Revista interlocuciones no 4

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ISSN 1692-5459

edici贸n 4


REVISTA INTERLOCUCIONES 2014 / Volumen 4 / ISSN 1692-5459 UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

COMITÉ EDITORIAL DIRECCIÓN Prof. Miguel Ángel Herrera Zgaib

FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES

EDICIÓN Yolanda Rodríguez INTERLOCUCIONES es una revista de investigación de la Universidad Nacional de Colombia y de los estudiantes vinculados al grupo de trabajo INTERLOKUCIONES. Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional de Colombia no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar. interlokuciones@gmail.com

EQUIPO DE COLABORADORES Linda Yulieth Correa Grisales Javier Alejandro Jiménez González Rafael Camilo Quishpe Contreras Silvia Daniela Ramírez Agudelo CORRECCIÓN DE ESTILO Albalucía del Pilar Gutiérrez DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN Nikole Calderón Castañeda PGP

IMPRESO POR Gracom, Gráficas Comerciales

RECTOR Ignacio Mantilla Prada VICERRECTOR, SEDE BOGOTÁ Diego Fernando Hernández DIRECTOR BIENESTAR SEDE BOGOTÁ Oscar Oliveros Garay COORDINADORA PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS Elizabeth Moreno Domínguez DECANO FACULTAD DERECHO, CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES Genaro Alfonso Sánchez Moncaleano

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA SEDE BOGOTÁ Cra 45 No 26-85 Edificio Uriel Gutiérrez www.unal.edu.co issuu.com/gestiondeproyectos ugp.unal.edu.co gestiondeproyectosUN

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DIRECTOR BIENESTAR DERECHO, Y CIENCIA POLÍTICA Gustavo Adolfo Puyo Tamayo DIRECTOR DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLÍTICA Julio Rafael Quiñones Páez

FACULTAD DE DERECHO, CIENCIAS POLITICAS Y SOCIALES DIRECCI ÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS


CON TE NI DO


4 Editorial

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«Las voces de El Salado»: Una apuesta innovadora por la memoria

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Una doble dimensión de las víctimas: La localidad de Rafael Uribe Uribe

42 Nuestro 1984, el papel de la memoria colectiva en el movimiento estudiantil: identidad y movilización

56 Narconovelas: la construcción histórica a través del homovidens y la distorsión de la memoria colectiva: Estudio de caso: los tres caines

72 El proyecto de autonomía en Darío Botero Uribe

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Locutando desde el cine: Karen llora en un bus. (Gabriel Rojas. Colombia, 2011)


Yolanda Rodríguez Rincón

EDI TOR IAL

El presente número de InterLocuciones se configura alrededor de un ejercicio estudiantil que se propuso recoger reflexiones, planteamientos, intuiciones sobre acontecimientos, acciones y vocerías públicas de la memoria histórica que han marcado el trabajo de socialización de la misma por organizaciones, movimientos y colectivos sociales en la última década. Desde diferentes puntos de vista se hace un balance general de lo que la memoria re-construye en la realidad política aún conflictiva de Colombia. Así, estas reflexiones contribuyen no solo a un análisis del orden político de la participación, sino a una crítica de la sociedad política y de la sociedad civil que, en la actual coyuntura de negociación en La Habana, permite interlocutar a todos aquellos quienes anhelamos la eliminación de la guerra, y pensamos que el camino de verdadera reconciliación es el mejor que pueden encontrar las multitudes históricamente victimizadas, para dejar de serlo y, por fin, participar de su quehacer social en la política pública. Cuatro investigaciones realizadas por estudiantes del pregrado en Ciencia Política de la UN constituyen el dossier. El primer artículo es «Las Voces de El Salado»: una apuesta innovadora por la


memoria, este reflexiona sobre la reconstrucción de la memoria de las víctimas de la masacre de El Salado con base en el disco que lleva aquel nombre; se reconoce cómo la exigencia «cantada» de la verdad, la justicia y la reparación permite reencuentros de dignidad individual y colectiva. El segundo, titulado Una doble dimensión de las víctimas: la localidad de Rafael Uribe Uribe, evidencia el proceso de reconstrucción de memoria que se llevó a cabo en 2012 en aquella localidad distrital, y en el que se dio espacio y voz a sus habitantes para hacer reconocimiento, análisis y crítica de las realidades vividas en dicho territorio. El tercer artículo Nuestro 1984. El papel de la memoria colectiva en el movimiento estudiantil: identidad y movilización aborda un caso emblemático de memoria en la UN, por parte de diversos colectivos que rehacen la masacre estudiantil del 16 de mayo de 1984, destacando y dimensionando procesos de resistencia política. El último artículo referido en el dossier es el titulado Narconovelas: la construcción histórica a través del homovidens y la distorsión de la memoria colectiva: estudio de caso Tres Caínes, se trata de una reflexión sobre

el papel que juega la memoria colectiva en la novela que produjo RCN; el interés del artículo radica en la apuesta analítica que se desarrolla a partir de la pregunta sobre la pertinencia política de la representación mediática en la conformación de la cultura política y la opinión pública. Además del dossier, este número retoma la perspectiva sobre intelectuales. Para lo anterior, rememora al maestro Darío Botero, un doctorante que se inicia en la historia profesional, el artículo plantea que aquel intelectual tuvo un interés por la liberación humana desde la inteligencia individual, la potencia corporal, el discurso de la no-razón, la imaginación, el arte, la estética, el eros, para concluir que el filósofo- artista desarrolló un proyecto de autonomía implícito. Cierra la revista, en esta ocasión, un interesante discernimiento cinéfilo que junta implícitamente una aproximación intelectual de una inquieta joven comunicadora y un ejercicio de memoria de miles de mujeres que ansían emanciparse de lo que les ha tocado ser y vivir. Con perspectiva feminista se comenta la película colombiana Karen llora en un bus, estrenada hace dos años, pero con una vigencia para repensar la situación de la mujer y de los hombres en las relaciones de poder. Valga anotar que, como proyecto académico y cultural, la revista articula un propósito de formación de jóvenes estudiantes e investigadores de pregrado y posgrado, y el conjunto de los textos que serán leídos así lo confirman.


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« LAS VOCES DE EL SALADO»

Linda Yulieth Correa Grisales Silvia Daniela Ramírez Agudelo Fredy Alejandro Robayo Corredor1

UNA APUESTA INNOVADORA POR LA MEMORIA

Resumen: El presente artículo pretende hacer una corta reflexión sobre el disco Las voces de El Salado como una de las apuestas de formación de memoria colectiva de las víctimas de la masacre perpetrada en el corregimiento de El Salado, en el año 2000 a manos paramilitares del Bloque Norte de

Palabras clave: Proyecto Las Voces de El Salado, memoria colectiva, víctimas, Masacre de El Salado, verdad, justicia y reparación, música.

las Autodefensas Unidas de Colombia. Las víctimas, de manera innovadora, disruptiva y dignificante, buscan reconstruir un pasado traumático, como lo fue la masacre de El Salado, pero también piensan la construcción de un futuro en torno a tres ejes principales de la memoria, a saber: la verdad, la justicia y la reparación. Para demostrar esto, antes de hablar de la memoria, procuraremos hacer un análisis teórico que permita entender en qué contexto emerge este proceso de memoria. En seguida, iniciaremos la reflexión en torno al disco de El Salado a partir de los ejes mencionados más arriba, destacando lo innovadora de esta apuesta de memoria que se da a través de la música.

1  Estudiantes de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. lycorreag@unal.edu.co; sdramireza@unal.edu.co; farobayoc@unal.edu.co


Ilustraci贸n por: Manuel Jacobo Monroy Mu帽oz

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Introducción Históricamente, los grandes relatos que conocemos acerca de sucesos importantes y sobre los cuales configuramos nuestra manera de percibir el mundo tienden a elaborarse a partir de un único lugar de enunciación. No obstante, en la actualidad, estas interpretaciones comienzan a ser cuestionadas cuando la realidad nos confirma que ante hechos que marcan, más de una versión acerca de lo sucedido existe: el metarrelato. Con base en esta constatación surge el tema de la memoria, que se nos presenta como un espacio que permite la construcción de presente, sin perder de vista el pasado, y, pensando en futuro, lo cual se traduce en oportunidades de enunciación para sujetos, colectivos, singularidades, quienes antes silenciadas ahora no solo cuestionan, sino que asumen un rol activo en la construcción de nuevos discursos de verdad a partir de sus experiencias, un nuevo espacio para la participación. Las Voces de El Salado es un proyecto musical lanzado en el marco de la conmemoración de los diez años de la masacre que tuvo lugar en la población que lleva este nombre. En el año 2000, los días 16, 17, 18, 19 y 20 de febrero tuvo lugar un hecho de violencia a manos de 450 paramilitares del Bloque Norte de las AUC, comandado por Salvatore Mancuso y Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40 (Grupo de Memoria Histórica, 2009), en el corregimiento de El Salado, ubicado en los Montes de María. El resultado de esta incursión fue una población disminuida en número pero no en espíritu: muertes y desplazamiento forzoso significaron el abandono de un pueblo rico en tradiciones y recursos a merced del tiempo; sin embargo, a pesar del dolor por el exilio y por los seres queridos asesinados y

desaparecidos, el pueblo se reúne de nuevo para retornar y reconstruir una nueva vida sobre las sombras y restos de la violencia. En medio de la nostalgia por el pasado y la búsqueda de un buen porvenir, las y los salaeros se conducen en un proceso de construcción de memoria desde donde exigen respuestas frente a la situación a que se vieron expuestos. Hablamos de unas demandas de verdad pero también de justicia y reparación por lo sucedido. Así mismo, a través de este proceso, buscan resignificar y reconstruir los lazos sociales que unen a su comunidad, haciendo uso de los elementos que caracterizaron su vida antes de la tragedia. En este contexto emerge la música como una herramienta de construcción de memoria y como un medio cargado de sentido para contar lo que allí sucedió. Ese sentido es comprensible rescatando dos momentos de la experiencia musical por parte de los pobladores de El Salado: la primera, asociada a las tradiciones impregnadas por el sonar de la guitarra, la guacharaca, la caja, la gaita, los cantos, los tambores y el acordeón; la segunda, ligada al recuerdo de la música que con estos mismos instrumentos interpretaban los perpetradores de la masacre mientras llevaban a cabo su función. En otras palabras, la música como parte constitutiva de rituales de vida pero también de muerte.


La masacre hecha a mano de paramilitares destruyó el pueblo no solo en términos materiales, sino que también ocasionó una ruptura en la manera en que se reproducía la comunidad de manera simbólica (y cultural) a través de la música. Por esta razón, resulta tan importante el esfuerzo de la construcción de memoria en el proyecto de Las Voces de El Salado que significa una de las formas de reconciliación de la comunidad con sus prácticas musicales usurpadas por los victimarios en la masacre. A través de los cantos, poemas y relatos contenidos en el disco, se da un giro a la tragedia y se transforma en expresión cultural, en gozo, lo que permite la reconstrucción de los lazos sociales y de la identidad colectiva quebrada diez años antes. Este es el punto de partida de esta reflexión que busca analizar el proceso de construcción de memoria a través del proyecto musical Las Voces de El Salado en la medida en que se constituye en un medio polifónico desde el cual hablan/cantan/declaman las propias víctimas y en una manera innovadora de realizar este ejercicio.

El terror, la deshumanización y la producción de las víctimas En el conflicto interno armado colombiano, la utilización de las masacres como estrategias de guerra por parte de los

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actores armados ha puesto en el centro de la confrontación a la población civil. Las masacres se han presentado como formas de violencia sobre distintas localidades que no solo tienen una dimensión material, en el sentido del acto mismo de exterminio de los sujetos y los lugares, sino que buscan una eficacia de tipo simbólico: tanto en los sobrevivientes de los hechos de violencia como en los perpetradores de estos, se juega la construcción de subjetividades que, en primer lugar, se entrecruzan bajo la lógica del terror y, en segundo lugar, deshumanizan a los individuos. En cuanto al terror, Fernán González (2002) ha anotado muy bien este punto al definir la estrategia de la masacre como «un acto instrumental de poder que busca un impacto expresivo y simbólico, es decir, es un hecho de eficacia simbólica» (p.72). Para González las masacres se han constituido en « […] espacios de interacción donde hacen presencia los actores armados para desplegar sus lógicas de violencia real y simbólica como una forma de ejercitar, reiterar o disputar poder» (p.74). En este sentido, podemos decir que la masacre es ante todo una estrategia de los actores armados para reprimir a las poblaciones y ejercer control sobre ellas mediante la difusión de un régimen de terror que utiliza la violencia en forma de asesinatos, torturas, violaciones, secuestros y muchas otras expresiones, como medio simbólico y material para exhibir el poder. Se trata de un régimen en el cual el miedo se impone como forma de disciplinamiento de los cuerpos y de los espíritus; el miedo a vivir de nuevo los hechos que la masacre ha grabado como una mancha indeleble en la memoria de las víctimas ejerce un influjo fundamental en sus conductas y en sus acciones que terminan sometidas al poder

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de las armas. De esta manera, la masacre no queda solo como un hecho trágico del pasado, sino que, ante todo, se reproduce constantemente en la memoria de las víctimas como un elemento que fundamenta la obediencia por el terror y el miedo que produce una posible repetición del pasado. Pero a la vez que el terror se reproduce en el recuerdo incesante de la masacre, el régimen impone el silenciamiento como forma de mantener en el mundo subterráneo de lo desconocido su desnuda arbitrariedad y violencia. La verdad sobre la masacre se mantiene al margen de la esfera pública y se intenta imponer un velo que sea funcional al mantenimiento del poder, de manera que toda voz que se permita denunciar por sí misma y abiertamente la contingencia del poder es interpretada como un ruido que debe ser ignorado, cuando no aniquilado. Michael Taussig (1995) señala precisamente esta importante función del terror como vía de mantenimiento del poder:

En este testimonio de una de las habitantes de la comunidad de El Salado observamos la estrategia de terror que se implementa contra los pobladores del corregimiento. No se enfrentan únicamente a la muerte, sino a una muerte conducida con sevicia y que se cuela aún a través de lugares comunes. La plaza del pueblo convertida en campo santo es un ejemplo de la manera en que un espacio cotidiano se transforma para recrear escenas de horror: si antes fue un punto central de encuentro y de paso, después de la masacre significa el encuentro con el recuerdo del dolor, las ejecuciones y la El motivo de silenciar y el temor detrás del silenciamiento no es el tortura. De esta manera, borrar la memoria. No de lejos. El motivo en enterrar la memoria pronos enfrentamos a un hefundamente dentro del individuo, para así crear más temor y una incho de individualización certidumbre en la cual la realidad y lo onírico se entremezclan (p.45). producto de esa violencia en tanto quien ha sido vícDe esta manera, lo que el régimen del tetima se encuentra aislado de su realidad rror busca es encerrar la memoria indivientretejida por momentos felices, recuerdual en una cárcel del miedo que permite dos compartidos, lugares visitados y amisea más fácil ejercer control, y que la disgos conocidos. Todos los elementos que puta por el sentido del mundo a manos en algún momento hicieron parte de su de actores subalternos, las víctimas, sea vida se dislocan en función de quien ejerce deslegitimada: «Cuántas víctimas sin piela violencia y son apropiadas por este. La dad decapitadas / La plaza convertida en vida de la víctima comienza a jugar como campo santo / Tierra pujante: de ti no queun recuerdo del pasado añorado que resulda nada, / Solo un sabor amargo de dolor y ta bastante tormentoso. Esto hace que el llanto». (Adiós al Salado, Audio N°11, Las Voretorno sea un asunto profundamente doces de El Salado) loroso, que rompe de una u otra manera el arraigo hacia el territorio que tomaba las


formas de las más mínimas expresiones básicas de la vida cotidiana: «No volveré a caminar tus callejones/Ni la plaza ni la loma del Copé/No volveré a cantar lindas canciones/Que a El Salado con orgullo le canté» (Adiós al Salado, Audio N°11, Las Voces de El Salado). Como segundo lugar, hechos atroces contra la vida humana, como la masacre de El Salado, y tantos otros que han ocurrido en nuestro país, solo pueden haber sido sostenidos mediante la construcción de alteridades enemigas que son deshumanizadas. Rocío Silva Santisteban (2008) llama a esto la basurización simbólica, que define como «la forma como mantenemos al otro como un alteridad radical que no escuchamos, un espacio de descargo y descarga, cuerpo que debe ser evacuado del sistema de forma anónima para que todo siga funcionando» (p.93). La población de El Salado fue basurizada simbólicamente al ser caracterizados sus miembros desde la óptica paramilitar como «guerrilleros», figura que desde esta lógica debe ser suprimida. Acusar a la población de auxiliadora de la guerrilla sirve entonces como elemento legitimador de los actos atroces que atentaron contra la vida de los pobladores y de la comunidad. En Las Voces de El Salado, este hecho simbólico queda manifestado en la metáfora del «pueblo fantasma»: «Nunca pensé en ese triste final/Como una

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maldición, como un castigo/Te has convertido en un pueblo fantasmal/Se ven visiones, se escuchan gemidos» (Adiós al Salado. Audio N° 11.Las Voces de El Salado). Los paramilitares, al considerar a El Salado como una zona guerrillera, descargaron contra la población toda la violencia para «limpiar» la zona de la influencia guerrillera. En otras palabras, la basurización describe un proceso de destrucción de subjetividades donde el atributo humano de la víctima es borrado del horizonte: el hecho de violencia no solo se justifica en la medida en que se considera que se ejecuta una acción positiva pues se erradica al enemigo, sino que no se sanciona porque no interpela a individuos sino a objetivos militares. De repente una población constituida por personas, con una trayectoria, una historia, un ahora y un porvenir se convierte en un simple blanco de ataque, una diana de tiro. Así mismo, se revela desde otras interpretaciones que esta deshumanización no se corresponde con un proceso fortuito o que inicie al tener lugar los hechos violentos, sino que por el contrario se enmarca bajo una lógica completamente intencional que presupone la existencia de la víctima. Al respecto, una lectura acerca del concepto de «chivo expiatorio» realizada por René Girard (2002) cercana a las investigaciones realizadas por Freud (1979) revela que la producción de otredades se convierte en una necesidad sobre la que se legitiman los actos violentos, porque la víctima como «chivo» es una figura simbólica que existe precisamente para canalizar la violencia ejercida por el actor que ostenta el poder, en medio de un modelo de identificación institucional como padre primordial para dar trámite a la pulsión de narcisismo primario: en el momento en que se establezca un objeto que represente peligro potencial

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a la posición de quien ejerce poder, esa carga valorativa negativa es la que justifica que deba garantizarse la eliminación de quien produce ruido dentro del orden establecido. De esta manera, la deshumanización se convierte en una nueva estrategia de silenciamiento, porque todos los reclamos de justicia que puedan tener lugar por parte de quienes sufren la violencia quedan invalidados: desde este punto de vista, lo correcto ha sido el asesinato de civiles inocentes que en el discurso del orden operan como perversos. No obstante, como contrapartida a todo lo anterior, estas estrategias que evitan la conexión entre memorias que articuladas conformarían un contrapoder, se convierte en realidad en un impulso de reclamo por justicia y verdad: el poder que calla y que se pretende totalizante olvida que el silencio oculta pero no elimina. En la medida en que quienes han sido victimizados no asumen un rol pasivo y tampoco se dejan amedrentar por el miedo, ellos, efigies de la valentía, en medio de la zozobra y la dificultad no solo cuestionan las circunstancias que debieron padecer exigiendo respuestas conforme a ello, sino que de su denuncia se desprende un ejercicio dirigido a poner en viva voz su esfuerzo de reconstrucción después de la violencia. Este es el ejemplo de un hombre de El Salado, que en medio de llantos, explica cómo el dolor causado por la muerte de varios de sus conocidos en realidad se convierte en el vehículo para no olvidarlos: «Espero que este dolor que toitos sentimos / Que no sea para olvidarlos / Sino para llevarlos y honrarlos / como los buenos amigos que siempre fueron, / Y como aquellas personas que no merecieron morir» (El dolor que toitos sentimos, Audio N°9, Las voces de El Salado)

Aquí se observa este papel de resignificación de la memoria, que hace de este dolor colectivo, que «toitos sentimos», un elemento para dignificar a las víctimas, señalando que no merecían morir, y, dejando de esta manera clara la injusticia y la arbitrariedad de la masacre. Un sentimiento que podía llegar a ser un elemento que «uno no resiste a veces», se transforma en un mecanismo para humanizar a las víctimas y para evitar que sean olvidadas. Ante la estrategia del terror que busca encerrar la memoria en la fortaleza del individuo a través del recuerdo constante del miedo, el dolor causado por los hechos se vuelve un elemento vivificante, agenciador, tanto para las víctimas asesinadas como para las sobrevivientes. Por lo anterior, afirmamos que la memoria adquiere varias funciones en Las Voces de El Salado. Una memoria que interpela el poder, una memoria como constituyente de identidad social y una memoria como la comunidad entre vivos y muertos. Esta última mantiene vivo el recuerdo de las personas que fueron asesinadas, a través de una narración sobre quiénes fueron ellas, su vida y ante todo la exaltación de su inocencia. Con esto se busca develar su rostro, darles una identidad, sacarlas de la sombra y hacerlas presentes: «Fuiste abatido en un acto criminal/Inocentemente te segaron la vida. / Usted fue un joven que se supo valorar /


Y en El Salado todo el mundo lo quería» (Mi hermano, Audio N°10, Las voces de El Salado). Al respecto resaltamos la reflexión de Giorgio Agamben (2000) sobre el papel fundamental que tiene el testigo como la única figura que puede dar cuenta de lo humano. Partiendo de la premisa de que la víctima, como aquella a quien le han destruido su humanidad, no puede hablar, lo verdaderamente humano vendría a ser un resto, el testigo, que es la muestra de que lo humano no se puede destruir de manera completa. Por esto es tan importante la redignificación que se hace de las víctimas a través de las canciones, poemas y prosas, ya que las víctimas que están muertas solo pueden ser traídas a la vida a través de los testigos (parientes, vecinos, amigos, parejas).

