Hacia una evaluación auténtica del aprendizaje Autor: Pedro Ahumada Acevedo Concepción constructivista de la enseñanza y el aprendizaje Poplin (1988) hace referencia a cinco principios como propios de un enfoque constructivista del aprendizaje: El primero señala la necesidad de no fragmentar para descomponer el conjunto de procesos que componen y articulan el aprendizaje de un contenido. El segundo principio expresa que la enseñanza debe partir siempre de actividades reales que logren integrar los procesos y contenidos involucrados en el seno de una situación interactiva específica. En este principio se enfatiza que la enseñanza debe favorecer una búsqueda activa y continua del significado por parte de los alumnos. Este principio habría que aceptarlo como un mandato perentorio para realizar una enseñanza coherente y experiencial enriquecida por una mirada permanente a la realidad cotidiana. El tercer principio, y quizá uno de los de mayor novedad para un sistema tradicional de enseñanza, es aquel que considera el error como una posibilidad de autovaloración de los progresos en el aprendizaje y de necesaria reflexión para continuar avanzando en obtenerlo. Este principio nos señala la conveniencia de no continuar penalizando los errores, sino, a partir de ellos incentivar al estudiante a lograr los distintos aprendizajes que se le proponen. El cuarto principio rescata la importancia de los elementos motivacionales de los aprendizajes. Quizá éste sea uno de los principios más desafiantes, ya que nos insta a comprometer afectivamente al alumno con el aprendizaje, a diferencia de lo que ocurre actualmente pues su interés está centrado en lograr la aprobación de la asignatura o el curso. Finalmente, el quinto y el último principio alude a la necesaria significatividad y durabilidad del cambio cognitivo que se produce en los estudiantes. Es decir, se trata de llevar al proceso de enseñanza una dosis de efectividad en el aprender, de manera que el alumno pueda posteriormente evocar y utilizar las competencias adquiridas durante el proceso educativo.
El primer tipo de constructivismo (endógeno) estaría inspirado en la teoría de equilibración de Jean Piaget, en la cual el mecanismo que apoya la construcción es individual y los métodos que podrían favorecerla son la exploración y el descubrimiento del entorno físico. El segundo tipo corresponde al constructivismo (dialéctico) propuesto por Vygotsky, que basa su premisa fundamental en la negociación de la significación mediante la interacción dialógica entre los agentes educativos. La enseñanza en este caso sólo debiera propiciar una asistencia mediante ayudas que se ajusten a las dificultades de comprensión de los alumnos. El tercer tipo de constructivismo (exógeno) sostiene que la construcción sería un proceso en el que se interioriza información que viene del exterior y logra que el estudiante, a través de estructuras sintácticas, establezca relaciones de significación personal. Esto permitiría aceptar los planteamientos de los diseños instruccionales, defendidos actualmente por Merrill, y reconocer en la exposición, el modelamiento y la demostración metodologías aconsejables para la construcción del aprendizaje. La existencia de una plataforma constructivista podría significar estar recurriendo a un eclecticismo encubierto que sólo se queda con los elementos no contradictorios de los distintos enfoques que sustentan un proceso enseñanza-aprendizaje, despreciando los marcos epistemológicos, metodológicos y conceptuales de cada uno de ellos. Debemos reiterar que la construcción o reconstrucción del conocimiento es un proceso de elaboración personal del estudiante, ya que es él quien está obligado a seleccionar, organizar y transformar la información que proviene de muchas fuentes, y de esta manera, apropiarse de los contenidos, atribuyéndoles un determinado significado. Aprendizaje significativo Referirnos a un aprendizaje significativo es poner un relieve el proceso de construcción de significados como elemento central del proceso de enseñanza-aprendizaje y aceptar que los alumnos deben aprender diferentes tipos de contenidos y son capaces de atribuirles un significado o un sentido. También es posible que el estudiante le atribuya un significado parcial que pueda diferir del que el profesor le asigna. Es decir la significatividad del aprendizaje no es cuestión de todo o nada, se trata más bien de un
problema de grado. Lo que el docente debe intentar es que los contenidos tengan para el estudiante la mayor significación posibles. Estos tres puntos demuestran un cambio fundamental en la perspectiva de aprender y entender el proceso de enseñanza aprendizaje: Consistencia interna del contenido, es decir, que posea una lógica intrínseca que le dé significado. (significatividad lógica) Posibilidad de que el alumno pueda asimilarlo. En otras palabras, que pueda ponerlo en relación con una forma no arbitraria que ya conoce. (significatividad psicológica) Existencia de una actitud favorable del alumno para aprender significativamente. Esto es, una intencionalidad para relacionar el nuevo aprendizaje con los conocimientos anteriormente adquiridos y con los significados ya construidos. Lo anterior nos lleva a reconocer la existencia de una serie de factores que podríamos señalar como motivacionales, relacionales e incluso afectivos, que desempeñan un papel importante en la movilización de los conocimientos previos del alumno, y sin cuya consideración resultaría difícil entender los significados que el alumno construye a partir de los contenidos de cada uno de los cursos que le ofrece su proyecto curricular. Uno de los primeros aspectos que habría que considerar en el logro de aprendizajes significativos por parte de nuestros estudiantes, tiene relación con los programas de curso. Al momento de diseñar o planificar un programa de asignatura interesará, en primer lugar, dividirlo en unidades de aprendizaje. Por otra parte, considerar siempre los conocimientos previos de los estudiantes como punto de partida facilitará enormemente que ellos le den un significado a los nuevos aprendizajes que van a intentar. Otro factor que hay que considerar en esta nueva forma de entender la docencia es el reconocimiento de que los estudiantes son distintos porque poseen diversos ritmos de aprendizaje: unos aprenden más lentamente que otros, pero lo importante es que ambos logran al final los aprendizajes propuestos. La evaluación del aprendizaje significativo La revisión de las prácticas evaluativas actuales nos lleva a concluir que están centradas en un aprendizaje superficial de carácter reproductivo, es
decir, lo que interesa es que el alumno manifieste su fidelidad al conocimiento en un área disciplinaria. El nuevo discurso evaluativo apunta hacia la auto y la coevaluación, privilegiando indiscutiblemente los aprendizajes. Independientemente de la intencionalidad y los medios que se utilizan en el proceso de enseñanzaaprendizaje, debemos reconocer que en la mayoría de los países latinoamericanos el proceso de evaluación ha estado fundamentalmente centrado en el que se denomina una heteroevaluación, es decir, un proceso que parte del profesor hacia el estudiante. Esta forma de concebir la evaluación del aprendizaje de nuestros estudiantes hace hincapié en los resultados antes que en los procesos; en los rendimientos y desempeños finales más que en el manejo de determinadas estrategias y procedimientos en consecuencia.