UNContexto - Publicación estudiantil de la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá nro. 5

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Bogotá, Número 5, 2004

conTEXTO

Publicación de los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá

Especial / Estudiantes en salida de campo

Universitarios Muchos jóvenes saben por las noticias que la situación del país es compleja y difí­ cil, pero sienten esa reali­ dad lejana y ajena. Sus tra­ bajos de campo fuera de Bogotá los ponen en con­ tacto con la Colombia de carne, hueso; sangre y hambre; pero también con la Colombia de los parajes increíblemente bellos y la gente amable y trabajado­ ra. Páginas 4 - 6 Entrevista / Cuchillas además de pincel

Crónica / Escalada en la UN

Especial / PalabrArte

Kindi, pescador de colores

Emoción hecha deporte

La U niversidad cuenta En esta edición publicamos siete re­ latos entre unos veinte que llegaron a nuestra sala de redacción. El relato de ficción es un medio de expresión impor­ tante para los estudiantes de la Sede.

La obra del ar­ tista Kindi Guachai refleja la visión de mundo de la cultu­ ra inga mediada por la conciencia de la pintura y los cono­ cimientos académi­ cos que adquirió en la Facultad de Artes de laU .N .

A d r e n a lin a , esfuerzo y sentido de grupo caracte­ rizan la práctica de este deporte.

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Páginas 27 - 32 S e c c io n e s

C o n v o c a t o r ia ¿ Q u ie r e s s e r p e r io d is t a , f o t ó g r a f @ , d ia g r a m a d o r ( a ) o ILUSTRADOR (A )? HAZ PARTE DEL EQUIPO DE UN CONTEXTO. R e u n io n e s l o s m a r t e s 11,18 y 25 d e m a y o a l a s 6 p . m . e n EL POLIDEPORTIVO, OFICINA 002 (SÓTANO JUNTO AL GIMNASIO). PÉRESTCONTE_BOG@ UNAL.EDU.CO UNCONTEXTO@YAHOO.COM

n 02.. ...Editorial a 04.. ...De puertas afuera n 07.. ...Arte y cultura a 12.. ...Dinámica social n 18.. ...Política a 22 .. ...Deportes n 25 .. ...Vida universitaria n 27 .. ...Especial PalabrArte


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Opinión / No conocemos los alcances del Plan de Desarrollo

E d ito r ia l

Temas urgentes información escasa UNconTEXTO Una realización de la Unidad de Comu­ nicación Estudiantil (UNICOMES). ISSN 1 6 9 2 -9 6 8 3 www.unal.edu.co/uncontexto uncontexto@yahoo.com Comité Editorial Alejandra Pineda, Lingüística Santiago Giraldo, Ciencia Política Luis Daniel Abril, Artes Rodrigo Estrada, Español Denis Rojas, Sociología Germán Paúl Cáceres, Economía Alexander García, Literatura Alejandro Rico, Sociología Sergio Benítez, Filosofía Alvaro Celedón, Administración Asesoría editorial, diagramación y corrección de estilo Hernando Escobar Vera Comunicador Social - Periodista Fotografía Christian G. Castillo, Diseño Gráfico Natalia Ramírez, Antropología Luis Daniel Abril, Artes Corrección de estilo Alejandra Pineda, Lingüística Alexander García, Literatura Santiago Giraldo, Ciencia Política Rodrigo Estrada, Español Diagramación Christian G. Castillo, Diseño Gráfico Alexander García, Literatura Luis Daniel Abril, Artes

si existen canales para obtenerlas, los des­ El prim er tem a propuesto para el pre­ conocem os o no son eficaces, y la res­ sente artículo editorial fue el Plan de D e­ ponsabilidad por esa comunicación ausen­ sarrollo del rector M arco Palacios. La te o débil recaería tanto en la Universidad única propuesta de abordaje que se pre­ por no preocuparse por que los canales sentó ante el Com ité editorial hacía im ­ existan y funcionen, como de los estudian­ portantes críticas al m ism o pero no apor­ tes por no buscar la inform ación de p ri­ taba pruebas, de m anera que no fue acep­ m era fuente, conform am os con los rum o­ tado. res y asum ir el com prom iso de debatir y El artículo no se descartó porque una potenciar la información con que se cuen­ m ayoría dentro del Com ité estuviera con­ ta. vencida de que m entía o era m alintencio­ Pero, tam bién UN conTEXTO tiene nado (tam poco había una m ayoría con­ que aceptar su grado de responsabilidad, vencida de que decía la verdad) sino por­ puesto que es «la publicación de los estu­ que el equipo no tenía inform ación sufi­ diantes de la Sede». Sin em bargo, aclara­ ciente para abordar el tema con rigor y sus­ m os que esta publicación no tiene las venta­ tentar cualquier posi­ jas y las garantías que ción. Pero se debía re­ a otros medios conocer que el tema «Por qué los estudiantes de obligan a cumplir su papel con era importante y que debería abordarse en la la Sede no tenemos sufi­ total cabalidad. U N TEX TO no tiene publicación de los estu­ ciente información sobre con periodistas de planta diantes de la Sede. De allí surgió la se­ las decisiones que se toman sino estudiantes que ejercen el oficio como gunda idea para el artí­ y que nos afectan». voluntariado, en los ra­ culo editorial: ¿por qué tos libres que dejan la los estudiantes de la carga académica y el ‘rebusque’. No tiene Sede no tenemos suficiente información una línea telefónica ni un fax para agilizar sobre las decisiones que se tom an y que la búsqueda de la inform ación y ni siquie­ nos afectan?, ¿por qué no sabem os qué ra tiene la certeza de su continuidad, pues­ está pasando con las solicitudes de reli­ to que no es un proyecto institucionaliza­ quidación o fraccionam iento que hacen do sino que depende de las consideracio­ los estudiantes con dificultades económ i­ nes que el rector y el director de B ienes­ cas, por qué se está cobrando un seguro tar hagan de acuerdo con su Plan de D e­ obligatorio, qué va a pasar con la D ivi­ sarrollo. Quizás esto aclare un poco que sión de Salud Estudiantil, qué otros cam ­ no poseer inform ación suficiente sobre el bios se derivarán del nuevo Plan de D e­ tem a para hacer un editorial riguroso y sarrollo, qué consecuencias tendrán para responsable no fue producto de la pere­ la com unidad universitaria? za. En todo caso, aceptam os la responsa­ Com o se ve, la im portancia de acce­ bilidad y nos com prom etem os a buscar la der a esas respuestas no es nimia. Pero inform ación para la próxim a edición J J

Coordinadora de Unicomes Diana García

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Sede UN conTEXTO Polideportivo, oficina 002C uncontexto@ yahoo.com www.unal.edu.co/uncontexto

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Dirección de Bienestar de Sede Unidad de Gestión de Proyectos Unidad Camilo Torres Bloque B-7 oficina 501 Tel. 3152280 - 3165000 ext. 18762 Aclaración: Esta publicación no es realizada por un equipo de periodistas cuyo tiem po de dedicación sea rem unerado, sino por estudiantes que aportan su trabajo como un voluntariado, es decir, que solo le pueden dedicar al trabajo periodístico el tiem po que les queda una vez resueltos su carga académ ica y demás com prom isos.

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>• El apelativo de 'Gorgona' para la Unidad Camilo Torres y el edificio Uriel Gutiérrez donde funcionan las oficinas administrativas de la Universidad, describe la sensación de aislamiento que producen las instancias que allí funcionan frente a los estudiantes. Foto: Christian Gonzalo Castillo, Diseño gráfico.


Opinión / La desinformación, síntoma de la indiferencia

En honor Por Alexander García, Literatura Frente a las reform as académ icas e institucionales que el rector M arco Pala­ cios desea implementar, se llegó a una con­ clusión de grandes dimensiones aunque de cortos alcances. No se sabe suficiente. R iesgosa y censurable situación. Pues sin el ánimo de parecer alarm istas, se agota el tiem po para tom ar m edidas frente a las m edidas que ya se han tom ado. Sin em ­ bargo, una com unicación defectuosa se ha generado alrededor del tema. Entre au­ las y cafeterías, en canchas de fútbol y edificios nuevos, circulan rumores, la gente comenta: «oí hablar a un amigo que sabe m ucho...». Y falta «No permita que otros d ilu cid ar quién, a estén mejor enterados que ciencia cierta, con decreto o con lapi­ usted, o peor aún, no vaya cero en mano, seña­ a enterarse de los temas de ló cuáles han sido Aunque la Universidad debe generar canales, los cam bios que se actualidad en los mingitolos estudiantes no podemos esperar que la im plantaron y que información nos llegue de arriba. rios de Sociología». Foto: Francy Carranza, club de Escalada estarían afectando la pacífica arm onía del campus. Ahora bien, estim ado lector, dad es peor que el cólera, la corrupción, a rendir inform es detallados de las refor­ antes de que cierre enojado este periódi­ el nepotism o y otras tantas pestes nacio­ mas que se im plem entan, a exigir m ayor co blasfem ando contra la prensa escrita nales, pues es ella quien da pábulo a las difusión por parte del ente rector, de sus de la U niversidad por su falta de inform a­ demás. Sus síntomas son: apatía, falta de políticas y planes futuros y, en general, a ción, después de preguntarle por lo que interés y gestos de desencanto por casi evitar la desinform ación o el com entario sabe de oídas y no darle claridad en el cualquier cosa que im porte a otros y a sí de oídas. tem a consultado, le rogam os que piense mismo. En el caso específico de la U ni­ Este com prom iso tam bién lo invita a en su libertad de opinión y el m odo en que versidad esta plaga está devorando su sis­ usted, amable lector, a que revise sus fuen­ la ejerce. Pues si bien es un derecho con­ tem a comunicativo y produciendo hondas tes inform antes, a que se preocupe por sagrado en la constitución, tam bién exige cicatrices en las relaciones entre el área los síntomas de la indiferencia, a que se de usted un com prom iso concreto y efec­ adm inistrativa y los estudiantes, pues es haga parte del proyecto de Universidad. tivo. poco lo que se sabe y m ucho m enos lo No perm ita que otros estén m ejor entera­ que se retransm ite concretam ente sin ad­ De nada le vale entonces hacer un pre­ dos que usted, o peor aún, no vaya a en­ quirir algún tinte parcializado. cario balón con este papel im preso y pro­ terarse de los tem as de actualidad de la bar su parecido goleador con Roberto Car­ Teniendo conciencia de ello, este m e­ Universidad N acional en los m ingitorios los si no exam ina su actitud que es índice dio no pretende propiciar un conocim ien­ de Sociología. Una y otra cosa redundan de una pandem ia extendida a todo lo lar­ to aleatorio sobre estos tem as fingiendo en su beneficio, pero deben hacerse a go y ancho de la U niversidad y que lleva dom inarlos, porque esta es la actitud que conciencia y por aparteJJ por nom bre indiferencia. Esta enferm e­ critica. A ntes bien, nos com prom etem os

e s l a p u b l ic a c ió n d e l o s e s t u ­ d ia n t e s d e l a U n iv e r s id a d N a c i o n a l ,

TU PUBLICACIÓN. ¡V in c ú l a t e ! E n v ía t u s c o m e n t a r io s , s o b r e l o s e d it o r ia l e s , o t r o s a r t íc u ­ l o s U OTROS TEMAS QUE CREAS QUE SE DEBEN INCLUIR EN PRÓXI­ MAS EDICIONES, A UNCONTEXTO@YAHOO.COM. ESTOS SERÁN PUBLI­ CADOS EN LA SECCIÓN CARTAS DE LOS LECTORES.

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Crónica / Salida de campo a Magdalena Medio Al lado de una organización de mujeres barranqueñas conoci­ mos la Colombia real, el dolor y el coraje. Primera entrega.

Barranca el color del miedo

Por Oscar Miranda y Adriana Calderón, Sociología - Fotos: Grupo de Sociología Rural II (2003 II). Somos una diversidad que para nada se encuentra y nosotros como profesionales tenemos que ayudar a tejer. Jhon Ja iro Rincón El 15 de octubre de 2003 el grupo de so­ ciología rural I y II, con el profesor Jhon Jai­ ro Rincón, inició una salida de campo con el fin de recorrer cuatro de las principales zonas de Colombia: la sabana de Bogotá, el Magda­ lena Medio, la Costa Atlántica y Santander. Luego de once horas de viaje, cuando las camionetas ya han escapado del frío capitali­ no y el olor a tierra caliente se filtra por las ventanas, percibimos una ciudad de la que teníamos imágenes aisladas, como si estuvié­ ramos recorriendo un lugar del que desde siempre escuchamos, pero jam ás nos atrevi­ mos a visitar. Barrancabermeja, grande y ca­ liente en todos los sentidos. Un suelo que huele a húmedo, un entorno que se percibe casi quieto por el calor y un extrañamiento hacia nosotros los ‘extranjeros’, que llegamos des­ de el interior con el nombre de la Universidad Nacional por todos lados, hacen que el entor­ no tome un matiz especial, donde las huellas de la guerra no desaparecen y el color del miedo sigue latente. Es en estas c ir­ cu n sta n c ia s que se «Frente al sufrimiento puede palpar un país que se ha fragmenta­ las palabras a veces inco­ do en pedacitos o que modan, y nosotros qué nunca ha logrado su unidad y Barranca pue­ vamos a decir si no enten­ de ser testigo de esto; demos nada acerca de ese como bien nos lo ex­ plicó Gloria, una habi­ dolor que no podemos ni tante de la comuna 7 nombrar». de la ciudad: «Barran­ ca está dividida antes y después del puente.

J J Barranca desde el río Magdalena.

Existen por tanto tres Barran­ cas: una detrás de la malla de la refinería de Ecopetrol, esa es la ciudad exclusiva, que es la que no ve, ni oye, ni siente; otra, del puente hacia acá, don­ de habitan los estratos tres y cuatro que son los que ven pero no oyen ni sienten, y una tercera, la del puente para allá, los estratos uno y dos que son

lo que ven, oyen y sienten». Incrustada en la ciudad de la co­ tidianidad humana esta la refinería de Ecopetrol, una ciudad de hierro, monstruo de metal que escupe fue­ go por sus chimeneas y ennegrece el firmamento, es el corazón de Ba­ rranca y de la región, en ella traba­ jan 3.000 personas de quienes de-

Continúa en la sig pág.

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Reseña / Re-presentaciones audiovisuales de Colombia ‘Quinde’ significa colibrí, ruiseñor o picaflor; en muchas culturas representa el alma y los estadios imaginarios como un mensajero, y es el nombre del proyec­ to del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura (IECO) de la Universidad Nacional, a través de la línea de investigación-creación de Comunicación, orien­ tado al fortalecimiento de la cultura regional por medio de productos audiovisua­ les. El primer producto audiovisual es el video-argumental El pacto, que re-signi­ fica la tradición oral nariñense, dirigido por Julio César Goyes Narváez docente investigador del IECO. El largometraje de 80 minutos fue realizado en el 2003, en poblaciones cercanas a Ipiales como Tusandala, El Placer, Las Ánimas; y en el municipio colombo-ecuatoriano de Rumichaca. Además hace un reconocimiento al Santuario de las Lajas, centro turístico y de peregrinación del sur de Colombia. El siguiente proyecto será El Silborcito, un argumental basado en la tradición oral de Cesar y Guajira, coordinado por los profesores de la Universidad Popular del Cesar, Óscar Ariza Daza y Donald Fredy Calderón Noguera


Crónica / Salida de campo a Magdalena Medio

D e puertas a fu er a

Viene de la pág. anterior pende económicamente toda la zona. En contraposición a un mundo de la le­ galidad y la institución, encontramos aquel otro que se mueve en lo clandestino, que genera riqueza y entramados sociales aso­ ciados al vandalismo y al enriquecimiento rápido y fugaz, como el robo de gasolina y el narcotráfico. Siendo un fenómeno que se evidencia más en lo urbano, Barrancabermeja sufre esta tensión entre un mundo legal al que tienen acceso pocos y uno ile­ gal con mayor inestabilidad. Salimos de la refinería y la noche cae sobre nosotros. Es la hora de cenar y tene­ mos reservado un comedor especial que nos recibe con cariño de madre. Se trata de un restaurante que hace parte de una impor­ tante organización social del Magdalena Medio: la OFP (Organización Femenina Po­ pular). Las paredes lila del lugar tienen en­ marcado el himno de la organización, hay volantes, afiches, folletos y propaganda. Yolanda, una líder de la organización, nos cuenta brevemente lo que ha sucedido en Barranca desde la época de la guerra en­ tre guerrillas y Estado, por el con­ trol de la zona y las regalías del petróleo. Con voz temerosa re­ cuerda sus dolorosas vivencias pues, durante la última década, el paramilitarismo agudizó el con­ flicto, trayendo a la región una ola de terror nunca antes vivida. Durante los 90 los paramilitares tomaron el control de la zona y se adueñaron del botín que dejan el robo y contrabando de gasoli­ na: 300 millones de pesos diarios. TJ En medio de Su mirada se pierde en los re­ los proble­ cuerdos de masacres, como la mas del del 98; orgía cárnica de hijos, her­ país, se manos y padres muertos. Sólo destaca el queda la soledad de las mujeres espíritu que es el otro rostro jam ás con­ trabajador de la tado de la guerra. gente. Su mirada y su pensamiento de nuevo se centran en el relato y su rostro tom a un matiz de valentía, comprendemos que lo que nos narra puede costarle la vida, pero estas mujeres están lle­ nas de verraquera y, por medio de su organización, se han en-

J J El tiempo de viaje es propi­ cio para des­ cansar de las intensas jornadas.

frentado a los paras y a cualquier grupo que pretenda arrancarles la vida de los su­ yos. Ha pasado una hora desde que inicio su charla, el teléfono suena, ella se aleja mientras nos domina una incertidumbre si­ lenciosa. Yolanda regresa, su rostro de angustia indica que algo grave ha pasado. Lentamen­

te guarda su teléfono celular y se dirige a varias de sus compañeras. La perplejidad se apodera del lugar y la preocupación se adueña de nosotros. Pensativa, levanta su mirada y nos dice: «Han cumplido sus ame­ nazas, una de nosotras acaba de ser secues­ trada, debemos irnos, pero quedan en ma­ nos de la compañera Esperanza». Un clima de impotencia se genera entre nosotros, definitivamente no sólo somos extranjeros, sino que las palabras y los dis­ cursos sobre los que tanto polemizamos en la Universidad, allí se desvanecen. Frente al sufrimiento, las palabras a veces inco­ modan, y nosotros qué vamos a decir si no entendemos nada acerca de ese dolor que no podemos ni nombrar. Nuestro asombro se cruza con los ojos rebosantes de fortaleza de estas madres que tan amablemente nos han acogido. La gue­ rra tiene varias caras y en medio de este clima podemos ver una de ellas, la de la mujer que no pare hijos para la guerra pero que sin embargo, se encuentra en medio de un conflicto que sin entender bien debe soportar. A la mañana siguiente cuando fuimos a desayunar, nos enteramos de que la com­ pañera secuestrada había sido asesinada por varios disparos en la cara a tan solo tres cuadras de su hogar, un minuto después de la llamada que recibió Yolanda. Fuimos in­ vitados al velorio. La siguiente noche estábamos en la cos­ ta ¡n

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D e puertas a fu er a

Crónica / Santa Bárbara de Iscuande, Nariño

El bello rostro del

abandono Fue la primera vez que se separó por tanto tiempo y tantos kilómetros de su familia para acercarse a la realidad del país y hacer un verdadero aporte desde sus conocimientos universitarios a una comunidad del territorio nacional.

