DIRECTORIO Miguel Toral Dirección General María Barrón Editor en Jefe Martín Martínez Consejo Editorial Corrección y Estilo Marleen Velázquez Dirección de Prensa Alejandra Flores Dirección de Contenidos Digitales Diego España Delegado de Producción Diseño Editorial por
DIRECTORIO EDICIÓN 20 Rosa Caracuel Dirección General Miguel Toral Coordinación Editorial Claudia F. Marín Editor en Jefe Martín Martínez Consejo Editorial Marleen Velázquez Dirección de Prensa Diego España Editor Gráfico María G. Barrón Vinculación Universitaria
GRACIAS Nos gusta pensar que las pasiones son caudales incontenibles, ríos de letras, imágenes, sonidos y formas que a veces se nos muestran inexplicables. Nos gusta pensar también que están a la espera, aguardandonos en una esquina. Nos gusta creer que esa pasión nos toma y mueve nuestras manos para seguir creando. Ese caudal nos ha venido inundando y secando desde hace algunos meses, esta edición la Número 20, pensada desde su inicio para ser la primera impresa celebraría ese caudal y sequía pero por idas y vueltas hemos postergado su presentación. En este tiempo Golfa ha cambiado y todo a su alrededor, con este número 20 despedimos a colaboradores, amigos y amores viajeros. Damos también la bienvenida e inicio a un nuevo tiempo, un nuevo equipo y un nuevo rumbo que consolida nuestra visión: crear espacios, abrir las páginas y mostrar lo que ocurre en la calle. Nos gusta pensar en caminos difíciles, atareados, llenos de subidas, de callejones, de mares, de ciudad y de polvo. Caminos llenos de ojos que miran, leen y oídos que escuchan. Bocas y voces que gritan. Circos complejos que den vida como a esta edición a los pretextos para seguir saltando. Bienvenidos a nuestra calle, gracias por esperar y seguir leyendo. Tenemos mucho que decir.
(NOS)OTROS
Escribe Ricardo García
Tras el término del día entiendo que las personas suelen estar locas o quizá sea que yo no las entiendo. En fin, de alguna forma se tiene que aprender a vivir. Comencemos... Vas por las calles de la ciudad, vas pensando en lo tuyo, esperando que nada interrumpa esas pequeñas ideas que tratan de gestarse y salir, de alguna manera, de tu cabeza. Ya sea como alguna buena frase, un poema sin sentido, una breve historia que perdió su final, alguna canción sin melodía o quizá, en su lugar, sólo una maldición: ¡PUTA MADRE! Qué era lo que estaba pensando... Pero qué sucede, mientras tratas de hacer que tus ideas floten sobre toda esta mierda, aparecen personas que halagan y exaltan lo que haces, apenas sin conocerte más allá de unos días o unas horas. No has mencionado o hecho algo, aún, pero sus palabras, que denotan cierto encanto, no paran de decir que eres un genio (quizá como un Blake o un Da Vinci). De la nada pasas de ser un librevividor a una persona ingeniosa, es más, pueden decir que eres muy inteligente, una persona muy avispada.
Les gusta que en ocasiones te sientas tan bien, que buscan hacer cumplir alguna fantasía o ilusión. Quién coño se preocupa por alentar a un borracho que apenas recuerda qué día es hoy. Ya ni tus padres o profesores incitaron a que te sintieras bien por cada cosa que salía de boca. Pero no todo termina así o sigue de este modo. Si lo piensas, es raro como las personas tratan de ser como tú, pareciera que han vivido lo mismo, quizá un mal día, una mala vida. De repente descubres que existen personas con las mismas metas, pareciera que hubo un papel carbón detrás de tus ideas. Pero, ¿eso es verdad? No lo creo, las personas tratan de idear cualquier cosa para sacarnos algo, es como si quisieran despojarnos de lo que somos: ¡quieren robarte la identidad! Pero no sólo se andan con eso, a veces, puede que te encuentres con algunos que se quejan de otros. Hablan mal de con quienes conviven o han vivido. Te doy un consejo: ¡evítalas, puede que tú seas una más de esa lista de males! Evitarles no es tarea fácil. Quieren que les mimen. Harán lo que sea, quizá busquen compasión para que estés a su lado, aun fingirse enfermos; las personas se inventan cada historia para reclamar una caricia y atenciones. Otras veces pueden ser presuntuosas de cómo son en sus relaciones, buscan que estemos contentos.
Con el fin de conseguir lo que quieren, se pueden ayudar de tratos amables o hasta darte buen sexo, sólo con la finalidad de atarte. El sexo puede ser mejor que cualquier fantasía que hayas tenido, pueden hacer cualquier cosa que pidas y lo harán, pero después de un rato buscan irse con otras personas. ¿Pero qué carajos les pasa a estas personas, cómo se atreven a jugar donde se llega a ser muy débil? Terminas extrañando su piel y su aroma. Cuando te percatas de sus intenciones, te absorben con palabras bonitas, hasta tratan de ser mejores que tus amigos y amigas. Elaboran promesas para que acudas a su lado sin importar que unos días antes o eras sólo un desconocido o una persona que carece de significado. Es como si las personas fueran una goma de mascar, apenas se termina ese sabor dulce, te escupen al suelo. Estando tirado, te buscan y, aunque bien sepas que sólo quieren tenerte bajo su control y robarte todo lo que eres, caes de nuevo. ¿Sabes qué es lo peor? Después de que fuiste la mejor persona, quizá el mejor escritor o el mejor científico, o cualquier cosa en lo que digan que eres lo mejor, desaparecen. El teatro queda en silencio y sombras, ya ningún aliento se deja escuchar tras los aplausos. Te dejan solo entre tanta sarta de mentiras. Han conseguido lo que quieren. ¡Te engañaron! Pagaron con tretas su entrada, le robaron el asiento a una anciana. Decoran el piso con flores que quitaron de la entrada. Se levantan, para irse, y aplauden mientras recito el último verso: La vida está jodida, la sociedad me ha dado una mordida que he perdido en qué pensar. Pueden irse todos al carajo...
Te quedas de pie, la luz se atenúa hasta quedarse a oscuras el escenario. Qué aprendiste. Espero que algo se vaya contigo y si tratas de continuar el paso y dejarles atrás, espero entiendas que es difícil librarse de personas así, quizá hasta tú seas igual a ellas. ¡Bienvenido a la sociedad!
AURORA
Escribe John Reed
Como todos los miércoles, Aurora sale con sus amigas a los bares de siempre. Desde las siete, hasta entrada la noche. Cuando el ánimo decae en un bar, es tiempo de volar al siguiente. La noche es larga y dormir no es una prioridad. Gracias a que Aurora es bonita, linda y coqueta, siempre ha podido disfrutar de ir a uno u otro bar y no pagar ni un céntimo. Quienes pagan son ellos, que caen en sus redes de seducción y piensan que pueden conquistar a la princesa poniéndola peda. Aurora sabe leer a los hombres. Sabe qué anhelan y cómo engancharlos con ello. Mientras más grande sea la cartera del pobre diablo, mayor será su recompensa.
Los minutos pasan y no hay respuesta de Marta. Su impaciencia crece, quiere un cigarro. Se pone de pie y se acerca a un grupo de jóvenes que platican afuera del bar. Les pide un tabaco y ellos se lo obsequian gustosos. Quieren invitarla a charlar con ellos, pero ella les dice que tiene que marcarle a su amiga. Se aleja del grupo y le marca a Marta. Después del sexto tono suena la contestadora. No hay respuesta. ¿A dónde es que se fueron? Si tan sólo no se hubiera entretenido tanto con Ulises...
Son las tres de la mañana y la mayoría de los bares están cerrando sus puertas. Sus amigas debían de estar en Los Lobos, pero no las encontró ahí. Ahora se reprocha haberse tardado tanto con aquel chico de su salón que siempre le invita cervezas, Ulises. Se sienta afuera de las bancas del bar, saca su celular y le manda un mensaje a Marta, su mejor amiga. El alcohol comienza a darle sueño. Bosteza, se sabe cansada. Un mensaje ha llegado. No es de Marta, es de Luis, diciéndole de una fiesta por el Café Tal. No le responderá, lo primordial es reunirse con sus amigas antes de que le dé más sueño y decida marcharse a casa.
Vuelve a sentarse en la banca a esperar un mensaje que está temiendo no llegue. ¿Qué tal si Marta no tiene crédito? ¿Qué tal si decidieron dar la noche por terminada? Y ella ahí, esperando como pendeja. Una extraña sensación le recorre la espalda. Mira hacia la derecha y ve a un tipo observándola desde la otra acera. Ella se hace la desentendida y saca su celular para mandarle un mensaje a otra de las chicas. "Hola", le dicen. Alza la mirada y ve al chavo que estaba observándola un momento atrás. "Hola", responde ella. "¿Y tus amigas?", le pregunta. Su voz suena pesada, está ebrio. "Las estoy esperando, gracias", dice Aurora, intentando quitarse de encima al desconocido. "¿No te acuerdas de mí, verdad?", se balancea un poco hacia adelante, esperando a que ella lo mire y lo reconozca. Aurora levanta la vista y estudia su rostro sin reconocerlo. "No, no te me haces conocido", dice ella, "¿tienes un cigarro?" El sujeto saca una cajetilla de Camel y le extiende uno. "Soy Álvaro, te invité una cerveza en el Golem, ¿recuerdas?" Aurora apenas y le presta atención. No para de revisar su celular y mirar de un lado a otro en busca de sus amigas.
