Revista contestarte no 15

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ISSN 1794-6239 CON LA TESTA Y CON EL ARTE, CON EL PENSAMIENTO Y CON LA IMAGINACIÓN


Nº 15

REVISTA CONTESTARTE 2015 / No 15 / ISSN 1794-6239 Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá -Facultad de Ciencias HumanasCONTESTARTE revistacontestarte@gmail.com https://www.facebook.com/revistacontestarte @revContestarte http://revistacontestarte.com/ issuu.com/gestiondeproyectos Rector Ignacio Mantilla Prada Vicerrector Diego Fernando Hernández Director Bienestar Sede Bogotá Oscar Oliveros Coordinadora Programa Gestión De Proyectos Elizabeth Moreno Domínguez Decano Facultad De Ciencias Humanas Ricardo Sánchez Ángel Directora Bienestar Facultad De Ciencias Humanas Susana Barrera Lobatón Comité Editorial Profesor. Raúl Ernesto Meléndez Acuña Departamento de Filosofía Corrección de Estilo Albalucía del Pilar Gutiérrez Diagramación y Diseño Nicole Calderon Castañeda Imagen de Portada y contraportada Portada: La barca de Caronte. Josep Benlliure Gil Contraportada: El entierro del Conde de Orgaz. El Greco

EQUIPO DE COLABORADORES Fundadores Julio Enrique Bohórquez & Catalina Bohórquez Mendoza Editores Ana María Chambueta Abril Johanna Haydee Forero Rodríguez Daniel Mauricio Vanegas Restrepo Comité Editorial Jubelly Amado González, Ángela María Blanco Nieto, Catalina Bohórquez Mendoza, Julio Enrique Bohórquez, David Alexander Calderón Beltrán, Ana María Chambueta Abril, Johanna Forero Rodríguez, Alejandra Guarín Téllez, Carlos Eduardo Melo Montaña, Luis Felipe Pulido Gutiérrez, Néstor Fabián Pulido Pulido, John Erwin Rodríguez Velásquez, Jorge Eliecer Sanabria Hernández, Daniel Vanegas Restrepo, Juan Diego Zabala Nieto, Esteban Zabala Gómez Impresor GRACOM Gráficas Comerciales Universidad Nacional de Colombia Cra 45 No 26-85 Edificio Uriel Gutiérrez Sede Bogotá www.unal.edu.co Permitida la reproducción total o parcial de los artículos publicados en los números de la revista contestarte con el debido crédito de los autores. Contestarte es una revista cultural de la Universidad Nacional de Colombia y de los estudiantes vinculados al Grupo Estudiantil Contestarte. Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional de Colombia no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar.

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C o n t e n i d o 3

EDITORIAL Transformaciones

Johanna Haydee Forero Rodríguez

PERSONAJE

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El doctor Quintana y la eutanasia: reflexión frente a la posición jurídica y ética

John Erwin Rodríguez Velásquez

HISTORIA

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El Anfiteatro de la Facultad de Medicina: una visita guiada

Carlos Arturo Florido Caicedo

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Roncoy: historia de un verdugo

Ana María Chambueta Abril

ESPACIO & TIEMPO Destino final del universo

Jorge Eliecer Sanabria Hernández

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ENSAYO

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Cruzando el mar de la muerte, la música como canoa

44

Guerra, escenario de muerte

50

Sacrificio y deseo, ascenso hacia la inmortalidad

56

El status animarum post mortem: la libertad y la historia en la Divina Comedia

Esteban Zabala Gómez Andrea de los Ángeles Castro Carreño & Deisy Rocío Ballén Castillo Jubelly Stefany Amado González & Luis Felipe Pulido Gutiérrez

Néstor Fabián Pulido Pulido

62

CUENTO El camino de herradura

Cristhian Antonio Martínez Moreno El heredero de Rasputín desapareció en suelo colombiano

Andrés Gulla-Ván

70 72

El don de la muerte, regalo de Dios

Juan Diego Zabala Duque


Editorial


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Contestarte

Julián Mancipe Acuña


Transformaciones Johanna Haydee Forero Rodríguez1

Sembrando con las letras un sendero cuidadoso, caminamos entre las tablas de cemento cuya figura refleja la dignidad del muerto. Imaginamos que en esa serenidad consiste el abandono de la vida, esa transformación absoluta e ineludible que ha sido el seno de infinitas fantasías. Ahora bajo la tierra el cuerpo ya no es el muerto. En el primero, espacio y tiempo permanecen detenidos, mientras entre los cercanos del otro, las memorias de los días se encuentran repartidas hasta que los años arrebatan la voz, la figura, la ausencia. Así hemos preparado Contestarte No. 15. Abordamos de forma diversa las perspectivas que comprenden el abandono de la vida. Reflexionamos sobre el derecho a una partida digna, exploramos a través de la historia del Anfiteatro de la Universidad Nacional de Colombia, del Cementerio Central, de la historia de los verdugos en Bogotá. Analizamos los ritos fúnebres heredados, la visión de la muerte en la literatura. Cerramos una década de existencia de nuestra revista esperando que el nuevo ciclo trascienda a través de la letra viva.

1 Filósofa. Candidata a Maestra en escrituras creativas. Universidad Nacional de Colombia. - jhforeror@unal.edu.co 5


Personaje


Juan Camilo Monroy

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El doctor Quintana y la

Eutanasia

Reflexión frente a la posición jurídica y ética

Contestarte

John Erwin Rodríguez Velásquez1

la muerte es el único evento de la vida que parece constante. Sin importar las razas, las condiciones sociales, el género o las decisiones erradas y acertadas con las que conducimos nuestras vidas, todas esas variables terminan atraídas y transformadas hacia el final de la vida. Curiosamente no se ha reflexionado a fondo sobre esta constante. Siempre hablamos de la forma en que queremos que nos entierren y del rito que nos parece el más hermoso para que se festeje después del deceso, pero no vamos más allá. Al mismo tiempo que pensamos de esa manera, nos inmiscuimos y trabajamos en los proyectos que tenemos, imaginamos los países por conocer, la comida que disfrutaremos. La forma como moriremos prevalece como algo que no podemos divisar o no debemos decidir, más allá de nuestra fantasía, ya sea por causa de nuestras creencias

1 Filósofo. Universidad Nacional de Colombia. - jerodriguezv@unal.edu.co 8


religiosas2 o por el desconocimiento de los temas en que la muerte se percibe como una elección. Hablo del suicidio o de la eutanasia. por ello, en este artículo, abordaremos el tema de la eutanasia a partir de la visión del doctor Gustavo Adolfo Quintana, médico egresado de la Universidad Nacional de Colombia, quien actualmente lleva a cabo esta práctica y quien, además, se ha esforzado por brindar claridad sobre algunos aspectos tanto de carácter práctico como de carácter ético y judicial que tocan profundamente el tema. Sin embargo, debe considerarse que el presente artículo alberga una visión que puede generar o reavivar las discusiones en torno al asunto. Así pues, en primer lugar se partirá de aclarar en qué consiste el concepto eutanasia y el carácter judicial del mismo, posteriormente se explicará cómo se realiza el procedimiento que sigue el doctor Quintana y se indagará acerca de lo que él, tanto desde su perspectiva profesional como desde la personal, ha logrado percibir sobre la experiencia de sus pacientes, los familiares y él mismo frente a la muerte digna.

El concepto de eutanasia La etimología de la palabra eutanasia tiene su origen en el vocablo griego eu que significa bueno y thánatos que significa muerte, tenemos entonces que el término se refiere a una «buena muerte» o a la posibilidad de morir bien. No obstante, el término ha tenido una gran cantidad de definiciones a lo largo de la historia; la asimilación de las visiones 2 Es muy probable que, como se comenta en el libro Instituto colombiano de estudios bioéticos la eutanasia, la instauración del cristianismo por los colonos en Colombia se hubiera producido una transformación en la forma como se entendía la muerte, pues la colonia instauró una religión teocéntrica en la cual solo hay un Dios « […] de cuya voluntad ha salido todo lo que existe y en cuyas manos está, hasta cuando sea su voluntad, la existencia de cuanto Él mismo creó».

particulares de la práctica en distintas épocas ha transformado continuamente su significado. Así pues, en la actualidad, ese desmembramiento de la palabra no parece recoger plenamente todos los aspectos importantes que confluyen en ella, aunque mantiene la intención con la que profesionales como el doctor Quintana actúan. Para el Doctor, un amante de la vida, la eutanasia alberga también una profunda relación con las condiciones necesarias para una buena vida. En esta, debe primar la capacidad de elegir y tomar decisiones como una parte fundamental. La vida solo vale la pena vivirla si las personas pueden disfrutarla bajo los términos y condiciones elegidos por ellos, pero si esto no es posible, ya sea por cuestiones biológicas o médicas, la eutanasia se manifiesta como una opción sustentada en que las condiciones mínimas para llevar una buena vida (subjetivas para cada individuo) no se cumplen. La interpretación de la definición ofrecida por el doctor Quintana brinda luces sobre definiciones contemporáneas como la que plantea Sánchez: «acto de dar muerte a alguien para librarlo de intensos sufrimientos contra los cuales no hubiera otro modo de luchar» (1997, p. 28); y no obstante va más allá intentando llenar esos vacíos que no permiten hacer una buena distinción entre conceptos como eutanasia, ortotanasia, distanasia, suicidio asistido o incluso del término homicidio. Se presenta así una fuerte distinción entre la eutanasia y otras acciones que involucran la elección de la muerte propia (como el suicidio) o la de alguien más (como el homicidio), de manera que no debe entenderse el procedimiento como un acto de suicidio asistido, ni la práctica como el levantamiento de la mano sobre otro. Desde la experiencia, el doctor Quintana afirma que en muchas ocasiones se le ha increpado como homicida por ejercer la práctica fundamentalmente por aquella confusión terminológica. 9


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Fotografía. 2014. Alejandra Ceballos.

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Pero el asunto se aclara, desde su perspectiva, si logran comprenderse dos conceptos estrechamente relacionados con el de la eutanasia, a saber, los conceptos de paciente desahuciado y paciente terminal. Dentro de este marco, el paciente desahuciado es aquel cuya enfermedad no tiene ningún tratamiento curativo y, por lo tanto, el médico tratante le aplica tratamientos paliativos para mitigar la agonía o el dolor. Por otra parte, el paciente terminal es aquel que tiene « […] una enfermedad irrecuperable previsiblemente mortal y en un plazo relativamente corto» (Golan, 2008, p. 43). En ese sentido, ambos conceptos deben considerarse en relación con otro elemento importante que hace parte de la vida

humana, la voluntad. Como seres libres de elegir, el paciente debe gozar de la posibilidad de elegir recibir el procedimiento, aunque con la salvedad de que quien decida recibir la eutanasia debe contar con la completa disposición de sus facultades mentales para solicitarla. Por consiguiente, solo a partir de la conjunción de estas consideraciones puede comprenderse el significado de la eutanasia como práctica.

El marco jurídico y legal Ahora bien, si entendemos la eutanasia como un acto solicitado por un enfermo terminal o desahuciado que considera que, producto de su


enfermedad, no va a seguir disfrutando su vida bajo las condiciones deseables y, por lo tanto, no desea continuar con ella, surgen preguntas como: ¿qué persona puede llevar a cabo el procedimiento? ¿Incurriría en algún delito quien realice la práctica? Los términos legales acerca de la eutanasia aparecieron en el Código Penal Colombiano de 1980, en el artículo 326 y tipificaban la realización como un homicidio por piedad. De ese modo, en la legislación del país, la eutanasia se condenó con una pena entre los tres y los seis años de cárcel. El artículo versaba: «Homicidio por piedad: El que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave o incurable, incurrirá en prisión de seis meses a tres años» (Sánchez, 1997, p. 8). Sin embargo, en el año de 1997 se generó una demanda por inconstitucionalidad contra dicho artículo. Para el demandante, José Eurípides Parra Parra, se incurría en la violación de más de veinte artículos de la Constitución colombiana, de manera que la decisión de la Corte Constitucional frente a este debate fue «primero: declarar exequible el artículo […] con la advertencia de que en el caso de los enfermos terminales en que ocurra la voluntad libre del sujeto pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad alguna para el médico autor, pues la conducta está justificada» (Sánchez, 1997, p. 24). Entre algunas de las condiciones que se propusieron para que se tomara aquella decisión figuró la de llevar a cabo una verificación rigurosa de estado real de paciente por personas competentes, que pudieran confirmar la claridad en el juicio y el deseo inequívoco de morir. También se indicó que la persona calificada para realizar la voluntad del paciente debe «obtener un resultado filantrópico» (Sánchez, 1997, p. 24) y, por último, se dictaminó la incorporación de pro-

cesos educativos en los que se resalte el valor de la vida, la responsabilidad social, la libertad y la autonomía de la persona3. Ahora bien, la condición que aclara que solo personal capacitado puede valorar el estado emocional, mental y médico de un paciente para llevar a cabo la eutanasia no es específico frente al tipo de profesional de la salud autorizado para hacerlo. Al mismo tiempo, parece incurrirse en una ligereza al no considerar que un paciente puede estar alterado mentalmente por estar próximo a la muerte, lo cual podría conducirlo a no contar con claridad en su juicio. Dejo estas dudas con el ánimo de que se mantenga el debate y de ser posible que se comience a analizar de una manera más profunda dentro de qué condiciones se puede o no incurrir en un acto castigable en términos legales. Sin embargo, en cuanto a las dudas generadas al principio de esta sesión queda claro que no cualquier persona en Colombia puede aplicar eutanasia, pues solo una persona calificada (lo cual parece indicar un médico o profesional de la salud) está en capacidad de certificar y valorar todas las condiciones necesarias en el paciente. Por otra parte, queda claro que mediante investigación penal se confirmará si la conducta del médico fue o no jurídica, esto es, si el médico respetó las condiciones expuestas más atrás antes de generar el procedimiento; de ser así el médico no tendría responsabilidad por el acto cometido. 3 En este punto me ocupo de dar las resoluciones que se produjeron en el año 1997 y no muestro el proceso que ha seguido en estos 17 años. En el año 1998, se presentó una ponencia frente al procedimiento de la eutanasia, y que en los años 2006 a 2008 se presentaron varios proyectos de ley sobre el derecho a morir dignamente, los cuales no fueron aprobados o no fueron retirados por los ponentes. Sin embargo, el análisis de estos proyectos se puede encontrar en el libro Realismo jurídico y eutanasia comentarios al dilema iustérico de la reglamentación de la muerte digna en Colombia que expone de manera rigurosa los aciertos y desaciertos de dichos proyectos de ley. 11


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Fotografía. 2014. Alejandra Ceballos

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Por otra parte, cuando analizamos el punto de vista que emplea el doctor Quintana encontramos que además de las condiciones jurídicas antes mencionadas el Doctor ha encontrado una condición que no está contemplada en el análisis jurídico, por lo menos no de manera explícita, el placer. Para el doctor Quintana, desde la experiencia práctica, el placer es una de las condiciones necesarias para mantenerse con vida y para luchar, para seguir viviendo más allá de las limitaciones en las que una persona pueda caer como producto de su enfermedad. Que las personas puedan disfrutar las cosas que les gustan, con las personas que desean es algo que incrementa el valor de la vida e incluso se podría afirmar que le da sentido a esta.

No poder hacerlo, por motivo de una enfermedad incurable, es quizá una de las razones para elegir la eutanasia4. ¿Acaso vale la pena vivir la vida cuando se hace imposible disfrutarla?

Consideraciones Queda un último punto en cuanto a las condiciones estipuladas por la Corte Constitucional frente al aspecto de obtener un resultado filantrópico. Esta afirmación parece dirigirse a que 4 En este punto se ve que el doctor no solo atiende a las necesidades médicas del paciente, sino que también entiende las limitaciones emocionales y cotidianas a las que el paciente está condicionado.


el procedimiento que se realice con el paciente no sea traumático tanto para quien lo recibe, como para quien lo practica, y, por supuesto para los deudos; mas ¿hay acaso un método estándar que debe seguir todo médico? O por el contrario ¿hay una cierta libertad al momento de aplicar un procedimiento de este tipo al menos para garantizar la satisfacción de dicha condición en el paciente y el médico? En efecto, no hay un método definido según el cual se indiquen qué medicamentos o elementos deban emplearse para la realización de la eutanasia, es por tanto decisión del médico elegir el procedimiento más adecuado para el paciente. Así por ejemplo para el doctor Quintana es necesario que dicho procedimiento no sea traumático ni para el paciente ni para la familia. En este punto encontramos dos tipos de métodos para realizar una eutanasia: la eutanasia pasiva5 y la eutanasia activa. El procedimiento para la eutanasia activa que el Doctor realiza consiste en una inyección de tres tipos de medicamentos que se administran en un orden específico para que el paciente no sienta dolor. En primer lugar, se inyecta un sedante que conduce al paciente a dormir casi de manera inmediata. Después se suministra un medicamento que anula las respuestas reflejas de este. Por último, se administra un despolarizante cardiaco que detiene el corazón produciendo la muerte. El Doctor aclara que este procedimiento no dura más de diez minutos y no describe ningún tipo de dolor o sufrimiento en el paciente, más aún, muchas de las familias se asombran de que él Doctor confirme el deceso 5 Este segundo método de eutanasia no fue abordado completamente en el encuentro, sin embargo, es necesario aclarar que este procedimiento es un procedimiento en el cual no se aplica ningún tipo de medicamento al paciente, incluyendo los paliativos, por lo cual simplemente se espera a que se apaguen uno a uno los órganos del paciente, una opción que puede llegar a ser dolorosa para el paciente.

del paciente puesto que estos lo único que ven es que el paciente se queda dormido. Ahora bien, dentro del procedimiento médico, que puede entenderse como la simple administración de tres tipos de medicamento, se esconde el proceso por el cual pasan tanto la familia como el paciente y es este proceso del cual el doctor Quintana se siente orgulloso de hacer parte. Ahí la muerte es, en muchos casos, recibida como una vieja conocida que se vuelve una excusa perfecta de intentar hacer la mejor despedida, de subsanar problemas del pasado e incluso de unirse como familia para despedir a un ser amado. Esto brinda a la familia la oportunidad de percibir la muerte no como un evento traumático, sino como un momento necesario que puede estar lleno de felicidad, regocijo, buenos deseos e incluso perdón. Ahora es necesario tratar los tres puntos de vista que se nombraron al comienzo, el punto de vista del paciente, el de la familia y el del doctor, claro está, estos puntos de vista serán brindados por la experiencia que el doctor Quintana ha tenido. En la perspectiva de la familia: el doctor Quintana afirma que, según su experiencia, la familia no acepta, en muchos casos, la decisión del paciente que opta por la eutanasia. Para el doctor esto suele pasar por dos razones: la principal es que la familia no está preparada para soltar a ese ser amado, por el contrario, para mantenerlo a su lado están dispuestos a sacrificar parte de su bienestar, por eso llegan incluso a ignorar la decisión del paciente. Esto se entiende como un deseo por luchar contra la muerte y el doctor resalta el amor que la familia tiene por esta persona a la cual no quieren dejar morir. Ahora bien, aunque la familia no quiere ver sufrir a ese familiar que está enfermo, tampoco quiere que muera albergando la esperanza de que se 13


puede curar, esto hace que el procedimiento sea considerado como un evento traumático tanto para ellos como para el paciente. La eutanasia, en muchas circunstancias, es vista como un acto moralmente reprobable, pues parece negarle al paciente la posibilidad de luchar por recuperarse. Sin embargo, no existe dicha posibilidad, la esperanza de una mejora de las condiciones médicas del paciente son improbables, y más aún, el paciente ya no acepta la vida que tiene puesto que no está dentro de lo que este desea, en otras palabras, la vida del paciente no es buena para este. Pero cuando la familia deja de ignorar ese miedo a lo desconocido acatando la última decisión del paciente, hace del preludio al deceso un momento enternecedor, casi ritual, en el que se honra y se agradecen todos los años vividos, es un momento para despedirse y perdonarse.