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Por Jefferson Beltrán, Ciencia Política Esa tarde de marzo, Maritza Ardila vio el atardecer más bello e imponente que la vida le había regalado. El sol, llama morada Las salidas de entre nubes rojas, amarillas y lilas, se ocul­ campo dan a los taba lentamente en las selvas del Pacífico estudiantes la colombiano. La tierra, tapizada de árboles, posibilidad de bordeando el creciente caudal del río Santa conocer la proble­ mática del país, pero Bárbara de Iscuande, que les da nombre a también su rostro las tierras del norte del departamento de amable. Nariño. La naturaleza se mostraba en su Foto: Grupo de mayor esplendor ante los ojos de una fo­ Sociología Rural II rastera, de una estudiante de Trabajo social (2003 II). que había viajado meses antes, desde Bo­ gotá para realizar un aporte social al país. Ya se había acostumbrado al sofocante comidas rápidas, que solía com er en la calor que caracteriza la región Pacífica sur Universidad, fueron reemplazadas por el occidental colombiana. Los huevos con tollo, un pescado bacalao de delicioso sa­ atún, la papa, el plátano y el pescado diario bor, y por la papachina, un tubérculo como le habían hecho subir diez kilos desde aque­ la papa que acompaña carnes de m onte lla inolvidable tarde cuando llegó en una lan­ como la guagua y el venado. Desde su nue­ cha a las orillas del rió Iscuande y se en­ va alcoba, construida en madera, con un contró con su nueva familia: una comuni­ balcón con vista al río, podía escuchar en dad negra que sobrevivía trabajando en la las noches los sapos e insectos, y el chilli­ minería y en la pesca. Santa Bárbara de Is­ do de las ratas silvestres que se trepaban a cuande es un municipio muy pequeño, de su techo. Ir al sanitario desde ese momen­ dos calles, am bas sin pavim entar, con to se convirtió en una completa peripecia: aproximadamente 1.100 habitantes, en su una incómoda cajita con una ranura en la mayoría, nativos de la región. Llamaron su mitad a la que nunca se acostumbró y que atención, las casas, construidas en madera llevaba todos los desechos orgánicos al sobre la base de varios troncos altos que alcantarillado municipal: el río. las levantaban de tal forma que el río no las Mediante esta experiencia, Maritza rom­ arrastrara en invierno. pió la distancia que an­ Una de estas se la tes creía que existía en­ acondicionó la alcaldía «Ir al sanitario desde ese tre la fantasía y la reali­ para que viviera los si­ dad: Iscuande, un pue­ momento se convirtió en guientes cinco meses, blo donde el río en se­ tiempo que duró la se­ quía, verano o Semana una completa peripecia: rie de charlas que Ma­ Santa, acrecienta sus una incómoda cajita con aguas ritza les dictó a las ma­ que transparentan dres comunitarias de la un lecho tan verde como una ranura en la mitad». región, como parte de la misma selva que lo ro­ un programa de forta­ dea; donde los hombres, lecimiento y apoyo para la salud sexual y llenos de barro, pasean difuntos amortaja­ reproductiva. dos y luego los llevan en lancha, por el río, hacia su última morada para que después A sus 23 años, fue la primera vez que de nueve días de novena, el municipio pren­ esta estudiante de la Nacional se separó por da todas sus luces hasta la madrugada y se tanto tiempo y tantos kilómetros de su fa­ ofrezca una fiesta de tambores y de licor. milia, que la apoyó desde que tomó la deci­ sión de seguir los pasos de muchos estu­ En la ejecución de sus charlas y en el diantes universitarios que, como ella, qui­ contacto con la gente, Maritza conoció la sieron acercarse más a la realidad del país Colombia premodema: ante un grupo de y hacer un verdadero aporte desde sus co­ prostitutas se enteró de cómo ellas se tras­ nocimientos en cualquier comunidad del ladan en lanchas desde buenaventura hasta territorio nacional. Iscuande en precarias condiciones de se­ guridad e higiene, enfrentando el mar con Las acostum bradas ham burguesas y

sus familias por más de doce horas, para arribar de pueblo en pueblo al mejor estilo de las historias de Pantaleón y las visita­ doras. Los paisas, colonos de estas tierras, son los que dirigen este tipo de negocios al igual que las minas de oro y la venta de víveres. Son los que manejan la economía de Santa Bárbara de Iscuande, donde la explotación se presenta a gran escala y se m aterializa en hechos como la venta de mujeres por parte de los campesinos a los comerciantes de la región. Incluso, los tra­ bajadores llegan a vender a sus propias hi­ jas desde los trece años como esposas, para garantizar el sustento de sus familias. Durante cinco meses de vicisitudes dia­ rias, Maritza aprendió a nunca rechazar ni preguntar qué es lo que ofrece de comer un campesino, a no interrumpir los parti­ dos de fútbol en los cuales los niños de décimo y undécimo grado juegan desnu­ dos bajo la lluvia que hidrata la selva, que la comida de la mamá es única en cantidad y en calidad en el mundo y que no existe un sentimiento más bello en la vida que ver la sonrisa de otro ser humano cuando uno ha cumplido su deber. Una realidad desconocida e increíble para la mayoría de jóvenes. Lo urbano y lo rural, contrastes entre lo que se muestra y lo que se esconde en muchas regiones de nuestro país y que, en relatos como este, son develados por el ojo crítico y curioso de muchos estudiantes que decidieron de­ jar sus ciudades de origen, volver al campo y empuñar las herramientas de trabajo de los campesinos para construir, junto a ellos, una nueva sociedad. Jóvenes que han deja­ do a un lado la apatía por la situación de las regiones apartadas para acortar la distancia entre la Academia y la realidad de nuestro p a ísfl


Entrevista / Cuchillas además de pincel

Kindi

Kindi Guachai en su taller rebosante de color. Foto: Luis Daniel Abril, Artes.

La obra del artista Kindi Guachai refleja la visión de mundo de la cultura inga mediada por la conciencia de la pintura y los conoci­ mientos académicos que adquirió en la Facultad de Artes de la UN. Por Paulo Estrada, Derecho, y Rodrigo Estrada, Español Y nosotros, que de pintura sabemos que el techo de la Sixtina fue pintado por Mi­ guel Ángel y La Gioconda por Leonardo, nos encontramos allí. Mientras el uno lo mira de cerca, el otro lo mira de lejos; y después viceversa, para darnos cuenta de que el cuadro no es el mismo. Y hacemos preguntas tontas como ¿esto es en óleo?, ¿esto es un lienzo?, ¿qué es acuarela? En todo caso, Kindi va respondiendo sin im­ pacientarse y nos va comentando en qué consiste su trabajo y la relación que lleva con su pueblo. Los ingas son una nación indígena del sur de Colombia, lugar que les permite un contacto directo con la selva amazónica y las cumbres andinas, lo cual hace de ellos un pueblo privilegiado en conocimiento medicinal y de plantas, que posee ritmos musicales andinos y un vestuario ritual con plumas de guacamaya y sayo, combinación que muestra el acople perfecto entre estas dos formas de existencia y cultura. En medio de este ambiente nacen quie­ nes hoy en Colombia son parte de la van­ guardia en la pintura. No es raro escuchar el nombre de Carlos Jacanamijoy; pero jun­ to a él se han desarrollado nuevas propues­ tas que poseen el mismo origen, formando una verdadera camada de artistas que con su lienzo hoy muestran la magia de

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vo para darme cuenta de que el cuadro me esta región, resguardo de pensadores, tai­ estaba hablando pero quien no lo estaba es­ tas y plantas sagradas que desembocan con cuchando era yo». toda su fuerza ancestral en las más bellas creaciones de estos hombres. Ante un nuevo cuadro nos comenta: «Aquí hay un dibujo, pero no sé si este dibu­ Kindi ha traído hasta sus cuadros los jo dure hasta que yo termine el cuadro, de temas de su niñez -una tortuga, por ejem­ pronto desaparezca y me ayude a hacer otro. plo-. Ha querido recordar en ellos esos sue­ Y de ese otro nazca otro u otro color. No ños que llegaban por los cuentos y leyen­ tengo establecido un parámetro para llevar un das que le contaban sus abuelos. Para esto, cuadro». pone capas y luego, en un viaje hacia el pasa­ do, empieza a quitarlas. Mientras descubri­ mos cocodrilos, pe­ El óleo y el acríli«Hay cuadros que empie­ ces, canoas, bailes y co no están trabajados zan a hablar temprano, preguntamos por lo exclusivam ente con no adivinam os, pincel y espátula, sino otros lo hacen muy tarde». que concluye que está tra­ que utiliza también cu­ tando de encontrar un chillas para ir quitan­ punto medio entre la figuración y la abs­ do la materia. El cuadro pierde el gesto del tracción. pincel para darle paso a uno más fuerte, quizás violento, el gesto del rasguño. «Y en Kindi ha expuesto en la fundación Sanesta deconstrucción -dice Kindi- viene uno tillana y en la Biblioteca Virgilio Barco, en­ a jugar con el azar... Lo que quiero es que tre otras salas. Además de estas exposicio­ el trabajo sea casi inconsciente. Cuando se nes lleva a cabo por estos días un proyecto es niño es muy fácil pintar y dejarse llevar bastante ambicioso: contó algunos cuentos por el dibujo y por las formas, pero cuando de la Sierra a unos niños en Leticia. Estos, uno llega a tener una conciencia de la con una concepción distinta del tiempo y pintura y se deja envolver por los cono­ del espacio, tomaron dichos cuentos y plas­ cimientos universitarios Kindi Guachai maron con pinturas lo que pudieron inter­ es artista plástico de esta universidad , pretar. Las pinturas fueron fotocopiadas y corre el riesgo de cerrarse espacios». enviadas a los niños de La Sierra y de La Guajira para que ellos volvieran a pintarlas. «Yo parto de un color -continúaTambién han sido partícipes los niños de o de una textura, ese es el principio de Bogotá y las tejedoras ingas. Generalmente la obra. Dentro de ella van aparecien­ nace otra pintura; el proyecto fue llamado do líneas y formas, el cuadro me Entretejiendo colores. empieza a hablar... en este dibujo, por ejemplo, ya me aparece una forma. Después de una hora de buena conver­ Hay cuadros que empiezan a hablar sación sobre su obra nos disponem os a temprano, otros lo hacen muy tar­ abandonar el lugar para ir los tres en busca de; otros no hablan, entonces yo de unas cervezas. Antes de salir echamos los dejo ahí un mes y no los toco una última mirada mientras Kindi comenta: porque están mudos... Los dejo ahí «Me está quedando pequeño el taller» J J hasta que un día los cojo de nue­


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A rte y c u ltu r a

Ensayo / La técnica no nos hizo felices

La ilusión era que la técnica liberaría al hombre de sus oficios mecánicos para crear un mundo en donde todos fuéramos iguales y nos pudiéramos dedicar a las actividades que más nos gustaran. La exposición Tecnología de la desilusión recuerda la frustración de esa expectativa.

Tecnología de la desilusión

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Por Julia Buenaventura, Historia del Arte Una de las situaciones que más disgus­ ta a mi madre es que alguien lave los platos a mano. Mi madre tiene lavaplatos eléctri­ co, triturador de residuos bajo el sifón del fregadero, compactador de basuras, pro­ cesador de alimentos y ayudante de cocina multifuncional Oster que detenta las labo­ res de moledor de carne, exprimidor de cí­ tricos, batidora y licuadora. Mi madre, contra lo que cabría supo­ nerse, no es un ama de casa. Fue activa dirigente de izquierda, feminista, diputada y, durante algún tiempo, cuando se retiró de la política, taxista. Más tarde se volvió funcionaría pública y ahora desempeña su cargo con un ánimo y una convicción que a mí me resultan impensables. Es pues una mujer aguerrida e independiente, lo cual se encuentra íntimamente ligado con su obse­ sión por los aparatos caseros. Ella piensa que la libertad del hombre, su bienestar, su desarrollo y progreso espi­ ritual y moral (aquello por lo que paradóji­ camente luchó la izquierda de los setenta) van de la mano con el desarrollo técnico. La técnica liberaría al hombre de sus ofi­ cios mecánicos para crear así un mundo

Somos sudacas T3

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Somos Sudacas es parte del pro­ yecto de comunicación alternativa de ACOTV, llamado Espacio Abierto, que va por el dial 570 am de 1:00 a 2:00 p.m. de lunes a viernes. Lectu­ ras Obligadas los domingos de 3:00 a 4:00 p.m. por la 95.9 de la fm y el programa Somos Sudacas: la odisea de los pueblos, los domingos de 11:00 a 12:00 m, por la 99.1 fm.

en donde no hubiera clases, en donde to­ dos fuéramos iguales y nos pudiéramos de­ dicar a las actividades que más nos gusta­ ran. Con el tiempo, mi madre asumió la imposibilidad de ese estado ideal por el que luchó y, más aún, se percató de los resulta­ dos contrarios y, en muchos casos, nefas­ tos, a los que condujo esa utopía comparti­ da con tantos otros. Sin embargo, aún hoy, no se resigna a que alguien lave los tras­ tos, la ropa o corte los vegetales a mano. Eso todavía, después de tantos años de caído el Muro de Berlín, no lo soporta; de modo que la desilusión, lo que se dice desilusión completa, no ha llega­ do a invadirla, por que ese des­ ánimo les ha concernido más a sus hijos, a esa generación de los noventa que apenas atisbo la caí­ da del Muro para enfrentar una globalización, al principio celebra­ da con bombo y platillos, y que, a la postre, conllevó una espuria desvalorización del trabajo huma­ no de algunos humanos, no de todos. Bien, la exposición del Banco de la Re­ pública Tecnología de la desilusión que tuvo

La música que se pasa tiene ca­ racterísticas sociales, de resistencia, solidaridad y anticapitalismo; es m ú­ sica tanto nacional como global. No importa el idioma, lo importante es po­ der trasmitir las luchas sociales que realizan los pueblos destruidos y mar­ ginados del mundo o los que están en proceso de emancipación Somos Sudacas es la odisea de los pueblos porque el reto de construir

lugar entre octubre y diciembre de 2003, y, en ella, la obra de Ximena Díaz, me hizo acordar de mi madre; de su esperanza pa­ sada y de los tiempos que corren. La obra consiste en un haz de luz proyectado sobre un tambor de bordar que gira sobre su pro­ pio eje, dibujando una esfera. La imagen proyectada muestra a una persona corrien­ do. De vez en cuando, el aparato descansa (se detiene) y, tras unos segundos, vuelve a ponerse en marcha. Empecemos, entonces, por el título que no en vano se extiende a toda la muestra, y los términos que apuntala: tecnología y des­ ilusión. Tecnología (enciclopedia Larousse 1982): conocimiento de la evolución del conjunto de ins­ trumentos o maquinaria, proce­ dim ientos y m étodos técnicos que permiten la utilización de las fiierzas naturales para la satisfac­ ción de las necesidades humanas. Desilusión (Diccionario Planeta): desen­ gaño, conocimiento de la verdad: muchas

Continúa en la sig pág. otra propuesta es bastante dispendioso, pero se está haciendo; ya se asumió el reto.

Encuentro 6-8 Lunes a Jueves 6:00 a 8:00 p.m. por el dial 95.9 de la fm. Espacio dedicado a la cultura: libros, pintura, teatro, escrito­ res y entrevistas; presentado por Jorge Consuegra J ]


Ensayo / La técnica no nos hizo felices Viene de la pág. anterior parejas jóvenes, pasada la luna de miel, tienen una desilusión al comprobar que el matrimonio no era como esperaban. Tecnología, como proyecto de la Mo­ dernidad: transformar las fuerzas naturales para mitigar los trabajos del hombre, lle­ vándolo así a un estado de felicidad. Des­ ilusión, un sentimiento ligado con el descu­ brimiento de la ‘realidad’, del estado de las cosas, desengaño de la ilusión. Una tecno­ logía de la desilusión es, pues, una contra­ dicción en los términos llena de sentido, porque los modernos, si es que todavía lo somos, estamos desengañados, tal como en el ejemplo del diccionario. La obra trata este desengaño: un hom­ bre que apresura su paso hacia ninguna parte. La relación se estable no solamente por presentar la imagen del hombre corrien­ do en un loop inacabado, desligada de todo contexto (una calle, una camino etc.), sino por proyectar esta imagen en movimiento en una pantalla que, a su vez, se encuentra girando, el tambor de bordar. Este tambor, al dibujar una esfera en virtud de su propio desplazamiento, remite directamente a la rueda de ratón de laboratorio, donde el ra­ tón es suplantado por el hombre y su expe­ rimento fallido: la Modernidad.

Reseña de la exposi­ ción

yectos fallidos. Asimismo, el cuidado de no Por otra parte, tenemos el mecanismo haber demarcado un límite al espacio de la que hace girar el tambor, una máquina que obra hace que ésta se acerque al especta­ queda al descubierto, una bobina de media­ dor, comparta el escenario, anulando la dis­ no tamaño. Tal mecanismo inventado en tancia, y tomándose en algo asequible y los albores del XX y que se ha constituido cercano, como uno de los electrodomésticos hoy en un aparato básico: desde el ayudan­ mencionado líneas arriba. te de cocina hasta el triturador de residuos es interpuesto a un dispositivo de alta tecnolo­ De esta manera, en Tecnología de la des­ gía, este último, oculto, un aparato de pro­ ilusión se abren paso varias contraposicio­ yección digital, con lo cual la instalación de­ nes abstractas resueltas en una materia con­ marca su campo temporal; de creta, en un objeto cuyo me­ la era eléctrica a la era electró­ canismo mismo edifica su te­ nica, ambas contrapuestas y «Los modernos, si mática y sus cuestionamientos. asimismo despojadas de su sen­ Un holograma logrado con un es que todavía lo artificio tido evolutivo, de ese antes-desarcaico, de donde pués que marca el paso del pro­ arranca la confrontación: ratón somos, estamos greso. Esta relación abstracta de laboratorio contra hombre desengañados». es llevada a la imagen, la totali­ corriendo, motor versus apa­ dad de la instalación, en cuanto rato digital, arte sin monumen­ la proyección digital se aseme­ to. Contraposiciones que nos hablan de nuestro ja, en virtud de la rotación del tambor, a los propio desengaño, del interrogante que que­ fotogramas en movimiento, el primer in­ dó tras una ilusión de progreso jamás cum­ tento por generar una ilusión de desplaza­ plida, una salida al trabajo mecánico que libe­ miento a partir de imágenes fijas. raría al hombre en vez de subyugarlo y que explotaría la naturaleza para el bien común La ubicación de la obra, en el suelo de no para su exterminio. No sé qué pensaría la sala, es singular; quita el pedestal (como mi madre al ver esta obra, pero sí sé que lo ha hecho la escultura desde hace treinta todavía la asalta una indignación profunda años), volviendo a señalar que el espacio al ver a un hombre halando una carreta por del arte no puede ser el del monumento, la calle, cuando se han hecho tantos avan­ porque justamente los monumentos se re­ ces en el m u n d o jj fieren a triunfos y no a derrotas o a pro­

P u b l ic a

en

UN

conTEXTO

LOS TEMAS DE LOS PRÓXIMOS INFORMES ESPECIALES SERÁN ‘SUICIDIO’, ‘PLAN DE DESA­ RROLLO d e M a r c o P a l a c io s ’, ‘L a s f o r m a s d e c o m u n ic a c ió n e n l a U n iv e r s id a d ’ y ‘R it u a l e s u n iv e r s it a r io s d e l a U. N.’ S i t ie n e s a r t íc u l o s s o b r e c u a l q u ie r a d e e s o s t e m a s , e n v ía l o s a u n c o n t e x t o @ y a h o o . c o m . I g u a l m e n t e , p u e d e s p r o p o n e r TEMAS DE TU INTERÉS PARA OTROS INFORMES ESPECIALES (SECCIÓN EN LA QUE SE DEDI­ CAN VARIOS ARTÍCULOS A ABORDAR UN MISMO TEMA DESDE DIVERSOS ENFOQUES).

UN conTEXTO-Número 5 - 2004

Tecnología de la desilusión estuvo expuesta en la Luis Ángel Arango entre el 15 de octubre y el 15 de diciembre de 2003 como parte del programa Nuevos Nombres. La muestra fue curada por Luis Femando Ramírez, quien seleccio­ nó obras de 11 artistas que reflexionan en tomo a las promesas sociales, políti­ cas y económicas que trae consigo la tecnología asociada a la noción de pro­ greso. Las obras incluidas en Tecnología de la desilusión (título de la obra de Ximena Díaz, una de artistas participan­ tes) utilizan procedimientos y estrategias para presentar la «desilusión» en lo ur­ bano, los medios de comunicación, la tecnología digital, el cuerpo, la guerra, la sociedad tecnocrática contemporánea y sus utopías. Los artistas que hicieron parte de la muestra fueron Ána Adarve, Pablo Batelli, Burbano - Barragán, Leo­ nel Castañeda, Juan Carlos Delgado, Ximena Díaz, Lina González, Edgar Guzmán, Mateo Pérez, Carlos Salazar.