El tipo no se marcha y Aurora comienza a desesperarse. "¿Dónde dices que te conocí?", pregunta. "En el Golem, te invité una cerveza". "Ay, es cierto. ¿Qué tal, cómo estás?" Aurora no tiene intenciones reales de platicar con él, pero no sabe cómo decirle que mejor se largue por donde vino. "¿Vives por aquí?", pregunta él. "No realmente", responde Aurora. Le escribe otro mensaje a Marta, pidiendo su auxilio y la libere del bobalicón que tiene a un lado. Álvaro no dice nada más, en cambio se sienta a un lado de Aurora y la rodea con un brazo. "Hace frío", dice. Un escalofrío le recorre la espalda y la hace ponerse de pie, lejos de él. "¿Qué, ya te vas?", pregunta Álvaro. Parece enojado. "Sí, yo creo que ya me voy", responde Aurora, que comienza a preocuparse por la actitud de su nuevo amigo. "Te acompaño a tu casa si quieres. Es tarde y puede ser peligroso", se pone de pie y se acerca a ella, "vamos, te llevo". "No, aún no", dice Aurora. Las cosas se ponen raras y Aurora no se siente del todo segura con un desconocido como Álvaro a su lado. "¿Pues no que ya te quieres ir?" El sólo pensar que él la acompañe a su casa le causa una sensación de terror. Cuando el pánico comienza a invadirla, de pronto ve un rayo de salvación. "¡Rodrigo!", grita Aurora. Alza los brazos y llama a uno de sus amigos del salón. Rodrigo le grita a Aurora y corre a su encuentro. "Hola, nena. ¿Cómo estás?" Rodrigo le sonríe como si llevara años de no verla. "Muy bien, a ti mero me quería encontrar", dice ella, aliviada de encontrarse un rostro conocido. Álvaro los observa sin decir una palabra, tan sólo hace muecas de exasperación. Tras unos minutos de plática entre Aurora y Rodrigo, Álvaro se despide con un hasta luego que no es correspondido por ninguno de los dos. Aurora por fin se siente a salvo. Le cuenta a Rodrigo que había estado con las chicas en el Golem, pero que ellas se fueron antes, que Marta no le responde y que el tipo raro quería acompañarla a casa. Ambos ríen y Rodrigo le asegura que puede sentirse segura, él la acompañará a su casa si así lo desea.
Aliviada, accede a irse con Rodrigo. Caminan tomados del brazo, sin prisas. Aurora se sigue sintiendo extraña. Se dice a sí misma que no hay nada de qué preocuparse, Rodrigo es fuerte y él puede protegerla de quien sea. Mira hacia atrás y ve a Álvaro a la distancia, caminando hacia ellos, pendiente de qué dirección toman. Entran al estacionamiento del Hinojo y la sensación de peligro se hace más fuerte. Aurora le pide a Rodrigo que se detenga, su celular vibra. Es un mensaje de Marta. Aurora se molesta por que le respondiera hasta esta hora. Guarda su celular en la bolsa y comienza a caminar más deprisa. Rodrigo le pregunta si todo se encuentra bien y ella le cuenta lo molesta que está con Marta por haberla dejado esperando tanto, que si le hubiera respondido a tiempo, no tendría que habérselas visto con el chavo ese. Rodrigo ríe y trata de tranquilizarla. "No te preocupes, ahora estás conmigo". Entran por una callejuela oscura y Rodrigo le dice que se detenga para que él pueda sacar su celular e iluminar el camino. Ella espera paciente. Rodrigo se esculca los bolsillos. "¿Le respondiste a Marta o le dijiste que estabas c onmig o?", preg untó Ro drig o. Aurora pue de escucharlo buscar algo en sus bolsillos pero no logra verlo. "No, no le dije nada. Estoy muy molesta con ella. ¿Aún no?", pregunta ella, desesperada, "si quieres saco el mío, no hay problema." "No, ya lo tengo". Lo primero que siente es el puño de Rodrigo impactando contra su nariz, arrojándola hacia atrás. Después de eso siente el par de poderosas manos aferrándose a su garganta, presionando con terrible fuerza. Aurora intenta arañarle la cara, zafarse de su agarre, pero no puede hacer nada. El aire se termina, todo gira a su alrededor. No puede ver gran cosa, solo la oscuridad. La oscuridad que la consume sin que ella pueda hacer algo para detenerlo. Aurora pierde el conocimiento y se desploma sobre el suelo. Rodrigo camina de un lado a otro intentando serenarse y tranquilizar su corazón. Escucha pasos que bajan por el callejón, toma el cuerpo inerte de Aurora y la carga s o b r e s u h o m b r o. B a j a n p o r e l c a l l e j ó n a l estacionamiento, se acerca a su coche, abre la cajuela y deposita el cuerpo de Aurora con prisas y sin cuidado. Se sube al automóvil, enciende el motor y sale del estacionamiento como si nada hubiera pasado. Aurora todavía respira y la noche aún no termina.
EL MAQUILLAJE
Escribe Aleqs Garrig贸z
El maquillaje seduce a las mujeres, a los hombres. Es capaz de crear la androginia, el beso rosa en que los sexos se funden en voluptuosidades carnales, a la vez divinas. El maquillaje es, desde el origen de la oscuridad humana, una forma de ser lo que no seremos nunca: lo que siempre querremos ser. Cuando lloran las prostitutas, los payasos, sus caras logran un encanto innegable, donde horror se iguala a ternura, en abrazo más que fraternal. Esa pasta de lágrimas y maquillaje se llama Humanidad. Pinta en tus labios la pasión que no tienes. Sombrea tus ojos con ceniza… ¡Sal a la calle!
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS CON EL CIRCO Manuel Noctis
ESPECIAL
A través de los tiempos, el circo se ha caracterizado por ser un espacio atípico donde la familia aún puede “convivir de manera plena, sana y divertida”. Siempre como sinónimo de alegría, festejo y desparpajo. Donde se desbordan las emociones de una manera cómplice con el espectáculo. Muy distinto a como sucede, por ejemplo, en el futbol, donde muchas veces las emociones se desbordan desembocando en un punto cercano a la barbarie. Como lo menciona Denis Diderot: “Del fanatismo a la barbarie sólo media un paso”. Este sentido recíproco entre público y espectáculo lo comenta más factiblemente Víctor Inzúa Canales en su texto “El circo en la cultura”: Parte de su naturaleza radica en la emoción que provoca al espectador. Llega un momento en que no se es espectador, sino participante: en el riesgo del trapecista, en el desplante del domador, en la alegría del p a yas o. L ue g o e n tonc es, el e sp e c t á c ulo de l c irc o s e mo dul a finalmente para provocar estados de ánimo precisos en los asistentes, ése es su arte. Alternan diversión, risa, susto, admiración, terror. El espectador llega a ser cómplice de los artistas, salen de sí mismos, de su ser cotidiano y se identifican con artistas, bohemios y súper-dotados, etc. (Revista Generación, no.60).
Pero desde hace tiempo también, el circo se ha convertido en objeto de críticas y ofensas por la controversia que suscita el espectáculo con animales que muchos de estos manejan; sean perros, gatos, mandriles, elefantes, llamas, camellos, ponis, caballos, tigres, leones o hasta boas, tortugas y demás, es algo que para l a s c o ns c ie nc i a s c rí t ic a s de b erí a desaparecer dentro de los actos que se muestran bajo la carpa. Al respecto de la participación animal, en su texto “Soy un clown místico”, Alejandro Jodorowsky comenta: Cuando vemos trabajar en la pista hermosos caballos, elefantes, perros, pájaros y toda clase de fieras, comprendemos que la conciencia puede domar nuestra animalidad, no reprimiéndola, sino dándole oportunidad de realizar tareas sublimes. La bestia, al saltar a través de un aro en llamas, vence el temor a la perfección divina y se sumerge en ella. La fuerza del elefante se pone al servicio de la construcción. Los felinos aprenden a colaborar. (La danza de la realidad, 2001).
ESPECIAL Podemos estar de acuerdo o no con esas palabras, pero ante todo, lo que sí sabemos y hay que tomar en cuenta en este sentido es que la realidad muestra una cosa muy distinta: las condiciones en que mantienen a los animales son muy precarias, los animales sufren y se desgastan al viajar de ciudad en ciudad donde los climas son tan variantes, aunado a que se suelen abandonar a los animales enfermos o que mueren en el camino, y sobre todo que existen relaciones truculentas de compraventa entre zoológicos y circos, lo cual les ha restado prestigio e interés para la generación de un nuevo público.
Yo no estoy de acuerdo con el uso de los animales para sus shows, incluso no estoy de a c uerdo c on ning ún espectáculo que tenga como actores importantes a los animales. Esto podría ser un tema extenso de discusión. Sin embargo, aún con todo ello el gusto personal por el circo ha estado siempre presente. Porque deviene ampliamente por otras circunstancias, una -quizá la más importante- tiene que ver demasiado con mi infancia y todo lo que entorno al circo me sucedió. Situaciones que me llevaron a involucrarme directamente con La Gran Carpa, y que ahora rescato como encuentros y desencuentros vivos en este sentido: 1. Viví hasta los 14 años en un pueblo cercano a Morelia (Michoacán) y, recuerdo bien cuando llegaban los circos; todos los chavitos de la primaria nos lanzábamos al terreno o lugar donde se instalaban y ayudábamos a montar las carpas, con sus tubos y lonas pesadísimas, todo ello a cambio de un par de boletos para la función estelar, cosa que a veces ni nos daban. 2. En una ocasión llegó un circo con las famosas “Patinadoras Salvajes”, dos chavas que eran hermanas de quienes prácticamente nos enamoramos todos los chaquetos pubertianos. Hubo cuates que incluso fueron a todas las funciones con tal de verlas. Yo un domingo me vestí una camisa n u eva ( p o rq u e l o s d o m i n g o s estrenábamos la ropa nueva), me puse perfume de mi padre y me lancé con la pandilla al circo, pero ¡oh decepción!, ese día no salieron las patinadoras. Una de ellas se había lastimado un tobillo la noche anterior. Fue una lástima, porque no las volvimos a ver jamás (si alguien las ha visto avisen, ahorita tendrán unos 30 o 32 años).
