GLORIOSO MESTER
CAÑON DE RIO LOBOS, BURGO DE OSMA, TIERMES, AYLLÓN Volumen 3, Número 4
A
septiembre 2005 antesala al puente romano sobre el río Aguisejo, a mano izquierda un notable edificio, el Hospital del Sancti Espíritu, al fondo y de frente en un promontorio se distingue majestuosamente una torre, la única superviviente de la antigua muralla, que añadieron una espadaña y dos campanas de la derruida iglesia de San Martín por lo que es conocida como La Martina; cruzando el puente sobre el río Aguisejo coronado de matacanes el arco de entrada a la villa, única puerta que se conserva de las tres que, según dicen, tenía.
provechando los últimos resquicios del seco y caluroso verano de 2005, el último sábado estival de septiembre, partimos rumbo norte por la N-I. Bajando el Puerto de Somosierra, parada para el desayuno en el Hotel Mirasierra ya en tierras segovianas. Reanudamos viaje y tomando la salida 104 cruzamos la célebre Villa de Riaza, divisamos al fondo las montañas que albergan la estación de La Pinilla, donde por carencia de nieve no peina canas destacando sus grises, verdes y marrones. La llegada a Ayllón se hace esperar, continuamos camino y el bosque nos sigue acompañando en el recorrido a ambos lados de la carretera, ahora la encina alterna con el roble y alguna sabina. Finalizan nuevas curvas y llegamos al final del llano, al término de este tomamos una desviación a manderecha, tras ascender por un par de revueltas nos situamos en la explanada de entrada a Santa María de Riaza, en su periférico caserío se apilan vertederas de tractores, algún remolque y otros instrumentos de labranza, por frente y a poniente en dicha explanada la citada ermita de Santa María de Riaza, románica y auténticamente templaria sin lugar a Entrando por este arco al casco dudas, siete arcadas conforman su atrio histórico de la villa a la derecha una fachada que mira a mediodía, y sus canecillos gótica de una mansión señorial, hoy vivienda conjugan lo religioso con lo esotérico. privada conocida como el Palacio de los Pocos minutos después divisamos Contreras, en el que desterrado un día lloró los Ayllón, al pie de la sierra del mismo nombre. desdenes del rey Juan II su favorito Alvaro de Por una avenida arbolada entramos por las Luna hasta ser ahorcado en Valladolid, allí inmediaciones de la población que sirve de
vivió seis años en su primer destierro alejado de la corte desde 1427 y con una discreta escolta de doscientas lanzas.
En el lienzo principal de la entrada al palacete, todo de sillería, está ornamentado con un cordón franciscano y tres escudos ladeados, bajo estos una inscripción en letra gótica dando fe que el edificio lo realizó Juan de Contreras fechado en 1497, aunque que la parte mayor de la mencionada construcción es anterior a dicha fecha; como es de suponer; ventanales de arcos conopiales a ambos lados del cordón ornamental, muy al gusto de la época, su interior ha sido, con mucho acierto, últimamente restaurado y sus bellos artesonados, en una parte del edificio, denotan una antigüedad anterior a la fachada, por tratarse de una construcción precedente. Pocos metros más adelante la angosta calle cobra una amplitud inesperada en la porticada Plaza Mayor, auténticamente medieval, las columnas que conforman sus soportales fabricados de recios postes de enebro le da una inusitada originalidad al ser de las pocas que no son pétreas, como en la mayoría de plazas castellanas.
Encontramos de frente el caserón que alberga el Ayuntamiento, este edificio fue el primer palacio de los marqueses de Villena como demuestran sus escudos sobre la fachada; en 1618 fue cedido al Consejo de Ayllón y reconstruido a partir de 1945 por sufrir un terrible incendio. Próxima y a la izquierda una iglesia románica de principio del siglo XIII dedicada a la advocación de San Miguel con su atrio de dos alturas, orientado al mediodía, con columnas y canecillos, en su fachada distinguimos el escudo
de la familia Contreras. En su interior destaca una elegante cabecera románica y sepulcros góticos.
Una fuente próxima, instalada en 1.892, de la que brotan por sus cuatro caños aguas serranas pone un rumoroso toque musical al emplazamiento. Tras la iglesia está el edificio civil más antiguo de Ayllón, es la conocida Casa de la Torre, que los tiempos modernos la han convertido en oficina de una entidad bancaria. Tomando esta calle y dejando atrás la Plaza Mayor llegamos a otro noble edificio conocido como Palacio del Obispo Vellosillo, que desde 1983, fecha que en que fue restaurado, alberga la Biblioteca Municipal y el Museo de Arte Contemporáneo. Mandado construir por don Fernando de Vellosillo, oriundo de esta villa, Obispo y Señor de Lugo y Consejero de Felipe II.
