este es el caso de unas mujeres pardas que fueron objetos de juicio, porque se atrevieron a ir a misa vestidas a “mantilla”, prenda exclusiva de damas nobles

26  Vladimir Daza villar. Los marqueses de Santa Coa. Una historia económica del Caribe colombiano, 1750-1810, Bogotá, ICAH, 2009, p. 59. 27 Ver “Constituciones para el Colegio San Pedro Apóstol de Mompox, pp. 27-71, citado por: Renán Silva, Los ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808. Genealogía de una comunidad de interpretación. Medellín, Fondo Editorial Universidad EAFIT Banco de la República, 2002, p. 612. 28  Ibíd., p. 613

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de la villa. En sus descargos, las denunciadas, además de no excusarse, reiteraron el uso de tal prenda cuando lo considerasen y a despecho de las damas nobles.29

2. Retóricas caleidoscópicas: “pueblo”, “pueblos” y “nación” Los bandos de 1808 serán una muestra de la inicial agitación retórica que conllevará la construcción de un nuevo orden sociopolítico en el mundo hispánico. Si estos, en la villa momposina, se adscribirán al inicial agravio del patriotismo herido por Napoleón, al cabo mostrarán las dinámicas de conjunto, tanto para la redefinición del poder en el seno mismo de la monarquía, así como los cauces que tomarán en la Nueva Granada. Este último escenario tomará un giro radical en su reordenamiento político, al adoptar el régimen republicano. La autopercepción de la sociedad sufrirá cambios cruciales en sus relaciones de poder, pues tendrá un nuevo titular legítimo: el pueblo. Este se encontrará con una gama de realidades que en lo infinito es de suma tradicionalidad. Tal es el caso del “vecino” y el “ciudadano”. La modernidad política situaba de manera ambigua al individuo en el nuevo orden social, al parecer en dos acepciones opuestas: “vecino” tradicional y “ciudadano” moderno. El “vecino” se adscribía a una localidad inmediata y concreta, esto es, de orden espacial. El “ciudadano”, concepto que al decir de Javier Fernández Sebastián tiende a una generalidad y extensión, tiene una variedad de usos políticos, según las circunstancias, además de una fuerte carga ideológica.30 No obstante, desde una perspectiva histórico-léxica, ambas acepciones no necesariamente se contraponían. Unas veces van de la mano, otras toman distancia. Por ejemplo, según el diccionario de autoridades (1726), Burgués refería al “vecino o natural de alguna villa o ciudad”, según el mismo diccionario, este remitía (burgo) a una pequeña localidad, aldea o caserío, donde, según Sebastián de Covarrubias, “vivían tan solo los de una familia”. Sin embargo, a lo “moderno”, según el mismo diccionario, se hace referencia al arrabal de una ciudad o villa de gran población. Lo anterior concuerda con la definición de “ciudadano” del diccionario de Covarrubias: “el vecino de una ciudad que goza de sus privilegios y está obligado a sus cargas, no relevándole de ellas alguna particular exención”.31 El matiz estriba en el carácter locativo, que no parece perdurar en la modernidad. Esto es, en el siglo XIX: “el ciudadano y su derivación aún más abstracta: la “ciudadanía”, pierden su consideración espacial para remitirse a términos fundamentales del lenguaje político”.32 Fue en la Revolución francesa cuando nuevos significados desplazan a antiguos sentidos. El término “ciudadano” fue el centro del debate político mientras que las nociones de nobleza van al desuso.33 Según Fernández Sebastián, en la prensa de fines

29  Ibíd., pp. 607-613. 30  Javier Fernández Sebastián. Iberconceptos. Hacia una historia transnacional de los conceptos políticos en el mundo iberoamericano, p. 166., en http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/ article/view/114/114 (acceso 2 de octubre de 2010); a un enfoque regional, véase: Roicer Flórez Bolívar, “Ciudadanos y vecinos: un acercamiento al proceso de construcción del ciudadano en Cartagena durante el siglo XIX”. En Historia Caribe Vol. IV: Barranquilla, UniAtlantico, Núm. 11. 31  Manuel Peres Ledesma, “Sobre el vocabulario social y político en España. Dos casos típicos”, en, Historia política.com, Vol.: 3, http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/pledesma.pdf (acceso 2 de octubre de 2010) 32  Ibíd., p. 8. 33  Ibíd., pp. 8-10.

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del siglo XVIII al XIX se hablaba con frecuencia del ciudadano y sus deberes, con más énfasis en lo político, moral y religioso, pero muy poca referencia a los derechos.34 Así, la acepción de “ciudadano” se difumina en su sentido locativo, y gana en abstracción política. Contrario al “vecino”, que mantiene su significado locativo pero su sentido político es volátil, anclado en el Antiguo Régimen.

2.1. El “pueblo” Si el nuevo titular del poder es el “pueblo”, este de manera abierta empieza a deslizarse en los bandos momposinos. Su sentido aún es nebuloso, pero se puede considerar como latente. Es preciso recordar apartes de la cita que abrió el presente artículo: “acompañando el acto los repiques generales de las campanas iglesias, concurriendo en su comitiva el Pueblo, q complacido y lleno de júbilo aplaudía la celebridad, prorrumpiendo en voces altas: Viva El Rey Nuestro Señor Don Fernando Séptimo; y otras demostraciones del Amor y lealtad”.35 Es prematuro, no obstante, aseverar que se está frente al pueblo en su modernidad plena. La acepción de “pueblo” puede rememorar antes que todo la concepción teocrático-cristiana del poder enraizada en la cultura política medioeval, que bien interpreto Santo Tomás de Aquino: “Omnis potestas a Deo per populum” (todo poder proviene de Dios a través del pueblo). Con lo anterior se contraría la concepción absoluta del poder antiguo que luego retomarían los monarcas absolutos del siglo XVIII, que aduce la divinidad del monarca. La concepción per populum establece que el rey recibe el poder sin usurpación y con el objeto de administrar justicia en beneficio de la comunidad. Si el monarca faltare a lo anterior legitimaría un destronamiento por el poderdante, es decir el pueblo. Así las cosas, el imaginario que se puede percibir en las proclamas públicas responden a la cultura política del “pactismo histórico”. El “pueblo” es el que se hace presente ante la usurpación napoleónica. El invasor francés es visto como un monstruo execrable, un cuerpo extraño en esta sociedad organicista, según el bando momposino.36 El pueblo jura vasallaje a su señor, ornamentando las calles y balcones, celebrando juras, a sabiendas que no es necesario la imposición de estas, como reza el bando: (…) y sobre que se omite imponer multa porque se cree muy distante esta falta del pueblo mompoxino que tiene por gloria a la religión, a su soberano y a la patria. Que se les permite por ocho días comenzando desde la jura, toda clase de diversión honesta a que los transporte el jubilo, satisfacción y regocijo de esta celebración.37

34  Javier Fernández Sebastián, “ciudadanía”, en Javier Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes (dirs). Diccionario político y social del siglo XIX español, Madrid, Alianza Editorial, 2004, p. 139. 35  A.H.N (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet, (acceso 1 de sep. De 2010). 36  A.H.N (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet, (acceso, 1 de sep. De 2010). 37  Este bando dicta las celebraciones desde el sábado 20, domingo 21, hasta el lunes 22 de agosto de 1808, previniendo “… a todos los estamentos y habitantes de cualquier clase y condición que sean”, A.H.N (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet (acceso, 1 de sep. de 2010))

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En los donativos a la causa se hicieron presentes tanto la elite, con fuertes sumas de dinero, como los humildes pulperos, que donaron trescientos pesos.38 En ese orden, se aprecia que el concepto de “pueblo”, si bien viste ropajes antiguos, tomará una redefinición pronta ante la dinámica de los hechos independentistas en un lapso corto. La adopción de tal vocablo como principio legitimador representó el llano sentido político. Pero, ¿qué hay de su dimensión social? Se tiene presente que para la elite blanca, el “pueblo” remitía al vulgo perezoso, o las llamadas “despreciables castas”, apelativos que los mismos ilustrados en determinadas oportunidades acuñaban para tales sectores sociales. No obstante, el deber de lealtad tiende a igualar los estamentos sociales que se aprecian en las circunstancias como un solo cuerpo: (…) baste pues decir que a V.E. que hasta los párvulos, en las bocas de los más inocentes no se oían sino execraciones contra Bonaparte, y repetidos vivas y aclamaciones por Fernando VII, que en prueba del entusiasmo que los anima usan todos sin excepción de persona, clase, ni condición, comenzando desde los ministros del Santuario hasta el último boga, la escarapela nacional en el sombrero con la cifra de F.VII39 Las elites americanas, que más adelante exigirán igualdad política frente a los poderes peninsulares, tenían como inmediato dilema el preservar el orden social en sus jurisdicciones políticas. De esta manera se explica el que se acepte de manera provisional a la Junta Suprema de Sevilla erigida en septiembre de 1808, situación que solo duraría hasta 1810, cuando la península es tomada totalmente por los franceses. Así las cosas, la invocación al “pueblo” soberano va acompañada del temor por la “plebe”, el vulgo, que hace girar en el imaginario de la elite los excesos jacobinos de 1789, y no decir del terror haitiano que ronda como un fantasma. Para 1809 el “vacío de poder” empieza a derivar a un punto muerto y va a despertar en el pueblo la inquietud del rumbo político, en Mompox se registraba que: “(…) el descontento popular había subido de punto y el desorden no estaba lejos. El rumor se había convertido en un verdadero grito y ya era menester una medida tan prudente como rápida y enérgica…”.40 Así, se puede apreciar la dificultad de auscultar un concepto de vital importancia para el nuevo orden político, que si bien para la fecha de 1808 no muestra un cambio a simple vista, dentro de poco repercutirá en la identidad de toda una sociedad. El “pueblo” un ente diverso, que socialmente es despreciado por la elite pero que de manera paradójica aquella lo representará. Todo aquel que busque legitimarse en el poder invocará al “pueblo”. Así las cosas, la democracia liberal que trasciende de la democracia antigua, lo hace mediante un eslabón esencial: El constitucionalismo.41 Esto es, se pretende separar la titularidad del poder, del ejercicio de este, el que se delega a una elite representante.