3. Otra ocasión llegó un circo con el famoso hipnotizador. Nadie en el pueblo tenía la remota idea de qué se trataba el asunto, hasta que un tío recién llegado de los United States nos lo contó porque lo había visto allá. Cuando fui a verlo pasé junto con 19 personas más para que nos hipnotizaran. Fui el único al que no pudo hipnotizar el señor este, pero me hice tonto y no abrí los ojos, hasta que el hipnotizador pidió que imitáramos a un gato: maullar y caminar como tal, lo cual me pareció demasiado estúpido. Abrí los ojos y corrí a las gradas con mis padres. 4. Una tarde mientras comíamos (normalmente entre las 2 y las 3 de la tarde, momento en el que en las calles no se veía gente caminar) se escuchó un ruido muy fuerte fuera de la casa. Salimos corriendo para ver de qué se t ra t a b a . E ra u n a av i o n e t a q u e circulaba por los aires de mi pueblo, en la que anunciaban la magnánima p r e s e n t a c i ó n d e l c i r c o At ayd e Hermanos, al cual siempre había querido ir. De la avioneta además soltaban varios papelillos, estaban aventando boletos para la función. Esa fue la primera vez que vi demasiados chavitos en la calle a las 2:30 de la tarde, atentos a los boletos que circulaban por los aires. Y la primera vez que pude ir a un circo en la gran capital. 5. De ahí muchos circos fueron y vinieron. A muchos los vi, a otros no. La decadencia circense comenzaba a hacerse notar. Al menos en mi pueblo. Para mi infortunio, el primer caso fue cuando se corrió el rumor de que uno de los circos había abandonado a un oso en el pueblo, el cual estaba matando gallinas, perros y hasta vacas de los habitantes. Se creó toda una ola de expectación alrededor de todo esto. Obviamente sólo fue un invento del pueblo.
ESPECIAL 6. Otro infortunio fue cuando una noche mi madre nos mandó a mi hermano y a mí a buscar a mi padre, quien se andaba poniendo una borrachera con sus amigos. Mientras lo buscábamos alguien nos corrió el rumor de que lo había visto por el circo que estaba instalado en ese momento. Nos dirigimos hacia allá y e fe c t i va m e n te l o e n c o n t ra m o s sentado y dormido muy cerca de donde tenían a los ponis originales de la Barbie (eso decían). La cosa es que se rumoró que mi padre había sido secuestrado por La Encantadora de Serpientes. No lo sé. Aún no me atrevo a preguntarle. 7. Otra situación fue cuando fuimos a ver otro circo en la ciudad de Morelia, en las instalaciones de la antigua feria. En esa ocasión llegamos con varios de mis tíos, primos y amiguillos que se nos pegaron. Cuando terminó la función abordamos coches y camionetas y llegamos a nuestras casas. El infortunio en esa ocasión fue que uno de mis primos insospechadamente había sido abandonado. Mi tía lloraba y el tío inmediatamente se regresó a la ciudad por él. Afortunadamente lo encontró ahí sentadillo afuera del estacionamiento. Mi primo después contó que durante las horas que estuvo ahí solo se le acercó una de las trapecistas, quien le dijo que si no se quería ir con ellos, que lo cuidarían. A lo cual, dijo, él le respondió que no, que prefería ordeñar vacas y hacer quesos a andarse descolgando de un columpio. 8. Lo que me alejó por muchos años del circo fue cuando se rumoró que el señor Capulina (que dios lo tenga en su santa gloria) abusaba sexualmente de los chavitos en su camerino, por lo cual mis padres pensaron que en todos los circos pasaba lo mismo y ya jamás me volvieron a llevar a un show.
Pasaron varios años para reencontrarme con un circo, fue como motivo de un regalo de cumpleaños. Obviamente los ner vios, risa y adrenalina estuvieron a flor de piel durante todo el show. Lo único desagradable fue que la chica que me invitó no dejó de hablar de los pectorales de los arte-marcialistas chinos. La última vez que asistí al circo, fue en un pueblo en Oaxaca. Era uno pequeño en donde el trapecista era el domador y a la vez el payaso. Lo sorprendente y crítico fue cuando sacaron a un león desnutrido, sin jaula ni reja ni nada de por medio que nos resguardara de aquel animal. No suelo sentarme –nunca- en la fila de hasta adelante. Esa vez ahí estaba. Durante el show el león perdió un poco la atención y desvió su mirada justo hacia donde yo me encontraba. Me miró fijamente por largo tiempo. Por primera vez estuve cerca de sentir lo que es orinarse en los pantalones. Pero todo volvió a la normalidad con un fuerte alarido de su domador. En la actualidad aún sueño la mirada de ese le ón desnu trido. Lo ima gino abalanzándose sobre mí y desgarrando mis vestiduras. No lo juzgo, aunque sea sólo una visión; a final de cuentas se trata de una fiera salvaje fuera de su hábitat.
FERNANDO
Escribe Paola Reyes
“¡Un aplauso para Fernando!” Es lo Una mañana ella me miraba fijamente; aún que escucho una infinidad de veces al puedo jurar que brotaron lágrimas de sus ojos, entre gritos e insultos mi madre, Maya, fue día desde hace ya cuatro años. desangrada con una cortada en el cuello, luego Siempre fui parte del espectáculo, le prendieron fuego y finalmente su trágica desde que tenía semanas de nacido vida terminó. No podía dejar de mirarla, me di me inyectaban no sé qué cosas que c u e n t a d e qu e n u n c a p u d e b e s a r l a , m e m a n t e n í a n a d o r m e c i d o , acurrucarme a su lado sin barrotes de por recuerdo la multitud de gente medio, pero igual la amaba, aún la amo. haciendo fila para tomarse una fotografía conmigo. Después de Después de eso, el circo se mantuvo sin muchas cansadas horas de estar ahí actividad durante meses, luego comenzaron a detenido, me metían a una diminuta entrenarme. Al principio el domador parecía jaula con trozos de carne casi paciente, pero cuando me equivoqué por podrida, era lo único que comía. En la primera vez golpeó mi lomo con un látigo. Yo jaula de al lado se encontraba mi tenía apenas un año. madre, siempre sentía que me pedía Utilizaban diferentes formas de tortura para perdón con la mirada, pero no podía enseñar a todos los animales a hacer sus culparla, no la culpo por el destino famosos trucos, nos golpeaban, nos dejaban sin comer durante días si cometíamos algún que nos tocó vivir. error, no importaba la especie, el dolor que nos causaban era similar. Ella se llamaba Maya, tenía un pelaje negro y blanco que la hacía lucir El miedo a ser castigado me estresaba, aprendí siempre hermosa. Una vez escuché a hacer la rutina a la perfección sólo por el decir que la habían comprado en un temor a lo que ellos me podían hacer, una zoológico a los dos meses de edad y rutina bien hecha era un día más de vida, desde entonces había sido muy aunque no estaba seguro de desear eso, pero sumisa, los visitantes decían que l a s p ers o na s aj e na s a l c irc o s ól o s e parecía que le gustaba convivir con emocionaban e iban cada vez más a verme sin las personas, pero no veían la tristeza imaginarse lo que de verdad ocurría. Cada en sus ojos. Recuerdo la última vez noche al regresar a la jaula, las personas iban a que la vi, estaba recostada casi en el admirar a “el gatito divertido”, pero se centro de la jaula cuando llegaron mantenían a cierta distancia y se alejaban más unos niños a verla. Le hablaban, cuando me movía. Veía el miedo en sus ojos, después comenzaron a gritarle y pero sé que no podían tenerme más miedo del c o m o e l l a n o l e s h a c í a c a s o que yo les tengo a ellos. comenzaron a picarla con palos. Ella molesta, soltó una mordida y logró Pasan los días y no dejo de recordar a mi agarrar la mano de uno de los niños, madre, de ver cómo los otros animales van muriendo o son asesinados por “no hacer lo la despedazó por completo. que deben” y pienso en todo aquello que no Los gritos de dolor del pequeño disfrutaré jamás. He escuchado que hay sitios imbécil llamaron la atención de donde los animales son libres, viven y actúan todos. El circo recibió una demanda, para sí mismos, son lugares que todos tenían que deshacerse de “la bestia”, merecemos, que mi madre merecía y yo también, pero sé que ese no es el destino para pues era un peligro. un tigre de circo.
EL AMANECER QUE LOS HIZO DESPERTAR Martín Saracho
CINE
Con un guión de Herminio Ciscomani, bajo la producción de Lilia Velazco y con un elenco que va desde grandes actores como Jesús Ochoa y Sergio Galindo hasta un reparto novel, como en el caso los jóvenes protagonistas: Osari Pacheco Rosas y XimenaAréchiga, se vivió durante cinco semanas un rodaje que a pesar de su fuerte contenido, distaba de la cruel realidad que se vive en la comunidad que sirvió de locación.
Más amaneceres es una desgarradora historia que aborda el tema del narcotráfico desde sus raíces, cuenta la vida de dos niños de una comunidad olvidada por la sociedad, unidos por un gran amor y con el fin de enfrentarse a un México que duele. El director y fotógrafo del filme, Jorge Yair Leyva Robles ve su Ópera Prima como una metáfora de lo que o curre en nuestro país en la actualidad, un microcosmos de lo que es el mundo de la venta de drog as, sobre quiénes fueron aquellos personajes que a diario se escuchan en las noticias y cómo es que llegan a serlo,qué los hizo llegar a ese lugar, quiénes fueron cuando chicos. El proyecto nace con la necesidad de abordar un delicado tema, sin dirigirse directamente a él, sino a sus orígenes. La película contó con el apoyo del Instituto Mexicano de Cinematografía (FOPROCINE) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, (Programa de Fomento a Proye c tos y Coinversiones Culturales) para su finalización.
Un proyecto que ha dejado llenos de satisfacciones, experiencias, aprendizajes y grandes reconocimientos tanto al director como a la productora: Más Amaneceres obtiene en 2013 la Mención Honorífica a Mejor Ópera Prima en el Guanajuato International Film Festival y el premio al Mejor Largometraje Mexic ano de Fic ción del Festi val Internacional de Cine de Hermosillo, además de dar un recorrido por grandes Festivales de México, Estados Unidos y Europa, también formó parte del Tur de Cine Mexic ano, logrando lleg ar a cartelera de catorce ciudades del país, además de la Cineteca Nacional.
