Revista ECP No 1

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ISSN 2462-9685

Revista

de

ESTUDIANTES de Ciencia

Política UN


Revista

de

ESTUDIANTES de Ciencia

Política UN


Revista de Estudiantes de Ciencia Política UN 2015 / Nº1 / ISSN 2462-9685

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA Facultad de Derecho, Ciencias Política y sociales La Revista de Estudiantes de Ciencia Política UN es un proyecto del grupo estudiantil Consejo Estudiantil de Ciencia Política, que busca fomentar y difundir la producción académica de la comunidad estudiantil de la Universidad Nacional de Colombia. Esta publicación pretende convertirse en un canal de comunicación entre la sociedad y la academia, la cual, por medio de la producción científica-política, busca contribuir a la formación de una ciudadanía crítica y deliberante entorno a los problemas políticos del mundo contemporáneo. RECTOR / Ignacio Mantilla Prada VICERRECTOR / Diego Fernando Hernández DIRECTOR BIENESTAR SEDE BOGOTÁ / Oscar Oliveros COORDINADORA PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS PGP / Elizabeth Moreno DECANO FACULTAD DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES / Genaro Sánchez DIRECTOR BIENESTAR DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES / Gustavo Puyo

CORRECCIÓN DE ESTILO Albalucia del Pilar Gutiérrez DISEÑO DE PORTADA Y DIAGRAMACIÓN Diana Londoño Aguilera (PGP) EQUIPO DE COLABORADORES Diana Múnar / Vanesa Cepeda Sebastián Cristancho / Alexandra Lozano

Contacto del grupo revistaecp@gmail.com https://www.facebook.com/ groups/1415934858671437/?fref=ts Universidad Nacional de Colombia Cra 45 No 26-85 Edificio Uriel Gutiérrez Sede Bogotá www.unal.edu.co

Contacto PGP proyectoug_bog@unal.edu.co proyectougbog@gmail.com ugp.unal.edu.co /gestiondeproyectosUN issuu.com/gestiondeproyectos IMPRESOR / GRACOM Gráficas Comerciales

La Revista de Estudiantes de Ciencia Política UN es una revista de investigación de la Universidad Nacional de Colombia y de los estudiantes vinculados al grupo estudiantil Consejo Estudiantil de Ciencia Política. Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar.

DIRECTORA DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA / Catalina Toro Pérez COMITÉ EDITORIAL DIRECCIÓN Prof. Julio Quiñones Páez EDICIÓN Carolina Cristancho Zarco Andres Felipe Espinosa

FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS


Contenido.

Tabla de

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Diana Munar

El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva del «islamismo radical» de Bruno Étienne. Christian castaño

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Editorial.

Colombia en la transición al predominio asiático. Juan Camilo Alcalde

Los paradigmas kuhnianos en las ciencias sociales. Una mirada a los paradigmas en la ciencia política. Juan Felipe Rojas Pulido

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Adaptación partidaria: el análisis comparado del M-19 y el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Carolina Cristancho, Felipe Espinosa, Fredy Caro

57 68

La sociedad civil en el proceso de paz del Caguán (1998-2002). Sergio Esteban Torres Chaves

Contextualización de la violencia: aproximación desde los estudios de Daniel Pécaut. César Casas


Editorial. / Diana Munar

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La Revista Colombiana de Estudiantes de Ciencia Política es producto del gran esfuerzo que se dio al interior del estudiantado de la Universidad Nacional de Colombia, específicamente, del Programa de Ciencia Política de la sede Bogotá. Tal vez el lector se pregunta ¿cómo nace esta iniciativa? La revista es producto de un proyecto más amplio: la conformación del Consejo Estudiantil de Ciencia Política (CECP) en la sede Bogotá de la Universidad Nacional. El consejo estudiantil es una iniciativa que surge ante la necesidad de organizarnos como estudiantes para hacer frente a los problemas de la educación en Colombia. Con este se busca participar en la toma de decisiones en torno a las soluciones que puedan darse, así como exigir cambios, desde nuestro derecho constitucional, en la autonomía y la democracia universitaria. Entre estas problemáticas encontramos la falta de espacios de debate y de difusión que existen en torno a la academia, especialmente en lo concerniente a los temas propios de la ciencia política, tanto epistemológicos como de la realidad concreta. Con el ánimo de generar y brindar esos espacios de formación y crecimiento académico, nace la iniciativa de la Revista Colombiana de Estudiantes de Ciencia Política, pero además con el objetivo de dar a conocer los intereses del estudiantado que actualmente surgen de ese estudio y comprensión de la realidad. La revista es entonces una herramienta que surge como iniciativa propiamente estudiantil ante la necesidad de los estudiantes de comenzar su vida profesional e investigativa, publicando artículos relacionados con la ciencia política, lo que no solo fomenta el debate, sino también el buen hábito de la investigación y la publicación.


El consejo estudiantil pretende ser la manera en la cual podemos articular los esfuerzos y las preocupaciones que nos aquejan, y en donde podemos llevar a cabo diversos proyectos. De hecho, nos complace y nos llena de orgullo dar a conocer esta, nuestra primera edición. Esperamos que el contenido aporte a los debates, investigaciones, opiniones y a la construcción de academia. También esperamos que conozcan más acerca del CECP y de sus objetivos, metas, alcances, proyectos. Sabemos que las formas de participación y decisión en el Programa de Ciencia Política, como en la mayoría de los estamentos de la educación superior, no es suficiente. En el presente número de la revista el lector podrá encontrar 6 artículos, de distintas temáticas abordadas desde la ciencia política. Estos han sido producto de la experiencia académica en los diversos cursos del pregrado, en los cuales los estudiantes han desarrollado destrezas teórico-practicas que permiten producir investigaciones pertinentes para comprender los procesos sociopolíticos del mundo contemporáneo.

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne Christian Camilo Castaño García / cccastanog@unal.edu.co

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RESUMEN

El presente escrito hace una reflexión del terrorismo radical islámico desde la postura del politólogo francés Bruno Étienne y su obra El islamismo radical publicada en 1989, que ve su rasgo fundamental en el plano ideológico, esto a partir de dos conceptos importantes en la teología mahometana: 1) El sello de la profecía; y 2) La Umma (comunidad islámica). Igualmente, este artículo pretende contestar a los argumentos más clásicos de cierto materialismo vulgar en posturas marxistas decimonónicas que estudian la situación de Medio Oriente, e inquiere en los efectos en el discurso de la ultraderecha europea frente a los ataques terroristas y sus imposturas ante la defensa de la democracia y los valores occidentales.

Palabras clave:

Terrorismo, islamismo radical, comunidad islámica, sello de la profecía, Bruno Étienne.


por la reducción de los conflictos internacionales a meras disputas teológicas, o por la reducción apresurada de parte de la «cristiandad laicizada» de los medios de comunicación masivos —los constantes reportajes sensacionalistas de National Geographic y su industria de la información—. A este respecto debemos citar un estudio clásico y erudito de Bruno Étienne —que me ha impresionado muchísimo aunque no sea este un trabajo «definitivo»—, El islamismo radical, publicado en 1989, y que nos da luces, no solo desde la historia y la teología, sino también desde la teoría social y política para entender la actualidad de estos atentados y del establecimiento del denominado «Estado Islámico de Irak y el Levante». En dicho trabajo, una de las consideraciones más importantes es la que sigue: Pero las guerras de religión no me parecen reducibles a simples querellas ideológicas, por violentas que sean, ni a simples conflictos entre los intereses materiales de clases dominantes y clases dominadas. [...] En realidad, las guerras de religión son explicables mediante esos dos elementos inseparables, en el sentido de que en religión, siendo una de las formas de realiza-

Christian Camilo Castaño García

Es bien conocido por todos lo sucedido en el atentado perpetrado en las calles de París. Ya ha sido bien publicitado, al menos, por la prensa internacional, que se ha encargado de bombardear —aunque no sin razón— con imágenes espeluznantes a una audiencia bastante aterrorizada, por lo menos en Medio Oriente y en Europa, a causa de las vejaciones y crímenes cometidos por los miembros del estado islámico. Sin embargo, no se ha comprendido el verdadero problema que implica este atentado y mucho menos sus causas, antes bien, reina una confusión —esto en el lenguaje de las ciencias sociales— respecto de la cuestión islámica y sus intercambios problemáticos con Occidente y sus valores. Primero, debemos decir al respecto que este atentado no es un hecho aislado, aunque, sin embargo, tampoco representa la entera realidad de lo que es el mundo árabe para los ojos occidentales, obnubilados no solo por la ya remarcada y trillada visión eurocéntrica del mundo, sino también por el materialismo vulgar que ha hecho mella en la comprensión de las relaciones entre política y religión

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teológicas hacen imposible la lucha de

to en la comunidad árabe. Al respecto dice Étienne:

clases en cuanto tal: por contra, per-

Otras formas históricamente percepti-

miten dirigirla, no siempre consciente-

bles afirman la prioridad de la política

mente, bajo una forma de guerra de

sobre la religión y la sumisión de ésta

religión. (Étienne, 1989, pág. 21)

a aquélla. Pero separar estrictamente

ción de la humanidad, las categorías

religión y política para evitar cualquier

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

En ese sentido, es claro que no se puede ver el atentado del 7 de Junio, ni otros que han sucedido —inclusive en Australia— solo como un producto de las luchas ideológicas, pero tampoco como un simple efecto de la discriminación que sufre y ha sufrido la inmigración árabe y musulmana en Europa, sobre todo en un país como Francia con un largo historial de dominación colonial en el norte de África. Pero más allá de eso, no se puede considerar, con un sesgo facilista, el surgimiento del estado islámico y las rebeliones del militantismo radical en Medio Oriente como un producto directo de la dominación imperialista, del desconocimiento del «Otro poscolonial» o cosas por el estilo, sino que debe verse —y he ahí la polémica y el peligro de hacer estas acotaciones— como una implicación necesaria de la religión misma, esto sin desconocer, por supuesto, la multiplicidad de maneras en que se asume el cul-

conflicto entre ellas es una idea totalmente extraña al Islam, que no sería capaz de admitir la domesticación de la religión (aquí entendida como una reducción a la esfera de lo privado) […] Los islamistas son radicales por su relectura de la historia de Oriente y Occidente […] el conjunto de teorías del desarrollo que hacen del subdesarrollo un fenómeno “natural”, vinculado al “retraso” de ciertas sociedades periféricas, los islamistas sostienen que, por el contrario, es el producto de Occidente y de su imitación (taqlid). Es evidente, pues, que su análisis es radical en el sentido de que cuestiona el orden económico mundial y la dominación por parte de Occidente; propone como solución a todos los males de la modernidad/modernización el retorno a las raíces del Islam político: la ciudad ideal de los rachidun, de los cuatro califas “bien inspirados”. Esa opción, limitada, puesto que no afecta más que al islamismo radical, es aún más justificada por otra característica que, en mi opinión, se encuentra en el origen del Islam: el militantismo, en el doble sen-


tiente. El Islam es el sello de la profecía

decir, como una temporalidad que tiene un auge y una culminación profética:

monoteísta a los ojos de los musulma-

Lejos de quebrantar al hombre en el fa-

nes. (Étienne, 1989, págs. 13, 16)

natismo y la sumisión, esta praxis reviste

tido de una doctrina que hace de todo musulmán un prosélito y un comba-

su dimensión revolucionaria: la historia tiene un sentido, es decir, posee un fin en el doble sentido de meta y culminación. Los árabes, y con ellos (pero después) todos los pueblos islamizados, forman una comunidad (al-umma) depositaria de la última expresión de la voluntad divina, que debe mostrar a la humanidad el horizonte de la Salvación: hay una Parusía que vendrá en proyecto escatológico […]la historia tiene un sentido unívoco que produce una concepción del tiempo muy particular […]el concepto de rayaa, el regreso por la venganza de la justicia, precede a la resurrección como pródromo: el surgimiento del tiempo escatológico acelera el proceso de descomposición del mundo de la corrupción, el único instante perfecto, culminación final, al ser la hora del juicio final. Porque ese último día (yawm al-jir), que hay que preparar y esperar con un respeto sagrado (Corán, XLII, 17-21), es precedido por días catastrófico y premonitorios. (Étienne, 1989, págs. 41-44).

Por tal razón, la daawa (la llamada) ha proliferado tanto en los fieles islámicos, en tanto que

Christian Camilo Castaño García

Dicho esto, queda claro que no se puede abordar arbitrariamente el problema religioso en la política, y mucho menos en la cuestión concerniente al islam, que no se deja evacuar por el discurso economicista y marxista clásico de la dependencia económica y que intenta derivar toda manifestación de conflicto de una variable aislada. El conflicto del islam con Occidente se ve reforzado por la dependencia económica y el fracaso de los gobiernos nacionalistas que sobrevinieron después de la independencia, pero no son estas solas las causas de sus manifestaciones más radicales, sino que estas se encuentran en la forma en que se constituye su teología y su forma particular, no occidental, de ver la historia. Esto último es importante para advertir el crecimiento de las acciones violentas de los grupos radicales, tales como BokoHaram en Nigeria, Al-Quaeda y el Estado Islámico. En el islam la historia se concibe de manera descendiente, es

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

la concepción que manejan del tiempo les muestra un alto grado de decadencia, no solo en la política sino, y sobre todo, en las costumbres; ello debido a los triunfos de la globalización occidental que ha socavado los valores tradicionales de las sociedades árabes, lo cual significa la llegada de los tiempos finales para la restauración del mensaje del profeta. En esa misma dirección el islam se convierte en una respuesta a la modernidad/modernización, como regreso, no a un estado previo que fue perturbado, sino a las costumbres que marcan la profecía y la ley que ha de ser cumplida. En ese sentido, el islam no es romántico, pues no pretende —como en el caso del anarcoprimitivismo— volver a una Arcadia pretérita perfecta, volver al Edén, sino consumar la profecía. Esa profecía no es un proyecto que haya que reformular, sino que es un proyecto que hay que llevar a cabo a pesar de las condiciones actuales y temporales del mundo político, es decir, no pueden existir reformas definitivas — en el caso del islamismo radical, que, en palabras de Étienne, es bastante ortodoxo y fiel a las escrituras— que cambien la esen-

cia de ese proyecto, así sea por razón de la convivencia y supervivencia del islam con el mundo occidental moderno. […] el Islam árabe ha desarrollado una teoría de la política que se puede resumir así: la misión del Profeta ha consistido esencialmente en la transmisión del mensaje de Dios y, en consecuencia, en la llamada (daawa) lanzada en favor de ese mensaje para reunir el mayor número de fieles. El poder político (mulk) no es más que el deber de dotar a la Umma (comunidad islámica) de una organización temporal en torno a ese llamamiento para dirigir la salvación. El guía de la comunidad recibe el mandato imperativo de realizar los fines de esa vía temporal para todos los hombres. (Étienne, 1989, pág. 171)

Dicha llamada implica el yihad, entendido como «el combate contra sí mismo, la lucha por la expansión del islam, así pues, el combate contra los infieles y el combate contra los malos musulmanes: siempre la lucha en el camino de Dios» (Étienne, 1989, pág. 171). La que a su vez se caracteriza por cuatro elementos que nos conducirán a nuestra reflexión sobre el terrorismo islámico en territorio occidental y medio oriental: Jurídicamente el yihad consiste en


yihad tiende a extender el reino de la

pansión del Islam y a su defensa. Esa

religión, lo cual está prescrito por Dios

obligación jurídica se deriva, según la

y su Profeta.

doctrina y la tradición histórica, del

[...] De hecho si el yihad es un medio

principio fundamental del universalis-

para obtener la sumisión de todos los

mo, porque el Islam debe extenderse

pueblos a la autoridad del Islam, esa

por todo el universo y cuando sea ne-

obligación persiste y es su cuarta, últi-

cesario, por la fuerza. Cuando el Islam

ma e implacable característica, hasta el

encuentra adeptos en religiones cuyos

día de la Resurrección, hasta el fin del

libros (Biblia y la Torá) son reconoci-

mundo, en tanto que la universalidad

dos por el Corán y que aceptan some-

del Islam no se realice. Queda claro a

terse a la autoridad política del Islam,

través de esta lectura del yihad que la

el yihad deja de aplicárseles; pero los

paz con las naciones no musulmanas

idólatras no son objeto de ese trato de

no puede ser más que provisional y

favor. Su conversión es obligatoria con

que no se puede producir un verdade-

su muerte o su reducción a la esclavi-

ro tratado de paz, salvo en el estado de

tud, ya que el fin supremo es consti-

treguas precarias que no sólo pueden

tuir una única comunidad organizada

sino que deben ser denunciadas uni-

bajo una autoridad única, el Islam de

lateralmente si ello parece útil al Islam.