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La perspectiva del paciente es para el Doctor la que más valor tiene, dado que está colmada de tranquilidad y de felicidad pues el sufrimiento está a punto de terminar. En este punto el Doctor recordó la imagen de Caronte, el barquero que acompañaba a las almas al hades, y afirmó que él se consideraba como él, puesto que acompañaba a sus pacientes en ese paso de esta vida que ellos mismos ya no consideraban placentera, a un lugar, un estado u otro tipo de existencia donde el dolor ya no estaría.

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Cuando hablamos de la perspectiva del paciente, desde el punto de vista del doctor Quintana, surge la sensación de que dicha opinión puede estar velada por las creencias u opiniones que tiene, y pueden no ser un reflejo claro de lo que los pacientes en verdad están sintiendo. Sin embargo, ante estos argumentos se debe aclarar que el solo hecho de que un paciente solicite dicho procedimiento nos inclina a pensar que ellos ven una solución o una alternativa a los problemas que están padeciendo por su enfermedad terminal. Otro punto de la

contraargumentación es que el doctor Quintana vivió en carne propia lo que es tomar la decisión de que de ser necesario se le aplicara la eutanasia. Así pues debemos entender que la visión del doctor surge de la visión de ser él mismo un paciente. Hace más de 30 años, el Doctor se encontraba en una convención de medicina a las afueras de Bogotá. Mientras manejaba el auto un caballo se atravesó en la carretera y él lo atropello haciendo que el cuerpo del equino se levantara lo suficiente como para caer sobre el techo del auto aplastándolo completamente. Este accidente causó una fractura en la columna del doctor que posiblemente podía haberle ocasionado una lesión medular y una parálisis de sus extremidades. Esto lo cohibiría de realizar todas las actividades que él venía realizando tanto en su faceta profesional como personal. Este es en esencia el punto fundamental de la eutanasia para el doctor Quintana, la razón de por qué él no quería ser tratado es al mismo tiempo la razón que justifica su trabajo diario por darle una muerte digna a quienes lo necesiten. Pues para este Caronte una condición necesaria de la vida, o mejor de la buena vida, es la capacidad de poder elegir y tomar decisiones sobre esta. El doctor Quintana aclara que él es un enamorado de la vida y hay que vivirla al máximo, pero cuando por razones médicas el individuo no puede disfrutar, debe poder elegir cuál es el camino a seguir. El Doctor considera que la voluntad del paciente es la más importante y por tal razón el médico debe, en primer lugar, garantizar la salud de sus pacientes, no obstante, si esta no puede mejorar el médico no puede obligar a otra persona a vivir en sufrimiento o en desdicha. Sin embargo, algunos consideran que la eutanasia es reprobable moralmente. Un ejemplo claro se presenta en aquellos que consideran que al


Bibliografía A cademia Nacional de Medicina, Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos (1997). La eutanasia. Santafé de Bogotá: Giro Editores.

Corredor Cabrales, E. A. (2009). Realismo jurídico y eutanasia comentarios al dilema iustérico de la reglamentación de la muerte digna en Colombia. Bogotá: Universidad Católica de Colombia.

K ahn, G.G.(2008). Eutanasia y justicia. Cali: Pontificia Universidad Javeriana.

S ánchez F. (1997). La eutanasia. Bogotá: Giro Editores Ltda.

Vaca Andrade, R; et al (2009). Eutanasia: aspectos éticos-médicos y jurídicos. La bioética y los conflictos en los confines de la vida. Quito: Pontificia Universidad Católica del Ecuador: Universidad Central del Ecuador.

Golan Gilli Kahn, (2008). Eutanasia y justicia. Cali: Pontificia Universidad Javeriana.

Fotografía. 2014. Alejandra Ceballos

ser Dios quien creo todo solo Él puede disponer de la vida de los hombres y es, por tanto, el único que puede decidir cuando una persona debe morir. Un caso similar se evidencia en quienes aún consideran esta práctica como un acto de homicidio, puesto que más allá del aspecto legal, es un ser humano que le quita la vida a otro. Si se tiene en cuenta que el trabajo del médico es ayudar a que los pacientes se curen, se entiende que el médico incurre en dos actos malos no curar y ayudar a morir a un paciente. 15


Historia


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Escudo de armas con calavera. 1503. Alberto Durero. Buril. Estampa 220 x 156 mm.


El Anfiteatro de la

Facultad de Medicina Una visita guiada

Contestarte

Carlos Arturo Florido Caicedo1

A través de la historia de la humanidad, todo lo relacionado con la anatomía y su estudio en cadáveres ha estado rodeado de mitos y especulaciones que van desde el tráfico de cadáveres en el medioevo y en la época victoriana, hasta las macabras historias sobre una universidad de Barranquilla de la cual se cuenta que pagaba a sicarios para matar indigentes y llevar sus cuerpos al anfiteatro. Esta no es una de esas extraordinarias historias. Es solo la visión personal de un profesor de anatomía que ha vivido prácticamente la mitad de su vida relacionándose con esos seres humanos que todos los días nos enseñan y que son los verdaderos docentes. Se trata de una visita guiada por la historia del Anfiteatro de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. 1 Médico. Especialista en auditoría médica. Especialista en docencia universitaria. Profesor asociado. Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia. - cafloridoc@unal.edu.co

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Años más tarde, cuando me presenté a la carrera de medicina en varias de las universidades del país, cuando terminé mi examen de admisión en la Universidad Industrial de Santander en Bucaramanga, no sé por qué razón un muchacho de apellido Blanco —también de Duitama— y yo terminamos visitando el anfiteatro de la UIS. En esa ocasión, la impresión fue mucho más fuerte. Por una parte, fue la primera vez que estuve en contacto real con el picante olor del formaldehído mezclado con el de los organismos muertos y, por otra, quien va a Santander y no come cabrito y carne oreada, no está en nada, y fue esa similitud de aspecto entre la carne oreada y los músculos de los cadáveres

Walter Gómez Urrego. 2014.

La primera vez que vi un cadáver —que yo recuerde— fue cuando tenía diez años a instancias de mi padre, quien, teniendo en cuenta que me gustaba la medicina y que en muchas ocasiones me había oído decir que quería ser médico, había arreglado lo necesario para que asistiera a la práctica de una necropsia médico legal en la morgue del cementerio de Duitama. La sensación no la recuerdo muy bien. Creo que lo que más me llamó la atención de aquella sesión, a la que mi padre me llevó para ver si «tenía tripas» para ser médico, fueron precisamente las tripas del paciente. Me parecieron infinitas, pero nada más. Ni siquiera me olió a carnicería, a fama.

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la que me impresionó tanto. En ese momento no me imaginé que algún día, y una decena y media de años después, esa presencia sería mi compañera de trabajo de todos los días. Cuando tuve que enfrentarme por primera vez, de verdad con un cadáver, ya siendo estudiante de medicina, me desmayé, perdí el sentido.

Contestarte

Sin embargo, aquí estoy hablando de cadáveres no de la muerte. El concepto de muerte implica algo más profundo y personal. Tal vez la primera idea que tengo de la muerte es la de mi abuela materna. Cuando la señora María Méndez murió, yo apenas la había visto un par de veces. Yo tenía cuatro o cinco años y desde entonces la muerte para mí significa algo así como la desaparición personal, afectiva. Alguien estaba y ya no está ni va a estar jamás. Después un carro mató a una vecina, la hija del carpintero que vivía a media cuadra de mi casa. Hasta que esa aproximación fue más, mucho más intensa cuando murió mi hermano a sus once años, yo tenía nueve y con el transcurso del tiempo vi morir una importante cantidad de amigos y seres queridos, tíos, primos, mi suegra, mi madre… la muerte es otra cosa. Para nosotros los anatomistas, muerte y cadáver son cosas paradójicamente diferentes. Cuando estamos frente a un cadáver, estamos frente a un libro abierto que nos enseña cosas. Un cadáver es como una fotografía. Un cadáver no es la muerte, es la vida detenida en un instante y para siempre. Estudiar anatomía es como ver una foto, estudiar medicina es como ver la película completa, con sus tres actos: un planteamiento, un clímax y un desenlace con uno o varios falsos finales, pero con una terminación real que siempre es la misma. En la morgue del Hospital San Juan de Dios, había un letrero que decía: «Este es el lugar en el 20

que los muertos enseñan a los vivos». Tal vez, en algún momento, un profesor, cuando éramos estudiantes de patología, nos dijo quién había sido el autor de la sentencia o a quién se la habían copiado más o menos textualmente. Pero original o no, encerraba una gran verdad: ese cadáver-fotografía está allí en silencio, enseñándonos todo lo que tiene. Es el primer contacto que el estudiante de medicina tiene, profesionalmente hablando, con un ser humano. Es su primer paciente, es su primer contacto con la muerte pero también con el compromiso por la vida. En una época, que ahora parece lejana, ese primer acercamiento era diferente. Cuando un estudiante entraba a la Facultad de Medicina a la cátedra de anatomía, lo primero que ocurría era que le entregaban una carta dirigida al administrador del Cementerio Central para que le entregaran un esqueleto. Entonces comenzaba una ceremonia francamente macabra, que más bien debería llamarse liturgia. El estudiante iba al cementerio para que de la fosa común un empleado sacara la osamenta de algún difunto de los denominados NN o de alguno de los restos que no habían sido reclamados después de terminar el contrato de arrendamiento de la bóveda respectiva. El funcionario lo empacaba en un costal y llevaba los restos a la casa o a otro lugar más adecuado para lo que seguía: limpiar los huesos de sus restos blandos. Esto se hacía cocinándolo en agua con cal para aflojar los restos y blanquear los huesos. Luego de esto, el oficiante podía considerarse «bautizado» como estudiante de medicina. **** La llegada al Anfiteatro de la Universidad Nacional de Colombia fue una experiencia inolvidable. Cuando entré por primera vez, la sensación fue única. El acceso estaba compuesto por


una puerta grande de madera pintada de color gris que constaba de dos hojas. Una de ellas estaba siempre cerrada y la otra se abría al vestíbulo de los laboratorios de histología al lado de la entrada alterna al auditorio 121, detrás de la cual aparecía un gran corredor central de cuatro metros de ancho por veinticinco de largo que, comenzando allí, terminaba en otra gran puerta de color gris, corrediza, la cual prácticamente nunca se abría. A lado y lado del corredor central había un par de hileras de casilleros verdes que iban de punta a punta y solo se interrumpían por tres espacios a cada lado. Estos marcaban los accesos de vaivén e incompletos por encima y por debajo, como los de los bares de las películas del oeste norteamericano, a los seis cubículos de disección.

Anfiteatro 1. Archivo Familia Bohórquez.

Al atravesarlos, se encontraba uno en el sancta sanctorum de la anatomía: los recintos que, como el resto del anfiteatro, alcanzaban unos cinco o seis metros de profundidad y en su parte más alta estaban rematados por vidrios traslúcidos pero martillados para tener una buena iluminación. Con estos se alternaba uno que otro ventilador que se encendía cuando el olor del recinto era demasiado fuerte. En una de las paredes había un tablero de madera verde con una cajita

para guardar las tizas y el borrador; en otra, la puerta; y en las otras dos, lavamanos quirúrgicos de los que se accionan con la pierna. Las paredes estaban enchapadas parcialmente por unas baldosas de unos 50 por 50 cm de porcelana amarilla que fueron especialmente fabricadas en Italia y traídas para la construcción de los anfiteatros en los años 30 o 40 del siglo pasado. En esa época, se construyeron dos anfiteatros, cada uno con su respectivo auditorio para las clases. Al interior de cada cubículo de disección había nueve mesas de acero inoxidable simétricamente distribuidas: en seis de ellas reposaban cadáveres y huesos en las otras tres. Las prácticas de anatomía consistían básicamente en la disección de cadáveres. Para esto utilizábamos unas guías de disección escritas por los profesores de la asignatura en las que se nos daban instrucciones acerca de cómo proceder sobre las diferentes regiones del cuerpo humano mediante técnicas que permitían exponer la mayor parte de las estructuras anatómicas con el menor daño posible. Estas disecciones las hacíamos por grupos en la mitad del cadáver que nos habían asignado. Las evaluaciones consistían en la calificación de la disección y en un examen práctico sobre los especímenes disecados. Dicho examen era, claro, individual y constaba de varias preguntas que se debían responder en un tiempo máximo de un minuto cada una. Cuando ese tiempo se cumplía un timbre indicaba que se debía pasar al siguiente puesto para contestar la próxima pregunta. Al final de la prueba salíamos al ancho corredor y lo recorríamos hacia atrás hasta la puerta corrediza que solo era abierta para nosotros en esa ocasión. Entonces se llegaba a un espacio amplio, la zona de preparación y depósito de cadáveres. Luego de un breve, brevísimo recorrido por esa estancia, salíamos de la zona del anfiteatro. 21


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Durante ese pequeño recorrido era poco lo que podía verse: entrando a mano derecha, el corredor que lo sacaba a uno del área; entrando a mano izquierda, un corredor en cuyo fondo se distinguían unas puertas misteriosas; al frente estaba la gran puerta por la que entraba y salía la camioneta del anfiteatro, una Ford o Chevrolet modelo cincuenta y pico, al lado de la cual se veían unos artefactos de acero inoxidable, las neveras, presuntamente llenas de cadáveres. Las paredes, en general, estaban enchapadas hasta una altura media con baldosas de color blanco y en varias de ellas se encontraban unas pocetas que más que eso parecían orinales comunales, con unas llaves que en ocasiones estaban abiertas dejando caer su chorro dentro de baldes cuyo contenido era un misterio. Contra la pared de la derecha reposaban unos gabinetes blancos con algunos elementos de instrumental quirúrgico en su interior, cerca de una abertura que parecía la de un horno por el aspecto ahumado de sus bordes y de una puerta por la que se entraba a una oficina. Finalmente, en el centro del recinto, resplandecía una gran plataforma sobre la que se «arreglaban» los cadáveres. Por aquellos tiempos no solo se embalsamaban los cuerpos que servirían para las prácticas de anatomía, sino que con frecuencia llevaban restos de las funerarias para hacerles lo que ahora se conoce con el nombre de tanatopraxia que, fundamentalmente, consistía en inyectarles una solución de formaldehído para su preservación.

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Estaban entonces por terminar los años setenta. Regresé al anfiteatro casi diez años después como profesor. Las cosas no habían cambiado mucho. Habían quitado las puertas estilo saloom de los cubículos. Ahora había menos cadáveres en su interior y por fin pude explorar la parte de atrás. Poco a poco se fueron desvelando los misterios y con ellos la historia del Anfiteatro de la Facultad de Medicina. Sobre la gran

plataforma central para la preparación de los cadáveres solo habría que añadir que estaba a la altura del piso de la bodega de la camioneta, de tal manera que la tarea de descargar un cadáver era más sencilla. La superficie superior estaba hecha para los fines tanatoprácticos. Era de granito pero tenía algunos declives y canales que servían para conducir los líquidos hacia el desagüe. Por debajo y a los lados había unas pequeñas puertas que conducían a unos espacios en los que con los años se habían venido almacenando cosas cuya naturaleza, origen y destino eran inciertos. En alguna ocasión nos atrevimos a buscar y encontramos los negativos en placas de vidrio de un mosaico de quién sabe cuándo, también algunos ejemplares de libros viejos y de números viejísimos de revistas. Entonces entendimos que el Anfiteatro de Medicina, además de ser un depósito transitorio de cadáveres, era una suerte de basurero de la facultad. En efecto, lo que creíamos que era un horno cuando éramos estudiantes sí lo era y en él se incineraban no cadáveres como alcanzamos a pensar, sino papeles de la facultad, actas viejas, exámenes practicados en semestres anteriores y cosas así, y de vez en cuando fragmentos muy pequeños de piel o de algún otro resto que había resultado de las disecciones. Dentro de las neveras que eran varios pisos de gavetas de refrigeración, ahora apagadas, con sus respectivas camillas en el interior, había una cantidad importante de cadáveres completos a medio disecar o piezas de los mismos que se habían ido acumulando semestre tras semestre, desde que se prohibieron las fosas comunes de los cementerios. Muchos de los cadáveres no habían sido tocados después de su embalsamamiento y se habían convertido en momias que a esas alturas no servían para estudiar anatomía.


