número
14
ISSN 2011 - 9347
SIGMA
ETNOGRAFÍA
Σ
REVISTA DE ESTUDIANTES DE SOCIOLOGÍA SIGMA Número 14 - 2015 / ISSN 2011-9437 UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS La revista de Estudiantes de Sociología SIGMA es una revista de diferentes temáticas y enfoques disciplinarios de las ciencias humanas, de la Universidad Nacional de Colombia y de los estudiantes vinculados. Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional de Colombia no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar. Rector Ignacio Mantilla Prada Vicerrector Diego Fernando Hernández Director Bienestar Sede Bogotá Oscar Oliveros Coordinadora Programa Gestión de Proyectos Elizabeth Moreno Decano de la Facultad de Ciencias Humanas Ricardo Sánchez Ángel Directora Bienestar Ciencias Humanas Susana Barrera Lobatón Director del departamento de Sociología Víctor Manuel Gómez
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COMITÉ EDITORIAL Dirección Prof. William Mauricio Beltrán Cely. Edición Cristian Salamanca / David Alejandro Cruz Alejandro Camacho / Fernanda Ruiz / Andrés Zarate / Flor Méndez / Jesús Quiroga/ Liza Gaitán Corrección de Estilo Albalucia del Pilar Gutiérrez / Cristian Salamanca / David Alejandro Cruz / Fernanda Ruiz / Andrés Zarate Diagramación y Diseño Nikole Angie Calderon Castaneda (PGP)
pueden suscitar.
Σigma
CONTENIDO 4
Editorial
Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad John Edison Sabogal Vanegas
8
Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
22
Diego Carvajal Hicks
Pensar el libro, vivir del libro. Sobre las implicaciones socioeconómicas del mercado ilegal
36
Sonia Nicol Lesmes Guerrero
El monumento a la muerte de la revolución mexicana
50
Carlos N. Mora Duro
2
Σigma
Nativo vs. Antropólogo, reflexiones sobre el “ser” y el trabajo de campo
68
Gerardo Óscar Páez
BDMS : entre creer y placer
84
Patricia Larotta y Jenny Rivera
SECCIÓN DE ESCRITURA LIBRE
El partido de carlitos
98
Andersson Peña
Una velita por rafael chaparro madiedo: una aproximación etnográfica al fenómeno de la muerte
102 Henry Córdoba
3
EDITORIAL
Σigma
La etnografía se ha posicionado como una herramienta de investi-
gación de gran importancia en el campo de las ciencias sociales y de las humanidades, como método y enfoque, donde esta práctica investigativa tiene diferente implicaciones que hacen parte del debate académico y que merecen ser abordada desde la reflexión sociológica. En el amplio universo social de diversidades culturales, es ten-
tativo atrevernos a observar y participar de cotidianidades distintas a la nuestra, de estilos de vida y espacios de los que somos extranjeros. Pero no solo en aquellos contextos entendidos como los más “excéntricos” la mirada etnográfica puede encontrar interés, igualmente en cotidianidades de múltiples escenarios de las actividades humanas, incluyendo las propias del investigador e investigadora, siendo susceptibles del enfoque, la percepción, los sentidos, y la narrativa propia de la etnografía. Es así que la escritura etnográfica se destaca como una narrativa
que reta al escritor y al lector a sumergirse en la narración propia, sobrepasando las fronteras disciplinares hacía el relato de la crónica literaria: describir lo vivido, lo sentido y lo observado, requiriendo una dedicada y cuidadosa tarea de inserción dentro de territorios y comunidades diversas. Pero la etnografía no siempre es un texto, también se alimenta de recursos audiovisuales, tales como una fotografía, el vídeo o el sonido, estimulando la imaginación y sumergiendo más aún en los escenarios explorados, pero que en cierto sentido nos permite conocer y apropiarnos de sus mismas experiencias.
4
Σigma En este sentido diferentes temas metodológicos y epistemológicos de la etnografía serán abordados en la presente publicación de la Revista de Estudiantes de Sociología SIGMA, en este su número 14, tales como la posición individual y colectiva de quien realiza las etnografías, el cómo definir y entender lo que es analizado en la etnografía, la concepción de diferentes horizontes sociales del sentido enmarcados en “el otro”, la consecuencias éticas y políticas de estas mismas, entre otros”, buscando abordar estos debates acompañados de ejercicios etnográficos. Así mismo se desarrolla un espacio con diferentes temas en un mismo número, es decir, más que desarrollar una específica selección temática este número permite adentrarse en diferentes escenarios del universo social. Además la revista de estudiantes de sociología SIGMA continúa con el objetivo de conformar un espacio de socialización de trabajos e investigaciones de sociología y ciencias humanas en el ámbito nacional y latinoamericano, dando comienzo a su publicación con el artículo Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad de un estudiante de la Universidad Nacional de Colombia, quien realiza una reflexión teórica y metodológica de la práctica etnográfica de gran importancia. Posteriormente el artículo Etnografías del cuerpo en el metro de Santiago, donde el autor expone cotidianidades propias de la ciudad Santiago de Chile, gracias a su fluida narración deja ver elementos comunes a las prácticas sociales en sistemas de trasporte masivo en las ciudades de Colombia como también herramientas investigativas referentes al análisis del cuerpo. El tercer artículo, igualmente producto de una investigación, titulado Pensar el libro, vivir del libro. Sobre las implicaciones socioeconómicas del mercado ilegal de una estudiante de Antropología de la Universidad del Rosario, recrea y analiza un escenario común a muchos lectores: los puestos informales de venta de libros en el centro de Bogotá. A continuación un estudiante de doctorado en sociología del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (COLMEX) expone los resultados de su investigación en el texto El monumento a la muerte de la revolución mexicana. Un acercamiento etnográfico al acto de habitar el espacio público, artículo producto de su tesis de maestría en FLACSO que abordará la apropiación del espacio público y los distintos 5
Σigma significados alrededor de este monumento mexicano. Más adelante se encuentra el texto Nativo vs. Antropólogo, reflexiones sobre el “ser” y el trabajo de campo, donde se presenta toda una reflexión del quehacer de la etnografía aplicada a un trabajo de campo concreto. Por último, en esta primera sección de artículos académicos, el texto de BDMS: entre creer y placer, escrito por dos estudiantes de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, narra una experiencia directa, de primera fuente, sobre prácticas sexuales bondage o sadomasoquistas en la ciudad de Bogotá, para ello analizan las diferentes interacciones sociales y los escenarios en donde se desenvuelven. Ahora bien, en una apuesta innovadora la revista SIGMA se abre una sección a escritos libres, muy pertinentes a la narración literaria que es próxima a la etnografía. El primer texto de esta sección El partido de Carlitos es un corto relato de alta sensibilidad y expresividad que nace de una promesa entre amigos de la infancia, en la que se sintetizan las mejores vivencias de una amistad al pasar de los años en torno a una profunda pasión: El fútbol. Son destacadas las expresiones de subjetivades y emotividades que se manifiestan en una directa dedicatoria de una historia de la vida real. En segunda medida, y con el texto cierre del número 14 de SIGMA, Una velita por Rafael Chaparro Madiedo: una aproximación etnográfica al fenómeno de la muerte, de un estudiante de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, exponiendo una brillante narración de alta creatividad y particularidad estilística que se sitúa en la frontera entre la etnografía y literatura, con un hilo conductor muy destacado y adecuado. Este texto presenta la muerte como fenómeno social, con sus diferentes prácticas simbólicas. La presentación de esta sección es una invitación abierta al lector a sumergirse en sus historias y un desafío a que encuentren y disfruten sus particularidades literarias. Adicionalmente se realiza una invitación enfática a estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, especialmente del Departamento de Sociología, a ser parte de este proceso editorial estudiantil que es SIGMA, primordialmente en la modalidad de autores y autoras de artículos o textos para su publicación, ya que, aunque la revista se ha consolidado como una red de socialización de 6
Σigma trabajos en las ciencias humanas en el ámbito internacional, no se desprende de su posición originaria como plataforma para estudiantes de sociología de la Universidad Nacional de Colombia, y esta última se ha visto restringida por la baja participación de estudiantes en los tres últimos números publicados. Para finalizar un agradecimiento especial a Angie Paola Ariza quien es la autora de la imagen portada y de diferentes imágenes al interior del número, igualmente a los autores de los textos por facilitar ilustraciones y gráficas que permitieron ondear en sus trabajos etnográficos. Así mismo se hace un reconocimiento a Edisson Aguilar quien fue parte del grupo editorial del número 13 de SIGMA.
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Fotografía tomada por Angie Ariza
ETNOGRAFÍAS DISIDENTES CIUDAD Y REFLEXIVIDAD JOHN EDISON SABOGAL VENEGAS Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, antropólogo en formación de la misma institución.
joesabogalve@unal.edu.co
Σigma
Resumen: El artículo propone algunas reflexiones conceptuales y teóricas partiendo de una caracterización general de la etnografía como perspectiva, como método y como texto, perfilando los aspectos esenciales del quehacer etnográfico. Posteriormente, bosqueja la etnografía reflexiva como forma disidente de construcción del conocimiento en la cual el investigador se sitúa a sí mismo como sujeto de análisis, objetivando su condición académica, su posición en el espacio social y sus disposiciones culturales, políticas y epistémicas. Finalmente, a partir de la conceptualización de la ciudad y lo urbano, se reflexiona alrededor de la necesidad de una etnografía de las calles, que renueve el conocimiento sobre la urbs a partir de miradas comprensivas que problematicen los significados y prácticas que tienen como escenario la ciudad.
Palabras clave: Etnografía, reflexividad, objetivación, ciudad, urbano.
9
Σigma Introducción
familiar la otredad, como en sus inicios el estudio de ritos, prácticas y conjuros indíge-
Caminar por las calles asfaltadas, una sel-
nas parecían dictar a la etnografía. La con-
va de sonidos, olores, sabores, texturas, ob-
signa es un doble juego en el cual lo mun-
servar detenidamente los símbolos satura-
dano se vuelve exótico y lo exótico mundano
dos de procedencias disímiles: China, Fran-
(Bourdieu & Wacquant, 2005), el etnógrafo
cia, Estados Unidos, Taiwán; transeúntes,
entra en su trabajo como sujeto de análisis
comerciantes, estudiantes, prostitutas, sin
e interpretación, haciendo de lo banal y lo
fin de roles, estatus, estéticas, fotografías
cotidiano el centro de su reflexión.
instantáneas de lo urbano. En una esquina,
En un primer momento, se reflexionará
dentro de numerosos carteles apiñados uno
sobre la etnografía misma, su proceden-
sobre otro en una delicada y sabida inercia,
cia, sus características fundamentales y
Van Gogh, Botero, Kandinsky, réplicas ba-
sus procedimientos canónicos. Posterior-
ratas de famosos cuadros instalados en car-
mente, como forma de etnografía disiden-
tón corrugado; la ciudad lo reúne todo y
te se trabajará alrededor de la etnografía
nada en un collage cultural difícil de com-
reflexiva, una perspectiva y método de in-
prender. En uno de ellos, el pintor dentro
vestigación contemporáneo que pone sobre
del cuadro mirando un punto muerto, un
las cuerdas las formas ortodoxas de cons-
espectador, un conjunto de meninas y ena-
trucción del conocimiento, particularmen-
nos con expresiones estáticas, y en segundo
te las formas positivistas de ciencia social.
plano un espejo y una puerta semiabierta
Para finalizar, se delineará la silueta de la
con la silueta de un hombre. Las Meninas
etnografía de las calles desde una perspecti-
de Diego Velásquez, un óleo sobre lienzo en
va reflexiva, conceptualizando lo urbano y
el cual el pintor se retrata retratando, ubica
la ciudad, y cuestionando sobre las posibili-
su autor dentro de la escena que representa,
dades de desentrañar la red de significados
jugando con su posición, privilegiada y frá-
que construyen los urbanitas, proponiendo
gil, de creador de la obra. A la vez que la fa-
algunas in-conclusiones del quehacer etno-
milia de Felipe IV se condensa sobre el car-
gráfico de las calles desde la reflexividad.
tón sellado, sigue el ejército de relaciones, gritos, murmullos, manos y rostros deambulando en la ciudad, una conjunción urba-
La etnografía y el trabajo de campo
na etnográficamente insoportable. Son estas dos dimensiones precisas las
Históricamente la etnografía se ha asumi-
que se explorará en este texto: reflexividad
do como el método por excelencia de la an-
permanente del etnógrafo en la ciudad, una
tropología: observación participante, entre-
forma disidente que no se restringe a hacer
vista a profundidad, diario de campo, son
10
John Edison Sabogal Vanegas
Σigma algunas de las palabras íntimamente liga-
En cercana relación a los trabajos adelan-
das. Sin embargo, fueron un naturalista ale-
tados por los fundadores de la etnografía, a
mán y un polaco de formación filosófica (Gu-
principios del siglo XX —especialmente en
ber, 2001), posteriores antropólogos de ofi-
Europa—, la etnografía era concebida y re-
cio, quienes sentaron las bases fundaciona-
ducida al estudio científico de las dimen-
les de la etnografía como perspectiva y mé-
siones socio-culturales de los pueblos sal-
todo de estudio de las sociedades. Me refiero
vajes o primitivos (Guber, 2001). Muchos
particularmente a Franz Boas y Bronislaw
de estos estudios, en los cuales etnólogos
Malinowski, quienes sin duda son ahora au-
y antropólogos permanecían años convi-
tores de cabecera a la hora de comprender las
viendo con sociedades en lugares remotos
características del trabajo de campo moder-
aprendiendo su cultura y su lengua, tenían
no: una etnografía de 24 horas con una rigu-
como finalidad generar descripciones de-
rosidad envidiable, un proceso de inmersión
talladas de sus formas de vida y proponer
cultural y comprensión de la otredad. Según
sistemas teóricos alrededor del ser huma-
Malinowski (1986) el trabajo de campo etno-
no como ser cultural, por lo cual el méto-
gráfico debe basarse en tres tipos de materia-
do comparativo se encontraba igualmente
les empíricos, en primer lugar un ejercicio
ligado al quehacer etnográfico, plantean-
riguroso de documentación estadística que
do paralelos, similitudes y diferencias en-
pretende dar cuenta de genealogías, patro-
tre las sociedades occidentales y las indí-
nes de asentamiento y características demo-
genas. La autoridad etnográfica institui-
gráficas de la población, con el fin de identi-
da en este periodo (Clifford, 2001), es decir
ficar la estructura formal de la sociedad estu-
el lugar de enunciación del investigador y
diada. En segundo lugar, un juicioso traba-
su posición epistemológica, se encontra-
jo alrededor de los “imponderables de la vida
ba basada en la experiencia personal, un
cotidiana”, un acercamiento a los sujetos de
encuentro vivencial con otros sujetos en el
la comunidad a través del acompañamiento
cual el etnógrafo buscaba comprender la
de sus rutinas y la observación detenida, con
cultura como un todo, realizando descrip-
el fin de identificar la “sangre y la carne” de
ciones detalladas sobre intercambios eco-
la cultura. Finalmente, como tercer proceso
nómicos, parentesco, religión, etc. Sin em-
en el trabajo de campo etnográfico, una mi-
bargo, este momento experiencial de la au-
rada comprensiva que reconstruya el punto
toridad etnográfica en términos de Clifford
de vista de los sujetos, sus nociones y percep-
(2001), no estaba por supuesto desligado de
ciones del mundo, razón por la cual propone
contextos coloniales y relaciones de poder
como ineludible el aprendizaje de la lengua
asimétricas, que conllevaban en ocasiones
nativa como aspecto central del proceso in-
a interpretaciones etnocéntricas y repre-
vestigativo del etnógrafo.
sentaciones distorsionadas de las prácticas Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad
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Σigma culturales (Guber, 2001), una construcción
ejercicio comprensivo de los significados
académica de la otredad que aún mantiene
de los actores implicados, articulando des-
sus implicaciones en el campo académico.
cripciones e interpretaciones que proble-
Actualmente, es innegable la relevancia
matizan, contextualizan e interrelacio-
de la etnografía en prácticamente todas las
nan diversos fenómenos sociales (Guber,
ciencias sociales, desde la psicología has-
2001). Sin embargo, la etnografía no aspi-
ta la ciencia política hacen uso de la ob-
ra a construir una representación fiel de los
servación participante, el diario de campo
significados sociales de determinados gru-
y la entrevista, que son a grandes rasgos,
pos humanos, no considera tener la última
los pilares del quehacer etnográfico. Pero,
palabra ni abarcar en su conjunto la com-
¿qué es a final de cuentas la etnografía? Si-
plejidad de la vida. Por el contrario, busca
guiendo a la antropóloga argentina Rosana
una interpretación problematizada (Guber,
Guber (2001), la etnografía se puede definir
2001) en la cual el etnógrafo de forma com-
como enfoque, como y como texto.
prensiva pretende examinar acción y dis-
En su primera consideración, la etnogra-
curso, práctica y razón, relaciones y estruc-
fía es una perspectiva con preceptos, inten-
turas en la trama significante que estudia.
ciones y apuestas particulares, es una for-
Puesto que se opone a las perspectivas po-
ma de mirar los fenómenos sociales y bus-
sitivistas de la ciencia, la etnografía —es-
car estudiarlos. Como enfoque, la etnogra-
pecialmente la contemporánea— no refleja
fía se fundamente en la intención nodal de
el punto de vista nativo de forma aséptica,
“comprender los fenómenos sociales desde
es una problematización de los significados
la perspectiva de sus miembros entendi-
que los sujetos y las comunidades constru-
dos como ’actores’, ’agentes’ o ’sujetos so-
yen sobre su mundo (Guber, 2001), contras-
ciales’ ” (Guber, 2001:12). Prioriza una mi-
tando dinámicas locales con estructuras
rada endógena de las dinámicas socio-cul-
globales, narrativas con prácticas y proce-
turales, haciendo un acercamiento émico
sos históricos con eventos coyunturales.
o endógeno, por oposición a la visión etic o
En su segunda acepción, la etnografía es
exógena que privilegia las categorías epis-
un método, una forma particular de proce-
témicas del investigador (González, 2009).
der y acercarse a los problemas investiga-
Por esta razón, el enfoque etnográfico cen-
tivos. Es un conjunto de actividades o téc-
traliza la pregunta por las formas en las
nicas que constituyen el trabajo de campo
cuales los agentes sociales significan sus
(Guber, 2001), aquel núcleo ordenador de
vidas (Young, 2005), partiendo de las ca-
cualquier producción académica. Trans-
tegorías, narraciones y formas discursivas
grediendo esta consideración, es impor-
de los sujetos. El proceso investigativo des-
tante señalar que más allá de hacer traba-
de esta perspectiva deviene en un continuo
jo de campo, los investigadores realizamos
12
John Edison Sabogal Vanegas
Σigma trabajo en campos, insertos completamen-
personal con las actividades investigadas,
te y no al margen de las relaciones de po-
haciendo parte de las prácticas culturales es-
der que los estructuran. Retomando a Bou-
tudiadas. En conjunción con la observación
rdieu, podemos definir precisamente al
participante, la etnografía se basa en la cons-
campo como
trucción de una descripción densa (Geertz, 1995), en la medida en que busca desentra-
Juego de fuerzas (...) un escenario de lu-
ñar los sentidos y significados de las accio-
chas dentro del cual los agentes se enfren-
nes presentadas, acudiendo a una compren-
tan, con medios y fines diferenciados según
sión del contexto y explorando los marcos de
su posición en la estructura del campo de
interpretación que construyen las sociedades
fuerzas, contribuyendo de este modo a con-
para leer y aprehender el mundo. Retoman-
servar o a transformar su estructura” (Bour-
do a Geertz (1995), un giño o un tropiezo in-
dieu, 2007: 45).
tencional a modo de burla, se comprenden como tal a partir de una interpretación com-
Esto quiere decir que la etnografía como
prensiva y profunda de las formas en las cua-
método es una forma de participación par-
les los sujetos dotan de significado tales ac-
ticular de los investigadores dentro de cier-
ciones, de ahí que la descripción detallada de
tos campos sociales en los cuales desarro-
las prácticas como insertas en marcos signi-
llan su quehacer investigativo, marcado por
ficantes sea un requisito fundamental de la
tensiones, disparidades y lógicas de poder
investigación etnográfica.
transversales.
Finalmente, la etnografía puede conside-
A nivel práctico, el método etnográfico se
rarse como texto, pues sus lentes epistemoló-
caracteriza principalmente por dos procedi-
gicos y sus procedimientos metodológicos se
mientos mutuamente dependientes, la ob-
materializan en una disertación, en la cual
servación participante y la descripción. Privi-
“lo que se juega (…) es la relación entre teo-
legiando la experiencia de “estar allí” (Guber,
ría y campo, mediada por los datos etnográfi-
2001), en la observación participante el inves-
cos” (Guber, 2001:18-19). Aunque cada vez los
tigador se involucra en las actividades de un
productos audiovisuales como herramienta
grupo social con el fin de comprender endó-
académica ganan terreno, siendo otra for-
genamente prácticas, discursos y significa-
ma de etnografía disidente que merece un
ciones. Bien puede priorizar la observación,
artículo especializado, la producción escrita
registrando con detalle los fenómenos que
aún es el medio de comunicación, discusión
presencia y situándose como agente media-
y argumentación por excelencia para el que-
namente externo, o bien puede llevar a cabo
hacer etnográfico. A través de los textos los
una participación observante (Guber, 2001),
investigadores buscan articular una visión
caso en el cual se compromete de forma más
global de su experiencia en campo, narrando Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad
13
Σigma su experiencia, describiendo lo observado e
el investigador privilegia la descripción y la
interpretando los significados y prácticas de
vivencia, acentuando la voz académica que
un grupo social. La escritura etnográfica es
dota de sentido las arbitrariedades cultura-
en esencia un arte, un ejercicio que muchas
les de un grupo social. En esta forma de au-
veces busca combinar lo literario con lo ana-
toridad etnográfica, los sujetos de la inves-
lítico, una conjunción entre narración, des-
tigación son informantes que verifican y
cripción y argumentación en la cual pueden
ejemplifican las elaboraciones discursivas
emerger distintas voces puestas en juego a
del etnógrafo, haciendo eco de su autori-
partir de múltiples recursos poéticos y polí-
dad para representar el mundo cultural es-
ticos (Clifford & Marcus, 1986). Como mani-
tudiado. Los ejemplos más ilustrativos de
festación del campo social que constituye lo
esta forma de autoridad se encuentran en
académico (Bourdieu & Wacquant, 2005), el
las obras de los grandes etnólogos y etnógra-
texto etnográfico es sin embargo una arena
fos mencionados, quienes como concertinos
de batalla que vale la pena detenernos a re-
llevaban la batuta de sus textos acompañan-
flexionar, pues no está exenta de tensiones
do sus argumentos con las voces nativas que
y poderes, particularmente en referencia a lo
aparecían esporádicamente como la estruc-
mencionado como la autoridad etnográfica el
tura armónica de la obra.
investigador que representa.
Al otro lado del espectro, Clifford (2001)
Siguiendo a James Clifford (2001), es posi-
ubica el modo de autoridad etnográfico de
ble identificar una transformación impor-
corte dialógico-polifónico en el cual participantes
tante en la relación entre los investigadores
e investigador aparecen en el texto en una es-
y los sujetos participantes de los estudios et-
pecie de conversación entre la visión “nativa”
nográficos: de llamar informantes a las per-
y la académica, una conjunción que tensio-
sonas que proveían de información valiosa,
na la voz presuntamente autorizada del in-
se ha pasado a plantear trabajos colaborati-
vestigador, para dar paso a una polifonía de
vos en las cuales tanto investigadores como
narraciones, discursos y argumentaciones.
sujetos participantes cuentan con una voz
Este modo de autoridad etnográfica, no teme
de autoría (Dagua, Aranda & Vasco, 1998).
ubicar en paréntesis la palabra del etnógrafo
Al respecto, Clifford (2001) llama la aten-
con el fin de privilegiar el relato de los suje-
ción sobre la concepción de la autoridad et-
tos, llevando incluso en ocasiones a conside-
nográfica como organizada en un espectro
rarlos como investigadores y coautores de los
variable en el cual es posible identificar dos
textos elaborados. Sin embargo, esta pers-
extremos, con características y formas de
pectiva puede en ocasiones ubicar en un se-
relación disímiles.
gundo plano el ejercicio de problematización
En un extremo de este espectro se encuen-
de los significados estudiados (Guber, 2001),
tra el modo experiencial-interpretativo en la cual
presentando una visión contemplativa y poco
14
John Edison Sabogal Vanegas
Σigma crítica, optando posiblemente por una re-
la autoridad “pictográfica” que asume el ar-
ducción subjetivista y a-histórica que deja de
tista, un posicionamiento de sí mismo como
lado los procesos y estructuras sociales más
sujeto dentro del cuadro que elabora. En tér-
amplias que condicionan la construcción de
minos concretos, podríamos decir que Las
dichos significados (Bourdieu, 2007).
Meninas de Velázquez es una representación
Ante estas importantes dificultades y den-
gráfica de las propuestas teóricas, epistemo-
tro de los alcances que propone este texto, po-
lógicas y políticas de la etnografía reflexiva.
dríamos argumentar que existe una tercera
Como pilar de su propuesta, al mejor estilo
forma de construir o mejor interpelar la au-
de Velázquez, esta etnografía disidente sitúa
toridad etnográfica, a saber, la basada en la
al investigador como sujeto inserto sine qua
reflexividad, una de las etnografías disidentes a
non en los fenómenos que busca comprender
perfilar a continuación, que interpela las for-
(Guber, 2001), por lo cual propone un retorno
mas convencionales de realizar investigacio-
reflexivo sobre sí mismo basado en la crítica
nes etnográficas y ubica en el centro de sus
constante sobre su posición en el campo, sus
disertaciones las relaciones de poder entre el
condicionamientos y sus limitaciones episte-
investigador y los “sujetos de estudio”.
mológicas, sociales y culturales (Bourdieu &
La etnografía reflexiva: investigando lo urbano
Wacquant, 2005).
Para comenzar este breve bosquejo, retomemos el óleo de Velázquez descrito en la introducción. Es un retrato con una composición compleja y misteriosa. En la obra aparece su mismo autor, quien se ubica en un costado del cuadro pintándose a sí mismo en su quehacer, como un espejo que examina de frente la otra superficie que lo constituye. En ese margen el cual el artista aparece, se prefigura un espacio que lo oculta detrás del lienzo y a la vez lo exhibe en un juego indeterminado en el cual “el contemplador y el contemplado se intercambian sin cesar” (Foucault, 2007:13). Más allá de todos los posibles análisis técnicos, geométricos y estéticos que la obra puede suscitar, nos interesa
Las Meninas. Diego Velázquez (1656). Óleo sobre lienzo. Tomado de: http://commons.wikimedia.org/ wiki/File:Velazquez-Meninas.jpg. Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad
15
Σigma Como un desarrollo contemporáneo di-
autocomplaciente que ubica su experien-
sidente de las corrientes positivistas en las
cia personal como centro narcisista de re-
ciencias sociales, la etnografía reflexiva se
flexión. En lugar de un descargo psicoana-
fundamenta principalmente en una fuerte
lítico, la reflexividad es un trabajo de con-
crítica al intelectualismo, entendido como
tinua objetivación (Bourdieu & Wacquant,
un objetivismo ingenuo que obvia la rela-
2005), en el cual el investigador realiza
ción del investigador con aquello que pre-
una autocrítica profunda con el fin de de-
tende estudiar (Bourdieu citado en Jasa-
construir sus preconcepciones, planteando
rían, 2002). Este enfoque disidente implica
abiertamente las limitaciones de su postu-
una reflexión constante sobre las determi-
ra teórica y reflexionando sobre su posición
naciones y constreñimientos de las postura
en el espacio social en el cual interactúa con
teóricas adoptadas por los investigadores,
los sujetos participantes del estudio. Traba-
una propuesta que reta el “epistemocentris-
jar desde la reflexividad implica entonces
mo” en el cual las limitaciones teóricas se
reconocer que el discurso académico no pue-
evaden y se promueve una mirada contem-
de ser objetivo o neutral, pues toma parte de
plativa de las realidades sociales (Guber,
los fenómenos que estudia construyéndolos
2001). Concretamente, la reflexividad es un
a través del lenguaje con el que describe (Gu-
proceso de constante de “regreso a sí mis-
ber, 2001). El proceso de objetivación no se
mo” (Ghasarian, 2002), que parte de la crí-
reduce a un descargo personal de prejuicios
tica al objetivismo y propone un cuestiona-
o preocupaciones morales, es una autocrí-
miento cíclico sobre las disposiciones socia-
tica cíclica, permanente y contextualizada
les, políticas e históricas del investigador
que cuestiona las estructuras sociales que
(Guber, 2001). Según Bourdieu y Wacquant
constituyen la posición del investigador. En
(2005), la adopción de la reflexividad impli-
palabras de Bourdieu & Wacquant:
ca que la práctica científica —incluida la de
Lo que debe ser objetivado no es (solo) el
corte etnográfico— deba cuestionarse a sí
individuo que hace la investigación en su
misma, interrogando por sus contribucio-
idiosincrasia biográfica sino la posición
nes a la reproducción de los esquemas de
que ocupa en el espacio académico y los ses-
dominación y cuestionando de forma per-
gos implicados por el punto de vista que
manente su estatus social.
adopta en virtud de estar “off-side” o “fuera
Contrario a lo que puede suscitar, este re-
de juego” (2005: 106).
greso permanente a sí mismo por parte del
Las propuestas de la etnografía reflexi-
etnógrafo, sobrepasa la “introspección psi-
va como perspectiva crítica y disidente de
cologizante y autocentrada del narrador”
la idea etnográfica convencional de carác-
(Ghasarian, 2002: 19), en la cual el inves-
ter contemplativo, brinda un marco episte-
tigador descarga en el texto una mirada
mológico propicio para avanzar ahora en el
16
John Edison Sabogal Vanegas
Σigma objetivo de perfilar la importancia de una
Según Delgado (1999), lo urbano se en-
etnografía de las calles y de lo urbano, que
tiende por oposición directa a lo comunal
supere la autoridad experiencial-interpreta-
en donde los vínculos se estructuran a par-
tiva e interrogue por las formas en las cuales
tir de la fraternidad y la cercanía. En lo ur-
los significados y los sujetos son construidos
bano, por el contrario, la norma es la plu-
en la ciudad. En primer lugar, debemos par-
ralidad y la heterogeneidad, las relaciones
tir de una distinción analítica importante
superficiales, segmentarias e impersonales
en el marco argumentativo propuesto.