la umma islamiyya (comunidad islá-

(Étienne, 1989, págs. 174-175)

mica). La segunda característica del yihad consiste en su carácter obligatorio. El yihad es una obligación reconocida, con algunas matizaciones [...] La regla es, pues, formulada en términos absolutos, el yihad es obligatorio aun cuando los infieles no hayan comenzado la lucha. Pero el yihad no es un fin en sí: es el medio de librar al mundo del Mal; porque el yihad no es simplemente una obligación jurídica, y ésta es su tercera característica, sobre lo cual insisten de modo particular los islamistas. Es, en efecto, una obligación religiosa: el

¿Cómo entender entonces el atentado de París? ¿Cómo comprender el entusiasmo de militantes de todo el mundo que se insertan en las filas del Estado Islámico de Irak y el Levante? ¿Es esto explicable solamente por la reducción de la dimensión trascendental-ideológica a las variables unívocas del materialismo más ramplón? ¿Nos contentaremos con hacer abducciones que no pueden ir más allá del nivel deductivo, y jamás alcanzar la

Christian Camilo Castaño García

la acción armada con vistas a la ex-

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

inferencia para comprobar la tosca hipótesis de la conspiración de Occidente en Medio Oriente con el EI, cayendo así en la pseudociencia y en el conspiracionismo? Es indudable que los fenómenos a los que la sociedad occidental se está enfrentando en los últimos años respecto de milicias radicales islámicas no pueden explicarse por la hipótesis fanfarrona de una conspiración llevada a cabo por poderes ocultos desde Occidente, para justificar intervenciones militares en Medio Oriente por parte de las potencias hegemónicas, ni tampoco por las ya clásicas teorías economicistas o poscoloniales que ven en determinadas variables todos los signos interpretables de la relación política. Es necesario, entonces, volver la mirada a la teología y al discurso mismo de la religión en cuestión y las prácticas que conlleva para comprender el surgimiento de determinadas manifestaciones militares y políticas, así como se entendió en su momento la reforma protestante como una determinante en el surgimiento del ethos capitalista en los países del centro y del norte de Europa, que comportó incluso el sur-

gimiento de actitudes propicias para la democracia. Las actuales demostraciones radicales tienen que ver con los conceptos teológicos relevantes para el islam y que propenden por una actividad militante de sus fieles, entre ellos, como ya mencionamos, el sello de la profecía y su particular manera descendente de ver la historia, y por otra parte, el concepto de la Umma (comunidad islámica) y su unidad, derivada de la unidad misma de Dios, un concepto de difícil interpretación exegética. En primer lugar, la concepción histórica del islam como una decadencia de las costumbres no puede ser meramente coyuntural, y esto por la evidente transformación de las costumbres tradicionales que conlleva la modernización y hoy día la globalización o las globalizaciones, que, en palabras de Hugo FazioVengoa, representan un proceso que ha dado lugar a la constitución de espacialidades temporalizadas, entendidas como redes de interpenetración que pueden ser económicas, sociales, políticas y/o culturales, que trascienden las fronteras reales o imaginarias, por cuanto ya no se encuentran apegadas a una territorialidad dada (como sí ocurrió


dan lugar a la aparición de circuitos de comunicación, intercambio e interdependencia entre distintos colectivos humanos, los cuales quedan situados en dimensiones temporales compartidas inherentes a estas espacialidades. (Fazio, 2015)

Dicho proceso de globalización no es teledirigido y no es controlable por ninguno de los actores hegemónicos, por lo cual no se puede hablar de una nueva forma de dominación occidental — aunque eso sea discutible en términos económicos— que tenga como fin desconocer al Otro, sino que simplemente lo quebranta, a su vez que se ve influenciado por él, y se ve quebrantado por él. Es el caso del constante intercambio cultural al que ha dado lugar la globalización y que popularizó el uso mundial de la kufiyya, y, por su parte, el uso de costumbres occidentales y la asunción de la cultura popular occidental en Oriente Medio, como en el caso de los jóvenes iraníes condenados a prisión por grabar un video en Teherán bailando la canción Happy de Pharrell Williams (El Universal, 2014). Dicho quebrantamiento del

parroquialismo espacial y cultural, proceso de larga duración y que lleva más de quinientos años (Fazio, 2015), se ve acelerado por las telecomunicaciones actuales y el consumo y funcionalización de las costumbres tribales o tradicionales para el mercado mundial (el caso de la kufiyya), y rompe con cualquier visión estática del presente, y —en clave de Durkheim— con todo conformismo lógico que permita una visión homogénea del tiempo y del espacio, que consiente de esa manera el acuerdo entre los sujetos de un entorno cultural. De igual forma, desde los ojos del islam, esa globalización y esa interdependencia política, cultural y económica son el signo de la decadencia que marca el final de los tiempos que anuncia la Parusía y para la cual debe prepararse una guerra de consumación de la profecía. El hadiz atribuido a Anas Ibn Malik, lo confirma: «Según el enviado de Alá –que tenga salud- que dice: los signos que anuncian el fin del mundo consisten en que la ciencia desaparece para dejar paso a la ignorancia, se bebe ostensiblemente el vino, lo mismo que se comete el pecado de adulterio» (Étienne,

Christian Camilo Castaño García

en la época formativa de la nación) y

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1989, pág. 133). Respecto a lo cual comenta Étienne: Es, pues, con toda razón que los islamistas producen una teoría de la expropiación del pecador, del propietario indigno y del titular del poder que se ha hecho indigno por sus actos. Tienen que denunciar la corrupción del mundo contemporáneo que produce la patología, para reunir las condiciones de retorno a una situación en que la charia será Ley de la Ciudad.(Étienne, 1989, pág. 134)

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

Este final de los tiempos, en términos del islam, pero reconocido para las ciencias sociales como la globalización, en tanto que proceso de larga duración, se convierte en un problema que no soporta más las constricciones de los análisis clásicos, lo cual se ve reforzado por el fracaso de todos los intentos de censurar ese continuo comercio de costumbres dado en las redes sociales y que casi conduce a nuestros alegres jóvenes iraníes al suplicio en Teherán. Pero igualmente, no puede ser detenido ni es reversible en Occidente, donde la población islamizada existente que ha asumido el discurso —en el cual no hay equívocos—, casi siempre de

manera radical, no puede ver con buenos ojos los valores de la cultura occidental ni la cultura laica en la que se funda su vida política, que ha desplazado lo religioso al mundo de lo privado. Es esto lo que claramente denuncia Jürgen Todenhöfer, el primer periodista europeo que logra insertarse en las filas del Estado Islámico en un reportaje que casi le cuesta la vida. En una publicación en su página oficial (Todenhöfer, 2015), intitulada ISLAMIC STATE. Seven impressions of a difficult Journey, Todenhöfer afirma lo siguiente: 2) LA AFLUENCIA DE NUEVOS COMBATIENTES QUE SE UNEN AL EI CRECE A DIARIO: Estuve dos días en un campamento de recepción cerca de la frontera con Turquía. En ambos días, más de cincuenta reclutas llegaron desde varias partes del mundo. De hecho, no todos ellos eran hombres jóvenes que habían fracasado en sus países de origen. Contrario a lo que se cree comúnmente, había muchos jóvenes exitosos y entusiastas de países como Estados Unidos, Inglaterra, Suecia, Rusia, Francia y Alemania. Uno de ellos recientemente había aprobado el examen oficial en derecho y había sido admitido para trabajar en la corte como abogado. Pero este prefirió combatir en el Esta-


Y son sintomáticos, además, los mensajes que publican en redes sociales los combatientes que se unen a esta organización. En uno de ellos, un neozelandés que por error publicó su ubicación geográfica por twitter mientras combatía para el EI decía: «He abandonado todas las leyes internacionales y solo me acojo a las leyes de la charia. Las leyes de NZ (Nueva Zelanda) son las peores de todos los tiempos» (The Guardian, 2015)2. Esto además confirma las atrocidades que han sido cometidas en nombre de la yihad en Francia, Australia y en Egipto, donde adeptos que no hacen parte del EI realizan atentados en su nombre a partir de la invitación de parte del vocero de dicha organización a «matar a los ciudadanos de los gobiernos que hacen parte de la coalición antiterrorista» (La tercera, 2014). En estas acciones se puede ver claramente esa inclinación al mi-

litantismo musulmán y la inclinación ideológica a resistir, por todos los medios posibles, a la avanzada de Occidente y al quebrantamiento de las costumbres en la comunidad arabo-musulmana, lo cual tiene un gran significado para el pensamiento político islámico y para su concepción de la yihad, donde el ejercicio del poder político es lo último que importa, pues «[…] la toma del poder no es un objetivo explícito, porque el primer deber consiste en la censura de las costumbres (hisba), y numerosos autores musulmanes, tratan a los que no observan las buenas costumbres como a infieles a los que hay que combatir con las armas» para lo cual Étienne cita un fragmento de una obra política de un autor musulmán, donde se afirma que: El verdadero creyente que sospecha que en una casa hay instrumentos de música, piezas de vinos y otras cosas censurables por la ley, debe entrar y destruir esos objetos escandalosos. Quien tenga la fuerza para suprimir el mal y falte a ese deber, es culpable ante Dios. Llevarlo a cabo es, por contra, un mérito en comparación con el cual el Yihad es como un ligero soplo

1

La traducción es mía.

de viento sobre la mar agitada. (Étien-

2

La traducción es mía.

ne, 1989, pág. 134)

Christian Camilo Castaño García

do Islámico. (Todenhöfer, 2015)1

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

Es evidente, entonces, que en la visón islámica de la política no existe ni es posible un Estado laico, ni mucho menos la libertad individual y el espacio privado. El islam incita a sus fieles a ser observadores y gendarmes de las costumbres y a combatir de manera constante a los infieles, lo cual implica, por supuesto, la censura de la crítica al Profeta y al libro sagrado, el cual no es letra muerta sino una praxis, como bien lo anota Bruno Étienne. Esto explica el atentado al semanario satírico Charlie Hebdo y el creciente entusiasmo de militantes de todo el mundo a unirse a la causa del Estado Islámico de Irak y el Levante —esto sin tener en cuenta la reivindicación sunní de dicho grupo ni las diferencias políticas entre chiíes y sunnitas—, pero asimismo, el surgimiento del grupo terrorista en Nigeria BokoHaram, que se convierte en un cambio de paradigma, en tanto que no es de origen árabe —el «islamismo radical» de Étienne, para 1989, es enteramente árabe y se deriva de allí— sino negro-africano, pero igualmente atroz y desafiante frente a la presencia de la cultura occidental y de sus instituciones, a

esto se añade la nueva militancia europea convertida al islam y de origen cristiano. Ese constante ataque a Occidente se ve reforzado por la pérdida de las costumbres tradicionales —como ya lo mencionamos—, verbi gratia, la globalización, y esto tiene que ver con la concepción de la historia que tiene el islam. Pero, además de la invitación a los actos de violencia individuales y particulares, ¿qué tiene que ver ello con el entusiasmo respecto del EI? En este último punto es más importante el concepto de la Umma –islamiyya (comunidad islámica) y la concepción de la política y del Estado como una organización temporal que está al servicio del mensaje, y que, como ya dijimos más arriba, se decanta nada más que en una política profética. La unidad de la comunidad islámica se ve quebrantada por el surgimiento, a mediados del siglo pasado, de diversos Estados nación, que encontraron en los intelectuales educados en Europa la vanguardia para la independencia, pero que no encontraron referentes de legitimidad en la población baja que nada tenía que ver con el mundo ilustrado


concepto de la unidad árabe se extrae de numerosos versículos del Corán: éste incita a los musulmanes a alejarse de todo aquello que amenace dividirlos y les ordena que eviten constituirse en grupos o partidos […] Así los comentaristas musulmanes han admitido en seguida que el concepto de unidad de la comunidad musulmana contenía igualmente la idea de solidaridad social en todos los dominios y que la unidad social que necesariamente se deriva resolvía al mismo tiempo la cuestión de la unicidad territorial a través de la unidad política, dicho de otra forma, postulaba la exis-

tencia de un único Estado Islámico. (Étienne, 1989, págs. 64, 65).

De allí que numerosos expertos de los textos sagrados, en diversas partes del mundo árabe, consideren que los Estados nación vigentes son «Estados ruina», en tanto que dividen a la verdadera comunidad de Dios y cometen el pecado de dividir a los fieles en secciones, partidos o naciones, además de imitar a Occidente y a sus formas política (taqlid). Si a esto le agregamos la importancia característica que tiene «el cierre de la profecía» para el islam, es decir, que «la ley ha sido dicha definitivamente, la ley ha sido anunciada y ya no hay ni lugar ni tiempo para nuevas revelaciones. La vida se debe organizar a partir de la Ley y se le debe someter. Toda interpretación que pretenda ir más allá de la Ley es sospechosa de romper el Sello de la profecía, es decir, de hecho de querer crear una nueva religión» (Étienne, 1989, pág. 61), debemos admitir, pues, que todo lo que viene sucediendo no es más que una escalada de lucha ideológica contra Occidente y que esto es visto por la «comunidad musulmana» como un sínto-

Christian Camilo Castaño García

de los revolucionarios, una población que sería educada tiempo después en lengua árabe y que se comprometería, por ello mismo, cada vez más con el islam. Esa ruptura, que no fue advertida por los orientalistas, dejó de lado el estudio de los referentes de legitimidad de los nuevos Estados nación, que, paradójicamente, se sustentaron en el islam como basamento cultural y que se convirtió en una suerte de efecto cipayo, en un harakiri para los Estados nación emergentes. La educación y la catequesis islámica ven en la figura de la Unidad de Dios la inevitable unidad de la comunidad islámica, y ese

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El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

ma del final de los tiempos y de misión histórica por parte de un pueblo, pero además, como una promesa de redención y emancipación para toda una cantidad personas que han sido educadas en un dogma y en una cultura, y que —sin la intención de hacer una igualdad entre musulmán y terrorista— incita a sus creyentes a militar, de las más diversas formas, contra Occidente y la barbarie preislámica. Con todo, no es la simple determinación económica la que genera manifestaciones radicales en la población musulmana, es un aspecto cultural, y no es tampoco una suerte de «ignorancia» — enunciada por ciertos discursos reaccionarios europeos— prolongada la que permea el corazón y la consciencia de miles de jóvenes fieles entregados a una lucha contra la yahiliya, contra la barbarie preislámica y los infieles, sino que es una discontinuidad entre las múltiples relaciones de clase y la canalización de reivindicaciones milenarias en Estados nación sin referentes autónomos y distintos a los de la religión para su legitimación, que ha impedido el desarrollo de las democracias nacientes y la persecución —sangrienta

por lo demás— de las asociaciones islámicas como la de los «Hermanos Musulmanes» en Egipto. Pero si bien logramos interpelar las causas ideológicas de estas manifestaciones ¿qué se puede decir de sus efectos? Ya se ha convertido en un lugar común mencionar la utilidad que tienen estos ataques como sustento de los discrusos de la ultraderecha, ya que, por supuesto, esto no tiene ningún misterio para cualquier analista o cualquier persona enterada de la actualidad política en Europa, sin embargo, hoy día el panorama es bastante más complejo, esto si tenemos en cuenta las convocatorias masivas en algunas ciudades alemanas para protestar en contra de la islamización de Europa, la resonancia de los discursos de Le Pen en Francia, las escandalosas declaraciones del excronista de iTELE , Eric Zemmour, acerca de la inmigración y de la población musulmana en el país galo, y la última novela de ficción Soumission escrita por Michel Houellebecq y que plantea el escenario de una Francia gobernada por un partido musulmán en 2022, la cual generó una gran polémica, incluso satirizada por el semana-


cas televisivas a atacar la inmigración, comparándola incluso con los pillajes de las invasiones históricas a Francia de los normandos, los hunos y los árabes (L´humanité, 2014), se ha despertado la crítica de pensadores de izquierda ante la amenaza de una radicalización de derecha en el panorama político francés, donde se vuelven a escuchar los ecos aterradores del Frente Nacional en vocería de Jean Marie Le Pen y Marine Le Pen. Todo esto se ve agravado por el discurso tendencioso de los medios masivos de comunicación, que han exagerado los motivos y las consecuencias de estos atentados y que tienen una clara intención ideológica en su discurso. Pero si de allí se puede extraer la conclusión de la evidente promoción de un discurso xenófobo, también debe observarse el elemento legitimador de ese discurso, y no es otro que la defensa de unos valores netamente occidentales frente a unos «alógenos» — lo cual no es completamente cierto— representados en el islam, y que no son otros que los valores ilustrados. Dicha legitimidad da sustento a los nuevos discursos xenófobos y se convierte en el lí-