Entrando a mano izquierda, detrás de las misteriosas puertas, estaba lo más interesante, era un par de puertas grandes pero sobre todo pesadas, probablemente debido al espesor —de unos 30 cm—, que al abrirlas lo conducían a uno en un viaje por el tiempo, a conocer una parte de la historia del anfiteatro, eran las puertas de dos cuartos fríos. Uno de ellos estaba casi completamente desmantelado y ocupado por algunos muebles, estantes y vitrinas viejas en las que había piezas como de museo: disecciones de brazos o cuellos a los que se les había pintado de azul las venas, de rojo las arterias y de amarillo los nervios, y se habían conservado durante quién sabe cuántos años. Con esas piezas comenzamos el museo de anatomía. El otro cuarto conservaba sus gruesas paredes y en el techo pendían unos rieles que lo recorrían de un lado para el otro a manera de zigzag en los que estaban montados unos dispositivos que consistían en una rueda con borde acanalado (como las de las poleas), cuyo eje terminaba en una especie de «Y» que de nuevo se abría en otras dos ramas mucho más separadas. En esos extremos iban montados algunos tornillos que terminaban en puntas agudas destinadas a incrustarse en los cráneos de los cadáveres que permanecían colgados recibiendo refrigeración. Solo imaginar el tétrico frigorífico era para quitar el sueño. Como habían dejado de usarse los métodos hipotérmicos para la conservación de los cuerpos, se estaba planeando la construcción de una gran piscina en la que se mantuvieran sumergidos dentro de una mezcla parecida a la que se le inyectaba a los restos con base en formaldehído. Los años fueron pasando y con ellos llegaron cambios muy importantes en la legislación, el conocimiento de las propiedades nocivas del formaldehido y la implementación de nuevos modelos en la educación en general. Una nue-

Anfiteatro 2. Archivo Familia Bohórquez.

va Constitución, la nueva Ley de Educación, la nueva legislación en salud y en cuestiones laborales cambiaron todo. Hoy no puede haber «NN» ni fosas comunes y todos los seres humanos, vivos o muertos, son sujetos de derechos, el Estado tiene la obligación de garantizarlos y defenderlos. Las facultades de medicina, que antaño en la capital de la república eran solo tres, se multiplicaron y rápidamente superaron la decena. Por todas estas razones hay menos cadáveres y los protocolos para su manejo son más complejos y exigentes. Ahora más que nunca los restos y sus partes son extremadamente valiosos. Incluso se han abierto líneas de investigación para encontrar y estandarizar procesos de recuperación y restauración de piezas anatómicas y de disecciones con el objeto de conservarlas y utilizarlas durante más tiempo. El Anfiteatro de la Universidad Nacional cambió radicalmente. Ahora los espacios son lo más asépticos posible. Blancos de arriba abajo, sin puertas de madera ni baldosines italianos de porcelana, con tableros de acrílicoamchambuetaa, nuevas camillas y mesas de acero inoxidable mandadas a hacer siguiendo al detalle los estándares establecidos por los organismos de salud y un sofisticado y monumental sistema de ventilación y extracción en dos de los seis cubículos, que reduce al mínimo los vapores flotantes del for23


Contestarte

maldehído. En esos dos cubículos, y únicamente allí, se trabaja con cadáveres o con sus partes, siguiendo el orden de unas muy bien organizadas rotaciones en las que todos los estudiantes pasan por todas las mesas donde hay restos disecados por los profesores, partes de cadáveres u órganos con los que se estudia a partir de las tradicionales guías ahora reformadas, pues los estudiantes solo reconocen estructuras sin hacer disecciones. En los cuatro cubículos restantes, se trabaja con «material no contaminado»: huesos, radiografías, computadores con programas de anatomía, presentaciones, videos, monitores, entre otros, además de una moderna mesa que en realidad es una «tablet» del tamaño de un ser humano adulto en la que los estudiantes pueden estudiar y hacer disecciones virtuales.

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La remodelación que dio como resultado todo esto se hizo en varias etapas. Primero se montó el sistema de ventilación de uno de los cubículos y unos años después, el del otro. La última intervención se hizo de atrás para adelante, en la parte de preparación y depósito de cadáveres la transformación fue total. La famosa plataforma fue tumbada y debajo de ella se encontró lo que se esperaba, basura de todo tipo. Pero los hallazgos espeluznantes que alguno podría imaginarse, no llegaron. Solo se encontraron algunos huesos y un par de fetos en unos frascos de vidrio. Todas las neveras fueron retiradas y vendidas como chatarra. El contenido, junto con una montaña de restos que ya no era posible inhumar en fosas comunes pues se había prohibido por la ley, fue llevado, en parte, a una fosa comprada por la Universidad en un parque cementerio al sur de Bogotá y el resto fue incinerado en un horno construido en el campus universitario para tal fin. Ahora los cuerpos se guardan en diez y siete piscinas de concreto enchapadas interiormente en acero inoxidable, con tapas del mismo material y cierre hermético, en un área destinada exclusivamente para eso.

El resto de la zona permanece en un orden perfecto. Las cajas de cartón en las que guardaban huesos fueron reemplazadas por unas plásticas en las que se encuentran organizados por regiones anatómicas cráneos, vertebras y demás elementos óseos. Habitáculos especiales para el almacenamiento de las sustancias químicas, el instrumental y demás herramientas de trabajo, los elementos de aseo, en fin, cada cosa en su lugar. En el centro de estancia, una oficina, un baño con ducha y un vestier para los empleados del anfiteatro. Todo esto como el resto del anfiteatro, pintado con pintura epóxica blanca del piso al techo, en el cual se ha instalado otro sistema de ventilación similar al de las salas de disección. Es ese escenario que ha cambiado tanto, por el que han pasado miles de personas vivas y muertas: profesores, alumnos, técnicos, ayudantes, aseadores; es el escenario en el que han transcurrido un poco más de treinta años de mi vida, desde que entré la primera vez como estudiante hasta estos días.


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Walter G贸mez Urrego. 2014.


Roncoy Historia de un verdugo

Contestarte

Ana María Chambueta Abril1

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Es abiertamente aceptado que de todos los pecados y crímenes concebibles el más deplorable y condenable es el acto de privarle de la vida a otro ser humano, en otras palabras, no hay falta más grave que el homicidio. Sin embargo, hay personajes que a lo largo de la historia han sido designados para realizar este trabajo bajo la protección del fuero legislativo. Es decir, bajo esa legalidad se justifica su acto. No obstante, aquel al que llamamos verdugo sigue siendo mal visto por la sociedad, pues, aunque se considera una labor y, en apariencia, un deber de quien lo practica, no deja de asumirse como un rol obscuro y reprochable. Como sentencia José M. Cordovez: «Apenas hay oficio que despierte en el ánimo sentimientos de horror y repúgnate aversión como el del verdugo […]» (2006, p. 1389). Sin embargo, cabe preguntarse ¿quién es aquella persona que se esconde detrás de la máscara? y ¿qué papel cumple dentro de la sociedad?

1 Estudiante de Filosofía. Universidad Nacional de Colombia. - amchambuetaa@unal.edu.co


La profesión del verdugo A continuación, responderé primero a la inquietud acerca de cuál es el papel que cumple el verdugo en la sociedad. Sin embargo, es necesario conocer de antemano qué es un verdugo. Acudiendo al significado común, decimos que el verdugo es aquella persona que infringe un castigo físico o pena de muerte a un tercero, un reo, que fue condenado por la justicia civil o eclesiástica. El historiador Iván Espinosa define al verdugo, basándose en un diccionario colonial: […] deriva originalmente de “el renuevo o vástago del árbol”. Al parecer, dado que antes se solían propinar castigos con dichos vástagos o varas, al que reprendía de esa manera, y en especial al que lo hacía con cierta sevicia, le empezaron a denominar “verdugo”. Así, el término comenzó a asociarse al castigo, por un lado, y a la crueldad, por otro. (Espinoza, 2007, Párrafo 9) De ese modo, a lo largo de los años, la figura del verdugo se ha manifestado a través de dos perfiles: primero, el militar, quien ejecuta o lleva a cabo genocidios bajo órdenes de algún mando superior, y segundo, el civil, quien tiene la designación de hacer cumplir las sentencias anunciadas por un tribunal. Aunque la concepción de verdugo que generalmente se plantea versa en un personaje oscuro, deseoso de sangre, irracional y animal, en su mayoría justiciero por convicción, es, sin embargo, una imagen que en algunos casos está alejada de la realidad.

El ajusticiador La concepción generalizada del verdugo es en parte errónea. Dicha imagen fue proyectada sobre la figura europea o el ajusticiador, como se lo llamaba. Este verdugo se presentaba a la ejecución portando un uniforme, con su atuendo oficial de color rojo o negro, que constaba de una máscara o capucha, un par de guantes y unas botas. En origen, la labor se le confería por herencia. El núcleo familiar, empezando desde los abuelos hasta sus padres, estaba involucrado con la profesión; puesto que, por estigma social, las hijas de los verdugos debían casarse con hombres que ejercieran la misma profesión de sus progenitores y, por ende, los hijos e hijas estaban destinados a ejercer la labor o casarse con alguien que la ejerciera. Así mismo, la actividad era reconocida por el Estado y se le concedía un sueldo fijo o según la cantidad de personas ejecutadas bajo orden.

Grabado ejecución de John Baptist. 1658. Príncipe Rupert del Rin

Así como se pretende olvidar que existe y ha existido esta práctica, también hemos tratado de borrar de las páginas de la historia a sus protagonistas. En esta ocasión no iremos muy lejos geográficamente, pero viajaremos a través de los años para relatar la historia de un verdugo de nuestro país: Antonio Roncoy. Para conocer un poco más de él y de esta actividad, es necesario ir paso por paso.

Dependiendo del país y la visión moral del mismo, el verdugo podía considerarse una persona importantísima para la corte y la sociedad, de manera que llegaba a gozar de grandes beneficios y lujos. Esto se dio generalmente en la Inglaterra del si27


glo XIX. Pero en otras regiones podía llegar a ser cruelmente marginado al punto de encontrarse sometido al aislamiento total de las ciudades, por lo que muchos de ellos vivieron en lugares lejanos. Este tipo de verdugos tenían que anunciar su llegada a la ciudad escribiendo con anticipación y, por medio de campanazos, alertar a los aledaños sobre su entrada. Cotidianamente, este verdugo no podía compartir espacios comunes como bares o restaurantes sin autorización del dueño del establecimiento y si se le negaba la petición tenía que retirarse obligatoriamente.

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Aquellos verdugos que no gustaban de su profesión caían en profundas depresiones al punto de recurrir al alcohol o al suicidio. En cambio, algunos innovaban los métodos de ejecución al punto de convertirlos en formas más efectivas, rápidas y sofisticadas para llevar a cabo su trabajo. Este es el caso del verdugo inglés William Marwood (18181883) quien fue inicialmente zapatero, y por medio de la horca llevó a cabo ciento setenta y seis ejecuciones. Su método conocido como la «larga caída» consistía en calcular el peso del condenado para aproximar la cantidad de metros de cuerda necesarios para que se rompiera el cuello al caer en lugar de asfixiarse, de esta forma el reo moría inmediatamente y se evitaba su sufrimiento.

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La historia evidencia cómo algunos de los verdugos más famosos gozaban con su profesión y se consideraban figuras importantes para el cumplimiento de las leyes, algunos disfrutaban rompiendo records de condenados ajusticiados bajo sus manos. No obstante, la historia también nos cuenta que hubo personajes que por imposición o castigo fueron obligados a llevar a cabo este tipo de profesión, el relato más cercano de este tipo habla sobre un hombre llamado Antonio Roncoy, como lo relata Jose M. Cordovez en su libro El último verdugo de Santafé.

Roncoy, el verdugo de Santafé Roncoy no fue un personaje desapercibido aun antes de convertirse en el verdugo oficial de las tropas españolas en la Santafé del siglo XIX. Habitante de Santafé, luchó por la independencia y se encargó del resguardo de la producción aguardentera de la época. Cayó preso en varias ocasiones por diferentes delitos. Se le conocía como un hombre caballeroso, defensor del desprotegido y de carácter leal, todo esto pese a reconocerse como un jugador empedernido, débil ante el alcohol y las mujeres. Pero en 1816, en el periodo de la Reconquista Española, a Roncoy se le imputaron cargos por el asesinato de españoles capuchinos realizados durante 1814 cuando era parte de la tropa independista. El castigo dictaminado fue adquirir la labor de verdugo. En este caso, como probablemente en muchos otros, la condena se impuso debido a la poca cantidad de candidatos que ejercieran esa labor. La sociedad de la época acababa de atravesar por el periodo de conversión religiosa dentro de la que se infundía un temor profundo por el castigo de los pecados en la «otra vida». Ninguna persona estaba dispuesta a infringir los mandamientos divinos, de modo que dentro de ese contexto el verdugo se concebía como una persona despreciable y nadie en sus cinco sentidos se ofrecía a ejercer el cargo. Por ello, los españoles —conscientes del doble temor a la muerte presente en la sociedad— delegaban esta función como castigo a los infractores de las normas sociales. Dentro de ese Contexto, Roncoy llevó a cabo su primera ejecución en la Plazuela de San Victorino un día viernes2 a un ladrón que fue ejecutado 2 El viernes era «el día del verdugo», este día se llevó a cabo la crucifixión de Jesucristo.


de forma grotesca. Debido a la inexperiencia del verdugo, el condenado sentenciado a la horca no murió a causa de la asfixia, sino desnucado. Cuando se iba a practicar la ejecución, Roncoy y sus ayudantes tuvieron que colgarse de las piernas del ladrón, lo que ocasionó que la cuerda se rompiera y el condenado muriera de un golpe contra el pavimento. Tanto en esta, su primera ejecución, como en las siguientes, el verdugo ofreció disculpas a los reos antes de ajusticiarlos.

nes cometidos hayan sido atroces. Mientras en países como Estados Unidos, por ejemplo, aún se realiza esta práctica matizando la complejidad de elementos que reúne esa decisión, bajo el uso de métodos menos sanguinarios y que protejan la dignidad del reo. No obstante, pueden distinguirse de fondo dos concepciones debatibles de la visión de sujeto aceptada por el Estado y el alcance de la figura legal frente al reconocimiento de la humanidad en cada individuo.

Ese gesto quizá era una indicación del tiempo que duraría tolerando su labor, pues debido al profundo arrepentimiento y culpabilidad que sentía decidió emprender la huida antes de continuar ejerciendo dicho trabajo. Preso del pánico se resguardó inicialmente en Honda, pero tuvo que buscar nuevamente otro sitio para ocultarse pues se ofrecía una jugosa recompensa por su cabeza. Años más tarde, en 1819, se enlistó nuevamente en las filas de las tropas libertadoras, hasta que finalmente en los primeros años de su vejez, Roncoy murió a manos del entonces gobernador de Honda quien lo consideraba una persona en extremo peligrosa.

Por otra parte, restan las reflexiones acerca de la forma como ha de concebirse el acto del verdugo cuando levanta la mano sobre otra persona. ¿Debe reconocerse como un asesino?, ¿logra legitimar el marco de la legalidad el ejercicio de esa actividad?, ¿qué influencia tienen nuestras concepciones espirituales en torno a la muerte y el «más allá» sobre la aceptación o el rechazo de esta labor?, ¿cuál es el fundamento sobre el que formulamos los castigos en nuestra sociedad?

Bibliografía Consideraciones finales Compendium magazine (s/f). Los verdugos A modo de conclusión, es pertinente reflexionar sobre la figura del verdugo independientemente de si es dichoso o no en su profesión, bajo la lupa de la actualidad. Durante la última época con el surgimiento de las normas de Derechos Humanos, el reconocimiento de los derechos de los individuos por parte de Estado y en la base de ellas la búsqueda por la dignidad, cuesta bastante optar por una postura firme frente a dentro de qué criterios debemos comprender esta labor.

más sanguinarios de la historia. Recuperado el 25 de mayo de 2014 de: http:// compendiummagazine.com/los-verdugo-mas-sanguinarios-de-la-historia

C ordovez, J. M. (2006). Reminiscencias de Santafé y Bogotá. Bogotá: Fundación editorial Epígrafe.

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Tras las cortinas cortesanas (2013). Los verduAsí por ejemplo, en países como el nuestro el valor de la vida tiene supremacía por sobre la designación de cualquier castigo, aunque los críme-

gos. Recuperado el 25 de mayo de 2014 de: http://traslascortinascortesanas.blogspot.com/2013/01/los-verdugos.html. 29


Espacio y Tiempo


Funeral. Alejandro Gordillo.

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Destino final del Universo Jorge Eliecer Sanabria Hernández1

« […]¿Quién, en fin, al otro día, cuando el sol vuelva a brillar, de que pasé por el mundo, ¿quién se acordará?» Gustavo Adolfo Bécquer Rimas y leyendas

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Al principio todo era oscuridad y entonces se dijo: ¡hágase la luz! y luego la luz fue hecha, y se pudo ver que todo esto era bueno. Pero todo nacimiento trae consigo un destino, una sentencia: la oscura hora de la muerte, y ni siquiera el universo en toda su inmensidad parece ser capaz de escapar a esta ley. Un día se concibió una nueva vida, 10-35 segundos después de eso era una densa y caliente bola de materia y energía cuatridimesional. Esta vida creció y hoy es un joven y hermoso universo, su edad actual es de unos 15.000 millones de años y se prevé que en otros 10100 millones de años más, la muerte acabará con él para siempre. Nadie lo lamentará, le importará o lo recordará. Todo lo que ha existido, existe y existirá, incluso el tiempo 1 Estudiante de Física. Universidad Nacional de Colombia. - jesanabriah@unal.edu.co 32


infinita y fría, tanto como el último círculo del infierno, como si se tratara del peor castigo: el reservado para los traidores, descrito maravillosamente por Dante en su Divina Comedia.