(Delgado, 2007), la calle es su representa-
Siguiendo al antropólogo español Manuel
ción perfecta, pues propone una forma de
Delgado (1999: 2007), se hace necesario esta-
relación azarosa y segmentada, a la vez que
blecer una diferencia entre la ciudad y lo ur-
institucionalizada y estructurada entre los
bano como nociones complementarias pero
sujetos que la transitan. En últimas, lo ur-
disímiles. En términos generales, podemos
bano implica principalmente entropía, mo-
entender la ciudad como una configuración
vilidad, equilibrios precarios en las relacio-
espacial, una materialidad particular donde
nes sociales y disolución constante de lazos
se reúnen edificaciones, autopistas, calles,
y vínculos, de allí que un “verdadero” urba-
etc., por lo cual la forma espacial, geográ-
nitas no es un habitante más de la ciudad,
fica y arquitectónica es el aspecto acentua-
sino el practicante de lo urbano, que par-
do en esta idea. Por su parte, lo urbano hace
ticipa tanto de la polis, entendida como los
referencia al “estilo de vida marcado por la
elementos
proliferación de urdimbres relacionales des-
lo político y normativo de la ciudad, pero
localizadas y precarias” (Delgado, 1999: 23).
especialmente, vive de la urbs, esa energía
En otras palabras, la ciudad puede ser vis-
creativa y amoral (Delgado, 1999), una pa-
ta como el entramado espacial, geográfico
sión constante, caótica y superflua, líquida
y material, mientras que lo urbano acentúa
y movediza que potencia lo urbano. Un ca-
una manera particular de construcción de re-
rácter urbano especialmente interesante es
laciones, en donde las interacciones son su-
el señalado por Erving Goffman (citado en
perfluas y azarosas, saturadas de múltiples
Delgado, 2007) como la desatención cortés, un
convenciones sociales, políticas y económi-
término acuñado para caracterizar una for-
cas. Esta distinción analítica, plantea la ne-
ma de sociabilidad en espacios públicos de
cesidad de llevar a cabo estudios etnográficos
la ciudad, en donde los sujetos permanecen
que puedan comprender las relaciones entre
extraños unos a los otros, evitando interac-
la ciudad y lo urbano, que pregunten por las
ción y desapercibiendo “amablemente” a
formas en las cuales interactúan las materia-
los demás. Esta es la razón por la cual mi-
lidades y los significados, las distribuciones
rar asiduamente a algún extraño en la calle
espaciales y las relaciones sociales.
o prestar atención exagerada a algún sujeto
organizadores-controladores,
Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad
17
Σigma en el transporte público o en un ascensor,
embargo móviles, dinámicas y cambiantes
se convierten en posibles herejías urbanas,
como es lo urbano mismo.
pues transgreden la lógica de la desatención cortés y la indiferencia cordial.
Una etnografía de la ciudad y de lo urbano basada en la reflexividad, puede basarse
En este escenario bosquejado, en el cual se
en el plano metodológico del esquema tri-
ha pasado de conceptualizar brevemente la
partito de análisis formulado por Chelkoff
etnografía y considerar la reflexividad como
(citado en Delgado, 2003). Según este au-
salida crítica al sentido común científico ,
tor, para comprender las dinámicas urba-
surge el cuestionamiento por una etnografía
nas se debe explorar la forma, los formantes y
que según Delgado (2003) está aún por hacer:
las formalidades. La forma refiere a las dispo-
la etnografía de las calles. La pregunta por
siciones espaciales, la manera en la cual lo
comprender los significados que los sujetos
geográfico es ordenado por lo social, lo eco-
construyen en la ciudad, en el diario vivir sa-
nómico y lo histórico, a la vez que lo arqui-
turado entre avenidas, edificios, semáforos,
tectónico da cuenta de la estructura y el es-
centros y periferias, es un cuestionamiento
pacio social. El ejemplo por excelencia es la
nodal que requiere creatividad metodológi-
distribución de la ciudad en centros y peri-
ca y por su puesto reflexividad constante por
ferias marginales, lugares diseñados y res-
parte del investigador, pues él es en sí mismo
tringidos a ciertos grupos o clases sociales.
–generalmente- un urbanitas cosmopolita.
Los formantes hace referencia a los sujetos
Ese magma caótico y frenético de lo urbano,
y los significados con los que juegan, las
no está por supuesto exento de relaciones de
disímiles maneras de relación que se esta-
poder, en las cuales la asimetría, la segrega-
blecen en las calles, las variopintas mane-
ción y la dominación se estructuran en razón
ras de significar plazas, avenidas, barrios,
de factores económicos, culturales, étnicos y
etc.; son estas redes de significados urba-
de género. La necesidad de formular una et-
nos, uno de los aspectos a los cuales una
nografía reflexiva sobre lo urbano, requiere
etnografía reflexiva debe prestar especial
una mirada amplia que objetive los procedi-
atención. Finalmente, Chelkoff propone
mientos, preceptos y relaciones que el inves-
el análisis de las formalidades, es decir, el
tigador plantea en el espacio social que parti-
conjunto relativamente institucionaliza-
cipa, entendiendo este último como un esce-
do de maneras de actuar, hablar, sonreír,
nario relacional donde los agentes sociales no
caminar, ignorar, etc., que los sujetos po-
pueden interactuar y organizarse como co-
nen en juego en sus interacciones. La des-
lectivo de manera aleatoria, sino que existen
atención cortés es por supuesto una de las
diferencias (especialmente culturales y eco-
formalidades más evidentes de lo urbano,
nómicas) que fundamentan su agregación a
pero vale preguntar desde una etnografía
colectividades (Bourdieu, 1990), que son sin
reflexiva sobre lo urbano, cómo la posición
18
John Edison Sabogal Vanegas
Σigma social, económica, étnica y de género del
metodológicas sino principalmente de sus
investigador, conlleva ciertas formalidades
posturas éticas y políticas.
con los sujetos con los cuales interactúa,
Estas consideraciones presentadas no
¿Cuáles son las relaciones y por qué las di-
pueden concluirse o clausurarse de forma
ferencias entre el vínculo que el etnógrafo
definitiva, por lo cual propongo algunas
establece con un habitante de la calle y con
inconclusiones y tensiones. Traicionando
un ejecutivo que camina?
ligeramente los postulados de Malinows-
Dentro de este esquema tripartito de for-
ki (1986) sobre la etnografía, es fundamen-
mas, formantes y formalidades, es indis-
tal que los investigadores de lo urbano, es-
pensable incluir un cuarto elemento, a sa-
pecialmente quienes encuentren en la et-
ber, el formalista, en la que el investigador
nografía reflexiva herramientas útiles,
incluido en la escena y a partir de sus lentes
aprendan y reconozcan el “idioma de la ca-
académicos, formaliza las prácticas, dis-
lle”, comprendiendo la significación de los
cursos, cuerpos en disertaciones teóricas,
discursos y narrativas urbanas a partir del
argumentos abstractos y –en ocasiones– fór-
ejercicio reflexivo de ubicar contra las cuer-
mulas matemáticas. Es el formalista, des-
das la jeringonza académica, arriesgán-
de una perspectiva reflexiva, quien parte de
dose a buscar una mirada endógena y a la
la objetivación de su lugar para enriquecer,
vez crítica sobre los lenguajes de la ciudad
contextualizar y proponer críticamente sus
en su pluralidad y sus consistencias. El et-
comprensiones de las formas, formantes y
nógrafo tiene la tarea de objetivar sus re-
formalidades de lo urbano. La objetivación
pulsiones, rechazos y disgustos sobre las
en la práctica etnográfica de la ciudad es in-
dinámicas urbanas, no reprimiéndolas o
dispensable por dos razones particulares.
ignorándolas, sino analizándolas dentro
Primero, porque al ser predominantemente
del mismo campo de poder que estudia. A
urbanitas en el sentido de Delgado (2007),
su vez, la etnografía reflexiva de lo urbano
los etnógrafos deben recurrir al extraña-
debe estar abierta a lo impredecible, a par-
miento de lo cotidiano y lo mundano, vien-
ticipar activamente de una marcha o pre-
do con otros ojos espacios tan familiares
senciar una pelea callejera, arriesgándose
como los medios de transporte, las calles,
a encontrar en lo momentáneo y superfluo
los bares y demás lugares que transitan.
claves importantes para comprender diná-
Segundo, porque deben calibrar de manera
micas y estructuras sedimentadas. Obser-
constante su propia posición en el espacio
var y participar del presente que emerge en
social en el que investigan, deben ser espe-
la calle –sin olvidar su historia–, no solo se
cialmente sensibles a las relaciones que es-
debe realizar ante la posibilidad de no vol-
tablecen con los otros sujetos de la ciudad
verlo a presenciar, sino porque en lo efíme-
en virtud no solo de sus posturas teóricas y
ro o coyuntural se juega lo invariable de lo Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad
19
Σigma urbano. Según Delgado, el espacio urbano
las redes sociales cuelan información en
se caracteriza por:
las manos de los transeúntes o cuando un
Una proliferación de marañas relaciona-
atentado al otro lado del mundo, puede ge-
les compuestas de usos, componendas, im-
nerar una discusión política y económica
postaciones, rectificaciones y adecuaciones
entre dos comerciantes informales que ven
mutuas que van emergiendo a cada mo-
las noticias desde la calle.
mento, un agrupamiento polimorfo e in-
Queda, sin lugar a dudas, un intenso ca-
quieto de cuerpos humanos que solo puede
mino por recorrer, planteando espacios de
ser observado en el instante preciso en que
investigación poco explorados, por ejem-
se coagula, puesto que está destinado a di-
plo, una etnografía de los ascensores, ese
solverse de inmediato (2007: 12).
incómodo no lugar —en términos de Auge
La inconclusión es entonces comenzar a
(2000)— en el cual las miradas van y vie-
pensar con los pies, utilizando el paseo ur-
nen, los saludos flotan en el aire y la des-
bano como una técnica de campo (Delgado,
atención cortés es la regla, como propo-
2003: 2007), prestando interés especial al
niendo diseños metodológicos creativos y
juego doble que propone la ciudad entre el
novedosos para estudiar lo urbano. En de-
orden y el caos, entre la improvisación y la
finitiva, la mirada crítica y reflexiva del in-
institucionalización, entre la emergencia
vestigador debe articularse con la indaga-
y la estructura. De ahí que una etnografía
ción de las posibles riquezas etnográficas
reflexiva de lo urbano se plantee el reto de
de las actividades cotidianas en la ciudad,
comprender críticamente las dinámicas ur-
deambulando como un flâneur por las calles
banas sin miedo de articular lo global y lo
y arriesgándose a insertarse en los espacios
local, la historia y el momento, pues cada
públicos con una mirada reflexiva, curiosa
vez con más fuerza confluyen en la acera el
y lúdica, tal como el pintor que dentro de su
cuerpo y el planeta; por ejemplo, cuando
cuadro mira su propio espectador.
20
John Edison Sabogal Vanegas
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Etnografías disidentes: ciudad y reflexividad
21
ETNOGRAFÍAS DEL CUERPO EN EL METRO DE SANTIAGO DIEGO CARVAJAL HICKS Sociólogo, U. Artes y Ciencias Sociales ARCIS. Santiago de Chile (2014)
diegocarvajalhicks@gmail.com
Σigma
Resumen Luego de la instauración del Transantiago (2007)1, nótese una transformación de elementos semiótico/materiales en el Metro de Santiago, enlazados en su táctica administrativa de lo político-territorial. Esta variación iría dirigida en torno al cuidado de la población en general, pero a propósito y en tensión con la entrada de un usuario-cuerpo otro que viene a amenazar el imaginario de clase y de consumo (de movilidad), establecido por clases medias del Metro históricamente; así como a situarse en las luchas micropolíticas por/ desde la espacialidad y distancia corporal. A continuación, mostraremos algunas piezas etnográficas que, creemos, advienen de dispositivos de control (biopolíticos) en relación con los cuerpos del Metro, y que nos ayudan a entender y a aproximarse desde instancias e imágenes más minúsculas a la contingencia actual en torno a la integración/exclusión a la ciudad desde la movilidad del cuerpo en adelante.
1 Se puede observar que el cambio en el transporte público ha sido un gran antecedente y detonador de cambios técnicos en el Metro. Durante los primeros días de Transantiago a principios del 2007 (fines de Febrero), la gratuidad en el sistema de microbuses disminuyó la demanda del Metro, pero con el paso de los días (inicio de Marzo) y de la confusión que presentaba el modelo, en relación con el anterior de las micros amarillas -sus hábitos- de facilidad y conocimiento en los trayectos; el número de usuarios en el Metro aumentó a niveles inesperados, generando grandes aglomeraciones en varias estaciones (principalmente en las de combinación). La demanda alcanzó así una ocupación del servicio de más de 2,4 millones de usuarios por día y de entre 5 y 5,5 pasajeros por metro cuadrado. A esto se le suma que la nueva población que ingresa al servicio, en el imaginario social del antiguo viajero y también en el de la empresa, vendría a ser otro de clase. Problemática entonces que, se traza en torno a la calidad de vida perdida en el Metro de Santiago con la puesta en marcha del servicio de transporte. Acá el discurso del usuario (“invadido”) incluso se trazará desde conceptos de animalidad o salvajismo. Salvaje (s) que, como (en tanto fuera de la ley) dicen adviene delincuencia, reggaetón con grandes celulares y música vulgar. Uno que puede gritar, asaltarte o tocarte. Actuar en forma extraña y moverse en forma marginal. En el Metro, después del Transantiago, se percibe fuertemente el que nadie quiere ser tocado. Habrá cierta tolerancia al apego y al contacto. Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
23
Σigma Contexto de enunciación urbano-corporal
partir de la relación que desde observación etnográfica notamos, se instala en torno a lo humano y su cuidado primero, en nece-
Inténtese mostrar algunos planos discon-
sidad de estar viviente/masivo regulado;
tinuos como diferenciados, en torno a la
para desde ahí, situarse en la superficie de
composición de elementos y efectos en el
inscripción microfísica (muscular/capilar)
plano micropolítico (Foucault, 1971) de las
que, supone el cuerpo en cada reinaugu-
relaciones (corporales) espaciales que dia-
ración como actualización del movimien-
logan con el régimen de veracidad expues-
to virtualmente asegurado. Lo que nos lle-
to en todo cuanto hay de gestión urbana
varía, bajo esa sinergia y también desfase
actual, a saber: el mejoramiento y cuidado de la
(dispositivo en Deleuze (1989)), a interrogar
calidad de vida de la población. En el Metro de
el cómo se sostiene políticamente aquella
Santiago, luego del Transantiago y la llega-
existencia en común; aquella del resguar-
da de un nuevo público periférico-pobre, la
do de todos y de cada uno, que pondría e in-
administración y cuidado (seguridad) de la
cluiría —desde lo normal de lo interior-fa-
población (re)compone toda su posibilidad
miliar— terapéuticamente en el centro a lo
técnica como todo su espacio y posibilidad
impensado, a la otredad.
discursiva. Véase ahí una amplia serie de discursividades de contacto (apego-fami-
El corpus
liaridad) y de realce del cuerpo, desde materialidades arquitectónicas, de diseño, la co-
Las etnografías están sueltas, no empie-
munidad y la publicidad, la geográfica, o lo
zan desde el origen-fin de trayectos, son
jurídico-tribunal, etc. Llamaremos a todo
trozos y corresponden a diferentes momen-
eso, que cada vez se va rehaciendo en otras
tos, días y angulaciones de observación con
posiciones como en otros cuerpos nuevos,
posterioridad al Transantiago. Lo que quie-
una gobernancia del cuerpo en el Metro (Carvajal,
re decir, que no corresponden a la totalidad
2012). Gobernancia (urbana) que, como con-
del trayecto. Como se explica, corresponden
cepto más amplio que gobierno, de mayor
a la tensión efectiva más fina de la relación
diversidad y despliegue de recursos/sopor-
de poder que, tiene por abertura históri-
tes y de actores, iría instalando acciones
ca la instalación del nuevo medio de trans-
que bajo el rótulo de cuidado, guardan lu-
porte en Santiago de Chile y la nueva situa-
gar e inscripción de control en el (nuevo)
ción que ensayamos pensar; aunque no por
cuerpo del Metro. Ensáyese así una lectura,
eso se enunciará en algún momento dicha
desde una comprensión biopolítica en semblan-
bipartición. Por lo que de prácticas y movi-
te positivo o que hace vivir (Foucault, 2009), a
mientos corporales no sabemos si situar un
24
Diego Carvajal Hicks
Σigma antes/despúes, si además tampoco observamos “el antes” y porque una idea fija del
13 de abril, 9:30 a 10:00 am, 2010: escaleras y combinaciones
cuerpo no existe. Véanse así las interacciones cotidianas en relación a los nuevos sa-
En las escaleras mecánicas, un cuerpo pue-
beres direccionados para la subjetividad y el
de estar recompensado y entregado: se desa-
cuerpo del Metro. En donde se intenta discu-
gita la intensidad de una tormentosa salida
tir desde la descripción/análisis etnográfico
de mañana en una estación de recambio. Se
del Metro, una corporalidad desde sus trozos
imprime ahí el descanso, al tiempo que se lo
o regionalidades ; el cómo se mueve o qué
sujeta, soltándole los músculos contraídos. Y
puede; y todo en cuanto se va produciendo
se suelta, pues, del advenimiento que provo-
y re-inscribiendo lo eventual del cuerpo; sus
ca llegar a una Estación de recambio como Toba-
estados de debilidad, intensidades, deseos,
laba (mañana) o también otras como la (no-
trastornos, posiciones/encarnaciones. Ha-
che) Cisterna3. En ocasiones como esta vemos
blaremos primeramente desde ahí.
que, los cuerpos se van colocando en la ex-
2
Etnografías de movimientos del cuerpo en el metro
tensión del tren, acorde su más óptimo salir. Ilústrese esto con Marc Augé: (…) Los más escrupulosos llevan su celo has-
“Toda recompensa supone una degradación de energía” Simone Weil
ta el punto de elegir el mejor lugar del vagón, aquel que podrán abandonar lo más rápidamente posible una vez llegados a la estación. Más fatigados o más aventajados,
2 Los territorios al igual que los cuerpos corresponden a la posibilidad y tensión de abertura u obliteración permanente, es decir a la inmanente transformación de sus límites. A aquella posibilidad singular y actualizable que, desde el cuerpo en la ciudad, como plantea De Certeau (1996), se dota de existencia a los espacios a partir de cada gesto u movimiento. Lo que quiere decir que, el cuerpo en tanto productor del espacio y del territorio, no lo entenderemos como una totalidad mapeable. Sino, en cambio, como un cuerpo-territorio en tanto espacialidad y sentido vivo que, nos habla de la ciudad, los movimientos, sus puntos de contacto, de repliegues e inmovilidades espaciales; de los modos de vida (bios), y regulaciones en torno a los encierros y resistencias (por zonas, regiones, micropolíticas) de su cuerpo hacia afuera o dentro. Lo que guarda relación con el biopoder en semblante positivo (hacer vivir) en cuanto se intensifica y organiza tecnológicamente la preservación del cuerpo y la vida, al tiempo que -acasose controla (Foucault, 2009).
algunos tratan de conciliar este imperativo táctico con la necesidad de descansar y se apoderan con gusto el último asiento que quedó libre, con una mezcla de discreción y de celeridad que traduce también al hombre de experiencia (Augé, 1987: 18)
3 Estación de combinación de la Línea 2 (De Norte a Sur de la ciudad) y Línea L4A (De Sur-Poniente a SurOriente). La L2, en su extensión, recorre sectores periféricos, pericéntricos y céntricos. La L4A, obra post-Transantiago, transita por sectores periféricos y el movimiento hasta la L2 es tácticamente para fluir redes de consumo como centros comerciales. Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
25
Σigma Saben (que) pueden bajar, salir, apresu-
Producción que se familiariza. Espera que no
rar, llegar necesariamente —vale la pena—
sea como la primera vez. En otras ocasiones,
rápido al andén correcto para combinar y
principalmente en el regreso con el cansan-
tomar el tren siguiente para luego recostar
cio y el tedio, se producirán hostilidades en
la espalda o pararse también a veces recos-
los ánimos. Empujes de los que quieren en-
tado sobre los límites del tren; a veces ocu-
trar a los vagones y de los que salen. Aquí
pando los cuadros de indicaciones de eva-
cuando se hablan, los contrarios, acusan el
cuación como una improvisada almohada.
derecho de lo uno puede por sobre lo otro,
Muchos ya saben, sobre todo en la L1 que,
adelante o atrás.
4
al entrar la posibilidad del sentarse es vaga,
Lo indicado en el Metro va en “bajar antes
entonces se entra a buscar otro tipo de posi-
de subir” mientras los otros acusan el ingre-
ciones; algunas diseñadas, otras no. Estas
sar ya de una vez “agarrar posición”. Ambos
serán propias principalmente de gente más
se encuentran bajo un régimen de legalidad,
joven. Del mismo modo, véase como tam-
de lo permitido ahí por pensar en común —
bién a medida que faltan a veces desde dos
por tanto de permanente exclusión— inau-
estaciones hasta segundos, el cuerpo ya se
gurado en cada abrirse las puertas y también
iría aproximando y arrimando a la puerta .
de antes. Se caminará luego tal cual como lo
Un texto/Metro como diría Floch (1993) se-
alertado como un eco anterior. El bajar será
ría el trayecto en tanto tiene una orientación,
otro tiempo e intensidad del mover y secuen-
lo que supone una creación de tensión hacia
cia que, ya venía suave en el vagón.
5
un acabamiento. Una vez que se va llegando se puede ver que el personal de andén, que en la mañana será masivo, espera vivazmente la
7 de mayo (2010), 18:30 camino a (estación) Quilín6
salida de los pasajeros. Espera que al llegar el tren y abrir las puertas produjera agitación e
En el contexto de interior de combina-
inscripción de movilidad al bajar y combinar.
ción, en una hora pick, de Metro Tobalaba (en dirección) a Plaza Puente Alto, se observa que
4 La L1 del Metro de Santiago recorre de Oriente a Poniente la ciudad. Desde el Poniente al Oriente tenemos un flujo, esencialmente, de aproximación hacia zonas de producción y servicios de la ciudad. En la parte media se sitúa la arteria más importante de la ciudad, la Alameda. Esta Línea contempla al menos 3 líneas de combinación hacia el sur, sur-oriente, norte/sur-poniente. Es la primera línea del Metro y la más concurrida. 5 ¿Virtud de la inmediatez? ¿De querer salir lo más rápido de lo que apesta de donde la desdicha no tiene amplitud? (...) ¿Repetición (...) Sensualidad? 26
Diego Carvajal Hicks
cuando vienen muchos no se alejan por mucho (saben ahí moverse con tino, es decir, con delicadeza y cuidado) de la barrera de fierro diagonal que los dirige en este espacio
6 De la estación Tobalaba (lugar de combinación de L1/ L4), por la L4 se conecta desde el sur y periferias pobres, al contexto de la L1 (Tobalaba) que, aproxima a sectores altos de la ciudad. El sector de Metro Quilín es un sector de clase media, media-alta, y media-baja.
Σigma ciertamente tensionado, a saber, la escalera que bajará al pequeño andén. Espacio
16 de junio, 17:00 hrs, 2010: estación Cumming 7
que tendrá un corte, una cinta roja que instalan los trabajadores del flujo, al lado con un
En esta estación para salir a la superficie,
vigilante. Habrá tino ahí también, se espera-
la escalera para subir es muy alta y muy em-
rá frente a ella y no se tocará; se estará mi-
pinada. Son dos movimientos en escalera
limétricamente cerca con poca posibilidad
manual o mecánica para llegar a la superfi-
de movimiento. También estarán inquietas
cie en calle Cumming con Catedral. Tres si
las personas con sus manos, con ansiedad
se cuenta desde el tren, al área de tornique-
de bajar. Algunos vienen tensionados por lle-
tes y la boletería. En el contexto de movi-
gar pero guardan compostura; pues ya saben
miento de subida, cuando se está en la mi-
del colapso en la angostura del andén abajo.
tad, se llega a una plataforma en donde en
Otros bien diferentes, aceptan y se dan al ol-
mano a derecha se encontrará la escala fi-
vido. Cómo dice Marc Augé (1987), el usua-
nal y a la izquierda un sector con cajeros au-
rio del Metro solo puede manejar el tiempo
tomáticos. Una vez que se despliega aquel
y el espacio en su relación con los demás pa-
movimiento (hacia la derecha) se ha resta-
sajeros; y para esto debe adecuarse a los mo-
do y denegado una posibilidad, la manual.
vimientos propios de la materia así como al
Es decir, se ha puesto de frente una barrera
“agolpamiento de los cuerpos”. De esa manera,
en diagonal a la vista. Solo en el segundo mo-
ciertos recorridos cotidianos quedan plas-
vimiento se podrá subir la mecánica. Díga-
mados la memoria: el andén abajo colapsa-
se que es obvio que, será más significante
do quizás como territorio de la memoria, el
como agradable, menos cansador, y sobre
recuerdo que no se irá borrando sino cons-
todo en esta estación, —profunda— subir
tantemente plegando al pensar. Más rato, al
por la escalera eléctrica; pero lo que llama la
llegar a Metro Quilín, alguna gente sale al es-
atención es que la opción ya viene denega-
tacionamiento del mall/supermercado e im-
da. En ese movimiento, la visión solo repa-
provisa la fila, en lo que es formalmente el
ra en la mayoría en lo que, solo es esa posi-
paradero para tomar el micro/liebre amari-
bilidad próxima; la otra adviene lejanía con
llo número 17 de acercamiento hacía locali-
la instalación de ese separador de flujo. Solo
dades de la comuna de Peñalolén.
desde esta perspectiva estaría permitido bajar desde la superficie, por las escaleras
7 Sector céntrico histórico de la ciudad de Santiago, parte del “Gran Yungay”, lugar-barrio representativo del Santiago Poniente y que se nos presenta históricamente como la periferia originaria en los inicios de la ciudad. Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
27
Σigma manuales: razón quizás de rapidez en los
general, la gente está convencida de lo que
hábitos de afluencia de los usuarios.
está haciendo. Hay poco factor de riesgo acá
Vemos nuevamente ahí cómo se va ope-
por lo que se ve en las operaciones; aunque
rando con respecto de las energías y descan-
el guardia ya mira diferente, al verme sen-
sos del cuerpo. Lo que venía cómodo y tran-
tado largo rato no funcional acá, durante
quilo, en sus secuencias y virajes signado
unos 15 a 20 minutos. Acá el paso es me-
en lo nada nuevo: placer del cuerpo ante lo
dido, sitiado, ya antes de acá. Ya, en el va-
que serán ídolos de proyección y distancias
gón (con la gran mayoría sentada y el que
de lo insolente, innecesario. Placer a lo fí-
va parado con movilidad posible) la gente
sico más pequeño, en cualquiera gesticu-
va calmada bajo un sol tibio del Cerro San
lación, causas y repeticiones (que ya no se
Ramón (Cordillera de Los Andes) el que, se
sienten), interminables de pensar lo más
puede percibir desde dentro. Puede ahora
propio: movimiento corto y agudo susten-
abrir pausadamente un paquete de galle-
tado por el tronco y piernas en una tempo-
tas de agua, ver el diario, ver subTV8 (lo que
ralidad tan precisa que, en general, no im-
significará ir bien parado y no despreveni-
pide retrocesos.
do, afirmado en algunos casos), pintar los
21 de marzo (2010) a las 10:00 am, de Metro Las Torres (estación (periférica) de exterior) a Tobalaba
ojos las ejecutivas u otras. Muchos como en toda hora del día, van en silencio, tímidamente desde la singularidad; unicidad que paradójicamente para ellos es un lugar común, conocido, habitualmente social como dice Augé (1987), pero que siempre será otro
A esa hora el caminar por el andén del
(todo ese adentro, como necesario, es otro).
Metro es semi-optimista, es decir, de inten-
Ya se está absorto, sin opción de volver, ya
sidad intermedia dada la poca aglomera-
que simplemente es tarde. La gente no qui-
ción que la hora y dirección amerita. Cuan-
siera no llegar a la estación. El movimiento
do el Metro llega a esta hora, se trata de un
ya es sabido, así que el sujeto ahí por lo me-
pasar (movimiento) como aquel que uno
nos, no muestra rasgo alguno de incomodi-
tiene al despertar, a saber: se hace inex-
dad manifiesta en su posición: la motrici-
plicablemente. Al esperar, se mira hacia
dad será pausada.
el exterior (hacia al aire), ya que el sonido estridente de la carretera aun (te) hace sentir mucho más afuera, o bien simplemente se fija la atención y mirada hacia algún objeto físico-mántico como un televisor de repetidas noticias. Es perderse un poco. En 28
Diego Carvajal Hicks
8 Véase: http://www.subtv.cl/. Empresa encargada de la instalación de televisores en los andenes del Metro, como -estratégica- forma de distribuir a los usuarios de forma más ordenada en todo el largo del andén y donde se transmite, generalmente, contenido noticioso, publicitario, musical.
Σigma 20 de abril (2010), 17:00 hrs: pórticos de salida
Viernes 16 abril (2010) 10:30 pm: Desde estación La Cisterna a Vicuña Mackenna
En una visión de frontal hacía ocho pórticos de salida en la estación Plaza Puente Alto
En el tren mucha concentración, la mira-
(periferia sur) casi todos suben desde la de-
da precisada pero simulada y absurda. Va-
recha y se agrupan, por lo general (hay tor-
mos en dirección a Vicuña Mackenna. La
ceduras, varias), en los tres primeros, sien-
gente acá va diferente a cómo iban los gru-
do que la presión siguiente es solo a la iz-
pos en la inmediación de la Cisterna. Evi-
quierda. El espacio de los pórticos propone
dentemente son otros grupos, otras siner-
ahí expansión y plasticidad del movimien-
gias. Las conversaciones de los del tren ha-
to hacía su izquierda. Pero habrá opción
blan de extensiones o proyecciones en sus
preferencial del hacerse caminar y pensar
historias personales. Este grupo concuerda
flexible en un natural agrupamiento. Vendrán
en una voz baja, pactos singulares de com-
a esa hora 17:00 aprox., (7 o 10 minutos de
portamiento de esta fracción del tren a la
observación) subiendo entre unos 8 o 10
que se tiene visibilidad. Probablemente,
personas llegadas del tren y se harán hile-
otra fracción del mismo tren puede ir más
ras donde respirar, como ya hemos visto en
bulliciosa, “espontánea”, con más preten-
otras ocasiones, improvisadas. El que es-
siones de entretención. Acá se observa al
perará será uno o dos. En los tres primeros
otro imperturbable, que se hace perder la
entonces se aglutina, se “apiña-ahí”, se de-
mirada inocente, que se duerme, entre otras
tiene. Son solo dos pasos: se quiere y con-
y diversas cosas que son lo mismo, lógica-
memora quietud, la debilidad de un movi-
mente. Sonarse, buscar mejor —aun cuando
miento. Cabe la pregunta ¿cuáles son los lí-
sea innecesario— postura en el asiento, arri-
mites de esto? ¿Se habría que clasificar por
marse ya a la puerta, o también el chaleco
cansancio todo esto? En todo caso, el cuerpo
o la nariz. Dormir no durmiendo, pensar y
iría legitimando la política de diseño arqui-
mirar en vertical no haciéndolo, o caminar-
tectónico del Metro de abarcar menos espa-
se todo el tren. Los inventos de sentidos (va-
cios de extensión controlando así los alre-
gamente) más teatrales. En todo caso ¿quién
dedores del cuerpo. Ahora, luego de tran-
sabe cómo ir? Afuera es oscuro, y la luz blan-
sitar y penetrar el pórtico, se entiende otra
ca del tren nos irradia a todos más que en
acción, a saber, un depurar el movimiento
otros momentos de más sombra y oscuridad
activándose en el espacio, dominando su
de muchos más cuerpos.
mover, soltando sus articulaciones.
Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
29
Σigma Abril 2010: últimos vagones
y urbano que muestra Vicuña Mackenna en esa altura. Los cambios como vemos son
Me subo en un último vagón solo ocupa-
graduales. Algunos son abruptos como este
do por tres jóvenes, —no siendo los jóvenes
con los alemanes. En el caso de gran afluen-
todos de la misma manera— sentados en el sue-
cia, como ya casi esta denegada la iniciati-
lo. También lo hice yo. El mismo suelo ilí-
va, se observa en menor medida. La entra-
cito de sentarse por la seguridad de todos.
da, por ejemplo, desde una estación de mu-
Pero solo íbamos nosotros. Después de va-
cha afluencia a un vagón semidesocupado
rias estaciones aún seguíamos parados y se
con jóvenes sentados, implica igualmente el
podía dar cuenta que aquel último invita-
moverse y pararse abrupto. Se irían forman-
ba a más jóvenes de similares característi-
do así comunidades (ilimitadas) en las que se
cas (parece ser que el último lugar del tren
puede guardar lugar, un estar en común que
se presta para estos episodios). En algún
siempre estará amenazado en sus sincronías
momento fuimos seis. De pronto, entraba
espaciales. Siempre las comunidades serán
gente a la puerta contigua del tren y obser-
en el Metro presenciales como actuales de al-
vaba lo ocurrido ahí en ese último espacio
gún enfrentamiento que las derrumbe y las
y observaba dándole licencia como también
modifique: no trascienden.
no en relación a la contingencia. El que se
Habrá como dice Floch (1993) segmentación,
unía se movía hacia este espacio sin despre-
es decir, una división en un número limi-
cio hacia una permisividad.
tado de unidades, de etapas o de momentos
La situación del tren en general -del conti-
que se relacionan entre ellos según ciertas
nente- ahí, era flexible. De haber sido más,
reglas (1993: 39). Unidades entonces que or-
problemáticamente (inicialmente), la gen-
ganizadas en los cuerpos, es lo que Floch lla-
te del espacio contiguo adulto hubiera qui-
ma: discontinuidad y continuidad. Algunos tra-
zás increpado verbalmente, dado que esto
yectos, sostiene, indicarían una estrategia
figura en el rango de las resistencias al po-
de creación de continuidad, es decir, están
der discursivo trazado en torno a la segu-
compuestos por una serie de producciones o
ridad de todos, en cuanto aquella práctica
de comprensiones de continuidades (1993:
provoca accidentes.
44). Este cuerpo hace caso de las marcas de
La semana posterior, aquello fue observado
los límites o simplemente se deja llevar por
en la otra punta, horario, misma dirección,
el flujo. Por otra parte, están los que apre-
pero hacía y por la conductora personalmen-
cian los ritmos e iteraciones los que al in-
te, entre otros, a unos extranjeros alema-
dicar una estrategia de creación de discon-
nes adolescentes con sus novias. Sus padres
tinuidad, manifiestan una cierta sensibili-
iban parados, acalorados, con miradas de
dad a los juegos de identidad y alteridad que
complicidad y viendo el paisaje cordillerano
proponen los pasajes simétricos (1993: 43).
30
Diego Carvajal Hicks
Σigma Estos dos modelos al ser tratados por el au-
—inducida— entrada. Entretanto por si eran
tor, serán montados en el siguiente cuadro:
callejeros —de sorpresa— se podría decir que no
El cuadro semiótico permite reconocer
andaban en busca de eso precisamente, pero
otras dos categorías que corresponden a las
están dispuestos y se dejarán llevar a que les
negaciones de las primeras: “negar las dis-
suceda en cualquier momento.
continuidades equivale a reunir, pasar por encima, coger en bandolera. Se trata de intentar anticipar el obstáculo para borrarlo”
Movimiento e interiorización del cuerpo
(1993: 47). La proyección de esta categoría Nótese en el espectro discursivo del MeDiscontinuidad
Continuidad
tro, como desde sus materialidades, diseños y arquitecturas que, una lucha por la captura de los alrededores del cuerpo, es decir de las posibilidades y aperturas (de vida) del cuerpo. Esto lo podríamos situar como una relación de fuerza, es decir cuando hay
No continuidad
No discontinuidad
prácticas de aquietamiento y de control. Veamos a continuación dos ilustraciones-
en el cuadro semiótico, devela la estrate-
secuencias, de lo que serían algunas cuali-
gia contrarias, es decir la de la no-conti-
dades de fuerza en las nuevas innovaciones
nuidad. A los pasajeros que recaen aquí les
de diseño arquitectónico en la L4.
gusta todo lo que les pueda sorprender. Así se podrían construir cuatro tipologías de los pasajeros del Metro: Los agrimensores que bus-
Secuencia 1, 22 de Abril, 18:00 hrs (aprox.) 2010
can y aprecian los trayectos discontinuos. Los dinámicos los que buscan realizar encade-
Andén Tobalaba en dirección Puente Alto,
namientos. Los sonámbulos que son viaje-
barrera de direccionamiento de flujo donde
ros de la continuidad y por último los calleje-
la gente que viene-aun parcialmente en ese
ros que son aficionados a los paseos, es decir
momento mayoritariamente por ese mismo
valorizan las no continuidades. Podríamos
lado, (en el izquierdo de la doble escalera (en
decir sobre la escena que expusimos que:
bajada, extensa) siempre se privilegiarán
Aquel cuerpo sentado en el suelo al tiempo
los lados próximos a lo cercano del mover o
discontinuo (agrimensor) también va continuo (so-
ubicar para tomar los trenes, aun cuando
námbulo), dado que también va concentrado/
con eso se tuviera que pasar por estos orga-
neutralizado con libros y música, y también
nizadores de la conducta), llega a lo que será
pensando en que algunos se les fue permitida su
el armar y reconstruir otras distancias: Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
31
Σigma peligro que significaría insistir en recto el paso) su tranquilización e intensificación de estar ahí apeado por unos segundos.
Secuencia 2, 28 de abril, 16:00 hrs, 2010 Estación Viña Mackenna L4 y que combina con la L4A: esta estación implicaría una posición estratégica que adviene de su exte(Imag.1, Carvajal D., 2010)
rior. Inmediato a esta estación habrá desde hace mucho tiempo ya, para todos: un centro comercial, un supermercado, puntos importantes de locomoción (“el 14” de Vicuña), servicios administrativos. Por lo que será una locación de la ciudad muy concurrida, con flujos de movimientos importantes desde el Metro al exterior por trazos intermodales. Esto traería consigo toda una organización del movimiento desde las afueras hacia adentro como al contrario. En el exterior estos últimos años se han
(Imag.2, Carvajal D., 2010)
ido “mejorando” los espacios de modo que el caminar hacia la entrada de la estación
Luego se ve que los que se ubicarán vo-
se haga de forma más organizada y vigila-
luntariamente a la izquierda del andén ha
da. Habrá hoy, barreras para que la gente
de ser resguardados o detenidos por la ba-
no irrumpa desde otras perspectivas y mo-
rrera; mientras que los otros bien pueden
vimientos hacia el Metro. Esto haría des-
y van, y hacen más recorrido del andén. El
plazar a los cuerpos hacia al frente del Me-
cuerpo vemos se detiene mecánico hacien-
tro, hacia la única vereda que proporciona-
do una hilera; sabrá ya que el insistir y agi-
rá cercanía, -con quizás que lejanía- y con
tar el movimiento podría causar algún tipo
esto una posibilidad de inseguridad ahí dada
de accidente ahí en el estrecho andén de To-
por los lugares comerciales de donde se pro-
balaba. Las barreras imprimirían el descan-
viene con las compras, aceptadas como pró-
so una vez cuando la bajada sea más masi-
tesis, elaboradas, divinas. Incluso, ahí en
va; al tiempo que (al saber la posibilidad de
la vereda, se legalizará (se deja funcionar, los
32
Diego Carvajal Hicks
Σigma puestos están marcados/distinguidos con pintura) el comercio informal (también el machetéo9 de los hinchas “del Colo”10), reduciendo así, el margen de contacto entre cuerpos ahí definido. Luego se argumentará en torno al ingenio del delincuente (y cómo podemos ver hoy también de los retenes móviles de fuerza pública): Ahí en esa vereda, las observaciones denotan que “tendrá más ojo por lo propio” y una manera y des-
(Imág. 4, Carvajal D., 2010)
treza de caminar familiar como contenida. “pertenencia”; en cómo atenerse y cómo vivir ahí. Se da a entender que es lo eficazmente normal y habitual como lugar del cuerpo, o bien cuál y cómo debe ser su escala de movimiento individual. El cómo va siendo individualizado al tiempo que excluida/o, como vemos a continuación:
(Imág. 3, Carvajal D, 2010)
Ya en el Metro, se entenderá que esta estación —acaso— por el abanico de movimientos (interior-exterior) presenta a una población digna de educar: se hará fuerte acá el cuidado en la posibilidad del diseño
(Imág.5, Carvajal D. 2010)
de la estación; se tendrá una sensación más personal e interna con el espacio. Veamos:
Pasará acá lo mismo: se agradecerá y con-
Quedará claro no “dónde se está” y
memorará el cuidado del venir estático en
en qué distancia y sentir también, la
lo ahí estrecho a escala humana diseñado. Pues, una vez que llegue al instante de doblar
9 Pedir dinero en las calles. 10 El estadio (de futbol) estará cerca. En el mall (centro comercial) se compran las entradas como también se obtiene el dinero para comprarlas.
a la izquierda y dar por terminada esa caminata planificada que, luego finalmente da paso a la escalera mecánica que los hará subir a Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
33
Σigma de representación en el aseguramiento del bienestar y salvación de los cuerpos miles del Metro. No diciendo con eso que, al tiempo hay otra oculta/pacificadora.
Conclusión preliminar Los dispositivos de control del Metro de Santiago, nos hablan de un cambio en las (Imág.6, Carvajal D., 2010)
formas tácticas y de habla del poder en relación a los cuerpos en contacto. En la instala-
L4A o bien a la superficie. Nótese que, una
ción de dispositivos asociados a una ética del
vez que pasa eso, como podemos observar en
cuidado de la población, estamos claramente
la fotografía, bien el cuerpo podría, porque
ante un desplazamiento del habla asociado a
justo ahí se abre el campo de movimiento,
una maternalidad asistencial (posdictadura),
hacer de su mover otra cosa que lo recién tra-
diferente —aparentemente—, de una mas-
zado para él y por él; un movimiento más
culinidad del poder soberana que no escucha
periférico del centro de su cuerpo abarcan-
y disciplinaria es. Sin embargo, en el Metro
do con eso más del espacio ahora dado (ha-
y en su distribución discursiva y material,
cia adelante y hacia su derecha) para hacer-
nótese un cuidado (sobreprotector) de hijos
lo. El mover de izquierda se refugiaría en un
que, trae en su interior la posibilidad de sus-
mover muy comprimido que se dobla extre-
pensión para el caso de extraviarse y salir del
mo y que será repetitivo. Porque en aquella
espacio del lenguaje y a su vez en el espacio
apertura de movimiento bien se podría po-
del movimiento dispuesto y condensado por
sicionar para entrar desde el lado derecho a
el Metro. Véase así en el interior del cuidado
la escalera (cosa que sucede evidentemente):
una figura de control, que nos deja con un
al lado inferior derecho del joven de rojo.
control-cuidado en el Metro como otra cuali-
Disputa de la posibilidad expulsada —abyec-
dad de fuerza, un cambio en el dispositivo y
to— del cuerpo, quedando evacuado, lo aje-
con la aparente paradoja de la “igualdad se-
no (raza), en el propio trazo anterior. Pues
xual del poder” en términos más generales.
cómo dice Heidegger cuando se ha retenido en la memoria lo que sostiene, y “merece pensarse”, es porque lo apetecemos y tomamos en consideración como conmemoramos (Heidegger, 1995: 15-17) de un orden social. Dando así por verídico y validaremos un tipo 34
Diego Carvajal Hicks
Σigma Referencias bibliográficas Augé, M. (1987). El viajero subterráneo. Un etnólogo en el Metro. París: Editorial Geodisa. Carvajal, D. (2012). La gobernancia del cuerpo en el Metro. En: H, Ponce; M, Dalmasso; P, Arán; A, Ammann. Semiótica e interdisciplina. Perspectivas de investigación en curso. Córdoba, Argentina: Editorial CEA. ISBN: 978-987-1751-05-1.http://catalogo.uchile.cl/uhtbin/ cgisirsi/?ps=Ua6FvUOe5w/SISIB/127640006/123 De Certeau, M. (1996). La invención de lo cotidiano I, Artes de Hacer. México: Universidad Iberoamericana. Deleuze, G. (1989). Michel Foucault Filósofo. España, Barcelona: Editorial Gedisa. Foucault, M. (2009). Derecho de Muerte y Poder sobre la vida. En: Historia de la sexualidad, La Voluntad del Saber. Argentina: Siglo XXI Editores. Foucault, M. (1971). Microfísica del Poder. París: Editorial La Piqueta. Floch, J. M. (1993). Semiótica marketing y comunicación. Barcelona: Editorial Paidós. Heidegger, M. (2005). ¿Qué significa pensar? Madrid: Editorial Trotta.
Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
35
PENSAR EL LIBRO, VIVIR DEL LIBRO SOBRE LAS IMPLICACIONES SOCIOECONÓMICAS DEL MERCADO ILEGAL
SONIA NICOL LESMES GUERRERO Programa de Antropología/ Universidad del Rosario. Noviembre de 2013
nicol.lesmes@gmail.com
Σigma
Resumen Este artículo tiene como objetivo examinar dos cuestiones a saber: ¿Cuál es la incidencia del comercio ilícito de libros en la comercialización y el consumo del libro legal? y ¿cuáles han sido las alternativas y estrategias adoptadas por los vendedores legales de libros para proteger y promover su mercado? Al respecto, se argumentará que la existencia de este mercado ilegal obedece a la falta de atención y ejecución de medidas legales para combatir fenómenos relacionados con la piratería, la reprografía ilegal y el hurto de libros. De igual modo, se sustentará que este comercio ilegal se constituye en un potencial enemigo, tanto para la producción, como para la comercialización legal de libros, dadas las circunstancias y condiciones desiguales en las que ambas esferas compiten.
Palabras clave: Mercado ilegal de libros, piratería, reprografía ilegal, hurto, producción y comercialización legal de libros.
Pensar el libro, vivir del libro
37
Σigma Introducción
exploró: ¿cuáles han sido las alternativas o estrategias adoptadas por los vendedores le-
El mercado ilegal e informal de libros representa un problema social y económico
gales del Centro Cultural del Libro para proteger y promover su mercado?
en la medida en que no solo perjudica eco-
Con el ánimo de dilucidar los objetivos
nómicamente a la industria editorial com-
aquí planteados, el presente escrito está di-
puesta por escritores, autores, distribuido-
vidido en cinco partes. La primera está de-
res y libreros, sino que también afecta el
dica a enunciar, a modo de contextualiza-
“costo social” del mismo; “pues las perso-
ción, la trayectoria histórica de los vende-
nas se han acostumbrado a aceptar el libro
dores quienes ayudaron a crear el Centro
pirata con argumentos vinculados al bajo
Cultural del Libro (CCL). En segundo lu-
costo y al fácil acceso de este material” (Ar-
gar, se explorarán los problemas relaciona-
boleda, 2005: 04). En efecto el comercio ile-
dos con el mercado ilícito que actualmente
gal del libro es un fenómeno que ha tendido
subyacen a la venta legal de libros, a saber:
a naturalizarse socialmente, debido a la ca-
la piratería, la reprografía ilegal y el hurto
rencia de un debate público que dé a conocer
de libros. En tercer lugar, se analizará cuá-
los efectos y las implicaciones socioeconó-
les son las medidas y acciones legales que
micas que se derivan de este mercado ilegal.
se han diseñado para combatir este comer-
El presente artículo es el resultado de una
cio ilegal y cuál ha sido su efectividad. En
investigación etnográfica realizada entre
cuarto lugar, se enunciarán las estrategias
agosto y noviembre de 2013, la cual tomó
adoptadas por los vendedores legalmente
como objeto de análisis las tensiones so-
constituidos para hacer frente al problema
cioeconómicas existentes entre los vende-
del mercado ilegal de libros. Finalmente, se
dores legalmente constituidos del Centro
expondrán las conclusiones más relevantes
Cultural del Libro y los vendedores infor-
derivadas de este análisis.
males de libros. Este estudio se concentró en explorar puntualmente dos aristas. En primer lugar se buscó examinar ¿cuál es la incidencia del comercio informal e ilegal de
De lo informal a lo legal: la historia del Centro Cultural del Libro
libros en la comercialización y el consumo del libro legal? Al respecto se mostrará que
El Centro Cultural del Libro, ubicado en
la existencia de una oferta ilegal de libros
Bogotá en la carrera octava #15-63, es pro-
ha desplazado a la comercialización y a la
ducto de un proceso de lucha entre vende-
producción lícita de este material, gene-
dores informales de libros y autoridades es-
rando así numerosas pérdidas a nivel eco-
tatales que se remonta a finales de la déca-
nómico y social. En segunda instancia se
da de los 80’s. Aunque este proceso ocurrió
38
Sonia Nicol Lesmes Guerrero.
Σigma hace más de 24 años, algunos de los libre-
como el “Centro Cultural del Libro”, ante-
ros más antiguos de este Centro Cultural re-
riormente conocido como el famoso restau-
cuerdan esta historia de lucha que los lle-
rante y hotel “Temel”, recuerda Domingo.
vó a constituirse legal y profesionalmente como vendedores de libros. Don Iván es un librero que lleva en la venta de libros aproximadamente 32 años. Él comenzó este negocio junto a su hermano poniendo una caseta de libros en la avenida 19, entre carreras décima y séptima, hace más de 33 años; sin embargo, bajo la alcaldía de Julio César Sánchez (1984-1988), todas estas casetas fueron destruidas debido al plan de urbanización que se adelan-
Fotografía 1- Plata, Juan Pablo (2010)
taba en esta zona; por tal razón, todos los
(Actual Centro Cultural del Libro.)
propietarios de estos puestos informales y casetas, se vieron obligados a conformar el
Este programa de reubicación fue auspi-
“Sindicato de Libreros” con el ánimo de en-
ciado en la alcaldía de Pastrana y contó con
trar en negociación con el alcalde sucesor de
el apoyo del IDU y del Banco Central Hipo-
Sánchez: Andrés Pastrana Arango. Según
tecario para la financiación de los locales.
don Iván, después de arduas luchas por par-
Así fue como Domingo, Iván y otros libre-
te del sindicato de libreros contra la alcaldía
ros, lograron adquirir su local y una deuda
mayor de esa época, los libreros lograron ser
a 15 años; sin embargo, para ser reconoci-
reubicados en lo que actualmente se conoce
dos legal y profesionalmente como libre-
como el “Centro Cultural del Libro”.
ros, la Alcaldía les exigió constituirse legal-
Al igual que don Iván, el señor Domingo
mente ante la DIAN como vendedores de li-
tiene muy presente cómo comenzó a for-
bros y además, registrarse ante la Cámara
mar parte del mundo de los libros. Domin-
de Comercio para obtener el registro único
go, lleva aproximadamente 38 años en este
tributario, registro que les impone pagar
campo y recuerda que en el año de 1989, él y
un régimen anual de impuestos por ventas.
sus colegas libreros, fueron reubicados con
Don Fabio, alias “el Búho”, comenzó
el primer programa local de reubicación
en el Centro Cultural del Libro vendiendo
patrocinado por la alcaldía: “así que todo
alrededor de 300 libros que, en ese entonces,
el comercio de libros, que en ese entonces
conformaban su colección personal. Des-
se conocía como informal, fue legalizado
de el inicio, siempre quiso imprimirle un
y reubicado en lo que hoy en día se conoce
significado y un sentido diferenciador a la Pensar el libro, vivir del libro
39
Σigma “Librería el Búho”; por tanto, buscó contac-
la realización de trámites legales engorro-
tar a las editoriales con el ánimo de obtener
sos, una lucha por el reconocimiento de
libros originales de primera calidad: “para
una profesión, la inversión de un monto
complacer el gusto selecto de sus clientes y
considerable de dinero y el pago anual de
lograr posicionarse en el mercado del libro”.
impuestos. Ahora bien, el mercado ilegal
No obstante, se vio confrontado ante va-
de libros que, según ellos, se viene dando
rias trabas impuestas por las mismas edi-
fuertemente hace 5 años, atenta contra su
toriales, las cuales concebían su negocio
actividad “formal, legal, histórica y cons-
como informal, ilegal y poco serio, para
ciente como libreros” de varias formas y por
distribuirle libros directamente. Este as-
varios mecanismos.
pecto e imagen iba en contra del ideal de
Hasta este punto se ha querido mostrar el
librería que quería imponer Fabio, por lo
proceso del cómo y el por qué se creó el Centro
que le fue necesario legalizar su negocio y
Cultural del Libro y el significado tanto his-
razón social. Fabio, constituyó legalmen-
tórico como personal que los libreros le han
te la “Librería el Búho” ante la DIAN el 4 de
otorgado a esta experiencia. En el siguiente
Junio de 1990, siete meses después de haber
apartado, se explorarán, a la luz de estos tes-
adquirido su local en el CCL. Ese mismo
timonios, los problemas relacionados con el
año consiguió el permiso ante la alcaldía
mercado ilícito que actualmente subyacen a
mayor para laborar como profesional del
la venta legal de libros, a saber: la piratería, la
libro, aspecto que le permitió introducir en
reprografía ilegal y el hurto de libros.
su negocio a las grandes editoriales tales como: Norma, McGrawn Hill, Océano, entre otras, impulsando así su negocio en el CCL a un status más elevado y legal
El mercado ilegal del libro: las dificultades que subyacen al quehacer del librero
“donde se consigue calidad y garantía”. Desde entonces, don Fabio buscó darle a la
Durante mi trabajo de campo, el cual buscó
“Librería el Búho” una nueva dirección y
en un principio documentar los efectos que
perspectiva vendiendo libros de primera.
recaen sobre el consumo del libro impreso a
Al igual que Fabio, la mayoría de libre-
partir de la inserción de nuevas tecnologías,
ros que trabajan en el CCL se han dedicado,
tales como el internet o los e-books, me percaté
desde hace más de dos décadas, a comer-
que los problemas que inquietan y que subya-
cializar con libros originales de reconoci-
cen al quehacer del librero están lejos de ser
das editoriales para prestar “un servicio de
asociados con las tecnologías de la informa-
alta calidad al lector”. Sin embargo, “pres-
ción. Por el contrario, para ellos esta “revolu-
tar este servicio de alta calidad” implica,
ción tecnológica” es un factor secundario al
como se ha mostrado hasta el momento, 40 Sonia Nicol Lesmes Guerrero.
Σigma cual, tarde o temprano, tendrán que adaptar-
piratas de libros. Más que por la tecnología,
se comercialmente.
su profesión y sus negocios se han visto radicalmente afectados por las “bandas de piratería que operan en el centro desde San Victorino”. Según Iván, su negocio no puede competir con ellos porque la diferencia de precios en cuanto a la venta de libros es abismal. En promedio, el margen de ganancia que ellos tienen por libro es del 30% desde la editorial. Por tanto, no pueden poner a competir sus libros que salen aproximadamente a 35 mil pe-
Fotografía 2 - Fuente: Archivo etnográfico del semillero de migraciones de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario Recuperado de: http://arte.uniandes.edu.co/wpcontent/uploads/Imagen15.jpg,
sos contra un libro de 10 mil pesos pirata. “La gente solo le importa el precio, no la calidad, los vendedores informales a usted no le dan garantía de nada. En cambio aquí, uno vende calidad, garantía y a buen precio” mencio-
Sin embargo, conforme pasaba el tiempo
na Fabio. Vemos entonces que la competen-
en campo y me percataba de las lógicas in-
cia de precios es un factor fundamental en la
ternas que se manejan en el CCL, noté una
supervivencia de este mercado.
tensión latente entre los vendedores legales y
De igual modo, para Gladis y Domingo,
los vendedores ilegales de libros en este sec-
especialistas en la venta del libro técnico y
tor. Teniendo en cuenta esto, en el siguien-
especializado en medicina, la “competen-
te apartado me dedicaré a documentar tres
cia más brava es la piratería”. La piratería
fenómenos que según los libreros del CCL,
es para ellos una competencia violenta, ya
componen el mercado ilegal del libro y, por
que no solo están compitiendo por el libro y
tanto, se constituyen en los principales pro-
su precio contra el mercado ilegal. También
blemas que atentan con la estabilidad y el fu-
estos libreros del Centro Cultural del Libro
turo de la industria del libro y los actores que
han recibido amenazas de muerte por par-
la componen. Tales fenómenos son la pirate-
te de las “bandas de piratería” que operan
ría, la reprografía ilegal y el hurto de libros.
en el centro. Según Gladis, tales amena-
La piratería
zas fueron consecuencia de la denuncia que hizo el Sindicato de Libreros del Centro Cultural del libro ante la Alcaldía Mayor, pues
Tanto Iván como Fabio, me comentaron re-
“no podían permitir la decadencia de sus
iterativamente sobre la competencia desleal
negocios, la falta de garantías y soluciones
que representan los vendedores informales y
legales ante tal problema”. Pensar el libro, vivir del libro
41
Σigma Consecuentemente, la venta del libro
difícil acceder a textos tan costosos. Bajo este
es un terreno en disputa en donde se pue-
panorama, la única solución para el estu-
de poner en riesgo hasta la vida, pues así
diante viene siendo la fotocopia.
como lo afirma Domingo: “este comercio
Al respecto, Domingo y Gladis quienes pre-
gira en torno a redes de desigualdad comer-
cisamente se especializan en el comercio del
cial gracias a una legislación blanda que no
libro médico, afirman que la fotocopia es su
vigila ni protege al comerciante legal, sino
peor enemigo, incluso más que la piratería.
que por el contrario ayuda al vándalo y al
Según don Domingo, a las bandas de pirate-
delincuente a prosperar”.
ría no les interesa copiar este tipo de textos pues implica una impresión con alta calidad
La reprografía ilegal o la fotocopia
de color y un buen calibre en el papel a diferencia de lo que hacen con la literatura o los “Best Sellers”, los piratas no les pueden qui-
La reprografía ilegal es considerada como
tar tan fácilmente partes al contenido del li-
otro tipo de piratería que, legamente, con-
bro. Por tal razón, las bandas de piratería
siste en fotocopiar toda una obra o parte de
pierden interés en este tipo de material pues
ella sin el debido permiso ni la retribución
no les es rentable económicamente.
a la que tienen derecho sus legítimos due-
En efecto, la reprografía ilegal es un fenó-
ños. A esta, se le denomina piratería repro-
meno que afecta a toda la cadena productiva
gráfica porque utiliza el sistema de repro-
que compone a la industria del libro. Sin em-
ducción facsimilar (Arboleda, 2005). Como
bargo, Domingo también anota que existe
ya se ha mostrado anteriormente, aunque
un “costo social” cuando se recurre a la foto-
la piratería es la principal dificultad a la
copia o reprografía ilegal: “los más afectados
que se enfrentan los vendedores legales de
son los estudiantes porque cuando se estu-
libros del CCL, la fotocopia también ha con-
dia con una fotocopia el conocimiento se em-
tribuido al declive de este mercado.
pobrece, es fragmentario y no posibilita un
Según
el
Búho,
la
fotocopia
ha
acercamiento integral al saber”. Consecuen-
afectado más que todo a la venta y a la
temente, a parte del daño económico que re-
comercialización del libro especializado y
presenta la reprografía ilegal, esta práctica
técnico, pues los libros técnicos suelen ser
también empobrece, según los libreros, la ca-
muy costosos por contener precisamente
lidad de la educación.
información especializada. Ahora bien, el público al que va dirigido este material es en
El hurto de libros
su mayoría estudiantil y profesional, y teniendo en cuenta que el público estudiantil
El hurto es otra manifestación común en el
pocas veces devenga salario, resulta bastante
mercado ilegal de libros. Durante mi trabajo
42
Sonia Nicol Lesmes Guerrero.
Σigma de campo, pude presenciar en una ocasión
cómplices de la delincuencia en esta zona”.
cómo se negociaban libros recién robados
Así pues, “mientras las mujeres se encar-
entre un indigente y una vendedora infor-
gan de atender el puesto ambulante, sus
mal de libros. Al respecto, quiero retomar mi
hijos son los que se dedican a robar male-
anécdota para ilustrar esta situación:
tas de estudiantes y ejecutivos en el cen-
En medio de una rápida conversación que sostenía con una vendedora de literatura y
tro. Son gente de malos sentimientos”, reflexiona Iván.
“Best Sellers” en la carrera décima, llegó un
Ahora bien, considero pertinente aclarar
indigente con una maleta, se acercó a ella
que, dadas las tensiones socioeconómicas
y le dijo, “madre, mercancía reciente ¿le in-
entre estas dos esferas comerciales, exis-
teresa?”. A lo que ello contestó, “muestre a
ten y se reproducen ciertos juicios de valor
ver qué trae esta vez”. A ellos no les importó
que pueden llegar a no ser ciertos. Asimis-
que yo estuviera ahí, de hecho, omitieron
mo, encontré que una de las estrategias de
completamente mi presencia, lo cual fue
supervivencia en este mercado consiste en
hasta cierto punto provechoso. El indigente
crear una imagen estigmatizada del “otro”.
tenía en sus manos una maleta Jeansport,
Tal aspecto, se ilustra de manera clara con
al parecer recién robada. La abrió y sacó
las opiniones y juicios que emite don Iván
tres libros empastados. El primero, era un
frente a los vendedores ilegales que, even-
libro de economía perteneciente a la Uni-
tualmente, pueden o no llegar a ser ciertas.
versidad Javeriana y, los otros dos, eran li-
Hasta este punto se ha querido mostrar
bros de literatura de la Luis Ángel Arango,
cómo el comercio ilegal de libros y sus di-
eso lo supe por el empaste. Ella dijo, “ese de
ferentes manifestaciones: piratería, repro-
economía no se vende aquí. Además, está
grafía ilegal y hurto, repercuten de mane-
muy contramarcado, eso toca maquillarlo
ra significativa y negativa en el declive del
mucho, a mí no me interesa”. Después pre-
mercado legal de libros. Ahora bien, para
guntó al indigente ¿en cuánto me deja esos
concluir esta sección me dedicaré a explo-
otros dos? A lo que él responde, deme 10 mil
rar los daños económicos que genera este
pesos. Finalmente ella los compró.
comercio ilícito para la industria editorial y
De acuerdo con don Iván, acontecimien-
su cadena productiva.
tos como este son muy frecuentes en el
De acuerdo con el informe del Grupo Inte-
mercado ilegal del libro. Para él, estos per-
ramericano de Editores GIE, se estima que
sonajes además de tener una banda de pi-
solo la piratería de libros en Colombia as-
ratería que opera fuertemente en el centro,
ciende a 8 millones de dólares anuales; sin
también “son ladrones”. Ellos, comercia-
embargo, tal cifra no es exacta ya que exis-
lizan los libros robados de los estudiantes:
te una dificultad metodológica para me-
“son expertos ladrones, maquilladores y
dir concretamente los daños económicos Pensar el libro, vivir del libro
43
Σigma causados por este mercado ilegal. Es impor-
las condiciones económicas desiguales en
tante anotar que si se toman las tres esferas
las que están compitiendo estas dos esferas.
que componen el mercado ilegal de libros, las pérdidas económicas para el sector editorial ascienden a 29.9 millones de dólares
¿La lucha legal contra el mercado ilegal del libro?
discriminados así: Este apartado está dedicado a indagar Piratería
8.0 millones de dólares.