Christian Camilo Castaño García

rio Charlie Hebdo. Actualmente podemos afirmar que existe una amplia reacción de la parte occidental de la confrontación, pues si bien el islamismo radical se ha empeñado —hoy día con más éxito— en enfrentar lo que ellos consideran un enemigo, también ha logrado despertar en una gran parte de la ciudadanía europea, pero también árabe —como en el caso de Pakistán—, reacciones en contra de sus actuaciones y, más allá de eso, en defensa de unos valores modernos, ilustrados, occidentales y universales. Y no se trata tan solo de un espíritu de supervivencia de parte de los inmigrantes musulmanes, quienes se sienten asustados ante los primeros ataques contra sus mezquitas en Francia o en Países Bajos, sino también de una indignación frente a los actos perpetrados contra la misma población musulmana en países de Medio Oriente y África, que propenden por un discurso no laico pero laicizante de la política en dichos países y la defensa de los valores que encarna el Estado de derecho. Ante la avanzada del atractivo discurso de Eric Zemmour, quien dedicó buena parte de sus cróni-

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20 El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

mite mismo de su alcance, puesto que estos discursos no son consecuentes con las implicaciones de la defensa de unos valores y de una ideología que no puede dejar de ver en la discriminación una total contradicción. El asesinato a sangre fría de doce miembros del semanario Charlie Hebdo, las masacres y vejaciones cometidas en contra de población cristiana en las ciudades tomadas por el Estado islámico, los atentados en Australia y otros ocurridos en Francia no son alarmantes para toda la ciudadanía, sino porque atentan contra principios consagrados en la comunidad internacional y que son hoy la base para todo régimen democrático, pero a su vez, porque recuerdan la ignominia fascista —netamente ideológica— del siglo pasado, y otras cometidas en nombre de las creencias religiosas o políticas de todo cuño. Por todas partes se ven manifestaciones en contra de estos atentados e incluso de parte de organizaciones musulmanas (Halper, 2015), incluyendo igualmente las manifestaciones en contra de Abdul Aziz, predicador de la mezquita roja de Islamabad en Pakistán, por no conde-

nar el brutal ataque talibán que dejó 141 estudiantes de primaria muertos en Peshawar. Los discursos de Oriente y Occidente, de musulmanes y laicos, frente a estas manifestaciones se sostienen y deben sostenerse en la defensa de unos principios considerados como imperativos para todo pensamiento político, y que no pueden dar lugar a contradicciones en la extrema derecha ni en los practicantes de las diversas formas de islam. Empero, el islam es una religión militante y sus categorías teológicas son condición suficiente para explicar un conflicto que se da en el terreno ideológico, mientras que —como de manera absurda y decimonónica lo pretende Atilio Borón (Boron, 2015)— las condiciones materiales y su determinación son condiciones necesarias pero no suficientes para explicar lo que hoy día sucede en la realidad internacional con el EI y en buena parte de las ciudades europeas que sufren el terrorismo radical islámico. Debido a lo anterior, la explicación a partir del examen de esta única variable se ha convertido más en un lugar común que en un axioma relevante para cualquier análisis deseoso


implica xenofobia ni mucho menos discriminación —aunque eso intenten derivar los fascistas de su discurso—, porque en últimas, esos mismos valores son los que promocionan la libertad de cultos y de inmigración: valores que deben proteger a la gran mayoría de la población musulmana en Europa y en el mundo y que los acoge como valores universales. Estos mismos valores modernos que, en palabras de Habermas, son un «proyecto inacabado» y que se convierten en una consigna que poco a poco acoge a laicos y musulmanes, aunque ello los ponga a merced del «necesario» radicalismo islámico.

Christian Camilo Castaño García

de explicar la realidad social. No sabemos realmente si el problema del radicalismo islámico se puede solucionar, al menos en el corto plazo y en la perspectiva plenamente cultural, ya que después de una lectura de El islamismo radical se puede concluir que seguirán existiendo este tipo de manifestaciones y que las alternativas a la dominación hegemónica de países occidentales en Oriente no es la solución, pues no es este el verdadero y único problema. Para terminar, debe aclararse que es muy diferente afirmar que el «islam» implica una tendencia a este tipo de militantismo y otra muy diferente la forma en que los musulmanes, occidentalizados o no, viven y practican su religión. Indudablemente el islam es un problema cuando se hace político —como lo reconoció el mismo pensador «libertario» Michel Onfray (Devecchio, 2014)— , aunque esto sea un pleonasmo —el islam es político en esencia—, pero no lo son en cambio los valores ilustrados que, siendo afectados por estos atentados, son la base misma de los discursos ultraderechistas, lo cual los hace caer en la contradicción, en tanto que defender los valores occidentales no

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Bibliografía Boron, A. (2015). Atilio Boron página oficial. Obtenido de http://www.atilioboron. com.ar/2015/01/el-terror-en-paris-raices-profundas-y.html Devecchio, A. (2014). Le Figaro. Obtenido de http://www.lefigaro.fr/vox/societe/2014/12/21/31003-20141221ARTFIG00129-michel-onfray-eric-zemmour-estun-bouc-emissaire-ideal-pour-la-gauche.php El Universal. (2014). Periódico El Universal. Obtenido de http://www.eluniversal.com. mx/el-mundo/2014/iran-condena-a-prision-y-latigazos-a-jovenes-que-bailaronhappy-1039007.html Étienne, B. (1989). El islamismo radical. Madrid: Siglo XXI.

22 El terrorismo y la cuestión del islam: una reflexión contemporánea desde la perspectiva de El islamismo radical de Bruno Étienne

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Colombia en la transición al predominio asiático Juan Camilo Alcalde Gallego / jcalcaldeg@unal.edu.co

RESUMEN

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En este artículo se pretende analizar el contexto internacional de luchas hegemónicas de potencias en el que está inmerso Colombia, a partir de las propuestas metodológicas que maneja André Gunder Frank. Esto con el propósito de demostrar cómo Estados Unidos y países europeos han logrado convertirse en potencias mundiales a partir de lógicas imperialistas en diferentes partes del mundo como América Latina y África, y de cómo Asia se ha visto opacada momentáneamente pero en estas últimas décadas ha vuelto a crecer. En ese sentido, se busca evidenciar cuáles han sido las implicaciones de estas dinámicas económicas mundiales para las regiones que se han denominado neocolonias, especialmente el papel de Colombia en esa lucha de recursos mundiales entre Estados Unidos y China, en su afán por consolidar el control hegemónico económico.

Palabras clave:

Colombia, Asia, imperialismo, hegemonía económica.


24 Colombia en la transición al predominio asiático.

En su libro Re-orientar. La economía global en la era del predominio asiático, André Gunder Frank (1998) se opone a la historia construida sobre la base de perspectivas eurocéntricas que pretenden mostrar a Europa como el foco del desarrollo de la economía mundial, supuestamente gracias a una excepcionalidad étnica que le permitió superar los estándares de producción mundial, tener un comercio más fuerte y una economía más sólida. Frank sostiene que la economía europea solamente superó a la asiática a partir del siglo XVI e.c., desde el cual siguió su hegemonía (que no duraría más de tres siglos) y que por el contrario de lo que dice esta historia occidentalizada, que desprecia todo el tiempo anterior a la fecha y no considera el sistema económico como una totalidad global, la economía asiática superó en creces y durante siglos los estándares europeos. A partir de la propuesta metodológica de Frank (1998), busco analizar comparativamente cómo la tesis de que el auge europeo solo fue temporal y que dependió de la extracción de recursos afroamericanos para mantenerse en un mercado mundial domina-

do por Asia es también aplicable a la actualidad para el caso de Estados Unidos. Para ello me centro en el caso de Colombia (aun cuando aplica para toda la región latinoamericana y varios países más). También busco mostrar cómo el país ha sufrido sobre su economía (entre otros) los graves efectos del proyecto imperialista estadounidense, que en los últimos años se ha profundizado debido al riesgo que para el control hegemónico sobre la economía mundial tiene la potencia ante el auge económico de países como China. Sin embargo, Colombia no solo es víctima de Estados Unidos sino también de China que, para sostener su crecimiento y mantener el pulso con EEUU en la lucha por la hegemonía económica, de igual forma ha profundizado su expansionismo en la región. En 1913 solo un 2 % de las reservas mundiales de divisas eran en dólares, mientras que en 1928 fue un 21 %. Luego de la Segunda Guerra Mundial, a causa de la gran pérdida de fuerza de trabajo y de la destrucción del continente —cosa que no ocurrió con Estados Unidos, entre otras razones, gracias a su distancia geográfica—, Europa se sumió en una


del Banco de la República que se creó en el mismo año con un 50 % de recursos extranjeros. Sin embargo, la sobreproducción ya no demandada por Europa hizo que en 1929 Estados Unidos cayera en una de sus peores crisis económicas, de la cual solo se recuperaría hasta terminada la Segunda Guerra Mundial, pues El 70 % del oro mundial tras el conflicto lo tenía EE.UU quien nuevamente aprovechó para imponer el sistema de Bretton Woods en 1944, según el cual las autoridades monetarias de cada país vincularon su moneda al oro y posteriormente el dólar se fortaleció aún más tras el discurso del presidente Nixon en la década de 1970, en la que se establece que todas las transacciones internacionales deben hacerse en dólares. De esta manera, Estados Unidos logró, tal como lo menciona Frank (1998), no pagar para hacer que los demás extraigan dinero para ellos, pues solo con la impresión de su moneda y el envío al resto del mundo se genera riqueza, con el beneficio de no producir inflación interna. Lo contrario pasó en Europa, pues debido a la falta de tecnología e industria, el aumento de plata

Juan Camilo Alcalde

crisis económica y la caída de la libra esterlina, como la principal moneda en el mercado mundial, fue inminente. Estados Unidos aprovechó la situación para impulsar su producción y vender a Europa todo lo que necesitara para su reconstrucción, de ahí el posicionamiento del dólar como la moneda más fuerte y que Estados Unidos se convirtiera en el principal acreedor internacional. Así, los países que permitieron la cooptación de sus instituciones políticas y económicas por parte de los Estados Unidos se convirtieron en neocolonias, condición irreprochable de los países víctimas de los países imperialistas, cuya principal característica es que su capital financiero, producto de la especulación, sobrepasa su capital producto del proceso productivo. En Colombia, tal situación se hace obvia con la Misión Kemmerer, que en 1923, durante la presidencia de Pedro Nel Ospina, se encarga de estudiar la realidad económica de nuestro país con el único ánimo de realizar una serie de adaptaciones de nuestras instituciones económicas para hacer más fácil la entrada del capital extranjero superfluo al país a través, por ejemplo,

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26 Colombia en la transición al predominio asiático.

procedente de América generó inflación y la gran oferta de dinero no era compensada con mayor productividad, lo que hizo que el precio de la plata disminuyera muchas veces por debajo del valor de producción. Esa fue una de las causas para que Europa buscara procesos de industrialización que, con la ayuda del trabajo forzado, permitieron su crecimiento económico. De manera análoga, aunque esto ya venía sucediendo desde antes, pero no de manera tan fuerte, Estados Unidos llegó a valerse de América Latina para mantenerse como potencia especialmente durante la Guerra Fría. Las propuestas hechas a la región latinoamericana para el direccionamiento de su economía, como la sustitución de importaciones y la promoción de exportaciones, vinieron siempre de organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la OCDE, entre otros, controladas por el imperio. Así como el colonialismo europeo extrajo de América metales preciosos que le permitieron su desarrollo económico, el imperialismo norteamericano mantiene a la región como neocolonia en

detrimento de las condiciones favorables para los países al sur del Río Bravo. En el mencionado proyecto imperialista toman fuerza en las relaciones comerciales, luego de la caída de la URSS y en la que Estados Unidos gana su papel hegemónico un «mundo unipolar», los tratados de libre comercio que siguen los lineamientos del Consenso de Washington. Este período de neoliberalismo enfocado en América Latina inicia con el TLCAN entre EEUU, México y Canadá, sigue con la propuesta del ALCA que fue derrotada por la IV Cumbre de las Américas en 2005 y continúa con el lanzamiento de la propuesta de la integración entre Perú, Colombia, México y Chile conocida como la Alianza del Pacífico (AP), que ya está siendo implementada en Colombia. Este pacto busca desgravar el 92 % de las importaciones que hacen los otros países a Colombia, lo cual pone en riesgo alrededor de 213 productos agrícolas de producción nacional y pone en riesgo alrededor de 1.254.000 empleos directos. Cabe la pena resaltar que aunque el proyecto se lanzó por Estados Unidos en 2005 in-


de beneficios tributarios para no afectar sus posibles ganancias, lo cual ha hecho que desde la firma del TLC Colombia haya dejado de recibir 12,5 billones de pesos por exenciones tributarias a empresas de extracción mineroenergética. Las materias primas son sacadas de Colombia y utilizadas para producir productos con gran valor agregado que luego son vendidos a los países donde EEUU puede exportar su producción, o sea, la región misma de la cual saca la materia prima. Se ha convertido a Colombia en un país monoproductor, en donde se le da prioridad a la minería y se deja de lado el desarrollo agrícola e industrial, que entre 1991 y 2014 ha pasado de representar el 22,5 % al 6 % y del 21,1 % al 11,3 % del PIB respectivamente. En 2 años de TLC se han perdido más de 71.000 empleos de industria manufacturera. El 80 % del café consumido en Colombia es importado, lo cual ha afectado a más de 500.000 familias y el déficit comercial industrial colombiano en 2013 es de 29.745 millones de dólares. En los primeros cinco meses de 2014, las exportaciones cayeron un 4,6 % y las importaciones crecieron en esa misma

Juan Camilo Alcalde

mediatamente después de la caída de la propuesta del ALCA, la AP solo se concretó hasta hace poco tiempo durante el gobierno de Juan Manuel Santos, pues Colombia era el único país que faltaba por firmar un TLC con EEUU, lo cual es requisito indispensable para entrar en el acuerdo. La AP tiene como objetivo unirse al Tratado TransPacífico y al Tratado TransAtlántico, ambas propuestas de EEUU, que en caso de materializarse representarían en bloque alrededor del 60 % del PIB mundial logrando así hacer frente a alternativas contrahegemónicas como los BRICS que representan alrededor del 25 % del PIB mundial. Para el caso de las relaciones comerciales directas entre Colombia y EEUU, la plataforma económica para los intereses comerciales norteamericanos se materializa en el TLC firmado por Juan Manuel Santos en 2012, sin embargo, la apertura económica del mercado colombiano viene desde la presidencia de César Gaviria. Las relaciones comerciales tienen el objetivo de permitir la extracción de materias primas en Colombia por empresas extranjeras brindándoles una serie

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cantidad, la tasa de crecimiento promedio de las exportaciones en el último año y medio ha sido de un 3,39 % mientras que el de las importaciones fue de 2,18 %. Entre mayo de 2012 y mayo de 2014 las exportaciones colombianas a EEUU sumaron 36.747 millones de dólares, 12 % menos que los 2 años anteriores a la entrada en vigencia del TLC, cuando las exportaciones fueron de 41.340 millones de dólares, por su parte las importaciones aumentaron el 29,7 % en el mismo periodo, al pasar de 25.201 millones de dólares entre 2010 y 2012

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a 32.692 millones entre 2012 y 2014 (Martínez, 2014, pág. 10)

Colombia en la transición al predominio asiático.

