Ahora, cuando el país se moviliza exigiendo un nuevo contrato social donde con el NO al glifosato, la megaminería, el fracking, las hidroeléctricas… e incluso al cultivo de palma, que sea la oportunidad para reflexionar sobre desastres consuetudinarios de Colombia, que continúan abatiendo poblados y comunidades a lo largo de la geografía del país, para fortalecer desde el Estado mediante esfuerzos corporativos, además de la formación, la conciencia de los ciudadanos y usuarios, con el propósito de lograr una gestión equitativa del patrimonio ambiental.