ISSN: 2145 - 986 x
. Año 22 . Número XX . 2016 .
Apoyan Facultad de Ciencias Humanas Dirección de Bienestar Programa Gestión de Proyectos Sede Bogotá
GOLIARDOS REVISTA ESTUDIANTIL DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS Numero XX, Año 22, 2016 / ISSN 2145-986x Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Sede Bogotá
La Revista estudiantil de investigaciones históricas GOLIARDOS, publicación de los estudiantes del departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia sede Bogotá, es de carácter académico con una frecuencia semestral. Busca visualizar el producto de los ejercicios prácticos y reflexivos de los estudiantes y la comunidad académica en general interesada en los estudios históricos, generando un espacio para la difusión y el debate académico.
Rector Ignacio Mantilla Prada Vicerrector Jaime Franky Rodríguez Director Bienestar Sede Bogotá Oscar Oliveros Coordinadora Programa Gestión de Proyectos Elizabeth Moreno Decana de la Facultad de Ciencias Humanas Luz Amparo Fajardo Uribe
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Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar.
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CONTENIDO
Goliardos
TEMA CENTRAL / Crisis y conflicto en América Latina durante el siglo xx
10 22 36 52 64 80 92
Freddy Pineda La lucha por la tierra en Colombia: génesis de un conflicto que no acaba
Samuel León Iglesias Entrevista con Marc Ferro: guerra e imágenes de guerra Anna-Claude Ambroise-Rendu e Isabelle Veyrat-Masson
Andrés Murcia Neira El bombardeo de la Plaza de Mayo en la caricatura política de «El Tiempo»
Angélica Dávila Landa “Voluntad de vivir manifestándose” el movimiento poblacional anti-dictadura y la violencia política popular en Chile, 1983-1984
Alejandro Santistevan Gutti Imperialismo, diplomacia y enfrentamiento: Perú y Estados Unidos entre 1968-1970
5 María Paula Orozco Espinel La violencia en Boyacá un acercamiento cuantitativo a la década de 1930
Rodolfo A. Hernández Ortiz Revolución de nueva democracia: modelo revolucionario chino para América Latina
TEMA LIBRE
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Gerardo E. García Rojas La representación del indio mexicano en los filmes María Isabel y el amor de María Isabel de 1967 y 1968
RESEÑAS Y COMENTARIOS
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Juan S. Maldonado Vélez Pabón Quintero, Wilson R. La muerte y los muertos en Colombia: violencia política, víctimas y victimarios. Bogotá:
Universidad Autónoma de Colombia, 2015, 176
LITERARDOS
141 142
Sergio Castillo Yo he sido el culpable
Sergio Castillo Caídos estamos
edito r i a l Sobre los pueblos de Latinoamérica caen todos los ciclones, prohibieron los frutos de la sangre joven. Pero nunca pudieron tapar la mirada, ni jugar con la voz del poeta. Celeste Carballo
En 1993, en el marco de la Primera Semana de Estudiantes de Historia, y a, tan solo dos años de que el Departamento de Historia abriera sus puertas en la Universidad Nacional de Colombia, fue publicada por primera vez nuestra revista. Hoy, un orgulloso equipo editorial liderado por primera vez por una mujer, e integrado por 15 estudiantes de pregrado, el más grande y diverso desde su fundación, presenta a los lectores su edición número XX que conserva los ideales que en su primera publicación fueran replicados por Álvaro Cadavid en aquella editorial: La revista Goliardos quiere establecer un compromiso con el presente. Libre de dogmatismo, sin vínculos específicos con cualquier ideología política o religiosa que ponga en entredicho su independencia. Hemos de reconocer con orgullo que nuestra revista es una revista de pregrado y será el desenvolvimiento de este experimento el que real-
mente definirá su espíritu […] Queremos que Goliardos permanezca entre los estudiantes de pregrado como el órgano de comunicación permanente, como el instrumento activo para el diálogo con la comunidad universitaria, como un documento expedito que pueda hablar del desarrollo intelectual de los estudiantes, susceptible de ser evaluado.
Bajo estos preceptos y el de expresar nuestro pensamiento sin temor a la crítica, hemos elegido, como tema central de esta edición, la Crisis y el conflicto en América Latina durante el siglo XX. Este puede ser visto como un asunto controversial, dada la coyuntura que está viviendo actualmente nuestro país; puesto que nos encontramos a portas de la culminar las extensas negociaciones de paz con el grupo alzado en armas de las FARC. En este número, se abre una ventana a la reflexión sobre el desarrollo de la encrucijada de aquellos años en los que el cono sur occidental se vio convulsionado por las dictaduras; las crisis económicas; la incertidumbre; el nacimiento de guerrillas; las chocantes influencias externas; las repercusiones políticas, economías e ideológicas de las Guerras Mundiales, y la posterior Guerra Fría; así como los desafíos por los que tuvieron que pasar las distintas naciones para consolidarse como las que conocemos hoy en día. Presentamos a ustedes once escritos provenientes de autores colombianos, mexicanos, y peruanos, divididos en tres secciones de la siguiente manera: La primera de ellas encierra los artículos del tema central; entre ellos encontramos el artículo del politólogo y candidato a magister en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Profesor Freddy Pineda, en el que evalúa el conflicto social y armado en Colombia a partir del caso de la concentración de tierras en el Suma-
paz. A continuación, encontramos la entrevista hecha originalmente en 2005 al historiador francés Marc Ferro, traducida al español por el equipo de la Red Distrital de Estudiantes de Historia, en la que se desarrolla el tema de la importancia del cine como fuente histórica para el conflicto. Complementan este aparte los escritos de Andrés Murcia, en el que se articula el discurso gráfico y textual sobre los bombardeos en la Casa Rosada en Argentina en el periódico colombiano ‘El Tiempo’; Angélica Dávila Landa, donde habla sobre los levantamientos contra la dictadura chilena entre 1983-1984; Alejandro Santistevan Gutti, en el que analiza el enfrentamiento entre Estados Unidos y Perú entre 1968 y 1970; el trabajo de María Paula Orozco, donde, a través de un análisis que se desenvuelve entre lo cuantitativo y lo cualitativo, plantea aspectos sobre la violencia bipartidista a comienzos de la República Liberal en Boyacá; y, cerrando, el artículo de Rodolfo Hernández sobre la importancia de la diplomacia popular como estrategia del Partido Comunista de China para difundir la Revolución de Nueva Democracia en América Latina entre el 50 y el 60. La siguiente sección, de tema libre, incluye el escrito de Gerardo García; aquí, se aborda la relación entre el indigenismo y el cine mexicano de finales de los años 60 a partir de los filmes María Isabel y El amor de María Isabel. Encontramos, también, la reseña del texto La muerte y los muertos en Colombia. Violencia política, víctimas y victimarios de Wilson Pabón, escrita por Juan Sebastián Maldonado, miembro de nuestro comité editorial. Para darle cierre a esta edición tan especial, nos gustaría, en homenaje a las primeras versiones de nuestra publicación, revivir la sección Literardos, con los poemas Yo he sido el culpable y Caídos estamos del historiador Sergio Castillo. Celebrando el ser la revista de pregrado con mayor trayectoria y mejor desenvolvimiento internacional en Colombia, agradecemos a todos aquellos quienes han hecho parte de nuestras páginas y nuestro comité editorial; a su vez, invitamos a todos aquellos quienes alguna vez han leído nuestros contenidos, a seguir motivando el debate, la investigación, y el avance de nuestra comunidad académica.
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TEMA
CENTRAL Crisis y conflicto en AmĂŠrica Latina durante el siglo xx
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LA LUCHA POR LA TIERRA EN COLOMBIA: GÉNESIS DE UN CONFLICTO QUE NO ACABA Keywords:
Freddy Pineda Politólogo Universidad Nacional de Colombia Candidato a magister en Historia Universidad Nacional de Colombia historipolitica@gmail.com
Abstract
Conflicto social, violencia, Colombia,
Resumen
Sumapaz, tierras.
El siguiente artículo estudia las causas del conflicto social y armado en Colombia a partir de la lucha por el acceso a la tierra. Con base en la evaluación de diversas opiniones y posturas sobre el tema, el texto analiza el caso de la región del Sumapaz y su concentración de propiedades agrarias.
The following article studies the causes of social and armed conflict in Colombia from the struggle for access to land. From the evaluation of various views and positions on the issue, the text analyzes the case of the Sumapaz region and its concentration of agricultural properties.
Palabras clave Social conflict, violence, Colombia, Sumapaz, Lands
Goliardos
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Sin nombre, s. f., JosĂŠ Venturelli
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L
a historia de violencia en la que se ha visto sumergido el país desde el siglo XX hasta la actualidad ha tenido múltiples causalidades, así como diversos propósitos y fines, escenarios de conflictividad que no se han logrado solucionar por las pocas herramientas institucionales que se han generado y por las mínimas voluntades políticas para la resolución de conflictos por parte de quienes tienen la capacidad institucional para promover y plantear salidas a las diferentes problemáticas que han generado las causas intrínsecas de un conflicto social y armado. Una de las causas predominantes de mayor relevancia en la historia del conflicto social del país ha sido la lucha por el acceso a la tierra1. Esto se ha manifestado con todo tipo de confrontaciones agrarias donde, como lo ha planteado Darío Fajardo, […] han estado asociados fenómenos como las usurpaciones frecuentemente violentas de tierras y territorios de campesinos e indígenas, apropiaciones indebidas de baldíos de la nación, imposiciones privadas de arrendamientos y otros cobros por el acceso a estas tierras, en no pocas ocasiones con el apoyo de agentes estatales, así como invasiones por parte de campesinos sin tierras o con poca disponibilidad de ellas, de predios constituidos de manera irregular2. Al mismo tiempo, Mario Arrubla plantearía que
1 El informe ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad del Centro Nacional de Memoria Histórica plantea que «la apropiación, el uso y la tenencia de la tierra han sido motores del origen y la perduración del conflicto armado». Bogotá: Presidencia de la República, 2013, 21. 2 Fajardo, Darío, “Estudio sobre los orígenes del conflicto social armado, razones de su persistencia y sus efectos más profundos en la sociedad colombiana”, en: Varios autores. Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia. Bogotá: Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, 2015, 3.
El problema agrario pareció entonces definirse por la existencia de la gran propiedad territorial explotada en forma ineficiente, con base en el trabajo de campesinos, aparceros y agregados, régimen que no solo comprometía a las tierras habilitadas sino las perspectivas de apertura de nuevas tierras por la colonización, sobre las cuales los terratenientes estaban listos a reivindicar la vigencia de sus títulos3 Por lo que, ha sido muy complejo adentrarse en un proceso real de reforma agraria, el cual distribuya o intente romper la antigua estructura latifundista de la tierra, pues los grandes terratenientes han utilizado todo tipo de prácticas para mantener la estructura clásica de sus propiedades. Esta confrontación agraria se ha presentado entre los adeptos de la concentración de la tierra, los cuales se han beneficiado de la legislación nacional para tener mayor propiedad rural; y los campesinos reclamantes de tierras que han clamado por una justa redistribución. Este artículo pretende mostrar cómo la normatividad sobre tierras y la institucionalidad del país han favorecido a cabalidad, únicamente, a los partidarios del mantenimiento de la concentración de la propiedad agraria en unas pocas manos, siendo esta una de las causas concomitantes para la aparición del largo conflicto social y armado que ha tenido que soportar la historia del país. Para esto, se observará el caso de las luchas agrarias en la región del Sumapaz, escenario histórico de lucha campesina por el acceso a la tierra. 3 Arrubla-Yepes, Mario. La agricultura en Colombia en el siglo XX. Bogotá: Colcultura, Biblioteca Básica Colombiana, 1976, 8.
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Primeras expresiones de la lucha por la tierra en el Siglo XX La colonización de la región del Sumapaz comienza en la segunda mitad del siglo XIX; esta región se encuentra localizada en la cordillera oriental, entre la depresión de La Uribe y la sabana de Bogotá4, convirtiéndose en el páramo más grande del mundo, al tener una extensión aproximada de alrededor 15.000 o 16.000 kilómetros cuadrados5. El sistema hacendatario fue el modelo de explotación agrícola establecido desde el principio de la colonización de la región y constituido por varias haciendas como la de Sumapaz alto, el Chocho, Doa y el Hato, donde era natural la explotación por parte de los hacendados a los arrendatarios6, generando, desde el principio, unos fuertes antagonismos entre campesinos y propietarios, donde se criticaba la propiedad latifundista de la región. Según Elsy Marulanda […] con el fin de tener mejor comprensión de la dimensión de la movilización campesina en el Sumapaz podemos ubicar tres focos subregionales de conflicto: 1. El Sector de Pandi, 2. El Sector de Pasca, 3. El Sector de Fusagasugá. En estas tres zonas, […] encontramos matices diferenciadoras en cuanto a su conformación como áreas productivas, más no en cuanto al carácter de la movilización campesina. Vale decir, en el
4 Marulanda-Álvarez, Elsy. Colonización y conflicto. Lecciones del Sumapaz. Bogotá: IEPRI-Tercer Mundo Editores, 1991, 35. 5 Marulanda-Álvarez, 1991, 36. 6 Lozano, Cristy. La templanza de un pueblo por tierra agua y libertad. En: Agencia Prensa Rural, septiembre de 2007 < http://prensarural.org/spip/spip.php?article1053>.
sector de Pandi, las haciendas generalmente se formaron a partir de la adulteración de linderos con las tierras baldías; en el sector de Pasca, se constituyeron sobre terrenos del antiguo resguardo indígena; y en Fusagasugá sobre tierras apropiadas desde la colonia. Estas diferencias no fueron obstáculo en la identificación de los intereses campesinos y su movilización7. Los trabajadores campesinos tenían una situación extrema de inestabilidad, la cual oscilaba entre llegar a convertirse definitivamente en propietarios de una parcela, ser reducidos a condición 13 de arrendatarios, o permanecer en el ejército de desposeídos8, quienes se enfrentaban a supuestos titulares de la tierra que estos ocupaban, de la cual, no tenían realmente título alguno, o lo tenían pero no sobre todo el espacio que reclamaban9. Eusebio Prada, viejo dirigente agrario y líder de la resistencia en el Sumapaz en la época de la Violencia cuenta que Por allá cerca del año 1908 empezó la colonización de tierras en el oriente del Tolima. Era la época del monopolio de los grandes latifundistas, quienes a su vez eran jefes políticos: las autoridades municipales estaban a su servicio. Entonces los campesinos se vieron en la brega de conquistar el derecho de trabajar y a tener tierra en propiedad.
7 Marulanda-Álvarez, 1991, 77. 8 Sánchez, Gonzalo. Las ligas campesinas en Colombia: auge y reflujo. Bogotá: Ediciones Tiempo Presente, 1977, 14. 9 Sánchez, Gonzalo, 1977.
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Es así como las apropiaciones de tierras y las colonizaciones en forma clandestina y revolucionarias se agudizaron, provocando enfrentamientos y hasta muertos. Mientras en la noche los colonos abrían trecho entre la selva, armaban ranchos y sembraban matas de plátano, café y caña, en el día los mayordomos, los caudillos y la policía arremetían contra ellos, derribando sus casas y acabando con sus sementeras10 Con lo que la pugna entre los bandos siempre estuvo mediada por una alta conflictividad, donde la violencia no podía estar ausente de los antagonismos y disputas por la tierra. Con la Ley 114 de 1922, el gobierno nacional autorizaría, por primera vez, la creación de colonias agrícolas directamente o por medio de empresas colonizadoras11; Ley que sería profundizada por medio del Decreto 1110 de 1928 como respuesta del gobierno de Abadía Méndez frente a los reclamos de los campesinos del Sumapaz, adoptando una política de colonización de baldíos, Decreto con el cual logró alinderar algunos baldíos entre los municipios de Cunday e Icononzo, terrenos sobre los cuales se constituiría la famosa Colonia Agrícola del Sumapaz12, lo cual generó una movilización para la toma de terrenos baldíos, muchas veces en zonas que ni siquiera estaban demarcados en la zona que constituyó dicho Decreto13. 10 Prada-Díaz, Eusebio. La vida que vivimos: historia campesia. Bogotá: Ediciones Aurora, 2008, 14-15. 11 Congreso de Colombia. Ley 114 de 1922. Sobre inmigración y colonias agrícolas. 1923 <https://www.cancilleria.gov.co/sites/default/files/Normograma/docs/ley_0114_1922.htm> 12 González-Arias, José Jairo & Marulanda-Álvarez, Elsy. Historias de frontera: Colonización y guerras en el Sumapaz. Bogotá: Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), 1990, 30. 13 «Para el año de 1930 la Colonia contaba con 68 colonos oficiales, 1.500 cultivadores y 1.800 habitantes.» González-Arias & Marulanda-Álvarez, 1990, 32.
Elsy Marulanda narra su organización así: La Colonia Agrícola de Sumapaz se organizó bajo la orientación del Partido Agrario Nacional y tenía como propósito inmediato resistir al lanzamiento de campesinos y la usurpación de los terrenos baldíos de la nación que habían sido apropiados por parte de los latifundistas. Celebraban permanentemente reuniones en distintos sitios con los delegados de los diversos lugares14, agitando la movilización campesina por toda la región en defensa de las tierras ocupadas que consideraban baldíos. Estas acciones crearon el desconcierto en las autoridades al ver recorrer permanentemente la región de Sumapaz por las “bandas de colonos”15. Con esto, el papel del Estado colombiano iba en dos vías, normativizar ciertas pautas para favorecer, en apariencia, al campesino frente a su necesidad de tierra; al mismo tiempo, utilizaba mecanismos de fuerza para evitar que los campesinos se hicieran de la tierra que cultivaban, por lo que la respuesta institucional frente a la demanda campesina siempre osciló entre una política de parcelaciones con indemnización a los
14 Juan de la Cruz Varela, uno de los líderes más importantes de lo que vendría a ser, posteriormente, la Sociedad Agrícola de la Colonia de Sumapaz, narraría de la siguiente manera las reuniones entre los colonos: «[…] las reuniones se hacían con mucha frecuencia para organizar la defensa, para organizar los trabajos en todo lo que se relacionaba con la protección de los compañeros para que no se los llevaran presos. Por ejemplo, se descubría que en algunas zonas había demandas directas contra determinada persona y cuando venía el lanzamiento no se presentaba esa persona sino otra con un documento firmado con otro colono. ». En: Londoño-Botero, Rocío. Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región del Sumapaz (1902-1984). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011, 196. 15 Marulanda-Álvarez, 1991, 93.
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terratenientes, y una fuerte represión al campesino movilizado16, donde la gran propiedad se mantenía casi incólume, bien sea parcelando los peores terrenos de las haciendas, o buscando estrategias para mantener las relaciones de explotación Con la llegada del liberalismo al poder, las constantes pugnas entre campesinos y hacendados prosiguieron. Rocío Londoño plantea que en la primera administración de la república liberal, a cargo del presidente Enrique Olaya Herrera, los conflictos en la zona del Sumapaz adquirieron unas características de rebelión campesina17, en donde se cuestionaría tanto el régimen laboral, como los títulos de propiedad de las haciendas18, teniendo como aliados políticos, para satisfacer sus demandas, al naciente Partido Comunista19, y más adelante a figuras tan importantes como el caudillo Jorge Eliecer Gaitán. En 1932, una comisión de la Cámara de representantes investigó una masacre cometida por el terrateniente Jenaro Torres Otero en la hacienda Paquiló, que se encontraba situada en los municipios de Pandi y San Bernardo, donde el Estado acudió a ayudar a los terratenientes. Frente a la organización campesina y su combatividad, la respuesta del Estado fue comprar la tierra que se encontraba en litigio, para luego parcelarla y vendérsela a los campesinos20, ejercicio que sería naturalizado, donde la represión al campesina-
16 Bejarano, Jesús. “El fin de la economía exportadora”. En: Biblioteca Básica Colombiana. La nueva Historia de Colombia. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1976, 722. 17 Londoño-Botero, 2011, 205. 18 Gilhodes, Pierre. Las luchas agrarias en Colombia. Bogotá: Libros de bolsillo de la Cattera, 1974, 35. 19 Ya en 1925, los peones de las haciendas del Sumapaz habían organizado huelgas para reclamar el derecho de plantar café en sus propias parcelas, algo que les habían prohibido los propietarios de la tierra. En la organización de dicha huelga, el Partido Socialista Revolucionario había sido un apoyo importante para las comunidades campesinas. Gilhodes, 1974, 33. 20 Sánchez, 1977, 15-16.
do y la parcelación de tierras se combinarían, manteniendo una estructura agraria tradicionalista21. Esta presión de los campesinos a favor de la parcelación llevaría a que el Estado se pensara una fórmula para evitar un empoderamiento mucho más claro de los campesinos, donde se mostrara un relativo acceso a la tierra por parte de los desposeídos, pero que, en el fondo, no cambiara la estructura de su tenencia a favor del gran latifundio. Es así como aparecería, como fórmula estratégica, la Ley 200, la ley de tierras de 1936, aprobada en el gobierno de Alfonso López Pumarejo; Ley que, en la práctica, mantuvo el poder económico, político y social del latifundio, invistiendo la propiedad 15 privada de una nueva legitimidad, mas no una democratización de la tenencia de la tierra22. El aparente cambio de ambiente y renovación que supuso en ascenso de López al poder, fue el mejor anzuelo para ponerle un freno a la movilización campesina, puesto que la revolución en marcha logró extinguir gradualmente el fuego de la intranquilidad agraria23, y así, lograr sujetar esta Ley a los intereses de los sectores más tradicionales del liberalismo, del conservatismo y del gran latifundio, aunque esto no significó que las organizaciones y las ligas campesinas frenaran su accionar completamente.
21 En todo momento, los hacendados contaron con la complicidad de las autoridades locales y de la guardia departamental para llevar a cabo lanzamientos arbitrarios y arrestar a numerosos campesinos. La respuesta del gobierno a los conflictos agrarios de esta región fue siempre oscilante entre la represión y la parcelación de tierras. Ejemplo de esta oscilación fue lo ocurrido con la hacienda Tolima, cerca de Ibagué: en 1934, después de un enfrentamiento sangriento, murieron 14 campesinos y 3 guardias civiles; en 1935, la hacienda fue comprada por la nación y parcelada entre los 400 arrendatarios. En: CINEP. “Política: Vocación de libertades”. En: Colombia. País de regiones, Tomo III. 1998 <http:// www.banrepcultural.org/blaavirtual/geografia/region3/a10.htm>. 22 Marulanda-Álvarez, 1991, 180. 23 Gilhodes, 1974, 40. Gilhodes plantearía que las luchas del campo decayeron para abrirle paso a las batallas oratorias del parlamento.
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El liberalismo lo entendió como un programa de parcelación de tierras ociosas sin golpear el régimen hacendatario. En realidad –plantearía Alfredo Molano–, la reforma permitía al latifundio retener mano de obra dispuesta al trabajo asalariado y, por eso, las parcelas distribuidas eran pequeñas. El Gobierno pagaba las tierras a los terratenientes y las vendía a los campesinos para asegurar la propiedad y la oferta de trabajo24, lo cual significaba un engaño a las aspiraciones de los campesinos de movilidad social y acceso a la tierra, y una forma legalista para el mantenimiento de las posesiones por parte de los grandes terratenientes. Antonio García plantearía claramente esa forma de investidura legal, utilizada en la reforma para el favorecimiento de la gran hacienda: La reforma agraria produjo una serie de literatura legal para demostrar que la propiedad tiene una función social que implica obligaciones fue solo un procedimiento táctico que dio capacidad a los terratenientes para librarse de sus aparceros y para registrar títulos que antes no tenían, Su aplicación significó la evicción de millares de aparceros, que habían sido realmente los creadores de las haciendas desarrollándolas desde la nada, y que recibieron en cambio solo un pago por las mejoras25.
La Ley fue transitando poco a poco de la esperanza a la desilusión, al ver los campesinos que el sueño por el acceso a la tierra no era real, desilusión que abonaría el terreno para que los campesinos tomaran vías de hecho mucho más claras y contundentes para obtener lo que se les había negado. En el primer cuatrenio del gobierno de López Pumarejo (1934-1938), aparece la Asociación Patriótica Económica Nacional (APEN) como respuesta de los grandes latifundistas a las reformas implementadas a la tenencia de la tierra y a la función social de la propiedad, quienes, junto a la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), serían los grandes opositores de que los campesinos accedieran a la tierra. Para ellos, la organización campesina representaba un reto al que se debería responder con cuadrillas a sueldo para contrarrestar las peonadas insurrectas que levantan el hierro contra el patrón, ebrias de vocablos que no comprenden26. La aparición de la APEN llevó a López a cambiar el enfoque en la solución del conflicto agrario para evitar que algunas de las clases tradicionales que lo apoyaban le terminaran quitando el respaldo27, por lo que, si bien se intentó dar solución a los conflictos agrarios más agudos a través de la parcelación, los grandes hacendados aseguraron sus grandes propiedades legitimando su propiedad. La Ley lograría sanear los títulos de propiedad de las haciendas, presionando a que los grandes te-
24 Molano continuaría con el relato: «Para Marco Palacios, la Ley de Tierras fue una mera ley de titulación de baldíos que abortó años después. Para Gaitán, una ley hecha de papel y cartulina.» Molano, Alfredo. “Fragmentos de la historia del conflicto armado”. En: Varios Autores. Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia, 2015, 9. 25 García-Nossa, Antonio. La democracia en la teoría y en la práctica. Bogotá: Editorial Argra, 1957, 33.
26 Molano, 2015, 6. Más adelante, Molano plantearía que «La función social de la propiedad fue entendida por los campesinos como su derecho a tierras no cultivadas, tuvieran o no título. Para los terratenientes ese derecho se tradujo, en muchas regiones, en una amenaza que se debía rechazar armando a sus peones. ». 9-10. 27 Machado, Absalón. Ensayos para la historia de la política de tierras en Colombia: de la colonia a la creación del Frente Nacional. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Económicas. Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), 2009, 207.
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rratenientes cultivaran en las tierras subutilizadas, para, así, poder aclarar sus títulos de propiedad. Se parcelarían muy pocas tierras, especialmente, en aquellos lugares donde los conflictos agrarios habían sido más agudos, siendo generalmente desventajosas para los campesinos, ya que la parcelación de los terrenos fue tan pequeña que sus propiedades fueron irrisorias, teniendo que emplearse como peones en las haciendas con el fin de poder conseguir lo indispensable para el sustento familiar28, manteniendo prácticamente las viejas estructuras de dominación existentes en el sector agrario que venían desde el siglo XIX. Las parcelaciones de tierras que se hicieron en Cundinamarca y parte del Tolima en los años de auge de la revolución en marcha fueron realmente pocas. De las 102 fincas que fueron parceladas hasta finales de 1937, 55 correspondían a Cundinamarca29, y tan solo 22 haciendas en el Tolima en 194030. Por otra parte, Catherine LeGrand señala las facilidades para que los hacendados pudieran mantener sus propiedades, solamente con mostrar un título que certificara el derecho de propiedad sobre la tierra en disputa: Al aceptar una vez más ventas, testamentos y documentos judiciales como prueba de propiedad, la Ley 200 confirió en la práctica legitimidad a las usurpaciones de baldíos efectuada en el siglo precedente. Pese al interés explícito del gobierno 28 Marulanda-Álvarez, 1991, 244-245. “[…] además quedaban empeñados durante muchos años a los bancos y sin posibilidades de lograr créditos, ayuda técnica, comercialización, etc.” 29 Bejarano, 1976, 724. 30 Sánchez, 1977, 54. Sánchez plantea que habría que distinguir entre las que se hicieron como resultado directo de la lucha campesina y las que se hicieron para realizar “una gran operación económica”.
para constituir parcelas familiares, la Ley rechazaba el propósito de desintegrar los latifundios, decisivo para llevar adelante una reforma agraria.31. Bajo este escenario, y dado que la Ley 200 de 1936 no cumplía con las expectativas generadas, los campesinos continuarían con su política de invasión de terrenos de las grandes haciendas, ya que la Ley favorecería, en últimas, a los grandes propietarios, al ser entregados los recursos legales para negar el carácter de baldío a todo terreno explotado económicamente carente de títulos32, siendo vista esta como una derrota del movimiento campesino, pues 17 los pleitos de titulación serían resueltos a favor de los hacendados33; esto, a mediano plazo, generaría un incremento de los conflictos, los cuales fueron materializados en agudas confrontaciones en el periodo posterior denominado la época de la Violencia. Absalón Machado resumiría esta fracasada Ley de tierras así: Lo que descalifica a la Ley 200 de 1936 como una reforma agraria, es que definitivamente no abocó el tema de la redistribución de la propiedad de la tierra, ni la disminución de la original distribución de la misma. Es decir, no afectó el poder de la clase terrateniente ni motivó o instrumentó procesos de ascenso social, ni la incorporación del campesinado a un proceso de transformación nacional que
31 LeGrand, Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1988, 204. 32 Marulanda-Álvarez, 1991, 187. 33 Londoño-Botero, 2011, 307.
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significaran una reestructuración del poder en la sociedad colombiana, hasta entonces fundamentado en la propiedad de la tierra como principal activo generador de riqueza en una sociedad atrasada34. A esto hay que sumarle la pausa decretada por el presidente Eduardo Santos en su cuatrienio (19381942), y la aprobación de la Ley 100 de 1944, la cual se convirtió en una verdadera contrarreforma agraria que dictaminó la declaratoria de utilidad pública de los contratos de aparcería y similares, la extensión a quince años del término de la prescripción extintiva de dominio a que se refiere el artículo 6o de la Ley 200 de 1936 y aspectos relacionados con la política de parcelaciones35, lo cual acabaría de sumir en el fracaso cualquier tipo de intento de brindar condiciones reales a los campesinos para acceder a la tierra.
De las luchas agrarias a la época de la violencia
La experiencia organizativa de los campesinos, tanto en lo político como en lo social, en las décadas de los veinte y treinta, ayudaron a impulsar la resistencia contra los campesinos al momento de iniciar la época de la Violencia, violencia que había comenzado desde la caída de López Pumarejo en 1945, pero que se agudizaría tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Los asesinatos a campesinos y dirigentes agrarios se convirtieron en un común denominador en los primeros años del régimen conservador de Mariano 34 Machado, 2009, 194. 35 Machado, 2009, 232.
Ospina Pérez (1946-1950). En el caso del Sumapaz, los asesinatos cometidos a personas reconocidas por la comunidad36 sirvieron de detonante para la organización de autodefensa campesina, sumergiendo a esta región del Sumapaz en una de las etapas más duras de resistencia civil. Según Cristy Lozano […] ante esta persecución y exterminio, la población se vio obligada a decidir si debía continuar resistiendo o si se desplazaba con sus familias hacia las montañas del Meta y Huila perdiendo todo en su éxodo. La gente que permaneció enfrentó a una de las más fuertes arremetidas del gobierno y sus chulavitas; la gente que quedó al mando de Juan de la Cruz Varela se fue rumbo a las montañas a organizar una resistencia campesina, con un apoyo de masa fuerte e incorporación a sus filas de jóvenes y adultos.37 Frente a esta situación, los campesinos de la zona encontraron un respaldo de parte de los dirigentes del Partido Comunista. La respuesta del Partido frente a la persecución política y la profundización de la violencia agraria sería la táctica de “Autodefensa de masas”, la cual sería suscrita el 22 de octubre de 1949; en donde se continuaría con la estimulación de toma de tierras, y se haría 36 «Estando en la organización de la resistencia, el joven Eliecer Taútiva, hermano de Carlos Julio, estimulado en la lucha por su padre Carlos Julio Taútiva, convencido luchador contra los Pardo Roche, es detenido por “chusmero” y llevado a la concepción ante el corregidor Camacho; es terriblemente torturado, le quitan la piel de las manos y las yemas de los dedos por el delito de tocar tiple; también le quitan la piel de la planta de los pies, lo llevan para Cabrera en el río Sumapaz, en el sitio peñas blancas, lo siguen torturando, lo castran, le rompen las piernas le amarran una pierna al cuello y lo lanzan a las turbulentas aguas del río». Lozano, 2007. 37 Lozano, 2007.
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una defensa de la vida, de la comunidad y de las tierras. La “Autodefensa de masas” sería ratificada en el XIV pleno del PC, realizado en 1951, en donde se describieron a los campesinos organizados en los primeros grupos guerrilleros como verdaderos «héroes de la lucha popular»38. Tanto en la zona del Sumapaz, como en el sur del Tolima, la autodefensa campesina comenzó a organizarse, siendo los campesinos que habían luchado por la tierra quienes, ahora, se convertirían en los líderes de la resistencia armada. En el sur del Tolima se organizaron grupos de autodefensa, en donde aparecerían las figuras de Isauro Yosa “El mayor Lister”, y de Pedro Antonio Marín –futuro comandante de las FARC, bajo el seudónimo de Manuel Marulanda Vélez– como los líderes que comandarían tanto el liderazgo político como el militar en la zona39. En el caso del Sumapaz, los campesinos organizaron la resistencia bajo el liderazgo de núcleos familiares frente a la violencia que los chulavitas comenzaron a ejercer en la zona. En Villarrica se organizó el comando de Guanacas, al mando de los hermanos Naranjo; los hermanos Mora y los Jiménez estarían al mando del comando de El Roble; y, en Icononzo, se reorganizaría la resistencia agraria en cabeza de los hermanos Cuellar, y de la figura imponente de Juan de la Cruz Varela40. Estos nuevos liderazgos que se organizaban desde lo militar, eran el resultado de la imposibilidad de poder obtener, desde la lucha política y social,
38 Aguilera Peña, Mario. Actores armados y población civil. Las FARC: La guerrilla campesina, 1949-2010. ¿Ideas circulares en un mundo cambiante? Bogotá: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), Corporación Nuevo Arco Iris (CNAI), 2010, 30. 39 Alape, Arturo. Las vidas de Pedro Antonio Marín. Manuel Marulanda Vélez “Tirofijo”. Bogotá: Editorial Planeta, 1989, 142-143. 40 Marulanda-Álvarez, 1991, 250.
sus sueños y aspiraciones. A pesar de haber estado liderando procesos sociales y comunitarios en la lucha por la tierra, los campesinos no tuvieron otro camino que el de la resistencia armada frente a la persecución oficial que comenzaba en la región41. Las mismas leyes que debían favorecer al campesinado, resultaron siendo las que afianzaron al hacendado en la tenencia de la tierra, y a los campesinos una desilusión de tener acceso a la propiedad de la tierra, agudizando los conflictos por la tierra en vez de solucionarlos. Esto llevaría a que el actual conflicto armado, tan complejo desde la misma comprensión de sus escenarios de lucha y sus actores, perdure hasta el 19 día de hoy. Como plantea Alfredo Molano: «la Ley 200 es el eje alrededor del cual girarían desde entonces los conflictos agrarios sobre los que echaría raíces la lucha armada»42, pues al no superar los altísimos niveles de desigualdad en la tenencia de la tierra, y no proveer escenarios legales que faciliten el acceso a esta, han llevado a que los campesinos continúen luchando por el sueño de la reforma agraria, así sea a través del ejercicio de las armas.
41 La revancha terrateniente, como sería conocida la arremetida militar de los grandes hacendados, pondría la defensa de la vida y la supervivencia como un nuevo ingrediente en la lucha campesina a partir de finales de los años cuarenta. 42 Molano, 2015, 9.
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Fuentes Secundarias Libros Aguilera-Peña, Mario. Actores armados y población civil. Las FARC: La guerrilla campesina, 1949-2010. ¿Ideas circulares en un mundo cambiante? Bogotá: Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), Corporación Nuevo Arco Iris (CNAI), 2010. Alape, Arturo. Las vidas de Pedro Antonio Marín. Manuel Marulanda Vélez “Tirofijo”. Bogotá: Editorial Planeta, 1989. Arrubla-Yepes, Mario. La agricultura en Colombia en el siglo XX. Bogotá: Colcultura, Biblioteca Básica Colombiana, 1976. Bejarano, Jesús. “El fin de la economía exportadora”. En: Biblioteca Básica Colombiana. La nueva Historia de Colombia. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1976. García-Nossa, Antonio. La democracia en la teoría y en la práctica. Bogotá: Editorial Argra, 1957. Gilhodes, Pierre. Las luchas agrarias en Colombia. Bogotá: Libros de bolsillo de la Cattera, 1974. LeGrand, Catherine. Colonización y protesta campesina en Colombia: 1850–1950. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1988. Londoño-Botero, Rocío. Juan de la Cruz Varela. Sociedad y política en la región del Sumapaz (1902-1984). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011. Machado, Absalón. Ensayos para la historia de la política de tierras en Colombia: de la colonia a la creación del Frente Nacional. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Económicas. Centro de Investigaciones para el Desarrollo, CID, 2009. Marulanda-Álvarez, Elsy. Colonización y conflicto. Las lecciones del Sumapaz. Bogotá: IEPRI-Tercer Mundo Editores, 1991. Sánchez, Gonzalo. Las ligas campesinas en Colombia: auge y reflujo. Bogotá: Ediciones Tiempo Presente, 1977.
Artículos González-Arias, José Jairo & Marulanda-Álvarez, Elsy. Historias de frontera: Colonización y guerras en el Sumapaz. Bogotá: Centro de investigación y Educación Popular (CINEP), 1990.
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ENTREVISTA CON MARC FERRO: GUERRA E IMÁGENES DE GUERRA ANNA-CLAUDE AMBROISE-RENDU E ISABELLE VEYRATMASSON1 Introducción
E
l cine es una de las producciones culturales más populares de la segunda mitad del siglo XX. Como producto cultural, ha sido afectado por contextos políticos, económicos y sociales. Debido a eso, las perspectivas actuales de la historia lo han convertido en una fuente de estudio para el análisis de los historiadores. Marc Ferro, considerado uno de los pioneros en estudiar la relación entre cine e historia, nos acerca, en la siguiente entrevista, a varios ejes en el estudio del cine. En esta entrevista, se hará un cercamiento a varios ejes del estudio del cine.
Samuel León Iglesias Traductor de la entrevista Estudiante de Historia Universidad Nacional de Colombia Integrante de Red distrital de Estudiantes de Historia red.distrital.dehistoria@gmail.com
Ferro es un reputado historiador francés, director de Estudios en Ciencias Sociales en la Éerro des hautes édes h en sciences sociales y co-director de la revista Annales. Sus investigaciones se centran en la historia europea de principios del siglo XX y su interés en el séptimo arte le ha llevado a crear importantes producciones cinematográficas, como Treinta años de historia, Lenin por Lenin y series de televisión como Historia Paralela. A la par, Ferro ha desarrollado un acercamiento pionero, en principio fragmentado, a la relación entre cine e historia, que se consolidaría con la publicación de dos libros: Cina p et histoire en 1973 y Le CinCin, une vision de l'histoire en 2003.
1 El título original de esta entrevista es: “Entretien avec Marc Ferro: guerre et images de guerre” y fue publicado, inicialmente, en: Le Temps des médias. Vol. 1, No. 4, 2005, 239-251. DOI 10.3917/tdm.004.0239.
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Banco de Imรกgenes
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En la entrevista realizada por Anna-Claude Ambroise-Rendu e Isabelle Veyrat-Masson, el historiador francés defenderá cuatro ideas principales: 1. La historia que se cuenta en el cine no es la misma que la de los libros. El cine es capaz de lograr reacciones en los espectadores que la historia escrita no puede. Por ejemplo, el cine es capaz de mostrar mejor la guerra de los soldados, o de la gente común; mientras que la historia escrita ofrece una mejor oportunidad para comprender mejor de relaciones internacionales. 2. En realidad, todos los tipos de filmes dicen muchas verdades y muchas mentiras, lo importante es saber seleccionar lo que se ve en él. 3. El interés que suscita lo audiovisual en el séptimo arte no está en estudiar el cine por el cine, sino el cine en sociedad, en la que lo produce y lo consume. 4. Todo filme tiene valor histórico. Él nos abre múltiples posibilidades: el cine sirve para entender mejor el pasado y el cine sirve para hacer más inteligible el pasado a la gente común. Según él, un acercamiento idóneo al cine como fuente debe aplicar los distintos métodos de análisis de las ciencias humanas: […] a cada sustancia de la película (imágenes, imágenes sonoras, imágenes sonorizadas), a las relaciones entre los componentes de dichas substancias; analizar por igual en la película, el retrato, el decorado, la escritura, las relaciones de la película con lo que no es película: el autor, la
producción, el público, la crítica, el régimen. Tal vez así no solo entendamos la obra, sino también la realidad que lo expone.
Los historiadores, testigos de la guerra ¿Cómo, según su opinión, los historiadores dieron testimonio de la situación de guerra? Los historiadores que habían participado en la guerra se arriesgaban a ser considerados sospechosos cuando se referían a ella. A excepción de mi maestro Pierre Renouvin quien, primero que todos, participó en la guerra de 1914-1918 y no dejó de escribir sobre el tema. Sin embargo, en sus escritos sobre esta guerra, no se concentró en él, ni en los soldados, ni en otros sino en las relaciones internacionales, en las causas de la guerra y en las consideraciones que no se cruzaban con su experiencia vivida. Es, por otra parte, la segunda razón que me hizo hablar de la Primera Guerra Mundial, siendo la primera mi descubrimiento de las noticias con ocasión de la realización de una emisión para la televisión, Treinta años de historia2 en 1964. Cuando se le propuso, en 1963, a Pierre Renouvin hacer (con Henri Michel) una película sobre la Primera Guerra Mundial, él se negó. Él, el historiador que trabajaba en los archivos, consideraba que las imágenes no eran dignas de su trabajo. Me pidió reemplazarlo. No obstante, asistió a la proyección de la película. Al final, vino hacia mí, muy conmovido y casi me besó, porque viendo los tanques, volvió 2 Treinta años de historia es documental basado en archivos, realizado por Pierre Samson, con ocasión de la conmemoración de la Segunda Guerra Mundial (1964). Autores: Pierre Renouvin y Pierre Michele. Primera Cadena.
