TOMBOCTOU/ ESTRATEGIAS PARA DORMIR EN EL DESIERTO
Luc铆a Couso
Goles rosas Colecci贸n Botineras
TOMBOCTOU
ESTRATEGIAS PARA DORMIR EN EL DESIERTO
Lucía Couso
el viento golpea los pies de la noche. el pez en la arena riela.
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un sonido arqueado de calor cada vez que respiramos. hace dos a単os que no veo los maizales.
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la luz de la noche nos abre los ojos. a travĂŠs de las venas veo las piedras. apagaste los insectos. detrĂĄs de los edificios estĂĄ el mar.
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el hombre se desplaza. el hombre no sale del desierto. el hombre dibuj贸 los bordes de la sed y el agua
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ondulante, el desierto como el mar.
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anochece, ya cene lo que habĂa cerca incluso tu piel.
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abrazamos estatuas cerramos los ojos los dĂas tardan en llegar.
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el viento, lo peor es el viento, te raspa los ojos. no es como el mar. el viento en el cuerpo, aunque cierres los ojos.
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la direcci贸n del viento, la curva del terreno. atravesar la arena.
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aumentativos de la palabra sol: romper el lĂmite fĂsico de la luz.
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el centro del desierto se dilata, el resto retrocede hacia los bordes.
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los animales se adaptan al sol, los hombres se esconden durante el dĂa. el viento desvanece las nubes.
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entre lo que parece el silencio grita un animal. la voz, flexible, el cuerpo se desplaza por efecto del sonido.
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el hombre cebra marcha hacia la sangre. huele su sombra a cuatro kil贸metros de distancia.
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el pez, un animal de orilla, chocando en la arena.
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identificado con el desierto el hombre mató al leopardo y esta parado arriba del cadáver. lo arrastra hasta el árbol. alguien toma una fotografía.
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el sol calienta la sangre del cazador. el animal brilla en la arena al hombre le pesa la carne dentro del cuero que arrastra.
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anticipándose al mecanismo de la noche las células ceden al calor. cuatro centímetros cúbicos de arena equivalen a un grano de agua.
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el hombre cebra no se deja domesticar. su carne no soporta el trabajo. se alimenta del pasto invisible del desierto.
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cubri贸 el cuero con la piel de la noche, la arena ocupa el espacio del aire.
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el hombre que habita el desierto se ilumina a sĂ mismo.
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los animales se mueven en grupos sobre la tierra o el mar a veces la presa se comparte y otras la sangre les queda en la garganta. los animales roen los huesos hasta el hueco, le temen al dolor del tatuaje a medio hacer. manada no quiere decir familia.
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aumentativos de la palabra sol: el aire se deshidrata.
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escamas de luz en el pez luminaria en la arena
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la invasi贸n lo aniquil贸 todo. los centauros del desierto buscan la sal en la arena, silencio en la voz del cerebro.
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amanece, ya dejĂŠ tu columna sin carne a un costado de la cama.
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la arena es refugio para los jinetes n贸madas. caminan bajo el sol, piensan estrategias para dormir en el desierto.
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vuelve tus manos a tus ojos. arranca la retina de tu ojo izquierdo vuelve tus manos a tus ojos.
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lejanía o aislamiento como una matemática para la desinfección.
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la tundra, un desierto en la orilla. como el frĂo del mar, la tiza perfecciona los bordes del agua. en las rodillas las manos del viento.
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insectos fragmentando tus ojos como una gota de agua en una mesa de vidrio. el oleaje de la arena en silencio.
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en la ropa quedaron amplificadas las notas de la voz: no sigas el viaje.
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la arena punza la piel, la arena se desliza en bocanadas, salpica los ojos. no hay puntos que resistan tu nombre.
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a un paso de este mar las moscas nos comerรกn los ojos y beberรกn del cuenco, del limpio cuenco.
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qué electricidad impulsada por tu nervio qué noche mansa arrullara el núcleo cristalino si todos los cadáveres del desierto están ciegos.
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la luna retorcida en el oleaje. los pueblos de los animales “construidos con tablas, con techos de zinc o de paja� rodeados por la arena del desierto.
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no existe un pasaporte para regresar a la civilizaci贸n.
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la lluvia cae en el mar en la ventana, en los techos. sentado en un sill贸n de grietas con los ojos cerrados ve la arena caer en el desierto.
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desde ayer lo que pasa es el invierno.
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el viento, lo peor es el viento, te raspa los ojos. no es como el mar. el viento en el cuerpo, aunque cierres los ojos.
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Goles rosas pirateado en mdp