Verdad, justicia y reparación: tres demandas transversales en «Las voces de El Salado»

Verdad, justicia y reparación son conceptos inseparables y sin los dos primeros no es posible la consecución del último. Dichos conceptos son elementos clave para la reconciliación y recomposición del tejido social después de atravesar una fase de violación de Derechos Humanos —como le ocurrió a la población de El Salado—. Por la magnitud que revisten estos episodios de violencia, una vez finalizaLa paradoja, en este punto, es que si el que testimonia verdaderados, las demandas de vermente de lo humano es aquel cuya humanidad ha sido destruida, dad, justicia y reparación eso significa que la identidad entre hombre y no hombre no es nunpara procurar la reconciliaca perfecta, que no es posible destruir íntegramente lo humano, que ción, y la reparación intesiempre resta algo. El testigo es ese resto (Agamben, 2000, p.104) gral1 no se han hecho esperar. Dichas demandas son Desde aquí puede leerse un vínculo aún fundamentales para la superación del pamayor entre la persona asesinada y quien sado y la construcción colectiva de futuro la recuerda, porque en este ejercicio quien hace memoria se convierte en ese resto de 1  «Los derechos a la verdad, la justicia y la reparación integral de las víctimas de violaciones a los Derechos Huhumanidad que recrea la vida a través de la manos están profundamente interrelacionados entre sí y memoria. Los muertos no solo constituyen son indivisibles, por lo que es posible afirmar que la inteparte del día a día, como historia o como gralidad de la reparación depende del cumplimiento de los otros dos derechos» (Girón & Vidales, 2010, p.233) recuerdo, de quienes aún permanecen,

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sino que su presencia es el triunfo sobre la violencia y la muerte: la existencia de los constructores de memoria en tanto que testigos, es la voz de quienes ya no pueden hablar; la posibilidad para que de ellos no se extinga su llama de humanidad. Se trata de una comunidad de vivos y ‘muertos’, en la que se establece una relación recíproca e indestructible entre sobrevivientes y víctimas fatales a través de las imágenes de la memoria. En este sentido, aquellos relatos tratan de devolverles la identidad y el rostro a las víctimas que han sido deshumanizadas en la masacre.

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sobre la base del desarrollo y la consolidación de la memoria colectiva, histórica y nacional. La reparación integral y satisfactoria para las víctimas, de acuerdo con los estándares internacionales en materia de reparación, sugiere que haya un reconocimiento de los daños ocasionados, un esclarecimiento pleno de las responsabilidades junto con las sanciones debidas: La ausencia de sanción penal por parte de las instancias judiciales, y la ausencia de sanción moral por parte de la sociedad, agrava la situación estructural de impunidad, impidiendo que se consoliden en el presente y el futuro las garantías de no repetición de los hechos violentos del pasado. (Girón & Vidales, 2010, pp.234-235) Dentro del disco Las Voces de El Salado, podemos identificar estas tres demandas. La concatenación de las mismas más la consolidación de una memoria colectiva histórica e incluyente posibilita la reconciliación de la sociedad en el contexto de una verdadera paz que tenga en cuenta, sobre todo, las exigencias de las víctimas. Las Voces de El Salado hace entonces un llamado a la conclusión de estos tres procesos cuando por verdad entienden, el reconstruir la memoria de lo ocurrido y la divulgación de la misma: «Porque si nosotros reconstruimos esta memoria, podemos divulgarlo. No solo aquí en Colombia, sino en los otros países, para que miren y cómo jue la memoria del Salado» (Nuestra memoria, Audio N°2, Las voces de El Salado) Pero también entienden que la verdad es el desafío a la amnesia, a las políticas de olvido y a la verdad institucional que no expresa otra cosa que la deshumanización de la sociedad, por ello para los pobladores de El Salado, la verdad y la reparación integral incluye a toda la sociedad en su conjunto: «En comunión con todos los que viven, desafiando la amnesia de los años, volvamos

a re-andar el círculo espiral donde confluye la existencia; porque olvidar es morir, desistir es cobardía, y rehuir al compromiso es indolencia»(La tarde se hizo lenta, Audio N°6, Las voces de El Salado) Si la amnesia, las políticas de olvido y la verdad institucional oficial no permiten comprender los fenómenos de violencia en su real significación y en su complejidad, los habitantes de El Salado, hacen una apuesta inocente por la verdad que desde su propia experiencia entiende que esta, como parte fundante de la memoria colectiva, puede coadyuvar a la rehumanización y dignificación no solo de las victimas vulneradas, sino de la sociedad entera: «La verdad purifica y nos quita el deseo y el odio de venganza / Dignifica, alivia y apuesta, apacigua, castiga y humaniza / Ella rechaza la impunidad, siempre exige una memoria /Es la ley de la verdad el grito mudo de nuestra historia / Dime, ¿cuál es la tuya?»(Nuevo himno de El Salado, Audio N° 19, Las voces de El Salado) Ahora bien, encontramos al disco impregnado también de demandas de justicia y reparación que conjuntamente refieren a conceptos fundamentales como la restitución, la indemnización, la reparación moral y las garantías de no repetición. Aunque, si bien estos no aparecen explícitamente en


los textos de sus canciones o testimonios, es fácil deducir que cuando se habla de paz, de la riqueza cultural y material de su pueblo, cuando se rememora a las personas que ya no están entre nosotros, ya se está aludiendo a estos temas. De acuerdo con lo establecido por el Grupo de trabajo Pro-Reparación Integral2, existen algunos aspectos que además de dar cuenta de la globalidad de los tres procesos, establecen algunas dimensiones de la reparación. Estas dimensiones son la ético-jurídica, la moral psicosocial, la simbólico-cultural y la político-colectiva (Girón & Vidales, 2010, pp.235-236). Dichas dimensiones están unidas a algunas medidas de reparación establecidas por organismos de justicia

2  «El Grupo de Trabajo pro Reparación Integral es un espacio de coordinación interinstitucional conformado desde el año de 2004 por organizaciones académicas y defensoras de los Derechos Humanos, reunidas para fortalecer estrategias de superación de la impunidad, generando análisis, reflexión, sensibilidad y producción de materiales sobre los mecanismos de reparación integral desde la complementariedad» (Corporación AVRE, 2007)

5  «Se refiere a la atención médica y psicológica, así como a los servicios jurídicos y sociales que requieran las víctimas para alivianar su sufrimiento ante los daños experimentados» (Corporación AVRE, 2007) 6  «Encaminada a reparar el daño inmaterial que abarca tanto los sufrimientos y las aflicciones causadas a las víctimas directas y a sus allegados, como el menoscabo de valores muy significativos para las personas; valores que al ser afectados producen per-

3  «Implica el disfrute pleno de los Derechos Humanos, restableciendo, en la medida de lo posible, las condiciones anteriores a la victimización» (Corporación AVRE, 2007)

turbaciones al proyecto de vida, que no son susceptibles de medición pecuniaria, teniendo en cuenta los aspectos significativos culturales y espirituales que las victimas consideran fundamentales a la hora de restablecer su dignidad» (Corporación AVRE, 2007)

4  «Conlleva la reparación de los daños materiales y los perjuicios económicamente evaluables que sean consecuencia de la violación de los derechos de las víctimas directas y sus allegados» (Corporación AVRE, 2007)

7  «mecanismos de índole política administrativa, encaminados a establecer condiciones reales para que violaciones a los Derechos Humanos, como las que se presentaron en el pasado, no se repitan en el presente ni en el futuro» (Corporación AVRE, 2007)

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internacional que incluyen la restitución3, la indemnización4, la rehabilitación5, la satisfacción o reparación moral6 y las garantías de no repetición7. Cuando los salaeros expresan en sus versos que: «Solo queremos la paz y que nos llegue el progreso» (El pueblo que se perdió, Audio N°1, Las voces de El Salado) o «Tenemos tabaco, tenemos ganado, tenemos petróleo y tenemos gas / Es el o… orgullo del pueblo El Salado / Esperemos pues que nos sepan pagar» (Tenemos tabaco, Audio Nº4, Las voces de El Salado) ellos están demandando reparación; podríamos decir concretada en la restitución y la indemnización por lo perdido luego de la masacre: la paz, la tranquilidad y la alegría que les suscitaba el vivir en su pueblo, y por los daños causados a su territorio abandonado, desplazado luego de la masacre donde de la «Tierra pujante: de ti no queda nada, solo un sabor amargo de dolor y llanto» (Adiós a El Salado, Audio Nº11, Las voces de El Salado); y donde «Aquellos que escaparon de la muerte, con el miedo reflejado

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en sus pupilas, hoy deambulan por ciudades diferentes, sin techo, sin pan, sin una mano amiga» (Adiós a El Salado, Audio Nº11, las voces de El Salado). Tierra que constituía su forma más elemental de vida y que suponía el legado más importante que dejaban los padres a los hijos, hijas, viudas etc. «Encerré, partí la tierra que yo tengo en El Salado. Por si me moría en la guerra Le quedara a los pelaos» (Mi testamento, Audio Nº12, Volver a caminar tus calles arenosas, dejar mis huellas pintadas Las voces de El Salado) como en los tiempos de mi niñez; compartir con mis paisanos y reEn sus versos, se expresa cordar tantas cosas. Cómo se ha pasado el tiempo y nos acercaclaramente la necesidad mos a la vejez […] Quiero verte alegre, lleno de esperanza, con paso acuciante de reparación firme y con la frente en alto dispuesto a luchar, demuestra la granintegral, de presencia, no deza de tu raza. Si tropezamos y hemos caído, nos volvemos a lesolo del Estado y de los havantar (Homenaje a mi pueblo, Audio Nº17, Las voces de El Salado) bitantes de El Salado, sino de toda la sociedad en dicha tarea. Sin emVerdad, justicia y reparación son un misbargo, a lo largo del disco encontramos mo camino para la reconciliación y para la también demandas de reparación en térpaz. Todas las medidas de reparación menminos de satisfacción o reparación moral cionadas y en especial las garantías de no del daño causado, la demanda por recorrepetición acompañadas por el conjunto dar a los amigos significa la necesidad de humanizado de la sociedad entera que coque el Estado dignifique la memoria menoce y comprende la verdad harán «germidiante una dimensión ético-jurídica (jusnar la semilla de la reconciliación» (Hometicia) y simbólico-cultural (memoria) de naje a mi pueblo, Audio Nº17, Las voces de El aquellos que ya no están y por quienes hoy Salado) y el perdón «cuando todo se sepa, otros lloran: «Espero que este dolor que cuando se haya sabido la verdad, cuando toitos sentimos, Que no sea para olvidartodas aquellas personas que están implicalos Sino para llevarlos y honrarlos como los dos en esta masacre que ocurrió en El Salabuenos amigos que siempre fueron y como do paguen por lo que aquí ocurrió, entonaquellas personas que no merecieron moces de pronto sí, ya podemos decir…bueno rir» (El dolor que toitos sentimos, Audio Nº9, podemos tener un perdón» (Cuando todo se Las voces de El Salado) sepa, Audio Nº18, Las voces de El Salado) Finalmente la posibilidad de retornar y de reconstruir su pueblo es también repa«Las voces de El Salado» ración, concretada en la restitución y la incomo apuesta artística e indemnización, el anhelo de volver a su puenovadora de memoria blo con garantías de no repetición de los hechos de violencia para que la superviLa memoria como resistencia y punto de vencia se materialice en condiciones realifuga al régimen del terror y sus prácticas zables y dignas: deshumanizantes se constituye mediante


las voces de El Salado

la música y las canciones constitutivas de sus prácticas tradicionales etc. se convierten en los elementos integrantes de la memoria colectiva que se construye. Como es evidente, el disco Las Voces de El Salado es una apuesta de memoria que se hace desde el arte, desde la música como expresión de las prácticas tradicionales de la comunidad en ese ámbito. La pregunta sobre el por qué se hace de esta manera diversas expresiones, es decir, a partir de encuentra su respuesta en el planteamienreflexiones desde distintas disciplinas (la to inicial de este artículo, la música termihistoria, sociología, la ciencia política, na convirtiéndose en un ritual de vida y de la psicología, la filosofía etc.) o, desde el muerte. Usurpada por los paramilitares, ejercicio del derecho, puede ser un ejercila música es un ritual de muerte, porque cio retórico e incluso puede pasar por una se inscribe en la memoria como las melodiscusión política. No obstante, la considías que acompañan el goce de los verduderación por el arte como representación gos al perpetuar la masacre: «En un ritual digna del pasado, como reconstrucción y de gritos y tambores/Un acordeón seguía re-significación de lo perdido, de lo enconsonando/Cada vez que el hombre encaputrado, de lo ganado es también una posibichado/ Con su dedo acusador uno a uno lidad latente y que en todo contexto debe iba mostrando» (La tarde se hizo lenta. Auser tenida en cuenta. dio Nº 6, Las Voces de El Salado). Así, el lazo con la música, La reconstrucción de la memoria de un país requiere de archivos tan resaltado en la identifílmicos, fotográficos, documentos testimoniales, obras de arte, lidad de los salaeros, se ve teratura y trabajos académicos y de investigación que, procesados abruptamente modificacuidadosamente validan episodios históricos que de otra manera do, ya que los instrumenserian difíciles de imaginar o creer (Maya, 2010, p.216) tos recuerdan aquella tragedia sangrienta que deja De esta manera, prácticas como las galesu huella en la memoria. Pero no es solarías de la memoria, las audiencias ciudamente el recuerdo, sino la connotación danas por la verdad, las instalaciones arsimbólica de asumir que una práctica que tísticas en espacios públicos, las radios les significaba gozo y fiesta, lo fue también comunitarias y populares, los libros, los para otros a través de su sufrimiento. Los poemas, el performance en el espacio púinstrumentos que durante largo tiempo blico, los tejidos, la fotografía, la movilizasignificaron vida por ser mecanismo de exción y las alternativas de protesta no viopresión del ser cultural del pueblo pasaron lenta en contextos violentos, el caminar a ser sinónimo de muerte. como forma de lucha porque se camina la Sin embargo, y esto es lo que hace más vamemoria, la palabra como derecho al haliosa la producción discográfica de Las Vocer político no solo desde los espacios insces de El Salado, a pesar del dolor, a pesar de titucionales de participación y, finalmente, la muerte, de la expropiación, las salaeros,

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en una labor admirable y que demuestra coraje, no se derrumban sino que por el contrario vuelven a poner la balanza a su favor. Las Voces de El Salado es un desafío, una resistencia frente al silencio, porque enuncian pero también porque hacerlo a través de la música es una reapropiación de su pasado y de su vida hurtada para hacerla presente. Es una apuesta que se sitúa altiva frente a la desubjetivación bajo la cual la violencia los produjo, para recuperar sus prácticas y toda la construcción social de identidad que los atraviesa bajo una historia común compartida. En este sentido, el Nuevo Himno de El Salado sintetiza la apuesta de memoria de los pobladores, pues es la manera más clara de manifestar que apuestan hacia la reapropiación de su futuro y del inicio de un nuevo capítulo en la vida de la comunidad. Así entendida, afirmamos el papel de la memoria como (re)constituyente de la identidad social y cultural de El Salado a través de un medio innovador como es la música, pero no solo por el carácter expresivo de medio auditivo, sino por el significado especial que adquiere la música como ritual de vida y de muerte para El Salado. A través del himno, se proyecta un nuevo ser social que anhela apropiarse de su futuro, pero partiendo del reconocimiento de las cicatrices que el trágico pasado ha dejado en la comunidad y que a través del amor deben ser resignificadas:

críticas desde donde se afirma que la mediación de la CNRR8 desdibuja la iniciativa de memoria por parte de los salaeros, esto no puede ocultar que la participación (así se hable incluso de contenidos seleccionados) de miembros de la comunidad saltando al ámbito de lo público y que enuncian una realidad oculta desde su experiencia personal es valiosa en sí misma. Testimonios del antes, el durante y el después disputan la verdad institucional propuesta donde se los estigmatiza y reduce.

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las voces del salado

Bibliografia

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UNA DOBLE DIMENSIÓN DE LAS LA VÍCTIMAS LOCALIDAD DE

Jemer Glafer García Quintero 1

RAFAEL URIBE URIBE

Resumen: El presente trabajo busca evidenciar el proceso de reconstrucción de memoria desarrollado en el año 2012 en RUU, mediante el proyecto 547 Reconstrucción de la memoria local suscrito entre la Alcaldía Local y el Equipo de Paz, ambos de Rafael Uribe Uribe, que dio espacio y voz a sus habitantes sobre las realidades vividas en el territorio. Además de ello, Palabras clave: Memoria, Rafael Uribe Uribe, víctima, imaginario, participación política, territorio.

se busca conectar las actividades y logros de este proyecto con la producción académica y teórica sobre la memoria, para ver el grado de utilidad y materialización de estas ideas. A fin de lograr estos objetivos, se presenta una breve caracterización de la localidad y su proceso de poblamiento. Posteriormente, se contextualiza el ya mencionado proyecto de reconstrucción de memoria; para luego adentrarnos en el desarrollo del mismo y la reconstrucción que se hizo. Además, el relato se acompaña de enlaces a las propuestas teóricas que mencionábamos atrás para observar sus encuentros. Finalmente, se cierra con una serie de conclusiones y consideraciones sobre el proceso, la memoria y su capacidad de crear acción política.

1  Egresado de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Colombia. jggarciaq@unal.edu.co


Ilustraci贸n por: Alejandra Posada Casta帽eda

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«La ciudad se nos muestra siempre omnipresente y omnipotente desde aquí, y a la vez nos recuerda que no pertenecemos a ella» Habitantes de las lomas de Bogotá.

Introducción El presente trabajo se valió de tres vías para la construcción de sus contenidos, en primera medida tomó una revisión documental sobre los formatos diligenciados por el Equipo de Paz de RUU para la aprobación del proyecto Reconstrucción de memoria, así como de los resultados obtenidos por el Equipo y las comunidades de RUU; otra vía fue el curso Memoria Colectiva y Nueva Participación que mediante su programa de lecturas y reflexión en clase brindó herramientas de análisis y un marco teórico; y, finalmente, la vivencia en la localidad y el trabajo durante varios años con las comunidades del territorio, acompañados de una revisión de prensa que permite identificar sucesos y caracterizaciones sobre el territorio. Ahora bien, el contexto que da lugar a esta investigación es, de un lado, el largo conflicto armado que vive el país, que ha generado un desplazamiento forzado dinamizador de la expansión urbanística en la periferia de las ciudades. En general, se observan familias campesinas que, atemorizadas por el terror en el campo, se trasladan a la ciudad, en este caso Bogotá, en busca de oportunidades y seguridades. Empero, la ausencia del Estado en el campo, que posibilita la acción de los grupos armados y genera el desplazamiento, se refleja en la ciudad con la falta de respuestas para estos nuevos habitantes. Como resultado, la periferia de la ciudad se ha construido más desde las

comunidades que desde el Estado, así, las primeras son quienes sortean las dificultades que se presentan a fin de satisfacer las necesidades de habitabilidad. Como objeto de estudio se elige la localidad Rafael Uribe Uribe, porque si bien son varias las localidades que presentan esta situación, es la localidad 18 (RUU) la que tiene un proceso reciente de reconstrucción de memoria. El otro lado del contexto es la relación de la localidad con la ciudad y el Estado, aunque estas familias han logrado asentarse desde hace tiempo, subsiste la exclusión hacía ellas y sus territorios, así, las políticas y la ciudadanía, en general, les niegan sus derechos, pues no se les garantizan, a menos que se hayan dado y ganado arduas luchas políticas y sociales, además, se observa a los habitantes de este lugar como sujetos que no pertenecen a la ciudad. Es necesario entonces, reconocer dos elementos: el primero de ellos refiere a la figura de doble víctima que revisten estos habitantes, ya que sufren un primer escenario de violencia en los territorios de los cuales son desplazados, y un segundo escenario que les victimiza y violenta, desde lo físico y lo simbólico, mediante la exclusión social y las realidades vividas en sus territorios (ausencia de derechos y condiciones de delincuencia y conflicto). El segundo elemento nos remite a la importancia de la memoria como tejedora de comunidad y vía


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política para la lucha por los derechos y la reparación de las víctimas. Así, es necesario el desarrollo de procesos de reconstrucción de memoria desde estas víctimas para que se genere un fortalecimiento del tejido comunitario y se potencien las luchas por los derechos.

Construyendo un sur de la ciudad: breve reseña sobre la localidad Rafael Uribe Uribe La siguiente caracterización se construye a partir del análisis de documentos institucionales de la Secretaria de Hacienda (2004), la Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte (2008) y la Alcaldía Local Rafael Uribe Uribe (2010). La localidad se encuentra ubicada al sur oriente de la ciudad, limita al norte con la localidad de Antonio Nariño por la avenida 1° de Mayo; por el oriente con la localidad de San Cristóbal por la avenida 10a; al sur con la localidad de Usme por la vía a Usme y con Tunjuelito por la diagonal 46 sur y la calle 50 D sur en el suroccidente; y la avenida 27 sur y la transversal 33 por el costado occidental. Se divide además en dos zonas, una plana que abarca las UPZ (Unidades de Planeación Zonal) de Quiroga, San José, Marco Fidel Suárez y buena parte de Marruecos; y otra alta que comprende el resto de Marruecos y la UPZ Diana Turbay.

Figura 1. Mapa de la localidad RUU por tipos de UPZ.

En este territorio se puede encontrar gran variedad de habitantes dado que sus procesos de poblamiento se han dado a partir de tres dinámicas: una primera, de 1920 a 1940, que dio vida a barrios obreros; una segunda, de 1950 a 1970, planificada por el Estado; y una tercera, de 1960 a 1970, liderada por aquellos desplazados, quienes vendían las posesiones que traían y con el dinero compraban un lote de manera ilegal ­­– pues el vendedor era un pirata que no tenía escrituras de los terrenos –, el restante lo invertían en el levantamiento de precarias estructuras de vivienda (tablas, latas e incluso


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poli sombra), que luego se verían mejoradas con el robo de material a construcciones que por el mismo tiempo desarrollaba el gobierno en la zona plana de la localidad. A fines de la década de los setenta, y durante la década de los ochenta, se vive una nueva ola de desplazamiento que repite esta última dinámica de construcción urbana, extendiendo la localidad hacía el sur, y urbanizando zonas deshabitadas que limitaban con las invasiones de los setenta. Así, se tiene una localidad construida de manera diversa, donde las UPZ de Quiroga y San José surgen por iniciativa obrera o estatalplanificada, mientras las de Marruecos y Diana Turbay se construyen por invasión, y la de Marco Fidel Suárez nos presenta un híbrido como lo muestra Secretaría de Hacienda en 2004 (véase figura 1). Finalmente, tenemos una localidad con alta densidad poblacional que resulta en hacinamiento concentrado en las zonas altas, a lo que se suma, según proyecciones del DANE, un crecimiento poblacional motivado por natalidad y nuevas migraciones, que no logra ser compensada por la creación de vivienda, planificada o invasora, agravando la ya difícil situación de hacinamiento que se tiene. Lo anterior genera inseguridad sobre la satisfacción de derechos de los habitantes, que cruzado con las negativas mediciones en los indicadores de NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas), da como resultado la precarización de la vida de los mismos. Realidad que se ve confirmada al observar las condiciones socio-económicas del territorio, pues es la tercera localidad con mayor desempleo en la ciudad, y concentra ciudadanía de clase media-baja (Estrato 3: 40%, Estrato 2: 48%, estrato 1: 10%, y sin estrato 2%).

