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ENTRE LA NARRATIVA, LA GEOPOLÍTICA Y LA LEGALIDAD INTERNACIONAL

LA GUERRA EN UCRANIA:

ENTRE LA NARRATIVA, LA GEOPOLÍTICA Y LA LEGALIDAD INTERNACIONAL

Emilio Sánchez de Rojas Diaz, Coronel, Phd.

La guerra en Ucrania se ha mostrado en Estados Unidos y Europa, como una simple agresión y una ruptura injustificada y sin precedentes de la legalidad internacional. Pero esa narrativa no

ha sido asumida por otros países, especialmente los BRICS y otros países en via de desarrollo,que o bien se mantienen neutrales, o apoyan la postura rusa.   La carta de las Naciones unidas de 1945 recoge, en su artículo 2, apartado 4, que “Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso en de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado…”. El Acta final de Helsinki, punto de partida de la OSCE , a petición soviética, contempla en el apartado 6 de su famoso decálogo, el principio de “no intervención en los asuntos internos de los estado”.

La legalidad internacional

Parece evidente que, desde el punto de vista de la legalidad internacional más básica, la razón está de la parte ucraniana. Ucrania se convierte en un país independiente con la adopción por del tratado de Belavezha firmado a finales de 1991 por los presidentes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania, donde se decreta la disolución de la URSS, y se inaugura la Comunidad de Estados Independientes. El 1 de diciembre de 1991, Ucrania declara su independencia -desde la legalidad soviética- y Mijaíl Gorbachov anuncia su dimisión como último presidente de la Unión Soviética. Ucrania es uno más de los países herederos de la URSS.

El problema surge cuando no siempre se respetan estos principios, tanto de la ONU como de la OSCE. El caso es el de Kosovo, provincia autónoma de Serbia que se declara independiente, con el apoyo estadounidense y de gran parte de los países europeos, aprovechando la debilidad rusa. Putin advertía que se sentaba un presente peligroso que se tendría en cuenta en el futuro. La Asamblea General de Naciones Unidas aprobó una resolución -a propuesta serbia- para elevar consulta a la Corte Internacional de Justicia, sobre si la Declaración de independencia de Kosovo fue compatible con el derecho internacional. El tribunal comunicó su conclusión, no vinculante, de que la declaración de independencia no violó el derecho internacional.

¿Porque Kosovo si y Crimea o Dombás no? Se pregunta Rusia y medio mundo. El doble estándar estadounidense y europeo parece evidente, sería una aplicación directa de la doctrina Kilpatrick. Para la Corte:

En primer lugar, el Tribunal trató de determinar si la declaración de independencia se ajustaba al derecho internacional general. Observó que la práctica de los Estados durante los siglos XVIII, XIX y principios del XX “apunta claramente a la conclusión de que el derecho internacional no contenía ninguna prohibición de las declaraciones de independencia”. En particular, la Corte concluyó que “el alcance del principio de integridad territorial se limita al ámbito de las relaciones entre Estados”.

La geopolítica en la guerra en Ucrania

Dende un punto de vista geopolítico, la guerra en Ucrania no es otra cosa que un conflicto entre Rusia y los EE.UU. y la UE., donde Estados Unidos y la UE (que ponen el dinero) actúan a través de un país proxi, Ucrania (que pone los muertos). Los intereses estadounidenses son claros, los valores europeos también, pero no los intereses europeos.

Para tratar de entender la posición del presidente ruso Bladimir Putin, hay que retroceder a la disolución de la URSS y las dinámicas geopolíticas del momento. Durante la guerra Fría y hoy en día, hay una clara división este-oeste, con Rusia, China, India, Brasil y gran parte de los países asiáticos, africanos y latinoamericanos componiendo Eurasia y el Sur global, por un lado, y Estados Unidos, Europa, Japón, Australia y los países más desarrollados, por el lado occidental. La competición por los recursos y la influencia se decanta hacia el “bloque” este, mientras que el oeste-particularmente Europa- tiene una debilidad energética extrema, dependiendo en gran medida del gas ruso. Rusia, podría haber sido el factor energético equilibrante si hubiera pertenecido al bloque oeste, pero ¿porqué Rusia no pertenece al bloque oeste siendo un país europeo?, lo cierto es que la geopolítica de la guerra fría continúa dominando la visión tanto de EE.UU. como de Rusia (y de China).

