Cazadores y perros domésticos, un vínculo prehispánico en la Pampa y la Patagonia Mónica Alejandra Berón Desde hace miles de años, seres humanos y cánidos –perros, lobos, zorros– han mostrado una fuerte atracción recíproca y mantenido intensas interacciones con facetas económicas, sociales, religiosas e incluso afectivas. En algunos casos los cánidos trascendieron la animalidad para incorporarse de lleno en el tejido social e ideológico de las poblaciones humanas, lo que dio origen al animal doméstico más antiguo y versátil: el perro. Ello marcó el nacimiento de la más estrecha y duradera relación entre humanos y animales, e inició una veloz expansión geográfica de los perros. Este es un tema que siempre ha despertado interés entre los
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arqueólogos y paleontólogos de la región pero su resolución ha sido de gran debate debido a dificultades para diferenciar perros de cánidos silvestres. Entre los diversos vínculos del hombre con el perro, uno de los más íntimos es el que implica su presencia en contextos mortuorios, hecho documentado en diversas partes del mundo. Recientemente se ha recuperado un enterratorio doble que contenía un niño de corta edad en estrecha asociación con un ejemplar de perro doméstico en el sitio Chenque I (Lihué Calel, provincia de La Pampa). Hasta el momento no se contaba con hallazgos de este tipo entre los cazadores
- recolectores de Pampa Patagonia. Por otro lado, la cronología radiocarbónica obtenida (930 ± 30 años AP) señala claramente la domesticación del perro en tiempos prehispánicos en este sector del cono sur americano. Además, el niño estaba acompañado por un abundante ajuar. Esto podría estar relacionado con la existencia de algún tipo de jerarquía social desde la niñez dentro de los grupos humanos que conformaron este cementerio. En coincidencia con este hallazgo se ha registrado otro ejemplar de perro doméstico en el norte de Río Negro, con similar antigüedad.