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a encontrarse en el Camino de las Damas en 1917, cuando perdió un brazo. Debo decir que cuando los historiadores –entre 1964 y 1968– veían mis emisiones sobre la guerra, se comportaban como niños, felices de reconocer a los personajes de las películas: “¡Oh Clemenceau! ¡Oh Poincaré!”. Ahora bien, no solo estas imágenes nos habían mostrado otra cara de la guerra diferente a las de los libros; también, nos mostraron que aquello que yo había visto no había sido tratado por Renouvin ni por otros. Ciertos historiadores que habían participado en la guerra, como Jacques Meyer o André Ducasse trataron, lo que se puede llamar, la historia «vista desde abajo»3. Los primeros, habían evocado los recuerdos de soldados, los sufrimientos, sus dramas, sus amarguras… Pero este tipo de memorización de la guerra realizada por los que la vivieron y que luego se hicieron historiadores (diferentes a los historiadores universitarios) me irritaba. Debo decir que, durante el período entre las dos guerras mundiales, cuando era pequeño, los excombatientes con su resistencia perpetua me resultaban molestos. No soportaba esos "tipos" que iban repitiendo: "Yo, Señores, participé en la guerra". Para mí, había dos polos negativos: Por un lado, una visión diplomática demasiado separada de la guerra y, por otro, una visión de los "excombatientes", que me parecía insoportable. Es por eso que jamás hablé de Vercors4 (salvo después de 50 años).
3 La historia "vista desde abajo" es opuesta a la historia de los "hombres de bronce". No se fija en los grandes hombres a los que, comúnmente, se atribuye el manejo de las decisiones que cambian la historia; se encarga del estudio de los hombres y las mujeres que forman parte de los estratos sociales bajos y los observa en grupo, como seres humanos que son igual o más relevantes en la construcción de la historia. 4 Región francesa destacada por la victoria alemana y de la milicia francesa ante los aliados y la resistencia francesa en 1944. En esa victoria del Eje, fueron capturados 3.000 partisanos franceses.
Cuando uno de mis profesores me aconsejó hacer mi tesis universitaria sobre Vercors me negué en seguida. Primero, porque vi allí una trampa política: podían acusarme de utilizar mi experiencia en la guerra para solicitar y obtener títulos universitarios. Odiaba por demás, a algunos que utilizaron su pasado como miembros de la Resistencia francesa para entrar en la Escuela Normal, por ejemplo, o para acceder a la agregación sobre una lista separada. ¡Por ello, para mí, el tema resultaba tabú! ¡Por ningún motivo hablaría de Vercors! Sin embargo, sabía sobre ello más que la inmensa mayoría, ya que había sido el secretario del coronel que comandaba el sector. Allí yo era telefonista: seguía todo, 25 transmitía las órdenes, contra órdenes e informaciones. Hay poca gente que sabe tanto sobre Vercors como yo.
Es una lástima no haber escrito sobre ello… No, no es una lástima. Había dos leyendas sobre Vercors: una positiva que no quería deteriorar y una negativa en la cual no quería trabajar. Por un lado, porque no tenía los medios instrumentales para volver sobre ello. Por otro lado, porque había todo un trabajo de denegación que era un replanteamiento de la Resistencia. Mientras que, de hecho, ni los combatientes de Vercors, ni sus dirigentes tenían nada que reprocharse. La crítica de la visión oficial habría sido percibida como un mensaje contra la Resistencia. ¿Acaso, para usted, hablar de Vercors era, en ese entonces, un trabajo de historiador? No, pensaba, como todo el mundo en esa época, que hacía falta una distancia en el tiempo, en la realidad. Hacía falta un acceso a los archivos; certe-
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zas elementales en las cuales ya no sigo creyendo. Pero en ese momento, no pensaba que se pudiese hacer historia del tiempo presente. Sin embargo, no era la razón principal. Veía la trampa. Con respecto a Argelia, resulta ser lo mismo. No viví su guerra pero sí sus fuentes. En esa época, formaba parte de liberales de Orania. No obstante, en este caso, mi negación a realizar una intervención pública se debía a razones de seguridad. Era muy peligroso dar nombres. Además, guardaba cierta amargura como liberal. Los liberales han sido engañados: por los colonialistas de un lado y por el Frente de Liberación Nacional5 (FLN) del otro. Todo esto hizo que no me sintiera motivado a hablar de mis experiencias. Ahora, he puesto las cartas sobre la mesa en mi último libro y en el próximo. No quise, hasta ahora, permitir que mi experiencia vivida interfiriera con mi trabajo de historiador. Y, sin embargo, no hay ningún rastro de duda de que ha sido esta experiencia la que ha dirigido mi trabajo como historiador. Fue en Argelia donde me enteré de todo sobre el comunismo, sobre el Islam, sobre el colonialismo, sobre la República, sobre la vida política… Fue mi práctica en el país argelino lo que me hizo un buen conocedor de la Unión Soviética. De este modo, me interesé por la URSS ya que, también, vi a los comunistas cometiendo errores en Argelia (yo no era la excepción, por supuesto). No era comunista, ni anticomunista sino que pensaba que los problemas en la URSS tenían mucha relación con lo que había visto en territorio argelino. Eso fue lo que le expliqué a Ruth Fisher, la heredera de Rosa Luxemburgo, quien se había sentido "conmovida" por mis 5 El FLN es un partido político de Argelia, el cual lideró la independencia de ese país en 1962, después de años de ser colonia francesa.
explicaciones en el curso de un seminario en el cual yo había entrado por casualidad. Así es como pasé al estudio del mundo ruso en 1961. Todo lo que había aprendido sobre Vercors y sobre Argelia me sirvió de herramienta para abordar Rusia. En cambio, me negué a transformar mi conocimiento directo de la guerra en proyecto histórico o incluso en libro.
¿Qué piensa usted de la actitud de otros historiadores frente a su experiencia sobre la guerra? Piensa en hombres como Marc Bloch, G irardet o Vidal-Naquet… Marc Bloch escribió un libro en caliente: La extraña derrota6, donde hace una crítica al ejército, a las instituciones y a la sociedad francesa. Da cuenta de las causas de la derrota. Luego, se convirtió en resistente. Su conocimiento como testigo lo hizo un activista. Él no hizo un libro para la historia. ¿Es, a pesar de todo, un libro de historiador? Sí, es un libro de historiador. Plantea cuestiones que los testigos no llegan a formular. Empero, La extraña derrota no comparte la misma naturaleza que sus otros libros. Girardet, es diferente. Él fue un militante próximo al OAS e hizo una película sobre la Segunda Guerra Mundial de renombre. Lo conocí a través de Renouvin y nos entendimos muy bien, a pesar de nuestras divergencias políticas, ya que nos habíamos enlistado en la guerra de Argelia en una época donde la gente no comprendía nada de la situación. Pero cabe precisar que no escribió nada sobre el tema.
6 Bloch, March. La extraña derrota: testimonio escrito en 1940. Barcelona: Crítica, 2009.
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Pierre Vidal-Naquet es un defensor de los derechos de la República. Estigmatiza las ofensas a la moral de la República. Trevor-Roper, en Gran Bretaña, forma parte de esos historiadores que tuvieron un papel importante durante la guerra. Hacía parte del servicio de contraespionaje. Hizo uso, luego, de su experiencia durante la guerra para escribir sus libros. Uno de ellos causó escándalo en los años 60, porque allí explicaba que el tratado de Versalles tuvo cierta responsabilidad en el estallido de la guerra. Tenía, en tanto que testigo, el recuerdo del interés de Hitler por Inglaterra. Pero este tipo de consideraciones no eran aceptables en ese entonces. El mejor historiador de la independencia argelina es un combatiente: Mohammed Harbi. Vivió la experiencia más pura. Comenzó la lucha a la edad de 18 años, pasó por el FLN, la Federación de Francia, se opuso a la "FLNización" de la resistencia. Fue oficial y finalmente fue dado de baja. Sin embargo, él sí se ocupó de los archivos. Escribió una historia de la guerra de Argelia. Es quien más "capitalizó” todo lo que hizo como militante en una obra histórica.
Estos historiadores combatientes o militantes no intervinieron mediáticamente durante los acontecimientos. ¿Hizo falta el final de la guerra para que intervinieran públicamente a través de libros, artículos o películas? ¿Una necesidad de retroceso? No sé si fue una necesidad de retroceso. El caso es que el historiador ha sido confundido durante mucho tiempo con aquellos que gobiernan las naciones. No son testimonios lo que propone, son análisis. Teme al producir testimonios poner en tela de juicio su identidad. No como los comunis-
tas quienes intervinieron ellos mismos, durante los acontecimientos. No obstante, ¿Hacían historia? Según ellos sí, porque encarnan la historia. Pero, ¿Para nosotros? No lo creo.
El historiador y los noticieros cinematográficos
¿Podría hablarnos de su experiencia en la utilización de archivos filmados de guerra? Cuando Renouvin me pidió que realizara Treinta años de historia, no sabía nada sobre la imagen. Pero tan pronto como empecé a registrar en los 27 fondos de archivo, me interesé al instante: “¡Aquello no era lo que estaba en los libros! Era otra historia”, me dije a mí mismo. La primera vez que lo descubrí, fue sobre la intervención de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Había leído la historia del telégrafo Zimmerman y conocía bien los intercambios de cartas agresivas entre Alemania y los Estados Unidos. Pero mirando las imágenes de archivo, descubrí gente muy elegante: alemanes y estadounidenses que se acogían de manera muy amistosa. Esta es otra guerra. La de los diplomáticos no es la misma que la de los soldados. La segunda experiencia, es el regreso de las tropas alemanas aclamadas como tropas victoriosas. Estas imágenes testimonian el modo por el cual los alemanes se enteraron del fin de la guerra y su cólera cuando descubrieron las condiciones del armisticio. Renouvin era entusiasta. A partir de ese momento, verdaderamente me interesé por las imágenes. Fue mucho después que otros historiadores comprendieron la importancia de ellas.
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Quisiera hablarle de mi emisión Lenin por Lenin7. Es importante desde un punto de vista teórico. El director Pierre Sansón contaba mucho conmigo. Para hacer esta emisión, no queríamos adoptar el punto de vista de Lenin, ni el punto de vista anticomunista. Pensé, entonces, en comenzar por orden alfabético: M: Lenin y las mujeres, R: Lenin y la Revolución. Pero esto no estaba funcionando en absoluto. Entonces pensamos utilizar los textos de Lenin a manera de guías. Era algo completamente nuevo porque el centro no era el comentario del historiador o del director. Teníamos pocas imágenes de Lenin, pero nuestra manera de trabajar eliminaba este problema: Lenin estaba presente todo el tiempo gracias a sus textos.
Historia paralela, es lo contrario en definitiva. Se escogen primero las imágenes que se comentan después. Antes de Historia paralela, hubo otro proyecto que dio lugar a un solo número sobre Armenia. Louisette Neil, antigua miembro del INA, trabajaba en La Sept, y quería darle valor a los acontecimientos y documentos de archivo con el fin de realizar una emisión histórica. Entonces, hizo venir a un cierto número de colegas y, sin decirlo, les pidió improvisar un comentario delante de imágenes. Fue a mí a quien escogió para esta serie. Improvisé un comentario sobre imágenes de Armenia. La emisión se llamó: "Memorias de Armenia", la cual tuvo un éxito relativo: el 3 % de audiencia en pleno verano y una fuerte movilización de armenios y turcos. Había encontrado, en segundo plano del segundo episodio sobre la guerra de 1914, perteneciente a 7 Ferro, Marc & Anjubault, Jacques. Lénine par Lénine. En: Documental sobre Rusia y Lenin al inicio del siglo XX. 1970.
Treinta años de Historia, imágenes de armenios masacrados que no había visto cuando hice la película sobre la Gran Guerra. Fue entonces, al trabajar en estos documentos producidos por los ingleses que filmaban a las tropas rusas, que me di cuenta de que esas personas masacradas eran armenias. Los únicos documentos de los armenios provenían, pues, de Treinta años de Historia; lo que, en su momento, no había notado en absoluto. Así es como a Louisette se le ocurrió la idea de Historia Paralela8, que consistía, sobre todo, en mezclar dos propagandas: documentos franceses y documentos alemanes de la guerra de 1940 que yo debía comentar en compañía de un alemán. Él comentaba los documentos franceses y yo los documentos alemanes, para luego discutir al respecto. Pero desde mayo, no había más documentos franceses a causa de la derrota de los ejércitos franceses. Los programadores –que ignoran la Historia– creían que los documentos existían hasta el 18 de junio, o hasta el armisticio. Tuve entonces la idea de recurrir a los documentos ingleses. Así, continuamos la emisión confrontando las películas inglesas y alemanas, para, luego, seguir con las inglesas e italianas, e inglesas y rusas. Esto duró 5 años… Cada semana había que encontrar la pareja perfecta. Primero, porque los alemanes, ingleses, rusos, italianos y japoneses no rodaban la misma cosa. Por tal razón, había que tener una información tan completa como fuera posible; luego, leer los documentos descriptivos de los acontecimientos del mundo entero para señalar el acontecimien-
8 Programa sobre distintos temas históricos presentado por Marc Ferro para la audiencia francesa. Un fragmento de las ediciones puede ser visto en: <https://www.youtube.com/ watch?v=06Ss9ydsFSk>.
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to más importante. Por ejemplo, cuando en Estados Unidos los checos ejecutaron al jefe de la Gestapo, Heydrich, mi investigación me permitió ver que dos semanas después, se rendía homenaje a los checos en Norteamérica, algo que jamás se había hecho antes. Había pues que mostrar las noticias norteamericanas que hacían referencia al asesinato de Heydrich cometido por los héroes checos. El viaje de Tito, en Europa oriental, es también muy interesante: los búlgaros no lo filmaron igual que los rumanos. Los unos están próximos de Moscú y lo muestran apenas, los otros, más distantes, lo muestran más.
¿Se trataba de análisis de imágenes? Sí, al principio hubo unas pausas sobre la imagen. Pero me resultó siempre una especie de mistificación. Muy rápidamente comprendí que lo que importaba no era el detenerse sobre la imagen, la imagen fija, sino más bien el movimiento de las mismas. Detenerse sobre la imagen era una idea, pero nada más. La experiencia realizada por Pierre Sorlin9, con su libro sobre Octubre, me convenció de la ineficacia de ese método. Mi "amigo - en imágenes", Sorlin, descompuso la película en planos fijos; sin embargo, así ya no resultaba ser Octubre. Por ende, comprendí que la pausa sobre la imagen no era la solución, excepto para percibir detalles con-
9 Pierre Sorlin (1933) es director del Departamento de Medios Audiovisuales de la Universidad de Bolonia. Ha sido profesor de Oxford, de la Universidad de Nueva York y catedrático de Sociología del cine en la Sorbonne Nouvelle (París VIII). Ha escrito libros como: La sociología del cine: la apertura para la historia de mañana. México: Editorial Fondo de Cultura Económica, 1992 y The film in history: restaging the past. Nueva York: Barnes and Noble Books, 1980. En este caso, el profesor Marc Ferro se refiere al libro de Ropars, Marie-Claire & Sorlin, Pierre. Octobre: ecriture et ideologie. París: Albatros, 1976.
cretos: alguien en el segundo plano que no se distingue bien, por ejemplo, pero solo se trata de una anécdota, de ningún de un análisis cinematográfico. Al principio, detenía la imagen porque el espectador se lo esperaba, pero eso era, desde mi punto de vista, bastante demagógico. Preferí, más bien, mostrar la película, señalar algo para atraer la atención del espectador, y, luego, volverla a transmitir para, en movimiento, apuntar hacia el detalle que había que ver.
¿Después de todos estos años de Historia paralela, cuál fue la aportación de esta emisión? Antes que nada, es la única emisión que ha reu- 29 nido de 100 a 150 historiadores, quienes pudieron expresarse, valorizando, así, a la Historia y a los historiadores. Luego, la emisión evidentemente le permitió a la gente ver las noticias del mundo entero. Ayer, recordando una cincuentena de cartas que recibí sobre este tema, una señora me detuvo y me dijo 8 o 10 años después: “la crítica que usted hacía de los eventos, me transformó en una persona inteligente”. Ella le informó a la gente que esto aportaba una enseñanza, una información de las imágenes, que había que aprender a leerlas. Para mí, la emisión fue una incitación extraordinaria al trabajo y a la lectura: leí libros de todos los países del mundo, efectué una búsqueda increíblemente estimulante sin rastro de censura ni limitación. También aprendí que el cine de ficción era diez veces más verdadero, algunas veces, pero, a veces, también diez veces más falso que la realidad. Antes, creía que era diez veces más verdadero, ahora, creo también que es diez veces más falso.
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¿Qué puede decir, usted que lo ha visto todo, de la manera en la que la Segunda G uerra Mundial fue filmada en todos los países? ¿Y, existe una diferencia en la manera en la que las guerras contemporáneas son filmadas? Lo más chocante, es que uno no ve a la gente morir, excepto a los japoneses. No por voyerismo, sino porque no censuran. Otros países jamás muestran la guerra, salvo por equivocación. Por lo demás, en Irak vemos a muy poca gente morir. ¿Será que eso responde al hecho de que estamos en el lugar equivocado para ver morir a la gente? Siempre es más fácil rodar a personas muertas que moribundas. ¿Será que ello responde a una censura? No lo creo, la necesidad de audiencia es tal que, entre más horribles sean las imágenes, más son mostradas. Por otra parte, cuando los civiles están muriendo no vacilamos; sueño, evidentemente, con los niños que mueren en México durante los desastres naturales, y que son filmados y mostrados en exceso. Pienso que esta ausencia tiene, más bien, que ver con limitaciones técnicas vinculadas a la rapidez y al riesgo de las operaciones de guerra, al coste que supone la multiplicación de las cámaras que permite registrarlo todo. Tenemos pues, forzosamente, solo una visión parcial de las cosas. Está también el hecho de que la guerra nos abastece de películas más o menos elaboradas: los alemanes son muy superiores a otros porque hacen de cada tema de actualidad una película. No solo la música está sincronizada, con un principio y un fin, sino que, además, existe un guión, aun cuando el tema corresponde a la reparación de un puente de ferrocarril. Allí, donde los ingleses o los franceses muestran a obreros que trabajan en la reparación, ellos hacen una verdadera película con tensión dramática, crescendo, paroxismo, apaciguamiento. En suma, hacen cine con la actualidad.
La gente, por otra parte, está fascinada por los noticieros alemanes. Hago, actualmente, una emisión para I Télé, sobre la Liberación de Francia, diez minutos cada mes o cada semana según los períodos. Los productores y los espectadores piden noticieros alemanes, porque corresponde a la información transcrita como ficción. Esta calidad se debe, evidentemente, a los medios de los que disponían los noticieros alemanes, que tenían 10 o 15 veces más metraje y, por ende, podían hacer un montaje refinado. Retratando lo ocurrido en 1944, la película Visita a una fábrica de muñecas10 (1955) muestra a obreras que hacen muñecas. Progresivamente, una cabeza de muñeca se transforma en obrera por un tipo de fundido y el montón de muñecas se transforma, a su vez, en un montón de obreras en el trabajo dentro de las fábricas alemanas. Eso es cine y es allí donde se ve la gran superioridad de los noticieros alemanes. Los alemanes fueron, también, por mucho, los mejores comentadores de guerra, aún si mentían diez veces más que los otros. Cada tema tenía un sentido político, mientras que las películas americanas, inglesas, italianas y japonesas informaban de manera anónima, siendo destinadas a cualquiera.
¿Usted considera que los noticieros cinematográficos realizados durante la guerra son películas de guerra? Muchas, en todo caso, corresponden a la guerra y, en Alemania, esta focalización responde a las instrucciones de Hitler. Goebbels, contrariamente a lo que se cree, no deseaba mostrar la guerra, juzgaba
10 En el original, Marc Ferro se refiere a la película Visite dans une usine de poupées, basada en la novela de Ka-Tzetnik 135633, traducida en inglés como House of Dolls y con más de 5 millones de copias vendidas en su edición de 1982.
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que hacía falta que el público, bastante preocupado y cuidadoso como lo era, se divirtiera. Pues hasta las noticias eran entretenidas. En los primeros años, entre 1939-1940, los noticieros proponían un tema pequeño en forma de sketch, en el cual se ponía en tela de juicio diferentes actividades, la gente que trabajaba en el mercado negro, por ejemplo. Goebbels reporta en sus Memorias la cólera de Hitler que dice: “¡Yo quiero imágenes de guerreros, de gente que muere y que asesina!”. A lo cual, Goebbels respondió que el mismo carácter de la guerra falsa en esos meses de octubre y noviembre y prohibía precisamente imágenes del tipo: como no pasaba nada en Francia… Al final de la guerra, cuando la suerte de las armas se volvió verdaderamente desfavorable para los alemanes, Goebbels volvió a las escenas de sociedad: amazonas de paseo, payasos en el circo, escenas divertidas para divertir a los soldados; todo esto en medio de las escenas de guerra. Sin embargo, Alemania fue el único país en el cual se dieron y siguieron instrucciones concretas correspondientes a las noticias filmadas.
Usted dijo, a propósito de la televisión, que la imagen histórica allí emitida era omnipresente. ¿En qué medida esto resulta verdad para el cine? ¿Podríamos decir que la guerra es la principal imagen histórica que se encuentra en el cine? Dije que la imagen histórica resultaba omnipresente para la televisión, precisando que esto se debía al hecho de que el mismo concepto de historia se había ampliado. Hace 40 años, la Historia, para la mayoría de la gente, quedaba limitada a las cuestiones políticas y militares. Hoy, todo es histórico. Un reportaje sobre la huelga de las moldeadoras de corchos, hace parte de la
historia. Todo en la televisión entra, desde ahora, en el apetito del historiador. En el cine, muchas películas que no son históricas tienen un valor histórico. En mis seminarios, jamás presenté una película histórica, es decir, una película donde la historia es el tema central, por la misma razón que rechazo el valor de las películas pretendidamente históricas (Lincoln o la película sobre Gandhi, por ejemplo). No solo porque hablan del presente y no del pasado, sino porque son antihistóricos. Aunque yo mismo hice uno sobre Pétain porque me lo pidieron. En mi librito, Análisis de películas, análisis de sociedad11, hay una sección separada llamada 31 "películas históricas" que, a mi juicio, son las películas que hay que dejar de lado. Son interesantes para comprender en qué aspecto el cineasta o el guionista quieren insistir. Por ejemplo, Alexandre Newski12 o Andreï Roublev13 tratan el mismo tema pero invirtiendo los puntos de vista: para el uno, los enemigos son los tártaros, para el otro, los alemanes. Esta es la razón por la que desconfío de las películas de ficción. Esto dice, en mi opinión que, casi todas las películas tienen un valor histórico, pero "de perfil". En el cine es el caso de la inmensa mayoría de las películas. Viva la libertad14 no es una película de historia, pero tiene un inmenso valor histórico.
11 Se refiere al libro: Analyse de film, analyse de sociétés: une source nouvelle pour l'histoire. Hachette, 1975. 12 Eisenstein, Sergei & Vasilev, Dmitriy (Directores). Aleksandr Nevskiy. 1938, 112 min. 13 Tarkovsky, Andréi (Director). Andreï Roublyov. 1966, 205 min. 14 Clair, René (Director). À nous la liberté. 1931, 104 min.
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Para volver a las películas de guerra , parece que hoy hacen de los espectadores , el foco de un tipo de peritaje sistemático en cuanto al valor histórico de sus imágenes , es decir: se enfocan en la verdad de la transcripción de los acontecimientos a los que se refieren de nuevo, una vez que han ocurrido en la historia . Estamos pensando particularmente en "Rescatando al soldado R yan"15, cuya escena inaugural suscitó varios comentarios , de parte de muchos maravillados , y de parte de algunos más críticos en cuanto a su "realismo". ¿Podríamos decir , bajo esta perspectiva , que la película de ficción puede ser considerada verdad más que la verdad? La película de ficción puede ser verdad más que la verdad en la medida en que el choque que puede producir sobre nosotros restituye, posiblemente, mejor los choques que pudimos conocer en la historia o en una película documental más alejada. La primera secuencia del Soldado Ryan responde mucho con exactitud a esta característica. No obstante, si las películas de ficción nos enseñan sobre la historia, más que las noticias, por procedimientos involuntarios de parte del director, muy a menudo, pueden también mentirnos mucho más por el choque que producen, que las mismas películas documentales e, incluso, hasta que los mismos escritos. Actualmente, estoy un poco enfrentado con esta película sobre Hitler que acaba de salir, La Caída16, y primero que todo, debido al estruendo generado alrededor de la película. Nos presentan la película como si fuese el retrato de Hitler humano… Vamos a hacer una serie: ¿"Stalin humano", "Gengis Khan humano", sin evocar el resto?
Hace un año o dos, en la televisión se presentó a Hitler, basados en el libro de Ian Kershaw, donde se revelaban los orígenes de Hitler, su infancia, su vida en Munich, su búsqueda de capital, etc. Ahora bien, la película es escandalosa, como lo dijo el autor del libro, quien dejó la producción, porque solo se ve a Hitler antes de la empresa criminal que, finalmente, lo caracteriza. Del mismo modo, el escándalo de La Caída reside en el hecho de que se ve a Hitler después: vemos el ejército alemán, estamos con él, contra los rusos que estallan y bombardean. La Wechmacht, estos valientes oficiales alemanes, acosados por Hitler, aparecen como víctimas. No decimos qué quemaron a 130 Oradour en Bielorrusia, ni que mataron a millones de gente en Serbia y en otros lugares. Ni siquiera sabemos que son nazis y que son muy gentiles: estamos de todo corazón con ellos, los compadecemos. La película sugiere una identificación con la Wechmacht que, de fondo, defiende la patria y, eventualmente, estaría dispuesta a firmar una paz separada con Inglaterra, aquello de lo que Hitler no desea escuchar hablar. La película nos dice: Hay que llorar por estos alemanes y no otra cosa. Por cierto, está muy bien hecha, excepto por el gesto espasmódico de la mano atribuido a Hitler el cual resulta un poco excesivo. Pero en la publicidad todo es falso: las memorias inéditas de la secretaria no nos enseñan nada nuevo: Trevor Roper17 ya había escrito un libro sobre ella hace treinta años. No se trata de una película pro-hitleriana, simplemente de una película ignominiosa.
15 Spielberg, Steven (Director). Saving private Ryan. 1998, 169 min. 16 Hirschbiegel, Oliver. Downfall. 2004, 156 min.
17 Hugh Trevor-Roper (1914-2003) fue un importante historiador británico dedicado a la Edad Moderna y a la Alemania Nazi.
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En la primera película que acabamos de evocar, la historia se detiene antes de la matanza de los judíos; en la segunda, comienza cuando han muerto, puesto que el nazismo no existe más, y la Segunda Guerra Mundial ya acabó.
Usted decía comenzando que con Renouvin la guerra se hizo sin hombres. Por otro lado, usted buscaba a esos hombres… ¿Acaso esto no es una de las trampas del cine de ficción que se concentra en los hombres, en los individuos, en sus dramas personales, o en sus emociones, en lugar de transformar a todos los actores de la guerra en víctimas que hay que compadecer? ¿Y, hay un medio para que el cine de ficción escape de esta trampa?
No sé si hay un medio, pero aquel filme falsea toda la historia de Hitler y la guerra. Los rusos aparecen como los únicos enemigos; los ingleses y los estadounidenses quedan fuera de la historia. Objetivamente, aliados de los alemanes, los estadounidenses no pueden aparecer como enemigos. Todo está connotado en esta película y por ello me negué a presentarla en los liceos. Hace tres años, en Niza, tuve que hablar de una película sobre los campos de concentración para republicanos españoles, al sur de Francia. El guión, cuenta cómo un hombre encuentra una postal del campo que lleva el número 14. Entonces, va en busca de las fotografías precedentes y de las siguientes. Pero, sobre la película apenas se dijo que se trataba de republicanos españoles encerrados por el gobierno de la República francesa. Lo que cuenta es su búsqueda, su investigación. Pero que Daladier y luego Vichy hubieran encerrado a aquellas personas y que luego se hayan hecho miembros de la Resistencia, es apenas evocado. En la presentación de la película dije esto en voz alta y me hice "ser-
monear" por el público que venía a ver una película y que no soportaba que se le estropeara su placer.
¿En La Caída, sin embargo, Hitler resulta bastante negro, no? Resulta negro y rosa… Gentil con la mecanógrafa que con un pequeño movimiento indignado de párpados se da cuenta de sus intenciones monstruosas, gesto que ha hecho las veces de crítica interna en la película. Después de más de 35 años de la publicación del artículo pionero de los Anales en 1968: "Sociedad del siglo XX e historia cinematográfica", ¿Qué podemos añadir a dicha referencia , en términos de metodología sobre el uso del cine 33 dirigido a los aprendices investigadores? Les diría que no trabajaran más que sobre el cine. Comencé a trabajar en el cine para hacer crítica de fuentes no cinematográficas. Ahora bien, hoy asistimos a una deriva por parte de gente que se contenta con mirar películas y resulta analfabeta en cuanto a otras formas de la historia y de la narración, la novela, o los archivos oficiales. Se vuelven maníacos, como lo éramos cuando nos negábamos a ver imágenes o cuando negábamos la historia oral. El segundo consejo que daré es el de hacer películas si pueden, creando, así, una nueva generación de cineastas. Con respecto al balance, repetiré hoy lo que escribí en mis primeros textos, más o menos así: no tenía en aquella época la mirada crítica sobre los cineastas que ahora tengo. La instancia cinematográfica (la publicidad, el eco público de las películas) que no tomé en mucha consideración, merece ser examinada más de cerca. Las películas en consonancia histórica propia pueden mistificarnos tanto… Yo vi lo que el cine, aportaba a la inteligibi-
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lidad de la historia, hoy veo más lo que esconde. La mediatización y sobre todo la televisión, multiplicando las imágenes de películas, hacen mucho más difícil la valorización de las problemáticas de la historia. La invasión de imágenes aporta una verdadera confusión.
¿Hay películas de guerra que, desde el punto de vista histórico, le satisfagan? Si se hace caso omiso de la historia larga, la película sobre Hitler está muy bien. No obstante, es una película que elimina la historia larga en provecho de la historia corta. En el Soldado Ryan, encontramos el mito americano: hace falta que hubiera un irlandés, un Judío, y “¡Viva América!”. Amistad, es una película escandalosa, no porque sea de una crueldad inmensa (sin duda verídica), sino porque el final deja suponer que es Lincoln, y que son los estadounidenses quienes dieron fin a la esclavitud en el mundo entero. Desconfío más de los cineastas que en otro tiempo, particularmente desde que leí esta frase de Tarkovsky, conducido hacia las nubes porque encarnaba el antisovietismo y los valores del cristianismo: "Si se le asesta un buen golpe al espectador al principio, usted puede hacerle creer lo que quiera después.". Pienso en esta frase evocando al Soldado Ryan, por supuesto.
¿Una de las cuestiones vinculadas a la guerra y a la imagen de las más debatidas en el curso de estos últimos años, hace referencia a la noción de lo irrepresentable , de lo indecible , de lo inmostrable? ¿Qué puede pensar Marc Ferro como historiador de estas nociones? ¿Y qué piensa el miembro de la Resistencia? Es una noción formulada por Lanzmann18 para valorizar su obra. Aparte de esta relación estrecha con Lanzmann y con su obra, no estoy seguro de que haya un verdadero problema. O, entonces, se trata de un problema de edad y de generación. La lista de Schindler19, por ejemplo, muestra lo "representable". Podemos escandalizarnos por una película que, en lugar de mostrarnos, en esencia, los crímenes, al contrario, nos muestra a un buen hombre. El riesgo reside en la generalización posible de tales procedimientos: ¿Y si solo hacemos películas sobre personas buenas o sobre verdugos muy humanos? Este género, se desarrolla dando la razón a Lanzmann, con respecto a las derivas posibles y lo que siempre comportan. Aún más que el periodista, el cineasta necesita existir primero. Entonces, todo es bueno, aún hasta el escándalo… Sin embargo, el verdadero problema de lo representable y de lo no representable no está allí. Me he sentido más emocionado por Mein Kampf de Alex Ryder, donde se ven las verdaderas imágenes del gueto de Varsovia, que por La lista de Schindler; pero esta película resulta más presentable para que la gente comprenda mejor lo que
18 Claude Lanzmann (1925) es un director, guionista y periodista de cine francés, famoso por la producción de la trilogía documental sobre Auschwitz, iniciada con la obra Shoah (1985). Es famoso por ser sucesor de Jean Paul Sartre en la dirección de la Revista Les Temps Modernes y su relación con Simone De Beauvoir. 19 Spielberg, Steven (Director). Schindler's List. 1993, 195 min.
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sucedió. Pienso que el tratamiento cuenta, mucho más que esta noción de irrepresentabilidad que permanece, sobretodo, como un arma de combate. La cuestión de la recepción, en función de las generaciones, de los orígenes, de la cultura y, evidentemente, del tratamiento es fundamental. En Como si fuera ayer, Esther Hoffenberg20, muestra a personas buenas que salvan a niños judíos en Bélgica durante la guerra. Se trataba de una película muy simple: un investigador iba a las casas de las familias que habían recogido a niños judíos. Una de estas familias había rechazado a un niño de tres o cuatro años porque lo consideraban ladrón, ya que había robado al pequeño Niño Jesús del pesebre preparado para Navidad. La investigadora, desconcertada, hace venir al niño y le pregunta: ¿Por qué lo hiciste? El niño, cuenta un testigo, lloró diciendo: "No robé al pequeño Jesús, lo escondí porque era judío". Estas palabras me emocionaron mucho más que estos discursos sobre lo representable o lo irrepresentable. Finalmente, es la elección de las situaciones lo que cuenta. En la parte final, hacer un breve comentario de cómo salió la entrevista, además de la reflexión o la crítica que suscitó en los entrevistadores la temática abordada o las respuestas que obtuvieron.
20 Hoffenberg, Esther & Abramowicz, Myriam (Directores). Comme si c'était hier. 1980, 85 min.
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EL BOMBARDEO DE LA PLAZA DE MAYO EN LA CARICATURA POLÍTICA DE «EL TIEMPO»: UN ESTUDIO DE CASO DESDE EL ANÁLISIS MULTIMODAL DEL DISCURSO EN LOS SUCESOS ARGENTINOS DE JUNIO DE 1955 Keywords:
Andrés Murcia Neira Estudiante de Pregrado en Historia Universidad Nacional de Colombia amurcian@unal.edu.co
Abstract
Argentine dictatorship, freedom of press, El Tiempo,
Resumen
Juan Domingo Perón, Argentine blow of State 1955.
Siendo parte de un segmento activo y conformante de la opinión pública latinoamericana, la prensa colombiana, en cabeza de su órgano más representativo: EL TIEMPO, contribuyó a delinear, en la sociedad local, un criterio generalizado respecto a los asuntos políticos del continente. Este texto pretende dar cuenta de la articulación entre el discurso gráfico y textual del periódico colombiano durante el mes de junio de 1955, en ocasión de la sucesión de
Being part of an active and conformant segment of public opinion in Latin America, the Colombian press, headed by one its main representative bodies: El Tiempo, contributed to delineate, in the local society, a general approach to political affairs of the continent. This paper pretends to explain the link between the graphic and textual speech of the Colombian daily during the month of June 1955, during the succession of bombings carried out on the Casa Rosada in Argentina, which wanted to depose the Executive power and assassinate then President Juan Domingo Perón. To achieve this aim, the tools of multimodal discourse analysis will be used, highGoliardos
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Imagen de banco de imรกgenes
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bombardeos efectuados sobre la Casa Rosada, en Argentina, los cuales aspiraban deponer del Ejecutivo y asesinar al entonces presidente Juan Domingo Perón. Para tal fin, se emplearán las herramientas del análisis multimodal del discurso, subrayando el carácter de complementariedad existente entre la información cablegráfica internacional de las agencias de prensa reproducida por el diario, y las caricaturas directamente referentes a la situación y publicadas durante el transcurso de tan agitado mes.
lighting the character of complementarity between the telegrams international of information´s agencies reproduced by the daily press, and the cartoons directly concerning to the situation and published in the course of such hectic month.
Introducción
Considerando que una de las medidas de su repercusión dentro de la opinión pública local ha de ponerse de manifiesto a través de la cobertura periodística dada por los principales diarios, me he propuesto trascender el ámbito meramente argentino para dimensionar, en cierta medida, la recepción de la prensa colombiana, específicamente en el diario El Tiempo, en tanto parte de una fracción de la esfera de opinión internacional durante aquél mes. Para tales efectos, he optado por centrar mi atención sobre las caricaturas que, durante el mes de junio de 1955, fueron publicadas al respecto por el mencionado periódico. Fueron obra del caricaturista húngaro Peter Aldor, quien llegó a Colombia a finales de 1949, tras haber colaborado en publicaciones de Budapest y París. Las caricaturas fueron seleccionadas por la fortaleza explicita de sus imágenes que, combinando humor y crítica, pretenden transmitir una posición, en tanto que han de enmarcarse dentro del discurso general alineado con el sector político liberal colombiano, esbozado por la publicación. Son un total de tres, correspondientes a los días 17, 22 y 27.
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l 16 de junio de 1955 algo más de una treintena de aviones, pertenecientes a la Aviación Naval, efectuaron maniobras de bombardeo durante repetidos sobrevuelos en Buenos Aires. El objeto de estos bombardeos fue la Casa Rosada, lo que generó repercusiones sobre la Plaza de Mayo ocupada por civiles durante aquellos instantes. El objetivo principal del plan era asesinar al entonces presidente de la República de Argentina, Juan Domingo Perón. Sin embargo, los planes resultaron infructuosos pues este, previamente, se había desplazado hacia el Ministerio de Guerra, permaneciendo a salvo de las agresiones. Las acciones fueron planeadas por una coalición de militares y civiles antiperonistas, quienes aprovecharon el marco de tensiones en pleno ascenso por las que pasaban las relaciones entre el Estado y la Iglesia, para acometer su acción que se saldó con una cifra que oscila entre los 150 y 300 muertos; dato que aún se encuentra en discusión abierta.
Palabras clave Dictadura argentina, libertad de prensa, El Tiempo, Juan Domingo Perón, golpe de 1955.
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La valoración de la caricatura como fuente para la historia ha de gravitar en torno a su utilidad como «recurso para la conformación y control de imaginarios colectivos»1. Ha de constituirse en un texto gráfico de carácter polisémico, el cual se inscribe en una amplia red de discursos2 donde intervienen agentes activos como el caricaturista, en su rol de emisor, y el lector, en su papel de receptor. No obstante, para entablar el acto comunicativo de manera óptima, se torna menester que el receptor tenga conocimiento previo de los actores y situaciones políticas del momento3; en otras palabras, que el receptor comparta, con el dibujante, un capital informativo común indispensable para acometer el desciframiento del mensaje gráfico a transmitir4. En razón de esto, el examen de las viñetas seleccionadas irá precedido por un nimio recuento general de los editoriales y cablegramas informativos enviados por las agencias de prensa internacional, publicados por el periódico colombiano durante los primeros diecisiete días de junio, es decir, hasta la jornada de cubrimiento sobre los acontecimientos señalados. Esto en miras de dar una idea del capital informativo que el diario bogotano ofrecía a los lectores que se dispusieran a observar las caricaturas relacionadas con la situación argentina. Respecto a la observación de las caricaturas referidas, emplearé las herramientas del Análisis del Discurso Multimodal, delineadas por Gunther Kress 1 Gantús, Fausta. “Las caricaturas y la historia política. El caso del México decimonónico”. PolHis. Boletín bibliográfico electrónico del programa Buenos Aires de historia política, Año 6, No. 11, enero-junio 2013, 14. 2 Sánchez-Guevara, Graciela. “La caricatura política: sus funcionamientos retóricos”. Razón y Palabra, No. 78, noviembre-enero 2011-2012, 1. 3 Sánchez-Guevara. “La caricatura política: sus funcionamientos retóricos”, noviembreenero 2011-2012, 6. 4 Gantús. “Las caricaturas y la historia política. El caso del México decimonónico”, enerojunio 2013, 17.
y Theo van Leeuwen,5 consistente en un modelo compuesto por cuatro estratos analíticos: discurso, en el cual se dará cuenta de la serie de discursos impresos en la ilustración merced de la respuesta a cuestionamientos como Quién, Qué, Dónde, Cuándo y Cómo; diseño, donde se establece la relación entre los elementos identificados en el primer estrato y los recursos semióticos empleados por el dibujante; producción, aquí habrán de articularse los aspectos discursivos identificados en los dos estratos previos, para revelar el mensaje que el emisor pretende transmitir a sus lectores, y distribución, concerniente a la difusión del mensaje, condicionada por el carácter del medio impreso, que, en el 39 caso presente, opta por circunscribir las viñetas en la sección editorial. Esto último le da vía libre para la elaboración de la viñeta bajo los cánones del humor político que irradia una crítica puesta de manifiesto por la parodia y la ridiculización, lo que no podría hacerse sí se encontrará en la sección informativa general del periódico pues tendría que revestirse del halito de imparcialidad del que habitualmente asumen las noticias allí consignadas. Descrita la característica común al estrato de distribución presente en las tres caricaturas seleccionadas, en el análisis a seguir nos centraremos, especialmente, en los primeros tres estratos de análisis ya señalados.