TI Tiem pos m odernos (1936, dirige Charles "cnaplin), expresa el malestar ante un nuevo mundo, acelerado, maquinizado, ruidoso.


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A r te y c u l t u r a

Por Julia Buenaventura, Historia del Arte

Disertación / Arte olvidado por la historia r

El proyectado inacabado de Alvaro Ba­ rrios de realizar un «museo del arte malo» emerge entre la prosa de Bolaño en Detectives salvajes; seguimiento de una generación de artistas perdida.

Al iniciar los 80, Alvaro Barrios se pro­ puso realizar el Museo Duchamp del Arte M alo: un antimuseo que autoliquidara su tarea de ejecutar un canon. Como la pro­ puesta no prosperó, Barrios decidió urdir un plan B: realizar una pinacoteca virtual; entonces escribió a todos los museos de arte moderno del mundo solicitándoles una lista de obras malas pero, uno tras otro, denegaron su solicitud. «Esta pinacoteca no pudo realizarse ante la negativa de esas ins­ tituciones a aceptar la existencia del mate­ rial requerido» (Barrios, p 87). Una actitud antiética, si se quiere (pues todos sabemos que en todos los museos del mundo hay por lo menos una obra mala, incluso, muy mala) pero, sobre todo, una actitud comúnmente denominada ‘instinto de supervivencia’, pues si los museos acep­ taran tener obras malas, pondrían en tela una especie de cementerio, si se recupera­ de juicio su propia capacidad de avalar el ban los restos de los notables; en el caso arte: su tarea y su función. Ahora bien, Ba­ contrario, el homenaje se reduciría a una rrios nunca definió en qué consistía ser mala estatua en bronce tan perdurable como sus una obra de arte y, en últimas, no tenía por mismas memorias. El emperador aprobó y qué hacerlo pues esta acción (plástica, sin aceptó su propuesta y le dijo que empezara lugar a dudas) no estaba destinada a dar de inmediato. El zapatero se dedicó a su juicios de valor, sino a preguntarse por la labor con el monto de sus propias arcas, validez de estos juicios en lo concerniente dejando de lado su oficio y todos los asun­ a una obra de arte. En cualquier caso, los tos mundanos que alguna vez hubiesen pa­ museos, al denegar esta solicitud alegando sado por su mente. inexistencia, continuaron el juego propues­ Cuando su dinero expiró, buscó al Em­ to y, con su silencio, aceptaron estar dan­ perador, pero nunca obtuvo respuesta. M e­ do un juicio de valor dio siglo después, los sobre las obras con el rusos llegaron a esas simple hecho de tener­ «Ya que no aparecemos en tierras y encontraron las en sus colecciones. los restos de la ‘Coli­ La acción de Ba­ la Historia asiduamente, no na de los héroes’: una rrios me recuerda una podemos hacer una varia­ ruina total. Procedie­ an écd o ta n arrad a en ron a abrir cerraduras ble cualquiera, ni una co­ oxidadas y carcom i­ N o ctu rn o de C hile (A nagram a 2000) de das y, finalmente, die­ pia, sino una parodia». Roberto Bolaño, donde ron con una especie de cripta ubicada en la a un zapatero de la cor­ te de emperador del imperio Austrohúngacima. Allí estaba el zapatero, «las cuencas ro, que hizo una gran fortuna por la increí­ vacías como si ya nunca más fueran a con­ ble calidad, comodidad y flexibilidad de sus templar otra cosa que el valle sobre el que diseños, estando en la cúspide de su fama, se alzaba su colina, la quijada abierta como se le ocurrió hablar con el emperador para si tras entrever la inmortalidad aún se estu­ proponerle edificar en una colina lejana un viera riendo» (62). museo que albergara a todos los héroes, a Historia con H y con h todas las personas notables de la historia, todas las luminarias nacidas y por nacer; Los proyectos del zapatero y el de Ba­ rrios se dibujan en el espacio de lo imposi­ ble. Uno intentando edificar la Historia con mayúsculas, el otro ahondando en la histo­ ria con minúsculas. Uno de hazañas, el otro de fracasos. Ambos inconclusos. Aun cuan­ do esto último hay que matizarlo puesto que el Museo de Barrios se consume en su mis­ ma propuesta; la propuesta (las cartas, la curaduría inexistente) es la obra misma y TJ Roberto allí acaba la obra. Bolaño, Como he señalado, ambas empresas gi­ Santiago de ran alrededor de la historia (una con m a­ Chile, 1953. yúscula y otra con minúscula), problema Ganador del Premio Rómu- que el arte latinoamericano ha cuestionado lo Gallegos desde el Barroco hasta nuestros días. Debe con Los ser porque no aparecemos en ella con m u­ detectives cha frecuencia (véase el libro Art at the salvajes en turn o f the millenium: 4 latinoamericanos, 1999. 3 africanos, 48 norteamericanos, 66 euro­ peos, 2 japoneses). Y ya que no aparece­ mos en la Historia asiduamente, no pode­

UN conTEXTO

- Número 5 - 2004

Museo Ducha 2J Alvaro Barrios, artista cartagenero nacido en 1945.

ROBERTO BOLAÑO

Los detectives salvajes

2 Roberto Bolaño, Los detectives salvajes, Anagrama, Barcelona, 1998.

mos hacer una variable cualquiera, ni una copia, sino una parodia, que la derrumbe desde sus mismas instituciones y premi­ sas, una labor que no ha llevado a cabo nin­ guna de las academias de historia de nues­ tro continente pero que sí han acometido los artistas, tanto plásticos como literarios. Los detectives salvajes (Bolaño. Anagra­ ma, 1998), calificada como la gran novela del exilio latinoamericano, hace parte de esa parodia. Este texto gira en tomo a los realvisceralistas, una vanguardia mexicana que en sus versiones de los años 20 y 70, no tuvo ninguna repercusión, no arrojó nin­ gún resultado, no hubo nadie que quisiera (o pudiera) historiar sus hallazgos pues sen­ cillamente no hubo hallazgos. Recorre una generación perdida de jóvenes, sin huella en el tiempo, sin señales para el futuro. Es entonces la novela sobre la no historia, no héroes, no consecuencias, no hallazgos, no huellas. Por eso, su misma forma de escritura: discursos en primera persona a través de una veintena de hablantes, como fragmen­ tos de una conversación, parece perderse, aniquilándose como documento, como re­ lato que deja constancia de una época. Y el realvisceralismo, eje central de Detectives, es eso que, en el campo de la plástica, hu­ biera conformado el listado que buscaba Barrios y que los museos negaron poseer; negando, por extensión, su existencia mis­ ma. Bien, ese listado sí existe: el Museo Duchamp del Arte Malo, pese a los M u­ seos e Instituciones, puede ser leído, cote­ jado y estudiado a través de Los detectives Salvajes de Roberto Bolaño J J


Reseñas / Películas recientes

*Por María Antonia Vélez Serna Cine y Televisión

En postproducción el largometraje colombiano El Cielo Dir. Aiessandro Basile En El Cielo, d irig id a por Aiessandro Ba­ sile y grabada en v id eo d ig ita l PAL, un día cualquiera en la zona tórrida, Salvatore, un cura italiano que usa la m arih u an a con fines medicinales, se ve envuelto en un drama de pueblo untado de politiquería lo­ cal, poetas desquiciados, pacientes al borde de la vida, y una princesa encerrada. La pro­ ducción es de Salvo Basile y el guión de Ana Maria Vallejo y Aiessandro Basile. En el re­ parto están Ira Fronten, Carmenza Gómez, Jairo Camargo, Cesar Mora y Ramiro Meneses. El estreno está planeado para el se­ gundo semestre, con la distribución de Cine Colombia S.A., y un evento especial en el barrio Getsemani de Cartagena, donde se rodó la mayor parte de la cinta. Si desea mayor información sobre esta película colom biana puede visitar http:// www.elreinodeloscielos.50m egs.com E

A r t e y c u ltu r a

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Para alquilar *Kill Bill Vol.l Dir Quentin Tarantino Tarantino nos dio varios años para que repasáramos su filmografía, nos hiciéramos fanáticos todos, y luego, al ver semejante consenso, empezá­ ramos a dudar de sus cualida­ des verdaderas. Y justo cuan­ do íbamos a llegar a la con­ clusión de que había sido solo un juvenil entusiasmo, nos en­ trega la primera mitad de Kill B ill para que tengamos que volver a empezar. Se supone que la parte interesante de la historia, y esa abundancia de tramas paralelas y callejones sin salida que caracteriza su trabajo, se las ha guardado para el Volumen 2. En esta parte nos ha deja­ do la sangre falsa, las persecuciones de carretera, las extremidades cercenadas, y toda esa crueldad que tanto disfruta­ mos por ficticia. El director ha dicho que no considera que sus películas sean real­ mente violentas, porque son demasiado inverosímiles; esta idea está condensada perfectamente en Kill Bill, convertida en

una parodia de su propia espectacularidad (incluso los efectos especiales no tratan de emular la realidad). Una pelí­ cula visualmente impactante, alejada de los clichés del ‘cine independiente’, con una banda sonora que no se puede pasar por alto, poblada de citas cinematográ­ ficas y televisivas al estilo Los Simpson, y que nos garantiza morbosa diversión J ]

*El Señor de los Anillos: el retorno del Rey

Dir. Peter Mullan Una película de bajo perfil, sin intenciones espectaculares, rea­ lizada de la manera más delicada para conseguir el resultado más brutal. Las Casas de la Magdalena eran conventos de Gran Bretaña donde las jovencitas «demasiado coquetas» debían expiar sus pe­ cados lavando ropa ajena durante el resto de sus días, para mayor gloria de la tesorería de las monjas. El director logra construir una película rabiosamen­ te humana, que re­ suena en el especta­ dor como un grito de dolor. Sin recurrir a fórm ulas m elodra­ máticas, ni a discur­ sos moralistas, esta película genera una indignación que lo persigue a uno tras salir del teatro. Pri­ mero una resistencia a c reer que tan ta maldad pueda existir en la especie humana, además de un terror particular al saber que se trata de hechos reales, y que la última de estas casas cerró hace menos de 20 años. La realización es intimista y discreta, la narración es sencilla, el sonido es casi docu­ mental. Es una mirada desnuda y sin artificios de una historia trau­ mática que ojalá no se repita J J

Dir Peter Jackson Afortunadamente, la trilogía del Señor de los Anillos ya estaba escrita hacía tiempo, y los guionistas no tuvie­ ron que hacer maro­ m as in v e ro sím ile s como los de Matrix. Esta tercera parte es la continuación natural de las otras dos, y por eso no sen tim o s la ofensa de saber que somos parte de un tru­ co de mercadeo con­ sistente en convertir cualquier película en trilogía, así en la prime­ ra parte hubiese quedado perfectamente cerrada la historia. La realización es, si se quiere, aún más grandiosa que en las partes anteriores. Peter Jackson se ha tomado confianza como director, no se asusta con el presupuesto ni con la monumentalidad de la obra literaria. Esta es una gran película épica, con héroes infali­ bles y escenarios majestuosos, con una historia de tareas impues­ tas pór el destino y casi imposibles de cumplir, grandes batallas, rencillas internas, luchas contra la propia debilidad. Es una histo­ ria para dejarse envolver, para jugar el juego de Hollywood y de­ jarse emocionar. Si uno no está dispuesto a ello, y prefiere obser­ var desde una posición distante y racional, puede que se aburra horriblemente en las tres horas y media que dura esta última en­ trega. Lo mejor es entonces reconocer que estas épicas son las historias que han emocionado a la humanidad durante milenios, silenciar al crítico escéptico dispuesto a amargamos la vida, y disfrutar lo más fino que la narrativa tradicional y los grandes presupuestos tienen para ofrecemos. Porque, al fin de cuentas, en Hollywood saben lo que hacenJJ

Fe de erratas: En el número anterior publicamos que Juliette Binoche participó en la película 8 mujeres de Frangois Ozon. En realidad, las 8 mujeres son: Emmanuelle Beat, Fanny Ardant, Virginie Ledoyen, Danielle Darrieux, Ludivine Sagnier y Firmine Richard.

UN conTEXTO - Número 5 - 2004

*Las Hermanas de la Magdalena


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Crónica / Autismo desde la perspectiva antropológica

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Etnografía con temática

poco convencional Mi interés radicaba en la informa­ ción que la clínica del autismo pudiese proporcionarme acerca de las sociedades conocidas como occidentales, de sus dispositivos de regulación y de normalización, de sus estrategias de saber y de poder, a partir de prácticas discursivas encargadas de construir taxonomías de salud y enfermedad y sujetos enmarcados en ellas.

UN conTEXTO

- Número 5 - 2004

Por Claudia Rivera, Antropología El año pasado entregué mi trabajo de grado, titulado Aprender a mirar. El dis­ curso sobre el autismo (2003), a la secreta­ ría del Departamento de Antropología. Con la excepción de un lapso de tres días en los cuales preparé mi sustentación, el tiempo que separa este escrito de mi acercamiento a este tema es de nueve meses. Mi trabajo de grado, como cabría espe­ rarse, está repleto de formalidades acadé­ micas: exposición de metodologías, sospe­ chas sustentadas con información etnográ­ fica, citas que hagan válidas estas sospe­ chas o que al menos causen esta im pre­ sión, y una que otra osadía teórica. Hay muchas cosas que quedaron de lado, even­ tos e impresiones que la rigurosidad de una narrativa antropológica obliga a dejar atrás. Las acompañan mis tímidos intentos por hacer interpretaciones clínicas, enterrados en los diarios de campo, fuera de todo pe­ ligro de ser expuestos, ju n to con otras muestras de mi pasión por las ciencias de la salud, las historias clínicas, la clínica, la enfermedad mental como figura y como construcción cultural y los saberes que la constituyen (así como son constituidos por ella). Quizá cause alguna curiosidad que una antropóloga se pregunte por algo como el autismo1, objeto de otras disciplinas. Mi in­ terés radicaba en la información que la clí­ nica del autismo pudiese proporcionarme acerca de las sociedades conocidas como occidentales, de sus dispositivos de regu­ lación y de normalización, de sus estrate­ gias de saber y de poder, a partir de prácti­ cas discursivas encargadas de construir taxonomías de salud y enfermedad y suje­ tos enmarcados en ellas. Al dar inicio a mi investigación, me pro­ puse como objetivo general explorar las sig­ nificaciones de la categoría de ‘persona’ dentro de los discursos especializados acer­ ca del autismo. Para ello realicé una exten­ sa revisión bibliográfica de textos de clíni-

«¿Cómo el etnógrafo puede librarse de la contradicción que resulta de las cir­ cunstancias de su elec­ ción?», Claude LevlStrauss, Tristes trópicos

(1970).

ca infantil psiquiátrica y psicoanalítica y examiné un conjunto de historias clínicas. Además, a partir de febrero de 2002, co­ mencé a hacer parte de unos talleres de socialización para niños autistas en el C E D Samper Mendoza, llevados a cabo por estudiantes de segundo ciclo de Psicología de la Universidad Nacional, que de acuerdo con su estatuto académico se clasificaban en practicantes y pasantes. Sin embargo, al final del trabajo, mi pre­ gunta de investigación se había convertido en tres: ¿cómo son los autistas según los y las especialistas?, ¿cuáles, los modelos de salud y enfermedad que se encuentran en estas formas de describir?, ¿qué lugar ocu­ pan las categorías ‘persona’, ‘individuo’ y ‘sujeto’ en estas descripciones? Las respuestas son aparentemente sen­ cillas. Primero: los autistas no son. Están

vacíos de subjetividad, contradictoriamen­ te, por una decisión propia, tomada con la autonomía que está en ellos aunque ellos no están. Segundo: el modelo consiste en un sujeto auto reflexivo y auto regulado, organizado según un complejo de normali­ dad / anormalidad que responde a un prin­ cipio de nuestra cultura heredado por la his­ toria: el principio de la corrección de uno mismo, según el cual siempre es posible mejorar a través de la reflexión sobre uno mismo para ser, al transformarse, algo que no se era antes, y esta posibilidad de cam­ bio y de superación encuentra su funda­ mento en el error. El ejercicio de este prin­ cipio propone una educación de uno por uno mismo que lleva a corregir la relación con una verdad, la verdad de sí, para acer-

Continúa en la sig pág.


Crónica / Autismo desde la perspectiva antropológica

D in á m ic a s o c ia l

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Viene de la pág. anterior carse a los otros. Se trata por ello de la puesta en escena de un poder disciplinario, un poder que no reprime sino que educa. Tercero: ‘persona’, ‘individuo’ y ‘sujeto’ son categorías cuya significación se origi­ na en las condiciones de su enunciación, estableciéndose entre ellas relaciones de si­ nonimia, metáfora, metonimia, complementariedad y suplementariedad. Las modificaciones al planteamiento del problema en términos académicos no re­ sultaron ser el final de las complicaciones investigativas. A estas, se sumaba la com­ plejidad de las prácticas discursivas objeto de mi examen y mi casi total ignorancia en lo que respecta a los trastornos mentales y sus sutilezas. Estos escollos fueron supe­ rados poco a poco, con un poco de trabajo de mi parte y la paciencia de pasantes y practicantes, quienes me recibieron en la escuela con los brazos abiertos y me hicie­ ron partícipe de su saber. La dificultad más grande estuvo en retomar, después de me­ ses de narrativas clínicas, las particulari­ dades de la visión antropológica. Había que hallar una justificación a este objeto y a esta etnografía. Claude Lévi-Strauss, a quien admiro profundamente como etnólogo y como es­ critor, se pregunta en su libro Tristes trópi­ cos (1970): «¿Cómo el etnógrafo puede li­ brarse de la contradicción que resulta de las circunstancias de su elección? Tiene ante sus ojos, ante su disposición, una socie­ dad: la suya. ¿Por qué decide desdeñarla y dedicar a otras sociedades elegidas entre las más lejanas y diferentes una paciencia y una devoción que su determinación niega a sus conciudadanos?» (385). Mi decisión me libera de esa contradicción para poner­ me en otra, pues ¿cómo puede una etnógrafa mirar a su propia sociedad? Y más aún, ¿cómo puede una etnógrafa estudiar a otros que, como ella, son investigadores de la gente? Habría que decir que tengo la sensación de que esta experiencia de campo no está tan alejada de la etnografía más tradicional. Es cierto que comía en mi casa todo el tiem­ po, por lo cual nadie se burló de mis prefe­

J J «Mi interés radicaba en la información que la clínica del autismo pudiese proporcionarme acerca de las sociedades conocidas como occidentales, de sus dispositivos de regulación y de normaliza­ ción».