Gran implosión y universo oscilante

Visión artística de un agujero negro con disco de acreción. Black holes. Blue light. PD NASA. Los agujeros negros son actualmente los cementerios del universo, una vez algo cae allí nunca más regresa.

y el espacio morirán en conjunto, por siempre y para siempre. Al menos, claro, esa es la idea que tiene la ciencia de este joven amigo al que llamamos Universo. Pero, y ¿cómo será este final? En realidad no lo sabemos, carecemos de aquel conocimiento, así como ignoramos todo acerca del fin de nuestra existencia. Sin embargo, podemos hacernos una pequeña idea de lo que sucederá con base en las leyes conocidas de la naturaleza. Existen muchos posibles finales teóricos, pero dos de ellos, para mí, despiertan el mayor interés. Dos muertes asombrosas pero completamente opuestas: el fin que da paso a una nueva vida y el fin que acaba con la esperanza de una nueva existencia. En el primero, sucumbe en una gran implosión ante las enormes fuerzas gravitacionales, en un colapso hacia una nueva singularidad. El universo se convierte en algo ardiente y aplastante, más caliente que el centro de la tierra, que el Sol, que todo cuanto pueda imaginarse, con temperaturas de 10100 Kelvin. El segundo, es la muerte térmica, gobernada por la Segunda Ley de la Termodinámica que deviene en una expansión

A sus escasos ocho años de edad y por uno de esos accidentes de la vida, Juanito deja caer una manzana y esta le golpea uno de sus pequeños y delicados pies. Entonces mágicamente él aprende, aunque aún no lo comprende, que los cuerpos materiales son atraídos por la enorme masa de la Tierra. Aún a su corta edad, para él, esta premisa ya es una ley universal. Nosotros la conocemos como la Ley de la Gravitación Universal, la cual curiosamente tal vez fue también descubierta por Isaac Newton gracias al golpe de una manzana sobre su cabeza (William Stukeley, 1752). Juanito juega y lanza la manzana hacia arriba, pero esta vuelve a caer y no importa que tan fuerte la lance, esta siempre querrá golpear su cabeza. Sin embargo, cuando Juanito crece aprende a construir cohetes y se da cuenta de que si uno de ellos es lanzado con la velocidad suficiente para alejarse de la superficie de la Tierra este nunca volverá. A esta magnitud la conoce como rapidez de escape. Nuestro joven amigo Universo es como Juanito, arrojó sus manzanas primordiales el día de su nacimiento lo más fuerte que pudo, pero como tenía mucha energía y estaba algo distraído: no está seguro de si alcanzarán la velocidad de escape y si tal vez nunca más volverán a caer. Si las manzanas primordiales (materia y energía, espacio y tiempo) no fueron lanzadas con suficiente fuerza entonces la gravedad las hará retornar. Lo que fue lanzado alguna vez, volverá 33


a caer y aquella pequeña pero ardiente y densa bola de fuego primordial regresará a su estado inicial. No será en realidad idéntica a la original, pero se parecerá bastante a lo que fue en principio. Entonces tal vez, al reunirse todo de nuevo, este vuelva a renacer, quizás haya una nueva gran explosión, ¡un nuevo Big-Bang! De ser así, nuestro universo tendrá un descendiente y si este tampoco alcanza la rapidez de escape entonces también tendrá otro descendiente y este otro, hasta que la gravedad lo permita o puede que lo haga infinitamente. Morir para dar origen a una nueva vida; no podrá conocer a su descendiente pero vivirá a través de él, como en un final romántico y melancólico, pero ¿qué sería de la vida sin algo de romanticismo y melancolía?

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Muerte térmica del universo

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Natalia tiene una mirada como ninguna, ver sus ojos es como ver el universo a través de un telescopio, su inigualable belleza solo se compara con la del firmamento, como una de esas maravillas que pocos logran observar realmente. Su mente está organizada como ninguna, le gusta tener todo bajo control, su vida entera siempre ha girado en torno al orden y siempre busca ser todavía más ordenada. Así lo es en sus estudios, tiene un novio algo extraño pero que la hace muy feliz, y siempre le gusta ver su casa muy aseada y en su lugar. Pero un día simplemente se aburre de eso, de la monotonía de la vida, algo pasa y ella cambia para siempre. No lo entiende, simplemente todo cambia: deja a su extraño novio, su amado estudio, su particular familia y hace una vida lejos de todo y de todos. En cierta manera eso la emociona, pero no entiende por qué de un momento a otro todo cambió. Ella no lo sabe pero resulta que el orden no puede existir por siempre: ¡es la Segunda Ley de la Termodinámica! Y de repente su vida se vuelve un gran caos, su información se pierde y no sabe

qué hacer y pues obviamente ella trata de volver al orden, pero ya no es posible y su vida es cada vez más caótica. Resulta que a diferencia de las demás cantidades de la naturaleza que normalmente procuran conservarse: la entropía tiende a aumentar siempre. Es el caos, el orden que continuamente desaparece y esta es una ley absoluta de la naturaleza. A nuestro amigo Universo le pasa lo mismo que a Natalia, de por sí ella hace parte del universo y es un reflejo de aquel. Así todo el orden que vemos a nuestro alrededor, los organismos vivientes, la estructura de la materia, la civilización, toda esta organización desaparece constante y lentamente, así sucederá hasta que un día todo se llene de una gran cantidad de entropía. La estructura de la materia se perderá. Adonde quiera que veamos, si pudiéramos hacerlo, solo veríamos una calma infinita. La información habrá desaparecido para siempre y el orden que describía el mundo ya no existirá. Todo es frío, es un caos extraño, todas las estructuras y leyes que gobernaban el universo ya no estarán. Quedará una horrible y tranquila paz sin fin, el olvido de todo lo que existe y haya existido jamás, será la muerte del orden, el fin absoluto de la información, la extinción de la vida en todas sus formas, un caos tan homogéneo que para entonces el universo tan solo descansará en paz.

¿Y entonces cuál es el destino final del universo? Nadie sabe cómo será realmente este gran final. Tal vez el universo llegue a una calma infinita o puede que vuelva a una densa bola caliente primordial. Tal vez no haya otro universo después de este o puede que existan en este momento muchos más. Quizás el universo no tenga realmente un inicio o un final. Solo sabemos lo que observamos y esto nos lleva a deducir que todo termi-


nará en una expansión infinita que congelará el universo para siempre como víctimas absolutas de la Segunda Ley de la Termodinámica, al menos eso nos muestran las leyes conocidas de la física y las observaciones astronómicas. Al final, probablemente es el destino que tenemos que pagar todos los seres vivientes a cambio de la oportunidad infinita de la vida.

Bibliografía Bécquer, G.A. (2001). Rimas y Leyendas. Pehuén Editores. Disponible también en la web http://www.ciudadseva.com/ textos/cuentos/esp/becquer/gab.htm The Royal Society (s/f). Memoirs of Sir Isaac Newton’s life. Disponible en https://royalsociety.org/library/tur-

¡Pero no todo está perdido aún! Hay quienes creen que nada de esto sucederá, y que no hubo un inicio y no habrá una muerte: que nuestro amigo tan solo se burla de nosotros haciéndonos creer que algún día perecerá. No sé, tal vez el nuestro se trata de un universo cómico. Sin embargo, las observaciones astronómicas y los conocimientos que tenemos en la actualidad nos llevan a creer que sí hubo un inicio y que habrá un final. Aparentemente las probabilidades están a favor del frío, de la Segunda Ley de la Termodinámica que nos dice que todo tiende al desorden, que la entropía aumenta y siempre lo hará, que la información se perderá en algún momento para siempre y que así nuestro amado universo será condenado al mayor castigo, como un traidor al frío eterno, en el último círculo del infierno.

ning-pages/

A lighieri, D. (2014). Research Edition of

the

Divine Comedy. Disponible en http:// www.divinecomedy.org/divine_comedy.html

D avies, P. (1985). Del Big Bang a la catástrofe final. Barcelona: Salvat.

S cientific American, (1989). Cosmología. Barcelona: Prensa Científica.

Pero si me lo preguntan, creo que una vez la vida se abre paso no hay algo que la detenga y nada, ni siquiera las leyes inmutables que nos gobiernan lograrán darle fin. Claro, por ahora es solo mi opinión acerca de la vida y mi constante e infinita búsqueda de la esperanza de una eternidad, pues después de todo, al menos para mí: ¿qué sería de la vida sin el misterio eterno de aquello que viene al cruzar el túnel de la muerte?

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Ensayo


FantasmagorĂ­as: Mariposa. Laura Jimena Ortiz.

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Cruzando el mar de la Muerte La música como canoa

Esteban Zabala Gómez1

«Levanten la tumba, del cuerpo presente, se despide el alma, en vida y muerte. Nueve noches son las de mi novena, levanten la tumba, que esta alma es ajena». Alabao Levanten la tumba

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Africanos en cadenas, esclavitud perpetua Con la llegada de los españoles a América, estos encuentran en el «Nuevo Continente» un lugar lleno de riquezas naturales, minerales y, además, las manos —indígenas, por supuesto— que servirían para extraer y explotar los recursos naturales como el oro. Los indígenas fueron usados como mano de obra primaria en un sinfín de trabajos para la empresa española de conquista. A través del tiempo, la población nativa se fue diezmando por diversas razones (enfermedades, suicidios, guerras). Así, el auge minero, aurífero sobre todo, que vivía la Corona Española en América estaba en peligro, por lo que se decidió prohibir la esclavitud y el trabajo forzado de las comunidades indígenas.

1 Estudiante de Antropología. Universidad Nacional de Colombia. - eszabalago@unal.edu.co 38


Se optó entonces por importar mano de obra desde África, esto incentivado en parte por Fray Bartolomé de las Casas. Los esclavos africanos resultaban más baratos y además tenían buen físico y resistencia a las enfermedades tropicales. Así, extraídos de sus hogares y, al mismo tiempo, obligados a olvidar sus costumbres, sus ropas e instrumentos, los españoles trajeron a estas comunidades en barcos, apiladas unas con otras como mercancía, sometidas al vaivén de las olas, traídas como «piezas de Indias» (Arocha, 2008), para servir como esclavos y saciar las ansias de riqueza. Como forma de resistencia, los esclavos guardaron sus pensamientos y sus costumbres, maquillando sus cantos y rituales mortuorios con costumbres social y espiritualmente aceptadas, las católicas. La religión fue de gran importancia dentro de las culturas cimarronas2 pues configuraría una forma de protección ante las incertidumbres de la vida en la huida y también legitimaría los liderazgos surgentes. La muerte —como religiosidad— conformaría también un aspecto esencial en la vida de las comunidades «afro» a través del tiempo.

muerte y los rituales alrededor de ella constituyen uno de los medios de transmisión de sus tradiciones culturales y sus valores. Así expresa Serrano Amaya la relación entre los afrodescendientes y la muerte (Serrano, 1994). La muerte en las comunidades afrocolombianas es un espacio en el que se entrelazan diversos aspectos de la vida cotidiana de las mismas. La ancestralidad, el medio ambiente, la comida, la música, los juegos, la comunión y la religiosidad son algunos de los ámbitos que configuran los ritos fúnebres de estas comunidades y, por tanto, la vida y la muerte. La muerte no es sinónimo de desaparición, con el fallecimiento de un ser querido los diferentes componentes de su ser (cuerpo, alma y energía vital) se rompen, hay una ruptura en la relación de estos tres elementos. El alma o la sombra puede llegar a estar en varios lugares al mismo tiempo y suele recoger sus pasos para poder irse en paz. Otra percepción que se tiene del alma es la transformación de la misma en mariposa. La mariposa se suele aparecer en la mayoría de ritos fúnebres —altares y velorios—, pues representa el alma del difunto que revolotea para por fin descansar.

Mariposas, almas que revolotean «Qué bonita está esta tumba y un Cristo que lo acompaña, salve y un Cristo que lo acompaña. De blanco visten la tumba, de negro la mariposa, salve, de negro la mariposa». Alabao referente a las mariposas

Es indudable que la muerte representa uno de los aspectos más complejos de la vida de los seres humanos; en las comunidades afrocolombianas, la 2 Toda forma de resistencia contra la esclavitud y la discriminación se denomina cimarronaje.

Los ritos fúnebres son, además, asuntos públicos, espacios que permiten la comunión y la congregación de la comunidad. Amigos, tíos y tías, vecinos, padrinos, todos ellos se movilizan en torno a la defunción de un conocido para ayudarle a la familia del muerto, una ayuda que puede ir desde dinero hasta la mano de obra para ayudar a preparar los festejos y velorios. Estos velorios están altamente cargados de emociones, la música, el ritmo y el baile son posibles detonadores de estados alterados de conciencia (Serrano, 1994). La muerte se enuncia en la corporalidad de los deudos. Muchas veces hombres 39


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Ánima vuela como mariposa. 2014. Natalia Madrid Vidales.

sobrina a los coetáneos de los hijos. Entonces los santos y vírgenes hacen parte de la extensa familia y también se les oficia velorios, para pedir un favor, para agradecer o para conmemorar una fecha especial, la diferencia entre los velorios de los santos y de los adultos es que los primeros contienen música instrumental, mientras que los últimos no.

o mujeres muestran «movimientos locos», el cuerpo se deja llevar por el ambiente lleno de humo de tabaco y de sudor, incluso permitiendo la convulsión y el trance, estados introspectivos del deudo que está sufriendo por el difunto. Estos estados son importantes, pues nos ayudan a evidenciar un aspecto esencial de las comunidades afroamericanas. Esto se debe a la posesión del deudo por parte de sus ancestros, y con ancestros no me refiero únicamente a sus parientes sanguíneos, pues los santos y vírgenes son considerados familiares y aún más, antepasados. Es común que a los coetáneos de los padres se les llame tío o tía, en ese orden, se llaman sobrino o

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Además de esto, la muerte conlleva a una relación del sujeto (el difunto y los deudos) con el ambiente, una relación que representa la vida misma. Este aspecto es de gran importancia y fascinación, pues una mujer al quedar embarazada siembra sus semillas en zoteas, potrillos o paliaderas. Construcciones que cumplen la función de pequeñas huertas donde se siembran hierbas medicinales y plantas para sazonar o alimentar, de esta forma tanto el bebé como la planta crecerán al tiempo. También, al nacer el niño, la placenta se siembra en un árbol o incluso en las mismas zoteas, así cuando muera la persona el alma del difunto habitará la planta, convirtiendo este en un ancestro y permitiendo generar lazos y relaciones de ancestralidad, incluso con la naturaleza y el ambiente. Junto con esto se presenta el ombligue, al cortarse el cordón umbilical del recién nacido, este se cura con sustancias minerales, vegetales y animales con el fin de aliviar y, además para que el bebé reciba los dones de aquellas sustancias. Posteriormente, muerta una persona, su cadáver se prepara y se «embalsama» con las hierbas, animales o minerales que lo ombligaron.

Tumbas, cantos y rezos «La Virgen se arrodilló y San Juan se levantó Levántate tía mía, no te aflijas de dolor». Alabao referente a la Virgen

La música es el lenguaje de la verdad, indispensable para activar el vínculo con la naturaleza


y el pasado (Serrano, 1994). Como vimos anteriormente, el pasado y la muerte tienen una estrecha relación con la naturaleza y con la música. En las comunidades Afrocolombianas, la música hace parte fundamental de los velorios y, en general, de la religiosidad afro. Los alabaos o lumbalús son cantos de alabanza o de exaltación religiosa que acompañan comúnmente el contexto fúnebre, los alabaos denominados así en la costa pacífica y lumbalús en San Basilio de Palenque (Arocha, 2008). Estos cantos se interpretan sobre todo en velorios, novenas y últimas noches, además, los alabaos acompañan musicalmente las celebraciones en honor a los santos patronos de las comunidades afrocolombianas Arocha (2008) enuncia siete etapas presentes en los rituales fúnebres dentro de estas comunidades. Estas siete etapas son también reconocidas, explicadas y vividas por los afrodescendientes. Agonía, muerte, velorio, entierro, novena, última noche y el aniversario son los procedimientos correspondientes para que el difunto pueda descansar en paz y llegar adecuadamente al Reino de los Cielos. La primera etapa de agonía es, en cierto sentido, un momento de identificación de la enfermedad que acongoja a la persona junto a un momento de cuidado y de acompañamiento del mismo. Aquí de nuevo se evidencia la solidaridad de estas comunidades, pues en vez de dejar al enfermo solo, lo acompañan todo el tiempo, le rezan y le leen novenas de santos, se empiezan a cantar alabaos —pues evocan la memoria de la persona— también le hacen una cama de hierbas medicinales para que el enfermo pase sus últimos momentos con el mínimo dolor posible. En Nariño, comentan que para alcanzar la otra vida —el «más allá»— hay que cruzar el

mar de la muerte y se ayuda a morir a la persona mediante oraciones y cantos, es decir, el enfermo debe cruzar el río de la muerte, llegar al otro lado, pero para poder cruzar el río necesita una canoa, un método de transporte representado por la música, los cantos y las oraciones. Cuando la persona muere, los deudos empiezan a preparar su cuerpo, esta es precisamente la segunda etapa de los rituales fúnebres, la muerte. Aquí se prepara, se arregla y se embalsama el cuerpo hasta que se pone en el ataúd. En este momento tanto hombres como mujeres tienen distintos roles alrededor de la preparación. Por un lado, las mujeres ayudan a preparar el cuerpo, rezan, cantan, asean y decoran el lugar, embelleciendo y decorándolo todo de blanco. Por otro lado, los hombres se reúnen con el carpintero en el cementerio para preparar la sepultura, mientras toman bebidas alcohólicas locales como el biche. Luego de preparado, el muerto se introduce en el ataúd y se presenta ante los allegados en la casa. Además del ataúd, se le prepara un altar, este está hecho con telas blancas y se decora con moños o mariposas, (pues como se explicó antes, la mariposa representa el alma del muerto) velas, imágenes de santos y, de gran importancia, un vaso de agua para que el muerto no tenga sed. Este momento develorio hay tres espacios importantes, que luego estarán presentes en otras etapas, estos son el espacio semisagrado en donde las mujeres preparan los alimentos, otro en donde se le canta y se le reza al muerto y el último, más profano, en donde se descansa y los hombres juegan dominó o cartas mientras cuentan chistes e historias y toman licor. Es importante recalcar que hay velorios para adultos y velorios para niños o angelitos, denominados chigualos, gualíes o bundes. Los niños a diferencia de los adultos van directo al Cielo, pues 41


están libres de pecados, son ángeles. Además, en estas celebraciones el ambiente es de alegría y se cuenta con la presencia de instrumentos, en contraste con el velorio del adulto, donde solo se canta los alabaos y carece de instrumentación. Terminado el velorio, prosiguen con el enterramiento del difunto en el cementerio donde lo sepultan. Anteriormente se acostumbraba enterrar a los difuntos cerca del lugar en donde se enterró su placenta que por lo general era en un árbol, enterrada la persona ahí, la planta empezaría a ser un ancestro, pues ahí se encuentran la vida y la muerte de aquella persona. Por cambios de costumbres y la llegada de servicios exequiales estas costumbres han ido cambiando.