El déficit en la balanza comercial a diciembre de 2014 fue de US$ 2.589,7 millones. Todo lo anterior para mostrar que desde los años de la apertura económica las relaciones comerciales con EEUU han estado a su servicio en detrimento de la economía colombiana. Sin embargo, a pesar de la explotación realizada por EEUU, las contradicciones internas de su sistema capitalista en algún momento habrían de explotar. Fue esto lo que pasó en 2008 cuando la burbuja hipotecaria norteamericana estalló y produjo crisis y recesión en dicho país, crisis que

tocó a muchos otros países débiles relacionados con su economía. Este trance de la economía norteamericana se dio debido a que el consumo en dicho país supera sus ingresos, por eso llegaron a tener una deuda, para el 2010, del 98,6 % de su PIB, cifra que hoy supera el 100 %. Ese gran endeudamiento se dio por la alta oferta de créditos especialmente para vivienda, que hizo que las tasas de interés disminuyeran y con la ayuda de medios de comunicación se hizo pensar a las personas que podrían refinanciar sus deudas en el futuro para mantener las tasas de interés bajas, sin embargo, la burbuja inmobiliaria estalló y las tasas subieron de tal manera que no eran refinanciables y las deudas se hicieron impagables, así los bancos en 2008 registraron pérdidas por 435.000 millones de dólares. El país debió entrar en recesión económica, austeridad fiscal y disminución del gasto público para hacer sostenible la deuda, lo cual generó problemas de desempleo y de disminución de su crecimiento económico. Al igual que como sucedió con Europa y más adelante con EEUU, las crisis de estas regiones preceden el auge de una nue-


ja en la economía internacional, la cual se profundiza con el aumento de las facilidades de comercio con países potencias. Pero aun así es fundamental para asegurar la ventaja que cualquiera de ellas pueda tener sobre la otra.

Juan Camilo Alcalde

va región: Asia. Es el momento del resurgimiento de dicha región como eje predominante de la economía mundial. El PIB de China es el 87 % del de EEUU. Ha crecido un 24 % entre 2011 y 2014 en comparación con 7,6 % de EEUU. Las importaciones y exportaciones de EEUU en 2012 ascendieron a 3,82 billones de dólares, mientras que las de China alcanzaron los 3,87 billones. China tuvo un superávit de 231.100 millones de dólares en el comercio anual, mientras que EEUU tuvo un déficit de 727.900 millones. En medio de esa lucha por el control hegemónico de la economía mundial, Colombia también es víctima en las relaciones económicas con China, país con el cual también se han empezado negociaciones para firmar un TLC. China es el segundo socio comercial de Colombia, la inversión de China en Colombia es de 2.050 millones de dólares y las transacciones comerciales son de 10.400 millones USD. A diciembre de 2014, el mayor déficit comercial de Colombia se dio con China US$ 3.712,8 millones. En conclusión, Colombia se encuentra en una situación de desventa-

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Bibliografía Banco de la República (2013). Historia del Banco de la república. Disponible en http://www.banrep.gov.co/es/contenidos/page/historia El Espectador (octubre 2014). China viene por el agro y la energía. Disponible en http://www.elespectador.com/noticias/economia/chinavieneelagroyenergiaarticulo524145 Frank, A. (2008). Re-orientar la economía capitalista en la era del predominio asiáti-

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Colombia en la transición al predominio asiático.

Martínez, M. (2014). La verdad sobre los resultados de los tratados de libre comercio.

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del mundo. Disponible en http://actualidad.rt.com/economia/view/86180chinasuperaestadosunidoscomercio Sarmiento, L. (2014). Colombia: colonialismo y consumo siglo XXI. En periódico

Desde Abajo (207).


Los paradigmas kuhnianos en las ciencias sociales. Una mirada a los paradigmas en la ciencia política Juan Felipe Rojas Pulido / jufrojaspu@unal.edu.co

RESUMEN Es frecuente el uso y la aplicación de la terminología y en general de los avances teóricos de las ciencias exactas al campo de las ciencias sociales. Es el caso del término paradigma desarrollado por Thomas Kuhn. Por ello se hace evidente el hecho de que las ciencias sociales, con posibles excepciones como el caso de la sociología, no poseen un paradigma que delimite la investigación de una comunidad científica en específico durante un tiempo determinado. En realidad, lo que ha ocurrido es que en la ciencia social dicho término ha sido mal implementado. Por consiguiente, debido a que la ciencia social no se encuentra dentro de la categoría de ciencia normal, en realidad se encuentra en un estado preparadigmático. Paralelo a esto, la ciencia política es un caso específico del estado preparadigmático, pues no hay preceptos aceptados por toda la comunidad científica.

Palabras clave:

Paradigma, revolución científica, estado preparadigmático, comunidad científica, ciencia social.

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32 Los paradigmas kuhnianos en las ciencias sociales. Una mirada a los paradigmas en la ciencia política.

La filosofía de la ciencia (epistemología) en sus investigaciones ha buscado dar cuenta de cuál es la historia de la ciencia y qué factores determinan su desarrollo, entre otras preguntas. Este es el caso de Thomas Kuhn quien estableció la noción de paradigma, esencial para comprender la historia de la ciencia. Vale aclarar que su estudio centró su atención mucho más en el progreso de las ciencias naturales, no obstante, por diferentes aspectos, su obra ha sido aplicada a las ciencias sociales. Por esto el siguiente artículo tiene como objetivo demostrar que en las ciencias sociales, y más específicamente en la ciencia política, no existe un paradigma, en el sentido kuhniano, que contribuya al desarrollo de la ciencia, en realidad, gran parte de nuestras ciencias se encuentran en un estado precientífico o preparadigmático. El siguiente texto se dividirá en cinco partes. En primer lugar, se dará cuenta de la influencia que ha tenido el desarrollo de las ciencias exactas en el progreso de las ciencias sociales. En segundo lugar, se hará referencia al término paradigma establecido por Thomas Kuhn en el siglo XX. En

tercer lugar, se expondrá cómo en las ciencias sociales se ha pretendido implementar, desde diversos sectores académicos, el término paradigma pero este no ha sido bien aplicado. En cuarto lugar, se mostrará también cómo las ciencias sociales de reciente aparición no han logrado establecer un paradigma que contribuya a conformarlas como ciencia normal, este es el caso de la ciencia política. En último lugar se dan una serie de conclusiones.

La ínfima relación entre las ciencias sociales y las ciencias exactas Vale la pena aclarar que Thomas Kuhn escribió su obra cumbre, La estructura de las revoluciones científicas, pensando en la ciencia normal como aquel momento en que una disciplina científica lleva a cabo su investigación basada en logros científicos reconocidos por la comunidad científica durante algún tiempo, esto es, el desarrollo de la investigación dentro de un marco general (Pérez, 1999, pág. 34). Sin embargo, dicho concepto de ciencia no puede ser aplicado en la mayoría de las ramas de la ciencia social, esto se debe a diversos


Es así como se puede afirmar que en base a los acontecimientos relevantes que ocurren en el andamiaje de las ciencias exactas, las ciencias sociales han procurado emular dicho desarrollo dentro de su disciplina. De esta forma, el gran trabajo desarrollado por Thomas Kuhn en el siglo XX, el cual enfatizaba en las ciencias exactas, busco ser implementado en las ciencias sociales. Así como lo afirma Miguélez (1977): Los conceptos de paradigma y de conflicto de paradigmas […] pueden permitir un enfoque más fecundo de problemas tradicionales de la historia y de la sociología del conocimiento, así como fertilizar un análisis filosófico de la ciencia empobrecido por la unilateralidad y la relativa simplicidad de la concepción de la ciencia a la que se halla generalmente subordinado. A condición sin embargo, de hacer de esos conceptos no meras categorías descriptivas sino nociones teóricas en el sentido fuerte del término. (pág 45)

Paradigmas en Thomas Khun Ahora bien, para dar cuenta de cómo es aplicada la obra de Kuhn, y más exactamente el término paradigma, debemos comprender a qué se refiere con esto.

Juan Felipe Rojas Pulido

aspectos como la corta vida de las disciplinas en la ciencia social o la falta de logros científicos que determinen el andamiaje de la ciencia social, más bien parece ser un concepto aplicado a las ciencias exactas o naturales. Aun así, el concepto de paradigma ha sido aplicado por los científicos sociales en su disciplina. El uso de dicho término en la ciencia social responde a diferentes razones, una de ellas es la pretensión por parte de las disciplinas sociales de replicar el amplio desarrollo que han tenido las ciencias exactas. Este es el caso de los positivistas quienes han buscado formar una ciencia social que tenga como base a las ciencias exactas, con ello se evidencia la implementación del método empírico el cual valida las afirmaciones científicas en los hechos sociales, es decir, se piensa que las observaciones sensoriales «son un sólido fundamento para el desarrollo del conocimiento científico» (Baert, 2001, pág. 213). En esa medida los positivistas han sido los mayores exponentes de la necesidad de implementar ya sea el método, los conceptos o cualquier resultado de las ciencias exactas a las ciencias sociales.

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34 Los paradigmas kuhnianos en las ciencias sociales. Una mirada a los paradigmas en la ciencia política.

El punto de partida de Kuhn es la pretensión de explicar de manera global el desarrollo de la ciencia a partir del precepto de que las diversas disciplinas científicas se desarrollan de acuerdo con un patrón general. Quiere decir que poseen una estructura en la que existen unas etapas por las cuales atraviesa toda disciplina científica. Dicha estructura general inicia con una etapa preparadigmática en la cual existen una serie de escuelas que compiten por el dominio de cierto campo de investigación. Allí las escuelas no logran conformar un cuerpo acumulativo de resultados. Por consiguiente, este momento termina cuando el campo de investigación se unifica bajo la dirección de un mismo marco de supuestos básicos, lo que Kuhn llama «paradigma» (Pérez, 1999, pág. 29). De esta forma, Kuhn parte de la idea de establecer el concepto de ciencia normal, dentro de ella existen dos características principales: primero, hay investigaciones científicas capaces de atraer a un grupo de partidarios alejándolos de los modos rivales de actividad científica, y, segundo, dichas investigaciones son lo bastante abiertas como para dejarle al gru-

po de profesionales de la ciencia todo tipo de problemas por resolver (Kuhn, 2004). Por consiguiente la ciencia normal es aquella en la que se encuentran establecidas una serie de creencias teóricas y metodológicas determinantes para la investigación científica. Los logros que comparten las dos características anteriormente nombradas son lo que Kuhn llama paradigma. No obstante, el término paradigma es muy amplio y en ocasiones algo confuso debido a su pretensión de globalidad, este refiere a aquello que los miembros de una comunidad científica comparten (Kuhn, 1996, pág. 318). Asimismo, es la posesión de un paradigma común lo que constituye una comunidad científica. Por consiguiente, el paradigma consiste en un modelo que se reconoce universalmente y que se constituye en el modelo de investigación que sigue una comunidad científica en un momento determinado. Con ello el nacimiento de un paradigma lleva a que nazca lo que Kuhn llama una tradición investigativa particular, lo que quiere decir que la comunidad científica se encontrará dentro de un marco científico en el cual buscará resolver


cer una solución a las anomalías y producir la implementación de un nuevo consenso.

Aplicación o mala implementación del termino paradigma en las ciencias sociales Para dar cuenta del concepto de paradigma en la ciencia social vale la pena recordar que el problema esencial que busca solucionar Kuhn es la explicación de la transformación de la ciencia, esto es, los cambios de las teorías científicas. Para ello el autor parte del hecho de que existe la noción de preciencia, allí «o bien las teorías científicas no pueden solucionar los problemas planteados o bien existen distintas explicaciones de los mismos sin que ninguna logre imponerse sobre las otras» (Pérez, 2009). Este es el caso de las ciencias sociales ya que no existe un paradigma que abarque a la comunidad científica, esto es, los preceptos básicos que determinan la investigación de dicha comunidad. Vale aclarar que hay quienes dentro de las ciencias sociales afirman la existencia de paradigmas los cuales determinan el andamiaje de las diferentes dis-

Juan Felipe Rojas Pulido

todos los problemas que se le presenten siempre y cuando permanezca en los límites investigativos propuestos en el paradigma. Ahora bien, el progreso y el desarrollo de la ciencia según Thomas Kuhn están dados por las constantes revoluciones de tipo científico. En esa medida, una vez establecida la ciencia normal con un determinado paradigma, se buscará dar solución a los problemas que plantea este. Sin embargo, la investigación normal, «con su creciente especialización y extensión del campo de aplicaciones, conduce tarde o temprano al planteamiento de problemas que se resisten a ser resueltos con las herramientas conceptuales e instrumentales del paradigma establecido» (Pérez, 1999, pág. 31). Dicho momento en que se pone en duda y se busca corregir el paradigma vigente se denomina «crisis». Posteriormente inicia la «ciencia extraordinaria», allí se busca proponer estructuras teóricas y metodológicas diferentes a las que eran aceptadas hasta entonces. Es en este momento ocurre la revolución científica, ya que una de las salidas a la crisis es un cambio de paradigma, este debe ofre-

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36 Los paradigmas kuhnianos en las ciencias sociales. Una mirada a los paradigmas en la ciencia política.

ciplinas, es el caso del «paradigma estructuralista», «marxista», «positivista», etcétera. Sin embargo, estas corrientes teóricas, aun cuando son paradigmas, no son ni han logrado ser aquellos preceptos básicos por medio de los cuales se rigen las ciencias sociales. Tal es el caso del marxismo, ya que aun cuando ha logrado tomar parte en las ciencias sociales no es el precepto aceptado por la comunidad científica, es decir, El Capital no significa para la ciencia social, lo que la Óptica de Newton significó para la física del siglo XVIII: un manual enseñado y aceptado durante determinado tiempo por la comunidad científica y que estipula la investigación.

Paradigmas en la ciencia política Ahora bien, en el caso de la ciencia política debido a que es una de las ciencias sociales de más reciente aspiración, el desarrollo de los paradigmas ha ido en paralelo con lo ocurrido en las ciencias sociales en general. Incluso, en la ciencia política el término ha sido usado de forma más indiscriminada y en algunos casos con falta de fundamentos teóricos. Allí «la categoría pierde

toda especificidad, y su uso sirve precisamente para ocultar y desconocer aquello para lo cual fue producida» (Follari, 2003, pág. 37). Es el caso de aquellos como Luis Cea quien afirma que existen cinco paradigmas en la ciencia política: institucional, teoría del Estado, poder, decisiones y sistema político (Cea, 2013). No obstante, este es un ejemplo del mal uso que se le da al término en nuestra ciencia, ya que ninguno de estos es un paradigma porque no ha determinado en ningún momento las investigaciones teóricas y metodológicas de toda nuestra comunidad científica. Aun así, la razón de que exista un mal uso del término no necesariamente responde al hecho de que haya una falta de comprensión respecto a la obra de Kuhn, sino que, debido a que la ciencia política aún se encuentra en formación, todavía se están definiendo sus preceptos. Con lo anterior podríamos ver que la mayor discusión en nuestra ciencia, y también en varias de las ciencias sociales, se da en el nivel de la metodología. En un examen, en cuanto a los paradigmas de las ciencias sociales en general, se evidencian básicamente dos


Conclusiones En definitiva, a través del texto he mostrado cuál es la definición de paradigma y cuál es su función en el desarrollo de la ciencia según el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn, partiendo de esto he logrado evidenciar que dicho término no ha sido bien implementado en las ciencias sociales. Esto se debe a que un paradigma son aquellos preceptos establecidos por un determinado tiempo, los cuales son aceptados por una comunidad científica en específico y que determinan las investigaciones que son llevadas a cabo por esta comunidad. Esto no ocurre en las ciencias sociales, es decir, no hay preceptos bá-

sicos que sean aceptados por la comunidad científica en general. Por lo anterior, podemos afirmar que existe un mal uso del término paradigma en las ciencias sociales, ya que hay una distorsión o falta de comprensión del verdadero significado de lo que es un paradigma y cuál es su función en el andamiaje de la ciencia. Por otro lado, el caso específico de la ciencia política es un claro ejemplo de lo que ocurre en las ciencias sociales en general, esto es, una falta de unanimidad de teorías y métodos que se hayan impuesto sobre otros. Por el contrario, lo que ha ocurrido es una pérdida de la especificidad y relevancia para lo cual ha sido construida la categoría de paradigma. No obstante, su uso indiscriminado puede tener su explicación debido a la reciente aparición de nuestra ciencia, y por consiguiente, la búsqueda de un paradigma que en realidad sea aceptado por la comunidad científica. Empero, dicho problema no ha sido resuelto por las demás disciplinas sociales y humanas, por ello, se podría afirmar que las ciencias sociales aún se encuentran en un estado precientífico desde la visión de Thomas Kuhn.

