Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
UNIDAD 3 LA COMUNICACIÓN EN LA UNIVERSIDAD
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Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
Ubicación temática Una institución educativa se mueve en todas direcciones, en medio de instancias de comunicación interna y externa. Como nos toca recibir año a año a miles de estudiantes, como nuestras producciones trascienden
los
muros
para
llegar
a
la
población,
como
nos
relacionamos con otras instituciones que requieren nuestros servicios, como formamos parte de comunidades de educadores y científicos en ámbitos nacionales e internacionales, lo comunicacional se convierte en una constante en toda nuestra vida institucional. En esta Unidad nos preguntamos por dicha constante a la luz de tres grandes
líneas:
la
comunicación
interna,
la
comunicación
interinstitucional y la comunicación con la sociedad en general. Proponemos conceptos para pensar esos temas, dejando atrás el viejo y mecánico esquema comunicacional de emisor-mensaje-receptor. Si algo hemos aprendido en los últimos 30 años en América Latina es precisamente lo complejo de la comunicación Los temas desarrollados son los siguientes: ¿Por qué la comunicación en la universidad? Una experiencia de diagnóstico comunicacional Conceptos básicos: Situaciones de comunicación Emisión y percepción permanentes Percepción y apropiación cultural De la entropía a las políticas Entropía comunicacional Co-responsabilidad comunicacional Las percepciones Documentos comunicacionales de referencia La memoria del proceso
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Políticas de comunicación Análisis comunicacional Comunicación interna Comunicación institucional Comunicación con la sociedad en general La institución y su contexto ¿A quién comunicamos? Gestión de la comunicación Agregar valor Continuidad de la comunicación
¿Por qué la comunicación en la universidad? Desde
el
comienzo
de
nuestro
posgrado
planteamos
temas
relacionados con la comunicación y la educación, primero para las relaciones de enseñanza, luego para el aprendizaje y ahora lo hacemos al referirnos a la institución en su conjunto. Llevo trabajando casi 40 años en la comunicación en relación con la educación y me consta, de la experiencia en el país y en otros de la región, la persistencia de los problemas comunicacionales de las universidades. Sin duda en éstos últimos están presentes los condicionamientos de nuestras instituciones planteados por Augusto Pérez Lindo además de los que señalamos en las dos unidades anteriores. Y sin duda también que existen muchas búsquedas en esta tan compleja realidad nuestra, las cuales a menudo deben enfrentarse con formas de poder acumuladas a lo largo de años. Nos detendremos a reflexionar sobre la comunicación, lo cual significa detenernos en las relaciones internas, interinstitucionales y externas. Nuestra postura es la misma que hemos venido manteniendo desde un principio: hay un derecho a la comunicación en nuestras instituciones. .
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Una experiencia de diagnóstico comunicacional En 1987 coordiné en Ecuador tres investigaciones que se plasmaron en un libro con el siguiente título Tres experiencias de diagnóstico de comunicación, publicado por CIESPAL1. Se trató de los diagnósticos de la Universidad Técnica de Machala, UTM, del Instituto Nacional de Infancia y la Familia y de las Organizaciones Campesinas de Cotopaxi. Por viejos intereses, me involucré directamente en el grupo de la Universidad. Retomo ahora conceptos y resultados de ese trabajo que pueden ser de utilidad para comprender lo comunicacional en nuestra institución. Partimos para esa investigación del siguiente marco teórico: Dos conceptos fundamentales sirven de base a nuestro análisis: la co-responsabilidad comunicacional; la organización democrática de la comunicación. El primero hace referencia a
que, en cualquier
institución, el
mantenimiento de procesos continuos de comunicación, la fluidez en las
relaciones,
la
adecuada
circulación
de
la
información,
el
conocimiento de los mecanismos más elementales de la propia organización, la difusión de ideas, la producción de conocimientos, son responsabilidad de todos los actores sociales de la comunidad de que se trate, sea ésta una universidad, cualquier organismo del Estado o cualquier empresa. Cuando la responsabilidad se diluye, cuando comienzan a delegarse funciones en ciertos grupos o personas, cuando uno no defiende ni sostiene su propia responsabilidad, asistimos a un proceso de entropía comunicacional (es decir, de pérdida de riqueza comunicacional, de falta de información, de desconocimiento de las
1 Prieto Castillo, Daniel. Tres experiencias de diagnóstico de comunicación, Quito, CIESPAL, 1987.
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propias actividades, etc.). Esta actitud de delegar responsabilidades vulnera un principio fundamental de toda institución: su organización democrático-comunicacional. En efecto, cuando pocos hablan y muchos callan y sólo escuchan y asienten, cuando se constituyen feudos de información, cuando la memoria de la propia institución se diluye, cuando uno no se entera ni de lo que está haciendo su vecino de oficina, se está en presencia de una pobre organización democráticocomunicacional. Veamos lo que queda fuera en estos casos: 1.
El derecho a la información y a la comunicación. Este derecho,
que ha sido propuesto en el plano internacional, es totalmente válido para quienes forman parte de organizaciones estatales o privadas, y lo es
mucho
más
para
las
universidades
de
nuestros
países
latinoamericanos. Toda persona que forma parte de una organización tiene derecho a estar informada oportuna y verazmente, y a informar; tiene derecho a comunicar sus puntos de vista y a recibir la correspondiente retroalimentación. 2.
El
consenso.
Las
organizaciones
de
corte
autoritario
van
perdiendo consenso, es decir, no logran que todos los actores sociales se integren en un proceso de trabajo común y de fortalecimiento de la institución. 3.
La horizontalidad. Cuando la información fluye de arriba hacia
abajo, los mecanismos de relación horizontal se entorpecen o no existen. A falta de ellos pasan a primer plano los sistemas informales como el rumor, el chisme, toda una gama de las denominadas comunicaciones defensivas. La cesión de la propia responsabilidad comunicacional permite a veces la ilusión de una calma y de un proceso de organización más eficaz. Es el argumento, tan utilizado en ciertos discursos políticos, de que la democracia tiene sus defectos, que es preferible un grupo bien
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organizado que oriente al resto y que, incluso, hable por él. Sin embargo, en organizaciones así dirigidas, hay períodos de cierta estabilidad, pero siempre están orillando la incertidumbre, que es el peor
enemigo
de
cualquier
organización.
Las
comunicaciones
defensivas son un producto directo de la incertidumbre y ésta surge cuando no se tiene información suficiente y cuando no existen los mecanismos para comunicar lo propio. La concentración de la información, la cesión de los propios derechos por parte de la mayoría de los integrantes de una organización, reducen
las
instancias
de
interlocución
y
aún
cuando
existan
mecanismos en el plano formal, éstos no resultan operativos. La creciente entropía comunicacional es el resultado. Así como apostamos a la democracia de nuestros países, apostamos también a la misma en las organizaciones públicas, ya que desde ellas se construye la democracia general. Y es por eso que ponemos el acento en el concepto de democratización, puesto que la democracia no es un a priori, sino que se construye día a día. Esa construcción lleva a la necesidad de plantear políticas de comunicación,
planificación,
estrategias
que
abran
espacios
de
intercambio de información entre todos los actores sociales de una universidad. El modelo de concentración de información no se preocupa para nada de esto. Al contrario, por su propia lógica no considera prioritario nada que tenga que ver con lo comunicacional." La tarea que realizamos en la Universidad Tecnológica de Machala correspondió a un esquema de evaluación externa, para la cual contamos con una importante respuesta por parte de los distintos actores.