Retornamos a la Plaza Mayor ahora no se contemplan a lugareños tejiendo sombreros de paja de centeno bajo sus soportales, solo vemos por alguna ventana baja, tres mujeres, al cobijo del fresco en esta hora temprana, que le dan con el mismo gusto a la lengua que a la aguja, ellas que dependiendo del tiempo lo hacen al solete o a la sombra de las arcadas, en este caso que no sabemos si están más pendientes de los transeúntes o de la labor. Por frente, y a la derecha del Ayuntamiento, la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, la espadaña de su campanario se eleva hasta cuarenta metros de altura sobre el pavimento, dicen que se comenzó a construir sobre 1.690, y cuentan que hubo que reconstruirla al hundirse su nave en la madrugada del 24 de marzo de 1.697, la nueva traza de estilo neoclásico, con planta de cruz latina, fue terminada el 20 de octubre de 1701, toda de sillería, su ábside rectangular contiene un retablo del siglo XVIII; la puerta principal se sitúa a poniente, de arco redondo entre dos esbeltas columnas estriadas que sujetan una hornacina con una imagen de la Virgen. Por esa misma calle;
una de las dos carnicerías del pueblo exhibe enormes cantidades de canales de cordero lechal de los que Ayllón goza merecida fama. Muy cerca la que fue casa de la emperatriz Eugenia de Montijo, granadina de nacimiento y esposa de Napoleón III, mansión donde pasó largas temporadas. Seguimos por la calle doctor Tapia hasta llegar a un palacete gótico conocido como Casa del Aguila, al parecer se le denomina así por el escudo con un águila que ostenta su fachada, pero también hay quien lo ha identificado por una paloma, en apología al Espíritu Santo, así que el lector escoja lo que más le convenga, en cuanto a su interpretación. Muy cerca y por la misma calle estamos frente al Convento de las Madres Concepcionistas, fundada en 1528 por el Marques de Villena, señor y protector de la Villa y antes de terminar la calle y a mano izquierda, tras una pequeña cuesta, hemos topado con la Iglesia de San Juan, o mejor dicho lo que queda de ella, a pesar de que la notable inversión económica de sus actuales propietarios ha permitido acondicionar sus restos y recuperarlos acertadamente, ruinas ocasionadas, no por el paso del tiempo, sino por la piqueta que la ignorancia manejó para derribar sus sillares. Es románica construida en el siglo XIII, y permanece todavía un ábside con tres arcos de medio punto de tres arquivoltas; de una época posterior, concretamente del siglo XVI, y de estilo gótico tardío. Dos interesantes tumbas que contuvieron los restos de Pedro Gutiérrez de César, y su esposa, que fue secretario y administrador de Diego López Pacheco, Marques de Villena. Pero por esta vez dejaremos la visita al conjunto ayllonense para el regreso, puesto que queremos iniciar la actividad caminera antes que nos sorprendan los calores propios de la época. Tras cruzar el Burgo de Osma, siguiendo dirección norte hemos recorrido la quincena de kilómetros que nos separan de Ucero, allá en lo alto a la derecha lo que queda del castillo templario de triple recinto, ahora recuerdo de muñones. Atravesamos la localidad, la piscifactoría, el centro de interpretación y el camping, y tras cruzar el puente estamos en el arranque del Cañón del Río Lobos, declarado Parque Natural a principio de los años 90, siendo consejero de Medio Ambiente de la Junta de C. y L. el Sr. Jambrina.
Tomando el camino, ya asfaltado nos detenemos en la primera explanada que sirve de aparcamiento y comenzamos la andadura, entre la inmensa arboleda de ribera rodeado por las paredes del cañón rocoso, el río anda mal de agua es estos días, arriba el cielo azul es rayado por una pareja de buitres leonados.
Llegamos a la explanada que alberga la ermita de San Bartolo, y tras cruzar un puente de madera podemos observarla en toda su magnitud, un rosetĂłn en forma de pentĂĄculo compuesto de formas acorazonadas, sus canecillos donde entre otros detalles se observan los yelmos chatos de los templarios; con la curiosidad de la extraĂąa equidistancia entre Creus y Finisterre 527 km. y 127 m. Por primera vez hemos podido visitar su interior, y con tarifa reducida al ser grupo.
Frente a la ermita la enorme cueva, que según se cuenta que servía de cámara de iniciación para los caballeros de la esotérica Orden, lugar donde se aprecian las mejores vistas del ábside del edificio.
