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LA NUEVA POLÍTICA
Pareciera que ninguno de los análisis políticos y sociológicos dan cabal cuenta de lo acontecido en las últimas elecciones, en general los distintos sectores que dicen representar las ideas de los ciudadanos llevan agua a su propio molino, sacan conclusiones parciales que más bien buscan un mejor posicionamiento a la hora de dar explicaciones, o en definitiva, quedar mejor parados ante hechos que resultan difíciles de comprender, al menos difíciles desde las lógicas que habitualmente la política comprende los procesos eleccionarios en Chile en su historia republicana. Esto vale tanto para ganadores y perdedores que no saben muy bien en realidad cómo interpretar los datos, los votos, las señales, el lugar desde donde la gente se ubica para reclamar airosos por profundos cambios sociales, como también, con similar vehemencia, mantener aspectos esenciales de la tradición política y republicana.
Lo que parece claro es que hoy los partidos no parecen representar los emergentes anhelos ciudadanos, que quizás ya no responden al eje izquierda-derecha, tampoco se trataría de retrotraer la historia ni de cambiarla radicalmente, las demandas surgen sin duda de un país nuevo surgido en los últimos 30 años, inserto en una realidad global tanto o quizás más determinante que como fueron las políticas implementadas desde entonces. Mientras el mundo parecía caerse a pedazos, casi todos los indicadores sociales y económicos objetivos señalaban un avance del país en distintas áreas, lo que dada las expectativas de modernización sin embargo, eran todavía insuficientes para conquistar mejores estadios de equidad.
¿Qué fue entonces lo que pasó, cuando parecía que teníamos acuerdos mayoritarios en hacer transformaciones que precisamente nos pusieran al día, desde lo ya construido, para establecer mayores estándares de justicia social?
Bueno, precisamente lo que algunos creyeron en el sentido que había que cambiarlo todo para cambiar lo importante.
No hay duda que la crisis de nuestra democracia pasa por una crisis de los partidos, por la ineficacia de los partidos de representar cabalmente los anhelos ciudadanos, abrazar consistentemente proyectos políticos coherentes y sostenibles en el tiempo, y dejar de confundir la responsabilidad democrática del fervor populista que tanto daño ha hecho en Latinoamérica.
A pesar de que se insinúan amenazas de nuevos fanatismos religiosos y políticos, la esperanza por un Chile mejor sigue abierta, será de los partidos la responsabilidad de pensar en el país, y ya no en sus propios intereses, por fin de dejarnos de mirar el ombligo, para poder construir un futuro donde converjan los acuerdos de las grandes mayorías.
Los ciudadanos estaremos atentos.
SORPRESA ELECTORAL
Sr. Director,
Sin duda el resultado de las pasadas elecciones a muchos nos sorprendió, y no porque ganara un sector más conservador de la derecha chilena, sino porque probablemente muchos de los que votaron por un nuevo texto constitucional se volcaron a votar por un partido que ha sido claro en señalar que la Constitución actual es adecuada y que no requiere modificaciones. Es cierto que hay mucho paño que cortar y que cualquier interpretación se puede quedar corta, que no se le puede pedir mucha coherencia a los electores cuando en el día a día a veces tienen precauciones que no ha sido resueltas, pero creo que no hay forma de solucionar los problemas concretos y domésticos si no tenemos un marco legal institucional que apunte precisamente a lo que
SU OPINIÓN NOS IMPORTA
la gente demanda en el día a día. Un país más justo y equitativo. Francisco Fuentes Varas Antofagasta
CONSERVADURISMO
Sr. Director, He de esperar que la asonada conservadora que ganó las elecciones el 7 de mayo no signifique volver al pasado en temas de religión. Hace rato que nuestro país ha ido instalando el laicismo como modo de ver la convivencia social, una sociedad ajena a fanatismos religiosos o a imposiciones morales fácticas de pequeños grupos. Espero que el triunfo de ese sector sea sólo una golondrina que en estos temas no haga verano y que sea como muchos dicen, más bien el desencanto de la ciudadanía por el modo de hacer política de los partidos tradicionales.
Paulina Poblete A. San Miguel
más allá de la posibilidad de dar la opción del crédito. En efecto, si bien el crédito abre un segundo negocio a la venta del bien o servicio transado; lo que más importa es dejar un rastro, una huella de cada transacción en los miles de datos y bases de datos que se están acumulando, desde la misma realidad, es decir, desde el mismo comportamiento de las personas. Así, un comportamiento estimulado para incentivar esta forma electrónica de pago; “compre así y acumule puntos que usted podrá usar en futuros descuentos, cambiarlos directamente por nuevos productos en toda nuestra cadena o red de tiendas o transformarlos en diversos beneficios”. De esta forma, se han montado diversos mecanismos de estimulación social para producir un comportamiento de compra inducido, teniendo como señuelo la obtención de un premio o regalo; una especie de cuenta corriente de puntos que se acumulan para el
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Sr. Director, Me preocupa el tema de la inteligencia artificial llevado a la academia, a la ciencia o al ejercicio de la reflexión o el pensamiento filosófico. Hoy será más fácil entregarle a la máquina un par de insumos para que sea esta la que determine el conocimiento, filtre la información, entregue conclusiones, levante hipótesis, determine el modo de hacer las cosas. ¿Tendremos en el corto plazo plataformas digitales que escriban poemas desprovistos de lugares comunes, cuentos con finales sorpresivos, novelas escritas para ganar un Nobel de Literatura?
Sé que no podemos evitar el avance de la tecnología, hay que vivir con ella y saber adaptarse, ¿pero donde está el límite?
Gracias por tan interesante revista.
Jorge Villavicencio Arancibia Talca
LITERATURA Y EXILIO
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Occidente se reserva el derecho a editar los textos y ajustarlos a las normas editoriales. El lenguaje debe ser respetuoso y sin descalificaciones.
Sr. Director, Interesante el artículo de literatura. A veces perdemos la perspectiva de que el quiebre de nuestra democracia de hace 50 años atrás no sólo significó el surgimiento de una dictadura atroz, con muertos, desaparecidos, torturados y sin libertades ciudadanas, un cambio en el ethos de nuestra convivencia social, sino también un profundo dolor para nuestra expresión artística y literaria, un quiebre de nuestra identidad cultural, acaso el reemplazo de un modo de relacionarnos con la música, el cine, los libros, el folclor, la plástica por uno que eliminaba la historia y fundaba un nuevo paradigma. Agradezco sinceramente la nota. Atte.
Dr. Juan Pablo Müller
LA DEMOCRACIA COMO PROCESO
“Si no hay un número suficiente de personas que quieran la democracia, nadie podrá salvarla.”
ROBERT ALEXY
POR JAVIER IGNACIO TOBAR Abogado. Académico y ensayista.
LAS DEMOCRACIAS LIBERALES ESTÁN EN CRISIS
“Un paciente en estado crítico es aquél que requiere cuidados especiales, y es probable que la democracia siempre haya vivido en esa condición, digamos entre la unidad de cuidados intensivos y la sala de cuidados intermedios” nos recuerda el recientemente reconocido Profesor Emérito de la Universidad de Valparaíso Agustín Squella. Y tiene razón. La palabra democracia se ha banalizado hasta el punto de que se tiene por tal a cualquier régimen que, una vez colapsado el anterior, monta unas elecciones para elegir nuevas autoridades sin que se cumplan condiciones mínimas exigibles para
que las votaciones sean libres e informadas (Cuba y Venezuela, por ejemplo). Esa es, quizás, la razón por las cuales se afirma que se “ha avanzado en democracias”, pero no en qué condiciones esta se practica. Es habitual además que los nuevos teóricos nacidos del “Delta” se refieran con fuerza a sus limitaciones, a los obstáculos que ella encuentra en su camino, a sus paradojas, a sus contradicciones, a sus antinomias, y a sus promesas no cumplidas y a las que nunca debió hacer. Tapan así las ventanas por donde debe entrar la luz. ¿Confusión conceptual o trampas ideológicas?
De pronto incluso tenemos la sensación de que la propia palabra habría perdido a los vocablos que la sostienen: “demos”, o sea el pueblo y su decreciente participación, y el “kratos”, es decir, la capacidad de los gobiernos para guiar a sus países de manera sensata, acorde a los valores acordados que sostienen cada una de las agrupaciones políticas –la historia no se
cambia de cuajo por mayorías eventuales-. Pareciera también que la sensación refundacional es más cierta que la realidad misma, lo que ha sido oculto por el abrumador registro arrojado por los resultados de las últimas votaciones en el país (4 de septiembre de 2022 y 7 de mayo de 2023, ambos con voto obligatorio). El “estallido social”, de tristes recuerdos, mostró los blancos y los negros de todo mosaico. Por una parte, fue el reflejo de una clase media hastiada de las postergaciones en un país que no se caracteriza precisamente por sus altos niveles de igualdad en el acceso a los “derechos sociales”-, y por la otra, la delincuencia, el odio y el rencor de otros por todo lo que sea diferente a los que ellos piensan o creen: “todo aquello que valoren en contra de lo que yo hago, es mi enemigo y hay que destruirlo” parece ser la consigna. Nuestra democracia estuvo en la cornisa hasta que llegó al pacto que originó el primer proceso constituyente, que tenía por objeto primario legitimar el acuerdo social en democracia, dejando atrás el origen de la Constitución de 1980 impuesta en Dictadura. Se apostó todo porque una nueva Carta Fundamental entregaría no sólo legitimidad democrática al texto, sino que además contendría el reconocimiento expreso de una serie de derechos y garantías.
Pero nada de eso pasó. Primó una mala lectura de la realidad por los triunfadores de entonces y la propuesta fue un fracaso rotundo, lejos de las aspiraciones del “Ethos” de la nación y con trazos ilegibles que hacían que la nueva Constitución jamás fuera sentida como propia. El ego, la soberbia, el academicismo en su peor versión y la ingenuidad confluyeron en los pasillos del ex Congreso Nacional en la ciudad de Santiago.
¿Era necesario escribir (refundar) una nueva Constitución para cumplir con las demandas ciudadanas?
Ese tema seguro será analizado por tesistas de pre y posgrado que surgirán luego de estos movidos años en el país. La respuesta de seguro no es una sola; lo que sí es cierto es que todos los países tienen una Constitución sociológica (estructura social y valores compartidos) y una Constitución jurídica (conjunto de normas que organizan el Poder y señala sus límites). Es una unidad política que no guía a las sociedades, sino que las sigue.
Dicho todo lo anterior, ¿cómo es posible cuidar la democracia y “profundizarla”?
Uno de los pocos asuntos que pueden rescatarse del proceso constituyente 1 es precisamente ese: aunque lo señaló de manera eufemística, “sobreverbalizada” y cargada de adjetivos luego del sujeto rector de las propuestas normativas, relevó la participación ciudadana a un punto que, hasta ahora, no se conocía
en la historia política del país. Incluso contó con un Reglamento propio y una Comisión ad hoc. Pero el mal ejercicio, el desconocimiento, la ingenuidad y la falta de experiencia (también la mala fe) hicieron su trabajo. Este instrumento de participación se tradujo en 78 iniciativas populares de norma, todas rechazadas, uno que otro diálogo y las famosas audiencias públicas en Comisiones y el Pleno, las que eran apuradas por los Convencionales de la época y los esforzados textos y presentaciones eran guardados en el cajón de las esperanzas.
Pero no todo está perdido.
Aprendiendo de la lección, la reforma constitucional que habilitó el proceso en curso se refiere expresamente a la “participación ciudadana”, encargando su coordinación a la Universidad de Chile y Universidad Católica de Santiago, pudiendo incorporarse todas las que estén acreditadas por el Estado. Y es el Reglamento del nuevo proceso el que dedica un capítulo completo a la misma. Soy testigo privilegiado del trabajo serio, ordenado y metódico que han realizado ambas casas de estudio, al que también han acudido de buen ánimo otros centros del país. Mérito aparte merece la sociedad civil que se ha organizado para el tema, como lo hizo la Gran Logia de Chile por medio de su Departamento de Acción Masónica, sumando en la cruzada a la Gran Logia Femenina y a la Gran Logia Mixta. Si el objetivo es uno, hagámoslo juntos. Los mecanismos de participación ciudadana que están hoy disponibles son 4: la iniciativa popular de norma (en rigor de enmienda); las audiencias públicas; los diálogos ciudadanos, y la consulta ciudadana. Si bien no han tenido toda la cobertura que merecen, es posible encontrar (luego de terminar esta lectura) toda la información disponible en www.secretariadeparticipacion.cl. Se amplía el acceso a los 14 años en algunos mecanismos, disminuyendo también el número
de firmas a 10.000 para formular una iniciativa popular y se fomenta la discusión y el debate, el que será sistematizado por ambas Universidades con el objeto de presentarlo al Consejo Constitucional e incidir en el debate antes de las votaciones. Todo lo que necesita saber está en el sitio electrónico indicado, en el cual no sólo pueden encontrarse formas de acceso, sino también glosarios y formación ciudadana relevante. Mérito aparte merece la documentada presentación sobre la participación ciudadana en los procesos anteriores (desde Bachelet 2 en adelante).
Claro es que en una democracia representativa como la nuestra, lo que digamos como sociedad por estos 4 mecanismos no es vinculante, pero sí tiene la relevancia de acceder e influir de manera decisiva en la redacción de la futura propuesta. Las democracias no se agotan en un voto cada cierto tiempo, sino que deben ser alimentados por una energía permanente, viva, que impulse los cambios reales más allá de un triunfo circunstancial. En las democracias las reglas se respetan y punto; otra cosa diferente es conocer lo que está pensando la gente en tiempos de constantes cambios.
La democracia entonces es un camino constante, quizás siempre en crisis, pero es mejor en ese estado a no tenerla. Y una buena forma es participando en serio para que nuestra voz sea escuchada no sólo por medio de los representantes electos, sino que también de manera directa para incidir en sus decisiones. Los plazos son acotados: todo (mecanismo de participación) comienza el 7 de junio y termina el 7 de julio, con el objeto de alcanzar a presentar –ahora sí- un
documento ordenado y sistematizado por temas y categorías conceptuales.
Es el momento de participar de manera permanente y acceder a los medios que hoy nos entrega nuestro propio modelo constitucional para generar o incentivar cambios, y todo en democracia.
Hace largo tiempo, Aníbal Pinto Santa Cruz señaló que Chile estaba atrapado en medio de una inconsistencia. Tendríamos, observó, un sistema político que permite una ilimitada expresión de expectativas, pero contamos con un sistema económico y productivo que impide satisfacerlas. Hoy, sin más, enfrentamos el mismo dilema, pero invertido: la cultura y el mercado han desatado expectativas y procesos de individuación propios de una sociedad que se moderniza, pero las instituciones con que contamos no logran procesar esos anhelos ni entregar seguridades básicas.
El amplio debate constitucional, en el cual la participación ciudadana juega un rol fundamental, es la expresión de la preocupación por el conjunto y también por el camino que nos hemos autodeterminado. Es momento de participar y hacer de la democracia una forma de vida, un proceso constante, pues si la cultura es el cemento de las sociedades, entonces cuando se resquebraja no queda otra que reconstruirlo sin prejuicios y utilizando herramientas propias de un país civilizado, tolerante y responsable del futuro. Eso es lo que hoy está en nuestras manos, y no en una mayoría que, si bien le permite manejar la circunstancia, no la habilita para imponer criterios de ningún tipo.
Hay que querer a la democracia.
Colabora: CONSTITUCIONAL
¿LA VUELTA DE LA TORTILLA?
POR PATRICIO YOUNG MOREAU
Asistente social de la Universidad de Chile y Magíster en Ciencias del Desarrollo en ILADES
Sin duda es la primera reflexión que surge de los resultados de las pasadas elecciones. Si en el primer proceso convencional la derecha quedó sin capacidad de veto y el triunfo fue para la izquierda y extrema izquierda, ahora es justo al revés, quién pierde la capacidad de veto es la centroizquierda y la izquierda y quién tiene el control del proceso es la extrema derecha y la derecha.
¿Esto significa que el país entró en una reacción pendular de la política? No es tan claro que se pueda sacar esa conclusión.
ANÁLISIS DE LA VOTACIÓN
Hay un pequeño gran detalle que hace la diferencia entre ambas votaciones. El primer proceso es con voto voluntario y accedieron a las urnas 6 millones de personas. La de ahora es con voto obligatorio y accedieron el doble; sobre los 12 millones de ciudadanos.
Es muy común ver comparaciones al respecto que no tienen mucha validez. Es un ejercicio que no corresponde por ser algo inútil, porque no se están abordando realidades similares, sino diametralmente distintas. ¿Habría sido el mismo resultado de la anterior elección con el voto obligatorio? Es una interrogante de la cual no tenemos certezas, pero a la luz de las últimas dos elecciones es muy posible que no.
Por lo tanto, esta elección solo es comparable con la que rechazó la anterior propuesta constitucional. En efecto, ha sido la única votación anterior con voto e inscripción obligatoria. (Antes existió el voto obligatorio, pero con inscripción voluntaria). En la primera votaron 13.028.739 y en esta última 12.858.862
El análisis de ambas es sorprendente. La relación de votos entre los que aprobaron y rechazaron es muy similar al resultado de la actual elección si agrupamos a los partidos que lo representaron. El rechazo obtuvo el 61,89% y en la última elección los que lo representaron obtuvieron el 61,97% de los votos válidamente emitidos. Por su parte el apruebo fue el 38,11% los partidos que lo apoyaron en la actual elección obtuvieron 37,53%. Como ven resultados casi calcados.
La mayor diferencia entre ambas está en los nulos y blancos. Mientras en la votación anterior los nulos fueron 1,54% de los votos, en esta última fueron casi el 17%, mientras los blancos en la anterior elección fueron 0,59% en la actual fue de 4,55%. Esta es la mayor diferencia entre estas dos últimas elecciones.
Si bien hubo una concertación de votantes para marcar o no marcar su voto en esta dirección, hay condiciones propias de una elección de este tipo que inducen a un mayor número de nulos y blancos. Primero entendamos que votar aprobar o rechazar es mucho más fácil que elegir entre muchos candidatos. Por lo mismo no es extraña la diferencia.
Sin negar que en estas cifras hay nulos y blancos concertados, la obligación a votar, por descono -
cimiento de algunos sectores se induce a muchos errores. A modo de ejemplo. Consultamos a un matrimonio de condiciones muy humilde y con quién tenemos un contacto habitual, ¿cómo le había ido con la elección? Ella dijo que no sabía por quién votar y lo hizo por cualquiera. Ni siquiera se acordaba su nombre. Su esposo por la misma razón voto nulo. “Lo importante era votar para no tener la multa”, nos dijeron.
En momentos que se escrutaban los votos en las mesas de sufragio por televisión, mostraban que muchos eran por un desconocimiento. Un caso muy repetido eran aquellos que votaban en Santiago por 5 personas de listas distintas y eso es coherente erróneamente con el mensaje de que se elegirían 5 consejeros en la capital.
Algunos países como Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay tienen voto obligatorio y, en general, se registran altos niveles de votos nulos y blancos en estas elecciones. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de Argentina en 2019, el porcentaje de
votos nulos fue del 4,33%, mientras que el porcentaje de votos en blanco fue del 6,24%. Ese porcentaje en conjunto equivale aproximadamente a la mitad de lo que ocurrió en nuestras pasadas elecciones. Eso nos podría mostrar el peso real de quienes se concertaron para hacerlo.
¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN CHILE?
Mi hipótesis es que con el voto obligatorio se representa el rostro real de Chile. Con el voto voluntario acceden quienes tienen mayor consciencia política y por lo mismo adquieren más preponderancias los que se involucran con el devenir del país. En tal situación la izquierda y centro izquierda tienen mayor votación.
Con el voto obligatorio participan ciudadanos que “no está ni ahí” con la política. Es gente de trabajo que uno escucha decir:” la política no me da de comer” o “pase lo que pase con esta elección tengo que seguir pelándome el ajo”. Por más difícil que sea su situación económica están cansados de la política
porque muchas promesas han sido incumplidas. Prefieren asegurar al menos lo que tienen y cuidar de no caer en la pobreza extrema de la cual muchos vienen. Por ello su posición es más conservadora, por lo que al final vota por aquellos que le prometen mayor seguridad.
Lo concreto es que en las dos votaciones aparece casi una plantilla del comportamiento electoral que nos muestra que estamos en una sociedad más conservadora de lo que creíamos. Habrá que ver cómo reacciona con la aparición de nuevas corrientes de centro como amarillos y otras que están en proceso. Si hay más de lo mismo no parece claro que se generen cambios sustanciales.
Ahora hay sectores que han leído esta realidad y en vez de informar y educar al votante, han preferido mentir o contar medias verdades. Eso fue evidente en la franja electoral donde no se sabía que se estaba eligiendo. Aseguraban que los constituyentes enfrentarían la delincuencia y la violencia existente. Lo decían porque saben que es lo más sensible hoy en la sociedad, pero mienten cuando ofrecen algo que no tienen ninguna posibilidad de cumplir, ya que su labor es hacer una constitución, que si bien tendrá que considerar aspectos que aseguren la paz social, es también evidente que no tienen capacidad alguna de implementarlo hoy cuando aparece la urgencia.
