Es domingo por la mañana y Joaquín da vueltas por la casa sin saber qué hacer. Ya jugó con sus muñecos, vio tele y peleó con sus espadas. Ahora está aburrido. Se siente solo y abandonado, como ese calcetín que está debajo de su cama. Cuando está así, quiere tener un hermanito para jugar con él. Pero no tiene. Entonces piensa en cómo entretenerse.
Joaquín sabe que nunca haría eso. Pero ¿no crees que sus papás ya deberían haberse despertado para jugar con él? Mira qué hora es. «¡No es justo!», piensa Joaquín. «A ellos nadie los levanta. Cuando yo me muero de sueño y quiero remolonear en la cama, ¿acaso me dejan?».
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