Tomando rumbo sur, tenemos tiempo libre para el callejeo por el Burgo de Osma, recorrer sus tiendas y tascas que se ubican en la aportalada calle mayor, y dar una vuelta por la catedral de la diócesis soriana, que como siempre ya se encargó un antiguo clérigo, don Fernando, de adiestrar a sus mesnadas en la practica antifotográfica al lugar, cosa que dicha con todo el respeto como tal moda ya caerá en desuso, caso contrario seguiremos desobedeciendo.
Beato de Osma
Los aficionados a las antigüedades tuvieron igualmente la ocasión de disfrutar en las almonedas cabe el edificio catedralicio. A las 14,30, con la puntualidad de un reloj suizo, comienza el suculento yantar en el restaurante del Virrey Palafox, frente al hotel del mismo nombre, con un excelente menú degustación y con una variedad de al menos ocho platos, con la sorpresa que nos sirvieron el cochinillo asado cuando habíamos supuesto que el almuerzo había finalizado.
Todo esto regado con crianza de la Ribera del Duero, excepto el conductor del bus, que por exigencias del guión lo hizo con un refresco de cola. Desde luego Adela se deshizo en atenciones con el Glorioso Mester, al igual que años antes en la matanza del cerdo en el mismo lugar. Visitar esas tierras y no almorzar en este lugar, es perderse el mayor encanto gastronómico de las tierras sorianas. Tras los postres partimos al yacimiento arqueológico de Tiermes que llegaríamos una hora después, al haber terminado este año la jornada de excavaciones no pudimos encontrar un guía acompañante, por lo que tal misión recayó sobre dos socios que un mes antes lo habían visitado.
Los primeros datos sobre población en la zona se pueden fechar en el Neolítico (hallazgos sueltos); a partir del siglo XV a.C. se documenta un periodo de más de 35 siglos de ocupación ininterrumpida que comienza en la Edad del Bronce (poblado de Carratiermes), continúa en la I y II Edad del Hierro y el mundo celtibérico (necrópolis de Carratiermes, oppidum de Termes), sigue en época romana (municipium de Termes) y visigoda (tumbas del Foro), hasta alcanzar el mundo medieval (necrópolis del río altomedieval, necrópolis de la Ermita bajomedieval, iglesia y el hoy desaparecido monasterio de Santa María de Tiermes).
Santa María de Tiermes
En el siglo XVI, la iglesia de Santa María de Tiermes se convierte en ermita, y la población desaparece absorbida por otros núcleos vecinos. Tras los estudios iniciales de Nicolás Rabal a fines del siglo XIX, a principios del XX las excavaciones de Romanones, Sentenach y Calvo y los trabajos descriptivos de Schulten, Obermaier y otros autores comienzan a arrojar luz sobre la historia de Tiermes. A mediados de los años 1930, el arqueólogo español Blas Taracena realiza excavaciones sistemáticas en el yacimiento y denomina a Tiermes “la Pompeya española”. Más allá de fáciles tópicos, lo cierto es que los restos del antiguo oppidum celtibérico y de la ciudad romana son uno de los yacimientos arqueológicos españoles más interesantes tanto para el investigador como para el visitante. Puertas, ventanas, escaleras, casas, calles, vías,... Los restos de la ciudad de Tiermes han persistido durante siglos por estar parcialmente tallados en la roca arenisca. Si además sumamos los metros de sedimento y escombro acumulados, todo ello ha permitido que numerosas estructuras urbanas hayan pervivido 20 siglos, y hoy podemos empezar a conocerlas. Por otra parte, la luz y la naturaleza agreste de la Sierra Pela añaden un marco de soledad permanente a una ciudad perdida en mitad de los páramos sorianos, entre barrancos y vegas sobrevolados por los buitres.
Desde los años 1960 las excavaciones de Ortego y Zozaya y, desde 1975 a 1998, los trabajos sistemáticos de José Luís Argente Oliver, han comenzado a sacar a la luz una parte importante del yacimiento, que desde el año 2001 viene siendo estudiado por Santiago Martínez Caballero, Director de las excavaciones de Tiermes auspiciadas por la Junta de Castilla y León con la colaboración económica de la Asociación de Amigos del Museo de Tiermes y el apoyo personal de sus socios.
Antes del ocaso hemos retornado a Ayllón donde damos una hora de tiempo libre para la visita callejera, cuyo contenido se mencionó al principio, ahora ya la oscuridad de la tarde se apodera del ambiente y es hora oportuna del regreso al punto de partida
Por tierras de Ayllón y Osma. Septiembre 2005