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UN conTEXTO-Número 5 - 2004

una temática psicológica en un tópico de rencias o mis maneras en la mesa; no me vi análisis antropológico. Aunque compartir enfrentada a dietas raras ni a especies que con niños y niñas autistas me enseñó mu­ jam ás hubiese creído comestibles, tampo­ cho a propósito del trastorno, mi curiosi­ co padecí de enfermedades exóticas ni pa­ dad radicaba en los discursos de psicólorásitos misteriosos. Dormí y me desvelé en gas y psicólogos sobre el autismo. Mi ob­ mi propia cama, no en alguna choza cons­ jeto mostraba en la superficie las condicio­ truida con materiales endémicos. No tro­ nes de posibilidad de su propia emergen­ pecé ni una sola vez con animales o plantas cia. resistentes a cualquier taxonomía. Pero, según he visto, leído y escuchado sobre lo La labor última consistió en expresar que les sucede a los antropólogos que es­ todo esto de manera antropológica. En es­ cogen gentes distintas, fui mirada con extos tiempos de transdisciplinariedad, interdistrañeza por aquellos a quienes pretendía es­ ciplinariedad y posdisciplinariedad, las dife­ cuchar, me dediqué al rencias entre las prácti­ «cuéntame tu mito»; rea­ cas se visibilizan en sus licé enormes esfuerzos «El trabajo de campo sue­ objetos y sus discursos. por aprender un lengua­ Resuelto el objeto, el pro­ je desconocido y sólo lo­ le desafiar todo objetivo de blema tiene una solución gré chapucear algunas investigación casi tanto en el discurso, en el uso frases; cometí toda cla­ un lenguaje enmarca­ como lo desafía a uno». de se de torpezas y violacio­ do en las reglas de for­ nes a los códigos de mación que configuran comportamiento; me de­ la práctica antropológica; en otras palabras, primí; hice el ridículo en un par de ocasio­ no se trata de esencias disciplinarias sino de nes; hablaban de mí cuando yo no estaba pre­ sus narrativas. sente o con palabras lejos de mi compren­ Siempre imaginé que poner el punto fi­ sión, y fui una o dos veces objeto de burla nal a mi trabajo me generaría una dicha hasta en función de mi ignorancia. entonces desconocida, pero la alegría no Luego de dejar el campo y decidir en­ duró sino un par de segundos, pues en frentarme a la información como sé que cuanto terminé de escribir, di comienzo a les ha sucedido a otros me encontré una batalla cibernética en la que mi compu­ con que no entendía ni la mitad de tador resultó vencedor: hasta el día de hoy mis notas de campo, no sabía qué sólo existe un original impreso, en poder podía hacer con las que sí compren­ de mi directora de tesis. De todo esto me día y había olvidado hacer las pregun­ queda la satisfacción de descubrir el placer tas fundamentales. Aparte de esto, me de la escritura y de poder decir que yo tam­ enfrenté al reto de hacer de un objeto bién estuve a l l í ^ psicológico, un objeto antropológico. 1 El autism o es un trastorno de inicio en la niñez, Si bien en un comienzo parecía una compuesto por tres tipos de síntomas: alteracio­ tarea difícil, con mirar más detenida­ nes en la interacción social, alteraciones en la co­ municación y comportamientos e intereses este­ mente me di cuenta de que al despla­ reotipados, limitados y repetitivos (M anual diag­ zar el plano de investigación de unos nóstico y estadístico de los trastornos mentales, ‘sujetos’ a una ‘formación’, haría el DSM-IV, 1999:74). movimiento necesario para convertir


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Reseña histórica / Significado cultural de los senos

D in ám ica s o c ia l

De órgano nutricional

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a símbol El pecho femenino ha sugerido diferentes significados y emo­ ciones a lo largo de su historia. Origen, evolución y connotacio­ nes de los senos. Por Andrés Guillermo Tolosa, Zootecnia

UN conTEXTO

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Órgano diseñado para la nutrición: esta es la doble naturaleza de los pechos feme­ ninos: «el seno alimentará al niño y regoci­ jará al padre», dice el Corán. El arte tam­ bién da testimonio de esta dualidad. En muchas escenas maternales pintadas entre los siglos XIV y XV, la mama derecha se reserva para el lactante, y la izquierda para el goce del esposo y la dama. En la relación sexual cara a cara, los hombres, que en su mayoría son diestros, acarician más cómodamente el seno izquier­ do de su consorte, según el doctor francés Dominique Gros, autor del libro Pecho al descubierto (editorial Cam pona, 1998). Esto explicaría por qué en la mayoría de las mujeres el objeto de la lujuria, como al­ gunos lo conocen, es un poco más volumi­ noso, mas propenso a sufrir cánceres y más sensible al placer y al dolor que el diestro. También el carácter m aternal de las mamas queda patente en las culturas anti­ guas. Su producto (o sea, la leche) consti­ tuía un liquido de origen incierto, a veces sobrenatural, que servía como combusti­ ble para la vida. Según los pensadores clá­ sicos de Grecia y Roma, nuestra galaxia, la Vía láctea, era un cúmulo de millares de gotitas de leche procedentes de los senos de la diosa Juno. Para los hindúes, la vida surgió de la ebullición de un océano de le­ che, y los celtas y egipcios recurrían a este

Para algunas mujeres, la lactancia es la única licencia para exhibir el seno en público. Foto Christian Gonzalo Castillo, Diseño Gráfico.

En nuestra cultura del sostén es necesario justificar! la desnudez, por ejemplo, a través del arte. Fotol Christian Gonzalo Castillo, Diseño Gráfico.

«Este aumento permanente de volum en -añade- contrasta con las mamas de los de­ más primates, que solo aparecen llenas du­ Foco de atracción con un fuerte rante la lactancia». componente cultural Sujeto únicamente por unos cordones de tejido conjuntivo a los músculos pecto­ «Los moralistas han intentado otorgar a rales, el seno alcanza únicamente su tama­ los senos de la mujer un significado bioló­ ño definitivo en la edad adulta. Sin embar­ gico de cariz meramente maternal, dejando go, las células mamarias no dejan de prolide lado su componente erótico-sexual», ferar hasta después del primer embarazo, dice el sexólogo Joserra Landarroitajauregi. «Se trata de una asociación tan perver­ en el cual la glándula crece a un ritmo ma­ yor, el pecho se hincha y una nueva hormona sa como, por ejemplo, equipar los genitales (la prolactina) prepara la mama para el naci­ exclusivamente con la micción. No olvide­ miento y la lactancia del futuro bebé, quien al mos que la función alimenticia no recae en el succionar el pezón, es­ seno propiamente dicho, timula las terminaciones cuyo volumen está limi­ nerviosas, informando al tado por la presencia de «Se dejan picar por insec­ una capa más o menos cerebro que debe man­ tos venenosos para au­ tener la producción de gruesa de tejido graso, prolactina. sino en la glándula ma­ mentar su volumen o se maria». Del pezón, la aureo­ cuelgan pesarios con el la y zonas adyacentes A decir verdad, el ori­ tam bién parten otros gen, la evolución y el sig­ fin de provocar su caída, nervios sensitivos que nificado maternal o vo­ de acuerdo a sus paradig­ conectan directamente luptuoso del pecho feme­ mas estéticos». con los centros del pla­ nino son motivos de dis­ cer, debido a esto, el pe­ cusión entre antropólo­ cho femenino constituye una zona erógena gos, sociólogos, psicólogos, filósofos y gi­ de prim er orden. Durante la excitación necólogos. ¿La erotización de las mamas es sexual, se produce una congestión sanguí­ exclusiva de la especie humana?, ¿cuándo y nea que desencadena la erección del pezón, cómo surgió la atracción masculina hacia la tumescencia de la región pigmentada de ellas?, ¿fue al principio una adaptación nu­ las aureolas y un aumento de tamaño de los tritiva o un señuelo sexual para el varón?, senos. ¿a qué se debe que estén cons­ tantemente hinchadas? Estas «Al dar de mamar, muchas mujeres per­ son algunas de las cuestiones ciben, además de una satisfacción mater­ que hoy debaten los expertos. nal, un placer sensorial similar al anterior­ mente descrito. Algunas, debido a sus prin­ «De todos los mamíferos, cipios morales, son incapaces de aceptar solo las hembras humanas de­ este estímulo placentero», dice Landarroi­ sarrollan un par de glándulas tajáuregi. El bebé también percibe un mar mamarias hemisféricas. Tras de sensaciones gratificantes m ientras se alcanzar su plenitud en la pu­ nutre. «El pecho es la primera cosa con la bertad, permanecen hincha­ que se relaciona; para él constituye un fordas constantemente, tanto si producen leche como si no», Continúa en la sig pág. explica Landarroitajáuregi. líquido blanco para elaborar las pócimas con las que creían alcanzar la inmortalidad.


Reseña histórica / Significado cultural de los senos Viene de la pág. anterior tísimo objeto de deseo, pues de este de­ pende su supervivencia», Explica la sexóloga y especialista Maria Teresa Herranz. Los investigadores han descubierto, además, que la lactancia desencadena en el bebé el reflejo de erección y, en el caso de las niñas, la lubricación de la vagina. «Aun­ que de adulto no lo recuerde, la experiencia queda grabada en su subconsciente», dice Herranz. Basándose en esto, hay especia­ listas que explican la atracción por los se­ nos como una vuelta al mundo infantil del placer.

Las fenicias fueron las primeras en llevar sujetador

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de belleza), se resistían a ocultar su caja torácica. «Si alguien les miraba los pechos, los cuales desean que sean vistos por to­ dos, que por eso los traen fuera, los escon­ den deprisa dando a entender que no gus­ tan de que nadie los vea; los volverán a des­ cubrir y mostrar lo más deshonestamente que puedan para que las tengan por bellas», escribió el escritor catalán Bernat Metge (1340-1413). Mientras que en la época renacentista las damas llevaban vestidos muy escota­ dos con corpinos que tenían forma de em­ budo que resaltaban los pectorales, las jó ­ venes del siglo XVII se apretaban el busto con planchas de plomo para que no se les desarrollara. Algo similar ha ocurrido en nuestro siglo. La moda de los años 20 de­ cretó el estilo garqon, pecho plano, y unas décadas más tarde la gente acudía al cine para contemplar los atributos de las actri­ ces Sofía Loren o Jayne Mansfíeld. Desmesurado o minúsculo, la razón por la que los senos despiertan la libido de los varones habría que buscarla en el momen­ to en que el hombre empezó a caminar er­ guido, hace unos cuatro millones de años. Desmond Morris, en su obra El mono desnudo, fue el primero en proponer que los pechos hinchados representan una tras­ lación ancestral de las señales sexuales des­ de la parte trasera a la parte delantera del cuerpo. Según este etólogo, los pechos de la mujer imitan «un par de nalgas carnosas y hemisféricas», para «desplazar con éxito el interés del varón desde atrás al frente». Algunos antropólogos opinan que se trata de un planteamiento fantasioso, por el con­ trario, creen que los senos generosos ha­ brían indicado a los futuros pretendientes que la hembra gozaba de buena salud y es­ taba fisiológicamente mejor dotada para soportar la carga del embarazo y la lactan­ cia. A saber J J

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En cualquier caso, las mujeres son concientes del potencial seductor de sus se­ nos. «La fuerza de atracción del pecho fe­ menino tiene un marcado componente cul­ tural. Tatuajes, pinturas corporales y suje­ tadores pueden intensificar la excitación sexual que su contemplación produce en los varones, multiplicando su atractivo na­ 2 Rafael, La Fornarina. tural. Lo mismo cabe afirmar de la práctica de llevar ropas con objeto de ocultar su vi­ tización de las mamas se remontan a 5000 sión a todos los hombres menos al compa­ años atrás. Las antiguas egipcias se maqui­ ñero. Sustraer a la vista pública cualquier llaban cuidadosamente los senos, que deja­ parte de la anatomía femenina puede dar ban ver a través de sus transparentes vesti­ lugar a que esta se convierta en fetiche eró­ dos plisados, y sus vecinas fenicias inven­ tico», ha escrito el antropólogo Marvin Hataron el sujetador para falsear la turgencia rris en su libro Nuestra especie. de sus atributos. El erotismo que ejerce el busto y el re­ La exhibición pectoral también era bien chazo de la mujer occidental a mostrarlo, vista en las antiguas Roma y Grecia hasta salvo en playas, piscinas y determinadas cir­ la llegada del Cristianismo, que desató una cunstancias, contrasta abiertamente con la cruzada contra los pechos libidinosos y al­ habitual desnudez del pecho femenino en canzó su punto álgido en la edad media. las civilizaciones prehistóricas y neolíticas. Los artistas se vieron obligados a olvidarse Esta costumbre quizá obstaculizó la apari­ de esta parte femenina. Pese a ello, las mu­ ción de ilusiones atrayentes en algunos an­ jeres del medioevo, de pechos pequeños y tepasados. Dicha inocencia ha prevalecido puntiagudos (como era entonces el canon en algunas sociedades actuales calificadas erróneamente de prim itivas, como es el caso de ciertos pueblos de Polinesia, Áfri­ ca y Amazonia, donde los varones dirigen su m irada a otras partes «Lospechos hinchados del cuerpo fem enino representan una trasla­ que para nosotros no guardan un m arcado ción ancestral de las se­ co n ten id o eró g en o, como los pies o la na­ ñales sexuales desde la riz. parte trasera a la parte A pesar de esto, las delantera del cuerpo». m ujeres polinesias o africanas no han deja­ do de lado el realce y la belleza de las mamas. Para aumentar su volumen, las féminas que viven a las orillas del lago Tanganica, por ejemplo, se dejan picar por insectos venenosos, y las sirias se cuelgan pesarios en los senos con el fin La mama derecha de provocar su caída. se reserva para el «En todas las culturas y épocas co­ lactante, y la Izquierda para el goce del espo­ menta Landarroitajáuregi se han hecho es­ so y la dama, como en fuerzos, incluso mutilantes, para acceder a la obra de 1670 de los cánones de belleza del momento. Mien­ Lorenzo Pasinelli. tras que nuestra cultura ensalza la firmeza y redondez de los senos, otras valoran más, por ejemplo, que los labios mayores de la vagina sean alargados y colgantes, para lo­ grarlo, las mujeres se enganchan en su apa­ rato genital pequeños pesos». Los primeros indicios claros de una ero-

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Digresión / Mecanismos de poder en la construcción de identidad Foto: Luis Daniel Abril, Artes.

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La casa de

Como en una casa llena de espejos, construimos nuestra identidad con base en reflejos de lo que se espera que sea­ mos. Así se nos imponen los roles de género.

los espejoí

construye y afirma en un contexto con características definibles, un «El presidente sujeto que se ve contaminado por el los guerrillero extramundo que progresivamente penetra en todo su ser, un sujeto en tan como hon quien la conciencia de sí consiste Quiere decir q en la aprehensión de una exteriori­ dad1. ninos, ‘p oco, La masculinidad y la feminidad se nos presentan como algo que somos. Aceptémoslo o no, nos comportamos siguiendo unos patrones de feminidad y masculinidad. Nos mira­ mos al espejo a los múltiples espejos y vemos en ellos reflejada una imagen de un ser masculino o femenino, afeminado o masculinizado. Nos han bombardeado con discursos e imágenes y, a partir de ellos, nos he­ mos construido. La moda nos guía: nos influye que la minifalda se tome las calles de Milán, nos importa el descaderado, los senos grandes con su respectiva si«En el espejo he visto el mar sordo licona, el cabello mono, la feminidad, la masculini­ vago y difuso como en cristales de recuerdo; dad. Nos hemos constituido como individuos a partir de lo que repetidamente hemos visto en la prensa, en rígido y penetrante, lacerante como un sueño fallido: las vallas, en la televisión. En el espejo no vemos, y le he visto en el Día como en la Noche (y en el crepúsculo)» pues, a un ser puro, carente de historia, de relaciones Sonata, León de Greiff culturales, sociales y sexuales. Todo lo contrario, en él vemos a un ser que es un producto de lo que ha recibido a través de los medios y de la de sorprenderse al comprobar que su ima­ reacción que ha tenido a dicha mediación. La Por Irene Vélez, Filosofía gen frente al espejo es inversa a aquella que masculinidad y la feminidad hacen parte de la gente puede tener de él. esto que nos ha sido impuesto, hace parte de S e g u ra m e n te en algún momento de La utilidad que para nosotros tiene la los patrones que tendemos a seguir, de los nuestra vida hemos cometido la impruden­ discursos que nos penetran y nos obligan a casa de los espejos es mucho más humil­ cia -imperdonable defecto- de haber entra­ de, nos servirá para planteamos dos pro­ do, en un laberinto lleno de espejos del cual blemas: ¿quién es el del espejo? y ¿qué hace, debemos salir y en el que azarosamente nos en nuestra sociedad, las veces de espejo? vemos enfrentados, mil veces, a nosotros Hay muchos debates que podrían ser da­ Foto: Luis Daniel Abril, Artes. mismos. Seguramente hemos felizmente dos alrededor de estas preguntas: el debate visitado lugares en los que los espejos abun­ sobre la existencia -inexistencia del indivi­ dan: moteles, bares, peluquerías. Muchas duo, sobre lo subjetivo vs. lo público, so­ reacciones han de haberse suscitado ante bre lo moderno y lo posmodemo, etc. Es­ la múltiple presencia de nosotros mismos. tos temas aparecerán tangencialmente en Puede que nos haya gustado; que hayamos este texto. Nuestro centro de debate será, preferido ignorar nuestra omnipresencia; sin embargo, la forma en que construimos que hayamos descubierto nuevas formas lo que somos (independientemente de si a de lo que somos, nuevos ángulos, nuevas esto puede llamársele o no ‘individualidad’), muecas; que hayamos creído por un mo­ lo que media esta construcción (si es que mento que sólo lo que múltiples veces se hay algo que lo haga) y nuestra reacción repite es lo que realmente existe (nosotros); ante esta mediación (si es que decidimos que nos hayamos sentido enceguecidos por que hay alguna). nuestra inesperada proliferación. Por ‘individuo’ entenderemos, sencilla­ ¿Qué puede importamos una casa llena mente, al sujeto con conocimiento o con­ de espejos? Muy probablemente importa en ciencia de sí. Individuo será aquel que se muchos sentidos: nuestro sicoanalista pue­ sepa que sabe. Entonces hay dos formas de forzarnos a observar frente al espejo de concebir al individuo: el individuo fuera nuestra imagen para después hablar de ella del mundo y el individuo dentro del mun­ y descubrir en nosotros diversos ‘aspec­ do. La primera de ellas se refiere al indivi­ tos ocultos’; un físico puede interesarse en duo que, para hacer de sí lo que es, exclu­ las imágenes que a través del espejo se pro­ ye todos los vínculos sociales, históricos, yectan; un matemático puede sentirse excientíficos y culturales. La segunda hace tasiado al descubrir que dos espejos encon­ referencia al sujeto cuya individualidad se trados vislumbran el infinito; un niño pue­