Situación muy parecida ocurrió en la votación del apruebo o rechazo de la constitución anterior, donde las mentiras en todos los medios fueron la gran tendencia de las redes sociales. Ahora, en ningún caso, creo que hayan sido la principal causa del rechazo o de la votación actual, pero si ayudó. Mi mayor preocupación es que hay sectores políticos que usan y abusan de quienes tienen poco interés o preocupación por la política; generalmente personas más humildes y menos informadas. Los usan como voto fácil de conquistar con mentiras que van en directo interés de su principal preocupación. Creo que la ética política debe ser abordada con mayor seriedad y responsabilidad. Es un tema que
PROCESO CONSTITUCIONAL
PRIMERA ELECCIÓN
(con voto voluntario)
Accedieron a las urnas 6 millones de ciudadanos.
SEGUNDA ELECCIÓN
(con voto obligatorio)
Accedieron a las urnas 12 millones de ciudadanos.
COMPARACIÓN
ENTRE AMBOS PROCESOS
PLEBISCITO CONSTITUCIÓN
(con voto obligatorio)
Accedieron a las urnas 13.028.739 millones de ciudadanos.
El rechazo obtuvo un 61,89% de los votos.
El apruebo obtuvo un 38,11%
SEGUNDO PROCESO
(con voto obligatorio)
Accedieron a las urnas
12.858.862 millones de ciudadanos.
Apoyo al rechazo
61,97% de los votos.
Apoyo al apruebo 37,53%
debemos enfrentar y no eludir como país. La tarea de la política es educar y no usar.
La inscripción y voto obligatorio es lo mínimo que el ciudadano puede hacer por su país, por lo que me parece un tremendo avance. Este es el Chile real y a partir de aquí es donde debemos construir. Sin duda hay una gran tarea para la política; adecuarse a esta nueva realidad.
QUÉ DICEN LOS NÚMEROS
Primero los blancos y nulos muestran que hubo una concertación de voluntad para votar de esta manera y su resultado no es desestimable ya que debiera ser del orden de un 10% al 15%, ya que, como señalamos en párrafo anterior, el resto corresponde a lo normal de un voto obligatorio. Ello significa que ocuparían el cuarto lugar por sobre “Todos por Chile” (PPD, DC, PR).
¿Quiénes son? Los que siguen al eterno candidato de primera vuelta Artes, los ex Lista del Pueblo, otras múltiples organizaciones sociales. Dejando fuera a Independientes No Neutrales que obtuvieron alrededor de 500.000 votos pero que no seguían la misma línea de estos otros conglomerados. Son los mismos que como independientes alcanzaron una gran votación en un proceso de baja participación.
Los calcados resultados de las dos últimas elecciones como lo hemos señalado, responden a un padrón común, el del apruebo o rechazo, que se vio proyectada a la actual votación.
Sin embargo, no se puede desconocer que el tema de la seguridad, la primera preocupación de todos los chilenos fue también un tema discriminador a la hora de elegir su voto. Ello se vio reflejado en la campaña televisiva, más allá de que no sea pertinente para una votación a constituyentes.
Los Republicanos lo tomaron como eje central de su campaña y lo hicieron muy bien, porque no tenían tejado de vidrio ya que son nuevos y no han estado en el gobierno como coalición. Por lo mismo su crítica podía ser más valedera para los votantes, lo que se vio reflejado en la votación que obtuvieron.
Mientras para el sector tradicional de derecha
(UDI, RN, Evopoli) hubo un voto de castigo porque presidentes y parlamentarios con una desvergüenza inusitada rasgan vestidura contra la inseguridad, siendo ellos parte del problema no de las soluciones. La gente no olvida que participaron de un gobierno que quería terminar con la fiesta de la delincuencia y al final hizo poco o nada. Pero se pusieron como lista Chile Seguro como una forma de atentar contra la inteligencia de los chilenos. Hoy, sin autoridad alguna, cuestionan al gobierno transformándose en los Adalí de la seguridad. Allí está el resultado de su votación. También la cuenta se la pasaron a la alianza de gobierno por la falta de criterio político especialmente el PC y de Frente Amplio que con sus juicios contra Carabineros y su idea refundacional, le quitaron el piso, afectaron su autoridad en la sociedad y con ello acrecentaron el problema. También su infantil discurso en que no le daban igual importancia a los derechos sociales como forma de resolver el problema de fondo y a la represión. Es cierto, con más represión no se resolvía el problema de fondo, generaríamos un círculo pernicioso del que no saldríamos jamás, pero con la misma fuerza e importancia no defendieron que paralelamente había que actuar con fuerza y certeza a la delincuencia para brindar seguridad al país. Una vez en el gobierno han debido resarcirse en explicaciones y ejercer toda la necesaria fuerza para superar este difícil tiempo de inseguridad que nos invade.
Ahora, si bien la centroizquierda siempre ha tenido una posición clara y precisa al respecto, como lo demuestran la ministra del Interior y los subsecretarios, su incorporación al gobierno los involucró, con la figura de quién gobierna y su pasada posición. De allí los magros resultados.
Vendrán tiempos complejos para todos, que esperamos generen una nueva forma de hacer política, ya que al final lo que se haga o se deje hacer, lo que se diga o se calle, lo que se defienda y se critique, tarde o temprano se vuelve contra los mismos que lo emiten. Es de esperar que veamos la luz de una nueva etapa.
Después de dos días de las últimas elecciones para constituir el Consejo Constituyente en nuestro país, y por lo tanto con los resultados a la vista, conversé con el director de Occidente sobre un artículo que estaba escribiendo a fin de que se considerara su publicación en esta Revista. Se trataba de un texto general sobre filosofía política en nuestro tiempo. Sin embargo, el contundente triunfo del Partido Republicano en este proceso eleccionario -necesariamente- me llevó a dejar pendiente aquel artículo y reemplazarlo por estas Reflexiones Dispersas. Al respecto, no puedo estar ajeno a tal sorprendente victoria; pero no al triunfo en sí que bien muchos ya vaticinaban, sino que a su contundencia. En efecto, lograr el umbral de los dos quintos era la aspiración de esa colectividad política, es decir, elegir a 21 de los 50 consejeros, en tanto que con ese quorum tendrían la capacidad de vetar cualquier norma constitucional que contradijera sus aspiraciones. Así, un poder neutralizador que hiciera imposible una
norma constitucional sin su aprobación y, con ello, seguir su línea política mantenida desde el comienzo de este proceso de cambio constitucional, es decir, la mantención de la Constitución de 1980.
Pero no sólo eso, sino que también, el rechazo al mismo proceso de cambio iniciado por las distintas colectividades políticas que, el 15 de noviembre de 2019, suscribieron el Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución. Un texto que surgió ante el apremio de la grave crisis que padecía el país que detonó en
octubre de ese año, estableciendo con él un itinerario institucional que condujera hacia el cambio de la Constitución de 1980. Y ello, por medio de un proceso plebiscitario que dio amplio apoyo a las fuerzas que promovían una nueva constitución política por medio de una Convención Constitucional inédita en nuestro país y muy distanciada de las distintas colectividades políticas con representación parlamentaria.
Así, un proceso constituyente que fue el recurso para contener el desborde y encausar los acontecimientos de un país que no podía controlar ni aminorar el descontrol. Sin embargo, aún ese contundente triunfo por el cambio constitucional de fondo y en su proceso, el Partido Republicano mantuvo inalterable su posición de rechazo a ese intento transformador, aunque haya sido establecido por medio de un proceso institucional aprobado transversalmente. Algo impensado hace uno o dos años atrás. En efecto, su oposición interna en la Convención Constitucional que se eligió y exterior a ella, seguían la misma línea del rechazo a los cambios y el apoyo irrestricto al orden constitucional originado en el año 1980.
Bueno, ya sabemos el resultado de este primer proceso constituyente, es decir, el mayoritario rechazo a la propuesta entregada por la Convención Constitucional, elegida ésta por casi un 80% de los electores
que promovían el cambio constitucional. Rechazo que -nuevamente- abrió un segundo proceso muy diferente del primero, pero ahora armonizado desde el mismo Congreso Nacional (el “Acuerdo por Chile”) y suscrito transversalmente por las diferentes fuerzas políticas que van desde la Unión Demócrata Independiente por la derecha; hasta el Partido Comunista por la izquierda. Es decir, nuevamente, sin la anuencia o el apoyo del Partido Republicano que, siguiendo la posición de siempre, rechaza el cambio constitucional. He aquí la gran sorpresa de esta cuarta de cinco (hasta el momento), elecciones, consultas o procesos plebiscitarios que está implicando el proceso constituyente en Chile; recordemos:
1º La Consulta efectuada el 25 de octubre de 2020 sobre el cambio o la reforma de la constitución de 1980; consulta que derivó en el apoyo de casi el 80% del electorado en favor de un nuevo diseño constitucional;
2º La Elección de la Convención Constitucional, efectuada los días 15 y 16 de mayo de 2021 que dio un amplio respaldo a los convencionales que apoyaban el cambio constitucional;
3º El plebiscito de salida que rechazó de manera categórica la propuesta de la Convención Constitucional (aproximadamente el 62% del electorado);
4º El plebiscito del 7 de mayo de 2023 con el sorprendente triunfo del Partido Republicano, es decir, del partido que, desde el comienzo del proceso, ha venido rechazando el cambio constitucional que ahora tiene que protagonizar con el amplio respaldo recibido.
Y aquí estamos, en la antesala de la quinta elección proyectada para diciembre de este año, en que la ciudadanía volverá a ser requerida para pronunciarse sobre la segunda propuesta constitucional. Una propuesta en la cual el Partido Republicano, es decir, el partido que ha liderado el rechazo a los cambios de la Constitución, tiene una amplia mayoría para modelar su transformación. ¿Una curiosidad, una ironía o una contradicción?; ya el tiempo nos dará la respuesta. Pero, en cualquier caso, la expresión de un país que da cuenta de un proceso confuso y carente de un liderazgo convocador; así como también, de un electorado que se manifiesta desconcertado ante un proceso que no entiende en su alcance y proyección, que es tironeado por posiciones que no dialogan, que está apremiado por las circunstancias de cada momento y que reacciona a los apremios y las emergencias de vidas reducidas por el miedo, la inseguridad y la desconfianza.
LA RESPUESTA DE UN LIDERAZGO CONVOCADOR
En este contexto, no podemos quedar ajenos a esta curiosidad, a esta ironía o contradicción; pero siempre esperanzados en que con el avance del trabajo del Consejo Constitucional ya elegido, él mismo pueda dar al país las certezas, el liderazgo y la integración hacia un destino común y compartido. Pero por sobre todo, que establezca las condiciones para un transitar común durante las próximas décadas, dándole a Chile la estabilidad política que se requiere, el sustento económico que haga posible los sueños de tantos y la plenitud cultural para un transitar en donde quepamos todos. Algo que, necesariamente, requiere de una escucha atenta, conteste e integradora; en otros términos, que simplemente nos percibamos sin aspiraciones hegemónicas, sin verdades prehechas y sin suposiciones descalificadoras de antemano. Esa es la inspiración de este artículo. El que, no estando ajeno a las referidas confusiones, ha querido hacer de él el lugar para volcar estas Reflexiones Dispersas:
A) NI LA HEGEMONÍA
DEL ESTADO
NI LA HEGEMONÍA DEL MERCADO:
Al respecto, suelen realizarse diversos foros, artículos, libros y entrevistas que hacen del Estado y
del mercado dos realidades extremas, confrontadas y mutuamente excluyentes. Algo así como que el Estado es el símbolo de diversos males que ahogan la libertad, la iniciativa y el protagonismo de cada individuo en la construcción de su vida; en otros términos, como una superestructura posterior al hombre como sujeto central que sería ahogado por la burocracia. Y quienes sustentan estas afirmaciones, confrontados a otros que sustentan que el mercado es el símbolo de una crueldad social que condena a los más carenciados, crea los privilegios de una clase dominante y perpetúa las condiciones subalternas de una mayoría excluida; salvo casos excepcionales que se exhiben como si fueran la norma. Así, dos posiciones que niegan a sus adversarios atribuyéndoles diversas categorías de un mal absoluto; como fundamento necesario que los legitima en un combate de orden casi teológico. En el fondo, dos teleologías que arrastran a todos en una disputa de “verdades” que se niegan mutuamente.
Frente a esa disputa hegemónica, estimamos que es necesario detenernos en los errores y, porque no también, en la arrogancia contenida en esas miradas. Algo fundamental -a nuestro juicio- para evitar los horrores hacia los cuales ha sido conducida la humanidad en distintos momentos de la historia y en diferentes lugares del planeta. Y para ello, entender la necesidad y la pertinencia de ambas instituciones. Por una parte, respecto del Estado, viendo en él a la principal Institución Política, y por lo tanto pública, que se da un país para atender los asuntos de todos con una mirada transgeneracional. Y, para ello, con la capacidad, la voluntad y la coherencia que atienda las urgencias del corto plazo en armonía con el mediano y, muy especialmente, del largo plazo. Es decir, que promueva un proyecto de país con todos sus integrantes en medio de un mundo complejo, incierto y contradictorio.
Y para ello, dejándolo de ver como ha sido la tradición jurídica que lo reduce a la “Personificación jurídica de la nación”. Una conceptualización que suele promover una idea del Estado como una estructura con el poder de representación nacional que es necesario conquistar para gobernar (y conducir) con los postulados y la teleología dominante. Un camino que suele ser la disputa entre las distintas colectividades que, en la mayoría de los casos, hacen de los órganos públicos el botín de los vencedores desde el momento de su victoria.
A diferencia de ello, vemos al Estado como la “Comunidad soberana y autónoma que se organiza políticamente en un territorio, con la finalidad de:
1) Requerir de cada persona el potencial que se anida en las posibilidades de cada uno, es decir, que pone en el centro la esperanza en ese potencial sin dilapidarlo en la marginalidad y la exclusión;
2) Cautelar una identidad histórica común, es decir, que aprende de su pasado y que comprende el devenir que se va construyendo en cada instante;
3) Lograr formas de vida y convivencia asociadas al bienestar y progreso individual y colectivo, es decir, que se juega por y para su gente sobre la base del derecho y la justicia;
4) Dar una proyección y sustentabilidad transgeneracional, es decir, que exhorta de cada generación la responsabilidad de hacer de su vida la vocación
de servicio y de entrega de una realidad mejor a los habitantes que vendrán”.
Así, una idea del Estado como un órgano esencial que ve, en cada persona, las potencialidades que debe desarrollar para su bienestar y el de todo el país con un horizonte que lo trascienda. En otros términos, que fija su foco en la gente como el principal capital y recurso al servicio de cada uno y de todos.
Y, en cuanto al mercado, ver en éste las potencialidades creativas y creadoras que el país necesita, aportando a la mirada de largo plazo hacia el cual se deben alinear sus anhelos. De esta forma, el mercado como estrecho y vital colaborador de un esfuerzo conjunto de inversionistas y empresarios que ponen al servicio del país su capacidad emprendedora y de gestión. En otros términos, realizadores capaces de construir una estructura de oferta idónea para atender las necesidades de la gente y su futuro.
Así, un Estado que proyecte al país, que fomente el desarrollo de las personas, que cautele el interés colectivo con un horizonte de largo plazo y que respete y haga respetar la dignidad de la gente y el derecho ajeno. Así también, que promueva un sistema económico que resguarde y fomente la capacidad empresarial; toda vez que ésta construye su oferta sin pretender subordinar el protagonismo de la demanda o a concentrar esa oferta para controlar los mercados. De esta forma, la necesidad de conjugar
la debida armonía entre lo público y lo privado; dos pilares capaces de sostener a toda una sociedad en su transitar a través del tiempo y de tantas vicisitudes que es necesario asumir y superar.
B) EL PODER COMO ALGO NECESARIO, PERO DEL CUAL HAY QUE RESGUARDARSE:
No cabe dudas que la modernidad trajo a la humanidad una nueva esperanza. Y, para ello, relevó el valor del sujeto como individuo autónomo y creativo, se sustentó en la razón como nuevo referente de la verdad, hizo de la economía su forma de expansión de la capacidad productiva respecto de un mundo lleno de carencias y asignó al Estado el rol de generador y articulador de la institucionalidad que iba a modelar y sostener esa nueva esperanza. Sin embargo, nada de ello iba a ser posible sino se encausaba la fuerza del poder que todo ello requiere.
En efecto, el poder es siempre algo necesario para hacer posible cualquier realidad, es decir, un factor clave e imprescindible respecto de todo anhelo. Pero cuidado, pues, siendo el poder algo necesario no podemos descuidarnos de él; ya que conserva una categoría hegemónica que puede mostrar los peores peligros para el mismo proyecto que lo requiere. En específico, nos estamos refiriendo a dos atributos que es necesario tener presente y atender de manera debidamente institucional. Por una parte, la tendencia que tiende a su concentración, es decir, a hacer de él una fuerza centrípeta que se piensa y justifica asimismo; y, por otra, su ocultamiento para expresarse de manera indirecta. Así, una fuerza que llega a dominarlo todo.
Algo que la misma modernidad y su primer hijo, el liberalismo, comprendió de manera muy temprana. En efecto, la concentración del poder tenía que ser evitada, descubriendo esa concentración en tres componentes que el modelo institucional debe siempre enfrentar y mitigar. Primero, la concentración del poder en la política, asumida en la Separación de los Poderes del Estado, es decir, ese nuevo leviatán no podía reemplazar el dominio del monarca absoluto, concentrando en sí todas las facultades políticas; en específico: la de legislar, la de ejecutar las cuestiones públicas y la de administrar justicia. Segundo, el poder se concentra en la hegemonía religiosa de algún culto dominante que se transforma en la religión oficial; razón suficiente para sustentar un Estado Laico que, respetando la libertad de culto, no se subordine a ningún dogma de fe. Y tercero, el poder se concentra en la economía utilizando diversas formas de colusión y de relaciones asimétricas que multiplican las inequidades. Algo que, por una parte, bien justifica
al mercado como lugar múltiple de vendedores y compradores, enfrentados a una competencia sin que ninguno ejerza control sobre el sistema económico; y por la otra, que releve la cualidad autónoma de la demanda, en tanto que ella es el reflejo de la misma sociedad en su expresión económica.
Y respecto del ocultamiento del poder y su capacidad para tejer redes fácticas que se auto protegen y auto referencian; relevar el valor de la democracia y de lo público. En ello, por una parte, fortaleciendo la libertad de prensa y de expresión; y por la otra, obligar al poder a su visualización por medio de diversos protocolos y formalidades que llevan a hacer públicas las decisiones que incumben a la sociedad.
En síntesis, el poder es necesario, pero requiere de los resguardos que el mismo proyecto institucional demanda para su propia sustentación y no ser capturado por los intereses ocultos detrás del poder. Ello, por cuanto, más temprano que tarde esas fuerzas propias que el poder contiene terminan devorando a su creación.
C) ALGO SOBRE EL PODER Y LA POLÍTICA:
Siguiendo la línea de lo señalado en el apartado anterior, insistimos que nada podrá ser concretado sino se tiene el poder suficiente para dar forma a cualquier realidad que se requiera y necesita. Tanto así, que esta afirmación me llevó a corregir un error que arrastraba por muchos años. Simplemente, creer que el poder era el concepto central y hegemónico de la política, lo que hoy me parece que no es así. Y ello, por cuanto el poder concentra en sí cualidades, características y categorías cuya solidez y contundencia lo transforman en una episteme que tiene vida propia; a diferencia de la política como la entendemos en este apartado.
En ese contexto, el poder se entiende como toda relación de influencia, condicionamiento o dominación que (valiéndose de la fuerza para subordinar, de la capacidad para ordenar y de la habilidad para influir), permite modelar los sistemas sociales y de convivencia. O bien, entender al poder como una red de legitimación que se disemina al interior de la sociedad con la finalidad de naturalizar las conductas individuales según el canon dominante, normalizar el comportamiento según normas y patrones y estandarizar el desempeño conforme a determinados indicadores. Y todo ello, para producir el ORDEN que se requiere influyendo al sujeto desde su conciencia (desde sus creencias, intereses y convicciones). De esta forma, entendemos al poder como un nodo que concentra los intereses y valores dominantes en su momento; algo así como una fuerza gravita-
toria y atmosférica que permite modelar el orden institucional que encausa la vida y la convivencia conforme a tales valores e intereses. Por su parte, la política entendida como el constructo que requiere la polis para regular al poder, evitar sus excesos y, muy en especial, controlar o al menos morigerar la inercia de su propia hegemonía. Así, una idea de la política que no puede ser ingenua ante esa potestad y primacía que asume y se arroga el mismo poder, cuando no se establecen los contrapesos y los mecanismos de control que enfrenten su natural inercia, es decir, su concentración y ocultamiento, por medio de las redes que va conformando al margen de la misma institucionalidad que se dio la política. Algo que se torna crónico para la misma sociedad cuando el poder llega -incluso- a dominar y a subordinar a su contralor, es decir, a la política. De ahí que es necesaria esta distinción: Por una parte, el poder como axioma presente en toda interacción humana; y por otra, la política como cualidad que orienta esa interacción y la protege de los excesos a los que puede llegar el poder. En otros términos, una distinción entre el ser y el deber ser, es decir, lo que el poder puede hacer y lo que el poder debe hacer.
D) ALGO QUE NOS EVOCA UNA TEOCRACIA:
Obviamente decir que vivimos en una teocracia no sólo es excesivo, sino que incorrecto. Sin embargo, nos parece adecuado señalar un rasgo teocrático que -a nuestro juicio- fue establecido en la actual constitución de 1980 a través del Principio de Subsidiariedad. En efecto, el constituyente de ese documento vio en ese principio un fundamento para hacer imposible que los opositores -si llegaran al poder- no pudieran hacer otra cosa que regirse por las normas derivadas de ese fundamento. El de un Estado mínimo, la valoración de lo individual sobre lo colectivo y la primacía privada.
Y ello, por cuanto tenían que evitar que la dinámica de la sociedad volviera a elegir a un presidente “inconveniente”, tal como ese constituyente vio que había acontecido en el año 1970; es decir, neutralizar la frase del presidente Allende en su último discurso el mismo día 11 de septiembre de 1973, cuando afirmó que: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Ante ello, la Subsidiariedad emergía como principio metafísico, es decir, un fundamento que excede el mundo físico, remontándose a los orígenes sin pasar por la dinámica de la historia. En efecto, la historia con su devenir, sus procesos y, muy especialmente su dialéctica, no eran confiables para asegurar que tal inconveniencia se pudiera volver a producir. Así, el Estado como institución moderna no resultaba
ser confiable, como tampoco lo era el liberalismo político por su apertura a las vicisitudes de la historia. El Estado suele ceder a las presiones sociales y el liberalismo político a negociar y tranzar acuerdos con los enemigos que deben quedar neutralizados. Ante ello, ese constituyente de 1980 tenía que saltarse la historia por medio de este principio que no está teñido por la dialéctica, sino que emerge desde la NO HISTORIA para servir, no sólo de muro que impida, sino que también de tramado que ate las manos reformistas de sus opositores. Así como también, de fundamento moral (el bien frente al mal), para sostener su teleología; o quizás, su teología sustentada en un catolicismo conservador de fuerte tradición hispánica y autoritaria.
De esta forma, el Principio de Subsidiariedad saco a Chile del tiempo, adentrándolo en esta idea teológica del individuo como creación de dios, es decir, una creatura que debe quedar protegida del Estado como constructo posterior y una simple creación humana. Lo que no es suficiente para asegurar la permanencia y la impronta de ese principio, a no mediar la recreación de una materialidad ad hoc y funcional respecto de las necesidades concretas de una sociedad carenciada y expectante. He aquí, el pacto de conveniencia entre la ortodoxia autoritaria y conservadora de quienes sostienen este principio y los partidarios del libre mercado (los neoliberales), produciéndose esta fusión de conveniencias mutuas. Por un lado, los conservadores que sustentan este principio como fundamento moral frente al socialismo que es necesario evitar y, por otro, los neoliberales, que ven en él las oportunidades que abre la primacía privada y el Estado mínimo. Sin embargo, un pacto no siempre bien afianzado entre estas dos almas. Ello, por cuanto el Principio de Subsidiaridad no es comprendido de igual forma entre ellas. Por unos, como un fundamento ahistórico que se consagra como bien absoluto desde más allá del tiempo; y por los otros, como un concepto práctico para asegurar la propiedad, los negocios y el lucro privado. Dos acepciones que hoy no están resueltas, en tanto que una prescinde de la historia para refugiarse (o atrincherarse) en ese fundamento teológico y maniqueo del bien contra el mal, haciendo del individuo una axioma de la creación que debe ser protegido de un Estado que debe ser reducido. En efecto, protegido del Estado como una entidad material y expuesta a un devenir altamente riesgoso y no confiable por los tirones dialécticos de la historia. Y, la otra, que acoge tal principio como un concepto funcional y pragmático que promueve y cautela sus intereses. Así, un principio que, en un extremo, se
concibe como fundamento sagrado que custodia todo el entramado ideológico que se debe perpetuar desde afuera de la historia; pero que, en el otro extremo, se instrumentaliza en el baucher a la demanda para ampliar y garantizar una mayor capacidad de compra y de consumo que requiere el sistema económico. En síntesis, entendemos que el país quedó atrapado al interior de este principio; es decir, la historia de Chile desde su independencia hasta el primer periodo del gobierno militar (1973 – 1980), quedó detenida para ser reemplazada por este principio ortodoxo para algunos y funcional para otros. Un principio que, sin ser referido expresamente en la Constitución de 1980 (lo que es obvio, pues se trata de un Principio y no de un concepto jurídico), es transversal a todo el orden institucional que se deriva de esa norma, incluidas -por cierto- sus diversas leyes orgánicas constitucionales. He aquí, los nuevos dilemas a resolver en este proceso constituyente en curso, a saber: ¿se fortalecerá el Principio de Subsidiariedad como ese fundamento ahistórico referido en este artículo o sólo conservará las cualidades funcionales que requiere la iniciativa privada?; ¿es posible conciliar estas dos acepciones (o almas): la de un conservadurismo ahistórico o la del libre mercado que está vinculado a la realidad concreta y a las condiciones de cada momento?; ¿es posible sostener un Principio que prescinda de la historia y que pueda atender a las vicisitudes emergentes del tiempo, sin que queden zonas ciegas y desatendidas al interior de la sociedad y sujetas a una ortodoxia que evite futuros estallidos sociales?; ¿es posible volver a instalar a Chile en su decurso histórico, modelando un orden institucional por donde transite la sensatez?
E) ALGO SOBRE LAS EMOCIONES:
Por último, para referirnos brevemente a la grave crisis que padece el país y que entendemos afecta al estado psíquico de las personas y el tipo de emociones que ya padecen muchos. El miedo, la desconfianza y la inseguridad generada por vidas fragilizadas que se movilizan en medio del temor y la incertidumbre, está produciendo diversas patologías psicológicas y psiquiátricas que alteran los estados de ánimo, las relaciones interpersonales y la propia autoestima. Lo que entendemos, no se explica ni se agota en situaciones coyunturales que afectan a algunos o en actos voluntariosos producidos por desadaptados; sino que de la derivación de patrones de conductas producidos por el modelo político, económico, social y cultural que se ha configurado desde esta institucionalidad. Una institucionalidad que ha concentrado el poder descuidando las formas para la acumulación de la riqueza y, con ello, generando brechas de extensa
desigualdad, como también de relaciones asimétricas, unilaterales y abusivas. Formas de acumulación en donde campean múltiples y diversas prácticas cuestionables, agravadas por la arrogancia con la cual se jactan los que se valen de ellas para exhibir su distinción y su éxito. Que ha estratificado a la sociedad en niveles sociales que no conversan, que no se comprenden y que desconfían entre sí; justificando racionalmente la marginación y la exclusión. Que ha dejado enormes bolsones de problemas individuales y sociales en la invisibilidad, hasta que su gravedad adquiere la notoriedad mediática de lo urgente, de lo apremiante y de lo inadmisible. Que ha reducido a la sociedad con toda su complejidad, a las soluciones que pueda aportar el mercado, sin reconocer que éste (aún su eficiencia), suele ser reactivo, es decir, se moviliza cuando la necesidad y los problemas adquieren un volumen tal que los haga visibles y que justifique las inversiones. Y, en tal sentido, que justifica el gasto y la inversión pública focalizada en los problemas, sin
considerar que tales problemas son la manifestación visible de aquello que no fue previsto, anticipado y evitado. Que ha hecho del Estado el prestador de los servicios de inferior calidad, para resaltar los atributos exclusivos de quienes acceden a los productos y las prestaciones del sector privado.
Y, luego de ello, un extenso etcétera que ha derivado en una nueva tipología de conflictos que afectan a nuestra sociedad. En efecto, una sociedad que ya no sólo exhibe conflictos de intereses entre quienes se disputan el reparto de los beneficios; como también, una sociedad que confronta posiciones y creencias. Ahora, con toda esta crisis que compromete a las emociones, ha surgido un tercer vector de conflicto: los conflictos de pasiones, es decir, de emociones, de rabias y de sensaciones que conducen a pulsiones reactivas que van desde la desesperanza aprendida, hasta inusitadas manifestaciones de violencia; pasando obviamente, por diversos trastornos psiquiátricos. Y, lo más grave de todo ello, un tercer vector de conflicto que se sigue desatendiendo, transformándolo en una herramienta que suele ser útil para justificar propuestas políticas.
Por último, sólo para destacar el aporte que se pretende con estas Reflexiones Dispersas, en especial en este momento en que se ha entrado en la etapa final de un nuevo proceso constitucional. Sin embargo, entendiendo que son sólo algunas reflexiones que no se agotan en lo aquí señalado, pero son las que se nos han venido al pensamiento dada la importancia del momento y la trascendencia de lo que debe producir el Consejo Constitucional. Simplemente, abrir las posibilidades de un país que necesita reencontrarse, construyendo un relato que no sea la apropiación del país por algunos. Y, por cierto, con la esperanza de que “aún sea todavía”.
FOTO MARCELO SEGURA / PRENSA.PRESIDENCIA.CL/
LA TRADICIÓN DE LA DESOBEDIENCIA:
SOBRE LA PARADOJAL NATURALEZA DEL AVANCE HUMANO
POR FELIPE QUIROZ ARRIAGADA
Profesor de Filosofía. Licenciado en Educación, magíster en Psicología Educacional, magíster en Educación, mención Currículum e Innovaciones Pedagógicas
Lo sabemos desde Prometeo, tal vez desde mucho antes: el conocimiento no se pide, se conquista, aunque su fruto nos expulse del paraíso de la inocencia, o nos devore la tranquilidad interior.
En efecto, quien quiere conocer, da un paso hacia la aventura del mundo, o sea, hacia los otros, quienes, para el narcisismo existencialista, por ejemplo, significan el infierno. Así lo es para todo conservadurismo extremo, aunque se disfrace de innovador. Bueno, no lo es así para quien ama con honestidad al saber, ya que el misterio del exterior se le muestra como un llamado inevitable, y mientras más se lo prohíba la obtusa voz del puro mantenimiento de la costumbre, mayor será la necesidad de transgresión, cuando ello implique reemplazar prejuicios injustificados por una visión más clara, completa, profunda y elevada de la realidad.
Las fuentes históricas relativas al caso no solo son múltiples; pareciera que la historia misma no fuera más que una suma de eventos que tuvieron el signo indiscutible de la rebeldía, el arrojo, la imaginación, la inteligencia, la creatividad y la voluntad de otorgar mayor luz a la trayectoria vital de la especie humana en la misteriosa aventura de la existencia.
Desde el prodigioso invento griego de la filosofía, hasta Giordano Bruno, Copérnico y Galileo; desde Aristóteles hasta Descartes, y de ahí hasta Hume, Kant, Husserl y Heidegger; desde la visión geográfica del mundo en los tiempos de Alejandro, hasta las conquistas de Colón, concluyendo con los viajes al espacio circundando nuestro globo terrestre hasta la llegada a la Luna; desde la construcción de la primera máquina arcaica, a la primera revolución industrial, hasta los cambios exponenciales hacia los cuales nos empuja la tecnología digital de la actual civilización hipermoderna; desde la visión universal de Newton hasta la relatividad de Einstein, llegando a la física cuántica; todo ello representa, entre muchos aspectos diversos, también puntos comunes, y entre ellos, el que aquí se indica: todos estos avances del espíritu fueron transgresiones para el paradigma instalado en los tiempos en que fueron expuestos por primera vez.
Aún más determinante resulta este factor transgresor del conocimiento cuando se trata de avances sociales, terreno en el cual los derechos, preferentemente, se conquistan mediante movilizaciones que implicaron innegables sacrificios. Es el costo por la conquista del fuego sagrado; es la consecuencia por comer del árbol del conocimiento. Pero su cosecha también nos permite expandir y llenar de más sentido al mundo humano, tanto material como espiritualmente.
LO QUE NOS DICEN LOS MITOS
Como se ha señalado, este asunto es antiguo. En efecto, se hace referencia directa a ello tanto en la tradición judeo cristiana como en la greco latina; ambas fuentes culturales esenciales para el posterior desarrollo de la civilización occidental.
Respecto de la primera, su relato fundamental es el Génesis (Biblia, 1992. Sociedades bíblicas unidas), en el cual se da vida al mito de la expulsión del ser humano del paraíso original. Tal castigo llega, ni más ni menos, como respuesta al osado deseo de conocer. La advertencia divina apunta a un desenlace incuestionable; si comes del árbol del conocimiento, mueres. Pero, la rebelde pareja humana, al hacerlo, no perece de inmediato, sino que siente, primero, vergüenza (ya que se cubre), después miedo (ya que se esconde) y, finalmente, culpa, por la inocencia perdida.
LA EXPULSIÓN DEL PARAÍSO, JAN BREUGHEL, EL JOVEN. 1630/1631
Ante lo primero, el Creador busca al Hombre (cosa extraña es buscar para un ser omnipresente, omnipotente y omnisciente), y cuando lo encuentra y lo interpela por su misterioso comportamiento, la criatura responde que tuvo vergüenza por estar desnudo. Aquí ocurre un elemento central del mito, cuando Dios pregunta: ¿Quién te dijo que estás desnudo? (Génesis: 3:11). Fue el conocimiento, o sea, el despertar de la inteligencia. Pero, de acuerdo a esto, la primera consecuencia del pensar racional es la vergüenza. ¿Por qué ocurre esto?, ¿de qué se da cuenta la especie humana cuando por primera vez razona? En primer lugar, de sí misma. Pero, ¿por qué huye con espanto de la propia imagen? Porque en ella ve a un ser mortal, a un animal. A ello parece hacer referencia la primera advertencia de la divinidad; sólo la criatura autoconsciente sabe que muere, y con ello despierta de su anhelo por la inmortalidad, fuerza primordial de toda especie.
¿Qué representa, entonces, la serpiente enrollada en el árbol del conocimiento? Precisamente, el despertar de la autoconsciencia racional; fuente de la mayor riqueza del hombre, así como también de su peor calamidad. Por la razón sabemos de nuestro inevitable destino, nos hacemos conscientes de la fatalidad, pero es por fuerza de este mismo hallazgo por lo que, en rebeldía contra este destino, configuramos todo el teatro de la cultura, todo el imaginario espiritual con el cual esta especie intenta olvidar su naturaleza salvaje, primitiva y mortal.
En efecto, todo producto de la civilización responde a este deseo de evasión del espanto de la consciencia de la muerte; la religión, por cierto, pero también la ciencia, el arte, las costumbres, todo este esfuerzo civilizatorio es una lucha directa o indirecta contra el fantasma siempre presente de la condición mortal de nuestra animalidad. No sólo la creencia, la cultura misma es nuestro gran alucinógeno. Todo está hecho para el símbolo, y este nace del deseo inconsciente de escapar de esa terrible realidad que persigue a cada ser vivo, pero a ninguno con tanta fuerza como al animal racional, condición por la cual Nietzsche lo denominaba animal enfermo (La Genealogía de la Moral, 2007. Gradifco).
Paradojal serpiente esta del árbol del conocimiento; resulta portadora de la luz de la razón, mediante la cual se construye todo desarrollo posterior de la cultura, y es a la vez, quien nos condena al infierno de la angustia existencial. Desde ahí en adelante se acaba la inocencia animal, y comienza el camino de la construcción del mundo humano, una vez acontecida la expulsión de la vida salvaje. El resto del Génesis está lleno de estas referencias que apuntan, simbólica y metafóricamente, a esta paradojal condición de la especie humana; mitad innovadora, mitad maldecida por esa innovación. Descendientes de Caín forjan la civilización; maldición y avance, deslizándose por el filo de la misma espada.
En Grecia antigua también abundan los ejemplos. Uno de los más evidentes se expresa mediante el mito de Prometeo (Esquilo, 2018. Penguin Clásicos). Este personaje antiguo es denominado, según la tradición, como el amigo y benefactor de los hombres. Milenariamente conocida es su hazaña; robar el fuego a los dioses para entregarlo a la humanidad. El castigo por este acto temerario es terrible: un águila comería de su vientre eternamente, precisamente por tratarse Prometeo de un ser inmortal. Dolor agudo, pero que perdura crónicamente, a perpetuidad. Nuevamente, otro portador de luz, castigado por ello.
La humanidad beneficiada por la rebeldía de Prometeo, también fue castigada, sufriendo los
PROMETEO LLEVA EL FUEGO A LA HUMANIDAD, HEINRICH FRIEDRICH FÜGER. 1817
males de Pandora. Sin embargo, la sociedad griega no deja de venerar por esto al mítico Prometeo. Se trata de una civilización que ama este tipo de arrojo, por sobre las consecuencias del mismo. Ejemplo de esto lo encontramos en la historia del mismo Zeus (Hesíodo, 1978. Editorial Gredos), dios principal del panteón griego (así como enemigo de Prometeo) quien, desde su nacimiento hasta su reinado personifica la transgresión y lo nuevo. Zeus vence a su atroz progenitor, el Titán Crono, quien, antes, tenía la particular costumbre de devorar a sus hijos. Zeus sobrevive a ello, y, al crecer, se rebela y vence a su padre, liberando a sus hermanos olímpicos, estableciendo una nueva era de reinado divino, con él como regente, imponiendo orden en el caos original de los tiempos de los titanes, representación, estos últimos, de las fuerzas naturales desatadas.
Este enfrentamiento contra el padre es recurrente en la narrativa del pueblo griego, y fue agudamente estudiado desde el psicoanálisis de Freud (Obras completas, 2013. Siglo XXI Editores), entre otros. Crecer, en lo que a la condición humana significa, obliga enfrentar a la figura que ha cumplido el rol de referente. Esto, metafóricamente, se ha denominado La muerte del Padre, idea que, también, tiene una raíz griega y que Freud relacionó con el denominado Complejo de Edipo, apuntando a la famosa tragedia griega de Sófocles, Edipo Rey (2017. Mestas Ediciones). El derecho al propio desarrollo de las capacidades individuales como colectivas obliga a distinguirnos de los logros del pasado, para, sin renegar de esa influencia, agregar identidad al camino del porvenir. Sin esta distinción, la personalidad no logra florecer auténtica, y por ello, la individualidad queda atrapada en las fauces del origen, sin poder salir, sin poder nacer, como los hermanos olímpicos de Zeus, encerrados a la espera de la liberación, del gran transgresor, quien también otorga, con este acto, la verdadera justicia, que es la libertad.
Por cierto, Zeus, liberador de dioses olímpicos, será quien castigará a Prometeo y a la humanidad misma. Implacable agudeza del genio griego antiguo en esta ambivalencia, ya que el desarrollo humano nos convierte en conservadores de lo conquistado, y la vida nos devolverá, de una forma u otra, la necesaria rebelión que destruya y con ello expanda lo que, para y desde nosotros, se ha impuesto como los horizontes de lo posible. Llega de una forma u otra, a través de los propios hijos, o a través de los herederos de cualquier obra importante con la cual hayamos triunfado; deberán derrocarla, para que esta obra se proyecte más allá de nosotros mismos. Al fin y al cabo, incluso Crono castró a su progenitor,
sufriendo también la rebelión por su propia descendencia, y así ocurre interminablemente; generación tras generación se despliega la actualización de un mismo mito, en el desarrollo del espíritu humano en la existencia. Es la terrible tradición de la transgresión, a la cual nos obliga nuestra paradojal naturaleza.
DEL NARCISISMO ORIGINAL HACIA LA INTEGRACIÓN CON LOS OTROS
De acuerdo al psicoanálisis -enfoque psicológico mitad ciencia, mitad arte- tales representaciones simbólicas de los mitos de la antigüedad clásica y arcaica develaban aspectos profundos del inconsciente colectivo humano. Desde la teoría de Freud (2013), en efecto, los símbolos que configuraban el lenguaje del mito eran proyecciones inconscientes de eventos que habitaban en la raíz biológica más íntima e individual del hombre antiguo. Respecto de ello, la literatura psicoanalítica nos señala: Surgida de la historia filogenética e inscrita en el cuerpo biológico, la criatura humana tiene la necesidad irrenunciable de ser reconocida como tal (humana) por otro semejante. Gratificación narcisista que calma la ansiedad a que la condena su existencia. La necesidad de ayuda, protección y reproducción condujo a la necesidad de convivir en sociedad (tener un grupo de pertenencia y de referencia) donde es una necesidad narcisista primordial la de ser aceptado, respetado, valorado
ÓLEO EN LIENZO ATRIBUIDO EN 1913 A CARAVAGGIO
y querido por otro semejante significativo, lo que incluye la necesidad de ser elegido objeto de amor (ser el objeto del deseo del otro deseado). (Teicher, M. 1989. p 1018).
De esta manera, para esta corriente de pensamiento, en nuestra memoria biológica se produce una herida fundamental al momento del nacimiento, ya que se pasa de ser el absoluto centro de atención en el vientre materno, desde el cual se le alimenta, aísla, envuelve y permite su supervivencia sin acción alguna de parte del cuerpo en formación, a estar arrojado a un contexto completamente extraño, en el cual, principalmente, ese mismo organismo pasa a representar un grano más de arena en un infinito desierto universal de diversidades. La nostalgia por un paraíso original proviene, inconscientemente, de esta memoria biológica particularísima, íntima, que cada ser humano hereda desde su más tierna pre historia individual como ser vivo.
Pero, una vez nacido al mundo, la mente deberá adaptarse a este extrañísimo contexto vital de lo exterior, en el cual la vida entera deberá avanzar desde mayor dependencia hacia la mayor autonomía posible. De eso se trata, en gran medida, el devenir humano en este mundo. Por tanto, esta nostalgia original representa uno de los mayores obstáculos para el desarrollo de la personalidad auténticamente adulta. Respecto de ello se señala:
La pretensión de la raíz narcisista sin control debe ser modificada, modulada, para permitir una convivencia social.
El problema se presenta por la dificultad del bebé en desarrollo, de abandonar ese modelo. En situaciones frustrantes, que inevitablemente se presentan, revive como deseo esa pretensión ya imposible, y busca la satisfacción en cualquier objeto sustituto (1019).
Lo cual se complementa con: Sin restar su importancia a las gratificaciones narcisistas provenientes de algún o algunos otros significativos, es la herida narcisista, sin embargo, la que estructura una instancia psíquica tan imprescindible como el superyó, en la elaboración del complejo de Edipo. Esto significa que es el miedo a la soledad, al desprecio y a la marginación, elementos privilegiados del complejo de castración, el miedo a estas heridas narcisistas que disminuyen al mínimo la autoestima, lo que alienta a someterse a las normas (Ibíd).
De esta manera, la tendencia humana de aferrarse en épocas de incertidumbre a viejos conservadurismos responde a esta necesidad de reemplazar al deseo narcisista de protección incondicional por la seguridad
que ahora otorgan el respeto irrestricto a las normas morales de la sociedad a la cual se pertenece. Penoso reemplazo para quien, en el fondo, no ha dejado de abrigar una esperanza narcisista. Resulta una suerte de premio de consuelo abrazar al carcelero, por miedo a la soledad que trae la libertad como posible costo. El camino recomendable para el despliegue de una personalidad integral y madura pareciera ser el opuesto. Si bien resulta imposible superar por entero el inconsciente deseo narcisista de la raíz más primitiva del individuo, es posible orientar esa misma fuerza hacia el descubrimiento del mundo y hacia la posibilidad de sentirnos integrados a este no desde el sometimiento, sino, por el contrario, en la vertiginosa aventura de expandir los horizontes de lo posible mediante el conocimiento. Esto, innegablemente,
EDIPO Y LA ESFINGE, GUSTAVE MOREAU. 1864
se topa con una resistencia interior, en primer caso, y de superarse esta, lo hace con capas exteriores del entorno inmediato, que teme al mismo nivel que admira la innovación, cuando a nuevos permeámetros de valoraciones se refiere.
En cuanto a la primera de estas resistencias, se experimenta en el simple temor que nos provoca cualquier desafío que nos saque de nuestra zona de comodidad, de nuestra costumbre. Sin embargo, una vida asegurada contra cualquier forma de peligro es, en efecto, en extremo peligrosa en lo psicológico, ya que representa una existencia que nunca termina de nacer, una tendencia de mantenerse escondido en el imaginario rincón ínfimo de lo seguro, cuando, en realidad, nada en el mundo de las cosas cambiantes y vivas lo es.
Respecto a perspectivas filosóficas, aquí chocan de forma directa dos de las más grandes teorías de finales del siglo XIX, como lo fueron el darwinismo y la filosofía de Nietzsche. Para la primera, el instinto principal de todas las especies es el de conservación, y el método para lograrlo es la adaptación. De forma distinta, para Nietzsche, lo que identifica, por lo menos a esta especie, no es la adaptación, sino el deseo de conquista, en cualquier sentido y dimensión. Más que conservación, para Nietzsche, el ser humano quiere poder (2012. Obras selectas. Edimat Libros).
Y, en efecto, es muy poco lo del mundo humano que se pueda explicar sólo considerando la adaptación al entorno. Ninguno de los rascacielos de Manhattan, o Shanghai, o las pirámides de la antigüedad, las conquistas territoriales de cualquier imperio, o los viajes espaciales de la sociedad contemporánea, junto a los avances exponenciales de la ciencia y las técnicas modernas, se podrían explicar si fuéramos animales que sólo nos conformáramos con adaptarnos al entorno. El ser humano siente la necesidad irrefrenable de expandir su influencia, tanto física como espiritualmente. Es en este último sentido que lo hace por medio de un artilugio que le permite conquistar al tiempo y a la frágil memoria de los hombres individuales: la escritura. La aventura humana es fundamentalmente expansiva, y es por ello que el narcisismo inmaduro es un peligro, en la dimensión personal, y las tendencias temerosas del avance del conocimiento, una manifestación colectiva de ese mismo peligro individual.
LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS
Y LOS FRUTOS DE LA CRISIS
Ampliamente conocida es la teoría de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn (2004, Fondo de Cultura Económica). En términos simples se señala en
ella que en cada época se establecen paradigmas, los cuales son un conjunto de principios rectores que delimitan el conocimiento científico de determinada época y que, por tanto, también justifican y difunden una visión de mundo y de la realidad. Sin embargo, estos paradigmas no son perennes, ninguno de ellos. Nos preguntamos, entonces, ¿qué fuerza los derroca? La del nacimiento de un nuevo paradigma, dialécticamente contrario al anterior y que, en efecto, nació como antítesis en el centro de ese mismo. O sea, la semilla que da nacimiento a un conjunto de nuevas interpretaciones que revitalicen nuestra visión intelectual del mundo nace, precisamente, de la resistencia espiritual a los principios instalados de manera hegemónica en la sociedad científica de nuestro presente.
Ante ello, el pensar del futuro, hacia el cual se dirige el horizonte de nuestras posibilidades, por necesidad se encuentra hoy en resistencia respecto muchos imperativos que posiciona la sociedad de la información y que, no necesariamente, representan coordinadas axiológicas con fundamentación lógica ni epistemológica irrefutable, como ninguna teoría lo logra, en efecto. La mathesis universalis a la que aspiraba Husserl (Meditaciones Cartesianas, 1986. Editorial Tecnos) es una quimera. De verdades apodícticas no se trata el desarrollo histórico del conocimiento. Pero, ¿Cuáles son nuestros grandes dogmas disfrazados de verdades epistemológicas?, ¿no fue acaso el fin de los metarrelatos que defendía la post modernidad su gran metarrelato oculto; su creencia en la inexistencia de consensos ideológicos su gran ideología y consenso? ¿No se defiende hoy, acaso, la post verdad con la pasión y, a veces, el fanatismo de una verdad dogmática? Sólo pareciera trasparentarse en todo esto que el espíritu es contradictorio en lo más profundo de su misteriosa esencia. Ya que cuando una teoría triunfa, cuando una ideología se impone, cuando un paradigma reina y una cosmovisión delimita lo posible, en ese momento, comienza su ocaso. Y, sin embargo, este ocaso resulta inevitable, y su logro, bella melancolía, por habernos atrevido a jugar el juego del conocimiento, y no quedarnos dormidos en el reposo de una inocencia que es, para un ser destinado a morir después de nacer y vivir, no haber nacido nunca.
Respecto de esto último, resuenan siempre póstumas las palabras del Zaratustra, cuando enuncia: “Yo amo a quienes no saben vivir como no sea hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que cruzan al otro lado”. (Así Habló Zaratustra, 2012. p 38).
EL PEDREGOSO CAMINO DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA COMENTARIO LIBRE A PROPÓSITO DE
DOS PUBLICACIONES SOBRE ATROPELLOS CON PATROCINIO DIVINO
POR RICARDO LÓPEZ PÉREZ
Doctor en Filosofía. Académico Universidad de Chile
Históricamente el camino de la libertad de conciencia ha estado lleno de obstáculos. En los hechos, mirando en perspectiva, las dificultades han sido la norma más que la excepción. En un recorrido breve, se pueden reconocer algunos momentos señeros de este camino nada fácil de recorrer.
En 1832, fecha de la encíclica Mirari vos, el papa Gregorio XVI tenía la convicción de que la libertad de conciencia no podía convertirse en un derecho. Escribe: “Desde el más pestilente pozo de indiferentismo fluye la absurda y errónea opinión, o mejor delirio, de la libertad de conciencia”. Del mismo modo, León XII insistía en que la libertad de culto era una degradación; en 1850 escribe en su encíclica Humani Genesis: “Fuera del redil de Cristo sólo cabe esperar error y discordia”. Todavía hacia finales del siglo XX el papa Juan Pablo II, en su encíclica Veritatis Splendor, rechaza la libertad de conciencia, argumentando que nada es más importante que la verdad, fundamento único de la moral, el derecho y las relaciones sociales. La Iglesia Católica es la única
depositaria de la verdad revelada por Dios, y no se puede permitir ni amparar los errores que podrían multiplicarse a partir de una falsa libertad.
La libertad de conciencia es la soberanía para pensar, elegir, adherir, profesar y ciertamente decidir exclusivamente en función de la propia voluntad. Un tipo de libertad que se sustrae a las presiones, potenciales riesgos o incluso amenazas. El filósofo inglés John Stuart Mill la define como “la libertad de pensar y sentir de forma absoluta en materia de opiniones y sentimientos, y sobre toda cuestión práctica, especulativa, científica, moral y teológica”.
Tempranamente la libertad de conciencia desató discusiones y divergencias difíciles de conciliar. El mismo John Locke, decidido defensor de la tolerancia, pensaba que era un derecho restringido, y en los hechos se lo negaba a los papistas, musulmanes y ateos. Martín Lutero establecía un límite insalvable, dado que en lo fundamental la conciencia debe estar atada a la palabra de Dios. En contraste, Pierre Bayle postula una aceptación sin restricción de la conciencia y termina asimilando libertad de conciencia y tolerancia.
La expresión “libertad de conciencia”, hoy habitual en las sociedades democráticas, aparece en
castellano por primera vez con un sentido positivo a comienzos del siglo XVII. En efecto, en la segunda parte de Don Quijote de Mancha, el personaje Ricote es el elegido por Miguel de Cervantes para decir que ha conocido lugares en los que hay libertad, porque sus habitantes actúan como quieren y viven con “libertad de conciencia”. En la España católica de esa época semejante forma de vida se entendía como una permisividad inaceptable, de modo que hay un sentido transgresor en Cervantes que es bueno reconocer. Es interesante observar que en el mismo año en que se publica este texto, se inicia en Roma el juicio inquisitorial contra Galileo.
También en Chile encontramos referencias sobre este tema. Dos libros recientes de autores chilenos (¿cuáles son esos libros? Es necesario dar sus títulos, identificarlos) muestran nuevos antecedentes y nuevas reflexiones sobre estos viejos asuntos. Ambos están publicados durante 2022. Son libros distintos, cada uno con su propio perfil, pero con un vínculo fuerte: tienen como protagonista los abusos promocionados y ejecutados con el auspicio del cielo. Tienen, a su modo, la capacidad de conmover y desafiar la conciencia; de tensionar extendidas convicciones y demoler estereotipos.
El primer autor es sociólogo y las autoras son periodistas, y podría parecer que aquí termina esta convergencia. No es así.
En el prólogo del libro de Browne y Contreras, a cargo de la periodista María Olivia Mönckeberg, se lee: “Trabajos como estos demuestran cómo el periodismo puede contribuir a mostrar lo que se esconde detrás de las apariciones y a conocer en profundidad situaciones que de otro modo nos serían ajenas”, (pág. 12). Las autoras refuerzan esta idea con una cita del recordado Guillermo Blanco: “Ser periodista es ser testigo activo de la vida. Ser capaz de oírla con ojos y oídos siempre nuevos. Percibir, en los rostros y voces de otra gente, la expresión de su angustia, de su amor, de su esperanza. Acercarse con respeto al dolor, a la alegría, al entusiasmo o al silencio”, (pág. 20).
Ya sabemos de la sociología, y su interés permanente por comprender la forma y los contenidos de la acción humana: individuos, comunidades, conductas, subjetividades, significados, sentidos. Ni más ni menos que el tradicional designio del pensamiento reflexivo, de la conciencia libre, desde siempre en la línea de poner a la vista los desencuentros entre lo racional y lo razonable, lo meramente instrumental y lo valórico, lo que define una buena convivencia, lo que es bueno o malo para los seres humanos.
Por cierto, un designio que compromete a su turno a la filosofía, la ciencia y las humanidades, incluyendo el arte y la literatura: llevar el pensamiento a sus límites, despejar los misterios, ampliar la mirada, denunciar el engaño y el auto engaño.
Un detalle singular es que en ambos casos el aspecto medular del texto puede ser comprendido a través de una frase privilegiada. Desde el inicio, Portales pone como epígrafe el aserto de John Acton, historiador
inglés del siglo XIX: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente”. De manera menos deliberada, Browne y Contreras recogen un testimonio que actúa como un punto que contiene todos los puntos, al modo del alefh de Borges: “Muchas personas entran a la iglesia buscando vida y terminan encontrado muerte”, (pág. 42).
El libro de Portales es contundente y demoledor. Un texto académico, cuidadoso con las referencias, los nombres, las fechas y los datos, a lo que se suma una prosa fluida y de fácil lectura. Una avalancha de información en contextos definidos y con numerosos matices. Un texto de gran sentido crítico, que concluye en una propuesta para superar lo que se denuncia. Comenzando el prólogo indica sin eufemismos la ruta que se propone: “Este libro tiene el propósito de comprender cómo ha sido posible que una Iglesia que se constituyó para difundir el mensaje de Jesucristo -de amor universal y particularmente a los más pobres y vulnerables- haya caído en lo que el Evangelio considera el peor pecado: hacerle daño a los niños”, (pág. 11).
Afirma el autor que el sentido más genuino del Evangelio nos enseña que “el amor es más importante que la fe”, de modo que una vez que se invierte esta relación, las cosas se deforman gravemente. Y eso es precisamente lo que ha pasado. Esta alteración doctrinaria es la que está en la raíz de este gigantesco aparato de poder orientado a apropiarse de las conciencias, y consecuentemente disponer calculadamente de las personas para fines inconfesados.
Una provocativa tesis ofrece elementos para comprender este desplazamiento decisivo, el paso de un horror a otro: “Todo indica que en el siglo XX se produjo, a la vez, una drástica disminución de los
abusos eclesiásticos a mujeres, combinada con un explosivo aumento de los abusos a menores. En lo primero, muy probablemente influyó un conjunto de factores, como la pérdida de poder político y cultural de la jerarquía católica y la creciente emancipación de la mujer. Y en lo segundo, una funesta condición fundamental fue, sin duda, la reducción de la edad de confesión -¡y su carácter obligatorio!- de los niños católicos, de 14 a 7 años”, (pág. 105).
Felipe Portales desarrolla su crítica y articula su reflexión sobre el eje de las relaciones de poder. Repite a John Acton y encuentra allí, en el fenómeno del poder sin contrapeso, una dimensión constitutiva del abuso. Todo lo anterior, y en todo momento, convenientemente enmascarado y sometido a un secretismo férreo, que adicionalmente se regula cuidadosamente.
Conviene recordar que la palabra fe en su origen significaba confianza y lealtad, y nunca tuvo, según su uso actual, el sentido de una aceptación dócil o sumisa, o como entrega incondicionada. Con el tiempo el catolicismo introdujo algunas distinciones intencionadas. En el siglo XVI el Catecismo de la Iglesia Católica, generado en su primera versión en el Concilio de Trento, interpretó la fe directamente asociada el sometimiento y la obediencia. Debía ser de este modo, dado que la fe es el único modo de agradar a Dios. La fe es entendida como una virtud sobrenatural por la cual tenemos como verdadero todo lo que surge de Dios, quien desde luego jamás nos engaña. En línea con Pablo, a quien no le incomodó mostrar la experiencia límite de Abraham como algo deseable: “Por la fe Abraham fue a sacrificar a Isaac cuando Dios quiso ponerlo a prueba…”, (Hebreos 11, 17).
Sabemos de esta antigua historia, relatada frecuentemente con propósitos formativos, que nos habla de una orden que recibe Abraham para sacrificar a su hijo. No era un episodio cualquiera, la orden venía de arriba: “Toma a tu hijo, al único que tienes y al que amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te indicaré”, (Génesis, 22, 2). Así fue dicho y había que cumplir. De madrugada Abraham se puso en marcha y luego de tres días estaba en el lugar señalado. Estando todo preparado, el altar dispuesto y el niño atado: “Extendió después su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo…”, (Génesis 22, 10). El sacrificio finalmente no ocurrió. Una voz, también desde alto, lo suspendió todo, lo principal estaba aclarado.
Abraham demostró ser un sujeto obediente y temeroso; arrastró a su hijo con engaños, aun cuando era incapaz de comprender lo que estaba pasando. La versión bíblica cierra la historia agregando: “El Ángel
de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: ‘Abraham, Abraham’. Contestó él: ‘Aquí estoy’. ‘No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, el único que tienes”, (Génesis 22, 11-12).
Relatada en un ambiente reflexivo, esta historia podría servir para pensar sobre el claroscuro de la obediencia, sus límites y sus excesos, su necesidad y su defecto. Infortunadamente la historia nos enseña que la obediencia se consagra en el orden social como un valor sin más.
En los orígenes del cristianismo, Pablo establece el significado fundamental de la obediencia: “Cada uno en esta vida debe someterse a las autoridades. Pues no hay autoridad que no venga de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de Dios”, (Romanos 13, 1). Más todavía, nada debe impedir una consecuencia hasta las últimas consecuencias: “Los que están bajo el yugo de la esclavitud procuren ser respetuosos con sus amos, no sea que las críticas recaigan sobre el nombre de Dios y su doctrina”, (1 Timoteo VI, 1).
Este respeto desproporcionado hacia la autoridad, en contraste con la singular rebeldía de Jesús, estaba destinada a escalar en el naciente cristianismo. Sin objeción, todo poder viene de Dios. Esto ya se sabía desde el Antiguo Testamento (por ejemplo, Levítico 26, 3 y ss., o bien Deuteronomio 11, 12 y ss.). No es disonante entonces que Abraham aceptara semejante orden sin hacer preguntas ni balbucear siquiera un reproche.
Con poco espacio para la indiferencia, Kierkegaard leyó estos versículos con profunda conmoción. Un filósofo de fuertes convicciones cristianas queda “estupefacto” (según su auto descripción), frente a la docilidad de Abraham para aceptar el absurdo y su incapacidad para dudar: “Abraham creyó y no dudó; creyó lo absurdo. De haber dudado, habría obrado de diferente manera; hubiera realizado un acto magnífico y grande; ¿hubiera podido acaso haber hecho otra cosa?”, (Temor y temblor).
A continuación, establece una línea directa entre obediencia y fe, poniendo a la vista los límites de la razón y el abismo de la paradoja. Quiere saber quién dio fuerza al brazo de Abraham, quién mantuvo su diestra levantada. Luego agrega: “Es mi propósito ahora explicitar en la historia de Abraham, bajo la forma de problemas, la dialéctica que ella comporta para ver qué inaudita paradoja es la fe, paradoja capaz de hacer de un crimen una acción santa y agradable a Dios, paradoja que devuelve a Abraham su hijo, paradoja que no puede reducirse a ningún razonamiento; porque la fe comienza precisamente donde acaba la razón”, (Temor y temblor).
Abraham no hizo preguntas, ni expresó dudas, se degradó, solo obedeció. Una figura como él, con todo el reconocimiento de su pueblo, con toda la sabiduría que le daba su vida centenaria, ocultó su perplejidad y se traicionó a sí mismo. En estas condiciones, en este contexto, luego de siglos de pedagogía religiosa, y con toda la carga simbólica de esta historia, ¿podemos realmente extrañarnos de que muchos jóvenes creyentes, con escasa experiencia, se hayan dejado abusar por religiosos que hasta ese momento eran para ellos modelos de virtud?
A partir de Abraham un principio característico de la enseñanza moral de los monoteísmos ha sido la renuncia a la propia conciencia y voluntad. Frente a la autoridad cualquier identidad particular se diluye. El parágrafo 143 del Catecismo enseña: “Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela. La Sagrada Escritura llama ‘obediencia de la fe’ a esta respuesta del hombre a Dios que revela”. El parágrafo 144 agrega: “Obedecer (ob-audire) en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios”. Así, la fe, junto con la esperanza y la caridad, serán llamadas virtudes teologales porque tienen al mismo Dios como objeto, y se ubicarán en el primer lugar de las virtudes de la tradición cristiana.
La “prueba de Abraham” es para Mircea Eliade el momento decisivo que inaugura una nueva experiencia religiosa basada en un fundamental “acto de fe”. Este sacrificio no consumado abre el paso desde una religiosidad tradicional, en donde la centralidad está en la hazaña arquetípica, y la nueva dimensión que se revela en este acto. Se inaugura una experiencia religiosa desconocida hasta entonces: “Abraham no comprende por qué se le pide dicho sacrificio, y sin embargo lo lleva a cabo porque se lo ha pedido el Señor. Por ese acto, en apariencia absurdo, Abraham funda una nueva experiencia religiosa, la fe. Los demás (todo el mundo oriental) siguen moviéndose en una economía de lo sagrado que será superada por Abraham y sus sucesores”, (El mito del eterno retorno).
Entre Dios y Abraham se establece un espacio intransitable, un abismo, una ruptura radical sin continuidad. Antes de ese momento de carácter fundamental, un objeto o un acto solo eran reales en la medida en que imitaban o repetían un arquetipo. Surge un Dios para quien todo es posible. Se revela con un perfil personal, como una existencia reconocible totalmente distinta que puede disponer, ordenar, gratificar o castigar, sin necesidad de atenerse a ninguna exigencia previa. Puede actuar con
entera libertad, sin justificación, sin que se pueda anticipar o predecir.
Un antes y un después, y simultáneamente un punto absoluto. En el origen la experiencia religiosa era diferente: “La realidad se adquiere exclusivamente por repetición o participación; todo lo que no tiene un modelo ejemplar está ‘desprovisto de sentido’, es decir, carece de realidad. Los hombres tendrían, pues, la tendencia a hacerse arquetípicos y paradigmáticos. Esta tendencia puede aparecer paradójica, en el sentido de que el hombre de las culturas tradicionales no se reconoce como real sino en la medida en que deja de ser él mismo (para un observador moderno) y se contenta con imitar y repetir los actos de otro”, (El mito del eterno retorno).
El libro de Browne y Contreras ofrece una escritura diferente: muestra, relata, insinúa, provoca, hace hablar a las víctimas, sitúa los hechos en casos particulares, cada experiencia puesta en tierra firme. No avanza en honduras conceptuales, no abre una lucha con las palabras ni quiere problematizar en el plano teórico. Su aporte es otro, porque configura una dimensión inescapable, aquella en que las experiencias todavía permanecen en un plano concreto. Son trece capítulos, cada uno con un testimonio expresado en primera persona y situado en Chile.
Personas dañadas de un modo de pronto indecible, que en la expresión testimonial ya parecen estar en camino del autoconocimiento y de la superación. Allí están los hechos desde la perspectiva del dolor, en una extraña mezcla de confusión y lucidez. Esta vez no se trata de explicar la trama del poder sino de dar un lugar a la casuística. En cada historia aparecen, una y otra vez, la obediencia ciega, la humillación envuelta en el ropaje de la virtud, la fórmula infalible del secretismo, la ruptura intencionada de los vín-
culos previos, la anulación de la libertad personal, el pecado como mecanismo de apropiación del otro, el aprendizaje de la culpa, la demonización de la duda, el aplastamiento de la voluntad, la desvalorización del mundo privado y de las emociones. El resultado final, (¡no podría ser de otra manera!) es el control de las conciencias, la pérdida de cualquier autonomía y una fundamental disolución de la identidad personal. La despersonalización llevada al extremo, la muerte de la libertad, la inseguridad y el temor.
En uno de los testimonios, Beatriz nos dice: “Yo sufrí de la pérdida de la libertad en pequeñas cosas. Me di cuenta de que todos empezamos a hablar de la misma manera. Comenzamos a usar las mismas palabras. Debíamos andar siempre con la Biblia, la teníamos que llevar a todas partes. Empezamos a parecer fotocopias”, (pág. 247). El fin de las diferencias, el exilio de la diversidad.
Pilar agrega: “Recién fuera del Movimiento he podido decantar que ese sistema de secretismo, de silencio y aislación en que nos tenían, llevaba a que nadie se comunicara con los otros. Fuera del Movimiento, he podido conversar y constatar que muchos pensábamos que eso estaba mal, pero nadie se atrevía a decirlo”, (pág. 255)
Desde Karadima y su Pía Unión Sacerdotal hasta la Compañía de Jesús, de la Unión Lumen Dei al Instituto de Schoenstatt, de las Siervas de Dios al Opus Dei, del Movimiento Apostólico Manquehue al Sodalicio de Vida Consagrada… y así sucesivamente; las Hermanas de la Providencia, las Misionera de la Caridad o el Instituto Secular Cruzadas de Santa María. Organizaciones que se presentan como un pasadizo al cielo, pero que son finalmente un infierno en la tierra. Un entramado denso orientado a hacer posible la corrupción, el abuso, traducido luego en dolor y desesperanza, encarnado en seres reales, con nombre y apellido.
En uno de estos testimonios, Sergio Cobo Montalva alcanza un momento de autoconocimiento decisivo recién cuando escribe su carta de dispensa definitiva dirigida al Papa. Descubre que nunca decidió por sí mismo ser sacerdote. Advierte la paradoja en la que vivió: llegó a ser sacerdote, nada menos que una elección de vida, pero en circunstancias que su conciencia estaba capturada, su pensamiento suspendido: “Fernando Karadima lo había elegido por mí desde que comenzó a abusar de mi conciencia cuando solo era un niño de 14 años. Karadima había suplantado un discernimiento” (pág. 140).
Desde luego él tiene responsabilidad. Aquí, como en otros casos, hubo interacciones, una trama sutil de influencias y consentimientos. Una clave para la
comprensión, precisamente, está en prestar atención al ambiente en que tales relaciones se desarrollaron, y en la incapacidad para escucharse a sí mismos por parte de las personas abusadas. Sin una perspectiva compleja no es posible una comprensión. Al respecto, Felipe Portales (citando a Josefina Martínez) nos dice: “El abuso espiritual no se compone de ‘eventos’ aislados o que se puedan separar de otro tipo de hechos. Es una forma de relación que lo permea todo”, (pág. 276).
Loreto León Soto, religiosa entonces de las Hermanas de la Providencia, declara: “En ese tiempo,
Felipe Portales Cifuentes EL VATICANO Y LA PEDOFILIA. EL EVANGELIO AUSENTE
Santiago: Catalonia. Mayo de 2022. (290 páginas)
recuerdo algo que aún me causa remordimiento. Unos padres llegaron al colegio a reclamar porque los gatos ensuciaban la sala de clase de los niños. Las hermanas de la casa cuidaban alrededor de 30 gatos. Para evitar tener problemas con los apoderados, la hermana Ana Teresa me dio la orden de matarlos y se lo comunicó a la superiora de la comunidad, quien determinó la forma en que morirían. Ella me dijo que a algunos los tiraríamos a la calle y a los más pequeños los ahogaríamos con una bolsa en un tambor lleno de agua. Juntas nos tuvimos que deshacer de ellos. Como fue un mandato de la hermana, es ese momento no sentí culpa, además, pensé que no me lo pediría si hubiese sido algo malo. Mi mente estaba tan dominada, que no discernía si estaba bien o mal lo que hacía”, (pág. 159).
Por supuesto no se trata solo de gatos, aun cuando sería del mismo modo grave. Está en juego el sujeto y su conciencia, su autonomía y su libertad. Esto no es nuevo; está planteado con singular dramatismo en los famosos experimentos de Stanley Milgram. Frente a los altos niveles de obediencia a la autoridad obtenidos en el laboratorio, surgen varias reflexiones. Una de ellas: “Muchos sujetos no pueden hallar la fórmula verbal específica que les permita rechazar el papel que les ha asignado el experimentador. Quizás
María Olivia Browne Mönckeberg y Nicole
Contreras Meyer VIDAS ROBADAS EN NOMBRE DE DIOS. HISTORIAS DE ABUSO DE CONCIENCIA DE PODER
Santiago: Catalonia. Septiembre de 2022. (270 páginas)
nuestra cultura no provee modelos adecuados de desobediencia” (Obedience to Authority).
La consecuencia de mayor alcance para Milgram, a partir de sus estudios, es la desaparición en muchos casos de todo sentido de responsabilidad personal. Frente al poder de la autoridad, el individuo tiende a diluirse y finalmente a someterse. Se produce un grave fenómeno de “cesión de conciencia”. El sujeto obediente acude a ciertos ajustes que le permiten verse a sí mismo como exento de responsabilidad, dado que cuando mucho es un instrumento de una autoridad externa y legítima.
En las entrevistas muchos sujetos experimentales declaran que continuaron su participación porque así se les pidió. Esta es, probablemente, una lección medular: gente común sin disposiciones particulares hacia la hostilidad, ni rasgos patológicos, bajo ciertas condiciones llegan a ser protagonistas activos de la agresión. La obediencia elimina la responsabilidad y exime de rendir cuentas.
Seguramente fue esto es lo que llevó a Hannah Arendt a hablar de “…la terrible banalidad del mal”. Promover el daño, provocar los más crueles dolores y hasta la muerte, con enorme tranquilidad, como si se tratara de una acción rutinaria, completamente aceptable. Podemos advertir, conjetura Arendt, que a la base está la intimidación del pensamiento, el peso incontrarrestable de una pedagogía de la obediencia, (Eichmann en Jerusalén).
Ninguno de los dos libros comentados (todavía no se da a conocer cuáles son esos dos libros) está escrito por alguna inspiración atea o agnóstica. Esto último no sería de ninguna manera una contraindicación. El ejercicio de la crítica y la denuncia que ha realizado el pensamiento ateo, con certeza desde Jean Meslier a comienzos del siglo XVIII (Memorias contra la religión), equivale a una reflexión ilustrada, de tono materialista y escéptico, y con un manifiesto sentido ético. Aun así, es efectivo que muchos ateos querrían un mundo sin templos.
No es el caso. Felipe Portales, en particular, escribe un capítulo final que titula Aplicación del Evangelio, en donde propone un modo de abordar y superar esto que llama “la hecatombe de la pedofilia”, y otros males que afectan a la Iglesia Católica. Casi al concluir, incluye una breve referencia muy oportuna de Erasmo de Rotterdam, este humanista partidario de una religión más interiorizada, sin furia, sin culpa y sin castigos: “La Suma de nuestra religión es la paz y la concordia, lo que no se puede fácilmente mantener más que con una condición: definir un número más pequeño de dogmas, y en muchas cosas dejarlas al juicio de cada uno”, (pág. 270).
POR MANUEL CEA ACEVEDO ingeniero comercial, académico U. Andrés Bello
Luego de tener acceso a los últimos datos de inflación, correspondientes a abril de este año, los cuales llevan a la medición interanual a ubicarse en un 9,9% podríamos afirmar que es una muy buena noticia, ya que es el primer registro bajo los dos dígitos en 13 meses; con esto, estamos observando que cada vez son más las opiniones que reducen las proyecciones para el comportamiento de los precios en nuestro país. Vale la pena aclarar en este punto que, recordando la definición de inflación, los precios no bajarán dado que este concepto es el “proceso económico provocado por el desequilibrio existente entre la producción y la demanda; el cual causa una subida continua de los precios de la mayor parte de los productos y servicios de una economía, y una pérdida del valor del dinero para poder adquirirlos o hacer uso de ellos”.
Cuando hablamos de una reducción en las proyecciones, hablamos de una contracción en la tasa de crecimiento. Es bueno hacer esta aclaración porque en muchos medios de comunicación se ha hablado de una “reducción de los precios” para cuando lleguemos a los parámetros que busca el Banco Central de Chile. También resulta positiva la aclaración debido a que en la encuesta CADEM dentro de las principales preocupaciones económicas de la ciudadanía, la inflación toma el primer lugar con
un 38%. En segundo lugar, aparece la inestabilidad política con un 18%, y en tercer puesto se ubicó el desempleo con un 12%. Este mismo estudio presentó un importante salto de la percepción ciudadana de que la economía chilena va a empeorar en el segundo semestre del año; un 20% de los encuestados cree que la situación económica mejorará en la segunda mitad del año; un 45% cree que se mantendrá igual; y quienes creen que la situación va a empeorar llegan a un 34%.
Con lo anterior en mente y, según la Encuesta de Expectativas Económicas dada a conocer a principios de este mes por el Banco Central, el Índice de Precios al Consumidor (I.P.C.), índice que mide la subida de los precios, es decir, la inflación, cerraría este año con un aumento de 5% versus el 5,1% pronosticado en el sondeo anterior. A pesar de que podría parecer poco, un ajuste del 0,1% a la baja, marca tendencia y muestra lo que los agentes del mercado visualizan y proyectan. Sin embargo, el mercado sigue siendo más pesimista que el Banco Central de Chile, en sus proyecciones para el año 2023. En palabras del ministro de Hacienda, Mario Marcel: “en un escenario en el que se mantendrán los efectos del ajuste del consumo, la apreciación del peso frente al dólar y la caída en los precios de las materias primas, la inflación seguirá moderándose hasta ubicarse en niveles cercanos al 8% en su medición en 12 meses a fines del primer semestre”. A corto plazo, el sondeo estima que tras el alza de 0,4% anotada por el
I.P.C. en abril, se prevé que subirá también 0,4% en mayo, mientras que en junio lo haría en 0,3%. Por otro lado, la Encuesta de Operadores Financieros, del Banco Central, pronosticó un aumento de 0,3% para la inflación en mayo y de 0,3% en junio. “Son cifras levemente positivas.
“No hay un cambio radical pero sí es bueno comenzar a ver cifras positivas en la actividad, que reflejan lo que debería ser la trayectoria en el curso del año”, señaló Marcel al presentar el Informe de Finanzas Públicas a los senadores en el Congreso; “Por lo tanto, si se mantiene ese nivel constante, si no creciera nada en el resto del año, ya se validaría una cifra como ésta de crecimiento de 0,3% para el año”, señaló el ministro, agregando que “esperamos que en la segunda mitad del año haya un crecimiento más robusto”. Es por todos sabido que la economía chilena atraviesa un proceso de ajuste tras una recuperación pos pandemia, lo que ha implicado una fuerte presión inflacionaria, y ha redundado en que el Banco Central deba mantener, desde octubre pasado, la tasa de interés en un 11,25%. Es más, se puede proyectar que le Banco Central comenzaría a recortar la tasa en forma muy paulatina a partir del segundo semestre de este año. Por otro lado, el Banco Central de Chile también informó que la economía habría caído un 1% en abril, mientras que el Producto Interno Bruto (P.I.B.) bajaría un 1% también en el segundo trimestre. Es de destacar en este punto que las últimas cifras económicas han mostrado sin duda un debilitamiento en la economía chilena. El P.I.B. anual continúa mostrando proyecciones negativas, por un lado, las malas cifras en la tasa de desempleo y, por otro, una actividad económica negativa. La suma de estos datos da cuenta, sin dudas de menores proyecciones económicas para Chile, lo que debería afectar a la demanda y, por consiguiente, ver menores niveles de inflación. En un contexto internacional, entre diciembre del 2022 y mayo del 2023, algunas proyecciones de crecimiento del Producto Bruto Interno de los países sudamericanos han ido variando. Así, por ejemplo, a finales del año pasado, se proyectaba una recesión en un solo país de la región, en el nuestro, con -0,6%. Pero, transcurridos los primeros meses del año, se ha sumado Argentina a este escenario, con una estimación de su P.I.B. anual de -1,9%. Estos cambios en las proyecciones afectarán negativamente a toda Sudamérica, ya que Argentina es la segunda economía de la región y aporta alrededor del 15,8% del P.I.B. total de ésta. Chile, por su parte, presenta el segundo déficit externo más elevado de la región, con un -4,4% del P.I.B, el primero es Colombia. Si
bien no son magnitudes que anticipen una crisis, este déficit debería ser controlado porque de incrementarse, cosa que se ve lejana, obligaría a aplicar políticas de ajuste aun más profundas, en desmedro del crecimiento. Es ésta la razón que preocupa a nuestras autoridades económicas. Es sabido en la región que Chile tiene una tradición de manejo macroeconómico responsable y sin problemas en sus cuentas fiscales, pero ha llamado la atención que las proyecciones de inflación aún se mantienen altas, como se dijera un 7,9%. Si vemos la situación en un contexto global, se proyecta que el crecimiento mundial se desacelerará al 1,7% en 2023, el tercer ritmo más débil en casi tres décadas, sólo opacado por las recesiones mundiales de 2009 y 2020. Esta desaceleración se debe en parte a la aplicación de políticas restrictivas destinadas a frenar la alta inflación observada. Políticas más restrictivas o tensiones financieras, podrían empujar a la economía mundial a una recesión. Es por esto por lo que se necesitan medidas inmediatas para mitigar los riesgos de recesión mundial y sobreendeudamiento. También es esencial que los responsables de la formulación de políticas se aseguren que el apoyo se focalice en los grupos vulnerables, que las expectativas inflacionarias se mantengan bien ancladas y los sistemas financieros sigan siendo resilientes. Esto se puede afirmar en el contexto de las proyecciones del Banco Mundial, el cual sostiene que: “los mercados emergentes y las economías en desarrollo enfrentan diversos factores adversos, en medio de una alta inflación generalizada y una rápida desaceleración del crecimiento mundial”. Las proyecciones de crecimiento para los próximos dos años se han contraído en todas las regiones del mundo desde junio de 2022.
Las políticas monetarias y las condiciones financieras restrictivas están afectando al crecimiento, especialmente en América Latina y el Caribe, Asia meridional y África subsahariana. Se proyecta que la desaceleración en las economías avanzadas afectará particularmente a Asia oriental y el Pacífico y a Europa y Asia central, a través de los efectos secundarios del comercio, situación que también aportará negativamente a nuestra economía. Los precios de la energía continuarán elevados y condicionarán las perspectivas para los importadores de energía en todo el mundo, como lo es el caso de Chile. Las proyecciones económicas están orientadas a la baja en todas las regiones, y entre ellos se encuentran las posibles turbulencias financieras, nuevas crisis de los productos básicos, el empeoramiento de los conflictos y los desastres naturales que pudiesen ocurrir.
LA MALINCHE TRAIDORA, PROSTITUTA, FEMINISTA O HEROÍNA
En este momento ya ni siquiera puedo saber cuál es mi nombre: soy el olvido, soy la Marina, soy la Malinche, soy
Malinalli… yo soy la que tuvo dos cuerpos con un solo nombre: los enemigos de todos y los aliados convirtieron a don Hernando en parte de mi carne.
Él y yo éramos Malinche, el ser doble que era palabra y espada.
(José Luis Trueba Lara, «Malinche»)
POR MARIO TORRES DUJISIN Escritor
La Malinche es la mujer más despreciada en la tradición mexicana, quien es culpada del triunfo de las tropas de Hernán Cortés y las masacres de los españoles en México. Ha sido y sigue siendo un misterio para historiadores y escritores. Su nombre es sinónimo de traición en la historia oficial, el significado de esta palabra tiene varias versiones. Para el Diccionario Enciclopédico de México de Humberto Musacchio, «probablemente su nombre náhuatl fuera Ce-Malinalli, cuya forma reverencial era Malintzin y, por corrupción, Malinche». Por su parte, la Real Academia Española señala que significa «apego a lo extranjero con menosprecio a lo
propio». A su vez, el Diccionario de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua la define como un «complejo» de apego a lo extranjero, así como explica que ser un «malinchista» ha sido equivalente a «traidor a la patria». Esto a raíz de una mujer conocida como «la Malinche», quien pasó de ser hija y heredera de un feudatario a esclava y finalmente traductora, consejera y amante del conquistador Hernán Cortés.
De acuerdo con el historiador José Antonio Flores Farfán, «Malinche es considerada como la que tiene la culpa de todas las desgracias nacionales y de todas las batallas perdidas en la historia de México». Sin embargo, advierte: «Esta idea del malinchismo, de atribuírselo a una sola mujer, es un gesto muy machista, muy misógino». De modo que, reducir la vida a un papel de traidora con el pueblo, resulta cada
vez más insostenible a la luz de las investigaciones históricas modernas. Se convierte en «una ideología que no quiere ver la complejidad de la historia», señala Flores Farfán.
Se ha debatido durante años los orígenes de Malinche, diversos estudios concuerdan con que su nacimiento fue a fines del siglo XV y su nombre en náhuatl, lengua hablada por los aztecas, era Malintzin o Malinalli. Era oriunda de Veracruz, cerca de Coatzacoalcos, antigua capital olmeca. Se dice que nació en el seno de una familia poderosa, que cayó en desgracia con la muerte de su padre.
Bernal Díaz del Castillo, soldado y cronista, quien acompañó a Hernán Cortés en sus viajes, narró que a Malinche le correspondía ser la heredera de los dominios de su padre, un cacique local que murió
cuando era niña, pero su madre, Cimatl, contrajo matrimonio con otro jefe indígena de la zona con quien concibió un varón. Para evitar el conflicto por la herencia, en la noche entregaron a la pequeña como regalo a unos indios de Xicalango y la dieron por muerta. Posteriormente, fue vendida como esclava a Chokan-Putun, cacique de Tabasco, donde aprendió maya y las costumbres con facilidad, destacándose de las otras cautivas.
El 12 de marzo de 1519 aconteció la batalla de Centla, ante el asombro de los maya-chontales aparecieron once barcos españoles y 750 hombres armados, quienes masacraron a los nativos. Tras la batalla, como se acostumbraba, se entregaron esclavas como tributo a los vencedores, y entre ellas venía la Malinche.
La imagen mítica de Malinche se ha modificado según los criterios historiográficos que la han estudiado, desde que irrumpió en el proceso de conquista, al ser ofrecida como esclava al conquistador, hasta su contribución en la formación de un México mestizo.
Hoy, para parte de la población mexicana la Malinche sigue siendo el estereotipo de la deslealtad; otros la consideran víctima del choque cultural producido; y algunos más la identifican con la madre simbólica de la nueva cultura mestiza, surgida de la fusión forzada de dos etnias. En opinión de Luis Barjau, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), «Malinche no era traidora, que traicionó a su país, porque no existía ningún país, entonces esta es una apreciación maniquea, una apreciación ideológica construida después del Virreinato, cuando viene la Independencia de México».
En 1508, aquel México se componía de diferentes pueblos, con diversas culturas y lenguas. En el centro del territorio estaban los mexicas, el pueblo más poderoso que encabezaba la triple alianza entre Tenochtitlán (hoy Ciudad de México), Tlacopan y Texcoco en el Valle de México. Al suroeste se encontraban los mayas fragmentados en estados independientes, cada uno con sus propias leyes. Once años más tarde, en 1519, cuando Hernán Cortés llegó desde Cuba a las costas de Cozumel desconocía la multiplicidad de civilizaciones existentes en el territorio; sus armas eran muy superiores a aquellas de los nativos. Según la visión de los nativos, se trataba de corazas que detenían las flechas, arcabuces o «palos por los que habla el trueno» y hombres en la parte superior, pero que tenían cuatro patas, dioses o demonios que olían a fermentado. Para Malinche, las cuatro patas
eran bestias desconocidas (los caballos) montadas por hombres venidos de otro lado y su hediondez era porque no se bañaban casi nunca.
En esa época era aceptado el concubinato, pero solo con mujeres convertidas a la fe cristiana. Cortés mandó bautizar a las mujeres, notó que Marina era diferente, no tanto por su hermosura sino por su actitud desenvuelta; por ello se la otorgó al hombre de mayor importancia en su destacamento, al acaudalado capitán Alfonso Hernández Portocarrero, como una forma de congraciarse con él. «De una condición noble a la de esclava, abandonada y negada por sus padres, pasa a muy temprana edad a manos de desconocidos, violada por los invasores castellanos en la pubertad», describe Flores Farfán.
Más tarde, el conquistador descubrió el gran valor que tenía la mujer que sabía náhuatl y maya, en una reunión con una tribu que no hablaba maya y donde Jerónimo de Aguilar, cura, traductor y único que sabía esa lengua, quedó perplejo sin entender una palabra, de modo que fue auxiliado por Malinche. Astutamente, Cortés envió al capitán Alfonso Hernández a una «misión especial», a fin de convertirla en intérprete de la expedición y en su amante; también fue su consejera e intermediaria, así como dio a luz a su hijo Martín, considerado uno de los primeros mestizos de la invasión.
Por órdenes del conquistador, el romance se mantuvo en el más estricto secreto. Dicen los cronistas que, durante el primer período, estuvo enamorado de La Malinche, pero Cortés era mujeriego, por lo que tuvo once hijos de seis mujeres, cuatro de ellas eran nativas.
A principios de 1522, la prometida de Cortés, Catalina Suárez, llegó de Cuba para casarse. La boda se celebró, pero el matrimonio duró muy poco y tuvo un desenlace fatal. El 1 de noviembre de ese año, encontraron el cuerpo de Catalina en su alcoba, tendida con los ojos abiertos hacia el cobertizo y moretones en el cuello, una muerte, sin duda, sospechosa. Cortés dijo que fue un ataque de asma, cosa que nadie creyó, a todas luces había sido estrangulada. La madre y el hermano de Catalina acusaron a Cortés de asesinato. El escándalo mancharía no solo la reputación de Cortés sino la del imperio español, por lo que la incriminación desapareció en la Corte Penal, al menos por un tiempo. Los documentos de los cronistas de la época y los códices indígenas (documentos realizados por los miembros de los pueblos indígenas) muestran cuál era la posición alta que alcanzó la joven indígena entre los conquistadores.
«Doña Marina mandaba absolutamente entre los indios en toda la Nueva España (…). Sin doña Marina no podíamos entender la lengua de Nueva España y México», decía el cronista Díaz del Castillo, quien la veía como una mujer «entrometida y desenvuelta». Sin embargo, su posición iba más allá de ser una simple traductora con los emisarios de los pueblos, incluidos los del imperio azteca. Señalan expertos que logró el entendimiento entre culturas, sin el cual la conquista pudo haber sido mucho más violenta. De acuerdo con Díaz del Castillo, «el multilingüismo la puso en un lugar muy privilegiado. Pero también se le consideró la cara visible de Cortés en el sentido de la interpolación que podía tener con pueblos originarios», de modo que tenía mucho poder. Malinche además de traducir explicaba las costumbres sociales y militares, así como las creencias de los pueblos indígenas. En su travesía hacia la toma del imperio azteca, entre 1519 y 1521, dejó de ser Malintzin y Marina, y se encumbró en lo más alto de la avanzada conquistadora como Doña Marina. De esta manera ayudó a los españoles tanto como lo hicieron otros pueblos nativos, quienes padecían el yugo del sistema tributario imperialista implementado por Tenochtitlán.
Cabe destacar que los grandes errores militares perpetrados por los españoles a lo largo de la conquista se cometieron en ausencia de Malinche y de Cortés. Verbigracia, el caso de la Noche Triste ocurrido del 30 de junio al 1 de julio de 1520, cuando los españoles y sus aliados indígenas sufrieron una de las peores derrotas, cientos murieron asesinados y ahogados en las aguas de Tenochtitlán, junto a los botines de guerra. Todo comenzó cuando Hernán Cortés viajó a Veracruz con la Malinche, dejó encargado a Pedro de Alvarado, quien por codicia asesinó a los dirigentes aztecas y les robó sus tesoros en una fiesta sagrada. No había problemas, estaba preso el líder Moctezuma y la gente pagaba los tributos
a los españoles. Sin embargo, este acontecimiento provocó la furia del pueblo mexica y la carnicería posterior, poniendo fin a la invasión por la vía pacífica. Según Ricardo Herren: «La hueste de Cortés, sin Marina, muy probablemente hubiera pasado a engrosar la larguísima lista de fracasos militares españoles… sobre los que la Historia suele guardar un piadoso silencio».
A pesar de ello, la Malinche ha sido acusada de traidora y adúltera, principalmente por los sacerdotes historiadores de la época que la catalogaban como la puta «que iba de cama en cama», o como «la india que tuvo un hijo de Cortés». Asimismo, Jerónimo de Aguilar, traductor al maya de Cortés, también la maldijo cuando perdió la posición privilegiada que ocupó al hablar las varias lenguas de los nativos y el español.
La comunicación de la Malinche con los indígenas fue toda la campaña de conquista, desde el esfuerzo inicial por establecer relaciones amistosas con los representantes de Moctezuma, la negociación para forjar alianzas con los caciques descontentos por el dominio azteca, hasta la intimidación de Moctezuma y la rendición de Cuauhtémoc. Malinche persuadía a los indígenas a aceptar la alianza y a convertirse al catolicismo. Se dice que ella favorecía activamente las negociaciones en lugar del derramamiento de sangre. Sin ella la conquista habría sido imposible o por lo menos, mucho más difícil, sangrienta, destructiva y lenta. Cortés en sus Cartas evita mencionarla, probablemente como una forma de minimizar el destacado papel que cumplió en la conquista y ensalzar el propio. No obstante, reconoció su relevancia cuando escribió: «Después de Dios, le debemos la conquista de la Nueva España a Doña Marina».
Según analistas, Malinche salvó a su pueblo de los crueles aztecas que demandaban enormes aranceles, igualmente trasplantó el cristianismo europeo al «Nuevo Mundo» e influyó en que Cortés fuera más humano; así como señalan que, sin su ayuda, la conquista habría demorado más. Su figura, convertida en un arquetipo mítico, ha sido comparada con la Virgen María, La Llorona y las soldaderas mexicanas por sus valientes acciones y ha sido considerada la fundadora de la nación mexicana.
Sin embargo, la palabra malinchismo es utilizada despectivamente en México; desde esta mirada, Marina es la mujer que traicionó a los pueblos indígenas. De modo que surgen algunas preguntas: ¿no fue su madre quien la traicionó al venderla como esclava? En concordancia con el investigador, Nahum Megged: «a qué indios fue que traicionó: ¿a los totonacas que
fueron los primeros que se sumaron a Hernán Cortés, a los de Huejotzingo y los de Tlaxcala que lucharon con él, a los xochimilcas que estaban primero con Cuauhtémoc y al último momento se pasaron con Cortés? Cuando los mexicanos hacen referencia a la traición de Malinche, primero deberían pensar ¿quién era el traidor aquí?».
Conviene enfatizar que hay múltiples obras enfocadas en la Malinche. En 1960, la obra de Rosario Castellanos (1925-1974) la describe como víctima y, en general, las feministas mexicanas defienden su imagen como una mujer atrapada entre dos culturas que, en definitiva, sirvió como madre de una nueva raza. Por su parte, Octavio Paz (1914-1998), en su obra El laberinto de la soledad, la calificó como la madre de la cultura mexicana originada desde la violación y el abuso. Sin embargo, la asocia nada menos que con «la Chingada», palabra malsonante
en México que tiene muchas acepciones, entre la cuales «hijos de la chingada» se refiere a mestizos producto de violación sexual.
En palabras de Federico Navarrete, historiador y escritor: «Cuando se empieza a contar la historia de una manera diferente por los hombres blancos que gobernaban el país, las élites criollas, una de las primeras cosas que hacen es atacar la figura de la Malinche, porque la imagen de una mujer indígena triunfadora es algo que no va con su idea de lo que debe ser México, un país que no es indígena, que debe hacerse blanco o mestizo, un país que debe estar gobernado por los hombres, nunca por una mujer». En opinión de Luis Barjau, la figura de la Malinche «es emblemática de la justa lucha del feminismo en la historia de México y que debería ser una bandera de los grupos feministas y los grupos feministas no se atreven a tomar esta figura como un emblema».
La Malinche amasó un enorme rencor hacia Cortés. Se enamoró cuando el Conquistador la hizo subir a las cumbres más altas del poder, pero luego la expulsó y la regaló a un soldado. Después Cortés le pidió que declarara a su favor en uno de los tantos juicios en pugna. Ella se negó. Por lo mismo, su fallecimiento tiene tantas versiones como su nacimiento. Historiadores afirman que murió de viruela en 1528, pero esta versión perdió validez al encontrar documentos donde aparecía en años posteriores, como es el caso del historiador Sir Hugh Thomas quien sostiene que la fecha probable de su muerte es en 1551, por cartas que descubrió en España. Otros, conocedores del carácter violento del conquistador, señalan que fue apuñalada por órdenes de Cortés para que no declarara en su contra. Sea como sea, murió traicionada una madrugada del 29 de enero de 1529, en su casa ubicada en la calle Moneda en Ciudad de México.
QUIMANTÚ*
MUCHO MÁS QUE
UNA EMPRESA EDITORIAL: UNA IDEA, UN PROYECTO SOCIAL
*Del mapudungun: Sol del saber
POR JORGE CALVO ROJAS Escritor
ALGO DE HISTORIA
Corre el mes de septiembre de 1970 cuando, contra todos los pronósticos y luego de cuatro intentos, el doctor Salvador Allende Gossens, socialista y masón, liderando las fuerzas políticas de la Unidad Popular, al triunfar por estrecho margen en las elecciones presidenciales, se alza con el control del poder ejecutivo de la nación, y de este modo se convierte en el primer presidente dispuesto a poner en práctica un programa que contempla una serie de audaces transformaciones políticas en las áreas económicas y sociales, pero sobre todo en el plano cultural. Allende sabe que los cambios que se propone impulsar requieren de la participación de “un ciudadano ilustrado”. De seres que comprendan no solo el complejo funcionamiento de los mecanismos de la economía y sus alcances y repercusiones sociales, sino que además asuman el protagonismo, ya que todo crecimiento material conlleva un desarrollo intelectual y humano de las personas. En este sentido, la educación y la cultura juegan un papel esencial en el proceso de afianzar las “profundas transformaciones” emprendidas por su gobierno. Por ende se vuelve imperioso facilitar
un amplio acceso a la cultura y promover todas las formas de creación y de expresión artística; se producen grandes movimientos en la música y el canto (La Nueva Canción) y en el Teatro Experimental, en la danza y en la plástica pero la promoción de la lectura y el acceso a libros y revistas ocupa un lugar primordial en la construcción de la “nueva cultura para la sociedad chilena” (Esto queda consignado en el Programa básico de gobierno de la Unidad Popular. Santiago, diciembre de 1969, p. 27-32).
UNA DELEGACIÓN DE CAMPESINOS OBSERVA COMO TRABAJA UNA LINOTIPIA
Guiado por este propósito, de implementar políticas democratizadoras en el ámbito de la cultura, es que se lleva a cabo por parte del Estado la compra de la conocida Editorial Zig-Zag. La empresa, de propiedad de Sergio Mujica Lois, enfrenta en ese momento una grave crisis económica que conduce a un grave conflicto con sus trabajadores, quienes, hacia noviembre de 1970, acuerdan un cese de actividades y establecen una presión para que la editorial sea integrada al área social de empresas del Estado (Molina, María Isabel. “Las prácticas editoriales en Quimantú”. Quimantú: prácticas, política y memoria. Santiago Grafito Ediciones, 2018, p. 26).
Por fin el 12 de febrero de 1971 se firma el acta de compra de todos los activos de la Editorial Zig-Zag, incluyendo sus talleres. Con fecha 1 de abril de 1971, se conforma la Sociedad Empresa Editora Quimantú Limitada, que inicia sus actividades con el aporte de dos socios accionistas: la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) y Chilefilms.
El nombre de la editorial surge cuando “Luz María Hurtado (…) encuentra en un libro del padre Félix José de Augusta (1860-1935) las voces “Kim” y “antú”, que juntas significan “sol del saber” en mapudungun (Molina, p. 33), también otros nombres habían sido considerados, como “Gran Editorial del Estado”, “Camilo Henríquez” o “Editorial Estatal”.
EL DESARROLLO ESPIRITUAL DE LA GENTE
El proyecto liderado por el doctor Allende se propone la búsqueda de un horizonte democratizador amplio; por un lado reconoce la dificultad de acceso de los sectores populares a el teatro, la música y otras experiencias artísticas, en un contexto en el que predominaba una cultura elitista, “fuertemente estratificada” y, por otro lado, establece la necesidad de implementar condiciones para una “nueva cultura”, de carácter nacional y de construcción colectiva, que ya venía manifestándose en algunas expresiones culturales desde la década anterior.
En esta perspectiva, de incorporar experiencias que reinterpretaban la cultura tradicional o la cultura de las elites, surgen algunas iniciativas institucionales, como el El Tren de la Cultura, organizado por el Departamento de Cultura de la Presidencia, a cargo de Waldo Atías, o formas artísticas colectivas que van desarrollándose durante el tiempo, como el muralismo, que hace posible el acceso de sectores populares a diversas formas de expresión, así como propiciaron su integración al proceso de transformaciones”.
Consecuente con esta perspectiva, en 1972, al inaugurar el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, Salvador Allende señala, de modo solemne, que ese es “un acontecimiento excepcional”
. Y agrega que se sentía “muy particularmente conmovido porque el proceso de transformación que Chile transitaba aceleraba el desarrollo material y espiritual de sus gentes”.
Con estos conceptos el arte y la cultura se posicionan como un pilar estratégico en el proyecto político de las fuerzas populares, dignificar a la persona nutriendo el ser interior. Mejorar la calidad de vida del pueblo también involucra acceder a las manifestaciones artísticas tales como el teatro, las artes plásticas, la danza y la música. Y, por supuesto la literatura. El año 1971 Allende inició su gobierno con una medida excepcional, el Tren de la Cultura, se propone llevar una caravana de artistas, a recorrer el país hasta Puerto Montt. Se vive en el tren, en carros dormitorios. En algunas estaciones se visita pueblos de pescadores o enclaves mineros. El arte alcanza diversos escenarios urbanos y rurales. A medida que avanza el tren, se incorporan nuevos artistas. En cada ciudad se realizan reuniones con escritores y se hacen recitales y exposiciones.
En el discurso de la puesta en marcha de Quimantu, sostiene Allende: “Un hombre que lee es un hombre que piensa”.
UNA EMPRESA CON OBJETIVO DE DIFUNDIR
La nueva editorial aborda como tarea principal facilitar el acceso al libro y la lectura mediante estrategias de producción y distribución que abarataban los costos de edición y venta; se estructura en tres divisiones en el plano editorial:
- División Editorial;
- División de Publicaciones infantiles y Educativas;
- División Periodística.
El resultado de su trabajo se traduce en colecciones de libros como Nosotros los chilenos, Quimantú para todos, Cuadernos de Educación Popular, Camino Abierto, Clásicos del Pensamiento Social, Cuncuna, entre otras, además de revistas como la revista infantil Cabrochico (1971-1972); la revista juvenil Onda (1971-1973); Paloma (1972-1973), orientada a público femenino; La Quinta Rueda (1972-1973), revista cultural; Ahora (1971) y Mayoría (1971-1973), revistas informativas de contenido ideológico; La firme (1971-1973); o la revista de deportes Estadio (1941-1982) que, junto a otras publicaciones de la antigua Editorial Zig-Zag, pasó a ser gestionada por Quimantú.
En breve tiempo la naciente editora implementa colecciones de libros con líneas temáticas variadas, definidas por su contenido, diseño, precio y tiraje. En términos generales, se trata de ediciones con diseños sencillos que privilegian el uso de la ilustración, la fotografía y la composición tipográfica más abstracta, apostando por el soporte del libro de bolsillo, como es la colección Minilibros, que ofrece clásicos de la literatura chilena y mundial.
Los tirajes alcanzan entre 20.000 y 50.000 ejemplares, Quimantú alcanza con sus colecciones de libros y revistas, distintos espacios sociales porque implementa nuevos métodos de distribución, desbordando el circuito habitual de las librerías; vende en quioscos ubicados en las calles, se instala en el corazón de tránsito cotidiano, instala puntos de venta directos en sindicatos de trabajadores, en centros estudiantiles y otros sujetos sociales a lo largo del territorio nacional y, también, implementa una venta directa a centros sociales, poblacionales y grupos de diversos tipos.
A continuación, cito un recuerdo de la hija del director de Quimantú, que vivió desde su hogar aquellos días: “Eran tiempos recios, esperanzas y sueños se dividían el menú con desalientos, dificultades y asuntos que parecían casi imposibles de realizar. Nos veíamos poco, como familia. No había tiempo. Todo era correr y vivir esa transformación tan admirable”.
“Sin embargo, confieso que uno tras otro, fueron cumpliéndose los vaticinios: libros pequeños, no mayores en porte a una cajetilla de cigarrillos, que se vendían en los quiscos de diario, además de en las librerías. La gente leía entusiasmada excelentes libros, literatura de grandes escritores. Tenemos la enorme chance de crear un mundo nuevo: hagámoslo. Hagamos que la gente converse con Bruno Traven y su Rebelión de los Colgados, con Antón Chéjov, con Jack London, Edgar Allan Poe, La Captura de Edesio Alvarado, Aventuras de un Fanfarrón de William Thakeray, Francisco Coloane, Máximo Gorki, El robo del elefante blanco de Mark Twain, Selma Lagerlof, Heinrich Mann, Manuel
Rojas, Bocaccio, Knut Hamsum, Blest Gana, Pelo de zanahoria de Jules Renard, Gabriela Mistral y Todas íbamos a ser Reinas, con La Sangre y la Esperanza de Nicomedes Guzmán, etc, etc”.
“Recuerdo bien cómo le brillaban los ojos cuando hablaba de esta colección. Siempre instalaba un ejemplar en la mesa de centro del living y lo comparaba con una cajetilla de cigarros. Eran muy baratos, de acuerdo con la política de Quimantú. Además, su tamaño y edición (la letra era legible, por lo nítida y por su cuidadoso tamaño) correspondían a versiones originales y completas de las obras impresas. Las ediciones contaban con tirajes inéditos, inimaginables hoy en Chile”.
“Y cómo él contaba que, cuando viajaba en micro a la oficina, observaba a la gente leyendo. Sí... la gente leía en la micro” .
ALGUNOS PROTAGONISTAS
La Central Única de Trabajadores, propone el nombre del ingeniero comercial Sergio Maurín que había efectuado el informe del estado de Zig-Zag para que sea nombrado Gerente General, y el destacado escritor costarricense Joaquín Gutiérrez es nombrado Director General de Quimantú, posee una enorme experiencia en el rubro ya que por muchos años ha venido dirigiendo la prestigiosa Editorial Nascimento.
Joaquín Gutiérrez llega a Chile en 1939 como muchos otros autores costarricenses que buscan un clima de mayor libertad de expresión para su literatura. Durante un tiempo trabaja en el ámbito de la radio, la prensa y la traducción. Tradujo, entre otras obras de William Shakespeare, Rey Lear, Macbeth, Hamlet y Julio César. En Chile conoce a su esposa, Elena Nascimento, hija del editor y librero Carlos Nascimento, con quien se casa en 1941. Hombre de múltiples quehaceres, viaja por Europa, se instala un tiempo en China, ejerce de periodista y traductor. El diario El Siglo lo envía como corresponsal de guerra en Viet Nam. Pero sucede que Joaquín Gutiérrez es también un excelente jugador de ajedrez. A inicios de los años setenta concurre asiduamente a los salones del Club de Ajedrez Chile, en un edificio situado todavía en la esquina de calle Serrano con Alameda, ahí, en el entrepiso funciona el Club de ajedrez donde yo tuve ocasión de conocerlo, mucho antes de saber que era escritor. Y en cierta oportunidad pude apreciar sus capacidades, se jugaba una partida de torneo, Joaquín conducía las piezas negras y en la fase de la apertura, de una defensa siciliana, de pronto cae en una celada y pierde pieza: un caballo. Pero luego, en encarnizada batalla, terminar ganando la partida. Muchos otros escritores de al menos tres generaciones trabajan o colaboran con Quimantú y solo por mencionar a algunos puedo anotar los nombres de
Alfonso Calderón, Carlos “Mono” Olivares y los jóvenes Jorge Montealegre y José Leandro Urbina, entre muchos otros.
Quimantú significó un cambio radical y una profunda transformación para la sociedad chilena, al punto que estadísticas de la Unesco de aquel periodo posicionan a Chile en el tercer lugar como país lector de Hispanoamérica, detrás de México y Argentina. El mayor impacto se debe a la forma de producir, distribuir y vender los libros. Se estudió el costo de un ejemplar, que no debía superar el precio de una cajetilla de cigarrillos. Había que invitar al público a interrogarse frente a los kioscos: ¿Compro una cajetilla de cigarros o me compro un libro?
Por ejemplo, se publicó un libro del escritor Fernando Santiván, que alcanzó los ochenta mil ejemplares. Eso constituía un milagro. Fue tan grande el auge editorial, que, en otra ocasión, el escritor Manuel Rojas llegó a devolver un cheque por concepto de derechos de autor. Había pasado en la mañana por la Editorial, y en la tarde ya tenía el cheque en su poder. ¡Es que era de no creerlo! Los escritores estaban acostumbrados a pequeños tirajes de mil o mil quinientos ejemplares. Pero, sin duda, lo más notable era que personas de localidades apartadas y que nunca habían tenido entre sus manos un libro, de pronto estaban leyendo “Sub Sole”.
El libro -en poco tiempo- pasó a identificarse con el gobierno de la UP, a tal nivel, que la Editorial se convirtió en objeto de ataques políticos. Y, si se ve hoy día escenas de la película “La Batalla de Chile”, filmada por Patricio Guzmán durante esos palpitantes días, uno queda impactado por el lenguaje claro, rico y preciso de cualquier trabajador de los que aparecen entrevistados. Una de las primeras medidas tras el golpe de Estado, fue clausurar la editorial y se condenó a arder en la hoguera el stock completo de libros existentes en bodegas.
“Y una mañana todo estaba ardiendo”.
Era el periodo de la Guerra Fría y por ende ni el Imperio ni los dueños del poder económico en el país estaban dispuestos a tolerar esta clase de proyectos. En pocos días el ambiente bullía; las fuerzas conservadoras salieron a las calles. Hubo enfrentamientos, sabotaje, acciones concertadas para desestabilizar al gobierno. Las posiciones se polarizaron hasta que inevitablemente la situación explotó.
La mañana de aquel once de setiembre no fue como cualquier otra. La ciudad amaneció en paz, demasiado tranquila, con escasos vehículos en las calles y con los primeros madrugadores que se apresuraban nerviosos en procura de sus sitios de trabajo o estudio. Reinaba esa tensa calma que precede a la tempestad. Algunas radioemisoras transmitían himnos marciales
interrumpidos a ratos por bandos militares informando que una nueva autoridad castrense asumía el mando de la nación; pondrían fin al caos. Los sucesos se precipitaban; los militares se desplegaron por la ciudad, tomando el control del sector céntrico y los barrios industriales. Jeeps y camiones del Ejército ocuparon puntos estratégicos. Allanaron edificios, fábricas, sitios de estudio y moradas particulares. Hubo tiroteos esporádicos, falleció gente. Antes del mediodía, aviones de la Fuerza Área sobrevolaron la ciudad y bombardearon radioemisoras leales al gobierno, la casa del presidente y La Moneda; Salvador Allende pereció.
Se desató una violenta y despiadada represión, fueron arrestados trabajadores, estudiantes y pobladores, a golpes se les condujo a centros de detención (cuarteles, estadios, sitios improvisados). Arrestaban de preferencia líderes políticos, dirigentes estudiantiles o sindicales, personas que estuvieran armadas o pudieran representar un peligro. También se llevaron a los artistas. Víctor Jara fue sacado del patio de la Escuela de Artes y Oficios, en la Universidad Técnica del Estado y trasladado junto a cientos de estudiantes al Estadio Chile. Luego de dos o tres días apareció muerto en una calle.
La Junta Militar decretó el estado de guerra y de improviso se inauguró la temporada de caza humana, la persecución estaba en marcha. Todos eran sospechosos y podían integrar ese contingente invisible contra el que sin piedad guerreaba el Ejército regular. En esa batalla cualquiera podía caer, no solo trabaja-
dores y estudiantes, también pintores, músicos, escritores. “Tejas Verdes, diario de un campo de concentración en Chile”, es el primer libro, publicado en 1974 en España, que denuncia las tropelías del Régimen Militar. El escritor Hernán Valdés refiere –es un diario reconstruido- su detención (entre el 12 de febrero y el 15 de marzo de 1974), su paso por el campo de concentración de Tejas Verdes. El texto tiene la virtud y el valor de poner el acento en la vivencia –la sorpresa, la tortura, el dolor, la perplejidad-, la falta de perspectiva histórica, y el candor de los análisis sobre lo que empezaba a suceder.
EL FIN
En un operativo llamado “Operación Coipo”, el día 18 de septiembre, fuerzas militares acordonaron y allanaron la Remodelación San Borja, buscaban asegurar el perímetro en torno al edificio de la UNCTAD III, donde pronto funcionaría la sede de la Nueva Junta de Gobierno. Los militares allanaron las moradas y sacaron libros a los que prendieron fuego en las calles Portugal y Marcoleta, en presencia de periodistas franceses que televisaron los sucesos y luego transmitieron a todo el orbe.
Ver video: https://youtu.be/tOvwhFBsKT4 Se puede apreciar a los militares allanando los departamentos y destruyendo libros o quemándolos, a los pies de las torres de San Borja. Es una imagen que sacudió al mundo. Y por la noche de aquel mismo día, hasta el Estadio Nacional, recinto donde yo me encontraba detenido, llegaron camiones cargados con decenas de miles de libros. Los militares procedieron a armar gigantescas pilas delante de los camarines. Se nos dijo: “A ustedes les gusta leer ahí tienen papel para limpiarse el traste”. Todos esos libros fueron consumidos como papel de baño. Textos maravillosos del Fondo de Cultura Económica, Editorial MIR, Losada, Sudamericana, Seix Barral y muchas otras. Variedad de títulos desde La familia, la propiedad privada y el Estado, bellamente encuadernado, hasta las obras completas de V.I. Lenin, la Historia de la Revolución Rusa de Trotsky, el Libro Rojo de Mao, pero también novelas de Thomas Mann, Chejov, Tolstoi o Maupassant. Aquellos libros de papel Biblia con tapa de cuero de la colección Aguilar con las obras completas de Dostoievsky. Y, curioso, no solo había libros de teoría marxista, sobre política o economía, también los había de Matemática, Cálculo, Análisis de Teoría Ajedrecística como Táctica y Estrategia de Ludek Pachman. Como en ese lugar no había frazadas, ni toallas, ni papel higiénico muchos los usaron para secarse o limpiar. En menos de una semana, desde los Minilibros hasta la colección Nosotros los chilenos y otras miles de páginas de los libros de Editorial Quimantú desaparecieron tragadas por las alcantarillas.
MUSICOGRAFÍA POPULAR: UNA PROPUESTA DEMOCRÁTICA
POR YVAÍN ELTIT PÉREZ
Presidente Sociedad de Folclor Chileno
MUSICOGRAFÍA CHILENA: APUNTE PREVIO
La palabra musicografía deriva de la voz francesa musicographie, y se refiere a la actividad de ciertas personas que publican textos sobre música, pero que no pretenden un fin musicológico.
A aquellos individuos que practican la musicografía se les denomina musicógrafos. Con frecuencia eran críticos musicales con inquietudes por la historia de la música o la música tradicional.
Algunos ejemplos a nivel mundial fueron franceses como los compositores Hector Berlioz (1803-1869) y Samuel Rousseau (1853-1904), el organista Norbert Dufourcq (1904-1990); el compositor suizo Arthur Honegger (1892-1955); los compositores alemanes Johann Mattheson (1861-1764), Richard Wagner (18131883) y Johann Gottfried Walther (1684-1748); y el belga François-Joseph Fétis (1784-1871), entre otros.
La configuración del mapa musical chileno partió con el “Semanario musical” (1852), fundado por precursores como los compatriotas Isidora Zegers y Montenegro (1803-1869), José Zapiola Cortés (18021885) y Francisco Oliva (1819-1874), y el peruano
José Bernardo Alzedo y Retuerto (1788-1878), autor del primer Himno Nacional de Perú, quien vivió más de cuarenta años en Chile.
Se trató de una publicación que alcanzó un total de dieciséis números, buscando informar a audiencias nacionales y extranjeras del acontecer artístico y musical, de hecho las publicaciones contemplaron a Santiago y Valparaíso, lo que refleja un interés por incluir a las grandes capitales nacionales.
Internamente se dividió en cuatro secciones: enseñanza del arte musical, biografías, diccionario e historia de los instrumentos. Se incluyeron después una columna de opinión, la cartelera cultural, avisos y un folleto monográfico.
Más tarde aparecieron publicaciones nacionales que fueron un aporte como: “Revista Ilustrada” (1865), “Arte y vida, Revista musical” (1912), “La Orquesta” de la Sociedad Orquestal de Chile (1913), entre otras. Por otra parte, en la crítica musical surgieron nombres que abiertamente podríamos clasificar en un afán musicográfico como José Miguel Besoaín y Luis Arrieta Cañas (1861-1961).
EL PASIONARIO SANTACRUZANO
Sin embargo, el proceso modernizador que lideró el compositor e intelectual Domingo Santa Cruz
Wilson (1899-1987), marcaría un precedente vital que desde una perspectiva académica comenzó a poner la mirada por la democratización de la música como un proyecto país.
En la Revista Musical Chilena Volumen 6 Nº 37 (1950) p. 3 nuestro compositor rememora: “No resistimos a mirar los años transcurridos y tenemos que llegar a un desmentido de aquello que dijo que cualquier tiempo pasado fue mejor. No, en música no fue mejor. 1910, 1920, 1930, 1940 y 1950, significan, para los músicos que podemos evocarlos, como imágenes del curso de una increíble transformación, como la cinta de un cinematógrafo que nos lleva desde esos conciertos ocasionales y desde esas óperas deslumbrantes de la elegante sociedad, a los conciertos de hoy, a los conjuntos permanentes, a la composición chilena y a todo lo que hoy nos diferencia de esa pequeña vida de alejada provincia que antes llevábamos”.
Con la fundación de la Sociedad Bach en 1917 se da inicio a un proceso renovador, democrático y modernizador, en otras palabras un “ejercicio profesionalizante”.
Si la entidad que actualmente presido se caracterizó por un férreo espíritu institucional, dos iniciativas son dignas de traer al presente, y en alguna medida pensar en replicar su entusiasta y decidido ejemplo, sobre todo cuando un refundacionalismo musicológico parece contaminar todo a nuestro alrededor.
El Conservatorio Nacional de Música llevaba 75 años funcionando como la principal entidad formadora musical, pero con una urgente necesidad de actualización.
Aburrido de las negativas de los políticos y académicos de la época, Domingo encabezó un inédito proyecto que se convertiría en la piedra angular que permite comprender un afán musicográfico desde lo institucional hasta lo investigativo, que con el tiempo pondría a la ciudadanía como su principal eje. Algunos hitos llevados adelante públicamente por la Sociedad Bach fueron: conjuntos instrumentales, festivales de obras de J. S. Bach, el Oratorio de Navidad, entre otras. Se propuso la creación del Conservatorio Bach. Esto fue producto de un profundo análisis que se hiciera en su momento para contrarrestar la inoperancia por adaptarse a los nuevos tiempos, provo-
cando con ello la más grande reforma musical que Chile ha conocido.
Una comisión de enseñanza del consejo de la Sociedad Bach, integrada por las profesoras Cora Bindhoff Enet (1905-1995) y Magdalena Petit, y los compositores Pedro Humberto Allende Sarón (18851959) y Samuel Negrete Woolcock (1892-1981), formularon un plan de estudios.
Pioneramente se dividía la enseñanza en grados o ciclos, situando cátedras que tuvieran más flexibilidad con otras más metódicas, contemplando la diferenciación entre adquisición de habilidad y técnicas. Así como distinguir entre carreras que desde su naturaleza como tal no son lo mismo, se incorporaron los estudios paralelos de técnica musical general a la formación instrumental, lo que podríamos definir como asignaturas analíticas, y de Historia de la Música e Historia General del Arte, sin excepción alguna para todos los cursos superiores. De este modo la Sociedad Bach estableció sus propios exámenes con el firme propósito de materializar con hechos tangibles la idea modernizadora, para lo cual solicitó la autorización al Estado. El Ministerio de Educación aprobó los planes propuestos y dio reconocimiento oficial al Conservatorio Bach el 31 de marzo de 1927, todo este proceso se publicó en la memoria de la Sociedad Bach en la Revista Marsyas Año I Nº 9 de noviembre-diciembre (1927).
Antes en estas páginas mencioné que la Revista Marsyas fue la primera fuente documental moderna de investigación musicológica chilena, a lo que añadiría su influjo musicográfico. El nombre proviene del antiquísimo mito giego clásico donde un sátiro llamado Marsyas desafió en un concurso musical al dios Apolo, donde la criatura tocaba el aulos (instrumento musical antiguo semejante a la flauta, elaborado de caña, madera, hueso o marfil, con un número de orificios que podía variar de cuatro a seis, y una lengüeta en la parte superior, se tocaban dos a la vez, uno con cada mano, y separados en forma de V).
Con esto lo que Domingo buscó fue demostrar su actitud valiente y decidida frente a un aparato burocrático flojo y perenne, incapaz de entender que la evolución curricular es necesaria para poner de igual a igual nuestra música con las grandes naciones del hemisferio norte.
En la edición príncipe de la Revista de Marsyas Año I Nº 1 del 26 de marzo de 1927, se manifiesta:
“Honremos al sileno que enseñó a los humanos el arte misterioso de modular, en una frágil caña, los cantos inmortales. Su flauta, nacida del limo de la tierra, mezcló su doloroso acento a la lira apolínea, por cuyas cuerdas de oro se ritma la inmensidad serena de los astros.
Cual nuevo Prometeo, tentó de aprisionar, con manos temblorosas, la armonía del mundo, la música inefable que fluye de la vida de las cosas creadas, y cruel destino le deparó su generoso intento. Su cuerpo, nos cuenta Ovidio, se desgarra; la sangre brota, y se ven las entrañas palpitantes y sus fibras convulsas en la atroz agonía.
Las ninfas, los pastores, los faunos sus hermanos, su discípulo Olimpo, bañan la tierra en lastimero llanto. Sus lágrimas se juntan, y de ellas nace un río: su linfa es transparente en su lecho sonoro, y en su espejo se miran los astros silenciosos que rige Apolo.
Escuchemos la voz inagotable, el enigma profundo que el genio heleno nos legó en su mito. Marsyas-Apolo, el ansia y el reposo, la voz doliente que al fin se funde en la eterna armonía como el río en el mar. Símbolo es Marsyas, patético y sublime, del artista”.
Se difundieron un total de doce números entre marzo de 1927 y abril de 1928. Se hicieron parte con genuino entusiasmo en lo escritural los hermanos Bach (manera que tenían de decirse entre sí los miembros de la Sociedad), los compositores Jorge Urrutia Blondel (1905-1981), Alfonso Leng Haygus (1884-1974), la gestora cultural Filomena Salas González (1895-1964), el pianista y médico Alberto Spikin Howard (1898-1972), el director de orquesta Armando Carvajal Quiroz (1893-1972), el diplomático Fernando García Oldini (1893-1965), entre otros; y en lo gráfico Ximena Morla Lynch (1891-1987), el pintor Hernán Gazmuri (1900-1979), etc.
La revista tuvo una impronta única, dirigida por Carlos Humeres del Solar, y un comité paritario integrado por Jorge Urrutia Blondel, Cora Bindhoff, Filomena Salas González y Alberto Spikin Howard.
Cada volumen tenía en promedio setenta y cinco páginas, contenía artículos, crónicas musicales, reseñas, anotaciones de libros, revistas y ediciones musicales, junto a un suplemento musical (nacional o internacional), contó en siete de los doce números con obras de Allende, Leng y Urrutia Blondel.
Con la sola intención de democratizar el conocimiento musical masivamente en Chile, Marsyas abarcó desde la Edad Media hasta lo contemporáneo
(neoclasicismo, impresionismo y expresionismo), divulgando la música europea en nuestro país.
Tras la reorganización de la Sociedad Bach el 17 de octubre de 2022 en la Ilustre Municipalidad de Paine se hizo urgente ponernos nuevamente a editar una publicación que diera cabida a lo más riguroso de la música nacional, pero sin perder el norte que cada compatriota pudiera acceder a los conocimientos y entender el patrimonio musical que poseemos.
Según Carmen Luisa Letelier Valdés, Premio Nacional de Artes Musicales (2010) y vicepresidenta de la Sociedad Bach: “Retomar Marsyas es un encuentro con nuestro pasado, hacernos cargo de nuestra historia musical como país desde los primeros ejercicios en el salón aristocrático del siglo XIX con doña Isidora Zegers, pasando por la genialidad de Domingo Santa Cruz Wilson y toda la historia musical de nuestra modernización llevada adelante como Sociedad Bach, esta revista es una gesta patriótica”.
Con el compromiso de la diseñadora, ilustradora y socia fundadora de PLOP! Galería Pati Aguilera, quien desarrolló la exclusiva estética en un formato ameno y contemporáneo, con bellas ilustraciones y nuestro logo, que dan cuenta de la necesidad de contar con una gráfica que responda a las tareas del presente, donde las publicaciones musicológicas parecieron perder su vocación con nuestro legado musical iniciado por Domingo, donde aquellas académicas que lideran departamentos de música celan archivos documentales que debieran ser de libre acceso para todo el país, y el pueblo, la ciudadanía, la gente, no conoce en absoluto y escasamente a cada compositor que ha pasado por nuestra patria. Se preparan once artículos inéditos que dan cuenta del férreo compromiso que Marsyas tiene por poner lo mejor de la música docta chilena, lejos del exotismo y de prácticas refundacionalistas. Los manuscritos inéditos son de los compositores Domingo Santa Cruz Wilson, Alfonso Letelier Llona, Pedro Humberto Allende Sarón, Juan Lémman Cazabon y Tomás Brantmayer; la intelectual Josefa “Pepita” Turina Turina, los pianistas Elvira Savi Federicci y Juan Gonzalo Pinto Aller, el guitarrista
clásico e investigador Pablo Soto Hurtado y la soprano Magdalena Amenábar Folch.
Nuestro comité editorial responde a la misma multidisciplinariedad de antaño compuesto por la periodista Sascha Hannig Núñez; el psicólogo y guitarrista clásico Fulvio Ossa Dagnino; y el historiador del arte Igor Bernaola Mateluna .
El 8 de mayo de 2023 la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) dio reconocimiento legal y oficial a la Revista Marsyas que será semestral con el código ISSN Nº 2810-6504, sellando con broche de oro este proyecto que se propone con el más claro anhelo que cada habitante desde Arica hasta Magallanes conozca la invaluable historia musical chilena.
EL CASO DE ORESTE PLATH
La cantidad de temáticas que abordó el folclorólogo, gestor cultural y escritor Oreste Plath (1907-1996), fueron tan diversas como multifacéticas.
Sin quererlo ni planificarlo, con apenas treinta años comenzó una aún desconocida labor musicográfica, vinculándola con el folclor y lo popular.
En el Instituto de Música “Bach” de Lima, Perú, en su Cuarta Manifestación de “La Pascana”, expone bajo la dirección de la organización, “Melodías y Canciones Araucanas’’, con ilustraciones fonográficas el 5 de noviembre. Dirección Zárate 434 altos.
Se llevó a cabo la “Fiesta de la poesía y música chilena”, organizada por “La Pascana” y el Instituto de Música “Bach”, el 9 de diciembre, dirección Zárate 434 altos. Participaron los escritores chilenos Eduardo Lira Espejo (1912-1980) y Oreste Plath, como disertantes el violinista y director de orquesta, miembro de la Asociación Folklórica Chilena, Víctor Tevah Tellias (1912-1988) y William McDermott como intérpretes de piezas musicales de compositores chilenos. Oreste expuso sobre “Una figura de la Poesía Chilena: Alberto Rojas Jiménez (1900-1934)”.
Hemos expresado su relevancia para la historia del folclor hispanoamericano al fundar junto al médico Aureliano Oyarzún Navarro (1858-1947), la Asociación Folklórica Chilena en dependencias del Museo Histórico Nacional (MHN), el 3 de febrero de 1943.
Reconstituida como Sociedad de Folclor Chileno en la Ilustre Municipalidad de Estación Central en Santiago, el 29 de enero de 2021.
En nuestra entidad se formaron tres secciones fundacionales: tradición chilena, que contempló costumbres, lengua y literatura; ergología folklórica, abarcó artes plásticas y artesanías; y música y coreografías populares.
Éste último grupo fue conformado (inicialmente) por nuestros miembros fundadores: el compositor, académico e intelectual Domingo Santa Cruz Wilson (1899-1987), el musicólogo Carlos Lavín Acevedo (1883-1962), los compositores María Luisa Sepúlveda Maira (1883-1958) y Remigio Acevedo Raposo (1896-1951), la pianista y profesora Cora Bindhoff Enet (1905-1995), y la actriz y bailarina Camila Bari Vélez (1896-1973).
Especial interés tiene para nuestro manuscrito su discreta e íntima amistad con Domingo, pues es quien le invitó como conferenciante y profesor titular al Instituto de Investigaciones Folklóricas (1944-1947).
Santa Cruz recuerda en sus memorias “Mi vida en la música”, ediciones Universidad Católica de Chile (2008), p. 728: “Aparecen en dichas conferencias Juan Uribe Echevarría con el análisis métrico y poético del canto popular, y Oreste Plath tratando las leyendas de diversas regiones del país”. Y claro, fueron coincidiendo en toda instancia que pudieron, no casualmente Domingo le llamó “Mi amigo Oreste”. Sin embargo, Plath ha escrito una inconmensurable cantidad de temáticas sobre música que aún no logramos dimensionar. Entre ellas: instrumentos musicales de pueblos originarios como quechuas y aimaras, atacameños; cofradías folclórico-religiosas, sus danzas e instrumentos musicales; instrumentos
y danzas populares; especial interés pone en los instrumentos musicales y las danzas mapuches, así como la música rapanui; abordó los instrumentos musicales tradicionales de la isla grande de Chiloé; puso atención en las danzas folclóricas americanas; y los cantares, particularmente en los asociados a la Navidad, en Villancicos de diverso tipo como por el nacimiento, la ofrenda, y el peculiar “Villancico final”, y los arrurrupatas (canciones para los bebés, cuyo término onomatopéyicamente hace referencia a la cuna, comúnmente en hexasílabos).
A toda la nómina expresada en el párrafo anterior debemos añadir notas, un mapa de música popular, los apuntes de Plath sobre aspectos propios de la cosmovisión mapuche, lo que contienen un tinte hasta filosófico; sus perfiles biográficos de músicos doctos chilenos, sus columnas en diarios, revistas, guías turísticas y cuanto documento se le invitó, sus trabajos monográficos para el citado Instituto de Investigaciones Folclóricas, y un sin fin de documentación que aún yace inédita, y poco a poco iremos dando a conocer para mostrar su veta musicográfica.
EL DEMONIO MUDO, UNA OBRA ENCONTRADA AQUÍ Y ALLÁ
POR EDGARD “GALO” UGARTE
Licenciado en Teoría de la Música Universidad de Chile, cantautor, compositor y guitarrista
La sala Claudio Arrau del Teatro Municipal tiene a su público expectante. Atriles de partitura se encuentran dispuestos en el costado derecho, frente a sillas del público. También hay un clave, con su bello diseño pleno de adornos y un pequeño órgano. Frente a todos estos elementos, se encuentra otro atril, que claramente es el del director. Atrás, en el escenario, encontramos unas puertas, unas sillas, un escritorio, entre otros elementos. Finalmente aparecen los músicos, llevando sus instrumentos: violines, cello, viola da gamba, guitarra barroca, tiorba, flauta dulce y un intérprete que ejecutará tanto el clave como el órgano. Llega el director, el público aplaude y comienza la música, mientras se espera la llegada de los personajes al escenario.
UN HALLAZGO ENTRE DOS MUNDOS
Se trata de “El demonio mudo”, ópera de cámara de corte jesuita, de los autores alemanes Florianus Ött, uno de esos compositores olvidados del barroco sin mayores datos biográficos, y Franz Lang, dramaturgo, quien logró reconocimiento con su Teatro de los Afectos Humanos (Theatrum Affectum Humanorum), en Munich de 1717.
Parte de la obra fue encontrada en la Biblioteca Patrimonial Recoleta Domínica en Santiago de Chile en 1998. Se cree que el procurador Carlos Haimhausen (1692-1767) en la expedición de 1748 la introdujo en el país, es decir, en tiempos de la colonia. Con la expulsión de los jesuitas del imperio español, toda obra llevada a cabo por la orden fue puesta a disposición de otras órdenes religiosas (como franciscanos, dominicos, etc). Fue así como la obra de Lang fue a parar a la Recoleta
Dominica. Finalmente, a fines del siglo pasado y principios de este siglo, el connotado musicólogo especialista en música barroca Víctor Rondón junto a otros musicólogos comenzó a catalogar las obras que se encontraban en la Recoleta. Sin embargo, allí se hallaba sólo una parte de Theatrum Affectum Humanorum. Entonces Rondón viajó a Alemania a buscar la otra parte que faltaba. Dicha cruzada tuvo éxito y, a través de un minucioso estudio y transcripción a la escritura moderna de partituras que realizó Rondón, se le dio el corpus definitivo a la obra a estrenar. Y digo a estrenar, porque si bien no es descartable que se haya estrenado en su época, no hay registros que lo avalen. La acción de la obra transcurre en el siglo XVII, en Flandes. En ella desfilan tanto personajes humanos como sobrehumanos y/o alegóricos. El humano está en el centro del conflicto, su nombre es Eduardo. Interpretado por el actor Ramón Gutiérrez,
es un hombre de negocios exitoso, poderoso, pero eso no le impide tener un enorme conflicto moral, su orgullo y sus temores le hacen negarse a confesar sus pecados y esto le lleva incluso a la idea de renunciar a su vida. Este personaje es el único que no canta, sino que sólo habla en toda la obra, dando énfasis en que es el único personaje terrenal, de carne y hueso. También tenemos a dos personajes sobrehumanos: el Diablo, seductor, sarcástico, teñido y vestido de verde, el color de la envidia, con tacones altos, interpretado por el tenor Rony Ancavil, en un excelente despliegue tanto en el canto como en la actuación. Opuesto a él, el ángel interpretado por la soprano Francisca Jünemann, con un hermoso vestido, su cabello de delicados rizos y un mensaje de salvación para Eduardo. Sus arias delicadas y adornadas conectan con esa divina levedad que representa. Y también, un personaje alegórico, la conciencia, enfundada en un largo y elegante abrigo, con facha de estricta inspectora de instituto, interpretada por la contralto Francisca Muñoz, es el personaje más reflexivo, que aún actuando con severidad, conecta más íntimamente con la experiencia y el alma de Eduardo. Ella lo ayuda a reconocer su soberbia. Al poder admitirla, el protagonista comienza el camino de reconocimiento de sus faltas y luego puede hacer la confesión. Porque sí, ese es el tema central: la confesión. Ya sabemos que el jesuitismo nace en medio del período de la contrarreforma, aquella respuesta del catolicismo a la reforma protestante. Y uno de los temas más importantes fue el asunto de la confesión, pues el protestantismo alegaba que el ser humano no necesita intermediarios entre él y Dios, además de considerar un negocio esa función del sacerdote. Sin embargo, la necesidad de que alguien oiga nuestras angustias, de tener una oreja que escuche nuestros temores y experiencias conflictivas es inherente al ser humano y, por consecuencia, la entonces nueva teología al quitar ese intermediario dejaba en desamparo esa necesidad humana. Es por eso quizás que posteriormente surge la figura del psicólogo (con el que, por fortuna, queda atrás la “solución” de rezar 15 avemarías y 20 padrenuestros para nuestros problemas existenciales). Es por ello que, a pesar de vestirse con los ropajes de la contrarreforma que nos parecen ya tan arcaicos (aunque no para cierta parte de la población), y de que la acción y los diálogos nos parezcan bastante insulsos, la obra toca un tema bastante trascendental.
Recapitulemos: un humano con sus conflictos personales que sólo habla, no canta (quizás representando al mundo concreto y las limitaciones humanas) tratando de ser convencido por dos seres sobrehu-
manos opuestos, demonio y ángel, que además de hablar también cantan. El arquetípico conflicto entre el bien y el mal. El demonio, con su arrojo y su labia apelando al orgullo de Eduardo para que se niegue a confesar. El ángel tratando de convencer al humano de los beneficios que le podría reportar la confesión. Sin embargo, el título de la obra es engañoso. No es el demonio quien enmudece, sino Eduardo, que no se atreve a revelar sus verdades. En esto es clave el personaje de la conciencia, que será el único que comprenderá a cabalidad el duro tránsito por el que está pasando Eduardo.
Mención aparte para la agrupación musical que sostiene la ópera, Harmonices Mvndi, ensamble independiente de Santiago de Chile dedicado a la interpretación de música barroca y colonial americana. Conformada por flauta dulce, violín, viola da gamba, guitarra barroca y tiorba, agrega en esta ocasión otro violín, un cello, clave y órgano. Y además, se encuentra bajo la batuta del connotado director argentino espe cializado en música barroca Ramiro Albino. El trabajo musical es impecable, uno puede reconocer el sonido característico de la orquesta del barroco, suave y sutil, pues es necesario que se escuche el continuo, en este caso llevado por el clave y el órgano, que son los que sostienen armónicamente la obra, a la usanza de la
época. La presencia de adornos característicos y la casi ausencia del vibrato nos lleva también a ese tiempo donde algunas reglas musicales que conocemos ya empezaban a cuajar, pero otras eran muy distintas a las del clasicismo, el romanticismo y todo lo que vino después. También llama la atención la participación del director, pues en el barroco no existía la figura del director tal como lo conocemos hoy, solitario frente a todos con su batuta en una actitud casi omnipotente. En esa época, quien dirigía solía ser un instrumentista más, por lo tanto no en pocas ocasiones podemos ver a Albino ejecutando él también la flauta dulce. Y todo esto bajo la dirección escénica de Gonzalo Cuadra (en la foto), musicólogo y cantante con un vasto conocimiento de la música y el teatro barrocos, que adapta esta obra, nacida en 1717 hace más de 300 años, y nos la hace llegar con una reinterpretación dramatúrgica que trae su contenido al siglo XXI. Se traduce del latín al castellano y se agregan elementos visuales más modernos y llamativos, confiando el diseño a Gabriela Torrejón. La iluminación, a cargo de Ricardo Castro.
Así que si quiere conocer la obra, manténgase atento a si habrá próximas temporadas. Y también, visite el museo de la Recoleta Dominica, donde encontrará cosas muy interesantes de nuestro pasado.
EL CINE DE ALICE ROHRWACHER
POR ANA CATALINA CASTILLO IBARRA
Académica, magíster en Literatura, diplomada en Historia y Estética del cine
En un país con una tradición fílmica tan importante como lo es Italia, no es un asunto menor ser reconocida como una de las cineastas más talentosas de su generación. Es el caso de Alice Rohrwacher (Fiesole, 1980), guionista y directora italiana nominada en 2023 para los Premios Óscar en la categoría cortometrajes de ficción por Le Pupille; una obra que escapa a cualquier encasillamiento de género y que resulta tan dulce como amarga, tan graciosa como triste. En ella, Rohrwacher viste con ropas inocentes y tono de fábula navideña una historia enorme de niñez menesterosa, encarnada en un grupo de adorables huérfanas, en época de guerra, y en un ambiente lleno de prejuicios y discursos dobles.
LOS COMIENZOS
Hija de padre alemán y madre italiana, Rohrwacher se formó
en el mundo de la filosofía y las letras, llegando al cine a través del género documental. No obstante sus inicios, en 2011 debutó en el Festival de Cannes en la sección Quincena de Cineastas, donde sorprendió al público y la crítica con su ópera prima de ficción, el largometraje Corpo celeste. En su país, la cineasta logró en 2012 una nominación a los premios David di Donatello como Mejor
Director Novel por esta película. Corpo celeste sigue la historia de la preadolescente Marta, quien llega desde Suiza con su familia a un pueblo de Reggio Calabria, que las recibe en precarias condiciones. Allí debe tratar de incorporarse a una comunidad que le resulta muy ajena y a la que mira con desconfianza, mientras asiste a la catequesis para el sacramento de la Confirmación en un entorno
conservador y hostil. Esta obra principiante ya daba indicios de que estábamos ante una directora interesante, capaz de poner ante la audiencia temas duros desde la mirada inocente de una niña que debe afrontar no solo un lugar nuevo, sino también acoger con entereza y en soledad acontecimientos marcadores como la llegada de la menarquia y el descubrimiento de los milagros cotidianos más allá de los dogmas impuestos
Por lo mismo, en dicho filme comenzaban a aparecer ciertos rasgos temáticos y estilísticos que madurarían en obras posteriores, tales como la mirada aguda a la religión y al lado oscuro de las
figuras de autoridad. Todo ello trabajado con sutileza, a través de diálogos mínimos y con imágenes del entorno eficaces en la captación de atmósferas emocionales y de gran belleza. Cabe destacar en Corpo celeste, por ejemplo, la impactante secuencia que sigue el trayecto del cura del lugar, por una sinuosa carretera, transportando en la parrilla de su auto una imagen de Cristo crucificado boca arriba. Sorprende el riesgo en la transgresión que resulta absolutamente coherente con el tono del relato, pues prolonga la perspectiva de la niña que presencia hechos y decisiones que no logra comprender del todo, mientras pregunta insistentemente qué
significa “Eli, eli, ¿lama sabactani?”. Son justamente el tono y el ritmo narrativo los aspectos que destacan en la filmografía de Alice Rohrwacher. La forma en que relata sus historias, sin miedo a los “tiempos muertos”, incluso en los planos cerrados, revelando aspectos de los personajes que valen por muchas líneas de guion y que tal vez así solo darían cuenta de la exterioridad. La cineasta toscana le da la oportunidad al espectador para entrar a un mundo con reglas propias en que los hechos pueden parecer muy reales, pero los momentos íntimos y sutiles que ella rescata son puro cine. Son historias como contadas al oído y esta no es solo una forma de decir. Más allá
del trabajo de guion para ocuparse de distintas capas de la historia, el cine de Rohrwacher también se distingue por el trabajo a nivel de sonido. Sus distintas capas revelan detalles que no resultan tan evidentes, sino que forman parte del alma de sus películas. En 2014, Alice Rohrwacher reaparece en Cannes con su segundo largometraje, Le meraviglie (The Wonders), donde nuevamente tendrá como protagonista a una jovencita, Gelsomina (nombre con tradición en el cine italiano), la mayor de cuatro hermanas y el brazo derecho del padre apicultor que las ha llevado a vivir alejadas de la civilización, porque está convencido de que solo así se mantendrán a salvo de la corrupción de un mundo que está por desmoronarse. Para mostrarnos el mundo de la familia, la directora se toma su tiempo. Entonces nos permite asomarnos a sus rutinas: las idas nocturnas al baño; los chapoteos en el río; la manipulación de las abejas con que trabaja el padre; la obtención de la miel con uno que otro desastre en el proceso.
No obstante, este reducto familiar donde las niñas crecen libres y en contacto con la naturaleza se verá sacudido para Gelsomina por el advenimiento de ciertos cambios: la llegada de la pubertad, la visita de un chico en condición de vulnerabilidad social que el padre decide acoger en la casa y la invasión del mundo televisivo, que lleva hasta esa zona campestre, alejada y tranquila, un concurso promovido por una figura femenina famosa que deslumbra a la protagonista, ya que la rodea todo un halo de diosa de la belleza.
Con algunos datos biográficos que filtra su habilidad de contadora de historias, como la infancia en el campo sin televisor, un padre apicultor y la convivencia de varias lenguas al seno de la familia, Le meraviglie recoge momentos de una vida rural que parece detenida en un espacio-tiempo, pero cuya protagonista, por más que el padre no quiera reconocerlo, no puede escapar al paso natural de la niñez a la adolescencia. Desde allí que la película se inscriba también en
el género Coming of Age, que, en este caso, habla de las pequeñas maravillas que conlleva crecer y redescubrir el mundo. La cinta se llevó ese año el Gran Prix en Cannes, a la vez que Rohrwacher se afianzaba como una directora original, coherente y capaz de entregar verdaderas joyas con historias simples en apariencia, pero llenas de humanidad.
LA CONSOLIDACIÓN
Luego, en 2018 vendría su obra más conocida, la preciosa Lazzaro felice, ganadora del premio al Mejor Guion en el Festival Internacional de Cine de Cannes y del Premio especial del Jurado en el Festival de Cine de Sitges. La cinta presenta algunas características que pueden conectarse con el legado neorrealista en cuanto actualiza códigos de ese movimiento en lo se refiere a su temática: el retrato de desposeídos en condiciones de vulnerabilidad e injusticia social. Otros aspectos propios del neorrealismo como la incorporación de actores no profesionales, ya estaban en los anteriores filmes de Alice, pues
como ha señalado en entrevistas y charlas ella prefiere los elencos mixtos en los que convivan rostros nuevos con otros consagrados. En Lazzaro felice, por ejemplo, el protagonista, Adriano Tardiolo, hacía su debut en la pantalla, la misma que compartía con figuras como Nicoletta Braschi (La vita è bella). Inspirada en un hecho noticioso de los 80, la película arranca presentándonos a una pequeña comunidad campesina que es explotada por la dueña del terreno que cultivan, a quien llaman la Marquesa, en desconocimiento de sus derechos laborales, habitando el lugar de manera anacrónica, como en una cápsula de tiempo. Según la particular “filosofía” de la Marquesa: “Los seres humanos son como bestias, si los liberas serán conscientes de su condición de esclavitud”. La manipulación le da resultado, hasta que un suceso ocasionado por su propio hijo provoca que las autoridades descubran las deplorables condiciones en que viven (o sobreviven) los habitantes de la comunidad de Inviolata.
Pero este solo el comienzo, pues la película –que no sigue la estructura tradicional aristotélica–da un giro para superar los vestigios de la tradición fílmica italiana hasta
enriquecer la segunda parte con aspectos más propios del realismo mágico. Esas novedades son las que dotan de originalidad el cine de Alice Rohrwacher, pues con elementos que pertenecen al canon clásico pavimenta el camino para lograr una pieza distinta, tan suya en lo artístico como universal en lo que transmite.
De lo que quería ocuparse en este caso, según ha manifestado la propia directora, era de abordar una historia de santidad en los tiempos actuales. Lazzaro (igual que el personaje bíblico) supera los límites de la mortalidad y, con ello, la directora transforma en alegoría una historia que podría quedarse en la sola denuncia o crítica social. Porque Lazzaro se reencuentra, después de muchos años, con los campesinos que conocía en el campo y que se aprovechaban cada vez que podían de su ingenuidad y buena voluntad. Aun así, él se alegra tanto como se sorprenden sus antiguos coterráneos, que reconocen en él la figura de un santo. Uno que no hace milagros, pero encarna la bondad que no tiene cabida en la vida de la ciudad donde los otros siguen siendo esclavos, aunque de otros señores. Con todo, lo que
logra Rohrwacher con su oficio y particular mirada del género humano es una pieza desgarradora de inefable belleza.
Si buscáramos ciertas constantes en lo que hasta ahora hemos comentado sobre el cine de Alice Rohrwacher, podríamos señalar la presencia de protagonistas infantiles desde cuya perspectiva, sin juicios explícitos, se presentan universos llenos de recovecos por explorar. La cineasta solo los muestra y somos los espectadores los que recogemos o no el guante. Sus ambientes pocas veces son citadinos o acomodados; son en principio cercanos: la casa familiar, el colegio, y ella se las arregla para captar los detalles más sutiles que muestren las miserias humanas, pero también las posibilidades de redención.
Los mundos de Alice Rohrwacher son únicos. Su manejo de los tiempos, de los diálogos contenidos, su frecuente uso de los 16 mm, y la experimentada mano de su directora de fotografía habitual, la francesa Hélène Louvart, sumergen al espectador en un cine que bebe de lo mejor de la tradición cinematográfica europea y, sin embargo, resulta nuevo y siempre reconfortante.
(HABLEMOS DE)
ÉTICA
POR ROGELIO RODRÍGUEZ MUÑOZ
Licenciado en Filosofía y Magister en Educación, Universidad de Chile
La ética no es una moda, es lo que nos permite una actitud ante la vida. Uno no puede andar preguntando: “¿Qué se usa en ética esta temporada?” para decidir cómo comportarse. Hay cosas básicas, importantes en la sociedad, que no cambian, que permanecen. Y son esas cosas hacia las que apunta, con persistencia, la ética.
Todas las sociedades del mundo, en todos los momentos de la historia, han considerado mejor el coraje que la cobardía, han valorado más la verdad sobre la mentira, la generosidad sobre la avaricia, el respeto al semejante sobre el desprecio y el rechazo, la tolerancia sobre el fanatismo. Y esto es así porque la cobardía, la mentira, la avaricia, la exclusión y el fanatismo son debilidades y la ética lo que hace es reforzar nuestra capacidad vital.
Hoy pareciera que no vivimos tiempos propicios para la ética. Sin embargo, tiempos así no los ha habido nunca. La reflexión ética es válida, sobre todo, en tiempos de zozobra. Tanto su dignidad como su urgencia provienen justamente de ser la vertebración crítica de un inconformismo ante los dramas de la realidad histórica. Pero el cultivar la reflexión ética –y conducirse en consecuencia– no significa renunciar a las cosas buenas de la vida, privarse de los placeres o beneficios. El ser ético no implica exagerados sacrificios.
El propósito de la ética es hacer una vida humana mejor para todos. La ética no es una renuncia, sino que eleva las posibilidades vitales. Al contrario de la religión, que se preocupa de si hay vida después de la muerte, la ética se preocupa de que haya vida, buena vida, antes de la muerte.
La idea de un progreso moral indefinido –tan cara a la Modernidad— se ha revelado como mito o utopía. No han faltado críticas a la sobrevaloración moderna de la razón: Albert Camus, por ejemplo, distingue entre crímenes de pasión y crímenes de lógica, para enseñar que no sólo se asesina por ciega emocionalidad, sino que también se mata y se muere en nombre de ideas. Pero, a pesar de esto, no puede desconocerse que el propósito de progresar moralmente –si no indefinidamente, al menos un poco– ha acompañado siempre a la naturaleza de los seres humanos. Como seres integrales, con ideas, sentimientos y anhelos, aspiramos permanentemente a un mundo pensado y sentido como mejor. Y es, justamente, la ética la que nos puede orientar en la construcción de esta sociedad mejor, permitiéndonos la reflexión inteligente y valerosa ante los dilemas y desafíos morales que nos impone el mundo globalizado. Una reflexión inteligente, valerosa, crítica, que genere argumentación y diálogo para superar los problemas. Porque hay que recordar siempre que la ética no está para zanjar los debates; está para iniciarlos.