Reconstrucción del capital informativo Habrían de ser muy laxos los reportes del diario colombiano durante los primeros ocho días de junio respecto a la situación argentina. Pequeños recua5 Kress, Gunther & van Leeuwen, Theo. Multimodal Discourse: The modes and media of contemporary communication. Londres: Arnold, 2001, 1-23.
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dros correspondientes a cablegramas, enviados por las agencias de prensa internacional como United Press (UP) y Agence France Press (AFP), centraron su interés en el tenso ambiente existente en el país de cara a la aveniente procesión de Corpus Christi, enmarcada por las animosidades entre el gobierno peronista y la Iglesia argentina. El 5 de junio, un cable de UP difunde el contenido del «II Boletín de la Iglesia católica argentina», publicado el día anterior, donde un grupo de sacerdotes advierten sobre el riesgo de excomunión que pende sobre cualquier autoridad política que promueva alguna acción legislativa proclive a gestionar la separación de la Iglesia con el Estado. Esto en razón de que propendería a restringir los derechos inalienables de la Iglesia sobre la legislación del matrimonio, la realización de procesiones públicas y la tutela sobre la enseñanza en las escuelas primarias y secundarias6. Aquel Boletín, indudablemente dirigido contra el accionar del presidente Perón y su bancada en el Congreso, contiene implícitamente la intención de cernir el signo de la “anticlericalidad” sobre el régimen justicialista; intención que no le es ajena al cubrimiento informativo de AFP y UP, como puede apreciarse en la edición del 3 de junio. Allí, dos apartados se complementan a la medida de tal propósito. Por una parte, un cable de AFP da cuenta de la visita efectuada por Perón a la Exposición Industrial Soviética, por entonces celebrada en Buenos Aires, y en la cual manifestó sus deseos de sostener amistosas relaciones entre la Argentina y la URSS, mientras elogiaba los “esfuerzos y sacrificios” de esta última, los cuales le permitieron la construcción de su grandeza7. No obstante, esto pa-
saría desapercibido sí no se advierte sobre el reporte de balacera contra la Policía, en Mendoza, perpetrada por una familia polaca de comunistas, quienes repartían propaganda en aquél lugar8. Claramente la intertextualidad presente en ambos cablegramas connota negativamente el deseo expreso del presidente por sostener amistosas relaciones con el gobierno de un país que sintetiza la ideología de un sistema político ateo y anticlerical, promovido por la propaganda que la familia polaca distribuía. En el marco del Día Internacional de la Libertad de Prensa, promulgado por la Asamblea General del Instituto Internacional de Prensa, en el cual se adscribían alrededor de cuatrocientos periódicos del mundo, la edición de El Tiempo del día 7 de junio publica dos editoriales para la ocasión, titulados La prensa en América y Libertad de Prensa9. Ambos pretenden enumerar las formas por las cuales la prensa latinoamericana es víctima de fuertes restricciones a la libertad de opinión, remarcando la censura previa, las constantes amenazas, la expropiación de diarios, así como el exilio y el asesinato de periodistas. Tal acervo de limitaciones es visiblemente asociado a los controles sobre la comunicación impuestos por regímenes, entonces, subsistentes en Nicaragua, Honduras, República Dominicana, y especialmente, Argentina, donde se ha visto materializada su ejecución, merced de la expropiación sobre el principal diario opositor La Prensa y demás publicaciones no peronistas. El objetivo de tales editoriales estuvo determinado por hacer confluir la descripción general de los mecanismos de represión periodística antes mencionados, con la idealización de la imprescindibilidad
6 United Press. “II Boletín de la Iglesia católica argentina”. El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955, 8. 7 Agence France Press, “Perón visitó la Exposición Industrial Soviética presentada en Buenos Aires”, El Tiempo, Bogotá, 3 de junio de 1955, 8.
8 United Press. “Detienen a católicos y comunistas”. El Tiempo, Bogotá, 3 de junio de 1955, 8. 9 Gómez-Picón, Alirio. “La prensa en América” y “Libertad de Prensa”. El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955, 4.
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que adquiere la celebración de la libertad de prensa, en tanto instrumento de lucha contra los gobiernos de fuerza, autoritarios y represivos, cuyo factor común de dominio para suprimir el intercambio de ideas es la proliferación del miedo; por lo cual, se exhorta a la creación de fuentes de información alternativas e independientes bajo el criterio de que solo por su existencia se ha de cimentar la democracia. Como detalle adicional, junto a tales editoriales, ha de apreciarse una caricatura en donde se representa a un sujeto que porta una pluma, la cual emplea como arma para atacar a dos bestias (un lobo con esvásticas, referente al nacionalsocialismo alemán, junto con un oso, representación gráfica común del régimen comunista ruso) que encarnan la síntesis de todos los regímenes contrarios a la libre circulación de ideas. La ilustración se acompaña de una nota al pie con la consigna «… contra todos los totalitarismos»10.
Figura 1. «… contra todos los totalitarismos…». Fuente: Aldor, «En el día de la libertad de prensa», El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955, 4
10 Aldor. “En el día de la libertad de prensa”. El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955, 4.
Respecto a la segunda etapa del cubrimiento informativo sobre la situación rioplatense, desde el 9 de junio adquiere preeminencia evidenciar la tensión existente entre el clero y las autoridades gubernamentales ante la próxima celebración del evento de Corpus Christi que se tenía planeado para el 9 de junio, pero que fue aplazado para el día 11 debido a que el gobierno suprimió varios feriados relacionados con celebraciones religiosas11. Sumándosele el que la Policía de la Capital no hubiera dado el permiso para realizar la tradicional procesión por las calles de Buenos Aires, por lo que esta se tendría que efectuar al interior de la Catedral12. Un cable de AFP plasmó el parecer de resigna- 41 ción por parte de «altos dignatarios eclesiásticos» ante lo que consideraban como la inminente separación Estado-Iglesia13. El texto denuncia la operación de una campaña dirigida a atacar a la Iglesia desde la prensa y la radio, bajo el fundamento de acusaciones hechas por Perón a «ciertos sacerdotes […] y católicos» de infiltrarse en las organizaciones de base del peronismo14. Noticia contrapuesta a la emitida por el corresponsal de UP, quien cita declaraciones del ministro del Interior y Justicia, Angel Borlenghi, como: «somos cristianos», bajo la cual se pretende negar la existencia de conflicto alguno con la Iglesia, añadiendo que los funcionarios del gobierno son todos de origen cristiano15.
11 D´Arino-Aringoli, Guillermo. La propaganda peronista (1943-1955). Ituzaingó: Editorial Maipue, 2006, 409. 12 United Press. “También en Buenos Aires suspenden la procesión”. El Tiempo, Bogotá, 9 de junio de 1955, 1. 13 Agence France Press. “Altos dignatarios eclesiásticos parecen resignarse a la separación de la Iglesia y el Estado”. El Tiempo, Bogotá, 9 de junio de 1955, 8. 14 Caimari, Lila M. Perón y la Iglesia Católica: religión, estado y sociedad en la Argentina, 1943-1955. Buenos Aires: Ariel, 1995, 250. 15 United Press. “Somos cristianos, afirma Borlenghi”. El Tiempo, Bogotá, 9 de junio de 1955, 8.
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Contribuye a caldear los tensos ánimos previos al 11 de junio de Corpus Christi, el rumor de presentación de un proyecto de reforma electoral ante el parlamento, que, en caso de aprobarse, el cuerpo electoral habría de ser convocado para el mes de noviembre, donde se escogerían los miembros de la tan anunciada Asamblea Constituyente que enmarcaría la temida separación Iglesia-Estado16. Para el día 11, y pese a la prohibición de la Policía para efectuar la procesión, una multitud de católicos, acompañados por sectores no tan dados a las estrecheces con el vínculo religioso, como los laicistas, socialistas y comunistas, se congregaron en la Plaza de Mayo, donde lo único que les integraba era su aunado antiperonismo, agitando los ánimos bajo la consigna «¡Viva Cristo Rey!»17. El alborozo de la multitud allí congregada, tras la celebración de la misa en la Catedral, en abierto desafío a las restricciones al evento impuestas por el gobierno, dio vía libre para la ocurrencia de confusos episodios de violencia, los cuales, plasmados en los medios escritos, habrían de encuadrarse dentro de la dicotomía de mutua descalificación entre peronistas y antiperonistas sobre la versión de los mismos. Tales hechos consistieron en el emplazamiento al frente del Congreso de la bandera del Vaticano, la quema de la bandera nacional y la destrucción de una placa conmemorativa de la jefa espiritual de la Nación, Eva Perón. Las ediciones de El Tiempo, del día 13 y 14 de junio, dan cuenta de las repercusiones que tuvieron los acontecimientos en la esfera política argentina.
16 Agence France Press. “Se rumora reforma de la ley electoral en la Argentina”. El Tiempo, Bogotá, 10 de junio de 1955, 7. 17 Caimari. Perón y la Iglesia Católica: religión, estado y sociedad en la Argentina, 1943-1955, 1995, 251.
En titular ubicado en la portada del día 13, el diario consigna en letras grandes «Apedreada la curia de Buenos Aires, graves disturbios en la Plaza de Mayo»; se apunta que, en la noche del 12, un grupo de 500 personas atacó la Curia con piedras y disparos tras la finalización de la misa de las 7 p.m.18. Titular que enmarcado en la extrema polarización peronismo-Iglesia, implícitamente responsabiliza del mismo a los adherentes del primero. En cablegrama de UP bajo el título «Aumenta la tensión entre la Iglesia y el Estado argentino», han de señalarse las advertencias hechas por Perón en el sentido de proceder con fuerza ante próximas manifestaciones promovidas por el «clero alzado». Secundando al presidente, la Secretaría de Prensa acusa, como responsables de los desmanes del día 11, a remanentes de la oligarquía en connivencia con la Unión Democrática19. A su vez, diarios peronistas como Democracia, acusaron a los amotinados de pretender incendiar la Catedral y culpar de ello al gobierno. Por su lado, El Líder asimiló a los partícipes de los disturbios con el retorno de la “mazorca negra”20; mientras que del bando católico, el diario vaticano Osservatore Romano, descalificó las acusaciones sobre la quema de la bandera nacional, tomándolas por falsas y manifestando la imposibilidad de precisar lo realmente ocurrido ante el absoluto control estatal sobre los medios de información21.
18 United Press. “Apedreada la Curia en Buenos Aires, graves disturbios en la Plaza de Mayo”. El Tiempo, Bogotá, 13 de junio de 1955, 1. 19 United Press. “Aumenta tensión entre la Iglesia y el Estado argentino”. El Tiempo, Bogotá, 13 de junio de 1955, 8. 20 United Press. “Los diarios peronistas claman venganza”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955, 8. 21 United Press. “22 heridos y más de 400 detenidos por los disturbios de fin de semana en Buenos Aires”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955, 8.
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El caótico balance de la agitada jornada del día 11 incluyó la destrucción de un automóvil perteneciente a la embajada de Perú, la detección de artefactos explosivos frente a las embajadas de Yugoslavia, Israel y Guatemala, y el apedreamiento de los edificios de La Democracia, El Líder y La Época. Y así, entre el vaivén de acusaciones lanzadas entre peronistas y católicos-antiperonistas, dentro de las que se encuentran incriminaciones de filonazismo y demagogia hacia Perón, se habrían de ir exacerbando las inquietudes hasta uno de sus primeros zénit que llegó el 16 de junio, cuando una escuadra de 36 aviones, con la insignia de “¡Cristo Vence!”, procedentes de la base aeronaval de Punta Indio, dirigiéndose a la Plaza de Mayo en el marco de un evento de desagravio a la bandera nacional por causa de los onerosos sucesos del pasado día 11, alrededor de las 12:45 abrieron fuego indiscriminadamente contra la Casa Rosada y sus adyacencias. Conforme transcurrían las maniobras aéreas, comenzaron a descargar bombas y disparar ráfagas de metralla, sin consideración por el perjuicio que infligían a la aglomeración de civiles allí presentes, en lo que sería la primera oleada de una sucesión de ataques, que se extendería hasta el fin del atardecer, y sin conocimiento de que el presidente, cuyo asesinato era uno de los principales objetivos, no se encontraba en su despacho de gobierno, sino en el Ministerio del Ejército22. El suceso ameritó la publicación de una edición extraordinaria de El Tiempo en el mismo día a las 5.30 p.m. (hora colombiana), que obtuvo gran éxito, considerando que el periódico no hacia tal tipo de publica-
ciones desde la muerte de Stalin. Se anuncia, allí, en la portada, a grandes letras, titulares como: «Perón anuncia: sofocada la revolución en Argentina», en compañía de «Sangrientos combates en la Plaza de Mayo», además de «El movimiento comenzó al conocerse la excomunión del presidente»23. Habría de consignarse, mediante cablegramas enviados solamente por corresponsales de UP, ya que las comunicaciones con AFP se habían suspendido; episodios como el llamado hecho por la CGT a los trabajadores para que confluyeran a la Plaza en defensa del presidente y del justicialismo. También se registró la presunción de que, tras los bombardeos, Perón aún continuaba en la Casa 43 Rosada; así como la notificación de la huida de los aviones rebeldes hacia Uruguay; y el discurso radiofónico realizado por Perón a las 5:30 p.m. (hora argentina) en el que anunciaba que la situación ya se hallaba bajo control gracias al apremio de las fuerzas leales, caracterizando a los rebeldes como «traidores» y «cobardes», sobre los que ejercería una justicia enérgica, pero con la particularidad de que no habría de corresponderle al pueblo emprenderla por su propia mano, exhortándole para que se guardara en sus hogares para celebrar el triunfo del justicialismo24. Para la edición del 17 de junio, que registra los acontecimientos con mayor amplitud y serenidad, además de reproducir las informaciones registradas en la edición extraordinaria del día anterior, titula en la portada: «Fracasó la rebelión en Argentina», acompañándolo con encabezados como: «En la madrugada de hoy el arzobispado era presa
22 Archivo Nacional de la Memoria. “Buenos Aires bajo fuego”, en: Bombardeo del 16 de junio de 1955. Buenos Aires: Secretaria de Derechos Humanos de Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación, 2010, 81-82.
23 El Tiempo, Edición extraordinaria, Bogotá, 16 de junio de 1955, 1. 24 United Press. “Ultima hora: Los aviones rebeldes huyen hacia Uruguay”. El Tiempo, Edición extraordinaria, Bogotá, 16 de junio de 1955, 4.
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de las llamas», y «Buenos Aires bombardeada y ametrallada»25. Uno de los cablegramas que recibe mayor cobertura fue el que daba cuenta de las declaraciones hechas por los aviadores que escaparon a Uruguay. Una vez llegados allí, según informó en rueda de prensa el ministro de Interior y Justicia del vecino país, Francisco Gamarra, los refugiados fueron integrados en unidades militares26. Sin embargo, lo que resulta más interesante de la edición de aquel 17 de junio es la representación que se pretendía construir desde el marco informativo colombiano sobre el gobierno peronista, mediante una nota titulada «Sensación en Bogotá por el curso de la Revolución Argentina». Esto es valioso en tanto constituye la emisión de opiniones alejadas de los cuantiosos cablegramas remitidos por las agencias de noticias internacionales. Un redactor del diario efectuó un pequeño sondeo en uno de los cafés adyacentes a las instalaciones del periódico. Su pregunta para los consultados fue: «¿Qué opina del régimen peronista y de la revolución que ha estallado hoy en su contra?» El balance de respuestas abarca los dos polos de opinión, de rechazo y adhesión, hacia la figura de Perón. Respondiendo a la pregunta, por una parte, Joaquín Estrada Monsalve, jefe del Partido Conservador, atribuye el levantamiento a la concentración de arbitrariedades, injusticias y abusos cometidos contra la Iglesia argentina, a lo cual señala la necesidad de limpiar el país de «esa abominable dictadura». Por otra parte, el abogado liberal, Flaminio Barrera, identifica en Perón a «un fiel exponente de su pueblo», quien ha orientado su accionar bajo el
25 El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 1. 26 United Press. “Hablan los aviadores refugiados en Colonia”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 1.
ideal de liberar a la Argentina de «presiones extrañas» merced de un nacionalismo promovido por el comercio, la industria y la producción intelectual. También pueden hallarse respuestas tan sucintas y tajantes como la brindada por el abogado y catedrático Rodrigo Jiménez Mejía, quien simplemente se limita a decir: “soy peronista”. Otra contestación a destacar es la brindada por un embolador (lustrabotas), el señor Julio Cesar Riaño, quien califica como positiva la labor de Perón, al disociar la actividad política-terrenal de la espiritual acometida por la Iglesia que, molesta por tal actitud, incita a los curas al combate contra un gobierno que «ha mejorado el nivel de vida de su pueblo»27.
«Persecuciones» Entrando en el examen gráfico que fundamenta el presente texto, tras dar cuenta de una nimia retroalimentación de las noticias por las que el diario El Tiempo, durante los primeros diecisiete días de junio de 1955, informaba a sus lectores sobre los acontecimientos de la Argentina, procederemos a develar la serie de discursos que pretendió forjar a través de una serie de tres caricaturas. La primera fue publicada en la edición del 17 de junio, bajo el título «Persecuciones»28.
27 “Sensación en Bogotá por el curso de la Revolución argentina”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 9. 28 Aldor. “Persecuciones”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 4.
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Figura 2. «…en el circo máximo de Buenos Aires…». Fuente: Aldor, «Persecuciones», El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 4.
Adentrándonos en el primer estrato de análisis propuesto por el modelo de Kress y van Leeuwen, el del discurso, comenzaremos dando respuesta a los cuestionamientos de tiempo y lugar allí insertos. Iniciando con el Quién, es decir, con los personajes representados en la viñeta, observamos a Perón, ubicado en la tribuna personificando lo que sería un emperador romano custodiado por dos soldados. También se identifica a dos animales ingresando al centro de la acción, primero entra un tigre de complexión robusta representando a la dictadura, en compañía de un lobo simbolizando la demagogia. En las gradas se encuentran los espectadores, en estado de alborozo ante el espectáculo pronto a empezar. Pasando al Qué, en relación con el tema tratado por la ilustración, se reconoce el tópico de las restricciones y persecuciones impuestas por el régimen justicialista en miras de perpetuar la dictadura, en complemento con la ya mencionada demagogia. En
lo concerniente al Dónde, sobre el lugar de los acontecimientos, se aprecia un coliseo que alegoriza a la ciudad de Buenos Aires. Por último, respecto a la identificación del Cómo, relativo a la descripción del suceso plasmado en la caricatura, ha de identificarse la exaltación popular en torno al espectáculo llevado a cabo en un coliseo que es presidido por el «emperador Perón» ad portas de presenciar la devoración de un ser que no se encuentra a la vista, pero, del cual, se dan incidencias al apreciar la figura calavérica reposando en el suelo de la arena, mientras las dos bestias van ingresando. Y, sobre el Cuándo, ha de considerarse que su publicación ocurre un día después de los fatídicos episodios de bombardeo acaecidos en 45 la Plaza de Mayo. Llegando al segundo estrato de análisis, el de diseño, habrá de asociarse la representación de Perón con la figura de «César» de forma no muy distante de la imagen proyectada por los propios medios argentinos de tono antiperonista; por ejemplo, en el caso de los panfletos distribuidos por Acción Católica que le tildan de «César», «tirano», «gran canalla» o de «Triste payaso»29. Asimismo, la bandera con la esvástica, adjunta a la tribuna ocupada por Perón, adquiere relevancia con la asociación que se pretende establecer sobre su persona con reminiscencias de un régimen de tipo fascista. Más exactamente, en relación con los orígenes de la ascendencia política de Perón, los cuales remiten a la Revolución del 4 de junio de 1943, movilizada por fuerzas nacionalistas y ultra católicas, muy cercanas a la extrema derecha. Acusación inscrita dentro de una intertextualidad sostenida con los cablegramas de UP, especialmente, uno correspondiente al 14 de
29 D´Arino-Aringoli. La propaganda peronista (1943-1955), 2006, 418.
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junio, donde un funcionario del Vaticano asimiló el anticlericalismo de Perón con los inicios de Hitler, bajo la suposición de que estaba encaminado en la nociva empresa de someter a la Iglesia «a obedecer […] la voluntad del pueblo»30. El encuadre, en primer plano, le brinda especial preeminencia al ingreso de la dictadura y la demagogia metaforizadas en el tigre, la primera, poniéndose a tono con la caracterización del régimen bajo rasgos de animalidad, bestialidad, irracionalidad y fiereza que la imagen de tales figuras tiende a proyectar. Empero, el objeto de particular atención ha de ser la alegorización del lobo, adoptando el lugar de la demagogia, pues sintetiza el despliegue de acusaciones sostenido entre Perón y la Iglesia, cuando el primero, en discurso radiofónico del 13 de junio, achacó al clero de haber revelado «bajo su piel de oveja que el lobo estaba nuevamente aliado con la oligarquía»31. Injuria respondida al día siguiente por el diario vaticano Osservatore Romano, que más bien encuadra a Perón bajo el rol del lobo en la confrontación Iglesia-Estado32. Por último, la ambientación de Buenos Aires tiende a teatralizar su representación a través de la metáfora del circo romano, el cual denota la apariencia de un espectáculo enmarcado temporalmente en la Antigüedad, advirtiendo implícitamente sobre el aspecto retardatario inherente a la naturaleza del régimen. Procediendo a desarrollar la etapa de la producción, donde se articulan los elementos identificados en las etapas precedentes del discurso y del diseño; aquí el emisor pretende reafirmar la catalogación de Perón
como un hombre que legitima su gobierno en razones de fuerza. Se habrá de mostrar cómo él se valió de instrumentos caracterizados por la brutalidad, la fiereza e irracionalidad, significados por el tigre y el lobo33, los cuales son el centro de un espectáculo que circunscribe a la Argentina en una temporalidad de rezago. La imagen da cuenta del carácter retardatario, alegorizado por el Perón «emperador» y el mismo circo del gobierno justicialista y su temple extremista señalado por la figuración en segundo plano de la esvástica.
«En Argentina» Continuando con el examen de la serie de tres caricaturas relacionadas con la delicada situación rioplatense del mes de junio de 1955, el día 22 aparece la segunda viñeta, titulada «En Argentina»34.
Figura 3. -«…equilibrio inestable…». Fuente: Aldor, « En Argentina », El Tiempo, Bogotá, 22 de junio de 1955, 4.
30 United Press. “Así empezó Hitler”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955, 8. 31 United Press. “Perón acusa a la oligarquía de usar a la Iglesia para recuperar posiciones”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955, 8. 32 United Press. “Destituidos y arrestados 2 altos prelados argentinos”. El Tiempo, Bogotá, 15 de junio de 1955, 8.
33 Imágenes no muy diferentes de las aparecidas en la caricatura del día 7 de junio arriba expuesta. 34 Aldor. “En Argentina”. El Tiempo, Bogotá, 22 de junio de 1955, 4.
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Entrando en el estrato analítico del discurso, en el Quién, se identifica como personaje único y central del recuadro a Perón. En lo concerniente al Qué, ha de referenciarse el incierto transcurrir del curso argentino como consecuencia directa de los acontecimientos del 16 de junio. En relación con el Dónde, la escena no establece nexo alguno con sitio determinado, solo se infiere que está en un sitio elevado. Pasando al Cuándo, ha de tenerse en cuenta que la escena se circunscribe en el ambiente de inestabilidad generado por los ecos, aún subsistentes, de la masacre ocurrida hace seis días. En cuanto a la descripción del Cómo, se aprecia a un Perón, trajeado con la tradicional indumentaria militar, tambaleándose, a bordo de una bicicleta que conduce sobre una cuerda, sostenida en un extremo por un sable, y que está a punto de deshilvanarse, mientras, en la parte inferior, dos sables amenazan con herirle ante una eventual caída. Remite el segundo estrato analítico, el del diseño, a representar la noción de un «equilibrio inestable», donde Perón, a duras penas, logra sostenerse en su bicicleta, la cual se moviliza sobre dos puntos de apoyo (sus ruedas) marcadas con las inscripciones «dicta» y «dura». Al parecer no le serán suficientes para mantenerse estable ante la presencia de dos sables, significantes de las dos ramas de las Fuerzas Armadas participes de los hechos del día 16. Aquél día participaron la Marina, y un sector de la Fuerza Aérea, según lo afirmó el teniente Aspiroz, uno de los refugiados de última hora en Uruguay, quien declaró sobre la planeación de tres años del ataque y la presunta vinculación de las tres armas35.
35 United Press. “Habla un teniente”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 8.
Y es que la relación del Ejército habría de ponerse en entredicho, ya que fue en su Ministerio desde donde se coordinó la defensa de la Casa Rosada, y la contención de los tropas de infantería de Marina que sobre ella pretendían lanzarse, emplazando baterías antiaéreas para repeler los ataques contra la población presente en la Plaza y sus alrededores36. Representado ha de verse el Ejército en el único sable que sostiene la cuerda por la que Perón aún se mantiene al volante del gobierno. De hecho, fue el mismo presidente quien reconoció el rol desempeñado por las fuerzas leales del Ejército durante tal jornada, proyectando su victoria como materialización del nexo entre el cuerpo armado y el pueblo. 47 Congratulación en que se deshacía personalmente hacia su bastión de lealtad, mientras descalificaba la conducta de la Marina, responsable por los centenares de muertos y heridos, contraponiéndola a la actitud del Ejército incapaz de disparar un solo tiro contra sus hermanos37. Transitando hacia el estrato de la producción, se identifica la convicción personal del dibujante sobre la inminente caída del gobierno justicialista, a merced de las tensiones que en los últimos días pusieron en aprietos la precaria estabilidad de una dictadura que ha llegado a su fin. No por nada se ilustra la sensación del avance inestable de Perón sobre su bicicleta que se encuentra a punto de finalizar su recorrido al divisar que el segmento final de la cuerda está a punto de deshilvanarse, por lo cual, su desplome, inevitablemente, solo sería cuestión de tiempo.
36 Archivo Nacional de la Memoria. Bombardeo del 16 de junio de 1955, 2010, 87-88. 37 United Press. “Perón anuncia tremenda represión”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955, 22.
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«Esperanzas» Para finalizar el examen de la serie de tres caricaturas, ahora centraremos nuestra atención sobre la viñeta publicada el día 27 de junio, titulada «Esperanzas».
Figura 4. - … ¿si pudiera resucitar?... Fuente: Aldor, «Esperanzas», El Tiempo, Bogotá, 27 de junio de 1955, 4.
Abordando el estrato del discurso, en el ámbito del Quién, podemos ver en, primer plano, al general Perón, trajeado, como en la viñeta anterior; y a una figura femenina que se encuentra al interior de un cajón fúnebre. En cuanto al Qué, el tópico se enfoca en delinear la precaria y difícil situación vivida en la Argentina para el libre ejercicio de la prensa. El Dónde, ambienta la escena en un cementerio, revestido de tono lúgubre, ahondado con la presencia, en tercer plano, de un árbol deshojado y en cuyas ramas se posa un buitre.
Pasando al Cuándo, la viñeta aún aprehende los ecos de la delicada situación argentina, transcurridos once días del fatal episodio en la Plaza de Mayo; solo que, ahora, retoma el leitmotiv de las restricciones a la libertad de prensa, tan señalados en los cablegramas y editoriales difundidos en los primeros quince días del mes. Terminando con el Cómo ha de apreciarse a la mencionada figura femenina que, sosteniendo una antorcha, está a punto de ser sepultada dentro de un cajón fúnebre bajo la consigna «Libertad de prensa». La mirada suplicante de la mujer encuentra destinatario en el coronel Perón vuelto de espaldas ante el dramatismo de la mujer, limitándose a mirar de reojo y sin disposición de prestarse a brindar ayuda alguna. En lo que refiere al estrato del diseño, la representación conjunta de elementos semióticos como el territorio yermo del cementerio, enmarcado por un ambiente oscuro, prescindido por el tronco de un árbol seco, con un buitre posado sobre él, ha de vincularse con la denuncia que, desde el órgano colombiano, se hacía acerca del silenciamiento que el gobierno justicialista había impuesto sobre la minuciosa difusión de las noticias, en relación con el delicado panorama político argentino. Desde el cual, un eventual énfasis de las tensiones causadas por los bombardeos del día 16, contribuiría a poner de manifiesto hacia la opinión pública internacional la faceta totalitaria del régimen. De ahí que la inminente muerte de la libertad de prensa, perceptible en la viñeta, encuentre acontecimientos de referencia inmediatos en la suspensión de los cablegramas de AFP, y de la corresponsalía informativa, exclusivamente, proveniente de medios no argentinos.
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El estrato de producción, abre el camino para ligar las representaciones allí consignadas con el capital informativo proporcionado por el periódico en la primera mitad de junio. El angustioso entierro de la libertad de prensa ha de remitir la línea crítica adoptada por el diario bogotano para divulgar las cohibiciones a la libre expresión, asimilándolo con los regímenes fascistas38, y enfatizando la represión cernida sobre la base política de los partidos de oposición39. Percibida la libertad de prensa como el principal instrumento de confrontación contra los gobiernos represivos40, esta ha de ser suprimida bajo los auspicios del gobierno justicialista, que, en la figura de su líder, sabe lo que está sucediendo por la esporádica mirada que le da a la escena de sepultura, pero que, simultáneamente, al encontrarse de espaldas, contribuye a allanar su desenlace mediante su deliberada omisión.
Conclusiones Se identifica, como factor común de las representaciones plasmadas en las tres caricaturas, la propensión por reafirmar el imaginario construido por los editoriales y cablegramas de agencias internacionales publicados en el diario El Tiempo. Allí se caracteriza a Perón como un tirano de talante retardatario, anticlerical, que legitima su gobierno mediante el empleo de medidas de fuerza y el manejo de un discurso demagógico.
38 “Definición doctrinaria”. El Tiempo. Bogotá, 15 de junio de 1955, 4. 39 United Press. “La prensa americana condena la persecución religiosa de Perón”. El Tiempo, Bogotá, 15 de junio de 1955, 8. 40 “Libertad de prensa”. El Tiempo, Bogotá, 8 de junio de 1955, 4.
Frecuentemente, se le ha de asociar con regímenes de tipo fascista y con las dictaduras entonces subsistentes en Latinoamérica, ya fuera por la férrea persecución hacia los periodistas, la expropiación y el monopolio de los medios de comunicación, o las crecientes tensiones con la Iglesia, las cuales propiciaron el paulatino surgimiento de una fuerte polarización, que encontró uno de sus puntos álgidos en los fatídicos acontecimientos del 16 de junio. Tres meses más tarde, dicha polarización acabaría clausurando la primera experiencia del peronismo en el poder. 49
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Bibliografía Fuentes primarias Periódicos “Definición doctrinaria”. El Tiempo. Bogotá, 15 de junio de 1955. “Libertad de prensa”. El Tiempo, Bogotá, 8 de junio de 1955. “Sensación en Bogotá por el curso de la Revolución argentina”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955. Agence France Press. “Altos dignatarios eclesiásticos parecen resignarse a la separación de la Iglesia y el Estado”. El Tiempo, Bogotá, 9 de junio de 1955. Agence France Press. “Se rumora reforma de la ley electoral en la Argentina”. El Tiempo, Bogotá, 10 de junio de 1955. Aldor. “En Argentina”. El Tiempo, Bogotá, 22 de junio de 1955. Aldor. “En el día de la libertad de prensa”. El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955 Aldor. “Persecuciones”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955. El Tiempo, Edición extraordinaria, Bogotá, 16 de junio de 1955. Gómez-Picón, Alirio. “La prensa en América” y “Libertad de Prensa”. El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955. United Press. “22 heridos y más de 400 detenidos por los disturbios de fin de semana en Buenos Aires”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955. United Press. “Apedreada la Curia en Buenos Aires, graves disturbios en la Plaza de Mayo”. El Tiempo, Bogotá, 13 de junio de 1955. United Press. “Así empezó Hitler”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955. United Press. “Aumenta tensión entre la Iglesia y el Estado argentino”. El Tiempo, Bogotá, 13 de junio de 1955. United Press. “Destituidos y arrestados 2 altos prelados argentinos”. El Tiempo, Bogotá, 15 de junio de 1955 United Press. “Detienen a católicos y comunistas”. El Tiempo, Bogotá, 3 de junio de 1955. United Press. “Habla un teniente”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955. United Press. “Hablan los aviadores refugiados en Colonia”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955. United Press. “II Boletín de la Iglesia católica argentina”. El Tiempo, Bogotá, 7 de junio de 1955. United Press. “La prensa americana condena la persecución religiosa de Perón”. El Tiempo, Bogotá, 15 de junio de 1955. United Press. “Los diarios peronistas claman venganza”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955. United Press. “Perón acusa a la oligarquía de usar a la Iglesia para recuperar posiciones”. El Tiempo, Bogotá, 14 de junio de 1955. United Press. “Perón anuncia tremenda represión”. El Tiempo, Bogotá, 17 de junio de 1955. United Press. “Somos cristianos, afirma Borlenghi”. El Tiempo, Bogotá, 9 de junio de 1955.
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“VOLUNTAD DE VIVIR MANIFESTÁNDOSE” EL MOVIMIENTO POBLACIONAL ANTI-DICTADURA Y LA VIOLENCIA POLÍTICA POPULAR EN CHILE, 1983-1984 Keywords:
Angélica Dávila Landa Licenciada en Estudios Latinoamericanos Universidad Nacional Autónoma de México angdlanda@gmail.com
Abstract
Chile, popular political violence, days of protest, military
Resumen
dictatorship, fight for democracy.
Durante 1983 y 1984 ocurrió, en Chile, el primer periodo de las Jornadas Nacionales de Protesta, el cual ensanchó el horizonte de lo posible institucionalizado por la dictadura y puso, en primera línea, el tema y el proceso de la recuperación democrática en el país. Dentro de este proceso, el movimiento poblacional formó parte de los sectores anti-dictatoriales, los cuales optaron por la violencia como una acción política y estratégica para luchar en contra de la dictadura,
During 1983 and 1984 took place the first episode of the National Journeys of Protest –Jornadas Nacionales de Protesta–, that widened the horizon of the possible institutionalized by the dictatorship and that placed, on first line, the theme and the process of the democratic recuperation of the country. Within this process, the popular movement was part of the anti-dictatorial sectors that opted for the violence as a politic and strategic action to fight against the dictatorship, both in its political regime version as in its socioeconomic system version. Thereby, it was established a social and politic line of insubordination within the protests that considered the popular movement as a subject with its own political strategy, even when it was not
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tanto en su versión de régimen político como de sistema socioeconómico. Así, se instauró una línea de insubordinación social y política dentro de las protestas, la cual refirió al movimiento poblacional como un sujeto con una estrategia política propia, aun cuando no estuviera totalmente definida ni acabada. Esta, bajo las lógicas de la violencia política popular, profundizó la crisis política que envolvió a la dictadura con la explosión de las movilizaciones sociales.
Introducción
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esde 1977 el régimen militar chileno había anunciado su propia estrategia de democratización. Legalizada tres años después en una nueva Constitución Política, entre otros asuntos, marcaba un calendario para el arribo a la democracia: durante los ocho años venideros las FF.AA. terminarían de consolidar e imponer su propio modelo de desarrollo, y en 1988 convocarían a la sociedad chilena a un plebiscito para elegir si Pinochet gobernaría por ocho años más o si se convocaría a elecciones libres; en ambos casos, conservando la democracia restringida que había diseñado la dictadura y el neoliberalismo que había implementado. No obstante, si todo parecía claro en la Constitución de 1980 –aprobada, además, en un proceso electoral poco confiable–, un par de años después ocurrirían dos hechos eufemísticamente inoportunos que accidentarían el cronograma planteado: una crisis económica estructural, seguida por la “explosión” de uno de los movimientos de protesta más grandes de América Latina1.
fully defined or finished. This strategy, under the popular politic violence logic, deepened the politic crisis in which find involved the dictatorship with the explosion of the social mobilizations.
Palabras clave Chile, violencia política popular, jornadas de protesta, dictadura militar, lucha por la democracia.
En 1983, el alto grado de desempleo, la devaluación del peso chileno, la crisis de la industria nacional y la imposibilidad de contener la crisis económica rápidamente, catalizó el descontento sociopolítico de diversos sectores de la sociedad en extensas e intensas movilizaciones sociales. Sucedió, entonces, lo que la historiografía chilena ha llamado las “Jornadas de Protesta Nacionales”: manifestaciones públicas y masivas con distintos grados del uso de la violencia, estrategias de lucha, intereses y objetivos que buscaban ponerle fin al régimen militar. Las Jornadas de Protesta implicaron «una praxis cotidiana de organización y rebeldía ante el contexto en que hombres y mujeres se encontraban»2, así como una agudización de la violencia estatal sobre los disidentes. Compuestas por once movilizaciones masivas, con diferentes acciones en los intermedios –pequeñas marchas, conmemoraciones, acciones armadas, seminarios, reuniones, congre-
explosión de las mayorías: protesta nacional, 1983-1984. Santiago de Chile: Educación y comunicaciones, 1985. 2 Bravo-Vargas, Viviana. “Neoliberalismo, protesta popular y transición en Chile, 19731989”. Revista Política y Cultura, No. 37, 2012, 97.
1 La palabra “explosión” está tomada de: De la Maza, Gonzalo & Garcés, Mario. La
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sos, intentos de negociaciones, etc.–, significaron un periodo de efervescencia política que hizo tambalear la correlación de fuerzas, instaurada por la dictadura chilena y que puso en disputa el horizonte de lo posible, establecido hasta ese momento. Si anteriormente el régimen militar había controlado la política nacional y había proclamado un único proyecto de sociedad y de estrategia de transición, las protestas erigieron a otros sujetos con modos, proyectos, espacios y relaciones propias, las cuales demandaban su derecho a actuar políticamente. La consecuencia fue inobjetable: un conflicto de alcances nacionales sobre las maneras más viables y deseables de regresar a la democracia, «que, a lo menos durante los dos años siguientes, pareció poner en jaque todo el diseño de institucionalización y consolidación dictatorial»3. En este trabajo, atenderemos a uno solo de sus participantes: las poblaciones populares radicalizadas, el «cinturón de fuego […] en la periferia santiaguina»4 que fungió como uno de los sectores más contestatarios en contra del gobierno de Pinochet y que recurrió a la acción directa y violenta para resguardarse de la represión estatal e intentar democratizar al país. La primera parte desarrolla algunas líneas teóricas con el objetivo de comprender su opción por la violencia como acción política y estratégica. La segunda, analiza el movimiento poblacional antidictatorial en concreto, para entender sus principales líneas de acción y objetivos políticos dentro de la lucha por la democracia chilena. 3 Pinto, Julio & Flores, Sebastián. “Punto de quiebre: en MIR en los ochentas”. En: Verónica Valdivia, Rolando Álvarez y Julio Pinto, eds. Su revolución contra nuestra revolución. Vol. II: La pugna marxista-gremialista en los ochentas. Santiago: LOM Ediciones, 2008,108. 4 Bravo-Vargas, Viviana. “Neoliberalismo, protesta popular y transición en Chile, 19731989”, 2012,104.
La violencia política popular En el estudio de las poblaciones populares, como un actor político y como uno de los más radicales en la lucha anti-dictatorial, es útil el concepto de violencia política popular (VPP) de Gabriel Salazar, así como la definición sobre la violencia colectiva de Charles Tilly. Dos posturas políticas diferentes que pueden complementarse analíticamente. De entrada, la VPP puede apreciarse como un tipo de violencia colectiva o una acción colectiva que se realiza de manera violenta. Un tipo de acción cuyo objetivo y característica es que «inflige daños físicos inmediatos y directos a personas y/u obje- 55 tos- implica por lo menos a dos autores de los daños- es consecuencia, al menos en parte de la coordinación entre las personas que realizan los actos que provocan los daños.»5. Desde esta perspectiva la violencia colectiva puede considerarse como un entramado de relaciones sociales de las cuales una de sus expresiones y concreciones resultan ser los actos dedicados a perjudicar, destruir y deteriorar completa o parcialmente a otros actores sociales y políticos, a través de dirigir, combinar y organizar sus diversos recursos y disposiciones en una acción común. Por ello, puede decirse que implica una sociabilidad inscrita en diversos procesos sociales y con diferentes grados de organización que le hacen posible, a un cúmulo de sujetos, actuar violentamente en detrimento de otros sujetos. Es decir, les permite actualizar ciertos «vínculos sociales existentes, unas interpretaciones compartidas y repertorios de interacción [que] canalizan la conducta de los actores. [….] que determinan quién infligirá daños a quién y cómo lo hará»6. 5 Tilly, Charles. Violencia colectiva. Madrid: Editorial Hacer, 2007, 3. 6 Tilly. Violencia colectiva, 2007, 111.