“Haz lo que puedas con lo que tienes”- Es el mensaje que Jorge Leyva da a los jóvenes que tienen la inquietud de hacer cine, dejando el miedo y lanzándose a la aventura, fue así como nace este gran proyecto cinematográfico y el cual ha cosechado grandes frutos. Actualmente La Tuerca Films, casa productora de Más Amaneceres, se encuentra trabajando con un cortometraje fantástico que habla sobre la identidad, dos largometrajes de ficción y una serie de televisión que se encuentran en desarrollo y que sin duda, conociendo el gran talento mostrado en su primer largometraje, darán mucho de qué hablar.
“Haz lo que puedas con lo que tienes”- Es el mensaje que Jorge Leyva da a los jóvenes que tienen la inquietud de hacer cine, dejando el miedo y lanzándose a la aventura, fue así como nace este gran proyecto cinematográfico y el cual ha cosechado grandes frutos.
FLUCTUACIONES DEL PASADO CIRCENSE Escribe Alejandro Ram铆rez L贸pez
En el cuarto de mis recuerdos tenía la puerta cerrada.Me recuerdo bien: estaba parado frente a los libreros donde guardaba mis viejas cosas. Movido por alguna fuerza incomprensible, tomé mis fotos de la juventud que yacían sobre mi repisa. La primera que observé fue una foto a blanco y negro, tal vez de 197... Me quedéquieto, absorto en la fotografíadurante largo tiempo. Allí plasmados cinco sujetos, ataviados particularmente: uno disfrazado de mimo, otro de aviador, uno de jipi, el otro como motociclista, y finalmente me vi a mí mismo, en un extremo, vestido de mago. Los colores, los olores y sonidos se precipitaron a mi mente, amalgamadosen una p elíc ula vieja. To dos te níamos seudónimos (en broma),pero yo solo recordaba el mío: el Conde Nado. Nos dis fra z áb amos p or sub versi vos, no teníamos otra razón para ello. Queríamos romper todos los moldes culturales establecidos en aquel país. Ni siquiera me atrevería a decir que hacíamos música pues, en aquel entonces solo éramos unos ruidosos vagos. Si nos hubiera tocado ser j ó v e n e s e n u n a é p o c a p o s t e r i o r, hubiéramos sido catalogados como artistas progresivos o con alguna estúpida etiqueta similar. Pero no. A nosotros nos tocó vivir en ese tiempo. Si pudiera decir que alguien influía en nuestra manera de tocar y en nuestro performance era Frank Zappa, y lo demás que se nos ocurría era por instinto; engendrábamos pura pretensión de intelectualidad abstrusa.
La verdad, queríamos dar un mensaje, p ero ni siquiera sabíamos qué deseábamos expresar a través de pésimos poemas, flautas indígenas, acoples de ruido y nuestros happenings.Ni los circuitos marginales del rock nos querían, por eso nuestra casa siempre fueron los circos pobres y las carpas convalecientes. De día, los niños sonreían a pesar de sus manchas de desnutrición en la cara e iban a divertirse con los payasos ajados, con nuestros espectáculos infames y viendo a los animales patibularios. De noche, los gitanos llevaban una carpa más pequeña que exponía las primeras peripecias eróticas filmadas en aquella época. Diversión para chicos y grandes. Era como si en el medio de un páramo yerto un payaso empezara a contar chistes o un músico empezara a tocar: nadie lo escucharía. A nosotros nos oían, pero como si no lo hicieran. Los niños no entendían lo que significaba elperformance (ni siquiera se usaba esa palabra) y los adultos nos juzgaban locos. Así actuamos durante un tiempo, quizá años. Íbamos en nuestra combi a los pueblos olvidados, fuera de la capital, y nos presentábamos en el circo que se había instalado para unirse a los festejos del pueblo.
Cantábamos, recitábamos, hacíamos ruido, pero nada provocábamos. Na die nos cono cía ni quería conocernos. La gente se reía de nosotros, como si fuéramos unos payasos más, parte del acto. Eso estuvo bien para mí en a quel entonces. Al menos alguien iba a vernos, pero con el tiempo entendí que tal vez no tenía ningún sentido dárnosla de innovadores en una tierra donde la gente apenas tenía para comer y pa g arse un ra tito de diversión. El inoportuno circo en medio del páramo se ahogaba con el calor y con nosotros adentro. Quizá para las gentes de esos pueblos tatemados las tristes diversiones representaran un respiro, quizá algo bueno les hacía sentir. Recuerdo como si estuviera allí ahora mismo, un día que salí a caminar antes de dar nuestro espectáculo en un pueblo lejano. Abandoné la carpa y caminé por la única vereda de tierra que había. Me detuve un instante y levanté la cabeza para ver al frente. No había nada más que un inmenso sendero de terracería que se perdía en el horizonte. No había nada más que el camino frente a mí, sólo un inmenso llano pelado. Atrás, el circo. Allí mismo entendí que nunca íbamos a ser como Frank Zappa, Pink Floyd, VelvetUnderground, o cualquiera de esos grupos progresivos de E.U. y de Inglaterra. Nuestra realidad era distinta. Sólo sacábamos lodo de un pozo. Entonces, como si sintiera un agotamiento inmenso, como si perdiera una parte de mi esencia, de la nada me dio por caminar siguiendo el sendero para no volver.
No me importó la función, ni mis compañeros, ni nada. Sólo caminé. Algo de mí se había perdido y quizá nunca volvería a buscarlo. Pasaron los años. Fue muy sorprendente, porque cuando volví a ese presente, después de mi viaje en la foto, estaba parado en el silencio profundo de mi estudio, frente a los libreros. Era casi media noche. Mi esposa no estaba, mis hijos vivían fuera, pues asistían a la uni versidad, y no teníamos mascotas. Tajando mi pesada y silenciosa tranquilidad, alguien tocó dos veces la puerta de madera de mi estudio. Quedé paralizado dando vuelta a la imaginación y entonces temí que fuera un joven anticuado, vestido de mago.
IT'S NO GOOD
Escribe Gabriela Cano
1. Don´t say you want me/ Don´t say you need me/ Don´t say you love me / It´s understood/Don´t say you´re happy/Out there without me /I know you can't be 'cause it's no good…En el Kirschaún suena la música que acompañaba su danza. Alguien la ha sacado de la jaula, no sabe cómo, ha perdido la noción del tiempo. Vio la historia que narra como un sueño en el que se prevé lo que suce derá.Aún siente la oscuridad de los movimientos acaecidos en su cuerpo por el ritmo de la melodía. Ella baila junto a Jack. Hace años lo hace.A todos les produce euforia pero, para ambos, se trata de un número y aunque no lo parezca son profesionales. No hay día sin ensayo, sin que gasteunos minutos puliendo la jaula donde repite su presentación. En este momento, el lugar parece otro, la pared es incapaz de darle el mensaje de siempre, un mensaje escrito en pintura luminiscente. 2. Esto no lo soñó. Ya lo sabía. Cada vez conocía menos a Jack. Le parecía que sus ojos querían decirle algo que su boca no podía balbucear. Sólo ella sabía cómo habían terminado allí. Algunas noches escuchaba chismes: que lo habían traído del Congo, que se lo habían robado a un excéntrico que quién sabe qué. Rogelio no le preguntó nada porque el mito del robo le vino bien: siempre quiso ser un niño malo y no el riquillo que fue hasta el último día. A veces piensa que por eso la eligió. Él que podía tenerlo todo quería a la puta del bar. Y eso de puta es lo que decían de ella. A nadie le constaba, todos tenían la boca llena de habladas. Supone que eso les hace sentir superiores: lejanos de lo mórbido y vulgar de la vida nocturna. Sin embargo, no es ella la que gasta su dinero para proveerse de una sensación que la vida diaria no puede proveer. Ella, cuando menos, decidió su profesión así que les da la razón: son diferentes.
3. Tiene treinta años. Sí, no lo parece. Se lo han dicho hasta el hartazgo. Es como si la gente necesitara creer en la bondad, en la criatura que ha sido pervertida por la maldad, en el naturalismo. Gracias a ello ha tenido que soportar cortejos cursis: malos poemas, retratos no autorizados, joyas. Rogelio fue el peor: un camino de rosas a medio callejón. Como sea. Ella se enamoró y lo hizo con sinceridad. Quizá ese cuento de la inocencia no le ofende o quizá nadie puede privarse de la ficción. Piénsese del siguiente modo: las ficciones proporcionan la base de las imágenes del mundo así que los supuestos por los que se guían las acciones también son ficción. Así entiende lo de Jack: su negación a ser carbón bruto, su necesidad de ser diamante pulido no era más que autoficción. El ritual en Tierra Negra sólo fue el principio de la historia y su nueva forma una especie de clímax. Pero, después de un tiempo, todo se volvió normal: había que comer, había que amar. 4. Rogelio no trataba a Jack como mascota(aunque tampoco como amigo, es cierto). Simplemente aceptó la relación con recelo, quizá, porque la vida que tenían juntos también era para él una forma de sobrepasar la realidad muy diferente a la mentira. En la pared le había pintado una frase(la misma que ahora no podía leer): “Ella era una idea que paseaba el hastío del cosmos por el lado infecto del planeta”. Todo iba bien. Sólo de vez en cuando a ellale entristecía pensar que no tenía un recuerdo verdadero sobre Tierra Negra, sobre la piel de Jack, sobre su voz. Esa noche, y en esa sensación compleja, empezó a perpetuar aquel último recuerdo a la vista de todos. Rogelio, juez o testigo, quiso pelear con Jack, pero sólo fue mártir de su intento. Ella lo sabe: aquello no fue un crimen, fue el resultado de un juego infructuoso… Don´t say you want me/ Don´t say you need me/ Don´t say you love me / It´s understood/Don´t say you´re happy/Out there without me /I know you can't be 'cause it's no good.