Los
resultados,
siempre
desde
el
punto
de
vista
comunicacional, no fueron halagadores. Veamos una síntesis de ellos.
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Por su organización actual, la Universidad no permite el desarrollo de una comunicación interna y externa con suficiente fuerza como para atender las demandas de sus propios integrantes y de la comunidad. Existe un fenómeno de centralización de la comunicación y de dispersión de esfuerzos en las facultades y en sus diferentes dependencias. La
comunicación
interna
carece
de
mecanismos
de
expresión
adecuados, tanto para el envío de la información a la que tiene derecho todo integrante de la UTM, como para la promoción y realización de eventos. La capacidad instalada es deficiente en algunos casos (por ejemplo en el
departamento
de
ayudas
audiovisuales)
y
está
totalmente
subutilizada en otros (la imprenta, talleres gráficos...). Existen centros de poder que impiden la fluidez y la flexibilidad en los flujos internos de comunicación. La iniciativa comunicacional proviene fundamentalmente del Rectorado, lo que redunda en una escasa actividad en las escuelas y facultades. La generalizada desinformación existente en todos los niveles es una muestra (tanto en esta institución como en cualquier otra) de una fuerte concentración de poder. Los espacios de comunicación son mínimos. Muchos no existen por no haber sido previstos, y otros o están deteriorados o resultan insuficientes. Las relaciones informales son escasas, se reducen a ciertos eventos anuales y no se aprecia una corriente permanente de las mismas.
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La autoimagen de los diferentes actores sociales de la Universidad no es la adecuada. La imagen de la UTM en la comunidad es muy pobre, lo que habla de una mala política de relaciones públicas y de la carencia de una extensión universitaria que alcance a todos los sectores sociales. Las conclusiones se elaboraron sobre la base de la investigación que realizamos y a partir de las demandas comunicacionales generales de toda la comunidad universitaria y de cada sector en particular. Veamos las primeras: Democratizar la información. Canales de comunicación permanente con el Rectorado. Necesidad de información sobre la vida académica, decisiones y resoluciones, a través de flujos de comunicación e información permanente (revista, boletín). Utilizar el equipo instalado. Necesidad
de
manejar
adecuadamente
los
problemas
de
transferencia de tecnología. Este diagnóstico de comunicación bien podría hacerse extensivo a otras instituciones
de
educación
superior.
Los
problemas
identificados
aparecen una y otra vez en organizaciones de muy distantes puntos de la región. Sin duda los mismos tienen que ver con maneras de pensar la institución y la educación, con juegos de poder y con estructuras cristalizadas que difícilmente se orientan hacia transformaciones profundas. Conceptos básicos Necesitamos partir de algunos conceptos básicos que, desde lo comunicacional, sirvan de base para el análisis de la institución desde ese punto de vista.
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1. Situaciones de comunicación. 2. Emisión y percepción permanentes. 3. Percepción y apropiación cultural.
Situaciones de comunicación Vimos en el módulo 2 el concepto de situación de comunicación. Les recuerdo un párrafo: "El concepto es útil tanto para analizar relaciones sociales generales como para abordar las que corresponden a instituciones o grupos pequeños. Así, es posible reconocer lo que ha sucedido desde el punto de vista de la comunicación durante un régimen político, con lo que la situación de comunicación abarca prácticamente todo un país, o bien podemos hablar de situación de comunicación de una institución, de un proyecto, de una comunidad, de una familia incluso. En ellas hay discursos predominantes con ciertos recursos expresivos privilegiados, ciertos temas a los que se presta más atención, ciertos emisores privilegiados, ciertos miembros que apenas si hacen oír su voz, entre tantas otras posibilidades." La pregunta es ahora por una institución en su totalidad o por alguna sección o parte de ella. Todos sabemos lo que significa vivir en un clima donde es preferible frenar la espontaneidad y atrincherarse tras formalidades que permitan una comunicación sin mayores sobresaltos. Pero también hemos podido vivir en espacios donde uno se siente bien, donde todo fluye, donde se intercambian con alegría experiencias y saberes. Podemos aquí retomar conceptos vertidos anteriormente: situaciones caracterizada por la gramaticalización, en el sentido del peso de un código que termina por frenar cualquier impulso. O bien otras en las
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que se instalan en el poder seres caracterizados por la personalidad autoritaria, con lo que ello supone para un clima de controles y hasta de espionajes. Situaciones empecinadas en la autorreferencialidad, sin atisbos de búsqueda fuera de los propios muros. Emisión y percepción permanentes En la medida en que no hay nada humano que no tenga algún significado, en la medida en que todo lo humano significa, todo emite de manera constante. Y en la medida en que es imposible pasar por la vida
sin
percibir,
todo
el
tiempo
percibimos,
todo
el
tiempo
actualizamos significados, reconocemos determinadas maneras de representar, de expresar. Hablamos, entonces, de emisión y percepción permanentes. ¿Qué puede aportar a una comunidad institucional quien no es capaz de leer en sus procesos de emisión sus recursos expresivos, sus temas? No hablan, no emiten, sólo los labios. Lo hacen también los gestos, las miradas, los objetos, los espacios... Todo mensaje va a dar a una determinada situación de comunicación, caracterizada por procesos de emisión y percepción permanentes. No es cierto eso que aparece en las definiciones tradicionales de comunicación: "el emisor inicia el proceso". En una situación de comunicación nadie inicia nada porque el proceso se desarrolla siempre, en todo momento. Nunca estamos ante gente preparada exclusivamente para recibir nuestros mensajes. Estamos ante gente en situaciones de comunicación, que emite y percibe a la vez y que está inserta en un riquísimo proceso, mucho más rico que el reflejado en el modelo tradicional. Percepción y apropiación cultural
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Precisamente porque nos encontramos siempre en una situación de comunicación, tenemos ciertas maneras de emitir y de percibir. Hablamos de percepción y apropiación cultural. Los mensajes no van a dar a una suerte de vacío capaz de llenarse con cualquier contenido. Percibir es percibir significados y no solamente reconocer que tal o cual estímulo me agrada o desagrada. Percibir es significar seres, objetos, espacios, a uno mismo incluso, y ello se funda en un larguísimo proceso de aprendizaje que se prolonga toda la vida. A ese aprendizaje dedican la casi totalidad de sus esfuerzos educativos la familia y la sociedad en general, a través de la escuela y de otras instituciones. Vía memoria, experiencias, recriminaciones, indicaciones, gestos, se va acumulando una serie de percepciones que conforman nuestra manera de enfrentarnos a los demás, e incluso a nosotros mismos. Este proceso acumulativo constituye en gran medida la biografía de un individuo. Nadie salta por encima de él, nadie abandona de un día para otro el modo en que aprendió a percibir la realidad, a significar. Percepción y apropiación cultural, entonces. Es desde aquélla, desde lo que ya somos, como nos apropiamos de toda oferta cultural de la sociedad (seguimos en estas líneas propuestas de Néstor García Canclini). De la entropía a las políticas Para comprender el alcance del análisis institucional, agregamos otros conceptos: entropía comunicacional co-responsabilidad comunicacional percepciones documentos comunicacionales de referencia memoria del proceso unidad de comunicación
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políticas de comunicacional Entropía comunicacional Ya hemos trabajado este concepto en el módulo uno y se ha convertido en un recursos de análisis en muchos textos paralelos. En
las
instituciones
se
trata
de
la
pérdida
de
espacios
comunicacionales, de oportunidades de comunicación, de entusiasmo en las relaciones, de riqueza en el discurso utilizado para dirigirse a los interlocutores. Cuando las instituciones nacen, sus integrantes viven un clima de interacción permanente, todo se personaliza, todo se comunica y se experimenta la emotividad de crear algo nuevo. Pero en muchos casos ese primer impulso fundador comienza a perderse, sea por burocratización, por exceso de actividades, por desgaste en los lugares de trabajo, por tendencias al aislamiento. Es entonces cuando la entropía comunicacional avanza. Y no lo hace de manera espectacular ni estridente, sino de a poco, en un detalle, en otro, hasta invadirlo todo. La entropía comunicacional acecha siempre a todo sistema, a todo organismo, diríamos en términos de Wiener. Una de las tareas centrales en cualquier organización es precisamente la lucha contra la entropía comunicacional. Para ello es necesario, por supuesto, detectarla, leerla en las relaciones internas.
