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Prácticas Sociales del Lenguaje
Anécdota: Cuando estaba en el preescolar asistía mucho al rancho a visitar a mis abuelitos y me pasaba los fines de semana con ellos; era raro cuando estaba con mis padres. Mis abuelos tenían una humilde casa y por lógica en un ranchito no existían los servicios de agua potable ni de drenaje, así que el baño de la casa de mi abuelita era una tina en un cuartito de adobe en el que uno tenía que echar cal al terminar, la puerta sólo era una lamina y para poder pasar al baño teníamos que pasar por el corral lleno de plantas, siempre tenía miedo de pasar por ahí porque mi abuelita decía que ahí había víboras. En un fin de semana mientras acompañaba a mi abuelita a ordeñar las vacas, tenía muchas ganas de ir al baño pero no quería ir sola, le insistí mucho a mi abuelita para que quisiera acompañarme pero no me acompañó, así que fui corriendo al baño, iba en el camino desabrochándome los botones de mi overol y cuando empuje la lamina para entrar al baño vi una enorme lagartija que me hizo correr por toda la casa pero cuando llegué con mi abuelita me di cuenta que había perdido mi overol. Leyenda: En tiempo de la Revolución, en “El anima del cerro Prieto” vivía una familia, en la cual el hombre de la casa había salido a luchar en la guerra, después de terminar la guerra, él llegó a casa, pero cuando regresó, vio que su hija se encontraba embarazada, la habían violado varios hombres contra los que había luchado, armado de coraje y euforia amarró a su hija de los pies, se subió al caballo y comenzó a arrastrarla por todo el cerro, por lo que en consecuencia su madre iba detrás del caballo recogiendo los huesos y algunos pedazos de su hija, los enterró en una cueva, la cual ahora es visitada por muchos para pedirle un milagro, dicen que es muy milagrosa y cada que le piden algo le dejan un recuerdo de la persona que lo pide.
Sheila Gissel Carrillo Romero