38  A.H.N (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet, (acceso 1 sep. de 2010). 39 A.H.N (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet , (acceso, 2 sep. de 2010). 40  Manuel Ezequiel Corrales, Documentos para la historia de la provincia de Cartagena, Bogotá, Tipología, 1883, 189, citado por Margarita Garrido, Palabras que nos cambiaron, lenguaje y poder en la independencia, en http://www.banrepcultural.org/evento/palabras-que-nos-cambiaron-lenguaje-ypoder-en-la-independencia-11#informacion, (acceso 1 sep. de 2010). 41  Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, Op. Cit., p. 42.

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Todo esto en un marco de leyes, pues la democracia liberal propone un gobierno de leyes y regulado por estas mismas. Según reza la Constitución de Cartagena: En nombre de Dios Todopoderoso, Autor de la Naturaleza, nosotros los Representantes del buen Pueblo de la Provincia de Cartagena de Indias, congregados en Junta plena, con asistencia de todos los Tribunales de esta ciudad, á efecto de entrar en el pleno goce de nuestros justos é imprescriptibles derechos que se nos han devuelto por el orden de los sucesos […] 42

2.2. Los “pueblos” y la “Nación” El pueblo adquiere un sentido “plural”: los “pueblos”, es decir, los que remiten al conjunto de comunidades políticas que conforman la “Nación”. Esto es, la monarquía tradicional. Con la crisis de esta, la soberanía se disgrega, se pluraliza en los “pueblos”. Es la problemática que se plantea Guerra al decir del misterio de la modernidad en América, territorio donde la pluralidad es más afincada que en la misma península.43 Como se ha visto, la agresión francesa despierta un espíritu de cuerpo en el mundo hispánico que hace ver uno solo el hemisferio de las Indias y el español. Sin embargo, ya desde 1808 se aprecia un sentido de dualidad americana en la pertenencia a esa nación hispánica en los bandos. Los de Mompox en nada son ajenos a ese inicial requerimiento de igualdad, a pesar del reconocimiento de las peculiares distancias geográficas: (…) que los pueblos de estos dominios americanos en nada le son inferiores a aquellos que por fortuna y por una suerte singular se hallan más cercanos a los Reales Auspicios de V.M. (…), todos conspiran igual sistema y uniformes sentimientos a su defensa y venganza a costa de su último sacrificio.44 Las características de los “pueblos de estos dominios americanos” radican en su geografía, su etnicidad, estructura económica, demografía, etc. Pero esto no es óbice para ser marginados de la igualdad política que más adelante será objeto de debate, como lo reconoce Camilo Torres en su Memorial de Agravios. La “nación” que aparece, por tanto, en los bandos de 1808, corresponde de manera obvia a la Nación española. La nación republicana estará lejos aún, es un constructo a posteriori producto de la dinámica histórica, pero de ninguna manera preconcebida, como lo planteará la historia institucional del siglo XIX. Desde una perspectiva histórica, el sentido semántico de “nación”, muy difuso, remitía a una consideración étnico-lingüística y religiosa. Su etimología viene de nascor, nacer.45 Esta “nación” antigua era radicalmente 42  Citado por: Margarita Garrido, Palabras que nos cambiaron, lenguaje y poder en la independencia http://www.banrepcultural.org/evento/palabras-que-nos-cambiaron-lenguaje-y-poder-en-la-independencia-11#informacion (acceso 1 sep. de 2010). 43  François Xavier Guerra, Modernidad e independencias, Op. Cit., p. 319. 44  Expediente de Juras y donativos a “nuestro soberano El Sr. Fernando VII en la Villa de Santa Cruz de Mompox, Provincia de Cartagena de Indias. Firmado por la Sala Capitular del Cabildo, octubre 17 de 1808. En: A.H.N. (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet, (acceso 19 sep. 2010). 45  Javier Fernández Sebastián, Provincia y nación, Op. Cit., p. 41

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opuesta a la majestad política que se le otorgó en la modernidad. Se le designaría como principio soberano de autoridad, ya para la Francia de 1789 o en las Cortes que se reunieron en la Isla de León un 24 de septiembre de 1810. Así, es menester analizar como los “pueblos”, es decir, la Nación, asumen en la práctica el protagonismo en el interregno. En Mompox, por ejemplo, se manifiesta un inicial roce temprano entre el Cabildo y el poder central virreinal. Cuando el primero se declara “cabildo abierto” para tratar acerca de los donativos a la causa el 1 de septiembre de 1808. El virrey expondrá sus reparos mediante sutilezas diplomáticas, que bien encomia las muestras de fidelidad, (…) sin embargo, de que tan leales demostraciones como ha hecho todo ese vecindario bajo la dirección y estímulos del mismo cabildo hubieran sido no menos seguros y laudables esperándose para ellas la prevención de esta Superioridad q por su parte ha dispuesto lo q consta del ejemplar de junio de la Junta extraordinaria celebrada aquí el 5 del corriente y quien en unas circunstancias tan graves y críticas como las presentes se debían más bien deferir en todos los Pueblos de su dependencia para proporcionar la unidad de procedimientos que tanto interesa mantener a utilidad común. (14 de septiembre de 1808, Antonio Amar y Borbón al Cabildo de Mompox) 46 El Cabildo de Mompox, un tanto altivo, replica, (…) de q el haberse anticipado este cuerpo a la celebridad y demostración que ha hecho en reconocimiento y obsequio de su Soberano ha sido en efecto del ardor y fogosidad con q todo el Pueblo ansiaba por hacer públicas las demostraciones de su celo, lealtad y patriotismo que no podría contener este Cabildo ni el Pueblo (…) que el Cabildo no pudiendo dudar un solo punto de la aprobación de su Excelencia unos procedimientos de suyo tan laudable en que la espontaneidad era un genero de realce de su conducta, no pudo menos que condescender y adherir los votos y deseos generales de todo el público aún sin deseos generales de todo el público aún sin exemplar de Cartagena cabeza de la Provincia q no necesitó ni supo hasta después(..). 47 Asimismo, tal parece que ya temprano se inauguran las relaciones diplomáticas en lo que terminará siendo en la disgregación en 1810, una especie de confederación de juntas provinciales.48 Esta el caso del Diputado, que era un funcionario apoderado de su comunidad y será el encargado de representar los intereses de esta.49 Más adelante, estos diputados se tomarán la majestad de embajadores de Estados provinciales, y jugarán un importante papel en las relaciones de poder entre el Cabildo y el centro virreinal o el inmediato provincial.

46  A.H.N. (Madrid) en, http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet (acceso, 16 de sep. 2010) 47  .H.N. (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet (acceso, 16 de sep. 2010) 48  Daniel Gutiérrez Ardila, “La diplomacia “constitutiva” en el Nuevo Reino de Granada (18101816)”, Historia Critica, Op. Cit., p. 61 49  Ibíd., p. 39

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En la villa momposina de 1808, el Diputado, será D.D Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres: (…)dispusieron unánimemente que el señor Regidor Alguacil Mayor D.D Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres de quien tenían la mayor confianza pasase a plaza en calidad de Diputado, y con toda la voz y autoridad de este Ylustre Ayuntamiento (…) 50 Un aspecto clave para entender las sociedades antiguas es la religión, elemento que tradicionalmente ha cohesionado los pueblos. El mundo antiguo era una comunidad de fieles católicos que era regentado por el rey. Cuando se apela en las fuentes leídas a la defensa de la Patria (la tierra que nos vio nacer), la Religión y el Rey sacramentado, se busca defender un universo tal como la historia lo creó. La religión es el valor que más trascenderá en las repúblicas latinoamericanas para la construcción de la nación. Tanto que Bolívar lo consideró indispensable para el nuevo orden social, después de pretender de manera infructuosa la importación del modelo educativo de Jeremías Benthan. Así, La religión católica será indispensable para la elite en su afán de formar ciudadanos, aún entrado el siglo XX. Mompox tendrá una particularidad. Es la de poseer un clero ilustrado que protagonizará el proceso de independencia. Juan Eloy de Valenzuela jugó un papel importante en el establecimiento del Colegio Universidad de Santiago Apóstol, como ya se apreció. Será el creador de la frase: “concluyamos que debemos ser nuestros”. Esta será el producto de una reflexión a partir de las lecturas que tomó de la situación en la península para 1810, cuando cae en manos francesas. El 9 de junio de 1810, Valenzuela, remitía esta inquietud en carta al Doctor José Fernández Madrid, redactor del Argos Americano, publicación de Cartagena de Indias.51 Así se expresaba: ¿Si España se pierde de quién seremos? Si falta la Madre Patria: ¿Cómo quedaremos? ¿Emancipados o concertados? La razón, la política, el mismo evangelio, la voz unánime de todos los siglos y todos los pueblos están por el primer partido. Si Bonaparte se apodera de España esta ya se acabó para nosotros, porque lo contrario sería entregarnos voluntariamente a su asesino (...) 52 Le resultaba inverosímil a Valenzuela que los neogranadinos al no ser de la Monarquía española, pertenecieran al trono ingles: “Porque se oponen a la religión, lengua carácter, al propio interés; porque es imposible hacer una misma familia”,53 y menos de los portugueses. Luego, el clérigo cierra su disquisición así: “concluyamos que debemos de ser nuestros”. No obstante, advertía que la emancipación no era subversiva o desleal, sino obra de Dios. Tampoco es un proyecto en contra de los hermanos españoles ni un atentado contra sus caudales, sino un levantamiento contra las corruptas administraciones que

50  A.H.N. (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet , (acceso, 16 de sep. 2010). 51  Armando Gutiérrez Garnica, “La reasunción de la soberanía primitiva por las junas notables en la Nueva Granada”, en Manuel Chust (Comp.) La eclosión juntera en el mundo hispánico, Op. Cit., p. 294. 52  El Argos Americano, Cartagena de Indias, 1810, núm. 9, 10- Suplemento II, 12 de noviembre, 3 y 10 de diciembre, pp. 35-36. Citado por, Armando Gutiérrez Garnica, “La reasunción de la soberanía primitiva por las junas notables en la Nueva Granada”, Ibíd., 295. 53  Armando Gutiérrez, Ibíd., 295.