Reprografía ilegal
11.4 millones de dólares
Hurto
3.5 millones de dólares
Otros
7.0 millones de dólares.
Cuadro - 1Fuente: Cámara Colombiana del Libro. Estadísticas del Libro en Colombia 2009
cuáles son las medidas y acciones legales que se han diseñado para combatir el comercio ilegal de libros y cuál ha sido su efectividad. Como hemos visto, la piratería, la reprografía ilegal y el hurto de libros, son fenómenos que componen este comercio ilícito y que a su vez afectan fuertemente la esfera socioeconómica de quienes dependen de la industria editorial. Empero, poco o nada se ha examinado en este artículo las concepciones legales de estos actos informales y las medidas estatales
Con el cuadro anterior, es posible apreciar que el mercado ilegal de libros representa
que se han implementado para combatir tales fenómenos.
un problema económico que limita el desa-
En Colombia, el Estado y el sector priva-
rrollo del sector editorial y su contribución
do han juntado esfuerzos para diseñar e
a la industria colombiana. De igual modo,
implementar estrategias y acciones con-
la existencia de esta actividad ilícita impi-
cretas que contribuyan a disminuir e impe-
de “el justo retorno a la creación intelectual
dir estas prácticas mercantiles ilícitas. De
y restringe las posibilidades de expansión
acuerdo con Gonzalo Arboleda, presidente
en la oferta de títulos” (Gamboa, 2007). Por
del Grupo Interamericano de Editores GIE,
otro lado, en el caso puntual de los libreros
en Colombia se está desarrollando el dise-
del CCL, el mercado ilegal del libro amena-
ño de una plataforma de lucha contra la
za el futuro de sus negocios y sus profesio-
piratería, la cual se apoya en un cuerpo de
nes, pues como se ha visto, con el pago de
normas legales con la ratificación de trata-
impuestos y regalías, la renovación legal de
dos internacionales; un ejemplo de ello es
matrículas mercantiles, la inversión con las
la Ley 44 de 1993 sobre los derechos de autor
editoriales y entre otros gastos, no se pueda
(Vega, 2010). Igualmente, en 1995 los sec-
entablar una competencia equitativa dadas
tores relacionados con la economía de las
44
Sonia Nicol Lesmes Guerrero.
Σigma industrias culturales afectadas por el fenómeno del mercado ilegal, en especial por la piratería, se unieron para diseñar acciones conjuntas, creando así el Convenio Antipiratería para Colombia. Ahora bien, para hacer efectivos estos convenios en contra del mercado ilegal de libros, fue necesario entablar en 1998 un acuerdo entre la Cámara Colombiana del Libro, la policía Nacional y Andigraf. En efecto, estas entidades se suscribieron a un acuerdo de íntima cooperación interinstitucional para golpear al
Fotografía 3 - Vendedores legalmente constituidos
comercio ilegal de libros, especialmente a la
Fuente: Archivo etnográfico del semillero de migraciones de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario. Recuperado de: http://arte.uniandes.edu.co/wp-content/ uploads/Imagen22.jpg
piratería. Sin embargo, es aquí donde justamente subyace un problema neurálgico, a saber: la falta de atención y ejecución de medidas legales por parte de autoridades competentes. Si bien es cierto que existen medidas le-
una efectividad en la ejecución de las mis-
gales para contrarrestar el mercado ilegal
mas dada la escasa atención Estatal que se le
de libros, también es cierto que no existe
ha prestado al problema del comercio ilegal e informal de libros. Por una parte, y como se puede apreciar en la implementación de estrategias para disminuir estas prácticas ilícitas, la iniciativa ha nacido, en su mayoría, desde entidades privadas que se preocupan por el impacto económico del que son víctimas. Por otro lado, estas alianzas de cooperación interinstitucional entre la Cámara Colombiana del Libro, la Policía Nacional y Andigraf han sido poco eficaces en la medi-
Fotografía 2 - Vendedores ilegales e informales.
da que la policía no actúa de manera activa
Fuente: Archivo etnográfico del semillero de migraciones de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario. Recuperado de: http://arte.uniandes.edu.co/wp-content/ uploads/Imagen22.jpg
para controlar, identificar y sancionar estas redes del mercado ilegal de libros.
Pensar el libro, vivir del libro
45
Σigma Al respecto, Fabio alias “el Búho”, cuenta reiterativamente que un agente cómplice en la decadencia de la venta de libros originales son las mismas autoridades. “Las
Estrategias para combatir las dificultades en la venta de libros La especialización del libro
autoridades que vigilan y que controlan el comercio legal son en parte culpables, por-
Durante mi trabajo de campo, tuve la
que en lugar de joderlos a ellos que están
oportunidad de hablar con Liliana, una
invadiendo el espacio público y actuando
mujer de 41 años que se dedica a la com-
en redes de piratería, vienen a buscar acá
pra y venta del libro jurídico hace más de 4
sabiendo que la piratería está afuera”. Com-
años. Ella me contó que desde que comen-
plementario a esto, Domingo y Gladis argu-
zó en el negocio ha vendido toda clase de
mentan que el libro solía venderse bastante
libros; sin embargo, vio rentable especiali-
bien hace unos 4 años: “no dábamos abasto
zarse en la venta de libros jurídicos, ya que
con tanta demanda”. Sin embargo, las ven-
al estar situado su local al lado de los juzga-
tas han decaído por múltiples factores, en-
dos, registradurías y consultorios jurídicos;
tre ellos la piratería y las legislaciones blan-
libros tales como decretos, códigos, consti-
das con los vendedores ilegales, a lo que
tuciones y demás tenían mucha demanda.
don Domingo agrega: “tiene más garantías
Es importante anotar entonces que, desde
un vendedor de la calle que un vendedor le-
los inicios de su negocio, Liliana adoptó
galmente constituido”.
una estrategia mercantil para sobrevivir en
Bajo este panorama, es posible deducir que la existencia de este mercado ile-
las temporadas bajas y tener ingresos rentables y constantes en cuanto a sus ventas.
gal obedece, en gran medida, a la falta de
Al igual que ella, Domingo y Gladis se
atención y ejecución de medidas legales
han especializado en la venta del libro téc-
para combatir fenómenos relacionados con
nico y médico, pues aparte de tener un pú-
la piratería, la reprografía ilegal y el hurto
blico más selecto, la piratería “no se mete
de libros. Asimismo, se ha creado una espe-
con su material”. Esto les ha permitido ge-
cie de agnosticismo por parte de los libreros
nerar un círculo social de clientes que ade-
del CCL frente al posible apoyo o protección
más de ser compradores, también se han
que puedan llegar a encontrar en autorida-
llegado a convertir en sus amigos y conoci-
des “competentes” como la policía. Por tal
dos: “nosotros tenemos mucho amigo mé-
razón, estos libreros se han visto obligados
dico y odontólogo, a veces vienen y nos vi-
a crear estrategias y alternativas para pro-
sitan solo por charlar, otras veces vienen a
teger y promover ellos mismos su mercado.
comprar” comenta Domingo. Para Domingo y Gladis la venta de libros se ha convertido en su vida, en su
46
Sonia Nicol Lesmes Guerrero.
Σigma entretención. Lo más agradable y, a la vez
Para Sonia, las temporadas altas en la ven-
lo que se constituye en un reto para ellos
ta de textos escolares dejan grandes ganan-
es la forma de manejo del negocio. Al res-
cias, pero así mismo, en las temporadas
pecto Domingo dice: “la venta de libros es
bajas es muy difícil siquiera hacer lo del
un negocio de cuidado, no se trata de com-
arriendo del local. Por tal razón, ella en-
prar por comprar o de vender por vender: se
cuentra importante “la organización y la
trata de pensar el libro para vivir del libro”. Conse-
distribución del dinero” para saberlo sur-
cuentemente, él y su esposa encontraron,
tir en “las vacas flacas del año”. Además
gracias a 38 años de experiencia en el ne-
de textos escolares, Sonia vende en su lo-
gocio, que especializarse en un tema par-
cal juegos didácticos, cuentos infantiles,
ticular del mundo del libro, resulta mucho
libros para estudiar idiomas, colores, cua-
más rentable económica y socialmente que
dernos, esferos y todo lo necesario para la
“vender de todo y no saber de nada”.
temporada escolar. Esto le ha permitido, de
“Incluir nuevos productos al mercado”
una u otra forma, sobrevivir en temporadas bajas reemplazando la venta de libros por la venta de otros artículos. Respecto a los casos anteriores, es posible
Implementar artículos que no están direc-
apreciar que esta nueva estrategia de mer-
tamente relacionados con el libro es otra es-
cado vinculada con la inclusión de nuevos
trategia que con frecuencia es adoptada por
productos al inventario, responde a una
algunos de los libreros del CCL. Este es el
necesidad ocasional para conseguir dine-
caso de Liliana y Sonia quienes han puesto a
ro debido a la precariedad de ingresos que
la venta en su local algunos productos dife-
suponen las temporadas bajas en la venta
rentes al libro. Por ejemplo, a lo largo de mi
de libros. Así pues, y al igual que la espe-
estancia con Liliana, me di cuenta de que en
cialización del libro, estas dos estrategias se
su local de libros jurídicos ella ha incluido
consolidan como posibles alternativas para
también una fotocopiadora, una mini mis-
hacer frente a las dificultades que plantea
celánea que incluye cuadernos, formas
el ser librero.
Minerva, esferos, resmas de papel, entre otros. De igual modo, vende dulces, minu-
Las ventas a domicilio
tos a celular y cigarrillos. Según Liliana, fue necesario implementar estos otros produc-
Una de las estrategias más interesantes que
tos ya que el libro por sí solo, y más en tem-
han adoptado los libreros para hacer fren-
porada baja, “no da ni para el diario”.
te a los problemas que le impone el merca-
Al igual que Liliana, Sonia ha incorpora-
do ilegal de libros es: “la venta a domicilio de
do en su negocio la venta de otros artículos.
toda clase de material”. Este es un fenómeno Pensar el libro, vivir del libro
47
Σigma interesante porque la mayoría de los libreros
perspectiva de los vendedores legalmen-
del Centro Cultural del Libro incorporaron
te constituidos del Centro Cultural del Li-
este servicio hace poco menos de un año.
bro. Sin embargo, para hacer una apre-
No obstante, aunque la venta de libros a
ciación considerablemente más precisa y
domicilio es reciente, ha tenido gran resul-
justa respecto al problema, es imperativo
tado y acogida por los grandes compradores
profundizar y conocer en un fututo tanto
de libros, tanto a nivel local como nacional,
las razones como las lógicas que articulan
y por los “apasionados lectores que no pueden
el mercado ilegal de este material.
esperar a tener el libro en sus manos”.
Por otra parte, vemos que la existencia
De acuerdo con Luis Carrero, vendedor de
de una oferta ilegal de libros ha desplaza-
toda clase de libros; desde literatura hasta
do la comercialización y la producción líci-
libro técnico, su estrategia para “poder se-
ta de libro dadas las condiciones desiguales
guir viviendo del libro” es acoplarse a las de-
de competencia. Este aspecto ha causado a
mandas y las nuevas necesidades del merca-
su vez, no solo cuantiosas pérdidas econó-
do, por tal motivo, vende libros a domicilio
micas en la industria editorial y su cadena
a nivel local y nacional: “la gente ya casi no
productiva, sino que también ha tenido un
viene por acá, pero nosotros los libreros va-
fuerte impacto en la decadencia del empleo
mos a ellos”. De este modo, ha encontrado
formal. Finalmente, es importante resal-
esta estrategia que no solo le permite seguir
tar la carencia de un debate público que dé
en el negocio, sino que aporta casi el 70% de
a conocer los efectos y las implicaciones so-
las ventas mensuales de su local. Finalmen-
cioeconómicas que se derivan de este mer-
te, Luis considera que el secreto del por qué
cado ilegal, pues como se ha visto, gran
su local y su negocio ha logrado sobrevivir a
parte de este problema tiene una connota-
las “adversidades” se debe a la organización,
ción social en la medida que se ha natura-
a la experiencia, pero ante todo a saber com-
lizado y aceptado socialmente el fenómeno
placer a sus clientes; “saber sus necesidades
de la piratería.
para así mostrarles otra forma de conocer y acceder al libro”.
Conclusión y reflexiones finales Hasta este punto se ha querido mostrar las diversas tensiones socioeconómicas entre los vendedores legales e ilegales de libros. Como es posible apreciar, este análisis ha incorporado, en su mayoría, la 48
Sonia Nicol Lesmes Guerrero.
Σigma Referencias bibliográficas Arboleda, G. (2005). La piratería en Colombia. Una mirada exploratoria al mercado ilegal de libro. En: Revista Pensar No libro. Edición 02. Julio de 2005. Chartier, R. (1994). Libros, lecturas y lectores en la Edad Moderna. Madrid: Alianza Editorial S.A., Alianza Universidad. Camacho, D. (2012). En Centro del Libro luchan contra invasión de vendedores ambulantes. Periódico ADN. 01 de octubre de 2012. Gamboa, C. & Reina, M. (2007). La piratería Ilegal en Colombia: medición, factores explicativos y estrategias de acción. Bogotá: Fundación para la Educación y el Desarrollo. Plata, J. (2010). Librerías de viejo y usado [Fotografía]. Recuperado de: http://lamovidaliteraria.blogspot.com/2011/05/nexos-urbanos-la-diversidad-entre-lo.html Restrepo, C. (1996). Centro Cultural del Libro cumple 7 años. EL TIEMPO. 7 de noviembre de 1996. Vega Jaramillo, A. (2010). Manual de Derecho de Autor. Bogotá: Dirección Nacional del Derecho de Autor. Ministerio del Interior y de Justicia.
Pensar el libro, vivir del libro
49
EL MONUMENTO A LA MUERTE DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA
UN ACERCAMIENTO ETNOGRÁFICO AL ACTO DE HABITAR EL ESPACIO PÚBLICO1 CARLOS N. MORA DURO Maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede México. Estudiante de doctorado en sociología del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (COLMEX).
cmora@colmex.mx
1 Este artículo es basado en la tesis Los fantasmas errantes de la revolución. Narrativas históricas en la conmemoración del Bicentenario en México del mismo autor, presentada en FLACSO México para obtener el grado de Maestro en Ciencias Sociales en Julio del 2012, la cual se encuentra en el siguiente link http://www.flacso.edu.mx/biblioiberoamericana/TEXT/MCS_XVIII_promocion_2010-2012/Mora_CN.pdf
Σigma
Resumen A través de un acercamiento etnográfico, en este artículo se analiza la apropiación del monumento a la revolución mexicana como parte de las disputas y reconfiguraciones del espacio público en los últimos años en la Ciudad de México. Parte de estas confrontaciones se deben al uso del espacio, es decir, lo que se autoriza en el acto de habitar, ya sea el paseo con la familia y la recreación de turistas; el consumo cultural del aprendizaje histórico a través del monumento; o, la toma de la palabra de los movimientos sociales que reclaman intereses legítimos para su causa. Como veremos en este estudio, cada una de estas lecturas urbanas está vinculada con una narrativa histórica encarnada en el monumento histórico que da homenaje a la revolución nacional.
Palabras clave: Etnografía, Monumento de la Revolución Mexicana, turismo de ruinas, palimpsesto.
El monumento a la muerte de la revolución mexicana
51
Σigma Introducirse
agregando información inédita–depende tú cómo leas, si lo vas a hacer bien, bien, bien,
Son alrededor de las cinco de la tarde en la
cuarenta minutos-una hora. Si lo vas a re-
Ciudad de México. Me encuentro detenido
correr así nada más, hasta diez minutos-vein-
frente al Monumento a la Revolución Mexi-
te. Y en el mirador puedes estar el tiempo
cana (MRM), en la zona del centro de la ca-
que quieras.
pital, en el acceso que se ubica en la parte baja del terreno y que comparten el mirador
–Oye, ¿y por qué hay dos tarifas? –le pregunto mientras me mira con sospecha.
de la estructura y el museo. A mi entrada
–Lo que pasa es que esta es una concesión
una mujer solicita información sobre hora-
y lo del museo es como de, como de gobier-
rios y costos, mientras me acerco para fami-
no, es por eso.
liarizarme con el área. Una chica vestida totalmente de negro, con uniforme estilo militar, se aproxima a mí al verme llegar:
El MRM se ha estructurado en tres áreas comunes: el museo per se al fondo del edificio; el mirador en la parte alta; y la Plaza
–Disculpe, ¿viene al museo o al mirador? –Me pregunta.
de la República, es decir, el espacio que se ha configurado alrededor del monumento.
– ¿Me puedes decir el precio?
Decido entrar al museo, primero, para re-
–¿Al museo o al mirador? –Corea ella.
correr las distintas salas y dejar el mirador
–¿Son precios distintos? – Le replico.
para después. Las preguntas que me acom-
–Sí, es que yo trabajo en el mirador, la
pañan van delante de mí: ¿Qué tipo de ca-
administración del museo es al fondo y es
risma o memoria ha gestionado en este
muy independiente. En el mirador el pre-
monumento? ¿Qué prácticas están autori-
cio es de cuarenta pesos (aproximadamen-
zadas para llevarse a cabo? ¿Qué tipo de pú-
te tres dólares) por persona y en el museo
blicos convoca?
veinte (casi un dólar y medio), pero hay
Parto de la idea de De Certeau (1996) quien
descuento a profesores y estudiantes en
afirma que los espacios narrados son nudos
ambos, presentando credencial vigente.
simbolizadores que recrean funciones distin-
– ¿Y sabes cuánto dura el recorrido del museo?
tas y conjugadas entre las relaciones de las prácticas espaciales y las prácticas signifi-
–Pues es que mira –Dice, al tiempo que
cantes. Por lo menos me interesan dos de es-
se toma la gorra con las iniciales MR–es
tas: 1) la función de lo creíble que refiere par-
mucha información, es de la Revolución
ticularmente a todas aquellas acciones que
Mexicana, abarca desde el porfiriato hasta
se autorizan en las apropiaciones espaciales
Lázaro Cárdenas, que fue el último revolu-
y que, a la vez, confrontan las acciones con
cionario, la última etapa –lo remarca como
los fantasmas de los lugares; y, 2) la función de
52
Carlos N. Mora Duro
Σigma lo memorable, es decir, lo que se repite o se re-
Al final del recorrido, de este ir y venir en-
cuerda de una memoria silenciosa o replega-
tre la historia, la construcción de memoria
da. Estos intersticios en donde habita el re-
y la experiencia del espacio vivido, presento
cuerdo de un pasado de acciones cotidianas
algunas reflexiones a manera de conclusión.
y de revoluciones memorables.
Escribir y leer el monumento
Itinerario Propongo observar el MRM a través del Para llevar a cabo el itinerario propuesto
concepto de palimpsesto, ya que el espacio
comienzo con una revisión histórica sobre
no puede pensarse como una tabula rasa ni
el MRM. En esta primera parte desarrollo
siquiera cuando este es derruido para reco-
mis argumentos sobre la propuesta de que
menzar la edificación de un espacio utópico
el monumento representa un palimpses-
(Schwenkel, 2013). En esta lógica, la noción
to, es decir, un documento que conserva la
es útil en tres sentidos:
huella de escritos anteriores y que se ha re-
1) Porque la reescritura histórica le ha
escrito y re-leído a través del tiempo dejan-
dado distintas funciones al MRM, entre
do indicios de lo que fue, de lo que ha sido y
ellas, la de Palacio Legislativo, mausoleo,
de lo que es, tanto en la referencia espacial
Arco del Triunfo, cúpula abandonada, em-
del lugar como en las formas de habitarlo.
blema de la Guerra Civil, museo y espacio
En la segunda parte propongo un itinera-
de protesta; 2) porque la arquitectura de
rio etnográfico a partir de la experiencia en
esta obra histórica no solo la ha configu-
el MRM. Posicionarme en el lugar hace po-
rado como un monumento, sino también
sible leer el espacio, contrastar las situacio-
como un edificio histórico y un espacio el
nes y reconocer prácticas. En esta parte del
cual es posible habitar y, por lo tanto, agre-
trabajo me interesa, especialmente, desta-
gar distintos significados a manera de un
car la producción de un carisma en el hacer,
recipiente simbólico (Ricœur, 2002); y, 3)
aquella fuente de afecciones que, a decir de
debido a la práctica del lugar que por sí mis-
Hansen y Verkaaik (2009), se encuentra en
ma lo diversifica: el caminar, el acampar,
los edificios, la infraestructura, la histori-
el recorrer; esto es, todas las prácticas que
cidad de los sitios y en el anonimato de las
transforman al lugar en espacio, porque el
multitudes. Asimismo, me interesa ma-
habitar es al espacio como la enunciación a
tizar la producción contemporánea de un
la palabra, esto es, la condición de su posi-
“turismo de ruinas”, pendiente del consu-
bilidad (De Certeau, 1996).
mo cultural más que de una memoria histórica (Huyssen, 2007).
El monumento a la muerte de la revolución mexicana
53
Σigma El texto histórico
el presidente Porfirio Díaz y por el Congreso se preparó el lugar de construcción entre
El Monumento a la Revolución Mexicana
avenida Juárez y Bucareli. Posteriormente,
(MRM) es un sitio y un elemento arquitec-
en 1897, se emitió una convocatoria interna-
tónico que acumula simultáneamente dis-
cional para la construcción del edificio. Des-
tintos fenómenos narrativos, en términos
pués de cinco años de diversos encuentros y
de la propuesta de trabajo aquí planteada.
desencuentros2, en 1902, el plan de la cons-
Como ya he mencionado, representa una
trucción definitiva fue encargado al arqui-
producción arquitectónica que ha venido
tecto francés Émile Bénard, reafirmando las
refigurándose a través de los años, desde el
intenciones cosmopolitas del ideal de desa-
siglo pasado, desempeñado distintos pape-
rrollo del porfirismo y su predilección por el
les. Pero además de ello, dentro de las dis-
estilo parisino (Tenorio, 1996: 79).
tintas narrativas, el monumento también
El 23 de septiembre de 1910, en grandilo-
expresa la voluntad política por construir
cuente ceremonia a la que asistieron el pre-
una idea de hegemonía política y reprodu-
sidente, su gabinete, invitados especiales y
cir, en tanto, una historia ideológica. Es un
distintos embajadores, se colocó la prime-
ejemplo, sin duda, de la aquiescencia del
ra piedra de la que debía ser la obra cum-
régimen político por recrearse o, en otras
bre del ciclo de Porfirio Díaz. Mientras que
palabras, del interés por construir un espe-
el régimen veía con agrado el avance en el
jo para mirarse a sí mismo y a los otros ros-
armado de la estructura de acero, simultá-
tros –históricos– que participan de la litur-
neamente, se respiraba en el ambiente el
gia nacional.
olor a revuelta. Conjuntamente con algu-
En el transcurso histórico del MRM se
nas dificultades en la construcción, el esta-
identifican distintas fases. La primera de
llido de la revolución para ese año termina-
ellas es la prefiguración del uso del espacio
ría “por impedir el logro de esa utopía porfi-
y de la planificación del proyecto, es decir el
rista” (Trujillo, 2010).
borrador del espacio narrado. El 15 de mayo de 1896, el ministro de Hacienda de México, José Yves Limantour, envió al Congreso la iniciativa para construir el Palacio Legislativo1. Una vez aprobada la propuesta por
1 Una de las justificaciones de dicha propuesta no fue en un primer momento la conmemoración de la Independencia, cien años atrás, sino más bien en el aspecto económico, pues, según Limantour, la administración pública registraba un exceso de los ingresos sobre los gastos (Comisión del Bicentenario). 54
Carlos N. Mora Duro
2 Se recibieron más de cincuenta propuestas, sin embargo, en medio de una amplia polémica –atribuida a los encargados del monumento– el jurado declaró desierto el primer lugar y otorgó el segundo a tres proyectos: el del artista italiano Adamo Boari, el de los estadunidenses P. J. Weber y D. H. Bumham, y el de Pio Piacentili y Filippo Nalatti, de Roma. Al año siguiente, en 1898, se entregó el proyecto al tercer lugar del concurso, en medio de una amplia crítica, por lo cual, se abandonó el plan hasta 1902 cuando Limantour contactó al embajador de México en Francia con el propósito de encontrar a un arquitecto a quien encomendarle la obra, el elegido fue Émile Bénard.
Σigma A partir de 1912 se inició una segunda eta-
Monumento a la Revolución fue el signo de
pa del monumento. El inicio de la revolu-
la desaparición de los vestigios del porfiris-
ción relegó los fondos para la construcción
mo para dar paso a otra época: aquella re-
del, hasta entonces, Palacio Legislativo,
presentada por una ciudad «moderna» que
dejando suspendida la edificación y en to-
se alzó sobre las ruinas de antiguo régimen
tal abandono por dos décadas. En 1919, Bé-
y sus ideales de urbanidad. En esta lógica
nard regresó a México y propuso una de las
se inserta la restauración de los años trein-
primeras reescrituras del monumento. En
ta en manos del arquitecto Carlos Obregón
su visita, el arquitecto francés determinó
Santacilia. El arquitecto mexicano decidió
que la estructura de metal, que había ade-
rescatar la obra inconclusa del palacio me-
lantado con miras a la creación del palacio,
diante una refiguración completa. Su tra-
podría usarse como una especie de panteón
bajo “reinterpretó la estructura y los espa-
que rememorara a los hombres de Estado.
cios para otorgarles un nuevo significado:
Esta opción fue vista con buenos ojos por el
El uso de la plaza como espacio público en
Secretario de Relaciones Exteriores, Alberto
torno a la conmemoración de una revolu-
J. Pani, y por el presidente Álvaro Obregón;
ción constante” (Velasco, 2013)3.
sin embargo, con la muerte de Bénard en
Cabe destacar que el monumento no fue
1928 y la de Obregón en 1929, el intento que-
inaugurado de forma oficial, sino hasta el
dó nuevamente archivado.
20 de noviembre de 1938, año en el que el
El México posrevolucionario atestiguaría
gobierno del presidente Lázaro Cárdenas
el deterioro de la estructura metálica has-
organizó una ceremonia para conmemorar
ta su inminente destrucción, mientras que
el aniversario de la revolución. Posterior-
las obras escultóricas que tenían el propósi-
mente, a partir de los años cuarenta, el mo-
to de ornamentar el palacio fueron disgre-
numento se constituyó, además, como un
gadas por diferentes espacios de la ciudad.
mausoleo, albergando importantes figuras
El monumento se convirtió en tan solo tres
que representaron los ideales revoluciona-
décadas de obra cumbre de un régimen de
rios. Entre ellos, los restos de Venustiano
progreso, desarrollo y ciencia, a monumen-
Carranza, trasladados en 1942; Francisco
to abandonado merced a las inclemencias
I. Madero en 1960; Plutarco Elías Calles en
del clima político. En tal sentido, su destino fue símbolo de la reivindicación crítica de un pasado dictatorial a fin de construir alternativas futuras, separadas del régimen porfirista. A decir de Tenorio (1996), la mutación de las ruinas del Palacio Legislativo al
3 En esta nueva lectura del espacio y de la obra, Santacilia entretejió elementos del Art Déco, pero adecuados a una concepción espacial y de volumen nacionalistas; además, mezcló plataformas y esculturas con la ayuda del artista Oliverio Martínez, quien combinó el arte prehispánico y el cubismo –tal y como se observa en las temáticas de los cuatro pilares del monumento: la Independencia, las leyes de reforma, las leyes agrarias y las leyes obreras. El monumento a la muerte de la revolución mexicana
55
Σigma 1969; Pancho Villa en 1976 y, finalmente,
agregando a la función de espacio y panteón
los restos de Lázaro Cárdenas en 1970.
sagrado, la de recinto de la educación revo-
Lo que encontramos es que después de los años treinta, coincidiendo con el periodo de
lucionaria para las masas de mexicanos que nacieron después de la gesta histórica.
estabilización postrevolucionaria, el mo-
Por último, no es hasta 2010 cuando se
numento fue configurado con un carisma
realiza un nuevo proyecto de rescate, nue-
dual: 1) el de espacio público; y, 2) el de pan-
vamente a cargo del Gobierno de la Ciudad
teón sagrado de la memoria histórica de la
de México, aunque en esta ocasión con otro
revolución. En el primer sentido, la Plaza de
partido en el poder (el Partido de la Revo-
la República podía ser habitada por los tran-
lución Democrática, con tendencia de iz-
seúntes y curiosos de la nostalgia revolucio-
quierda). En este proyecto se “recuperó,
naria. Además, estructuralmente, el acceso
remodeló y restauró” el espacio público, el
al monumento era permitido mediante dos
museo y el monumento. La Plaza de la Re-
elevadores internos, es decir, la obra admi-
pública fue rediseñada integrando un nue-
tía ser deambulada desde sus entrañas co-
vo acceso que permite visitar “los cimientos
nociendo el interior de la estructura . Por
originales de 1900 y desde ese vestíbulo as-
otro lado, el monumento en su función de
cender al Mirador por un elevador panorá-
panteón sagrado, reafirmó la autenticidad
mico” (Velasco, 2013).
4
del lugar como espacio relatado por las ges-
Es a partir de esta última etapa donde
tas históricas que derrocaron el gobierno de
identifico el fenómeno de metamorfosis de
Díaz para instaurar un orden moderno.
las ruinas genuinas, ese rasgo de decadencia
Sumando a lo anterior, otro hito en la re-
y erosión que, a decir de Huyssen (2007),
escritura del MRM se realizó a finales de
aparece cuando las ruinas antiguas y sus
1985, como parte de la restauración de la
encantos románticos son desinfectados y em-
Plaza de la República y de la recimentación
pleados como escenarios para cualquier
de la estructura. En ese año, las autoridades
otra actividad de la vida moderna: ópera al
del Gobierno del Distrito Federal decidie-
aire libre, convenciones, conciertos, reu-
ron aprovechar las galeras del monumento
niones, eventos políticos, etc.
para crear un museo imaginado desde los
De esta manera, en la actualidad, ade-
años treinta, el cual se inauguró el 20 de no-
más de continuar albergando el mausoleo
viembre de 1986. Desde entonces, este es-
de la familia revolucionaria y el espacio externo
pacio se ha dedicado a difundir todo lo rela-
—con un servicio de fuentes— el monumento
cionado con el movimiento armado de 1910,
contiene un museo de sitio; una sala de ex-
4 A partir de 1970 esto cambió radicalmente, ya que el acceso al elevador del MRM quedó clausurado de forma permanente, hasta la remodelación de los años recientes. 56
Carlos N. Mora Duro
posiciones temporales; y su exposición permanente, estructurada en orden temático y
Σigma cronológico a través de ocho salones5. Den-
narrativa del MRM. En 1958, una gran re-
tro de este último, uno de sus principales
belión de maestros, estudiantes, ferroca-
atractivos es una representación de la masa
rrileros y telegrafistas puso en evidencia la
revolucionaria que rinde homenaje a la bola;
ausencia de organizaciones independientes
además de tener en sus vitrinas algunas de
del Estado y agotó los límites negociado-
las principales piezas que conforman una de
res del régimen. Este movimiento sufrió la
las colecciones más importantes en el país
brutal represión policíaca en algunos de los
sobre el movimiento armado de 1910 (Secre-
barrios más céntricos de la Ciudad de Mé-
taria de Cultura del Distrito Federal, 2012);
xico, justo en los alrededores del MRM. Se-
es decir, las reliquias que legitiman el espa-
gún afirma Del Castillo (2009) como resul-
cio museificado como nostalgia del pasado.
tado de esta represión, la legitimidad del
Lecturas temporales del monumento
estado mexicano posrevolucionario sufriría daños estructurales que habrían de agravarse en las décadas siguientes. Este fenómeno quedó registrado a través
Sumadas a las reescrituras en torno al es-
del trabajo de los fotógrafos de esa época.
pacio, el palimpsesto del MRM también se
Sin embargo, sus imágenes tuvieron pro-
observa en las múltiples lecturas a través
blemas para publicarse teniendo que bus-
de sus representaciones y acontecimientos
car medios alternativos o, incluso, esperar
históricos. Tal y como afirma Lynch (1966),
durante varios años para divulgar su traba-
el habitar implica un papel activo de per-
jo en una medio nacional. A pesar de ello,
cibir al mundo y expandir la participación
las fotografías de los autores constituyeron
creadora en la elaboración de su imagen y,
un importante contrapunto al discurso ofi-
en este sentido, los habitantes deben “con-
cial ya que estas mismas contradecían las
tar con el poder de cambiar esa imagen
declaraciones del régimen sobre la refriega,
para adaptarse a necesidades cambiantes”
poniendo en cuestionamiento su visión de-
(Lynch, 1966:15); como consecuencia, el es-
sarrollista, y de un país en vías de la moder-
pacio nunca es el mismo debido a su propia
nidad y progreso.
lectura, a la creatividad y orden impuesto por la mirada del que habita y observa.
