Arquitectura banquete y expresión del poder: el caso del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs)

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Arquitectura, banquete y expresión del poder: el caso de Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Terra Alta, Tarragona). David Bea Castaño1, Jordi Diloli Fons1, Manuel Pérez Gutiérrez2, Samuel Sardà Seuma1 Resumen: En el nordeste de la Península Ibérica, el recinto del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona, Catalunya) (580-550 ane) es uno de los yacimientos que ofrece mejores posibilidades de trabajo a la hora de evaluar el peso de las influencias orientalitzantes en los procesos sociales que conducirán a la emergencia de las primeras elites. El yacimiento está integrado por un único edificio, aislado y arquitectónicamente ostentoso, que concentra una significativa presencia de elementos de marcado carácter litúrgico (kernoi, mesitas-altar, vajilla inspirada en modelos fenicios, ánforas vinarias) indicando muy probablemente, la existencia de un centro diferencial con unas funciones especializadas, que parecen estar claramente vinculadas a la gestión de los ciclos ceremoniales y a la promoción social a través de los rituales de comensalidad. Palabras clave: Turó del Calvari, arquitectura y poder, banquete, comensalidad, Primera Edad del Hierro, Protohistoria, arqueoastronomía. 1.- Introducción Entre el conjunto de yacimientos datables durante la Primera Edad del Hierro que han sido documentados en Cataluña a lo largo de esta última década, debemos destacar por su singularidad el caso del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Tarragona) (580-550 ane), sobre todo a la hora de evaluar cuestiones específicamente referidas al estudio del contacto cultural y del cambio social. Los trabajos arqueológicos desarrollados en este yacimiento se llevaron a cabo a lo largo del periodo comprendido entre 1999 y 2004 y fueron dirigidos por David Bea y Jordi Diloli, miembros del Seminari de Protohistòria i Arqueologia (GRESEPIA) de la Universitat Rovira i Virgili. La singularidad del propio yacimiento aconsejó desde un primer momento la inclusión de los trabajos en el proyecto de investigación que desarrolla dicho equipo de investigación en el sur de Cataluña, concretamente en la zona del curso inferior del río Ebro. En este sentido, debemos destacar que se trata de un yacimiento del cual se han venido publicando los resultados generados por el avance de la investigación, tanto en el marco de algunos congresos (Bea et alii 2000; 2002; 2004; 2005; Diloli y Bea 2005), como en distintos artículos (Bea y Diloli 2005; Sardà 2008).

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Seminari de Protohistoria i Arqueología. Universitat Rovira i Virgili. Avinguda Catalunya, 35. 43002 Tarragona. Tel. 977558845. e-mail: jordi.diloli@urv.cat; david.bea@urv.cat 2 Departamento de Ingeniería Cartográfica y del Terreno. Escuela Politécnica Superior de Ávila. Universidad de Salamanca.


Figura 1: Mapa de situación de los principales yacimientos del curso inferior del Ebro citados en el texto. Sin embargo, hemos considerado que éste era un escenario oportuno para exponer algunas de las nuevas propuestas interpretativas que han sugerido nuestros últimos trabajos, tanto por lo que se refiere al estudio arquitectónico del recinto como al análisis de los materiales y su lógica funcional. 2.- Un edificio simbólico: ubicación topográfica y concepción arquitectónica Entre los nuevos datos relativos al estudio arquitectónico del edificio del Turó del Calvari, debemos destacar las novedades que ha aportado el análisis arqueotopográfico y arquoeastronómico desarrollado por el profesor Manuel Peréz Gutiérrez. Dicho análisis se realizó con el fin de aportar información topográfica, geométrica y astronómica que ayudase a dar luz a la razón de la existencia una edificación tan singular y de sus posibles usos. Con este objeto, se realizaron en 2009 distintas observaciones topográficas y astronómicas tanto del lugar como del entorno y de su horizonte, que complementadas con la cartografía oficial de la zona y los levantamientos de la propia excavación, han dado lugar a los siguientes resultados y conclusiones. Aunque el edificio no tiene paralelos claros conocidos, un primer detalle que destaca a simple vista son las dimensiones del mismo: el edificio es el doble de largo que de ancho, característica que se observa en otras construcciones monumentales, como los túmulos de los Castillejos de Sanchorreja, el estanque de Bribacte o la Plataforma de Segeda. Sin embargo, veremos que en este caso las características geométricas van más allá de las simples dimensiones aproximadas.