Promoviendo la reconstrucción de memoria: el Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe Desde el año 2010 el Equipo de Paz de RUU en vista de las disposiciones legales y de políticas públicas generadas por el Estado a nivel nacional y distrital, se generó una propuesta de reconstrucción de memoria para la localidad, que buscaba desarrollar cuatro campañas de reconstrucción de la memoria y reconciliación, justicia y verdad. Así como la celebración de cinco jornadas de conmemoración del bicentenario en la localidad. La intención general era dar cumplimiento a las disposiciones ya mencionadas para que, mediante ellas, se llegara a procesos de memoria que dieran herramientas a la comunidad, útiles para su convivencia, la reconciliación y la paz (Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe, 2010, p. 1). Sobre dichas disposiciones destacamos las alusiones hechas a la Ley 1148 de 2011 que promueve el derecho a la verdad, y que en sus artículos 7 y 11 establece la necesidad de dar garantías a las poblaciones víctimas para expresarse frente al Estado y acceder así a una verdad, justicia y reconciliación; además, en el artículo catorce establece responsabilidades para «el Estado,


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manera favorable en la misma, lo que perjudica a las víctimas.1 Otras disposiciones que respaldan este proyecto, son el Estatuto Orgánico de Bogotá en sus artículos 6, 9 y 60; el Acuerdo 257 de 2006 en su artículo 43. Estas disposiciones no tienen una relevancia mayor para el proyecto de reconstrucción de memoria, pues hacen parte de un marco legal y administrativo del cual se valió el Equipo de Paz la sociedad civil, el sector privado y las aude RUU para viabilizar la ejecución del mistoridades en términos de garantizar la sumo, denota más bien una barrera legal para peración de la situación de vulnerabilidad las comunidades que deseen realizar este aportando también la participación activa tipo de procesos y no cuenten con el conode las víctimas»; así mismo, en el artículo cimiento sobre las disposiciones y la forma 137 se afirma que: de moverse en ellas. Sin embargo, el proyecto 601 de 2008 de la SecreLa población debe ser partícipe desde diferentes campos de acción taría Distrital de Gobierno en donde la academia, los centros de pensamiento, organizaciones «creación del centro del bisociales, organizaciones de víctimas y de derechos humanos hacentenario: Memoria, paz y cen un aporte a la reconstrucción de la memoria en los escenarios reconciliación» sí resulta de poco recordados por las personas; que desde mediados del siglo XX suma importancia para la fueron llegando a las planicies y periferias de nuestra localidad por reconstrucción de memoestar inmersas en un conflicto que se centraba en el campo y vereria en RUU, y seguramente das, que continua en el presente. Debido a esto en la localidad se para otras comunidades y presentan diversas dinámicas de violencia afectando a las persoterritorios que quieran reanas quienes son desplazadas de sus territorios y al llegar a la ciulizarla, pues su metodolodad continúan siendo vulneradas en sus derechos. (Equipo de Paz gía de cartografía crítica fue Rafael Uribe Uribe, 2010, p. 3). insumo estratégico para la lectura e investigación teLa Ley 1148 resulta importante para el conrritorial desarrollada en la localidad. texto local por el avance que representa Frente a la política pública resalta el Plan para las víctimas del conflicto armado de de Desarrollo Local Rafael Uribe Uribe 2009más de medio siglo que vive el país. De esta 2012, que establece dentro de sus objetivos forma, una ley como la mencionada, puede estructurantes asegurar el «derecho a la ciuabrir puertas a procesos de reparación y redad» mediante el desarrollo del programa cuperación de memoria que hagan viables «Amor por Bogotá», que a su vez pretende apuestas políticas capaces de fortalecer los dar cabida a este tipo de iniciativas. Ahora lazos comunitarios y de mejorar la vida de bien, dos consideraciones resultan imporlas personas. Empero, se hace necesario obtantes al respecto, la primera se dirige hacia servarla de manera crítica, pues si bien la ley ofrece estas vías a las víctimas, el Esta1  Para una consideración amplia de esta ley véase el texto Rodríguez, Y. (2004). do y los victimarios han logrado incluirse de

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el ente distrital, dado que los derechos estructurantes estipulados por este plan son definidos desde el plan distrital, por lo que tenemos un aparente estímulo desde entes de mayor nivel administrativo a estas iniciativas de reconstrucción de memoria; la segunda consideración nos ayuda a entender el calificativo de aparente, el plan realmente da un margen amplio de acción, por lo que es el trabajo político de la comunidad, dado que también trabajó en la construcción del plan de la localidad, aunado a la justificación y asociación jurídica del Equipo de Paz, la que permite que la reconstrucción de memoria tenga cabida en el plan de desarrollo. Teniendo como resultado que se buscó en cuál de los objetivos estructurantes y programas del plan tenía posibilidad de existir la iniciativa, y no qué plan de desarrollo estimulara o solicitara la creación de estas iniciativas. Lo anterior se nos confirma al revisar la totalidad del plan, pues en ningún momento habla de memoria o víctimas, a excepción del lugar donde se menciona el presente proyecto. Finalmente, si bien el proyecto piensa dos ejes, por un lado, la reconstrucción de memoria y, por otro, la conmemoración del bicentenario, nuestro interés se mantiene en el primero y deja de lado al segundo, dado que es la población de RUU la que hemos caracterizado como doble víctima y a la que, en consonancia con lo expresado en el mismo proyecto, se le requiere generar memoria para posibilitar verdad, reconciliación y paz, abriendo así espacio a la participación política.

Trazando un camino para reconstruir la memoria en RUU Describimos entonces la metodología propuesta para el desarrollo de esta

iniciativa por parte del Equipo de Paz. El proyecto busca, mediante «una cartografía social de los lugares de memoria» «reconstruir la memoria de procesos de organización y lucha social como elementos culturales de identidad colectiva y el ejercicio y empoderamiento de una verdadera Cultura de Paz» (Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe, 2010, p. 12). Para ello, se inicia con una convocatoria y presentación pública del proyecto, a fin de informar e invitar a la comunidad a hacerse partícipe del mismo. Segundo, se implementa un proceso de investigación que, tomando como guía el ejercicio «Bogotá ciudad memoria» realizado por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, busca generar visibilidad y reconocimiento de espacios desde dicha cartografía para llegar a la recuperación de la memoria y al favorecimiento de la construcción participativa. En consecuencia, un tercer momento se preocupa por la formación de la comunidad en este tema, apuntando como población objeto a los jóvenes de colegios y líderes de barrio u organización de diversas edades que, en medio de su formación, produzcan piezas comunicativas capaces de crear esa reconstrucción de memoria que, como veremos más adelante, son el gran insumo de este proyecto y trabajo. Finalmente, el proyecto cierra con cuatro campañas dirigidas a la comunidad en las cuales, desde el arte, se


hace un llamado a hacer memoria. Estas campañas son Resignificación territorial, Colores de la Memoria, Tejamos Historias y Exposición de recuerdos.

Construyendo memoria en el sur de Bogotá: localidad RUU - La localidad y sus habitantes como sujetos que no pertenecen a la ciudad Interesa llamar la atención sobre la configuración de un comportamiento que construye el imaginario de otredad excluida en la capital de Bogotá y que, como demostraremos en seguida, se materializa en comportamientos y verbalizaciones cotidianas. Esta otredad excluida se configura a partir de la negación de derechos aludida en la introducción, por ende, el habitante del sur es visto como alguien ajeno que no pertenece a la ciudad y que la habita solo temporalmente, porque a ella solo viene para cumplir una tarea, que puede ser laboral (personas que trabajan en empresas, ventas ambulantes, oficios informales, contrataciones verbales, etc.), educativa (personas que estudian en centros de educación superior ubicados fuera de la localidad, ya que en RUU solo existen dos de estos centros) o comercial (personas que compran o venden mercancía en lugares de encuentro masivo,

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como el centro por ejemplo), pero que tras realizarla, abandona la ciudad para volver a ese otro territorio, la localidad, que parece no ser parte de la misma. Por lo anterior, resulta clarificadora y contundente la frase con la que abre el presente ensayo. Ahora bien, decimos que se configura en otredad excluida porque la ciudadanía le observa como alguien que no pertenece, pero ¿cómo confirmar esta situación? Tres elementos nos son útiles para ello. El primero tiene un origen en los medios de comunicación como la prensa y en las instituciones como la Policía Nacional, en referencia a los imaginarios construidos sobre las periferias de la ciudad por estos actores. Dichos imaginarios se remiten siempre a los aspectos negativos del territorio, basta revisar la prensa (El Tiempo, El Espectador, Semana), que resalta los eventos violentos o reprochables moralmente que ocurren en la localidad, y donde al correr el nombre de la localidad en su buscador, la gran mayoría de noticias dan cuenta de actos delictivos y violentos, en una menor medida de acciones o situaciones institucionales, y en una medida casi nula, de esas realidades de convivencia de sus habitantes o de problemáticas sentidas más allá de la delincuencia común y la violencia. Las caracterizaciones policiales e investigativas, por su parte, han señalado a RUU y a otras localidades como lugares donde se concentra la delincuencia común (Redacción El Tiempo, 2012), creando así el imaginario de delincuencia y caos en esas partes de la ciudad, dándoles un sentido peyorativo en los imaginarios del resto de la sociedad capitalina, pues estas solo tienen este medio para conocer la generalidad de los territorios caracterizados.

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El segundo elemento nos remite a las representaciones de ese imaginario en las personas que le han adoptado, tenemos entonces una ciudadanía que, en general, se impresiona tras escuchar que el origen de una persona es Rafael Uribe Uribe, Ciudad Bolívar o Kennedy, porque para ellos es un lugar muy peligroso, inhabitable, siempre hostil y cuyos habitantes son, por ende, de iguales características, pero que al observar que una persona conocida es de allí, se choca con ese imaginario, más no se anula sino que se interroga al sujeto para confirmar la veracidad del mismo. Empero, el encuentro crea la excepción y no el desmonte de tal imaginario. La Universidad Nacional Sede Bogotá es útil para la confirmación de esta afirmación, aunque se ha disminuido el número de estudiantes de estratos uno y dos aún existen personas de estos sectores en la Universidad; así, los estudiantes que tienen el imaginario y el encuentro con estos otros ven a sus compañeros como la excepción a la regla, pues en posteriores conversaciones o discusiones, de corte personal o virtual, son recurrentes las alusiones al «ñero» o al «pobre» como algo peyorativo, como lo demuestra un grupo de Facebook denominado Materias & Electivas Fáciles (https://www.facebook. com/groups/materiasyelectivasfacilesun /?fref=ts). Por último, existe incluso dentro de la misma localidad de RUU este sesgo, pues al conversar con sus habitantes se considera que existe una división entre los que habitan la zona del plan y los de la loma. Si se conversa con los habitantes de la loma, para ellos la localidad llega solo hasta donde termina la misma y lo demás se torna como otro territorio, mientras si se hace con los de la zona plana, la loma se vuelve otro territorio de

carácter peligroso porque allí se esconde la criminalidad.2 El tercer elemento es un acercamiento teórico que permite entender lo antes descrito. De un lado, Bauman (2011, pp. 83-87) da cuenta de la forma en que los gobiernos crean imaginarios de amenazas donde otro es caracterizado como potencial agente de daño que crea inseguridad a los bienes y ser de los «buenos» habitantes, por lo cual es necesario crear políticas de seguridad para garantizar la protección de tales bienes, pero que a la vez crean un distanciamiento con el otro, produciendo un desdibujamiento de su rostro, es decir, de su lugar como persona en igualdad de derechos, colocándolo en el lugar de la amenaza, que por un sentido de lógica innata y de supervivencia, se buscará alejar de, y negar en, la realidad de quien lo siente como tal. Es lo que puede entenderse para 2  Esta última afirmación sobre la división interna de RUU no tiene un documento o estudio de referencia, sino que se ha construido a partir de mi propia vivencia de la localidad (22 años), las conversaciones con habitantes de la loma y el plan de la misma durante mi participación en diferentes proyectos ejecutados con comunidades de la localidad (3 años) y políticas institucionales que dan cuenta de una exclusión hacia esa parte alta, puede verse la planificación de Transmilenio y su sistema de alimentadores que prácticamente bordeó las lomas de RUU, o la ubicación de la Alcaldía Local, la Biblioteca Pública, el Hospital y otros lugares que siempre se hallan en la zona plana.


RUU y sus habitantes, en la medida que unos sienten a otros como amenaza, ubicándoles entonces en ese lugar distante, y siendo la prensa y la institucionalidad – como pudo verse atrás– quienes construyen y refuerzan estas percepciones, estos imaginarios, sobre ese otro, sobre el habitante de la RUU. Siguiendo a Bauman (2011), se crean unas políticas de seguridad que se ven respaldadas por el grueso de la ciudadanía, como es una zona peligrosa que se reconoce como amenaza, se hace necesario generar respuestas frente a la misma, lo que no se observa es cómo se afecta a la comunidad tras la institucionalización de aquellas políticas, por ejemplo, la instalación del centro penitenciario La Picota ha traído enfrentamientos militares entre distintos grupos armados (legales e ilegales) que ponen en riesgo a la población civil (Menéndez, 2001), además de otras situaciones que niegan condiciones de habitabilidad en la localidad, como el bloqueo de señal del celular (Redacción Bogotá, 2012) y el ataque armado a centros educativos (Padilla, 2000) entre otras situaciones que ponen en riesgo la vida de los habitantes o disminuyen la habitabilidad del espacio. Igualmente pueden verse actividades de grupos paramilitares en la zona, que han amenazado la movilización social y al conjunto de residentes (Banco de Datos CINEP, 2005; 2009).

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De otro lado, tenemos los planteamientos de García (2010, pp. 188-197) que observa como la fotografía sirve a las élites dominantes e instituciones para construir imaginarios que recrean el sistema de justicia necesario al orden establecido, a saber, un sistema que justifica la muerte o situación de la víctima por ser necesaria para la consecución de las bondades o comodidades sociales. Estas verdades legitiman las acciones del Estado y las élites, pues se asientan en la cotidianidad y expresiones de las personas dado que constituyen los imaginarios que se tienen de las realidades distantes solo conocidas mediante estos medios. La forma en que opera esta construcción de imaginarios sobre la localidad RUU no solo se construye con la imagen, sino que se apoya en titulares de prensa, noticias insistentes sobre inseguridad en esa localidad, informes institucionales que caracterizan la zona como peligrosa, alusión al lugar como amenaza, son las que van construyendo el imaginario que ve al otro como amenaza, y es esta idea la que choca con la imagen que la persona se ha hecho de un habitante del territorio cercano a ella, pues a este habitante no se le siente como amenaza porque se le conoce, pero el imaginario construido insiste en que el lugar y sus habitantes sí representan peligro. En consecuencia, a pesar del choque de ideas e imaginarios, persiste una caracterización negativa del territorio. Además de ello, García (2010) nos ofrece otro elemento de interés en la construcción del imaginario sobre el fenómeno paramilitar, a saber, las imágenes describen lugares selváticos o boscosos que no les son familiares a los receptores de la noticia, por lo que le sienten como amenaza en cuanto representa un peligro en sí por el hecho de existir, pero le dan el carácter

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de latente (difícilmente sucederá) dado la distancia que tienen esos lugares de los cotidianamente habitados. Para la localidad RUU tenemos una situación similar, pues si bien se siente como amenaza, los lugares representados allí se sienten distantes de los lugares comunes de la ciudad, siempre se piensa en un sur o en las lomas de la ciudad que nadie visita de manera regular a excepción de sus habitantes, pues la vida citadina no obliga a ir allí para trabajar o hacer diligencias burocráticas, análogo a lo que sucede con la zona selvática o boscosa, nadie va allí porque la vida cotidiana no lo exige, por ende es un lugar distante. Se reafirma entonces lo expresado en un principio: «la ciudad se nos muestra siempre omnipresente y omnipotente desde aquí, a la vez nos recuerda que no pertenecemos a ella.»

La memoria se guarda en los lugares y las voces El análisis de la ejecución y los resultados del proyecto de reconstrucción de memoria, descrito en el apartado anterior, tiene como principal fuente de información la página en internet creada para evidenciar el proceso. Además de la ya mencionada revisión de documentos que describen el proyecto de reconstrucción de memoria. Como se mencionó anteriormente, una fase del proyecto apuntaba a realizar una investigación que diera cuenta de la importancia de la cartografía social y de su papel en la construcción de memoria. Sobre ello podemos observar que los resultados dan cuenta de lo mencionado en un inicio, a saber, procesos migratorios motivados por el desplazamiento, donde se distinguen dos: de un lado el ya referido de la Violencia que llevó a campesinos a vivir en la localidad

mediante la invasión de terrenos; de otro, la migración interna de habitantes del centro de la ciudad que tras el «Bogotazo» se trasladaron al sur para reasentarse en la ciudad. Por ende, los lugares también guardan memoria y mediante ellos pueden recuperarse esos relatos perdidos u olvidados para que caminen nuevamente en los recuerdos de los habitantes. Además de permitir referenciar actores importantes para la comunidad, dando un rostro a los mismos (Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe, 2012a). Hacemos aquí una pequeña pausa para recordar la importante reflexión de CastroGómez (2009) sobre el papel de las ciencias sociales en la construcción de la sociedad. El autor refiere que estas ciencias no están aisladas de la estructuración social y sus relaciones, sino que por el contrario hacen parte de esos lugares que producen y reproducen la sociedad, por lo que asumen una función ideológica. En esta medida, reconocer dicha función nos permite utilizar las ciencias para el alcance de los objetivos que se proponen las comunidades, como se realiza en este caso con la cartografía social para permitir a las comunidades recuperar la memoria. La importancia de la referencia a estas reflexiones halla sustento en la labor que debe desempeñar la ciencia como acompañante e impulsadora de inclusión para aquellas comunidades negadas y excluidas; en esa medida,


asumir este propósito pasa por pensarnos el papel y trasfondo ideológico que guardan los instrumentos utilizados, más aún en un contexto donde la ciencia se halla tan alejada de las comunidades excluidas. En este sentido, los resultados de la investigación realizada por el Equipo de Paz de RUU (2012c) señalan la «pertinencia de construir un mapa variado, de un territorio poblado por personas diversas», para escuchar sus voces, que son las voces de la historia no oficial, la historia que no se quiere

Rememorar desde la imagen y el relato La recuperación de estas voces fue posible mediante los talleres de formación que se realizaron en la localidad. Uno de los resultados fue del taller con jóvenes, donde en

Figura 2. Fotografía de dibujo sobre la violencia rural y el desplazamiento forzado

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reconocer ni respetar, la historia que se desea eliminar de las mentes de los colombianos, para que las cosas sigan el trasegar impuesto por unos pocos que buscan legitimar un poder a costa de la vida de muchos. Además, la investigación dio cuenta de la necesidad de utilizar medios alternativos que permitieran expresar a la comunidad las reconstrucciones de memoria realizadas, como herramientas para ello se identificaron el mural, el taller de herramientas comunicativas y sus producciones, y el relato que acompaña la exposición de la cartografía social.

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la búsqueda de elaborar medios alternativos se obtuvo la producción de dos imágenes, del Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe (2012b), que dan cuenta de una clara recuperación de memoria. La primera de ellas (véase figura 2) nos muestra la violencia vivida por los padres en el campo. La imagen ubica una realidad que permite reconstruir la memoria de las víctimas. La expresión de horror del sujeto desplazado, junto a su clamor por el cese del hecho que le convierte en víctima; por su parte, la casa nos ofrece dos elementos de interés, se logra personificar la arquitectura rural y encontramos en el uso de los colores de la bandera una referencia a que no se desplazó a unos campesinos, no se le quemó la casa a unas colombianas, sino que fue a todas las personas a quien se les infligió este daño; por otro lado, el actor armado se nos muestra, aparentemente, sin rostro, pues solo se observan las manos y el fusil del mismo, pero creemos que la imagen construyó el verdadero rostro del actor armado al dibujar dos manos que manipulan como marioneta a la persona que empuña el arma, esta expresión da cuenta de que fueron sujetos externos quienes se beneficiaron de aquella violencia vivida, y no los actores directos, aunque claro está, ellos también guardan responsabilidad. Finalmente, tenemos una nueva referencia a que la responsabilidad recae en otro que no muestra su rostro, al fondo derecho de la imagen puede observarse una familia empacando sus cosas para irse, pero también son manipulados por una mano a manera de marionetas, pues nuevamente estas acciones fueron motivadas por otros que obtuvieron beneficio tras la realización de las mismas.

Es imposible no asociar la imagen presentada, como su reconstrucción de memoria, a la elaboración teórica al estudio realizado por García (2009). Así como su estudio nos muestra que las imágenes de revista Semana crearon con su repetición unos recuerdos encubridores que darían legitimación al paramilitarismo, posicionarían a las víctimas como chivos expiatorios necesarios para satisfacer el orden establecido, y en especial generarían una falta de responsabilidad de los victimarios en y por los hechos; tenemos que la imagen aquí expuesta también busca promover unos imaginarios, y por qué no, unos recuerdos encubridores que, siendo los señalados en el párrafo anterior a partir del análisis de la imagen, sacarían a flote lo que Gómez (2008, pp. 81-84) llama verdad desnuda y verdad sentido. En consecuencia, la imagen construida se apropia de esa capacidad de construcción de imaginarios y de recuerdos encubridores, busca refutar la verdad compromiso que estableció el orden institucional y posicionar la verdad sentido, porque no concibe el imaginario construido por las instituciones como el acorde a los hechos, sino que lucha contra él, denota así un reclamo por justicia para que cese la impunidad, se anule la verdad ficción que rompió los vínculos entre los hechos y las consecuencias políticas y sociales del mismo, y se


reconozca entonces una justicia que solo puede funcionar cuando la verdad desnuda y la verdad sentido se ligan honestamente. Vale la pena definir estas diferenciaciones de la verdad para hacer entendible la lucha librada desde la imagen. La verdad desnuda, según Gómez (2008), es aquella que relata de manera detallada los hechos ocurridos; la verdad sentido es aquella que establece la explicación del por qué ocurrieron los hechos relatados en la verdad desnuda; empero, la institucionalidad y los responsables de la victimización construyen una verdad ficción que justifica la explicación de la verdad sentido en causas supremas, por lo que resta importancia a los daños causados. Ahora bien, como la víctimas siguen reclamando una verdad desnuda y una verdad sentido, pero los victimarios reclaman una verdad ficción para no ser juzgados por sus crímenes, el Estado construye una verdad compromiso, donde de manera salomónica se juega a dar partes iguales a cada uno, pues se permite la verdad desnuda para que la víctima conozca los hechos, pero se condiciona la existencia de la verdad sentido a la impunidad del victimario, es decir, la confesión de los hechos y las razones que lo motivaron no deben generar repercusiones legales ni penales sobre el autor de los acciones. Cuando los acuerdos víctima-victimario no garantizan dicha impunidad, el Estado impone la verdad ficción, elimina la verdad

Figura 3. Fotografía de cuerpo simbólico rodeado por poema.

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sentido, y ejerce una nueva violencia sobre la víctima con la verdad compromiso. (Gómez, 2008, pp. 75-84). La segunda imagen (véase figura 3) del Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe (2012b) da cuenta de la desaparición forzada y sus consecuencias. La imagen construida presenta el croquis de una persona asesinada, en cuyo rostro se observan muchos otros que tienen sus ojos y boca vendados, el cuerpo está rodeado por un poema y en su interior se observan algunos dibujos que representan múltiples situaciones de violencia.