Algunos de los fotógrafos mexicanos más relevantes del siglo pasado se encargaron
Bajo esta lógica, cabe incorporar dos su-
de construir la memoria visual de los he-
cesos fundamentales y contingentes en la
chos, entre ellos Héctor García, Enrique Bordes Mangel y Rodrigo Moya, registraron
5 El recorrido tiene un orden cronológico: la consolidación del estado mexicano; el porfiriato; la revolución democrática; la revolución política; la revolución popular; la guerra civil y la constitución; las bases del nuevo estado mexicano; y el cardenismo.
paso a paso la represión orquestada desde el Estado y aprovecharon la escenografía «natural» aportada por el MRM para evidenciar El monumento a la muerte de la revolución mexicana
57
Σigma la enorme contradicción existente entre un
nacionales a manera de reliquias6. Este ri-
régimen revolucionario de carácter autori-
tual fue parte del catálogo de la identidad
tario y las oleadas de estudiantes y traba-
nacional que se rememoró en cada conme-
jadores que reclamaban democracia e in-
moración o fecha solemne. El monumen-
dependencia sindical. (Del Castillo, 2009).
to adquirió, por lo tanto, el carácter de sede
Este fenómeno inauguró, de alguna forma,
para la religión civil (Tenorio, 1996:78), a la
el uso del espacio y el simbolismo de la re-
que muchos gobiernos priístas se apostilla-
volución en el monumento como elemen-
ron en búsqueda de legitimidad política. El
tos icónicos que indicaban la distancia en-
carisma ideológico se hizo evidente en este
tre el discurso ideológico del gobierno y la
contenedor de heroísmo y patriotismo.
realidad social del país, en otras palabras, un carisma de resistencia.
En estos términos, el MRM constituye en sí mismo un metarelato del sepulcro conci-
Por otro lado, mientras se construía un ca-
liador de los mártires de la revolución. Esta
risma contradictorio al régimen político al-
sutura narrativa, por supuesto, muestra
rededor de las acciones de protesta social, el
en funcionamiento el poder de la historia
MRM guardaba simultáneamente la urna
ideológica, aquella que selecciona los per-
de los héroes que legitimaban simbólica-
sonajes emblemáticos y los coloca en el es-
mente las acciones de los gobierno en turno.
pacio de lo solemne, y aquella misma que
Como mencioné anteriormente, el monu-
descarta a otros tantos, en el desierto del ol-
mento originalmente pertenecía a un pro-
vido. Es interesante observar como el pan-
yecto arquitectónico porfirista de carácter
teón de lo sagrado para el nacionalismo se
legislativo que desembocó en la urna monu-
constituyó en el relato de un monumento,
mental más significativa de la revolución,
en la conciliación de su arquitectura y en
adquiriendo, de esta manera, una autenti-
los límites simbólicos del espacio de repre-
cidad histórica. En este sepulcro patriótico
sentación patriótica.
fueron depositados algunos de los caudillos
En resumen, el MRM exhibió dos me-
más destacados de la gesta armada. Estos
tarelatos contundentes durante la segun-
héroes habían luchado a muerte entre sí en
da mitad del siglo XX, durante el periodo
el campo de batalla, empero, fueron reconciliados en forma póstuma por la revolución convertida en liturgia política. La convocatoria del discurso político en el MRM significó entonces un proceso ritual encargado de la recuperación de los huesos
58
Diego Carvajal Hicks
6 El culto a los vestigios y a los restos de los héroes ya había sido observado desde el siglo XIX: “el discurso político se caracterizó por ver en sus héroes las mismas características que se atribuían a los santos […]. Unos y otros se parecían porque sacrificaron su vida […] y el recuerdo de su martirio revivía su presencia entre los vivos” (Vázquez, 2005:48). En palabras de Huyssen (2007), “la erosión y la decadencia de estos monumentos y restos de edificios gigantescos se inclinan vacilantes sobre un presente reducido y mezquino. Como si las voces de los muertos hablaran a través de las imágenes de ruinas”.
Σigma postrevolucionario del país. El primero de
un mosaico multicolor de casas de campaña
ellos, dando voz a los actores sociales y a los
y entramados de plástico. Se percibe poco pú-
movimientos que alzaron la voz contra el ré-
blico caminando por la Plaza de la República.
gimen heredero de la revolución (carisma
Este laconismo contrasta con el relieve co-
de resistencia). El segundo, legitimando a
mún de las fuentes convocando a un público jo-
través del signo del sepulcro las acciones y el
ven que se recrea generalmente alrededor del
programa de la clase política en el poder (ca-
monumento como quien disfruta de un par-
risma ideológico). La lectura contemporá-
que de diversiones.
nea será heredera de estas poéticas previas.
II. Habitar el monumento
En esta ocasión no hay fuentes. Un cartel advierte sobre la contingencia para quienes guardaban ese recuerdo lúdico, entre ellos yo: “aún siguen los "maestros" en el monu-
A primera vista el Monumento a la Re-
mento a la revolución así que sigue suspen-
volución no tiene demasiado chiste, me co-
dido el servicio de las fuentes” (dixit). Me
menta un turista que camina por la zona,
detengo por una de las calles aledañas, y
es algo mezquino y gris, no encuentro mucho sig-
entrevisto a una señora que vende tacos. Le
nificado de la revolución en é. Mientras expone
pregunto por los maestros, por las ventas,
sus puntos, recuerdo la sentencia de Sim-
por los policías que acordonan las calles,
mel (2012), sobre el extranjero, cuando afir-
por su percepción del monumento, entre
ma que este no se encuentra comprometido
otras cosas. Ella contesta que sí ha bajado
con los dioses de la tribu y, encima de ello,
la venta, pero no demasiado, “a veces bien
agrega Schütz (2012), en su ensayo sobre el
y a veces no”:
forastero, es un hombre sin historia: “Ya que
Dicen que el primero de diciembre (año
los sepulcros y los recuerdos no pueden ser
2013) se va a poner difícil —Me comenta
transferidos ni conquistados.”
mientras atiende a un comensal—. El año
Camino en dirección al Monumento a la
pasado se puso feo, también detuvieron en
Revolución Mexicana (MRM). Ya desde unas
esta zona. Los maestros ya llevan dos meses
cuadras atrás es posible distinguir el campa-
y no se ve pa’ cuándo se muevan.
mento de maestros de la Coordinadora Nacio-
En esta forma breve de acercamiento ya
nal de Trabajadores de la Educación (CNTE)
puede notarse la convocatoria del monu-
orbitando los contornos de la estructura de
mento. Al llegar al centro de la edificación
piedra . El asentamiento improvisado exhibe
miro caminar a pocas personas sortean-
7
do los lazos y casas improvisadas por los 7 El CNTE surgió como movimiento político y social en el 2013, como reacción a las reformas estructurales del gobierno priísta de Enrique Peña Nieto, particularmente en el campo educativo. Una de sus acciones ulteriores fue tomar la plaza alrededor del
monumento para protestar por sus exigencias, estableciendo en el lugar un campamento de maestros de distintos Estados de la República Mexicana. Etnografías del cuerpo en el metro de santiago
59
Σigma profesores. Encuentro principalmente fa-
La ciudad y sus espacios, dice Harvey
milias, algunas parejas y grupos de ami-
(2007), no pueden contarnos su origen, re-
gos. Las familias generalmente se dirigen
presentan la suspensión de un momento del
al museo, asisten los padres acompañados
pasado que ha perdurado por cierto tiempo,
de sus hijos y algunas más con los abuelos.
es decir, la solidificación de la historia. Algo
Los otros, jóvenes y amigos en su mayoría,
que queda claro, por tanto, es que el conjun-
asisten al MRM para conocer el mirador.
to urbano implica proyectos, planes traza-
Hay dos narrativas que llaman mi aten-
dos desde una élite o desde la coalición de
ción durante mi acercamiento. La primera
distintos actores que silencian su propia his-
de ellas es la organización del espacio; la
toria. Sin embargo, no es el caso de los mo-
segunda, los públicos convocados y las in-
numentos, estos tienen la tarea de educar
teracciones que se llevan a cabo en el lugar
la conciencia histórica, su objetivo prima-
predispuesto. En el fondo ambas reprodu-
rio es el de mentar sus orígenes y dar cuenta
cen un texto y dan cuenta de aquello que se
del pasado guardado. Pero adicionalmente,
autoriza en el lugar y aquello que se reme-
sus estructuras proyectan ideas de futuro,
mora en las edificaciones.
relatan las intenciones del grupo en el po-
Sobre la disposición espacial
der para contar la historia de cierta manera y transforman los lugares en cronotropos, es decir, en nudos significantes del tiempo
El MRM exhibe una organización espacial
y del espacio.
dual a la manera de una Rayuela cortazaria-
La dualidad del MRM parece atender a esta
na. En la parte alta se encuentra el mirador
noción del espacio relatado. En la parte baja
y en la parte baja —las antiguas galeras—, el
—el inframundo— el museo da la bienvenida
museo creado a partir de los años ochenta.
a los expectantes con una maqueta de aquello
En el área del centro, donde se conecta el ac-
que pudo haber sido el Palacio Legislativo de
ceso al museo y al mirador, se dispone un es-
Porfirio Díaz en el siglo pasado. Es un micro-
pacio gris con estructuras metálicas que dan
relato solidificado totalmente en blanco que
la bienvenida al visitante. Hay una cafetería
retrata la idealización de un pasado perdido.
en la parte media y tiendas de suvenires, así
Como afirma Huyssen (2007), en estos artilu-
como guardarropa en uno de los extremos.
gios del museo se define la nostalgia por algo
Todos estos lugares son atendidos por jóvenes
en el pasado que ya no puede alcanzarse. Una
uniformados de negro, mujeres y hombres
de las notas en la pared recuerda al visitante
dentro de los veinte y treinta años de edad; a
que este modelo de palacio pudo haber estado
excepción del acceso al museo, allí registran
entre los más grandes del mundo durante su
tres hombres sin uniforme que parecen ma-
época. De aquello solo nos ha quedado la cú-
yores de cincuenta años.
pula, una especie de porción arquitectónica
60 Carlos N. Mora Duro
Σigma que despierta la nostalgia porque combina de
El museo aparece entonces no solo como
modo indisoluble los deseos temporales y es-
cámara sepulcral del pasado y como sede de
paciales por el pasado.
posibles resurrecciones (Huyssen, 2002), sino
Pero si este pasado es anhelado nostálgi-
también como recipiente de una porción de
camente es debido a que parece transmitir
la historia que puede digitalizarse e integrar-
una promesa que se ha desvanecido en nues-
se a la experiencia cotidiana mediante los
tra época: la de un futuro diferente. A esta
entornos de los medios electrónicos. La visi-
trama negada se suscriben las distintas reli-
ta al espacio histórico puede ser prescindible
quias que se exhiben en los mostradores del
y el desgaste del aprendizaje de la memoria
museo. Durante ocho salas episódicas que re-
en la propia experiencia se relativiza al grado
latan los orígenes de la revolución, el museo des-
de que la materialidad del monumento pue-
cribe su función de conservador de los ves-
de ser reaprendida por las narrativas en inter-
tigios de un pasado al cual vincularse como
net. En tal caso, el motivo principal para visi-
nación. Allí figuran mesas, baúles, relojes,
tar el MRM deja de ser el museo per se y emer-
sombreros, botas, vestidos, billetes, cartas, y
ge el lugar de consumo y entretenimiento
sobre todo balas y rifles, para recordar que la
como base del carisma.
violencia fue un elemento indispensable en los antecedentes del país.
Para cerrar el recorrido, el museo despide al visitante con una pregunta fundamental
El recorrido me lleva alrededor de cuaren-
sobre uno de los muros: “¿Cambió al país la
ta minutos como había presagiado una de
Revolución Mexicana?”. Un renglón final se
las trabajadoras a mi entrada. Mientras ca-
responde a sí mismo: “El país no puede ser
mino por los pasillos del museo una relatora
el mismo porque permanece en su memoria
insta al público para avanzar mucho más rápi-
una revolución”. El itinerario finaliza enton-
do para mirar a los revolucionarios, la principal
ces para dar salida a los caminantes. Frente
atracción del museo. Un conjunto de esta-
al exterior del sepulcro aparece un elevador
tuas blancas, la bola, que parecen asistir a la
de cristal para ascender al mirador. Dos jó-
revuelta pero limitados por un círculo al cual
venes manejan el ascensor y permiten la en-
no se puede acceder ni salir de él: “No tocar,
trada de los visitantes, no sin antes verificar
no acercarse demasiado”. La mujer que dirige
minuciosamente el boleto que debió haber
la procesión museística insiste:
sido comprado con antelación en la taquilla.
—No se preocupen, si quieren pueden mi-
El mensaje se deja insinuar de esta manera:
rar por la página de internet las salas que no
el pasado ha sido sepultado en las antiguas
pudieron ver con más atención. En la página
galeras, allí tiene jurisdicción el Estado, esa
de internet pueden mirar algunas de nues-
institución que administra a los revoluciona-
tras salas por si no les dio tiempo.
rios desde el círculo reducido del cual no pueden emerger. El ascenso está privatizado y El monumento a la muerte de la revolución mexicana
61
Σigma pertenece al mercado donde la lógica del con-
en el museo, algunos incluso redactan los
sumo se encuentra por encima de la lógica de
comentarios para complementar la tarea de
la memoria.
Historia. Este es un ritual de aprendizaje que
En lo alto del mirador, las ruinas del pro-
contrasta con la visita de los grupos de ami-
yecto urbano cosmopolita del porfirismo y
gos o parejas. Los segundos prefieren pasar
del mausoleo sagrado de los revoluciona-
por alto el proceso de instrucción histórica.
rios, se transforman en una cafetería y en
Es común mirar a los jóvenes tomando foto-
un mirador para admirar las luces de la ciu-
grafías simulando saludar a Benito Juárez o a
dad. Esta zona luce peculiarmente asépti-
Pancho Villa. Esta obsesión por el registro fo-
ca y restaurada. Representa, en palabras de
tográfico también se muestra en el mirador
Huyssen (2007), la cultura mercantil y me-
donde las chicas se retratan con la ciudad de
morialista del capitalismo tardío, aquél que
fondo, cada uno de los ángulos de la urbe pro-
transforma y renueva las ruinas para hacer-
porciona un paisaje ad hoc para retratar la vi-
las rentables porque es incapaz de preservar
sita al mirador del museo.
sus propias producciones. “En la era del turbocapitalismo, las cosas tienen pocas posibi-
—¿Cuántas personas crees que asistan al
lidades de envejecer y convertirse en ruinas
monumento por día? —Pregunto a uno de los
(…). La ruina del siglo XXI es detritus o res-
encargados.
tauración” (Huyssen, 2007: 45). La simpatía
—Es muy variable, por ejemplo, ves que
que despierta esta zona reside, por lo tanto,
ahora es el mes de la revolución (noviembre)
en la visión panorámica de los vericuetos de
y vienen más al museo, pero por lo de los maes-
la ciudad, la exaltación de un impulso visual
tros ha bajado. Por decirte, antes teníamos
gnóstico, en palabras de Certeau (1996), el
una entrada de alrededor de mil seiscien-
ojo de dios o la ficción que oculta el caos de
tas personas al día y ahora tenemos como la
los laberintos urbanos.
cuarta parte. Y los maestros están que se van
Sobre los públicos convocados
y se van, pero allí siguen. —Y ¿crees que asisten más familias, estudiantes o grupos? —le cuestiono.
Observo a los visitantes. Encuentro grupos
—Creo que vienen más familias —se toca
más o menos homogéneos. Sus interaccio-
la barbilla mientras reflexiona con la mira-
nes son particulares, las familias tienen un
da hacia arriba—, también asisten muchos
ritual específico, el padre generalmente se
estudiantes que envían por sus obligaciones,
apropia del mando museístico y comienza a
pero ellos no suben al mirador solo al museo,
relatar las historias de la revolución a sus hi-
igual es por los precios, aunque ahora tene-
jos. Los chicos parecen interesados y miran
mos una promoción por paseo-cimentación,
con sorpresa todas las reliquias dispuestas
te cuesta solo cincuenta pesos por ambos,
62
Carlos N. Mora Duro
Σigma aunque puedes subir solo al mirador por
es una estructura concesionada que reduce
veinte, los días miércoles.
las interacciones a la sociabilidad de los cen-
La lógica de la restauración de los espa-
tros comerciales, es decir, bajo las acciones
cios históricos responde a una dinámica de
que autoriza el uso público del espacio priva-
atracción de públicos específicos. Aquellos
do (Duhau y Giglia, 2008). En este sentido,
consumidores que pueden acceder económi-
la clausura de la revolución en los albores del
camente a los lugares recuperados a través
siglo XXI indica un simulacro de una revolu-
de una inversión específica . El MRM parece
ción muerta en el papel de su monolito más
sucumbir a esta organización de mercado.
representativo. Esta postura no es para nada
Los públicos convocados están determinados
fatalista ni inédita, representa la crítica so-
por la inversión en cada uno de los sitios. Si
bre la dirección y propósitos encomendados
un visitante común —sin descuento— pre-
a las distintas instituciones, y sus reliquias,
tende recorrer ambos espacios debe desem-
nacidas de la guerra civil del segundo decenio
bolsar sesenta pesos (tres dólares y medio),
del siglo pasado (Meyer, 2005).
8
lo equivalente a casi un salario mínimo en la Ciudad de México. Cuando la visita es fa-
A manera de conclusión
miliar, el gasto puede incrementarse excesivamente o volverse incosteable. La única
Parece evidente el traslape de distintas
posibilidad de acceso, entonces, es la estra-
temporalidades y proyectos históricos en el
tegia del descuento y la promoción. La memoria
MRM. Esto refuerza la idea de un palimpses-
deviene entonces un objeto de mercado, una
to que da cuenta de distintos tiempos, espa-
rebaja al dos por uno para que cualquier hijo
cios y horizontes de futuro. Dentro de estos,
de vecino pueda consumirla.
por lo menos destacan tres: 1) el tiempo ini-
La consecuencia de la semiprivatización
cial de la hegemonía porfirista que trazó un
del MRM es la convocatoria de un público de
espacio cosmopolita en el MRM; 2) el tiem-
clase media, en muchos de los casos, seg-
po de la revolución estable, que le otorgó al
mentado generacionalmente: el mirador
lugar distintas funciones, pero, entre ellas,
convoca a los más jóvenes y el museo a las
una de las más importantes, la de represen-
familias con sus infantes. Lo que queda del
tar un carisma institucional en el cual se
monumento revolucionario, al final del día,
basó la ideología de Estado; y, finalmente, en el último siglo, 3) el tiempo del turismo
8 En este sentido, asegura Harvey (2007), las remodelaciones que buscan el «renacimiento» de los espacios son funcionales solo a ciertos sectores por arriba de la media. Este modelo de recuperación, tan socorrido en las ciudades latinoamericanas, exhibe como consecuencia la reproducción de la ciudad como una “máquina de crecimiento rentable” con base en el turismo, el ocio y el consumo como antídoto de la caída de beneficios y el declive urbano.
de ruinas, basado en la mercantilización del consumo histórico y la renovación de los vestigios para el empleo cultural de ciertas clases y sectores sociales.
El monumento a la muerte de la revolución mexicana
63
Σigma Este entramado de significados ha hecho
espacios interiores del museo y el mirador,
posible que el MRM sea un contenedor de
y el casco que se alza como monumento. Por
distintas referencias: la nostalgia por un
su parte, el significante estaría en el conjunto
pasado al que no accedió la nación mexica-
de funciones atribuidas a este entramado de
na; la sacralidad de los fantasmas revolu-
espacios y lugares: museo, espacio de diver-
cionarios; el carisma de un proyecto insti-
sión, lugar de protesta, atracción turística y
tucional y la categoría de atracción turísti-
tropo de la Ciudad de México.
ca. En esta lógica, lo que se autoriza en el
Por último, es importante recalcar que
acto de habitar atraviesa por las distintas
las innovaciones del signo se constituyen
significaciones del monumento, esto es,
más allá de las direcciones institucionales
se engancha de estos signos. La toma de la
o de los ámbitos de poder que se manifies-
Plaza de la República por parte de los maes-
tan en la ciudad. De esta forma, las etapas
tros atiende al significado revolucionario
históricas del MRM indican una apropia-
del monolito; la visita de turistas y visitan-
ción herética cuando los estudiantes y tra-
tes para lograr la mejor fotografía del cua-
bajadores se confrontaron con el poder del
si Palacio Legislativo desplaza el significa-
Estado en los años cincuenta, del siglo pa-
do hacia la nostalgia por las ruinas; la vi-
sado, o en la toma del lugar como espacio
sita de familias para educar la memoria de
de protesta, como en el caso de la CNTE en
los infantes, rememora los distintos rela-
el último año. En cada uno de estos trámi-
tos de la historiografía; y al final, todas es-
tes urbanos lo que resulta visible es que al
tas formas de apropiación convergen en la
vincular acciones y pasos, al relacionar sen-
imagen pública del MRM, aquel acuerdo de
tidos y direcciones, los lugares se vacían de
representaciones mentales comunes entre
su función primaria, permitiendo articular
gran número de habitantes que se extiende
una segunda geografía, otra poética sobre
por diversas generaciones que habitaron y
la cartografía del sentido literal, prohibida
habitan el espacio (Lynch, 1966).
o permitida; insinuando, entonces, otros
Si observamos a la ciudad como un com-
viajes y otras resoluciones. Habitar de esta
pendio de signos que nos relatan los distin-
forma los espacios, atribuye al lector y es-
tos poderes que prevalecen sobre el espacio
critor del monumento, la función de ser un
urbano (Harvey, 2007), el MRM sería un signo
nuevo extranjero en cada una de las escrituras
específico de la ideología nacionalista y las
y lecturas del espacio.
raíces de su constitución. Pero, por otro lado, también sería un símbolo de la privatización de los espacios públicos. En este sentido, el significado sería el paisaje de la cúpula revolucionaria, compuesto por la explanada, los 64
Carlos N. Mora Duro
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El monumento a la muerte de la revolución mexicana
65
ÎŁigma
66
Diego Carvajal Hicks
ÎŁigma
EtnografĂas del cuerpo en el metro de santiago
67
NATIVO VS. ANTROPÓLOGO REFLEXIONES SOBRE EL “SER” Y EL TRABAJO DE CAMPO
GERARDO ÓSCAR PÁEZ Maestría en Antropología Social y Política - Flacso Argentina.
gerardo.oscar.paez@gmail.com-
Σigma
Resumen En este trabajo me propongo relativizar la concepción clásica de “distancia antropológica” que pareciera ser aún parte del marco constituyente de los proyectos de investigación etnográfica actuales. Los estudios etnográficos presentan una perspectiva desde afuera, desde el distanciamiento que significa el no ser parte de la temática estudiada. De esta forma, mediante el trabajo etnográfico el antropólogo puede “acercarse” a la problemática con el fin de conocer la visión del nativo. Así mismo, para la antropología, tradicionalmente existe durante el “trabajo de campo”, una relación de oposición entre “nativo” vs “antropólogo”. En este trabajo intento hallar las distintas formas de “ser” antropólogo, las cuales me llevan a realizar un breve repaso de las maneras en que los límites disciplinares se han ido constituyendo durante la historia de la antropología. Desde este punto donde convergen, la historia de la disciplina, la metodología, y la crítica etnográfica, buscaré centrar mis reflexiones en torno a lo nativo, lo foráneo, el viaje, el desplazamiento, y el rol del antropólogo en relación a su investigación y a los “sujetos” investigados mientras intento hallar respuestas a los interrogantes: ¿Puedo “distanciarme” del objeto, si como nativo me encuentro atravesando la misma situación que varios de los sujetos estudiados? ¿En qué lugar me sitúo cuando hago trabajo de campo?, ¿en mi lugar de profesor? ¿Transmitiendo mis preocupaciones, mis expectativas, mis variados intereses? ¿O del lado del investigador? Y si es desde este lugar, ¿puedo hacerlo de forma neutral, cercana a la tan ansiada “objetividad científica”?
Palabras clave: Etnografía, distancia, objetividad, transdisciplina.
Nativo vs. Antropólogo
69
Σigma Introducción
Autónoma de Buenos Aires se encuentra ejecutando. Ante mi pedido, con el explíci-
En este trabajo intentaré abordar la re-
to fin de cerciorarse de que el material ob-
lación del antropólogo con el “trabajo de
tenido no sería utilizado en forma compro-
campo” en un ámbito transdisciplinario.
metedora para nadie de los ahí presentes,
¿A qué me refiero con la transdisciplinarie-
una de las docentes integrante del grupo
dad del trabajo realizado por el antropólo-
me solicitó que le explicara el motivo de la
go? Me refiero a un ámbito de creación de
grabación. Fue mi respuesta a esta pregun-
conocimiento que no se encuentra delimi-
ta lo que motivó un pequeño intercambio
tado a los preceptos de la disciplina en que
de opiniones sobre la admisión de una in-
se encuentra -en mi caso la antropología-,
vestigación de campo en este ámbito, y que
aunque el trabajo de campo y la metodolo-
a su vez motivó mi reflexión sobre la tarea
gía de la investigación etnográfica se dan
que por primera vez me proponía realizar.
en otras áreas de las ciencias sociales, como
En ese preciso momento estaba comenzan-
podría ser en la sociología. La idea de reali-
do mi “trabajo de campo”. En dicha reu-
zar este trabajo se me presentó durante una
nión, en la cual mi presencia se encontraba
reunión en la cual, entre otras cosas, yo co-
legitimada por mi pertenencia a la institu-
menzaba con mi trabajo de campo. ¿Por qué
ción escolar, me fue requerido dar explica-
hago la aclaración de que es esta entre otras
ciones a los varios “cuestionamientos” que
cosas? Porque también al mismo tiempo yo
se me hacían ante un rol que yo me propo-
me presentaba como profesor en la escuela
nía a desarrollar y que hasta el momento
en que trabajo. Desde aquí queda claro que
del expreso pedido no se había manifestado
mi trabajo de campo sería en la escuela se-
en el tiempo y espacio de la reunión. Mi po-
cundaria donde laboro y mi investigación
sición como “investigador” proveniente de
iba a girar en torno a los profesores .
las ciencias antropológicas, que al momen-
1
En esta ocasión, en la que nos encontrá-
to de proponer la grabación de la sesión se
bamos reunidos algunos profesores y otro
hacía presente, casi tangible, provocando
personal de la escuela, realizo un pedido
reacciones diversas, me prevenía que en
para permitirme grabar el audio de la con-
aquella reunión mi presencia (como inves-
versación en que debatiríamos algunos te-
tigador) no pasaría inadvertida.
mas en relación a las reformas al siste-
Esta situación me abrió a la reflexión de
ma educativo que el Gobierno de la Ciudad
varios aspectos que hasta el momento de mi pedido a los profesores presentes en esta
1 El proyecto que estoy trabajando, hoy no más que una idea adelantada, se centra en las representaciones y prácticas docentes en relación a la reforma educativa que se desarrolla en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 70
Gerardo Óscar Páez
reunión no se había manifestado y que me condujeron a distintas consideraciones sobre la práctica antropológica en general y
Σigma del “trabajo de campo” en particular. En el
(Geertz, 1988), para desarrollar el texto
relato antropológico, el análisis de la situa-
etnográfico.
ción de la escuela devino en la contempla-
Las cuestiones presentadas hasta aquí me
ción sobre mi “lugar” entre el “nativo”, que
llevarán a realizar un breve repaso de las for-
“me siento” en relación al tema que estoy
mas en que se han ido construyendo en la
trabajando para mi tesis de maestría, y el
historia de la antropología, los límites disci-
antropólogo en formación que comparte su
plinares, las distancias y las relaciones entre
rutina diaria entre la práctica de la docen-
antropólogo y nativo, enlazando con diferen-
cia en una escuela de la Ciudad de Buenos
tes formas de “ser antropólogo” en la actua-
Aires y los estudios de posgrado en antro-
lidad para finalmente concluir mi trabajo
pología social. De esta forma, este trabajo
en la observación de la forma en que las “ba-
intenta ser una reflexión sobre la práctica
rreras” disciplinares limitan la crítica que se
antropológica pensada “desde afuera” de la
hace al trabajo de campo antropológico.
disciplina2. Intentaré apuntar mis reflexiones hacia las “fronteras” disciplinares en
Los primeros antropólogos
las que se sitúa la antropología en tanto ciencia social, analizando a su vez críticas
La antropología se ha constituido como
comunes realizadas sobre todo desde la an-
disciplina científica en sus propios térmi-
tropología postmoderna en trabajos como
nos desde fines del siglo XIX, cuando “an-
los de Clifford (1999), Narayan (1993) y Gup-
tropólogos de gabinete” quienes basaban
ta & Ferguson (1996).
sus trabajos en “datos” traídos por comer-
Existe una relación dicotómica que se
ciantes, militares, viajeros, funcionarios
asienta en la distinción espacial entre los
coloniales, y otros viajeros pasaron a dar lu-
lugares en que el antropólogo se relaciona
gar, en forma gradual desde principios de
con el nativo durante su proyecto etnográ-
siglo XX, a una antropología que susten-
fico, el “aquí”, dedicado a la escritura y la
taba sus investigaciones en el “trabajo de
reflexión, y el “allá”, dedicado (casi exclusi-
campo” realizado por el propio investiga-
vamente según el postulado malinowskia-
dor en lugares “exóticos” (Marcus & Fis-
no) al trabajo etnográfico. Según la antro-
cher, 2000). De esta forma, el dato empí-
pología clásica es a partir de la “distancia"
rico obtenido de primera mano a partir de
mantenida entre la sociedad del etnógrafo
una estadía prolongada en el campo, pasa
y la sociedad de los sujetos investigados que
a ser el corpus de la información a la cual el
el antropólogo logra interpretar los fenómenos sociales, previamente interpretados 2 Iré avanzando sobre esta idea a lo largo de este trabajo. Nativo vs. Antropólogo
71
Σigma antropólogo recurrirá al momento de escri-
definido, el “viaje” y la estadía en un lugar
bir su informe final, la etnografía3.
rural constituían el “campo” de investiga-
El “trabajo de campo” comenzó a producir
ción, este situado geográficamente en luga-
a partir de ese cambio en la metodología de
res alejados (Wright, 1995) (Clifford, 1999)
recolección de datos, el conocimiento empí-
(Lins Ribeiro, 2004). El “trabajo de campo”
rico que la antropología necesitaba para su
podría ser concretado a partir del “viaje”, o
reconocimiento legítimo como “disciplina
sea, el desplazamiento físico del investiga-
científica”. Fue así que de los dudosos rela-
dor hacia un lugar exótico a estudiar al pri-
tos que brindaban aquellos personajes que
mitivo en su propio lugar, algún poblado
viajaban a lugares lejanos, se pasó a la res-
rural en un territorio colonial. El desplaza-
puesta práctica de la estadía del propio in-
miento al lugar exótico, a entrevistarse con
vestigador en un lugar estratégico cercano
el salvaje, alejado de todo contacto con el
a la comunidad estudiada; la permanencia
“hombre blanco” (Malinowski, 1972) se con-
temporal con los nativos, el establecimien-
figuró de esta forma en la condición natural
to de un contacto tan estrecho como fuera
del conocimiento antropológico, y el “traba-
posible con ellos y el mantenimiento de una
jo de campo” se constituyó como la marca
distancia ante “otros hombres blancos” que
característica de la “ciencia antropológica”
facilitaría al etnógrafo deshacerse de los pre-
occidental (Carvalho, 1992). Mientras que la
conceptos que aquellos traen consigo (Ma-
etnografía fue tomando el carácter que su
linowski, 1972). Como bien varios autores
gran dependencia de la práctica del viaje le
plantean, la antropología se convirtió, con
daría, como un asunto occidental, fuerte-
la ayuda del método trazado por Malinows-
mente masculino y propia de la clase media
ki, en una “ciencia social”, y el método etno-
alta (Clifford, 1999) instruida.
gráfico se fue convirtiendo luego en carácter
A través del desplazamiento, tanto físi-
substancial de la “identidad disciplinaria”
co (Krotz, 1988) como ontológico (Wright,
(Gupta & Ferguson, 1996). El viaje a lugares
2008), el antropólogo sale de su lugar, se
“exóticos” y la distancia fueron otros de los ca-
transporta hacia un lugar desconocido para
racteres de fundamental importancia para
lograr el “extrañamiento”. El extrañamien-
la definición de la identidad disciplinaria.
to se conoce como otra de las claves del tra-
En la antropología clásica el campo et-
bajo etnográfico. A partir del este, el etnó-
nográfico se encontraba geográficamente
grafo puede convertir lo exótico en familiar o convertir lo familiar en exótico (Da Matta,
3 Marcus y Cushman definen la etnografía como “un informe que resulta del hecho de haber realizado trabajo de campo, una actividad relativamente indisciplinada cuyo folclore ha conferido identidad a una disciplina académica” (Marcus & Cushman, 1995: 173). Énfasis mío. 72
Gerardo Óscar Páez
2004). El extrañamiento es experimentado existencialmente por el antropólogo como una “unidad contradictoria: al ser al mismo tiempo, aproximación y distanciamiento
Σigma (Lins Ribeiro, 2004: 195). Es decir, por medio
Una crítica (post) moderna
del viaje y del extrañamiento, el antropólogo se acerca a un lugar desconocido para ob-
En las últimas décadas del siglo pasado,
servarlo y estudiarlo y al mismo tiempo con-
comenzaron a surgir críticas tendientes a
serva la distancia necesaria para lograr el co-
relativizar aquella idea de “campo” circuns-
nocimiento antropológico.
cripto, empírico e interactivo (Clifford,
En resumen, en la antropología de princi-
1999) utilizada por la antropología clásica.
pios de siglo XX, las nociones de viaje, tra-
La antropología experimental dio lugar a
bajo de campo, desplazamiento, distancia y
una apertura de la antropología hacia dis-
extrañamiento forman parte de una meto-
tintas áreas de estudio (Marcus & Fischer,
dología que se incorpora a la investigación
2000), mientras que el campo dejó de ser el
antropológica brindándole rasgos esencia-
lugar situado y delimitado territorialmen-
les y aportando al reconocimiento de la an-
te para comenzar a ser considerado como
tropología como disciplina científica y de
construcción política (Gupta & Ferguson,
características identitarias propias. Hacia
2008), como conjunto de prácticas corpori-
finales de siglo, estos preceptos comienzan
zadas múltiples, o simplemente como ha-
a ser disputados por la crítica, mayormente
bitus (Clifford, 1999)4 entre otras.
proveniente del turno postmoderno.
