El educador nato Autor: Edward Spranger En el laberinto de las comunidades El hombre se forma porque absorbe mundo dentro de sí”, aquí mundo no sólo se refiere a las cosas, sino también a ideas de personalidades, historia y espíritu del presente. El influir moralmente sólo puede darse en el clima del contacto vivo entre hombre. El educador nato siente íntimamente que la educación ética no puede lograrse con la mera instrucción. La educación es concebible únicamente dentro de la comunidad humana y por medio de las fuerzas de la comunidad humana. Todos saben que ya el encuentro con individuos puede ser de estelar importancia para la formación del propio ser. A veces ennoblece, a veces degrada. Pero la influencia más fuerte se experimenta, cuando se es miembro de un grupo y se vive en el. La educación es siempre la obra de un querer consciente. Los llamados ·coeducadores secretos”, es decir factores ambientales ya existentes, ejercen por cierto también su influencia sobre el educando; pero un ambiente éticamente malo induce al mal. Sólo un mundo circundante pletórico de espíritu éticamente bueno es capaz de elevar. Estos “poderes morales! No surgen por sí solos, sino que toman forma a través de la consciente labor ennoblecedora, a veces de generaciones. No basta que sencillamente exista una comunidad, en la cual y para cual se educa. Lo que interesa son los contenidos éticos en relación a los cuales la comunidad actúa. El verdadero educador se enfrentará apenas con tales reflexiones filosóficas. Posee un órgano originariamente propio para las órbitas, en las cuales se mueve el espíritu que actúa a través de él. Una pedagogía sociológica tendría la tarea de aclarar, cómo la educación de un pueblo determina su estructura social general y sus ramificaciones. Una sociología pedagógica indaga las formas de convivencia y la conciencia de cohesión, que se forman en el ámbito de la educación misma, que le son propias y exigidas por su sentido central.
El cansancio pasivo que tan fácilmente señorea en una clase, sólo puede ser superado cuando todos discurren con todos y se afanan por algo que les resulte interesante. Una escuela no debería ser meramente un establecimiento de enseñanza sino una comunidad juvenil de vida. La familia no debe ser desposeida de sus derechos, es un arte pedagógico especial el tejer hilos entre familia y escuela. El verdadero educador es, a su modo, un mago y un hechicero.