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«Ellos vienen, me atacan, Hacen que regresen mis lágrimas a mi mente. Aunque quisiera estar con ellos, ya no están. Solo me han dejado. A dónde van los desaparecidos Buscan el agua entre los matorrales Y por qué es que se desaparecen, Por qué es que no todos somos iguales Cómo se le habla al desaparecido Con la emoción apretando por dentro Cuanta falta me haces Cuánto tiempo pasó esperando tu presencia en mi puerta Con la esperanza de tu retorno Sin la convicción de tu ausencia Cómo se pierde entre tinieblas la esperanza de vivir libremente» (Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe, 2012b). La imagen también se disputa la verdad compromiso del Estado y sus imaginarios para posicionar la verdad sentido de la mano de la verdad desnuda. En consecuencia, las reflexiones y relaciones teóricas realizadas anteriormente son propicias para esta. Ahora bien, esta imagen despierta otras reflexiones y relaciones de igual importancia: el rostro del desaparecido, la acción de vendar simbólicamente los ojos y bocas de los rostros que conforman el del cuerpo asesinado nos da un mensaje claro: se ha negado la voz a las víctimas y la posibilidad de ver cómo ocurrieron los hechos, se niega entonces la reparación a la víctima. Recordando lo afirmado por Gómez (2009, pp. 93-95), es necesario conocer la verdad de los hechos para que la víctima pueda cerrar la herida. Si recurrimos a lo expuesto por los victimarios desde lo relatado por Gómez (2009), tenemos que se niegan a adentrarse en la verdad desnuda por considerar que esta reabrirá las

heridas y causará nuevos dolores, pero la respuesta de las víctimas resulta contundente, conocer la verdad no puede reabrir una herida que nunca se cerró, sino que permite justamente eso, cerrarla. Así mismo, importantes procesos de memoria como el realizado en Guatemala con mujeres víctimas del genocidio sucedido entre 1982 y 1985, que tiene como producto un documental donde estas mujeres cuentan las vivencias que les victimizaron, pero sobre todo las nuevas actividades que les permiten hablar sobre lo sucedido y cerrar las heridas que se mantenían abiertas desde esa época. En el documental hay una continua referencia a la voz de la víctima y su importancia en el proceso de reparación para la misma. Según lo expuesto, las víctimas afirman que era necesario hablar sobre los hechos ocurridos porque se sentían en parte culpables por lo sucedido, porque se había construido un velo sobre los hechos que les impedía dejar atrás el dolor y daño causado para poder seguir adelante. Aunque la forma de victimización es distinta, pues estas mujeres fueron objeto de violaciones, desplazamiento, persecución militar y genocidio, y los habitantes de RUU vivieron el conflicto armado desde el desplazamiento y la pérdida de su lugar de origen, podemos encontrar que ambos procesos, a su manera, reclaman la necesidad de que la voz de la víctima sea escuchada.


El poema que rodea el cuerpo es importante en la medida que fue creado por los jóvenes de la localidad, y porque mediante él podemos observar el dolor que representa para aquellos desplazados la incertidumbre sobre los familiares desaparecidos, que no pudieron huir con ellos a la ciudad, porque el conflicto se los llevo pero no los devolvió ni siquiera muertos. Puede notarse la identificación del victimario en la frase «ellos vienen, me atacan»; la incertidumbre y el dolor sobre las razones de la desaparición en las frases «a dónde van los desaparecidos», «por qué es que se desaparecen», «por qué es que no todos somos iguales»; y ese vacío que deja la ausencia del ser querido en las frases «cuánta falta me haces, cuánto tiempo pasó esperando tu presencia en mi puerta, con la esperanza de tu retorno, sin la convicción de tu ausencia»; y la descripción de una vida incompleta en la frase «cómo se pierde entre tinieblas la esperanza de vivir libremente.» Por otro lado, retomamos uno de los talleres de cartografía crítica que se realizaron con adultos mayores del territorio, quienes participaron de las invasiones relatadas al inicio del presente ensayo. El taller tomó el nombre de Colcha de la memoria. El desarrollo de estas cartografías pidió a los habitantes reconstruir la arquitectura de las casas y las acciones necesarias para lograrlas, llegando a la conclusión de que la

Campañas por la memoria: hablan los muros (Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe, 2012e) Las campañas desarrolladas en la localidad encontraron como principal fuente de apropiación y resignificación territorial la realización de murales en espacios estratégicos de las UPZ’s. Así, bajo el nombre de Colores de la Memoria, los habitantes de la localidad recrearon la memoria, reivindicaron sus luchas y celebraron sus victorias. Una segunda fuente de apropiación y resignificación territorial fueron las intervenciones artísticas y culturales que acompañaban la realización de estos murales, su principal función fue la de visibilizar el

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memoria del pasado es necesaria para proyectar la vida y entender que la misma es un eterno presente. Rescatamos el relato de don Vicente al presentar su cartografía, porque creemos que da cuenta de la premisa planteada (Equipo de Paz Rafael Uribe Uribe, 2012d):«Cuando llegué al barrio sufrí mucho, no había ningún servicio en mi ranchito, me robaban hasta las cobijas. Para construir algo tenía que traer materiales al hombro desde Danubio (por lo menos a 15 minutos a píe). Tengo siete nietos, me siento muy feliz con ellos.» Este relato nos muestra la dura realidad y el gran esfuerzo que implicó construir la vivienda, hacerse a un espacio donde desarrollar la vida, y también nos presenta que el futuro trajo otros lugares y personas que dieron alegría, en este caso sus nietos. Ahora, creemos que también remite al presente, porque la labor no está completa, como pudo evidenciarse en la descripción de la localidad, faltan aún muchas cosas en el territorio y las luchas que se gesten esperan satisfacerlas.

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ejercicio realizado y apropiarse de manera más amplia del territorio. A continuación, se describen de manera breve los ejercicios realizados en cada UPZ de la localidad. La apropiación y resignificación de la UPZ Diana Turbay se materializó con dos tipos de intervenciones, en primer lugar, se recuperó un espacio con ayuda de los habitantes y de la Alcaldía que se había convertido en basurero y tiradero de escombros, para realizar un mural en el mismo, otro mural tuvo lugar en la misma UPZ pero en un barrio diferente. La importancia de estos murales radica en la recuperación de memoria realizada sobre el poblamiento del territorio, y la reivindicación de las luchas que se han librado como de las que quedan por librar. El otro tipo de materialización fue una comparsa que bajo el lema En defensa de la vida y la dignidad: Un día de cultural para la comunidad buscó cuestionar los escenarios de violencia y ausencia de DDHH que se vive a lo largo del territorio. En la UPZ Marco Fidel Suárez no pudo darse una fuerte apropiación del territorio, las dificultades de haber desarrollado el proceso tan solo con hinchas de Millonarios impidió esta acción, pues podría desencadenar riñas o tensiones con hinchas de otros equipos, lo cual era contrario al espíritu del proyecto. Por lo anterior, se decidió hacer una toma cultural donde los hinchas se expresaron mediante una batucada, y adultos mayores presentaron una coreografía de un baile típico del país. En Marruecos se concentró la actividad en una resignificación que dio cuenta de la problemática del desplazamiento, sumada a la persecución policial sobre los invasores de terrenos. Este mensaje se transmitió mediante una representación teatral donde dos mujeres buscaban un lugar donde

asentarse, y un agente de la «mijin» pedía documentos a la gente, además de hacerles preguntas y actuar como perseguidor. San José, por su parte, concentró los esfuerzos en una apropiación del espacio desde los colegios Enrique Olaya Herrera y el Liceo Femenino Mercedes Nariño, en el primero, se reconstruyó la invasión española a las tierras americanas y, en el segundo, se rememoró la lucha independentista. En la UPZ Quiroga se realizó una marcha por la paz y la dignidad, para arribar a una jornada cultural en uno de los parques de la zona, a pesar de la diversidad de población que acompañó el proceso de recuperación de memoria en esta UPZ, no se logró generar una mayor apropiación de los territorios y recuperación de la memoria, posiblemente por el proceso de poblamiento estatal planificado que se llevó a cabo para su construcción. De manera general, podemos apuntar que la caracterización realizada en los dos primeros apartados se nos confirma en el desarrollo de estas campañas, dado que los lugares donde se reivindicaron de manera directa las luchas y en los que la memoria jugó un papel relevante fueron las UPZ de Marruecos y Diana Turbay, mientras Quiroga y San José presentaron unas actividades menos reivindicativas o que rememoraron cuestiones más generales como la Independencia o la invasión española. En


función de esto, podemos decir que el tejer memoria permite observar los imaginarios políticos que guarda la comunidad en su seno, pero además logra transmitirlos a aquellos que no participan directamente de las actividades, quienes al observarlas se sienten interpelados por las mismas. Frente a la apropiación y re-significación se considera que fue efectiva en la medida en que se toma un espacio para convertirlo en lugar de la comunidad, pero en especial porque permite, a partir de la rememoración, enviar un mensaje a los otros y hablar con ellos sobre lo que les construye. Como lo decíamos en el título de este apartado, hablan los muros, ya que fue mediante los murales y la imagen que se logró plasmar la memoria reconstruida y encontrar esos lugares que dieron vida al presente; por otro lado, al acompañarles de tomas culturales y artísticas fue posible llamar al resto de la comunidad y, en especial, cuestionar la cotidianidad violenta establecida en el territorio. Creemos que este es el gran resultado de las campañas.

Conclusiones: memoria y participación El presente documento ha dado cuenta de una localidad diversa que concentra población víctima de la violencia, pues buena parte de ella fue desplazada por el conflicto

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armado en el campo o por situaciones de violencia en el centro de la ciudad que hacen parte de ese conflicto armado; a lo que se suman unas condiciones violentas y de precariedad de servicios en el territorio, que si bien se han subsanado en algunas de sus UPZ, persisten en las otras y develan una situación de vulnerabilidad. Ahora bien, esta situación de vulnerabilidad podría interpretarse como situación meramente económica con necesaria intervención política para su transformación, pero que no las convierten en víctimas, siendo entonces el desplazamiento por conflicto armado la única razón para serlo. Empero, los comportamientos, imaginarios y representaciones que se ciernen sobre el territorio son los que los convierten en víctimas. Al observar las construcciones realizadas por las instituciones —especialmente la policía— y la prensa, constatamos la construcción de un imaginario que representa los lugares como zonas de constante conflicto y violencia, donde sus habitantes son caracterizados de igual manera. Es desde aquí que encontramos la victimización de los habitantes, y es desde aquí también que se reclama una figura de doble víctima para los mismos, pues no solo sufrieron una violación de los derechos en el lugar de origen, sino que se reprodujeron otras violaciones a los derechos desde las entidades estatales, las entidades comunicativas y la sociedad en general al negárseles condiciones de vida digna y al promover imaginarios peyorativos sobre estos lugares y habitantes. El proceso de reconstrucción hace evidente también esta figura, pues resulta recurrente la alusión a ambas situaciones de violación de derechos. En consideración de lo anterior, debe observarse que la población halla unas

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diferenciaciones en su territorio como se expuso desde un principio; las comunidades de la zona no consolidada residencialmente (ver mapa p.2) sienten aún la necesidad de librar luchas por sus derechos y las reconstrucciones de memoria se dirigen principalmente a la forma en que se desarrolló el poblamiento, pues estas situaciones fueron las que les configuraron como víctimas. Por su parte, las zonas consolidadas dan cuenta de un mayor bienestar social, pues sus expresiones se muestran más generales y asumen luchas menos locales, de igual forma, sus reconstrucciones de memoria se muestran más distantes de lo local, remitiendo más bien situaciones de carácter nacional. Otro elemento de interés sobre el proyecto desarrollado es la concurrencia de la imagen en las distintas construcciones realizadas, así, desde el taller de herramientas comunicativas hasta las campañas por la memoria, pasando por las cartografías sociales, tenemos que se recurre a la imagen como elaboración capaz de comunicar los imaginarios construidos, y que desde García (2010) y Gómez (2008) podemos observar como disputa de imaginarios por establecer nuevas verdades. Finalmente y remitiéndonos a un asunto de especial relevancia para el presente texto, es necesario arrojar una reflexión sobre la capacidad de la memoria para crear acción política, para tejer comunidad y para reparar a las víctimas. De manera general, podemos observar que la memoria potencia un rescate de las luchas y acciones necesarias para llegar al presente, crea en los actuales habitantes una remembranza que despierta la necesidad de cambiar la realidad cuando la misma se muestra distante de los sueños anhelados pero cercana a las realidades violentas soportadas en

un principio. Por ello, consideramos que las movilizaciones y apropiaciones territoriales de la zona no consolidada territorialmente (Marruecos y Diana Turbay)3 fueron más fuertes que las de la zona que sí lo está (Quiroga y San José), dado que en la primera se rescató el proceso de poblamiento, se identificaron luchas locales y se resignificaron espacios contra la violencia, mientras en la segunda se llegó más a actividades culturales sin gran incidencia política y de memoria local. En esta medida, las movilizaciones y apropiaciones del Diana Turbay y Marruecos (zonas no consolidadas residencialmente, ver mapa p. 2) poseen mayor complejidad frente a las vistas en Quiroga y San José (zonas consolidadas residencialmente, ver mapa p.2), pues allí la memoria cumple tres importantes tareas para la comunidad y para el territorio: primero, potencia y clarifica la participación política, además de hallar lugares propicios para efectuarla; segundo, establece acciones de evaluación sobre los logros alcanzados por la

3 El caso de la UPZ Marco Fidel Suárez, que hace parte de la zona no consolidada, vuelve a ser particular, como se vio en un principio, aquí confluyen dinámicas de poblamiento planificado y no planificado, e igualmente dinámicas de violencia interna (enfrentamiento de barras bravas) esto impidió desarrollar fuertemente el proceso de reconstrucción de memoria y apropiación del territorio.


comunidad, al tener esta un presente y un pasado claros; y, por último, pero aún más importante, da la posibilidad a los habitantes de reconocerse como hermanos de lucha y de vida en el trasegar del territorio, ampliando la significación del mismo. En línea con lo anterior, y aclarando que entendemos la participación política como aquella acción que crea decisiones vinculantes y define aspectos de lo comunitario o público,4 especificamos dos dimensiones de la participación política lograda: la primera refiere a la apropiación de los espacios en sí, pues cuando los habitantes apropian los espacios y los resignifican creando impacto en su comunidad, están generando soluciones a los problemas de la localidad sin la intervención del Estado; la otra dimensión es la participación política tradicional, es decir, la que actúa en o sobre el Estado, mediante los mecanismos y espacios que se han definido desde el mismo. Así, creemos que cuando las comunidades reconocen sus problemas, sus luchas y su comunidad, a partir de la memoria, se plantean los espacios necesarios para reclamar al Estado las soluciones

4 Un desarrollo más amplio de esta concepción puede encontrarse en Losada L., Rodrigo & Casas C., Andrés (2008). Enfoques para el análisis político: Historia, epistemología y perspectivas de la ciencia política. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana. pp. 21-31.

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necesarias que no pudieron solventar los propios habitantes. Procesos como el desarrollado en RUU nos invitan entonces a reflexionar sobre las capacidades de la memoria y su ejercicio, a fin de encontrar nuevas vías para el fortalecimiento comunitario y organizativo que se traduzcan en nuevas acciones políticas desde las bases que den como resultado la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de los múltiples territorios que guarda nuestro país.

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NUESTRO 1984 EL PAPEL DE LA MEMORIA COLECTIVA EN EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL

Camilo Mejía Jurado Jenny Andrea Pulido *11

IDENTIDAD Y MOVILIZACIÓN

*1 Estudiantes de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá. crmejiaj@unal.edu.co; japulidot@unal.edu.co


Ilustración por: Lina María García Herrera

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las voces de El Salado


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Introducción Las universidades en Colombia como centros académicos y de pensamiento se encuentran incrustadas dentro de las dinámicas nacionales y se han constituido desde el siglo pasado como actores políticamente activos, debido a su diverso componente de clase e ideología que empezó a variar con el cambio del carácter de las admisiones. Así mismo, dentro de estos procesos de significación y resignificación de actores universitarios y del movimiento estudiantil, se han observado conflictos de interés no solo entre los diversos participantes en el ámbito nacional, sino también en las disputas internas entre comunidades pertenecientes a las mismas universidades. Este es el caso de la Universidad Nacional de Colombia, en la que gran parte de sus estamentos se han caracterizado por el desarrollo de referentes críticos y transformadores de la realidad del país, compuesta por grandes dosis de injusticia y desigualdad. Es por esta razón que han jugado un papel trascendental dentro de las dinámicas políticas a la hora de respaldar procesos, denunciar o exigir soluciones frente a problemáticas tanto locales como nacionales que han azotado al país a lo largo de su historia. Ejemplo de esto son las protestas que se dieron en 1929 contra la masacre de las bananeras, las de la década de los 70 contra las reformas educativas y sindicales, las de los años 80 con el apoyo a los sectores campesinos del país, hasta nuestros días con la protesta que llevó a la construcción de un modelo de educación superior distinto encabezado por la MANE. Durante todos estos procesos, que se han llevado a cabo a través de diferentes medios, desde los pliegos de peticiones, los eventos, hasta las movilizaciones y paros, ha sido una constante la marcada represión

que se genera por parte de las directivas universitarias y las fuerzas del Estado hacía las organizaciones y movimientos que abanderan algún proyecto político y social diferente al hegemónico. Partiendo de este panorama, es necesario resaltar la importancia que representa la memoria colectiva frente a la historia de nuestra universidad, pues nos permite a partir de nuestras experiencias reconstruir los hechos, no solamente como un ejercicio de recordar, sino como uno para reconocer qué es lo que nos ha traído hasta acá y, en esta misma vía, a dónde queremos llegar y cómo lo haremos. Es por esto pertinente estudiar un caso emblemático de la Universidad que se dio en el marco de uno de estos procesos de resistencia política: la masacre estudiantil del 16 de mayo de 1984. Este hecho, marcado por la fuerte represión al movimiento estudiantil perpetrada por las fuerzas del Estado, ha sido víctima, a través de los años, del desconocimiento y por ende del olvido, cuestión que deja al descubierto la necesidad de reconstruirlo, para poder evitar que haya otro 1984 en nuestra universidad.

A manera de antecedente: movimiento estudiantil y residencias universitarias Durante el periodo transcurrido en los años 70, la realidad del sistema educativo


colombiano se encontraba marcada por una creciente influencia del banco interamericano de desarrollo, la OEA, la Ford y Kellogg’s, entre otras. Es así, como en ese entonces cobra fuerza el movimiento estudiantil, como respuesta a la fuerte representación de dichas organizaciones y empresas internacionales, y a la marcada influencia del capital y de la iglesia en el Consejo Superior Universitario. Por ese entonces, las grandes movilizaciones estudiantiles, que mostraban el apoyo a las luchas campesinas y a las sindicales, se unían con las protestas contra el gobierno de Misael Pastrana y la reforma educativa propuesta por el entonces ministro de educación Luis Carlos Galán Sarmiento; lo cual genera el cierre de la Universidad en el año 71 y posteriormente el primer cierre a residencias universitarias, excepto para los estudiantes casaEran las épocas en que los cercos a «Gorgona» duraban semanas, y dos en el año 1972. eran violentos los enfrentamientos entre la tropa y los estudiantes En el año 1976, bajo la exque se atrincheraban dentro. En medio de la batalla y esquivando cusa de la necesidad de retanto piedras como gases lacrimógenos iban saliendo a la calle muestructuraciones en el camchachos de provincia con su ropa en una mochila y mujeres jóvenes pus se da el primer cierre con sus hijos de la mano. Eran los estudiantes que vivían allí, bajo de las residencias univerel único techo que los amparaba en la capital [...] El martes 21 de sitarias para varones, bajo septiembre unos mil estudiantes resolvieron recuperar el cascarón el mandato del ministro de semivacío y transformarlo nuevamente en casa. Las cámaras de teeducación Hernando Dulevisión le transmitieron al país la extraña imagen de un gran grupo rán Dussan, lo que genera de muchachos y muchachas que, por miedo a las represalias, se tamarcadas oposiciones despaban la cara con pañuelos y bufandas mientras iban entrando su de el estudiantado, con el parafernalia de ollas, teteros, cobijas, tarros de leche en polvo y bolapoyo del representante de sas de Comapán. (Semana, 1982)

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los decanos Carlos Osejo y el representante de los profesores Eduardo Umaña Luna. Durante los siguientes cuatro años se realizan varios esfuerzos por recuperar las residencias y nace así el comité pro-recuperación de residencias (CPR), que se empieza a gestar desde la colonia estudiantil nariñense. En reuniones con el entonces rector Ramsés Hakim, se abre la posibilidad de adjudicar residencias a los estudiantes, por lo que el CPR establece comisiones de propaganda, finanzas y estudio de presupuestos para plantear el posible proyecto de adjudicación. Tras los logros alcanzados, en una época de grandes movilizaciones y mítines, es asesinado el profesor de la Universidad Nacional Álvaro Álava Montenegro, quien era un fuerte representante del movimiento estudiantil, lo que genera grandes descontentos en la comunidad universitaria. Así, el CPR organiza una toma pacífica a las residencias universitarias del 16 al 21 de septiembre de 1982. Así ocho grupos de diez estudiantes universitarios cada uno se toman puntos estratégicos de las residencias Uriel Gutiérrez y Camilo Torres, conocidas como «Gorgona». Estos hechos se reflejaban también en los medios de comunicación:

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Se expresaba firmemente la necesidad de mejorar la calidad de vida en las residencias para niños y adultos principalmente y el fortalecimiento del bienestar universitario, que incluía los servicios de cafeterías, médico, odontología, bibliotecas y laboratorios; dichos esfuerzos son celebrados por el periódico estudiantil que expresa claramente la necesidad de evidenciar la «despreocupación de cuanto rector, ministro y gobierno pasaron en los últimos años.» (García, 1986, p.34) El 7 de Octubre de 1983 es asesinado Yesid González por la fuerza motorizada y armada que ingresa a la Universidad Nacional el día del guerrillero heroico.

Año 1984 En el inicio del año 1984, se da en las residencias estudiantiles Uriel Gutiérrez la muerte del estudiante Julio Barrera por abuso de drogas, lo que genera gran malestar y conflictos armados al interior de las residencias; como respuesta a estos hechos, surge un comunicado de la Rectoría planteando la necesidad de desalojar las residencias por parte de los estudiantes o por el contrario se tomarían medidas de militarización en estas. Así, para el 6 de abril se inicia el éxodo de residentes hacia el barrio Policarpa ubicado en la localidad Antonio Nariño, donde permanecerían mientras las directivas adjudicaban nuevamente las residencias. Tras la negativa y las demoras durante el proceso, el 25 de abril se da una marcha de retorno a residencias, la cual es violentada en su recorrido por parte de las autoridades. Posteriormente, el 9 de mayo es asesinado en Cali el estudiante de odontología de la Universidad Nacional Jesús Humberto León Patiño «Chucho», miembro del servicio de cooperación estudiantil, hecho que generó nuevas protestas. Se da entonces, por parte

de las directivas, una nueva adjudicación de residencias, donde se excluía a 300 compañeros estudiantiles, por tal motivo el 16 de Mayo, se organiza la jornada político-cultural en homenaje a Jesús y evidenciando nuevamente el problema de «Gorgona».