QUIDAM Adso Espinoza
Quidam es uno de los espectáculos más populares del Cirque du Soleil, empresa franco-canadiense con más de veinte años de experiencia en el circo moderno. Quidam, préstamo latino que significa cualquiera o alguno, hace referencia a un slang francófono para referirse a una persona anónima, solitaria y su presencia nos resulta indiferente. Es el típico alumno que se sienta al final de la fila, no habla y al hacerlo no se le escucha. Todos somos quidam, ninguno escapa de dicho término porque engloba a cualquiera, porque el serlo no depende de uno, sino de otro. Es decir, para uno podemos ser muy importantes, pero para otros no. La obra teatral-circense presenta la gistoria de una niña solitaria que, desde el comienzo del espectáctulo, sufre la indiferencia de sus padres y necesi revalorar su vida. Un gran sueño toca la puerta de su armario, es Quidam -hombre sin cabeza y con una extraña sombrilla para cubrir la invisible lluvia- y le entrega un sombrero: la llave para iniciar su aventura. John, su guía, le ayuda a superar su tristeza. En el viaje, experimenta nuevas sensaciones y experiencias que le hacen, curiosamente, tanto encontrarse a sí misma como también valorar la vida; su nombre, por supuesto, es un juego semiótico: Zoë ( , la vida). También, retrata los miedos y las imperfecciones del hombre. Se pretende a continuación realizar un análisis de Quidam, tomando como puntos esenciales las bellas artes, la tecnología y la filosofía.
Los orígenes del teatro o arte dramático se remontan en la Antigua Grecia, el cual era dedicado a Dionisio, dios del vino. Se puede v er una c l ara dis t inc ió n e n t re l o s personajes, los cuales tienen un diálogo (oculto bajo las hermosas canciones y las gesticulaciones de los mismos), la trama ocurre sobre una plataforma circular -una de las características del circo. Los personajes son dibujados con una claridad maravillosa, el vestuario, junto con el maquillaje hace referencia a algunos cuentos infantiles; las niñas orientales del acto de Diábolos, los yoyos chinos, acompañadas con Enfants d'acier, llevan vestidos plateados inspirados en el Hombre de Hojalata de El mago de Oz; varios artistas llevan las ropas desgarradas y nos recuerda a los Niños Perdidos de Peter Pan, a los piratas o salvajes. El circo regularmente emplea animales, sin embargo esta compañía no los emplea. En cambio, emplea la tecnología y la destreza de las artes callejeras y circenses rradicionales, tales como acróbatas, payasos, magos y equilibristas. Bajo el influjo del Circo Antiguo, Quidam se levanta altanera para mostrar de lo que está hecha. Sus miles de toneladas de metal reforzado y bajo una carpa donde se desarrollan distintos actos. Es muy difícil trabajar con maquinaria pesada, porque cada movimiento (incluso el hacer girar la plataforma) requiere de una previa programación del operador. Se corre el riesgo de que el sistema computarizado se trabe. Incluso, los movimientos de las máquinas deben ser precisos y lentos porque los artistas pueden lastimarse o perder la vida. El sistema sólo se usa para llevar a los artistas al escenario y para crear una gama amplia de efectos especiales (como los truenos y los rayos). Además, posee una cinta transpor tadora de cuarenta metros de altura que es empleada por los artistas en los distintos actos.
Una de las advertencias que nos hizo Marx a lo largo de sus obras fue que el hombre está perdiendo el control de sus creaciones y lentamente se va volviendo esclavo de lo creado. Los padres de Zoë son así, le dan importancia a cosas oropeles y banales que dejan a un lado lo que en realidad sí importa. Esta familia tiene todas las características de una familia disfuncional: padres que se encuentran en conflicto por una u otra razón y la hija resiente todo, mas no dice nada. Entre los personajes adultos se ve una separación inminente, quizá se deba a la monotonía de la relación y esto, reitero, repercute en la pequeña. Zoë canta Atmadja con el alma destrozado por la amargura y narra lo que está sufriendo. No sabe qué hacer, está desesperada; pronto escapará de esa detestable realidad para incorporarse a una más estable. La puerta de la habitación se abre, surge Quidam -el público ve sorprendido la llegada del extraño, algunos niños se asustan y otros lloran-, un transeúnte sin cabeza que lleva una graciosa sombrilla para cubrirse de una lluvia invisible -quizá para cubrirse de los problemas que sufre la niña-. Se retira el desconocido, aparece John y Fritz. Ambos emprenden una aventura, junto con Zoë, para redescubrir el milagro de la eternidad: la vida. En el acto de la rueda alemana, bajo el encanto de Incantation, se presencia una ruptura drástica en la realidad. La oscuridad del espectáculo envuelve a todos causando una sensación de soledad que obliga a reflexionar sobre qué es la vida. Cuando la niña quiere pedir informes a los hombres de blanco acerca del lugar donde se encuentra y no lo logra. Ella se aleja y no le da importancia a lo que está sucediendo frente a sus ojos. Siguiendo con la línea, el padre aparece en escena leyendo un periódico y Zoë trata de llamar su atención, le pide que por un momento le haga caso. Él es un tempano. Ella se entristece, John ve lo ocurrido e intenta sorprenderla con el fin de alegrarla, mas no lo logra: la asusta.
Las pequeñas de hojalata bailan con su yoyo, mas la protagonista sigue estando triste por la indiferencia de su padre. Le duele muchísimo y no sabe qué hacer; su canto triste abre corazones, hace que nuestras miradas apunten a nuestra alma; nos obliga preguntarnos sobre nuestros miedos. Zoë teme crecer, porque lo desconocido le aterra. Una imperfección está por revelarse: el crecimiento obliga al cambio, muchos desearían crecer sin perder su inocencia. La contorsión aérea en seda no es más que una alegoría al crecimiento hacia la siguiente etapa: la juventud. Al terminar el acto, la artista no quiere desprenderse de sus telas porque teme a lo que hay más allá de ellas pero al final se resigna. La fiesta, la celebración y la alegría llega a Zoë mediante un juego de saltar las cuerdas que en su niñez hubo jugado. Descubre que los participantes son Niños Perdidos en cuerpos de adultos. El espíritu de fiesta crea un ambiente de olvido en la pequeña, en sus ojos se ven que le gustaría participar en la fiesta. Pero en lo alto se escucha un helicóptero, les recuerda que están bajo otras reglas las cuales deben acatar al pie de la letra. La fiesta termina.
Las mujeres que participan en los aros aéreos le dicen a Zoë que la vida se debe vivir sin preocupaciones, debido a que se va como el aire y nunca se puede regresar el tiempo. "Aprovecha todo los momentos" parecen decirle con los movimientos tan bellos realizados. Olga Pikhienko con su acto de handbalancing le muestra que el cuerpo humano es una creación muy bella a la cual se le tiene que cuidar como un templo. La pequeña ve con curiosidad y sorpresa el acto mientras a lo lejos gira una bailarina cuyo rostro siempre permanece oculto en la oscuridad. Las estatuas vivientes, con sus trajes desgarrados, le dicen que existe una fuerza mucho más grande: el amor. El amor que ayuda a mantener el milagro de la eternidad y el equilibrio entre los seres humanos. Le dicen que sin el amor que se tienen sus padres, ella jamás había nacido y que la vida no tendría sentido.
El espectáculo no sólo cuenta la historia de Zoë, sino retrata con fidelidad los mie dos y las imper fe cciones del hombre. Aquellos miedos que nos arrojan contra la pared. Quidam busca la perfección estética con la ayuda de las dist in t as ar tes y la tecnología. Es una obra majestuosa cuyos elementos van desde la fantasía hasta el realismo. Zoë a grandes rasgos somos nosotros porque siempre estamos evolucionando pero tenemos miedo a lo desconocido, nos asusta lo que hay detrás de la puerta o lo que nos espera si tomamos una u otra decisión. Quidam termina por darnos una bofetada para reaccionar ante los cambios que ocurren en la vida y lo maravilloso que puede ser; nos hace ver nuestra inferioridad y las mil maneras u tiliz a das p ara ocultarlas. Se burla de la absurda idea de la superioridad del hombre ante otras especies, porque si fuésemos superiores no pasaríamos por estos conflictos y crisis que en cualquier lado encontramos. Hace énfasis en los miedos para tomar cartas en el asunto y enfrentarlas cara a cara. Quidam, en sí, es una obra de lo más compleja donde interviene las distintas bellas artes, la tecnología y la filosofía. Un espectáculo que supera, a mi parecer, a otros creados por el Cirque du Soleil por su contenido.
LA ESTATUA
Escribe Eric Zavala Medina
Según nos contaron, Maggie Fletcher nunca olvidó esa noche, aquella en que sus dos hijos murieron de una forma atroz. Aquella noche estaba nublado pero la ciudad estaba muy activa. Maggie y su esposo Frederick habían decidido que ya era tiempo de tener una noche de pareja, por lo que contrataron a su niñera de confianza, Sally Flint, la hija del vecino. Ella rondaba entre los quince y dieciséis años, bajita y de muy buen carácter, buena con los niños. Era sábado, al menos eso nos dijeron,y el circo acababa de llegar a la ciudad, lo cual era muy inusual ya que la zona donde vivían era muy desconocida por los alrededores. Todos estaban entusiasmados y no podían aguardar la primera función que se estrenaría el domingo por la tarde. Sally jamás había visto una función de circo, por lo que esperaba con ansias asistir a la del día siguiente. Sin embargo sus padres, quienes pasaban por un momento difícil en cuestión de dinero, le habían negado rotundamente acudir, pues consideraban que el boleto tenía un precio excesivo. La chica estaba muy desanimada, en verdad deseaba asistir al evento por lo que la oferta de los Fletcher resultaba la oportunidad perfecta para conseguir algo de dinero e ir a la función. Según la versión oficial, cuentan que la pareja se fue de la casa a eso de las diez y que Sally había llegado unos minutos antes. Como era costumbre los pequeños insistían a la joven que jugara con ellos, a lo cual ella respondía con una gran sonrisa y terminaba accediendo. Después de una hora de diversión,Ritchie, el más pequeño de los niños, comenzaba a bostezar. Sally consideró que era momento de mandarlos a dormir pero Mike, el hermano mayor, insistió en sólo cinco minutos más. La chica aceptó que él continuara jugando un rato más mientras ella cargaba Ritchie y lo llevaba a la cama.