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antecedieron tal quiebre y los oportunistas tiranos que pretendan adueñarse del poder.54 A la posteridad, si bien Valenzuela se mantuvo de momento fiel a Fernando VII, con la independencia neogranadina se volcó en admiraciones por el Libertador Simón Bolívar. Valenzuela murió a la respetable edad - para la época- de 72 años, siendo un fervoroso republicano. Además, el clérigo Juan Fernández de Sotomayor y Picón, que en 1808 será el conductor de los fieles, como dice el bando: (…)y ante todas las cosas se requiere políticamente al Señor Cura y Vicario Juan Fernández de Sotomayor, para que en la citada mañana del domingo, se cante en la Santa Iglesia y Parroquial Misa y Te Deum a nuestro Amo y Señor Sacramentado.55 Tendrá un giro en su discurso en corto lapso. Sotomayor será el creador del catecismo político que orientará en los fieles la aceptación del orden republicano, deslegitimando la soberanía del monarca, además del revisionismo de las mismas bulas papales expedidas por Alejandro VI.56

Epílogo Como se ha visto, es difícil sacar los bandos momposinos de la unidad de sentimiento hispánica que produjo la agresión francesa. No obstante, era perceptible una gama lingüística que de un modo u otro avizora un nuevo orden político, radicalmente distinto al estamental colonial. Esta es la paradoja, de cómo una sociedad antigua, en un breve lapso se autopercibe como moderna. Pues esto se palpó en su universo discursivo. Pero claro, al decir de Annick Lempérière, la tabula rasa revolucionaria hará parte de los mitos fundacionales de buena parte de las naciones occidentales.57 Habrá muchas permanencias imbricadas con rupturas, y es en el lenguaje donde más se percibirán estos ritmos históricos. En esa sintonía de estudiar las transiciones históricas desde la órbita político-histórica, Federica Morelli asevera que la ascensión del Estado moderno no se construyó sobre la marginalización del tradicional poder local, sino de una articulación, negociación e interdependencia con este.58 En ese orden, cuando se entra a una instancia más alta del interregno para 1810, se empieza a dimensionar una serie de particularidades para la villa momposina. La crisis monárquica ha disgregado la soberanía en sus originarios tenedores, es decir, los pueblos. Después de creadas las juntas principales, se prevé un dilema: el modelo político que logre asir tal disgregación, que preserve las jurisdicciones locales que con celo guarda cada junta, pero a la vez unificar el poder para evitar agresiones de cualquier potencia extranjera. Dos modelos afloran en pugna: el centralista y el 54  Armando Gutiérrez Garnica, Ibíd., p. 296. 55  A.H.N (Madrid) en http://pares.mcu.es/ParesBusquedas/servlets/ImageServlet, (acceso, 2 sep. 2010). 56  Dr. Juan Fernández de Sotomayor, Catecismo de Instrucción Popular, Bogotá, imprenta del gobierno de Don Manuel González y Pujol 1814, en, Margarita Garrido, Lenguaje y poder, Op. Cit., en, http://www.banrepcultural.org/evento/palabras-que-nos-cambiaron-lenguaje-y-poder-en-la-independencia-11#informacion, (acceso, 2 sep., de 2010). 57  Annick Lempérière, “Revolución y Estado en América Hispánica (1808-1825)”, en Las revoluciones en el mundo atlántico, eds. María Teresa Calderón y Clément Thibaud, Bogotá, Edit., Taurus., 2006, p. 55. 58  Federica Morelli, “Entre el antiguo y el nuevo régimen. La historia política hispanoamericana del siglo XIX”, en Historia Critica No 33, Bogotá, UniAndes, 2007, pp. 122-155.

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federalista. El primero, con el Estado de Cundinamarca liderado por Antonio Nariño y el segundo con el de la Confederación de Provincias Unidas asentado en Tunja, con Camilo Torres, y que se inspiraba en el orden federal de las trece colonias de Norteamérica. El modelo centralista aducía que las antiguas lealtades ya disueltas deberían darle paso a un gobierno centralizado en Santafé, por ser esta, según Nariño, la capital de las luces. El poder debería ser devuelto, claro está, a los pueblos. El federalismo proponía preservar la unidad política provincial, si tal unidad se disolvía, al decir de José Acevedo y Gómez, el reino caería en unas astillas o añicos de repúblicas, degenerando a un estado presocial.59 Los ilustrados, que bien leían al Barón de Montesquieu, eran conscientes de que una republica si bien era fácil de administrar por su reducido tamaño, del mismo modo era vulnerable a las agresiones del exterior. Por tanto, se buscó la manera de hacer centrípeta la fuerza política disgregada en 1808. Así, se convocó a un Congreso del Reino las juntas que legítimamente se habían conformado. De tal conferencia, a finales de 1810, ninguna propuesta política cuajó y el reino termino pareciéndose a una confederación de Estados provinciales, cual liga helénica de ciudades-estados.60 Estos hechos trascendieron a la historia patria con el genérico de “patria boba”.61 En suma, qué lugar ocupaba Mompox en esta encrucijada ¿los pueblos o las provincias? Según la fuente: Los representantes de la Provincia de Mompox al Congreso del Reino (4 de diciembre de 1810), continúan con un par de cuestiones: ¿Por ventura están obligados a depender eternamente de sus respectivas capitales si tienen fuerzas suficientes para representar por sí solos o para constituirse un Gobierno? ¿No era el antiguo quien los mantenía en este género de dependencia; o estaban sujetos a los edificios y moradores de las capitales? 62 El término subrayado aquí, el de “provincia”, no puede llamar más a equívocos y paradojas. Por una parte, la villa momposina, buscando destronar los lazos tradicionales que la ataba a la Plaza Fuerte cartagenera, proclama su independencia absoluta un 6 de agosto de 1810. De esta manera veía expedito el camino para desarrollar su dinámica comercial sin ataduras y sin el oneroso situado que remitía secularmente a dicha Plaza. Así, la villa emprendía la adultez política y pretendía ser reconocida como Provincia autónoma en el Congreso General en Santafé. Hasta aquí, es obvio que el modelo que más le favorecía circunstancialmente era, pues, el centralista. Pero llama la atención, y es lo paradójico, que se alegue el hecho de que hacía 35 años el Virrey estableció a Mompox como provincia aparte. Es sabido y explicado que los marqueses terratenientes 59  Daniel Gutiérrez Ardila, “La diplomacia “constitutiva” en el Nuevo Reino de Granada (1810-1816)”, Op. Cit., p. 6.; asimismo, véase: Daniel Gutiérrez Ardila, Un nuevo reino, Op. Cit., p. 34. 60  Dos meses de vida tuvo el Congreso. A pesar de hacerse por segunda vez, ningún libreto político coherente puedo ser redactado por los criollos. Para 1815 Pablo Murillo pasaría una engorrosa factura a tal dispersión política, llevándose a lo más eximio de la inteligencia neogranadina. Daniel Gutiérrez Ardila, “La diplomacia “constitutiva”, Op. Cit., p. 59. 61  Para encontrarle una lógica a la “patria boba”, véase: Armando Martínez Garnica, El legado de la “patria boba”, Op. Cit., p. 16. 62  Biblioteca Nacional de Colombia (BNC), Bogotá, Los representantes de la Provincia de Mompox al Congreso General del Reino, Número de clasificación: VFDU1-3399.

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vieron en la nueva provincia el fortalecimiento de la elite comerciante, ya apoderada del cabildo. Por tanto, intrigaron con la elite aliada de Cartagena para devolver la nueva provincia a su estado anterior y aminorar el poder ya importante de la facción mercantil. Pero lo paradójico es que se alegue un decreto colonial para legitimar una moderna jurisdicción política. Puede ser una nimiedad tal referencia, pero si es de anotar las argucias jurídicas que remitían a nociones antiguas para supervivir en el interregno y deshacerse de los antiguos lazos, no solo de la metrópoli, sino en el seno provincial mismo. Desde la perspectiva histórica- semántica que a bien plantea Javier Fernández Sebastián, se aprecia una dialéctica entre dos conceptos: “nación” y “provincia”. El objetivo es descifrar el sentido léxico de este último. Si bien aparecerá subordinada la provincia a los modernos Estados-Nación, no siempre fue así. Por muchos siglos ambos términos si acaso se cruzaron y de modo muy tangencial.63 Un plano comparativo de la Revolución francesa frente a la española dilucidará matices semánticos básicos. Por ejemplo, en Francia se forzó un tránsito radical, de los Estados Generales a la Asamblea Nacional, de las Antiguas Provincias a los Departamentos. En España, lo contrario, se conservan en gran medida las viejas denominaciones institucionales, las más importantes: Cortes, Juntas, Provincias, Ayuntamientos. Todos de profunda raigambre antigua. Sin embargo, la fachada léxica medioeval llevará por dentro un nuevo sentido semántico. Según Fernández las cortes de 1810 poco tienen que ver con los estados de 1789, así como las improvisadas juntas de 1808 difícilmente se equiparen a las de Antiguo Régimen.64 Como en Mompox, la noción de Provincia fue fundamental antes del lapso del siglo XVIII que va al XIX. Mucho tiempo atrás la provincia era indicada en los tiempos de Roma como una acepción peyorativa, referenciaban colonias que eran administradas por pretores o cónsules. La Provincia de la Corona de Castilla a fines del Medioevo referenciaba a grandes unidades territoriales o reinos históricos. En contextos religiosos era muy corriente para referirse a agrupaciones de diócesis que eran presididas por un Arzobispo. El devenir semántico ubicó a la “provincia” como las nuevas circunscripciones administrativas del territorio de un Estado, ya no los viejos reinos históricos. Así, se configura un cambio fundamental en el discurso político, aunque sobre un andamiaje conceptual antiguo, lo que es peculiar en el mundo hispánico. Lo paradójico es que “provincia” gozase de una majestad política, mientras que”nación” en su sentido antiguo refería un despectivo étnico. Con el advenimiento de la modernidad política, la semántica se trastoca. La “Nación” se erige como principio fundamental de soberanía, y la “provincia” se subordina a la “Nación”, la que de aquí en adelante se escribirá con mayúscula. El discurso político permite medir el impacto en las sociabilidades, más cuando se entra a una fase republicana irreversible. Atrás queda ese abigarrado lenguaje de vasallos y rey sacramentado para dar paso a formulas que expresan un nuevo orden político. La noción de principios igualitarios es moneda corriente en el discurso de la modernidad. Se perciben ciertas expresiones lingüísticas con un sentido impensable para el mundo colonial jerarquizado. Se puede apreciar en la fuente: (…) léase imparcialmente la Acta de institución de la Junta: examinemos varios documentos que obraron en este negocio, la subscripción de los vecinos y la voz que 63  Javier Fernández Sebastián, “Provincia y nación”, Op. Cit., p. 13. 64  Ibíd., p. 13.