El 16 de mayo En la jornada de protesta organizada por los estudiantes en torno a la indignación por la muerte del líder estudiantil Chucho León Patiño y por las reivindicaciones en defensa de las residencias estudiantiles, se realiza una concentración en la plaza Che Guevara donde se inicia con la quema de un bus. Posteriormente, se realiza una movilización que se dirige a la calle 26 donde los estudiantes son recibidos por un cuerpo de la Fuerza Disponible de la Policía y se produce un enfrentamiento. Según testimonios de la época (Memoria y palabra, 2009), algunos encapuchados disparan con armas de fuego desde la Universidad contra la fuerza pública, lo que sirve de excusa para que esta ingrese a la Universidad y responda igualmente con armas de fuego; sin embargo, y como lo demuestran muchos de los testigos y víctimas de los hechos, los encapuchados eran realmente policías infiltrados que luego del ingreso de la fuerza pública y en medio


Memoria colectiva como bandera de lucha en el movimiento estudiantil Los historiadores no son los únicos que alimentan la memoria, gran papel le cabe a los medios masivos de comunicación y a los poderes dominantes. Además ella siempre es selectiva, resalta unos hechos mientras oculta otros y, en cualquier caso, procesa el pasado en forma tal que nunca lo entrega tal como ocurrió. Está también la cuestión del olvido, materia que interesa a los historiadores tanto como el recuerdo. (Archila, 2010)

de la confusión empiezan a disparar hacia los mismos estudiantes. El desalojo por la fuerza de las residencias universitarias conlleva a la captura de un sinnúmero de estudiantes que son golpeados, torturados y en muchos casos asesinados con tiros de gracia dentro del mismo campus. Hasta el momento se desconoce el número de estudiantes que fueron asesinados y desaparecidos en aquel fatídico día, pues para sorpresa de muchos, al otro día de los enfrentamientos la Universidad amaneció como si nada, todos los escombros y los cuerpos habían sido recogidos y la prensa nacional y local ocultaba el hecho, solo el pronunciamiento de periódicos estudiantiles arrojaban visos de lo acontecido. La policía modificó los hechos y se pronunció frente a los mismos, afirmando que lo sucedido allí era un enfrentamiento entre fuerzas de Policía y grupos guerrilleros que desde la Universidad disparan contra los miembros de la fuerza pública. Finalmente, el 10 de junio se da el cierre de las residencias por tercera vez y se suspenden las actividades académicas y administrativas de la Universidad, que permanece cerrada por un año. Durante este periodo la Universidad Nacional sufre grandes modificaciones en sus

El siglo pasado se configuró como un siglo de importantes transformaciones políticas y sociales en la región latinoamericana, estas transformaciones tuvieron como un actor altamente participativo a los diferentes movimientos estudiantiles que generaron tensiones con los diversos regímenes políticos existentes, gestando evidencias de conflictos y de luchas de los sectores sociales universitarios por la reivindicación de sus derechos y por la búsqueda de bienestar. Para el caso colombiano el momento histórico del movimiento estudiantil en la década de los 80, y esto es su organización y movilización, se encontraba en un momento precoz y carecía de articulación nacional desembocando, sin embargo, en fuertes luchas locales entre la que se encuentra la significativa lucha por las residencias y cafeterías estudiantiles en la Universidad Nacional, proceso que implicaba un renacer del activismo gremial universitario que en ese momento se vio truncado por las diversas formas de represión estatal, que estigmatizaban y marginalizaban al movimiento estudiantil como un grupo beligerante que iba en contracorriente del deber ser estudiantil, esta

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programas académicos, políticas de bienestar y una reorganización general basada en políticas neoliberales.

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criminalización del movimiento tuvo su mayor expresión en los acontecimientos del 16 de mayo de 1984. Dichos acontecimientos se desarrollaron en la época del Estatuto de Seguridad propuesto por Turbay, que dio paso a la criminalización de actos de protesta, principalmente los provenientes del sector estudiantil como un actor político de oposición en las ciudades colombianas, hecho que se vería reflejado en las constantes persecuciones al movimiento y a sus integrantes; la coyuntura colombiana para la época daba pertinentes bases para esta implementación. La existencia de grupos guerrilleros y el auge del narcotráfico de los que se presumían estaban infiltrados en las universidades daba al Estado y a las directivas universitarias el arbitrio para catalogar al movimiento como un ente al margen de la ley, lo que a su vez se constituyó como una justificación para la persecución de estos grupos, pues era necesario silenciar la voz inconforme que se manifestaba a través de la crítica a la realidad nacional y aquella vivida al interior del campus universitario.

esta época en el movimiento estudiantil y en el campus de la Universidad Nacional. Taussig, en su obra El terror como lugar común, permite observar y analizar el cómo la universidad, a pesar de presentarse como un espacio de participación y apertura democrática, también fue víctima de lo que el autor denomina «el terror como lo cotidiano», donde el actuar de los diversos grupos se veía sujeto a las referencias sociales de la educación superior y la civilización. Tanto en ese entonces, como en la actualidad, los colectivos, organizaciones y grupos que surgen del movimiento estudiantil ponen sobre la mesa la apuesta de auto reconocerse y resignificarse dentro de un marco de luchas que Las residencias estudiantiles como uno de los principales agentes permitan reconstruir la inductores y su más caracterizado cómplice. La existencia en ellas historia del movimiento, de individuos dedicados a actividades oscuras o ilícitas, amparados proyectándose además en por el fuero estudiantil y por una ausencia de medios institucionales la búsqueda de una transadecuados para contrarrestarlos (García Melo, 1984) formación social que se enmarque en todos aqueTodos estos procesos configuraron una llos sectores que exigen una reparación. red de represión y terror de Estado, que Apuntan a la necesidad de generar una no solo desembocó en hechos violentos, identidad colectiva frente a los hechos como la masacre de 1984, sino que esa ocurridos en el pasado en relación con represión y el silencio han ido permeansu presente, para que el movimiento siga do todas las capas de la sociedad, de tal siendo un sector en resistencia que tiene manera que aún en la actualidad, una una apuesta política desde sus reivindicagran mayoría de la comunidad estudianciones gremiales. til desconoce los hechos ocurridos para


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dicha condición sea trasmitida a través de una lucha por la memoria colectiva del gremio que canaliza estos esfuerzos por reforzar la búsqueda de sus reivindicaciones, a la vez que trata de tener una articulación con las condiciones de otros sectores sociales y populares. La culpa y la vergüenza han sido para el estudiante una forma de mostrar su inconformismo y es así como existen organizaciones y movilizacioCuando como sujetos populares nos volcamos hacia la construcción nes en torno a la defensa de de nuestra memoria como movimiento, le disputamos el sentido de la los Derechos Humanos o la historia a las élites políticas y económicas que en este país han consmemoria de quienes han truido los relatos de nuestra nación al acomodo de sus intereses y, en caído en el marco de la proese sentido, abrimos el espacio para que nuestra historia como país testa estudiantil. sea reconstruida a través de muchas voces, a través de los relatos, de Partiendo de esto, en la las experiencias vividas y sentidas de aquellos y aquellas a quienes reconstrucción de los hetradicionalmente se les ha negado la posibilidad de ocupar lugares de chos, así como en la conshabla legítimos frente a la sociedad entera […] Así le apuntamos a la trucción de una memoria construcción de memoria para disputarle a la historia oficial el sencolectiva, es importante tido de nuestra trayectoria y nuestras luchas en el marco más amplio entender los contextos en de nuestra constitución como sociedad. (CILEP, 1984) los que se desarrolla un ejercicio que, para el preEsta construcción como sujetos colectisente caso, representa una resistencia no vos que configuran una identidad en torno solo frente a hechos del pasado, sino ante a los hechos del 16 de mayo parte también una práctica que se sigue presentando, no de quien reconoce la vergüenza presente en con la misma magnitud de aquel día, pero quien ha sobrevivido a la masacre. Los sujesí con consecuencias fatídicas como estutos, en este caso los estudiantes, se dispudiantes asesinados, exiliados o privados de tan entre la culpa o la inocencia al ser sobrela libertad, fórmulas utilizadas para reprivivientes de los acontecimientos, estadio mir la movilización estudiantil. que no solo se refleja para los directamenYa han trascurrido 29 años y aún no se ha lote implicados, sino para quien se ha idengrado esclarecer los hechos, mucho menos tificado décadas después con las víctimas saber quiénes fueron los responsables individe aquella época. Agamben (2000) denoduales y, peor aún, entender el porqué de seta además que esta condición, que paremejante acción. No existe en los pasillos de ce mostrarse contradictoria, es realmente la Universidad Nacional una gran conciencia una cercanía entre ambas sensaciones del frente al tema, aunque ello no implica que la sobreviviente ante los hechos: la incapaciindiferencia y el olvido reinen sobre la Unidad de expulsar la marca dejada en su ser versidad; de vez en cuando aparece un grupo refleja, a su vez, un sentimiento de solidade estudiantes rememorando con grito de ridad prácticamente oculto. El actual moclamor de justicia por los caídos en aquel día. vimiento estudiantil, ha procurado que Este ejercicio que irrumpe la cotidianidad

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universitaria de profesores, estudiantes, trabajadores y visitantes impacta sobre quienes ignoran los hechos y que además padecen de una gran indiferencia frente a los mismos. No cabe duda de que los ejercicios de memoria histórica realizados por organizaciones como Memoria y Palabra y algunos colectivos de Derechos Humanos de la Universidad rompen la cotidianidad, y es así porque tratan de destapar una «verdad desnuda» que entró en disputa desde hace 29 años con inmediatamente después suena una exla política de ocultamiento del Estado y sus plosión cerca al lugar donde se encuentra fuerzas de policía. Volviendo un poco a los la policía y estos entran automáticamente hechos (los cuales no solo ignoró el Estado, disparando con revólveres y ametralladosino la misma administración de la Univerras, los estudiantes corren.» sidad), los testimonios de quienes vivieron lo sucediSeguidamente, en la reconstrucción de los hechos: do son explícitos frente a Vimos cuando un grupo de hombres casi todos de negro y vestidos los intentos de tergiversar deportivamente entraban armados a las residencias femeninas: y los acontecimientos por un empezamos a oír como golpeaban las puertas, rompían las chapas, lado y, por el otro, de oculentonces fue cuando tumbamos las camas y trancamos las puertas, tarlos frente a la misma conos encerramos en los armarios, cuando dejamos de oír ruidos nos munidad universitaria. asomamos, vimos cuando sacaban encañonadas a varias compañePeriódicos de la época ras. Reconocimos a uno con buzo azul al cuello que en la pedrea estacomo El Bogotano titulaban ba entre los estudiantes y ahora llevaba un arma apuntándole a una Emboscada a plomo, Policía compañera. (Memoria y Palabra, 2009) en la U.N. con un subtítulo que mencionaba «Sangrienta batalla a baEl ejercicio de pugna entre una u otra forlazos entre guerrilleros y policías, dentro de ma de reconstruir lo acontecido es la clala Universidad Nacional» (Memoria y Palara contradicción de la que Gómez Muller bra, 2009), los textos se acompañaban de (2008) nos advierte: imágenes de encapuchados corriendo y estudianLa oposición entre estos dos pares de exigencias contradictorias (vertes asesinados. Sin embardad desnuda y ocultamiento, por un lado; verdad sentido y «verdad go, estas afirmaciones no ficción», por otro) se halla estrechamente relacionada con un tercer correspondían con los tespar de exigencias contradictorias: […] la exigencia de justicia, sostetimonios de algunos de los nida por las víctimas, directas o indirectas, y por otra parte, la exique presenciaron los hegencia de impunidad. (P. 74) chos: luego de iniciada la manifestación programada, un estudiante Esta contradicción se agudiza más si comafirma «Una persona con capucha dispara prendemos en contexto en el que actualdesde adentro de la Universidad, cosa que mente algunos estudiantes intentan crear nos sorprende a los que estamos mirando, una conciencia frente al 16 de mayo, ya que


se enmarca en la continuidad de un conflicto político, social y armado implicando además una dinámica estatal y militar en medio de la guerra, por lo que la resistencia a través de la memoria toma un matiz más fuerte. Si bien se ha tratado de luchar contra ese ocultamiento y esa «verdad ficción» en la que no existe una congruencia entre La dinámica en la mayoría de los años ha sido, por una parte, generar las declaraciones dadas, una narración colectiva, convocar a la gente que estuvo ese día, a los lo ocurrido y el por qué de testigos [...] generar un tejido de memoria entre los mismos, pero a la los hechos, Memoria y Pavez el objetivo fundamental es visibilizar esos hechos en la comunilabra se ha empeñado la dad universitaria hoy en día, es ver el punto de inflexión que significó construcción de una «verpara el movimiento estudiantil y para esta universidad […] visibilizar dad desnuda» (hechos tal la violación de los Derechos Humanos y de los hechos […] hoy ya le y como fueron) y una «verapuntamos a esclarecer el papel de lo que en esa época era la Fiscalía dad sentido» (interpretay a través de un derecho de petición estamos tratando de capitalición de dichos acontecizar un acuerdo ente el Centro de Memoria Nacional y la Universidad mientos) con propósito y para que se haga cargo de esclarecer esos hechos. búsqueda de la verdad. Por ahora, cabe preguntarse si podría Este trabajo que trata de presionar en la existir tal reconciliación, como se concibúsqueda de mecanismos para reconstruir be por Gómez, si ni siquiera se ha alcanla verdad y consigo la justicia, como elemenzado un proceso de transición hacia la paz tos fundamentales para la reparación so—pues perdura el Estado de Guerra— y cial a través de la reconciliación, es en lo que persiste, además, la estigmatización con Ruíz Celis (2012) nos llama la atención «las el calificativo de terrorista hacía el movipolíticas de la memoria deben partir del remiento estudiantil. conocimiento de la inaccesibilidad que ha Es así como el contexto en el que se desarrotenido la inmensa mayoría de la población lla el ejercicio de memoria histórica logra ser colombiana al derecho a la justicia y a la veruna contracorriente para los activistas y dedad» (p.99). Por supuesto que los colectivos fensores de Derechos Humanos que, asimisen defensa de los Derechos Humanos y por mo, arroja el ejercicio político como aporte la memoria colectiva tienen presente este

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valioso en la solución política al conflicto. Concretamente, quienes desempeñan este papel en el gremio estudiantil universitario han concentrado su trabajo no solo en blindar al movimiento estudiantil ante la represión, sino también en constituir a dicho movimiento como una bandera para agitar en la lucha por las reivindicaciones concretas a través de dos vías: la movilización y organización del gremio. Teniendo en cuenta lo anterior, el movimiento estudiantil está llamado a reconstruir una historia propia que genere una identidad colectiva a la vez útil en la construcción de una herramienta que les permita la protección de los DDHH. En palabras de Fabián correa, quien hace parte de Memoria y Palabra (2009):

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carácter, por ello, la apuesta consiste en la búsqueda incansable de los mecanismos a la par que la de generar una conciencia frente a la sociedad, además de una identidad que reconozca que la Memoria se convierte en un campo en disputa. La búsqueda de la verdad, el acceso a la justicia, en este caso, promueve el carácter de iniciativa de los vencidos, aquellos que fueron en su momento silenciados y que en la actualidad se ven representados por estudiantes totalmente apartados de los acontecimientos pero que, sin embargo, y debido a que sus luchas son similares a las de aquellas épocas, se sienten identificados. En ese sentido, el acceso a la justicia es la primera batalla de la memoria colectiva, que además parece no agotarse allí y busca, adicionalmente, generar cierta conciencia entre los estudiantes con objeto de continuar luchando por los ideales así como estos lo hicieron en los 80. Bajo esta premisa, la reconciliación o reconstrucción de las víctimas parece transformarse; si bien la búsqueda de la verdad y las razones de la masacre persiste, las víctimas se han dispersado y son representadas por otras personas que encaminan sus esfuerzos hacia la recuperación de lo que fue arrebatado, lo que no le resta validez a esta lucha. Con respecto a la trascendencia del trabajo de los activistas por la memoria, Claudia Girón (2010) resalta el papel no solo de denunciar, sino de resistir frente a la política de olvido del establecimiento y el victimario. Es así como se parte de caracterizar que la resistencia, a través de la memoria y como un campo de disputa política, debe ser, por una parte, atractiva hacia quién se dirige el trabajo, pero, por otra parte, y tal vez más importante, debe ser un campo propositivo que busque reconstruir un tejido social que toma validez para dar fin al conflicto que ha

azotado al país y que se identifica principalmente por excluir políticamente. Retomando la importancia del contexto en el que se hace el ejercicio de memoria colectiva en el marco del conflicto, la apuesta de Memoria y Palabra consiste en denunciar no solo la persistencia de ese tipo de prácticas que vulneran los derechos de los estudiantes, sino además la importancia histórica que ha tenido el movimiento estudiantil para la lucha por los derechos del pueblo colombiano en la historia nacional: recordar y perseguir «los sueños por los que ellos murieron». La tarea que atañe a los activistas se dibuja en un panorama complejo que, por un lado, traspasa su campo de intervención, entendiendo que el movimiento estudiantil parte de una lucha reivindicativa como lo es la defensa de los Derechos Humanos, pero que traspasa a algo más amplio como es la transformación del modelo educativo. Por otra parte, construir memoria a través de develar la verdad y así generar justicia va más allá del sector estudiantil, traspasa hacia otros sectores sociales inmiscuyéndose en un fenómeno complicado como lo es la solución política al conflicto. Esto arroja la necesidad que tienen estos colectivos de articular su lucha no solo en suma de fuerzas, sino en lograr configurarse un panorama general de aquello que indirecta o directamente incide sobre su campo. La guerra en Colombia reproduce prácticas


como las de 1984 dentro del estudiantado, pero la solución del mismo va más allá de sus manos como estudiantes. En este sentido cobra importancia el conflicto armado por razones que clarifica Gonzalo Sánchez (2003), y es que la guerra, como se ha desarrollado en Colombia, representa un choque de fuerzas desiguales donde los intentos de procesos de paz se hacen sobre la dominación; los indultos y las amnistías se realizan sobre los vencidos, los rebeldes, lo que implica una derrota que no solo cae sobre los insurgentes, sino pesa además soNo se recuerda el 16 de mayo de cada año, sino que se recuerdan tobre las víctimas, ignorando dos los días […] de que no partimos de la nada, sino que la lucha que la condición de estas al ser por ejemplo hoy da la MANE no parte de la nada, sino que tiene funvulneradas en medio de la damentos […] las apuestas fundamentales son a partir del reconociguerra a través de la acepmiento histórico de nosotros como sujetos colectivos, aunar esfuertación del régimen que lo zos y hacer una lectura política frente a las apuestas que se vienen a blinda de una legitimidad, futuro […] identificarnos en el marco estudiantil como un sector de en ese sentido, las élites «se lucha popular históricamente al igual que es un sector atacado. reservan el control de la verdad sobre ese pasado, respecto del cual el Conclusiones arrepentimiento no tiene cabida. La reconciliación de las élites, su auto amnistía, deja Si hemos de revisar la experiencia que se a las víctimas con la única certeza de una luha tenido alrededor de la Masacre del 16 cha fratricida sin sentido, una vergüenza code mayo de 1984 a partir de los esfuerzos lectiva de la cual mejor ni hablar»(Sánchez, de algunos colectivos y organizaciones 2003, p. 92) de allí que la forma de solucioestudiantiles por entrar en ese campo de nar un conflicto tome importancia dentro disputa que ellos mismos consideran que del trabajo por la memoria colectiva. es la memoria colectiva, cabe rescatar la Por otra parte, la apuesta por la identidad forma en cómo sujetos totalmente abses otro objetivo del cual las organizaciones traídos de aquella realidad han logrado

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y colectivos que trabajan sobre la memoria colectiva deben tener presente. Sin embargo, y como resalta Maureén Maya, esta identificación frente a los hechos no debe ser un ejercicio exclusivo de las víctimas o las personas cercanas a estas; la identidad ante los hechos del 16 de Mayo son una cuestión de todos los estudiantes no solo de la Universidad Nacional sino de todas las universidades tanto públicas como privadas. Los ejercicios de conmemoración deben desempeñarse precisamente en ese campo de disputa política que es la memoria colectiva, por ello, el activismo ante los hechos no gira en torno al dolor de las víctimas sino que apuesta por construir sujetos políticos que piensen el futuro y sean propositivos frente a este, haciendo ejercicio pleno de la resistencia. Bajo esta lógica se construye la observación del Colectivo Yaroca Amena por la defensa de los Derechos Humanos y del cual Alexandra González nos comenta:

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introducirse en ella para llegar a una apropiación del rol de ser víctimas, creando una identidad que además trata de ser asentada dentro del conjunto de la comunidad universitaria especialmente entre los estudiantes. El ejercicio expone claramente cómo la memoria colectiva es construida desde sujetos subordinados como forma de resistencia, tratando de construir otra forma de ver las cosas oponiéndose de tajo a la política del olvido. Es así como 29 años después se tienen nacientes experiencias de organización política frente a los acontecimientos que parecían ya estar enterrados en la historia. El gran salto que ha realizado el movimiento estudiantil a través de la lucha por defender los Derechos Humanos, revivir a sus muertos y ver en el papel de ser víctimas del terrorismo de Estado otra forma de resistencia, en la que además luchan por crecer como actores políticos, es un ejemplo a seguir en el movimiento social y popular que desafía un estado de desigualdad y dominación. Por ello y a partir de esta condición, piensan el futuro y al ser unos sujetos políticos muestran banderas de lucha con propuestas claras. De allí, que el trabajo se enfoque en aquello por lo que murieron sus compañeros y entre sus apuestas esté la transformación del sistema de educación superior que en la actualidad se encuentra en un auge traducido en la lucha de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, la cual ha sido igualmente víctima de la persecución del Estado. Las condiciones de protesta del movimiento estudiantil continúan padeciendo ciertas características del pasado, no obstante, el estudiante ha procurado continuar esa disputa política recogiendo estas experiencias a través de la memoria colectiva una forma de construcción de identidad que aporte como

bandera de lucha para la movilización por la trasformación del modelo educativo, brindando además herramientas organizativas que, en los últimos tiempos, han jugado un papel importante, lo que ha refleja que dicha construcción de identidad siga girando en torno al ser estudiantil, lo que significa una valiosa combinación entre el ser víctimas y el pertenecer a un sector social con sus particularidades, en otras palabras, el movimiento estudiantil ha logrado recoger su condición de perseguido político en torno a la lucha de un gremio particular, característica propia de dicho sector. Lo interesante de esta experiencia de memoria colectiva se enmarca en dos sentidos, primero, en el cómo han logrado los estudiantes convertir una condición de desventaja política en una forma de aglomerarse para la lucha por sus intereses gremiales, experiencia que se suma a lo ejercido por el movimiento campesino en Colombia; y, en segundo lugar, y tal vez más relevante, es cómo se ha destrozado el muro gigante que habría generado el olvido o la falsificación de los hechos a través del tiempo, la experiencia que hoy se nos muestra es que el tiempo no logra borrar las huellas del pasado, al contrario, da cabida a un posible perdón pero no a un olvido, que es aquello que permite construir un mejor futuro.