Cuando subió las escaleras casi pegó un grito y por poco tropieza con un escalón. Al final del pasillo reposaba una estatua de payaso de tamaño real; tenía la cara pálida pintada de blanco, unos enormes labios pintados de rojo le sonreían. Él vestía una simple túnica roja con una flor blanca y un sombrero verde. Un escalofrío recorrió a Sally de pies a cabeza, pues la estatua era muy realista. Pasando junto a ella con cierto grado de temor acomodó al pequeño en su cama, lo cobijó y le dio un beso de buenas noches. Al salir de la habitación sintió un frío espantoso al ver de nuevo aquella sonrisa de labios rojos. Suspiró profundo y sacó su celular del bolsillo marcando el número de la señora Fletcher. –Disculpe que la moleste, señora –dijo con tono muy amable– pero, ¿puedo cubrir con una sábana la estatua de payaso que tiene en el pasillo?, está comenzando a asustarme. Hubo un momento de silencio del otro lado de la línea. –Toma a los niños y lárgate de la casa ahora mismo –c ontestó c on tono preocupado– ¡Nosotros no tenemos ninguna estatua de payaso! Luego, la llamada se cortó. La señora Maggie Fletcher estaba sentada en un restaurante, se apresuró a pedir la cuenta mientras un sudor frío aparecía en sus manos. Golpeaba desesperadamente la mesa con un tenedor que tenía a la mano. De pronto el teléfono volvió a sonar ; c uando ella c ontestó, una respiración agitada podía escucharse del otro lado. Después, una risa fría y siniestra resonó en la bocina. –Disculpe que la moleste, señora, pero, ¿puedo tapar con una sábana el cuerpo de su niñera?, está comenzando a asustarme.
ยกLA VIDA ES UN CIRCO! Escribe Daniel Morales
Mi recinto cada día se vuelve más oscuro. Penetran en el aire los minutos que rompen cada vez más, no tienen trayectoria fija, su único fin es destruir y di vidir lo que encuentren a su paso, átomos unidos. Copos de recuerdos caen intermitentes a la vieja alfombra que guarda historias enfrascadas en páginas de vidas que han pasado sobre ella, todas igual de in t r a s c e nde n t e s y v a c í a s, sin propósito, no tienen futuro pero sí un pasado oscuro que se encuentra en donde sólo habitan armónicos movimientos de dolor y temor, un miedo hacia lo desconocido por no conseguir escapar de una prisión que aún no logra delimitar pero que encuentra las barreras cercanas al rose de los poros en un movimiento, pero sin que se llegue a consumar. En un instante congelado, una gota de un líquido cristalino rueda por mi mejilla, busca encontrar su camino, es irónico que ella lo consiga más fácilmente que yo; su destino siempre es su muerte pero consigue llegar a ella por su cuenta, envidia de esta pequeña concentración de enlaces químicos por hacer lo que yo no puedo conseguir. Su unidad está alejada de mí como de mis pupilas la luna, sublime astro celeste que se le entrega más crédito de lo normal, un valor sobrado de algo por lo que no se esfuerza y sólo roba la luz que le sobra al astro dominante. Aun así logra captar la mirada y lo sueños de innumerables personas que piensan qu e a l c o n t e mp l a r l a s u a l m a trasciende al horizonte en el que no existe lo corporal, en donde se liberan de su ínfima mortalidad para habitar con las almas libres que vagan a su antojo.
Penetrando a mi alrededor se encuentran cristalinas luces blancas que imagino me llevarán al fin de mi dolor pero que sólo consiguen acercarme más y más a él, que me exponen desnudo a heridas en el cuerpo, como millones de espinas de rosas que me a traviesan y se incrustan para formar parte de mí i n d e fi n i d a m e n t e, n o c o n s i g o apartarme de ellas, esto sólo es más llevadero por el hecho de saber que siempre existirá un dolor superior al que estoy experimentado en ese momento, uno que causara más daño. Siento una descarga que recorre todo mi sistema nervioso, mis venas están a punto de estallar, siento cómo cada leucocito va destruyendo los hematíes y estoy a punto del colapso. De mis manos escapa en un instante toda mi fuerza y no consigo sostenerme más. Me solté. El vacío es profundo, mis cabellos vuelan uno a uno en contra del viento y la caída se va haciendo más rápida, no consigo ver el cielo pero esas luces que antes me incitaban a seguir hoy me anuncian que me dirijo al final, dejando todo atrás y siguiendo a un destino en el que no tendré que partir. Me desplomo. Hoy por fin la función terminó.
LAS DELICIAS DE LA CULPA Escribe Luis G. Amézquita
En el monitor de la computadora, la escena es esta mujer con el maquillaje corrido, sudorosa y chillando como ángel inmundo. Cinco hombres bien depilados, y con herramientas fálicas casi ridículas, están vaciando la miel calcárea de su cuerpo sobre el rostro de ella. Uno por uno. La ahora sometida, anunciada en los créditos iniciales del video como Magdala Glamour, recibe la ración caliente en el orden impuesto por las astucias y disposiciones terrenas de los participantes. Luego de que las gotas de semen de un hombre fornido toquen la sien de Magdala Glamour, ésta exagera un gemido como si el placer del que la subyuga fuese triple en ella. La mujer frota su cara con la mano izquierda y desliza la mascarilla viscosa hasta su boca. Saborea y escupe, frota y, nuevamente, saborea. Los hombres, fatigados por su esfuerzo, agradecen su obediencia, ya sea con un beso en la nuca, o con una bofetada juguetona. Magdala sonríe estúpidamente; pareciera ser que algún extraño ánimo la invade, y ella no sabe lo que hace. --Frente al monitor, excitado y enloquecido por la p a s i ó n d e M a g d a l a , J e s u c r i s t o m u ñ e qu e a locomotoramente. Sus mejillas (esas por las que alguna vez corrió la sangre que perdonó nuestros pecados) están ruborizadas. La convulsión de sus facciones evidencia que el Hijo del hombre está disfrutando lo que ve (y lo que hace). Humano al final de cuentas, Cristo eyacula. La semilla sale disparada con un ímpetu bendito. Su placer es etéreo, ígneo, absoluto. El orgasmo de los dioses es algo que no nos podemos imaginar siquiera los mortales. El pegajoso fluido va a dar contra el monitor y coincide con la descompuesta imagen de Magdala -y su cuarta ración-. ---
La mancha tibia en la diestra del Hijo palpita. Dentro de ese interminable charquito de semen, el arrepentimiento comienza a germinar como una semillita de mostaza: Es la mujer que tanto amé, es esa dulce dolorosa que me estuvo acompañando al pie de la cruz. ¡Qué desgracia la suya! ¿Cómo pudo haber terminado así?, ¿qué fue de la prostituta redimida por la misericordia de mi Padre?, ¿qué fue de sus cuidadosos mimos a mis heridas profundas? ¿Y qué me pasó a mí?, ¿cuándo me convertí en esta máquina perfectamente humana? Las virtudes que anticipaban los grandes profetas no me lucen en lo más mínimo. He resultado peor que aquellos que me condenaron. Jesucristo está claramente afligido por la culpa. Sacude su mano derecha como aborreciendo su propio fruto. Está apenado con todos: con su ubicuo Padre, con cada hombre y mujer de buena voluntad, con el coro de ángeles y arcángeles, pero sobre todo con María Magdalena: el destino penoso de Magdala Glamour es, de algún modo, responsabilidad del Mesías. Si él no hubiese tenido que mantenerse célibe, si su empresa humana y divina no le hubiese exigido alejarse de la mujer que tanto amaba… si, en lugar de doce discípulos diseminados por el mundo, hubiese acogido a una sola mujer como el cayado de su pastoreo, Magdala Glamour no sería esa bestia desafortunada. Él no sería ese penoso humano que adjura de sus deseos. --Angustiado hasta la médula (sin una misión en el mundo: alejado del cielo y el infierno), Jesús apaga el monitor, se levanta del sillón mullido y sale a la calle. El rumor de la tarde nos sorprende a todos con una serenidad infinita.
*Fotos cortesĂa
THEO WENNER Colecci贸n Invitada
THEO WENNER
Ser el fotógrafo más intimo de Miley Cirus se antoja de primera instancia un labor circense; ser el fotógrafo de las sesiones más reventadas de la Rolling Stone -que dicho sea de paso es de su padre- tiene más de tres actos. El novísimo fotógrafo “niu yorquino” de 26 años comenzó como modelo y poco tiempo después decidió tomar la cámara y estampar con su estilo personal el trendismo, lo nomcore y la hipstereada que los famosos le piden. Por ello ocupa ya su agenda con sesiones privadas y alguna que otra joya de la cotidianidad. Theo es nuestro invitado al circo de la lente aquí su propuesta.
LOS PRECIPISTAS ENAMORADOS Escribe Al铆 Rend贸n
Toda caída es raíz. ¿De veras te gusta mirar? No me refiero a, por ejemplo, esa chica que va allá; es fácil voltear a verla: piernas largas y avance rítmico hacia su trabajo en el jardín de niños, sonrisa en los labios de caramelo sobre manzana cuando saluda a sus alumnos. Juras que has visto (y tomado) su cintura en el cuello de una botella de Carmenere. O, si eres mujer, te sería fácil mirar a ese joven: pantalones apretados, nalgas como un par de rocas que trazan la ruta de un derrumbe horizontal. No, no me refiero a ese tipo de cosas, sino a mirar el mapa que los malabares de la vida dejan en las personas. Mira, justo ahí va todo un ejemplo. Sí, ese señor que va tambaleándose. Es una antorcha humana que ya se quemó el corazón y su cuerpo sucumbe al lento incendio de su mente. Se llamaba Goyo. De niño vio pasar el circo frente a su ventana, escapó con la compañía. Fue barrendero, cargador, ayudante general hasta que miró por primera vez unas piernas largas que le hicieron pensar en raíces, una mirada que se robaba las luces y las ponía a hacer suertes dentro del ojo, una boca torpe para hablar pero que con seguridad sabría besar con el sabor de los secretos, todo eso bajo el nombre de Vulcania, la chica que halló la forma de domesticar el aire y cortejarlo con sus acrobacias. Goyo se volvió trapecista con tal de conquistarla. Vulcania supo mirar en Goyito al tipo torpe para el trapecio, inmaduro, pero también al chico que dejó toda su vida atrás, al aventado que tenía por vicio abusar de la buena suerte. Pronto se volvieron pareja. En los vértigos de la gravedad y el amor fueron anunciados como Humante y Vulcania: la erupción humana más grande que hayan visto los vientos de Santa Paz, Guanajuato.