Juan Felipe Rojas Pulido

propuestas: materialismo e idealismo, u objetivismo subjetivismo (Gutiérrez, 1998, pág. 135). Con ello, se da cuenta de que estas propuestas pueden haber determinado desde un principio las investigaciones en nuestras ciencias y más específicamente en la ciencia política. No obstante, en este punto aún es difuso el término paradigma acuñado por Kuhn, ya que se dejan de lado los preceptos teóricos y solo se abarcan los de tipo metodológico.

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Adaptación partidaria: el análisis comparado del M-19 y el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros Carolina Cristancho / ccristanchoz@unal.edu.co Felipe Espinosa / afespinosaz@unal.edu.co Fredy Caro / fhcaro@unal.edu.co

RESUMEN En este artículo se comparan los procesos de transición política, de la lucha armada a la electoral, de dos guerrillas latinoamericanas: el M-19, de Colombia, y los Tupamaros, de Uruguay. Para ello, se utilizan tres variables que buscan responder la pregunta sobre los elementos institucionales que permitieron o hicieron posible que dichos grupos se adaptaran y se convirtieran en actores políticos legales, para así insertarse en la escena política electoral; la primera variable explora las garantías institucionales, la segunda la plataforma política y la tercera estudia los cambios en los sistemas políticos y electorales de ambas naciones1.

Palabras clave:

Lucha armada, guerrillas, Tupamaros, M-19, adaptación partidaria.

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Adaptación partidaria: entendida como los procesos de trasformación estratégica de guerrillas

para convertirse en nuevos movimientos políticos legales, enmarcados en sus tradiciones ideológicas y el sistema de gobierno en el que están inmersos.

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El M-19 (Movimiento 19 de abril) de Colombia y los Tupamaros de Uruguay, guerrillas mayoritariamente urbanas, se gestaron durante la segunda mitad del siglo XX, en medio de un contexto político caracterizado por sistemas cerrados y gobiernos represivos en contra de la izquierda. Ambos grupos no consiguieron tomar el poder por la vía de las armas, sino que hicieron una transición de guerrillas a partidos políticos. A pesar de los intentos de los gobiernos de Uruguay y Colombia por someterlos, estos grupos guerrilleros lograron sobrevivir e incluso propinar golpes militares y de opinión que afectaron significativamente la institucionalidad de sus respectivos países y generaron cierta noción de legitimidad a su favor por parte de los ciudadanos. Aunque la dejación de las armas en cada caso tuvo procesos diferentes (el M-19 se sometió a un proceso de paz, mientras que los Tupamaros fueron sometidos tras persecuciones por parte de la dictadura), ambos grupos insurgentes consiguieron articularse al sistema de partidos, que se transformó de bipartidismos cerrados a sistemas democráti-

cos más abiertos. Sin embargo, el M-19 decidió formar un nuevo partido único llamado Alianza Democrática M-19, mientras que los Tupamaros crearon un movimiento político llamado Movimiento de Participación Popular, con el cual apoyaron y se adhirieron al partido Frente Amplio, de coaliciones de izquierdas, que se había creado para las elecciones de 1971 antes del golpe militar, lo cual traería consecuencias distintas para cada uno. Aunque este tema no se va a profundizar en esta investigación, cabe resaltar que el camino que recorrió cada partido fue diferente. Por un lado, el partido único de la AD M-19 consiguió, en un primer momento, amplio apoyo en elecciones para la Asamblea Constituyente, aunque posteriormente fue perdiendo votos hasta que a finales de los noventas se disolvió y muchos de sus militantes tuvieron que unirse al partido de izquierda Polo Democrático, que se estaba conformando para ese entonces. Por otro lado, los Tupamaros, aliados con el Frente Amplio, no consiguieron ganar las elecciones de 1971 y no fue sino hasta 1989 (luego de la dictadura) que ganaron las eleccio-


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institucionales de mayor incidencia para que se diera el proceso de adaptación y articulación al sistema electoral por parte de las guerrillas, teniendo en cuenta el ambiente político en el que surgieron estos grupos (por ejemplo, en el caso de Uruguay, gobiernos autoritarios de derecha que perseguían grupos políticos de izquierda, y posteriormente una dictadura militar). Otro punto a tener en cuenta en esta investigación es el cambio ideológico al interior de los movimientos guerrilleros para que se diera dicha adaptación, puesto que de no existir una trasformación estratégica en este ámbito, no hubiera sido posible consolidar un partido (caso del M-19), ni hacer parte de uno ya existente (caso Tupamaros). Esto debido a que las lógicas políticas de un grupo al margen del Estado y uno que se enmarca en la institucionalidad son diferentes. Por último, para entender las dinámicas bajo las cuales se desenvolvieron estos grupos exguerrilleros como partido o como facción de partido, se realizará un breve análisis de las condiciones políticas existentes en el país en el momento inmediato de su inserción

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nes municipales de Montevideo. Aunque estas experiencias electorales partidistas posteriores a la dejación de las armas son importantes para ser analizadas, no van a ser estudiadas, puesto que no es el objetivo de la presente investigación. El objetivo es analizar el momento inmediato de adaptación del movimiento guerrillero en un partido político, bien sea partido único o partido de coalición. Así pues, con esta investigación se espera aportar datos importantes que ayuden a darle continuidad a futuros proyectos investigativos, que permitan conocer cómo partidos conformados por exguerrilleros desarrollan dinámicas internas que les permiten cobrar fuerza política regional y nacional, o en algunos casos, desaparecer de la escena política nacional. En ese sentido, se busca responder la siguiente pregunta: ¿Cuáles fueron los elementos institucionales que permitieron o hicieron posible que los actores armados M-19 y Tupamaros se adaptaran y se convirtieran en actores políticos legales, para así insertarse en la escena política electoral? En otras palabras, se pretende conocer las garantías

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al sistema político-electoral, lo que determinó en buena parte los cambios en las plataformas políticas e ideológicas de cada partido, y también favoreció su consolidación y fortalecimiento partidista, o, en caso contrario, propició un debilitamiento del partido y posterior desintegración.

Garantías institucionales para pasar de la insurrección armada a la vida política de partido •

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Del MLN-Tupamaros al Movimiento de Participación Popular (facción del Frente Amplio) El proceso de dejación de las armas, en el caso de la guerrilla los Tupamaros, fue traumático y difuso. Traumático porque la lucha armada de la guerrilla encontró en el Ejército uruguayo un enemigo efectivo, el cual combatió a la insurgencia hasta lograr el desmantelamiento de las estructuras militares de la misma, lo que dejó a sus principales líderes y militantes presos, muertos o exiliados. La arremetida del ejército fue eventualmente mayor durante la dictadura cívico-militar entre 1973 y 1985, periodo en el cual la represión a los movi-

mientos de izquierda en América Latina estaba en auge debido, en gran parte, a la lucha propiciada desde Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría (Rodríguez, 2010, pág. 32). Y, además, fue difuso porque no hubo como tal un acuerdo político en el marco de un proceso de desmovilización de los integrantes de la guerrilla, como en el caso del M-19, sobre todo porque ya no había estructuras militares activas debido a que casi todos sus militantes estaban presos o muertos. En ese sentido, es necesario señalar los hechos políticos que favorecieron el regreso a la vida civil de los militantes de los Tupamaros y su articulación a la escena política partidista, porque aunque no existió un documento en el que se pudiera constatar las garantías que ofrecía el gobierno, suscitadas por una negociación entre este y la guerrilla, sí se dieron unas circunstancias políticas que permitieron el tránsito del grupo guerrillero al partido. Una primera garantía se trata del fin de la dictadura y el regreso a la democracia partidista en Uruguay. Esto se logra gracias a un acuerdo entre algunos de los representantes de los partidos


Del M-19 a la Alianza Democrática M-19 A diferencia de los Tupamaros, el M-19 pasó por un proceso de desmovilización y diálogo con el Gobierno colombiano, del cual se desprenden varios acuerdos políticos que determinaron el futuro de la organización. En 1989 se instaló una mesa de trabajo por la paz como resultado de negociaciones previas y clandestinas entre Rafael Pardo, Consejero de Reconciliación, y Carlos Pizarro, Comandante General del M-19.

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los años 60 y 70, decidieron aprovechar la oportunidad que se les presentaba con la amnistía para integrarse al nuevo escenario democrático. Como punto extra, en el contexto político ya existía un actor fuerte de oposición (o alternativa) a los partidos tradicionales, el Frente Amplio, que manejaba unas plataformas políticas de consenso entre los diversos sectores de izquierda que lo integraban y que permitieron que los antiguos Tupamaros se organizarán en torno a lo que denominaron Movimiento de Participación Popular, para así conformar una de las facciones del partido (Rodríguez, 2010, pág. 43).

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de Uruguay (Colorado, Frente Amplio, y Unión Cívica) y la cúpula militar, quienes sostenían la dictadura. «Las negociaciones con la dictadura culminaron con el Acuerdo o Pacto del Club Naval, que incluía elecciones para el 25 de noviembre de 1984» (Rodríguez, 2010, pág. 42). Durante la transición a la democracia, se restablecieron las libertades y los derechos civiles y políticos de la ciudadanía, además se restauró la legalidad de las organizaciones, sindicatos y partidos políticos que habían sido prohibidos durante la dictadura. La segunda garantía fue la promulgada en la Ley de Amnistía 15.737, por la cual se decreta la amnistía a todos los delitos políticos, comunes y militares conexos con estos cometidos a partir del 1º de enero de 1962. Luego de este hecho, son liberados de la cárcel los antiguos Tupamaros, como en el caso de su emblemático líder Raúl Sendic. Los exintegrantes de este grupo, a modo de reflexión y al ver que no lograron tomarse el poder por medio de la lucha armada, ni mucho menos detener o desagraviar la situación de desestabilidad política y económica por la que pasaba el país durante

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En la mesa se llegó a unos acuerdos y compromisos que giraban en torno a tres ejes: el primero hizo alusión la necesidad de una nueva Constitución como la carta de referencia para la consecución de la paz y la democratización en el país: «Coincidimos en la necesidad de que a través de los mecanismos ordinarios de Reforma Constitucional o mediante la convocatoria del Constituyente Primario, plebiscito, referéndum o Asamblea Constituyente, se fortalezca la legitimidad institucional y la aprobación de materias de vital importancia para la consecución de la paz» (Gobierno Nacional, 1989). Un segundo eje fue el indulto como garantía del Gobierno para la absolución de delitos cometidos por la guerrilla y su posterior incorporación a la vida civil. Y como tercer eje se propuso la creación de una circunscripción especial de paz como marco jurídico para la incorporación de los exguerrilleros a la vida política como partido. «Para promover la incorporación a la vida civil de los guerrilleros y su tránsito de la lucha armada a la vida política, se comprometen a respaldar el establecimiento, por una sola vez, de una circuns-

cripción especial de paz para partidos políticos surgidos de movimientos alzados en armas desmovilizados y reincorporados a la vida civil» (Florez y Valenzuela, 1996, págs. 31-40). Dentro del texto de Florez y Valenzuela (1996) se expone que los delegados del M-19 se preocuparon por sentar algunos de los lineamientos que tendría la nueva constitución, como la apertura democrática del país, no solo con la inclusión de las fuerzas insurgentes, sino también de las minorías y sectores que habían sido excluidos de la escena política nacional. «Igualmente, con el objeto de ampliar los espacios de participación política, se adoptarán medidas tendientes a la ampliación de la representación parlamentaria de las minorías a través de fórmulas tales como la circunscripción nacional y la de territorios nacionales» (Florez y Valenzuela, 1996, págs. 31-40). Esto se pretendía lograr por medio de una reforma electoral que ampliara las oportunidades y modernizara los procedimientos electorales para impedir posibles fraudes. A pesar de que las partes se responsabilizaron para conformar una comisión de seguimien-


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terizarse como una fianza que se les dio mediante la Ley de Amnistía 15.737, por la cual se decreta la amnistía a todos los delitos políticos, comunes y militares conexos con estos, cometidos a partir del 1º de enero de 1962 (Sala de Sesiones de la Cámara de Representantes de Uruguay, 1989). Otra garantía, si se quiere, es el fin del régimen dictatorial y el restablecimiento de un régimen democrático de partidos, en el cual el Frente Amplio, como alternativa a los partidos tradicionales, ya se había convertido en un fuerte rival electoral. «Con estas nuevas circunstancias políticas abiertas por el fin del régimen autoritario, los Tupamaros se comprometían a actuar en la legalidad» (Garcé, 2010). Todo este proceso se da en el marco de crisis de la democracia tanto en Uruguay como en Colombia. Sin embargo, la dejación de las armas del M-19 sí estuvo claramente guiada por un documento escrito de acuerdos entre la guerrilla y el Gobierno Nacional, por el cual se pretendió asegurar no solo la incorporación de los exguerrilleros a la vida civil y política legal, sino también el inicio de un proceso sin precedentes en el país, como lo fue el lla-

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to con el propósito de concretar los compromisos pactados, el gobierno tuvo serios problemas para darle viabilidad a lo previamente estipulado. Por ejemplo, el tema del indulto debía ser aprobado por la Rama Legislativa, que no se había hecho participe del proceso de paz y que poco o nada se preocupó por serlo. Por si fuera poco, algunos miembros del Congreso aprovecharon la ponencia para incluir delitos no políticos en la nueva ley, sobre todo relacionados con el narcotráfico, que para la época estaba en pleno auge. Esto condujo a serias fricciones entre el Ejecutivo y el Legislativo, puesto que la ampliación del indulto iba en total contravía de lo acordado con la guerrilla y ponía en peligro la continuidad del proceso de paz. No obstante, el gobierno logró acordar a última hora con algunos congresistas la eliminación de dicha ampliación de la ley de indulto, lo que permitió la continuidad del proceso de dejación de las armas por parte del M-19. Finalmente, no se puede negar que en ambos casos hubo garantías, aunque fueron expresadas de diferente manera. En el caso uruguayo, estas pueden carac-

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mado a una Asamblea Nacional Constituyente, esta última con la pretensión de ampliar el sistema democrático que con anterioridad había excluido a varios sectores de la sociedad colombiana. En ese sentido, se puede afirmar que aunque ambas guerrillas tuvieron que atravesar por tratamientos distintos, hubo unas garantías institucionales que permitieron que ambas se transformaran y se constituyeran como partidos políticos o facciones dentro de un partido. Una de ellas es el cambio de régimen, ya sea de uno autoritario dictatorial a uno democrático en el caso uruguayo, o de un régimen consociacionalista hacia una democracia más abierta e inclusiva. Si estas nuevas circunstancias políticas no se hubieran dado con cierta efectividad, el M-19 probablemente no se hubiera desmovilizado y los Tupamaros hubieran vuelto a organizar focos guerrilleros. A esto se debe agregar que las ideologías de ambas organizaciones y el liderazgo que había al interior fueron determinantes para la consecución de la paz y la lucha política electoral en el marco de la legalidad.