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NARCONOVELAS: LA CONSTRUCCIÓN HISTORICA A TRAVÉS DEL HOMOVIDENS Y LA DISTORSIÓN DE LA MEMORIA COLECTIVA

Wilmer Valero Holgín Andrés Zárate Diego Yunda Sáenz 1

ESTUDIO DE CASO: LOS TRES CAINES

1  Estudiantes de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, wvaleroh@unal.edu.co andreszarate1926@hotmail.com dfyundas@unal.edu.co. Agradecemos a la profesora Yolanda Rodríguez por sus revisiones y sugerencias.


Ilustraci贸n por: Giovanni Andr茅s Parrado Agudelo

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Narconovelas


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Resumen: Este artículo sostiene que la narconovela, más allá de ser un nuevo formato de creación, adaptación y narración de la realidad por medio del uso de las técnicas audiovisuales, ha instaurado una sociedad homovidens desde que, en el año 2006 en Colombia, no solo empezaba a consolidarse un boom en el desarrollo de producciones de entretenimiento televisivo, sino que se convertía en fuente de recopilación histórica; esto es, hacía uso de la memoria colectiva como una herramienta generadora de recuerdos, olvido y sobre todo de identidad.

Palabras clave: Memoria, participación, homovidens, poder, medios de comunicación, Justicia, víctima, victimario, verdad, reparación, cultura, política, discurso.

Teniendo en cuenta lo anterior, se muestra que la narconovela pretende, por sus creadores, esencializar una visibilidad presente en diferentes situaciones y subjetividades de la vida real al reconstruir un pasado con la consecuencia, entre otras, de hacer que los televidentes generen procesos de conocimiento que conciten la conciencia sobre la historia del país y, así, buscar un mejor futuro. Sin embargo, es necesario cuestionar sobre quiénes están desarrollando estos productos, por qué los están haciendo, para qué y cómo los ejecutan. Con ello, el interés es el papel de la memoria y cuál memoria se construye; es decir, la pertinencia política de la representación mediática en la narconovela como parte de la formación de la cultura política y la opinión pública. En este sentido, la reflexión gira en torno a la serie Tres Caínes, producida por RTI para el Canal RCN y presentada en las franjas de la noche de la televisión colombiana.

Introducción La representación mediática es un aspecto fundamental para la construcción de la memoria, en cuyo ejercicio es posible reconstruir un pasado para un presente alternativo o para reproducir el estado de cosas permanentes. Dentro de los mass media, aún hoy cuando la nanotecnología avanza, la televisión no ha dejado de ser el medio de comunicación masivo por excelencia. Su gran acercamiento a las personas del común es posible fundamentalmente a través de las series y miniseries, entre los cuales están las conocidas narconovelas.

Estas, para algunos libretistas y directores, son consideradas como un ejercicio pleno de memoria; para otros, críticos, analistas y hasta víctimas, no reflejan la realidad por cuanto no se sienten identificadas con escenas, discursos, acciones y relatos presentados allí y, más bien, perciben indignación. Es decir, no habría una verdad ética dentro del contexto literario, pues en muchos casos se ve una difamación de la realidad histórica. De ahí, el cuestionamiento a las narconovelas, pues si bien hay entretenimiento, ¿cómo se responde al uso interesado de la memoria? En


concreto ¿si la narconovela revive un pasado, bastante olvidado o recreado con el objetivo de ser negocio, con qué sustento organizativo, social y político se hace? La construcción de la memoria allí, refiere una serie de hechos históricos mezclados con una dosis de «telenovela rosa» —característica de la televisión colombiana—. Para comprender este proceso, recurrimos al concepto homovidens entendido como un ser humano transformado cuando se somete a los contenidos televisivos suministrados por encima de sus creencias y valores. Y se pretende establecer cómo los grandes medios de comunicación colombianos — conocidos como el cuarto poder— se articulan a las agencias corporativas y determinan si estas toman ventaja del ejercicio de construcción de memoria como elemento reforzador y legitimador de un orden social. Acaso, las narconovelas en Colombia se han convertido en un escenario de laboratorio del homovidens donde la memoria se convierte en un poder simbólico que se legitima por la exhortación social. ¿Son los televidentes de este seriado homovidens? En este sentido, ¿qué y cuál construcción de la memoria histórica se hace? Aproximamos entonces un análisis de las narconovelas y su relación con la memoria histórica para lograr determinar la televisión como medio simbólico y de exhortación social. Con ellos se responde más

Metodología La investigación pretende dar cuenta de los procesos dialécticos que consideramos se generan alrededor de la narconovela Tres Caínes, en tanto espacio de innovación de las formas de comunicar y como espacio de producción de memoria; ambos espacios concitan individuos televidentes. Por ello, pensamos siempre conversar con algunas personas que ven la serie, para indagar sus percepciones sobre la misma y ver hasta dónde la serie afecta su cotidianidad y la del país. Interesa situar una matriz de opinión pública respecto a la función que ha venido o no ejerciendo los Tres Caínes como recreador de la historia. A través de ocho entrevistas semiestructuradas se sitúan variables que permiten abordar y caracterizar al televidente seguidor de la serie: estrato social, edad, origen social, estudios e intereses. Una herramienta metodológica elegida por su maleabilidad en el momento de aplicarse a sujetos que se encuentren en situaciones y posiciones sociales diversas frente a la serie de televisión, además de su versatilidad para indagar durante la entrevista temas de interés, que pueden no haber sido

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específicamente a comprender el contenido político, ético e ideológico que pueda definirse de las narconovelas, y describir el efecto de ellas en la sociedad colombiana, para con estos dos últimos objetivos acercar una reflexión sobre la memoria producida. Ahora bien, como asumimos que la cultura política y la opinión pública están muy relacionadas por los ámbitos sociales que influyen, interesa, igualmente, ver hasta dónde estos campos oponen, coinciden o reproducen la memoria construida por la narconovela Tres Caínes.

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previstos con anterioridad y aporten información valiosa. Igualmente, se interpreta y compara cualitativamente acciones y discurso cotidiano dentro del programa desde la creación de tablas o matrices de análisis de las imágenes utilizadas en los diferentes capítulos de la serie, para construir o reafirmar el sentido de la memoria. Lo cual se complementa con una revisión bibliográfica y seguimiento de prensa y programas de televisión en los que se presentaron debates con los seguidores, detractores y director de la serie. Tras reconstruir el sentido que los productores y el director le dan a escenas discutibles, se analizan los efectos de la narconovela en la percepción y el actuar de los entrevistados para aproximar procesos de identidad y reconocimiento de la historia. Para lograr lo anterior, se establecen indicadores que permitirán probar la forma de memoria que se construía con la serie, así como la verificación de hasta dónde se producen resistencias por parte de las víctimas re-creadas, distorsionadas, afirmadas.

El homovidens: ser dominado por la «autoridad» de los medios de comunicación En una lectura global de los medios de comunicación y su capacidad supuesta de subsumir la conciencia del consumidor, Sartori (1997) refiere la obediencia y sumisión frente a los mass media como una relación de autoridad. Para este autor la autoridad es un caso especial de poder que proviene de la utilización de la fuerza como tal; el poder ordena e impone. Este se encuentra respaldado en la imposición (Sartori, 1997).

Entonces, para Sartori, la capacidad de los medios de comunicación logra la obediencia de la masa y del ser humano, lo que denomina animal symbolicum: manifestación de ser un «animal parlante», que tiene la capacidad de articular palabras e ideas a través de un lenguaje comprensible. Si bien es un lenguaje inicialmente verbal se transforma en escrito con la llegada de la imprenta y otras presentaciones con tecnologías como teléfono, radio, etc. Sin embargo, la transformación básica con la llegada de la televisión supera el ver sobre el escuchar. La voz entonces en este nuevo medio se convierte en un elemento que se pliega a la imagen y gira en torno a ella. En este punto el ser humano pasa de ser un animal symbolicum, que comprende todas las formas culturales humanas y que despliega toda su capacidad simbólica a través del lenguaje compuesto por símbolos, sonidos y signos «significantes» que poseen una definición concreta, sin embargo, las relaciones cambian y el animal simbólico pasa a ser un animal que «ve». Es aquí donde la imagen adquiere primacía y el animal symbolicum se desvanece gracias al animal homovidens —el animal vidente—. El homovidens es —según Sartori—un ser sometido a las lógicas de la «autoridad» de la televisión; sin embargo, el análisis hombre-medio nos permite ver que la relación puede ser dual, es decir, es viable que el televisor


mismo propicie una relación de autoridad entre el sujeto y su contenido televisivo. La autoridad siempre ha sido concebida como el pliegue voluntario de una voluntad a otra, es decir, esta tiene su origen no en quien la ejerce, sino en quien la concede para que sea ejercida sobre sí misma. La autoridad, por lo tanto, es un ejercicio racional de entrega personal de una voluntad a otra, que, de esta forma, si tratáramos de encontrar la antípoda de la autoridad, el término hallado deberá encerrar las características contrarias a las de autoridad. De esta manera, si la autoridad es racional, su antípoda deberá ser irracional, si la autoridad es convenida, el concepto contrario deberá soslayar este paso, si la autoridad permite al sujeto que la concede salir de su esfera de acción sin condicionamiento, un concepto contrario a la autoridad no permitirá la emancipación del sujeto del poder que lo subsume, todo esto debido a que la autoridad se basa en el reconocimiento racional del prestigio del sujeto a quien es concedida. Ahora, desde este punto, se puede argumentar el hecho de que el sujeto será quien decida el tiempo en que el aparato dure encendido y el tipo de programa que a través de este se reciba, por ejemplo, ¿qué sucede cuando el sujeto pierde el control —autoridad— del contenido que está recibiendo a través de su aparato de televisión? Podría

¿Existe un cuarto poder articulado a los poderes político, militar, religioso y corporativo? En el presente de sistemas de comunicación interactivos, de cámaras de bolsillo, de producción literaria contada por segundo a nivel global, el televisor sigue conservando su hegemonía, siendo aún el elemento preferido como fuente de información y de construcción de memoria por

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ser que en el momento en que el animal symbolicum pierde su esencia de ser simbólico, debido a que la situación es involuntaria e irracional, tendremos que el animal symbolicum se ha transformado irremisiblemente en homovidens y se ha despojado de su voluntad frente al aparato de video. Tendremos entonces que el homovidens no está ya bajo la autoridad de la televisión — si es que la tiene— sino bajo su potestad. Esta ejercerá entonces un poder asimétrico sobre el homovidens que es per se: irracionalmente aceptado por este. Tenemos entonces que una relación de poder consensuada y racional será una relación de autoridad y que cuando esta relación se plantee como asimétrica y no como consensuada ni racional, estaremos frente a una relación de potestad y quien ejerce el poder potestatario es por definición un déspota. En este punto, sería posible afirmar que hay una relación paradójica entre voluntades, y que frente al homovidens, la televisión es un sujeto, una voluntad. La relación entonces entre el sujeto (homo symbolicum) y el objeto (la televisión–televisor), termina humanizando al objeto, que adquiere ejercicio de voluntad, y cosificando al sujeto, que renuncia al ejercicio soberano de su voluntad, y que dará como resultado: el homovidens.

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millones de personas alrededor del globo, su capacidad hegemonizante se hace evidente cuando nos percatamos de que, sin importar el tipo de contenido transmitido, se puede presentar de manera soslayada cualquier tipo de discurso. Prueba de ello es que no solo el contenido producido para el entretenimiento del homovidens puede ser vehículo de discurso, sino también aquel tipo de contenido creado en primera instancia con el objetivo de lograr una respuesta inmediata en el observador. Ejemplos de este tipo de ideología comercial son fáciles de identificar cuando nos dirigimos a la fuente televisiva. Multinacionales como Coca-Cola —para dar un ejemplo— que ha logrado que su característica tonalidad roja sea reconocida por el 94% de la población (zavordigital, 2011 ), también ha logrado transmitir una idea de «cultura» alrededor de agua con azúcar embotellada. Y es que un gasto superior a los 2.774 millones de dólares, entre las que se cuenta una gran inversión en televisión, permiten no solo vender un producto, sino crear una ideología a su alrededor, unos valores, un sentido de la estética e inclusive un ideal capitalista propiamente dicho. El homovidens termina cediendo su derecho de manera voluntaria e inclusive imponiéndose a sí mismo los idearios homogenizantes, desplazando con ellos sus idearios culturales propios. Si se analiza objetivamente el comportamiento del sujeto neutralizado por el discurso televisivo, en el sentido de que la actividad de su voluntad ha perdido la soberanía para la generación de pensamiento propio capaz de pensar otra realidad e, inclusive, de cuestionar la existente, vemos que el ejercicio de apropiar idearios homogenizantes es infinitamente más sencillo.

En este punto el sujeto se encuentra atrapado y le es imposible ver lo que no le es mostrado de manera directa. Para el homovidens en este punto es imposible trascender de la realidad que ha subsumido su voluntad, el universo se ha cerrado sobre él, y, en su imaginario, la contingencia humana no es más que el recuerdo de un elemento que podría brindar o aportar algo de inestabilidad a su burbuja de información. Para el homovidens, el statu quo es el elemento que le permite ser a la vez que todo su deseo de cambio —inherente al humano— se enfoca en el cambio y recambio de los elementos que conforman su realidad y su espacio real. Un cambio sistémico es por lo tanto oponible, pues su realización impediría el normal desarrollo de las lógicas de la mente colonizada del hombre que ve. Sin embargo, no sería temerario hablar de una articulación entre un medio que transmite comerciales de Coca-Cola y el poder político o religioso de un Estado-nación. Es así como el discurso homogeneizante debe estar incorporado en el contenido del mensaje televisivo, pues garantizar el statu quo es garantizar la estabilidad del campo mercantil del objeto promocionado. Un cambio en este campo podría ser mortal para muchos de los agentes que interactúan en él. Garantizar una permanencia estable es una necesidad universal en el campo del libre mercado. Aquí se evidencia una plena


articulación entre los elementos que sostienen esa realidad impuesta en una suerte de interdependencia intrasistémica; cuyo campo de coloniaje es la mente humana. Esperamos haber establecido la relación existente entre los mass media y la necesidad de mantener vigente el statu quo imperante. En este punto desde la lógica del poder no es prematuro decir que si este «cuarto poder» se articula con uno de los poderes hegemónicos, tendrá que articularse con el resto de los mismos. Como hemos citado en la introducción del presente trabajo, los mass media han sido evidentemente usados para guiar a la opinión pública hacia el puerto deseado. Es así como todo un país puede abocarse a la locura de la guerra como resultado de la exhortación social mediática. De esta forma, se logra evidenciar, por ejemplo, la relación de la televisión con el poder religioso o militar, en donde ha sido indiscutible la forma en que estos poderes colonizan espacios en los medios masivos de comunicación; incluso se da la construcción de la era de los canales religiosos y de los seriados castrenses, aderezados con publicidad de tipo oficial-informal que más allá de los contenidos religiosos o militares refuerzan estructuras sociales políticas y económicas. Podemos deducir que —ateniéndonos a los principios hobbesianos de conformación de dominación estatal

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(Hobbes, 2003)—la televisión, como medio hegemónico entre otros medios, juega un papel preponderante en la publicitación de ideología, generando fe en los espectadores; este estado humano de ingenua credibilidad puede generar fenómenos tales como el que se presentó tras el ataque a las torres gemelas en el WTC, New York. El fenómeno consistió en que las personas que se enteraban por boca de un vecino o conocido, acerca del ataque bien podría estarse llevando a cabo en el momento; estos últimos no se convencían de la información hasta no «presenciar» el hecho a través del televisor. ¿Cómo podría algo carente de voluntad como la televisión, poseer un nivel de credibilidad de tal envergadura en el imaginario de los sujetos? Con el ánimo de responder lo anterior y con base en el planteamiento de Sartori (1997) se puede establecer una relación sujeto objeto de la siguiente manera: el humano cosificado entonces no puede dotar de voluntad al objeto al cual se ha entregado, ya que este no es más que un objeto; y quien dota de voluntad a un objeto como tal, a través de esta personalización artificial del objeto el sujeto se cosifica a sí mismo al reconocerse como agente. Entrega su voluntad al poder hegemónico y deposita su fe y creencia en la verdad que el aparato hegemónico que «protege» al agente le pueda comunicar. Volviendo a Hobbes (2003), podríamos inclusive argumentar que los mass media entre los que se destaca el de la televisión adquiere, en el imaginario de las personas, cualidades infalibles; y si bien la base de la creencia en las sociedades pre modernas era la palabra del otro que permitía que el yo se reconociera a través del acto relacional, ahora por el contrario se ve profundizada la situación individual del agente social. Este como homovidens no se reconoce

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a sí mismo a través del otro como sujeto, sino a través del medio masivo como objeto funcional al sistema de dominación predominante. El humano termina —cuando la información es de carácter traumático— depositando su fe y su credibilidad en el televisor, sus contenidos y sus fuentes, a la vez que despoja de dichos reconocimientos a los demás agentes sociales que le rodean. La credibilidad es entonces la base del funcionamiento societal, no en los otros agentes, a los que por el contrario deberá rodeárseles de una total y plena desconfianza, si es que de seguir las lógicas sociales se trata, ya que estas, bajo el modelo societal, se desenvuelven en el imaginario hobbesiano: homo homini lupus. Sin el temor del otro, sin la desconfianza en el otro, el estado de dominación simplemente no podría ser, sus poderes han de estar estrechamente entretejidos a fin de que unos con otros se endurezcan, es así como el poder corporativo global (poder económico) instrumentaliza y se sirve del poder político local de cada país, y este, a su vez, se sirve e instrumentaliza el poder corporativo, con el fin de mantener los medios materiales que le garanticen su poder hegemónico. Como este tipo de poder requiere de la fe de sus agentes, el poder religioso se torna estrictamente necesario, y la boca de esta bestia de dominación de generación terminan siendo los mass media. En el imaginario colectivo, la palabra informativa oficial es «palabra de dios».

Narconovelas y su construcción de memoria colectiva: un escenario de laboratorio del homovidens Con base en lo anterior, abordamos ahora las narconovelas, primero, con el fin de

analizar si estas se convierten en una herramienta que refuerza la relación de obediencia y sumisión frente a los mass-media como una relación de autoridad, en segundo lugar, para determinar si estos programas de televisión, gracias a su capacidad de crear y recrear realidad a través de símbolos y la instauración de una memoria, indican qué recordar y cómo hacerlo. Y, en tercer lugar, validar si los alcances de estas producciones en sus televidentes permiten acercarnos a las características del homovidens. Ahora bien, es importante tener claro a qué se hace referencia, cuál es su intencionalidad y por qué surgieron este tipo de programas. Al hablar de narconovelas generalmente se indica que son programas de tele-realidad, o lo que es lo mismo: episodios televisivos en los que lo que se graba es lo que le ocurre u ocurrió a personas reales, no a personajes ficticios interpretados por actores. Pueden ser retransmisiones permitidas por uno o varios sujetos protagonistas (Tele 21, 2010). Este nuevo género, surgido recientemente debido al gran auge de la problemática del narcotráfico a nivel mundial, se inició principalmente en países de Latinoamérica como Colombia y Venezuela; ya que en estos se presenta el narcotráfico como una realidad en la cotidianidad y, además, ha crecido rápidamente. Por ello estos formatos


desarrollados para cine y televisión cuentan con gran acogida y popularidad. Respecto al origen de las narconovelas en Colombia, si bien existieron producciones cinematográficas como La vendedora de rosas, desarrollada por Víctor Gaviria en el año 1998; no es sino durante los últimos siete años, donde se ha presentado un auge de este tipo de programas que resaltan temáticas de todo tipo: supervivencia, guerra, secuestro, trata de blancas, entre otros. El gran éxito de estos programas, que son producidos y grabados en varias partes del mundo, es que hacen que se tornen en un tema de interés como fenómeno comunicacional y social. Ahora bien al hacer referencia al caso colombiano, estos formatos de programas fueron introducidos precisamente por el canal Caracol en el año 2006 con la novela Sin tetas no hay paraíso, dirigida por Gustavo Bolívar. Por ende este programa se puede ubicar como aquel que le dio inicio a una opinión pública manipulada, ya que el objetivo de dicha serie, aparte de generar ganancias monetarias, era captar la atención de los televidentes, haciendo uso del discurso y el establecimiento de una «cultura light» en donde se pueda establecer la importancia de la televisión en la vida del colombiano moderno. De esta forma, tales programas se mostraron como una ventana para los ciudadanos

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comunes y corrientes que también tienen cosas que contar; en el caso de la mencionada novela: la historia, en ocasiones exagerada o ridiculizada, de una mujer de la ciudad de Pereira en la que, a su vez, se recogían las historias de vida de muchas mujeres de dicha ciudad, quienes debido a la falta de oportunidades y la instauración de una visión social desde la cultura del machismo y el narcotráfico se someten como un objeto sexual; entonces, lo que se narra lleva a la conclusión de que si no se tiene un par de tetas grandes la mujer no puede triunfar y por ello la única forma de tener el dinero es asumirse dentro de una vida en la prostitución o venta al mejor postor. Finalmente, y debido a las escenas de desnudo, muerte y uso de drogas, las personas vieron una extensión de lo que ven a diario, por ello se registraron impresionantes niveles de audiencia. Luego de muchas producciones de este estilo, la narconovela en el país adquiere una nueva línea de argumentación, que ya no se basa solamente en la extensión de la realidad, sino que busca introducirse en el proceso histórico del país para poder acercarse tanto a temas como a personajes olvidados, prohibidos y satanizados desde la historia institucional y tradicional, para poder generar un nuevo proceso de memoria colectiva. Así, en series como Escobar el patrón del mal y Tres Caínes se evidencia la forma en la que la narconovela hace uso de la imagen recreada para el homovidens, esto implica procesos de construcción de una memoria reproductora, de una refundación histórica del país que, por medio de la instauración de una simbología e iconografía, responden a intereses dominantes estatales y privados.