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Co-responsabilidad comunicacional Como vimos más arriba, el concepto hace referencia a que “...en cualquier institución el mantenimiento de procesos continuos de comunicación, la fluidez en las relaciones, la adecuada circulación de la información, el conocimiento de los mecanismos más elementales de la propia
organización,
la
difusión
de
ideas,
la
producción
de
conocimientos, son responsabilidad de todos los actores sociales integrantes de la misma”
La co-responsabilidad comunicacional tiene sentido en el horizonte de una institución concebida toda ella como una unidad de comunicación. En las diferentes funciones, y con relación a lo específico de cada una, por supuesto, hay siempre responsabilidades comunicacionales. Ejemplos: quienes se comunican directamente con los destinatarios tienen responsabilidades en lo que a relaciones se refiere; quienes producen materiales son responsables por el modo de comunicar a través de ellos; quienes sólo se mueven en lo interno, tienen responsabilidades en la comunicación con sus compañeros. Pero, en cualquier espacio de la institución, lo comunicacional es responsabilidad y tarea de todos y cada uno. Las percepciones Una institución consiste fundamentalmente en los seres que la componen. En este sentido, es preciso reconocer la manera en que los mismos se insertan en el proceso, se relacionan con los interlocutores de los diferentes programas, perciben su práctica y las de sus compañeros, se involucran en esfuerzos comunicacionales. Entramos aquí al tema de las percepciones, El grado de entropía, o de negación de la misma, y el grado de co-responsabilidad, dependen
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directamente de la percepción de cada quien, en relación consigo mismo, con cada uno de sus compañeros y con la institución en general. La percepción condiciona el modo de comunicarse y de actuar con los destinatarios de los diferentes programas. Por ejemplo: no es igual una percepción basada en poca información sobre determinada sección o sobre ciertas decisiones, que otra fundada en un intercambio de puntos de vista y en datos oportunos. La percepción de la propia institución es condicionada por el modo de inserción en ella, por lo que uno recibe, y da, en la relación cotidiana. Recuerdo algo que le ha sucedido a más de un estudiante en nuestros establecimientos: el profesor que, cuando se habla de la vocación, les dice que ni se
les ocurra seguir
docencia...
Esto marca una
descalificación de la propia práctica y de la institución que la imparte. La percepción institucional se construye día a día, sea en sentido positivo o negativo. El acercamiento entre los diferentes actores sociales, la creación de redes y de flujos de información, facilitan una percepción orientada hacia el sentimiento de pertenencia y de labor en común. Hay, en este ámbito, un importante trabajo comunicacional que hacer, tanto
para
reconocer
percepciones
como
para
colaborar
en
la
construcción de las mismas. Documentos comunicacionales de referencia Estos no suelen ser comunes en las instituciones. Su elaboración responde a la siguiente pregunta: ¿Quiénes somos desde el punto de vista comunicacional?
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La respuesta pasa, en primer lugar, por la clarificación de los objetivos de la institución, de su sentido en el contexto en el cual está inmersa. Pero
cualquier
objetivo
(de
apoyo
al desarrollo,
educativo,
de
servicios...) conlleva una identidad comunicacional. Todo ello se da casi siempre por sobreentendido. Toca a la institución producir materiales, dar clases, realizar tareas grupales, y eso resulta más que obvio. Y es precisamente sobre lo obvio que se hace necesario trabajar. Esos ejemplos son apenas ilustrativos. Un documento comunicacional de referencia puede aludir a la vida interna y a las relaciones externas de la institución. Se trata de un material producido con todo el consenso posible, a fin de lograr acuerdos mínimos sobre los aspectos comunicacionales. La memoria del proceso Tampoco ella constituye una práctica muy común. Muchas instituciones se dejan llevar por el ritmo cotidiano de trabajo y casi nadie registra las experiencias ricas, las dificultades, las frustraciones, que se producen en todo proceso. Con el tiempo, la tendencia es a repetir viejos errores o a no aprovechar los aciertos. La ausencia de memoria es una forma de la entropía, La institución se sujeta a un eterno presente. En todo caso, la memoria pasa por las personas que han vivido determinadas situaciones, pero no existen materiales en los cuales pueda ser leída, trabajada por otros compañeros. Existen muchos recursos para el registro de la memoria, desde la elaboración de textos paralelos hasta la producción de materiales impresos o audiovisuales. Y la tarea puede estar a cargo de una persona o de grupos que se reúnen en talleres de reflexión.