Digresión / Mecanismos de poder en la construcción de identidad

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una forma de pensar, de actuar, de ver el mundo, de vivir. En el espejo vemos a un ser cuya forma y comportamiento se deriva de unos patrones cul­ turales y sociales que lo han sentenciado. Los espejos frente a los cuales nos deleitamos no nos dejan ver más allá de lo que hemos cons­ truido de nosotros mismos. Los espejos nos ale­ jan de una realidad potencialmente diferente de la nuestra. Los espejos nos embelesan y nos exigen una contemplación y aceptación de la forma como nos hemos construido. Los espejos se convierten así, además de una forma enferma de vemos re­ petidas veces, en una enceguecida manera de ver el mundo, una manera en que lo existente resulta ser sólo aquello que se refleja, aquello que somos porque una sociedad nos ha exigido que lo J J La imagen ite nos dice que seamos. Los espejos son la ma­ de género nera en que se nos ha hecho ver mis se comporque nos el mundo, los espejos son la representa­ lomosexuales. mos puede masculinidad que se nos ha im­ puesto, la feminidad que se nos convertirse en r que son femeenseña, los comportamientos atadura. Foto de Hernán zo hombres ’». que aprendemos. Los espejos Díaz, tomada son la evidencia de los prejui­ de El ahogado cios y las exigencias sociales más hermoso del mundo. que llevamos a cuestas. Nuestro anhelo de indivi­ Bogotá, dualidad pura y cristalina es herido cuando vemos Voluntad, que nuestra imagen se construye y deconstruye 1995. obedeciendo a un Estado o a una sociedad. Ya no podremos nunca pretender la originalidad absolu­ ta, ni lo extraordinario, ni la auténtica pureza de nuestra personalidad. Lo que recibimos de los medios nos impone unas gafas a través de las cuales vemos el mundo, un velo a través del cual accedemos al exterior. En los últimos tiempos hemos evidenciado una dora y puritana y desde ella dejamos que nuevos vicios. Lo que ha sucedido es explosión discursiva en tomo y a propósito del nos gobierne. que hemos definido reglas en el juego sexo. Los cuerpos han sido analizados y utiliza­ de los placeres y los poderes. Hemos ¿Podemos salir de la casa de los espe­ dos como integralmente saturados de sexualidad. extendido el campo del poder: ahora jos?, ¿podemos ver más allá de lo que so­ Se han construido múltiples y diversos discursos nuestros discursos sobre la sexualidad mos?, ¿más allá de lo que el medio social sobre la sexualidad en el campo de ejercicio del ofrecen nuevas regiones para la inter­ ha hecho de nosotros y ha querido que no­ poder. Hemos desarrollado, más que una teoría vención, para el ejercicio del poder, para sotros veamos en el espejo? Reconocer general de la sexualidad, una forma de análisis, la dominación2. cuáles son nuestras gafas para ver el mun­ contabilidad, clasificación y especificación de las do, saber que la masculinidad y la femini­ Nos hemos inclinado últimamen­ sexualidades. La función de los discursos está le­ dad se nos han impuesto y que, por exi­ te a «formular al sexo la pregunta jos de ser la simple prohibición. Se trata más bien gencia política y social, las vemos refleja­ acerca de lo que somos»3. No para de un dispositivo das explosivamente ante nosotros es un que nos responda sobre nuestro serque permite la pe­ primer paso para salir de la casa. Reaccio­ naturaleza o ser-biológico, sino para netración indefini­ nar ante este velo es un segundo paso. Foucault que nos responda sobre nuestra his­ da en el ser. Se tra­ dice que «el poder (que ejercen los discursos toria, nuestro discurso, el sentido de ta de una nueva y sobre sexualidad), como puro límite trazado nuestra vida. Nos hemos sometido a amplia manera de a la libertad, es, en nues­ una racionalidad de especificación de tra sociedad al menos, la la sexualidad para los individuos. Los «Quién es el del espejo y form a general de su m edir lo que so­ discursos sobre la mos. El presidente qué hace en nuestra socie­ aceptabilidad»4. Reac­ sexualidad se han cionar ante el poder de nos dice que los convertido en prin­ dad las veces de espejo». estos discursos resulta guerrilleros se com­ cipios de clasifica­ indispensable en nues­ portan como ho­ ción, en una nueva tra huida de ellos. Revelarse ha de ser la mosexuales. Quiere decir que son fe­ form a de h ac er llave definitiva hacia el mundo que está ne­ m eninos, afem inados, ‘poco hom ­ inteligible y ordena­ gado en la casa saturada de espejos. El bres’. El presidente alude al patrón del do el desorden na­ mundo se nos mostrará cuando logremos ‘mero, mero macho’ y a la ausencia tural. hacer de nosotros unos revolucionarios, de él en los guerrilleros. Pretende in­ No es que con el unos subversivos de lo que nos es impues­ sultarlos al decirles que su compor­ surgimiento de nue­ to y nos enceguece tamiento se aleja de lo masculino, de vos discursos sobre lo que vemos en las novelas donde el 1Ver: VERNANT, Jean-Pierre. Sobre el individuo. la sexualidad hayan héroe - protagonista es ‘todo un va­ El individuo en la ciudad. Barcelona. Paidos, 1990. nacido nuevas rón’. Nuestro presidente tiene prejui­ 2 Ver: FOUCAULT, Michel. Historia de la sexua­ sexualidades, no es lidad. La hipótesis represiva. México. Siglo XXI. cios y con ellos pretende gobernar. que hayamos crea­ 1977. Nuestro presidente está en una casa do la homosexuali­ 3 FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad. de espejos que escasamente, en rela­ dad y el sadomasoEl dispositivo de sexualidad. Pág. 96. México. Si­ ción con la moralidad, ha superado el glo XXI. 1977. quismo, ni que ha­ siglo XVIII. Nuestro presidente no ha yam os inventado 4 ídem. Pág. 105. podido salir de la restringida casa de nuevos placeres y espejos de una moralidad conserva­


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Opinión / Las Audiencias Públicas y su gestión administrativa

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Frente a los problemas de imagen que ha tenido el gobierno Uribe, las Audiencias Públicas funcionan como placebo a la crisis, cuyo remedio no se hace efectivo.

El domador de

culebras Por Santiago Giraldo Luque, Ciencia Política

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Ya no es extraño que los sábados y do­ mingos, de mañana de desenguayabe y ante la escasa oferta televisiva de los canales nacionales, tengamos que sometemos a las incansables ansias del presidente por entor­ pecer los procesos de descentralización a través de sus famosos consejos comuna­ les, que entre otras cosas resultan ser una fiel copia de lo que se hacía en la, tan criti­ cada por él mismo, zona de despeje. Nada original, por cierto. Pero dentro de la estrategia mediática uribista, que se cayó por su sobrepeso en las elecciones del 25 de octubre (en donde triunfó la democracia y se derrotó a los vio­ lentos, con declaración del entonces Gene­ ral Mora y todo), las Audiencias Públicas, o como las denomine el Presidente, son un eje fundamental del Gobierno por medio del cual se intenta hacer presencia y ganar legi­ timidad ante los habitantes de los munici­ pios colombianos. Y claro, si los mandata­ rios locales no están realizando sus funcio­ nes, pues que venga papá Alvaro y nos so­ luciones las cosas. En lo que hemos visto, el presidente ha resuelto problemas de desempleo, educa­ ción, salud, vivienda, relaciones maritales y hasta peleas personales. Todos los colom­ bianos quisiéramos estar en una de esas audiencias para que también nos soluciona­ ra nuestros problemitas, ¿o no? Y claro, la gente sale feliz. A cada quien le dijeron lo que quería oír. Las culebras se calman y regresan a sus hogares. Al día si­ guiente, salen a hacer lo que les dijo el pre­ sidente para resolver sus problemas. ¿Y qué pasa? Nada. Más allá de la beca o el crédito que entrega en cada audiencia, el presidente

J J Con lupa hay que ver cada acto político para descubrir sus intencio­ nes verdaderas y sus implicaciones. Foto: Natalia Ramírez, Antropología.

tural. en los municipios no soluciona nada. Lo único que hace es mandar gente al des­ En Colombia no necesitamos mesiapacho del alcalde, al despacho del ge­ nismos políticos. Necesitamos que las co­ rente del Banco Agrario, a la Secretaría munidades tanto locales como regionales de educación municipal, al puesto de empiecen a generar procesos propios, au­ salud o a la iglesia. Por lo demás, con tónomos y autosostenibles. El presidente sus acciones demuestra que está vio­ debe pensar en la política no como un ju e­ lando los procesos de descentralización go en el cual voy por mi país solucionan­ que se ha intentado consolidar en Co­ do problemas particulares. Si el presiden­ lombia a partir de te no realiza acciones 1991. de gobierno y empieza a dem ostrar resulta­ ¿Es bueno que el «Las soluciones están en el dos, sobre todo en la presidente haga prelucha contra el «terro­ sencia nacional? mismo municipio, con los rism o y la co rru p ­ Claro. Pero que no mismos hombres, con los ción», lo que va a te­ haga las veces de ner que contratar no es padre omnipotente mismos trámites». a un economista como que todo lo puede y ministro. Va a tener que todo lo soluciona, realizar cursos con cuando sabem os David Copperfield, porque los colombianos que las soluciones están en el mismo mu­ han empezado a despertar del encanta­ nicipio, con los mismos hombres, con los miento mediático en el que se encontra­ mismos trámites. ban. Los procesos municipales y nacio­ Y tal vez es el mismo exceso mediáti­ nales de representación se han visto se­ co el que le ha traído problemas. El show riamente afectados por las decisiones del ex ministro Londoño, el combate a que el presidente ha tomado en los fa­ muerte entre Mindefensa y las Fuerzas mosos consejos. Si los procesos de des­ Militares, los escándalos de robos de di­ centralización y de representación, tan nero de personas de confianza, la extre­ claros dentro de los principios constitu­ ma propaganda del referendo ¡con Gran cionales, no son impulsados desde la hermano incluido!, en fin. Tal vez Uribe misma presidencia, es imposible que se ni siquiera necesite a Copperfield, si logra consoliden engranajes comunitarios de encontrar un buen asesor de im agenJJ acción política, social, económica y cul­


Análisis / El negocio del café está en manos de multinacionales

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A pesar de produ­ cir el mejor café del mundo, Colom­ bia está lejos del liderazgo en el mercado.

La triste si/<

!• El campo colombiano traba­ ja para que las ganancias queden en los bolsillos de las multinaciona­ les. Imagen del video argumental El pacto, realiza­ do por el IECO de

del café C olom bia estamos subsidiando a las grandes multi­ nacionales procesadoras de café. Durante los últimos diez años los cafe­ Mientras se presentaba la debacle de los teros colombianos y sus instituciones han países productores del grano, en el mundo pasado un trago amargo tras otro: el precio se consolidaba la multinacional Starbucks, del café, en términos reales, está en su va­ una especie de McDonald’s del café. Así, lor más bajo de los últimos cien años; la los verdaderos cafeteros son las multina­ cosecha nacional se redujo a casi la mitad; cionales. Llamamos cafeteros porque ex­ de la Flota Mercante Grancolombiana -otroportamos café es como calificamos de vi­ ra la principal empresa de los cafeteros y nícolas porque exportamos uvas. Los ver­ del país- ya no queda ni una chalupa y no daderos negocios del café y del vino están tiene recursos para pagar las pensiones; la del grano y de la uva en adelante. zona cafetera está siendo invadida por culti­ En las Lecturas Dominicales del diario El vos de coca; el Bancafé pasó al poder del Tiempo, el 24 de noviembre de 2002, Fabio Estado; el Fondo Nacional del Café tiene el Echeverri Correa, ex presidente de la Andi y déficit más grande de su historia que supera asesor presidencial, manifestaba: «Nunca lui­ los 300.000 millones de pesos. Como si esto mos capaces de dale valor real (al café). No, no fuera bastante, Colombia dejó de ser el seguimos exportando para que otros lo tos­ segundo productor mundial del grano, el taran, otros lo benefi­ puesto ahora lo ocu­ ciaran, otros lo empa­ pa Vietnam. «Si no podemos darle valor caran y lo comerciali­ M ien tras todo y otros se lucra­ agregado a nuestro primer zaran esto sucedía, al otro ran. ¿Ese fue un fraca­ lado de la cadena producto de exportación so de la Federación? Sí, productiva, las em­ para qué hablamos de in­ un fracaso total». presas multinaciona­ Nuestro destino no les que procesan y dustrializara os». debe seguir siendo ser comercializan el gra­ simples suministrado­ no están viviendo su res de materia prima. ¿Si no podemos darle época dorada. En EE.UU. y el resto de los valor agregado a nuestro primer producto países desarrollados ha caído el precio del de exportación para qué hablamos de in­ café en los supermercados mucho menos dustrializamos, de salir del subdesarrollo? de lo que cayó para los agricultores. Las Tenemos la tecnología para procesar el grandes procesadoras y comercializadoras café y también profesionales expertos en como Procter & Gamble Co., Kraft Foods comercialización; lo que nos falta es deci­ Inc, Phillip Morris Co. Sara Lee Corp y sión política que fomente la industria cafe­ Nestlé, que controlan el 40 por ciento del tera como un propósito nacional. ¿Por qué café del mundo, están comprando grano no seguir el ejemplo de Cuba y su tabaco? por debajo del costo de producción que se Como bien se sabe Cuba produce el mejor calcula en 0.80 dólares por libra. La libra tabaco en rama del mundo y ellos sí lo lle­ de café colombiano en el 2002 se cotizó en van hasta el producto final: el famosísimo promedio a 0.65 dólares. Los colombianos Por Guillermo Pulido M., Economía

2 Sudando por el estan­ camiento del sector están los cafeteros colombianos mientras que las multinacio­ nales le sacan todo el sabor al café.

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habano cubano. Colombia, produciendo el mejor café del mundo, no ha sido capaz de venderlo procesado. El negocio se lo he­ mos dejado a otros. Nuestra Federación de Cafeteros se in­ volucró en otros negocios que no estaban muy bien relacionados con la cadena pro­ ductiva: barcos, bancos, seguros, que a la postre resultaron un com pleto fracaso. Ahora, tímidamente, se ha incursionado con las Tiendas Juan Valdez para hacerle com­ petencia a la multinacional Starbucks. Este año se piensa inaugurar seis tien­ das mientras que Starbucks tiene más de 6.000 puestos de café en el mundo. Al paso de seis tiendas por año tardaremos mil años para equiparar fuerzas. También se ha re­ lanzado, por parte de la Federación, el Café Buendía con el objeto de incursionar en los mercados mundiales. Sin embargo, estas nuevas acciones de la Federación no han tenido el suficiente despliegue y cubrimiento de medios. Y el Cáncer no se puede curar con curitasJJ


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Opinión / Notas sobre ia dominación mediática

G 6 OD0111Íca V - -

neoliberalismo

La geopolítica mundial rara vez se ha ‘reorganizado’en ausencia de la aplicación de ejercicios de dominación y engaño, como una guerra.

Por Luis Fernando Medina L., Ingeniería Fotos: Natalia Ramírez, Antropología

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Ante la imposibilidad o inutilidad de usar medios bélicos, se logra dominar un territorio mediante el control de las ideas ' de sus habitantes, a manera de guerra fría, como extensión del desprecio que cada país, región o persona siente por la ideología y forma de vida de otro o de la suya propia, esto, respaldado por la imposición gradual de modelos mentales: territorio, mundo, vida, bienestar, comportamientos aceptados, feli­ cidad y tristeza, bien y mal, amigo y enemi­ go, terrorista y benefactor, triunfo y derrota. Tras las evidentes (a veces no tanto para muchos) ineptitudes del sistema capitalista neoliberal para satisfacer las necesidades de los habitantes del planeta, de manera sustentable y justa, sin alterar el equilibrio na­ tural, se hace necesario inventar guerras, prepararlas y legitimarlas. Al parecer, al sis­ tema capitalista no le interesa cuántas muer­ tes cuesta la recuperación de sus metas e indicadores y pretende ocultar que las ne­ cesidades humanas no coinciden con las necesidades del capital. Para el capitalismo neoliberal, los con­ ceptos económicos (productividad, competitividad, interés, utilidad) prevalecen so­ bre lo humano; hoy están quizá en su pun­ to máximo, y antes de comenzar a descen­ der (por su propio peso) se pretende agili­ zar esa carrera hacia la frustración y des­ aparición de pueblos enteros a través de las armas, el desprestigio geopolítico inducido mediáticamente, la imposición de estánda­ res y modos de vida ajenos que sojuzgan la libertad de las comunidades, e incluso la búsqueda inhumana, irracional e insosteni­ ble del cumplimiento de umbrales e indica­ dores m acroeconóm icos, que muy lejos están de ser indicadores de desarrollo. Los componentes ambiental, social, cultural y político de la vida no resisten los análisis y las proyecciones financieras de la sociedad del consumo y la inequidad. Los avances en ciencia y tecnología han sido impulsados por el afán de dominio

lución es volver a compartir. pseudopolítico, económico y militar como soporte del sistema de producción y de flujo Si se utilizan ‘métodos pacíficos’ (ausen­ de recursos. Se emplea la tecnología bélica cia de armas y estrategias bélicas convencio­ para ganar posiciones geoestratégicas y la nales) se aliena lo público (mediante el cam­ tecnología de comunicaciones para garan­ bio del discurso esencial y la parametrización) tizar aceptación, apoyo y continuidad polí­ y posteriormente se suaviza (se estigmatiza tica. Gracias a la revolución digital hoy pode­ llevándolo a la condición de ghetto, o se cali­ mos ser una comunidad de actores privados fica de ‘arte’ para elitizarlo) atrapándolo en la inmersa en el ciberespacio de lo público. Pero lógica del mercado, mi­ paradójicamente los gran­ nimizando o extinguien­ des intereses promueven el impacto socio po­ «Al sistema capitalista no do tecnológicamente nues­ lítico de movimientos al­ tro aislamiento y nuestra le interesa cuántas muer­ ternativos, sus interac­ soledad; aislamiento fren­ tes cuestan sus metas e ciones y líneas de fuga. te a nuestro universo cer­ La economía políti­ cano, nuestra naturaleza; indicadores». ca de los medios de co­ soledad dibujada en la municación se funda­ búsqueda de sentidos y menta en la parametrización de las ideas y en realizaciones individuales sin contar siquiera la descalificación y/o ridiculización de revo­ con nosotros mismos. luciones ‘subversivas’. Se estandarizan las Lo hemos vivido desde hace tiempo: la ideas para generar impactos deseados, so­ capacitación y el entrenamiento -ausencia de ciedades alienables con respuestas pronoseducación-, los medios masivos de desinfor­ ticables, libres de resistencias sociales. Las mación -en vez de culturas críticas-, la con­ concepciones territoriales eliminan las vi­ cepción del triunfo individual otorgado a quien siones culturales ancestrales o alternativas, venza en múltiples escenarios de contienda, extrañas y lejanas a la concepción mercanhaciendo caso omiso de los sentimientos del tilista, favoreciendo las rupturas sociales y opuesto -cuando urge siempre la generacionales estratégicas y la castración exaltación de valores y dignidad hu­ de conceptos emancipadores. mana de comunidades, etnias, cul­ Como resultado de todo el proceso se turas, en convivencia pacífica, sospretende crear una sociedad obediente mas tenible, armónica y solidaria. no crítica: permite y cumple modelos y pla­ Los métodos para polarizar, ato­ nes de ‘desarrollo’, y en sus capacidades mizar esfuerzos, disgregar ideales no está el cuestionar lo impuesto, para plan­ y aplastar luchas sociales han sido tear soluciones alternativas que beneficien muy variados y astutos. El neoli­ a todos. Hoy conviven dos extremos para­ beralismo niega y elimina toda po­ dójicos: el de la opulenta y soberbia socie­ sibilidad de referentes solidarios en dad mercantilizada (que gesta los escena­ las sociedades. Ahora se nos dice rios de guerra) y el de la soñadora y siem­ que debemos competir, cuando ante pre constructora de ideales y utopías so­ las coyunturas derivadas de las fa­ ciedad de la esperanza (que los transforma llas estructurales del sistema la so­ en escenarios de paz) J J


Análisis / El ALCA en Colombia y sus reper­ cusiones en la economía agraria

P o l ít ic a

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El gobierno no parece preocupado por las implicaciones de una polí­ tica de libre comercio, que ya causó crisis en la eco­ nomía mexicana. Por Mesa Agraria UN, grupo de trabajo* La inclusión de Colombia en un área de libre comercio ha estado marcada, en­ tre otras cosas, por un desconocimiento de las reflexiones generadas por diversos sectores sociales del país, preocupados y afectados por dicho suceso. Las consecuencias de estos tratados ya se hicieron evidentes en México. Su eco­ nomía se encuentra devastada tras ocho años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El secreta­ rio de Agricultura, Javier Usabiaga, reco­ noció recientemente: «estuvo mal negocia­ do, no se defendió adecuadamente al sec­ tor agropecuario». Pero en ese momento el inicio de la ‘integración’ económica con los Estados Unidos tuvo el consenso de quienes se fueron de boca con el salinismo. Sólo organizaciones campesinas in­ dependientes, el Frente Democrático Cam­ pesino en Chihuahua y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas, se atrevieron a criticar la utopía librecambis­ ta de Salinas. EL TLCAN ha incrementa­ do las importaciones agroalimentarias: de tener, en 1995, un superávit en su balanza agroalimentaria de 581 millones de dóla­ res, México pasó, en 2001, a un déficit de 2148 millones. En nuestro país el malestar originado por el aumento de las importaciones, la especialización en monocultivos de pro­ ductos exóticos y la dependencia del com­ portamiento del mercado es desconocido. O aún peor, es considerado como el pro­ ducto de errores domésticos en la aplica­ ción del modelo neoliberal que serán co­ rregidos con la instrucción metodológica del ALCA. La dinámica de los mercados agríco­ las ya se hizo evidente con la revolución

y soberanía alimentaria pesina, desplazada por esa visión unilateral verde, otra política "mude in USA que con­ y excluyente del acervo agrario cultural: uso dicionó a los países latinoamericanos a rea­ de semillas adaptadas a las condiciones lo­ lizar la producción agrícola en condiciones cales particulares, técnicas tradicionales de de ‘alta tecnología’ con gran exigencia de producción. Es así como muchos campe­ maquinaria, insumos químicos y semillas sinos tuvieron que convertirse en jornale­ mejoradas. Se pretendía obtener produc­ ros u obreros agroindustriales para poder tos agrícolas de mejor calidad, con una asegurar su subsistencia y la de sus fami­ mayor productividad y aptos para compe­ lias: mano de obra barata garantizada por la tir en el mercado mundial. Por supuesto, la política agraria. mayor parte de los pro­ ductores agrícolas no La apertura econó­ contaba con los recur­ «Muchos campesinos tuvie­ mica de los noventa em­ sos necesarios para peoró la condición del efectuar tal ‘revolu­ ron que convertirse en jor­ campo por cuanto puso ción’ en su actividad. naleros u obreros agroin­ a competir los productos Sin embargo, aparecie­ agrícolas producidos en ron las formas de cré­ dustriales para poder ase­ el país con los extranje­ dito para ayudarles a gurar su subsistencia». ros que, con menos ba­ ‘progresar’. Aunque rreras arancelarias, des­ en un principio los re­ plazaron paulatinamente a los primeros y, sultados fueron buenos, los campesinos vie­ por esta vía, desestimularon su producción. ron cómo paulatinamente sus tierras se fue­ Tal fue el caso del maíz. ron tomando estériles, producto del empleo Con estos antecedentes expuestos te­ de los insumos químicos que les vendió la nemos que pensar en la forma de proteger revolución verde y de los cuales se volvie­ a la agricultura latinoamericana tradicional ron cada vez más dependientes. campesina de los modelos económicos que Se consolidó una transnacionalización niegan la soberanía y aumentan la depen­ agroindustrial en la que Latinoamérica im­ dencia en dos direcciones: pérdida del acer­ porta bienes de capital y tecnología para vo agrario cultural y desarticulación del poder formar mercados regionales con ex­ campesino como pequeño productor de los cedentes agrícolas. Este nuevo proceso mercados tradicionales locales regionales. modificó el funcionamiento de la estructu­ Es allí, en lo local, donde se construye co­ ra agraria, reduciendo las ganancias del pe­ munidad y donde es necesario aumentar la queño productor primario con respecto a autonomía tanto en lo productivo como en los demás participantes de la producción y las relaciones con el mercado. ¿Tienen los el mercado agroindustrial, aumentado las Estados latinoamericanos la capacidad y el relaciones de dependencia. interés de participar en esta tarea o son un obstáculo más que los campesinos deben La acelerada tasa de acumulación se afrontarJJ hizo evidente a costa de la producción agrí­ cola artesanal practicada por la familia cam­ *mesaagrariaun@hotmail.com

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J ] El maíz fue uno de los sectores que se vio perjudi­ cado por la apertura de los años 90. Fotos: Natalia Ramírez, Antropología.