Plataformas políticas El concepto de plataforma política se entiende como el conjunto de posiciones ideológicas que orientan la acción política de los movimientos con el fin de promoverse como partido político. Los procesos de adaptación partidaria de los grupos guerrilleros M-19 (luego partido Alianza Democrática M-19) y Tupamaros (posteriormente Movimiento de Participación Popular —facción del Frente Amplio—) suponen la adopción de estrategias para la contienda electoral, esto con el fin de cumplir con los objetivos e ir por un camino acorde a la declaración de principios. El AD-M19 le apostó al cambio del régimen político a partir de una Asamblea Nacional Constituyente, con el propósito de profundizar la democracia y lograr una transformación de las estructuras políticas que garantizara el cambio de las condiciones sociales y económicas del país. Por eso, «si bien en la Constitución quedaron establecidos derechos, instancias y fundamentos, la prioridad de los constituyentes fue promover la erradicación de las costumbres e instituciones políticas que sostienen el cliente-


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partir del ingreso de los Tupamaros al Frente Amplio como estrategia para la confrontación electoral. La táctica del MPP para maximizar su desempeño electoral se basó en comprender que si querían ampliar su electorado, también ellos debían moderar su discurso (Real De Azu, 1988). El partido calculaba cuidadosamente el impacto potencial de sus acciones en términos de popularidad, por lo cual optaron por comunicar sus ideas mediante acciones ingeniosas y llamativas, utilizando pocas palabras pero comprensibles por el uruguayo medio, demostrando que sí sabían cómo hacer política y aprovechando el liderazgo del accionar político del FA. Contaron con una virtud: algunos de los líderes de los Tupamaros, como Sendic y José Mujica, ya había hecho política antes de levantarse en armas, lo que les proporcionaba mayor visibilidad y experiencia en términos electorales, pues Sendic militó durante muchos años en el Partido Socialista de Uruguay, mientras que Mujica inició su carrera política en el Partido Nacional. Otra característica muy importante del movimiento tupamaro en cuanto su ideología tiene

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lismo, la exclusión y el autoritarismo políticos» (Indepaz, 2013). En ese sentido, el propósito general y con mayor transversalidad del partido fue conseguir una apertura democrática en el país. Sin embargo, en su búsqueda por una acción política de oposición, la AD M-19 «no le dio a sus militantes un perfil político normativo, homogéneo y general que los integrara y creara un reconocimiento de sí mismos en su presentación pública y en sus intercambios políticos» (Luna, 2007). Luego de llevarse a cabo la Asamblea Nacional Constituyente, el partido no logró superar las dificultades internas debido a la «ausencia de un proyecto político cohesionado […] ya que en ese momento no se estaba dando una lucha en un escenario nuevo sino un forcejeo entre fuerzas bipartitas y nuevos adversarios» (Restrepo, 1999). Así, los malos manejos y la incapacidad de coexistencia entre los diversos sectores al interior del partido redujeron a la AD M-19 al papel de otra minoría política que desaparecería pocos años después. En el caso del Movimiento de Participación Popular (MPP), este fue creado a comienzos de 1989 a

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que ver con el componente nacionalista, pues se presentaron ante la opinión pública como continuadores de las luchas revolucionarias del país desde «Artigas y su lucha por la independencia nacional en las primeras décadas del siglo XIX hasta Aparicio Saravia y sus revoluciones contra los gobiernos colorados (fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX)» (Garcé, 2010). Finalmente, se puede sostener que la plataforma política de los Tupamaros fue acertada, ya que se centró en la propaganda armada como método de creación de conciencia y en el accionar político como un colectivo cohesionado en alianza con el Frente Amplio. Aunque los partidos políticos AD M-19 y Movimiento de Participación Popular (facción del Frente Amplio) compartían la vocación social y revolucionaria, no logran adaptarse del mismo modo a la competencia electoral debido a los procesos políticos al interior de los partidos y las condiciones políticas particulares de cada país. Las adaptaciones programáticas de los partidos sugieren que las plataformas ideológicas se constituyen en factor determinante a la hora de explicar pro-

cesos de adaptación partidaria, así que la principal diferencia entre los Tupamaros y el M19 en la arena política está más allá de la estrategia de organización como partidos, pues se encuentra en los objetivos políticos de cada movimiento. Se podría decir que la creatividad, innovación y reconocimiento que tenía el M-19 como guerrilla los Tupamaros lo tuvieron como plataforma política. Es entonces evidente la importancia de la experiencia política previa como elemento crucial en el éxito de los procesos de transición de los movimientos armados a maquinarias electorales. Otra diferencia entre la AD M-19 y el MPP como plataformas políticas no tiene que ver con los objetivos políticos sino con los procedimientos. Mientras que el M-19 encaminaba su accionar político apostándole a la construcción de un escenario de actuación parlamentaria y la lucha electoral a través de la constituyente, el MPP le dio en principio más importancia a constituirse como un movimiento sólido dentro de un partido en el escenario electoral.


El sistema colombiano El sistema político colombiano, durante las décadas de los 80 y 90 del siglo XX, se caracterizaba por la división formal de las tres ramas del Poder Público consagradas en la Constitución de 1886, pero en realidad la estructura burocrática bipartidista heredada del Frente Nacional acaparaba gran parte de la composición de estas ramas. La poca descentralización y la falta de democracia en las regiones propiciaban las prácticas clientelistas y la corrupción en todos los niveles. Este orden político estructurado alrededor del bipartidismo era excluyente con los demás sectores de la política colombiana y

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Es de vital importancia que se analicen los aspectos fundamentales de los sistemas políticos y electorales dentro de una coyuntura de sistema y régimen político específicos de cada país. El análisis hará énfasis en los aspectos más relevantes del sistema electoral con el fin de establecer cuáles fueron las ventajas y dificultades que encontraron los dos grupos en su proceso de adaptación partidaria con respecto a su inserción en el régimen político y electoral.

monopolizaba el control estatal por parte de las elites de los partidos Liberal y Conservador. La democracia restringida, heredada del régimen consociacionalista del Frente Nacional (véase Hartlyn, 1993), pretendía excluir a los movimientos políticos escindidos del bipartidismo y a aquellos que se formaron dentro de movimientos sociales. Este cierre del universo político fue un factor determinante para que se propiciara una crisis institucional caracterizada por la profundización de la corrupción, la violencia y la irrupción del narcotráfico. Estos mismos componentes característicos del sistema político, restringido y antidemocrático, propiciaron el surgimiento de diversos grupos armados ilegales como el M-19, cuyo objetivo principal era lograr una apertura a la participación de todos los sectores históricamente excluidos del sistema. Durante el proceso de desmovilización del M-19 en la administración del expresidente Virgilio Barco, se vislumbró la necesidad de la transformación del sistema político, en especial del mecanismo electoral. Cabe aclarar que dicha modificación se hizo por medio de una Asamblea Nacional

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Sistemas políticos y electorales

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Constituyente, que también sirvió como mecanismo de refrendación del proceso de paz con el M-19. En ese contexto, el sistema electoral vigente para la época fue reformado por la Constitución de 1991 en varios aspectos, entre los cuales se puede destacar: • Se pasó de una elección presidencial por mayoría relativa en la primera vuelta a una elección presidencial con balotaje como mecanismo para darle mayor legitimidad al presidente electo y darle la oportunidad real a las terceras fuerzas para que pudieran llegar a la segunda vuelta y así nivelarse frente a los partidos tradicionales (De La Calle, 2008). • Se amplió el número de formas de participación democrática, incorporando iniciativas populares, referendos, cabildos abiertos, revocatorias de mandato y consultas populares. Estas formas de participación ciudadana acercaron al ciudadano a la participación política, pues no se requiere estar inserto en algún partido político (Cepeda, 2001). • Se pasó de la circunscripción departamental de senadores a la circunscripción nacional, ya

que se creía que la circunscripción departamental afianzaba el clientelismo y la idiosincrasia de líderes políticos en las regiones, lo que dificultaba la actividad política de las nuevas fuerzas. Con la circunscripción nacional se esperaba que se facilitará la llegada de políticos de terceras fuerzas (De La Calle, 2008). • Se implementó el sistema Hare de cociente y residuo, con lo que se esperaba que el sistema se favoreciera la llegada de las minorías al Congreso. Las anteriores reformas buscaron ante todo abrir el sistema de partidos y el mecanismo electoral, con el fin de permitir y facilitar que las terceras fuerzas tuvieran todas las garantías para ejercer la política desde la institucionalidad, entre ellas la AD M-19. Se pasó de un sistema electoral que favorecía el poder de las elites políticas en las regiones y que consolidaba el bipartidismo, a un sistema electoral que permitía la inserción de nuevas fuerzas en el congreso y nuevas garantías para las elecciones presidenciales. Si bien es cierto que esas reformas iban encaminadas a la apertura del sistema político, años más tarde resultaron defi-


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Uruguay, durante la década de los ochenta del siglo XX, vivió un proceso de transición a la democracia. La dictadura cívico-militar que inició Juan María Bordaberry (1972-1976) llegó a su fin luego de la presidencia de facto de Gregorio Álvarez (1976-1981), en la que finalizará la primera etapa transición a la democracia (también llamada transición dictatorial), que empezó en el año 1981 con el rechazo a las reformas constitucionales promovidas por la dictadura. Luego del periodo de la transición dictatorial, llega al poder Julio María Sanguinetti (1985-1990), elegido popularmente, con quien inicia la segunda etapa de la transición a la democracia, caracterizada por la vuelta del antiguo régimen bipartidista, pero con la llegada del Frente Amplio como tercer actor político relevante en la escena política de Uruguay. El régimen político y electoral de la transición a la democracia, en el cual se encontraba el MLN-T, se caracterizaba por lo siguiente:

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El sistema uruguayo

• A diferencia del caso colombiano, donde los militares tenían una influencia muy limitada en las instituciones, en Uruguay en algunos aparatos de dominación seguían en manos de estos. Durante el gobierno de Sanguinetti, el poder de los militares en las instituciones de la justicia y el ministerio de Defensa coadyuvaron a limitar las expresiones políticas de los ciudadanos y, particularmente, los opositores al régimen dictatorial. • Existía la elección mayoritaria simple para cargos unipersonales (presidencia, intendencias) acompañada del sistema de votación por lema (partido), que solo permite la votación por un único partido pero con múltiples listas. Esto hace que un mismo partido se divida en varias facciones que presentan una lista en torno a un lema. Este sistema es similar a la operación avispa del sistema electoral colombiano, en donde se permite, en ambos casos, que un partido pueda presentar múltiples listas, pero que al fin y al cabo van a sumarse al partido, garantizándole un mayor número de representación frente a otros partidos que

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cientes y perjudiciales, lo que en parte pudo ser un factor determinante en la desaparición de algunas fuerzas políticas.

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no tienen la capacidad política ni logística para realizar estas prácticas. De esta forma, aunque el Frente Amplio ganara con un solo candidato las elecciones presidenciales o en una intendencia, otro partido que tuviera varios candidatos ganaría si la suma de los votos de cada uno de sus candidatos es superior a cualquier otro. Esto, por supuesto, era un mecanismo que buscaba asegurar la permanencia de los partidos tradicionales en los cargos de elección popular (Botineli, 1990). A pesar de que todo el sistema electoral estaba enfocado en garantizar la continuidad del sistema bipartidista, durante los años siguientes al periodo de transición democrática se vio la necesidad de modificar el sistema electoral, debido a múltiples presiones sociales y a la consolidación del Frente Amplio con el MLN-T como una facción dentro de él. Así pues, en 1996 se llevó a cabo una gran reforma electoral, que modificó y simplificó el sistema electoral, lo que permitió que años después el Frente Amplio ganara mayor representación en diferentes cargos de elección popular.

En perspectiva comparada, cabe anotar como característica general que en los dos casos los sistemas políticos y electorales respondían a un orden bipartidista del sistema político, que pretendía, a través del sistema electoral, mayores posibilidades para mantener su estatus e idiosincrasia. Sin embargo, a diferencia del caso uruguayo, en Colombia ese sistema fue modificado en el contexto de una refrendación de los acuerdos con los grupos insurgentes, por medio de la Constitución de 1991. Ese proceso en Uruguay demoró más tiempo, debido en parte a que el proceso de transición democrática por el que estaba pasando estaba enfocado a volver al antiguo sistema bipartidista y para ello necesitaba que el sistema electoral no fuera modificado; años después, con la consolidación del Frente Amplio y como un proceso posterior a la transición democrática, dicho sistema fue modificado, en el marco no de un proceso de refrendación, sino como garantía institucional de un sistema político que requería tales reformas, en el contexto de un proceso de mayor democratización y mayor competencia entre fuerzas políticas.


Conclusiones Una vez revisado en perspectiva comparada la trayectoria política de los dos casos estudiados, cabe señalar, en primer lugar, que las garantías institucionales que se le dan a un nuevo movimiento político formado a partir de antiguas guerrillas crean escenarios propicios para que el nuevo partido (o facción de partido) obtenga resultados positivos en materia electoral, pero esas garantías institucionales no conllevan necesariamente a que el partido se adapte de manera exitosa al sistema electoral (duración en el tiempo). En segundo lugar, las plataformas políticas utilizadas por los partidos dejan entrever que es necesaria una transformación del discurso, que viene acompañada por unos nuevos objetivos en materia electoral. Sin embargo, es evidente que la experiencia política electoral previa (caso Tupamaros) es un factor decisivo para alcanzar los

Fredy Caro Felipe Espinosa

tucionales limitaron en gran medida su posicionamiento, aunque la institucionalidad formalmente le brindaba mayores garantías para sus adaptación con respecto a lo que caso en Uruguay.

Carolina Cristancho

El sistema electoral uruguayo era más restrictivo que el modelo colombiano de la Constitución de 1991, especialmente en el caso de la elección presidencial, pues permitía que un partido presentará múltiples candidaturas, que sumaban votos a su lema y así, aunque otro candidato de otro partido obtuviera el mayor número de votos, la elección la ganaba el lema o partido que obtuviera el mayor número de votos. Para el caso colombiano, la elección por balotaje ampliaba las posibilidades de terceras fuerzas políticas de llegar a una contienda electoral con las mismas condiciones que un partido tradicional. Este factor ayuda de antemano a una mayor posibilidad de posicionamiento de la AD M-19 en el sistema político como tercera fuerza (sumado a la circunscripción especial de paz), con respecto al MLN-T (como facción dentro del Frente Amplio). Se podría decir que los factores de transición democrática, y en especial el poder de los militares en las instituciones uruguayas, fueron un factor que afectaba las probabilidades de posicionamiento del MLN-T como movimiento político; para el caso de la AD M-19, factores extra y para insti-

53 •


54 Adaptación partidaria: el análisis comparado del M-19 y el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.

objetivos planteados y darle continuidad al partido. En tercer lugar, la transformación de los sistemas políticos en ambos países garantizó la entrada en la escena electoral de ambos movimientos, pero esa apertura no significó necesariamente la continuidad del movimiento político como partido. En suma, se podría calificar como exitoso el proceso de adaptación partidaria del MLN-Tupamaros, que a diferencia de la AD M-19 tuvo una trayectoria política como facción de un partido formado por distintas facciones de izquierda y que contaba con la experiencia política previa (en el ámbito político legal) de varios de sus líderes. Estos dos factores son la principal diferencia entre ambos casos y podrían verse como elementos que expliquen el éxito de la adaptación partidaria de esos grupos a través del tiempo. Sumado a esto, podría afirmarse que las garantías institucionales, la apertura del sistema político y las estrategias adoptadas en el marco de las plataformas políticas posibilitan la inserción de antiguas guerrillas en la escena electoral como partidos políticos, pero no garantizan su duración en el tiempo.


Botinelli, O. (1990). El sistema electoral uruguayo: Descripción y análisis. Revista Ar-

beitpapier, 3.

Fredy Caro

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56 Adaptación partidaria: el análisis comparado del M-19 y el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros.


La sociedad civil en el proceso de paz del Caguán (1998-2002)

57 Sergio Esteban Torres Chaves / setorresc@unal.edu.co

RESUMEN En el presente artículo se realizará un breve recorrido por la participación de la sociedad civil en los diálogos de paz del Caguán, entre el gobierno de Pastrana y las FARC, a partir de la perspectiva de la literatura sobre los procesos de paz y la importancia que esta les da. Así mismo, se extiende la invitación a indagar en el mencionado proceso, puesto que es un asunto aún pendiente de revisar por la ciencia política en el país.

Palabras clave:

Sociedad civil, movimientos sociales, procesos de paz, participación.


