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Vascos en América, primer capítulo desde La Habana
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La Universidad de La Habana, los espías del lehendakari
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Fotografías de David Quintas y textos de Martín Ibarrola.
El día que pronunció su histórico discurso en el Aula Magna de la Universidad de la Habana, el 11 de octubre de 1942, el lehendakari José Antonio Aguirre sabía perfectamente que Cuba era un nido de espías.
Con la Segunda Guerra Mundial avanzada, la estratégica posición de esta isla había atraído a los personajes más variopintos, entre los que se incluía el escritor Ernest Hemingway, que montó una enrevesada red de informadores clandestinos y buscó sin éxito el rastro de submarinos enemigos. Lo que muchos desconocían entonces es que el político vizcaíno también formaba parte del Servicio Vasco de Información (SVI), una amplia red de espionaje dedicada a combatir el fascismo y creada en el seno de su partido duranIniciamos en La Habana nuestro recorrido por América y la huella que los vascos dejaron allí. A partir de ahora, cada trimestre, recorreremos el continente en un viaje de más de 20.000 kilómetros desde Tierra de Fuego hasta Terranova.
Universidad de La Habana.
te la Guerra Civil. “Cuando la libertad de todos los pueblos sufre quebrantos, vosotros, hombres de América, tenéis una misión augusta. No es la época ni la hora de los egoísmos; es la hora del esfuerzo (...) ¡Misión augusta, augustísima, la de América: la de salvar la humanidad; la de salvar, para la humanidad, la libertad!”. El político nacionalista enfatizó la arenga con un grito que ya había ensayado en Bogotá: “¡Que Dios bendiga a América!”. Para el lehendakari, La Habana supuso el final de una intensa gira latinoamericana, destinada oficialmente a impulsar la acción exterior del ‘Gobierno de Euzkadi’, pero que en realidad estaba cuidadosamente organizada por el Ejecutivo vasco y la Office of Strategic Services —la oficina de la que surgiría la Central Intelligence Agency (CIA)—. Aguirre constituía entonces un buen aliado para los estadounidenses, pues su discurso era capaz de influir en
la opinión pública católica y contrarrestaba la influencia de los nazis en Sudamérica. Durante la gira, el SVI trató de reclutar a José Laradogoitia, un pastor de Urduliz al que apodaban “José gezurrak” (el de las mentiras) y que acabaría teniendo un papel clave en el conflicto bélico de aquellos años. Después de haber sido expulsado de Estados Unidos por extender cheques sin fondo, y con tal de evitar su encarcelamiento en España, el pastor fingió tener afinidad ideológica con un barbero y agente franquista que viajaba infiltrado en el barco que lo deportó a Bilbao. Su capacidad para la improvisación le llevó hasta Georg Helmut Lang, capitán de la Legión Cóndor y jefe de la Abwehr en Bizkaia. Este ario de pelo negro y carácter austero lo instruyó en las artes del espionaje y le confió una importante tarea: crear una extensa red de agentes nazis en América. Sin embargo, después de cruzar el océano Atlántico en 1942, contactó con la organización del lehendakari y logró cambiar de bando sin que los nazis sospecharan de su traición. El caso llegó a oídos del ambicioso director del FBI, J. Edgar Hoover, que solicitó su custodia y lo empleó como agente doble durante años. Sus compañeros le llamaban ‘Bromo’ o ‘Little Joe’. Tal y como desvela David Mota Zurdo, uno de los historiadores que desenterró la vida de este personaje, “al finalizar la guerra, Laradogoitia, ese pastor vasco, estafador y mujeriego, acabó recibiendo un rancho en Montana con una gran fortuna pagada por la agencia de Hoover”.