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El impulso a la comunicación a lo interno de la institución significa luchar contra la entropía, apoyar la co-responsabilidad comunicacional, la evaluación y la construcción de percepciones, la producción de documentos comunicacionales de referencia y la promoción de la memoria del proceso. Todo ello se refleja en las relaciones de los miembros de la institución, entre sí y con los interlocutores de la misma; en las situaciones generales
de
comunicación;
en
los
materiales
producidos
y
la
organización para llevar a cabo la tarea. Políticas de comunicación Hemos dejado este punto para el final, pero en realidad es un elemento inicial
de
cualquier
comunicación
los
institución.
grandes
Entendemos
lineamientos
por
políticas
determinados
por
de sus
responsables. Es posible abrirse a los mismos a través de las siguientes preguntas: ¿Quiénes somos desde el punto de vista comunicacional? ¿Cómo nos relacionamos internamente? ¿Cómo nos relacionamos con las otras instituciones? ¿Cómo nos relacionamos con la sociedad en general? La respuesta depende de cada institución en particular, de modo que no intentaremos aquí contestar las preguntas. Pero nos interesa insistir en que, cuando cuestiones tan elementales no están claras, la unidad de comunicación, la co-responsabilidad, la lucha contra la entropía, entre otras posibilidades, se vuelven difíciles.
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Las políticas no constituyen un armazón inamovible. Su presencia es útil para orientar la relación interna y externa, para situar al personal nuevo en las reglas de juego de la institución, para hablar en un mismo lenguaje cuando de comunicación se trata. Siempre es posible reformularlas, sobre todo luego de un diagnóstico de comunicación.
Análisis comunicacional Sobre la base de los conceptos anteriores, ofreceremos algunas líneas para el análisis comunicacional de una institución universitaria. Para ello retomamos un esquema presentado más arriba: 1.
Comunicación interna: relaciones interpersonales información intrainstitucional medios de comunicación sistemas de intercambio de información entre distintos sectores
2.
Comunicación interinstitucional relaciones interpersonales proyectos comunes medios para dirigirse a otras instituciones información interinstitucional lenguaje utilizado
3.
Comunicación con la sociedad en general la transferencia de conocimientos comunicación informal comunicación programada información a comunicar medios
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lenguaje utilizado Comunicación interna La vida en las instituciones no es sencilla. Llegamos a ellas desde historias distintas, desde contextos familiares y sociales diversos, y a menudo nos toca enfrentarnos con situaciones y seres que nos llenan de tensión y de incertidumbre. Por otro lado, también se producen encuentros, riquísimas relaciones de aprendizaje y la creación de lazos de amistad que perduran a lo largo de años. Lo cierto es que la vida institucional está siempre acechada por el desgaste y las rutinas, entendidas éstas en su peor sentido: pérdida de entusiasmo y reiteración de viejas fórmulas. Se vive en la actualidad, por influjo de corrientes que van desde la "calidad total" a esquemas de conversaciones básicas, como los propuestos por el chileno Fernando Flores, intentos de convertir a la institución en un espacio de encuentro y de cooperación capaz de permitir a sus integrantes un logro no sólo profesional sino también, y fundamentalmente, personal y social. Las instituciones dejan de ser el lugar donde uno va a repetirse al infinito, para convertirse en el terreno de la cooperación y de la innovación. Esto no es sencillo, por supuesto, pero la tendencia es a mejorar las relaciones internas, elevar el sentido de pertenencia y convertir un marco laboral en un fin fundamental para la vida y la práctica cotidiana de la gente. Sin embargo, a pesar de búsquedas e innovaciones, es preciso reconocer que las instituciones resisten a menudo en viejas formas de relacionarse. Esto se pone de manifiesto en ejercicios como el de la pregunta por el alcance de la mirada.
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El procedimiento es sencillo: se reúne a un grupo de colegas de una misma carrera y se le pregunta por su conocimiento de la totalidad de la misma, de las materias más afines a la propia y de las menos afines. Así va naciendo un mapa de percepciones que marca, de manera nítida en la mayoría de las experiencias, un profundo desconocimiento del espacio más cercano. Cuando esto se proyecta al horizonte de la institución en general el poco alcance de la mirada adquiere tintes dramáticos. Hemos podido comprobar una y otra vez la presencia de colegas que llevan más de 20 años en la institución sin conocer siquiera el programa completo de la carrera de la cual forman parte. Esto puede constituir un ejemplo extremo, pero no por eso menos constante. Y podemos hacer el juego de la mirada en todas direcciones: hacia la conformación de los sistemas de gobierno, hacia los ordenamientos que rigen la vida de la organización, hacia otras carreras con sus salidas profesionales y sus contenidos, hacia las metodologías de enseñanza aprendizaje, hacia lo que se investiga... En la universidad, al menos la que me ha tocado conocer en distintos países de la región, existen tendencias a una escasa comunicación consigo misma, los circuitos se estrechan en función de las disciplinas y de los grupos con los cuales se comparten espacios de docencia y de investigación. Las causas son múltiples y van desde la dispersión de la permanencia por una enorme masa de personal designado apenas por horas, hasta claros factores de poder (la información es poder, si la concentro, si no muestro lo que hago puedo sostenerme en mi espacio), pasando por los magros salarios, por sistemas de cátedras empecinados en alzarse como estructuras inflexibles, por personalidades de todo tipo, por una mirada disciplinaria cristalizada como la única válida, por una tradición de
incomunicación,
entre
tantas
19
otras
posibilidades.
El
homo
Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
académicus investigado por Bourdieu,2 y su consiguiente espacio académico, están tan cargados de vicios y virtudes como los que corresponden a cualquier otro ámbito humano. No olvidamos la advertencia de Lourau en torno a lo "interno" y lo "externo". Una institución no es algo cerrado que se va conformado según sus designios urdidos intramuros. Por el contrario, si hay algo que no podemos sostener en estos tiempos es el esquema de claustro. Nos vamos abriendo en todas direcciones y construimos tanto lo interno como el contexto. Sin embargo, hay toda una cultura de vivencias en la institución, porque formamos parte de estos grupos, frecuentamos estos espacios, nos relacionamos aquí y no lo hacemos allá, sabemos de ciertas fuentes y desconocemos otras. Hay una cotidianidad en la organización imposible de negar, aún cuando esté entramada con sucesivos horizontes humanos e institucionales. Es esa cotidianidad la que nos interesa analizar aquí. Desde lo comunicacional la caracterizamos a través de los puntos mencionados anteriormente:
relaciones
interpersonales,
información
intrainstitucional, medios de comunicación, sistemas de intercambio de información entre distintos sectores. Las relaciones interpersonales son constantes e inevitables en una institución. Hay toda una línea de análisis, relativa a la comunicación informal, en el sentido de cómo se van armando grupos y amistades que se superponen a menudo a lo que uno espera del esquema de un organigrama. Pero nos interesa en este punto centrar el análisis en las relaciones que la institución requiere desde sus objetivos. Si estamos en una universidad para promover y acompañar el aprendizaje, para producir conocimientos, para transferirlos a la sociedad, para apoyar a las otras instancias educativas del sistema, para lograrnos como
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Bourdieu, Pierre Homo Academicus. Les Éditions de Minuit. París, 1992.