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Ahora bien, la violencia colectiva como violencia política popular tiene sus propias especificidades, entre ellas: contar con un componente político realizado estratégicamente que resulta potencial y/o pretendidamente revolucionario o, por lo menos, subversivo. Respecto al último aspecto, puede decirse que resulta una concepción y práctica colectiva que lleva a cabo actos de protesta y de insubordinación en forma de acción directa y/o violenta, entendida y orientada a la transformación social. Así, siguiendo a Salazar, puede considerarse que la violencia ejercida por el movimiento popular y sus aliados en Chile, vista a través de una perspectiva histórica, ha estado dirigida en contra del Estado y del sistema de dominación capitalista en turno –sobre todo en clave liberal–. Lo cual significa que ha sido ejercida sobre los sujetos y las representaciones materiales que lo encarnan y defienden –«autoridades, patrones, FF.AA., adversarios políticos», símbolos del orden y del capital–, con el propósito de cambiar el estado de las cosas en función de una sociedad más justa e igualitaria7. Considero que la VPP resulta política en tanto se introduce en la disputa por la producción de lo social, al buscar provocar efectos en la contienda política a partir de la violencia popular. Ello implica y explica que los sujetos populares y sus representantes intenten y aspiren participar, influir y, en el mejor de los casos, dirigir el conflicto sociopolítico al incorporar la acción directa y violenta en sus repertorios y horizontes de acción, en función de manifestar, pautar y producir un tipo de sociedad específica que los libere o que aligere su situación de oprimidos y explotados. En ese sentido, la VPP también es estratégica porque, para
7 Salazar-Vergara, Gabriel. La violencia política popular en las “Grandes alamedas”. Santiago de Chile, 1947-1987 (Una perspectiva históricopopular). Santiago de Chile: SUR, 1990, 52, 56 y 112.
realizarla, los sujetos constituyen organizaciones, programas, objetivos y repertorios de lucha con diversos grados y tipos de organización e institucionalización que «giran en torno a la perpetración de daños (aunque sólo sea temporalmente)» y que «utilizan los daños para menguar o contener la capacidad del contrario para infligir daños»8. De este modo, la mayoría de las veces, la VPP es presentada y legitimada por sus actores, como un derecho y una necesidad para hacer frente a una violencia primigenia, que es opresora, explotadora e injusta y que hace considerar a la opción por la violencia popular como la única manera de cambiar su situación de despojo social y político. De allí que resulte amenazante para el sistema de dominación y explotación en vigencia, es decir, porque resulta una práctica que puede dañarlo por la doble vía: la del uso de la violencia y la de su uso autónomo, al implicar la producción de un tipo de sociabilidades y prácticas que escapan al control y permiso de los sujetos dominantes, que, al mismo tiempo, se erige en contra de ellos. Igualmente, sea o no su objetivo explícito, en la práctica, la VPP «demuestra al mismo tiempo la vulnerabilidad de los poderosos aparentemente insuperables y la presencia de una alternativa peligrosa y escurridiza a tales poderes»9. Una demostración factual de que el statu quo no solo es histórico, también es destruible y sustituible. Durante las jornadas de protesta diversos sujetos hicieron suyos algunos aspectos de la VPP, como los estudiantes, militantes de diversos partidos, religiosos de base, etc. Sin embargo, hubo algunos, como las poblaciones radicalizadas, quienes volcaron, en gran medida, su accionar colectivo a la lógica de la violencia política popular. A partir de ello, convergieron con otros 8 Tilly. Violencia colectiva, 2007, 104-105. 9 Tilly. Violencia colectiva, 2007, 105.
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actores y produjeron propuestas de transición democrática doblemente rupturistas: tanto con el orden político instaurado por la dictadura –una democracia de corte neoconservador–, como con el sistema resguardado por ella –el capitalismo en clave neoliberal–, tomando una posición y un lugar relevantes en el conflicto por la democracia. En lo que sigue, se analizarán sus líneas generales de acción política y estratégica.
La violencia de los pobladores Durante 1983 y 1984, los barrios pobres chilenos fueron uno de los principales focos de protesta y represión estatal. Sobre todo, aquellos que contaban con una tradición histórica de lucha propia y lazos políticos de larga data con la izquierda marxista, tales como las poblaciones de El Pinar, La Legua, La Victoria, Germán Riesco, Pudahuel, La Cisterna, Nueva Habana, Caro-Ochagavía, Villa Francia, entre otras10. Principalmente, ubicadas en la zona oeste y sur de la ciudad de Santiago; estas constituyeron uno de los sectores más radicales y combativos del periodo de protestas que, bajo los aleros de la violencia política popular –con neumáticos encendidos, barricadas, apagones–, luchaban por la democracia y se defendían de la represión militar y policiaca. Es verdad que en las poblaciones se cruzaban diversos actores políticos. Incluso antes de las protestas, las diferentes agrupaciones de izquierda encontraron, en los barrios chilenos, un espacio de encuentro, organización, resurrección y amparo para su propia sobrevivencia física y para implementar sus
10 En lo que sigue, cuando se aluda al movimiento poblacional, me referiré en específico a estas poblaciones, ya que no todas tuvieron un posicionamiento anti-dictatorial, y, entre los barrios opositores, no todos hicieron uso de la VVP.
estrategias anti-dictatoriales11. Igualmente, la dictadura había logrado permear, en algunas comunidades, a través de diversas políticas públicas –culturales, económicas, etc.–; en 1983, también por medio de la Unión Demócrata Independiente, consolidando una base social importante dentro de este sector.12 Mas, a pesar de todos los actores involucrados, puede vislumbrarse un sentido político propio de los pobladores y pobladoras, que los llevó a manifestarse profunda y persistentemente por el fin del régimen militar. El asunto anterior matiza el supuesto, fuertemente mantenido, de que el movimiento poblacional careció por completo de un proyecto político y estratégico propio y alternativo a la dictadura13. Para sostener lo con- 57 trario, pueden hacerse las siguientes consideraciones. Primero, para la mayoría de los sujetos, este periodo de las Jornadas de Protesta –1983-1984– fue un momento de incertidumbre, de apuesta y de redefinición política. De esta manera, la mayoría de los actores políticos involucrados en la contienda política no contaba con una estrategia de transición totalmente definida. Segundo, el conflicto y el debate político versaban sobre las maneras de terminar con el régimen militar, en lugar de una discusión por el modelo societal, el cual
11 Ante ello, es importante rescatar que hubo muchas tensiones entre los partidos políticos y el movimiento poblacional, las cuales expresaban el conflicto entre la conservación de la autonomía de las organizaciones de pobladores y el intento de los partidos de adscribirlos a sus propias estrategias de transición. Ver: Baño, Rodrigo. Lo social y lo político, consideraciones acerca del movimiento popular urbano, Vol. II. Documento de Trabajo N° 208. Santiago de Chile: FLACSO, junio 1984. 12 Para mayor información ver: Valdivia-Ortiz, Verónica. “‘¡Estamos en Guerra, Señores!’ El régimen militar de Pinochet y el ‘Pueblo’, 1973-1980”. Revista Historia, Vol. I, No. 43 (enero-junio, 2010): 177-199. La UDI es el partido que aúna a la nueva derecha chilena que, en síntesis, resulta neoliberal en lo económico y conservadora en lo político. 13 Por ejemplo, los siguientes artículos sostienen esta imposibilidad del movimiento poblacional: Tironi, Eugenio. “Crisis, desintegración y modernización”. Proposiciones. No. 18 (1990). Garretón, Manuel. “Movilización popular bajo el régimen militar en Chile: de la transición invisible a la democratización política”. En: Susan Ecstein, ed. Poder y protesta popular. Movimientos sociales latinoamericanos. México: Siglo XXI, 2001.
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pudiera venir con el arribo a la democracia. Tercero, a pesar de lo anterior, todas las estrategias transitivas en pugna habían construido su propia definición de lo social, lo político y lo estratégico más o menos clara, incluyendo a los pobladores. Por último, para acercarse y comprender las definiciones sobre lo real y las estrategias de cada sujeto, resulta más conveniente tomar en cuenta su propia identidad social, y no un modelo arquetípico y naturalizado de lo político. En ese sentido, “la revuelta de los pobladores”, como ha llamado Gabriel Salazar al movimiento poblacional, es de gran importancia, no solo porque haya funcionado como el corazón que nutrió y mantuvo vivas a las Jornadas de Protesta; sino también porque tuvo sus propias características y modos de definición de lo real y de implementación práctica, es decir, estratégica. Aun cuando diferente al de los partidos políticos, intelectuales y sindicatos, por nombrar a algunos sujetos tradicionales, no fue menos política. A partir de ello, sostengo que su estrategia de lucha puede analizarse por medio de tres ejes fundamentales: 1) La opción de protestar tanto por la recuperación democrática, como por cambios que beneficiaran sustantivamente su calidad de vida. 2) La escala comunal y local como rango de la acción política y la resolución de los problemas de reproducción social, que dio lugar a un proceso y espacio de politización –la acción práctica como forma de construir sentido político– y de socialización alternativa. 3) La elección y legitimación, en la mayoría de las poblaciones movilizadas, de la acción directa y violenta como método de lucha. Aspectos que en conjunto signaron su práctica política dentro de las lógicas de la violencia política popular arriba comentadas. Considero que esta triada conformaba el núcleo de la acción política del movimiento poblacional durante
las protestas y que alcanzó un grado importante de organización y de incidencia política, con sus diferentes matices, de acuerdo con cada población. Como evidencia, se encuentran las diferentes organizaciones sociales, comandos y coordinadoras de pobladores/ as a nivel local y transpoblacional, las cuales funcionaban para planificar y sostener las movilizaciones e intentar constituir acciones conjuntas entre diferentes grupos sociales. Ejemplo de ello son: la Coordinadora de Allegados de Puente Alto, la Coordinadora Metropolitana de Pobladores, el Movimiento Poblacional Dignidad y la Coordinadora de Agrupaciones Poblacionales; donde los últimos tres formaron el Comité Unitario de Pobladores en agosto de 198414. En consecuencia, no resultaba extraño que «en noches de protesta en cualquier población popular donde uno vaya» se encuentre con que «muchachos perfectamente organizados montan barricadas de piedras y neumáticos encendidos y mantienen una eficiente red de información para prevenir la llegada de la policía»15. En efecto, la violencia poblacional no surgía de la rabia ciega e irracional de sus ejecutores, sino de un proceso de organización social y político. Ello tuvo que ver con los factores explicados anteriormente, aunados a una tradición histórica de lucha con repertorios establecidos, a su situación sociopolítica y a la relación que el régimen mantuvo con este sector. Igualmente, a su “lugar” de protesta: los sectores poblacionales, al manifestarse en los propios espacios que habitaban, tenían en su entorno vital el eterno campo de batalla y resistencia en contra de la dictadura. Esto produjo 14 Iglesias-Vázquez, Mónica. Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura (1973-1990). Tesis de Maestría en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, 258. 15 Río, Alejandro del. “11 años de dictadura en Chile”. El país, Santiago de Chile, 9 de septiembre, 1984. < http://elpais.com/diario/1984/09/09/internacional/463528804_850215. html > [12 de enero de 2016].
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que la lucha anti-dictatorial abarcara casi todos los espacios de la vida cotidiana, obtuviera una dimensión altamente territorial y tuviese que desarrollar estrategias que le permitieran, a los pobladores/as, defenderse de la represión regimental. Ante eso, las acciones violentas con las que se identificaron en el período (la destrucción de variados “símbolos del orden”, tales como alumbrado público, semáforos; el ataque a locales comerciales y las sedes sociales del gobierno, el enfrentamiento con la autoridad, la toma de terrenos, fogatas, barricadas) tenía la intención de protegerlos y resguardarlos ante la fuerza represiva del régimen y de expresar su rechazo tajante hacia el gobierno de Pinochet, mientras, en la práctica, desarrollaban una dimensión organizativa y estratégica de la violencia popular16. Lo importante de ello es que, para varias poblaciones, el uso de la violencia también experimentó un proceso de legitimación. Al igual que otros sujetos radicalizados, los pobladores consideraban justa y elegible a la violencia propia, por ser una respuesta hacia la violencia original que provenía del régimen. Ante esta, que atentaba contra su dignidad, integridad y subsistencia, la violencia popular resultaba una última opción para poder sobrevivir a todos los atropellos y vejaciones que sufrían por parte de la dictadura. Una elección política que, ante tan horrible situación, era tomada, defendida y explicada: «La violencia es del régimen que nos humilla con el PEM, con el POJH, que nos reprime con allanamientos, que nos hambrea, que nos niega la salud, la vivienda y la educación para nuestros hijos»17. Asimismo
16 Para mayor información ver Gonzalo de la Maza & Mario Garés. 17 Iglesias-Vázquez. Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura (1973-1990), 2010, 236.
¿Qué quiere que le diga? Mire, nosotros vemos a nuestros niños llorar de hambre. Yo le digo que hay más violencia en la falta de pan, de trabajo, de libertad. Y como protestamos, se nos dejan caer los pacos. Nos allanan, nos golpean, nos destruyen lo poco que tenemos, nos balean. Nos matan como a animales. Entonces no queda otra cosa que luchar. Y ya está visto que a las balas solo se puede responder con balas18. De esta manera en los barrios populares se construía una concepción propia sobre la violencia como “defensa de la vida”, la cual era auto-presentada 59 como una estrategia legítima, necesaria y, hasta cierto punto, eficiente. En su misma conceptualización, se dejaba ver la doble ruptura que los pobladores/as tenían con el régimen militar: como un sistema político opresor, pero también económico social, principal responsable de mantenerlos en una situación de pobreza y explotación cotidianas. En consecuencia, la valorización y práctica de la violencia popular resultaba doblemente justa y redentora para sus actores, porque anunciaba que el movimiento poblacional se posicionaba radicalmente en contra de la dictadura de Augusto Pinochet. Al mismo tiempo porque dejaba entrever que, para desmantelarla y para resolver los problemas que había ocasionado, harían falta transformaciones sociales profundas que incluían actos violentos como un método efectivo para lograrlo. Es decir, y como anunciaba un poblador de la época, la violencia política popular testimoniaba que, para recuperar la democracia, haría falta “armar la pelea” contra el orden social en vigencia, a sus ojos, 18 Iglesias-Vázquez. Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura (1973-1990), 2010, 236.
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único medio para elevar y mantener la vida, sobre todo la vida digna, de los pobladores y pobladoras19. Esta dialéctica se manifestaba en las principales consignas del movimiento poblacional que, al clamar por “justicia, pan, libertad y trabajo”, exigía la resolución de sus problemas cotidianos a partir de la retirada de los militares del poder estatal20. O, dicho de otra manera, que, al demandar el final de la dictadura, incluían la crítica a un modelo total de sociedad. Como anunciaba Eduardo Valencia, presidente de la Coordinadora Metropolitana de Pobladores: «Para todos [los pobladores implicados], la vuelta a la democracia es el primer paso urgente»21. No habría, pues, concesiones o reformas a considerar: el movimiento poblacional de las jornadas iba por el fin sin tregua de la dictadura, por considerarla como la principal responsable de las problemáticas del país. Para ello, según el mismo dirigente, «No se discute si lo que deberá venir es el socialismo u otro sistema, aunque sí hay que reconocer que en poblaciones como La Legua o La Victoria se siente que la solución de los problemas pasa por un cambio de sociedad»22. Ya que, según otro dirigente poblacional: «Uno tiene claro que bajo este régimen no hay solución a problemas, y aunque los hubiera, la presión del capitalismo es así. Tratarían de robar como fuera, seguirían creando problemas, al final la pelea se armaría»23.
19 Baño, Rodrigo. Lo social y lo político, consideraciones acerca del movimiento popular urbano, Vol. II. Documento de Trabajo N° 208. Santiago de Chile: FLACSO, junio de 1984, 39. 20 Iglesias-Vázquez. Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura (1973-1990), 2010, 226. 21 Iglesias-Vázquez. Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura (1973-1990), 2010, 226. 22 Iglesias-Vázquez. Rompiendo el cerco: el movimiento de pobladores contra la dictadura (1973-1990), 2010, 226. 23 Baño. Lo social y lo político, consideraciones acerca del movimiento popular urbano, junio de 1984, 39.
Si bien el objetivo claro de los pobladores era terminar con la dictadura, en la práctica, este tipo de lucha dejaba espacio para la crítica al modelo socioeconómico del régimen y, de manera más general, del capitalismo. Este se consideraba, en algunas poblaciones, como un modelo de sociedad siempre problemático y abusivo, responsable de las carencias multidimensionales que los más pobres de la ciudad padecían. De esta manera, con la lucha poblacional se abría una veta de contienda antisistémica y de creación utópica que despreciaba doblemente al régimen militar (tanto por su formato dictatorial como por el sistema socioeconómico que reproducía y resguardaba) y que mostraba en los pobladores/as una concepción propia sobre lo social y lo político, dirigida al cambio de su situación de dominados y explotados. En efecto, en las poblaciones, el uso de la violencia en contra del régimen fue construyendo nuevos lazos de sociabilidad y el ejercicio de un poder propio. Las diversas acciones que llevaban a cabo (ollas comunes, manifestaciones, tomas de terrenos, barricadas, etc.), buscaban asegurar su reproducción vital y resguardo corporal, los cuales involucraban un cuestionamiento y enfrentamiento directo con el régimen, el cual, también, los llevaba a la discusión y organización político-estratégica. De este modo, la participación de los y las pobladoras en estas acciones iba conformando una posición política inaugural o ya establecida que se iba consolidando, transformando y direccionándose en la práctica del día a día. Así lo explicaba un dirigente de la época: «la gente cuando se reúne en una organización popular inconscientemente empieza a dar pasos, sin que tú le digas vamos al socialismo. El gallo de apoco, a porrazo limpio se
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va dando cuenta, eso es muy cierto»24. Y «a pencazo limpio la gente se está formando políticamente. No se está formando por libros o cosas así, sino que en la práctica se está formando»25. De esta manera, aunque el socialismo no fuera el objetivo político para todas las poblaciones, sí se iba construyendo una dimensión politizada y utópica de las acciones colectivas: la posibilidad de una vida sustancialmente mejor conseguida a través de estas. Su peculiaridad fue que se realizaron en una escala distinta a la nacional. Allí, «lo local como referencia de acción [iba] tomando importancia. La temática del gobierno local, de la gestión local, el Municipio como espacio de participación y solución de los problemas de los pobladores» operó como el objetivo de la práctica política de estos sectores sociales y de sus organizaciones26. A partir de ello, se consiguió y reforzó una territorialización del conflicto, el cual estuvo atravesado por diversas prácticas de empoderamiento popular. Ejemplo de ello es el siguiente testimonio de Leandro, un poblador militante: Se generó una concepción de poder popular autónomo. […] en algunas poblaciones éramos capaces de subordinar al lumpen, era tanta la fuerza que tenía la Olla Común, la comunidad cristiana, la mesa política, la coordinadora de organismos sociales. Te estoy hablando del año 83-84, en que tú fuiste un poder real. Eran especies de zonas liberadas y donde tú
24 Baño. Lo social y lo político, consideraciones acerca del movimiento popular urbano, junio de 1984, 19. 25 Baño. Lo social y lo político, consideraciones acerca del movimiento popular urbano, junio de 1984, 58. 26 Valdés, Teresa. El movimiento poblacional: la recomposición de las solidaridades sociales. Documento de Trabajo N° 283. Santiago de Chile: FLACSO, enero 1986, 38.
conocías y tenías redes, por ejemplo, en las casas, en las poblaciones más combativas como “Los Copihues” donde tú tenías avisos de vecino en vecino, si venía un allanamiento, si venían los pacos y tú te podías pasar de una casa a otra, había toda una estructura y en algunos lugares eso fue muy avanzado27. La lucha poblacional anti-dictadura implicó, a su vez, un esfuerzo de facto por construir y reconstruir un poder popular en el escenario político del momento. Lo importante de ello es que no solo tildó a las poblaciones como un sujeto político relevante; también evidenció su capacidad para transformar algunos 61 vínculos sociales imperantes. Sin negar las propias relaciones de poder dentro de los barrios chilenos y cuestionándonos siempre sobre su alcance político, el tipo de lucha implementada mostraba que su agencia social se incrementaba y que estaba basada en lazos de reciprocidad, apoyo y solidaridad, a partir de las cuales se constituía la orgánica de las poblaciones más combativas. Es decir, que su capacidad de acción se fundaba en «un carácter vecinal, solidario en un sentido amplio y volcado hacia la misma comunidad local» que informaba a la violencia política popular con la que operaban28. De esta forma, al considerar que uno de los objetivos del régimen era construir una sociedad individualista e individualizada, sin posibilidades de acción colectiva ni solidaria entre sus agregados29, la solida-
27 Entrevista a Leandro Torchio, Santiago de Chile, 19/10/2005. En: Bravo-Vargas, Viviana. “Chile rebelde: las jornadas de protesta contra la dictadura (1983-1987)”. Revista Nostromo, No. 2, otoño 2008-invierno 2009, 114. 28 Salazar-Vergara. La violencia política popular en las “Grandes alamedas”. (…). 1990, 361. 29 Ver: Brunner, Joaquín: “La cultura política del autoritarismo”. Revista Mexicana de Sociología, Vol. 44, No. 2 (abril-junio 1982): 559-576.
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ridad colectiva de algunas poblaciones, aparejada a la constitución de un poder propio, contaba con un doble efecto: por una parte, permitía organizar la insubordinación y el descontento; por otra, subvertía en su radio de acción –la población en cuestión– el proyecto social de la dictadura, en tanto que hacía práctica un tipo distinto de sociabilidad. Así, en algunas poblaciones, la lucha antidictatorial resultaba un posicionamiento antisistémico, cuyo núcleo de poder radicaba en los vínculos sociales que se generaban desde la casa y desde el barrio habitado en colectividad, atravesado por diversos hechos de violencia y rebeldía, los cuales incluían sincrónicamente la crítica a un modelo global de sociedad y la implementación práctica de una propuesta alternativa de estar y de ser en el mundo.
Conclusiones Al ser capaces de sacar a la calle diversas resistencias contra-hegemónicas, hasta ahora clandestinas, poco visibles o fragmentadas, las Jornadas de Protesta configuraron un momento de crisis política para el régimen militar. En conjunto, lograron lo que ningún actor por separado había hecho hasta entonces: abrir el horizonte de lo posible institucionalizado por la dictadura, y poner en primera línea el tema y el proceso de la recuperación democrática. Ejemplo de ello fueron las poblaciones populares que estructuraron su lucha bajo las lógicas de la violencia política popular. Si bien, tendieron lazos políticos profundos con diversas organizaciones no poblacionales, “la revuelta de los pobladores” logró constituirlos como sujetos políticos relevantes durante las movilizaciones, con estrategias de lucha y organizaciones políticas propias. A partir de ello, marcaron uno de los focos más radicalizados de protesta, lo que signó a la violencia como
una práctica político-estratégica necesaria, legítima y eficiente para enfrentarse al gobierno de Pinochet y para intentar resguardar la seguridad de los pobladores frente a la represión dictatorial. La violencia en los barrios populares se presentó y ejecutó como una defensa de la vida, la cual estuvo lejos de realizarse como meros actos de espontaneidad e irrupción social descontrolada sin ninguna potencialidad ni racionalidad política. Por el contrario, los pobladores/as se erigieron como un conjunto de sujetos radicalizados, quienes, a partir de la violencia, resistían a la dictadura organizadamente y que la rechazaban en su doble acepción de régimen político y de modelo de sociedad. De esta manera, en algunas poblaciones, la lucha por la democracia implicó una oposición tajante a los procesos de socialización hegemónicos de corte autoritario y neoliberal, y una demanda explícita por el mejoramiento integral de su calidad de vida. En conjunto, estos dos aspectos los llevaron a construir una crítica y un posicionamiento anti-sistémico que intermediaba a la violencia como medio de sobrevivencia, y como acción política y estratégica. Al igual que configuró en Chile un torrente de lucha que surgía de (y a la vez constituía) una sociabilidad combativa y alternativa, la cual iba generando y consolidando procesos organizativos, expresados sobre todo en el ámbito local, y creando un poder propio capaz de defender y recuperar a la población como un espacio politizado, por ciertos momentos, también autonomizado. A partir de ello, los pobladores, entre otros actores, se convirtieron en uno de los bastiones de protesta más fuertes e importantes del periodo, suficientemente relevantes para amenazar por dos años enteros al modelo social y político de la dictadura, y para introducir la posibilidad de una transición democrática con sentido popular y rebelde.
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Bibliografía Fuentes Primarias Prensa El país, Santiago de Chile, septiembre de 1984.
Fuentes secundarias Libros De la Maza, Gonzalo & Garcés, Mario. La explosión de las mayorías: protesta nacional, 1983-1984. Santiago de Chile: Educación y comunicaciones, 1985. Salazar-Vergara, Gabriel. La violencia política popular en las “Grandes alamedas”. Santiago de Chile, 19471987 (Una perspectiva histórico-popular). Santiago de Chile: SUR, 1990. Tilly, Charles. Violencia colectiva. Madrid: Editorial Hacer, 2007.
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IMPERIALISMO, DIPLOMACIA Y ENFRENTAMIENTO: PERÚ Y ESTADOS UNIDOS ENTRE 1968-1970 Keywords:
Alejandro Santistevan Gutti Estudiante de la especialidad de Historia Pontificia Universidad Católica del Perú alejandro.santistevan@pucp.pe
Abstract
Peru, United States, imperialism, International
Resumen
Petroleum Company.
Este escrito presenta un análisis sobre el conflicto internacional entre Perú y Estados Unidos, sucedido a finales de la década del 60 del siglo XX, debido a los problemas de política exterior por la participación de compañías transnacionales, como la International Petroleum Company, en Latinoamerica, por el choque entre aquellos que se encontraban a favor y en contra del imperialismo.
This paper presents an analysis of the international conflict between Peru and the United States, happened in the late 60s of the twentieth century due to foreign policy problems by the participation of transnational companies like International Petroleum Company in Latin America, by the clash between those who were for and against imperialism.
Palabras clave Perú, Estados Unidos, imperialismo, International Petroleum Company.
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Caretas, 14 de abril de 1969, Archivo de la Pontificia Universidad Catรณlica
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l argumento central de este trabajo es que Perú y Estados Unidos, entre 1968 y 1970, tuvieron un enfrentamiento que no hizo peligrar la relación entre ambos países, ni los intereses del capital imperialista norteamericano. Juan Velasco Alvarado (presidente entre 1968-1975) fue antiimperialista en un plano limitado, fue anti-norteamericano y atacó los signos de un imperialismo en vías de extinción para 1968, el imperialismo de enclave. Por su parte, EE.UU. no solo defendió la International Petroleum Company (IPC), sino también el proyecto global que tenía como fin asegurar condiciones favorables para la reproducción del capital, especialmente a través de industrias y finanzas en el Perú. Esta afirmación se sostiene en el estudio de la documentación producida tanto por el Consejo de Ministros peruano como por el Departamento de Estado norteamericano, además de una serie de publicaciones académicas que discuten el tema. En primer lugar, revisaré los antecedentes al planteamiento peruano frente a EE.UU. En segundo lugar, describiré el desarrollo del enfrentamiento entre ambos países en el plano diplomático. Finalmente, a modo de conclusión, discutiré si es posible hablar de imperialismo en el caso estudiado, cuál fue el margen de maniobra de ambos gobiernos y algunas ideas sobre cómo entender la orientación general del proceso revolucionario.
Alineamiento, privilegio y enfrentamiento antes de Velasco La política exterior peruana nunca tuvo el ímpetu retórico e ideológico como el observable entre 1968 y 1975. Antes de este periodo, y en esto concuerdan muchos académicos, el Perú se alineó con Estados Unidos y los intereses de los capitalistas norteame-
ricanos1. Utilizaré como ejemplo paradigmático la relación parroquial entre Perú y Estados Unidos, el caso de la International Petroleum Company y los privilegios que tuvo en la disputa en contra del Estado peruano. Además, la IPC será un actor principal de esta historia y volveremos a mencionarlo. El problema de la International Petroleum Company es un tema de propiedad que se arrastró durante décadas. Originalmente, el dueño de los campos de La Brea y Pariñas, nombre del yacimiento principal de petróleo, fue un peruano; pero, la confusa figura colonial de la “concesión” no dejaba claro si este era el propietario absoluto o un simple arrendatario. En 1913, la inglesa Pacific Petroleum Co. se convirtió en arrendataria del yacimiento y la producción creció notablemente. El alza de la producción en la zona, unida a la reciente utilidad del petróleo como combustible para el naciente parque automotor, hizo que cada vez se prestara más interés a La Brea y Pariñas. Es así como en 1914 surge el primer impae entre el gobierno y la compañía inglesa: según el registro público, la propiedad era mucho más pequeña de lo que era en la realidad, con lo que la empresa se ahorraba una importante cantidad de dinero en impuestos y engañaba al Estado peruano. Fue el propio presidente Oscar R. Benavides (1914-1915) y quien negó a la empresa la acción de amparo que había presentado, ordenó una nueva medición y una retasa de los impuestos. Los representantes de la empresa desconocieron el decreto del presidente Benavides e, inmediatamente, intentaron un acuerdo directo entre el Ejecutivo y la empresa. Mientras esto sucedía, la Pacific Petroleum
1 Vélit-Granda, Juan. “Política exterior del Perú durante el gobierno militar”. Agenda Internacional, Vol. 2, No. 5, 1995. Y Jarwoski, Helan. “La identidad de la política exterior”. En: Carlos Franco & Rolando Ames, ed. El Perú de Velasco. Lima: Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación (CEDEP), 1983.
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Co. vendió el derecho de concesión, y todos los problemas que tenía, a la International Petroleum Company, subsidiaria de la Standard Oil de Rockefeller, pero no hizo pública la venta. Cuando el problema pasó a la Cámara de Diputados, el lobby de la empresa fue mucho más evidente. Se pedía que todas las condiciones desfavorables del proyecto de los Senadores fueran abolidas, que se permitiera la intermediación diplomática y que no se cobraran los adeudos pendientes. Finalmente, ante las presiones diplomáticas de EE.UU. y la intensa beligerancia retórica de algunos diputados favorables a la empresa, se aprobó que el diferendo fuera resuelto por un tribunal internacional de arbitraje. Este tribunal produjo el infame Laudo de París, donde la empresa fue ampliamente favorecida2. Dice Basadre que ante el "imperialismo económico" de EE.UU. y el imperialismo tradicional de Gran Bretaña, era poco probable una salida no-violenta. La IPC en Talara se convirtió en un importante enclave petrolero entre los años de 1920 y 1960. La mayoría de autores concuerda en que la empresa funcionó segregando a la comunidad, sin pagar los impuestos debidos y pasando por encima de la autoridad con sobornos, al menos hasta los años 19403.
2 Basadre, Jorge. Historia de la República. Tomo VIII. Lima: Ediciones Historia, 1963, 3888-3891. 3 Klarén, Peter F. Nación y sociedad en la historia del Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 2004, 266. La IPC pagaba impuestos "escandalosamente bajos" y no había ninguna reglamentación gubernamental. Según Thorph y Bertram, citados por Klarén, entre 1920 y 1940, la IPC, prácticamente, no contribuyó en divisas extranjeras a la economía local y consiguió ganancias enormes. Clayton tiene una visión mucho más positiva del impacto de la empresa en el desarrollo peruano, su versión señala la importancia de los "pueblosempresa" (Estados Unidos y Perú: 1800-1995, 1998, 365-368). Lo cierto es que, en los primeros años de la actividad de Talara, la empresa mantuvo su forma de "enclave" (Cueto y Contreras, 2000:196; citado en Cueto, Marcos. Historia del Perú contemporáneo: desde las luchas por la independencia hasta el presente. Lima: Instituto de Estudios Peruano [IEP], 2007), la visión de Clayton es más adecuada a las décadas de 1950 y 1960. Romero Amistad... está de acuerdo con que se debe distinguir la acción entre los 20 y 40, y la acción posterior.
Ya en los años de 1960, Fernando Belaunde Terry (Presidente entre 1964 y 1968), construyó su capital político prometiendo remediar esta situación que, si bien puede haber sido paliada a partir del 40, había marcado la memoria histórica de los peruanos. El "Acta de Talara", acuerdo entre la IPC y el Estado Peruano, donde se resolvía la larga disputa expropiando a la empresa, estaba llamada a resolver este asunto satisfactoriamente; no obstante, Belaunde mostró poco interés por una salida favorable al Perú. Así lo sugiere un documento del Departamento de Estado, donde aboga por una solución muy benévola con la empresa estadounidense4. Esta solución, en términos amigables, finalmente 67 se dio y el “escándalo de la página once” puso fin a la legitimidad de esta Acta. Este famoso episodio de la historia peruana consistió en la develación hecha por Carlos Loret de Mola, presidente de la Empresa Petrolera Fiscal, donde afirmaba que la página donde se consignaban los montos que se le iba a pagar a la IPC por la expropiación se había "perdido"5. El Acta fue reflejo de la necesidad de Belaunde por salir del problema político interno de la soberanía, así como de la intención de la IPC por conseguir algo ante la inminente expropiación. Como vemos, la IPC había hecho prevalecer sus intereses a partir de este contrato fraudulento. Autores como St. John se refieren al tema de la soberanía como una "excusa" para la toma del poder por parte de los militares en octubre de 19686. Es inexacto
4 Historical Documents, Documento N° 504. Citado por: Geyer, David & Herschler, David. Foreign relations of the United States, 1964-1968, Vol. XXXI, South and Central America, Mexico; Peru 1964-1968. Washington: Government Printing Office, 2004. "The settlement is based on a formula proposed to Belaunde by IPC...”. 5 Alfonso Quiroz, Historia de la Corrupción en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP-IDL), 2013, 400-401. 6 St. John, Bruce. La política exterior peruana. Lima: Asociación de Funcionarios del Servicio Diplomático, 1999.
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presentar, como una excusa, un pilar tan elemental del golpe como el tema de la IPC. Es más preciso, en cambio, decir que el convencimiento y el consenso respecto a la expropiación fue lo que permitió la conformación del grupo de militares golpistas7. El golpe de Juan Velasco fue una respuesta directa a la decepción producida por Belaunde y su actuación respecto a la IPC, no una justificación posterior del asalto al poder. Antes de 1968, además del tema de la IPC, hubo antecedentes de enfrentamiento entre ambos países, así como de acercamiento. La Alianza para el Progreso encuentra en Fernando Belaunde un aliado en el paradigma del desarrollismo. Igualmente, son conocidos los problemas diplomáticos con EE.UU., a raíz de la compra de los aviones Mirage franceses para la aviación peruana. Al margen de esto, la documentación nos muestra que, pese a lo enérgico de sus reclamos, Belaunde mantuvo una relación muy cordial, cooperativa y pragmática con EE.UU.; especialmente, con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Menos conocido es que Belaunde fue amenazado con la enmienda Hickenlooper8 por su actitud "confiscatoria" contra la IPC. Es necesario saber en qué consiste esta enmienda antes de proseguir con la exposición. La enmienda Hickenlooper, merece una descripción detenida dentro del conjunto de sanciones económicas, suspensión de compras, cancelación de ayudas o ventas militares, etc., las cuales servían para castigar a los países que no cumplieran con los designios de EE.UU. Este tipo de castigos no surgen en los 60 pero se revitalizan luego de la Revolución Cubana, puesto que, en el Congreso, surgió una preocupación por asegurar la propiedad norteamericana en el exterior y se creó una serie de mecanismos legales para lograrlo. 7 Tello, María del Pilar. Golpe o revolución: hablan los militares Tomo I. Lima: SAGSA, 1983, 292-294. 8 Romero, Gonzalo. Una amistad con enmiendas (Tesis de Maestría, PUCP, 2008), 99.
Resaltamos la enmienda Hickenlooper no porque haya sido utilizada profusamente, sino porque jugó un papel clave en la relación Perú-Estados Unidos. En 1962, se hizo una adición a la Foreign Assitance Act de 1961; esta consistía en hacer obligatoria la suspensión de toda ayuda económica a cualquier país que expropie empresas norteamericanas o de capitales norteamericanos, sin una compensación justa y oportuna, es decir, antes de que pasen 6 meses desde el momento de la expropiación9. Esta suspensión de ayuda debía ser activada por el presidente sin opción a negarse, es decir, era obligatoria y automática. Debe agregarse que la política exterior norteamericana, en este momento, se encontraba en un viraje en búsqueda de autonomía en las decisiones del presidente en temas de política exterior, reduciendo cada vez más el escrutinio público y del Congreso sobre lo que podían arreglar el presidente y el Departamento de Estado. La aplicación obligatoria de la Hickenlooper entra en conflicto con esta tendencia y producirá ciertas contradicciones al interior de la política exterior norteamericana10. Es importante tener en mente estos antecedentes ya que este trabajo intenta cuestionar la idea de que Velasco representó un quiebre absoluto y radical entre la acción previa y lo que sucedería entre 1968 y 1975. Por ejemplo, en los debates que mencionamos alrededor del problema de La Brea y Pariñas en 1920, ya había discursos y propuestas a favor de la expropiación11. Entender la expropiación de la IPC a partir de estos antecedentes nos acerca a su real dimensión. Esta expropiación es crucial porque será lo que causará mayor alarma en los estadounidenses convir-
9 Luce, Stephen R. “Argentina and the Hickenlooper Amendment”, California Law Review, Vol. 54, Issue 5 (1966): 2078-2098. 10 Dunne, Michael. “The American System: US foreign and domestic politics since the Second World War”, International Affairs Vol. 84 (2008): 38. 11 Basadre. Historia de la república, 1963, 3890.
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tiéndose en el motivo de las primeras y más intensas tensiones que se pueden observar en las relaciones entre Perú y Estados Unidos.
El golpe y su impacto en Washington El golpe del 3 de octubre de 1968 fue una sorpresa absoluta para el Departamento de Estado. Tal fue la sorpresa y el desconcierto que este produjo en EE.UU., que un par de senadores demócratas muy preocupados por el Perú, Ernest Greuning y Ralph Yarborough, lamentaban el golpe como una nueva victoria de la oligarquía12. El gobierno de EE.UU, a pesar de su desconocimiento de los planes de golpe, rápidamente consigue un perfil de Juan Velasco Alvarado. Lo describen como confiado de sí mismo, altamente nacionalista, anticomunista, que sospecha de la política norteamericana y con una buena perspectiva para mantenerse en el poder13. Una primera cuestión a considerar, y que los norteamericanos tenían muy presente, era el tardío reconocimiento de la junta golpista de 1962. Con el paso del tiempo, esta posición fue comprendida como errónea por EE.UU. ya que perdió influencia y, sobre todo, se desprestigió su posición en la región al no reconocer al gobierno peruano14. Un reconocimiento tardío en el contexto efervescente de 1968, hubiera sido aún más costoso.
12 Walter, Richard. Peru and the United States, 1960-1975: how their ambassadors managed foreign relations in a turbulent era. Pennsylvania: Penn State University Press, 2010, 145. 13 Documento 505. Citado en: Kraft, Douglas & Siekmeir, James. Foreign Relations of the United States, 1969-1976, Volum E-10, Documents on American Republics, 1969-1972. Washington: Departamento de Estados de los Estados Unidos, 2009. 14 Smith, Tony. “The Alliance for progress”. En: Abraham Lowenthal, ed. Exporting Democracy: the United States and Latin American. Case studies. Baltimore: John Hopkins University Press, 1991, 81.
Con el paso del tiempo, veremos que el Departamento de Estado está mucho más preocupado por mantener una buena imagen en la región, que por imponer sus designios a como dé lugar, por lo que reconocer rápidamente a Perú era importante. A pesar de que era necesario establecer relaciones pronto, también había dudas sobre la verdadera orientación del gobierno peruano y, tras la entrada de unidades militares y la expropiación de La Brea y Pariñas el 9 de octubre, los EE.UU. dirán que es muy pronto para entablar contacto oficial con los militares “revolucionarios”15. Es notable que el dirigente de la IPC, James Dean, antes que cualquier otro contacto oficial entre los 69 servicios diplomáticos, se hubiera reunido con los militares para ofrecer un acuerdo por fuera de los tribunales. La posición peruana fue, desde el principio y a lo largo de todo el conflicto, la misma: rechazar cualquier tipo de solución fuera de las cortes peruanas. Esto podría hacernos pensar que la efervescencia inicial era muy fuerte y que el enfrentamiento con las empresas estaba a flor de piel; no obstante, en el mismo consejo donde se informa de la reunión con Dean, se da cuenta de una llamada de Frank Archibald, presidente de la Southern Copper Corporation, y su muy amable y cordial conversación con el Primer Ministro Ernesto Montagne sobre el contrato de Cuajone, lo que muestra que la cuestión de la IPC era aislada y única, como el propio gobierno lo afirmaba. Las primeras reuniones fueron secretas y se daban en casas privadas en zonas residenciales de Lima. El nexo entre Perú y Estados Unidos fue Javier Pérez de Cuellar, un personaje que nadie podría considerar radical pero que se mostró alineado con la posición
15 Archivo Pontificia Universidad Católica del Perú (APUCP). Borrador del Acta del Consejo de Ministros 07-08-68
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del canciller Edgardo Mercado Jarrín y del presidente Velasco. Rápidamente, los peruanos insisten en que el caso de la IPC es excepcional y que respetarán la inversión extranjera. Además, aseguran que hay unidad en las fuerzas armadas y que no son comunistas en lo absoluto16. El argumento principal del Perú en la disputa por la compensación a la IPC fue que las cortes peruanas eran competentes para resolver la controversia. La acción de EE.UU, por su parte, respondió la exigencia de un severo castigo a Perú a través del lobby ejercido por las empresas petroleras en Washington. Es clave, para nuestro argumento, notar que la presión no vino de todos lados, sino, solo, de la parte más tradicional de la burguesía estadounidense, de las empresas petroleras. Los demás rubros industriales no fueron afectados y no querían perder el mercado ni los recursos peruanos. Es por eso que la expropiación, en sí misma, ya no era discutida; el problema era la compensación. La posición norteamericana fue muy enérgica al solicitar una pronta compensación; sin embargo, no llegó al extremo de intervenir en Perú, como solicitaban los petroleros. En esta reunión, donde el canciller Mercado y Javier Pérez de Cuellar estaban presentes, la respuesta peruana fue condenar la presión estadounidense17. Perú tuvo, como estrategia consciente, unificar a América Latina alrededor del enfrentamiento con EE.UU., y así lo lograron. La mayoría de países vecinos reconocieron rápidamente al Perú y, pese a un primer momento de duda por la orientación antimilitar de algunos presidentes, Eduardo Frei (Chile),
16 “Documento N° 516”. En: Kraft, Douglas & Siekmeir, James. Foreign relations of the United States, 1969-1976, Volume E-10, documents on America Republics, 1969-1972. Washington: Departamento de Estado de los Estados Unidos, 2009: 3. 17 “Documento 517. Telegrama 257311”. En: Kraft & Siekmeir. Foreing relations of the United States, (…), 2009.