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La narconovela como un poder simbólico legitimado por la exhortación social en la realidad Parece observarse que la narconovela se involucra en la vida cotidiana hasta el punto de establecer procesos intersubjetivos como lo indicaba Habermas (1978), que llevan al individuo a reevaluar sus comportamientos como sujeto individual y social. Desde las percepciones de las personas entrevistadas, decimos que el grado de involucramiento es tal que hay una tendencia a perder la noción de límite entre lo real y aquello que presenta la televisión. De esta forma, la serie Tres Caínes construye un discurso que teje la historia violenta reciente del país y el surgimiento del paramilitarismo con un objetivo de entretenimiento, por tanto, se presenta como una novela inofensiva. Sin embargo, el uso de la imagen al establecer un nuevo sistema u orden simbólico tiene la pretensión explícita de dar a conocer y re-conocer sentidos de esa historia. La capacidad de la televisión de recrear continuamente la realidad ha acelerado los procesos de comunicación entre los seres humanos, lo que permite entregar información de forma masiva e impersonal a cada individuo, incluso, se ha demostrado que este además impacta el campo cerebral generando lógicas similares a las de la hipnosis; estudios al respecto han arrojado interesantes resultados psicológicos que permiten identificar comportamientos frente al televisor, que facilitan la adopción de información suministrada por este medio (Barocio, 2010). Al adentrarnos en la novela de los Tres Caínes es importante establecer el universo simbólico que utiliza y al mismo tiempo implanta tanto en la transmisión del

contenido a los televidentes, como en la simbología desde la construcción de los personajes. Así, y teniendo en cuenta el esquema de Laswell (1974), en este programa es primordial identificar ¿quién dice a quién? Y ¿con qué efecto? Encontramos como el comunicador en este caso es un canal privado de televisión que por medio de la ficción habla a todos los colombianos que tienen televisor, y su interés radica en el reconocimiento social, cultural, económico y, en el fondo, en establecer una aceptación al orden político. Un claro ejemplo es la forma en que es mostrado el personaje de Álvaro Uribe cuando se desempeñaba como Gobernador, pues en los episodios en que hace aparición le restan importancia y focalizan las escenas directamente en los hermanos Castaño. Por ende, se hace visible el papel que históricamente cumplió Uribe con la formación de las Convivir, pero no en el nivel de la realidad que ha sido documentada (Cepeda-Rojas, 2008; Piccoli, 2005; ArcoIris, 2013); lo que refuerza la impunidad en las responsabilidades. Al revisar en los diferentes capítulos, vemos como, respecto al fenómeno del paramilitarismo, el universo simbólico giró en torno a la promoción y a la propaganda no de un fenómeno paraestatal, sino en torno a la representación de algunos de sus fundadores; es decir se despersonaliza y


adiaforiza un fenómeno que va más allá de sus fundadores para personificarlo en los hermanos Castaño, lo que genera interés y curiosidad en las personas, de esta forma, el uso de imágenes aceptadas por los televidentes se constituye como una construcción de verdad. Las acciones ejercidas por estos programas también apuntan a generar nuevos elementos simbólicos, donde encontramos como elemento base la diferenciación de los actores del conflicto armado, dicha diferenciación plantea una justificación del paramilitar como actor necesario para acabar con un mal general de la sociedad. Por ello se muestra a los hermanos Castaño y a los diferentes comandantes paramilitares como grandes estrategas, mientras que los guerrilleros aparecen de manera si se quiere ridícula, ya que no cuentan con mayor inteligencia. Un ejemplo de lo anterior se da en el capítulo 3 cuando los hermanos Castaño utilizan al guerrillero para que este les cuente quiénes fueron los que mandaron secuestrar y matar a su padre. Por otro lado, cabe recordar la personificación del guerrillero Víctor Julio Suárez Rojas, alias Jorge Briceño Suárez o «Mono Jojoy», el cual es mostrado de manera exagerada y, en ocasiones, hasta ridícula y jocosa. De esta forma, este espacio en la televisión, al tener gran atención de la opinión pública, se ve rodeado ya no solo por los

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intereses del canal, sino que empieza a ser utilizado por intereses externos, que por medio del formato del programa logran instaurar factores como la vigilancia del entorno, la imposición del contexto y la transmisión de la herencia por medio de la distorsión de la memoria. Por ello desde Tres Caínes evidenciamos la validación o creación de estereotipos que afianzan el statu quo, incluso logra convertirse en un laboratorio de país, por ejemplo, al entablar comportamientos de personas de cada región o tan solo por privilegiar al victimario sobre la víctima haciendo un uso metafórico del personaje bíblico Caín, sin embargo, deja de lado la otra parte de la historia, pues no aparece claramente en la narración una metaforización importante de lo que podríamos denominar un Abel (Semana en vivo, 2013). Incluso, esta parcialización de la historia deja en los televidentes la imagen de que «Abel», más allá de ser reencarnado por personajes como Jaime Garzón, puede ser encarnado por los mismos Castaño, por ejemplo, dentro de uno de los capítulos, se da la muerte de uno de los Castaño por orden de su hermano, lo que el público podría tomar como el asesinato de una víctima. Pero qué hace que los televidentes asuman la autoridad, estereotipos y sistemas de valores de la telenovela casi de manera omnipotente, incluso aceptando el poder de esta sobre poderes tradicionales como el político, el económico y el religioso. La respuesta recae sobre el contrato y la exhortación social. Estos elementos son primordiales en la formación de la «cultura light» antes mencionada. «Lo light es resultado sin proceso, sazón sin maduración, resumen sin sustancia, truco para saltarse toda prolongada agregación de esfuerzos». Así define el escritor venezolano Luis

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Britto García (1999) la manera que tiene la actual sociedad de comercializar sus productos, entretenerse, el esquema educativo que se maneja en las instituciones educativas y las familias, y las celebraciones que se hacen. Por ende, la comunicación en productos como Tres Caínes entrega una cantidad de datos e imágenes deslumbrantes que perpetuán la superficialidad y la ausencia de compromiso y de profundidad de la sociedad actual. Lo anterior le quita la posibilidad al individuo de analizar, interpretar y concluir por sí mismo. Tres Caínes establece una autoridad porque, aparte de comunicar un sistema de intereses, logra también un proceso de socialización entre los televidentes; haciendo que estos utilicen la exhortación social como motivo dinamizador en las relaciones sociales, hasta el punto de generar miedo por ser rechazado o juzgado tanto por ver o no la novela. Basta escuchar y observar a los niños en las escuelas molestando a sus compañeros cuando no la ven o se perdió el capítulo anterior. Un claro ejemplo se evidencia en los videos (Salazar, 2013) que usuarios de redes sociales publican.

Los Tres Caínes y la memoria histórica en Colombia Hubiera podido denunciar la degradación del paramilitarismo, pero optó por todo lo contrario, presentar al gran criminal como un héroe digno de ocupar la mente de millones de colombianos durante los mejores horarios. (Uribe, María, 2013).

Los Tres Caínes es «una historia del conflicto político desde el paramilitarismo y la guerrilla […] no es una narconovela» (Semana en Vivo, 2013). Es una serie que pretende tener fines pedagógicos al reconstruir la vida de tres jefes paramilitares, pero lo que se encuentra es una tergiversación de la reconstrucción de la historia del paramilitarismo. Según sus productores y defensores, esta serie fue producida para que los colombianos conozcan esta historia y para que esta no se repita, en otras palabras, esta serie pretende ser un instrumento de memoria histórica a nivel nacional. Teniendo en cuenta el contenido y la forma como se presentan los hechos en esta serie, el análisis cuestiona 1. ¿Qué aprendemos los colombianos de este tipo de series o qué tiene que enseñar esta serie a los colombianos? 2. ¿Qué efectos tiene esta serie en los televidentes? La serie cuenta una historia del paramilitarismo y por tanto construye una memoria histórica del mismo. Desde ahí se entiende que el paramilitarismo en Colombia surge principalmente por una venganza personal o familiar; por tanto, deja por fuera un contexto político latinoamericano en el que la Doctrina de Seguridad Nacional ha marcado la relación civiles y militares y la creación de grupos paramilitares, al respecto dice Velásquez (2007, p. 134):


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Contrario a lo que comúnmente se cree, dicho fenómeno no es reciente, ha sido una práctica política a la cual han recurrido las élites políticas, económicas y de la mafia para conseguir el poder, expandirlo y afianzarse en él. Si bien es cierto hubo un ambiente interno propicio para su aparición y auge, el paramilitarismo no puede ser visto al margen de la incidencia geopolítica de Estados Unidos que, en materia de estrategia contrainsurgente, se le inculcó a los militares formados en sus escuelas, país que a su vez fue influenciado por Francia. El paramilitarismo es uno de los principales factores incidentes en la violencia y en la degradación de la misma.

de sectores victimizados históricamente. Pero, además, se les resta importancia en imagen y discurso a la representación de personas o grupos que jugaron un papel público-crítico en el pasado como Jaime Garzón, como a la Unión Patriótica (UP), a movimientos sociales como A Luchar, En este sentido, es preciso señalar que las a organizaciones sindicales y defensoras de actividades delictivas de Carlos Castaño (VerDerechos Humanos que precisamente dedad Abierta, s/f) no inician con la muerte de nunciaban el avance del proyecto paramilisu padre como pretende presentarlo la serie. tar. Lo anterior se evidencia, por ejemplo, en En 1981 Castaño ya no vendía quesos, estaba los capítulos 14 y 15 de la serie cuando se hace vinculado al sicariato en la organización crireferencia a Luis Carlos Galán. En estos capíminal de Pablo Escobar en Medellín y con su tulos se muestra una memoria hegemónica hermano mayor Fidel Castaño ya tenían necuando se escenifica que Pablo Escobar es el gocios en la comercialización de droga: responsable intelectual de su asesinato sin más, no se ahonda ni proSon datos claves que se omiten para modificar los perfiles de los fundiza en el por qué de su victimarios, y para manipular emocionalmente el imaginario del asesinato, en situar el contelevidente que termina justificando el surgimiento del paramilitexto. Más bien se pasa a tarismo por medio de una mezcla perfecta entre dolor y venganza. mostrar que fueron los herPara ello emplean la imagen de Carlos Castaño como el niño que manos Castaño los entonvende quesos, y no como el adolescente vinculado al sicariato en la ces responsables materiales organización criminal de Pablo Escobar. (Remap, 2013). de su asesinato. Al descontextualizar y terEn la serie, los hermanos Castaño son pregiversar la historia del paramilitarismo esta sentados como vengadores y bravos guerreserie pone al televidente como testigo pasiros —los asesinos son los protagonistas—, vo de una violencia sistemática y desmedida dejando de lado e invisibilizando al conjunto que se muestra como legítima, pues tiene


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como sustento o argumento la venganza personal o familiar. Por otro lado, con el uso de la ficción se entiende que hay un objetivo político ideológico de ocultar una cabal comprensión sobre el paramilitarismo, pues este fenómeno se reduce en la serie a una venganza de un pobre niño rural que vende quesos: Para el libretista de los Tres Caínes, Gustavo Bolívar, el paramilitarismo nace en la serie por la venganza de los Castaño, y no como lo que es: una estrategia sistemática de la clases dominantes para despojar al campesinado de sus tierras y asesinar a la oposición política, y en el caso de los Castaño, con un elemento adicional, asegurar las rutas del narcotráfico. (REMAP, 2013) Otro objetivo político-ideológico en esta serie consiste en ahondar en la memoria colectiva la estigmatización de la protesta social en su conjunto: el estudiantado, el campesinado, los periodistas, los sindicalistas, los partidos políticos de izquierda y hasta las mismas víctimas son vistas como auxiliadores y auspiciadores de la guerrilla; en otras palabras, se tilda de guerrillero (terrorista) a todo el que piense distinto al gobierno. En este sentido, afirma Escobar:

Ardila, 2012); o el papel del gobierno de Estados Unidos en relación con la Escuela de las Américas y la Doctrina de Seguridad Nacional?

Conclusión

De acuerdo con la crítica a la sociedad multimedia planteada por Sartori (1997), a través del desarrollo teórico en torno al homovidens, se evidencia que en Colombia, a partir del fenómeno de las narconovelas y su influencia en la configuración de imaginarios comunes y en el desarrollo de la opinión pública, se genera la apropiación de estructuras Esta serie no puede verse como un hecho aislado del arsenal mementales y modelos de sigdiático que emplean los canales privados para reproducir las voces nificantes en la memoria de la oficialidad que califican de guerrilleros (terroristas) a quiecolectiva de cada uno de los nes piensan en modo distinto al gobierno. Es decir, Los Tres Caínes colombianos. Por ello, en son un complemento evolucionado y diseñado para trabajar de la torno a lo planteado a nimano con noticieros y programas de «opinión» que ejercen un convel del poder y la voluntad, trol ideológico en la sociedad (REMAP, 2013). entendiendo este ejercicio de dominación no dentro de Esta serie obvia el real apoyo que jugaron un carácter de obediencia sometido a partir actores económicos, políticos e internaciode la violencia, sino en torno a la delegación nales: ¿dónde quedaron las empresas nacioirracional de la voluntad del sujeto, se puenales y multinacionales que financian estos de entender cómo una herramienta como grupos; dónde están los políticos y militaTres Caines es válida y totalmente funcional res que han estado vinculados con estos y al ejercicio de la relegación de la condición que apoyaron, tramitaron y justificaron las del televidente colombiano de homo symbotareas de mercenarios (Canal RCN; Béhar & licum a la de homovidens.


Narconovelas

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EL PROYECTO DE AUTONOMÍA

Juan Carlos García 1

EN DARÍO BOTERO URIBE

El pensamiento tiene su espacio, es una daga que va abriendo heridas, hay que dejar que sangren. Un pensamiento doméstico de buenas maneras es un banquete para los pequeño-burgueses que quisieran crear un mundo pacífico, soso y terminado. El mundo será siempre controversia, disparidad, oposición. (Botero Uribe, 1998, p. 14)

Propongo que analicemos si en la propuesta filosófica del profesor Darío Botero Uribe existió un proyecto de autonomía. Sigamos su discurso y registremos sus presupuestos analíticos y filosóficos. Para hacerlo retomemos su primer libro de aforismos nietzscheanos, ¿Por qué escribo? (1998). Formulémosle al texto en cuestión la siguiente pregunta: ¿fue Darío Botero Uribe un filósofo autonomista?

Un primer presupuesto analítico: para el filósofo colombiano, fallecido en el año 2010, el arte está en consonancia con la creación humana, la cual anida en las pulsiones corporales: el inconsciente entonces será definido como fuerza humana, creadora. Este es un pensamiento vitalista caro al profesor emérito y maestro de la Universidad Nacional de Colombia. «El inconsciente, dice Botero, aparece como

1  Doctorante en Historia, miembro del Grupo de Investigación Presidencialismo y Participación- Universidad Nacional de Colombia


el caldero en donde se cuece la reserva de energía pulsional que mueve al hombre, que lo sitúa en el mundo como posibilidad para la vida social» (Botero Uribe, 1998, p. 12). Esta senda creativa nos llevará de la potencia a la autonomía, de la filosofía al arte, del mundo material a la utopía.

Utopía Inicialmente puede creerse que estamos hablando de un filósofo, pero no. En realidad aludimos también a un artista: Botero fue, en lo fundamental, un artista-filósofo. Este texto que comentamos, ¿Por qué escribo? nos presenta a partir de un ejercicio artístico la relevancia para la sociabilidad humana del discurso de la no-razón, categoría ensayada por él y organizada conceptualmente en su texto Discurso de la norazón (2006). Apoyándose en una serie de autores, Spinoza, Freud y Nietzsche, cuando menos, Botero llega a mostrar en el libro ¿Por qué escribo? La inmanencia del ser social y, con ello, de la creación humana, en sus propias palabras, la Utopía. Nuestro autor, al plantear la concepción, el paradigma de la no-razón, no pretende caer en la irracionalidad. Al contrario, en lo pulsional está la creación humana y ella al tiempo es discurso y no-razón. Por creación entendemos los impulsos del hombre en todas las formas de creación y de

Creación Valga señalar que el ensayo filosófico, escrito en aforismos ¿Por qué escribo?, el cual comentamos, es la continuación de sus reflexiones sobre la posibilidad de la utopía, realizadas en un manifiesto intitulado El derecho a la utopía (1994). Un texto de ruptura, tanto en lo político como en lo filosófico, el cual fundará su discurso sobre el vitalismo cósmico. No es este el lugar para entrar en detalles sobre el libro que nos antecede, pero sí precisamos

El proyecto de autonomía

conocimiento (Botero Uribe, 1998, p. 13). Botero advierte que si hablamos de creación, analizamos lo pulsional general. Este es, se advierte desde ya, un pensamiento «vitalmaterialista»: razón y no-razón. Botero aquí le apuesta a la riqueza social. Las potencias que anidan en el ser individuo y ser sociedad. Estamos hablando de un filósofo-artista que propuso: «un pensamiento punzante, duro como piedra y una praxis lúcida para enfrentar los discursos y las prácticas que laceran la vida social» (Botero Uribe, 1998, p. 14). Si ustedes quieren estamos en presencia de una nueva versión mejorada, según parece, del filósofo de la praxis en la propuesta de Antonio Gramsci, cuando este es leído como filósofo democrático. Porque la praxis no es otra cosa que un proyecto de autonomía individual y colectiva, tanto en Botero como en Gramsci. Pero dicha idea cimera (el filósofo de la praxis) no puede leerse de modo directo en las páginas escritas por el profesor Botero. Es necesario interpretarla y complementarla con otros libros por él publicados, a saber, El derecho a la utopía (1994), Pensar de nuevo el mundo (2004) y el ya citado, Discurso de la no-razón (2006).

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que en dicho texto la utopía se entiende como cambio, praxis, creación: lo nuevo. Pensar de nuevo el mundo. Aforismos, será el complemento de los libros referidos. Entre otras por el discurso novedoso y de clara vertiente filosófica que contiene. Retomemos el análisis esbozado. El filósofo Botero escribió para crear una vida bella. «La Utopía, nos dice, no sacrifica el individuo a la universalidad ni desconoce de ninguna manera la universalidad, sino que construye una relación bipolar, que permite al individuo realizarse sin moralismo ni pacatería, pero éste es compelido a asumir su responsabilidad ético-política» (Botero Uribe, 1998, p. 15). a utopía es creación, y la creación es una forma de la autonomía. En la lectura que está proponiendo Botero, ser un utopista (que no utópico) es ser un autónomo; no lo señala literalmente de esta manera, pero lo da a entender. Es decir, un hombre creador, un hombre artista es un ser autónomo. Botero lo era. De ahí que nuestro autor no sea un filósofo sin más, sino un filósofo-artista. Tal es nuestra tesis. Estos aforismos de cuño nietzscheano que con alegría leemos en ¿Por qué escribo? Acreditan lo que afirmamos: seguimos el discurso de un filósofo-artista que tiene la particularidad antiplatónica de articular un proyecto de praxis desde la norazón, qua creación. Es la autonomía, sin que figure la palabra. Y ella, la autonomía en tanto dadora de poderes instituyentes se da en el reino de la institucionalización, que es lo que un filósofo autonomista como Cornelius Castoriadis llamó creación humana. Autor griego que el profesor Botero en su singularidad intelectual no referencia. El proyecto de ambos pensadores autonomistas acaso se pueda articular. Es una sugerencia de lectura.

Ahora bien, obsérvese el peso de las palabras de Botero y sostengamos la tesis de la autonomía: «La única opción que plantea la Utopía es la de la vida creadora, una síntesis sin menoscabo de la vida ni de la creación» (Botero Uribe, 1998). Un autonomista, un filósofo-artista, es un creador de su propia vida, la cual es bella en sí misma. Botero ha creado su propia vida como filósofo vitalista. No hay mayor ejemplo, si de autonomía y utopía hablamos. Si seguimos los aforismos del ensayo filosófico ¿Por qué escribo? en su forma literaria, poética, nietzscheana es donde más se advierte la creación humana del discurso. La forma discursiva en la que se organiza el pensamiento de Botero es la belleza de toda verdad filosófica. En ese sentido estético aludimos a la creación como autonomía. Un utopista, un autonomista es un hombre creador, que tiene un discurso propio, artístico en la forma de su devenir. La autonomía es creación. Los libros que citamos de Botero así lo confirman.

Praxis Botero cuestiona todas las verdades establecidas en sus pensamientos filosóficos: el poder, el dinero, la vida, el amor, el Estado, la historia bajo el parámetro de la utopía, vale decir, de la autonomía. Solo nos detendremos en lo que nos interesa


para hacernos una idea general. Rastreemos ese proyecto de autonomía, discursivo en virtud de que Botero escribe para «destruir todas las jerarquías» (Botero Uribe, 1998, p. 34). Se entiende el porqué de esta lógica: la autonomía crea, no reproduce jerarquías. Crear no es repetir, ni en ella hay determinación. Y en la destrucción, como Nietzsche lo dice, hay también creación: solo quien aspira a destruir puede ser un gran creador. Según Botero, ¿cómo se llama ese proyecto? No se titula autonomía, pero tiene su enfoque e inclinación. Lo decimos con la libertad que da el pensamiento del autor. El nombre que le da Botero a su novedoso ejercicio intelectual es, y no puede ser otro que, «proyecto autoconsciente de vida» (Botero Uribe, 1998, p. 61). Que al final es lo más significativo del paradigma de la norazón por él propuesto, por él organizado. Un buen complemento filosófico, artístico y autoconsciente entre Nietzsche y Freud, cuando menos. Aunque también pensamos en Heidegger y Foucault. Ese mismo proyecto autoconsciente de vida se enfrenta a las organizaciones y a las jerarquías históricas: «la masa es el resultado de la dominación política; solo la producción de individuos dignificará la política» (Botero Uribe, 1998, p. 66). Producción de individuos significará su creación en libertad. Producción de autonomía es hacer

El proyecto de autonomía

consciente la potencia de la vida individual y colectiva. Su estética. Una vida bella es una vida autónoma, utópica diría Botero. Nos encontramos pues con un pensamiento radical. Por ejemplo, al enfrentarse a la historia advierte Botero que es transformador el pensamiento; una suerte de praxis es lo que vemos allí. Botero quiere transformar nuestras mentes, liberarnos; no nos oculta sus intereses estéticos, que también son filosóficos porque en suma son políticos: «la historia puede cambiarse conscientemente si logramos convencer a un gran número de la pertenencia de un pensamiento normativo determinado y podemos poner en movimiento los procesos sociales pertinentes» (Botero Uribe, 1998, p. 90). Por lo anterior, la cercanía con Gramsci y Castoriadis, autores el siglo XX, es muy fuerte; autores radicales a los cuales Botero en los libros citados no les da crédito. Nuestro filósofo dice «pensamiento normativo». No podemos vivir sin normas, él lo sabe muy bien. Un autonomista, un utopista, no es un anarquista que vive sin normas. ¿Hasta dónde es cierto que sin normas no podemos vivir? La vida, en efecto, está reglada, regulada, normalizada, instituida. Un orden. Una forma. El autonomista, el utopista, le da otro orden creativo: hay una nueva norma, una nueva institución. Si se quiere, aunque así no lo leamos, la utopía y la autonomía crean normas. Recuérdese que Botero tiene formación en leyes, así que sabe la relevancia de la norma y de las instituciones. Para que haya normas se requiere un «proyecto autoconsciente de vida». Normas que se correspondan con la historia en curso. Para hablar en réplica al discurso de Castoriadis diremos que las normas son creaciones humanas. En ellas no hay ninguna

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trascendencia o determinación. Lo piensa el autor griego, a su manera, y sin ser tan directo, lo reflexiona Botero con su estilo: las normas no las hacen los dioses. Si seguimos a Botero, la autonomía es también darse normas y, por ende, creación humana de lo común, la cual no se ha dado en la historia reciente del siglo XX. La Unión Soviética, sostiene nuestro filósofo-artista, no contó con la autonomía ni menos con la participación de las organizaciones sociales. Si nuestro proyecto es utopista o autonomista no podemos copiar lo que en otras partes del mundo se hizo o se está haciendo para cambiar la sociedad actual. América Latina tiene que ser original, que es otra forma de decir, tiene que crear sus propias normas. Ser autónoma. Ejercer la praxis filosófica y política. Una vida bella como preocupación inmanente de lo común.