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profesionales y seres humanos, ¿de qué manera las relaciones interpersonales favorecen todo ello? Puede suceder que tales relaciones sean de lejanía y se tienda a la despersonalización. Hemos insistido sobre estos puntos en los módulos anteriores, en especial en lo referente a la interacción con los estudiantes. Podemos ahora ir más allá: ¿qué sucede con nuestras interacciones? ¿Cómo es la comunicación dentro de la cátedra, cómo en un departamento, cómo en una carrera, como en una Unidad Académica toda? ¿Formamos equipos de trabajo? ¿Participamos en empresas comunes? ¿Entreaprendemos, conformamos, nosotros los educadores, una comunidad de aprendizaje? No tengo las respuestas. Cada situación es distinta y cabe a ustedes analizarla. Ejemplos sobran, como los de la Universidad de Machala. Y traigo otro: en una universidad de masas (miles de miles de estudiantes) un titular de cierta cátedra con más de 90 integrantes (entre profesores y auxiliares) confiesa que no los conoce a todos y que no alcanza a relacionarse ni siquiera con un 30 % de sus estudiantes. Sigue en pie el problema de las relaciones y de la información. De lo que se trata es de un acceso libre a toda la información y de una corriente continua de la misma. No decimos que haya intentos de ocultar información, pero siempre hay posibilidades de mejorar los canales para hacerla accesible a toda la comunidad de la universidad. ¿De qué sistemas disponemos para conocer la información interna? ¿Qué
hacemos
nosotros
por
conocerla?
¿Cuánta
información
generamos para la comunidad? Sin duda en todo esto tienen mucho que ver los procesos de informatización. Pero la producción personal y grupal de información para ofrecerla a colegas y estudiantes depende no sólo de los recursos tecnológicos sino, y fundamentalmente, de todos y cada uno de
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Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
nosotros.
Dicho
de
otra
forma:
los
medios
de
comunicación
intrainstitucional pueden ser muy abundantes, la cuestión es qué información llevan y cuánta información producida por la comunidad docente y estudiantil se incluye en ellos. Cerremos este punto con algunas preguntas:
-
¿Qué información tenemos de otras secciones, de otros proyectos de la institución? ¿Con qué periodicidad se realizan reuniones de reflexión y de evaluación? O la misma pregunta planteada de otra manera: ¿cuántos momentos comunicacionales tenemos a lo largo de un año? ¿Cuáles son los lineamientos fundamentales de comunicación que sigue la institución? ¿Hay bolsones de poder donde se concentra información y no fluye hacia otros sectores? ¿Cuáles son los sistemas de comunicación interna? ¿Tienen todos acceso a ellos? ¿Qué información difunden y cuál dejan sin difundir?
Comunicación interinstitucional El estallido de comunicación a escala planetaria que ha significado internet nos llama a la reflexión con respecto a la superación de los claustros. Miles de miles de seres y de instituciones están allí, a la espera
de
nuestros
contactos,
podemos
interrogar,
recoger
información, construir conocimientos mediante colaboraciones a la distancia. ¡Fantástico! Pero una oportunidad así, que no es de desaprovechar, puede
crearnos
la
ilusión
de
la
intercomunicación
cuando
la
acompañamos de un desentendimiento de la comunicación más cercana. Me explico: puedo estar conectado con Japón en medio de un entusiasta intercambio científico y no tener la más mínima idea de lo que sucede en mi provincia con respecto a las necesidades del tema en cuestión.
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La comunicación interinstitucional comienza por casa y nuestra casa será siempre aquélla caracterizada por lo cercano, por más acceso a las estrellas que tengamos. Un ejemplo: nosotros sostenemos que la universidad es corresponsable de la educación en todos los niveles del sistema. Estamos inmersos en un complejo proceso de transformación en el orden nacional y provincial. ¿Podemos desentendernos de lo que sucede en el resto del sistema? ¿No necesitamos una vigorosa relación con todos los ciclos para aprender de sus experiencias y conocimientos y aportar lo nuestro? Empezamos a movernos con estas reflexiones en el terreno de la transferencia, tanto de nosotros hacia ellas como a la inversa. Los puntos incluidos en este apartado son: información interinstitucional, relaciones interpersonales, proyectos comunes, medios para dirigirse a otras instituciones y lenguaje utilizado. La información interinstitucional incluye dos líneas: ¿qué información tenemos y conocemos de las otras instituciones? ¿qué información les ofrecemos? Además de facilitar esto las posibilidades de cooperación, apostamos a la no repetición de caminos que otros ya han adelantado y al aprendizaje de los aciertos y errores ajenos. Muchas veces las instituciones no se comunican, pero sí las personas. Hay
redes
de
contactos
muy
valiosas
que
desconocemos
y
desaprovechamos. Esto significa el reconocimiento de las mismas para facilitar las tareas de la universidad. Uno de los medios clásicos de comunicación con otras instituciones es el de las publicaciones. Contamos con revistas y tratamos de incentivar el intercambio. ¿Es suficiente ese viejo recurso? No lo descartamos, pero nos queda abierto todo el horizonte de lo audiovisual, de las redes de información, de los encuentros a través de seminarios y cursos.
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Y, por último, el lenguaje utilizado. Este punto nos ocupará aquí y en el tema siguiente, referido a la comunicación con la sociedad. ¿Qué instituciones nos interesan? Muchas, entre gubernamentales y no gubernamentales, con sus objetivos y sus públicos. Planteamos la necesidad de tácticas diferenciadas de comunicación y por ellas entendemos el uso de un lenguaje acorde con las características de la institución interlocutora o del interlocutor en general. Decía don Simón Rodríguez: "Hablar a cada uno en su lenguaje es la táctica de la palabra". Decimos, entonces, que instituciones como las nuestras producen conocimientos y tienen la obligación de comunicarlos en formas de lenguaje válidas para lograr esa táctica de la palabra. Como la vocación es por la mayor comunicabilidad, como nos interesa la transferencia que pueda hacerse a otras instituciones, el primer compromiso en este sentido es el de claridad. Hablar para que nos entiendan y para que lo comunicado sea útil a los demás. Algunas preguntas para este apartado: ¿Con qué instituciones nos relacionamos desde nuestro espacio de trabajo? ¿Con cuáles no? ¿Qué sabemos y qué desconocemos de las instituciones? ¿Cómo son nuestras relaciones? ¿Qué proyectos comunes tenemos? ¿Cuáles podríamos tener? ¿De cuáles instituciones desconfiamos como posibles colaboradoras? ¿Por qué? ¿Con qué instituciones dejamos de tener contacto? ¿Por qué? ¿Qué medios utilizamos para comunicarnos? ¿Cuáles dejamos de lado? ¿Cuáles son nuestras tácticas de lenguaje? ¿Cómo reaccionan las otras instituciones a nuestras propuestas? Comunicación con la sociedad en general Reivindicamos la vocación social de una institución universitaria. Y lo hacemos
desde
sus
funciones
específicas:
24
la
promoción
y
el
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acompañamiento del aprendizaje, la investigación y la construcción de conocimientos, el servicio y la transferencia. La vocación es con toda la sociedad, sin que esto signifique una apertura capaz de desmembrar en infinitas direcciones los esfuerzos. La universidad se dirige a la sociedad a través de instituciones, como lo vimos en el punto anterior. Pero también lo hace de modo directo, sea por medios de alcance masivo, como una emisora de radio, por publicaciones, por artículos en los diarios, por conferencias, por lo que quienes
la
frecuentan
proyectan
al
seno
de
la
sociedad
(los
estudiantes, por ejemplo, en sus familias y en sus círculos de amistades). No nos equivoquemos: la universidad es una institución con una indiscutible función social. No es un espacio para que determinados grupos cultiven el saber al margen de su contexto, para que se organicen sistemas de supervivencia burocrática, para que se eternicen viejas ideas incapaces de llevar algo de vida a los estudiantes o a distintos grupos de la población. Hay muchas maneras, por supuesto, de relacionarse; no caemos en el error
de
pretender
formas
idénticas
para
todas
las
unidades
académicas y carreras. La comunicación se puede establecer por medio de publicaciones en algunos casos, por la relación directa en otros, por el intercambio de materiales y de profesionales, por la organización de proyectos comunes... Pero en cada situación reconocemos el valor y la necesidad de la comunicación hacia la sociedad.