Raúl Leoni (Venezuela) o Carlos Lleras (Colombia), los países de la región lo apoyaron firmemente en el asunto de la IPC 18 y 19. Ante esto, a EE.UU. solo le quedó reconocer al gobierno peruano para no cometer el mismo error de 1962 y dañar sus relaciones con la región. Bajo la idea de la "Doctrina Estrada", la cual señalaba que el reconocimiento no implicaba aceptación de sus políticas, EE.UU. reconoció un gobierno que claramente se le enfrentaba a solo 15 días del golpe militar que lo llevó al poder. Las razones las dio el secretario de Estado Rusk (1961-1969) en un telegrama enviado a un, muy desinteresado en el Perú, presidente Lyndon Johnson (1963-1969). Se debía reconocer a Perú, ante todo, porque Velasco estaba firme en el gobierno, los demás países lo han reconocido y el gobierno peruano se había comprometido a respetar sus obligaciones internacionales. Además, reconocer no significa reanudar la ayuda y, sobre todo, porque había que tratar el tema de la IPC de manera independiente al reconocimiento20. La actitud de ambos países en este primer momento es de cautela. EE.UU. mide cada movimiento en función de la repercusión regional y en la opinión pública; mientras que Velasco aprovecha cualquier oportunidad para remarcar que «la soberanía del Estado peruano no es, desde este momento, un mero enunciado sino una auténtica realidad» y al mismo tiempo que «(los principios de la revolución) no sólo respetan sino alientan la inversión foránea, siempre que esté acorde con la legislación e intereses del Perú»21. 18 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 11-10-68 19 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 14-10-68 20 “Documento 518”. En: Kraft & Siekmeir. Foreing relations of the United States, 1969-1976, (…), 2009, sin paginación. 21 Velasco-Alvarado, Juan. “Mensaje a la Nación con motive de la toma de La Brea y Pariñas 9 de octubre de 1968”. En: Velasco, voz de la revolución: discursos del presidente de la República, General de División Juan Velasco Alvarado,
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Enfrentamiento La etapa de reconocimiento está marcada por la incertidumbre y los movimientos calculados. En general, todo el proceso se caracteriza por la planificación y la cautela; no obstante, en los meses que van desde el reconocimiento hasta el terremoto de 1970, se dan una serie de roces, choques y tensiones que nos permiten hablar de una segunda etapa caracterizada por el enfrentamiento. Hay que tener presente que, en abril de 1969, se cumplía el plazo para compensar a la IPC y que no se active la enmienda Hickenlooper, lo que va a ser un dolor de cabeza para ambos gobiernos. Antes de describir lo que sucedió, quisiera advertir que no comparto la visión donde se asimilan, de manera sencilla, los intereses de la empresa (IPC) con los del gobierno estadounidense. Por ejemplo, Smith argumenta que lo que impidió una buena relación entre Perú y Estados Unidos fue la defensa intransigente del gobierno de EE.UU. de la IPC22. Es muy claro que el mayor punto de conflicto fue la compensación de la IPC; empero, la posición norteamericana va desde la firmeza en los primeros días, hasta una transigencia significativa. Esto se debe a que los intereses petroleros van perdiendo fuerza respecto a intereses industriales, comerciales y financieros dentro del Departamento de Estado. En ese momento, le ofrecieron a Perú muchas salidas para resolver el tema de la IPC y poder reactivar las relaciones, pero nunca la que Perú necesitaba: una victoria diplomática frente al gigante del norte. Esto nos ilumina en dos sentidos, en primer lugar, fue la IPC la que hizo que ambos gobiernos se enfren-
1968-1970. Lima, 1970, 5-7. 22 Smith. “The Alliance for progress”, 1991, 83.
taran, puesto que, fuera de esta expropiación, el Perú mantuvo relaciones relativamente amigables con el capital norteamericano23. Pensar que la respuesta de EE.UU. era por defender los intereses de la empresa por sobre la estrategia global y la defensa de los intereses de los capitalistas como clase, no tiene sentido. En segundo lugar, se deben distinguir, grosso modo, los grupos de interés dentro de la burguesía imperialista norteamericana: por un lado, aquellos viejos petroleros interesados en sancionar a Perú y corregir su rumbo; por otro lado, aquellos industriales, comerciantes y prestamistas que no podían aceptar que EE.UU. rompiera relaciones con Perú. Volviendo a los hechos, cuando la junta militar re- 71 cibe la noticia formal de la amenaza de la enmienda Hickenlooper el 22 de octubre de 1968, la respuesta es muy interesante. Mercado Jarrín dice, en el Consejo de Ministros, que es la primera vez que Perú está a la cabeza de una guerra, esta vez económica y que debían pedir el apoyo de la región24. Si Mercado comprendía el asunto como una guerra, surge la pregunta de quién sería su general en territorio rival, es decir, en Washington. La visión de un Velasco beligerante, intransigente y emocional pierde consistencia si reparamos en que el elegido para el cargo de embajador en Washington es Fernando Berckemeyer, un antiguo funcionario diplomático, relacionado con los gobiernos de Manuel Prado (1939-1945 y 1956-1962) y Belaunde (1964-1968), quien fue criticado por algunos ministros como un "dandi" de "salón" por su evidente extracción oligárquica25. Velasco sabía muy bien que esta designación calmaría, en algo, las sospechas de la oligarquía pe-
23 Quijano, Aníbal. Nacionalismo, neoimperialismo y militarismo en el Perú. Buenos Aires: Ediciones Periferia, 1971. 24 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 22-10-68. 25 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 29-10-68.
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ruana y del Departamento de Estado26. A pesar de esto, debemos señalar que todos los informantes de la época resaltan el enorme consenso que había alrededor de Mercado Jarrín y sus políticas27; por lo que no hay que sobredimensionar la designación de Berckemeyer, como un signo de divergencia de los planes, antimperialistas, nacionalistas y “revolucionarios” del gobierno militar. Entre noviembre y diciembre de 1968, todos los contactos diplomáticos entre ambos países muestran lo mismo: intransigencia. Perú se mantiene firme en su convicción de que la cuantificación y la determinación de la compensación a la empresa petrolera deben decidirse en la corte peruana. EE.UU insiste en la idea de la compensación a través de un arbitraje internacional. Es interesante que, al mismo tiempo que las negociaciones a nivel de Estado se dan, persiste la esperanza en la IPC de lograr un acuerdo por fuera de los tribunales28. Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional también presiona a Perú, a sabiendas del notorio desequilibrio en la balanza de pagos y la necesidad de fondos, para que no expropie la IPC29. Por su lado, la Standard Oil –empresa matriz de la IPC– sostiene una campaña mediática en contra de Perú, con artículos que advertían sobre las tendencias estatistas y socialistas de Velasco. Como vemos, la política exterior norteamericana tiene varios frentes30. Las reuniones entre Mercado y John W. Jones, embajador en Lima, y Velasco y Jones son muy ilustrativas, con respecto a la posición y la estrategia 26 “Documento 521”. En: Kraft & Siekmeir. Foreing relations of the United States, (...), 2009, sin paginación. 27 Comunicación Personal con el Embajador Carlos Alzamora, 2015. 28 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 29-11-68 Montagne (Primer Ministro) da cuenta de una reunión con James Dean (IPC). 29 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 12-11-68 30 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 3-12-68 Berckemeyer pide dinero para contrarrestar campaña mediática en EE.UU.
peruana. Se puede deducir, de estas conversaciones, que el mayor activo de Perú en esta relación era la mala fama de EE.UU. y la necesidad de este país de mantener influencia y control sobre la región. Es claro que cuando Velasco informa a Jones, en un tono dramático, sobre la situación caótica del país y que la junta militar es la opción frente al comunismo y el castrismo, se está presentando como la alternativa del equilibrio y del orden31. Otro ejemplo de la estrategia peruana se da cuando Mercado Jarrín se limita solo a escuchar los argumentos norteamericanos y sostener firmemente la posición peruana32; sin dudas, esta actitud puso muy incómodos a los norteamericanos, acostumbrados a arreglar “por debajo de la mesa” y a tener clientes muy sumisos en la política peruana. Cuando vemos las declaraciones del ministro de Aeronáutica, Rolando Gilardi, sobre la aplicación de la enmienda Hickenlooper, la estrategia peruana aparece más coherente aún. Gilardi señala el costo político para la entrante administración Nixon de aplicar una enmienda de castigo y que esta solo haría que América Latina se oponga a él33. Teniendo esto claro, podemos ver la posición pasiva pero intransigente de Perú, en este periodo, como una estrategia razonada y planificada. La aparente calma de los primeros meses se va a desvanecer rápidamente, cuando el conflicto sobre la IPC progrese. Velasco declara, en el discurso a la nación del 6 de febrero de 1969 lo siguiente: […] el Perú ha dado el paso final para cerrar definitivamente y para siempre el ignominioso capítulo de la historia de su petróleo: a las 9 31 “Documento 521”. En: Kraft & Siekmeir. Foreing relations of the United States, (...), 2009, sin paginación. 32 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 31-10-68 33 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 15-11-68
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horas del día de hoy ha notificado a la IPC que inicia el cobro de los adeudos por la cantidad señalada de $ 690 524 283.34. Estas medidas coactivas contra la empresa reciben aplausos por los gobiernos de la región35; pero, evidentemente, fueron mal recibidas por la entrante administración Nixon. En el primer documento que envía Henry Kissinger a Nixon informándolo de la situación de Perú, resume claramente el problema que tenían entre manos. La aplicación obligatoria de la Enmienda Hickenlooper «[...] es lo que ha hecho tan trágica la situación. Si no fuera así, EE.UU. tendría más flexibilidad, opciones y más tiempo para resolver el problema sin necesidad de "castigar", lo que hace esta confrontación tan seria»36. Aquí vemos lo contradictoria que era la enmienda con la tendencia a la autonomía presidencial en temas de política exterior. La ley, sin dudas, respondía a un momento donde los intereses del imperialismo tradicional prevalecían. Unos cuantos años después, la enmienda se convertía en un problema para los nuevos grupos dominantes en la burguesía imperialista. Lo que Estados Unidos hizo fue mantener la amenaza de la enmienda para contentar a los sectores más tradicionales, sin embargo, mantuvo negociaciones para reactivar la relación y permitir nuevas inversiones en el Perú. La actuación de Kissinger respecto a la actitud peruana es muy clara. Cuando el 14 de febrero de 1969 se captura un barco atunero norteamericano por pescar dentro de las 200 millas de mar territorial37, se
34 Velasco-Alvarado, Juan. “Mensaje a la Nación del 09 de febrero de 1969”. En: Velasco, voz de la revolución: (…), 1970, 17-19. 35 APUCP. Borradores de las Actas de los Consejos de Ministros 24-12-68 y 11-02-69 36 “Documento 576”. En: Kraft & Siekmeir, Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación. 37 Rodríguez, Gabriela. “Relaciones cooperativas-conflictivas: relaciones marítimas entre Chile, Ecuador y Perú”. Revista Argumentos, No. 1, Año 8. (2014): 15.
llega a un momento álgido de tensión. Rápidamente, la información llega a Henry Kissinger, Consejero de Seguridad Nacional, y este redacta un informe con las posibilidades de acción para este caso. Es interesante que, a pesar de que el asunto de las 200 millas se mezcla y se suma al de la IPC, el Departamento de Estado no haya buscado presionar a Perú a partir de este hecho y haya elegido aplicar la enmienda Pelly –una enmienda que solo pedía la compensación de los daños al barco para no castigar–, la más suave de las sanciones inventariadas por Kissinger en un documento a Nixon y, que haya esperado tres meses para comunicárselo al gobierno peruano38. La situación antes del incidente del San Juan, la em- 73 barcación de la discordia, ya era tensa. Las declaraciones de voceros del Dpto. de Estado anunciando la aplicación de sanciones, así como el establecimiento de relaciones entre Perú y el Bloque Soviético39 generaron zozobra. Las noticias de que los elementos más pro-IPC del gabinete, Ángel Valdivia de Hacienda y Alberto Maldonado Yañez de Transporte y Comunicaciones, se estaban tambaleando; solo aumentó la sensación de peligro en Washington40. Mientras se acercaba la deadline del 9 de abril para compensar a la IPC y, así, evitar la enmienda Hickenlooper, la tensión crecía aún más. Los peruanos hacían cálculos de los efectos de las sanciones y eran conscientes, de la misma manera que los norteamericanos, de los devastadores efectos que estas tendrían. «Tal vez no muchos años antes, el lobby pe-
38 “Documento N° 579”. En: Kraft & Siekmeir. Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación. 39 Brands, Hal. “U.S and the peruvian challenge, 1968-1975”. Diplomacy and statecraft. Vol. 21, Issue 3, 2010, 477. La documentación me sugiere no sobredimensionar el papel de los rusos, la CIA reconoce que no le preocupa la influencia soviética en Perú, que no pueden competir con lo que EE.UU. ofrece. 40 Walter. Peru and the United States, 1960-1975: (…), 2010, 149 y 165.
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trolero habría tenido fácil éxito en sus demandas de castigo sobre el régimen que se atrevía a tocar sus intereses»41; sin embargo, para los Estados Unidos, al contrario de lo que se podría pensar, el objetivo para marzo de 1969 era eludir la aplicación de la enmienda y encontrar una forma de salir del problema sin afectar su imagen. Estaban convencidos de que aplicar la enmienda convertiría a Velasco en un mártir nacionalista, que, al contrario de lo deseado, alentaría a otros países a seguir la senda de los militares peruanos y que los harían perder toda capacidad de influencia y negociación en Perú42. A inicios de Marzo, el presidente Nixon comunica al gobierno peruano que un emisario suyo visitará Perú para conversar diversos temas, entre ellos el de la IPC y el de las 200 millas. El agente de Nixon era John Irwin, un empresario y no un diplomático de carrera43. Este personaje llegó con plenas facultades para negociar en nombre de Nixon; con instrucciones de mantener una actitud calmada y de intentar cualquier cosa, vieja o nueva, para lograr un acuerdo44. Es muy interesante la enorme flexibilidad que muestra Irwin, en concordancia con las instrucciones de Washington. Por ejemplo, el incidente que causó en San Juan es rápidamente dejado de lado y sin importancia ante los problemas mayores45.
41 Quijano. Nacionalismo, militarismo y militarismo en el Perú, 1971, 84. En la página 87, muestra las críticas de dos senadores en contra de la IPC. En un documento de mediados de 1969, Kissinger señala a la IPC como una compañía “repugnante”. 42 “Documento N° 581”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación. 43 Thomas J. McCormick, “America’s Half-Century”. En: Perry Anderson, ed. Imperium et concilium: la política exterior norteamericana y sus teóricos. Barcelona: Akal, 2014, 13-15. Dice que solo un tercio de los diplomáticos era de carrera y que los demás –que eran los más influyentes– eran empresarios, abogados o gente de banca, Irwin encaja con este molde. 44 “Documento N° 586”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009. Walter, Peru and the United States, 1960-1975: (…), 2010, 177. Borrador del Acta del Consejo de Ministros de 18-03-69. 45 “Documento N° 583”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009.
A pesar de la predisposición del emisario y de la enorme cantidad de horas de trabajo dedicadas a las reuniones46, estas fueron estériles, en el sentido de llegar a un acuerdo para compensar a la empresa. La acción de los intereses capitalistas norteamericanos va más allá de las acciones diplomáticas del Dpto. de Estado, como vemos cuando agentes de la Occidental Petroleum ofrecen al gobierno comprar la deuda de la IPC y solucionar el problema. La posición peruana se mantuvo firme en que la IPC pagara los adeudos y que las cortes peruanas resolvieran la disputa. Ambos gobiernos coinciden, a nivel de documentos internos que, para finales de marzo, no había ningún progreso relevante en las conversaciones Irwin-Velasco-Mercado. Es interesante que, a pesar de esto, ambos gobiernos reconocieran públicamente que las conversaciones acercaron a sus respectivos países y fueron provechosas. Por el lado de EE.UU., su intención era buscar la coartada para no aplicar la enmienda Hickenlooper y las conversaciones de Irwin podían interpretarse como la voluntad de concertar por parte de Perú. Por el lado de Perú, la intención era mostrar a la opinión pública que habían podido negociar horizontalmente con el “imperio” y hacer valer la posición peruana. Una carta que Velasco escribe personalmente a Nixon ilustra muy bien las estrategias de ambos gobiernos. En la carta, el presidente peruano se dirige a Nixon como "su excelencia" para pedirle que no traicione la confianza que tiene puesta en él para no aplicar las enmiendas y agradecerle haber enviado alguien tan capaz como Irwin47. Es notable que el mayor activo de Velasco en esta estrategia fuera su capacidad de aparecer como víctima de un país más 46 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros de 28-03-69. 47 Walter, Peru and the United States, 1960-1975: (…), 2010, 179
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poderoso, y el mayor pasivo de EE.UU. era aparecer como un país poderoso victimizando a uno más débil. Es por eso que Perú aprovechaba cada oportunidad para hacer notar, en el plano retórico, su distanciamiento de EE.UU. Toda la tensión que hemos reseñado se fue acumulando y la visita de Nelson Rockefeller, hombre muy cercano a Nixon y Kissinger, fue un buen momento para que Perú mostrara su "antiimperialismo". El multimillonario político no fue recibido en tierras peruanas en su visita programada para junio de 1969, especialmente, porque el gobierno se enteró de la suspensión de ventas militares por intermedio de la enmienda Pelly, cuestión que EE.UU., como vimos, quiso ocultar lo más que pudo48. De la misma forma, una maniobra militar de rutina nombrada "Unitas" no obtuvo permiso para realizar sus ejercicios frente la costa peruana en agosto de 196949. Estos dos hechos muestran distanciamiento y beligerancia con EE.UU., mas no deben confundirnos, a la luz del argumento del trabajo, estas acciones estaban en el plano de lo "nacional", del "antiamericanismo", antes que en el ámbito "económico" del "antiimperialismo”. Una portada del semanario Caretas expresa con claridad la esencia de las relaciones exteriores en este periodo: “el gran triunfo… diplomático, el gran dilema… económico”50. En un documento de inteligencia Kissinger presenta distintas opciones según los posibles escenarios. Ahí, el famoso asesor deja claro que la estrategia de EE.UU. es evitar exponerse a través de una diplomacia beligerante y, sutilmente, ejercer mucha presión a través del corte de la línea de crédito a Perú51. Lo primero que pidieron los peruanos en las reuniones de Irwin fue aumentar el flujo de crédito hacia
48 APUCP. Borrador del Acta de Consejo de Ministros 20-05-69 49 APUCP. Borrador del Acta de Consejo de Ministros 12-08-69 50 Caretas 14-04-69. 51 “Documento N° 581”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación.
Perú y fue justamente esta la mejor herramienta diplomática de EE.UU. para coaccionar a este país. Si Velasco no prosiguió con las nacionalizaciones de las otras ocho grandes compañías de capital extranjero es, probablemente, porque la necesidad de línea de crédito internacional era más fuerte que la inspiración antiimperialista52. Cualquier intento del Perú por regular el capital extranjero creaba un problema irresoluble: el control estatal volvía la inversión en el Perú poco atractiva; aun así, existía la necesidad imperante de recibir inversión extranjera directa para desarrollar áreas productivas que requerían más capital53. La incapacidad de ahorro y de inversión de los capitalistas peruanos dejaba, al país, en una situación muy 75 débil para negociar frente al capital extranjero, en particular, en grandes proyectos como los de minería o petróleo, donde, además, no tenía la capacidad técnica ni el capital humano54. Por más que se recuerde, como estatista, al gobierno de los militares, este estaba condicionado a hacer inversiones conjuntas entre el capital privado y el estatal, así como a respetar la acumulación capitalista imperialista para mantener el país en crecimiento y las líneas de crédito abiertas.
Distención Desde mediados de 1969 ya hay una percepción, en EE.UU., de que Velasco está disminuyendo su actitud beligerante55. Y si bien el contrato de Cuajone –el más importante yacimiento de cobre de la historia del
52 Quijano, Nacionalismo, militarismo y militarismo en el Perú, 1971, 13. Thorp, Rosemary & Bertram, Geoffry. Perú 1890-1977: crecimiento y políticas en una economía abierta. Lima: Universidad del Pacífico, 2013, 381-383. 53 Stephan, Alfred. The State and the Society: Perú in a comparative perspective. Princeton: Princenton University Press, 1978, 277. 54 Stephan, Alfred. The State and the Society: Perú in a comparative perspective, 1978, 239 y 263-265. 55 “Documento N° 608”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación.
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Perú– implicó muchas discusiones en el Consejo de Ministros, finalmente, se impuso la visión a favor de abrirse a las inversiones y dar confianza a los capitalistas y prestamistas. Esto es claro en el caso de un contrato favorable a la Southern Copper Corporation para explotar el yacimiento56. Un documento de octubre de 1969 señala que Archibald ha comunicado su alegría y su goce por la firma del contrato, y pide a EE.UU. respaldar las inversiones en Perú a través de préstamos del Export-Import Bank –importante banco de cooperación internacional patrocinado por el gobierno de EE.UU. –. El redactor del documento, el embajador Taylor Belcher, pregunta a Washington si se debe manejar la situación con Perú con la "zanahoria" o con el "garrote"57. La respuesta de EE.UU. será seguir con su estrategia de "presión económica encubierta"58 y, sobre todo, continuar bloqueando los créditos del Exim Bank, préstamos que hubieran animado la asistencia crediticia hacia Perú y hubiera generado confianza a los inversionistas59. Al mismo tiempo, Irwin y otros agentes norteamericanos seguían ofreciendo salidas al Perú: declarar en quiebra la IPC, ir a arbitraje, vender la deuda, etc.60. Esta situación de incertidumbre hacía que proyectos cruciales, como el de Cuajone, se mantuvieran detenidos por la falta de capital. Fue solo un evento catastrófico, el terremoto del último día de mayo de 1970, lo que cambió esta tendencia al bloqueo económico hacia Perú.
El terremoto afectó muchísimo a la región costeñaserrana de Ánchash, en particular, la zona de Yungay, que sufrió un alud a causa del cual murieron alrededor de 70.000 personas. Para el gobierno peruano y la opinión pública mundial, el desastre fue entendido como un producto del subdesarrollo y no del fenómeno geológico en sí mismo. El lema de "no reconstruir el subdesarrollo" impulsó al gobierno de Estados Unidos a liberar enormes cantidades de dinero, a través de USAID61, para reconstruir la zona afectada y, por lo tanto, terminar un periodo de intenso bloqueo financiero al Perú. Además, las visitas de Nixon y su esposa a la zona de desastre y sus sentidas condolencias hacia Perú muestran un enfriamiento considerable en las relaciones entre Perú y EE.UU. A pesar de ello, la documentación nos muestra que las tensiones entre ambos gobiernos no se desvanecerían, pero sí serían dejadas de lado por los meses siguientes de 1970. Aquí, termina el ciclo que se ha analizado en este trabajo. Los siguientes tres años configuraron un proceso más lineal y realista, donde ambos gobiernos negociaron, cedieron y calmaron sus pasiones. La conclusión de esta fase es el Acuerdo de la Flor-Greene, donde se compensaba a las empresas norteamericanas expropiadas desde 1968. No hay contradicción ni incongruencia62 a la hora de compensar a estas empresas, como algunas han señalado. Por ejemplo, la Chase Manhattan, un grupo de grandes capitales financieros norteamericanos, ya había sido muy bien compensada antes del Acuerdo63.
56 APUCP. Borrador del Acta del Consejo de Ministros 7-10-69. 57 “Documento N° 609”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación. 58 “Documento N° 612”. En: Kraft & Siekmeir., Foreing Relations of the United States, (…), 2009, sin paginación. 59 Thorp & Berman, Perú 1890-1977: crecimiento y políticas en una economía abierta, 2013, 387. 60 APUCP. Borrador del Acta de Consejo de Ministros 09-09-6
61 Oliver-Smith, Anthony. “El gran terremoto del Perú en 1970: el concepto de vulnerabilidad y el estudio y la gestión de los desastres naturales en América Latina”. En: José Lugo y Moshé Inbar, eds. Desastres naturales en América Latina, México: Fondo de Cultura Económica. 62 Schwalb, Fernando. El convenio Greene-De la Flor y el pago a la IPC. Lima: Minerva, 1979. Expresa una posición muy crítica respecto al Acuerdo. 63 Hunt, Shane. “Direct foreign investment in Peru: new rules for an old game”. En: Abraham F. Lowenthal, ed. The Peruvian experiment: continuity and change under military rule. Princenton: Princenton University Press, 1975.
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Por otro lado, las empresas que no fueron compensadas fueron, precisamente, las que representaban el viejo imperialismo, la ICP o la Peruvian Corporation64, por ejemplo. Si la Chase recibió un trato preferencial respecto a la IPC, es justamente por lo que he intentado argumentar a lo largo del artículo, Velasco terminó de desaparecer un imperialismo antiguo, de enclaves, haciendas y pozos petroleros para reemplazarlo por uno de créditos, exportación de capital, comercio internacional y mercado interno.
Conclusiones 1. EE.UU. necesitaba mantener su capital simbólico y político, más allá de los réditos directos para el capital imperialista. Por eso, su estrategia no se limita a defender la IPC sino que transita de la intransigencia a la apertura y a la negociación. 2. Perú adoptó una posición antiimperialista al confrontar las posiciones norteamericanas: al expropiar la icónica IPC, al capturar barcos y al no ceder ante la presión de la enmienda Hickenlooper. En el nivel económico, Velasco no perturbó, como él mismo lo afirmó al principio, a otras grandes inversiones extranjeras. Cuando lo hizo, compensó de manera apropiada y oportuna, y no colisionó profundamente con los intereses dominantes del capital extranjero en Perú. 3. Se puede concluir que la posición diplomática peruana tenía cuatro puntos esenciales: a) alinear a la región en contra de EE.UU., sin enfrentar la cuestión como bilateral. b) Sos-
64 Compañía heredada del Siglo XIX, la cual se dedicó a construir ferrocarriles y explotar guano. Para la década de 1970, era solo un cascarón sin gravitación económica considerable.
tener con absoluta firmeza la no-compensación de la IPC y ser enfático a nivel retórico en el enfrentamiento con EE.UU. c) Afirmar a EE.UU. que el Gobierno de la Revolución de la Fuerza Armada es la alternativa al desorden comunista y que las inversiones extranjeras están seguras. d) Mantener una pasividad estratégica. El mayor activo de Perú era aparecer como víctima y, por lo tanto, no tomó ninguna decisión respecto a las enmiendas sino que esperó a que EE.UU. tuviera que desestimar su uso público y abierto, justamente por las tres estrategias previas de Perú. 4. Finalmente, quisiera llamar la atención so- 77 bre los complejos mecanismos de presión que se impusieron sobre Perú y, al mismo tiempo, el nivel de autonomía que alcanzó respecto a estos. 5. El imperialismo no es una cuestión de Estadosnación en conflicto, por lo que para responder a la pregunta si hubo imperialismo, debemos detenernos en las condiciones para el capitalismo monopólico en el Perú de Velasco y ver el enfrentamiento diplomático a partir de esta determinación. Con esto en mente, el Perú fue anti-norteamericano pero dejó infiltrar poderosos mecanismos de dominación imperialista, como enormes paquetes de préstamo, contratos mixtos, concesiones, privilegios a empresas industriales provenientes de capitales norteamericanos, europeos y japoneses, un proceso que no ha podido ser abordado aquí pero que merece atención e investigación, para entender mejor el proceso de dependencia y enfrentamiento que marcó toda la región en los 60 y 70.
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LA VIOLENCIA EN BOYACÁ UN ACERCAMIENTO CUANTITATIVO A LA DÉCADA DE 1930 Keywords:
María Paula Orozco Espinel Estudiante de pregrado de Historia Universidad Nacional de Colombia mporozcoe@unal.edu.co
Abstract
Boyacá, La Violencia,
Resumen
the thirties.
En Boyacá, el fenómeno de violencia bipartidista se presentó desde el comienzo de la República Liberal. En este trabajo, se trata el caso de Boyacá durante la década de 1930 desde una perspectiva cuantitativa. Se utiliza el coeficiente de correlación de Karl Pearson para evaluar la correlación existente entre las víctimas de violencia política y los resultados electorales. El objetivo es determinar el peso que tuvo el factor violencia en el proceso de liberalización que sufrió Boyacá durante la década de 1930. Una vez se comprueba que el factor violencia fue importante pero no fue el único, se buscan otras variables que puedan explicar la rápida liberalización del Departamento. Se encuentran, entre ellas, la apropiación partidista de los órganos estatales, el ambiente de ilegalidad y fraude en las elecciones, y la decisión política del Partido Conservador de abstenerse de participar en las elecciones.
The Boyacá bipartisan violence phenomenon appeared since the beginning of the Liberal Republic. In this paper, I analyze the case of Boyacá during the 1930s from a quantitative perspective. Using the coefficient of correlation of Karl Pearson I evaluate the correlation between the victims of political violence and the results during the elections. I attempt to determine the weight that the violence had in the liberalization process of Boyacá during the 1930s. Once I find that the violence was an important factor, but not the only one, I explore other variables that may explain the rapid liberalization of the department. The factors I find are: the appropriation of state organs by the Liberal Party, the atmosphere of lawlessness and fraud during the elections, and the political decision of the Conservative Party not to participate in the elections.
Palabras clave Boyacá, La Violencia, años 30.
Goliardos
81
Machetes, 9 de abril de 1948. Sady Gonzรกlez Bogotรก, Biblioteca Luis ร ngel Arango
82
Introducción
L
a historiografía colombiana denominó como «La Violencia» a la «guerra civil no declarada»1 que se dio en el país, producto del conflicto bipartidista de mediados del siglo XX. El fenómeno de La Violencia sufrió un recrudecimiento en Colombia, en el año 1946, con la caída de la República Liberal. Más tarde, en 1948, se generalizó tras el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán. Sin embargo, ninguna de estas dos fechas corresponde al comienzo de la violencia. Antes de la caída de la República Liberal y de la muerte de Gaitán, algunas regiones del país llevaban casi 20 años de conflicto. Hablamos del caso de Boyacá, Caldas y los Santanderes, departamentos donde la Violencia tuvo, desde 1930, la misma intensidad que alcanzaría luego el fenómeno en el resto del país2. En las próximas páginas, trataré el caso de Boyacá desde una perspectiva cuantitativa. Relacionaré la variación electoral del Departamento entre 1930 y 1939, con las series de hechos violentos y víctimas. El objetivo es encontrar el nivel de correlación existente entre el número de víctimas y los resultados electorales, para determinar el peso que tuvo el factor violencia en el proceso de liberalización que sufrió Boyacá durante los años estudiados (1930-1939). Por liberalización del Departamento, se entenderá exclusivamente el aumento de los votos liberales en las elecciones; aunque este ascenso electoral implique el aumento de cargos públicos de elección popular asignados a liberales. Una vez determinado el peso del factor violencia en la liberalización del departamento, se buscará deter-
1 Esta denominación se deriva del primer libro escrito sobre el tema La Violencia en Colombia de Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Luna Umaña. 2 Guerrero, Javier. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1991, 32.
minar las otras variables que pudieron contribuir a la rápida liberalización del Departamento.
Cambio de régimen En el año 1930, el Partido Conservador llevaba 44 años a cargo de la Presidencia de Colombia. No obstante, varios factores de carácter político, social y económico, se sumaron provocando el fin de la hegemonía conservadora. Por una parte, los dramáticos cambios económicos de finales de los años veinte allanaron el camino para una transferencia constitucional del poder. Esto, debido a que «con el comienzo de la Gran Depresión, los créditos extranjeros se agotaron, los déficit presupuestarios se aceleraron, el desempleo aumentó y se presentó una escasez de alimentos»3; lo que desembocó en malestar social. De igual manera, hechos concretos como la brutal represión de una huelga contra la Unit Fruit Company en 1928 afectaron sériame la reputación del gobierno conservador. Además, la división del Partido Conservador en torno a sus dos candidatos, Guillermo Valencia y Alfredo Vásquez, favoreció la victoria liberal en las urnas en 1930. Cuando los liberales asumieron el gobierno, lo hicieron con una proyección de exclusión. Su primer objetivo era liberalizar las instituciones del Estado. En Boyacá, esto se tradujo en imposiciones y violencia, debido a que este Departamento había sido, hasta entonces, uno de los grandes fortines conservadores. Los tres primeros años de gobierno liberal fueron los más violentos, debido a que el primer mandato presidencial era clave para afianzar el poder en las diversas corporaciones públicas. 3 Hartlyn, Jonathan. La política del régimen de coalición: la experiencia del Frente Nacional en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1993, 150.
Goliardos
Descripción de las variables La variable “violencia física” será tratada a partir de tres series: número de víctimas liberales por año, número de víctimas conservadoras por año y número de hechos violentos por año. Estas series se desprenden de las tablas construidas según los datos encontrados en la base de datos sobre violencia física en Colombia, elaborada por Narda Liliana Monroy Prada4 en 1995. La base de datos de Monroy cuenta con registros de El Tiempo desde 1935 hasta 1942. En casi todos los casos, las series construidas muestran variaciones menores a un 40% de un año para otro. Ninguna de las series muestra una tendencia clara (Ver tablas 1 y 2). Debido a que los datos disponibles no contemplaban las fechas anteriores a 1935; los años faltantes fueron completados con la media aritmética simple de los años que sí estaban disponibles.
La segunda variable que se tiene en cuenta, corresponde a los resultados electorales del Departamento en términos porcentuales. Estos datos son poblacionales y no muéstrales, pues se tienen en cuenta todos los comicios realizados durante los años estudiados y los resultados de todos los municipios boyacenses, los cuales se sintetizan en un solo total departamental.
83
Tabla 1. Número de víctimas por tipo y por año en Boyacá entre 1930 y 1939. Tipo de Víctima
Civiles
Militares
Liberal
Conservador
Bandolero
Total
2,2
1,8
6,4
0,2
0,4
11
Año 1930 1931
2,2
1,8
6,4
0,2
0,4
11
1932
2,2
1,8
6,4
0,2
0,4
11
1933
2,2
1,8
6,4
0,2
0,4
11
1934
2,2
1,8
6,4
0,2
0,4
11
1935
2
0
7
0
2
11
1936
6
1
2
0
0
9
1937
2
3
12
0
0
17
1938
1
3
3
1
0
8
1939
0
2
8
0
0
10
Fuente: Elaboración propia.
4 Monroy-Prada, Narda Liliana. Violencia política en Colombia, 1935-1942 (Tesis de Maestría). Bogotá: Universidad Distrital Francisco José de Caldas, 1995.
84
Tabla 2. Número de hechos violentos por año y por tipo en Boyacá entre 1930 y 1939. Tipo de
Asesinato
Hecho Año
Total
Individual
Destrucción
Toma de
Atentado
Emboscada
de Bienes
Pueblo
Otro
Total
Grupal
1930
2,4
1,8
0,6
1,4
0,2
0,2
0,2
0,6
7,4
1931
2,4
1,8
0,6
1,4
0,2
0,2
0,2
0,6
7,4
1932
2,4
1,8
0,6
1,4
0,2
0,2
0,2
0,6
7,4
1933
2,4
1,8
0,6
1,4
0,2
0,2
0,2
0,6
7,4
1934
2,4
1,8
0,6
1,4
0,2
0,2
0,2
0,6
7,4
1935
1
1
0
2
0
1
1
0
6
1936
4
2
2
1
1
0
0
0
10
1937
2
2
0
0
0
0
0
3
7
1938
3
2
1
1
0
0
0
0
7
1939
2
2
0
3
0
0
0
0
7
Fuente: Elaboración propia .
Durante la década de 1930, hubo tres elecciones presidenciales: 1930, 1934 y 1938. Sin embargo, de estas, únicamente en 1930 hubo un enfrentamiento bipartidista en las urnas. En 1934 y 1938, los conservadores no presentaron candidato, denunciando falta de garantías, parcialidad de las autoridades y corrupción del sistema electoral5. Por eso, en estas dos elecciones, el resultado es de un 100 % de votación para el partido Liberal. (Ver tabla 3).
En 1931 y cada dos años, se desarrollaron comicios para elegir Diputados a la Asamblea Departamental, Representantes a la Cámara y Concejales Municipales. En 1935 y 1937, el partido Conservador decretó abstención para las elecciones de Cámara y Consejos; por tanto, hay un 100% de votación liberal (Ver tabla 3).
5 Acuña-Rodríguez, Olga Yanet. Construcción de ciudadanía en Boyacá durante la República Liberal 1930-1946. Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), 2010, 18.
Goliardos
Tabla 3. Resultados Electorales de Boyacá en términos porcentuales entre 1930 y 1938. Año
Elecciones
Liberal
Conservador
Total
1930
Elecciones Presidenciales
1931
Diputados a la Asamblea Departamental
39,00
61,00
100,00
41,00
59,00
100,00
1931 1931
Representantes a la Cámara
39,20
60,80
100,00
Concejales Municipales
40,70
59,30
100,00
1933
Diputados a la Asamblea Departamental
60,50
39,50
100,00
1933
Representantes a la Cámara
56,60
43,40
100,00
1933
Concejales Municipales
82,50
17,50
100,00
1934
Elecciones Presidenciales
100,00
0,00
100,00
1935
Diputados a la Asamblea Departamental
99,70
0,30
100,00
1935
Representantes a la Cámara
94,80
5,20
100,00
1935
Concejales Municipales
86,00
14,00
100,00
1937
Diputados a la Asamblea Departamental
100,00
0,00
100,00
1937
Representantes a la Cámara
100,00
0,00
100,00
1937
Concejales Municipales
80,00
20,00
100,00
1938
Elecciones Presidenciales
100,00
0,00
100,00
1939
Diputados a la Asamblea Departamental
68,30
31,70
100,00
1939
Representantes a la Cámara
68,30
31,70
100,00
1939
Concejales Municipales
80,70
19,30
100,00
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos encontrados en: Javier Guerrero. Los años del Olvido. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1991, 253.
Al convertir la tabla anterior en una gráfica, se puede apreciar la variación electoral de Boyacá por comicios y por partidos a lo largo de la década de 1930. A través de los resultados electorales, la gráfica da cuenta del proceso de liberalización de Boyacá (Ver Gráfico 1). Como puede apreciarse, el departamento de Boyacá había entrado a la década de 1930 con una mayoría conservadora, la cual se mantuvo durante el primer año de hegemonía liberal. Lue-
go de este primer año, el departamento sufrió un proceso de liberalización. En 1933, el partido Liberal ya era mayoritario en las urnas; en las elecciones para Diputados a la Asamblea, este obtuvo un 60% de votación a su favor. Para octubre de 1933 (elecciones a Consejos Municipales) la diferencia se amplía y el partido Liberal obtiene más del 80% de los votos. Esta diferencia no se acorta sino hasta 1939, cuando el partido Liberal, aún mayoritario, desciende al 68%.
85
86
Gráfico 1. Variación porcentual electoral departamental Boyacá 1930-1939. Fuente: Elaboración propia a partir de los datos relacionados en la Tabla 3.
Entonces, ¿Cómo podemos explicar la rápida liberalización de un Departamento tradicionalmente conservador? Podría pensarse que la liberalización de Boyacá se debió al uso de la violencia por parte del Partido Liberal, quien, mediante sangre y fuego, amedrentó a la población conservadora. Para comprobar esta hipótesis, elaboré el índice de correlación de Pearson entre la votación liberal y el número de víctimas conservadoras para los años que tenía disponibles los datos sobre la violencia (1935-1939). Según el coeficiente de correlación de Karl Pearson, existe una correlación positiva baja entre víctimas
conservadoras y la votación a favor del liberalismo (0,3312). La baja correlación indica que la violencia, si bien influyó en los resultados electorales, no fue la variable determinante. De ahí, se deduce que otras variables, además de la violencia física, también influyeron sobre los resultados electorales. Así mismo, la muy baja correlación existente entre la votación conservadora y el número de víctimas liberales (0,0917) y el hecho de que el año donde hubo un mayor número de hechos violentos registrados, 1936, sea uno de los pocos dentro del periodo estudiado en que no se celebraron ningún tipo de comicios, soportan la idea anterior. Pero, ¿cuáles son esas otras variables? Goliardos
Por una parte, es importante tener en cuenta que las tablas sobre la violencia en el departamento de Boyacá, que sirvieron para elaborar los índices de correlación, fueron construidas a partir la base de datos de Monroy. Esta base de datos contiene registros provenientes de la revisión del periódico El Tiempo, diario liberal de circulación nacional. Teniendo en cuenta la filiación política del periódico, es de esperarse que existan intereses que influyeron en la visibilización que se le da a la violencia ejercida por uno y otro partido. Ahora bien, dejando de lado los problemas metodológicos de la base de datos, vamos a revisar el desarrollo de cada uno de los comicios realizados entre 1930 y 1939, buscando qué otras variables pudieron haber aportado a la liberalización del Departamento.