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tuvieron los Pueblos Subalternos: se verá en todo el orden armonioso con que fue que debe establecida, la inteligencia de los verdaderos principios, y el espíritu democrático que debe animar estas asambleas. Los ciudadanos expresaron su juicio con libertad y con franqueza, no se les aplicaban en el pecho las puntas de las Bayonetas, y el acto fue legítimo por todos sus aspectos. Se consultaron todas las clases de personas y se tuvo con gran consideración a los Indios del territorio, Proción infeliz de la sociedad menospreciada injustamente, que merece en este nuevo orden de cosas la indemnización de sus derechos usurpados, y se formó una gran Constitución provisional para no vivir un solo instante sin una barrera contra la tiranía(…) 65 En lo subrayado se logra percibir un lenguaje con términos de: “ciudadanos”, aunque también aflora el de “vecinos”, pero también hay “derechos”. Estos últimos ligan a los indios, que darán una muestra más, entrada la república, de cómo se hace uso del lenguaje jurídico liberal para defender sus fueros comunales del atropello de los hacendados ganaderos. Es decir, lo tradicional se defiende con los valores de la modernidad.66 Es más, una “Constitución” en el sentido moderno de construir un gobierno de leyes y controlado por estas mismas67, como bien lo dice la fuente: “…una Constitución provisional para no vivir un solo instante sin una barrera contra la tiranía”. Así las cosas, el arma más poderosa de la vida política moderna del siglo XIX, no será de fuego, sino de tipos: la Imprenta. Será un objeto de estudio específico. No obstante, estas probaran como las palabras moldearan las realidades sociales y políticas. Las imprentas que se demandaban y se instalaban en las ciudades principales eran recibidas como un símbolo de los nuevos tiempos. Tiempos de libertad que mostraran, al decir de Renán Silva, un siglo de proverbial retorica. Este es un ejemplo del recibimiento de la más poderosa arma política de la nueva Republica: Escoltada por una lucida cabalgata patriótica, al ruido de la música marcial, de las campanas y de la pólvora, y saludad por múltiples vítores de jubilo, ha entrado pomposamente el día ocho la nueva imprenta comprada en París, a costa del público y cedida por los suscriptores a la Universidad (…) La Adquisición de una imprenta considerada por todo un pueblo como el acontecimiento más Fausto, es el triunfo más esplendido de la libertad y de la filosofía. (…)Las virtudes y las letras han encontrado un apoyo; la razón un nuevo eco; la cuestiones políticas una palestra más amplia: el despotismo encadenado ruge y la humanidad sonríe.68

65  BNC, Bogotá, El representante de Mompox a los que hayan leído un manifiesto de Cartagena con fecha 4 de diciembre de 1810, Número de clasificación: VFDU1-3399. 66  Sergio Paolo Solano de las Aguas y Roicer Flórez Bolívar. “Resguardos indígenas, ganadería y conflictos sociales en el Bolívar Grande 1850-1875”, Historia Crítica Vol: 34, Bogotá, UniAndes, 2007, pp. 93-115. 67  Véase: Giovanni Sartori, Elementos de teoría política, Op. Cit., p. 40. 68  Según el Boletín Político Militar de Popayán del 11 de mayo de 1832, citado por Renán Silva, Los ilustrados, Op. Cit., pp. 631-632.

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El Consejo de Purificación El perdón de la traición en la reconquista española de la Nueva Granada Marco Manuel Forero Polo / ocram782@yahoo.com Profesional en Historia / Universidad Nacional de Colombia “Los españoles en su tiempo, cuando alguno era tenido por traidor, Se le reclutaba para el servicio del ejército o No se podía libertar de otro modo sino dando una suma de dinero, y esto llamaban la purificación”1.

Resumen El año de 1816 es considerado uno de los más difíciles y traumáticos en los esfuerzos civiles, políticos y militares por consolidar la independencia del Virreinato de la Nueva Granada. Para 1815 llega a las costas de Cartagena proveniente de la vecina Capitanía General de Venezuela, el contingente de ejércitos más numeroso nunca antes enviado por la metrópoli española al continente americano en trescientos años de dominación colonial. El ejército expedicionario del General Pablo Morillo, quien al mando de aproximadamente diez mil hombres tenía la misión de pacificar las provincias insurgentes. Posterior al férreo y cruento asedio de la amurallada Cartagena, el General Morillo continua su marcha hacia Santafé de Bogotá, allí y por decreto establecerá tres instituciones “el Consejo de Guerra Permanente, la Junta de Secuestros y el Consejo de Purificación” que estarán encargadas de castigar, confiscar y perdonar a quienes por diferentes razones hayan levantado las armas o participado en actividades de desobediencia a la autoridad del monarca.

1  Comentario de Domingo Salazar en “La purificación española en la provincia de Vélez”, Bogotá, Imprenta de Francisco Torres Amaya, 1855. Biblioteca Nacional, Fondo Antiguo, Fondo Pineda 340, Pp. 1. Dicho enunciado permite conocer la descripción de lo que en tiempos posteriores a la independencia se llamo “Purificación”, y que para el año de 1855, aún estaba presente en la conciencia de la sociedad capitalina. Este comentario de Salazar, se debe a la imposición de un indulto que debía pagar a las autoridades de la provincia de Vélez, por su participación en la guerra civil que azoto al país por estos años.

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Es así como el Consejo de Purificación procesara a la población civil y mediante juicios determinara la responsabilidad y participación de las personas durante la llamada “Patria Boba”. Quienes logren escapar a los innumerables fusilamientos realizados por las tropas realistas, tendrán la posibilidad de pedir perdón por su infidencia o probar su fidelidad ante el régimen monárquico; los castigos dependerán de la gravedad de sus conductas: se podía pagar una multa o prestar servicios en los talleres, hospitales o en los ejércitos españoles. Pero tras el carácter moral de ser “purificado” de sus culpas, este Consejo de Purificación mediante el cobro de multas, tendrá la tarea de colaborar con el financiamiento de la reconquista española.

El Regreso del “Deseado” Corría el año de 1814 y las tropas de Napoleón habían sido expulsadas de la península, por lo tanto, el periodo de dominio de José Bonaparte “Pepe Botella” llegaba a su fin, es entonces cuando el depuesto rey de España Fernando VII hace su retorno al trono español, instalándose nuevamente como soberano. A pesar de que aun el suelo español permanecía manchado con la sangre de sus pobladores, el Rey decide restablecer por decreto la monarquía absoluta, disolviendo las cortes en todo el reino y derogando la hasta entonces vigente constitución de Cádiz. Ese mismo año decide emprender la reconquista de sus colonias al otro lado del Atlántico; para esta misión es designado un General destacado en las guerras de guerrillas que hicieron frente constantemente a los ejércitos napoleónicos, el General de tendencias liberales y de origen campesino Pablo Morillo, que conjuntamente con un ejército expedicionario de aproximadamente 10.000 hombres, partirá de Cádiz en 1815 con la misión y la consigna de recuperar los territorios del Virreinato de la Nueva Granada y de la Capitanía General de Venezuela, “pacificando” el ímpetu y las ansias de independencia de sus revolucionarios. Sin embargo, es solo en alta mar cuando el ejército se entera de que lo que inicialmente se conoció como la expedición de Montevideo cambio de objetivo, y el panorama no fue nada alentador.

La Reconquista Con la noticia de la disolución de las representativas Juntas de Sevilla, el año de 1810 se convierte en el inicio del establecimiento de juntas provinciales en todo el territorio de la Nueva Granada. Toda clase de intereses, especialmente de las elites criollas, configuran lo que será el fraccionamiento político del territorio y las constantes escaramuzas entre las distintas regiones por imponer sus proyectos políticos: Juntistas, Regentistas, Centralistas o Federalistas. Este estancamiento conocido como la “Patria Boba”, se convirtió en un espacio en el que se debatía la defensa de la independencia absoluta de España o la defensa de la legitimidad de Fernando VII en oposición al nuevo imperio napoleónico. Así, muchas de estas juntas declaraban consignas tales como: “…por la conservación y defensa de la religión católica, la obediencia al legitimo y amado soberano Fernando VII, y evitar la imposición en las Américas de cualquier emisario extranjero” (Chust 314). Sin embargo, otras juntas veían la oportunidad de alcanzar el ansiado autogobierno y la autonomía económica que tanto anhelaban.

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La llegada del General Pablo Morillo a las costas de Cartagena a mediados de 1815, represento un giro total y decisivo a las dinámicas políticas y a las acciones militares que tenían lugar en el Virreinato de la Nueva Granada. Tras la marcha férrea del ejército expedicionario, aquellos denominados como insurgentes, empiezan la desesperada migración de las regiones retomadas por las fuerzas realistas, es entonces cuando la región de los Llanos de Apure en Venezuela y del Casanare en Colombia, se convierten en el santuario y refugio de todos aquellos que escapaban del restablecimiento del orden colonial a manos del General Morillo. Este nuevo dominio y el establecimiento de los comandantes militares españoles que acompañan a Morillo, entre ellos: Francisco Warleta, Sebastián de la Calzada, Miguel de la Torre, Donato Ruiz de Santacruz y Juan Bayer, comienzan a ocupar el gobierno de las principales regiones del país, consolidando la retoma militar del territorio por la fuerza. La llegada del General Morillo y su ejército expedicionario al centro político y económico del Virreinato, Santafé de Bogotá, representó la más oscura etapa de la llamada “pacificación”, se procede a la captura de las principales figuras políticas de los instaurados gobiernos autónomos o revolucionarios. La elite patriota sufre la pena de muerte, mediante juicios sumarios del consejo de guerra permanente: Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, Camilo Torres, Miguel Pombo, García Rovira, José Ayala, Ignacio Camacho, Bernardo Álvarez, Antonio Baraya (Lynch 271-272). Ellos serian los nombres más destacados de lo que se estima fueron centenares de ejecuciones en las distintas provincias de toda la Nueva Granada. Otras instituciones que permitirán al General Morillo reafirmar el castigo sobre quienes hayan simpatizado con la ideas de la independencia y así mantener su implacable dominio sobre el territorio de la Nueva Granada serán: la Junta de Secuestros y el Consejo de Purificación, el primero de ellos con el claro objetivo de capturar recursos financieros de los patriotas ejecutados o emigrados para el sostenimiento de las campañas militares realistas, mediante la práctica judicial de las confiscaciones de bienes personales, capitales monetarios y otros activos como casas, tierras, cosechas y animales. La segunda institución tenía una doble función, ya que servía como fuente de financiación adicional al ejército realista (el argumento generalmente más presentado), pero por otro lado, fungía como institución de rehabilitación de la lealtad al legítimo monarca y soberano Fernando VII. Es en este último aspecto de todo el llamado proceso de la reconquista, que se quiere profundizar a continuación.