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Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
Algunas preguntas para este apartado: ¿Qué sectores de la población son objeto de la comunicación de nuestra Unidad Académica o de nuestra carrera? ¿Cuáles quedan fuera? ¿Qué porcentaje de la planta docente de una Unidad o de una carrera está afectado a la comunicación? ¿Qué sabemos de nuestros interlocutores? ¿Qué desconocemos? ¿Ha ido creciendo o se ha reducido la comunicación hacia la sociedad? ¿Hemos aprendido de nuestros interlocutores? ¿Han aprendido ellos de nosotros? ¿Utilizamos tácticas de lenguaje? ¿Podríamos describirlas y reflexionar sobre ellas? La institución y su contexto En general la comunicación con la sociedad está signada por la comunicación de la institución consigo misma, aunque cabe reconocer los
espacios
de
autonomía
que
permiten
a
algunas
unidades,
departamentos y hasta materias romper la inercia comunicacional. ¿Para qué comunica una Universidad a su contexto? Para serle útil en sus necesidades fundamentales, sean ellas del campo de la educación, de la salud, de la justicia, de las organizaciones sociales, del progreso de su economía, de su desarrollo cultural, de su capacitación para el trabajo y para la vida. En general uno no puede comunicar aquello de lo que no se ocupa. Una institución se perfila socialmente por sus presencias y sus ausencias, y comunica, o no, según ellas. Ausencias o presencias para la sociedad en general o para otras instituciones. Retomemos lo relativo al "punto de referencia". En una universidad de tipo profesionalizante el punto de referencia son los profesionales y su radio de acción. Si todo el peso se pone allí, pasa a segundo plano la producción intelectual y, por lo tanto, no se es un punto de referencia por lo que se aporta para enriquecer la ciencia y la cultura. La primera condición para constituirse en un punto de referencia es ser alguien en
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Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
el punto en cuestión. Ello está claro. La segunda es comunicar lo producido. A menudo las universidades producen mucho más de lo que comunican. Por ejemplo, de cientos investigaciones en curso, entre un diez a un quince por ciento accederán a la legitimación por la publicación. El resto correrá el riesgo de quedar en el ámbito de un congreso o de alguna copia del proyecto y de los resultados dirigida a un colega. Hay espacios dignos de alguna película surrealista, como depósitos donde se apilan carpetas con productos de investigación que no serán consultados por nadie. Muchas veces las universidades han equivocado el camino al intentar convertirse en un punto de referencia únicamente a través de los medios de comunicación social. Sin duda ellos son un recurso válido para llegar a la sociedad, pero no suficiente ni tampoco el único. Puesto que muchas universidades producen más de lo que comunican (por falta de estructuras propias de comunicación), es preciso imaginar alternativas de comunicación institucional e interinstitucional. No nos podemos quedar aferrados a la publicación en una revista con referato, ni tampoco a la espera de que nos abran las puertas de los medios. No descalifico el camino de los medios. Señalo que ellos no representan la única vía para llegar a la sociedad. Necesitamos una adecuada política de comunicación hacia nosotros mismos, hacia la sociedad en general y también hacia ellos. ¿A quién comunicamos? Puesto que las instituciones de educación superior dan una gran importancia a la construcción de conocimientos y esta última se produce
de
manera
fundamental
por
las
investigaciones,
nos
detendremos en la manera de comunicar los resultados de ellas. La
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primera pregunta: ¿a quién se comunica lo investigado? Ensayemos algunos posibles destinatarios: -la comunidad de la propia disciplina -la comunidad de una determinada carrera -la comunidad de una determinada universidad -la comunidad expresada en instituciones sociales -la sociedad en general Cada uno de esos horizontes de posible interlocución ¿no deberían dar lugar a estrategias diferenciadas de lenguaje? Cuando uno habla para los colegas más cercanos en el campo científico, puede ahorrarse mediaciones discursivas. El lenguaje se construye sobre lo dado por sabido, entre matemáticos no se andan explicando el teorema de Pitágoras, ni entre educadores qué es la didáctica. El punto de partida, por lo menos para la comunicación de investigaciones con pretensión científica, es toda la ciencia hasta ese momento, conocida tanto por el investigador como por su interlocutor. Podemos señalar que no pocos productos de investigación se quedan en ese primer círculo de destinatarios, aún cuando aparezcan en medios que se dirigen a la sociedad en general, o en conferencias ofrecidas para el gran publico. Traigo dos ejemplos: una página de campo que analicé hace unos años, en la cual hablan ingenieros agrónomos para otros ingenieros agrónomos (y es solo eso, un ejemplo, no pretendo para nada generalizar), sin ninguna mediación discursiva. El otro: una conferencia sobre lingüística pronunciada frente a más de 500 personas en El Cuzco, dirigida a unos 30 entendidos que estaban allí y con una exclusión total del resto del público. No caigo en la tontería de negar el valor del lenguaje de la propia disciplina, señalo los espacios de interlocución en los que suele quedarse el resultado de una investigación.