ALCA


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D epo rtes

Crónica / Escalada en la UN J J Esfuerzo y concentra­ ción son los principales requisitos de la escalada. Fotos: Francy Carranza, Club de Escalada UN.

Adrenalina, esfuerzo y senti­ do de grupo caracterizan la práctica de la Escalada. Im­ portantes éxitos han recogi­ do en esta disciplina los de­ portistas de la UN.

Emoción hecha deporte dependiente. Cuando se practica ruta o blo­ que, la seguridad depende también de quién te está cuidando la espalda (como se le lla­ / Váyale!, ¡ Váyale! Es el grito unánime, ma en el medio, al hecho de proteger lá vida cada vez que un encuentro de escaladores del que se esta encaramando). Es un ejer­ tiene lugar. No es para menos, cada movi­ cicio de conocimiento y crecimiento con el miento, cada vez que se despliega la ambi­ otro. Poner en riesgo la vida, te enseña a ción en busca de la siguiente presa de qué quererla; estrechando con ello los lazos de agarrarse, en el fuerte deseo de seguir avan­ amistad». Es lo que Javier Cárdenas, ‘El zando sobre la pared a través de una ruta Chuleto’, integrante de la selección, siente señalada, vibra hasta la última fibra del cuer­ hacia la práctica de po. Se toca el ser esta disciplina de­ de una em oción portiva. que anima a conti­ nuar, m ientras la Sí señores, las «¡Si la cojo, la agarro! Es el concurrencia acla­ se n sa c io n e s que conmovedor conjuro de salva­ sin secreto guarda ma un acto más de destreza. este deporte deja­ ción que invoca un escalador rían a más de uno «La escalada es mientras va cayendo». pegado del techo, un deporte d ife ­ aunque no fuera un rente, es muy per­ escalador de trasonal a la vez que

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Por Miguel Abella, Filología

J J A mayor entre­ namiento, mayo­ res posibilidades de éxito para los deportistas. El muro del Polideportivo y la cuerda son buenas opciones.


Crónica / Escalada en la UN Foto: Christian G. Castillo, Diseño Gráfico.

D e p o r te s

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»• Foto: Francy Carranza, Club de Escalada UN.

dicionamiento físico previo, en un esque­ ma de trabajo concienzudo, y, dicho siste­ ma será garantía de un semillero perma­ nente de escaladores. Para Óscar, un espacio apropiado para la práctica es indispensable puesto que la verdadera competencia del escalador es consigo mismo. «Al comienzo hay cosas que son lentas para el practicante pero, poco a poco, va alcanzando la dinámica del arte, la exigencia requerida de control corporal y todas las demás mañas y técnicas que hacen este deporte tan atractivo visualmen­ te». Un espectáculo que actualmente pue­ de ser practicado en diferentes sitios. La actividad está moviéndose ampliamente en múltiples espacios de la ciudad. Así pues, no se puede uno quedar con los brazos cruzados, porque si hay algo que no permite la escalada es justamente eso. ¡Váyale!, ¡Váyale!, me animaban J J Caer es el riesgo para quie­ nes practican este deporte.

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¿C uál

es tu o e p o r te ?

G a n a a d e p t o s . C u é n t a l e a l a c o m u n id a d u n iv e r s it a r ia a c e r c a d e l a s a c t iv id a d e s q u e s e e s t á n d e s a r r o l l a n d o e n e l C a m p u s .

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recha). Vengan y júzguenlo ustedes mis­ yectoria. Déjenme contarles, que la Univer­ mos. sidad Nacional fue pionera en esta práctica deportiva y entre los nombres de quienes «La escalada me desestresa, hace parte pasaron por la memoria de sus orígenes y de mí. Además, el grupo que está ahora es de su muro, están algunos de los más des­ más abierto, permite que nos formemos tacados a nivel nacional. Hoy se observan constantemente como personas, como se­ nombres de integrantes de nuestra selec­ res humanos», cuenta efusivamente Leyla ción entre los primeros puestos del cons­ Johana Cárdenas (sin sobrenom bre por tantemente renovado escalafón nacional. ahora), integrante de la selección. ¡Si la cojo, la agarro! Es el conmovedor Hasta aquí, no he contado lo más tene­ conjuro de salvación broso. Algunos inte­ que invoca un escala­ grantes del misterioso dor mientras va cayen­ de la ‘lagartija’, Cada vez más estudiantes club do en las (afortunada­ im presa en la parte mente dispuestas) col­ trasera de sus cam i­ de ambos sexos se conta­ chonetas azules, claro setas, decidieron ha­ gian de la adrenalina y la cer que alg u n o de sus la práctica de di­ ‘cuates’ está tras él, en cha disciplina aún más salud de este deporte. signo de protección del extrema. Instalan te­ irrenovable recurso, la larañas para provocar vida. la caída de alguna nueva chica en sus vie­ jas redes. Buscan cualquier presa de qué Misteriosamente, todos estos hombres agarrarse. y mujeres han venido adquiriendo una cier­ ta fama de clandestinos entre la comunidad Pero dejando las intimidades a un lado, deportiva. Las razones para ello no son es cierto que la práctica de la escalada si­ pocas: portan polvos, al parecer mágicos, gue llamando la atención de muchos y mu­ se reúnen habitualmente al caer del dia, to­ chas, en los distintos cursos que ofrece la dos sin excepción, parecen sacados de una División de Deportes. mala copia de El hombre araña y, como si Por otro lado, entre las cosas que urge fuera poco, su sitio de reunión lo llaman ‘la al club mejorar, está la ventilación de la fre­ cueva’ (Polideportivo, entrada a mano de­ cuentemente visitada ‘c u e v a ’. Por esto, señala Óscar, el en­ trenador de la selec­ ción, que un espacio ap ro p ia d o para la práctica es la princi­ pal dificultad que se enfrenta en este mo­ mento. Se necesita 2 «Sin miedo a caer», pare­ más espacio, la cons­ ce ser el lema trucción de un gran una vez se ha m uro, para que la asumido la continuidad del tra­ práctica. bajo se vea. Puesto que se viene hacien­ do énfasis en el acon-


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D e p o r te s

Por Elizabeth Oviedo, Economía

Crónica / Mi ingreso al fútbol femenino universitario En un encuentro de banquitas entre

Después de deambular por el campus Nitrato de metilo y Farracia una jugadora Universitario durante la primera mitad del de provincia se vinculó al fútbol semestre y casi con la esperanza perdida entre la Economía y la Contabilidad, lo encontré. Las múltiples desilusiones y el tiempo habían servido para ir secando las lágrimas que la soledad me había echado a hurtadillas en una maleta que traía des­ de mi tierra calentana. Era miércoles, como todos los miér­ coles alegres de universidad, en que unos se alegran porque hasta ahora es mitad de semana y aún se pueden hacer mu­ chas cosas en la academia y otros se ale­ gran porque -como dicen las emisorasya se va acabar la semana y viene el «juernes». Lo vi desde la cafetería de Medici­ na Veterinaria y Zootecnia. Había más per­ sonas a su alrededor de las que yo podía imaginar que lo rodearan. Muchos aplau­ dían, otros reían, algunos desocupados simplemente disfrutaban un momento más de tenerlo presente, pero todos querían verlo. Me acerqué para comprobar que lo que se disfrutaba en la cancha de Farma­ cia era el primer espectáculo de fútbol femenino que vería en la Universidad: en un parqueadero adecuado con líneas blan­ cas en el piso y dos matemáticas en la cual no arcos que se guarda­ iba muy bien que digamos ban al terminar los par«Yo cerraba solo para asistir al entrena­ tidos. Em ulando un miento para ver si de pron­ los ojos gran estadio, diez juga­ to era aceptada. La clase de me conocía aunque tampoco en la mía. Mi doras perdían toda fi­ Economía Colombiana era para imaginarme primer partido con el equipo Farracia lo neza y se enfrentaban la más agradable de primer jugué con un pantalón de sudadera que me luciendo competitivamente sin semestre; el profesor era el abochornaba terriblemente y los tenis de importar los descaches encargado de ‘abrimos’ los uno de los hinchas del mencionado y, más una camiseta y errores cometidos ojos frente a la verdadera adelante, glorioso equipo. de la selección por torpeza. situación de pobreza de Con los seis goles que marqué en el pri­ nuestro país; de cuando en — No im porta si nacional». mer tiempo, el ‘improvisado técnico’ de cuando yo los cerraba para son banquitas, al fin Nitrato de Metilo recordó mi cara y la in­ imaginarme luciendo una podré jugar en la Uni­ significante conversación que sostuvo con­ camiseta de la selección nacional, para de­ versidad — pensé. A pesar de no conocer a migo una semana antes. Las jugadoras que mostrar que aunque fuera en el ámbito de­ nadie, me acerqué para solicitar informa­ se encontraban en laboratorio comenzaron portivo podíamos llegar a ser tan ricos como ción sobre los inestables y poco técnicos a llegar: algunas con cara de incredulidad en geografía. equipos. Ante un fanático estudiante que otras con cara de satisfacción, recibían las improvisaba ser el ‘técnico’ de Nitrato de El martes siguiente mientras recorría la noticias de la goleada que le estábamos pro­ Metilo, me presenté con mi experiencia pinando al mejor equipo del campeonato. facultad de Ciencias escuché la algarabía deportiva provinciana con el fin de im­ del Nitrato de Metilo que se dirigía a la im­ Los veinte (20) minutos del segundo tiem­ presionarlo y pedirle que me diera la opor­ po parecían un límite de n con n tendiendo provisada cancha de banquitas: parecía que tunidad de jugar. La respuesta de Marce­ las jugadoras del otro equipo no iban a es­ al infinito. Afortunadamente también llega­ lo Bielsa pudo haber sido más amable: tar completas pues estaban en laboratorio. ron los otros cuatro goles de mi pie, dando «Necesitamos verla en un entrenamien­ una razón de diez goles en cuarenta minu­ — Sólo tienen tres jugadoras — decía el to, hay uno el jueves, después de eso, en tos (10/40), todo por uno (1). O mejor, una. ‘improvisado técnico’— . «Es seguro que una reunión con todo el equipo veremos Una jugadora improvisada que no dejó una ganaremos el partido por W», agregaba una si puedes ser aceptada». clase fija de matemáticas por un improvi­ jugadora. sado entrenamiento. Todo esto daba mi pri­ Más que la indignación por las drásti­ Impulsada por la curiosidad los seguí mer cien (100) de aplausos para la colec­ cas palabras, me invadió el sentimiento hasta la cancha. Ante la desesperación del ción de los miles (1.000) que recibiría en la de desprecio por aquel torneo, de solo otro equipo, me ofrecí en un gran sacrifi­ selección de la Universidad J J pensar que debía sacrificar una clase de cio. Al fin y al cabo en esa facultad nadie

Entre números y

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goles

P a r a A r t is t a s E n v ía im á g e n e s d e t u s o b r a s ( e s c u l t u r a s , in s t a l a c io n e s , PINTURAS, ETC.) A UNCONTEXTO@YAHOO.COM PARA PUBLICARLAS EN LA SECCIÓN GALERÍA.


Propuesta / Creación de escuela de Artes Escénicas

V id a U n iv e r s ita r ia

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La Universidad Nacional, de la misma form a que el resto del aparato educativo nacional, está en deuda con el país en el campo de las Artes Escénicas. Estamos en mora de propiciar la creación de una escuela en ese campo.

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Por amor al arte Texto y fotos por Luis Daniel Abril, Artes Plásticas

ticas. Sería posible crear la Facultad de Ar­ quitectura y Diseño que concentrara a las tres primeras escuelas por su afinidad en cuanto a la creación aplicada. La Facultad de Artes agruparía a las otras cuatro más un quinto elemento que sería la escuela de Artes escénicas, la cual podría contar con tres líneas de profundización: Actuación, Dirección y Danza Contemporánea. Esta última es la cenicienta entre cenicientas, pues en Bogotá, mientras existen seis pro­ gramas profesionales de Artes Plásticas y siete de Música, de Danza hay, da vergüenza decirlo, apenas uno. Los costos de esta iniciativa son com­ parativamente bajos. Como se deriva de la Ley General de Educación, los títulos de m aestro, en este caso M aestro en Artes Escénicas, sólo exigen una duración de cua­ tro años. En cambio los beneficios podrían ser bastante altos. Dada la afinidad de las Artes Escénicas con las Plásticas y con Cine y Televisión, hay materias comunes como His­ toria del Arte, Dramaturgia y Dirección de A=ctores. Por otro lado, los estudiantes de Cine contarían con los estudiantes de ac­ tuación para la realización de sus traba­ jos arguméntales y los estudiantes de Ac­ tuación tendrían la posibilidad única en el país de relacionarse desde la escuela con el lenguaje audiovisual. La UN debe entender la importan­ cia del arte en todas sus dimensiones. Una sociedad como la nuestra que se encuentra en construcción no debe desestimar las manifestaciones cultu­ rales como verdaderos ejes en la for­ mación de un pensamiento autónomo y adecuado. El pasado Festival Ibero­ americano, así como el Festival Off, pueden estimular nuestra comprensión de lo escénico como un medio perti­ nente y comprometido para investigar nuestra propia vida como naciónJQ

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Luego de ver Protagonistas de Novela, en la sociedad colombiana se ha acentuado una idea: ser artista es fácil. La gente cree que los oficios relacionados con el arte son cuestión de pasatiempos, que hacerse ac­ tor sólo requiere de unas semanas de estu­ dios y un culo espectacular. En estos realities le venden la idea al fascinado público de que el arte es 90 por ciento talento y 10 por ciento trabajo, cuando la realidad es opuesta. Cualquier actor sabe que es bas­ tante quitasueño el hecho de lanzarse a es­ tudiar una carrera que no cuenta con reco­ nocimiento social y que, además, no pro­ mete millonadas, porque el teatro (a no ser el ‘tiatro’ de Fanny) no las proporciona. Tal vez por eso, Colombia registra un alto déficit en formación escénica. Si se analiza la situación local se encontrará que en Bogotá existe sólo una carrera profesio­ nal, ofrecida por la Academia Superior de Artes de Bogotá. La Universidad Pedagó­ gica Nacional abrió hace tres años el programa de teatro, pero hay que te­ ner claro que se trata de una licencia­ tura. A nivel privado sólo existe una carrera profesional de artes escéni­ cas en la Universidad El Bosque, la cual es aún incipiente. Aparte de es­ tos programas se encuentra el de la Escuela Teatro Libre, que es uno de los más antiguos y sólidos del país, sin embargo, no cuenta con aproba­ ción oficial como ente universitario, lo que impide que sus estudiantes pue­ dan aplicar a los créditos del Icetex, becas y programas de postgrado. Ahora bien, el proceso que se re­ quiere para abrir un programa nuevo en cualquier universidad es largo y complejo, pero en la Universidad Na­ cional sería una tarea de titanes. Apar­

te de los estudios pertinentes, está toda la oposición que genera en ciertos ámbitos el aumento de la planta docente, sin hablar de la burocracia. No exagero, basta mirar el anquilosamiento que envuelve a algunas fa­ cultades; cuando se crean nuevas carreras estas corren el riesgo de no desarrollarse por la sombra que le generan otras como ocurre con Literatura frente a Sociología, o Ciencia Política amén de la carrera de De­ recho. En la Universidad, las transforma­ ciones se dan de una forma lentísima pues hay quienes se sienten dueños de pequeños feudos y no están dispuestos a sacrificar­ los para que las cosas evolucionen. Proponer la creación de una Escuela de Artes Escénicas significaría una broma para quienes se encuentren dentro de una lógica mercantilista. Sin embargo, si soñar aún se nos permite, me gustaría imaginar que se estudie seriamente esa posibilidad en la UN. En la facultad de Artes se concentran siete escuelas: Diseño Industrial, Diseño Gráfico, Arquitectura, Cine y Televisión, Música, Música Instrumental y Artes Plás­


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El Pasquín

V id a U n iv e r s it a r ia

La Coordinadora de la emancipación de las Vacas: La Vaca que ríe, por tratarse de una organización de carácter maoísta ob­ serva con cierto recelo, aunque con elevado opti­ mismo, las transformaciones democráticas que el momento histórico actual depara para los colom­ bianos. Pero de igual forma la Coordinadora, por tratarse de un colectivo Troskista, ve inocuos los esfuerzos locales si no se articulan a una lucha internacional más comprometida. Por ello, y dado que la Coordinadora es eminentemente Guevarista, aboga y apuesta por una comu­ nión más entrañable entre los movimien­ tos sociales latinoamericanos. Pero te­ niendo en cuenta que la Coordinadora es un colectivo libertario de carácter ho­ rizontal construido sobre una estructura leninista de centralismo democrático, actualmente se pre­ senta, para esperanza de los desposeídos y pie de apoyo pa’ los desorganizados y escampadero de los mamados con lo de siempre, como la verdadera estructura maoísta lista para abanderar la revolu­ ción mundial, pues cree a pie juntillas que nos encontramos en el estado de lucha más avanzado, lo que nos hace, con infinita humildad y modestia, autodenominamos la vanguardia de las reivindica­ ciones más atravesadas del pueblo colombiano. Para lograr ello, y siendo consecuentes con nues-

tro histórico legado camilista, so­ mos amigos de todos pero más de nosotros mismos que de todos, iara no equivocar el camino correcto y seguir las íneas trazadas por nuestra Cuarta Conferencia Nacional, donde rescatando nuestro profundo es­ píritu nacionalista afinamos un poco las líneas estéticas de la retórica bolivariana pa’ convencer incautos. Para no quedamos en discusiones vanas, y acomodamos a los nuevos e in­ teresantes retos actuales de nues­ tra sociedad, de nuestros coque­ teos con los Social Cretinos po­ demos rescatar nuestro apoyo al Polo Democrático Electorero, y al camaleón del ex sindicalista, ex comunista, ex candidato presidencial y, hoy por hoy, serpista: Lucho «al son que me toquen bai­ lo» Garzón. Sin negar, eso sí, nuestra esperanza para que el Frente Social y Político deje de ser una sigla y sirva pa’ algo. Todo esto lo vamos a exponer en el próximo paseo de olla que arme PACEU pa’ cogerles la caña en el cuento de la unidad que empezaron a cocinar. Porque fuera de chistes, y a todo cuento, si todos quieren lo mis­ mo, hacen lo mismo y dicen lo mismo, cocinan en la misma olla pero comen en distinto plato, es porque como diría Lenin en 1914 «Camarada Plejanov: la estamos cagando».