El Camino a la Purificación Los primeros contactos del General Morillo con las revoluciones americanas se iniciaron con su arribo a la isla de Margarita en Venezuela para el año de 1815. Allí confronto dos situaciones determinantes: la primera era la bancarrota de las cajas reales y el colapso de las actividades económicas productivas de estos territorios, años de combates y violencia habían desarticulado la mayoría de los sistemas agrícolas, ganaderos, mineros y comerciales, ya sean de gran o pequeña escala. Las regulaciones de tipo fiscal y de exacción de recursos se iniciaron entonces con el fin de frenar los saqueos y el bandolerismo que se practicaba por parte de los contingentes realistas (ejemplo de ello es el cruento rastro de muerte dejado por Boves y sus huestes desde su partida de los Llanos hasta su llegada a Caracas en 1814). La principal intención en vista de tales desmanes fue la de cubrir la enorme necesidad de recursos para el sostenimiento de la recién desembarcada fuerza expedicionaria. La financiación de estos ejércitos no vendría de

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España, el General Morillo debía ingeniárselas para mantener la subsistencia de sus tropas en el continente americano. La segunda situación a la que se enfrento Morillo fue a la resistencia de los rebeldes. Los indultos en nombre de su majestad Fernando VII eran una gracia otorgada usualmente; lo que causo cierto desencanto al General Morillo es que aquellos a los que se les perdonaba su conducta insurgente al poco tiempo retomaban las armas para mantener la lucha contra sus ejércitos. Esto tendría serias repercusiones a la llegada del General Español a la Nueva Granada, la “pacificación” no sería nuevamente burlada, esta vez el castigo será riguroso. El General Morillo decreta las posibilidades del indulto a los insurgentes, pero en realidad será una estrategia para desenmascarar a aquellos incautos que piensan que se le perdonaran sus actos de traición al monarca. …todos los oficiales que hayan servido en el ejército rebelde, y que habiéndose conducido puramente como militares, ciñéndose solo al simple desempeño de las funciones de la carrera; que estén libres de los crímenes de sediciosos, asesinos, incendiarios; que no hayan oprimido los pueblos con exacciones ni violencias, alterado la opinión con escritos o conversaciones subversivas; ni aquellos que tenazmente han proclamado y sostenido la independencia, mostrando la adhesión más decidida por ella, o manchándose con otros delitos que los hayan hecho odiosos a la sociedad, serán indultados de la pena que merecen, presentándose a servir en las banderas de su majestad en clase de soldados, por el tiempo que parezca conveniente, atendida las circunstancias y calidad del sujeto. Cuartel General de Santafé de Bogotá, 30 de mayo de 18162. Pero en la sociedad aún colonial de la Nueva Granada, donde se mantenían en amplios sectores sociales una fidelidad a la soberanía del Rey, los actos de rechazo hacia la autoridad del monarca eran evidentes; cualquier testimonio que acusase a alguna persona de mancillar el retrato o las imágenes del entonces Rey Fernando VII, se consideraba como un grave delito y merito suficiente para ser acusado ante la justicia por infidencia. Es en este escenario donde una sociedad se ve confrontada por dos fuerzas no solo políticas, sino también militares (patriotas y realistas) y en medio de estas, el grueso de la población se encuentra en una situación de completa ambigüedad que observa en primera fila la instalación de las instituciones, juicios y los actos del Consejo de Purificación, que tendrá inicialmente como campo de acción las regiones de la capital Santafé y sus centros aledaños, además de provincias como Tunja, Mariquita, Neiva y Socorro. El Excelentísimo Señor General en Jefe a tenido en bien mandar se inserte en esta Gaceta el bando publicado el 15 del corriente en esta capital, para el establecimiento del consejo de purificación, a fin de que llegue a noticia de todos los que se crean en el caso de sincerar la conducta que han tenido en la época de insurrección, y puedan gozar del indulto concedido por Su Excelencia a nombre de nuestro rey y señor natural Don Fernando VII.

2  Hernández de Alba, Guillermo. El consejo de purificación. Bogotá: Imprenta Nacional, 1935. 7

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…ha determinado el Excelentísimo señor General en Jefe, Don Pablo Morillo, se establezca el Consejo de Purificación, compuesto de los vocales siguientes: El Teniente Coronel Mayor de la Plaza Don Rafael Córdova3, Presidente; el Capitán de Húsares de Fernando VII. Don Manuel Santander; el Capitán de Artillería Don Francisco Ovando; los de Numancia Don Manuel Bosch, y Don José María Quero; Fiscal el ayudante de la Victoria Don Lucas Gonzales4 Bajo esta institución se iniciarían cientos de procesos contra hombres y mujeres. Estas personas tenían la obligación de justificar sus acciones públicas y privadas antes del restablecimiento de las autoridades realistas, se debía confesar su conducta, y dependiendo de está, se podía obtener la gracia del indulto, sopesando este consejo cualquier conducta impropia que representase un peligro y un rechazo hacia el orden monárquico. Entre estas disposiciones se hallaba el de consignar cualquier tipo de información que probase el abrigar a insurgentes y prestar algún tipo de servicio, recursos o suministros durante la “repudiada revolución”. El Consejo de Purificación se volcó a la tarea de averiguar el comportamiento de los acusados durante los años de la insurrección. Un aspecto atenuante para ubicar a los sospechosos de infidencia, era determinar quienes habían permanecido en la región durante la ocupación insurgente y quienes se encontraban ausentes a la llegada de las tropas realistas, semejante criterio trajo consigo una enorme contradicción, así muchos que no se encontraban en sus lugares de residencia a la llegada de las tropas realistas, argumentaban haber escapado por los maltratos que sufrieron durante el gobierno revolucionario. Ramón Pérez solicita la devolución de unos algodones de su pertenencia a Joseph María de la Rada (Alcalde ordinario de Barranquilla), dice no encontrarse en su sitio de residencia por la presión de los insurgentes, ya que por su fidelidad al rey, recibió maltratos de los patriotas, por lo cual no pertenece a los insurgentes que se fugaron cuando llegaron las tropas del rey. Declarando: …como tengo mi familia algo crecida la traslade al pueblo de Tavira, por los perjuicios que había sufrido a causa de ser uno de los vasallos del rey5. En el marco de la guerra, una de las grandes consecuencias es el desplazamiento forzoso de cientos de personas y de familias enteras, que huyen evitando los desmanes del conflicto. Las luchas de independencia no son la excepción, algunos testimonios permiten observar el trastorno que se generó en la vida de muchas familias que huyen y emigran de la arremetida patriota o realista, evitando acusaciones de ser simpatizantes de cualquiera de ellos, y especialmente para sortear los reclutamientos forzosos. Estas declaraciones se convertirán en los principales argumentos para solicitar la devolución de los bienes retenidos y capturados por el gobierno revolucionario, a las entidades judiciales erigidas por los españoles a través de la reconquista de la Nueva Granada. Señor Capitán General: Panamá 30 de noviembre de 1815 3  Sustituido por Diego Aragonés, sargento mayor de húsares de Fernando VII. Al parecer Rafael Córdova tendría cierta indulgencia con los acusados por lo que se vio reemplazado al poco tiempo de ejercer sus funciones. En Guillermo Hernández de Alba, El consejo de purificación, Bogotá, Imprenta Nacional, 1935. 9-10 4  Gazeta de Santafé, Capital del Nuevo Reino de Granada, No 2, jueves 20 de julio de 1816. 11 5  AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Embargos, Tomo 1, f. 877-878

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Remito a las manos de vuestra señoría el adjunto memorial con los tres documentos que le acompañan, y que por ahora puedo comprobar mis fieles, y leales sentimientos a la justa causa, y el no haber incurrido en la infame nota de traidor al soberano ni haber jurado la independencia absoluta, por cuyos motivos fui ultrajado, preso con grillos y últimamente despojado de mi empleo y desterrado para la provincia de Cartagena y ultramar a la isla de Jamaica y hoy existente en esta comandancia de Panamá. Joseph Bernardo del Campillo6 Uno de los rasgos más distintivos del Consejo de Purificación y de otras instituciones establecidas por la reconquista española, son los profusos seguimientos que realizan las autoridades judiciales para el esclarecimiento de cada proceso que se sigue a los implicados del delito. Estos tienen la oportunidad de interpelar las acusaciones mediante el testimonio de familiares, vecinos y sus esposas, de forma que podrán defender su inocencia. En el caso de las esposas, y particularmente de la mujeres, estas serán especialmente importantes debido a la fragmentación familiar que ha causado la guerra una vez emigrados numerosos hombres que además de sus roles militares, eran también padres, esposos y administradores de los negocios; en este sentido, ¿Quién asume el control de los negocios, propiedades y la cabeza del hogar? Es así como las esposas argumentarán reiterativamente ante las autoridades ya no solo realistas, sino posteriormente patriotas, reclamaciones sobre sus derechos a recuperar sus bienes dotales y los derechos de los llamados “herederos forzosos”, sus hijos. La partida de sus esposos, tendrá como consecuencia el deterioro en sus condiciones de vida durante la guerra, las esposas menos afortunadas solicitaran la devolución de sus bienes, por no poseer ingresos de otro tipo y encontrarse según ellas en una condición social deplorable. La esposa de Pedro Armero, se queja de haber quedado desamparada y despojada de hasta su ropa. La señora Joaquina dice haber introducido al matrimonio 300 pesos, pide se le devuelva el dinero, la ropa y sus esclavas para su decencia, también que se suspenda la subasta ya que su esposo está próximo a salir y solicita se espere el resultado del juicio.7 Teniendo en cuenta los testimonios que en defensa de un acusado fueron presentados ante el Consejo de Purificación, para el caso particular de Ignacio Antonio Subiesta, en un proceso realizado en la ciudad de Tunja durante el año de 1816. Veremos nuevamente con esta declaración, el rol desempeñado por las mujeres durante la independencia, en una magnitud que apenas logra avizorarse. Barbará Antonia Villamarín expresa en defensa de su esposo: …quien se ha manifestado fiel vasallo de su majestad, que no le ha oído proposición alguna contra los reales derechos de su majestad, ni le ha visto desacato alguno a sus retratos… Testimonio de Francisco Campos, Administrador de rentas del 6  AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Purificaciones, Tomo 1, f. 163-164 7  AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Embargos, Tomo 3, f. 192v