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Enterrado el muerto, los deudos se reúnen en la casa de esta persona y celebran una novena en su honor. En este momento, los deudos se encuentran con el muerto a través de un altar al que se le construye un decorado de manera similar al del velorio y se rezan salves y se le cantan alabaos por nueve noches. Sin embargo, la última noche de la novena es distinta a las otras ocho noches, esto se debe a que es el momento en que el alma del muerto parte definitivamente hacía el más allá. Se construye un nuevo altar mucho más ostentoso que los anteriores, los ritos comienzan entre las ocho y nueve de la noche hasta las cinco de la madrugada, momento en que el alma llega al otro lado del río.

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Desprendida el alma del cuerpo y pasado un año, se le celebra al muerto su aniversario. En este momento se le oficia una misa al difunto para pedir por el descanso del alma; sin embargo, hay que aclarar que los muertos nunca desamparan a los vivos, los ancestros están siempre acompañando a sus familiares, así como los santos protegen y acompañan a los vivos.

La muerte y la música: formas de cimarronaje «Mi Dios me mandó a llamar, que fuera al amanecer, con el rosario en la mano, desmayé [bis] Adiós mi amor, Rosa Madre, Ya se va tu hijo querido [bis]» Para el centro de la tierra

Con la llegada de los esclavos africanos a América, estos adoptaron distintos métodos para resistir la tiranía de los esclavistas españoles. El cimarronaje es precisamente la resistencia de estas gentes para poder librarse del trabajo forzado, de esta forma se construyeron nuevas comunidades libres. Por lo general, esto se asocia con la huida y es un aspecto importante en la historia de las comunidades afro en Colombia, pues mediante la huida se consolidaron nuevas comunidades libres, como los palenques. Sin embargo vale aclarar que la huida no fue el único método de liberación. Serrano enuncia una serie de formas de resistir la opresión de los esclavistas. Además de la huida y de la resistencia física, muchas veces los esclavos se armaban y se defendían de esta forma, el suicidio también fue una opción valiosa de resistencia, pues era una manera de rehusarse a cumplir con los mandatos de los esclavistas. Lo anteriormente mencionado habla de formas de cimarronaje activo o físico, pero existen también formas de cimarronaje pasivo o simbólico (Serrano, 1994). La religión tuvo y tiene gran importancia dentro de las culturas cimarronas como forma de protección. Entonces, la muerte y la música, como partícipes en la religiosidad, expresaron formas de cimarronaje. El sincretismo fue un método de gran importancia para resistir, la africanidad, contenida


por estas comunidades, se vistió con trajes de cristiandad formando así un nuevo cuerpo para entender y relacionarse con el mundo. De esta forma, los rituales alrededor de la muerte, y la muerte misma, quedarían escondidos bajo una forma socialmente aceptada, por ello ha resistido hasta nuestros días.

Bibliografía A rocha, J. (2008). Velorios y santos vivos, En: Velorios y santos vivos: comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras. Bogotá: Editorial Museo Nacional.

S errano Amaya, J. F. (1994). “Hemo de morí cantando porque llorando nací” Ritos fúnebres

Entonces tenemos que la muerte, sus rituales y la religión han permitido que ciertas costumbres y creencias hayan perdurado en el tiempo, la muerte permitiría la vida. Recientemente se ha evidenciado que los ritos fúnebres afro han cambiado y las prácticas de sus ancestros están entrando en desuso. Por distintas razones (violencia, modernización, etc…) las prácticas alrededor de la muerte se han ido transformando, con la llegada de funerarias y servicios exequiales todo el trabajo funerario ancestral se ha ido perdiendo, en algunas partes ya no se construyen altares ni se cantan alabaos, pues las funerarias reemplazan estas prácticas en todo sentido. De esta forma, la muerte, como vida cultural, está muriendo dentro de estas comunidades, quizás entren a una nueva etapa de cimarronaje para preservar sus costumbres.

como forma de cimarronaje. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

C olombia aprende (s/f). Atlas de las culturas afrocolombianas, Capítulo 2: Cimarrones y Cimarronaje. Recuperado el 13 de julio. http://www.colombiaaprende.edu. co/html/etnias/1604/propertyvalue-30512.html

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Guerra, escenario de Muerte Andrea de los Ángeles Castro Carreño & Deisy Rocío Ballén Castillo1

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El teatro permite contemplar un espectáculo que convoca a los sentidos y a las emociones humanas más complejas, es válido entonces considerar ¿la guerra, como el teatro por excelencia de la muerte? Pensar en guerra necesariamente implica pensar en aquello que la atraviesa, desde los instintos más primitivos del sujeto hasta lo que se reproduce en la colectividad de la máquina bélica, aquello que se busca, lo que se evade, lo que llama la atención, de lo que se habla, a lo que se teme, lo que se festeja frente a la desgracia del otro. Esto ya que, quien sobrevive lo hace para contar su proeza o para homenajear al muerto. Así como en toda guerra, la existencia de muchos es suprimida tras el paso de la protagonista, dueña y poseedora de las más grandes pasiones, miedos y aberraciones. La muerte, es 1 Estudiantes de Psicología. Universidad Nacional de Colombia. - anacastroca@unal.edu.co drballenc@unal.edu.co

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esa tan inesperada que llega como una invitada sin haberlo sido, la muerte... un fin definitivo, la consumación de la vida, la derrota, la victoria… En primera instancia, conviene realizar algunas aseveraciones de lo que es la guerra. ¿Qué es la guerra? Bouthoul (1971, p. 35) sociólogo francés, considera este fenómeno como una forma de violencia que tiene como característica esencial ser metódica y organizada respecto a los grupos que la hacen y a la forma como la dirigen. Además, está limitada en el tiempo y en el espacio y sometida a unas reglas jurídicas particulares, extremadamente variables según los lugares y las épocas. Su última característica es la de ser sangrienta, ya que, cuando no comprende la destrucción de vidas humanas, es un conflicto o un intercambio de amenazas. Bouthoul, también se refiere a la guerra como el fenómeno social más espectacular, presente en todas las sociedades humanas, pasa de generación en generación y sirve de punto de referencia en la historia. Por otro lado, la guerra de acuerdo con Karl Von Clausewitz (2002) es en su esencia un duelo donde se busca imponer la voluntad por medio de la fuerza física a otro. La fuerza es un medio que se vale del arte y de la ciencia para alcanzar el objetivo de dominar a un adversario, para lograrlo se deberá tener el propósito de desarmar a dicho enemigo. Advierte Clausewitz que la guerra es un asunto peligroso donde no se puede ignorar el eventual exceso de fuerza de parte de los bandos enfrentados que ocasionarían un derramamiento de sangre, pues si bien los hombres por medio de la política y las leyes han llegado a una serie de acuerdos sobre los límites en la guerra, habrá un elemento adicional que se juega en la guerra de vital importancia: la intención hostil, que funcionará de forma similar al combustible, como generador de la candela de las pasiones que se manifiestan en el teatro de la guerra.

Toynbee (1952), afirma que hasta los tiempos modernos la guerra fue considerada casi universalmente como algo que en sí mismo no requería justificación. Desde luego, se reconocían sus rémoras y horrores pero en el peor de los casos se la condenaba como un mal inevitable, una calamidad, un azote enviado por Dios, de la misma inconfesable naturaleza de la peste (1952, p. 29). « […] en la guerra, entran en acción las más nobles virtudes del hombre: valor y renunciamiento, fidelidad al deber y una disposición al sacrificio que no se detiene siquiera ante la ofrenda de la misma vida» (1952, p. 31).

Entre la vida y la muerte Mediante diversas técnicas «legales» la violencia se justifica para unos a través de leyes, y se estigmatiza en otros por no pertenecer a ese grupo de privilegiados, quienes tienen el derecho de irrumpir las normas impuestas; el asesinato se legitima en un ejército militar, que vistos sus integrantes como cualquier ciudadano se catalogarían como agresores y/o criminales, pero al pertenecer a una institución del Estado y debido a que la profesión de ser soldado amerita que realicen ciertas acciones para salvar su vida, la lógica es otra. «La situación moral está dada en ser o no ser; actuar o declinar; combatir o rendirse; vivir o morir» (Vilamarin, p. 186), lo que produce la trasmutación de valores que la misma sociedad y la cultura han establecido; de acuerdo con lo anterior, es posible desechar los preceptos culturales temporalmente o de forma permanente debido al marco en el que figura la guerra. La guerra es entonces el escenario donde convergen el héroe y el asesino, es otro universo psicológico donde los valores están invertidos y en la cual se encuentra como algo natural la matanza de miles de jóvenes; además de ello el refuerzo que la doctrina militar enseña juega un papel 45


fundamental en la mentalidad del combatiente, dado que el objetivo de la ofensiva es destruir al enemigo y la mejor defensa es el ataque. De lo anterior, bien hace en afirmar Freud (2006) que «al suprimir la comunidad el reproche, los hombres cometen actos tan crueles que no habían sido compatibles con el nivel cultural».

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En la línea de ideas, la teoría freudiana, ha hecho mención de un instinto de destrucción o de muerte en todo ser vivo, mediante el cual se puede valer para transformar la vida en un cuerpo inerte; sin embargo, también prevalecen instintos eróticos, mediante los cuales se establecen lazos afectivos. De ahí que, todo movimiento militar es significativo para el combatiente, porque se trata de vida o muerte, de supervivencia o destrucción, según Arbeláez (1992), en la guerra, habrá de procurarse que el propósito del mando y el de las tropas sea el mismo, para que al compartir la vida y el riesgo de perderla no se tema al peligro (p. 27), de esta manera el instinto de destrucción se torna hacia afuera, es dirigido al oponente; paralelamente el jefe tiene a su cargo las vidas del pueblo y la seguridad de la nación, lo que implica que él, como sus soldados, protejan su existencia y la de su pueblo, destruyendo la vida ajena.

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Al llegar a este punto, cabe señalar cierta actitud hacia la muerte en la cual se ha anulado u olvidado la existencia del hombre, pues son pocos o realmente ninguno los que contemplan el momento de su propia muerte o la de sus seres queridos; incluso hay una especie de veneración cuando alguien fallece y se llega a otorgar más respeto al muerto que al vivo. Desde el punto de vista de Freud, «en el inconsciente, cada uno de nosotros está convencido de su inmortalidad» y «la vida se empobrece, pierde interés, cuando la máxima apuesta en el juego de la vida, que es la vida misma, no puede arriesgarse» (p. 291).

En el conflicto bélico, la muerte sí existe para quienes la integran, y esta arrasa no solo con un individuo, sino con un gran conglomerado de estos, entonces la vida recobra su interés (puede arriesgarse) y cada uno de sus participantes, por muy buenos guerreros que puedan ser, no son invulnerables para otros; como existe la posibilidad de vivir frente a la muerte del oponente se encuentra la de morir a manos del enemigo. En contraste con esta situación, cabe mencionar lo escrito por Freud acerca del hombre primitivo, quien tenía una postura contradictoria frente a la muerte, tomándola en serio al reconocerla como la supresión de su vida y negándola o reduciéndola a nada frente a la muerte de alguien ajeno a él, su enemigo. La paradoja de vida-muerte que se revela en la guerra da cuenta de aquello que se juega en el espíritu humano como lo llama Clausewitz, es un elemento del azar que cada combatiente aporta y es su propia voluntad de vivir o morir; no es posible medir a priori del combate el valor, la intrepidez o la temeridad, pero una vez el soldado se ve cara a cara con la muerte en el calor de la confrontación sabrá que tanto aprecia su propia vida, podrá eventualmente defenderla a toda costa o sacrificarse a cambio para salvar a sus compañeros. Clausewitz (2002) rescata la importancia que tendrá en el ejercicio militar que los combatientes muestren tener un elevado sentido del valor y una alta confianza en sí mismo, pues entre mayores sean estos habrá más espacio en la guerra para lo accidental, es este factor del espíritu humano que escapa de todos los cuidadosos planes de los estrategas de la guerra. Freud (1932) en su carta a Einstein advierte que la naturaleza atrayente de la guerra podría explicarse por impulsos de dos clases; el impulso de eros y el impulso de destrucción, estos al parecer no pue-


den actuar aislados y es el accionar de ambos en el sujeto lo que permite los fenómenos de la vida. (p. 193). Por esta suerte de contradicciones y presiones internas que están presentes en los seres humanos, la guerra aparece ante el sujeto como aquel escenario lleno de incertidumbres donde podrá jugar con estas fuerzas e impulsos, donde puede enfrentar sus temores y hacer algo al respecto protegido en la institucionalidad.

Bibliografía A rbelaez, F. (1992). El arte de la guerra del maestro Sun Tzu. Colombia: Tercer mundo (Eds.).

C lausewitz, K. (2002). De la guerraObtenido de http://www.librodot.com

Freud, S. (2004).

Obras completas Sigmund

Freud. 2da Ed. 10a reimp. (Jose Luis Etcheverry, Trad). Buenos Aires- Madrid:

Finalmente, la guerra es el contexto donde la ambivalencia vida y muerte confluyen en su complejidad, permitiendo a quienes la integran descargar todo su instinto destructivo sin contemplar ni alarmarse por cuanto puedan hacer al oponente de una forma legítima ante la sociedad, pues contrario a lo que pasaría con cualquier ciudadano, las acciones en contra del oponente se convierten en virtudes militares, dignas de admiración; por lo tanto, basado en su preservación hacía la vida propia, el combatiente se encarga de concluir la existencia del enemigo. «En este proceso suicida, la fábrica social entera se convierte en combustible para alimentar la llama» (Toynbee, 1657, p. 159), una llama que se expande atrayendo la muerte y desvaneciendo por ende la vida humana.

Amorrortu. (Original publicado en 1920-1922).

Freud, S. (1975). ¿Por qué la guerra? En S. Freud, Obras completas (Vol. 22). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

R eal Academia Española (2010). Vigésima segunda edición. Madrid:España.

Toynbee, A. (1952). Guerra y civilización (Jorge Zalamea, Trad.). Buenos Aires: Emecé S.A. (Eds). (Original publicado en 1657).

Villamarín, L. (1990). Ganar la guerra para conseguir la paz. 2da Ed. Colombia, Bogotá: Villamarín, Luis (Ed)."

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Contestarte

G ina Cruz Castlblanco.

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Sacrificio y deseo ascenso hacia la Inmortalidad

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Jubelly Stefany Amado1 & Luis Felipe Pulido2

Al parecer, es la muerte de lo único que podemos tener una certeza absoluta, pues se nos muestra tan real, tan directa y tan irreversible; sin embargo, el hombre siempre ha buscado otorgarle el beneficio de la duda, ¿qué hay después de la vida?, ¿hay un después de la vida?, ¿podremos algún día llegar a ser inmortales?, ¿la inmortalidad existe? La formulación de dichas preguntas, no solo ha despertado la creación de diferentes teorías en la búsqueda de una respuesta, sino que también le ha dado al hombre una luz de esperanza que se opone al final de su vida. Asimismo, las reflexiones acerca de la muerte no solo han dado como resultado la preocupación por el alma o el espíritu, sino que también, en algunos más vanidosos, ha engrandecido la preocupación por el envejecimiento del cuerpo. En razón 1 Estudiante de Filosofía. Universidad Nacional de Colombia. - jsamadog@unal.edu.co 2 Estudiante de Sociología. Universidad Nacional de Colombia. - lufolipe@hotmail.com

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de aquello, hemos visto, en el pasar de la historia, las diferentes formas en que el hombre representa ese deseo no solo por la inmortalidad, sino también por la juventud, lo que ha dado como resultado tanto a seres divinos y hermosos, como a seres grotescos y repulsivos. El primer documento registrado en la historia de la humanidad nos demuestra por entero la larga agonía que ha tenido el hombre por su muerte: la Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh. Este escrito mesopotámico, compuesto por doce tablillas de arcilla, narra las aventuras de Gilgamesh, Rey de Uruk, quien a pesar de tener una tercera parte divina, sometió a su pueblo a una tiranía. Por ello, los dioses deciden crear un guerrero salvaje, llamado Enkidu, quien al poseer esta naturaleza obliga a Gilgamesh a enviar una mujer para calmar sus apetitos, esto resulta en el casamiento entre Enkidu y dicha mujer. En la noche de bodas, Gilgamesh llega al casamiento a «probar» a la novia, como tiene costumbre; sin embargo, Enkidu se opone a ello, esto termina en una gran batalla, aunque posteriormente llegaron a ser grandes amigos. Después de ello, Gilgamesh convence a Enkidu para ir en búsqueda de un demonio llamado Humbaba, quien a pesar de caer muerto, desata en sus vidas una gran aventura. Después de muerto Humbaba, Gilgamesh rechaza a una poderosa enamorada que, ofendida, decide enviar al Toro del Cielo para vengarse; sin embargo, al caer muerto por obra de los dos amigos, el asesinato desata en los dioses un deseo de castigo y deciden dar muerte a Enkidu. A partir de aquello, Gilgamesh sale en una búsqueda riesgosa por la inmortalidad de su amigo y después de dos intentos fallidos por obtenerla, uno en el que se duerme por seis días a pesar de habérsele pedido estar despierto por siete, y otra en la que a pesar de haber conseguido la planta de la inmortalidad, le

es robada por una serpiente, Gilgamesh vuelve a Uruk para ver morir a su amigo. Más adelante, finalizando el poema, se cuenta que Gilgamesh le pide ayuda a los dioses para que vuelva Enkidu del inframundo, razón por la cual se abre una puerta en el centro de la Tierra por donde sale Enkidu, quien le cuenta a Gilgamesh todo lo visto en ese lugar aunque no queda claro si vuelve con su cuerpo o solo con su espíritu. Sin embargo, las referencias a personajes inmortales, no solo se quedan en esta parte del mundo, ya que dentro de la mitología china, encontramos la aparición de los «ocho genios» también conocidos como «los ocho inmortales». Los ocho inmortales son humanos que debido a sus méritos en la práctica del Tao —sistema filosófico y religioso chino— alcanzan la inmortalidad, como un premio concedido por su santidad, por eso se consideran divinos. Sus nombres son Li Tieguai, Han Zhongli, Lang Caihe, Zhang Guolao, He Xiangu, Lu Dongbing, Han Xiangzi y Cao Guojio, y tuvieron que superar diferentes pruebas para demostrar su rectitud y sus prácticas religiosas. Debido a que son mitos de tiempo atrás, la historia de cada uno de ellos ha sido acoplada para enseñar las diferentes prácticas religiosas; sin embargo, la historia que más ha influenciado a practicantes de la cultura occidental es la historia de la única mujer del grupo, He Xiangu, quien a pesar de llevar un estilo de vida apegado a las creencias espirituales, se le negaba constantemente el don de la inmortalidad al no estar preparada. Debido a ello, una noche decidió preguntar las razones, a lo que se le respondió que la culpable era su belleza, ya que se sugería que la importancia de esta sobrepasaba su devoción por la filosofía Tao, lo que le cerraba indefectiblemente la puerta del reino inmortal. Por ello, He Xiangu sumerge su hermoso rostro en una olla de aceite hirviendo, para demostrar su desapego de la belleza, lo que 51


la llevó a su renacimiento en la inmortalidad con el rostro en perfecto estado.