En el marco de un contexto académico
A pesar de los esfuerzos puestos en desco-
institucionalizado, que considera necesa-
lonizar la antropología, aquellos principios
rio preservar su identidad disciplinaria, así
continúan en la actualidad dando forma al
como también probar su credibilidad frente
“trabajo de campo”, que se ha ido consoli-
a instituciones científicas y/o sus fuentes
dando como “ritual de paso” de los progra-
de financiación (Clifford, 1999) —las que a
mas en antropología social y cultural de las
su vez brindan legitimidad al conocimien-
distintas universidades del mundo “occi-
to “obtenido” científicamente—, la antro-
dental” (Carvalho, 1992) y como uno de los
pología académica ha buscado, mediante la
rasgos esenciales de la antropología (Marcus
enseñanza de un recorrido teórico centrado
& Cushman, 1995) (Gupta & Ferguson, 1996).
en autores clásicos, así como del entrena-
Veremos en los siguientes apartados las crí-
miento en técnicas de “trabajo de campo”,
ticas realizadas a la noción de “trabajo de
el establecimiento de un conocimiento dis-
campo” realizada por el turno postmoderno,
ciplinado (Carvalho, 1992).
incorporando al análisis cuestiones relacionadas a mi perfil académico particular. 4 James Clifford propone pensar al campo como un habitus más que como un lugar, o sea, el habitus del trabajo de campo “aparece como la articulación de prácticas específicas, disciplinadas” (Clifford, 1999, pág. 92). Nativo vs. Antropólogo
73
Σigma Por el lado de la escritura etnográfica,
la incorporación, dentro de los proyectos et-
el autor aún conserva gran importancia
nográficos, de investigadores con “perfiles
(Geertz, 1988), mientras que la opinión au-
múltiples” (Narayan, 1993). Sin embargo,
torizada (Marcus & Cushman, 1995) puede
esta incorporación de perfiles heterogéneos
ser un recurso para la conformidad de una
no ha sido del todo concluida.
idea por parte de la academia dominante.
Siguiendo con la reflexión de Kirin Na-
Los programas académicos en antropología
rayan, quien sugiere que “todo antropó-
hacen una “selección híbrida [de autores]
logo exhibe lo que Rosaldo ha dado en lla-
atenta tanto a las tradiciones locales como
mar una “identidad múltiple”5 con varias
a las exigencias comunes, con autores re-
“identificaciones transfiguradas” (Rosal-
conocidamente antropológicos en el centro”
do, 1989; Narayan, 1993) en el sentido de
(Clifford, 1999: 80).
que todos nosotros, antropólogos, perte-
Para James Clifford, el “trabajo de cam-
necemos a distintas comunidades simultá-
po” continúa siendo un legado ambiguo
neamente, afirmando que la “subjetividad
(Clifford, 1999), utilizado por la tradición
que elegimos como definición de identidad pue-
disciplinar como ritual de paso (Gupta &
de cambiar dependiendo del contexto y los
Ferguson, 1996), y como “experiencia de
vectores de poder” (Narayan, 1993: 676)
iniciación” (Clifford, 1999:77). Esta tradi-
Narayan relata dos situaciones que expo-
ción aún define los “estilos antropológicos
nen las identidades cambiantes de los antropó-
de investigación para el (auto) reconoci-
logos contemporáneos. Estas situaciones
miento disciplinario” (Clifford, 1999: 79) a
se centran en su experiencia como antro-
partir de un consenso tácito de una cultura
póloga “nativa”, en el sentido de compartir
profesional que no ha sabido apartarse del
su “nación” de origen con las personas con
todo de la tradición metodológica colonial y
quienes ella trabaja al realizar el trabajo de
positivista (Clifford, 1999) desarrollada por
campo para sus investigaciones. En la pri-
el investigador polaco a principios del siglo
mera de ellas, la autora detalla que en va-
XX en las Islas Trobriand.
rias oportunidades, al realizar distintos
Pero el campo, y con él la práctica de la
trabajos de campo en India, por ejemplo
antropología, se ha ido abriendo en las úl-
en ocasión de su investigación en el Hima-
timas décadas, o en términos de Clifford
laya, o incluso en Nasik, su pueblo natal,
(1999) se ha ido “descentrando”. Por otro
tuvo que “reprimir aspectos de su cosmo-
lado, la clara separación existente entre
politismo, de su persona de Bombay, o de
“sujetos” investigados y “experto” ha ido
su ser americana (…) en estas situaciones,
cambiando con el paso del tiempo con la
en Nasik y Kangra, diferentes aspectos de
incorporación de científicos de países colonizados a la disciplina antropológica y con 74
Gerardo Óscar Páez
5 Multiplex identity. Traducción del autor.
Σigma identidad fueron resaltados en diferentes
directores, personal administrativo, educado-
momentos” (Narayan, 1993: 674). Así, Na-
res y estudiantes que vienen al colegio a hacer
rayan propone que además de su proceden-
trabajos eventuales, ex–estudiantes que visi-
cia, su posición de clase y su identidad de
tan a sus profesores, etc.
género, también fueron aspectos impor-
En este ámbito, marcado por una cotidia-
tantes para conseguir la atención de distin-
nidad en la que me encuentro inmerso como
tas personas en diferentes situaciones.
profesor, amigo, colega, referente, tutor,
El punto que quiero resaltar aquí, y que
etc. y otras relaciones casuales de camara-
Kirin Narayan me ha ayudado a reflexio-
dería, las cuales incluyen tanto relaciones
nar, es hasta qué punto el “antropólogo”
armoniosas como conflictivas, me encuen-
es aquel trabajador de campo imaginado
tro construyendo mi “trabajo de campo”,
por la disciplina antropológica, portador de
actividad que añade a aquellos roles que es-
una “identidad fija” (la de antropólogo) y
toy cumpliendo (el de profesor, compañe-
que se encuentra distanciado objetivamen-
ro de trabajo, conocido, etc.) un nuevo rol:
te de los sujetos estudiados. En este mismo
el de investigador - antropólogo - etnógra-
sentido, me interesa problematizar mi pro-
fo. Entonces, ¿de qué forma interpreto yo
pia identidad como “investigador” de cam-
este nuevo aspecto de mi subjetividad? En
po, o como “antropólogo nativo”, ya que en
primer lugar, y en relación a mi trabajo de
principio, mi experiencia de trabajo profe-
campo, en mis interacciones en la escue-
sional no se encuentra principalmente en
la me considero principalmente profesor de
la antropología, sino en la tarea de profesor
secundaria, en segundo lugar, podría decir
secundario que cumplo diariamente.
que, en relación al doble trabajo que estoy
Mi investigación en la escuela
realizando me siento, al menos hasta el momento futuro antropólogo eventual. De esta forma, llevo a la reflexión mi ám-
Mi tesis de grado estará basada en un traba-
bito laboral-profesional, lo que me conduce
jo de campo que será realizado en una escue-
también a pensar la escuela en la que traba-
la de nivel secundario de la Ciudad de Buenos
jo como un campo delimitado de estudio en
Aires, en la que me encuentro en la actuali-
el que me encuentro realizando una investi-
dad dictando clases para jóvenes de los últi-
gación de una de las mayores reformas que
mos dos años de la escuela secundaria. Mi
haya atravesado la escuela pública probable-
trabajo de campo, de esta forma, a diferencia
mente en las últimas décadas. En este sen-
de lo que indican los textos de la antropología
tido, mis reflexiones giran en torno a lo na-
tradicional, se concibe en este caso en un lu-
tivo, lo foráneo, el viaje, desplazamiento,
gar conocido por mí en mis interacciones dia-
y el rol del antropólogo en relación a su in-
rias con estudiantes, profesores, auxiliares,
vestigación, a los sujetos investigados. Mi Nativo vs. Antropólogo
75
Σigma pregunta es, entonces ¿Puedo distanciarme
estudios etnográficos presentan una pers-
totalmente del problema si como profesor me
pectiva “desde afuera”, desde el distancia-
encuentro atravesando la misma situación
miento que significa el no ser parte de la te-
que varios de los sujetos estudiados? ¿En qué
mática estudiada. De esta forma, mediante
lugar me sitúo cuando hago “trabajo de cam-
el trabajo etnográfico el antropólogo puede
po”?, ¿en mi lugar de profesor?, ¿transmi-
“acercarse” con el fin de conocer la visión
tiendo mis preocupaciones, mis expectati-
del nativo.
vas, mis variados intereses?, ¿o del lado del
La crítica etnográfica ha sabido situarse
investigador? Si es de este lugar, ¿puedo ha-
en una posición central en la disciplina an-
cerlo de forma “neutral”, cercana a la “objeti-
tropológica, sin embargo, ha sido hasta el
vidad científica”?
momento elaborada desde “adentro” de las
Faye Ginsburg ha tratado sobre los proble-
fronteras disciplinares. Para el sentido co-
mas para restituir el punto de vista del na-
mún académico, un “perfil híbrido” del in-
tivo cuando se trabaja con problemas polí-
vestigador de campo no ha sido tenido en
ticos controvertidos entre “nosotros” (Gins-
cuenta como elemento asociado a la críti-
burg, 1999). En el caso de mi investigación,
ca de la tarea etnográfica. Por el contrario,
estudio un problema en el cual me encuen-
la crítica ha sido elaborada desde un perfil
tro (junto a mis colegas) involucrado como
académico imaginado, el de aquel antropó-
profesor secundario. En relación a esto, la
logo que posee una identidad establecida
posibilidad de un cruzamiento de fronteras
por la práctica de la antropología, de carác-
disciplinarias, la distancia y el carácter na-
ter casi inflexible y que ocupa la totalidad
tivo serán el centro del siguiente apartado.
del tiempo de su trabajo de campo —como
Reflexiones sobre el “ser” antropólogo, la distancia, el carácter “nativo” y la “identidad”.
afirmaba Malinowski—- dedicándose a sus tareas etnográficas, y que en virtud de su carácter de extranjero se diferencia del nativo a partir de su “llegada” al lugar de la investigación. De esta forma, podemos
Para esta parte me basaré en las reflexio-
observar en los textos de crítica etnográ-
nes de Narayan (1993) quien reflexiona so-
fica a un antropólogo concebido de forma
bre el ser “nativo” y el “antropólogo”, en su
ideal, en general se trata de un antropólogo
caso como antropóloga nativa que ha sido
masculino, blanco, euro–norteamericano,
muchas veces considerada al trabajar en
(Gupta & Ferguson, 1996) legitimado acadé-
su India natal, y a pesar de sus otras iden-
micamente para el trabajo etnográfico por
tificaciones, por ejemplo al ser también
medio de algún doctorado de antropología
norteamericana. Concentrando mi análi-
(Clifford, 1999).
sis en la “identidad” de “antropólogo”. Los 76
Gerardo Óscar Páez
Σigma Debido a la centralidad que mantiene el
residentes italianos en San Francisco por
trabajo etnográfico en la auto representa-
Paul Radin. Durante su investigación, de-
ción de la disciplina (Clifford, 1999), la “iden-
bido a la necesidad de contar con una gran
tidad del antropólogo” pareciera ser fundada
cantidad de información estadística, Radin
en el “viaje”, o sea en el desplazamiento del
se propuso experimentar con métodos de
investigador al campo de estudio. La buro-
campo. En lugar del antropólogo solitario
cratización del mundo académico (Marcus &
recabando información en el terreno, Ra-
Fischer, 2000) en el siglo XIX también con-
din recurrió a investigadores locales para
tribuyó a crear la identidad del antropólogo.
realizar la toma de datos. El resultado, se-
Como afirmará Esteban Krotz, la formación
gún el antropólogo, fue notable:
profesional sistemática, tanto como la creación de las universidades, así como la publi-
Las limitaciones impuestas, en lugar de ac-
cación de compendios de antropología han
tuar contra la solidez de la información, en
contribuido al establecimiento, en la región
realidad la incrementó, ya que los observa-
noratlántica primero y en territorios posco-
dores académicos y profesionales son mu-
loniales después, de la antropología como
chas veces el peor recurso para asegurarse
disciplina científica (Krotz, 1993) y del antro-
de un buen material sociológico. Su entre-
pólogo como científico.
namiento, erige una indeseable barrera en-
En este sentido, me propongo utilizar el
tre estos y las personas que se proponen en-
argumento de Kirin Narayan (1993) y los
trevistar, y esta barrera se acrecienta por el
aportes de Akhil Gupta & James Ferguson
hecho de que frecuentemente no poseen ex-
(1996) para problematizar esta idea de “an-
periencia en establecer contactos con extra-
tropólogo imaginado” por la academia y el
ños. (Radin, 1970:5-6)
conocimiento antropológico como resultado del extrañamiento y del desplazamien-
La habilidad esencial de un observador es la
to, para ver la posibilidad de realizar antro-
de poseer el don de establecer un contacto
pología desde “adentro” de la propia socie-
directo e inmediato con su fuente de infor-
dad (comunidad o grupo). Tanto Narayan
mación de una forma que no sea un obstá-
(a quien ya he tratado antes) como Gupta
culo para su trabajo. Las personas casi ideal-
& Ferguson, tratando la identidad del et-
mente adaptadas para establecer este tipo
nógrafo han sabido marcar la necesidad de
de relación son tanto personal de ventas
una apertura mayor por parte de la antro-
como consultores de negocios o agentes de
pología a proyectos etnográficos que mues-
seguros, agentes de propiedades, etc. (Gup-
tran los perfiles heterodoxos en sus inves-
ta & Ferguson, 1996: 23)6
tigadores. En el caso de los últimos, rescatan el trabajo etnográfico realizado con
6 Traducción del autor Nativo vs. Antropólogo
77
Σigma De esta forma, Radin destaca la importancia de realizar el trabajo de campo mediante personas que conocen el terreno, mientras
este “entrenamiento” puede estar previniendo observar (Gupta & Ferguson, 2008: 32).
Por esto, además de las críticas que se ha-
que para Gupta & Ferguson, el trabajo de Ra-
cen a la antropología y al trabajo etnográfico
din “(…) contradice el tan difundido dogma
desde otras disciplinas (las cuales raramente
Malinowskiano y Boasiano que solo gradua-
son tenidas en cuenta en los textos de crítica
dos universitarios en antropología pueden
etnográfica), considero que la crítica a la que
realmente entender los hechos de forma co-
podemos acceder como estudiantes de maes-
rrecta” (Gupta & Ferguson, 1996: 24). Además
tría se ve así realizada desde “adentro” de
de esto, los autores adhieren al llamado de
las “fronteras disciplinarias” (Clifford, 1999)
que si el fin es descolonizar la antropología,
(Gupta & Ferguson, 1996).
esta debe también incluir a aquellas repre-
Para aportar a la reflexión, mi formación
sentaciones nativas realizadas por locales,
universitaria de “contador público”, carre-
por más que estos no fueran antropólogos.
ra alejada de la antropología, realizando
A su vez, Gupta & Ferguson destacan la im-
trabajo de campo en la escuela donde tra-
portancia del “entrenamiento” universita-
bajo, no parecería ser el perfil de “antro-
rio para el reconocimiento académico hacia
pólogo imaginado” del cual tratan los li-
el trabajo etnográfico. Para estos autores, se
bros. Sumado a esto, durante mis estudios
ha dado la paradoja de una sobre valoración
de grado, y luego en mi carrera profesional
de la experiencia de un antropólogo prove-
fueron pocas las veces que me encontré in-
niente de un programa doctoral, quien ob-
teractuando con otras personas con el ob-
tiene su conocimiento por una estadía larga,
jetivo de realizar un proyecto de investiga-
que aprende de manera correcta el lenguaje,
ción. Además, las investigaciones ocurren
y que participa en la “vida cotidiana, lo cual
raramente en una disciplina que forma a
autoriza su discurso” (Gupta & Ferguson,
sus estudiantes, según la información de la
1996: 32). Paradójicamente, los autores recla-
página web de la carrera, para “estar capa-
man que:
citados para diagnosticar y evaluar los pro-
si dicha experiencia es obtenida fuera del
blemas relacionados con la actividad econó-
marco institucional provisto por un progra-
mica, financiera y patrimonial de Empre-
ma doctoral en antropología, dicho conoci-
sas Públicas, Privadas y Organizaciones no
miento es devaluado. Argumentar que un ob-
Gubernamentales”7.
servador entrenado puede en verdad ver dis-
Mi preocupación por mi “perfil acadé-
tintas cosas que un observador no entrenado,
mico” no es solamente en relación a mi
(…) la afirmación de que el entrenamiento permite sacar a la luz ciertos aspectos, permite a su vez la pregunta acerca de qué es lo que 78
Gerardo Óscar Páez
7 Sitio web de la Facultad de Ciencias Económicas UNLZ, http:// www.economicas.unlz.edu.ar/ última vez accedido 19/10/2013
Σigma persona en una maestría donde la mayor
en distintas situaciones, su posición de cla-
parte de quienes nos encontramos estu-
se le brindó oportunidades de acceso ante
diando no “somos” antropólogos de carre-
un hombre “brillante y reflexivo”. Mientras
ra . Es común en charlas informales con
que su género fue importante en la observa-
compañeros y compañeras de la maestría
ción de tabúes menstruales; en otras opor-
en Antropología Social y Política escuchar
tunidades la autora recurrió a su proceden-
“yo no soy antropólogo”, yo estudié, por
cia de origen, a veces identificándose como
ejemplo la licenciatura en arte, o distintas
proveniente de un pueblo rural, otras veces
carreras en derecho, arquitectura, sociolo-
como proveniente de Bombay.
8
gía, diseño, etcétera.
En un sentido similar, Amalia Signorelli
Narayan realiza una crítica ante lo que
(1996) pone en evidencia en su reflexión so-
ella percibe como una rigidez de la dicoto-
bre el trabajo acerca de la continuidad y de
mía utilizada habitualmente en la acade-
la discontinuidad en el ejercicio de la profe-
mia occidental entre “antropólogo nativo” y
sión antropológica, de la existencia de con-
“antropólogo no nativo”, problematizando
diciones diferentes en las que el antropólo-
la diferente valoración que hace la misma
go se puede encontrar, tanto en la sociedad
en cuanto a la validez de los datos produci-
en la cual vive como también en el campo.
dos por uno y por otro antropólogo. La auto-
Estas condiciones son “campos de relacio-
ra trata esta cuestión a través de su propio
nes en los que se actúa no como antropólo-
caso, el de una antropóloga de origen Hin-
gos, sino como individuos con necesidades,
dú que le otorga cierta identidad esenciali-
deseos, derechos, deberes y principios, co-
zada en la academia estadounidense don-
metidos y status; y en los que, sin embar-
de ella misma estudió y en el país en que se
go, se entra también como antropólogos. O
crió desde los cuatro años, haciendo traba-
son campos de investigación en los que se
jo de campo en la India. Narayan, en este
entra como antropólogos y donde se descu-
sentido, observa que haberse “identificado”
bre que se está también como individuos…”
como local en ciertas situaciones le permi-
(Signorelli, 1996: 28). De esta forma, si-
tió acceder en distintos momentos a diver-
guiendo a Narayan y a Rosaldo, me animo
sas fuentes de información.
a afirmar que todo antropólogo presenta
Su reflexión apunta a situaciones en las
“subjetividades múltiples” que compren-
que, “en el campo” tuvo que recurrir a sus
den identificaciones cambiantes (Rosaldo,
identificaciones cambiantes con el fin de
1989; Narayan, 1993) y que se hacen presen-
negociar el acceso a él. Para la antropóloga,
tes al momento de nuestra investigación.
8 De hecho, creo que la crítica que estoy escribiendo podría ser reproducida por varios/as de mis colegas. Nativo vs. Antropólogo
79
Σigma Algunas palabras finales
liquidaciones de impuestos, etc., son las tareas diarias de un buen “contador”; por
Aquí me propongo realizar las reflexiones finales a este trabajo, a partir del tra-
el contrario, la investigación etnográfica es un lugar cuanto mucho “extraño”.
tamiento de la cuestión de la identidad dis-
Entonces, ¿es esta dislocación que he es-
ciplinar en la antropología. Cuestiones de
tado viviendo suficientemente válida para
clase, género, raza y sexualidad (Clifford,
emprender un “viaje” etnográfico? En prin-
1999) han sido algunos de los aspectos en
cipio podría afirmar que no, que el “antro-
que la crítica ha realizado, pero ¿qué lugar
pólogo imaginado” ha sido, a pesar de la
se ha dado a los perfiles híbridos que, ante
crítica postmoderna a los postulados de ob-
la apertura de las últimas décadas a nuevos
jetividad “científica” realizados por la dis-
campos, la antropología ha logrado atraer?
ciplina, la voz autorizada por la institución
Como he mencionado anteriormente, en
académica para el trabajo etnográfico. En
mi forma de ver, la crítica a la antropolo-
este sentido, percibo en coincidencia con
gía, aportada sobre todo desde la corriente
José Jorge Carvalho, una “ciencia antropoló-
postmoderna ha sido construida desde un
gica disciplinada” (Carvalho, 1992), al estilo
posicionamiento de un “antropólogo ima-
de la ciencia que surgió hace casi dos siglos,
ginado”, aquel antropólogo de tiempo com-
impregnada por la modernidad del razona-
pleto, con sólida formación teórica en an-
miento académico que le permitió ser legi-
tropología, quien dedica la mayor parte de
timada como “disciplina científica” en el
su tiempo al proyecto antropológico (si es
sentido occidental, con grandes influencias
que en realidad existe uno).
provenientes del racionalismo iluminista
En virtud de esto, pregunto ¿qué implica-
(Marcus & Cushman, 1995) y el positivismo
ciones tiene esta situación en relación con
de la tradición de la academia antropológi-
mi posición en relación al programa de es-
ca del siglo XIX (Carvalho, 1992) –que legiti-
tudios en antropología que estoy realizan-
mara sus fronteras en relación del discipli-
do? En primer lugar, esta situación se me
namiento académico- quienes seguían, con
ha presentado como una “dislocación del
pocas excepciones, los principios generales
lugar" que me “corresponde” por mandato
de la ciencia natural (Stoller, 1999) aplica-
de la disciplina que estudié en mi curso de
dos a la investigación etnográfica.
grado. En este sentido, la oficina es el lu-
Raza, género, emplazamiento geográ-
gar “natural” del “contador”, quien realiza
fico, disciplina estudiada son algunas de
una tarea alejada a las preocupaciones hu-
las esferas en las cuales la representación
manísticas (antropológicas), y en relación
de etnográfica se ha vuelto más problemá-
directa con tareas administrativas diarias
tica en las últimas décadas. Estas catego-
propias de un “contador”. Los balances, las
rías, que suelen “dejar de lado” a quienes
80 Gerardo Óscar Páez
Σigma realizan trabajo etnográfico “desde aden-
ples, con el fin de reducir las limitaciones
tro”, parecen todavía ser preponderantes
que conlleva el análisis de la misma desde
al establecer un criterio para el “reconoci-
una única tradición académica (Wright,
miento” institucional de la “identidad” de
1995). La reflexión de Wright me permite
“antropólogo” y de la autenticidad y cali-
sostener que es importante para la antro-
dad del trabajo realizado.
pología actual abrirse a la crítica que se ge-
En este sentido, propongo, junto con Ki-
nera en distintas tradiciones (tanto cientí-
rin Narayan que es importante tomar en la
ficas occidentales y no occidentales). Para
actualidad a cada antropólogo y/o antropó-
culminar considero, junto a Carvalho (1992)
loga en términos de identificaciones cam-
que la ciencia antropológica “debe expan-
biantes , en un “campo de comunidades
dirse”, dar lugar a otras metodologías, per-
que se inter penetran y en las que tienen un
files académicos “híbridos”, autores de co-
9
papel preponderante las relaciones de po-
rrientes teóricas distantes y una apertura a
der” (Narayan, 1993: 671). En concordancia
prácticas transdisciplinarias, entendiendo
con esto, junto con Wright, defiendo la ne-
a estas como la forma de hibridación de co-
cesidad hoy más que nunca de “nomadizar”
nocimiento que se obtiene del cruce teóri-
el punto de vista etnográfico, es decir, estu-
co y metodológico de distintas disciplinas,
diar “la realidad” desde perspectivas múlti
científicas y no científicas.