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4 U 0 H ?+a Por El Desparchao La respuesta a la histórica duda que ron­ da los pasillos de la Universidad acerca de por qué diablos es tan jodido cuadrar cualquier trabajo en grupo, o peor, intergrupos, no requirió sesudos análisis estratégicos de táctica activista me­ todológica para hallar su explicación en una sencilla investigación semántica que inició un amigo euro­ peo, marxista por convicción y titiritero de profe­ sión, al preguntarse por qué diablos cuando su com­ pañera le dice «ahorita caigo en tu casa», llega seis horas después como si nada. He aquí, pues, la pri­ mera contribución seria de El Pasquín a la ciencia social colombiana, digno tema para una tesis de gra­ do o articulo de domingo en el periódico (que últi­ mamente vienen a ser lo mismo, porque hay unas tesis que perfectamente pueden ser tema de la sec­ ción light de cualquier periódico).

UN conTEXTO

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L a d ia lé c tic a d e l a h o rita

Decía el amigo titiritero «es que es más difícil que dejar de fumar o entender el ' capítulo XXIII del Tercer Tomo de E l Ca­ p ita l que comprender a los colombianos cuando dicen ahorita». Entonces, se pregunta El Pasquín: ¿qué significa ahorita realmente?, ¿es una categoría de tiempo real o solo imaginaria? El aho­ rita es una variable temporal que, como diría Güever, «indica un variable compromiso del actor hacia la actividad que orienta su acción» (Economía y Sociedad. Tomo I Pag. 23), o como quien dice: el que dice «ahorita» a lo mejor se le dé la gana hacer o no lo que dice: «sí, ahorita le caigo, parce». Ahorita hago tal cosa llave o ahorita le dejo en la cafetería la carpeta con sus copias, compañera. En segundo lugar, el ahorita encam a una variable amplitud del tiempo que oscila entre un mínimo dos horas y un máximo indeterminado. Cuando una nena dice «ahorita le llevó el libro que me prestó», llega con el libro (si es que decide llegar) en un plazo no m enor a dos horas y a lo peor tres días después cuando la multa en la biblioteca as­ ciende a cuatro salarios mínimos legales vigentes. Es decir, el ahorita no compromete a nada a nadie. Entender el ‘ahorita’ implica conocer el contexto del sujeto anunciante, es decir, el gato que dice «ahorita tal cosa...». Si uno se encuentra con un amigo que tom a cerveza en un chuzo de la 45 y le dice: «hermano, tenemos que estudiar para el par-

NOS

Por Dulcinea de Beligerante Miércoles 4 de febrero del 2004. Hoy aprendí por qué mi herma­ no Donequis dice tantas, tantas veces en el día: «el que piensa pierde». Por ejemplo cuando mi mami le dice que no sea bocón y también cuando juega conmigo en el atari. Hoy me fui con mi mámi de compras al Carrefur y como mi hermano dice, nos fuimos en ‘Transvideo’: esos buses grandotes y rojos, que andan como gusanos. Mi mami dijo que teníamos afán y que no fuera caprichosa. Yo no quiero ser caprichosa pero es que a mí no me gusta transvideo porque me asusta el ruido de los tacones de las señoras cuando van con afán corriendo sobre el piso ese que rebota un poquito cuando una camina y suena feo y es gris. Y tampoco me gusta que no puedo cantar porque en los transvi­ deos no hay música, y no puedo gritar ni reírme duro porque mi mami dice que gritando molesto a la gente que va callada. Y es que la gente no habla como en la calle o en la casa, habla solo pasitico. Ni siquiera suben de esos señores que le venden a mi mami lápices y cuadernos, y también mam de dulce o con pasas. Yo siempre quiero maní de dulce. O de pasas, pero poquitas veces. Mi mami dice que eso es orden. Pero yo no sé. Yo no sé si en el orden toca estar calladito como en el colegio, ni si nadie puede estar contento y comer m a n í. Entonces hoy cuando estábamos viajando en el transvideo mi mami iba haciendo las cuentas del mercado cuando de golpe dijo que nos íbamos a demorar más llegando a casa porque nos habíamos pasado de estación. Mi mami me explicó que para volver tocaba andar mucho más pues habíamos cogido un transvideo expreso. O sea que casi no para. Mi mami perdió tiempo por andar pensando tanto. Entonces yo creo que si uno va viajando en transvideo no debe pensar.

VÉ M O S ...

cial», el sujeto le responde: «listo, ahorita le caigo en la biblioteca». Un análisis somero del contexto explica inm ediatamente al sujeto oyente que el amigo no va a llegar a la biblioteca, porque «pola mata libro». Pero si uno encuentra a alguien en la biblioteca y se le invita a echar carreta un rato en ‘el Froid’, si responde «ahorita salgo» ese ahorita significa «hermano, déjeme termino de entender a ese m alparido de Lacan y luego (en hora y media) salimos a rajar del psicoanálisis». Finalmente: si uno se acerca a la oficina de estu­ diantes de Ciencia Política y le dice a la gente «com­ pás, ya vamos a salir al carnaval de pintas» allí le contestan «listo compa, ahorita salimos nosotros». ¿Eso qué quiere decir? Que los compañeros, tras sesudos análisis y replanteamientos estratégico po­ líticos han decidido no acudir a la jom ada por con­ siderarla «un ejercicio pequeño burgués aventure­ ro, espontaneista y de un talante tan foquista que no sirve p a ’ mierdas». ¿Acaso dicen no a la jo m a ­ da? No, señor. Apenas dicen «ahorita salimos, com­ pa». Teniendo en cuenta que en la izquierda todo el mundo tiene algo que objetar de todo el mundo, la palabra preferida es «ahorita ¡5 9 tal cosa». ¿Qué fue lo que le dijo Marx a Mfti Vacunim? «Camarada, ahorita le pago la plata que le debo». Marx nunca le pagó a Vakunim el billete, Vakunim quedó rabón y se abrió de la segunda internacional armando un combo de anarquistas. ¿Qué le dijo Stalin a Trotsky cuando Lenin estiró la pata? «Camarada Trotsky, tranquilo que ahorita yo le dejo el puesto a sumercé». ¿Por qué al Palacio de Justicia solo entraron la mitad de los guerrilleros del M-19? Porque el jefe de un co­ mando le dijo a otro: «Listo, compa, ahorita nos vemos en la octava y arrancamos juntos», y como bien se sabe el ahorita es tan maleable que paila, solo la mitad entró al Palacio y pasó lo que pasó. En conclusión: el ahorita no obliga, no comprome­ te y deja entender y prever una am plia gam a y rango de tiempos determinados por el contexto de quien dice «ahorita tales y pascuales». Pero eso no es nada: peor es cuando se cuadra una cita sin hora fija: «veámonos en la tarde y le entrego el libro que usted me sacó de la biblioteca». ¿Qué significa? Que de dos de la tarde a seis y treinta queda uno embalado esperando a la persona con quien ‘cua­ dró la cita’, porque si uno se pierde es tan de malas

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que se gana un regano por no haber estado «en la tarde en la cafetería y muy sala­ do, porque ahora le toca pa­ gar la multa a usted porque fue culpa suya». Peor aún es cuando alguien dice: «Nos vemos la otra semana». Que­ da uno embalado toda la se­ mana esperando el día en que alguien diga «veámonos ma­ ñana en la tarde», y ese día en la tarde alguien dice «lis­ to, ya es la otra semana, ya son horas de la tarde, veá­ monos ahorita...». Y paila. Por eso es que no funciona nada en la universidad, por­ que las vueltas se cuadran en el aire y porque todo el mun­ do saca el cuerpo con el «aho­ rita» o «hablemos la otra se­ mana», cuando entre líneas se leen escabrosas elucubra­ ciones de estrategia política, y la ingenua pereza de la gente que no quiere hacer nada pero no quiere quedar mal. Pero la más olímpica de todas es la de mi amigo El Gordo, medio anarquista él, que dice por teléfono «listo, m añana voy a la universidad» y mis amigas lo esperan hasta muy tarde, porque siempre llega tarde, y cuando lo ven, El Gordo les saca el cuerpo con una frase entre épica y campeona: «yo dije que venía en la tarde, pero no para ver­ m e con ustedes...». Quizá por esas y otras razones, estimado lector y querida lectora, la indisciplina de los grupos y la gente de los grupos, se tire procesos cuando no han nacido, dejen apagar la Universidad y nos tengan a todos esperando el momento en que del «ahorita» pasemos a cosas concretas para todo lo que hay que hacer. Mucho nos queda por aprender de Ja­ guar, el perro tropelero, que al m enor atisbo de movimiento aparece sip chistar, se m am a media asamblea en el León y, a pesar del escarnio público a que ha sido sometido siempre, está listo y pre­ sente presente presente. Así que, ¿Cuándo empe­ zamos a imitarlo? Ahorita.


Cuento / El Ejecutivo

P a la b r A r te

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El Ejecutivo Por Wilson Gutiérrez, Filosofía La belleza de la locura radica en la fuer­ za de su coherencia. El loco se es fiel a sí mismo y esa condición lo salva de la me­ diocridad y la incertidumbre. Se es loco de tiempo completo y sin dudas. La locura es un don de la naturaleza: se recibe, bien sin merecerlo o bien sin pedirlo y, en todo caso, sin saberlo. Se es loco per se. Se dice que: «no existe pueblo sin loco» y eso vale tanto para pueblos como para barrios, total, un barrio no es más que un pueblo incrustado en la ciudad. Mi barrio los recorridos con ayuda de unas tablas de es la CRU, que a su vez está incrustado en control que yo mismo diseñé. Los resulta­ el barrio Centro Nariño, que linda con Takay dos me maravillaron: seguía una rutina exac­ y con el Recuerdo. Este ha sido mi hábitat ta. A las 7:45 pasaba por la carrera 36 con durante los últimos ocho años y aquí co­ 22 rumbo al norte. A las 12:15 meridiano nocí al loco más enigmático del sector: el hacía la ruta contraria y se le volvía a ver a ejecutivo. la 1:45 p.m. de regreso. En la tarde, justo a Realmente no sé si está loco y desco­ las 6:15, hacía la ruta de vuelta, ya con an­ nozco el tema de su locura; no estoy tan dar cansino. Nunca lo vi un sábado o un loco como para hacerle una entrevista. Lo domingo o un lunes festivo, infiero que los que sé es que se le puede ver desde muy dedicaba a mantenimiento. temprano en la mañana, vestido impecable­ A la sexta semana de investigación, en­ mente de paño y corba­ contré una pregunta ta, siempre afeitado y que me perturbaba el bien peinado, caminan­ «La locura es un don de la sueño: ¿Qué clase de do de prisa por las ca­ com bustible utiliza? lles del sector; por el as­ naturaleza: se recibe, bien Con mi libreta de apun­ falto, nunca por los an­ sin merecerlo o bien sin tes en mano y un mapa denes. No dice una sola del sector, señalé las pedirlo». palabra y no hace rui­ posibles estaciones en dos con la boca, pero las cuales podría abas­ estoy casi seguro de que se cree bus, y tecerse y cubrí un perímetro de tres kiló­ obviamente, ‘ejecutivo’. metros desde la base de operaciones, es decir, mi casa. Estación por estación y A simple vista parece un hombre nor­ empleado por empleado iba preguntando mal: zapatos de cuero bien lustrados, ca­ misa blanca recién planchada, chaqueta a por el tipo de combustible que le habían la medida, porte de galán de cine y caminar vendido al automóvil en cuestión. Me con­ testaban con evasivas y algunos se burla­ resuelto. Pero yo, que estudio la condición ban de mi pesquisa. No tuve ningún dato humana, me he dado cuenta que está loco que me sirviera. Entonces, decidí estable­ de atar. cer otro método para resolver mi proble­ Al principio, simplemente lo detallaba ma: la indagación directa. Examinarle el tan­ cuando pasaba frente a mi casa, después lo que, imposible. Revisión de gases, jamás. seguía dos o tres cuadras para deducir al­ Diseñar un mecanismo alterno de inspec­ guna posible ruta; al cabo de algunas se­ ción de combustible me llevó tres meses y manas, trataba de predecir los horarios y

T| Foto:Christian Castillo, Diseño Gráfico.

con resultados desastrosos: nunca pude activar el espectrómetro inalámbrico de combustión. Otro dato que tampoco pude obtener fue el de la restricción de pico y placa, dado que no encontré registro numérico alguno en las 47 fotografías que revisé durante los ocho días que duró el trabajo en este cam­ po. En el transcurso de esa semana, mi ex compañero de apartamento, José, decidió cambiar de residencia; creo que no pudo soportar la prohibición de ingreso al cuarto oscuro, donde revelaba las fotos (bueno, olvidaba mencionar que el cuarto oscuro también oficiaba como baño). Sobre el final de mi indagación y tratan­ do de responder a la pregunta «dónde esta­ ciona», me abandonó la novia. No había­ mos vuelto a salir, no contestaba sus lla­ madas, no le abría la puerta cuando estaba en el cuarto oscuro, no le respondía los mensajes que me dejaba en el casillero: sólo tenía cabeza para estudiar a mi loco. Mis amigos se han alejado un poco de mí,’lo que me favorece porque tengo más tiempo para dedicarme a mis proyectos, por ejemplo, actualmente estoy trabajando en el diseño de un paquete turístico que inclu­ ye: mirador desde el piso décimo de Resi­ dencias Universitarias para observar al Eje­ cutivo, visitas guiadas en sus rutas y hora­ rios habituales, mapas para hacer los reco­ rridos independientemente, postales, afiches recordatorios, llaveros con la imagen del personaje, etcJJ

Por Olga Acero, Diseño gráfico

Florecen en las noches de frío, entre la brum a y el viento. Visten sus cuerpos de aquellas novias alegres para in ­ vitar a sus fiestas, decoran sus ojos como si estos f u e ­ ran blancos (los decoran ta l vez para cam uflarse y perderse entre los colores de la noche), Se colocan brillantes, se cuelgan aretes y collares para no dejar ver sus cuerpos claros, esa bella desnudez que entre besos y orgías más sienten y huelen sus am antes j j

UN conTEXTO-Número 5 - 2004

Prosa / ¿Cuando florecen las prostitutas?


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P a l a b r A rte

Cuento / Una copa, dos ruedas, tres victimas

Una copa

dos ruedas

tres víctimas Por Miguel Abella, Filología Fotos: Natalia Ramírez, Antropología

— Ya voy a cerrar, pequeño, hazme el favor de irte -me dice el cantinero. Tarde de domingo. Tengo que hablar­ le. Son tres meses sin verla. El mismo só­ tano que me acoge de su ausencia. Un bi­ llar a media luz en el centro de la ciudad con este vodka he superado los que acos­ tumbraba beberse mi abuelo. Grande el abuelo, gran garganta. Aquí vitorean su nombre al choque de las mejores caram­ bolas. Su nombre en boca de cuanto pro­ fano se aparece. Un día sí tuve que parar a alguno de esos. «Oiga, sólo los que lo co­ nocieron, pueden gritarlo». Todos mis cu­ chos se me unieron. Pero, esa fue de las únicas veces que los sentí cerca mío. No es que me hayan hecho alguna cagada, sino que en el ambiente se esparce un tufo... Un tufo que me recrimina, «¿por qué no juegas, crío?... Haces bien, no lo harías como él, como tu abuelo». Me contami­ na. Pasé de ser el pequeño del abuelo a ser más pequeño que él, por siempre. El humo: asciende por escaparates de desilusiones, altos desde antaño. Nadie se da cuenta de que estamos atrapados bajo el cielo raso que nos contiene cuán vacíos somos. La penuria se posa sobre todos no­ sotros, un irreparable peso que en cada tacada gravita, hala, deja ir lo poco bueno que tenemos por el gran grifo abierto del tiempo. No sé salir de este maldito antro. Me pierdo en el citadino abismo. Fue por ella, sólo por ella que lo hice. La mejor caram­ bola que creí haber hecho en mi vida, se ha salido de las mesas del lugar. Maldita sensación, malditas cuatro patas, ¡bendito sea el vodka y salud! Todos dicen ¡Venga, pequeño, a la me­ moria de tu abuelo!, trago sencillo para mí, saldo doble para ellos. Llevó la misma cuen­ ta que dejó mi abuelo a su muerte. Esa deu­ da no se debe. Tiene más años que los más viejos de acá: monumentos nacionales, co­ lumnas que sostienen los escaparates. Es­ tamos fuera del censo. Todos nosotros.

a recordar el camino, lo aprendí. Siempre A dem ás, ¿Dónde lo he conocido. Primero que todo, la cabi­ más podríamos es­ na está en diagonal, a exactamente 23 pa­ tamos un domingo por la tarde? Aquí sos de mi abismo. me siento tan can­ Llamo a la muerte o a ella. Bueno, no sado, olvidado y llamaré a la muerte, porque primero pensé re sig n a d o com o en ella. Ni por ebrio que estuviera. Puta dig­ ellos. Me conocen. nidad, amada embriaguez, divina locura, No tengo que salir a sufrir esa juventud. ¿si enemigas?, entonces tolerancia. Voy a Tengo derecho a no alterarme, a una vejez ser claro y tierno. ¡Por ella y salud! juvenil. Y por si fuera poco, tengo un vo­ El teléfono es el llamado de las trage­ dka esperándome, consolándome a toda dias. Todas me han ve­ hora. nido como ese incipien­ — Ya voy a cerrar, «La mejor carambola que te y repentino ‘riiing’. pequeño, hazme el favor En entrecortados silen­ creí haber hecho en mi cios, de irte. le digo «H ola, C errar el libro, no vida, se me ha salido de las ¿cómo has estado?, por favor no me cuelgues. más trago. Busco dine­ mesas». Escúchame. He estado ro por los bolsillos del yendo al grupo y lo es­ hogar, no hay. No pago, toy dejando, quiero decir, el trago. Tú sa­ no debo. Por lo menos una gabardina. Esta bes. Perdóname. ¡Amor!, ¿por qué este negra estará bien. La calle estará oscura de abandono? ¡Explícame, me has hecho tan­ frío. Me la hecho encima, me queda. Me ta falta! Necesito hablar». Me interrumpe. largo. Visceralment& sorprendido, escucho. Los peldaños agrietados: en un estado — Si trato de explicarte, sé que no lo no más lamentable que el mío, me sacan a soportarás, además, no te pido que me lla­ la infiel y aún clara calle que un día me la mes; por el contrario. Pero si tanto deseas trajo. ¡Devuélvemela: asfalto de niebla, cara saber los porqués, te los diré, te dolerán de postes! Me abrigo y me abraza la em­ briaguez. La mía. La de todos los del sóta­ tanto como a mí... no. Las cuatro y veinte. El sol de la tarde Busco otra moneda entre las gavetas de quema la cara húmeda de la ciudad. Tanteo paño, la del enigma, la que me salvará: la el resto de la acera. Hoy no abrieron la bi­ fortuna, cara y cruz. Saco cientos de lla­ blioteca, ¿es día festivo? Creo que llovió ves. ¿Por qué tengo que elegir las peores desde las doce, o algo así oí decir. Tantas gabardinas siempre? ¿La de un carcelero? paredes sin arte se esmeran en oprimirme. Continúa en la sig pág. Me confunden. Pero me sobrepongo, voy