Elecciones Presidenciales de 1930 Para las elecciones presidenciales de 1930, el partido Conservador se encontraba dividido entre dos candidatos: Guillermo Valencia y Alfredo Vásquez. Esta división fue ahondada por la Iglesia, pues esta poderosa institución no se unificó en torno a un único candidato6. En un principio, el Liberalismo también estaba dividido. Una facción prefería la abstención y otra, liderada por Alfonso López Pumarejo, veía serías posibilidades de triunfo y quería lanzar candidato. Según Javier Guerrero, López impulsó la candidatura liberal ya que «entendía la crisis del Partido Liberal, su incapacidad, pero ante todo entendía en su magnitud la crisis irreversible del régimen conservador»7. Finalmente, la facción lopista gana y se toma la decisión de ofrecerle la candidatura al moderado Enrique Olaya Herrera, ministro ante Washington.
Los liberales escogieron sabiamente al moderado Olaya como su candidato. La campaña de “acercamiento al pueblo” de Olaya, su propuesta política coalicionalista y el gran apoyo que le dio la prensa liberal, hizo que Olaya ganara, muy rápido, un gran número de seguidores. Tras su triunfo, Olaya formó un gobierno bipartidista de Concertación Nacional. El programa de Concertación Nacional se hizo efectivo a nivel ministerial; no obstante, en la designación de gobernadores no se tuvo en cuenta la noción conciliatoria. De acuerdo con Yanet Acuña, «En Boyacá, por ejemplo, se nombró como gobernador a Celso Rodríguez de filiación liberal, y de esta forma se inició el desmote de las autoridades de tendencia conservadora para ser 87 reemplazadas por funcionarios públicos liberales»8. A partir del gobernador liberal, el reemplazo sistemático de funcionarios públicos comenzó a extenderse hacia los demás cargos. La magnitud del asunto se ve claramente en el caso de los alcaldes. Para diciembre de 1930, de 101 municipios, 88 pasaron a tener alcaldes liberales. Esto significa que, en menos de un año de hegemonía liberal, un 87% de las alcaldías fueron otorgadas a liberales, en un Departamento donde, en las últimas elecciones, el conservatismo había obtenido un 61% de los votos a favor. La contradicción en torno a la designación de funcionario público de filiación liberal, donde predominaba el conservatismo, llevó a los alcaldes a organizar grupos de guardaespaldas para proteger su vida9. Estos grupos se denominaron “policías cívicas”. No mucho tiempo después de su creación, las policías cívicas pasaron a cumplir la labor de autodefensas, lo que produjo fuertes enfrentamientos con la población civil. Así como se crearon las policías cívicas, se creó el fenómeno del bandole-
6 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 78. 7 Guerrero. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia, 1991, 101.
8 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 87. 9 Guerrero. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia, 1991, 70.
Elecciones
88
rismo para contrarrestar la acción de los funcionarios. La aparición de nuevos actores de lado y lado acrecentó el conflicto.
Comicios de 1931 En 1931 se desarrollaron tres contiendas electorales: en febrero, la de Diputados; en mayo, las del Congreso, y en octubre, las de Consejos Municipales. A nivel nacional, estas elecciones se convirtieron en el centro del debate político y militar. Por un lado, el liberalismo ejercía presión para obtener el poder en las corporaciones públicas pues sabía que, de su control, dependía el afianzamiento de la hegemonía a nivel local y regional; mientras que, por su parte, el conservatismo luchaba por evitar el derrumbe de su maquinaria electoral. En Boyacá, la estrategia liberal fue desmontar las redes clientelistas del conservatismo y reemplazarlas por nuevas redes clientelistas liberales. Ante esto «el Partido Conservador organizó una ofensiva armada de autodefensa con el apoyo del clero, destinada a contrarrestar las acciones oficiales»10. Dicha ofensiva tenía cobertura en todo el departamento. Lo que siguió fue el enfrentamiento entre veredas conservadoras y liberales. Comicios de 1933 En 1933 se celebraron, de nuevo, comicios para elegir Diputados, Representantes a la Cámara y Concejales Municipales. Para estas elecciones, se incrementó el pie de fuerza en Boyacá. «Allí se concentró, prácticamente, el 60% de la fuerza militar de todo el país para evitar los posibles disturbios que se generaran con la agitación electoral»11. En
10 Guerrero, Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia, 1991, 156. 11 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 117.
la versión de los liberales, las elecciones de 1933 transcurrieron en perfecto orden; sin embargo, los conservadores manifestaron parcialidad de los funcionarios y falta de garantías a los electores. Para las elecciones a Consejo, ejecutadas en octubre, se diseñaron diversas formas de fraude: «los electores fueron coaccionados para emitir su voto haciéndose pasar por otra persona, otros emitieron su voto mediante amenaza, y muchos de ellos, debieron abandonar las urnas para salvar sus vidas y las de su familia»12. En 1933 se ve que, bien sea mediante el uso de la fuerza, o a través de prácticas fraudulentas, el proceso de liberalización en Boyacá empezaba a dar resultados electorales.
Elecciones Presidenciales de 1934 En el mes de noviembre del año 1933, la convención liberal aclamó oficialmente la candidatura de Alfonso López Pumarejo. López era el hombre de mayor prestigio del partido Liberal en ese momento; era estratega de la República Liberal y asesor del Gobierno en materias como la crisis económica y el conflicto colombo-peruano13. Por su parte, el Partido Conservador declaró abstención, reclamando que no existían las garantías necesarias para llevar a cabo elecciones democráticas. Alegaban, sobre todo, que el proceso de cedulación había estado parcializado. Aunque con candidato único, los liberales llevaron a López a la Presidencia mediante unas elecciones fraudulentas14. Se habla de elecciones fraudulentas, porque hubo una sospechosamente alta participación. En Boyacá, López obtuvo 121.614 votos, cifra que 12 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 123. 13 Guerrero. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia, 1991, 219. 14 Hartlyn. La política del régimen de coalición: la experiencia del Frente Nacional en Colombia, 1993, 51.
Goliardos
no habían obtenido nunca en su historia los dos partidos sumados15. Según la lectura de Yanet Acuña16, lo que permitió al partido Liberal legitimar tácticas fraudulentas, en 1934, fue la maquinaria electoral que había logrado construir en cuatro años de hegemonía; pues esta permitió que las tácticas fraudulentas fueran desde la elaboración de los censos, hasta la consolidación de los resultados finales.
tando fraude en el proceso de cedulación. Por parte del liberalismo, la victoria de Santos en las elecciones parlamentarias de 1937, le había asegurado su nominación como candidato y subsiguiente elección19. Santos era de tendencia moderada y tolerante con el adversario. Con su elección, se frenan las reformas implementadas por López y se pasa del liberalismo social, a un liberalismo clásico.
Comicios de 1937 A comienzos de febrero de 1937, «la tendencia del conservatismo tradicional […] ratificó la abstención para las elecciones de Asamblea y Cámara»17. Esta decisión fue tomada después de escuchar las versiones de las delegaciones departamentales y concluir que las cuotas de violencia se habían intensificado en las localidades. Con el conservatismo fuera de contienda, la situación de orden público en 1937 se vio afectada por la confrontación entre facciones del liberalismo. En Boyacá, las tendencias estaban divididas entre los seguidores de Eduardo Santos y los seguidores de Darío Echandía. Según reportó El Tiempo,
Comicios de 1939 En 1939, se celebran, nuevamente, elecciones para Diputados a la Asamblea Departamental, Representantes a la Cámara y Concejos Municipales. En estos comicios, los conservadores esperaban 89 obtener un triunfo dramático y decisivo; sin embargo, reconocían que la abstención en años anteriores había contribuido a la perdida de bases electorales y había desarticulado la maquinaria electoral del partido20. Los liberales, a través de El Tiempo, intentaban mantenerse unidos para ser más fuertes ante el adversario. El conservatismo estaba firme en su decisión de concurrir a las urnas de forma democrática y el gobierno liberal había reiterado el ofrecimiento de garantías; no obstante, la Masacre de Gachetá cambio la situación. El 8 de enero de 1939, un grupo de liberales, con el apoyo de la fuerza pública, atacaron a manifestantes conservadores que se concentraban en el parque del pueblo. Esto «transformó el sentido democrático del conservatismo en un proyecto de autodefensa frente al adversario»21. El discurso conservador cambió y ya no se proponía una participación democrática en los comicios. La campaña electoral, empezó a acompañarse de «discursos
[…] el 4 de abril [en Tunja] se desató una trifulca con participación de seguidores de estos dos líderes, durante una manifestación liberal en la que se vivaba a Echandía, lo que irritó a los santistas y los motivó a agredir a los adversarios.18.
Elecciones Presidenciales de 1938 Para las elecciones presidenciales de 1938, el partido Conservador declara abstención, argumen-
15 Guerrero. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia, 1991, 222. 16 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 145. 17 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 165. 18 “El Tiempo. 4 de abril 1937”. En: Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 167.
19 Hartlyn. La política del régimen de coalición: La experiencia del Frente Nacional en Colombia, 1993, 56. 20 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 188. 21 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 188.
90
desafiantes que hacían alusión a la muerte e invitaban a la población a la lucha armada»22. Le decían al liberalismo que si la lucha política no era posible en las urnas, lo sería por las armas. Para las elecciones, la estrategia del liberalismo fue hacer uso de su maquinaria electoral, con el fin de llevar a cabo acciones fraudulentas. La cédula electoral que, en teoría, aseguraba la depuración del sufragio, no sirvió de nada en la mayoría de municipios de Boyacá. De acuerdo con Acuña, numerosos individuos sufragaron varias veces con la misma cédula, otros presentaban cédulas de personas fallecidas y otros sufragaron sin figurar en el censo. Además, votaron individuos que se encontraban privados de los derechos políticos y persona residentes en otros municipios23.
Conclusión No descartamos que la violencia física ejercida por los liberales contribuyera a la liberalización del Departamento. Sin embargo, la baja correlación entre las víctimas conservadoras y el número de votos a favor del liberalismo, muestra que hubo otras variables, las cuales influyeron en las urnas. Según lo visto anteriormente, podemos identificar tres factores claves. Primero, la apropiación partidista de los órganos estatales por parte del partido Liberal. La violencia institucional no se contempla en la elaboración de los índices de correlación; sin embargo «ejército, policía, alcaldes e investigadores judiciales, eran percibidos [por parte de los conservadores] como contingentes de los adversarios y no como agentes institucionales»24.
22 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 191. 23 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 196. 24 Guerrero. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia, 1991, 21.
Esta politización de las Instituciones del Estado tenía origen en la Presidencia que, directa o indirectamente, nombraba gobernadores, alcaldes, jueces y demás funcionarios públicos. Durante la República Liberal, particularmente, la policía se convirtió en un instrumento de gobierno que contribuyó, mediante el uso de la fuerza, a la homogenización política de Boyacá. Segundo, el ambiente de ilegalidad y fraude en las elecciones; puesto que se presentaron acciones fraudulentas antes, durante y después de los comicios. Teniendo en cuenta que el nombramiento de funcionarios públicos dependía del gobierno y que este estaba interesado en garantizar la continuidad del régimen, no sorprende que se estableciera una red de funcionarios que perpetuaron el fraude en diferentes niveles. Durante el proceso de cedulación, por ejemplo, los funcionarios facilitaban la cedulación de liberales y entorpecían la de conservadores. La elección de jurados también era crucial. El día de las elecciones de ellos dependía permitir el voto de la misma persona en dos o más ocasiones, aceptar que menores de edad emitirán su voto, permitir el uso de cédulas de personas ya fallecidas, entre otras prácticas fraudulentas25. Asimismo, los jurados tenían un papel clave en la práctica del “chocorazo”, la cual consistía en que el sufragante introducía muchas papeletas al momento de votar y los jurados se encargaban de relacionar los votos extra con nombres de electores inscritos en el censo que no se habían presentado a las urnas26. Luego de las elecciones, el sistema judicial, también controlado por el gobierno, podía entorpecer la recepción y procesamiento de las
25 Acuña-Rodríguez, Olga Yanet. “Vicisitudes del sufragio en el Estado Soberano de Boyacá”. En: Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. Universidad Industrial de Santander Vol. 7, No. 1 (2002): 118. 26 Acuña-Rodríguez. “Vicisitudes del sufragio en el Estado Soberano de Boyacá”, 2002, 119.
Goliardos
denuncias y perpetuar situaciones de impunidad27. Finalmente, podemos señalar la decisión política del partido Conservador de no participar en las elecciones. Durante la década de 1930 el Partido Conservador se abstuvo, en cinco ocasiones, de
27 Acuña-Rodríguez. Construcción de ciudadanía (…), 2010, 42.
presentar candidatos. Esta política abstencionista contribuyó a la pérdida de bases electorales y a la desarticulación de la maquinaria electoral del partido. En conclusión, si bien la violencia física influyó en el proceso de liberalización de Boyacá durante la década de 1930, otras variables, algunas quizá en mayor medida, también contribuyeron en el proce-
91
so. Haría falta la cuantificación de estas variables para determinar su peso cuantitativo. Espero esto sea objeto de futuras investigaciones. Bibliografía
Fuentes primarias Fuentes secundarias Libros Acuña-Rodríguez, Olga Yanet. Construcción de ciudadanía en Boyacá durante la República Liberal 1930-1946. Tunja: Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), 2010. Guerrero, Javier. Los años del olvido: Boyacá y los orígenes de la Violencia. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1991. Guzmán, Germán, Orlando Fals Borda &Umaña-Luna, Eduardo. La Violencia en Colombia. Bogotá: Taurus, 2005 [1962]. Hartlyn, Jonathan. La política del régimen de coalición: La experiencia del Frente Nacional en Colombia. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1993.
Artículos Acuña-Rodríguez, Olga Yanet. “Vicisitudes del sufragio en el Estado Soberano de Boyacá”. Anuario de Historia Regional y de las Fronteras, Universidad Industrial de Santander Vol. 7, No. 1 (2002): 113-122. Monroy-Prada, Narda Liliana. Violencia política en Colombia, 1935-1942. Tesis para optar al grado de Magister en Historia, Bogotá, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Facultad de Ciencias de la Educación, Área de Ciencias Sociales, 1995.
92
REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA: MODELO REVOLUCIONARIO CHINO PARA AMÉRICA LATINA Keywords:
Rodolfo Antonio Hernández Ortiz Estudiante de pregrado en Historia Universidad Nacional de Colombia rahernandezor@gmail.com.
Abstract
New Democratic Revolution, diplomacy people, Latin
Resumen
America, Mao Tse-tung thought, revolutionary model.
Esta investigación analizó cómo la diplomacia popular se convirtió en una estrategia para que el Partido Comunista de China pudiera difundir la Revolución de Nueva Democracia como modelo revolucionario para la toma del poder en América latina, entre las décadas del cincuenta y sesenta. La investigación hace un acercamiento a dicho propósito, dejando entrever aquellos aspectos que ellos han identificado como parte del modelo, para, así, entrase en el análisis de la Diplomacia Popular, centrándose allí en las actividades culturales y propagandísticas, como parte de la estrategia utilizada. El trabajo da pistas para señalar que la difusión de la Revolución de Nueva Democracia aportó a la militancia de América Latina una “ideología práctica”, es decir, un plan teórico para llevar a cabo una revolución; aunque, de manera indirecta, también incidió en la escisión de los Partidos Comunistas en América Latina.
This research analyzed how people's diplomacy became a strategy for the Communist Party of China could spread the New Democratic Revolution as a revolutionary model for the seizure of power in Latin America, between the fifties and sixties. The research makes an approach to that purpose, suggesting those aspects that they have identified as part of the model, so enter into the analysis of the Popular Diplomacy, focusing there on the cultural and propaganda activities as part of the strategy used. The work gives clues to indicate that the spread of the New Democratic Revolution contributed to the militancy of Latin America a "practical ideology”, that is to say, a theoretical plan to carry out a revolution; albeit, indirectly, also it had an impact on the split of the Communist Parties in Latin America.
Palabras clave Revolución de Nueva Democracia, diplomacia popular, América latina, pensamiento Mao Tse-tung, modelo revolucionario.
Goliardos
93
Anรณnimo. En: Voz de la democracia. Colombia 1959
94
Introducción
D
espués de la Segunda Guerra Mundial y una vez derrotado Japón, China emergió como potencia regional con voz, voto y posibilidades de veto en la naciente Organización de las Naciones Unidas –ONU–. Entre 1945 y 1949 China se debatió entre un gobierno de coalición, propuesto por los comunistas, y una guerra civil, promovida por los nacionalistas. En el trabajo de Harrison Forman1 de 1945, La Otra China, sustentaba que ninguna solución estable podría lograrse en Asia, y, por lo tanto, en el mundo, sin un acuerdo que tuviera en cuenta la existencia de la gran fuerza humana y política representada por los comunistas encabezados por Mao Tse-tung. No obstante, ante la propuesta del gobierno de coalición, los nacionalistas respondieron con la guerra civil apoyada por Estados Unidos en el marco de la naciente Guerra Fría, dando como resultado «el caso histórico de que en un país periférico, en un país subdesarrollado, en un país cuya sociedad apenas estaba saliendo del feudalismo, se produzca [...] una revolución marxista.»2. Lo ocurrido en China fue una de las revoluciones sociales más profundas del siglo XX, dirigida por el Partido Comunista de China, cuyo programa, táctica y estrategia, sintetizadas por Mao Tse-tung, fue conocida como Revolución de Nueva Democracia. El triunfo de la Revolución de Nueva Democracia en China, inspirado en el Pensamiento Mao Tse-tung, no solo fue una bocanada de aire fresco para el comunismo internacional, sino una revolución paradigmática que cuestionó la ortodoxia marxista en aspectos
1 Forman, Harrison. La otra china. Buenos Aires: Editorial Abril, 1945. 2 Anguiano-Roch, Eugenio. “La República Popular China y su incidencia en el mundo”. Estudios de Asia y África, Vol. 20, No. 1, 1985, 108.
relevantes, como lo fueron: el sujeto histórico de la revolución, pues siendo la clase obrera para el marxismo, en China ese papel lo cumplió el campesinado; las bases revolucionarias, que eran las ciudades y los centros industriales para el marxismo, y en China estas se constituyeron en las zonas rurales; por último, la estrategia revolucionaria, que siendo la insurrección para el marxismo, tal como se aplicó en la Revolución de Octubre, en China el papel estratégico le correspondió a la guerra de guerrillas y a la guerra popular prolongada. Es así que la Revolución de Nueva Democracia se constituyó en una revolución campesina, dirigida por un Partido Comunista que movilizó a millones de campesinos por sus reivindicaciones, concretándolas en las zonas rurales donde los comunistas, respaldados por la guerra de guerrillas, tenían gobierno y poder popular. Surgía, así, el modelo revolucionario chino para la toma del poder: la Revolución de Nueva Democracia. En occidente fue leída como la «verdaderamente original fórmula maoísta para la revolución3. Reconociendo que para la política y la ideología comunista es natural que los dirigentes de una revolución triunfante quieran propagarla y transmitirla a sus pares de otros países, los líderes chinos no escatimaron esfuerzos por contribuir al estudio de su propia historia y, sobre todo, para aportar a la síntesis de un modelo revolucionario4 que, según ellos, era aplicable a los países del Tercer Mundo. En ese sentido, el modelo aquí presentado es una «descripción de la visión
3 Cohen, Arthur A. El Comunismo de Mao Tse-tung. Medellín: Albon Interprint, 1968, 74. 4 No es el alcance de este trabajo, como lo señala Lev Deliusin, analizar si dicha síntesis y conceptualización teórica de la experiencia china tuvo en cuenta todos los aspectos de la condición histórica concreta, las particularidades de la situación revolucionaria en el país, y la forma y los métodos específicos de la lucha ideológica, política y armada. Un debate al respeto puede verse en: Deliusin. Lev Petrovich. La esencia sociopolítica del Maoísmo. Moscú: Editorial Progreso, 1976.
Goliardos
del Partido Comunista Chino de su propia experiencia en términos de aquellos aspectos de la revolución china que ellos sienten como aplicables [...] para revoluciones del Tercer Mundo»5. Esto trae implícito, por ende, que los elementos del modelo aquí expuesto no corresponden a lo planteado por los investigadores, quienes han hecho sus propias interpretaciones del modelo revolucionario chino6. Sin embargo, para los chinos, hasta bien entrada la década de los 50, el Tercer Mundo era solo Asia y África. Lo cierto es que América Latina no estaba dentro de las prioridades en la política exterior china; en parte por la distancia geográfica, pero sobre todo porque su prelación era garantizar los intereses nacionales, y uno de ellos era la seguridad de sus fronteras, para lo cual Asia y África eran determinantes. Fue solo hasta el triunfo de la revolución cubana, en 1959, que los chinos se interesaron por esta parte del mundo. A fin de hacer destacar las tesis defendías por el Partido Comunista de China (PCCH) en el ámbito de la izquierda latinoamericana, Pekín se identificó con la Revolución Cubana subrayando los paralelos con esta y la experiencia china e insistiendo en la idea de que la lucha armada era el camino más efectivo para la conquista del poder7.
5 Van-Ness, Peter. Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional. Buenos Aires: Ediciones Líbera, 1974, 83. 6 Entre los trabajos con esos propósitos se destaca Schwartz, Benjamin. Chinese comunism and the rise of Mao. Cambridge: Harvard University Press, 1951. Chen, Jerome. Mao and the Chinese revolution. New York: Oxford, University Press, 1965. Brandt, Conrad, Fairbank, John K. y Schwartz, Benjamin. A documentary history of chinese communism. Londres: G. Allen & Unwin, 1952. 7 Garza-Elizondo, Humberto. “La nueva diplomacia de Pekín en América Latina”. Estudios Orientales, Vol. 8, No. 1, 1973, 78.
Durante la década de los 60, los líderes chinos hicieron énfasis en apoyar a los Partidos comunistas y no comunistas en América Latina, los cuales querían luchar por la liberación nacional; pero, principalmente, a aquellos que lo querían hacer, siguiendo el camino de Mao Tse-tung; tanto así, que, en la práctica, descuidaron las luchas libradas por las fuerzas pro cubanas, pese a que tenían más ímpetu que las fuerzas pro chinas. Lo que veremos a continuación es cómo, durante las décadas del cincuenta y sesenta, la diplomacia popular China le permitió materializar y manifestar la intensión del Partido Comunista de China por presentar su experiencia revolucionaria para la toma del poder, 95 es decir, la Revolución de Nueva Democracia, como modelo triunfante para las naciones del Tercer Mundo y, por ende, para América Latina. En ese sentido, se hará un primer acercamiento al propósito chino de difundir su modelo revolucionario, dejando entrever aquellos aspectos que lo configuran. En segunda instancia se analizará la diplomacia popular como estrategia para difundirlo, y, en la última parte, se analizará uno de los logros de dicha estrategia: El surgimiento de una tendencia Pro-China en América Latina.
Modelo chino para el Tercer Mundo y los propósitos de difundirlo
Pese a que era tema recurrente de los comunistas chinos plantear la necesidad de adaptar el marxismo-leninismo a la realidad concreta de cada país, no escatimaron esfuerzos para expresar que su experiencia de toma del poder se podía constituir en un modelo de aplicación universal en los países del Tercer Mundo. La construcción de este modelo siempre estuvo en la mira de los comunistas chinos, incluso antes de la toma del poder.
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Con un completo optimismo por el triunfo de la Revolución de Nueva Democracia, y de que sus implicaciones no solo eran para China, sino para el mundo entero, Mao Tse-tung realizó declaraciones en diciembre de 1936 y diciembre de 1947, en el sentido de que: «la revolución china habría de ejercer una influencia de largo alcance en la revolución del Oriente, así como en el mundo entero»8. En 1948, los comunistas chinos enviaron un mensaje a la Conferencia de la Juventud de Asia Sudoriental, reunida en Calcuta, donde decían, al referirse a la lucha armada, que «a este respecto el pueblo de China ha dejado el ejemplo de una experiencia extremadamente valiosa para los pueblos de los países orientales»9. La definición más temprana del modelo revolucionario chino, publicada después del triunfo en 1949, fue la que adelantó Lui Shao-chi, al dirigirse a la Conferencia Sindical de los países de Asia y Oceanía en noviembre de 1949. Uno de los apartes de su intervención decía: En una colonia o semicolonia, si las personas no tienen armas para defenderse, no tienen nada. La existencia y el desarrollo de las organizaciones proletarias y la existencia y el desarrollo de un frente único nacional están íntimamente ligados a la existencia y el desarrollo de una lucha armada. Este es el único camino para muchos pueblos coloniales y semi-coloniales en su lucha por la independencia y la liberación10.
8 Hinton, Harold. La China comunista en la política mundial. México: UTEHA, 1968, 85. 9 Hinton. La China comunista en la política mundial, 1968, 85. 10 Original publicado en For a lasting peace, for a people's democracy, órgano de la oficina de información de los partidos comunistas en Bucarest. En: Halpern, A. M. “The foreign policy uses of the Chinese revolutionary model”, The China Quarterly, No. 7, 1961, 2.
En esa misma intervención, Lui Shao-chi planteó el concepto de camino o senda trazada por Mao, el cual debería ser recorrido por los países del Tercer Mundo: El camino escogido por el pueblo chino para la victoria sobre el imperialismo y sus secuaces y la creación de la República Popular de China es el camino por el cual deben marchar muchos países coloniales y semi-coloniales en la lucha por conquistar la independencia nacional y la democracia del pueblo. Ese camino es el camino del camarada Mao Tse-tung11. En 1951, se conmemoraron los 30 años del Partido Comunista de China, el cual fue aprovechado para expandir la propaganda a favor del modelo revolucionario chino. En discurso del 1 de julio de 1951, Lu Ting-yi, describió la revolución china como «el más grande acontecimiento en la historia del mundo desde la revolución del Octubre [y como] el prototipo de las revoluciones en los países coloniales y semi-coloniales»12. Para la misma conmemoración, Chen Po-Ta sintetizó la experiencia China así: […] la necesidad de emprender en la aldea una larga guerra revolucionaria, de utilizar las aldeas para cercar y después conquistar las ciudades; las de que era preciso crear y mantener el poder revolucionario en una serie de pequeños sectores y de irlo desarrollando y ampliando gradualmente en el proceso de una larga lucha por la conquista del poder en todo
11 Chen, Po-Ta. “La doctrina de Mao Tse-Tung sobre la aplicación del Marxismo-Leninismo a la revolución China”. Nueva Democracia China. Bogotá: Gráficas Centauros, 1952, 58-59. 12 Hinton. La China comunista en la política mundial, 1968, 86.
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el país[, y a reglón seguido generalizó:] En su conjunto constituye una nueva conclusión del marxismo – leninismo lograda sobre la base de la experiencia revolucionaria en los países coloniales y semicoloniales13. El convencimiento de los comunistas chinos de que la contribución de Mao a la estrategia de la revolución debe aplicarse a otros países atrasados, se vio reflejado en la revisión de antiguos textos de Mao, los cuales serían publicados en Obras Selectas en 1951. Arthur A. Cohen cita un ejemplo de ello. Dado que el escrito de Mao de 1928 ¿por qué puede existir el poder político rojo en China? fue elaborado para el ámbito local, cuando se publicó en 1951 se añadió una nota resaltando la aplicabilidad de la experiencia revolucionaria china a otros países “del Oriente”. El pasaje clave en la nota dice: Así, precisamente como lo ha hecho el pueblo chino, todos o por lo menos algunos, de los pueblos coloniales del oriente pueden sostener zonas de base grandes o pequeñas y mantener regímenes revolucionarios por un periodo prolongado, llevar a cabo guerra revolucionaria prolongada para encerrar las ciudades en un círculo desde el campo, y proceder gradualmente a tomar posesión de las ciudades y obtener la victoria en escala nacional en sus respectivos países14. Empero, la intervención de los textos no solo iba encaminada a justificar la aplicabilidad del modelo
13 Chen. “La doctrina de Mao Tse-Tung sobre la aplicación del Marxismo-Leninismo a la revolución China” 1952, 58. 14 Cohen. El Comunismo de Mao Tse-tung, 1968, 74.
chino; también se buscaba ajustarlos a la ortodoxia marxista leninista. Un ejemplo de ello lo da Wolfgang Franke, con la obra clásica de la revolución china escrita por Mao en 1927: “Informe sobre la investigación del movimiento campesino en Hunan”. Franke sustenta que para resaltar el papel de la clase obrera, los líderes chinos omitieron un pasaje donde Mao daba a entender la importancia central de los campesinos para la revolución en China. El pasaje suprimido decía: «para la ejecución de la revolución los esfuerzos de los habitantes de las ciudades y de los militares sólo intervendrán en tres décimas, mientras que las restantes siete décimas se encargarán los campesinos en la revolución en el campo»15. 97 Según Donald S. Zagoria los líderes chinos tenían la clara pretensión de recusar la estrategia soviética en las zonas subdesarrolladas, con el fin de reemplazar a los rusos en la dirección del movimiento revolucionario en tales lugares. Fue así que […] estas aspiraciones se pusieron de manifiesto, en 1959 y 1960, con el nuevo y audaz planteamiento de la tesis china según la cual la teoría maoísta y la experiencia revolucionaria china eran aplicables a las zonas subdesarrolladas, no siéndolo, en consecuencia, la teoría y la experiencia revolucionaria soviética16. En ese contexto Chou-En-lai, en 1959, formula los puntos claves de la política exterior de China para los países del Tercer Mundo:
15 Wolfgang, Franke. “Doctrina y práctica revolucionaria de Mao Tse-Tung”. Eco Revista de la Cultura de Occidente, Tomo III, No. 4, 1961, 420. 16 Zagoria, Donald S. El conflicto Chino Soviético 1956-1961. Barcelona: Ediciones G.P., 1962, 282.
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Asia, África y América Latina, que solía ser la parte trasera imperialista, ahora han llegado a la vanguardia en la lucha contra la agresión y el colonialismo [...] el imperialismo EE.UU., que es el puntal del colonialismo moderno, que ya se encuentra atrapado en un "auténtico remolino." [...] Las fuerzas coloniales imperialistas no cesarán en la etapa de la historia de su propia voluntad, y la lucha por alcanzar y salvaguardar la independencia nacional no será un camino de rosas [...] Con el fin de obtener la victoria completa de todos los países que se esfuerzan para ganar y asegurar la independencia nacional no sólo tienen que derrotar a la intervención armada y la agresión de los imperialistas, sino también para aplastar a sus diversos planes y maquinaciones turbias [...] Estamos listos para dar apoyo y asistencia en toda la extensión de nuestras capacidades a todos los movimientos de independencia nacional en Asia, África y América Latina17. El siguiente gran impulso, en aras de expandir la propaganda a favor del modelo revolucionario chino, se dio para la conmemoración de los 10 años del triunfo de la revolución china en 1959. Para esta fecha el énfasis no está solo en el modelo de la Revolución de Nueva Democracia, sino también de la Revolución Socialista que China estaba construyendo. Aprovechando los eventos, Liu Shao-Chi repetiría el mismo ejercicio de 1949 ante los delegados de los doce partidos comunistas de América Latina que visitaron China, en febrero y marzo; de cuyo resultado, el Partido Comunista de Colombia publicó un resumen bajo el tí17 Chou, En-Lai, "Report on Government Work". First Session of the Second National People's Congress, April 18, 1959, CB No. 559. En: Halpern. “The foreign policy uses of the Chinese revolutionary model”, 1961, 9.
tulo de “Nuestras experiencias”. Alguno de los elementos del modelo chino que plantea este artículo son: Si se quiere alcanzar la victoria de la revolución tres condiciones son obligatorias: 1) La hegemonía del proletariado; 2) El apoyo de los campesinos, sobre todo de los campesinos pobres y braceros; 3) El dominio sobre el ejército revolucionario, porque son muy necesarias las fuerzas armadas revolucionarias18. Para la conmemoración de los 10 años de la República Popular China, se publicó Ten Glorious Years19, donde se editaron varios estudios de diferentes líderes chinos, con el fin de proclamar que la conquista del poder hecha por el Partido Comunista de China había de ser considerada como un “Ejemplo típico” para los países subdesarrollados20. El Partido Comunista de Colombia tuvo la oportunidad de editar el libro titulado El gran salto adelante21, donde se reprodujeron diez estudios de Ten Glorious Years22. A manera de ejemplo, se lee allí que Liu Shao-Chi planteó: 18 Liu, Shao-Chi. “Nuestras experiências”. Documentos Políticos, No. 14, 1959, 63. 19 Liu, Shao-Chi, ed. Ten Glorious Years. Peking: Foreign Languages Press, 1959. 20 Zagoria. El conflicto Chino Soviético 1956-1961, 1962, 282. 21 Partido Comunista de Colombia [PCC], ed. El gran salto adelante. Diez estudios sobre la República Popular China. Bogotá: Paz y socialismo, 1960. 22 Los siguientes son los textos publicados en esta obra: El triunfo del marxismo leninismo en China de Liu Shao Chi; El gran decenio de Chou En Lai; Mantener en alto la bandera roja de la línea general del Partido y las ideas militares de Mao Tse-tung; Avanzar a pasos agigantados de Lin Piao; La gran unidad del pueblo chino de Ding Siao Ping; Un decenio de lucha por la causa de la paz en el mundo y el progreso de la humanidad de Chen Yi; Sobre el gran salto adelante en la construcción socialista de China de Li Fun Chun; Las comunas populares son el resultado inevitable del desarrollo social en China de Li Ching Chuan; Un comunista debe ser un marxista leninista, no un compañero de viaje del Partido de Kang Sheng; La significación internacional de la victoria del pueblo chino de Wang Chia Siang, y El Partido Comunista de China, máximo dirigente del pueblo chino en la construcción del socialismo de Liu Tan Tao.
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La revolución china ejerce una formidable fuerza de atracción sobre todos los pueblos de los países atrasados, que han sufrido o sufren en su propia carne el yugo del imperialismo. Dichos pueblos se han percatado de que lo que pudieron hacer los chinos, pueden y deben hacerlo también ellos23. A su vez Deng Siao-ping fijó: Bajo la dirección del proletariado, el pueblo chino ha llevado hasta el final la revolución democrática antiimperialista y anti feudal y se ésta librando rápidamente, mediante la revolución y construcción socialista, de la pobreza y el atraso, proporcionando con ello un ejemplo del paso de la revolución democrática a la revolución socialista en los países coloniales y semicoloniales y de la transformación de un país agrícola atrasado en un país industrial avanzado24. Finalmente, citar a Wang Chia-Siang, para quien es natural que la victoria del pueblo chino haya atraído la atención general de los pueblos de Asia, África y América Latina, los cuales luchan contra el imperialismo, quien concluye: «la victoria de la revolución china es un modelo de la realización del paso de la revolución de nueva democracia a la revolución socialista en un país que era semicolonial y semifeudal»25.
23 Liu, Shao-Chi. “El triunfo del marxismo leninismo en China”. En: Partido Comunista de Colombia, eds. El gran salto adelante. (…), 1960, 5-6. 24 Deng Siao-Ping. “La gran unidad del pueblo chino y la gran unidad de los pueblos del mundo”. En: Partido Comunista de Colombia, eds. El gran salto adelante. (…), 1960, 97-98. 25 Wang, Chia-Siang. “La significación internacional de la victoria del pueblo chino”. En: Partido Comunista de Colombia, eds. El gran salto adelante. (…), 1960, 166.
A partir de 1960, el énfasis de los chinos a la difusión de su modelo revolucionario estaba puesto en la lucha armada; razón por la cual, los esfuerzos a la hora de publicar el volumen IV de las Obras de Mao, la revisión de la historia de las bases revolucionarias rurales, y el análisis de las tácticas de los movimientos de liberación nacional en los países de reciente independencia se centraron en «elaborar una oposición entre la eficacia de la lucha armada y la ineficacia de los métodos revolucionarios legales»26. De igual forma, en medio de las visitas de delegaciones Latinoamericanas a China, durante los años 1959 y 1969, el mismo presidente Mao Tse-Tung les compartía «las experiencias del pueblo chino en la lucha revolucionaria y en la 99 construcción socialista»27. Solo en el encuentro del 3 de marzo de 1959 asistieron representantes de Chile, Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Argentina, Cuba, Brasil, Paraguay, Costa Rica y Panamá28. Zagoria comenta cómo el énfasis puesto en el “ejemplo” chino para los países subdesarrollados fue acentuado aún con mayor audacia en una enumeración que salió publicada en la prensa llamada Chung-kuo ching-nien29 en 1960. Allí se lee: Este artículo proclama que las tesis de Mao sobre la “nueva revolución democrática” eran “aplicables a otros países coloniales y semi coloniales”, debido a que se fundaban en la experiencia revolucionaria de un “típico”
26 Halpern. “The foreign policy uses of the Chinese revolutionary model”, 1961, 10. 27 Mao, Tse-Tung. Importantes charlas del presidente Mao Tse-tung con personalidades de Asia, África y América Latina. Pekín: Ediciones en lengua extranjera, 1960, 3. 28 “Chairman Mao meets leaders of fraternal Latin American parties”. Peking Review, No. 10 (1959): 10. 29 Estudiad el diálogo del presidente Mao sobre cuestiones de democracia en países coloniales y semi coloniales. Chung-kuo ch´ing-nien, 9, 1 de mayo 1960.
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país colonial, o sea, China. En realidad se sostuvo una vez más, como en 1949-1951, que las teorías de Mao “representan un nuevo desarrollo y un redescubrimiento de la teoría marxista leninista de la revolución en los países coloniales y semi coloniales”30. Dieciséis años después de que Lui Shao-Chi formuló, por primera vez, un esquema del modelo revolucionario chino, en 1965 aparece una definición más cabal y concreta del modelo en el artículo de Lin Piao, “Long live the victory of the peoples war”, en español conocido como “¡Viva el triunfo de la guerra popular!”; en un contexto muy diferente tanto en lo nacional como en lo internacional, caracterizado por ser un momento histórico donde la fracción maoísta está en la ofensiva, el líder chino se refiere a los países del Tercer Mundo como si fuera el "campo" y a los países desarrollados entre los que incluye a la Unión Soviética como la “ciudad"; por lo tanto, la estrategia, emulando la vía de la revolución china, era rodear las ciudades desde el campo, pues según Lin Piao, «esta teoría no sólo es aplicable a China, sino que también constituye una gran contribución a la lucha revolucionaria de las naciones oprimidas del mundo entero»31. Sustentando que la contradicción entre los pueblos revolucionarios de Asia, África, América Latina y el imperialismo encabezado por los EE.UU., es la contradicción principal del mundo contemporáneo, Lin Piao hace un parangón de la situación del Tercer Mundo con China, antes del triunfo, para, así, enfatizar en el modelo revolucionario chino:
Hoy en día, muchos países y pueblos de Asia, África y América Latina, son víctimas de la intensa agresión y sojuzgamiento del imperialismo acaudillado por los EE.UU. y de sus lacayos. Las condiciones fundamentales políticas y económicas de un buen número de esos países tienen mucho en común con las que prevalecían en la vieja China. En ellos al igual que en la China de entonces, el problema campesino adquiere extrema importancia. Son los campesinos quienes constituyen la fuerza principal de la revolución nacional-democrática, dirigida contra el imperialismo y sus lacayos. Al agredir a esos países, los imperialistas siempre comienzan por ocupar las grandes ciudades y las vías de comunicación importantes, pero no están en condiciones de establecer su control total sobre las extensas zonas rurales. El campo, y sólo el campo, es la vasta zona donde los revolucionarios pueden marchar hacia la victoria final. Es por ello que la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la creación de bases revolucionarias en las zonas rurales y la utilización del campo para rodear las ciudades ejerce una fuerza de atracción cada vez mayor sobre los pueblos de esas zonas32. Al referirse a la guerra popular prolongada como estrategia del modelo chino, Lin Piao plantea los siguientes elementos. 1) Conducción de un partido comunista revolucionario; 2) Correcta utilización de la
30 Zagoria. El conflicto Chino Soviético 1956-1961, 1962, 282. 31 Lin, Biao. “Long live the victory of the people’s war”, Peking Review, No. 36, 1965, 23.
32 Lin Biao. “Long live the victory of the people’s war”, 1965, 24.
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política de frente unido; 3) Confianza en el campesinado y establecimiento de las bases rurales; 4) creación de un ejército de nuevo tipo dirigido por el Partido Comunista; 5) uso de las estrategias y las tácticas de la guerra del pueblo; 6) Adhesión a una política de confianza en sí mismo33. Por último, vale la pena traer la voz de Liu Ta-Nien, quien hace una pretensión bastante clara: La victoria de la revolución democrática china y el advenimiento del socialismo en la historia de china han sentado un brillante ejemplo para los países coloniales y semi coloniales del mundo. La victoria del pueblo chino sobre el imperialismo y sus lacayos y la fundación de la República Popular de China han inspirado grandemente al pueblo de muchos países coloniales y semi coloniales en su lucha por la independencia nacional y la victoria completa de su revolución democrática del pueblo. La revolución Socialista Rusa de Octubre sirvió como ejemplo para la revolución en naciones opresoras, esto es, para la revolución en países imperialistas, mientras la revolución china sentó un ejemplo para las revoluciones en las naciones oprimidas, esto es, los países coloniales y semi coloniales. Estudiando los cambios en la historia asiática desde la Segunda Guerra Mundial necesitamos hacer una apreciación adecuada tanto de la trayectoria como de la 33 Van-Ness. Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional, 1974, 87-88.
influencia de la revolución china porque es de significación para el mundo mucho más allá del Este o de Asia.34. Una síntesis de todo este proceso la da Peter Van Ness en el marco de la política exterior China: Quizás la mejor manera de caracterizar la política exterior de China Comunista durante los primeros años de la década de 1960 es afirmar que estaba dominada por los intereses del estado chino, un estado consagrado a mejorar a China como nación y a propagar el pensamiento de Mao Tsetung como la interpretación del marxismoleninismo que más adapta a las condiciones modernas, especialmente en Asia, África y América Latina35.