9 Shifting identifications (Narayan, 1993) Nativo vs. Antropólogo
81
Σigma Referencias bibliográficas Carvalho, J. J. (1992). Antropologia: saber academico e experiencia iniciática. Brasilia : Universidade de Brasilia. Instituto de Ciencias Humanas. Dpto. de Antropología, 127. Clifford, J. (1999). Prácticas espaciales: el trabajo de campo, el viaje y la disciplina de la antropología. En J. Clifford, Itinerarios transculturales (págs. 71-119). Barcelona: Gedisa. Da Matta, R. (2004). El oficio del etnólogo o cómo tener "Anthropological Blues". En M. Boivin, A. Rosato, & V. Arribas, Constructores de otredad (págs. 172-178). Buenos Aires: Antropofagia. Geertz, C. (1988). Works and Lives. The Anthropologist as Author. Stanford, California: Stanford University Press. Ginzburg, F. (1999). Cuando los nativos son nuestros vecinos. En M. Boivin, & A. Rosato, Constructores de otredad (págs. 186-193). Buenos Aires: Antropofagia. Gupta, A., & Ferguson, j. (1996). Discipline and Practice: "The Field" as Site, Method, and Location in Anthropology. En A. Gupta, & j. Ferguson, Anthropological Locations. Boundaries and Grounds of a Field Science (págs. 1-46). Los Angeles: University of California Press. Gupta, A., & Ferguson, J. (2008). Mas allá de la "cultura". Espacio, identidad y las políticas de la diferencia. Antípoda Nro. 7, 233-256. Krotz, E. (1988). Viajeros y antropólogos: aspectos históricos y epistemológicos de la producción de conocimientos. Nueva Antropología 9 (33), 17-52. Krotz, E. (1993). La producción de la antropología en el sur: características, perspectivas, interrogantes. Alteridades 3(6), 5-11. Lins Ribeiro, G. (2004). Descotidianizar. Extranamiento y conciencia práctica, un ensayo sobre la perspectiva antropológica. En M. Boivin, A. Rosato, & V. Arribas, Constructores de otredad. Una introducción a la Antropología Social y Cultural (págs. 194-198). Malinowski, B. (1972). Los argonautas del Pacífico Occidental. Un estudio sobre comercio y aventura entre los indígenas de los archipiélagos de la Nueva Guinea melanésica. Barcelona: Planeta–Agostini. Marcus, G. E., & Fischer, M. M. (2000 [1986]). La antropología como crítica cultural. Un momento experimental en las ciencias humanas. Avellaneda, Buenos Aires: Amorrortu Editores. Marcus, G., & Cushman, D. (1995). Las etnografías como textos. En C. y. Geertz, El surgimiento de la antropología postmoderna (págs. 171-213). Barcelona: Gedisa. Narayan, K. (1993). How Native is a "Native" Anthropologist? American Anthropologist, 671-686. Radin, P. (1970 [1935]). The Italians of San Francisco: Their adjustment and Acculturation. En A. Gupta, & J. Ferguson, Anthropological Locations. Boundaries and Grounds of a Field Science (págs. 1-46). Los Angeles: University of California Press. 82
Gerardo Óscar Páez
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Nativo vs. Antropólogo
83
BDMS ENTRE CREER Y PLACER PATRICIA LAROTTA Y JENNY RIVERA Estudiantes de Sociolog铆a Universidad Nacional de Colombia Bondage, Disciplina y Dominaci贸n, Sumisi贸n y Sadismo, Masoquismo
Σigma
Resumen En el marco de esta investigación nos hemos propuesto hacer un análisis comparativo entre las prácticas realizadas por personas practicantes de la religión católica y practicas llevadas a cabo en la escena BDSM (Bondage, Dominación-sumisión, Sadismo, Masoquismo). Para tal fin se tomaron elementos de la religión y se contrastaron con elementos del BDSM, teniendo como consecuencia que en su grado más alto el BDSM puede considerarse una práctica religiosa al estar sumamente ritualizada y bajo preceptos de respeto y acato, dignos de las religiones más estrictas. Sin ostentar en ningún momento portar la verdad, el artículo muestra realidades en el BDSM basado en un minucioso trabajo de campo que obedece a una muestra de los encuentros de este tipo que se presentan en la ciudad de Bogotá. "Mi manera de pensar es el fruto de mis reflexiones; está en relación con mi existencia, con mi organización. No tengo el poder de cambiarla; y aunque lo tuviera no lo haría. Esta manera de pensar que censuráis es el único consuelo de mi vida; me alivia de todas las penas en la cárcel, constituye todos mis placeres en el mundo, y me importa más que la vida. La causa de mi desgracia no es mi manera de pensar sino la manera de pensar de los otros". D.A.F. SADE, Carta a Mme. de Sade, principios de noviembre de 1783
Bdms : entre creer y placer
85
Σigma Obertura
alrededor de ella, quisimos imbuirnos un poco en el universo BDSM para comprender
En la ciudad capitalina, en medio del tra-
desde adentro sus estructuras y dinámicas,
jín diario, el peso de las actividades cotidia-
dejando de lado nuestras propias precon-
nas, las preocupaciones, el tráfico, la conta-
cepciones que pudiesen conducir la obser-
minación, etc., se hace casi necesaria la exis-
vación, sesgándola, pues “los instrumentos
tencia de espacios que den lugar a una inte-
ya elaborados y las formulaciones precisas
racción (con las demás personas) menos “rí-
del problema pueden abortar prematura-
gida”, un poco más espontanea: un espacio
mente el proceso de descubrimiento de lo
para el “relax”.
que es significativo en el ámbito del traba-
Existen varios lugares dispuestos para tal efecto en múltiples zonas de la ciudad, en es-
jo” (Wilcox. 1993 :102), por lo que velamos más bien por la espontaneidad.
tos, las personas parecieran dejar un poco de
Profundizar un poco en un mundo enigmá-
lado las actuaciones a través de las cuales se
tico, desconocido para muchos y satanizado
muestran de maneras diversas teniendo en
por otros tantos era uno de nuestros propó-
cuenta el público ante el cual se encuentran y
sitos, a través de ello pretendíamos realizar
asumen una actitud “des-complicada” pues-
un análisis de los tabúes existentes en la so-
to que allí, en estos sitios lo único que impor-
ciedad. La sexualidad gira en torno a un uni-
ta es “pasar un buen rato”.
verso de tabúes e interdicciones, estos tabúes
A lo largo de algunas semanas tuvimos la
varían dependiendo del contexto social en el
oportunidad de interactuar con un grupo de
que se enmarcan las categorías de sexo y se-
personas que llevan a cabo una serie de prác-
xualidad, pero en términos generales existen
ticas reconocidas y denominadas con la sigla
prohibiciones al respecto, a esos tabúes se en-
BDSM (Bondage, Disciplina, Sumisión y Sado
cuentran asociadas muchas personas que por
Masoquismo). El método etnográfico fue la
no disfrutar de una sexualidad “convencio-
herramienta de la cual nos valimos para acer-
nal” se ven inmersos en prácticas que son vis-
carnos a este tipo de prácticas que reflejan
tas como anormales, como desviaciones de la
un sin número posibilidades en lo que a se-
norma, como aberrantes e incluso son tacha-
xualidad corresponde, el cuerpo más allá de
das de perversas e inmorales. Aquellas perso-
lo evidente se convierte en un instrumento a
nas que divergen de las actuaciones “tradicio-
través del cual es posible generar placer, un
nales” o habituales de la sociedad en general
vehículo para trascender lo tradicional y pen-
son de alguna manera relegadas y señaladas.
sado y llevar la sexualidad a espacios inimaginados pero no por ello indeseados.
Para ello, contactamos inicialmente a la “ama” Claudia, quien lleva algo más de 25
Siendo esta una escena clandestina de-
años en la escena, siendo su trabajo un foco
bido a la estigmatización y los tabúes que
de encuentros, talleres y celebraciones en
86
Patricia Larotta y Jenny Rivera
Σigma torno al BDSM, no solo en Colombia, sino en
sus zapatos de tacón altísimos, verla en esos
algunos de los países limítrofes; y quien nos
zapatos de 15 centímetros produce sensación
explicó bastante bien las dinámicas, catego-
contradictoria entre admiración por su capa-
rías, rituales y demás aspectos que expondre-
cidad de manejarse fácilmente en ellos y pre-
mos a continuación.
ocupación por la dificultad que podría repre-
El interés que despertó en nosotros el aná-
sentar para ella su uso.
lisis de lo socialmente inaceptable nos llevó a
Llegamos al lugar acordado hacia las 2 de
investigar más sobre las prácticas BDSM, tu-
la tarde, a Claudia solo la habíamos visto
vimos la posibilidad de interactuar con varios
en una que otra foto y únicamente había-
personajes que nos compartieron algo de sus
mos tenido la posibilidad de intercambiar
experiencias al interior de este mundo que
palabras con ella a través del chat. Claudia
aunque catalogado por muchos como oscu-
es una figura pública que ha despertado en
ro y pérfido, tiene una variedad de colores y
quienes la conocen —o la han escuchado
matices que logran despertar en todas y cada
nombrar— tanta admiración como recelo
una de las personas que convergen en el las
por el ambiente en el que se desenvuelve. En
emociones más diversas: fantásticas y ale-
este momento solo sentíamos un inmenso
gres, vívidas y vibrantes.
deseo de conocer a la mujer que ha logrado posicionarse como “la reina del sadomaso-
Martes 25 de junio de 2013
quismo en Colombia” (como los medios de comunicación la han llamado) y sobre todo
¿Cómo
conocimos
a
Claudia?,
bien,
gracias a un contacto que logramos por
que poco a poco ha logrado ganar espacios en Colombia para la escena del BDSM.
medio virtual, a través de dicho personaje
Pasadas las dos, subimos al cuarto piso y
obtuvimos una invitación al evento que se
una vez allí tuvimos la posibilidad de conocer
desarrollaría aquella tarde en el centro de
a Óscar y a Claudia, los dos personajes más
la ciudad. Claudia es una mujer llena de
influyentes en la escena del BDSM, Óscar es
vitalidad, tiene alrededor de cuarenta años,
un hombre alto, de contextura gruesa, cabe-
es robusta, con una personalidad arrolladora
llo largo y crespo, amable, con voz gruesa que
y una sonrisa cálida, además inspira con-
asimila uno con un personaje, cuya autori-
fianza; sus ojos son grandes y de color oscuro
dad es vasta. En este lugar, se encontraban
como su cabello, en la calle Claudia viste ropa
otros personajes que constantemente se ven
informal, sin embargo, es una mujer que
envueltos en este ambiente.
se fija en el detalle a la hora de vestir. Clau-
Después de una grata bienvenida nos ubi-
dia tiene una característica particular, tiene
camos en las sillas delanteras del salón, el
un fetiche abierta y orgullosamente recono-
evento al cual fuimos invitadas se componía
cido: los zapatos, siempre va “montada” en
de una pequeña muestra cinematográfica en Bdms : entre creer y placer
87
Σigma la cual se abordaba el tema al cual hacemos
llevaría a cabo en la noche en Chapinero. Por
referencia en este escrito, cabe resaltar que si
supuesto, nuestra participación en el evento
bien el evento fue anunciado a la comunidad
requería que portáramos una indumentaria
en general principalmente a través de las re-
adecuada, sobre ello nos informó Claudia.
des sociales, en esta ocasión la asistencia no fue masiva, más bien las personas brillaron por su ausencia, quizás esto se debió a un in-
Martes 25 de junio de 2013, nueve de la noche
fortunado inconveniente con el horario en el cual se realizó el evento Entre 2:00 y 3:00 de
Un poco ansiosas por la presentación que
la tarde. Horario laboral Después de una bre-
se llevaría a cabo en aquel lugar llegamos
ve introducción realizada por Oscar, se dio
al bar en Chapinero cerca de las nueve de la
inicio al ciclo de películas provenientes del Fe-
noche, la tarde de películas fue un peque-
tish Film Festival de Kiel Alemania. La muestra
ño abrebocas para la presentación de esa
se componía de cortos en los cuales se carac-
noche. El valor de la entrada al bar estaba
terizaba lo que es el BDSM.
condicionada por la indumentaria, el valor
Finalizada la sesión de películas quisimos
de la boleta era inversamente proporcional
hablar con Claudia y con Oscar y tener su per-
a nuestra apariencia: a mayor sensualidad
cepción acerca del BDSM, de cómo se practi-
menor sería el valor de la entrada.
ca, de cómo se vive. Claudia es firme en sus
En nuestra indumentaria predominaba el
cosas pero a la vez una mujer a la que es muy
color negro, yo llevaba un vestido corto y unas
fácil acercarse, ella es imponente y desinhibi-
botas con tacón; mi compañera vestía una
da. Para entrar en confianza les pedimos que
blusa, una minifalda con medias de maya co-
nos contaran un poco sobre sus vidas; Clau-
lor negro, maquillaje oscuro en el caso de las
dia es profesional y cree que sus “pinitos” en
dos. A medida que nos adentrábamos en este
el BDSM se deben a reconocer que cuando era
lugar, tuvimos la sensación de estar entrando
más joven le producía placer infligir dolor a
en un mundo diferente, una especie de uni-
sus compañeros y compañeras de clase: “Al
verso paralelo desconocido hasta el momen-
principio yo decía: ¡Dios mío! Pero que me
to para nosotras, la música se encontraba en
pasa, me gustaba pellizcar a mis compañe-
juego con las luces y evocaban un ambiente
ritos (…) luego me di a la tarea de averiguar
que hace que el corazón empiece a latir más
si existían más personas que pensaran como
rápido y que el cuerpo cobre una suerte de in-
yo, y descubrí que mis gustos tenían nombre
dependencia que pide a gritos moverse libre-
propio: BDSM” (Claudia, entrevista personal,
mente, sin restricciones. La gente parecía es-
25 de junio de 2013).
tar en una especie de éxtasis.
Finalizando la charla con Claudia y con
A medida que la noche avanzaba se tornaba
Óscar, fuimos invitadas a una reunión que se
maravillosamente diversa, homosexuales,
88
Patricia Larotta y Jenny Rivera
Σigma lesbianas, heterosexuales, trans, etc., dan-
los círculos gay, en lo personal me parece
zaban sensualmente al ritmo de la música.
una pornografía que estereotipa, que gene-
Jenny: A lo largo de la reunión se realiza-
ra sujetos deseables y por ende genera exclu-
ron varias actividades a la par, en una sala
siones, sin embargo, no estaba allí para ver
había una demostración de Bondage real-
la pornografía sino lo que estaba pasando en
mente interesante, duró 30 minutos. Bonda-
esa sala y es que no había en ese bar lugar a
ge es una práctica que consiste en atar a una
inhibiciones, en todos los lugares fácilmen-
persona con cuerdas, básicamente es una
te podría encontrarse personas sosteniendo
muestra artística de la cual se hace uso para
prácticas que exceden la lógica hegemónica
estimular los más bajos instintos, de extasiar
de la sexualidad. Allí no se veía muy marca-
a quien participa. A la par con la persona que
da la distinción binaria de género, en ese se
estaba momificada, quienes se sometieron a
encontraron hombres y mujeres, personas
estas prácticas estuvieron exhibidas en el sa-
trans, personas que preferían no identificar-
lón que se encontraba a la entrada del bar.
se con ninguna categoría y fue interesante,
En un salón contiguo se encontraban todos
porque en parte, el hecho de que las prácti-
los elementos, la exposición de otras prácti-
cas sexuales cambien en ese escenario da pie
cas, entre ellas el uso del flogger y el látigo.
a que se concentren sectores de la población
También el sometimiento en el potro. El sa-
que generalmente no se sienten involucra-
lón se llenó rápidamente y al finalizar la ex-
dos en las prácticas convencionales.
posición algunas personas se quedaron allí,
Sofía: Francamente debo reconocer que ser
algunos amos y amas decidieron complacer a
testigo de estas prácticas me parecía extraño,
sus sumisos y practicaron penetración con el
debido a que este tipo de prácticas son conce-
uso de dildos y vibradores. El tamaño de los
bidas por la sociedad como perversas y répro-
dildos variaba, en una mesa había 6 tamaños
bas, algo que va en contra de los “mandatos
diferentes, desde los más pequeños que son
divinos” y de la naturaleza (sobre todo en esta
los de tamaño convencional hasta uno bas-
sociedad profundamente religiosa), sin em-
tante grande que tiene por nombre Gigant
bargo, tenía presente las palabras de Óscar:
Ivan. No lo vimos directamente pero conver-
“Es más fácil que te inculquen el pecado en la propia re-
samos con un ama y ella nos dijo que iría a
ligión, si tú lo ves de forma natural ¿Dónde está el peca-
hacerlo con una de sus sumisas.
do?” (Oscar, entrevista personal, 25 de junio
Luego de ese momento estuvimos un mo-
de 2013). Aquello que hace bellos a los seres
mento más conversando con algunas perso-
humanos y es su perfecta imperfección, ¿por
nas e intercambiando impresiones. Nos sen-
qué ocultar algo que también hace parte de
tamos en una sala que tenía un televisor, allí
uno?, hacerlo es acentuar aquella división di-
se estaba trasmitiendo pornografía, según
cotómica entre lo bueno y lo malo, sin con-
los que estaban allí, era muy popular entre
templar los diferentes matices. Bdms : entre creer y placer
89
Σigma Las relaciones que se dan en el ámbito del
“cuando un individuo comparece ante otros, habrá por lo
BDSM son un espacio para el juego, para la
general alguna razón para que movilice su actividad de
diversión y lo lúdico sin temor a ser juzga-
modo que esta transmita a los otros una impresión que a
do o señalado, es un performance en el cual
él le interesa transmitir” (Goffman, 1997:16).
se tienen en cuenta las medidas necesarias
Después nos sentimos incómodas y deci-
para el mantenimiento de la integridad la
dimos evitar seguir haciéndolo. Luego de
persona y el respeto.
que fuera casi media noche decidimos ir-
Jenny: En un momento de la noche hubo
nos, pues el transporte escaseaba en ese
cabida a la iniciación de una persona —no me
momento y las responsabilidades acadé-
quedó claro a qué—, podría ser la iniciación a
micas aquejaban. Nos fuimos con muchas
la penetración anal, dado que se trataba de
dudas pero con la satisfacción de haber vis-
un hombre de aproximadamente 20 años que
to cosas nuevas y de sabernos inmersas en
se encontraba en medio de 7 u 8 hombres ma-
un lugar que, si bien se nos aparecía como
yores que él, los cuales tocaban su cuerpo, en
extraño, también nos involucraba desde
realidad no vi en qué terminó todo.
nuestra otredad respecto a ellos.
En las inmediaciones de la fiesta nos en-
Sofía: El BDSM es una actividad que por
contramos con un hombre, nos dijo que te-
la diversidad de sus prácticas representa
nía 36 años y que era la primera vez que asis-
algo difícil de comprender, va más allá de
tía a un evento como ese, nos contó que era
lo netamente sexual, es una puesta en es-
sumiso y estaba en busca de un ama, nos pi-
cena, también es arte. Parte de los prepa-
dió que fuéramos sus amas. Lo discutimos
rativos involucran que el ama conozca bien
pues ninguna tiene experiencia en ese cam-
a su sumiso, qué le gusta, qué le disgusta,
po —también era nuestra primera vez en un
cuáles son sus límites, etc., de este conoci-
evento de este tipo—, pero pensamos que se-
miento depende el goce de ambos, en espe-
ría un ejercicio interesante y accedimos, él
cial del sumiso, pues el ama no solamente
nos pidió que practicáramos spanking, es de-
es quien infringe dolor o humillaciones,
cir, que lo azotáramos. Sin tener mucha ex-
sino que busca lograr que su sumiso sienta
periencia haciéndolo iniciamos golpeándole
placer, “así pues, hemos de convenir que el sadismo
una nalga para probar con qué intensidad de-
no supone de ningún modo el deseo de causar dolor
beríamos imprimir el golpe y para probar que
fuera de la esfera sexual, es más bien compatible con
tanta tolerancia al dolor tenía. Luego de al-
un alto grado de bondad general. También hemos de
gunos golpes iniciamos la práctica en ambas
convenir que incluso dentro de la esfera sexual el sá-
nalgas y posteriormente le pedimos que hi-
dico no desea de ningún modo excluir el placer de la
ciera otras actividades. Queríamos sentirnos
víctima, y puede incluso valorar ese placer como algo
parte de la comunidad, de manera que actua-
esencial para su propia satisfacción” (Weinberg,
mos acorde con lo que pretendíamos reflejar,
2008: 44). De manera tal que, “por lo general
90 Patricia Larotta y Jenny Rivera
Σigma una sesión habitual de sadomasoquismo estará pre-
BDSM cuanta menos ropa mejor. En ese pe-
parada de antemano: el masoquista habrá hecho su-
queño salón había muchas personas, hom-
puestamente algo merecedor de castigo, habrá ame-
bres, mujeres, trans e incluso personas que
nazas y suspenso como preludio del castigo, etc. A me-
no pude leer por su ambigüedad. Estaban
nudo la actuación se asemeja a un ritual planeado o
vestidos con trajes de todas las formas, in-
a una producción teatral” (Weinberg, 2008: 44).
cluso algunas personas estaban desnudas.
Viernes 5 de julio de 2013
Finalmente cuando estuvimos cómodas con el atuendo, pudimos entrar. El interior de aquél lugar distaba mucho
Jenny: Llegamos al lugar de la fiesta, un
de la apariencia descuidada de la entrada del
lugar muy exclusivo. Ya sabía que se trata-
edificio, distaba mucho de los bares hetero a
ba de un bar gay, el bar lo habían prestado
los que estoy acostumbrada, distaba mucho
para ese evento, generalmente a este bar
de los bares LGTB que había visitado antes,
no pueden ingresar mujeres. Llegamos pa-
era diferente a todo, un ambiente comple-
sadas las 9:00 pm, esperaba que la facha-
tamente diferente. Como si fuera un ejerci-
da del lugar fuera diferente, sentí un poco
cio cotidiano fuimos a la barra y compramos
de desconfianza pero como estaba con dos
cerveza, la chica que atendía era trans, muy
acompañantes más, me tranquilice un
hermosa, al atendernos nos preguntó “¿us-
poco y pronto me invadió la curiosidad por
tedes son heterosexuales o son normales?”
conocer un poco más de aquel lugar.
sonrió después de preguntar, le dije que pre-
Tuvimos que bajar a un sótano y allí estaba el bar. A la entrada del mismo había una
feríamos no definirnos. Yo pensé “a mí me gustan las personas”, no lo dije.
pequeña taquilla, también había casilleros
Tomamos las cervezas y al voltear estuvi-
que se cerraban con llave. Tuvimos que pagar
mos frente a aquél lugar, se asemejaba a la
para poder entrar, si pagábamos entre dos
sala de una casa, era un salón y sillas alre-
la entrada salía más económica, yo no tenía
dedor, el centro estaba despejado. Tomamos
con quien entrar así que le propuse a un des-
asiento y mientras observábamos lo que pa-
conocido que iba solo que entráramos juntos
saba, también hablábamos entre nosotras,
y él accedió. Era un hombre de aproximada-
era algo nuevo paras todas. Intercambiába-
mente 45 años, tímido, al parecer era su pri-
mos opiniones sobre el vestuario de las perso-
mera vez en este tipo de eventos.
nas y sobre los tatuajes, las cicatrices, la apa-
No podíamos entrar con toda la ropa que
riencia de quienes pasaban enfrente de noso-
llevábamos puesta, así que al pagar la en-
tras. Pasó algún tiempo y quisimos incursio-
trada nos asignaron un casillero, allí debía-
nar en aquél lugar, oscuro, desconocido.
mos dejar todo, incluso la ropa de la que te-
El salón tenía dos entradas, una a la iz-
níamos que despojarnos, en una fiesta de
quierda era oscuro y no se podía ver nada —a Bdms : entre creer y placer
91
Σigma menos que entráramos— y otra a la derecha
muchas personas, a excepción de un gru-
que daba a un salón pequeño con sillas y un
po de hombres, no sé con exactitud cuántos
televisor, ese salón a su vez daba a una cade-
eran, tal vez cuatro o cinco.
na de cuartos. Decidimos ir por la entrada de
Probamos los elementos que estaban allí
la izquierda, había una cortina, lo primero
y salimos. Seguimos caminando sin dete-
que había era un cuarto de aproximadamen-
nernos porque los cuartos son repetitivos,
te 2 x 2 metros, en él una silla y un dispensa-
todos tienen una silla y un dispensador de
dor de papel higiénico, seguimos caminando
papel higiénico. Llegamos al salón con el
y había más cuartos de ese estilo, por lo me-
televisor y allí había varias personas, entre
nos cuatro. Al final del pasillo había un mue-
ellas una conocida, una mujer muy impor-
ble que constaba de una silla alargada que es-
tante en la escena BDSM. Estaba vestida con
taba conectada con una rueda giratoria ubi-
ropa de cuero muy ajustada, por ser una dó-
cada verticalmente, allí las personas podían
mina tenía a varios sumisos a su alrededor,
acomodarse para que las giraran, es un ele-
nos saludó muy calurosamente y nos invi-
mento típico de BDSM. Experimentamos un
tó a quedarnos a la demostración de BDSM
poco con él y seguimos caminando.
que habría más tarde. Fuimos a la sala en
Había muchos cuadros colgados en las pa-
la que estábamos al inicio y nos sentamos
redes, llamaron mi atención porque eran
nuevamente, esta vez el bar estaba casi lle-
escenas con contenido sexual dirigió a la
no, mucha gente se movía de lado a lado y
población que frecuentaba el bar, es decir,
empezó el motivo del evento que eran las de-
hombres homosexuales. Eran pinturas de
mostraciones de las diferentes prácticas el
hombres copulando con otros, en mi opi-
BDSM. Lo primero a lo que hubo lugar fue a
nión se reproducían órdenes heterosexuales
una momificación, esta práctica se refiere a
en la medida en que había siempre un ac-
envolver el cuerpo de una persona con cual-
tivo y un pasivo, sin embargo eran llamati-
quier material que no sea nocivo para la sa-
vos justamente por las escenas que plantea-
lud, la persona momificada solo puede tener
ban. Seguimos explorando el lugar, y llega-
un espacio para respirar, generalmente su
mos al pasillo que daba a la salida de la par-
boca. En aquella fiesta usaron vinipel, que
te derecha, allí se conectaban. En ese pasi-
es el material que se utilizan en esta prácti-
llo también se encontraban cuartos como
ca con más frecuencia. Allí también un amo
los que habíamos visto anteriormente pero
estaba haciendo bondage a su sumiso.
adicionalmente había un gran cuarto, era
Sofía: Como se mencionó anteriormente,
cuatro veces más grande que los otros, esta-
es primordial que ama(o) y sumiso(a) se en-
ba adaptado con indumentaria para practi-
cuentran para hablar de lo que les gusta, de
car BDSM, había columpios, redes, potros
lo que no les gusta y llegar a un consenso, ese
de castigo. En este lugar no se encontraban
suceso se asemeja a una confesión:
92
Patricia Larotta y Jenny Rivera
Σigma ¿Qué significa conocer el interior de
sociedades en las cuales el discurso sobre la
los individuos? Quiere decir que el pastor
sexualidad es igualmente un discurso muy
dispondrá
de
extenso, muy prolífico, un discurso que se
reflexión, de detección de lo que ocurre,
multiplica mucho, pero que no busca fundar
pero también que el cristiano tiene la
una ciencia, sino que, por el contrario, inten-
obligación de decir a su pastor todo cuanto
ta definir un arte; arte de producir, a través de
sucede en el interior secreto de su alma;
la relación sexual o con los órganos sexuales,
particularmente, estará obligado a recurrir
un tipo de placer que se pretende que sea lo
a su pastor para realizar esa práctica tan
más intenso, lo más fuerte o lo más duradero
específica (Foucault, 1999:141).
posible. En muchas sociedades orientales en-
de
medios
de
análisis,
El ama(o) hará las veces de pastor que es-
contramos, también lo vemos en Roma y en
cucha atentamente a su sumiso y trata de
la Grecia antigua, toda una serie de discursos
comprenderlo en la medida de lo posible,
muy numerosos sobre esta posibilidad, sobre
puesto que el ama no solamente está dis-
la búsqueda, en todo caso, de los métodos a
puesta a infringir castigos y darle placer a
través de los cuales se puede llegar a intensifi-
su sumiso, sino que también debe conocer-
car el placer sexual. (Foucault, 1999:133)
lo a profundidad. Las prácticas de BDSM funcionan como in-
Es en la búsqueda de sentido que el suje-
tensificadoras del placer o generadoras del
to encuentra que aquello que le gusta, esas
mismo, un eventual descontento con la se-
“desviaciones” de la conducta sexual que a
xualidad tradicional puede ser uno de los fac-
él le generan tanto placer, no solo le gustan
tores que incitan a un sujeto a insertarse en
a él sino que comparte gustos con una gran
el mundo del BDSM. Estas prácticas incen-
cantidad de personas, es alrededor de dichas
tivan al sujeto a encontrar placer en agen-
afinidades que nace y se fortalece una comu-
tes externos a él, por ejemplo: un ama que
nidad. Saber que existen más personas con
llena de sentido su vida, suple sus necesida-
gustos similares y que dichas “desviaciones”
des sentimentales o emocionales y aplaca la
tienen un nombre propio -BDSM-, otorga
angustia y la confusión. En esa búsqueda de
significado al actuar del sujeto y genera una
placer se encuentra un entramado de prácti-
sensación de plenitud y felicidad al pensar
cas que el BDSM explota de manera fructífe-
que lo que hace pueda ser compartido con
ra, con el “agravante” de convertirse en tabú
otros, discutido, disfrutado, adorado o exal-
para la sociedad:
tado en comunidad. El erotismo es un elemento muy impor-
Es la oposición entre sociedades que inten-
tante en la práctica, es importante este ele-
tan mantener un discurso científico sobre la
mento dado que es parte de la sexualidad,
sexualidad, como hacemos en Occidente y
“La índole excepcional del erotismo ha consistido, Bdms : entre creer y placer
93
Σigma justamente, en un progresivo alejamiento del ingenuo
vivida a su vez por muchos de sus actores con
naturalismo sexual. Pero las razones y significación de
tal intensidad que reflejan las características
este desarrollo suponen una racionalización e intelec-
propias de un dogma, las práctica son lleva-
tualización universal de la cultura” (Weber, 2009:
da a cabo con minuciosidad, cuidado y deta-
58). Es importante resaltar que la práctica
lle en el rito, en la indumentaria, en el lugar
BDSM no está necesariamente sujeta a las
y en la comunidad. Las ceremonias BDSM si-
prácticas sexuales convencionales.
mulan o bien podrían compararse con una
Conclusiones
misa, en la cual se realiza de la misma manera una preparación exhaustiva en los elementos de la liturgia, en la preparación de la igle-
Son muchos y muy variados los aspectos
sia, en la disposición de los fieles, etc.
que quisimos abordar en esta pequeña etno-
Es importante resaltar que la historia sexual
grafía, sin embargo, dimos relevancia al as-
ha sido una construcción histórica y social en
pecto religioso debido a que gran parte de los
la cual han confluido múltiples actores.
tabúes reflejados en la sexualidad obedecen a la concepción de la sexualidad de las institu-
No está de más recordar que en las culturas
ciones religiosas.
de la Colombia precolombina no había pu-
A lo largo del escrito hemos apreciado la
tas, travestis o crímenes contra natura. La
cosmovisión de quienes se encuentran in-
gente no tenía “aventuras” amorosas. Tam-
mersos en el mundo del BDSM, en contras-
poco había gays. Esto no significa, que no
te con el dogma religioso en general. Podría
hubiese en estas tierras intercambio de pri-
decirse que de alguna manera todas las es-
vilegios sexuales por dinero o que no hubie-
feras de nuestra vida y nuestra cotidiani-
se hombres que ocuparan sexualmente el rol
dad se encuentran permeadas por la reli-
de mujeres, que no hubiera coito anal o que
gión, bien sea para rechazarla o para asu-
nadie le fuese infiel a su cónyuge. Todas es-
mirla. La religión y las instituciones ecle-
tas cosas había y en abundancia de formas y
siásticas se han encargado de difundir valo-
disposiciones; lo que no existía eran las ins-
res y preceptos en el nombre de Dios que in-
tituciones que conocemos como prostitución
teriorizamos y asumimos como naturales,
o travestismo o sodomía o amancebamien-
verdaderos y correctos.
to, tal como las definió la cultura del cristia-
La sexualidad, a pesar de ser parte de nuestra naturaleza, ha dejado de verse de esta manera para convertirse en algo que denota suciedad y pecado, sin embargo muchas de las prácticas del BDSM tienen un origen o por lo menos una connotación religiosa. El BDSM es 94
Patricia Larotta y Jenny Rivera
nismo (Palacio, 2010:54).
Σigma Referencias bibliográficas Claudia (25 de junio de 2013). Entrevista personal. Goffman, E. (1997). La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Foucault, M. (1999). Sexualidad y poder. En Estética, Ética y Hermenéutica. Barcelona: Editorial Paidós. Palacio, R. (2010). Pecar como Dios manda: Historia sexual de los colombianos. Bogotá: Editorial Planeta Colombiana. Oscar (25 de junio de 2013). Entrevista personal. Weber, M. (2009). Sociología de la religión. Madrid: Istmo Weinberg, T. (2008). BDSM Estudios sobre la dominación y la sumisión. Barcelona: Editorial Bellaterra. Wilcox, K. (1993). La etnografía como una metodología y su aplicación al estudio de la escuela: una revisión. En Velasco, H.M, García, J.F, Díaz, A. (eds.) Lecturas antropológicas para educadores. El ámbito de la antropología de la educación y de la etnografía escolar. Madrid: Editorial Trotta.