Las diferencias geopolíticas entre Rusia y Estados Unidos y Europa parten de lo más básico. Rusia, potencia terrestre, se basa en las teorías del “Heartland”, la tierra corazón o pivote del mundo, de Halford John Mackinder. Para Mackinder:

Quien controle Europa del Este dominará el Pivote del Mundo, quien controle el Pivote del Mundo dominará la Isla Mundo, quien domine la Isla Mundo dominará el mundo».

Por su parte los Estados Unidos, un poder marítimo, se basa en la teoría del “Rimland” propuesta por Nicholas Spykman. Spykman pensaba que la franja de tierra costera que rodea Eurasia, era más importante que el Heartland para el control del continente euroasiático, y daba una mayor importancia al ámbito marítimo, fundamental para comunicarse con el resto del mundo. Para Spykman, quien domina el Rimland, “cerca” el Pivote del Mundo y domina el mundo.

Durante la presidencia de Boris Yeltsin, en medio de una crisis económica rusa galopante, Estados Unidos rechaza todo intento de aproximación rusa, humillando al país y ridiculizando a su presidente. Rusia pierde toda la influencia geopolítica heredada de la URSS, mientras EEUU. se preparaba para lo que califica de “nueva centuria americana” como único poder hegemónico. Cuando Putin alcanza el poder el 1 de enero del año 2000, sus primeros años los dedica a la reconstrucción económica, aprovechando los favorables precios de los combustibles fósiles. El cambio hacia una geopolítica más asertiva se produce 2007, tras su famoso discurso en la conferencia de seguridad de Múnich.

Para Putin, EE.UU., tras incorporar a la OTAN (y la UE) los antiguos países del Pacto de Varsovia, y a las repúblicas Bálticas, trataba de apretar aún más el cerco contra Rusia, promoviendo levantamientos sociales y revoluciones de “colores” en las periferias de Rusia, su zona de interés especial. Las revueltas en Serbia, Georgia, Ucrania, Kirguistán, las guerras de Irak y Afganistán, o las revueltas árabes, confirman sin duda este hecho. Putin estaba a la defensiva.

La ocasión para la reacción rusa llegaría tras el fracaso estadounidense en Irak, la retirada poco honrosa de Afganistán y la adopción por parte de Barak Obama de la “estrategia de pivote hacia el Pacífico”. Rusia y China ocupan el vacío geopolítico dejado por Obama, y Rusia aprovecha la situación para asegurar sus posiciones en Siria, Georgia y Ucrania (2014), con ganancias territoriales en los dos últimos casos, mientras mantiene sus posiciones en Transnistria. El éxito de Putin fue indudable y su influencia en Oriente Próximo, África y América Latina creciente. La batalla geopolítica parecía a favor de Rusia.

Las narrativas

La batalla de las narrativas había sido un elemento clave en las estrategias rusas en operaciones exteriores, pero sorprendió la fortaleza la narrativa Ucraniana dirigida por Volidimir Zelensky, mucho más atractiva tanto en el frente interno como en el exterior. Putin subestimo la capacidad de Zelensky de aglutinar una gran mayoría de los ucranianos entorno a la defensa de la integridad territorial del país. La narrativa rusa de defender los intereses de los ruso parlantes resulta hueca. En EE.UU. y Europa, el apoyo a Zelensky fue casi unánime, político y económico.

Pero mientras los efectos de la guerra influían de forma positiva en los EE.UU., exportador neto de gas de esquisto, los efectos negativos afectaron especialmente a la UE., con una deuda creciente y una inflación galopante. Con el paso del tiempo, el apoyo incondicional ya no lo es tanto, especialmente en los países más próximos a Ucrania. El brutal atentado terrorista de Hamas en Israel, y la respuesta de las operaciones militares de Israel en la franja de Gaza han desplazado el centro de gravedad informativa y narrativa desde Ucrania a Oriente Próximo. Las nuevas narrativas rusas contra Israel, y su valedor EE.UU., han supuesto un balón de oxígeno para Putin, y su falta de resultados en Ucrania.

¿Una guerra crónica?

El peligro de cronificación de la guerra es evidente, los costes de la misma para ambas partes son creciente tanto económicamente como especialmente en bajas humanas, y es difícil mantener un esfuerzo internacional continuo, económico, informativo y político, en periodos probablemente largos. Ninguno de los contendientes sobre el terreno tiene potencial militar suficiente para lanzar una ofensiva decisiva, al menos por el momento. Una posible solución está en la negociación, pero ante una negociación directa las posiciones son muy distantes y - descartada la UE.- una mediación (¿de Turquía?) se antoja demasiado compleja. Un alto el fuego de hecho es una posible opción, opción que beneficia especialmente a Rusia.

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