La aparente intención de fusionar el edificio con el entorno hace que el eje longitudinal del mismo tenga la misma dirección que la determinada por la divisoria del tranco en el que se encuentra. Una vez decidida la orientación de la construcción, se comprueba que está proyectado conforme a unos principios geométricos muy simples y con un exquisito grado de proporcionalidad. Aunque el levantamiento está realizado en el Sistema Internacional de Unidades, esto es en metros, vamos a dar también las dimensiones en pies de 30 centímetros, que proporcionará así valores múltiplos de 10, y que permitirá comprobar de manera evidente la proporcionalidad en las dimensiones del edificio. El proceso para el replanteo y posterior construcción de la planta del edificio es también muy simple. Sobre el lugar, y con el eje longitudinal replanteado sobre el terreno, que suponemos allanado y limpio de piedras y maleza, marcamos el centro de nuestra construcción, y que coincide de manera notable con la divisoria del tranco.

AB = GH = IJ = HL = DE =DF ; BC = CD =DF = FG = DK = DJ ; BD = DG = JK BC 2 BG 2 AC 3 IL 3 AH 5 BG 5 DE DF = ; = ; = ; = ; = ; = ; = AB 1 JK 1 AB 1 JK 2 IL 3 BE 3 DF DG DE DF =  DEFG configuran una cuaterna armónica DF DG

 DEFG


Figura 2: Secuencia de la construcción geométrica del edificio, en pies y proporcionalidad del mismo A continuación trazamos una circunferencia con ese centro y el radio elegido que en nuestro caso son 3 metros (10 pies). La intersección de esta circunferencia con el eje longitudinal o principal determina dos puntos que son a su vez centro de dos nuevas circunferencias, nuevamente de 3 metros (10 pies) que proporcionan el borde circular del interior del edificio. El edificio se completa interiormente con el trazado de las dos tangentes exteriores a las dos circunferencias, cerrando así la planta interior de la construcción. De esta manera las dimensiones interiores de la construcción serán la equivalente a un diámetro de anchura (6 metros, 20 pies) por exactamente el doble de longitud, esto es, 12 metros (40 pies), presentando una proporción de 1:2. El trazado de la parte exterior es también muy elemental. Con centro en cada uno de los anteriores se trazan dos circunferencias de radio cada una de ellas de 4.5 metros (15 pies), proporcionando así un ancho de muro de 1.5 metros (5 pies) anterior incrementado precisamente el ancho del muro, que está en proporción 2:3; el ancho del muro tiene pues dimensiones mitad al del radio de la circunferencia interna. Nuevamente las dos tangentes exteriores cierran el edificio por el exterior y estas dimensiones exteriores de la construcción quedan entonces de 15 metros (50 pies) por 9 metros (30 pies), por supuesto también con dimensiones múltiplos de 10 y en relación precisa 3:5. El muro interno de separación de estancias tiene un grosor también proporcional. La anchura aproximada es de 0.5 metros (1.5 pies), la tercera parte de las dimensiones del muro exterior, y por tanto ambos anchos de muro están nuevamente en un proporción 1:3, la misma que la existente, esto es con una relación 1:3. Queda de manifiesto que tanto las dimensiones, en pies de unos 30 centímetros, como las proporcionalidades entre estas dimensiones son cuanto menos singulares. Todas las magnitudes son múltiplos de 5 (los dedos de una mano), salvo la del murete interior que es menor. Además las relaciones de proporcionalidad son elementales y todas se consiguen con los números primos de los primeros 5 números: 1, 2, 3 y 5, dando así las proporciones 1:2, 1:3, 2:3, 3:5. Es decir, la excepcionalidad del edificio en cuanto a proporciones geométricas es indudable. Tanto en concepción, como en construcción, pero sobre todo en proporcionalidad, pues queda clara la intencionalidad de construir algo conforme a unos cánones precisos, aunque todavía se nos escapen las razones para ello. La comparación con otras construcciones de la época, sobre todo en proporciones debería resultar muy valiosa. Por otro lado, en cuanto a orientación, debemos apuntar que la determinación de la meridiana astronómica en el lugar, ha permitido calcular los acimutes astronómicos de los ejes del edificio, tanto del longitudinal como del transversal. Aunque evidentemente estos dos ejes han de ser perpendiculares, se han obtenido sus orientaciones por separado. En el primer caso, se han orientado tanto los muros laterales (interna y externamente), así como eje determinado por los centros de las dos estancias.


