Marcelo Díaz - Laspada

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LASPADA | Marcelo D铆az

Goles Rosas Colecci贸n suplementario



LASPADA | Marcelo DĂ­az

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Primera edici贸n: El Calamar, Bah铆a Blanca, 2004

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Prólogo o precalentamiento Estos poemas empezaron a tomar forma alrededor de mayo de 2003. Por ese entonces la hinchada de Olimpo colgaba un par de banderas que llamaban la atención; una que decía BIELSA, LASPADA TAMBIÉN ES ARGENTINO, y otra que invitaba EL 18 VOTE LASPADA PRESIDENTE. Aclaro: no simpatizo particularmente con Olimpo, es más, su sola mención me produce una leve urticaria; de modo que decidí adoptar una prescindente curiosidad científica respecto al tema. Me hice varias preguntas, si bien todas podían concentrarse en una sola, la que representaba el enigma mayor: ¿por qué la hinchada aurinegra consagraba como ídolo a ese pelado gigantesco, medio robótico, no precisamente dotado para el jogo bonito? Una tarde le hice un somero planteo de mis dudas a un amigo simpatizante de Olimpo; le expuse, intentando ser sutil pero claro, que Laspada era medio matungo, que pelota que agarraba la ponía en órbita, que no era precisamente dúctil en el trato del balón, y que qué papel pretendían hacer en primera con jugadores así. Mi amigo, visiblemente ofendido, me devolvió la pregunta con fervor fundamentalista: "¿Y qué querés que haga, jueguito en el área? El pelado cuando la tiene que reventar, la revienta, cuando tiene que bajar a alguien, lo baja; y punto." Y punto. Say no more. La retaguardia es así. Cuando te cascotean el rancho hay que reventarla a donde sea. Laspada era de pronto una especie de Leónidas

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espartano-bahiense que se bancaba solo una lluvia mortal de pelotas envenenadas sobre el área y las iba despachando con violencia a todos los rincones del universo. Al final del partido me lo imaginaba encarando a la hinchada rival, esa que vivaba jugadores valuados en cientos de miles de dólares, con las dos manos aferradas a sus contenedores naturales de reserva anímica, gritándoles ¡LAS TERMÓPILAS! Ni jogo bonito, ni magia, ni fútbol galáctico: épica. Laspada tenía estatura épica. Me fascinó el hecho de que una multitud ya no con hambre de gloria sino trepada a la esperanza más realista de no perder, que hacía un culto del aguante, adoptara como símbolo a alguien como Laspada cuyo mayor mérito era sudar, sudar, sudar y no bajar nunca los brazos. "Ya terminó el partido y el tipo sigue corriendo", me dicen con admiración. Entonces escribí estos poemas.

Marcelo Díaz Bahía Blanca, Febrero 2004

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Sabemos en que año llegaremos a la luna, pero ignoramos cuándo, de qué manera, hecho por quién, con cuál de las dos piernas y en cuál de los arcos se convertirá el gol del partido de fútbol anunciado para hoy. Dante Panzeri

Todo lo que sé sobre la moral y las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol. Albert Camus

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LASPADA WAR MACHINE El Pelado Laspada es como un tanque de guerra cuando irrumpe en el 谩rea rival, como un tanque inm贸vil inflamable si a lo lejos ve venir un atacante, como un manso tanque australiano una vez concluido el cotejo, cuando el sol refracta en su pelada y hace un arco iris por cada gota de sudor.

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EL PRIMER TRABAJADOR El Pelado Laspada es el abanderado de los jugadores humildes; día tras día, semana tras semana, mes tras mes y los noventa minutos completos que dura el cotejo, el Pelado Laspada roe con tenacidad el hueso de su torpeza: marca / rasca / muerde / traba / se pela el ukelele contra el verde, la suda y con un shot ajustado y potente envía el esférico a Puerto Belgrano, donde los marines del Almirante Rojas lo ven venir en llamas y creen que se trata de un ataque terrorista de la izquierda apátrida y peronista argentina.

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DIGRESIÓN FUNDAMENTALISTA Vicente Federico Massot piensa que todas las izquierdas son apátridas y subversivas, debido al consumo excesivo de drogas, una educación libertina y tendenciosa sin rigor ni disciplina, y la adhesión a sectas y cultos satánicos; pero más que nada piensa que la izquierda peronista argentina es más apátrida y subversiva que ninguna, porque es bien nuestra como el churrasco, el mate y el dulce de leche, y no nos olvidemos del tango ¡qué carajo! ¡Viva la Patria! Entonemos con respeto las estrofas del Himno Nacional Argentino: Oíd, mortales...

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SIMILITUD & DIFERENCIA El Pelado Laspada no es peque単o, peludo y suave.

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Fテ。ULA ORIENTAL El Pelado Laspada sueテアa que es Maradona y cuando despierta no sabe si es el Pelado Laspada soテアando ser Maradona o si es Maradona que flashea ser el Pelado Laspada.

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CINCO POR UNO NO VA A QUEDAR NINGUNO El Pelado Laspada bajó cinco monos del tinglado ferroviario con certeros despejes del área. Cinco: dos de Loma Paraguaya, uno del Noroeste, dos más del Barrio Gris, de los que se trepan a los galpones del ferrocarril Bahía Blanca Noroeste para ver el partido sin pagar y ahí hacen equilibrio y cuando pueden festejan. Cinco se vió caer desde el tinglado, aunque se duda si atribuir los caídos a Laspada, o qué. Cuatro, seguro, pero el quinto hay quien dice se cae solo después del gol, en el éxtasis supremo del festejo y al parecer, también, bajo el devastador efecto de un tinto berreta. El score entonces queda así: Pelado Laspada ------------------------ 4

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Termidor Tinto Tetra Brick ----------- 1 GAME OVER Hasta la victoria siempre.