Ideología En un discurso que de suyo es bolivariano, americanista, Botero conceptúa en un aforismo su proyecto autónomo: «necesitamos en América Latina una intelectualidad imaginativa capaz de pensar nuestra realidad y concebir un nuevo modelo político y económico que supere al capitalismo y al socialismo: un proyecto democrático, pacífico, que permita una realización humana plena» (Botero Uribe, 1998, p. 92). Necesitamos un proyecto autonomista. Porque de imaginación está hecha la autonomía, lo sabemos ya a la altura de estas páginas que llevamos interpretadas en ¿Por qué escribo? Botero también se requiere en la praxis filosófica y política de la utopía, de la modificación total del capitalismo y del socialismo. ¿Una revolución utopista? No lo dice el texto citado, lo suponemos si lo leemos a trasluz de El derecho a la utopía.

Pero adviértase que la belleza del aforismo en cuestión no está en lo que niega, sino en lo que propone: «un proyecto democrático». Porque la autonomía, como la utopía, igualmente, es democrática. Y esta es, según Botero, una «realización humana plena». Ella se realiza contando con el concurso decisivo de los intelectuales; esos que hemos llamado al comienzo de esta reflexión filósofos-artistas. La primera experiencia que tenemos de ese proyecto de autonomía nace en I. Kant, del cual nuestro filósofo colombiano es un hábil lector. Kant, concibió al «individuo autónomo, autolegislador y ético». Pero lo pensó atomizado y lo tiñó, dice Botero, de «moralismo» (Botero Uribe, 1998, p. 93). En Kant está el registro filosófico de la autonomía, no su realización. Pues en él sigue habiendo un pensamiento burgués, enajenante, retórico. Botero sabe, como muchos otros autores radicales como Spinoza o Nietzsche, que él está buscando un individuo materialista para su «proyecto autoconsciente de vida», abanderado de la autonomía: «un individuo concreto, social y multidimensional es el verdadero sujeto político de la democracia por requerimiento humanista» (Botero Uribe, 1998, p. 93). Ese individuo no existe: es un proyecto. Un proyecto que se hermana desde la utopía y que parte del materialismo de la vida


individual y colectiva cuando esta potencia la imaginación qua creación. El proyecto político autoconsciente del profesor Botero es crear ese régimen político y económico, democrático, autorregulado que brinde bienestar y desarrollo para todos los ciudadanos. Lo piensa, lo sugiere, pero no lo construye con el título autonomista, como si él también fuera una suerte de Estanislao Zuleta, que tampoco explicitó su proyecto autónomo. Ir más allá del capitalismo, tal fue el cometido de ambos pensadores que no confundieron democracia con capitalismo. Para articular dicho interés se basa Botero en la crítica de todas las ideologías. Ahí es donde Botero nos anuncia que el proyecto de la autonomía no es una ideología, como tal vez creíamos al comienzo de este ensayo: «las ideologías no se construyen con miras a la verdad sino con el fin sino con el fin de manipular las conciencias» (Botero Uribe, 1998, p. 102). ¿Hasta dónde lo anterior es cierto en un proyecto de cambio social? Acaso discrepamos del autor. Ya lo veremos en los siguientes párrafos. Porque en esa misma línea de interpretación, el profesor Botero invita a dejar de ser masa. En esta clave discursiva creemos que se encuentra él contra la política en general como ideología. Nuestro filósofoartista no tiene un discurso vindicatorio de la política como Spinoza o Castoriadis. Al contrario, es cuestionador, disolvente,

El proyecto de autonomía

antipolítico. Botero pareciera que no fue un filósofo político, por lo menos en este ensayo intitulado ¿Por qué escribo? Según él, y las palabras son fuertes, la política sigue siendo puramente «mitológica». Lo cual quiere decir: «La política se propone gobernar las conciencias, moldear la conducta colectiva, inducir mitologías para que los ciudadanos aprueben lo que con frecuencia les perjudica, lo que a veces daña su vida» (Botero Uribe, 1998, p. 104). ¿La política no es liberadora, emancipadora, revolucionaria? En Botero, la respuesta es un no rotundo. ¿Cómo entender esta aparente contradicción? ¿Podemos cambiar el mundo sin política y sin ideologías? ¿Solo el arte, el vitalismo cósmico, la no-razón pueden cambiar el mundo sin un proyecto político? ¿Una sociedad de artistas-filósofos es revolucionaria? ¿La política no es funcional a la liberación humana cuando esta se piensa autónoma? Preguntas necesarias, todas ellas válidas y urgentes al pensar el proyecto de autonomía en Botero, en Zuleta, en Spinoza, en Nietzsche, como también en Gramsci y Castoriadis. En otro luminoso aforismo pareciera que la consecuencia de esta política, manoseada y de masas, es el conducirnos a la inferioridad de la sociedad tal como América Latina lo está a finales del siglo XX y comienzos del XXI (Botero Uribe, 1998, p. 112). En Botero la ideología no es filosofía, no es arte y no es ciencia. No es conocimiento. No es conciencia. Es menos. La cultura ideológica, nos dice el filósofo-artista, crea estereotipos, falsea la vida, moraliza, institucionaliza modelos clasistas y discriminadores (Botero Uribe, 1998, p. 112). Un autonomista, un utopista no puede ser un hombre ideológico, piensa Botero. Y en este punto, acaso estamos, entrando a un verdadero debate, el más polémico de todo el libro ¿Por qué escribo? Las ideologías

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no sirven para el proyecto de la autonomía y la utopía, la que hemos llamado siguiendo al autor, el «proyecto autoconsciente de vida». ¿Será posible?

Arte Botero en el siguiente aforismo nos alecciona otra vez: «lo importante es una vida creadora» (Botero Uribe, 1998, p. 123). Creadora significa dadora de normas, recuérdese. Autónoma. Utópica. Materialista. Inmanente. Autoconsciente. En efecto, lo confirmamos en otro aforismo que anuncia una de las verdades del vitalismo cósmico de Botero: «escribo para apoyar que la creación puede ser un proyecto autoconsciente de vida» (Botero Uribe, 1998, p. 124). Todo lo cual ya está interpretado en los párrafos anteriores, cuando discurrimos sobre la creación humana. El filósofo colombiano, y el artista que en él hay, conceptúa una vez más: «escribo para desentrañar que la vida es un arte: un arte que no se cultiva, atravesado por la ciencia, la filosofía, la estética y, en general, la creación […] deberíamos tomar la vida creativa como el gran telos de la existencia humana. Solo así aprenderíamos a vivir» (Botero Uribe, 1998, p. 127). Esta es la frase más sintetizadora y reveladora de todo cuando hemos leído: «la vida es un arte». Igual que Nietzsche cuando enseñó las verdades de la potencia humana, la creación del superhombre. O como en Spinoza donde lo común es también una preocupación por la vida bella, autónoma. Porque es la creación, la vida creadora, como bien sabemos, la que otorga realidad a la autonomía, a la utopía en el pensamiento de Botero. Una sociedad liberada de la ideología, de la explotación y de la dominación es una sociedad creadora:

«una cultura de la creación puede ser eventualmente capaz de romper los moldes clasistas y discriminadores e injustos de la sociedad capitalista» (Botero Uribe, 1998, p. 133). Todo ello se ubica en el proyecto liberador de la creación, si la meta, como la que se traza Botero, es dejar atrás la sociedad capitalista y también el socialismo. Esa creación humana tiene un único eje que ya hemos citado: «un imaginario» (Botero Uribe, 1998, p. 128). No, la ideología pues esta no tiene un «sentido para vivir y actuar». Nuevamente entra en escena el debate de Botero contra la ideología, su oponente en el libro analizado: «La filosofía es por esta razón un combate permanente con la ideología que le disputa el terreno basándose en intereses bastardos. La ideología es el intento de substituir la filosofía por discursos de políticos, líderes religiosos o taumaturgos quienes interpretan el mundo en función de un credo, un partido o unos intereses particulares» (Botero Uribe, 1998, p. 135). Es claro: la filosofía no es ideología. De este modo, Botero no estuvo de acuerdo con Gramsci: no puede haber filosofía de la praxis. ¿Hasta dónde para cambiar la sociedad capitalista se requiere la ideología? ¿Solo con filosofía, con arte, en un «proyecto autoconsciente de vida» se puede transformar el capitalismo para ir más allá de él? Recuérdese que Botero fue un anticapitalista utópico.


Así tenemos que la autonomía, la utopía, el «proyecto autoconsciente de vida», no es una ideología. Es, y solo puede ser, filosofía, pensamiento, praxis sin llegar a ser gramsciana. De ahí, que hayamos señalado que la creación humana es un proyecto artístico no un proyecto político o ideológico. ¿Podemos estar de acuerdo con Botero? ¿Dejamos atrás las ideologías para ser creativos? ¿El arte es revolucionario en sí mismo y anticapitalista entonces?

Subalternidad En esa crítica al orden ideológico que venimos registrando a grandes rasgos, el siguiente aforismo del profesor Botero da a entender que la autonomía lucha contra la «subalternidad», otro concepto clave. A saber:

La civilización ha entendido que sin la subalternidad no se puede mantener la fuerza de trabajo suficiente para mover el aparato productivo y para realizar los trabajos pesados y serviles. Tal vez falta un poco desde el punto de vista científico-tecno-lógico para que se pueda abolir totalmente la subalternidad, pero la pedagogía tiene que encargarse de crear un espíritu libre capaz de abolir el sojuzgamiento; si no, entonces, se reproducirá la necesidad psicológica de la subalternidad. (Botero Uribe, 1998, p. 138). Botero ha sido claro: no vamos a ser subalternos. Lo piensa en términos idénticos a los de Gramsci, solo que sin el apoyo

Un proyecto autoconsciente de vida

Botero articuló un interés por la liberación humana, no desde la masa en cuanto masa enajenada, sino desde la inteligencia individual, la potencia corporal, el discurso de la no-razón, la imaginación, el arte, la estética, el eros, etc. Un proyecto de autonomía como el que a su manera articuló Estanislao

El proyecto de autonomía

ideológico o un proyecto de clase social fundamental. Botero articula este proyecto en el individuo autónomo, autoconsciente. Seguir siendo subalternos es no pensar ni vivir el proyecto autoconsciente de vida, la utopía. Ese proyecto que hemos llamado siguiendo a Castoriadis, «la autonomía individual y colectiva». Subalternidad es la antítesis de la autonomía. Lo dice Botero, como también lo refieren Karl Marx, Gramsci, Castoriadis, Antonio Negri y hasta Estanislao Zuleta. Para concluir este esbozo analítico, que solo es una introducción al pensamiento del filósofo colombiano —discurso un tanto exegético, un tanto hermenéutico— nuestro autor plantea que fue el Renacimiento el que hizo el mayor aporte a la «liberación humana», porque allí se formó el individuo libre. La masa vino después con las revoluciones del siglo XX. Pero ella, la masa, «no hizo más que prolongar la existencia oprimida gestada por la dominación política» (Botero Uribe, 1998, p. 133). Dejar de ser masa y llegar a ser individuo libre es el contenido filosófico y artístico del proyecto ético liberador de Botero, también lo es de los autores citados con los cuales hemos tratado de dialogar.

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Zuleta, solo que más auto-consciente, un tanto más explícito, sin ser rotulado como autonomista a la usanza de Castoriadis y menos con el ideal gramsciano de la revolución comunista. Botero, con su linterna, buscó un individuo autoconsciente, una suerte de artista del Renacimiento en el siglo XXI. Un hombre artista con un interés en la liberación humana, es decir, en la creación, en el arte, en la ciencia, en la ética y en la filosofía. Botero estuvo a la espera de un hombre que fuese filósofo-artista, un hombre autónomo. Para Gramsci sería un filósofo democrático, aquel que busca la gran reforma intelectual y moral que potencie en los individuos la emergencia de una nueva civilización. Castoriadis esperaría un hombre lúcido que imagine las nuevas instituciones sociales de la democracia como régimen. Estanislao Zuleta buscaría un hombre que asuma pensar, conocer y transformar a la sociedad capitalista. Acaso la mayor falencia de Botero como pensador de la utopía en los textos aludidos es la relación que la autonomía, en tanto discurso autoconsciente de vida, tiene con el Estado capitalista, que es materia y organización y no solo ideología, como tal vez pueda pensarse. ¿Qué pasa con la relación de fuerzas político-militares? ¿Qué significa la coacción legal y policial del Estado para un proyecto utopista, autónomo y artístico? ¿Qué es la violencia institucional para un utopista? Con estas inquietudes es hora de volver a nuestra pregunta inicial: ¿fue Darío Botero Uribe un pensador de la autonomía? En efecto, Botero fue un filósofo-artista con un proyecto de autonomía implícito que contiene e incorpora democracia, liberación, creación, potencia, utopía, praxis, ciencia, filosofía, arte e imaginación.

El «proyecto autoconsciente de vida» es una propuesta autónoma y democrática, radical y posible que lucha contra la subalternidad y contra la domesticación pequeñoburguesa. Su libro ¿Por qué escribo? Así lo revela. Y sus otros hermosos libros El derecho a la utopía, Discurso de la no-razón y Pensar de nuevo el mundo, lo ejemplifican.


El proyecto de autonomía

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LOCUTANDO DESDE EL CINE

Catalina Meléndez 1

KAREN

LLORA EN UN BUS

(Gabriel Rojas. Colombia, 2011)

En la película Karen llora en El género se define como la red de creencias, rasgos de personaun bus, se muestra el relidad, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades corrido de una mujer que, que diferencian a mujeres y varones. Tal diferenciación es producto cansada de la situación de de un proceso histórico de construcción social, que no solo genesumisión y opresión que ra diferencias entre los géneros femenino y masculino, sino que, a vivía con su marido —en la vez, esas diferencias implican desigualdades y jerarquías entre la que todo el poder ecoambos. (Burin, 2005) nómico y de decisión reposaba sobre él--, despojándola a ella de A la luz del texto de Mabel Burin Subjetividasu autonomía— decide separase y abrirse des femeninas vulnerables: Género y Psicoanálicamino para superar los obstáculos ecosis, se puede observar el caso de Karen bajo nómicos, sociales, culturales y hasta psicoun análisis de la subjetividad femenina en lógicos que esta emancipación supone. El medio de una cultura patriarcal construida objetivo de esta reseña es analizar los hesocialmente. Inicialmente no se sabe exacchos de la película a la luz de las miradas del tamente cuál es el problema que lleva a la feminismo que sitúan Mabel Burín (2005) y protagonista a comenzar una vida nueva, María Jesús Izquierdo (1998), quienes perpero a medida que la película avanza, nos miten hacer cuestionamientos sobre el papodemos dar cuenta de que el espacio de pel de la mujer en el caso del protagonista poder que se le otorga a esta mujer es el de de la película, muy cercana a nuestro conlos afectos, el espacio doméstico y familiar, texto social y cultural bogotano. lo cual reduce su subjetividad y su capaciLa reseña se hace teniendo en cuenta el sidad de tomar decisiones. Su marido le dice: guiente análisis de la perspectiva de género: «y tú cómo vas a hacer sin mí, si no sabes 1  Estudiante de la U. Javeriana


hacer nada». Esto responde a una realidad cultural opresiva, a una imposición cultural, a un «techo de cristal» que se manifiesta en una cultura patriarcal. Saca a la luz la percepción que tienen los hombres y las propias mujeres de sí mismas, de que ser mujer es igual a ser incapaz, pues el poder económico y de dominación reposa directamente en el hombre y, por ello, la mujer (sin necesidad de que haya violencia física), debería ser complaciente y aceptar las decisiones del hombre. Por otro lado, su madre refuerza este «techo de cristal», teniendo la idea de que su hija debe hacer lo correcto, y lo correcto responde directamente a la moral maternal en la que la mujer crece cuidando a los hombres de su casa (hermanos, tíos, primos) y luego a su esposo. Según este planteamiento, debería haber una eficacia en el cumplimiento de esos roles para tener un papel adecuado en la sociedad. Por esto, antes de preguntarle cómo se siente, la madre de Karen trata de convencerla de que vuelva al lado de su marido, pues es allí en donde se encuentra su lugar. Pero llega un momento en el que la mujer toma un juicio crítico de su situación como herramienta en la configuración de ella misma como sujeto (no sujetado) para transformar ese «techo de cristal». Así que Karen hace una ruptura, deja de identificarse con su madre que representa ese rol

Locutando desde el cine

materno oprimido, para hacer un reordenamiento de los roles y comenzar a tomar decisiones por ella misma, sin pensar en las conductas a las que está acostumbrada y en las que está inserta. Un punto importante que rescata la película es el hecho de que Karen no tenía razones «de peso» para dejar a su marido. Bajo las lógicas del patriarcado, se pensaría que ella lo debería dejar en caso de infidelidad o de agresión física; pero ella rompe el esquema al dejarlo porque estaba cansada de la forma de vida que tenía junto a él. En este momento se entiende a la mujer como un sujeto activo, que es autónomo por defecto, y que no debe esperar a ser victimizado para tomar las riendas de su vida. Solo en el momento en que decide irse de la casa, se habla de un sujeto constructor y subjetivado, que deja de ser un cuerpo disciplinado para aventurarse a una nueva manera de vivir, sin importar cuáles sean las consecuencias de subvertir el orden. La historia de Patricia, la amiga que consigue Karen en su nueva vivienda, muestra algo interesante en cuanto a la emancipación, y es que no necesariamente se deben invertir todos los órdenes para estar frente a una liberación. Es decir, no hay que dejar de ser madre para no estar sumisa y oprimida, no hay que llegar a cambiar la personalidad (color de pelo, forma de vestir) para sentir que se hace parte de otra vida. Se trata de que la mujer llegue a ser autónoma y auténtica en la toma de decisiones frente a su cuerpo y frente a la manera como decide llevar su vida. Karen comienza a constituir un nuevo modo de vida en el que la situación económica no es fácil y el contexto social en el que debe moverse no es el acostumbrado. Sin embargo, no se rinde y comienza a

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ver cómo sí puede llegar a cambiar las relaciones de poder racional y económico. En el momento en que vuelve a verse con su ex marido, él ordena dos cafés en una cafetería, decide por ella. Ella pide una cerveza con naturalidad, y en el momento en que se van a ir decide pagar la cuenta: «Cuando la mujer cuestiona al hombre la relación que mantienen, le está cuestionando su propia identidad» (Izquierdo, M, 1998) Así, Karen llega a ejercer un llamado a su marido y se rompe el binomio agresor/víctima que expone en su trabajo María Jesús Izquierdo (1998). Ahora es ella quien parece ejercer un tipo de control, pero solo para llegar a liberarse de la opresión (que se basaba principalmente en la dominación económica y de ahí, las múltiples dominaciones) que ejercía su marido sobre ella (y también su señora madre). Entonces, de cierta forma, despoja a su marido de la identidad que hace que él se reconozca a sí mismo como hombre, sin necesidad de ejercer el poder por medio de la violencia. Así, se rompe la estigmatización de la víctima y el victimario, pues se entiende que, si bien Karen está pasando por un momento difícil, ella es un sujeto político que toma decisiones frente a su situación y lucha por un objetivo específico. Esto se evidencia aún más en el momento en que decide no viajar a Argentina con su nuevo novio (con el que en un comienzo es feliz), porque sabe que se va a repetir el ciclo de sumisión, y prefiere quedarse con lo que ha conseguido por sí misma: el trabajo en la librería. Esta es una muestra de que ella no está dispuesta a dejar que se perpetúen las situaciones de subordinación y dominación, que no es un ser emocional y pasivo, sino que por el contrario es un sujeto subjetivado, capaz de identificar las relaciones de poder que se tejen.

Al final de la película, Karen aparece como una mujer nueva, que incluso ha cambiado de identidad física (que también se construye por medio de prácticas sociales); al arriesgarse a probar ser diferente, hasta su vestir, su cabello se liberan y ella se mueve como pez en el agua en el mundo que construye para desearlo y para ser ella. Como su amiga Patricia quien vive su libertad reconociendo a los suyos y a sus condiciones particulares, decide, por ejemplo, disfrutar a su hija tal y como es. Por el contrario la madre de Karen no logra entender los cambios en su vida y sigue respondiendo al modelo patriarcal de cultura. Tanto el ex marido como el ex novio de Karen se sorprenden de las nuevas decisiones y del vuelco en las relaciones de poder, ya no imponen, ya no pueden someter a esta mujer, la situación termina en que estos personajes no asumen el cambio, no pueden convivir con él. Como conclusión, se puede decir que Karen logró romper el «techo de cristal» bajo el cual estaba sometida, y logro también cambiar las relaciones de poder a las que estaba acostumbrada, por medio de una verdadera emancipación, en la que como sujeto constructor y subjetivado toma los riegos y las decisiones necesarias para cambiar su vida. Por otro lado, se entiende que la teoría del patriarcado no puede ignorar la participación consciente de las


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propias mujeres en el sostenimiento de su situación. Es decir, las relaciones de poder que se tejen son producto de la forma de ocupar el mundo tanto de hombres como de las propias mujeres, por lo que no se puede hablar de una opresión que sea una cuestión completamente unilateral ejercida desde el hombre hacia la mujer, sino que ella, con su actuar, puede contribuir a que se perpetúen este tipo de comportamientos. Por esto no se debe estigmatizar a la «víctima» como alguien incapaz y a la que hay que ayudar a toda cosa por estar en estado de indefensión, sino por el contrario reconocerla como sujeto de derechos y un sujeto político capaz de poner fin a su situación a costa de todo, y liberarse no igualándose al hombre, sino aprovechando su condición de mujer para la construcción de relaciones entre sujetos libres y no sujetados y disciplinados.


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Bibliografía •

Burin, M (2005). Subjetividades femeninas vulnerables: Género y Psicoanálisis. Recuperado de http://www.psiconet.com/foros/genero/subjetividad.htm

Foucault, Michel. Clase del 8 de febrero de 1978. En: Seguridad, Territorio, Po-

Izquierdo, M. J. (1998). Los órdenes de la violencia: especie, sexo y género. En:

blación F. C. E. 1ª edición en español 2006. PP. 139-159 Fisas, V. (ed.). El sexo de la violencia. Género y cultura de la violencia. Barcelona: Icaria



Se terminó de imprimir en las instalaciones de GRACOM Gráficas Comerciales, Ubicada en la Ciudad de Bogotá, Colombia, en la Carrera 69K N° 70-76, en el mes de Julio de 2014. El tiraje es de 400 ejemplares en papel Propalcote de 90 gramos. Las fuentes utilizadas, Kozuka Mincho Pr6N y Fedra Sans Std



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