Figura 3: Las orientaciones astronómicas de los ejes del edificio y situación del altar respecto del ocaso solar en equinoccios y solsticio de verano Se observa una pequeña convergencia entre los muros principales posiblemente causada por asentamientos y deformaciones de la estructura en su cimentación y en su posterior reconstrucción. En el segundo caso, se han orientado las dos caras del muro divisorio, paralelas entre sí, proporcionando un nuevo acimut que se observa forma un ángulo recto con el anterior, lo que demuestra que el muro divisorio coincide con el eje transversal, evidentemente perpendicular al principal o longitudinal. Esto a su vez indica que la construcción del muro que separa las estancias se hizo con una evidente pulcritud como el resto del edificio. En este sentido, la simulación del movimiento de los astros, fundamentalmente en sus ortos y ocasos, proporciona la relación entre las anteriores direcciones y el horizonte local, permitiendo observar que el eje transversal del edificio del Turó del Calvari marca el lugar sobre el horizonte en el que se producirá el ocaso de la Luna llena del equinoccio de verano una vez cada 19 años. De existir una ventana o abertura en la pared suroeste (SO), por ella se vería este fenómeno únicamente, no siendo posible observar los ocasos del Sol y de la Luna en otros ningún otro momento del periodo de los 19 años. Sin embargo, hay que ser cautos, pues la existencia de una sola dirección, además tan peculiar, no permite deducir una intencionalidad clara en la orientación de la construcción.


Figura 4: Modelo 3D del edificio sobre el podio que lo sustenta. 3.- Sobre la funcionalidad del recinto: los rituales de comensalidad Para aproximarnos con datos concretos al estudio de las cuestiones funcionales del recinto, resultan especialmente ilustrativos los resultados que nos proporciona el análisis de los materiales cerámicos (Sardà 2008; 2010). En primer lugar debemos apuntar que el repertorio cerámico del Turó del Calvari destaca por la notable presencia de una serie de elementos de producción local, como los platos de borde exvasado o los oinochoai en cerámica a mano, que imitan y reinterpretan formas propias de la tradición vascular fenicio-occidental, incluso a nivel decorativo, siendo frecuente el uso de unos acabados decorativos que imitan el engobe rojo fenicio. En todo caso, del estudio del repertorio vascular documentado en Turó del Calvari, se extrae como conclusión más destacable, un hecho insólito que contrasta claramente con los datos habituales que han proporcionado otros yacimientos vecinos del mismo periodo: los elementos de vajilla constituyen la categoría mayoritaria. De hecho, en base al NMI, las piezas de vajilla representan el 57,89 % de los recipientes a mano y el 55,42 % del conjunto total de vasos recuperados. Un dato muy significativo que debemos relacionar con el rol funcional particular que jugó el yacimiento como espacio diferencial destinado a la celebración de ciertas prácticas litúrgicas y de consumo. Estos datos adquieren mayor importancia si se contrastan con los que han proporcionado otros yacimientos de la Primera Edad del Hierro de la zona del Ebro. En este sentido, el caso de Aldovesta (Benifallet) es el que presenta un repertorio cerámico de tendencia más opuesta. De hecho, Aldovesta, como centro especializado de almacenamiento y redistribución, presenta una situación prácticamente inversa, pues cuenta con 7 piezas de vajilla indígena para un centenar de ánforas importadas (Sanmartí 2000: 310). En sentido contrario, si comparamos los datos de Turó del Calvari con los obtenidos en la fase II de Barranc de Gàfols (Ginestar) (590-560 anE), podremos constatar ciertamente una tendencia