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distrito de Sogamoso… no he oído haya proferido cosa alguna contra su majestad ni contra la nación española, que no ha tenido parte en la insurrección de este reino ni ha tomado armas contra el real ejercito, ni ha sido autor de papeles sediciosos, que me consta que no ha perseguido a español alguno8 Después de un atento estudio del caso, sus testigos, la veracidad y las repercusiones de los actos que pesan sobre el acusado, el Consejo de Purificación emite la resolución por medio del cual se le otorga el perdón, y se le concede la calidad de Purificado. …no ha sido influyente ni perjudicial como se ve en la información judicial que presenta; se le declara libre de todo cargo, pero se le amonesta que en lo sucesivo, reciba empleos de poca o mucha consideración de una autoridad ilegitima cuando su primera obligación no debe ser otra que la de sostener los derechos de su respectivo monarca. Santa Fe, 13 de agosto de 18169. En este punto de la investigación merece la pena volver a la historiografía tradicional, en donde se nos presenta un Consejo de Purificación con funciones distorsionadas: De los dos consejos, el de guerra y el de purificación, salían las sentencias de muerte, de confiscación de bienes, de presidio correccional, de trabajo forzado en obra y caminos, penas corporales de palos y azotes, toda clase de penas pecuniarias, el destierro, el confinamiento, el servicio en hospitales, maestranzas y dependencias militares, el servicio militar en los cuerpos de tropa.10 Como se ha explicado el Consejo de Purificación recurría a la confiscación de bienes, para esta función se había creado la Junta de Secuestros con funcionarios totalmente distintos a los de purificación. Por último y como demostrare a continuación, del Consejo de Purificación (en la documentación revisada) no aparece ninguna sentencia de muerte. La construcción de la leyenda negra de Morillo y la reconquista obstaculiza el análisis de la evidencia.

¿Cuánto Cuesta la Purificación? Existe la apreciación errónea, como lo vimos anteriormente de las funciones del Consejo de Purificación, pero ante la necesidad de financiar y acumular capitales para las campañas y sostenimiento de los ejércitos realistas, la purificación se convierte en medio eficiente y efectiva de capturar recursos monetarios. Los acusados que no puedan comprobar su inocencia, no serán absueltos, deberán pagar multas para comprar su “purificación”, quienes carezcan de esta posibilidad, deberán prestar servicio como soldados en las tropas del Rey, y poner a disposición sus habilidades profesionales o artesanales de forma gratuita por determinados años. En comunicaciones entre el Consejo de purificación y el Virrey Juan Sámano, se anexa un paquete de expedientes de purificados11 donde se establece el destino de 492 personas sometidas 8  AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Purificaciones, Tomo 2, f. 16-17 9  AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Purificaciones, Tomo 2, f. 22r. 10  Díaz Díaz, Oswaldo. “La Reconquista Española”. Historia Extensa de Colombia. Tomo I. Capítulo VIII. Bogotá: Academia Colombiana de Historia/Ediciones Lerner, 1971. 116. 11  AGN, Sección Archivo Anexo I, Fondo Purificaciones, Tomo 2, f. 180 - 210

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a estos procedimientos, un análisis cuantitativo de estos procesos permite ver que no solo el interés económico de los realistas influyo en las decisiones de estos tribunales, sino que efectivamente se trataba de renovar y confirmar la fidelidad hacia el monarca. Una vez restituido el orden realista en la capital Santafé de Bogotá y en otras provincias, ser acusado de insurgente acarreaba la vergüenza de tener que pagar por su libertad, trabajar en talleres u hospitales de los ejércitos españoles o prestar servicio militar obligatorio en los regimientos del Rey. Aunque en el expediente que presentaré a continuación la suma total de dinero recaudado es de 40.915 pesos, desde el mes de Julio hasta el mes de noviembre de 1816, el rango de pagos va desde 5 pesos, hasta casos excepcionales como el de Ignacio Hurtado, que por haber sido gobernador, comandante político y militar de la provincia de Nóvita y Coronel de los ejércitos rebeldes, tuvo que contribuir con 5000 pesos, no solo para escapar de la pena de prisión, sino además de un juicio más riguroso llevado a cabo por el Consejo de Guerra Permanente que incluso le hubiese llevado a la muerte. Los pagos se realizan como contribuciones a hospitales, talleres, batallones y tienen como principal objetivo eximirse de la pena de servicio militar o la prisión. Sin embargo, la rehabilitación de más de la mitad de los procesados en estos expedientes, declarados como fieles realistas o de “conducta pacífica”, nos permite visualizar como la mayoría de la población se vio inmersa de forma accidental en la revolución o como sencillamente pretendían demostrar ante las autoridades, que no tenían ningún interés en estos debates. A pesar de esto, las consecuencias de esta “purificación” tienen repercusiones en la vida cotidiana de las personas, ya que algunas pueden volver a sus empleos, pero otras quedan bajo suspensión, y en el peor de los casos no pueden desempeñar ninguna de sus antiguas actividades laborales. El Consejo de Purificación es entonces una herramienta parcial de recaudación de dinero, por ello, la “purificación” tenía implicaciones más sociales y simbólicas, que significaban la expiación de muchas personas, y para otras, era la reafirmación de sus simpatías por el antiguo régimen monárquico. Incluso para estos últimos la llegada de las tropas del General Morillo representó la aplicación de la justicia contra aquellos que argumentando ser patriotas, cometieron innumerables abusos y asaltos contra la población menos beligerante, que veía en el orden monárquico, la estabilidad que las luchas de independencia habían fracturado y desmoronado, a la vez que ponían en tela de juicio la verdadera utilidad y significación de unas ideas de independencia, que en algunos casos, no los representaba.

Conclusiones La reconquista española fue sin dudas una de las experiencias más traumáticas de la transición política de la Nueva Granada. La historiografía desde el siglo XIX, ejemplificada por el cronista José Manuel Restrepo en su “Diario político y militar”, y de la primera mitad del siglo XX, ha mantenido la percepción de un Consejo de Purificación destinado al cobro de multas para financiar y terminar de arruinar a los simpatizantes patriotas, que sentenciaba a muerte y confiscaba bienes; aunque esto es innegable también vale la pena matizar, ya que el análisis de numerosos casos nos permite observar que poco

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más de la mitad de los procesados eran perdonados sin ninguna responsabilidad, ni pago alguno de multas para la institución que los juzgaba. Esto nos permite comprender que para el año de 1816, las ideas de independencia aún tenían poco arraigo, y ante los fuertes vínculos coloniales, se vio en la reconquista el Retorno a la estabilidad que se había diluido desde 1810. La Reconquista no fue solo un aparato represor, todo ejército que ocupa un espacio ajeno por la fuerza sabe que sin el apoyo de ciertos sectores sociales de la población sus tareas estarán condenadas al fracaso o a escollos difíciles de superar. Eso lo entendió tanto Bolívar, Páez, Boves y por supuesto Morillo. En síntesis, el conflicto civil generado por las luchas de independencia marco a toda una generación de hombres y mujeres que padecieron las huellas de la guerra, y que solo fueron sanando con el paso sucesivo del tiempo y de las generaciones.

Tabla 1: Destinos de los 492 procesados por el Consejo de Purificación en la capital de Santafé de Bogotá, desde Julio hasta Noviembre de 1816.

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El Consejo de Purificación | El perdón de la traición en la reconquista española de la Nueva Granada

Bibliografía Fuentes Primarias Archivo General de la Nación: Sección Archivo Anexo I. Fondo Purificaciones. Tomos 1 y 2 Sección Archivo Anexo I. Fondo Embargos. Tomos 1 y 3 Biblioteca Nacional: Salazar, Domingo. La purificación española en la provincia de Vélez. Imprenta de Francisco Torres Amaya, 1855. Fondo Antiguo, Fondo Pineda 340. Gazeta de Santa Fe, Capital del Nuevo Reino de Granada. No 2, jueves 20 de julio de 1816.

Fuentes Secundarias Díaz Díaz, Oswaldo. “La Reconquista Española”. Historia Extensa de Colombia. Tomo I. Capítulo VIII. Bogotá: Academia Colombiana de Historia/Ediciones Lerner, 1971. 115127. Hernández de Alba, Guillermo. El consejo de purificación. Bogotá: Imprenta Nacional, 1935. Lynch, John. Las Revoluciones hispanoamericanas 1808-1826. Barcelona: Ariel S.A, 1985. Chust, Manuel, comp. 1808 La eclosión juntera en el mundo hispano. México: Fondo de Cultura Económica, 2007.

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Representar y simular Dos miradas desde el teatro a la independencia Johanna Carolina Ramírez1 / caroramirezgu@hotmail.com Profesional en Estudios Literarios

Resumen A partir de la lectura crítica de dos obras teatrales contemporáneas: El grito de los ahorcados (1967) de Gilberto Martínez y El Alakrán (2000) de Camilo Ramírez, esta ponencia pretende poner en evidencia dos maneras distintas de acercarse a los hechos relacionados con los procesos de Independencia. De una manera comparativa nos acercamos a dos obras del teatro colombiano escritas con un intervalo de tiempo de tres décadas, que representan cada una de una manera particular, dos momentos fundamentales para entender el proceso de Independencia: la insurrección de los comuneros y la libertad de expresión en el periodismo de la primera República. Ponemos el énfasis en dos aspectos: las modalidades de la representación que se evidencian allí y la manera en que la palabra ingresa en estos universos a dar cuenta de los referentes. ¿Cómo incursionar en la memoria histórica a través del teatro contemporáneo?, ¿a través de qué recursos las obras dramáticas dan cuenta de referentes históricos como la Independencia?, ¿de qué manera la palabra constituye realidad o fragmentos de esta en los universos dramáticos?, ¿cómo dramatizar o teatralizar en la actualidad hechos históricos?, ¿cuáles son las preguntas que queremos hacerle al pasado y cómo podemos hacerlas desde el teatro?