Bdms : entre creer y placer
95
SECCIÓN LIBRE
ANDERSON PEÑA Estudiante Español y Filología clásica Universidad Nacional de Colombia.
anapenaca@unal.edu.co
Te escribo a ti, Carlitos, sin saber muy bien porqué, pero teniendo absolutamente claro que no podría eludir aquel pacto de chicos. Eres el único escritor que conozco desde siempre y tienes suficiente respeto y buen nombre como para cumplir tal promesa, comprendo que éramos niños, nunca creímos en verdad en cumplir semejantes promesas, pero mira vos como son las cosas de la vida. Cuando te vi entrando de negro en aquella iglesia blanquita no lo podía creer, quizá fue entonces que pensé, no mejor, recordé nuestra infancia, luego nuestra adolescencia y claro nuestra madurez ya muy evidente. Fue entonces cuando nuestros caminos se dividieron, vos tomaste las ciencias económicas, aunque lo tuyo siempre fue escribir, ¡y no me vengas con que no, eh! Yo largué hacia las ciencias humanas, siempre me gustaron. En fin, al momento del traje, la ceremonia y por su puesto la llegada de la novia que venía tan galante en su vestido blanco, me entró mucha nostalgia, y pensé entonces en la promesa de petizos, era casi una apuesta, el que primero
Σigma se casara ganaría el derecho de que él otro le escribiera algo sobre lo que más amara, yo sé que uno ama muchas cosas, empezando por la madre, pasando por los amigos y llegando hasta la novia, muy cierto sí, pero aunque los gustos y las cosas que a uno le importa vayan cambiando con los años, hay algo que nunca nos cambió: el amor por el fútbol. Existe en muchos, hombres y mujeres, una cosa que los une y los distancia, a decir verdad hay muchas, pero son la mayoría lo suficientemente vacías o demasiado triviales como para hablar de ellas, pero existe una sola cosa que verdaderamente amamos algunos, que nos perdonen las niñas, pero a mi tanto como a vos solo nos mueve una cosa, los giros de la pelota. ¿Sabes algo? Te recuerdo en los momentos de nuestra vida, viviendo siempre en la casa contigua, te recuerdo en un diciembre, que mes, las fiestas que se venían y nosotros dos sin un zope en los bolsillos, tú te habías acabado de conquistar a la niña de la esquina, Adriana, la que ahora es tu mujer, yo ya llevaba mi tiempo con Vivianita, mi chica. Habías estado detrás de Adri cuanto ¿uno, dos años? Quizás más, se mudó al barrio cuando teníamos doce y desde que la viste quedaste prendido, me lo decías cada momento, yo que te animaba, te decía: “dile algo, cómprale un chocolate... bah”, tú tiraste la gambeta con más elegancia y con demasiada paciencia, ella se nos juntó cuando la metieron al mismo cole nuestro, se iba con nosotros ¿recuerdas? Primero calladita incluso un poco atrás o más adelante, no la apretabas de ningún modo, después ya se nos acercó, yo los hacía reír durante el trayecto con mis payadas, vos le cogías el bolso y le decías que no había lío, que te daba gusto ayudarla. En fin, con el corre de los días qué buenos amigos nos volvimos, después conocí a la luz de mi vida, ahí ya andábamos poco. Años pasaron entonces, y mira adonde nos llevó el recorrido, vos casado con Adri y yo preparándolo todo para hacer feliz toda la vida a mi Vivi. Tu boda sí que me llevo atrás en el reloj, porque ver tu rostro totalmente feliz me complace mucho, te lo mereces viejo, verte así me recuerda los campeonatos, tres para ser exactos, el del cole, el que ganamos en la canchita y por supuesto, la anhelada estrella catorce. En los títulos mencionados siempre fuimos abajo, pero no te rendías, en el título del cole y el del barrio teníamos buen combo, tú en el arco, como era micro el equipo de siete, entonces, vos en el arco, yo como defensa por izquierda, el 'flaco' Yambooz por derecha, 'pachito' al medio y el 'matador' Téllez arriba, en la El partido de carlitos
99
Σigma banca, Bayona y Johnsito. Como defensa me transformaba, dejaba de ser timorato y me encendía, los braveaba desde el “vamos” y nadie de los nuestros se caía, pero vos desde la raya eras la tormenta que iniciaba mi viento, aunque no hablabas mucho tus ojos metían miedo y perseguían una pelota que no se atrevía siquiera a llegar a nuestra área. Para la final vi la tarjeta azul, me la clavaron después de una entrada brava sobre el delantero de ellos, lo levante como si no pesara, ayudado con un trancazo abajo que lo hizo brincar como resorte, ya desequilibrado solo me agaché un poquito y dada la velocidad me sobró por mi espalda, cayó al piso y como ya estaba advertido por el “referee”, que era el profe de educación física, me manchó con la azul, te dije que quedabas al mando y lo asumiste con que categoría, siempre fuimos abajo, cuando salí, el cotejo iba tres a dos, empatamos y nos fuimos a penales, erraron uno y atajaste el del título, y la alegría de tu rostro, la primera vez que te abrasaste con Adri, qué partido nene. En el barrio la cosa no cambio mucho, con un equipo casi que igual, solo que Bayona no figuraba, por él Alejo Salinas, ganamos dos a uno, perdimos en la primera mitad, a diez de finalizar, un barullo en el área de ellos me dejo la pelota para el “uno a uno” y ya en el último suspiro Téllez la mandó a guardar con un cabezazo que terminó en la parte de abajo del arco. De nuevo tu rostro feliz, siempre contento, en todos nunca quebraste, te soy sincero, yo en ambos perdí la esperanza, ¿cómo no? Siempre de atrás a delante y en uno con casi un tiempo sin jugarlo, la impotencia hizo de mí, su víctima, en el otro, allá en la canchita, nos pitaron un penal que no fue y con eso nos ganaban, cuando hice el gol me alivié, me dieron más ganas y sentía que volvía, vos siempre confiaste en la victoria, nunca nos dejaste. Así pues pasó lo increíble, lo muy esperado, en el campeonato nacional, nuestro glorioso albiazul no había visto la copa en más de veinte años, pero esa campaña prometía, asistimos al estadio unas cuatro veces, algunas fuimos solos, en las otras acompañados por nuestras damas, que no sé qué pensaban cuando nos miraban. Por ese tiempo ya la traías loca, pero no dabas la puntada final, lo entiendo, enamorar a una mujer es como un partido de fútbol, no se pude simplemente ir al área y hacer gol, lo que se hace es tirar paredes, fintas y gambetas así se deja loco al rival, y se gana el partido; con las chicas lo mismo, uno las enamora con chocolates, con bombones, pero tú, con todo un cuadernillo de poemas escritos 100 Andersson Peña
Σigma específicamente dedicados a ella, simplemente no pudo resistirse. Hacia un mes que lo hacían oficial y así llego el 16 de diciembre, nuestro Millonarios llegaba a una final del torneo local después de 24 años. En el primer encuentro habíamos empatado cero a cero, de vuelta estábamos ganando pero a los cinco del segundo tiempo nos empataron, así nos fuimos a penales y se me viene el pesimismo, tu rostro no se inmutaba, alegre y decías que si se podía, que claro, que de locales la rompíamos, me decías: que métela, vamos, ¿qué pasa contigo? Me preguntabas. Tu rostro se fue así a la definición, detrás de la tele abrasabas a Adri, tu confianza era única, legendaria, inmutable, ni siquiera cuando uno de los nuestros erró el penal, nada, tu rostro no expresaba preocupación alguna, la certeza, la confianza que dictaban tus ojos era sencillamente inquebrantable, así que la recompensa para tu fe absoluta fue el campeonato, la anhelada catorce, y de nuevo tu sonrisa, tu felicidad. Es por eso que te escribo, el fútbol nos hizo amigos, nos volvió casi hermanos, te escribo, no por las reminiscencias y las cosas, es para darte las gracias por todo “pibe”, por todos estos años a tu lado, por no quebrarte y no dejar nunca que yo me quebrara, gracias por tu felicidad, viejo, porque sin vos no hubiera disfrutado la catorce, hacé feliz a tu vieja, ambos merecen en verdad que vivan el resto de la vida como en ese partido, como en todas las finales, eso sí, con tu fe inquebrantable.
El partido de carlitos
101
Σigma
UNA APROXIMACIÓN ETNOGRÁFICA AL FENÓMENO DE LA MUERTE HENRY CÓRDOBA Estudiante de sociología Universidad Nacional de Colombia.
cunadegato77@gmail.com
Resumen: Este escrito se basa en el recorrido hecho a una serie de cementerios de la ciudad durante los últimos meses de 2013. El Cementerio Central, el Cementerio del Sur y el Cementerio de la Inmaculada, fueron objeto de observaciones, reflexiones y fotografías. El objeto del artículo, más allá de ser una etnografía en torno a la muerte, está en hilvanar la experiencia personal frente a un fenómeno colectivo. En uno de los cuentos más extraños de Edgar Allan Poe, un hombre nos cuenta con detalladas descripciones su más grande temor y el más funesto de sus miedos: ser enterrado vivo. Víctima de una rara enfermedad que lo postra en sueño profundo por días, prepara todas las condiciones para que esto no ocurra. Imposible escapar del destino o huir de la fatalidad, el 102
Σigma hombre despierta un día con la oscuridad a cuestas, la tierra asfixiándolo y la presión engorrosa de un ataúd: ha sido enterrado vivo. Desde luego, ser enterrado vivo no es asunto mío. Sin embargo, una idea desperdiciada por días en mi cabeza, incubo lentamente hasta decirme que saliera a la calle y le hiciera una visita a los muertos. Como Bogotá suele ser una ciudad sombría y desmemoriada, cabe decir que no existe ninguna guía turística que incluya un listado de muertos ilustres. Es poco probable que a alguien pueda importarle un suceso tan nimio como este, pero también puede decirse de otras ciudades lo incluyen, como París y Buenos Aires, e incluso, existen lugares de peregrinación seculares que no son más que una visita a un difunto, como sucede con la momia de Lenin en la Plaza Roja de Moscú. Muy a pesar de eso, podría uno mencionar lugares que sin ser sitios de concurrencia en la ciudad, al menos cuentan con una placa que lo recuerda. No solo está el sitio donde abatieron a Gaitán, que no es el edificio que se sostiene a un lado de la Jiménez, pero del que queda un recordatorio de los sucesos del 9 de abril. Un costado del capitolio tiene una inscripción en el que se recuerda el lugar donde un día de 1914, Uribe Uribe fue matado a hachazos y machetazos por dos obreros. El lugar luctuoso donde fue asesinado Jaime Garzón, tiene hoy día un busto que recuerda la infamia. Y hasta la misma Universidad Nacional, aunque sean pocos lo que lo recuerden, cuenta con el incidente sangriento de un 16 de mayo de 1984, en el que por circunstancias nunca aclaradas y sometidas a la impunidad y el olvido, estudiantes fueron asesinados a balazos al interior del campus. Mi intención no es mencionar aquí los lugares de la ciudad marcados por la semilla del odio, sino al contrario, contar una historia cualquiera que rodea mi relación con los muertos. Si no fuera por el paso de los años, no sería capaz de contar absolutamente nada. Pero este no es el caso. Y lo que cuente tal vez no le importe a nadie. Mi relación con la muerte no pudo haber sido más distante en la vida hasta entonces. Salvo un lejano entierro visto a corta edad, a saber, el fallecimiento de una tía abuela que adoleció de un cáncer, y de la madre de un compañero, que murió repentinamente de un derrame, y que nos tuvo a todos, llorando largamente la última semana de clases del colegio, debo decir que la muerte –por más que se defina en relación a la vida- ha sido un aspecto oculto, lejano, distante. Varios años atrás, caminaba con un amigo por el Cementerio Central. Ya no tengo idea del día de la semana en que fuimos, seguro que no era lunes, pues, el lugar Una velita por rafael chaparro madiedo
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Σigma parecía tranquilo y poco transitado. Nosotros, en medio de una tarde soleada y ociosa, decidimos conocer el único cementerio del centro de la ciudad, ese mismo, donde un siglo atrás, “Flor de Fango”, la heroína de Vargas Vila, vilipendiada por la vida, muere aferrada a las puertas del Cementerio, en ese entonces, a la salida de Bogotá. Queríamos ir a la tumba de José Asunción Silva, pero no encontramos su lápida en un primer vistazo. Creímos que la tradición violenta de lanzar los cadáveres de los suicidas a un terreno baldío, aledaño al cementerio, y con la entrada abierta a los pájaros que se deleitan con la putrefacción, se había cumplido con el poeta, y que por tanto, su cuerpo solo podía hallarse en la tierra, unido al ciclo de la vida. No fue así, ya nos daríamos cuenta más adelante, al contemplar un monumento cercano a la entrada, en el que el nombre del poeta va unido al de su hermana Elvira. Sin embargo, poco antes, al caminar por ahí, ambos quisimos fumar. No teníamos ni flores ni esquelas, mucho menos licor para pasar el mal trago; tan solo cigarros, comprados con fruición al encontrarnos en la Universidad. Un alto en el camino para encender un cigarro, fue interrumpido bruscamente por el coro de unas trompetas. Un grito de dolor sorprendió nuestra tarde, y al levantar los ojos, buscando el sonido, nos hallamos con que un grupo de mariachis con sus trajes negros y charreteras, interpretaban una canción de Pastor López: “Solo un cigarro calma mi espera cuando tú tardas en llegar….Solo un cigarro me acompaña porque me enseña a esperar…Si es de noche me quita el sueño, si es de día oscuro está….Dónde te has ido, por qué no vienes, qué te detiene en tu caminar.” Un último y doloroso adiós, le daba una mujer al difunto, agarrada con las manos y las lágrimas al ataúd caoba, aferrada fuertemente en un sentimiento que seguro iría más allá de la muerte. Los demás, en ropas negras y ojeras pronunciadas, sentían la fuerte pesadumbre que acompaña la despedida, cargando el féretro hasta la bóveda, y en el que el sonido áspero y las marcas de polvo, hacían más cortante y sombrío el momento. Conmovido, quise llorar, mientras nos rodeaba la estela de humo, y los mariachis tocaban El rey. Fue más que suficiente, a veces no soy capaz de soportar el dolor. Y más cuando es ajeno. Sin embargo, jamás lo olvidé y por eso quise traerlo de nuevo a la luz. Decidimos dar media vuelta y continuar con nuestro mundo, al fin y al cabo, aún nos queda mucha vida, ¿o no? Hace unos años leí un libro cualquiera que como suele ser en esos casos, resulta en las manos de uno porque alguien más lo abandono, lo regaló, o mejor aún, lo ha robado de alguna 104 Henry Córdoba
Σigma estantería de un lector desprevenido. El caso fue que sin pensarlo demasiado, devoré el libro en un par de noches y marco mi vida. O bueno, eso es mucho decir, pues parecen preocuparme más las obras de sociología. El punto es que leí el libro, ya después lo volví a leer en cuanto estado me fue posible, sea borracho, trabado o en vacaciones. Y también fue después cuando hallé todo un grupo de seres zumbado alrededor del mismo texto. Lo que sucede es que después de todo se trataba de un libro de culto. Y sin embargo, más allá de lo escrito, no hubo rastro alguno del autor. Se decía de él que gustaba ir a cine de tres solo, a cine de seis bien acompañado y a cine de nueve muy bien acompañado. Y nada más, salvo que había fallecido de una rara enfermedad con algo más de treinta años. Desde entonces de vez en cuando me inquieta la sombra de una duda. ¿Quién es él? Solo sé de una persona, y eso porque lo encontré en la red, que impactado ante la lectura del libro, se dio a la tarea de entrevistar a las personas más cercanas a este personaje. Y algo adicional, el lugar preciso donde buscarlo: Cementerio La Inmaculada, Pabellón de la Sagrada Familia, A-2, Lote 840. La cuestión que viene al caso, es que hubo un día en el que tuve ganas de visitarlo y eso hice. Busqué la dirección en un directorio y tomé el bus hacia un destino que sin conocerlo, me pareció vago e incierto. La ruta en cuestión, realizada por autobuses viejos y destartalados, atraviesa la 30 de sur a norte hasta el culo del mundo, o como prefieran denominar a uno de los extremos de la ciudad. Luego caí en cuenta que la ruta cruzó dos cementerios en el camino, uno más a un par de cuadras, además del que le da nombre al aviso de la ruta, lugar hacia donde me dirigía: Inmaculada. Fue un viaje que me pareció eterno porque una vez fuera de la ciudad, siguió andando hasta un paradero donde las almas eran escasas y por lo demás tenían sed. Curiosamente cuando salí de casa era un día de sol, pero a medida que me fui alejando, un grupo de nubes enrareció la ciudad con un aspecto gris, hasta el punto que cuando llegué a mi destino, una lluvia implacable dominaba el paisaje. Caí en cuenta al bajarme que era el único pasajero con vida. Al primer ser que vi le pedí indicaciones, y las seguí al pie de la letra. Una carretera estrecha rodeada de pastos verdes e incipientes lagunas invadidas por el limo, me condujeron hacia unas rejas. Había llegado al Camposanto. No lo mencioné antes, pero una vez se llega al extremo de la ciudad, pareciera que fuese el comienzo de otra. Porque no solo era un cementerio, sino un par, como para quien desea hacer un tipo de elección. Una velita por rafael chaparro madiedo
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Σigma Ciudades de cruces y lápidas. Al entrar vi a un señor de servicios generales, al que después de sacar un papel rugoso, le pregunté por el Pabellón Sagrada Familia, A-2, Lote 840. Me miró por un instante y me confesó con sinceridad que no lo sabía, que quizá si seguía la dirección del anillo vial, encontraría un lugar cercano y un nombre familiar. Apenas le di las gracias y continué. Tal vez alguien más adelante podía indicarme. Lo cierto es que estaba equivocado y así estuve todo el tiempo que permanecí en el camposanto. No solo no había nadie en mi dirección sino que eso se repetía en todo el cementerio. En el campo enorme era un anónimo ser entre una multitud de lápidas grises. Y eso me desconcertó. Por fortuna ningún muerto se levantó a pedirme la hora ni los cigarros. Lo único vagamente vivo era una virgen de piedra, con los brazos abiertos y la media luna de la asunción a sus pies. Caminé lentamente, contemplando cada una de las tumbas. Descubrí que no importa el lugar, toda muerte es igual. Es democrática. Y lo menciono porque en el descanso de los muertos, a los únicos a los que les preocupan son a los vivos. Y eso, cuando deciden acordarse. Ya lo decía Michel de Montaigne en uno de sus ensayos: “Más no mueres por estar enfermo, mueres por estar vivo”. El contraste era desolador, porque mientras algunas lápidas aún tenían las flores frescas, las letras brillantes y el surco de tierra rectangular bien dispuesto, otras eran las mejores amigas del olvido, agrietadas, con las flores marchitas cuando no con los floreros encima, con los años a cuestas y sin doliente tras ellas. Y en eso estuve, rodeando los muertos, leyendo sus nombres, corroborando las fechas, señalando algún detalle en particular. Me sorprendía la uniformidad: el nombre, el día del nacimiento y muerte, y las cruces. Ninguna de ellas tenía un símbolo religioso distinto, como una medialuna o una cruz de David. Y muy pocas, y así lo pongo en duda, sin símbolos, solo el nombre. Pensé en la inutilidad del consuelo, la futilidad de las cruces, lo que no quiere decir el fin de la búsqueda de significado, del sentido de la vida, y menos el cuestionamiento de la religión. Solo que no quiero cruces, ni flores, que no me lloren más si me muero mañana, como canta Héctor Lavoe. Pensé que para que muerte si está la vida, como un objeto de doble faz, y que a ella había que volcarse mientras se pueda. Solo entre la multitud, pensé también en la persistencia del recuerdo a través de la individualidad. Pero como esta identidad se diluye entre el anonimato, que no es solo el olvido, sino la profusión de dormitorios y lápidas. Así recorrí todo el cementerio, en busca 106 Henry Córdoba
Σigma del supuesto urapán vecino de quién iba visitar. Me detuve un par de veces, solo para ver la ironía de quienes toman las tumbas como pesebre navideño, pues en más de un par encontré un Papa Noel, un muñeco, casitas de pesebre, e incluso, una bastante irónica, con un sombrero con la inscripción FELIZ 2014, aun cuando quien está bajo tierra lleva más de treinta años en silencio. Me acordé entonces de la petición de un personaje famoso, cuyo nombre no recuerdo, pero cuya ilusión era que los perros no profanaran su tumba para mearla. De resto no hallé nada más, quizá una que me atrajo por tener un epitafio que era un poema, y no tanto por lo que decía, sino porque la inscripción había sido escrita no con la premeditación de la muerte, sino en plena juventud, en Manizales, cuarenta años antes de su fallecimiento, tal vez sin saber que ese texto acompañaría su peregrinaje al inframundo. Atravesé el cementerio de costado a costado, y aun cuando cada vez creía estar más cerca, no sabía que era tan difícil buscar una tumba. Mareado entre tantos nombres, prendí un par de cigarros, pero fui incapaz de sentarme junto a uno a conversar. En otros cementerios he visto como quien visita, se toma el trabajo de arreglarla, y golpea tres veces la lápida, tal como si fuese una clave secreta. Ya después viene la conversación. Se le cuenta los detalles del día, de la semana, del año, de los familiares, de los hijos, de las preocupaciones. Más sorprendente todavía si a quien se le habla es un completo desconocido, que como un niño huérfano es adoptado por un pariente vivo. En un libro que leí hace poco pero que no he vuelto a encontrar, se cuenta cómo en Puerto Berrío, Antioquia, a los N.N. se les da cristiana sepultura, y posteriormente se les asigna una persona a cargo. A cambio de un favor, el vivo resucita el muerto, rescatándolo del deceso del olvido, otorgándole un nombre —como Nidia Navarrete, Nicanor Narváez, Nancy Navarro—, un rostro y un cuerpo, y si puede decirse de esa manera, una vida. Aunque debo decir que este fenómeno lo he visto también en Bogotá. Muy cerca de mi casa, en lo que ahora es un parque, pero antes fue un terreno de un cementerio, las personas suele reunirse los lunes en la noche a orar y a poner velas, que cuando se pasa caminando o en bus, se pueden observar las bolsas de agua que la gente deja y amarra a las rejas, como si los muertos en el más allá tuvieran sed. La entrada del Cementerio del sur me es familiar, ya que según recuerdo de un día lunes, la multitud se apiña en la entrada: los negocios de lápidas y flores, la señora que vende los novenarios y las velas, los autos aparcados. Una velita por rafael chaparro madiedo
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Σigma Siento el fluir de las voces, un cotilleo persistente y ronroneante que contrasta con el aparente silencio de los sepulcros. Me marea un poco el olor de la comida que venden, papas chorreadas con tomate y cebolla, o los cigarros, siempre los cigarros. Veo los termos del tinto pero ni loco me tomo uno. No creo que comer ahí sea muy higiénico, y sin embargo, al otro lado de la calle, en Matatigres, lo que sobran son las estancos de cerveza y fritanguerías. Y pensar que es una cuestión cultural, que en otros lugares del mundo, como en México, existe el día de los santos difuntos, en el que las personas preparan un altar con comida (tamales, tacos y frutas), sin contar con las bebidas alcohólicas. Hubo una cosa nueva en la entrada, y es que tal vez por la ceguera con la que se experimenta la vida, no me permitía observar que en un diminuto puesto, una señora vendía unos trozos de tela rectangulares y alargados, que sin importar el color, traían escrito con escarcha blanca, una corta frase para dejar un recuerdo en la visita, algo bonito que poner en la lápida: Madre, feliz cumpleaños en tu día. Aún te queremos y recordamos; Sepa Dios que aún estás con nosotros, a pesar de tú pronta partida. No son epitafios, pero cumplen una función parecida: son el esfuerzo de los parientes por alargar la vida. Edgar Morin, en su libro El hombre y la muerte, escribe que dicho esfuerzo no es para escapar a la muerte, sino todo lo contrario, es el reconocimiento de su inevitabilidad. Allí ya esperaban los curas, hombres abotargados y de aspecto cansino, ofreciendo sus misas al mejor postor. Muchos de ellos jamás fueron ordenados, pero tal vez por vocación divina que persiste o como estrategia práctica para sobrevivir, actúan y cumplen su rol. Al fin y al cabo, alguien tiene que hacerlo, ¿no? Curiosamente, la lógica que rige estos cementerios, reincide en esta paradoja: la simbiosis entre lo religioso y lo legal, o lo religioso y lo funcional. Philippe Ariés en su historia de la muerte en Occidente, titulada El Hombre ante la muerte, narra cómo el paso de los enterramientos en las Iglesias, generalizados en la Cristiandad desde el medioevo, a los cementerios con normas de higiene, administrados o legislados por el Estado, en el tiempo posterior a la Revolución Francesa, y dispuestos en las afueras de las ciudades, solo fue posible cuando hubo una simbiosis entre elementos religiosos y seculares. Algo similar sucedió en Bogotá, ya que pasarían una decena de años, antes de que los habitantes de la ciudad se acostumbraran al Cementerio Central, construido bajo la presidencia de Francisco de Paula Santander. De hecho, al morir Santander, hubo un largo idilio, en el que la 108 Henry Córdoba
Σigma viuda lo enterró en su casa, empecinada a pesar del último deseo del mandatario, y no fue sino hasta la muerte de ella, que Santander sería trasladado a su lugar actual y para toda la eternidad, en un lugar específico en la zona histórica del Cementerio. Regresando al Cementerio del Sur, dicha paradoja se repite en la forma en que se distribuyen los mausoleos y osarios de estas sociedades y juntas de acción comunal. Los símbolos seculares de las asociaciones —un escudo, un nombre, un color en especial, una figura— se entrelazan con la simbología cristiana —cruces y citas de versículos, imágenes de la virgen y menciones a Dios—. Cabe decir que la presencia de dichas asociaciones no es en vano, y que inclusive puede hacerse un paralelo entre estas —erigidas durante la segunda mitad del siglo pasado— y los mausoleos de distintos gremios y sindicatos en el Cementerio Central —que datan de comienzos del siglo anterior—. En este último, sorprende encontrar cómo oficios hoy desaparecidos, sobreviven al paso de los tiempos, como es el caso del gremio de los polvoreros. Otros, parecen coincidir con el crepúsculo de las condiciones dignas de trabajo, y de la vitalidad de los sindicatos, como el mausoleo del sindicato de Bavaria, hoy en ruina, con lápidas sin arreglar desde hace medio siglo, y con la mierda de las palomas corroyendo la piedra y el cemento. Fuerte contraste, si se observa que en otro lugar, la tumba de Leo Kopp, recibe lunes tras lunes, una romería de personas ansiosas de encontrar trabajo, expresando su deseo al oído de una estatua de bronce. No obstante, hoy día no hay nada que se le parezca en el Cementerio del Sur, y salvo osarios en los que la familia se reencuentra para la eternidad, la disposición colectiva en mausoleos y osarios, no existe. Por el contrario, el proceso de individualización continúa, y se acentúa en el aspecto de las lápidas. Un hecho notable que encontramos en nuestras visitas al Cementerio, fue hallar un reemplazo de los símbolos religiosos por elementos mucho más personales. Varias de ellas, cuentan ahora con el retrato del difunto tallado en el mármol. Observar que quien está al frente, o quién fue alguna vez, es un hombre de mi edad, llena de asombro, y trae a colación, el comentario de Albert Camus en El mito de Sísifo, de que la muerte de otro es siempre demostración, nunca la regla. Es el sentimiento de lo absurdo el que emerge ante nuestros ojos, ante nuestros pensamientos, hacia la ansiedad fundamental, que incluye Schutz en sus comentarios. El estar ahí, frente a ese rostro, me recuerda las palabras de la escritora Marguerite Yourcernar en sus memorias, al mencionar que la Una velita por rafael chaparro madiedo
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Σigma muerte se posa como una máscara en los muertos a temprana edad, impulsando a la imaginación a cavilar en las posibilidades no resueltas de esa vida. Y todo porque rememoraba al verdugo de Saint-Just, amigo de Robespierre en el tiempo de la Revolución Francesa. Este aspecto, el del retrato tallado, se complementa con una pequeña figura que se le añade a la lápida, sea el oficio o la pasión que la persona desempeñaba en vida. Es así que pueden observarse escudos de fútbol, para quien fue miembro de una barra y ligó el significado de su existencia a la pasión por un club y deporte, o de un bus o automóvil, para quien fue conductor de servicio público. También es notable en las lápidas de niños y niñas, en la que los padres y familiares suelen pegar calcomanías de personajes animados, como si intentaran trasladar el mundo de la infancia al más allá. No obstante lo más extraño que experimente en el Cementerio del Sur sigue siendo en relación a las ánimas, En este lugar, en unas extrañas lápidas y en un mismo espacio rectangular, se apiñan cuatro o cinco muertos sin nombre, conocidos solo por sus números -3402, 3533, 4117, 4521- y con la inscripción: GRACIAS ÁNIMAS BENDITAS POR LOS FAVORES RECIBIDOS. Eso siempre me pareció muy extraño, aún más que los jóvenes que van a fumar yerba al cementerio, y que al verlo a uno, le piden fuego. En todo caso, tras una hora de rondar en el cementerio, y de la inmensa soledad que sentía a mis pies, me di por vencido. Encontré el pabellón, el urapán, los números cercanos al lote que buscaba, pero a quien visitaba se dio por perdido. Me di cuenta de que no tenía sentido verlo, si en todo el camino había pensado en él, conversando, recordando pasajes, aun envueltos y enredados junto a otros pensamientos. Lo peor es que no tenía a nadie a quien preguntarle, pero que se hacía. Me percaté de algo que suelen repetir con frecuencia: que si se va a tener un gesto, es mejor que se lo den a uno en vida.
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Σigma Referencias bibliográficas Aries, P. (1999). El hombre ante la muerte. Madrid: Taurus Camus, A. (2007). El mito de Sísifo. Madrid: Aguilar Ediciones Chaparro Madiedo, R. (2007). El pájaro Speed y su banda de corazones maleantes. Zaragoza: Tropo Editores Chaparro Madiedo, R. (1992). Opio en las nubes. Bogotá: Colcultura Chaparro Madiedo, R. (2009). Zoológicos urbanos: historias mutantes de Rafael Chaparro Madiedo. González Ochoa, A (Compilador). Medellín: Editorial Universidad de Antioquía Geertz, C. (1998). Interpretación de las culturas. Buenos Aires: Gedisa Montaigne, M. (1995). Ensayos. Madrid: Ediciones Cátedra Morin, E. (1994). El hombre y la muerte. Barcelona: Editorial Kairós Poe, E. A. (1999). “El entierro prematuro” en Narraciones Extraordinarias. (Traducción de Julio Cortázar). Madrid: Edimat Libros Schutz, A. (1972). Fenomenología del mundo social. Introducción a la sociología comprensiva. Buenos Aires: Editorial Paidós Vallejo, F. (1995). Chapolas negras. Bogotá: Alfaguara Yourcernar, M. (1992). Recordatorios. Madrid: Alfaguara Canciones No me llores más (1970). Willie Colón y Héctor Lavoe. En: Cosa Nuestra. Fania Records. Solo un cigarro (1979). Pastor López. En: 16 éxitos, Vol.1. Discos Fuentes. El Rey (2000). José Alfredo Jiménez. En: Las 100 Clásicas, Vol. 2. Sony-BMG. Páginas web Blog de Ambulancia con Whisky – Rafael Chaparro Madiedo (1963-1995) http://ambulanciaconwhisky.blogspot.com/
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número 14 - 2014 Σigma FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS