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Editorial

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CON ROSAS Y FLORES, AL AIRE

Las musicales y peligrosas vidas de Radio Beethoven

POR FEDERICO GANA JOHNSON

Periodista

Algo sintieron en común (sentimos) los melómanos auditores de Radio Beethoven a la exacta medianoche del domingo 30 de noviembre de 2019. Se escuchaban, en un ambiente de agonía, los acordes de una grabación propia de la Novena Sinfonía de Beethoven, versión muchos años antes dirigida por Fernando Rosas. Y que se fueron apagando hasta el silencio absoluto. Fue el eco de la implacable y sorda sensación de la ausencia repentina, aunque era una muerte anunciada:

La radio cerraba sus transmisiones

En aquellos emotivos instantes de la veraniega noche el director de la emisora, Adolfo Flores Sayler, se despedía de los auditores con la esperanza de volver “más temprano que tarde”. Segundos antes y frente al mismo micrófono el conocido locutor Patricio Bañados, con el remanente de su acostumbrado buen ánimo, ironizaba al aire, tristemente. La indisimulable amargura se manifestaba al escucharle el slogan tan popular durante tantos años (“Vive la música en Radio Beethoven”). Anunciaba:

“Muere la música, en Radio Beethoven”.

Un año y medio después, le preguntamos a Adolfo respecto de qué ocurrió en su mente y en su corazón, íntimamente, en ese instante brutal, doloroso y fulminante. La respuesta del connotado contrabajista y también creador de Radio Beethoven en 1981, no deja de ser sorprendente:

“Hemos muerto varias veces, esta fue una vez más… A lo largo de su travesía, que es bastante tumultuosa, la radio ha enfrentado diversos naufragios y no es que estemos acostumbrados (nadie se acostumbra a morir) pero nunca hemos sentido la muerte oficial, el final definitivo. Esa noche de noviembre del 2019 en que nos atrapó el silencio de la despedida no hubo tiempo para emociones ni penas. Sabíamos que se nos abriría un camino nuevo, inexplorado y desconocido, para continuar. Que de alguna manera seríamos la misma radio, como una radio nueva…”

Así pensaron los entendidos en aquello del pasado, el presente y el futuro. Al revés, los anónimos auditores comunes y corrientes no tuvimos esa fe. La mayoría de los que habíamos escuchado las palabras finales en la medianoche, echamos a morir. Desde ese instante y los días siguientes se nos fue apretando el corazón o nos aprisionó la rabia y la impotencia ante el insonoro vacío porque la buena música se había acabado. Se notó el desánimo colectivo tras el momento final no deseado. ¿En cuántos hogares chilenos habrá ocurrido lo mismo?

En la mente de casi nadie estaba la certeza o al menos el sueño de que la vida de Radio Beethoven continuase, como en las anteriores tempestades de la propia emisora. Es que el saltarín andar de la radio nació como nacen las cosas buenas: por la inatajable fuerza del destino.

LA DERROTA NO EXISTE

Casi imperceptiblemente, ahora Adolfo Flores cambia apenas el tono de su voz pausada y empieza a recordar, quizás no con emoción desbordada pero sí con la conciencia diáfana de haber constituido una dupla poderosa con quien siempre miró resueltamente hacia adelante y nunca creyó en la derrota: su ya fallecido socio en la creación de la radio y largo compañero de las aventuras consecuentes:

“Fernando Rosas nunca se dio por vencido, ni en las peores circunstancias. Era más bien lo contrario. Un luchador que se envalentonaba con las emergencias. Siempre descubría cómo golpear (y abrir) una nueva puerta, cómo asirse a un madero,

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