más similar. De hecho, en la fase más moderna de Barranc de Gàfols, la presencia de piezas de vajilla es bastante significativa, tanto por lo que se refiere a las producciones a mano como a las producciones a torno. Entre los tipos a torno, la vajilla (oinochoai, platos, cuencos, copas, lekànai y tapadoras) representa el 35 % del NMI, mientras que entre la vajilla a mano, destaca también la presencia importante de un conjunto de vasitos y platos bruñidos (tipus V1, V2, V3) relacionados con el consumo de los líquidos. En el caso de Barranc de Gàfols, la mayor parte de todo este conjunto de vajilla se concentra, en líneas generales, en las habitaciones I y II, unos recintos que juegan una función específica en el poblado, pues se trata de espacios que incluyen elementos de carácter especialitzado vinculados con la práctica de actividades cultuales y con el consumo comunitario de determinados alimentos (Sanmartí et alii 2000: 243). Por lo que se refiere a la aplicación de otros niveles de comparación estadística, hay que apuntar que en este horizonte preibérico, en el cual encontramos contextos relativamente homogéneos integrados por grandes conjuntos de cerámica indígena acompañados de material fenicio como elemento exclusivo de importación, podemos aplicar la estimación siguiente: “X individuos de ánfora importada para cada 100 individuos del resto de categorías documentadas” (Asensio i Sanmartí, 1998: 24). En este caso, en el Turó del Calvari los datos cuantitativos reflejan que la presencia de 3 ánforas fenicias representa sólo el 4 % del NMI respecto el total de recipientes recuperados, una cifra que nos ubica en la esfera de las necesidades de un contexto que debe relacionarse esencialmente con las características propias de un espacio destinado a las prácticas de consumo y que por lo tanto, nos aleja de las tendencias que evidencian aquellos núcleos redistribuidores de los productos fenicios como Aldovesta (Benifallet) o Sant Jaume (Alcanar). Pero interpretar esta significativa presencia de elementos de vajilla, es un ejercicio que nos obliga a reflexionar sobre un hecho singular que se relaciona con las características excepcionales del recinto, en cuanto a su funcionalidad específica como centro destinado a la práctica de liturgias colectivas de consumo y representación. Ello adquiere más consistencia si efectuamos una valoración contextual detallada de las distintas evidencias documentadas en los dos ámbitos de la planta baja, tanto en la Habitación 1 como en la Habitación 2. Es en este sentido, que cuando analizamos la Habitación 1 podemos destacar tres aspectos fundamentales que nos permiten interpretar este ámbito como un espacio de reunión y de consumo: - En primer lugar, la propia concepción estructural y arquitectónica del ámbito, que presenta unas dimensiones aproximadas de 41’4 m2 es realmente una clara evidencia que parece indicarnos la voluntad de disponer de un espacio ancho destinado a la reunión. Pero además, hay que valorar que se trata de una habitación que presentaba un programa decorativo preconcebido, a base de encalados pintados y de revestimientos moldurados, hecho que le debía proporcionar un aspecto ciertamente suntuario. De hecho, entro los fragmentos de revestimiento de las paredes, se han podido recuperar algunos fragmentos pintados, que presentan motivos geométricos a base de pigmentos de color ocre anaranjado y rojo oscuro. - Por otro lado, el hecho de documentar la presencia conjunta, tanto de los elementos de vajilla vinculados al servicio y consumo de la bebida (cinco oinochoai y seis vasitos bruñidos de perfil globular), como de los distintos contenedores a torno recuperados en el recinto (tres ánforas y un pithos), constituye también un factor interpretativo muy relevante a la hora de plantear la lógica funcional de estos vasos, ya que su localización contextual resulta muy explícita. - Finalmente, hay que valorar también la presencia conjunta de todos aquellos elementos muebles que podemos interpretar propiamente como instrumentos de uso ritual o litúrgico, como las 3 mesitas o altares móviles, los 2 pseudo kernoi o quemaperfumes de barro, así como un vaso que contenía restos de ocre y un punzón de cobre con un