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LASPADA MIRA FÚTBOL EUROPEO POR ESPN Y SOSPECHA QUE EL ESPECTÁCULO ES LA AFIRMACIÓN DE LA APARIENCIA Indumentaria deportiva en poliamida aireada, de colores vivos, diseñada por un grupo selecto de jóvenes estetas atentos a las últimas tendencias de la moda, y según líneas trazadas tras sesiones y sesiones y sesiones de cálculo y planificación por los equipos de marketing de las empresas multinacionales del deporte, que pretenden hacer del jugador no un trabajador de la pelota, sino un héroe dotado del brillo satinado de los comics, un mutante con superpoderes, un personaje de video juego, ninja de Nintendo, caballero medieval intergaláctico, alguien que ni transpira, y si lo hace es con gotas de sudor redondas , cristalinas y simétricas, según observa el ojo milimétrico de Laspada, habituado a calcular con precisión la trayectoria del esférico, o en su defecto a ubicar con rapidez el tobillo del rival; según observa en los vertiginosos spots publicitarios de Nike en ESPN, en los que megaestrellas como el tibio Zidane, el brazuca cagón Roberto Carlos, el reconchetísimo Bekham, y demás

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garcas de la élite europea, reflexiona el analítico Laspada, saltan como monos enjaulados, saltan para un costado, saltan para atrás, saltan para adelante, le pegan con el canto de la oreja izquierda, le dan de refilón con una ceja a medio levantar, la llevan con la nariz como si fueran focas, hacen piruetas que ni en pedo harían en un partido, con el único objetivo de halagar, captar, e inducir al derroche a un público anestesiado por el confort, que si bien, concede Laspada, tiene toda la guita, de fútbol, lo que se dice fútbol, verdaderamente fútbol, no entiende un carajo ni le importa.

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LASPADA SE QUIEBRA PERO NO SE DOBLA La hinchada cuelga un trapo que reclama: BIELSA, LASPADA TAMBIEN ES ARGENTINO y al rato otro trapo que propone: EL 18 VOTE LASPADA PRESIDENTE Ahora que Laspada, héroe caído, reposa en cama, encanulado al suero de la resignación, la hinchada es un jardín de flores mustias, la sombra del descenso cruza su frente pálida, y no hay ni un viento de banderas que la agite, no more heroes in this world; “ cagamos “ dice uno en voz muy baja y el resto asiente silencioso, sin llegar a mesarse los cabellos, con leves

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temblequeos de ment贸n.

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LAS PALABRAS DE LA TRIBU En la noticia deportiva la maquinaria editorial de la prensa fascista marca el uso correcto de la lengua: donde el héroe de las canchas declara que “pusimos huevos” el cronista suprime: “pusimos h...” y glosa, eleva: “con enjundia”, “con coraje impar”, “con el empeño que reclamaba la parcialidad”. Conmovedora resulta entonces la imagen de esos gentlemen que a su equipo de tal modo exhortan: “pongan empeño que hoy sin duda ha de ser nuestra la victoria”. El procedimiento exhibe una política de la escritura que en el caso del periódico fascista es una política de estado: supresión del elemento indeseado y su reemplazo por piezas funcionales a la normativa vigente según criterios irreductos de elevación y embellecimiento; así, el periodista deportivo devenido arbiter linguorum, sumo sacerdote

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de la escritura sanitaria, sacrifica ante el altar de la pureza los huevos del zaguero y acompaĂąa el ritual con un puĂąado de vaguedades altisonantes a manera de oraciĂłn.

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Hace ya dos décadas, Marcelo Díaz formó parte del grupo Poetas Mateístas, que llegó a sacar una antología (Antología Puesta al sol, 1990), pero también se dedicaba a grafitear la ciudad o a cubrir paredones, tal como lo hicieron con la revista mural Cornucopia. En 1998 sacó su primer libro de poemas, "Berreta" (Libros de Tierra Firme). Allí, Díaz comienza a intervenir claramente sobre los relatos y los objetos de la "cultura popular". Hace poco él mismo me decía: "Lo berreta es lo mismo que los nuevos ricos veneran como objetos kitsch, pero comprado en un todo x 2 $". Entendido: lo berreta tiene que ver con la pobreza también, con los márgenes del mercado, con lo que ya no tiene aura. Lo berreta no es un objeto de culto, porque los poemas de Díaz parecieran decir que no es lo mismo posar de kitsch que de grasa. Una cosa (diría Díaz) es coleccionar pequeños fetiches almodovarianos y otra haber nacido rodeado de ellos. Porque lo berreta tiene que ver con una identidad y con una historia. El que habla en los poemas de Díaz no defiende "lo berreta" como estética. Marca su presencia y lo reinstala. Por eso el gesto es político, como en "Diesel 6002" (VOX, 2001) que convierte la crónica policial en una historia de amor escrita bajo la presión dramática del barroco. Que sitúa la demencia amorosa de una loca escapada del Moyano en el lugar que ya le ha dado la literatura, el de los grandes relatos sociales y políticos, e incluso de clase.

ANA PORRÚA

Goles Rosas pirateado en mdp

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