A partir de la lectura crítica de dos obras teatrales contemporáneas El grito de los ahorcados de Gilberto Martínez y El Alakrán de Camilo Ramírez, esta ponencia pretende poner en evidencia dos maneras distintas de mirar la Independencia. De una manera comparativa nos acercamos a dos obras del teatro colombiano escritas con un intervalo de tiempo

1  Johanna Carolina Ramírez es Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Ha realizado estudios de teatro y fotografía, áreas en las que ha concentrado su impulso investigativo. Ha trabajado como editora de teatro para la revista virtual Reflector sobre cine y teatro colombiano (www.reflector.unal.edu.co). Actualmente desarrolla una investigación sobre el cuerpo en la fotografía y teatro colombiano contemporáneos.

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de cuatro décadas, que representan cada una de una manera particular, dos momentos fundamentales para entender el proceso de Independencia. Ponemos el énfasis en dos aspectos: las modalidades de la representación que se evidencian allí y la manera en que la palabra ingresa en estos universos a dar cuenta de los referentes. ¿A través de qué recursos las obras dramáticas dan cuenta de referentes históricos como la Independencia?, ¿de qué manera la palabra constituye realidad o fragmentos de esta en los universos dramáticos?, ¿cómo dramatizar o teatralizar en la actualidad hechos históricos? La anécdota de El grito de los ahorcados escrita en 1967 es la revolución o insurrección de los comuneros (1781), específicamente el momento en que el caudillo José Antonio Galán emprende la insurrección en el Socorro y hasta el momento de su ejecución. Pero a la anécdota se le agregan personajes que de manera directa o transversal apelan al drama en su calidad de figuratividad. Estos personajes son también la antesala del conflicto central, y aparecen justamente en los momentos críticos del drama tales como el inicio, el nudo y el desenlace. En el primer acto, una familia de tabacaleros se enfrenta a condiciones de desigualdad y corrupción. Su cosecha máxima de tabaco está estipulada en quinientas matas, sin embargo, este número está también supeditado al conteo que hace el estanquero y los guardias, sus esbirros. Los abusos inician desde este preciso instante, los conteos siempre arrojan un número mayor y la consecuencia del mismo es la destrucción de la cosecha entera. En paralelo a esto, en el pueblo se están gestando las primeras señales del descontento: Manuela Beltrán, ha arrancando recientemente el edicto sobre los impuestos lo que acrecienta los desmanes del virreinato. La relación entre lo que acontece en la casa del tabacalero y el gesto de Manuela Beltrán se evidencia en el drama con un aumento constante de la tensión escénica. Los sucesos del exterior, por pequeños que parezcan, hacen que el drama interno de la familia de tabacaleros se agudice. Tomas, el padre de la familia, se rebela contra estos abusos con fatales consecuencias: es ejecutado, su hija es violada, su hijo tiene que huir y su mujer enloquece. El saldo trágico da inicio al drama. La denuncia de los abusos a los tabaqueros, el exceso de cobro de los impuestos, Manuela Beltrán arrancando el edicto, una familia que recuenta infructuosamente el número de tabacos cosechados, son sin duda sucesos anticipatorios del conflicto central del drama. Los personajes han encarnado hasta el momento una lucha ciega, sin líder, sin voz. El primer acto de la pieza se constituye en una enumeración de antecedentes, en un estado de cosas y da pie también a las preguntas. Un aspecto positivo se encuentra representado en el hijo que alcanza a huir y en quien queda la tarea de emprender la lucha para menguar de alguna forma la injusticia. El grito de los ahorcados es una obra que conserva pese a sí misma una forma dramática clásica, con división en actos y escenas. El material dramático es sin duda el conflicto, un grupo de personas que se enfrenta a la sociedad, que exige cambios y por otro lado, unos valores encarnados en héroes. El universo dramático se adiciona con personajes opuestos, que obstaculizan el desarrollo de los fines: Juan Francisco Berbeo y Salvador Plata los cuales por beneficio propio están dispuestos a traicionar a todo el pueblo.

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El espacio escénico de la obra garantiza la amplitud de la anécdota. En un comienzo acotado en el rancho de la familia tabacalera, a partir del segundo acto el espacio se amplia para dar cuenta de la condición histórica y objetiva de los hechos. Los grandes cambios que deben enfrentar los sujetos del drama dan cuenta de la representación de un mundo complejo y la existencia problemática del individuo. Los personajes son entendidos como sujetos históricos que complejizan el aparato escénico y el contenido dramático. Berbeo -¿su nombre? Galán –José Antonio Galán. Don salvador –Galán… ¿el de Charalá? Galán:-Exactamente… Capitán de las huestes de Charalá y aledaños. Berbeo.- Se ha oído hablar mucho de sus hazañas. Galán: no son exclusivamente mías. Don Salvador -¿Qué quiere usted decir? Galán –Son también las de Antonio, las de Pedro, las de Juan, las de todos los humildes que me siguen… que escuchan por primera vez en sus corazones el rumor de la palabra Justicia. (p. 56) La obra refuerza la creación de la ilusión escénica mimética mediante el refuerzo de la unidad de espacio, tiempo y lugar; además, configura al personaje en una concepción que enfatiza su similitud con el hombre real cotidiano. Se trata de un proceder figurativo propio del naturalismo, que enfatiza su relación con la condición social del personaje, el cual se eleva a la categoría de representante de un sector de la sociedad o de una clase social. Por su parte, la acción dramática se vuelve metáfora de una problemática social, el conflicto proviene de las relaciones de los sectores sociales, la lucha por las condiciones sociales del trabajo. La obra despliega un gran esfuerzo en la preservación de la forma dramática, más que en su puesta en crisis o denuncia. De ahí que en la palabra recae la tarea de la representación. En el Diccionario de teatro, Patrice Pavis define el diálogo como el modo “natural” y verosímil de expresión, para un teatro entendido como presentación de personajes actuando, relacionándose de manera humana. El monólogo queda excluido como forma de expresión pues no se adviene como natural de las relaciones de intercambio entre los locutores. Para que exista intercambio, lo enunciado debe mantenerse cercado entre la vinculación del yo locutor y el tú oyente, con su respectiva alternación de roles, quienes deben compartir, además de la situación de enunciación, el tema de lo enunciado. La forma del monólogo se haya dispensada del tú, del otro yo, pues se enuncia hacia un él sin la espera de réplica, por lo que la reversibilidad de la comunicación, indispensable para el diálogo, se anula. Como argumento precedente, tenemos la noción de Hegel (1983) que nos indica que el diálogo es el modo de expresión dramática por excelencia, puesto que en él se materializa la síntesis entre la forma épica y la forma lírica, entre la objetividad y la subjetividad. Como lo sintetizaba Pavis, en el diálogo se equilibran el yo y el tú alternativamente, la continua superación dialéctica está disculpada de la presencia del narrador épico o del yo lírico. A esto agrega, que el diálogo expresa privilegiadamente la interrelación propia del drama, la relación (de conflicto) con el otro, pues sólo a través de él los actuantes pueden expresar entre sí su carácter y fin. En esta dirección, Pavis apunta que todo diálogo es una “lucha táctica” donde cada interlocutor intenta imponerse al otro, asimismo

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Anne Ubersfeld (1989) señala que la base del diálogo es la “relación de fuerza” entre los personajes. ¿Qué implica para la palabra la irrecusable lucha, inherente a todo diálogo dramático, expuesta por los tres autores citados? Como lo expresa Víctor Viviescas, el sueño ha significado siempre para la forma dramática una amenaza, y sin embargo, la dramaturgia colombiana no ha renunciado a este lo que demuestra la constante búsqueda experimental. En la página 15, Tomás Serrano narra a su esposa un sueño que se puede leer como un señal anticipatoria de su muerte: Tengo miedo… tengo miedo María… Hace unas noches soñé que iba al pueblo por un poco de sal. En un recodo del camino me encontré al señor cura. Estaba al pie de una gran montaña de sal. No pude contenerme y le dije: “Padrecito, un puñado de sal”, ¿qué dices? –me respondió- esta sala es del gobierno , sin embargo, …. Puedes llevarte la que quieras, pero no te dejes ver de los guardias. Me precipité como un loco sobre ella y llené mi costal. Salí despavorido. La sal pesaba demasiado… mis piernas no me obedecían… flanqueaban… sentí una algarabía detrás de mí… eran ellos… los guardias… los sentí muy cerca… no pude menos de brincar la valla… me acurruqué… y de pronto… sobre mis brazos… sobre mis piernas… algo pegajoso… miles de gusanos cachones… pululaban… se reían de mí los malditos… fue espantoso. Antonio el muchacho (hijo de Tomás Serrano) es el encargado de suceder a Galán, suceso que refuerza la circularidad de la historia. Galán como su padre Tomás le piden a Antonio: ¡Huye Antonio, huye! Es así como podemos sintetizar, que en el teatro del realismo burgués, heredero de la Poética, el diálogo se subordina a los caracteres de los personajes, lo que a su vez determina su condición de sumisión ante la realidad y la razón. Las palabras garantizan así que “son adecuadas a lo que designan” (Abirached), por lo tanto, pueden transmitir conocimientos, aportar ligazón a los hechos e ilustrar la inserción del héroe en el cuadro escénico que lo enmarca. Así, el espectador puede esperar de la escena un conocimiento del mundo, del hombre, de sí mismo. Por el contrario, las dramaturgias de la crisis, se ostentan bajo el cielo de la inseguridad ontológica y esto provoca el desarraigo del personaje y el consiguiente cuestionamiento del lenguaje como sostén del drama, evidenciando su precariedad a través del desenmascaramiento o la renuncia. El lenguaje no existe por medio del hombre, sino a través de él, y en esa medida, el espectador que esperaba de la escena “un conocimiento” fracasa. A José Antonio Galán lo condenamos al suplicio de la horca hasta que naturalmente muera. Se divida su cuerpo en cuatro partes, y pasado el resto por llamas para lo que se encenderá delante del patíbulo. Su cabeza será conducida a las Guaduas, teatro de sus escandalosos insultos, la mano derecha puesta en la plaza del Socorro, la izquierda en la villa de San Gil, y el pie izquierdo en el lugar de Mogotes. Se declara infame su descendencia, ocupados sus bienes y aplicados al Real Fisco; asolada su casa y sembrada de sal, para que de esta manera se dé olvido a su infame nombre, y acabe con su vil persona tan detestable, sin que quede otra cosa que del odio y espanto que inspira la fealdad del delito. (p. 100). En El Alakrán (2000) la anécdota se traslada a la Bogotá de 1849, 68 años después de la Revolución de los comuneros, el momento en que la patria está “pariendo sus partidos”. El Alacrán es el periódico más satírico y de más bajo tiraje del que se tendrá noticia en