De la mortalidad a la inmortalidad,

tristeza muy grande. Por último, en la mitología nórdica, dentro de la escala divina, los Elfos están ubicados en segundo lugar, después de los dioses Aesir y Vanir.

de la belleza a la fealdad

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A lo largo de la historia, los seres inmortales que han surgido de la imaginación del hombre demuestran constantemente su deseo por la inmortalidad. A continuación, mencionaremos tres de los ejemplos más conocidos, lo que nos llevará de un mundo de belleza y luz a uno más oscuro y temible. Unos de los seres más cercanos a la divinidad de los dioses son los Elfos, y aunque han sido confundidos y denigrados, de hecho son presentados como simples enanos con aspecto horrible y muy malvado, en la saga que ofrece J. R. R. Tolkien, se eleva de nuevo su imagen, y se retorna a la grandeza que se les otorgaba en la mitología nórdica. Tolkien, muy apegado a la mitología celta3, nos da la posibilidad de conocer la imagen del Elfo como un ser con contextura de hombre, pero superior en belleza, y sabiduría. Sus rasgos delicados, orejas puntiagudas, labios finos, extrema palidez y su inmensa bondad los hacen parecer una raza poco hábil y fuerte, pero superan al hombre en fuerza y estrategia, y aunque prefieren el uso de los arcos por su efectividad, también son excelentes maestros de la espada; son fieles amantes de la música y el arte, esto los convierte en los mejores artesanos de los dioses. En cuanto a su larga vida, a pesar de no quedar muy claro sí viven por un tiempo largo pero limitado o si son eternos, en los libros de Tolkien se afirma que no son susceptibles ni a las enfermedades ni a la naturaleza, pero si pueden morir por causas violentas o por una 3 Téngase en cuenta que la mitología celta es sinónimo de la mitología nórdica. 52

Ahora, en segundo lugar, uno de los seres inmortales más conocidos en la historia y que llena infinidad de páginas en muchísimos libros es el Vampiro, uno de los seres más temibles, aunque en la actualidad no tanto. Mucho hemos escuchado de ellos, que son muertos que vuelven a la vida con un deseo insaciable de sangre humana, que son alérgicos al sol y que son fácilmente asesinados con una estaca, una cruz y agua bendita. Sin embargo, ¿sabemos cómo funciona su cuerpo?, ¿por qué son bebedores de sangre?, ¿a qué se debe la palidez de su piel?, a estas preguntas responderemos en el siguiente relato. En uno de los primeros libros en los que el vampiro empezó a tomar protagonismo y dejó de lado el medio aparecer en párrafos cortos, Vampire. The Masquerade, escrito en 1992 por Mark Rein, se narra lo que podríamos llamar la anatomía del vampiro. El vampiro empieza explicando que en cuanto a su boca, los colmillos solo sobresalen en el momento del ataque, de manera que cuando no hay ataque alguno un tejido flexible en la base de las encías le permite esconderlos o extraerlos, según sea el caso; por otro lado, la saliva del vampiro le permite curar las incisiones creadas por la mordida y también las heridas propinadas por sus garras; sin embargo, este poder curativo solo se reduce a las lesiones causadas por estas. Después, la palidez de su piel es producto de su aversión al sol, consecuencia de la falta del fluir de la sangre en sus venas y, finalmente, por su estado de muerte. Luego, en cuanto al funcionamiento de su cuerpo, al estar prácticamente muertos, los órganos en su totalidad se atrofian. Entonces, por ejem-


plo, los pulmones dejan de funcionar, por eso obtiene el oxígeno necesario para su funcionamiento de la sangre que bebe. Sus arterias se secan, al no circular sangre y el corazón también deja de latir, de manera que la forma en que la sangre se extiende por su cuerpo es por osmosis, razón por la cual un vampiro llora lágrimas de sangre, y por la que es imposible matar a un vampiro enterrándole una estaca en el corazón, ya que al no bombear sangre, no es necesario para el funcionamiento del cuerpo, simplemente la estaca los deja en un estado de coma. La sangre que es bebida por el vampiro le ayuda a curar sus heridas sorprendentemente rápido, y aún a recrear órganos mutilados, claro está, solamente bajo el «molde» del cuerpo antes de morir. No obstante, esto no significa que el vampiro no sienta dolor ni sangre, ya que la sangre por una clase de instinto llega a las heridas del cuerpo (esto no es claramente explicado por el vampiro). Por ello, y para que le sea posible la movilidad y funcionalidad de su cuerpo, el vampiro necesita beber sangre de manera constante, debido a que le es imposible regenerar él mismo su sangre. De hecho, la única forma de terminar con la inmortalidad de un vampiro es por exposición al sol o al fuego, los totales contrarios de su vida fría y oscura. Por último, y algo que a la mayoría le causa curiosidad, es la aparente imposibilidad del vampiro para tener relaciones sexuales, lo cual es desmentido al informar de la capacidad del vampiro de acumular sangre en la parte del cuerpo que ellos deseen. Sin embargo, la pulsión sexual no significa mucho para ellos, ya que es el ansia de sangre la que los ciega, y más allá de ella, no hay nada más placentero. Después del oscuro encanto de los vampiros, podemos encontrar un ser inmortal mucho más macabro, mucho menos racional, más oscuro y más demoniaco. Esta vez, lejos de Europa, se

encuentra el origen de uno de los seres que más fuerza ha tenido en la actualidad para la cultura popular, tanto en comics como en series de televisión y cine, los zombis. Para encontrar los orígenes de este popular ser inmortal hay que dirigirse a Haití donde el vudú es una parte muy importante de la religión, la mística, y lo desconocido. Aquellos que llevan a cabo este tipo de prácticas son responsables de lo que hoy conocemos como zombis. De esta pequeña isla surge el primer ejemplar literario que habla acerca de los zombis, The magic island escrito por William Seabrook en 19924, ahí se detallan sus experiencias personales con el vudú haitiano más ortodoxo, que aunque pretende hacer una narración científica, es catalogado como ciencia ficción. En 1928, Seabrook, en compañía de su esposa, partió a Haití auspiciado por el gobierno estadounidense, con el fin de retratar las condiciones de vida de la isla y su economía; sin embargo, lo que más llamó la atención de los lectores fue la exploración realizada en la que se compromete la visión esotérica de los más grandes secretos del vudú, aunque al parecer esto no haya sido de mucho agrado para sus mentores. Antes de avanzar se debe entender que míticamente un zombi es un cadáver animado mediante un espíritu esclavo que es manipulado por un bokor (un sacerdote de poder de la religión vudú). No obstante, la cultura popular ha desarrollado dicho concepto enfocado en la vida después de la muerte, en la cual desparece toda y cualquier voluntad. Identificar a los zombis es algo sencillo: son lentos y se balancean al caminar, tienen una cara inexpresiva, un ansia inexplicable por la carne humana y emiten so4 Sin embargo hay que tener en cuenta la existencia de novelas de terror como Herbert West: Reanimador (Lovecraft, 1992) e incluso el clásico Frankenstein o el moderno Prometeo (Mary Shelley, 1818) quienes van a influir en toda la literatura que considere la vida después de la muerte y la intervención humana en cuerpos inanimados. 53


nidos guturales e incomprensibles, características heredadas de la mitología vudú, en este caso de los Guédé. Popularmente en Haití se conocen rituales en los que el sacerdote vudú asegura crear esclavos no-muertos. No obstante, una aproximación científica ha develado que suelen entregar ciertas sustancias con las cuales se entra en un estado similar a la muerte5. En esta isla el esclavismo fue en su tiempo el principal protagonista, el zombi nace como un esclavo de la voluntad ajena, sin posibilidad de libertad, pues su alma se encuentra muerta y con ella la posibilidad del libre albedrío. La inmortalidad ya no es divina ni atractiva, es por el contrario una muestra de decadencia y corrupción a manos del peor demonio concebido: un humano esclavista.

Inmortalidad en la ciencia, sí es posible

Bien hemos visto que la ciencia ha desmeritado cualquier posibilidad que haya emprendido el hombre por alcanzar la inmortalidad, y sobre todo ha desmentido tajantemente las historias que ya contamos. Sin embargo, algo que nos da la posibilidad de creer que en la ciencia si puede haber un proyecto en búsqueda de la inmortalidad es la película Transcendence, dirigida por el director Wally Pfister.

Contestarte

Transcendence6 aborda un nuevo proyecto científico por medio del cual se busca la creación de una maquina autoconsciente, razón por la cual inicia con una conferencia que proporcio-

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5 Es por esto que en su código penal la «zombificación» bajo el artículo 246 es castigada penalmente como intento de asesinato. 6 Se indica al lector que en este apartado se hará una breve descripción de la película, por lo cual se recomienda ver la película antes de continuar con la lectura del apartado, y saltar a la lectura del apartado «Entre la vida y la muerte».

na una explicación de lo que quieren lograr con el proyecto, dirigida por el científico Will Caster. Al terminar la exposición, un integrante del grupo revolucionario antitecnología (RIFT) hiere de muerte a Will con una bala radioactiva. Ante esto, su esposa Evelyn, científica asociada al proyecto, decide pasar la conciencia de Will a la súper computadora que el proyecto ha desarrollado, lo que resulta un éxito, quedando allí la conciencia de Will, después de la muerte de su cuerpo. A partir de aquí, lo que se supone que es Will, pide a Evelyn una conexión a internet, lo cual lo ayuda a encontrar un pueblo abandonado donde pueden iniciar todos los avances científicos que querían lograr antes de su muerte. En el transcurrir de la película, se puede ver cómo han construido una gran infraestructura en la que no solo le permite a Evelyn la constante comunicación con su esposo, sino también la realización de diferentes experimentos científicos que desarrollan campos como la medicina, la biología y la tecnología a partir de nanopartículas que no solo reconstruyen un arbusto seco, sino que también curan la ceguedad de nacimiento. Esto le da un inmenso poder a Will que se ve reflejado en la imposición de su conciencia a personas tratadas con sus nanopartículas, lo que asusta enormemente a Evelyn. Al notar la rapidez en la que se desarrolla el proyecto, RIFT decide atacar la base científica de Will, sin embargo, descubre sorprendentemente que aquellas personas que son heridas o aquellos aparatos que son dañados, son reconstruidos automáticamente por las nanopartículas de Will, convirtiéndolos prácticamente en inmortales. Por ello, deciden secuestrar a Evelyn, quien finalmente cede para implantarle un virus que no solo acabaría con Will, sino también con toda la tecnología del mundo. Después de que es liberada, Evelyn regresa a la base y encuentra a Will en cuerpo orgánico, pues no el virus no


logra hacerle daño, razón por la que RIFT se alza en armas hiriendo gravemente a Evelyn; en este punto Will decide curar a Evelyn por encima de la tecnología que había creado y explica que su propósito no solo era otorgarle inmortalidad al hombre, sino también devolverle la vida al planeta, purificando las aguas por completo, regenerando bosques infértiles, limpiando el aire de contaminantes y reconstruyendo los polos ya deteriorados, una vida inmortal tanto para el hombre, como para la naturaleza.

Bibliografía Q uirarte, V. (1995). Sintaxis del vampiro, una aproximación a su historia natural. Ciencia y desarrollo, 123, 19-33.

P fister, W. (2014). Transcendence [Película]. Estados Unidos: Alcon entertainment.

Entre la vida y la muerte Bien, hemos visto en este pequeño recorrido que el deseo del hombre por encontrar una larga vida y una juventud eterna, lo ha llevado a imaginar una infinidad de historias que ha enaltecido la vida eterna por su belleza, como en el caso de los Elfos, la nanotecnología (controlada) y un poco en los vampiros, o la ha denigrado a la fealdad y a la pérdida de voluntad como en los zombis. Por otro lado, vemos que todo aquello implica un sacrificio, Gilgamesh emprende un duro y peligroso viaje para encontrar la inmortalidad, los ocho inmortales sacrifican su vida y sus acciones, los vampiros sacrifican los deseos y anhelos por sangre, los zombis sacrifican su voluntad y en la ciencia se sacrifica el otorgarle la voluntad a otro, ya sea una conciencia o una maquina; de todo lo anterior, queda la pregunta, ¿cuánto o qué estaría dispuesto a sacrificar el ser humano para obtener la inmortalidad?

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El status animarum

post mortem La libertad y la historia en La Divina Comedia

Néstor Fabián Pulido1

«El don mayor que Dios en su largueza Hizo al crearnos, y el que más conforme Está con su bondad, y él más lo estima, Tal fue la libertad del albedrío; Del cual, a los que dio la inteligencia, Fueron y son dotados solamente». Dante Alighieri. La Divina Comedia.

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Las preocupaciones de los muertos Al referirse a la Divina Comedia, Erich Auerbach presenta el estado anímico en el que se encuentran los personajes que Dante va encontrando en los tres reinos «espirituales»: Infierno, Purgatorio y Paraíso. La singularidad de los personajes, Farinata y Cavalcante, que Auerbach trata en Mímesis, demuestra la presencia de una personalidad, preocupaciones e intereses iguales a aquellos que tuvieron en vida (Auerbach, 1996, p. 68). 1 Filósofo. Candidato a Maestro en Escrituras Creativas. Universidad Nacional de Colombia. nfpulidop@unal.edu.co 56


Según el autor, esa obstinación de los condenados por prevalecer en su estado anímico y espiritual anterior a la muerte responde a la concepción figural de la historia que permea la obra como tal. Es decir: sus vidas han finalizado, así que Dante les atribuye una proyección anímica que espera a la actualización última del espíritu en el orden de Dios; situación que solo se resolverá hasta el día del «juicio final»: La vida terrena de Farinata y Cavalcante ha terminado; los avatares de su fortuna han cesado; encuéntranse en un estado definitivo e inalterable, en el cual tan sólo habrá de tener lugar una modificación: la recuperación de sus cuerpos por la resurrección en el Juicio final. Tal como nos los encontramos, son almas separadas de sus cuerpos, a quienes Dante otorga, no obstante, una especie de sombra corporal, de manera que sean recognoscibles y puedan expresarse y sufrir (Purgatorio, 3, 31 ss). No les ata a la vida terrena más vínculo que el recuerdo […] Así, pues, conservan totalmente su vida terrena en la memoria, aunque ya haya cesado, y por más que se encuentren en un estado que, ya no sólo prácticamente (reposan en ataúdes ardientes), sino también fundamentalmente, difiere de todo posible estado terreno a causa de su inalterabilidad temporal y espacial, no producen el efecto de muertos, como son en realidad, sino de vivos (Auerbach, 1996, p. 181). Esto da a entender, dice Auerbach, que la esencia espiritual de los personajes (entiéndase su condición de humanos) se encuentra aún en la dimensión de lo mutable, al ámbito de la vida. En resumen: de lo histórico. Aunque son sin duda inmutables y eternos por encontrarse en el reino de los muertos, su actitud da a entender preocupaciones, aspiraciones y anhelos arraigados en su antigua existencia terrenal: Farinata preocupado por la suerte de sus partidarios y Cavalcante por su hijo.

Más aún, las particularidades de los personajes son tales que sus propias actitudes con respecto a su situación inmediata no son más que el reflejo de su forma peculiar de comportarse en vida. Ni el destino común que comparten en los distintos niveles de los reinos les arrebata su ser-ahí «característicamente individual, a veces horrible, feo, grotesco y trivial dentro del juicio divino, cuya majestad sobrepasa toda dignidad mundana» (Auerbach, 1996, p. 184). ¿Por qué es tan interesante que los muertos tengan intereses de vivos? Por dos razones. La primera se refiere a cómo se entiende la historia en el medioevo. La segunda es obvia (así que la trato después): están muertos, de modo que ¿por qué les importan los sucesos del mundo terrenal? En principio parece un ardid literario que se concede Dante para rellenar su obra, pero Auerbach ve algo más.

La concepción medieval de la historia

La historia en la Divina Comedia no funciona dentro de los parámetros de la Modernidad en la cual existe un constante y progresivo avance de hechos que la conforman dentro de una estructura líneal horizontal. La visión moderna de la causalidad no significa otra cosa que: un evento A es causa de un efecto B, necesario y consecuente. Por supuesto, es importante aclarar que la obra trabaja sobre la concepción histórica medieval en la cual existe un preordenamiento divino que atribuye un lugar específico a todos los elementos del universo desde el momento de la creación hasta su fin último. Dios crea el mundo con una idea clara sobre cómo va a terminar (el juicio final), todo evento intermedio entre estos dos actos es manifestación parcial de su necesario desenvolvimiento. Esta disposición vertical (pues viene y depende de Dios), no explica muchas conexiones entre los 57


eventos, como sí pretende hacerlo la Modernidad2. En cambio sostiene que diversos sucesos se conectan por ser actualizaciones de una misma figura prevista por Dios. Además, la relación que puede establecerse entre eventos disímiles se encuentra en que son manifestaciones cada vez más perfectas y actualizadas de dicha figura aunque, sin embargo, la idea que las origina es eterna y permanente en el plan divino (Paraíso, 13, 52 ss). Esa idea clara en Dios, que se ha manifestado desde siempre en la historia de manera cada vez más perfecta, se manifiesta en el mismo centro de la cristiandad: Jesucristo. El propósito de los medievales, en últimas, era encontrar la anunciación de Jesús en todos los eventos de la historia.