Para ellos era un horror enfrentarse, en tierra firme, con la peligrosa altura del hambre. Pero los aires eran materia prima para su felicidad y en ellos fincaron las leyendas de su ardor. Fueron de gira por doquier, grandes y pequeñas ciudades los re c ib i e ro n c o m o m isi o n e ro s d e l asombro. Vamos a seguir a Goyo-Humante, vente, fíjate cómo tantos años de recibir aplausos le reafirmaron las comisuras de la sonrisa; aunque esté serio se le notan en las mejillas las huellas, como pisadas, de todos los jalones de la sonrisa. Pero sus ojos -que siguen viendo todo un bosque hecho con las sombras de sus accidentes, borracheras, carencias y sufrimientos con Vulcania- van siempre húmedos como las conservas de dos frutos del infortunio. Y es que a aquel Goyo-Humante le llegó pronto la vejez de su buena suerte y fue perdiendo piso y aire, la cosecha del equilibrio fue cada vez más dura para ese par de trapecistas que fueron echados del circo. La última temporada se habían vuelto precipistas: se arriesgaban al grado de representar el suicidio de dos ángeles danzantes, caían a la red de protección y se acababa su espectáculo; pero en realidad la caída continuaba en los precipicios de las pupilas de un público que jamás los vio besarse. Luego, el calor que aún se tenían el uno al otro los invitó a tirarse juntos de la presa de aquí, de Mártaro, Guanajuato. Ahí es a donde vamos siguiendo a GoyoHumante, pues sólo Vulcania tuvo el valor para arrojarse a ese gran vacío lleno de aguas tristes. Desde entonces le de cimos Gregoriloco. Brinca como simio desde los árboles del jardín principal, trata de dar piruetas en el aire, o llorar volando como las abejas sordas, o quizá practica para retornar al circo.
Está parado al borde de la presa. No, no intentes detenerlo. ¿Ves cómo le tiemblan los labios? Estará recordando eso que se decía de ellos dos: que practicaban todos los días sus suertes aéreas. Que se columpiaban jaloneándose la ropa, quedando desnudos igual que el tiempo, el sudor era una lluvia fina que derramaban en trazos sobre el suelo: declaración de amor de dos nubes. Tan rápidos eran en las acrobacias que en cada ir y venir, aparte de hacer las maniobras del oficio, se acariciaban. Sus mentes trabajaban tan veloces que veían, sentían y vivían todo en cámara lenta. Nadie los vio besarse en el aire, pero Goyo ahora mueve los labios como besando estas gotitas que apenas caen como pie de cría que la lluvia trae. Estoy seguro de que Humante y Vulcania dejaban de ver al mundo mientras se balanceaban en el aire, o mejor dicho en el aroma que iban anudando como una hamaca invisible, arácnida, para luego intercalar los acercamientos de sus cuerpos con las separaciones, masajear un muslo grueso y brillante, transpirado, que hacía pensar que Vulcania retoñaba raíces hacia las tormentas, luego ella cerraba los ojos y abría los secretos de sus labios para trazar humedades en el vientre tonificado de Humante. En cada columpiarse abrían sus piernas y balanceaban sus pelvis, mordisqueaban, chupaban o apretaban una nalga, un seno, un miembro, para luego montarse uno sobre el otro como dos libélulas apareándose cinéticas sobre la boca de la muerte. Goyo ahora está sólo frente al borde de la presa, se desnuda, gime, si la llovizna nos dejara, veríamos sus pupilas dilatadas, lentas en ver lo que sucede rápido para nosotros. A lo mejor encuentra en cada gota un espejo, una esquirla del Cielo, el humor de una glándula del ángel que se llamaba Vulcania y que se aventó a la presa antes que él.
Nadie nunca vio a Vulcania y Humante hacerse un solo cuerpo en el aire, ni si los ruidos nocturnos del circo eran complementados por los de otra pareja, una que devoraba riesgos, que sabía que el público siempre tiene tanta fe en la caída de un acróbata como en la de un amor. Goyo-Humante por fin parece recibir la visita de su vieja buena suerte y se para de puntas al borde del último diente de la boca de la muerte: presa de Mártaro, Guanajuato. Lo oímos gritar y lo vemos borrado por el abismo lloviznado. Corremos. Va cayendo apoyado de la lluvia. ¿Habrá aprendido del contorsionista del circo a ocupar el espacio de una familia de gotitas de agosto? El mundo se le escapa para arriba a Goyo y nosotros con éste. Se nos queda el recuerdo de Goyo, pero Humante se va a la muerte, quizá ella era su buena suerte de la que siempre abusó. ¿Sabe Humante algo que nosotros no? ¿Vulcania se dejó caer al lomo del agua para remontar luego al Cielo? ¿Y que ahora entonces, subida el Cielo, puede arrojarse como hada precipista hacia abajo, a la boca de la vida, para encontrarse despacio con Hu m a n t e y s u c u e r p o - h o g a r ? V á m o n o s, e s t á a r r e c i a n d o e l temporal. Ya no se ve nada. No sé si Humante y Vulcania tuvieron hijos en el circo, sólo sé que en la presa de Mártaro, Guanajuato, flotan bolsas de plástico, latas de aluminio, hojas y unas cuantas raíces.
THE CAT EMPIRE: TU NUEVO GRUPO FAVORITO Dani Gove
Nunca olvidaré ese momento. Estaba a punto de masturbarme cuando de repente sonó 'How to explain' en mi ordena dor. La excitación cambió de bando, y toda la sangre se volvió a donde le correspondía. Fue una negociación pacífica. La excitación seguía ahí, pero en otros lugares de mi cuerpo. Orgasmo musical, que le llaman. Seamos claros: el objetivo de este artículo es convencerte de que 'The Cat Empire' puede ser tu nueva banda favorita. Y sinceramente, no creo que yo vaya a lograrlo. Pero si decides seguir leyendo, puede que, quizás, te entre el gusanillo de darles una oportunidad. Tan solo con eso me daré por satisfecho. Habrás oído muchas veces algo similar a "los discos que no te entran de primeras son los que más saboreas a la larga". Este sexteto australiano puede enamorar, en cambio, desde la primera nota, y a partir de ese momento vas a tener tiempo para profundizar en su sonido tan característico. Una fusión de jazz, funk, ska, indie y rock con fuertes influencias latinas, directos a tus entrañas. Desde 2003, la banda liderada por Felix Riebl y Harry James no ha dejado de girar por todo el mundo. Curiosamente, nunca habían pisado España. Y no será porque no les guste: referencias a nuestro país en sus letras, ritmos latinos poco propios en un grupo australiano, e incluso se han marcado algún 'tablao' flamenco en sus directos. Según me cuentan, ellos son los primeros en sorprenderse. Pero lo bueno siempre llega. 10 años y pico más tarde, con la presentación de su discazo 'Steal the Light' se pasaron por aquí a deleitarnos. Y oye, lo petaron.
MÚSICA Hace ya una semana de su concierto en Madrid, y la resaca aún dura. Antes estuvieron en Barc elona. Entradas agotadas para gozar de un festi val orig inal, energético, ecléctico y, sobre todo, divertido. Imposible no dejarse llevar por su sonido. Además, se pierde algo de peso, que no me venía nada mal. No sabría decir qué tipo de tribu urbana era la que más abundaba entre el público. La música de los gatos puede llegar a quien sea, sin importar el corte de pelo. Sus ritmos pueden subirse a cualquier escenario que no van a dejar indiferente a nadie. El ratito que estuve con ellos me confesaron lo feliz que les hacía tocar en nuestro país. Aquí es donde nos tienen más ganas, son conscientes de que por nuestras venas corre ADN felino y que sabemos cómo disfrutar de su música. Yo también lo creo, y seguro que poco a poco irán calando y evangelizarán su fiesta. ¿Y qué más? Ahora supongo que es cuando te toca echarles una oreja a alguna canción que otra, y quizás nos veamos las caras en su próximo concierto. Porque volverán, sin ninguna duda, y seguramente te apetezca pasarte.
LA SONRISA DEL PAYASO Escribe Macaria Espa単a
1.- No hay nada que me cause más pavor que la carcajada seca, demente de un payaso. Jamás me gustaron, ni de niña. Su atuendo, el rostro tan grotesco, todo de ellos me molestaba. Mi temor se acentuó cuando Alvita, una de mis mejores amigas de la niñez, cumplió diez años, sus padres le hicieron una gran fiesta, con globos y… un payaso. La estábamos pasando de lo lindo, comiendo, jugando, cuando de repente un payaso se apareció gritando: ¡Es hora del show de Tamborcito! Nada extraordinario, los clásicos chistes sososy globoflexia insípida. Nos hizo tan tediosa la fiesta que muchos decidieron irse; yo también, pero al buscar a Alvita no estaba. En cuestión de minutos todos la estaban buscando como locos. Pasaron horas escudriñando el más mínimo rincón de los alrededores, hasta que dieron con su cadáver cubier to por g lobos brillantemente contrastantes con la macabra escena. Lo más impactante era que le faltaba el corazón. Los del servicio forense dijeron que parecían habérselo arrancado de una gigantesca dentellada y así, le arrebataron la vida. Yo estaba petrificada al ver el cadáver de mi amiga, no comprendía lo que estaba sucediendo y en mi desconcier to noté que Tamborcito se iba sigiloso, y lo que recuerdo perfectamente como un zoom mental, es esa enorme boca roja de la cual una gotita de sangre se escurría por la blanca barbilla. Yo lo sabía, Tamborcito se había comido el corazón de Alvita. E mp e c é a g r i t a r c o m o l o c a qu e detuvieran al payaso, que él era el asesino. Pero nadie me creyó. Tuve que ir toda mi adolescencia a terapia psicológica para poder arrancar de mis nervios esas risas estrambóticas y sobre todo olvidar esa sonrisa sangrienta.