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Módulo III. La Educación Superior Unidad 3
A partir del segundo círculo, la comunidad de una determinada carrera, surge la necesidad de las mediaciones, que entendemos como: la tarea de aproximar los materiales, los conceptos y las propuestas derivadas de la investigación y de los avances tecnológicos, al contexto, la experiencia, la base conceptual y las percepciones, de distintos sectores, sean éstos de la propia institución, de otras instituciones o de la sociedad en general. Aquí cabe una primera aclaración. Juan Díaz Bordenave, un querido amigo paraguayo afincado desde hace décadas en Brasil, verdadero referente en la comunicación rural en nuestros países, critica la vieja crítica que se hace a quien se dirige a un campesino como si hablara con un colega. El problema no está en esa falta de concesión al saber y la experiencia del otro, sino "en cómo se entiende la relación con el otro", es decir, en cómo se entiende al otro. Pues bien, el énfasis en la mediación nace cuando se pasa de un modelo de comunicación basado en la transmisión a un modelo basado en la relación. Si me quedo en el primero seguiré hablando desde mi ciencia y desde mi discurso, sin preocuparme por otra cosa que informar a los demás. En síntesis: cuando comunico el resultado de mi investigación a grupos ajenos a mi especialidad, ¿cuáles es mi voluntad de comunicación, de diálogo con esos posibles interlocutores? De diálogo y de comunicación incluso a la distancia, sin verlos nunca, sin poder aspirar a un retorno por parte de ellos. La voluntad de comunicación no siempre aparece en la presentación de resultados a distintos sectores de la población. No tiene por qué aparecer si a menudo constituye una terrible ausencia en los salones de clases. Si tal voluntad falta en las aulas y en las relaciones internas de una institución, no florecerá mágicamente hacia afuera.
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Gestión de la comunicación A la base de todo lo dicho en esta Unidad, están la mirada comunicacional, la capacidad de reconocer lo comunicacional en distintos puntos de la trama de las instituciones de educación superior. La cuestión es básica: no puedo actuar, no puedo tomar en consideración lo que no veo por falta de conceptos y de experiencias. Pero a esa capacidad de ver se suma otra, también fundamental: la capacidad de gestionar la comunicación, es decir, de llevarla a la práctica cotidiana. El concepto de gestión aparece demasiado ligado a los aspectos de conducción y a la práctica cotidiana en el terreno de lo administrativo. Pero sucede que la gestión, entendida como toma de decisiones y operación para el cumplimiento de las mismas, atraviesa todo el quehacer de una institución. Es decir, se gestionan también las prácticas docente, la investigación, la extensión. Y es posible gestionar un mínimo o bien asumir la tarea en un esfuerzo de lograr el mayor rendimiento posible dentro de ella. De alguna manera quien no gestiona es gestionado. Quien no toma decisiones (por su falta de iniciativa y voluntad, por su ubicación en la organización, por la manera en que ésta distribuye las oportunidades de actuar...) deja espacios para que otros la tomen en su lugar. Supongamos el esquema tradicional de educación: un docente que habla (dicta) y alumnos que toman apuntes. Se vive allí una gestión mínima en el esfuerzo que podría hacer aquél para convertir esa situación de comunicación en algo vivo, pleno de intercambios, descubrimientos y construcciones. Hay casos en que desde la situación en determinada cátedra es posible pasar años sin gestionar, es decir, sin tomar mayores decisiones en relación con las innovaciones metodológicas,
con
la
bibliografía,
con
el
modo
de
organizar
experiencias de aprendizaje. Una gestión reducida al mínimo, lo que significa una mínima inversión de energías en el proceso.
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También, en una estructura de cátedra vertical, es común el hecho de que el poder de gestión sea asumido por una persona que determina lo que se puede hacer y lo que se puede abordar como objeto de estudio. Esto significa una postergación de la propia gestión, que puede prolongarse años. Pero en este apartado hablamos de gestión de la comunicación, es decir, de la toma de decisiones y de la operación de las mismas en torno a relaciones interpersonales y a través de medios, sea en el ámbito de lo interno o en lo interinstitucional y la interacción con la sociedad en general. Primera comprobación: la gestión comunica. Eso lo saben muy bien los políticos. Se comunica por los actos de gobierno, por la manera de disponer las relaciones con el personal, por el control, por la creación o no de grupos de trabajo, por la excesiva personalización de las decisiones. No hay ninguna instancia de gobierno de una universidad que no comunique algo por su manera de gobernar. Y a esto va unida la gestión de la comunicación. Aquí se vive una suerte de constante: la comunicación es asimilada a lo más tangible, es decir, a lo que se puede apreciar como comunicacional. Me refiero a los medios, tanto de la institución como los existentes en la ciudad o en el país, a alguna oficina de prensa, a la tarea que puede desplegarse en radio o en televisión. Pero lo tangible no agota de ninguna manera los alcances de lo comunicacional. Si concebimos una universidad como una gran unidad de comunicación, se nos abre un panorama de reflexión, y de posible acción, mucho más complejo. ¿Cómo nos comunicamos con los estudiantes? ¿De qué manera está disponible para ellos información que les resulta fundamental a fin de moverse en la educación superior? ¿Cómo nos comunicamos entre nosotros, en tanto colegas? ¿Cuáles son las instancias de relación que hemos podido crear para avanzar en
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el interaprendizaje y en la construcción de conocimientos y de nuestro propio ser como profesionales? ¿Cómo nos comunicamos con otras instituciones? ¿Qué proyectamos a ellas? ¿Qué captamos de ellas para enriquecer nuestra tarea? Todo esto es gestión de la comunicación y forma parte de un subsistema de comunicación e información al cual las instituciones universitarias no siempre le han prestado la debida atención. En general no contamos con gestores de la comunicación en nuestros establecimientos. Sus funciones están dispersas en distintas instancias y no se las vive de manera de considerarlas una prioridad de supervivencia y de crecimiento institucional. En este sentido, una gestión educativa rica en recursos compromete de manera más intensa al educador y a los estudiantes. Lo que vale también para cualquier institución en general. Hay universidades para las cuales este siglo XXI no significa gran cosa, ni en las relaciones de enseñanza aprendizaje, ni en la manera de producir conocimientos, ni en el trabajo con el contexto. La gestión siempre comunica: por el discurso utilizado, por los modelos sociales representados, por la sensación de orden o de desorden, por la sensación de entusiasmo o de apatía, por la interlocución o su ausencia, por la capacidad de escucha o su ausencia, por contradicciones entre el discurso y la práctica, por excesivo control, por excesivo "dejar hacer", por el clima de relación creado (inseguridad, desconfianza, panoptismo, seguridad, libertad...), por violencia sembrada en las relaciones, por capacidad de crear convivencia.
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Y la gestión comunica hacia adentro y hacia afuera de la institución. Si nos atenemos a la estructura común a nuestras universidades, comunican la gestión de sus diferentes órganos de gobierno, de sus secretarios, de sus comisiones, y así sucesivamente. Y puede ocurrir que la comunicación constituya una suerte de ausencia, como si todo sucediera en espacios de los cuales se tiene noticia por alguna reglamentación o alguna medida administrativa. Además de la comunicación como producto de la gestión, hay que tomar en consideración lo que significa en una institución universitaria la gestión de la comunicación. Nos referimos a la gestión de: información redes, medios, momentos comunicacionales, conversaciones, imagen a lo interno y a lo externo, puntos de encuentro (entre los integrantes de la institución y de la institución con sus interlocutores), relación con otras instituciones, relación con los medios, relación con los interlocutores, relación con la sociedad No contamos en general con gestores para llenar esos espacios. Cuando
existen
aparecen
limitados
a
algunos
de
los
puntos:
información, medios, pero no ha sido formada una figura profesional para atender todo los requerimientos de la gestión de la comunicación universitaria. En esto sigue en pie el hecho de que no se preocupe la misma institución por formar a comunicadores para cumplir con tales requerimientos.