Introducción

58 La sociedad civil en el proceso de paz del Caguán (1998-2002).

Fisas (2010) señala que un proceso de paz va mucho más allá de la fase de negociación y de mediación, pues abarca el cumplimiento de lo acordado. De esta forma, el pacto de paz no es sino el punto de partida de unas etapas decisivas, que determinarán si efectivamente el cese de la violencia será capaz de generar un nuevo ambiente de paz. Sobre los modelos de procesos de paz, dicho autor advierte que estos dependen de la demanda que subyace en cada conflicto y reconoce cinco tipos: reinserción, reparto del poder político y económico, intercambio, medidas de confianza bilaterales y autogobierno. Luego de señalar las etapas generales de cada proceso, que van desde la fase exploratoria a la llegada de un acuerdo general implementado y verificado —a las que añadiríamos una última etapa de reparación integral de las víctimas—; el autor menciona los requisitos necesarios para adelantar un proceso de paz: se debe comenzar por reconocer el problema como un asunto común y que necesita de tiempo y espacio indefinidos para tratarlo, al igual que dar reconocimiento,

seguridad y garantías de los interlocutores, y también tener disposición para ceder y construir algo nuevo. Finalmente, y lo que nos atañe en este artículo, es necesario dar la palabra al pueblo: «Un proceso de paz genuino debe disponer de canales de expresión popular para que desde la base se opine sobre los temas sustantivos» (Fisas, 2010, pág. 18). También, respecto de la participación de la sociedad, clasifica los procesos de paz acorde con el protagonismo de la multiplicidad de actores que en ellos confluyen, partiendo del esquema de una pirámide, donde en la cima se ubican los delegados formales de las partes, en el medio los medios de comunicación y los facilitadores internacionales, y en la base las organizaciones de la sociedad civil (SC); considera un modelo elitista aquel donde solo son visibles las partes negociantes y participativo a aquellos donde se presencia una mayor gama de actores. Para terminar, el autor da especial relevancia a la participación de la SC al inicio y final de cada proceso, pues es ella quien puja porque los diálogos se inicien y es la encargada del período posbélico. Pero su parti-


flexión sobre un suceso histórico insuficientemente explorado, para así contribuir a la superación de los temores a revivir la frustración generalizada en los colombianos debido al fracaso del proceso.

Contexto Tras el fracaso de los acercamientos de Tlaxcala-Caracas, las FARC reafirmaron su voluntad de alcanzar el poder político por la vía armada al reajustar, en materia organizativa, militar, política e ideológica el plan estratégico de la VII Conferencia (1982), donde se propusieron tomar Bogotá en ocho años. Así, en la VIII Conferencia (1993) la guerrilla amplió el secretariado, aumentó el número de frentes y los reubicó espacialmente, actualizó su programa agrario y se propuso «continuar la lucha de Bolívar». Por lo anterior, continuó fortaleciendo al bloque Oriental con miras a tomar posiciones hacia su «centro de despliegue», es decir Bogotá, a la par que mantenía al Ejército ocupado con acciones en todo el territorio nacional. «El ritmo de la guerra se intensifica en la segunda mitad de la década de los noventa, no solo porque la guerrilla pretendió cumplir con las metas

Sergio Esteban Torres Chaves

cipación no se restringe a ello. Al respecto, Ardila (s.f.) afirma que una negociación requiere acompañamiento de la sociedad para enriquecer las deliberaciones de la mesa y suplir las deficiencias de la representatividad. Una SC que en medio de la guerra haya avanzado en la lucha por la paz —como ha sido el caso de Colombia—, además de acompañar las deliberaciones, puede jugar un papel muy importante en los acercamientos o en la superación de dificultades en la mesa. Bajo el entendido de que el «pasado es prólogo», en el sentido de que cada proceso de paz se construye sobre las bases que establecieron las experiencias anteriores, en este artículo repasaremos la participación de la SC en el proceso de paz del Caguán (1998-2002), entre el gobierno de Andrés Pastrana y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), persiguiendo tres objetivos: 1) corroborar la importancia de la SC para el inicio y éxito de un proceso de paz, 2) identificar los avances del actual proceso de La Habana en materia de participación ciudadana, respecto de las lecciones del Caguán, y 3) incentivar la re-

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60 La sociedad civil en el proceso de paz del Caguán (1998-2002).

del plan estratégico, sino porque intenta dar el salto, de la guerra de guerrillas, a la fase de guerra de movimientos» (Aguilera, 2010, pág. 124), es decir, a la movilización de un mayor número de hombres, para pasar de la defensiva estratégica al equilibrio de fuerzas, desde el esquema de la guerra popular prolongada. Los golpes de la guerrilla sorprendieron a las fuerzas militares y, por primera vez, realmente se creyó que las FARC podrían tomar el poder por la fuerza. Ejemplos de ello son los ataques de Puerres, Las Delicias (Caquetá), La Carpa (Guaviare) y San Juanito (Meta) en 1996, de Patascoy (Nariño) en 1997 y del Billar, Mutatá (Antioquia), Miraflores (Guaviare) y La Uribe (Meta) en 1998 (Aguilera, 2010). En este marco, se inician las negociaciones de San Vicente del Caguán, durante el pleno vigor militar de la guerrilla, debido a que las dos partes consideraron que era el momento más oportuno para negociar: por un lado, Pastrana reconocía la debilidad del Estado y sectores de la clase política temían que efectivamente se «liberaran territorios»; y por otro lado, las Farc consideraban todas las ventajas

a su favor, pues con el proceso se proyectarían políticamente — ya que la preeminencia del factor militar había relegado al político— (Rangel, et.al,2008). Sin embargo, consideramos aquí que ambas partes perseguían fortalecerse militarmente y que los diálogos solo constituyeron una pausa —relativa— de la confrontación, exigida por la sociedad civil —como veremos—, pues el Estado inició un proceso de fortalecimiento y modernización de las Fuerzas Armadas, gracias al Plan Colombia. Y por parte de las FARC, Fidel Castro (2008) nos indica que la toma violenta nunca dejó de ser su propósito: Antes de esa ofensiva final, tienen previsto como alternativa dividir el país en dos, tomando el poder en dos o tres departamentos del sur (Caquetá, Putumayo, Meta), mientras que en el norte mantendrán cercadas y bloqueadas a las grandes ciudades. En ese caso buscarían una solución negociada sobre la base de los 10 puntos programáticos de las FARC y estarían en mayor ventaja de negociar; en caso de que esto no sea posible, continuarán la guerra hasta la toma del poder. (pág. 122)


Ante la intensificación del conflicto y los nuevos flagelos que soportaba la SC, como las llamadas «pescas milagrosas», la proliferación de los secuestros o la toma de municipios, en 1996, 2,7 millones de jóvenes en 300 municipalidades votaron a favor del «derecho a la vida» y «derecho a la paz» como las más importantes de 12 opciones. Al año siguiente, 10 millones de colombianos hicieron eco del reclamo juvenil al votar por el «Mandato ciudadano por la paz, la vida, y la libertad», iniciativa apoyada por la Red Nacional de Iniciativas de Paz (Redepaz), Unicef y País Libre, que se celebró al tiempo que las elecciones de mandatarios locales de octubre de 1997 (Bouvier, 2012). Este tarjetón contenía los siguientes puntos: no más guerra, no más atrocidades, no vinculen a menores de edad, no asesinen, no secuestren ni desaparezcan personas, no ataquen a la población civil y no vinculen civiles al conflicto. De acuerdo con Chernick (2008), el clamor de la SC por la salida negociada comenzó a tomar fuerza, pero no logró encontrar eco en el gobierno de Samper

(1994-1998) debido a la crisis de legitimidad que afrontaba por el proceso 8000, y fueron las FARC quienes dieron el primer paso en esa dirección: entregaron unilateralmente casi un centenar de soldados que estaban en su poder en un acto concertado en Remolino del Caguán, municipio de Cartagena del Chairá (Caquetá). Sin embargo, fue hasta el inicio de los debates presidenciales que el tema de la paz negociada se volvió central. Se presume que en la segunda vuelta presidencial, Pastrana venció a Serpa gracias a una fotografía de uno de sus asesores con «Tirofijo», quien portaba un reloj de la campaña de Pastrana con la leyenda de la misma: «El cambio es ahora». Así, el 22 de junio de 1998 Pastrana es elegido presidente —con una perspectiva mucho más amplia que la de su contendor sobre lo que debía ser la paz— y el 9 de julio, vuela a la selva a reunirse con «Tirofijo» con quien acuerda iniciar negociaciones de paz dentro de los siguientes tres meses, el 7 de agosto. Tras seis meses de haber otorgado la zona de distensión, el 6 de mayo de 1999, las partes firmaron una «Agenda común por el cambio hacia una nueva Colom-

Sergio Esteban Torres Chaves

La participación de la sociedad civil

61


bia» en La Machaca, que estableció los temas y la arquitectura del proceso. Se conformó, según Bouvier (2012),

10 integrantes, tanto como un Comi-

frente a los cultivos de uso ilícito y al Plan Colombia (Gonzáles, 2010). Fueron diversos los temas que se abordaron en las audiencias, pues también se trataron asuntos económicos y del empleo, pero los resultados de la participación de la SC no se consideraron positivos:

té Temático Nacional integrado hasta

Los temas de la agenda que se quisie-

por 20 representantes de la sociedad

ron abordar en las audiencias públicas,

civil. La Mesa Nacional se encargaba

con presencia de la «sociedad civil»,

de diseñar la ruta, orientar las negocia-

no fueron atendidos por los voceros

ciones y manejar el proceso. El Comité

del gobierno y de los gremios […] Los

Temático se encargaría de organizar

voceros de la subversión, a su turno,

las audiencias públicas de los temas

reclamaban que el gobierno única-

una Mesa Nacional de Negociación, que incluiría negociadores del Gobierno Nacional y de las Farc, de igual número de cada parte y de no más de

acordados por la Mesa Nacional y será

mente quería discutir los temas que le

el mecanismo por el cual participaría

inquietaban al establecimiento. (Ran-

La sociedad civil en el proceso de paz del Caguán (1998-2002).

la sociedad civil. (pág. 56)

gel et al., 2008, págs. 228-229).

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A través de las audiencias públicas transmitidas por televisión, participaron más de 25 000 delegados de la SC y se presentaron diversas propuestas que, al igual que el Comité Temático creado por las partes, buscaban presentar insumos al proceso de paz. Desde las mesas ciudadanas se promovieron reuniones para entregar recomendaciones sobre diez temas considerados en encuentros nacionales para la agenda de paz, por ejemplo, sobre alternativas de desarrollo

Todo el esfuerzo realizado por las distintas organizaciones para nutrir el proceso fue infructuoso, pues nunca alcanzaron la Mesa de Diálogos, que en otras palabras puede resumirse así: «[…] donde los técnicos de Planeación Nacional presentaban sus ecuaciones, los comandantes de las Farc les contestaban con peroratas y la pobre gente presentaba sus quejas» (Gómez, 2012). Sin embargo, la SC continúo interviniendo a favor de los diálogos de paz. Tal fue el caso de las marchas de «No


ciada, pero no a la reivindicación múltiple; y por último, encontramos a quienes se oponían absolutamente al proceso, clamando por la victoria militar. Así mismo, en el evento se consideró que durante todo el proceso no se aprovechó la legitimidad de la movilización social a favor de la paz para apuntalar la negociación, sino que por el contrario, en vez de constituirse como interlocutores válidos, las organizaciones de la SC «fueron las encargadas de legitimar un proceso en el cual los “diálogos entre élites” dominaron el panorama» (FSC-UA, 2012, pág. 16). Haciendo un balance final, nos recogemos en Montaña (2006), quien indica que si bien las audiencias públicas constituyeron la expresión más contundente sobre la necesidad de involucrar a la SC al proceso, esa apertura se tradujo en una disminución de la movilización nacional y luego en frustración. Pues si bien de 1993 en adelante hubo un crecimiento exponencial de la movilización por la paz, según datos del Cinep, una vez iniciados los diálogos se registró una caída de la misma entendida como un «desentendimiento» de la SC con respecto al proceso, delegando en el gobierno

Sergio Esteban Torres Chaves

más» en 1999, convocadas por los mismos del Mandato de 1997, en más de 100 de las principales ciudades del país, con las que presionaron a las partes a mantenerse en la mesa debido a la inestabilidad de las negociaciones, interrumpidas unilateralmente con frecuencia. Sin embargo, en dichas marchas se evidenció el inicio de una ruptura en la sociedad sobre cómo se consideraba que debía lograrse la paz, pues aparecieron dos tendencias: una que denunciaba especialmente el secuestro, en cabeza de País Libre, y otra que propugnaba por una salida negociada con agenda de reformas, de organizaciones de izquierda (Gonzáles, 2010). Como se consideró en un evento realizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes (en adelante FSC-UA) a diez años del Caguán (2012), en un marco más general se pueden ubicar tres posturas generales de la SC respecto del proceso: por un lado, encontramos un sector en completa subordinación que delegaba sus intereses a las partes (como fue el caso de algunos sindicatos con la guerrilla); por otro, encontramos sectores favorables a la salida nego-

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y la guerrilla la discusión de los asuntos de mayor trascendencia para el país (FCS-UA, 2012). Para terminar, presentaremos las principales organizaciones que participaron en el proceso o que se crearon a partir de él, seguido de una breve profundización sobre dos de ellas. (Ver Tabla 1.)

64 La sociedad civil en el proceso de paz del Caguán (1998-2002).

Con el fin de no dejar el asunto de la reconciliación nacional en manos exclusivas de los políticos, fue conformada la Comisión de Conciliación Nacional por representantes de la iglesia Católica, sindicatos, universidades, asociaciones de empresarios y grupos cívicos, que presentaron el documento «Hacia la estructuración de una política nacional permanente de paz», como resultado del

debate de la SC organizada, que concluyó que la solución al conflicto armado no era militar, sino que solo se lograría a través de la negociación (Chernick, 2008). Finalmente, sobre el Grupo de Empresarios por la Paz, Londoño (1998) nos indica que se trató de una iniciativa empresarial que se enmarcó en un nuevo enfoque de responsabilidad social, que buscó aclimatar el tema de la paz. En el grupo participaron empresas como el Banco Caja Social, Colmena, etc., participan representantes de gremios como Asobancaria, Colfecar, Andi, Acopi, Asoexport, SAC, Proban, Cámara de Comercio Colombo-Japonesa; de más de 20 empresas tales como Mazda, Tipiel, Suramericana, El Espectador, Danaranjo, Sekuritas, Incorbank, Oikos; de Corporaciones

Tabla 1.

Fuente: Autor, con información de Londoño (1998) y Montaña (2006).


profesionales destacados en el sector empresarial y en la academia. (Londoño, 1998, pág. 5).

Conclusiones Aunque este es un asunto que no ha gozado de la suficiente reflexión por la academia y no es mucha la información disponible, concluimos que en los diálogos del Caguán la participación de la SC puede dividirse en dos momentos: un antes y un después de iniciarse el proceso. En un principio, presentó una gran movilización por apostarle a una salida negociada del conflicto, que logró poner el asunto de la paz como una tarea inaplazable, y que finalmente fue decisiva en las elecciones presidenciales de 1998. Pero por otro lado, su rol en las negociaciones fue escaso y nunca se consolidó como un interlocutor válido, pues finalmente delegaron las discusiones en las dos partes. En otras palabras, la participación de la SC fue ambigua y el fracaso del proceso la llevó a la división y a la polarización frente a cómo solucionar el conflicto. Sin embargo, en ello radica la lección del Caguán para La Habana: es necesaria una participa-

ción activa de la SC, quien tiene el desafío de construir su participación y sus agendas de forma autónoma. El rol que jugó fue decisivo para que las negociaciones del Caguán fueran posibles, así como para que las partes no se levantaran de la mesa. Lamentablemente, sus aportes no lograron trascender más por la misma estructura del proceso, que hoy vemos ciertamente corregido en La Habana, pues se ha acordado que uno de los temas de las negociaciones versará sobre la reparación de las víctimas, el cual contará con una participación activa de las mismas. También, el proceso se ha nutrido de distintos foros donde confluyen representantes tanto de la SC como de la academia, sobresaliendo al respecto la Universidad Nacional.