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el siglo XIX. El fragmento de tiempo que toma la pieza es menor, la anécdota sin duda es más pequeña, más particular. Dos individuos, Posada y Gutiérrez redactores del periódico El Alakrán están presos por “morder” con sus sátiras e ironías a la sociedad bogotana, por lo menos, a una parte de ella. La pelea de los redactores es contra la hipocresía y mojigatería bogotana, su defensa apela a la libertad de expresión. El espacio está también acotado con respecto a la otra obra de nuestro estudio, una pequeña celda por la que desfilan personajes de la Bogotá finisecular, escapados de la fantasía, intrusos en el universo ficcional. La obra avanza a partir de dos planos: la imposibilidad de los redactores de sacar el siguiente número del agudo y venenoso periódico, no tienen papel, tampoco pluma, y los personajes que, venidos de la imaginación de Posada, irrumpen en la escena, con vida propia y en aparente independencia de su creador. La fantasía es tan poderosa que Gutiérrez, sin la lucidez de un Sancho Panza, termina convertido en testigo y víctima de las fantasías de su colega. Los personajes que se pasean por la imaginación de Posada y que tocan la escena son figuras típicas de la Bogotá del momento, pero atravesados por la imaginación particular de Posada, metamorfoseados en animales. Orejas de zorro, cola de raposa, los personajes no son del todo ajenos a la situación escénica, de ahí que los momentos de interacción entre unos y otros se encuentren llenos de material teatral. La atmósfera general está determinada por la bruma del sueño, las fantasías atacan a los personajes, quienes indefensos sólo atinan a manipularlas a través de narraciones. Las dos obras dan cuenta de dos modalidades de la representación que Víctor Viviescas en el artículo Modalidades de la representación en la escritura dramática colombiana moderna define como representación y simulacro, y a su vez dos posibilidades entre la relación mundo posible (ficción) y mundo real y la estructura interna del mundo de ficción asume también tres modos distintos: dramática (opera por mímesis), épica (montaje y construcción) y de presentación (o performativa) (opera por desconstrucción). El nivel de referencialidad de las obras, su grado de figuratividad. ¿Cuál es la imagen que de la realidad se hacen las dos obras? El teatro es una forma de mostrar las cosas de una manera particular. Representación crítica: no se limita a reproducir la realidad sino que la atraviesa para ver lo que esconde detrás. Mirada escrutadora y crítica sobre los hechos. Búsqueda de sentidos y significados detrás de las cosas. Desvelar el sentido interno de la realidad, escalpelo de los hechos, mirada viviseccionadora. Reducción notoria de lo cotidiano: pues el acento está puesto sobre lo substancial. Esta substancia es el conflicto. El drama se define justamente en relación a esta substancia, en la expresión de los individuos –investidos de un valor general que se particulariza- en la lucha de sus intereses y en el choque de sus pasiones y caracteres. En el individuo (personaje) se individualizan y materializan los conflictos. Distancia o cercanía que establece la obra con el hecho histórico. Representación dramática: emotiva, representación épica: distanciadora y objetiva. ¿Qué pasa con la palabra? En El Alakrán se describe una parábola de progresiva disolución del contenido imitativo-figurativo de la representación entendida como mimesis.

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También del contenido crítico de la representación entendida como representación épico-crítica que se orienta a la razón. A partir de la crisis del drama, el poder transformador, comunicativo y configurador del diálogo se proscriben de la escritura dramática. Patrice Pavis, en su Diccionario de teatro, postula que gracias al diálogo el efecto de realidad es más fuerte pues el espectador siente que asiste a una forma familiar de comunicación (p.128), por el contrario, el diálogo en crisis deviene en un extrañamiento entre los interlocutores y una sensación de incomprensión por parte del espectador, al cual se le ha quitado el velo de la ilusión realista, enfrentándolo a la reificación del hombre y del lenguaje. Es justamente través de la palabra que estas obras dan cuenta del momento histórico y pueden asimismo a través de esta acercarlo al público. Dentro de las definiciones de diálogo dramático aportadas por Ma. del Carmen Bobes Naves (1992 y 1997) Anne Ubersfeld (1998), Patrice Pavis (1990 y 1998) y José Luis García Barrientos (2001), existe una distinción común a todas, la distinción entre diálogo verdadero —o auténtico— y diálogo falso. El primero hace posible al drama, mientras el segundo representa un momento de quiebre del referente dramático. El diálogo verdadero es la señal del período más genuino del drama moderno2. El diálogo falso por su parte, lleva la marca de la excepción, es el diálogo anormal, el que hace entrar en mengua al drama. Este último se caracteriza por haber sido acuñado a la denominación “diálogo de sordos”, que representa, en síntesis, un tipo de diálogo que conserva su apariencia formal —alternancia de la palabra—, pero ha perdido todas las señales que lo caracterizaban como verdadero, entre otras, su funcionalidad comunicativa, la unidad de tema, la situación de enunciación ordenada, lógica y progresivamente en presente y el cara a cara de los interlocutores. Para el cumplimiento del diálogo (verdadero) no basta con que este sea dicho sino que debe constituirse en acción hablada, de manera que sobre el escenario tenemos personajes que muestran aquello de lo que hablan, lo representan, bajo la premisa de un conocimiento compartido: “Esta actividad de (de)-mostración es considerada desde Aristóteles fundamental para el acto teatral: se muestra (se imita) personajes en el momento de la comunicación” (Pavis, 1998, 120). Si los personajes (cuando puede llamárselos así) derogan la comunicación del acto verbal, suprimiendo la relación con el mensaje transmitido, con la situación de enunciación, el diálogo termina por no mostrar nada. Ya sea por ausencia de deícticos, o porque éstos no se acompañan del gesto, y, principalmente, porque la información trasmitida no está ligada al contexto de la enunciación: El espacio de la obra da cuenta de reducción del material escénico que se refuerza con la economía verbal. A diferencia de El grito de los ahorcados en donde el espacio se amplia para dar cuenta de unos contenidos ricos en conflicto, El Alakrán opera por disminución del espacio, el tiempo y la palabra para potenciar otros niveles teatrales tales como el subtexto, el gesto, el cuerpo y lo íntimo. Es así como la trama se desenvuelve en la celda de una prisión sin ningún cambio. La representación está puesta en abismo, los personajes se reconocen como sujetos del drama, deben alternar entre su rol de sujetos del drama para ser también espectadores de otro drama que invade la escena. El referente: el periódico El Alacrán queda matizado por el poder expresivo de la interioridad de los sujetos. 2  Ateniéndonos a la periodización de Peter Szondi (1994): drama burgués del siglo XVII y el romántico y lírico del siglo XIX.

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La acotación da cuenta también de la imposibilidad de los personajes de actuar sobre el mundo, de transformar la realidad externa. Jermán - (Mientras va desapareciendo la imagen del León). ¿Qué figuras son éstas: asaltantes de sueño, guardias de la vigilia, temores, deseos? ¿De dónde toman su carne, qué sustancia los anima: el resentimiento, la justicia, la verdad, el amor? ¿Por qué también se le presenta a Joaquín? ¿Por qué ahora no los puedo controlar? ¿Hay realidad en ellos? ¿Son ellos la realidad? ¿Son o son? ¿Existen ellos en mí o existo en ellos? Las preguntas en esta pieza no apelan a un estado de cosas exterior sino que sólo pueden activar fuerzas en el interior del universo dramático. La pérdida de contacto con el universo exterior refuerza el aislamiento de los personajes, el referente se interiorizada. No se puede dar cuenta del mundo sino de manera fragmentaria. No se apela a la totalidad ni del referente, ni de los sujetos y tampoco de la acción. La obra avanza por discontinuidad y produce lecturas plurales. Que la Independencia deje de ser un acontecimiento remoto se puede lograr a través de la narración, convirtiendo en experiencia el hecho a través de la lectura. Sin duda, la dramatización refuerza o pone en merma otros aspectos: el conflicto, el concepto de héroe, la figuratividad de los acontecimientos, los sujetos. Así conversando sobre el teatro puede acercarnos a la Independencia y alumbrar ámbitos no visitados hasta el momento.

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CONVERSANDO SOBRE EL BICENTENARIO Editado por el centro Editorial Universidad Nacional de Colombia, el texto fue compuesto en caracteres DIN Next Pro y Bodoni. Se utilizó papel Ibory de 59.2 gramos y, en la cubierta Cartulina Bristol de xxx gramos. El libro se terminó de imprimir en los talleres gráficos de GRACOM Gráficas Comerciales, en Bogotá, en el año 2012.




Para reflexionar sobre este acontecimiento se llevó a cabo El Encuentro Estudiantil Conversando sobre el Bicentenario, un evento organizado y dirigido por el grupo estudiantil Taller, Ciudad y Territorio conformado por estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia. En el encuentro académico estudiantes de varias carreras pudieron exponer sus investigaciones sobre el tema. En dos días del Encuentro, estudiantes de varias partes del país y de diferentes carreras tuvieron un espacio de discusión y debate sobre el Bicentenario de la Independencia, socializando sus trabajos de investigación. Los temas tratados fueron diversos, por ejemplo El cimarronaje y la búsqueda de la libertad de los negros durante la colonia, la dificultad en las vías de comunicación en la Nueva Granada, la diferencia entre las versiones de la historia oficial y la historia alternativa y el problema de la identidad de los latinoamericanos, la literatura en la independencia, la prensa de la época, el teatro y los comuneros, la participación de las mujeres en la independencia, entre otros. En estos dos días los autores pudieron compartir sus investigaciones, conocer otras y escuchar las observaciones que hacían los demás ponentes de sus trabajos. Este libro contiene las memorias del evento.

GRUPO ESTUDIANTIL TALLER, CIUDAD Y TERRITORIO C O N V E R S A N D O S O B R E E L B I C E N T E N A R I O

Doscientos años de independencia de España se conmemoraron en nuestro país en 2010, teniendo como referente lo ocurrido el 20 de julio de 1810 en Santafé.


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