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Así puede verse, por ejemplo, que Josué (el hijo de Nun bautizado por Moisés. Nm 13, 16) es una prefiguración del estado que más tarde desemboca perfectamente en Jesús. Es decir, Josué, que fue elegido por Moisés para dirigir al pueblo de Israel a la tierra prometida, acaudilla a su pueblo bajo las órdenes de Dios, conquista Canaán y retoma la práctica de la circuncisión que cayó en desuso durante los cuarenta años en el desierto. Por su parte, Jesús, que promete una nueva tierra de «leche y miel» (el más allá), guía al pueblo que se haya en un desierto terrenal3, sigue los preceptos de un

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2 Vale aclarar que la ausencia de explicaciones en ciertos eventos históricos está sobre la mente humana y no sobre el orden establecido por Dios. Todo evento debe formar parte del plan divino mas no todo evento debe ser explicado a la mente humana: limitada e ignorante. «Loco es quien piense que nuestra razón /pueda seguir por la infinita senda /que sigue una sustancia en tres personas. /Os baste con el quía, humana prole; /pues, si hubierais podido verlo todo, /ocioso fuese el parto de María» (Purgatorio 3, 34 ss). 3 Auerbach desarrolla una exposición sobre por qué la dicotomía entre el mundo terrenal y el mundo espiritual cobra tanta fuerza tras la muerte de Cristo. De modo que, ante la desgracia de su muerte y la victoria de sus enemigos, la única victoria radica en la promesa de un mundo espiritual donde justos y pecadores reciban su merecido. Los judíos sufrieron 40 años en el desierto, y ahora los cristianos sufren en un mundo desolado y sin esperanza. La promesa de Jesús es efectiva en tanto que su muerte no trajo una victoria en el mundo terrenal, sino una

Dios que ya no ordena por medio de las leyes de Moisés sino a través de la gracia de Jesús y sacramenta por medio de la «circuncisión» del alma por medio del bautismo: Así como Josué, y no Moisés, condujo al pueblo de Israel a Palestina, la tierra prometida, así también conduce la gracia de Jesús, y no la ley judía, al «segundo pueblo» a la tierra prometida de la eterna beatitud. El hombre que descubrió este misterio aún oculto como preanuncio profético, qui in huius sacramenti imagines parabatur, fue introducido bajo la figura del nombre divino. La denominación de Josué/Jesús es, en consecuencia, una profecía real o representación anticipadora de algo futuro; la figura es ese algo verdadero e histórico que representa y anuncia otro algo igualmente verdadero e histórico. (Auerbach, 1998, p. 68) Y al mismo tiempo, podemos deducir, gracias a las palabras de Cristo, cómo será la actualización última de la figura, cosa que no se sabía en Adán u Abraham. Esto es así porque en Jesús la figura ha alcanzado el nivel de perfección atemporalmente ordenado por Dios y ya asegura, en términos humanos, el conocimiento del fin último del mundo (el día del juicio). La historia sagrada deja de ser, como en el antiguo testamento, una serie de acontecimientos separados que narran la intervención de Dios sobre su pueblo, para convertirse en una serie constante y progresiva que tenía, por fuerza, que desembocar en Jesús (Lc 17, 20-37): «El juicio divino consiste, precisamente, en la perfecta actualización del carácter terreno en el lugar que definitivamente le corresponde» (Auerbach, 1996, p. 184). promesa en el más allá. «De ahí resultan una intensidad y una objetividad hasta entonces no vistas en las representaciones escatológicas; sólo en relación con el más allá tiene sentido el mundo de acá, [que] por sí mismo sigue siendo un sinsentido y una tortura» (Auerbach, 2008, p. 28).


Esta interpretación vertical supone, entonces, que la comprensión de los sucesos históricos sobrepasa a la razón. Al no poseer una mentalidad tan avanzada como para comprender los oscuros planes de la providencia, es solo por medio de la «iluminación» y la «fe» (Lc 10, 21) que los destellos del plan divino pueden ser comprendidos.

Los muertos vivos Así pues, en la Divina Comedia la distribución en los reinos, refleja la cercanía que, en vida, se tuvo con relación a Dios. La organización no es otra cosa que la consumación particular de las almas que en vida actuaron libremente y sellaron su destino en el más allá. «La naturaleza misma está ordenada moralmente conforme a su participación en el ser divino, y en cuanto lugar de residencia de los seres racionales se corresponde con su rango moral» (Auerbach, 2008, p. 158). Esto, además, sugiere que cuanto más interesados estaban los seres en nutrir sus vidas mundanas, más se constituían a sí mismos con estos afanes y deseos. Por el contrario, quienes se preocupaban más por su salvación, son más propensos a dejar atrás el mundo de los vivos. Esto quiere decir que, por ejemplo, Francesca y Paolo, una pareja de adúlteros que son condenados, mueren con ese sentimiento mutuo tan arraigado en ellos que aún en el infierno conservan la pasión que los perdió. «Amor, que a todo amado a amar le obliga, / prendió por éste en mí pasión tan fuerte / que, como ves, aún no me abandona» (Infierno, 5, 103 ss). Por esto, las almas en el infierno aún conservan una clara presencia de sus intereses mundanos, mientras que, en el Purgatorio y el Paraíso, la vista ya se distancia hacia adelante y hacia arriba:

Vemos pues, que Dante ha llevado al más allá la historicidad terrenal; sus muertos están, sin duda, desprendidos de la actualidad terrena y de sus vicisitudes, pero el recuerdo y el interés más profundo por ella los conmueven de tal suerte, que impregna esta todo el ambiente del más allá. En el monte de la purificación y en el Paraíso esta impresión no es tan fuerte, porque ya la mirada no está únicamente vuelta hacia atrás, hacia la vida mundana, como en el Infierno (Auerbach, 1996. pp. 184). Esta distribución, que obedece a la unión del destino particular con el plan divino, encuentra su mayor exponente en el guardián del Purgatorio: Catón de Útica. Este personaje, que en vida fue enemigo declarado de Julio César, quién al ser acorralado por este último en Útica se suicida y que, además, era pagano, sorprende por su papel de guardián en el monte de la purificación4 (Purgatorio, 1, 31 ss). Auerbach sugiere que la presencia de Catón responde, igualmente, a la configuración figural de los reinos. Esto es así pues Catón, que muere antes de ser apresado por Julio César, prefiere la libertad a la vida. Su vida mundana es separada entonces de su relación con un concepto que corresponde a una idea más acorde con la figura. Por tanto: […] el Catón que comparece en el Purgatorio es la figura desvelada y consumada de aquel acontecimiento figural, puesto que la libertad política y terrenal, por la que murió, no era más que una umbra futurorum: una prefiguración de aquella libertad cristiana cuya custodia le ha sido encomendada (Auerbach, 1998, p. 117). 4 Me refiero a que Catón representa tres pecados que, en principio, le impedirían abandonar el infierno. El ser suicida y pagano, por un lado, y debido a la admiración que demuestra Dante por Julio Cesar (como lo demuestra que sus asesinos compartan el castigo eterno junto a Judas Iscariote), por el otro. 59


Así, las almas que se encuentran en el más allá son un reflejo de la propia «construcción» terrenal que los acerca o los aleja de la idea de Dios por su libre voluntad. El ejemplo de Catón demuestra que hay más variables en juego que las aceptadas por los sacramentos y los dictámenes de la iglesia. La figura, entonces, no determina al ser humano a un comportamiento fijo en vida. La figura conlleva en sí misma una libertad que le es otorgada al hombre y que decide los actos buenos y malos que estos realizan. Por tanto, el lugar del más allá corresponde a un ideal figural dispuesto por Dios y que en cada caso, los humanos, con sus actos, se ganan un lugar en los tres reinos (Paraíso, 5, 19 ss).

Libertad: la gran tragedia del hombre

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Pero si hasta ahora se ha dicho que, por un lado, los seres humanos no conocen ni pueden conocer los planes de la providencia y, por otro lado, que de la libertad y los actos depende la sentencia en el más allá, llegamos a una discordancia. Pues los hombres, cuya salvación depende de su libre albedrío, no pueden pasar por alto que parte de su naturaleza los impulsa al mal:

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[a las esferas celestes] está sujeta toda la Creación terrenal, con la única excepción del ser humano; pues aunque también el ser humano, en cuanto cuerpo, y por consiguiente también las fuerzas sensitivas del alma, estén sujetas a la inclinación a través del influjo de los astros, el ser humano posee en su parte racional la fuerza para dirigir y limitar aquel influjo; esta fuerza es su voluntad libre […] La parte intelectiva del alma es lo que hace humano al ser humano, su vis ultima, que debe aplicar necesariamente para el bien o para el mal; si no la poseyera, no podría hacer el mal como tampoco lo hacen las plantas o los animales (Auerbach, 2008. pp. 173).

Lo sorprendente es que esta antinomia no pretende solucionarse. Auerbach menciona en varias ocasiones cómo la grandeza de la Divina Comedia radica en el sentido trágico de sus personajes. Los humanos que fueron dotados de libertad, primero, no tienen la capacidad de vislumbrar el plan divino que los envuelve por ser manifestaciones figurales imperfectas. Segundo, pertenecen a una creación sensitiva que los impulsa necesariamente a satisfacer los impulsos naturales que Dios ha dispuesto en sus almas sensitivas y, al mismo tiempo; tercero, la necesidad de hacer uso de la libertad para sobrellevar tales inclinaciones: Así pues, Dante, invirtiendo el orden de la Summa, muestra la verdad divina como destino humano, lo existente en la conciencia del ser humano que yerra, que sólo participa deficientemente del ser divino, que necesita complementación y consumación; en esta conciencia, lo existente adquiere una carga de tensión como si él mismo fuera un devenir […] Esta consideración tan general no tiene otro objetivo que determinar y limitar el elemento dinámico del poema; recordar que Dios es estático y que su Creación está en movimiento de una manera eternamente determinada e inalterable mientras el ser humano debe buscar a solas su determinación en la incertidumbre […] Sólo el ser humano, en todos los casos, cualquiera que sea su situación terrenal, es un héroe dramático y debe serlo necesariamente (Auerbach, 2008. pp. 157). La tragedia humana de la salvación y el destino se manifiesta en la Divina Comedia, entonces, como una dinámica de diversas fuerzas racionales en constante lucha entre sí. Todas las disposiciones del plan divino empujan a los seres humanos a enfrentarse entre sus características naturales y aquellas que le son propiamente humanas. Entre la certidumbre de una eternidad


y simpleza divina contra la compleja e histórica vida mundana. Los seres ya consumados del más allá expresan esta doble naturaleza al conocer, por un lado, las circunstancias históricas venideras y, por el otro, a expresarse con una intensidad potenciada de su ser-ahí que fueron en vida. Son al mismo tiempo figura y consumación, vivos y muertos:

Bibliografía A uerbach, E. (1996). Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental. (E. Ímaz, & I. Villanueva, Trads.) México D.F., México: Fondo de cultura económica.

A uerbach, E. (1998). Figura. (Y. García Hernández, & J. A. Pardos, Trads.)

Han cesado la tensión y el desarrollo, signos característicos del acaecer terrenal, a pesar de lo cual las olas de la historia penetran en el más allá, en parte como recuerdo del pasado terrenal, en parte como interés en el presente del mundo, y también como preocupación por el futuro sobre la tierra; y siempre como temporalidad figural conservada en lo eterno y atemporal. Cada muerto experimenta su estado en el más allá como el último acto perenne de su drama terreno (Auerbach, 1996. pp. 188).

Madrid: Minima Trotta.

Auerbach, E. (2008). Dante, poeta del mundo terrenal. (J. Seca, Trad.) Barcelona: Acantilado.

Por tanto, la destreza de Dante radica en que las almas humanas no se funden en el plan divino luego de su muerte. Se mantienen como humanos y así se les otorga un protagonismo sobre la divinidad, se oponen a ella. Conservan sus apariencias humanas en aras de conservar su singularidad vital en el orden divino y, con esto, su esencia sobre las disposiciones universales que los rigen. La representación de la Comedia es entonces una acumulación de lo que es lo propiamente humano: lo sensible, concreto, nefasto y peculiar de su ser. Una sumatoria de características que rescatan las variables que componen la historia como un ámbito que no corresponde a Dios sino a los humanos (Auerbach, 1996. pp. 192), pues al primero se le atribuye el ordenamiento del universo (estático y eterno), mientras que a los segundos su desenvolvimiento contingente (dinámico e histórico) (Cf. Auerbach, 1996. pp. 191).

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El don de la Muerte Regalo de Dios1

Juan Diego Zabala2

«La Muerte es su destino, el don que les concedió Ilúvatar, que hasta los mismos Poderes envidiarán con el paso del Tiempo.»

Contestarte

El Silmarillion, p. 44

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Al hablar de su obra, Tolkien afirma «trata de la Muerte y el deseo de inmortalidad. ¡Lo que apenas es más que decir que se trata de un cuento escrito por un Hombre!» (Cartas, No. 203). No hay trabajo humano que no se ocupe del tema de alguna manera. Es una parte tan esencial de nuestra naturaleza, que siempre se manifiesta en lo que hacemos. Pero también es necesario resaltar que Tolkien aborda el problema de la mortalidad desde dos perspectivas: la élfica, una raza aparentemente inmortal, cuyas vidas en verdad son tan largas como el mundo que habitan y su destino, como raza, está determinado por el fin de este mundo. Su verdadera inmortalidad es el recuerdo de las cosas que fueron, pero corren el riesgo de vivir en el pasado y negarse al cambio. Por otro lado, tenemos la mortalidad des1 El presente texto conserva la forma en la que las palabras preponderantes se escriben en el texto de referencia, El Silmarillion. 2Estudiante de Estudios Literarios. Universidad Nacional de Colombia. - jdzabalad@unal.edu.co


de la perspectiva humana: vivimos en el mundo por un tiempo limitado y la obligación de abandonarlo, junto con la incertidumbre de lo que existe más allá, nos agobian hasta el punto de creer que la muerte es un castigo, antinatural, un enemigo que nos atemoriza y del que es imposible escapar. Ambas perspectivas son, en realidad, diferentes caras de la misma moneda. La inmortalidad absoluta no existe (incluso los elfos deben abandonar el mundo tarde o temprano). Ambas razas se enfrentan a la tentación: buscan la inmortalidad a través de caminos diferentes, «la longevidad y el atesoramiento de la memoria» (Cartas, No. 211). Tanto Elfos como Hombres fueron creados por Eru Ilúvatar, el Único, Padre de Todos (por lo que ambas razas son conocidas como los Hijos de Ilúvatar). A cada uno de sus Hijos, Ilúvatar les concedió un don: los Elfos permanecen en el mundo «hasta el fin de los días, y su amor por la Tierra y por todo es así más singular y profundo, y más desconsolado a medida que los años se alargan.» (Tolkien, 1993a, p. 44). Esta conexión con el mundo, mucho más profunda que lo que cualquier otro ser viviente pueda alcanzar jamás, les permite apreciar su belleza, conservarla y reproducirla. De ellos viene «la mayor buenaventura en este mundo» (Tolkien, p. 43). Sin embargo, el estar tan atados a la existencia del mundo implica una reticencia al cambio. No es extraño que los Elfos más viejos vivan en el pasado, rememorando las cosas que fueron y lamentando su pérdida. En este caso, la inmortalidad consiste en la preservación del pasado en detrimento del presente. Los Elfos que actúan de esta manera han sucumbido a la tentación del Enemigo. Antes de tratar la relación entre el don de Ilúvatar a los Hombres, la muerte y la inmortalidad, mencionaremos brevemente la evolución de estas ideas en los trabajos de Tolkien antes de que

alcanzaran su forma definitiva, una concepción única sobre lo que significa nuestra mortalidad. A lo largo de aproximadamente medio siglo estas concepciones cambiaron varias veces: el resultado final es completamente diferente al original, aunque hay varios elementos clave que se mantuvieron inmutables desde un principio. El problema de la mortalidad humana evolucionó desde una simple reelaboración del mito cristiano hacia algo mucho más original y personal. La fe católica fue el cimiento más importante en de la vida de Tolkien; por lo que, a pesar de que con el paso del tiempo sus mitos se fueron diferenciando del mito cristiano, este siempre fue una base fundamental para el desarrollo de su obra. Inicialmente —y no nos detendremos mucho en este punto debido a que es completamente diferente de la concepción de la muerte desarrollada después3—, los hombres al morir eran juzgados por los Valar4y, dependiendo del veredicto, enviados a uno de tres destinos posibles: unos van al país regido por Melko5,«Angamandi o los Infiernos de Hierro, donde pasan días muy malos» (Tolkien, 1990, p. 98); otros (la mayoría) abordan la nave negra, Mornië, que los conduce hacia el sur, a las costas de Arvalin, donde se alcanza a ver Valinor (el Reino Bendecido, el único lugar que no ha sido corrompido por Morgoth). «Allí van de un lado a otro en la sombra, acampando donde pueden; no obstante conocen el canto, y alcanzan a ver las estrellas, 3 Y también porque es difícil determinar las fechas de composición del texto en relación con los otros donde se habla de la muerte como un don. (Véase La música de los Ainur y La llegada de los Valar y la construcción de Valinor en El libro de los cuentos perdidos Vol. 1. 4 Entidades creadas por Eru, encargadas de mantener el orden en el mundo. Podrían compararse con ángeles y arcángeles. 5 Melkor en textos posteriores. También llamado Morgoth, el Señor Oscuro. El más poderoso de los Valar, que se reveló contra sus hermanos y en contra del propio Eru en busca de poder. Equivalente a Lucifer en propósitos y origen. 63


y esperan pacientes la llegada del Gran Final» (Tolkien, p. 99); el resto (la minoría) son llevados a Valinor, donde también esperan la llegada del Gran Final «y la música y la luz clara les pertenecen». Vemos en esta concepción inicial un reflejo de las creencias cristianas, con equivalentes al Infierno, al Purgatorio y al Paraíso. Sin embargo, estas ideas fueron abandonadas bastante temprano en el proceso creativo de Tolkien y hacia la mitad de su vida había desarrollado una idea completamente diferente.

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Pese a estar determinada por la fe católica, esta concepción parte de una base distinta: el hecho de que la mortalidad nunca fue un castigo. La mortalidad forma parte de nuestra naturaleza y, por lo tanto, hace parte de la obra de Dios (Eru Ilúvatar). Este es el don que Eru otorga a los hombres: la libertad, el que puedan moldear sus vidas más allá de su propio destino y que, a través de ellos, «todo habría de completarse, en forma y acto, hasta en lo último y lo más pequeño» (Tolkien, 1993, p. 43). Este don de la libertad implica que los Hombres no estén atados al mundo, que no encuentren reposo en él y que lo abandonen después de un tiempo. La muerte es el último paso para ser libres.