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Cuento / Una copa, dos ruedas, tres victimas Viene de la pág. anterior Suena el pito. Encuentro dos monedas. Las logro sacar estrepitosamente junto al montón de llaves. ¡Mierda, una de mil! ¡La otra sí me sirve! Trato de acomodarlas en la mano pero se caen. El indigente, sombra azul de la esqui­ na, se percata. No caen tan lejos de la cabina. Me inclino pero no alcanzo ninguna. El tipo se aproxima. ¿Me las alcanzará?. Salgo rápi­ damente, que no se me corte la única, vene­ rada y bendita comunicación necesaria. Pero no puedo interrumpirla. Regreso. Recojo len­ tamente la bocina. ¡Teléfono de mierda!, se cortó la llamada. Marco. Ocupado, eternamen­ te ocupado. Tratar de olvidarlo. Alejarme. Darle una moneda de mil a la sombra azul de las ciudades para quitármelo de encima. Re­ gresar. Reintentar. Maldecir de nuevo. Qué hacer. Solo me queda mi amigo. Está en boca de todos, es más exagerado que yo, lleva como dos meses en silla de ruedas, y estuvo tres semanas en el hospital. La última vez que hablamos, me pidió lo sacara a dar una vuel­ ta. Ya empezó a superar el trauma y soporta que lo vean. Cuando nos ponen en tratamien­ to por drogas o alcohol la primera prohibi­ ción que nos hacen: los amigos. Cuando que­ damos desfigurados o en silla de ruedas, no­ sotros mismos nos los prohibimos. No quiere a nadie a su lado, quizá siente que sólo a mí es a quien debe algo, conmigo sí quiere hablar. Ade­ más, me conviene estar cerca de él. * * *

P a la b r A rte

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umeo que quieres es recriminarme. — Esto no va para ninguna parte -digo fi­ nalmente-. Ni usted, ni yo, ni la silla. — ¡Llévame de regreso, por favor! -pide melancólico, con el tono que antaño nos ha­ bría llevado inmediatamente por unos cuan­ tos tragos. * * *

UN conTEXTO-Número 5 - 2004

De nuevo en el apartamento, no puedo ha­ blarle. Se dirige a su habitación y me quedo en la sala. Tomo asiento y en la esquina dere­ cha de la sala, bajo la ventana, está. — ¿Es de verdad? -pregunto. —¿Qué? A h ... sí claro, -dice mientras vuel­ ve por el pasillo-. El que rompe paga y se lleva sus tiestos. — ¿Quién se lo trajo? — Un amigo -contesta. — ¿Funciona? — Sí, supongo. Sólo chocamos contra el poste. Habrá que conectarlo y ya. He tenido ganas de ponerlo por ahí, entre la alcoba, la sala y la cocina. Que nos dé verde, amarillo y rojo, a mí y a ella. La silla. Sería como una pequeña escuela de tránsito. ¿No te parece — ¡No, qué va!.. Viviendo. buena idea? Podríamos venderles cursos de — No viviendo. Muriendo entonces... conducción a todos nuestros drogadictos co­ (Siempre jugábamos con las palabras, nocidos, o sea, a todos nuestros amigos. El creó que en adelante será nuestro único paquete incluiría algo así como: trabarse, y juego, ahora que está ahí sentado en el después una terapia intensa para reconocer las trono rodante) luces de semáforo, bajo efecto. Más de uno estaría interesado. Al fin y al cabo no todos — Me refiero al tiempo vital. Los que quieren morir, o por lo menos no así. ¿Qué Me arrepiento de haber aceptado una vez no entienden: nacen, tienen dos op­ opinas? empiezo a bregar para bajarlo, a pesar de que ciones, se despreocupan o se angus­ hay ascensor; porque por tian por lo que no — Creo que no lo soporto más; su cinis­ las escaleras, les cuento. Un es y mueren; los mo me hace daño. Nos vemos después -digo apartamento difícil. Un ter­ «Es alentador que no poda­ dem ás nacem os, y me voy. cer piso, con artistas en es­ mos mirarnos las caras enloquecem os y Los días siguientes estuve pensando y re­ cena cantándole, ventanas morimos. Y algu­ pensando en todo ello, y en ella. Todavía sin mientras lo conduzco: no abiertas, a todo el vecinda­ nos de cada una, entender. Estuve sufriendo mucho, bebí aún rio. Tengo que reconocer­ se re p ro d u cen nos vemos la tristeza». más. Esperé hasta un día cualquiera ofrecerle lo, es alentador que no po­ para que la vida a Andrés volver a la biblioteca, volver a verdamos miramos a las caras continúe. ¿Qué te parece? nos. Llegué temprano, llamé por el citó fono. mientras lo conduzco: no nos vemos la triste­ — Hasta que la muerte nos separe, Llevaba mi bicicleta, le ayude de nuevo en el za. Todo es peor cuando cruzamos avenidas, pero ya estábamos divididos, ¿no? Ade­ complique de bajar. Una vez en la calle, le dije se le cae la bufanda, me devuelvo a recoger­ más, lo que quise decir era sin ambi­ que una bicicleta me parecía la forma adecua­ la, lo dejo a medio pasar en la cebra y los güedades, sin cuestionamientos ni neu­ da de andar sobre dos ruedas y que rendía malditos no nos respetan. Pitan y pitan. La ralgias de esas posmodernas. Quise de­ mucho más, por supuesto. Me dijo que ni única parte medio calmada es al llegar al bule­ cir que mi madre también murió hace modo, no podía sacarle el culo a la silla. Era var. Al fin soy capaz de hablarle. tiempo y estoy seguro de que usted inevitable. Ya podía conducirse sin ayuda. Lle­ —Entonces, Andrés, ¿qué hace ahora tanto tampoco lo recordaba. gamos al aparcadero tiempo metido en su apartamento? de bicicletas, donde — ¿Es, acahabitualmente estacio­ — Pues, eso justamente. Atrapo tanto tiem­ so, este el oca «Podríamos venderles cursos de nábam os. Encadené po como quepa en esas cuatro paredes, luego so? -continúa. mi bicicleta, él hizo lo lo cojo a manotadas y me lo meto en el cuer­ conducción a todos nuestros propio — Ya no se con su silla. po, a ver si envejezco rápido y veo al fin: el puede ser d e­ drogadictos conocidos». Cuando estuvo el can­ fin... antes lo controlaba todo; apostaba y cente con u s­ dado asegurado, dije: perdía, ahora sólo estoy perdido -melancóli­ ted, ¿no? Ni en camente al cabo de unas cuantas vueltas más — ¡Me lleva, por todos los santos del in­ una conversación. Lo dejaron sin las de las ruedas. fierno! piernas de caminar por el placer, ¿o qué? Antes, en el transcurso que había — ¿Y su familia, no están al tanto? Se levantó, se puso en pie, se dirigió a mí del billar a su apartamento, podíamos o ya estaba al lado mío. No recuerdo exacta­ — ¿A qué va eso? -despectivamente-. Sabes hablar un mundo entero de cosas: de mente, pues me estaba desmayando, pero sé que nuestra madre murió hace tiempo. usted, de mí, de ella, pero parece que muy bien que le escuché decirme: — Lo siento..., me entiende..., yo tam­ no hubiera aprendido nada en tantas ca­ — Amigo, todo fue culpa mía, yo condu­ bién... ravanas por la fantasía. Parece que su cía, yo fui quien perdió el control. Lo siento — Tú también ¿qué? ¿Moriste hace tiem­ mente, como su cuerpo, viajara en si­ mucho. Debí haber sido yo y no ella. Pero po? -refuta enérgico. lla de ruedas, ¿piensa seguir corriendo créeme: mi hermana te quiere. Todo lo que tras tantas estupideces? — ¡No! Yo tam bién.. .estoy en las mismas. necesita es tiempo. Entiéndela. No quiere que — ¿Por qué no me dijiste eso antes la veas así, no en silla de ruedas. Por ahora, — Todos lo estamos, ¿o no? -se altera- en vez de darle tantas vuel­ no la busques, no la llames, y ante todo, no — ¿Qué significa? ¡Que estamos murien­ tas al asunto? Sé que en el fondo lo vuelvas al apartamento do!. Eso ya se sabe.


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Cuento / La cabeza del pintor

La cabeza del pintor Texto e ilustración por Luis Daniel Abril, Artes Plásticas

olvidara ni fuera este pensamiento desvia­ do mientras atravesaba su casa, que no hay mucho de su cuarto al patio pero la mente es una niña caprichosa que baila a cualquier son. Pasó por la cocina y no se quiso perca­ tar de los olores de la primera cena que la noche anterior parecía haber perpetuado a causa de un encierro voluntario. Ya llegan­ do al verde del prado escuchó cómo del

patio vecino provenía el sonido-ruido de una grabadora que decía «en Bogotá una de cada dos personas escucha Caracol radio: Tropicana, La vallenata, Radioactiva»... una confirmación más de la prolongación colo­ nial que el país gustoso recibe pues en Co­ lombia los españoles son los dueños de la mitad de los bancos, los bancos de la mitad del dinero y el dinero de la m itad... Pero en fin, esta propaganda sólo le re­ cordó por una, en él no tan extraña asocia­ ción de ideas, lo que en la noche había su­ cedido en sus siete metros cuadrados de país colonizado y sin más se desplomó so­ bre la hierba. No acabó de abrir la agenda cuando su perra hizo lo propio tendiéndose junto a él abriendo sus cuatro extremidades de vista al cielo. Él miró su cara y observó en esos ojos animales el brillo que le recordaba al de su propia piel y se percató de los tonos que estos poseían en los cuales antes no habría reparado pero que a fuerza de su nuevo oficio de pintor estaba dispuesto a distinguir: se fijó en la forma como de un siena tostado en la parte exterior del círcu­ lo se pasaba tan gradualmente a un ocre que terminaba por convertirse en un gris casi violeta con un punto negrísimo en el centro. Esto lo conectó de nuevo con algu­ na ‘pincelada’ del Pollock nocturno en que su cuerpo había sido soporte y autor, pero la verdad sea dicha, y no la dicha verdad, por estos azares en que su mente se con­ funde con las pulgas de su perra, terminó escribiendo algo que comenzaba con «él tomó su agenda del año antepasado...» JJ

UN conTEXTO

- Número 5 - 2004

El tomó su agenda del año antepasado para descargar en esas páginas, que el tiem­ po había dejado sin llenar, el azul Prusia de tinta, un azul profundo como eran ahora los recuerdos que a esto lo llevaban. Sintió que no podía dar lugar a ese impulso ca­ vernario que se tiene alguna vez de dejar salir unas rayas de las manos, así nuestro oficio no sea el de escritores, en medio de su cuarto en el que hacía no más de medio día todo se había consumado; un lugar cu­ yas paredes habían dejado de ser por un millón de instantes rígidos muros para con­ vertirse en esas espesas telas propias del Renacimiento, un cuarto en el que el piso había dejado de existir y sólo quedaba el techo inclinado por momentos tan oscuro y tan lejano como esas noches de estrellas desiertas. Decidió, sí, que era mejor apartarse del ordinario desorden que ahora deploraba en su habitación, no toleraba esta visión ni el vacío que contienen los lugares en los que horas antes los excesos han hecho su pic­ nic. Le pareció que debía abandonar su cuerpo en otro lugar para deslizar el váculo de su pluma sobre el papel descargando su tinta, sería en el patio trasero de su casa que ya los rayos mañaneros le prometían una tibieza diferente a la de la noche. Tenía en la cabeza que el relato aquel debía comenzar con palabras tales como «él tomó sus elementos de escritura y apro­ piándose de ellos como quien se prepara para un largo viaje...» y trató de mantener en su mente esta línea para que no se le

E n v ía t u s c u e n t o s , p o e s ía s o t e x t o s l it e r a r io s d e m á x im o 4 .5 0 0 c a r a c t e r e s c o n ESPACIOS A UNCONTEXTO@YAHOO.COM


Cuento / Historia doble Por Vidrioso Fotografía: Luis Daniel Abril, Artes Plásticas La ciudad se despierta con chillidos de pájaros. Rayos de sol tenue acari­ cian el lomo de las casas. El tum tum de los martillos aflora en los talleres. Los aviones del ejército des­ pliegan su zumbido hacia las zonas de com bate... nuevamente la guerrilla se está tomando un pueblo, y esta vez muy de mañana, lo que al cigarrero de la esquina le produce cierto asombro: «desayuno con balas y cena con balas... monótona vida, ¿no?», me dice mientras se toma un perico (un café con leche, más precisamente). No le digo nada, son las cosas de la vida y la vida es el albur de los actos hu­ manos y una que otra ‘me­ tida de pata’ de la excén­ trica Natura. Simplemente cojo mi cigarro, se lo pago y me voy ganduleando por las calles anegadas de ba­ rro, trozos de papeles, bo­ tellas vacías de aguardien­ te y vodka y carros ambu­ lantes que se esfuman cuando sienten las pisadas de los hombres de verde. Llevo en mis manos un poema en francés para Liz Bustos, la chica que vi la semana pasada en el bar La Orestíada (no sé pero pienso que tiene un nombre literario) y me dejó con la boca abier­ ta, papando moscas, naufragando atónito en la precisión de sus formas. Lo he escrito con mi propia letra, pero no con la que empleo para tomar apuntes en mis clases diarias, sino con letra pulcra, menuda, pareja... todo para que ella me recuerde. Los buses pasan atestados de gente (imagino que allí adentro el calor es intenso y asquerosos olores expelen los cuerpos apeloto­ nados). Las casas que son burdeles por la noche ahora son ofici­ nas de vidrios transparentes donde funcionan sastrerías, merce­ rías y ventas de autopartes. Sigo mi camino sin reparar en menu­

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dencias. No importa que el calor me hinque su len­ gua. No importa que quie­ ra detenerme a comer fri­ tanga en una esquina ma­ loliente. Ya van tres días sin ver a Liz Bustos, la chica de cuerpo esculpido por Fidias... D espués de recorrer varios metros de cemen­ to, al fin encuentro la di­ rección que busco: calle 8va No 22 - 22. Aguijo­ neado por el ansia, timbro varias veces: dim— dom, dim— dom. Hay un largo silencio y luego la puerta se abre en un crujido mis­ terioso. Aparece ante mi la figura intachable de Liz Bustos (hubiera sido me­ jo r que su nombre fuera Lis, pues es blanca y dul­ ce como un lirio fresco). C asi e stu p efacto , casi turulato, le digo que le he escrito un poema en fran­ cés. — Léemelo -me dice soltando una sonrisa tibia que semeja el despliegue de un ala de mariposa. Con voz trémula, le recito los versos: J ’ aime le n u it,/J ’ aime la v i e J J ' aime le ciel /, Je t ’ aime. Cuando termino de recitar los versos, Liz se pone contenta y me dice: «Aunque no sé francés, se oyen lindas tus palabras». E inopinadamente me estampa un beso en la boca. Sí, un beso en la boca (cómo quisiera ver la cara del bergante que me dijo «cuando te vea con una mujer hermosa, me dices cuánto le pagaste»). Ella tiene los ojos entornados, está alegre y el regodeo se explaya por su rostro. Estoy en el cénit de mi dicha... el beso es largo y pro­ fundo. .. Pero empiezo a sentir que alguien me pellizca, que alguien ancla sus uñas en mi pecho, en mis piernas, en mi espalda. El dolor crece, se hincha, hasta hacerse totalmente incómodo. Grito entonces. Grito fuerte. Y la voz de Carlos me pregunta: «¿Te gustó el cuento, compadrito? J J

Historia doble

E l señor Pacífico Por Olga Acero, Diseño gráfico

UN conTEXTO-Número 5 - 2004

E l Señor Pacífico cam inaba p o r la acera del fr e n te m ientras m iraba cada una de las sombras que tom a­ ban cuerpos prestados p a ra darse vidas nuevas cada noche, contoneá­ banse poco a poco como culebras de­ seosas la una de la otra, esperando a alguien que les lim piara el sudor y les regalara un cigarrillo, no p o r­ que no tuvieran uno, sino para ha­ cer amigos que les besaran las ba­ bas, el sudor, la sangre y cada uno de los fragm entos que aún sin tocar cam inaban p o r su cuerpo JJ


Cuento / Mi cruel creador

32 Por Jorge Eduardo Garzón Parra, Medicina Foto: Natalia Ramírez, Antropología Su mirada perturbadora me instigó desde la primera vez, creo que ahora hace parte de mí, casi al punto de convertirse en la esencia de to­ dos mis deseos. Sus ojos caóticos, al fijarse en mí, se desbordaban de sus órbitas, haciendo que su rostro esbozara un ápice de locura, y era esa demencia apasionada la que transform aba su mirada en una espada que exploraba mi cuerpo, apuñalándolo, descuartizándolo con una sutileza casi amorosa. En ese momento abrumador la li­ bertad me poseía, pero para qué libertad si lo que yo deseaba era ser presa de sus manos; la libertad me servia para eso, para ser su prisione­ ra más resignada, pero no la más infeliz, eso no, su sólo tacto me desnudaba, y el estar desnuda ante él me colmaba de placer. Con el paso del tiempo, su mirada se hizo más absorta y sus ojos, ahora serenos, seguían cual centinelas a sus furtivas e inquietas manos, no existía región de mi cuerpo que no hubiera sido usurpada por su piel, ni momento que deja­ rá de satisfacerme. Sus caricias desboronaban mi ser, eran estremecedoras... no, esa no es la palabra, eran cataclismo puro. Sabía donde y cuándo tocar, era tal la fuerza de su tacto suave y trémulo que podría jurar haber olvidado lo que era la vida sin él, no puedo concebir la idea de haber existido antes de ser palpada por sus pávidos dedos y por su fragancia sutil y delicada. Ah, el sabor a mar de su piel, cómo degustaba ese pesado sabor, tan denso que por ratos se eva­ poraba, haciéndose más fuerte y penetrante, era sublime el aliento que se desprendía de su cuerpo. Pero el paso intransigente de los días acabó con el sueño, se fue olvidando de mí, sus cari­ cias se volvieron frígidas, lo sentía tan lejano que no me atrevía a hablarle, el maldito solo sa­ bía hablarme con su tacto y este me decía que la prolongación de nuestra relación ya no estaba en sus manos, que el fuego se estaba ahogando y pronto se extinguiría. Un día reapareció en el cuarto, después de mucho tiempo sin vernos (debo admitir que su sola presencia me iluminó por completo), me tomó de las manos, retocó mi cabello y rostro, después, con su acostum­ brada mirada me observó por un rato y dijo: — Terminé En ese momento percibí un olor que lo dela­ taba, lo señalaba, lo apuntaba, era ese tenue olor

«Se fue olvidando de mí, sus caricias se vol­ vieron frígidas, lo sentía tan lejano que no me atrevía a hablarle».

..

Mi cruel creador a grafito mezclado con el sudor de sus manos. Trate de gritarle, de aventarle la madre por traicionarme, pero era inútil, la voz no me surgía, sólo pude sacudir mi cuerpo emitiendo el sonido que hace una hoja al doblarse, me sentí débil e impotente, pero a él poco le importó, fue entonces cuando cometió un sacrilegio que no olvidaré, me encadenó a una pa­ red de su cuarto y me observó por ulti­ ma vez a los ojos mientras se decía:

— No se puede comenzar uno sin ter­ minar el anterior. Ahora lo veo todos los malditos días sentado en la silla de su escritorio, crean­ do a otros seres como yo, traicionándo­ me una y otra vez. Lo que no puedo en­ tender es cómo logra despreciam os de una manera tan cruel. Cada línea de mi ser fue delimitada por sus manos y sin embargo, para él yo soy un dibujo más, para mí, él es todo lo que soyJJ

UN CONTEXTO es l a p u b lic a c ió n de l o s e s tu d ia n te s de l a NIVERSIDAD NACIONAL, ES TU PUBLICACIÓN. ¡VINCÚLATE!

UN conTEXTO

- Número 5 - 2004

j ] E n v ía

o e n t r e g a e n m e d io m a g n é t ic o a r t íc u l o s p e r io d ís t ic o s o d e o p in ió n , c u e n t o s ,

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C o m it é E d it o r ia l

q u e d e f in ir á s u p u b l ic a c ió n d e a c u e r d o a c r it e r io s d e c a l id a d ,

PERTINENCIA, URGENCIA Y ESPACIO DISPONIBLE).

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H az p a r t e d e l C o m ité E d i t o r i a l, p a ra l o c u a l s o n r e q u is it o s t r a b a j a r c o n tin u a m e n ­

t e Y RESPONDER POR UNA DE LAS SECCIONES O ÁREAS DE LA PUBLICACIÓN, ASISTIR A LOS COMI­ TÉS EDITORIALES GENERALES Y LOS DE SECCIÓN Y AYUDAR EN LA DEFINICIÓN, INVESTIGACIÓN Y REDACCIÓN DEL INFORME ESPECIAL. 2

E n v ía

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CIERRE 31 DE MAYO

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