2.- Caminando por Donceles me topé con una librería de segunda, donde generalmente hay libros de primera. Hurgando entre tantos tomos, me hallé un cuadernillo antiquísimo, el papiro en el que estaba impreso lo delataba, aunado a que fue realizado a mano y en letra ilegible, que sólo un paleógrafo podría traducir. No eran más de diez hojas empastadas en cuero negro, y sobre éste, con tinta roja se ostentaba el títuloLa sonrisa del payaso. Al ver ese nombre, que además era lo único entendible, se me enchinó la piel y un escalofrío recorrió desde mi cóccix a la nuca y se regresaba, parecía elevador. Sin dudarlo lo compré a una cantidad irrisoria. Ahora más que nunca me arrepentía de no haber puesto atención a mis clases de raíces grecolatinas, ya que se veía escrito en algo parecido al latín. Como de plano yo no podía entender más que la o por lo redonda, lo llevé con un amigo que se dedica a estudiar toda clase de libros, desde los apócrifos hasta los de vaqueros. Efectivamente, mi cuate Marcos supo de inmediato que ese librillo era uno de los tomos extraviados del compendio Demonicus que el Vaticano había guardado celosamente bajo su manto púrpura por siglos.
Me dijo que se tardaría unos dos días en descifrarlo y que guardara silencio ya que eso era un asunto muy delicado. Esos fueron los dos días más horriblemente ansiosos que pasé, no sabía qué diría ese libro, qué secretos ocultaría en contubernio con la Santa Iglesia. Apenas llegó el día pactado ya estaba en casa de Marcos. Me recibió con un semblante poco afable. Y me pasó de inmediato, la traducción literal era: “Entre los demonios más temidos por el hombre está el Payaso, mejor conocido como Caín, hijo de Adán, hijo de Eva, nacido en medio del pecado y concebido con la semilla de Satanás que tentó a sus padres y por eso fueron expulsados del Paraíso. Payaso ha sido el nombre con el que ha sido bautizado por su padre Luzbel. Su historia comenzó cuando mató a su hermano Abel con la quijada de un burro y después de una dentellada devoró su corazón. Con la sangre escurriendo de su boca se le dibujo una macabra sonrisa. Así tendrá que andar por el resto de sus días en la Tierra y todos lo que sean como él también los distinguirá la sonrisa asesina con la sangre de su hermano enmarcándola. Así sea pues”. Ahora comprendía lo que era un payaso, un asesino nato. Un maldito. Pe ns é e n ir y c or rer a c o n t ar mi descubrimiento a los periódicos, las televisoras… pero Marcos me detuvo. Con extrañeza vi cómo cerraba con llave la puerta y de pronto una música de circo inundó la pequeña sala mientras una voz aguardentosa desde una habitación gritaba: ¡es hora del show de Tamborcito!
VÉRTIGO
Escribe Montse Arellano
Es algo parecido al vértigo. Es un nudo en la garganta y un vacío en el vientre mientras mis manos juegan con mi pulsera. Las luces neones se han vuelto más opacas mientras un reflector alumbra a un hombre que saluda desde uno de los extremos de la pista. Los payasos ya se han ido y el maestro de ceremonias no tarda en anunciar su mayor atracción: David, el hombre volador. David vuelve a hacer una reverencia y el público estalla en aplausos y gritos de emoción; yo simplemente sonrío y vuelvo mi vista hacia donde dos trapecios han aparecido. No puedo evitar preocuparme al notar la falta de la red de seguridad. David sube los trece metros hasta su plataforma sin ninguna dificultad y una extraña música llena la carpa acallando los gritos de los espectadores que me rodean. Ahora son sólo dos los reflectores que alumbran las alturas. Toma uno de los trapecios y después de un redoble de tambores, salta de la plataforma. Cierro los ojos y aprieto mi pulsera contra mi muñeca mientras escucho varios suspiros de exclamación alrededor mío. Me sé su rutina de memoria. Sé que comenzará con los trucos fáciles, los que él apoda “de calentamiento”, y después hará algunas piruetas sin soltarse del trapecio. Los aplausos me dicen que la primera parte de la rutina ha terminado y me obligo a abrir los ojos. Ahí está de nuevo, con esa amplia sonrisa en el rostro, la frente brillosa por el sudor y su traje negro con lentejuelas doradas brillando por la luz del reflector que lo cubre. No tengo tiempo de soltar el aire que he estado sosteniendo cuando él vuelve a saltar. Siempre es lo mismo. Trato de mantener los ojos abiertos, admirar esa gracia que deslumbra y esa valentía que quita el aliento a mujer, hombre y niño. Lo conozco y confío en él, confío en que no caerá del trapecio, que no resbalará al intentar llegar de un extremo al otro y que regresará a nuestra casa rodante donde le prepararé su sopa favorita.
Sin embargo no puedo, tengo pavor de verlo caer y que no haya una red que lo detenga. Por eso cierro los ojos y sólo cuando en lugar de escuchar gritos de horror escucho aplausos, abro los ojos y por un instante lo veo fuertemente sujetado a su trapecio. Pero esta noche es diferente. Esta noche me he propuesto ver su acto de cierre cuésteme lo que me cueste. La música se vuelve más densa y ahora sólo un reflector apunta a David. Aprieto un poco más la pulsera y siento la pedrería clavarse en mi piel. Su sonrisa ha desaparecido y puedo ver la seriedad en su ceño fruncido. Aprieto los dientes y la música se detiene. No debo cerrar los ojos, no debo, no debo. David toma impulso y salta con fuerza. La cuerda del trapecio se tensa con su peso y el trapecio paralelo sale disparado hacia él. La gente se levanta para ver mejor mientras David suelta el trapecio y da una vuelta mortal en el aire. Yo los imito y mi bolso de mano cae entre mis pies. La carpa se mantiene en silencio y esperan expectantes mientras su cuerpo ya estirado intenta tomar el trapecio. Es cuestión de segundos y centímetros. Es sólo la gravedad que de pronto se vuelve una broma pesada. El público grita, el maestro de ceremonias da órdenes sin sentido, las luces se apagan, la música se ha quedado en pausa permanente. ¿Y yo? Yo simplemente cierro los ojos y aprieto la pulsera contra mi muñeca.
LA SORPRESA CIRCENSE Escribe Sonia Arreguín Nava
Si se tuviera que definir en una palabra sería, sorprendente; el circo es el espectáculo más antiguo del mundo, poseedor de las actividades más impresionantes y llamativas que puede presenciar el hombre, como el contorsionismo o malabarismo los cuales eran realizados desde hace más de 3,000 años en China, Grecia, India y Egipto. A pesar de que ha ido cambiando a través de los años, la esencia circense sigue siendo la misma, sorprender al público. Para obtener el asombro de aquellos quienes observan el espectáculo fue necesario a recurrir a distintos actos. Las carpas se llenan con personas dispuestas a creer en la magia y en una capacidad “sobrehumana” real. El exponer la vida a un peligro inminente era una parte necesaria al mantener una expresión de admiración del público, por lo que varias artes circenses tienen que ver con ellos, como lo es la cuerda floja, el trapecio y la acrobacia; el valor del artista dependía de la dificultad del acto y menor protección al momento de realizarla. Ver a dos personas ejecutando actos en el trapecio era como mostrar la posibilidad del hombre de volar, aunque fuera por unos pocos segundos. El circo deslumbra, muestra lo que apenas aparece en la imaginación del hombre, convierte al adulto en niño y al niño lo llena de sueños. Son las muestras de talento en distintos artistas que en muchas ocasiones no son considerados como creadores de arte sino como simples muestras de espectáculo poco innovador. Sin embargo, dentro del circo aparecen distintas apariencias que deleitan la existencia humana y una de ellas son los animales.
D urante años la ap arición de animales circenses ha sido considerada para quiénes los visitan como una de las imágenes más increíbles que pueden ver. Los animales han caminado junto con el hombre desde sus inicios, pero pocas veces podría imaginarse que un enorme elefante pudiera jugar con pelotas, que caballos pudieran realizar danzas, o que tigres y leones fueran aparentemente domados por el hombre. La gente podía admirar a esas criaturas que, para muchos, solo existía en papel o a través de una pantalla, monos, panteras, jirafas, cebras, ponis, leones y otros tantos que no podían estar al alcance de una persona normal. El circo sorprende, si bien por sus actos peligrosos, cómicos o diferentes, también por una muestra de inteligencia tanto humana como animal. Nos muestra la capacidad de una criatura salvaje a aprender “trucos” que le dan un to que de humanidad, es su inteligencia lo que más maravilla unida a su gracia. Aun así, existe una situación mucho más asombrosa y esa es la del hombre que se ha vuelto capaz de enseñar, los seres humanos se han vuelto capaces de dominar, enseñar y mostrar a un animal que baila, juega y salta a órdenes y gracias humanas.
Pero el público no perdona, los mismos trucos y chistes pasan como lo hace el tiempo y no pueden durar para siempre, los animales ya no eran suficientes, hoy en día muchos circos son cancelados debido al maltrato de sus criaturas, por ello tuvieron que regresar de cierta manera a la antigüedad. Jugar con el cuerpo humano, llevarlo a los extremos y mostrar de lo que verdaderamente es capaz. Entonces un bohemio de Canadá reúne desconocidos pero talentosos b ailarines, a crób a t as, p a y as os, malabaristas y distintos artistas de calle para fundar lo que hoy sería el actual Cirque du Soleil, el circo, probablemente, más popular alrededor del mundo. La capacidad para llevar al extremo el cuerpo es una de las razones de la popularidad del Cirque du soleil, el contorsionismo parece ser llevado a otro nivel, los malabares son cada vez con más objetos y de formas más extrañas que dificultan la actuación, los trapecios y actos a través de cuerdas se llevan en lugares más altos donde pareciera que tocaran el cielo. Todo esto adornado a de m á s c o n m úsic a e n v i v o c o n cantantes rigurosamente escogidos. Este nuevo circo asegura que jamás dejará de sorprender de lo que es capaz el hombre, pues con cada acto, con cada salto, cada baile y nuevo escenario aparece en el espectador el creer, aunque sea un solo instante, en la existencia de la magia.
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