Diplomacia Popular: la estrategia china para difundir la Revolución de Nueva Democracia en América Latina La política exterior china, trazada para América Latina, fue determinada por los intereses nacionales, a la luz de las propias necesidades de la política interna; las relaciones con la Unión Soviética de amistad-cooperación y, posteriormente, a partir de 1960, de la lucha-confrontación; y las relaciones de China con Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría. Del enlace dinámico de esos tres factores emerge, en una constante triangulación, el interés del Partido Comunista de China por presentar su experiencia revolucionaria y la de su máximo líder,
34 Liu, Ta-Nien. “How to appraise the history of Asia”, Pekin Review, No. 45, 1965, 26. 35 Van-Ness. Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional, 1974, 220.
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Mao Tse-Tung, como modelo triunfante de toma del poder para las naciones del Tercer Mundo. Es necesario entender que dicha política también fue determinada por la fuerte lucha interna que se libró en el seno del mismo Partido Comunista de China. De allí, los diferentes énfasis y particularidades de esa política durante el periodo 1949-1976. Por ejemplo, Enrique Fanjul sostiene que: Entre 1957 y 1976, la historia de China estuvo marcada por el enfrentamiento entre las dos facciones, la maoísta y la pragmática. Entre 1957 y 1960, con el Gran Salto Adelante, el Maoísmo fue la tendencia dominante. Los pragmáticos dominaron entre 1961 y 1965, los años de la "restauración moderada". El periodo 1966-1969 fue el de la fase más aguda y violenta de la Revolución Cultural (que no terminaría oficialmente, según las autoridades chinas, hasta 1976), en la que Mao aplastó a sus rivales. Entre 1970 y 1976, éste siguió dominando el poder, pero ejerciendo una política más moderada36. En ese contexto, se puede entender la periodización y caracterización de la política exterior china para el Tercer Mundo. Entre las diferentes propuestas que han hecho los estudiosos, compartimos aquí lo planteado por Humberto Garza Elizondo: «1949-1952, afirmación revolucionaria y alineación con el campo socialista; 1953-1955, coexistencia pacífica; 1956-1966, militancia antimperialista y surgimiento del antirrevisionismo; 1967-1969, Revolución Cultural»37. Bajo esa caracterización de la política exterior, los comunistas chinos sabían que las relaciones diplomá36 Fanjul, Enrique. “La herencia de Mao en la China actual”. Política Exterior, Vol. 7, No. 36 (1993/1994): 122-135. 37 Garza-Elizondo, Humberto. China y el Tercer Mundo. México: Colegio de México, 1975, 7.
ticas oficiales, de Estado a Estado, no iban a ser fáciles con Occidente y menos con América Latina, que se movía en la órbita de influencia de los Estados Unidos. El resultado fue establecer relaciones semioficiales y a nivel de Partido Comunista, también llamada Diplomacia Popular, a través de la cual los comunistas chinos se propusieron difundir su modelo revolucionario para la toma del poder en América Latina. La tarea no era de poca monta, el mismo Comité Central del PCCH estableció un Instituto para Asuntos de América del Sur, dirigido por Chu Tu-Nan, y una Asociación de Amistad entre China y América Latina38. La diplomacia popular china para América Latina tuvo como objetivo ganar amigos, e influencia y prestigio, así como neutralizar cualquier sentimiento de animadversión en contra de China; de allí, la importancia de las actividades implícitas de la Diplomacia Popular, a saber: culturales, propagandísticas y comerciales39. Aquí vamos a mirar en detalle las actividades culturales y propagandísticas durante los años sesenta.
Relaciones culturales Durante la década de 1950, los chinos siguieron una política en América Latina cuyos puntos principales eran: 1) la guerra de liberación nacional y 2) el Frente Unido interno para lograr el triunfo y establecer gobiernos nacional- democráticos. En el exterior, el frente se llevaría a cabo con todas las fuerzas progresistas susceptibles de unir todos los países, en contra de los Estados Unidos40.
38 Alba, Victor. “The Chinese in Latin America”. The China Quarterly, No. 5, 1961, 53. 39 Ruilova, Leonardo. China popular en América Latina. Bogotá: Ediciones Internacionales, 1978, 97. 40 Connelly, Marisela & Cornejo-Bustamante, Romer. China-América Latina. Génesis y desarrollo de sus relaciones. México: El Colegio de México, 1992, 59.
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En ese sentido, «la República Popular de China tenía un programa paralelo para cultivar relaciones amistosas con intelectuales latinoamericanos que no tenían ningún interés en someterse a la disciplina de un Partido Comunista»41, a partir de lo cual, el gobierno de Mao desarrolló relaciones informales con organizaciones afines y entre Partidos Comunistas, por medio de las cuales se dieron varias visitas de intelectuales latinos (periodistas, políticos, catedráticos, estudiantes, etc.) para conocer la experiencia del comunismo chino. William Ratliff calcula sobre 1.400 el número de visitantes latinoamericanos en el transcurso de la década de 195042, y entre 900 a 1.000 para los años 1959196043. Solo para 1959, con motivo de los 10 años de la conmemoración del triunfo de la revolución china, se invitaron 402 delegados de América Latina44. Uno de los resultados inmediatos de estos viajes fue la organización de asociaciones culturales o sociedades de amistad entre China y países latinoamericanos. La primera de estas Asociaciones fue la chilena, creada en 1952; luego, la brasileña, en 1954; la mexicana, en 1957; la uruguaya, en 1959; la colombiana, en 195945; y la argentina, en 1961. Para enfrentar el aislamiento diplomático y con miras a darle más peso a las recién constituidas “sociedades de amistad”, la nueva dirigencia de China optó por fundar una Organización no gubernamental el 3
41 Rothwell, Matthew Daniel. “La revolución china y Latinoamérica: el impacto de redes comunistas globales en movimientos sociales y grupos guerrilleros latinoamericanos”. Resquicios, No. 15, 2013, 44. 42 Ratliff, William. “China en el futuro de América Latina”. China en América Latina: reflexiones sobre las relaciones transpacíficas. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2012, 34. 43 Ratliff, William. “Communist China and Latin America 1949-1972”. Asian Survey¸ Vol. 12, No. 10, 1972, 859. 44 Alba. “The Chinese in Latin America”, 1961, 55. 45 Partido Comunista de Colombia [PCC]. “Constituida Sociedad de Amigos de China”. Voz de la democracia, Bogotá, 5 de septiembre 1959.
de mayo de 1954. Esta, en principio, se llamó Asociación del Pueblo Chino para las Culturas Extranjeras, nombre que, en 1966, cambió por el de Asociación del Pueblo Chino para la Amistad con las Culturas Extranjeras y, en 1969, adoptó la denominación con la cual se la conoce hoy: Asociación de la Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero. Luego de esto, las delegaciones culturales chinas emprendieron visitas a América Latina. En junio de 1954, la Delegación Cultural de China participó en el I Congreso Iberoamericano de Cultura, celebrado en Santiago de Chile. En agosto de 1956, la Delegación de Artes Folclóricas de China realizó una gira de presentaciones en Chile, Uruguay, Argentina y Brasil. En 1959, la Delegación de Acroba- 103 cia de China visitó Brasil, Chile y Uruguay46. El principal resultado de la estrategia cultural fueron los diarios de viajeros: crónicas de los intelectuales quienes tras viajar a China, a su regreso daban charlas, hacían declaraciones, escribían artículos e, incluso, libros en amena prosa; la mayoría de las veces a favor de la revolución china. Víctor Alba reportaba para 1961 la existencia de, por lo menos, veinte libros publicados por los viajeros latinoamericanos en México, Buenos Aires, Montevideo y la Habana. Según él: «ninguno de ellos es crítico, ni tampoco desapasionado en sus relatos»47. Leonardo Ruilova cita que los primeros invitados oficiales latinoamericanos fueron: el mexicano Vicente Lombardo Toledano, Presidente de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores, y Lázaro Peña, Secretario General de la Confederación Cubana de trabajadores, para participar en la conferencia sindical de Asia y Australia, realizada
46 Sun, Hong-Bo. “Los intercambios culturales entre China y América Latina”. En: China Hoy, 29 de enero de 2013. 47 Alba. “The Chinese in Latin America”, 1961, 55.
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en Pekín entre noviembre 16 y diciembre 3 de 194948. Lombardo Toledano se convirtió en el primer difusor sobre China, al publicar el “Diario de un viaje a la China Nueva”, en México, el 15 de abril de 195049. Le siguió el historiador Mexicano Fernando Benítez, quien divulgó en 1953 “China a la vuelta”. En 1954 el escritor comunista argentino Raúl González Tuñón, quien había recorrido la Unión Soviética y China el año anterior, publica la crónica Todos los hombres del mundo son hermanos, y en 1955 Norberto Frontini y María Rosa Oliver, viajeros y activistas del “movimiento por la paz” editan Lo que sabemos hablamos50. Comenta Adrián Celentano que el movimiento de viajeros tuvo, como organizador principal, al escritor realista y agitador cultural Bernardo Kordon; además, la primera crónica de viaje escrita por él se tituló 600 millones y uno, editada en 1958 por Siglo Veinte51. En el Perú, los primeros diarios de viajeros fueron escritos por periodistas y militantes que viajaron a la aún joven República Popular China. El escritor y periodista Jorge Falcón Gárfias publicó, en octubre de 1959, China: la revolución del arroz y de la rosa. Comparaciones con India, América, Europa; César Guardia Mayorga hizo lo mismo con De Confucio a Mao TseTung: Del feudo a la comuna popular, en octubre de 1960; el pintor Carlos De la Riva procedió de igual manera, en 1961, con Donde nace la aurora: Estampas de la nueva China; en 1959, el periodista Miró Quesada publicó los libros La otra mitad del Mundo. Tomo 1: la Unión Soviética y la otra mitad del Mundo. Tomo 2: la
48 Ruilova. China popular en América Latina, 1978, 98. 49 Lombardo-Toledano, Vicente. Diario de un viaje a la China nueva. México: Ediciones Futuro, 1950. 50 Celentano, Adrián. “Las ediciones del Maoísmo argentino”. Primer Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición, 31 de octubre – 2 de noviembre 2012. En: Memoria Académica, La Plata, 2012, 64. 51 Celentano, “Las ediciones del Maoísmo argentino”, 2012, 65.
China comunista; el también periodista Ernesto More publicó, en 1960, Las comunas populares en China; por último, está el trabajo de Jorge Del Prado de 1960, titulado Las grandes experiencias de la revolución china. Entrevista con Mao Tse-Tung52. Entre los viajeros colombianos a la China de Mao, se destacan Jorge Zalamea, Diego Montaña Cuéllar, Jorge Gaitán Vieira y Manuel Zapata Olivella. Los cuatro dejaron consignadas sus memorias y recuerdos en diarios de viajeros, los cuales se constituyeron en los primeros insumos de la intelectualidad y de líderes de izquierda para acercarse a la realidad China. Jorge Zalamea escribió Reunión en Pekín (1952); Diego Montaña Cuéllar escribió Por los caminos de la paz. De Pekín a Viena (1953); Jorge Gaitán Vieira publicó el breviario de poemas titulado China (1952-1955) y Manuel Zapata Olivella aportó, con su ameno estilo de cronista, en un libro titulado China 6 a.m. (1954). Estos escritos se dieron en el marco de la visita de los colombianos a la Conferencia de Paz, celebrada en Pekín, en el año 1952.
El papel de la propaganda Pensando en el objetivo de difundir su modelo revolucionario para la toma del poder en el Tercer Mundo, China empezó a publicar, a partir de 1951, las ediciones de las obras escogidas de Mao Tse-tung. Esta vez, los textos escogidos fueron revisados por el autor, pues, como comentaban en la nota de la primera edición, en anteriores compilaciones, los escritos no estaban ordenados, tenían errores de transcripción, no incluían obras importantes y sobre todo, no estaban revisados por Mao Tse-tung53.
52 Toledo-Bruckmann, Ernesto. “El pensamiento Mao Tse-Tung en el Perú. Orígenes y división en la izquierda peruana en 1964”. En: Patria Roja, 5 de junio de 2015. 53 Mao, Tse-Tung. Obras escogidas, Tomo I. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968, 5.
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Despuntando la primera década de la República Popular de China, se iniciaron las publicaciones oficiales en español. La primera de estas fue la Constitución de la República Popular de 195454; en enero de 1959, se publicó, en español, la revista China Reconstruye y, para 1960, circulaban en nuestro continente las siguientes revistas: Ciencia China, Mujer China y China Revista Ilustrada; las Obras Selectas de Mao en español aparecieron en 196055y la revista Pekín Informa en español el 6 de marzo de 1963, en cuyo número inaugurar incluyeron «cuatro artículos trascendentales que tratan de problemas vitales relacionados al movimiento comunista internacional»56, uno de ellos fue La segunda declaración de La Habana: un estímulo para la lucha de los pueblos latinoamericanos, escrito por Yao Chun-Tao, permitiéndoles, con ello, impulsar el debate de la lucha armada. Para 1956, le encargaron a Wang Huaizu ser el traductor al español de Mao. Ese mismo año fue traductor «del discurso inaugural del VIII Congreso del Partido Comunista»57. A la cita, habían acudido numerosos revolucionarios de América, quienes pudieron seguir el discurso de Mao gracias a la interpretación de Wang. En el mes de septiembre de 1956, se emitió el primer programa de Radio Pekín en español, en la voz de Jacinto Barrios, de nacionalidad española, como parte de los acuerdos logrados entre el Partido Comunista de China y el Partido Comunista de España. «¡Aquí Pekín, habla Pekín! Esas fueron las primeras 54 Connelly & Cornejo. China-América Latina. Génesis y desarrollo de sus relaciones, 1992, 65. 55 Ruilova. China popular en América Latina, 1978, 106. 56 Editorial. “A nuestros lectores”. Pekín Informa, No. 1, 1963, 3. 57 Méndez, Daniel. “Wang Huaizu, el traductor al español de Mao”. En: Zaichina.net. 25 de septiembre de 2013.
palabras pronunciadas [...] de la que hoy es Radio Internacional de China»58. La radio se convertía en el mecanismo esencial para hacer llegar al mundo la identidad de la Nueva China. Radio Pekín fue concebida como la voz divulgadora de la revolución china desde su fundación, el día 3 de diciembre de 1941, cuando emitió su primer programa en japonés, con la identificación de Radio Xinhua de Yan'an, dirigido a las fuerzas invasoras niponas59. En julio de 1960, los Gobiernos de China y Cuba suscribieron su primer acuerdo de cooperación cultural antes del establecimiento de relaciones diplomáticas. Para el mismo año, la política exterior China había logrado el establecimiento de “Asocia- 105 ciones de Amistad con China” con diferentes países de América Latina, y, un año antes, en abril de 1959, la apertura de oficinas de la agencia de prensa Nueva China (Xinhua). En Colombia, el encargado de esta agencia fue Romero Buj, desde acá los chinos difundieron varios folletos y las revistas China Reconstruye y Pekín Informa. En 1965 ingresa el colombiano Enrique Posada Cano60 como Consejero del Buró de Traducciones y Publicaciones, dependiente del Consejo de Estado de China, para hacer parte del equipo de traductores de las Obras Escogidas, la obra poética y los escritos filosóficos y militares de Mao Tse-Tung; así como de los textos selectos de Deng Xiao-Ping.
58 Ríos, Xulio. “¡Aquí Pekín, habla Pekín!”. En: Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional [IGADI]. China e o mundo chinês. 25 de septiembre de 2006. <http:// www.igadi.org/china/2006/xr_aqui_pekin_habla_pekin.htm> [10 de diciembre de 2015]. 59 Radio Internacional de China [CRI]. “Memoria histórica: etapa de la CRI”. En: CRI Online. 5 de junio de 2006. <http://espanol.cri.cn/161/2006/06/05/1@91606.htm> [12 de diciembre de 2015]. 60 Valdez-Mera, Rafael. “Las memorias del traductor de Mao”. En: China Hoy. 29 de enero de 2013. <http://www.chinatoday.mx/eco/analys/content/2013-01/29/content_515233. htm> [10 de diciembre de 2015].
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La tendencia Pro-China en América Latina La diplomacia popular China fue acompañada de un trabajo político e ideológico para ir alineando fuerzas contra la vertiente soviética del comunismo, considerada por los chinos como revisionista. El documento llamado Proposición acerca de la línea general del movimiento comunista internacional61 se fue constituyendo como la base de unidad de los grupos pro-chinos. Las sesiones de debate y estudio con comunistas latinoamericanos hicieron parte de ese trabajo político e ideológico. Un militante del Partido Comunista del Perú, José Sotomayor Pérez, recuerda los hechos así: […] aprovechando la presencia en Pekín de delegaciones de varios Partidos Comunistas latinoamericanos el año de 1959, el PCCh consiguió que buen número de ellos enviaran a China grupos de dirigentes con fines de estudio. No fue casual que los líderes chinos se lanzaran a esta empresa inmediatamente después del triunfo de la revolución cubana»62. Los cursos dictados en Pekín tenían la finalidad de formar cuadros dirigentes profundamente imbuidos de las ideas del líder chino, absolutamente seguros de que, en las semi-colonias latinoamericanas, debía tenerse en cuenta en primer lugar la experiencia de la revolución china. Recordaba Sotomayor:
El profesor de cada materia insistía, de palabra, en que se tuviera en cuenta que su exposición se refería a las enseñanzas que el PCCh había extraído de la revolución china; pero que no debían aplicarse mecánicamente a otras realidades, no debían copiarse. Sin embargo, la verdad es que después de 5 meses de estudios en Pekín, todos volvieron con la seguridad de que, en lo fundamental, el camino recorrido por la revolución china tendría que repetirse en los países de la América Latina63. Álvaro Delgado, militante de ese entonces del Partido Comunista de Colombia, también recuerda las conferencias sobre el pensamiento de Mao Tse-Tung recibidas en 1960, lo que consideró como un curso de Maoísmo informal, con conferencistas de lujo como Chu En-Lai y Deng Xiao-Ping: Recibimos varias conferencias (sobre la lucha clandestina) con historiadores y conocedores del tema, y de estas charlas tomé apuntes a mano y al regreso a Colombia redacté un texto para uso interno del Partido que se llamó “Prepararse para tiempos difíciles”, del cual desgraciadamente perdí la única copia que guardaba bien escondida64. Joaquín Moreno, militante del PCC, también viajó a China y junto con Arnaldo Domínguez y Gilberto Vieira asistieron a «una entrevista donde participa-
61 También conocida como Carta de los 25 puntos. Esta es la respuesta que el Partido Comunista de China da, el 14 de junio de 1963, a la carta del Partido Comunista de la Unión Soviética del 30 de marzo de 1963. Ver: Polémica acerca de la línea General del Movimiento Comunista Internacional. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1965, 3-57. 62 Sotomayor, José. ¿Leninismo o Maoísmo? Perú: Koldo Pérez de San Román, 2009, 135.
63 Sotomayor. ¿Leninismo o Maoísmo? 2009, 41. 64 Delgado, Álvaro. Todo tiempo pasado fue peor. Memorias del autor basadas en entrevistas hechas por Juan Carlos Celis. Bogotá: La carreta social, 2007, 170.
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ron dirigentes comunistas latinoamericanos como Luis Carvalan y Jorge del Prado»65. Al Partido Comunista Revolucionario de Chile (PCR) lo antecedió un grupo político marxista-leninista llamado “Espartaco”. Haciendo alusión a su constitución, recordaban: El primer encuentro entre dicho grupo político y el PCCH efectuado en 1964, fue realizado por los dirigentes de «Espartaco» con el propio camarada Mao Tse-Tung, quién alentó y respaldó sus propósitos de construir un auténtico Partido Comunista y dio para ello valiosos consejos. Entre ellos: “no copiar mecánicamente las experiencias de China o de otro país: luchar contra toda tendencia seguidista y pensar con nuestra propia cabeza, aplicando el marxismo-leninismo a la realidad concreta de nuestro país”66. Gilberto Vieira, del Partido Comunista de Colombia, recibió consejos parecidos en 195667. Cuando murió Mao recordaba: [En 1956] Integré una delegación de Partidos Comunistas latinoamericanos que asistió al histórico Vigésimo Congreso del PCUS y allí mismo fue invitada por el legendario Mariscal Chu Teh para estudiar las experiencias de la revolución china. […] Nos sintetizó con
65 Vieira, Gilberto. Las libertades y la unidad popular. Bogotá: Ediciones Suramérica, 1977, 127. 66 Partido Comunista Revolucionario de Chile [PCR]. “Carta abierta del Partido Comunista Revolucionario de Chile al Partido Comunista de China”. Centro de Estudios Miguel Enríquez, ed. Archivo Chile, No. 93, noviembre 1977. <http://www.archivochile.com/pp/pcr/pcr00017.pdf> 67 Díaz-Granados, José Luis. Gilberto Vieira y su época. Manizales: Secretaria de Cultura, Gobernación del Caldas, 2011.
claridad una serie de experiencias de la lucha revolucionaria del Partido chino y nos pareció admirable su advertencia, según la cual “si se toma las experiencias chinas para consultarlas, está muy bien. Si se copian, está muy mal…Siempre se pierde si se copian las experiencias. La copia siempre causa perjuicio”68. En esa visita, los dirigentes chinos le programaron a los delegados latinoamericanos una gira a todas las regiones importantes de China, lo que curiosamente suscitó un reclamo de Vieira: «Mire, -le dijo a los chinos- nosotros no somos turistas, sino 107 queremos estudiar la experiencia de la revolución china»69. Entonces, ellos respondieron: «Pero para eso necesitan conocer a China»70, así fue que la gira se prolongó por tres meses. Las claras intenciones de los líderes chinos de promover y difundir su modelo revolucionario para América Latina, y los álgidos debates alrededor del conflicto chino soviético, que incluían discusiones de estrategias y tácticas para la toma del poder, sirvieron de contexto externo para complejizar las diferencias internas que ya existían en la mayoría de los Partidos Comunistas latinoamericanos, desembocando en la escisión de varios de estos y en la formación de grupos o Partidos Comunistas marxistas leninistas alineados con las tesis de Mao. Para 1968, existían 10 Partidos en América Latina, que se autodenominaban pro-chinos: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México, Perú y Paraguay. En la revista Pekín Informa, se daba espacio
68 Vieira. Las libertades y la unidad popular, 1977, 126. 69 Díaz-Granados. Gilberto Vieira y su época, 2011, 59. 70 Díaz-Granados. Gilberto Vieira y su época, 2011, 59.
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para las declaraciones de adhesión a las tesis del comunismo chino por parte de los líderes latinoamericanos: La condena al revisionismo en Chile71, la fundación del Partido Comunista Revolucionario de Chile72 y su resolución política73; llamamiento de los comunistas pro-chinos de Bolivia exhortando al pueblo a levantarse en armas74; las expulsiones75 y conferencias del Partido Comunista del Perú, donde se repudiaba el revisionismo76 y se ratificaba la construcción de la fuerza armada77; las condenas a Jruschov78, el llamamiento al pueblo brasileño a prepararse para la guerra popular79, la síntesis del golpe de Estado80 y los análisis de la situación nacional e internacional81 hechos por el Partido Comunista del Brasil; y de Colombia, las discusiones ideológicas en el seno del Partido Comunista82, las expulsiones y conformación del Partido Comunista pro-chino83, el llamamiento a aplicar
71 Artículos y documentos. “Reunión de militantes marxista-leninistas del PC de Chile condena el revisionismo de la dirección del Partido”. Pekín Informa, No. 15 (1964): 13-15. 72 Artículos y documentos. “Se funda el Partido Comunista Revolucionario de Chile”. Pekín Informa, No. 31 (1966): 38. 73 Artículos y documentos. “Resoluciones políticas del Primer Congreso del Partido Comunista Revolucionario de Chile”. Pekín Informa, No. 35 (1966): 23-26. 74 Artículos y documentos. “Bolivia: la lucha armada es la única vía”. Pekín Informa, No. 18 (1967): 29. 75 Artículos y documentos. “Ha sido expulsado el Grupo Revisionista del Partido Comunista Peruano”. Pekín Informa. No. 6 (1964): 33. 76 Artículos y documentos. “IV Conferencia Nacional del PC del Perú Condena el Revisionismo”. Pekín Informa, No. 21 (1964): 19-22. 77 Artículos y documentos. “V Conferencia Nacional del Partido Comunista Peruano”. Pekín Informa, No. 12 (1966): 13-22. 78 Artículos y documentos. “Resolución del Comité Central del Partido Comunista del Brasil: respuesta a Jruschov”. Pekín Informa, No. 15 (1963): 44-45. 79 Artículos y documentos. “Resolución política aprobada en la VI Conferencia Nacional del Partido Comunista del Brasil”. Pekín Informa, No. 51 (1966): 21-26. 80 Artículos y documentos. “Lecciones del golpe militar del Brasil”. Pekín Informa, No. 19 (1964): 31-35. 81 Artículos y documentos. “La situación interna brasileña y las tareas del Partido Comunista del Brasil”. Pekín Informa, No. 23 (1965): 16-18. 82 Artículos y documentos. “Condena a la línea revisionista del Partido Comunista de Colombia”. Pekín Informa, No. 18 (1964): 21. 83 Artículos y documentos. “Lucha armada para la liberación; condena a la traición del
el pensamiento de Mao Tse-tung 84 y la publicación de las obras del Presidente Mao85. De igual forma, este diario permitió, en páginas, que la militancia pro-china en América Latina debatiera las tesis del libro de Regis Debaray Revolución en la revolución, el cual suscitó un debate con los cubanos sobre la estrategia revolucionaria a seguir en América Latina. Rotas las relaciones entre China y Cuba, y dado el interés de estos últimos por presentar su propia experiencia revolucionaria como tercería entre los chinos y los rusos, más aplicable a América Latina, las críticas a Debaray tuvieron el objetivo de desplegar «una campaña para presentar las enseñanzas de la experiencia china, en lugar de las derivadas del caso cubano, como la más apropiada para los pueblos de Latinoamérica»86. Fue así, como se publicaron textos de Partidos y movimientos comunistas pro-chinos de Bolivia87, Colombia88 y Uruguay89. En 1963 el PCCh expresó más nítidamente su interés por conformar un movimiento maoísta paralelo al Movimiento Comunista Internacional. Se lanzó al encuentro de dirigentes de izquierda y llamó a los egresados de sus escuelas de cuadros para darles directivas, al mismo tiempo que divulgaba, intensa-
revisionismo contemporáneo”. Pekín Informa, No. 33 (1965): 17, 18, 19,26. 84 Artículos y documentos. “El órgano del PC de Colombia (M-L) llama a todo el Partido a aplicar creadoramente el pensamiento de Mao Tse-tung a la práctica revolucionaria colombiana”. Pekín Informa, No. 19 (1968): 25-27. 85 Artículos y documentos. “Publicación de las obras del Presidente Mao en el extranjero”. Pekín Informa, No. 20 (1968): 19-20. 86 Garza-Elizondo. China y el Tercer Mundo, México: El Colegio de México, 1975: 173. 87 Artículos y documentos. “Hay que tomar el camino de la lucha armada señalado por el presidente Mao”, Pekín Informa N° 3 (1968): 18. 88 Artículos y documentos. “El órgano del PC de Colombia (M-L) llama a todo el Partido a aplicar creadoramente el pensamiento de Mao Tse-tung a la práctica revolucionaria colombiana”. Pekín Informa, No. 19, (1968): 25-27. 89 Artículos y documentos. “Decidido a hacer del pensamiento de Mao Tse-tung la guía para la acción: declaración emitida por el Movimiento de Izquierda Revolucionario de Uruguay”. Pekín Informa, No. 31 (1968): 19-21.
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mente, sus artículos de polémica con el PCUS90. La “orientación” incluía: «alentar a los miembros pro chinos a que abandonaran a los Partidos Comunistas que querían seguir una línea pro soviética. [Y] […] estimular la guerra revolucionaria como recurso para lograr el poder político»91. Para 1965, en la prensa china aparecían los programas políticos de los Partidos comunistas prochinos92, en donde «se exhortaba a la unificación de los diversos movimientos nacionales revolucionarios en el marco de un frente patriótico de liberación y proclamaba sin vacilaciones una estrategia de lucha armada»93. Pero también la prensa registraba apoyo a las luchas de liberación nacional, realizadas por fuerzas diferentes a los Partidos comunistas en Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela. Lo anterior se puede ejemplificar con el caso colombiano, donde los chinos también expresaban apoyo al Ejército de Liberación Nacional94 y al Frente Unido del Pueblo95 dirigido por el cura Camilo Torres. Tal y como lo demuestra Peter Van Ness, para este año, 12 países latinoamericanos recibían respaldo implícito en la prensa china a sus procesos revolucionarios. En el caso de Bolivia, República Dominicana
90 Sotomayor. ¿Leninismo o Maoísmo? 2009, 136. 91 Connelly, Marisela. “La Influencia del pensamiento de Mao en América Latina”. Estudios de Asia y África, Vol. 18, No. 2, 1983, 215-231. 92 En Jen-min jih-pao del 23 de mayo de 1965, publican el programa político Partido Comunista del Brasil; en Jen-min jih-pao del 13 de agosto de 1965, publican el programa político del Partido Comunista de Colombia (ML); en Jen-min jih-pao del 16 de diciembre de 1965, publican el programa político del Partido Comunista Peruano. En: Van-Ness. Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional, 1974, 172-173. 93 Van-Ness, Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional, 1974, 172-173. 94 En Jen-min jih-pao del, 23 de marzo de 1965. En: Van-Ness. Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional, 1974, 106. 95 Round the world. “One Falls, Thousands More Arise”. Peking Review, No. 11, 1966, 28.
y Venezuela, se adicionaba un respaldo explícito, y, solo República Dominicana, ameritó una declaración de Mao Tse-Tung, condenando la agresión armada de los Estados Unidos en abril de 196596. En esta ocasión la intervención de Mao es aprovechada para señalar aspectos del modelo revolucionario chino. Dijo Mao: Estoy convencido de que, con el respaldo de todos los pueblos del mundo, la República Dominicana logrará la victoria final en su patriótica lucha antiyanqui, siempre que se apoye en las amplias masas populares, una a todas las fuerzas patrióticas y sostenga una lucha prolongada97.
Conclusiones Pese a que América Latina siempre estuvo en un tercer orden de prioridades, después de Asia y África, para la política exterior china, los esfuerzos de los comunistas chinos para sintetizar y difundir la Revolución de Nueva Democracia, como modelo para el Tercer Mundo, impactó fuertemente un vasto sector de la militancia comunista en esta parte del mundo. Jóvenes, intelectuales, estudiantes y sectores de la pequeña burguesía, quienes venían discutiendo con sus partidos comunistas la política moderada, electoral, es decir, la política de coexistencia pacífica con los Estados Unidos, rápidamente se vieron identificados con las lecciones de una revolución triunfante. Se puede decir que la 96 Van-Ness. Revolución y política exterior China: el apoyo de Pekín a las guerras de liberación nacional, 1974, 106. 97 Mao, Tse-Tung. Declaración en apoyo de la resistencia del pueblo dominicano contra la agresión armada de los EE.UU. Pueblos de todos los países, unidos para derrotar a los agresores norteamericanos y a todos sus lacayos. Pekín: Ediciones en lenguas extranjeras, 1966, 17.
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producción de la Revolución de Nueva Democracia China aportó, a la militancia de América Latina, una «ideología práctica»98, es decir, un plan teórico para llevar a cabo una revolución; aunque de manera indirecta, también incidió en la escisión de los Partidos Comunistas en América Latina. Efectivamente, la diplomacia popular china para América Latina le permitió al gobierno de Pekín romper con el aislamiento impuesto por Estados Unidos en su “patio trasero”. No solo a China la visitaron las personalidades más sobresalientes de la vida política en nuestro continente, quienes después fueran los presidentes Salvador Allende, Alfonso López Michensen, y, con el tiempo, propiciaran las relaciones diplomáticas en los años 80, sino también acudieron intelectuales destacados, quienes dejaron sus impresiones en ensayos, libros y expresiones artísticas que le permitió a los pueblos latinoamericanos conocer al gigante asiático. En relación con la Unión Soviética, y después de hacerse público el conflicto Chino-Soviético, la diplomacia popular china, con más énfasis, le permitió a Pekín presentar su experiencia como alternativa al llamado “revisionismo”; en este sentido, la región se convirtió en un campo de batalla más en su lucha por arrebatar el movimiento comunista internacional del control soviético. Esta situación fue, para los chinos, más intensa después del rompimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, y el alineamiento de los isleños con el PCUS, pues ahora no solo su modelo era alternativa al “revisionismo soviético”, sino también al “foquismo castrista”. Es evidente que la relación entre China y América Latina, tejida a través de la diplomacia popular, no
estuvo exenta de contradicciones. Pese al énfasis puesto por los chinos de que su experiencia y el mismo pensamiento de Mao Tse-tung fue resultado de la “aplicación creadora del marxismo leninismo” a la realidad concreta de China, el ahínco con el que promovieron su modelo para el Tercer Mundo les impidió ver que no existe un único Tercer Mundo, sino varios, es decir, que entre Asia, África y América Latina hay diferencias significativas que no se pueden omitir. De allí, que los análisis concretos de las realidades concretas terminaran siendo remplazados por la analogía entre China antes del triunfo y los países de América Latina durante la década del 50 y 60. El balance final es que los resultados no fueron los deseados y que ningún proceso revolucionario guiado por el pensamiento de Mao Tse-tung y el modelo de Revolución de Nueva Democracia triunfará. Si bien la producción-difusión de la Revolución de Nueva Democracia redundó en que los miembros pro-chinos abandonaran los Partidos Comunistas que querían seguir una línea pro soviética, constituir sus propios Partidos Comunistas Marxistas Leninista y asumir la guerra revolucionaria como recurso para lograr el poder político, no fueron suficientes los esfuerzos de los comunistas chinos para dar forma organizativa a esta tendencia; al final de cuentas, los dirigentes comunistas pro-chinos no lograron comprender el proceso revolucionario en América Latina. Una de las explicaciones del fracaso de los partidos comunistas pro-chinos la da Marisela Connelly, quien dice:
98 El concepto es de Franz Schumann y utilizado por Peter Van Ness en su trabajo aquí citado.
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Los dirigentes pro-chinos latinoamericanos no conocían profundamente las ideas de Mao ni la situación real de sus países. Este hecho les impidió iniciar y dirigir el movimiento revolucionario. Los dirigentes pro-chinos solo habían leído algunas obras del Mao Zedong y, basándose en ese conocimiento superficial, trataron de explicar toda la situación política, social y económica de sus países creyendo que con la mera repetición de las frases podrían poner en obra la revolución. Sus intentos de crear bases rurales y movilizar a los campesinos fueron fracasos debidos a la falta de preparación y organización. A pesar de que analizaron con detenimiento la necesidad de obtener el apoyo de las masas, los dirigentes comunistas pro chinos hicieron muy poco para lograrlo99. En Colombia, esa tesis es asumida, autocríticamente, por el propio PC de C-ML, quien, en su XI congreso, llegó a esta conclusión: Desde su reestructuración, nuestro Partido se apoyó, en gran medida, para la formación teórica, en el estudio sin crítica, de las obras de Mao Tse-Tung y del PCCH, y en muchos casos fue la única literatura utilizada. La explicación de esta situación se halla en la deficiente asimilación de la teoría marxista-leninista100.
99 Connelly. “La Influencia del pensamiento de Mao en América Latina”, 1983, 231. 100 Partido Comunista de Colombia PC de C-ML, Conclusiones XI Congreso (Colombia, 1980), 205.
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TEMA
LIBRE
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LA REPRESENTACIÓN DEL INDIO MEXICANO EN LOS FILMES MARÍA ISABEL Y EL AMOR DE MARÍA ISABEL DE 1967 Y 1968 Keywords:
Gerardo Emmanuel García Rojas Facultad de Estudios Superiores Acatlán Universidad Nacional Autónoma de México gerardo_garoj@outlook.com
Abstract
Indigenism, Mexican national
Resumen
cinema, cultural representations.
El cine ha sido un reflejo de las tendencias ideológicas imperantes en nuestra sociedad, su estudio obliga, directamente, a la comprensión de los procesos sociales, políticos y culturales que se desarrollan a su alrededor. El indigenismo, emanado del nacionalismo posrevolucionario, parecería ser, en principio, una tendencia ideológica netamente opuesta al cosmopolitismo proyectado en México durante la segunda mitad del siglo XX; sin embargo, en los filmes María Isabel y El amor de María Isabel de 1967 y 1968, respectivamente, es posible ver la conjunción de dicho binomio, mostrándonos dos tendencias ideológico-culturales enmarcadas en un mismo espacio simbólico.
The cinema has been a reflection of the prevailing ideological tendencies in our society, its study directly forces to understanding social, political and cultural processes that develop around it. Indigenism, emanated of the post-revolutionary nationalism, it seemed to be, initially, an ideological trend purely opposite to cosmopolitanism projected in Mexico during the second half of the twentieth century; however, in the films "Maria Isabel" and "El amor de Maria Isabel" of 1967 and 1968 respectively, it is possible see the conjunction of said binomial, showing two trends ideologicalcultural framed in the same symbolic space.
Palabras clave Indigenismo, cine nacional mexicano, representaciones culturales.
Goliardos
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Cartel de la película El Amor de María Isabel, 1968
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Introducción
C
oncebir el siglo XX mexicano sin la existencia de una industria filmográfica nacional significaría omitir uno de los medios de comunicación más importantes en su devenir histórico. Su importancia recae en la eficacia que tuvo como medio difusor de ideas, el cual, en ocasiones, se ajustó a los intereses del Estado, surgiendo así diversas idealizaciones de la realidad las cuales contribuyeron a la formación de un discurso nacionalista, con el objetivo de aculturar a su población. La difusión de ideas encuentra su principal arma no en la acción violenta sino en aquella que permite adentrarse, de manera paulatina, en la conciencia colectiva de una sociedad. Al respecto, Roger Chartier señala que «la representación se trasforma en una máquina de fabricar respeto y sumisión, en un instrumento que produce una coacción interiorizada, necesaria donde falla la fuerza bruta»1; por su parte, Paul Chilton y Christina Schäffner escriben: «¿Por qué las personas acatan regímenes de políticas muy diferentes? Las razones de obediencia deben comunicarse lingüísticamente, ya sea en forma explícita o implícita»2, de tal manera que podemos observar la notoria necesidad, que adquiere un grupo o individuo con poder político, de desarrollar un entramado ideológico que dé sustento y legitimación al orden establecido. El cine mexicano del siglo XX formó representaciones de la realidad que contribuyeron a la crea-
1 Chartier, Roger. El mundo como representación. Historia cultural: entre práctica y representación. Barcelona: Editorial Gedisa, 1999, 59. 2 Chilton, Paul & Schaffner, Christina. “Discurso y política”. En: Teun A. Van Dijik, ed. El discurso como interacción social: estudios sobre el discurso, introducción multidisciplinaria. Barcelona: Gedisa, 2000, 306.
ción de un entramado ideológico producto de la Revolución Mexicana, en donde distintos elementos fueron reconceptualizados y adquirieron nuevas características. Al término de dicho proceso, el indio se posicionó como parte de una nueva mexicanidad en la que contribuía ensanchando la riqueza histórica de México, no sin dejar de ser observado como parte del atraso social, aspectos que fueron retratados en numerosos filmes donde se consolidó un estereotipo de lo indígena. Bajo dicha cuestión, el siguiente trabajo analiza la representación del indio mexicano en las cintas María Isabel de 1967 y su secuela El amor de María Isabel de 1968, las cuales presentan la historia de una indígena, hija de un peón hacendario, que emigra a la Ciudad de México donde atraviesa por un proceso de trasformación sociocultural que nos permite observar diversos aspectos patentes en la época, como el indigenismo o el cosmopolitismo.