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Si contáramos con ese profesional, o con una instancia que incluyera a varias personas, podríamos pensar en las funciones que cumpliría: de monitoreo de información sobre los temas de la institución, de monitoreo de personas que pueden aportar al tema, de monitoreo de instituciones que trabajan sobre el tema, de procesamiento de información recogida en los puntos anteriores, de distribución de esa información en la institución, de construcción de la memoria de la institución, de concreción de esa memoria en documentos, de distribución y uso de la memoria, de consolidación y articulación de redes, como usuarias y productoras de información, de conocimientos y de tecnología, de monitoreo interno para ubicar información útil al conjunto de la institución, de concreción de esa información en documentos, de distribución y uso de esa información, de escucha: de la comunidad de la institución, de otras instituciones, de los interlocutores directos, de la sociedad en general, de investigación: para inventario de instancias de comunicación vinculadas a la institución (medios, oficinas de gobierno, agencias...), para conocimiento de otras instituciones, para conocimiento de los interlocutores; de producción de materiales para comunicación interna, de producción de materiales para comunicación interinstitucional, de producción de materiales para comunicación con los interlocutores, de producción de materiales para los medios (incluido Internet), de evaluación de resultados de la gestión de la comunicación. De todas esas funciones hay algunas que no se cumplen y otras que aparecen diluidas en las instituciones, a cargo de algún administrativo o de personal que no ha desarrollado la mirada comunicacional. No contamos todavía con los especialistas que aporten a esas funciones.
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En realidad ellas son responsabilidad de todos los actores sociales del sistema, pero se requiere una instancia profesional encargada de tales funciones. Sucede que el subsistema de información y comunicación está lejos de haberse constituido en muchas de nuestras casas de estudios. Agregar valor La comunicación agrega valor a la gestión. Todo gestor, esté en la línea de
toma
de
decisiones
o
en
lo
operativo,
debería
asumir
la
responsabilidad de agregar valor a su gestión a través de lo comunicacional. Se agrega valor por la forma de lograr la interlocución, por los gestos, por la memoria de un tema que resulta de importancia para el interlocutor, por la capacidad de mediación, por el trato, por el ordenamiento de la información, por la capacidad de cercanía a los temas y problemas del interlocutor. El valor comunicacional se agrega siempre en función del otro, sea de alguien de
la propia
institución, de
otras instituciones, de los
interlocutores específicos o de la sociedad en general. Los procesos entrópicos de comunicación restan valor a la gestión. Hay instituciones que sistemáticamente restan valor y hasta tienen muchos de sus integrantes una suerte de pacto, dicho o no dicho, para mantener esa ausencia de valor. Agregar valor comunicacional supone más esfuerzo y una actitud vigilante para sostenerlo y ampliarlo. Ello conlleva una mayor inversión de energías, en lo que a comunicación se refiere. En una institución tan compleja como la universidad es posible mantener la entropía aún en medio de una abundancia tecnológica. Entra en juego aquí la voluntad política, la voluntad de transformación, y eso significa una reconversión de nuestro personal y de nuestros
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estudiantes. Reconversión de las maneras de enseñar y de aprender, de administrar, de gestionar, de interactuar al interior de cada establecimiento y con la comunidad. Las políticas de comunicación significan dar a lo comunicacional el mismo valor que a otras instancias fundamentales del quehacer universitario, desde la creación de una secretaría que atienda el subsistema de información y comunicación hasta la consideración de lo comunicacional en cada medida tomada, en cada proyecto echado a andar. Y todo esto vale para la incorporación de la universidad al espacio de las redes y de las posibilidades de las tecnologías de la información y de la comunicación. Continuidad de la comunicación Cuando se trabaja en una institución y desde la misma son promovidas acciones de comunicación con sus interlocutores, la ausencia de seguimiento y evaluación habla con toda claridad de la falta de interés que existe por los resultados de aquéllas. Son muchos los casos en que la institución considera que ha cumplido su tarea por el hecho de haber puesto en circulación un material, cuando en realidad, eso es apenas un momento de un proceso más amplio. Realizada determinada acción comunicativa (a través de relaciones interpersonales o de medios) queda la pregunta por la manera en que la gente se ha apropiado de algo, lo ha criticado o rechazado, se ha mostrado indiferente, entre tantas otras posibilidades. Un sistema de seguimiento es capital, sobre todo si se busca una real interrelación entre la institución y sus interlocutores. Y es sólo a partir de él que se puede realizar una adecuada evaluación.
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Los pasos para el seguimiento no son complicados. Es posible planificarlo sobre la base de talleres, o bien de entrevistas y de consultas
periódicas
generalizadas
(mediante
cuestionarios,
por
ejemplo). Lo más importante de esta fase es una buena técnica de registro. Se trata de una memoria de lo que va sucediendo en el trabajo con los interlocutores, manifestada a través de un documento en el cual se recogen observaciones, reflexiones, productos de entrevistas y todo lo que se da en una relación comunicacional. Síntesis Esta Unidad ha desarrollado un punto fundamental para cualquier institución y sobre todo para una Universidad. En otra parte hemos escrito: "los educadores somos seres de comunicación". Pues bien, nuestras organizaciones también lo son, en la medida en que se las ha creado para establecer relaciones con los estudiantes, con otras instituciones y con la sociedad en general. Lejos
estamos
de
aquellas
pretensiones
de
imperialismo
comunicacional, como si todo se resolviera en ello y todo se interpretara desde ello. Como escribe Carlos Cortés el uso de la comunicación depende de la claridad que se tenga. "Y tal claridad no puede salir de la comunicación misma". No es que una institución llegue mal a la gente o no llegue por una falta de comunicación. La que no está planteada es la función social, la vocación de servicio. Cuando eso se aclara vienen los caminos de la comunicación. En otras palabras: la falta de comunicación es siempre síntoma de algo más profundo. Por eso el análisis comunicacional lleva siempre al análisis de lo que somos y queremos como institución, de nuestra virtudes y nuestras carencias, de nuestras grandezas y pequeñeces.
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Recuerdo una anécdota: un partido en uno de nuestros países gastó en una proporción de diez a uno en la campaña y perdió de una manera terrible. Cuando la cúpula hizo la evaluación terminó diciendo que el problema había sido de la campaña, que hubieran necesitado más tiempo e inversión para ganar. Nadie reflexionó sobre la base programática y sobre el rechazo a la misma por parte de la población. Comprender la comunicación es comprendernos a nosotros mismos, en ella y más allá de ella. Cuando falla la comunicación, siempre falla algo más. Y cuando existe, cuando se la vive con toda intensidad y alegría, siempre existe algo más que ella.
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