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A partir de este punto las concepciones de Tolkien sobre la mortalidad son difusas. Tolkien narraba sus mitos «a través de las mentes élficas» (Carta no. 131). Es decir, el narrador adopta las perspectivas y juicios de valor de los elfos. Seres que no conciben la mortalidad de la misma manera que los humanos. Lo único que se sabe con certeza es que Eru otorgó dones diferentes a sus Hijos. Pero los interrogantes de por qué la muerte es un don, cuál es el destino de los Hombres al morir y por qué se le teme a algo que debería ser recibido con gozo nunca reciben una respuesta definitiva.

La Athrabeth Finrod ah Andreth (El debate de Finrod y Andreth) es el texto donde se exploran más a fondo las diferentes preguntas sobre el tema. Tal como su título lo indica, el relato es una conversación entre Finrod (rey élfico) y Andreth (Mujer Sabia). El debate entre estos dos personajes permite poner en contraposición el saber élfico y humano respecto a la mortalidad de los Hombres. Y la relación de hröa yfëa6respecto a esta. Las opiniones de Finrod y Andreth son contradictorias. Finrod cree que la mortalidad siempre ha sido parte de la naturaleza humana, Andreth cree que la muerte fue impuesta como castigo y que antes los hombres tenían vida eterna. Ambos coinciden en que la condición actual de la humanidad es producto del Mal de Morgoth, quien también ha mancillado el estado actual de los elfos y del mundo. Andreth cree que los Hombres también fueron creados inmortales y que Morgoth es el responsable de haber cambiado su naturaleza. Finrod cree que Morgoth no tiene el poder suficiente para cambiar la naturaleza de la creación, pues el mundo fue creado por Eru y solo él puede modificarlo. Por lo tanto, para Finrod «muerte es sólo el nombre con que designamos a algo que él [Morgoth] ha mancillado, y por tanto suena maligno; pero intacto sonaría como algo bueno» (Tolkien, 2008, p. 355). Sin embargo, Finrod y Andreth coinciden en que la maldad de Morgoth ha mancillado el mundo, y puesto que sus hröar se nutren de las sustancia que en él se encuentran, ellos también están mancillados. Las vidas de los Elfos no son tan largas como eran en un principio y Finrod cree que a los Hombres les sucede algo parecido.

6 Cuerpo y alma-mente son las correspondencias más aproximadas a estos conceptos.


Por otro lado, puesto que Finrod cree que la muerte fue creada por Eru, concebida originalmente como algo bueno, pero ahora vista con temor por los Hombres, llega a la conclusión de que los Hombres años atrás debieron haber enfurecido a Eru. No hay otra forma de explicar la evolución de los hechos. Andreth comparte con él un relato de los primeros días de los Hombres, aunque ella, y muchos otros, no están seguros de su veracidad: Una Voz les hablaba, velaba por ellos, les instaba a aprender cosas para que pudieran heredar el mundo. Tiempo después llegó una figura vestida de oro y plata, diciéndoles que la Voz venía de lo Oscuro y que solo él podía salvarlos, siempre y cuando lo tomaran por Señor. La última vez que la Voz habló decretó «habéis renegado de Mí, pero seguís siendo Míos. Yo os di la vida. Ahora se acortará, y cada uno de vosotros acudirá a Mí tras un breve tiempo, y ya sabrá quién es el Señor: si aquel a quien adoráis, o Yo, que os hice» (Tolkien, 2008, p.398). A partir de entonces los Hombres comenzaron a morir «con horror y angustia» por temor de ir a lo Oscuro y enfrentarse a la Voz. Después de este episodio, algunos se rebelaron contra su Señor, pues comprendían que habían sido engañados y él era en verdad el Oscuro, no la Voz. Muchos de ellos fueron asesinados por sus compañeros por temor al Señor, pero algunos lograron escapar.

en sus conocimientos sobre la relación hröa-fëa. Para Finrod, cada hröafue creado para albergar un único fëa. Están destinados el uno al otro y, por lo tanto, su separación es antinatural y espantosa. Sin embargo, Eru creó a los Hombres de tal modo que «los corazones de los Hombres buscaran siempre más allá y no encontraran reposo en el mundo» (Tolkien, 1993, p. 43). Finrod ve en este hecho la verificación de que los fëar humanos no pertenecen al mundo, y que no solo están destinados a abandonarlo, si no que deberían hacerlo con júbilo y, como hröay fëa, no deberían estar separados, llega a la conclusión de que, al morir, el fëa de los Hombres se lleva a su hröa consigo. Al completarse este proceso el hröa sería limpiado de la mácula de Morgoth por el poder del fëa. Por lo tanto, el destino de los hombres era redimir y curar el mundo del mal de Morgoth. «Porque Arda Curada no será Arda Inmaculada, sino una tercera cosa aún mayor, y sin embargo la misma» (Tolkien, 2008, p. 365). Los Hombres ya no son capaces de cumplir este objetivo debido a la Caída. Su fëa parte sin el hröa. Sin embargo, aún es posible recuperar esta gracia y libertad:

Como podemos ver, este relato guarda grandes similitudes con el Génesis; no obstante, hay diferencias clave: la primera, la muerte es parte de la naturaleza humana, el verdadero producto de la Caída es el miedo a morir; la segunda, el engaño del Señor Oscuro se extendió por varias generaciones y abarcó la totalidad de la raza humana. Debido a que los Hombres cayeron como raza, son castigados de igual manera.

[…] dispuesto a morir voluntariamente o […] sometiéndose con confianza antes de que lo obligaran (como lo hizo Aragorn). Puede que esta haya sido la naturaleza del Hombre no caído; aunque la compulsión no lo amenazara: desearía y pediría «continuar» hacia un estado más elevado. La Asunción de María, la única persona no caída, puede considerarse en cierta forma como la simple reobtención de una gracia y una libertad impertérritas: pidió ser recibida y lo fue, pues ya no tenía función en esta Tierra. (Nota al pie Carta 212)

Finrod cree que Eru cambió la naturaleza de los Hombres después de la Caída. Para ello se basa

Finrod —aunque esto «no se cuenta en la Athrabeth» (Tolkien, 2008, p. 383) —, conserva la esperanza 65


de que el mundo aún puede ser redimido. «Si en verdad somos los Eruhin, los Hijos del Único, Él no permitirá que los priven de lo Suyo, ni Enemigo alguno ni aun nosotros mismos» (Tolkien, p. 367). Finrod tiene la esperanza de que Eru mismo vendrá a vencer a Morgoth y a curar el mundo. El saber que ese era el objetivo original del Hombre lo lleva a pensar que Eru tomará forma humana para cumplir tal fin.

Bibliografía Tolkien, J.R.R. (1993). Del principio de los días en C Tolkien (Ed.) y Rubén Masera & Luis Domènech (Trads.). El Silmarillion(pp. 35-44). (14ª Ed.). Buenos Aires, Argentina: Minotauro. (Trabajo original publicado en 1977).

Tolkien, J.R.R. (1993). Cartas de J.R.R. Tolkien. (1ª Ed.). H. Carpenter & C. Tolkien (Comps.) y Rubén Masera (Trad.). Barcelona, España: Minotauro. (Trabajo original publicado en 1981).

Tolkien, J.R.R. (1990). La llegada de los Valar y la construcción de Valinoren C. Tolkien (Ed.) y Rubén Masera (Trad.). El libro de los cuentos perdidos Vol. 1. (pp. 82-117). Barcelona, España: Minotauro. (Trabajo original publicado en 1983).

Tolkien, J.R.R. (2008). Athrabeth Finrodah Andreth en C. Tolkien (Ed.) y Estela Gutiérrez Torres (Trad.). El anillo de Morgoth. (pp. 345-418). Buenos Aires, Argentina: Minotauro. (Trabajo

Contestarte

original publicado en 1993).

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Cuento

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Partes de mí. 2014. Carlos Felipe Díaz Sterling. 69


El camino de Herradura Cristhian Martínez Moreno1

Contestarte

Siempre que veo un par de zapatos o un zapato solitario tirado en la calle, al lado de un poste, junto a la basura, colgado de las cuerdas de la luz, o en la mitad de la carretera, ya sea puesto en pie, o tumbado de lado lacónicamente, siento un escalofrío. Siento miedo, siento la presencia de quien usó esos zapatos e inmediatamente imagino que fue asesinado o atropellado por un carro y pienso que luego de eso, alguno de los órganos centrales, esos órganos griegos, esos órganos llenos de chakras, como el cerebro o el corazón, le colapsaron al paciente en la mitad de la calle. Si imagino que fue asesinado de noche, pienso que fue desnudado, probablemente violado, que el cuerpo fue lanzado a un caño cercano y que 1 Candidato a Maestro en Psicología. Universidad Nacional de Colombia. - camartinezmo@unal.edu.co 70


los zapatos dieron tumbos como los caballos de carreras cuando se caen, después del ultraje, del forcejeo, de los golpes y las dentelladas finalmente quedaron olvidados en la escena como evidencia sustancial. Y que esos zapatos luego de ser testigos presenciales del hecho, y de la patada casual de un gamín, se enfriaron ahí con el rocío de la madrugada. Un día estaba sentado en una plazoleta y al lado de la banca había un zapato de cuero café imitación culebra, con escobilla, raído, y con una hebilla tipo moneda insertada en la lengüeta. Seguro era de un tinterillo que purgó alguna pena. Y entonces se me vino a la mente la cadena de pensamientos habituales acerca de los zapatos de la calle. Pero cuando levanté la mirada, comencé a ver como todos los zapatos tirados por ahí se ponían en pie y comenzaban a caminar, y me di cuenta que había muchos más de los que normalmente se alcanzan a ver debido a su quietud. Los que estaban en las cuerdas de la luz se balanceaban y se tiraban cayendo dolorosamente, levantando polvo y asustando a los perros callejeros que salían aullando. Los zapatos salían de las bolsas de la basura, desgarrándolas. Los que estaban solos buscaban sus pares. Vi varios encuentros y me emocioné bastante, el intacto zapato derecho encontrando a su perdido y mancillado compañero izquierdo que corrió con distinta suerte al lado de una carrilera o en una alcantarilla.

para dar paso a los zapatos que se dirigían a los cementerios del norte. Las señoras piadosas lloraban, los demás permanecían tristes y en silencio viendo desde los puentes, los indigentes dormían plácidamente. En medicina legal se hizo un montón de zapatos a la entrada, unos esperaban a que abrieran, otros salían con dificultad del montón y se dirigían a la plazoleta donde era el cartucho, y se enterraban forzosamente levantando las lozas nuevas del parquecito que construyeron ahí. Otros iban al cementerio del sur, al Apogeo, y otros se introducían tristemente a ríos y a caños crecidos. Unos salían de los botaderos de basura, otros entraban, y algunos otros se preparaban para largos viajes a montes lejanos, pero no iban solos. Cuando llegaban a la tumba respectiva, se enterraban. Los tacones y los zapatos de cuero, y los tenis de ladrones, oficinistas, jóvenes y viejos, malos y buenos, se abrían paso entre la tierra. Unos no encontraban pareja porque el dueño era cojo, y otros que no encontraban los pies de sus dueños, porque ya estaban desintegrados en átomos, se le calzaban a otros pies que nunca tuvieron zapatos en vida. Finalmente yacían rotos y raídos, a veces nuevos, con cordones o sin cordones, en los pies inertes de sus dueños. Al fin y al cabo caminar hasta allá descalzo, por ese camino de herradura, no es nada fácil.

Por toda la ciudad caminaron los zapatos que se dirigían a los distintos cementerios dentro de la ciudad y en las afueras. Todas las vías principales eran ríos y ríos de zapatos, por la 26 había una espléndida marcha fúnebre de zapatos de todos los tipos y variedades, por la Autopista Norte el tráfico fue temporalmente cerrado 71


El heredero de en suelo

Colombiano Andrés Gulla-Van1

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Social Noviembre 16, 2014.

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Es difícil pensar que un hombre de 1,85 de altura, marcadas facciones y acento extranjero, poseedor de una prominente barba con un ligero tono cobrizo y con una notable desproporción entre el grosor de sus fornidos brazos y el de sus enclenques piernas, desaparezca ante la mirada de más de 300 personas sin dejar rastros. Pero esto es precisamente lo que dio fama al Gran Mago Petronski, como se hacía llamar André Harry Petronski Baltoya, ilusionista de origen serbio con más de 15 años de trayecto, que desde el pasado mes de mayo estuvo en nuestro país en una gira que lo llevó por 20 ciudades, para promocionar sus actos de magia, ilusionismo, prestidigitación y escapismo. 1 Escritor, editor y estudiante de literatura de la Universidad nacional de Colombia. Fue coordinador de la Revista Contestarte en 2013; actualmente director de la Revista Exlibris. fabian.gulla@gmail.com


El ilusionista era conocido mundialmente, entre otros, por su acto cumbre llamado «la ejecución», en donde recibía disparos de fusil, era ahorcado, incinerado y arrojado a una piscina llena de ácido; dejaba al público asistente en shock durante unos minutos para luego aparecer totalmente ileso en algún asiento del auditorio, por esto recibía ovaciones y la admiración de cientos de personas desconcertadas. Lo escalofriante de este acto es que Petronski, antes de llevarlo a cabo, aseguraba a su público que él en verdad moría y que detrás de ello no había ningún truco. Esta declaración despertó suspicacias. Algunos tildaron su show como excesivamente violento, sangriento y sádico. Pocos días después de que el mago empezase su gira por territorio nacional, se conformaron varios grupos en las redes sociales en donde se protestaba en contra de Petronski, alegando que tales trucos eran diabólicos e incluso se generaron amenazas contra el mago, a las cuales no prestó mayor atención.

El hombre que no moría Es de recordar el atentado del que Petronski fue víctima en 2002 cuando extremistas se inmolaron frente a su residencia, lo que produjo cuantiosos daños materiales, pero ninguna víctima mortal.

se compara su increíble forma de escapar de la muerte a la manera en que Rasputín logró sobrevivir luego de haber sido envenenado, de recibir tres disparos, ser golpeado reiteradas veces en la cabeza y ser arrojado a un río helado. Esta fama espumosa le valió millonarios contratos con reconocidas marcas como Coka-kola, Mont Santo, Malasya Airlines, etc., le permitió también incursionar en el cine en películas que lo llevaron gozar de nominaciones a los Oscar tales como Otro día para morir (2004), Duro de matar 7 (2005) y La Resurección (2008). Fue precisamente durante el rodaje de esta última en donde conoció a la bella modelo y actriz estadounidense Hellen Parker, con la cual conformó una familia de la que hoy son fruto cuatro pequeños. Además de esto, Petronski era conocido por su compromiso social, pues donaba cuantiosas sumas de dinero a causas y organizaciones humanitarias, así como también promovió la enseñanza de la magia a los niños más vulnerables de las áreas pobres del mundo. Este tipo de actividades hicieron que se le empezase a llamar «uno de los héroes modernos del mundo». Por esto, la comunidad internacional sigue atónita desde la desaparición física de Petronski cuando se presentó el pasado 15 de septiembre en el Teatro Colón, en el marco de eventos de reapertura de este último. Como era costumbre, para cerrar el show, el ilusionista hizo gala de su acto «la ejecución», pero cuando llegó el momento de reaparecer entre el público, no hubo ninguna seña ni rastro del serbio.

Precisamente después de este atentado, toda la atención del mundo de la magia se volcó sobre este principiante. Su carrera se disparó meteóricamente al mostrar un sin número de veces actos sobrenaturales en donde desafiaba a la muerte. Se le conoció desde entonces como el hombre que no moría o el heredero de Rasputín.

Las investigaciones adelantadas

Respecto a su relación con el infame personaje ruso, hay quienes atribuyen cierta semejanza física entre Petronski y Rasputín; así como también

El pasado 13 de noviembre fue revelado un informe de 600 páginas, elaborado por el investigador madrileño Jorge Fitzgerald, en donde se 73


afirma con vehemencia que la Comisión Internacional de Regulación de Magia, Ilusionismo, Prestidigitación y Escapismo (C.I.R.M.I.P.E) ha invertido millones de dólares en esclarecer las causas de la desaparición de Petronski, dada la incapacidad de las autoridades locales para dar respuesta ante la misteriosa desaparición. Fitzgerald afirma en su informe que las pesquisas realizadas indican que los procedimientos para llevar a cabo «la ejecución» se cumplieron a cabalidad, y que no hay evidencia que señale que el mago haya cometido algún error logístico durante el acto. Fitzgerald también recalca que la C.I.R.M.I.P.E se mantiene categórica en una teoría en donde señala que personas malintencionadas e inescrupulosas planearon la desaparición del mago. Y aunque no hay evidencia concreta que respalde esta afirmación, es ampliamente conocido que la C.I.R.M.I.P.E cuenta con el apoyo operativo de otra organización internacional dedicada a lo místico, esta es la Asociación Federada de Adivinación.

Contestarte

Mientras tanto, el CTI de la Fiscalía no ha podido arrojar siquiera mínimas ideas al respecto. Ni siquiera 2 meses después de ocurridos los hechos. Según declaraciones de su director, Pablo Guillén, «[…] esto es simplemente inexplicable. No hay evidencia física de ningún tipo. Es como si el señor Petronski simplemente desapareciese […] se lo tragó la tierra. Lo hemos buscado, literal, debajo de las piedras, pero nada que aparece». Ni siquiera bajo la presión internacional, y los ojos del mudo puestos sobre el ente, esta ha podido cumplir sus funciones mínimas.

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Al respecto hay opiniones divididas. Los más pesimistas sostienen que Petronski en verdad falleció y sus restos mortales fueron consumidos por el ácido. Los expertos más escépticos aseguran que esto hace parte de un truco, un acto de

ilusionismo con más envergadura que la misma «ejecución», y que es cuestión de tiempo para que aparezca. Algunos agregan que es necesario que el mudo entero grite al unísono las palabras mágicas para que Petronski vuelva.

¿Homenaje póstumo? A pesar de que las investigaciones no han dado fruto, Hellen Parker organizó y llevó a cabo un homenaje a su marido el día de ayer en el Central Park de Nueva York. Visiblemente desconsolada, fue acompañada durante el acto por personalidades del mundo del espectáculo, así como por reconocidos políticos y empresarios. Durante la ceremonia varios discursos fueron pronunciados para exaltar la labor del Gran Petronski. Redacción, Diario El Continente.


Contestarte No. 15 Mayo 2015 Bogotรก

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Contestarte

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE BOGOTÁ MAYO 2015

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1

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS


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