El cine nacional La revolución de 1910 significó el nacimiento del siglo XX mexicano, al término de esta, un nuevo orden se había establecido y con él toda una serie de patrones socioculturales fueron trasformados; rodeada de instituciones, de anhelos democráticos, de nuevos medios de comunicación, en los años treinta la estructura política y social de este país se encontraba, al fin, en el principio de una estabilidad que no había conocido en toda su historia. Dicho aspecto significó la reestructuración de un nuevo entramado ideológico, se necesitaban nuevas concepciones de lo propio para sustentar y dar legitimidad a una nueva élite, es decir, se trataba de replantear la idea de nación por una que fuera fiel a los hombres de la revolución y al nuevo grupo que se posicionaba en la cima del poder político mexicano. Goliardos
Frente a ello, surgían nuevas herramientas que obligaban a una nueva difusión de ideas; el orden del día preponderaba por la integración de nuevas tecnologías que se traducían en nuevos medios de comunicación, esta vez con un mayor alcance. El surgimiento de la radio y el cine en México tiene relación con ello, significando, este último, la oportunidad de crear un mensaje visual y en constante movimiento, el cual, a su vez, facilitara la comprensión del mismo, pues a través de la proposición de un «relato coherente»3, las películas funcionaron como medios de aculturación exitosos bajo el entretenimiento que éstas ofrecían4. Posterior al movimiento armado de 1910, los primeros años del cine mexicano estuvieron marcados por una tónica nacionalista, en la que se pretendió envolver el ideal de una nueva nación emergente, cuyos preceptos se encontraban basados en una revolución popular, agraria e integral. Fue así que el indígena fue parte de una revaloración de elementos, que manejados de la manera ideal, formaría parte del nuevo “ser” de lo mexicano. Aunado a extensos paisajes rurales de una estética imprescindible, el indio se encontraba junto a la china poblana y al charro en la cima del simbolismo nacional; juntos eran parte de ese mexicanismo que se llevó a la pantalla en cintas como Raza de Bronce (1927), El Coloso de mármol (1928) o La boda de Rosario (1929); incluso, el cine mexicanista vino a ser impulsado por cintas extranjeras como ¡Qué viva México! (1932) del soviético Sergéi Eisenstein, donde el indígena prehispánico significó un exotismo único y culturalmente enriquecedor.
Esta configuración del cine mexicano perduró hasta los años 30 y 40 con películas dirigidas por Fernando de Fuentes, como Allá en el Rancho Grande (1936), o de Emilio Fernández, junto a quien se consagraron las figuras de María Félix en Río escondido (1947) y de Dolores del Río en María Candelaria (1946). El inicio de la Segunda Guerra Mundial significó una trasformación para el cine mexicano; a partir de entonces inició un proceso de industrialización que desencadenó en la producción de numerosos filmes de una notoria mejor calidad técnica. Estados Unidos había entrado en la guerra y la demanda de materiales para el sostén de la misma era su principal preocupación; por su parte, Europa se posicionó 121 como sede intransferible de dicho suceso, lo que desencadenó en un mejor mercado para el cine nacional mexicano, a la par de ser observado por el país vecino del norte como el principal medio difusor de ideas en toda América Latina. Fue así como Estados Unidos comenzó a enriquecer al cine, mediante la aportación de recursos financieros y tecnológicos a cambio de la difusión de ideas panamericanistas contrarías a todos aquellos elementos que representaran un peligro para la unidad americana, y a su vez, peligraran la hegemonía estadounidense en el continente. Película s como Soy puro mexicano (1942), Espionaje en el Golfo (1942) o Escuadrón 201 (1945) trasformaron un odio anti yanqui en una «admiración y afinidad espiritual»5 las cuales, a su vez, pretendían difundirse en el resto de América Latina. Fue entonces que, en México, se comenzaron a construir elementos cinematográficos a la usanza de Hollywood, tal es el caso del star system, donde figuras como Pedro Infante,
3 Sorlin, Pierre. “El cine reto para el historiador”, Istor N° 5, 2005, 25. 4 Sorlin. “El cine reto para el historiador”, 2005, 28.
5 Dávalos-Orozco, Federico. El cine mexicano, una industria cultural del siglo XX (tesis PhD, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008), 57.
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María Félix y Jorge Negrete, entre otros, comenzaron a encumbrarse como las grandes personalidades del cine nacional, a la par de elevarse la producción fílmica de 37 películas en 1941 a 70 en 19466. Este “cine de oro” también significó la llegada de nuevas temáticas, las representaciones urbanas comenzaron a posicionarse dentro del gusto nacional; los barrios populares, las cantinas y las pulcatas, al igual que los centros nocturnos, se consolidaron como espacios fílmicos. No obstante, esto no implicó el olvido de la temática mexicanista, pues películas como Los tres García (1946), Tizoc: Amor indio (1956) y El Rayo del Sur (1943) continuaron con dicha tradición. De manera tal que el cine jugó un papel imprescindible en gran parte del siglo XX mexicano, ya que se convirtió en uno de los medios más grandes y poderosos de comunicación, y, por ende, en una fuente difusora de arquetipos y estereotipos sociales. Fue, de esta manera, que se construyó la representación del “indio bonito”, cuya belleza se encontraba en perfecta sincronía con los cánones occidentales; era un indio homogéneo7, que invitaba a una percepción universalista, sin importar si fuese del norte, del sur o del centro de México, este indio siempre usaba prendas de manta, manifestaba nobleza, era atrasado en relación al paradigma occidental y parecía tener poca inteligencia.
El indigenismo en México El discurso del “indio bonito” puede ser observado en filmes como El indio (1948), el ya mencionado Tizoc: Amor indio, o las cintas analizadas para esta investi-
6 Federico Dávalos Orozco, El cine mexicano, una industria cultural del siglo XX. Tesis PhD, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008, 59. 7 Nahmad-Rodríguez, Ana Daniela. “Las representaciones indígenas y las pugnas por las imágenes. México y Bolivia a través del cine y el video”. Latinoamérica. Revista de estudios latinoamericanos, No. 47 (2005), 113.
gación: María Isabel y su secuela El amor de María Isabel, donde la idealización de este personaje se construye a partir de los intereses nacionales, formando un nuevo ser que poco coincidió con su realidad. Al respecto, Leticia Reina plantea la idea de una estrecha relación existente entre el indio del siglo XX y el campo mexicano, pues es, en función del respeto por su autonomía sociopolítica y sus tierras comunales, que los movimientos indígenas cobraron carácter8. Sobre ello, entendemos la innegable participación del indio en la revolución de 1910, la cual obligó a la facción triunfante a cambiar las políticas gestadas hasta entonces respecto al tema indígena; era necesario reconocer la identidad de estos personajes si se quería legitimar al nuevo Estado; sus contribuciones eran innegables y rechazarlas significaba negar esa idea de la revolución popular y agraria sobre la cual se había encumbrado el nuevo grupo en el poder. Así, en el artículo 27 de la constitución mexicana de 1917, se aceptó la formación de tierras ejidales para el sustento de pueblos que tenían arraigada una tradición comunal, convirtiéndose, el Estado, en un protector legal de los pueblos indígenas del país9. Sin embargo, al ser protector de los ejidos, este organismo consiguió irrumpir en la vida interna de estos pueblos a través de la imposición de líderes, los cuales respondían, en mayor medida, a los intereses del Estado que al de los propios indígenas. De igual manera, la agricultura ejidal nunca fue favorecida por una política estatal que preponderaba por una producción en masa, anulando su competitividad frente a las grandes empresas y obligándolos a trasformar su forma de vida10. 8 Reina, Leticia. Indio, Campesino y Nación en el siglo XX Mexicano. Historia e historiografía de los movimientos rurales. México D.F.: Siglo XXI Editores, 2011, 52. 9 Navarrete, Federico. Las relaciones inter-étnicas en México. México D.F.: UNAM, 2004, 105. 10 Navarrete. Las relaciones inter-étnicas en México, 2004, 106.
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Como parte de esas nuevas políticas paternalistas, surgió el indigenismo mexicano, el cual representó una posición ideológica del no indio sobre el indio, donde se pretendía aculturarlo e integrarlo a la nación, no por medio de la fuerza y la acción directa, sino por un proceso gradual, donde la ciencia y el convencimiento pacífico rendirían mejores frutos. Los indigenistas se planteaban conocer a los indios para, después, implementar políticas de apoyo y trasformación que tuvieran mejor sintonía con sus condiciones11. Dicha tendencia política duro hasta principios de los años ochenta, cuando a raíz de una serie de conferencias en Barbados se comenzó a plantear la idea de un etnocidio, el cual vino a ser corroborado con las declaraciones de San José, Costa Rica en 1981, donde emergieron conceptos como el etno-desarrollo, el post-indigenismo y el indianismo12. Este indigenismo encuentra su génesis en Franz Boas (1858-1942) y la llamada escuela norteamericana de “antropología cultural” que se encargó de humanizar a su objeto de estudio13; para esta corriente antropológica el “otro” ya no era un simple primitivo carente de emociones, sino que comprendía caracteres sentimentales de la usanza occidental. Esto provocó el abandono de perspectivas naturalistas y fisiológicas para enfocarse plenamente en los elementos culturales, revolucionando la posición de occidente sobre las culturas “alternas”, pues estas ya no eran problemas irremediables, sino que hacían efectiva la idea de una trasformación.
11 Navarrete. Las relaciones inter-étnicas en México, 2004, 109. 12 Dichas conferencias tuvieron lugar en 1971 y 1977, en Barbados, donde se reunieron un grupo de intelectuales y jefes indígenas con el fin de debatir sobre el etnocidio que estaban padeciendo los pueblos originarios de América Latina. 13 Marzal, Manuel. Historia de la Antropología indigenista: México y Perú. Barcelona: Anthropos-Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, 1993, 24.
Esta escuela antropológica llegó a México de la mano de Manuel Gamio (1883-1960), quién había sido alumno de Boas entre 1909 y 1911 en la Universidad de Columbia, y se desarrolló a través de personajes como Alfonso Caso (1896-1970) o Gonzalo Aguirre Beltrán (1908-1996), entre otros, quienes vieron, en el indio, a una víctima de la modernización. Debemos tener en cuenta que las pretensiones de la nueva nación mexicana se encauzaban hacía la homogeneidad cultural como condición inherente para su desarrollo, y la población indígena significaba, bajo estas condiciones, una heterogeneidad lingüística y cultural que debía ser solucionada con la creación de organizaciones especiales para estudiar, formular y poner en 123 práctica el proceso de incorporación14. Fue así, como existió una relación ideológica entre los intelectuales y el Estado mexicano, pues, para ambos, el indígena representaba un problema para la unidad nacional y para la vida sociocultural del país, en palabras de Itzel Ávila: «el objetivo era la unificación racial y cultural de México, y por ello su éxito estaría marcado por la conversión de los indios en mexicanos»15. Así, el mestizaje cultural se perfilaba como el medio ideal para solucionar el problema de la homogeneidad nacional y es, en 1948, bajo el mandato presidencial de Miguel Alemán, que se institucionaliza el indigenismo con la creación del Instituto Nacional Indigenista (INI), organismo encargado de regular el proceso de aculturación pretendido bajo una postura intervencionista. El INI fue el encargado de llevar educación, asistencia social, clínicas y apoyo productivo con el fin de perpetrar, paulatinamente, los usos y costumbres
14 Ávila, Itzel. El problema del indio. Indigenismo en México, 1934-1940. Tesis de pregrado, Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, 43. 15 Ávila. El problema del indio. Indigenismo en México, 1934-1940, 2010, 15
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de las etnias indígenas de México. No obstante, esta campaña aculturalizadora no obtuvo los éxitos esperados, pues, a pesar de concretar cambios radicales en la vida cotidiana indígena, paradójicamente asentó su coincidencia identitaria16 la cual fortaleció los principios autonomistas bajo los que se regían. El indigenismo, también, se hizo presente en la cinematografía mexicana, prueba de ello son los filmes Río escondido y María Candelaria, donde se presenta la imagen de un indio pasivo, servicial, maltratado y con un entorno rural, elementos propios de la percepción de dicha ideología. Observamos, así, la construcción de una identidad impuesta por una cultura hegemónica hacía los llamados grupos sociales marginados, a través del ejercicio del poder y del control de los principales medios de comunicación17. El cine mexicano fue, entonces, una herramienta para la imposición y propagación de las percepciones de la cultura hegemónica nacional sobre las etnias indígenas, proponiendo la idealización de un indio atrasado, pero manejado de la forma correcta, culturalmente enriquecedor por su pasado exótico y particular; un indio que podía y debía ser trasformado para el beneplácito común de la sociedad.
La india María Isabel En los filmes María Isabel y El amor de MaríaIsabel de 1967 y 1968, encontramos tendencias indigenistas gestadas en la primera mitad del siglo XX; la historia inmersa en ambas cintas gira en relación con María Isabel (Silvia Pinal), una joven indígena que, tras la muerte de su amiga, viaja a la ciudad con la hija de ella,
16 Navarrete. Las relaciones inter-étnicas en México, 2004, 109. 17 Ana Daniela Nahmad, “Las representaciones indígenas y las pugnas por las imágenes. México y Bolivia a través del cine y el video”, 2005, 109.
a quien decide llamar Rosa Isela (Lucy Buj), y sufre una serie de abusos a causa de su condición social. Al trascurrir los años, Rosa Isela reniega de su madre y de su condición, abandonándola para irse con su abuelo, un hombre acaudalado de nombre Félix Pereira (Tito Junco). Ante dicho panorama, María Isabel, quien para entonces trabajaba como sirvienta en la casa de Ricardo Robles (José Suárez), formó una relación sentimental con este último y contrajo nupcias. Sin embargo, una vez casados, la diferencia cultural se hace presente cuando Ricardo intenta llevar a María Isabel a lugares poco acostumbrados por ella, como la ópera o los centros nocturnos. Es así que Ricardo comienza una relación sentimental con Mireya (Lucy Gallardo), una exitosa intérprete de piano. Al descubrir esta relación, María Isabel decide abandonar a Ricardo; este, al darse cuenta de la magnitud de sus sentimientos por ella, concluye su relación con Mireya, teniendo como desenlace el reencuentro de María Isabel con su hija y, posteriormente, con Ricardo. Ambos filmes se estrenaron en cines comerciales y estuvieron a cargo de la dirección de Federico Curiel “Pichirilo”, quien, para entonces, ya se había consagrado como director gracias a su trabajo en diversas cintas de El Santo, además de ser producidos a color por la casa “Películas Rodríguez”, fundada por Ismael Rodríguez junto a sus hermanos, y consagrada tras la producción de cintas emblemáticas en el cine mexicano como Nosotros los pobres (1948) o Los tres García (1947). De forma que nuestros filmes se encuentran inmersos dentro de un periodo consolidado de producción masiva, donde el cine se caracterizaba ya como una industria estable. El eje rector de la trama es la vida de un indígena que pasa por un proceso de trasformación cultural. Parte de esta construcción de lo indio se encuentra en el ambiente donde se desarrolla, pues, al inicio Goliardos
del filme, María Isabel, es presentada dentro de una comunidad rural que contribuye a la idea del indio atrasado. Así, podemos observar una casa hecha de rocas y materiales no industriales, donde la protagonista pasa sus primeros años de vida, contrastando notoriamente con la hacienda que habitaba su amiga Graciela. Al trasladarse a la ciudad, el personaje de María Isabel muestra un temor por esa gran urbe, a la par de un desconocimiento de la misma, dejando en evidencia a un indio alejado de su entorno, y de lo que pareciera, su medio de desarrollo natural, dado que este es ubicado en estrecha relación con el campo, siempre relacionado con trabajos serviciales, que nos acercan a la idea de un indio marginado y carente de los beneficios que el desarrollo traía consigo. De igual manera, en las cintas, podemos observar a una indígena caracterizada por una belleza que hacía eco a los estatutos paternalistas del indigenismo, donde la occidentalización del indio estaba presente, incluso, en los elementos raciales, al grado que se tuvieron grandes pretensiones comerciales, pues fue a través de la explotación de estos nuevos rasgos indígenas, que se formaron concursos como el de la “India Bonita”, patrocinado por El Universal en 192118 o los propios filmes. La india María Isabel, físicamente, se encontraba formada por esos nuevos rasgos que exaltaban lo mexicano dentro de los propios paradigmas occidentales, continuando con la explotación de un estereotipo indígena que encumbraba a México como una nación basada en los estratos populares. Sobre la misma tónica corre la caracterización de las actitudes que al indio se le han atribuido, ya que, a lo largo de los dos filmes, María Isabel es presentada como un individuo honrado y abnegado. En los prime18 Pérez-Monfort, Ricardo. Expresiones populares y estereotipos en México, siglos XIX y XX. Diez ensayos. México D.F.: Publicaciones de la Casa Chata, 2007, 162.
ros minutos de la cinta, nuestra protagonista sostiene una relación amorosa con un indígena que se va a trabajar a la ciudad para poder formalizar su unión; al regreso de este, es acusada de pasar noches en los campamentos de los trabajadores de una autopista en construcción; lo cierto es que ella acompañaba a su amiga Graciela, quién se encontraba enamorada del ingeniero a cargo de la obra, y es esta quién le pide a nuestro personaje principal que guarde, en secreto, los motivos de su estadía. María Isabel promete no hablar sobre lo sucedido y al llegar a su casa es enjuiciada, su prometido rompe su relación y es catalogada como una mujer carente de moral. Si bien, nuestro personaje pudo haber aclarado las cosas, es presentada como 125 un personaje noble y fiel, que es capaz de sacrificar su propia felicidad por cumplir sus promesas. Mártir, orgulloso, leal y noble, son solo algunas de las características que le son atribuidas al indígena mexicano en los filmes reseñados, donde podemos observar cómo el indigenismo influyó en el imaginario popular, haciendo de este no solo una postura política e intelectual, sino que influyó en las grandes masas a través de la presentación de estereotipos en diversos medios de comunicación, así como el propio cine industrial. Parte esencial del protagonismo indígena presentado en nuestros filmes son los abusos y ataques a los que es expuesto, los cuales van desde insultos hasta robos e insinuaciones sexuales. En la historia, María Isabel nunca inicia un conflicto, sino que en la totalidad de las situaciones entra en disputas a raíz de los ataques de personajes no indios, coincidiendo notoriamente con los postulados indigenistas, en donde se pensaba que el atraso cultural del indio mexicano se encontraba cimbrado desde su acontecer histórico, mostrando una actitud subversiva como respues-
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ta ante los abusos de la cultura hegemónica que poco ha contemplado su comprensión. De igual manera, es, en estos filmes, donde la condición de un indio inferior se hace presente en todo momento, pues, a pesar de caracterizarle como un individuo fuerte y gallardo, este siempre es víctima, como ya se ha mencionado, de diversos abusos que pocas veces logra enfrentar por sí solo, denotando una necesidad de protección por parte del no indio. Así, vemos en la figura de Ricardo Robles al personaje encargado de proteger a María Isabel, quien, constantemente, recurre a su apoyo para sobrellevar su situación; este personaje la acepta, la ayuda y la ve como algo hermoso, mas, hasta no transformarla, le sigue pareciendo un individuo retrasado, inferior y carente de inteligencia. En forma análoga, la inferioridad también se hace latente cuando, a raíz del matrimonio entre María Isabel y Ricardo, esta se trasforma en apariencia y costumbres, lo que bien refleja un proceso de aculturación del que más tarde hablaremos y del cual, ahora, interesa resaltar la condición que dicho suceso representa para la trama, dado que esto denotó un avance en la escala social; dicho aspecto explica diversos sucesos, como los ataques a nuestro personaje, efectuados por numerosas personas, quienes consideran que ella no pertenece a dicho rubro, o bien, la actitud del propio Ricardo al aceptar que ha trasformado de manera provechosa a su pareja; además de la propia María Isabel, quien, en constantes ocasiones, hace referencia a la nueva vida que tiene y las mejoras que con ella ha obtenido. Por otro lado, las cintas aquí analizadas nos permiten observar otro aspecto que comenzó a manifestarse desde los años cincuenta y que se hizo notorio ya en los años sesenta, pues, para ese momento, México
se encontraba dentro de un proceso de norteamericanización de la cultura popular19, donde elementos simbólicos de la mexicanidad comenzaban a ser suplantados gradualmente por caracteres propios de un cosmopolitismo capitalista. Dicho suceso encuentra sus primeros pasos con la “Política de Buena Vecindad” implementada por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, en el marco de la VII Conferencia Panamericana de Montevideo en 1933; con ella, se pretendió entablar mejores relaciones entre Estados Unidos y América Latina, con el fin de evitar la entrada de nuevas ideologías que peligraran la estabilidad de ese país. Sobre ello, el presidente Roosevelt manejó una política superficialmente alejada del intervencionismo político en los países de América Latina, a la par de implementar alianzas económicas de carácter informal. Consecuencia de ello, surgieron empresas culturales encargadas de penetrar en el resto de los países americanos y afianzar una ideología prolífica para el desarrollo estadounidense; personajes como los “Tres caballeros” de Walt Disney, donde el pato Donald está acompañado del loro brasileño José Carioca y el gallo mexicano Panchito Pistola, salieron al mercado latinoamericano como parte de esta campaña. Esta política trajo consigo una buena relación entre el Estado mexicano y el estadounidense a partir de los años cincuenta; prueba de ello fue el rotundo rechazo de la élite política hacía el marxismo durante la Guerra Fría, pues, a pesar de vivir bajo un modelo nacionalista emanado de la revolución de 1910, la postura oficial mexicana favorecía al capitalismo como estructura económica.
19 Mosiváis, Carlos. “Notas sobre la cultura mexicana en el siglo XX”. En: El Colegio de México, ed. Historia General de México. México D.F.: El Colegio de México, 200, 1034.
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Posteriormente, desde los años cuarenta hasta los setenta, se registró el llamado “milagro mexicano”, donde se consolidó un crecimiento industrial sin precedentes, el cual se tradujo en el aumento de una clase media consumidora de todos aquellos productos que comenzaban a entrar al país como parte de la empresa aculturadora de los Estados Unidos. Durante los años cincuenta, sesenta y setenta, México fue la sede de un surgimiento masivo de zonas urbanizadas, productoras y consumidoras, que fomentaban un ambiente adecuado para el libre desarrollo de un discurso capitalista. Fue entonces, cuando México incursionó en un mundo cosmopolita, donde la cultura del capital se posicionaba como hegemónica, lo mexicano pasaba a ser lo internacional; el charro, la china poblana y el indio comenzaron a ser suplantados por el glamur y el dinero; lo que anteriormente fue lo mexicano comenzó a llamarse folclórico. Al respecto de esta transformación cultural, Carlos Monsiváis escribía en 1981: Del mismo modo en que la idea de patria fue sustituida por la idea de nación, así también la estabilidad remplazó a la independencia en el conjunto de las jerarquías colectivas, lo que obligó a ajustes notorios. Uno de ellos: La “identidad” ha dejado de ser concepto urgente. Al ser México una colectividad normada por el centralismo, las expresiones populares que se divulgan como “identidad Nacional” son, en primer lugar, las de la capital de la república. Así, no hay diferencias perceptibles entre la versión comercial de “cultura urbana” y la de “identidad”20. 20 Monsiváis, Carlos. “Notas sobre el Estado, la cultura nacional y las culturas populares en México”. Cuadernos políticos, No. 30 (octubre-diciembre de 1981), 8.
De esta manera, el campo se dejaba atrás y comenzaba a visualizarse como un problema de rezago, mientras la Ciudad de México se convertía en el símbolo del desarrollo y la modernización; en ella, habitaban las nuevas tendencias: bares, cabarets, automóviles, etc. Podemos encontrar registro de ello a través de diferentes medios de comunicación de la época, tal es el caso del movimiento literario de “la Onda”, que encontró grandes afinidades con las temáticas surgidas en los Estados Unidos a raíz de la revolución cultural de los años Kennedy-Jhonson. Por su parte, el cine también fue un reflejo de dicho suceso, donde elementos extranjeros, como el sonido del Rock and Roll, o los bailes gogós, co- 127 menzaron a manifestarse. En los filmes aquí analizados, el campo y los pies descalzos son remplazados por las zapatillas y los centros nocturnos; la figura del charro mexicano es suplantada por el hombre culto de negocios; ya no se observan jarabes tapatíos, ahora se escucha la ópera y se baila al son de instrumentos electrónicos. Las cintas María Isabel, y su secuela, El amor de María Isabel son, también, reflejo de esas tendencias culturales cosmopolitas, donde el indio es trasformado para ingresar a un mundo lleno de elementos que parecieran ser ajenos a él. Se observa una trasformación del espacio rural con la llegada del desarrollo social representado, al inicio de la trama, en la construcción de una carretera. Ya no se habla de una nación particular, con elementos exóticos, sino de un mundo totalizante donde lo mexicano tenía que ingresar dentro de lo internacional. Por su parte, la figura de María Isabel viene a representar el eco de un indigenismo popular, al tiempo que refleja un proceso de desacralización del indio, en donde deja de ser observado
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como una figura inmutable, y simbólica de lo nacional, para convertirse en un ciudadano más. Al momento de contraer nupcias con Ricardo, María Isabel ya había dejado de ser una indígena, se encontraba occidentalizada y su acento fonético no era el mismo, el caminar con zapatillas se vuelve en lo habitual para ella, incluso es blanqueado su color de piel y aprender a manejar se vuelve uno de sus objetivos; el indio, símbolo de lo nacional, dejó de serlo para convertirse en parte del desarrolló occidental, principal anhelo del indigenismo.
Conclusiones La trama esbozada resulta particular pues nos muestra un mismo personaje divido en dos sujetos diferentes, los cuales nos permiten plantear una comparación entre la figura del indio mexicano y la idea del ciudadano cosmopolita, aspectos que se encuentran involucrados dentro de un mismo marco temporal a pesar de sus paradójicas posturas. De tal manera, observamos en María Isabel la representación de un indio virtuoso, lleno de caracteres positivos para la época, atacado en diversas ocasiones, pero siempre airoso. Empero, la inferioridad de este sujeto se hace latente en el papel de Silvia Pinal, pues el proceso de aculturación emprendido por su personaje hace evidente la interpretación de una mejora social. Así, elementos típicos del indigenismo mexicano de los primeros años del siglo XX se hacen presentes en nuestros filmes, ya que, además de lo ya mencionado, la idealización del “indio bonito” se hace latente al grado de presentar una importancia vital para su trama. De igual manera, el espacio rural, y más específicamente, la Hacienda, siguen siendo los medios geográficos en los que el indio se desarrolla.
Sin embargo, estas ideas ancladas con anterioridad en el ideario popular vienen a tener un punto de encuentro con nuevas tendencias que se gestan a partir del desarrollo industrial de México, en donde el indígena toma el matiz de una figura obsoleta y, en contraparte, es remplazado por un sujeto cosmopolita, que nos invita a plantear la idea de una nueva cultura que arrastra y disuelve consigo al viejo México. María Isabel y El Amor de María Isabel son dos filmes que muestran la representación de un indígena ubicado dentro de dos tendencias culturales y, de forma paralela, se convierten en testimonios de la revalorización del indio por parte de la cultura mexicana a través de posturas diversas que desembocan en el común de la población.
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PABÓN QUINTERO, WILSON R. LA MUERTE Y LOS MUERTOS EN COLOMBIA: VIOLENCIA POLÍTICA, VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS. BOGOTÁ: UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE COLOMBIA, 2015, 176
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l próximo 4 de septiembre de 2016 se cumplirán cuatro años del inició oficial de los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, los cuales buscan poner fin a más de cincuenta años de guerra entre ambos bandos. La sociedad en general espera que los académicos se hagan participes de las discusiones en torno a este proceso de paz y a su relevancia para el país; la presencia de los historiadores es imperativa en este contexto de agitación nacional. Textos, como La muerte y los muertos en Colombia: violencia política, víctimas y victimarios, son un claro ejemplo del papel fundamental que pueden desempeñar los historiadores en la construcción de un nuevo país. Wilson Rigoberto Pabón Quintero es Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, allí
Juan Sebastián Maldonado Vélez Estudiante de pregrado en Historia Universidad Nacional de Colombia Comité Editorial Revista Goliardos jsmaldonadov@unal.edu.co
comenzó sus estudios en 1996 y fue miembro de la Revista Goliardos; Magister en Ciencias Sociales de las Religiones y Doctor en Antropología Histórica de la École Pratique des Hautes Études –Sorbone (París). El profesor Pabón es miembro de la Junta Directiva de la Asociación Colombiana de Historiadores e imparte clases en la carrera Historia de la Universidad Autónoma de Colombia. Sus investigaciones giran en torno a la historia de las violencias, siendo su campo de especialidad el de la violencia en Colombia. El libro se gesta en un momento en el que no existía cese al fuego durante las negociaciones de paz de la Habana. En este, el autor pretende analizar la violencia colombiana desde los años cincuenta hasta el presente, a partir de estudios históricos Goliardos
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y antropológicos, los cuales hacen visible el papel de las víctimas en el conflicto armado colombiano, comprendiendo, a su vez, las lógicas de los victimarios y sus modos de proceder. Según afirma, su principal función es la de «[…] indagar por procesos de violencia realizados en varas regiones del país por los grupos armados al margen de la ley, y buscar instrumentos de reparación a las víctimas y de reconciliación entre víctimas y victimarios»1. Algunas cuestiones claves a las que el texto pretende dar unas respuestas iniciales son: ¿Qué ocurre con aquellos a quienes la misma violencia no les ha permitido dar testimonio en cuanto a los diversos conflictos? ¿Es cierto que durante las violencias en Colombia, en donde se han hecho presentes las violencias expresiva e instrumental, se ha generado un silencio que se evidencia en algunas comunidades o individuos a lo largo y ancho del país? ¿Se puede afirmar que las violencias han sido silenciadores de posibles procesos de recuperación de memoria?2 Para dar respuesta a estas preguntas, el autor recurre al uso de fuentes secundarias, algo que es muy válido para un historiador que realiza un análisis general de un periodo tan largo. Podemos destacar el uso de los informes realizados por el Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, el cual, desde el 2008, se ha dedicado a la legitimación de las víctimas y a la comprensión del actuar de los grupos armados ilegales. Así mismo, destacan el uso de prensa nacional, estudios sobre la violencia en Colombia,
1 Pabón-Quintero, Wilson R. La muerte y los muertos en Colombia. Violencia política, víctimas y victimarios. Bogotá: Universidad Autónoma de Colombia, 2015, 16. 2 Pabón-Quintero. La muerte y los muertos en Colombia. Violencia política, víctimas y victimarios, 2015, 170.
referentes históricos de otros conflictos bélicos, reflexiones acerca del papel del Estado y su relación con el monopolio de la fuerza, y textos que buscan comprender la naturaleza de la violencia en la sociedad y en los individuos. El libro está compuesto por cinco capítulos. En el primero, se realiza una introducción a los dos grandes temas a tratar: la muerte y la violencia, por medio de dos balances historiográficos. En el primer caso, se enfoca en lo que significa morir en occidente a partir de estudios históricos realizados desde los años cincuenta del siglo XX en el mundo. En el segundo caso, destaca los trabajos de Oscar Iván Calvo, historiador de la Universidad Nacional y miembro de nuestra querida revista Goliardos; de Eugenia Villa Pose y Anne-Marie Losonczy, quienes, desde la antropología, brindan pautas para la comprensión de la relación entre la violencia y el culto a los muertos. Para el balance historiográfico sobre la violencia en Colombia, se estudia el trabajo de Fals Borda, Germán Guzmán y Eduardo Umaña Luna de 1962 y, a partir de allí, se analiza la evolución del debate en torno a la violencia en el país. Resalta, de este balance, el aspecto regional de los estudios sobre la violencia que se evidencia desde el principio de los años 80 y el cambio de término de la violencia, en singular, a las violencias, en plural. Como se demuestra en el texto, la violencia tiene diferentes formas de expresión que no excluyen, pero sí sobrepasan la dimensión política. En el capítulo dos, el autor realiza un recuento general de la historia de la violencia desde el siglo XIX hasta el presente. Se muestra el papel fundamental que desempeñó la prensa durante la primera mitad del siglo XX en la opinión de la gente y en la
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construcción de discursos propios, a favor de cada tendencia política. El análisis evidencia, además, la influencia que tuvo el contexto extranjero de la segunda guerra mundial y la posguerra en las pugnas nacionales. A lo largo de este recuento, es posible ver diferentes actores quienes fueron apareciendo en la escena nacional, como los chulavitas y los pájaros en los años cuarenta y cincuenta, las guerrillas liberales que, posteriormente, abandonaron el partido; la aparición de los paramilitares a finales de los años setenta, y los sicarios, quienes son los nuevos victimarios y se encuentran en regiones de alta influencia del narcotráfico. El capítulo tres aborda el tema de la muerte en Colombia. Se identifican cuatro grandes tratamientos de los victimarios a los cuerpos en el periodo de La Violencia: los cortes pre o post mortem, las incineraciones, desaparecer los cuerpos arrojándolos a ríos y peñascos y los actos con los que se buscaba terminar con la descendencia, estos últimos relacionados a algunos crímenes sexuales. En cada uno de estos grupos, se exponen casos registrados por la prensa de la época. Pasado este periodo, viene el tiempo del Frente Nacional y, allí, el autor encuentra una herencia en los métodos de tratar los cuerpos, aunque los participantes del conflicto ya no eran conservadores contra liberales. De igual forma, con la aparición de los paramilitares a finales de los años setenta, se evidencia una forma similar de tratar los cuerpos de las víctimas por parte de sus victimarios. A medida que pasaba el tiempo, los métodos siguieron siendo los mismos, aunque las herramientas cambiasen.
Los años cuarenta y cincuenta no sólo dejaron una huella marcada de dolor y odio en la mente de las personas que vivieron este periodo de violencia sin precedentes, sino igualmente otras tantas herencias, como los conflictos que dieron origen a algunos de los grupos armados ilegales de Colombia. Así pues, las formas de deshacerse del enemigo, de causarle un mayor dolor, o más aún de jugar con su cuerpo, fueron transmitidas de generación en generación como un legado macabro. Por esta razón, durante los últimos cincuenta años y aún en la actualidad, los victimarios 135 utilizaron y utilizan, de manera recurrente, los mismos u otros estilos “particulares” de asesinar a sus enemigos, como tratamos de demostrarlo en el presente estudio3. El cuarto capítulo resulta ser uno de los más interesantes del texto; en él, se pretende comprender las causas de la violencia y la importancia de la muerte. En el primer caso se estudian los conceptos de “violencia expresiva” y “violencia instrumental” de la psicología y se busca comprender las causas que pueden generar estas violencia en un individuo. En su análisis histórico, el autor recurre al caso del batallón 101 de reservas alemán en Polonia, durante la Segunda Guerra Mundial, para hacer un llamado a la comprensión de los victimarios, sin que esto implique perdonarlos o justificarlos per se. En este caso, se demuestra que el individuo puede ejercer la violencia fracturando las normas de su sociedad. De igual manera, cuando analiza 3 Pabón-Quintero. La muerte y los muertos en Colombia. Violencia política, víctimas y victimarios, 2015, 89.
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el fenómeno desde la antropología, el autor cita a Christopher Taylor, quien recurre al concepto de Cultura para comprender los homicidios perpetuados en la guerra civil de Ruanda en 1994. En este caso, se manifiesta que la sociedad también puede incidir en la violencia que ejerce un individuo y en el tratamiento de los cuerpos de sus víctimas por una cierta herencia cultural. Al tratar el tema de la importancia de la muerte, el autor nos lleva al siglo V y, desde allí, muestra la relevancia de tener “una buena muerte” en toda sociedad a través de la historia. Esta trascendencia en la manera de morir es relevante ya que explica, en cierta medida, el porqué del tratamiento que los victimarios dan al cuerpo de sus víctimas buscando imprimir mayor dolor en sus allegados y su sociedad. En esta investigación, a su vez, se estudian los ritos realizados en las tumbas de las víctimas, que incluyen pero no se limitan al uso de símbolos religiosos, la música, las pinturas, etc. El último capítulo trata de la relación entre víctima y victimario. En él, se expone a los grupos paramilitares, su justificación para cometer crímenes y la forma como culpan al enemigo por sus actos. Así mismo, se muestra la historicidad de la tenencia de tierra en el país y la oposición a la restitución de tierras por parte de los grandes terratenientes, quienes han pagado estos ejércitos privados para que impere la ley del silencio en el campo. El profesor Pabón afirma que las etapas propuestas por un informe de la secretaría de agricultura del Tolima en 1960, acerca de la violencia, son aplicables para el presente: Violencia de tipo político, que conlleva a una de tipo económico en la que la gente lucha por defender u obtener medios de subsistencia, y esta, a su vez, deviene en delincuencia común. Para el
autor el fin de la violencia no puede darse solo por la vía armada, como lo muestran los casos del Plan Colombia y la política de Seguridad Democrática. Es y siempre será necesario un cese al fuego bilateral, y la realización de diálogos y acuerdos de paz para conseguir el fin del conflicto armado colombiano. Encuentro muy positiva la forma como el libro explica de manera sintética las décadas de conflictos que hemos vivido en la historia reciente de Colombia. Wilson Pabón logra colocar a las víctimas en una posición que permite superar esa mirada fría que generan muchos de los estudios sobre la violencia. Así mismo, podemos resaltar la naturaleza de las fuentes utilizadas por el autor, puesto que, aunque son secundarias, el uso de bibliografía reciente, como la del Grupo de Memoria Histórica, le brinda las herramientas necesarias para dar una visión de conjunto a los sucesos pasados del conflicto armado colombiano. Al abordar el periodo de los años cuarenta y cincuenta, encuentro algo extraña la cantidad de muertos mencionados por el libro en tiempos de La Violencia: 300.000, ya que, si bien es posible que hubiesen sido tantos, no es tal que esta cantidad de muertos sea superior a los que ha causado el conflicto armado colombiano en los últimos cincuenta años. Así mismo, para el mismo periodo, puede verse el uso de una historiografía con cierta tendencia liberal, en la que se acusa al partido conservador de haber sido el precursor de la violencia política vivida durante estas dos décadas en Colombia. El texto deja algunas preguntas tales como la conjunción del narcotráfico con la violencia en el país. Aunque muestra cómo los nuevos victimarios, los sicarios, tienen una vinculación crucial con este fenómeno, la información del origen del narcotráfico y la
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conformación de su vínculo con la violencia heredada de los años cincuenta no es muy clara en el libro. En un momento de trascendental importancia en la historia de Colombia, donde diferentes sectores sociales manifiestan sus posiciones y los académicos han expuesto sus argumentos en pro y en contra del proceso de paz con las FARC, encuentro de vital importancia el texto de Wilson Pabón dado que logra exponer ideas muy importantes a través de la disciplina histórica, en donde se suele tener una reticencia hacia el presente en las investigaciones. Sea este un llamado a todos los historiadores de Colombia a contribuir con nuestros estudios en las discusiones en torno a la paz en el país.
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Sergio Castillo Estudiante de pregrado en Historia Universidad Nacional de Colombia sergioecastillom@gmail.com
YO HE SIDO EL CULPABLE Yo he sido el culpable… He sido el artífice de mi soledad y mi silencio, de mis recuerdos al acecho, de las lunas en desvelo. Yo he sido el culpable… De la caída de los velos y la desnudez de mi argumento, del sentimiento sempiterno, de lo que en sueños solo veo. De cada día en la alborada, de preguntarme por el tiempo, de preocuparme por mis sueños, de despertar de madrugada. En mi mirada se ve el alba de la mañana de lo dejo de la alegría de lo lejos, en mi mirada tan callada. Tan callada la esperanza, silenciosa la alegría; tan despierta la maraña que en mi cabeza se levanta.
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Se levanta en la mañana y se acuesta en cada día, en cada noche, en un recuerdo y en pensamientos sin su dueño. Yo he sido el culpable… de las miradas a lo lejos y los espejos en el suelo; de buscar en cada hueco, de no querer mirar lo bueno Yo he sido el culpable… de querer ser libro nuevo y de no vivir ya muerto, de los paisajes blancos y los sonidos claros. De los paisajes claros, y los sonidos blancos de los naufragios en el suelo y los caminos en el cielo...
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Sergio Castillo Estudiante de pregrado en Historia Universidad Nacional de Colombia sergioecastillom@gmail.com
CAÍDOS ESTAMOS
Caídos estamos, caídos en la tierra, en el recuerdo de las mañanas y la ausencia de nuestras almas.
Esa leña que se consume en nosotros, que nos quema y nos aleja, que nos empuja; sufrida hoguera, que nos encuentra con otros rostros.
Como un tren que no para, no se detiene a ver qué hacer; solo anda, solo anda y anda.
Aquellos caídos de antaño y los que están por caer; aquellos muertos en el camino y aquellos que no se han ido.
Caídos estamos, caídos en la ausencia y en la constante presencia; en la sorpresa y en nuestra leña.
Muerte en la vida y vida en la muerte, vivos los ojos y muertas las miradas, muertos los tiempos y vivas las mañanas, y mañanas que nacen y otras que mueren.
Goliardos
143 Miserable se me antojan muchas cosas de esta gran ruta; miserable se me antoja también el camino sin estas grutas…
Soles odiados y caminos lejanos, soles amados y caminos cercanos, soles de oro y caminos de lodo, soles de lodo y caminos de oro,
Caídos estamos, definitivamente lo estamos, caídos en el lodo y bañados en oro.
Caídos en trance, caídos en círculos, caídos en vida, nacidos del día.
Porque no hay uno sin otro ni otro sin uno; porque no hay vida sin ellos ni muerte tampoco.
Hasta llegar a la muerte, hasta encontrar la vida y volver a caer, y andar otra vez.
No hay nada en el suelo, además de las rutas que andamos, ni hay nada en el cielo, además de los soles que amamos.
Caer… Volver… Andar... Y dejar todo atrás.
La revista GOLIARDOS se terminó de imprimir en las instalaciones de GRACOM Gráficas Comerciales ubicada en la Ciudad de Bogotá, Colombia, en la carrera 69K nº 70-76 en el mes de Noviembre de 2016. El tiraje es de 300 ejemplares en papel ivory de 90 gramos. Las familias tipográficas usadas fueron: DIN Next LT Pro y Pluto Sans
GOLIARDOS . Revista estudiantil de investigaciones históricas . Año 22 . Número XX . 2016 . ISSN: 2145-986X
Universidad Nacional de Colombia ISSN: 2145 - 986 x Número XX, Año 22, 2016
Universidad Nacional de Colombia
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