Sergio Esteban Torres Chaves

como Financiera del Valle, y algunos

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Libros •

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Sergio Esteban Torres Chaves

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Contextualización de la violencia: aproximación desde los estudios de Daniel Pécaut César Andrés Casas Murillo / cacasasm@unal.edu.co

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Contextualización biográfica Daniel Pécaut es un sociólogo de origen francés, experto en tratar los temas políticos, sociales y, en algunos casos, culturales de Colombia. Como reconocimiento a todo su trabajo enfocado en Colombia y por contribuir a transmitir en el exterior muchas de las realidades sociales del país le fue otorgada la ciudadanía colombiana en el año 2007. Pécaut consiguió éxito y reconocimiento por uno de sus principales libros: Política y sindicalismo en Colombia en el año 1973 (Palacios, s/f) para marcar un punto de partida

como referente en los distintos campos de estudio hasta los que trascienden sus trabajos, como la sociología, la antropología y la ciencia política. Realizó sus estudios de pregrado en Sociología en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, donde igualmente recibió su Doctorado en Sociología. Fue profesor del Instituto de Altos Estudios Políticos para América Latina de París. Durante los años 60 estuvo en la ciudad de Bogotá prestando sus servicios como profesor invitado para la Universidad Nacional de Colombia, la cual le otorgó el título


Aproximación temática Pécaut maneja diversas tesis en cada uno de sus textos, estas se encuentran mediadas por su preocupación principal referente al tema de la violencia, el cual es el concepto transversal del autor y es también determinante en su forma de pensar los conflictos sociales en Colombia, esto tiene

como resultado trabajos profundos y muy elaborados. Para empezar, se puede detectar un primer momento referente a las tesis del autor, pues la ubicación temporal del comienzo del gobierno militar es trascendental. Para esto es importante señalar la importancia de lo que Dario Echandía llamó «golpe de opinión», dado por Gustavo Rojas Pinilla. Echandía consideraba que Rojas conspiró para derrocar al gobierno conservador de Rafael Urdaneta, presidido por Laureano Gómez, sin necesidad del derramamiento de sangre, y resaltó también la participación personas reconocidas en el ámbito político como Gilberto Alzate Avendaño (líder del conservatismo disidente) y el mismo Mariano Ospina Pérez. El segundo momento sería el periodo del Frente Nacional, que es fundamental y el autor reconoce como «[…] cierta fórmula que consagra institucionalmente su hegemonía» (Pécaut, 2006). Este periodo no se da solamente entre los años 1958 y 1974, pues «esta fórmula precaria se mantendrá no solo los 16 años para los que había sido prevista, sino que será prorrogada con ciertas

César Casas

Honoris Causa en el año 2000. Es uno de los principales embajadores permanentes en el exterior de Colombia pues es constantemente consultado por medios de prensa, académicos y hasta políticos a propósito de la coyuntura en la que se encuentre el país. Algunos de sus libros más importantes son Orden y violencia en Colombia 1930-1953, Crónica de dos décadas de política colombiana y Política y sindicalismo en Colombia. Tomando como base estos textos, además de entrevistas, artículos académicos y demás bibliografía, se pretende hacer un análisis del pensamiento de Daniel Pécaut y su trabajo académico, y, asimismo, dilucidar el porqué de su influencia en el área de las ciencias sociales y su legado como persona emérita en el área.

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70 Contextualización de la violencia: aproximación desde los estudios de Daniel Pécaut.

modificaciones y algo de flexibilidad en 1974 y 1978» (Pécaut, 2006) . Así, podríamos decir que el periodo del Frente Nacional para Pécaut se extendió hasta el año 1982. Allí podríamos señalar un tercer momento que va desde 1982 en adelante, donde el auge del narcotráfico fortaleció a las guerrillas, más específicamente a la guerrilla de las FARC y también a grupos al margen de la ley que pretendían proteger a los narcotraficantes que tomaron mucho poder debido a sus actividades ilícitas. Ahora bien, si tenemos en cuenta el último momento relacionado con el problema del narcotráfico, podemos entender por qué Daniel Pécaut ha tomado nuevamente relevancia para el ámbito de consulta en la coyuntura de los diálogos de paz de La Habana, ya que el matiz que tomó la guerra en Colombia después de los años 80 con el auge de las drogas modificó totalmente la forma de hacer y pensar el conflicto. Esto se explica desde un punto de vista en donde el narcotráfico contribuyó a construir y a financiar muchos grupos paramilitares, así como también fue beneficioso para las guerrillas

que lo vieron en principio como una forma adicional de financiación, sin abandonar sus prácticas tradicionales de secuestros y extorsiones, y que luego pasó a convertirse en su principal herramienta económica. Si tenemos en cuenta estas ideas propuestas por el autor, es evidente el cambio que produjo el narcotráfico en la guerra, pues generó el inicio de luchas por las rutas ilegales entre los distintos grupos al margen de la ley, además fomentó enfrentamientos por el territorio para la siembra de drogas y modificó la forma de pensar el conflicto, con el plus del fortalecimiento de las FARC y el aumento de la influencia de las organizaciones paramilitares. Aquí es importante anotar que el concepto clave de Daniel Pécaut, y que vale la pena resaltar, es la importancia de la mediación del tráfico de drogas dentro del conflicto armado como herramienta de financiación, lo que ha modificado las lógicas de la guerra y ha determinado de una manera distinta la política que se pretendía tener en un principio por parte de las guerrillas. Sin embargo, no es la única tesis de su trabajo, pues como


Profundización teórica: explicaciones del conflicto armado Es muy importante entonces tener en cuenta la forma cómo Pécaut ve las instituciones, pues para él tienen una gran importancia, dado que siempre se refiere a las administraciones de cada uno de los presidentes para explicar los conflictos y cómo estos afectan a la sociedad. Esta sería, en primera instancia, la explicación política de los conflictos. Y es innegable su intención de basarse en esta herramienta, pues como es conocido el bipartidismo se veía representado en el Gobierno

de turno durante el Frente Nacional, por lo tanto, las circunstancias políticas y sociales del país se veían determinadas por estos. Además para el autor el papel del Frente Nacional sí es muy claro y marcado dentro de la política colombiana, pero no está de acuerdo con las tesis que hablan de que el Frente Nacional fue un disfraz de Estado autoritario como los que existían en el resto de América Latina. Y para esto se vale del argumento de que el Estado no tenía los elementos de un corporativismo estatal, ni una burocracia claramente autónoma, así como tampoco una visión de la sociedad desde arriba, elementos claros de un Estado autoritario; señala que existían movimientos como la ANAPO o el MRL que lograban de cierta forma y con cierto grado de cooptación por parte del Estado canalizar los descontentos, funcionando como forma de legitimar el régimen desde la oposición. Entonces, teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que para el autor sí hay una democracia civil, claramente limitada, pero al fin y al cabo democracia dentro del contexto de América Latina, donde los gobiernos mi-

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señala en la reedición de su libro Dos décadas de violencia en Colombia (el cual pasó a llamarse Cuatro décadas de violencia en Colombia) sus textos tienen la intención de crear memoria colectiva, para que las guerras de ayer no se repitan hoy, ni las guerras de hoy se repitan mañana. Pero aquí hay un segundo elemento aún más importante y es que «la guerra sigue atravesando gran parte de la sociedad colombiana y su evolución determina en gran medida el futuro de sus instituciones» (Pécaut, 2006).

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litares y populistas se convirtieron en autoritarismos con fuertes conductas represivas, que, para Pécaut, no se vieron en el Estado colombiano (si son equiparables y comparables con las del resto de países de América Latina). Y el argumento más fuerte es que «el termino de dictadura nos parece inapropiado […] es porque supone una relativa estabilización del poder que no se produce en ningún momento» (Pécaut, 1989). La explicación social de los conflictos se refiere a la respuesta de los grupos sociales por reivindicaciones y a las transformaciones que sufrió la sociedad de acuerdo con la actualidad económica que presentaba el país. El propósito de estas reivindicaciones era promover una serie de reformas estructurales para la sociedad y específicamente en dos tipos de reforma: la agraria y la económica. La importancia de estas reformas radicaba en la intención de beneficiar distintos sectores económicos con la pretensión de impulsar el campo hacia la diversificación de los cultivos (para dejar de ser monoexportadores de café), lo cual llevaría a modificar la profunda división económica, pues Pécaut

dice que esta persiste desde la década de 1930, lo que nos convierte en una sociedad muy desigual y con altos grados de inequidad. Como conclusión de esta segunda explicación del conflicto es claro que la coyuntura económica que vivía el país aumentó las formas económicas clandestinas, esto apoyaba en gran medida el proceso violento del país en el espectro político y social.

La persistencia de La Violencia Teniendo en cuenta la explicación política de los conflictos y el proceso violento del país, el autor en el texto Orden y violencia: Colombia 1930-1953 podemos señalar básicamente tres momentos cruciales para entender la persistencia de la violencia en Colombia. El primer momento es la Revolución en Marcha de López Pumarejo, el segundo es la aparición del populismo con el auge del gaitanismo y el último es la irrupción y generalización de la violencia de los años 50. Así vemos que este es un análisis más profundo del «cómo» de la violencia, y que, en últimas, lleva a la conclusión del porqué de su persistencia y aporta dis-


obrera en el país, convirtiéndose posteriormente en un actor social fuerte y una piedra en el zapato para los gobiernos subsiguientes. En conclusión, esta influencia es importante en la violencia del bipartidismo puesto que López fortaleció el movimiento obrero, sin la intención de que se volviera problemático o en contra de la hegemonía de las élites, evento que no pudo evitarse. El auge del gaitanismo es un punto muy reconocido y álgido para la historia del país, puesto que desembocó en una violencia cruda y sin precedentes, que agudizó las diferencias y oposiciones entre los conservadores y liberales además de las divisiones internas de cada uno de los partidos. Adicional al Bogotazo, que fue tremendamente violento, el asesinato de Gaitán permeó los anales de la sociedad que se oponía a la aniquilación del representante de sus reivindicaciones sociales, incomodas para la élite oligarca y aristócrata como era denominada por el mismo Gaitán. En este punto sería incorrecto afirmar que la violencia comenzó exactamente el 9 de abril de 1948 tras el Bogotazo, pues este acontecimiento mostró un punto

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tintos elementos para analizar su permanencia en el escenario social y político del país. La Revolución en Marcha de López Pumarejo consistió principalmente en darle reconocimiento institucional a la ciudadanía popular con la pretensión de instaurar una república social. López era todo lo opuesto al conservador Olaya Herrera que había dejado la presidencia en 1934, pues, como se señalaba antes, la institucionalidad tenía la intención de integrar a la ciudadanía popular a las filas del partido liberal y a los intereses del gobierno liberal de López Pumarejo. Para esto López puso un pie sobre algo que no había hecho anteriormente ningún otro presidente, y era la integración del movimiento sindical a la realidad del país; sin embargo, esto no tenía nada que ver con la intención de movimiento obrero de los comunistas. Estos criticaban la forma como López realizaba sus alianzas con los distintos sindicatos en búsqueda de la legitimación de sus intereses. Lo llamativo es cómo López con sus pretensiones de utilización del movimiento sindical para sus propios intereses logró crear y fortalecer una clase

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de inflexión en la realidad violenta del país, pero no señaló su inicio. Es sabido que la violencia venía desatándose por el sectarismo partidario de las personas en las distintas zonas del país; sin embargo, la muerte de Gaitán acrecentó el descontento social, pues él representaba un cambio con ideas reestructuradoras y un cambio para el país desde abajo. En conclusión, el gaitanismo señaló un punto de inflexión en la violencia, porque la recrudeció, pero tampoco es posible decir que marcó el principio exacto de esta. Con cifras del profesor Pécaut, cada elección en el país dejaba miles de muertos por apoyo a los partidos, lo que al final arrojaba una cifra del 1 % de la población muerta en cada una, con un saldo total de más o menos 180.000 muertos entre 1946 y 1957, respecto a una población total de 15 millones de habitantes. Con estas cifras se tiene una hipótesis de que para cada cuatro años el bipartidismo hacía persistir la violencia por lo menos durante el periodo señalado, esto tomó otros matices tras la dictadura de Rojas Pinilla, pero no señaló directamente el fin de la violencia, aunque si contribuyó a disminuir

en gran medida los altos índices de muertos en el país. En este punto, el gaitanismo está directamente relacionado con el último momento mostrado por Pécaut que es la irrupción y generalización de la violencia de los años 50. La relación se basa evidentemente en las consecuencias que tuvo la muerte de Gaitán para el país, pues esta rompió toda correlación de fuerzas y la poca ética partidista que existía, pues dichos estamentos llegaron a prácticas inimaginadas traicionando la moral de los ciudadanos y permeando corruptamente los espacios «democráticos». Para concluir, como se señaló al principio de la sección, la persistencia del conflicto se basa en el bipartidismo y sus connotaciones violentas producidas por las divisiones internas de estos. Dichas divisiones fueron convertidas en facciones violentas que se transformaron progresivamente en uno de los periodos más tristes de la historia del país, puesto que no existió ninguna racionalidad que permitiera acabar con la confrontación. Así las élites políticas del país buscaban perpetuarse en el poder a costa de un sectarismo po-


Conclusiones finales Entonces, vale la pena señalar algunas cosas que quedan claras tras explorar el trabajo de Daniel Pécaut. El fenómeno de la violencia en Colombia no es algo que haya tenido como punto de partida el movimiento gaitanista, y este no es el gestor de la violencia en el siglo XX, pues la violencia en Colombia es un fenómeno que ha estado arraigado en el país desde su fundación como república. No obstante, el gaitanismo sí fue muy importante porque señaló las grandes diferencias de clase que existían (y existen aún) en el país, lo que desembocó en el recrudecimiento de muchos conflictos por el bipartidismo y las facciones internas de cada uno de los partidos. Otra de las grandes conclu-

siones que deja la exploración del profesor Pécaut es que el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla no fue en realidad una dictadura, puesto que en primera instancia esta no tuvo los elementos que caracterizaron a las dictaduras en el Cono Sur y, en segunda instancia, una dictadura sirve para paliar los conflictos sociales y a llevar a una estabilización del poder, lo cual no ocurrió: «el término de dictadura nos parece inapropiado […] es porque supone una relativa estabilización del poder que no se produce en ningún momento». Adicionalmente, el periodo de La Violencia tuvo distintos matices que respondieron a cada una de las épocas en que se vino desarrollando. Por lo tanto, tuvo un matiz que correspondería al momento previo al Bogotazo y sería más o menos desde el año 1946, hasta más o menos la instauración del golpe de Gustavo Rojas Pinilla donde se encuentra presente el recrudecimiento de la violencia. Un segundo matiz sería el que se incorpora a la violencia durante el periodo del Frente Nacional, pues se redujeron la cantidad de muertos y los conflictos, pero estos no desaparecieron del todo.

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lítico radical. Esto las transformó en élites embrutecidas que se perpetuaron en el poder, afectando a las personas del común que fueron las víctimas reales de las confrontaciones, pues cuando no morían en el conflicto, se veían desplazadas por este y tenían que abandonar sus bases económicas: la vida en el campo.

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Quiero señalar también el periodo que finaliza con el gobierno de Julio César Turbay en lo que serían realmente los últimos cuatro años del Frente Nacional para Daniel Pécaut, y es el comienzo del auge del narcotráfico, elemento fundamental para comprender las confrontaciones violentas desde la etapa de los narcotraficantes y los grupos de guerrillas que se financian con el comercio ilícito de drogas. Para terminar, es importante la anotación de que el conflicto violento en Colombia no ha desaparecido en ningún momento de su historia, y ojalá que con los diálogos de La Habana la guerra que nos aflige finalice, para que Colombia pueda avanzar hacia el progreso.


Bibliografía Pécaut, D. (1989) Crónica de dos décadas de política colombiana (segunda edición). Bogotá, Siglo XXI Editores. Pécaut, D. (2006). Cuatro décadas de política colombiana. Bogotá: Grupo Editorial Norma. Pécaut, D. (1987). Orden y violencia en Colombia: 1930-1953. Bogotá: Siglo XXI Editores.

des Amériques latines (36) pp. 65-91.

Recursos electrónicos Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), (2011). Conferencia

Conflicto [Video]. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=ccYNvMQsQ3Y.

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Pécaut, D. (2001). Réflexion sur la naissance des guérillas colombiennes. En Cahiers

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El Primer Número de la Revista de Estudiantes de Ciencia Política UN se terminó de imprimir en el mes de OCTUBRE de 2015 en las instalaciones de GRACOM Gráficas

Comerciales, ubicada en la ciudad de BOGOTÁ, COLOMBIA. en la Cra. 69 Nº 70-76.

Se utilizaron las siguientes fuentes: BOOKMAN OLD STYLE (Alexander Phemister), MUSEO (Jos Buivenga), BASKERVILLE (John Baskerville) Y ABRAHAM LINCOLN en sus diversos pesos y estilos.

Se imprimieron 300 ejemplares en papel Earth Pact .


FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS


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