mango hecho con cuerno de ciervo que podría ser, en realidad, un instrumento para realizar tatuajes. Para todos estos elementos resulta difícil proponer unas funciones domésticas concretas, y de hecho pensamos que se trata de unos objetos que podemos interpretar claramente como elementos de parafernalia ritual. En cuanto a los kernoi, podemos destacar que los análisis de residuos permitieron constatar que uno de ellos conservaba evidencias relacionadas con la cremación de un sustancia elaborada a base de cereales mezclados con una preparación aceitosa (Bea y Diloli 2005: 184), una práctica vinculada muy probablemente a las ofrendas de cereales. En cuanto a la Habitación 2, debemos destacar que se trata de un ámbito de almacenaje, en el cual la notable presencia de elementos de vajilla, únicamente platos (27 ejemplares en cerámica a mano y 2 ejemplares a torno) comparte protagonismo con la acumulación de otros productos como los cereales y los frutos secos (almendras). La presencia conjunta de este extenso repertorio de platos en un espacio de almacenamiento situado en la planta baja del edificio, es un indicio que parece indicarnos que se trata de un repertorio de instrumentos de utilización esporádica o puntual. Este hecho contribuye a la idea de plantear la práctica de unas reuniones comensales, realizadas de forma periódica, en el marco de unos determinados ciclos rituales. Hay que tener presente que esta significativa presencia de platos debe vincularse con el consumo de productos sólidos como la carne asada o los salazones (de pescado, aunque también podemos plantear el consumo de otros productos menos exclusivos, como las preparaciones habituales de la época, elaboradas a base de cereales, leguminosas y verduras (sopas, purés, estofados etc.). De hecho, en el caso del Turó del Calvari, no contamos con evidencias que se puedan relacionar de manera clara con el consumo de carne, pues se trata de un contexto que ha proporcionado muy pocos restos de fauna y en el cual, ni tan siquiera se ha podido localizar la presencia de un hogar. Sin embargo, debemos tener en cuenta que se documentó una parrilla cerámica, un instrumento singular que pensamos que tiene que estar claramente relacionado con la cocción de los alimentos y que admite la posibilidad de plantear su uso eventual en relación al consumo de la carne. En todo caso, al aproximarnos al tipo de celebraciones comensales que se llevarían a cabo en el Turó del Calvari, podemos plantear, por un lado, la práctica de un ritual de la bebida restringido o reservado a un círculo muy reducido de participantes (entre 6 y 8 individuos), mientras que la significativa presencia de platos documentada en la Habitación 2, nos podría estar indicando la celebración de una práctica de consumo de convocatoria más amplia (entorno a los 30 participantes). En relación al ritual de la bebida, la localización contextual de los vasos, parece indicarnos que el consumo del vino se podría hacer efectivo en el interior de la Habitación 1, pues se trata justamente del ámbito donde se concentran tanto los contenedores anfóricos, como todos los elementos que permitan articular el servicio y el consumo de los líquidos. Este tipo de práctica de consumo restringida, nos sitúa en la esfera del banquete diacrítico (Diacritical Feast), pues pone el énfasis en el estilo y en la exclusividad. Sería posible, pues, interpretar los oinochoai como objetos distinguidos (“diacritical insignia”) que permitirían exhibir la adopción de unos nuevos hábitos de consumo (Sardà 2008). Sin embargo, no podemos precisar quiénes serían los participantes en estos actos de consumo exclusivos, pues por un lado podemos pensar en prácticas reservadas a los propios ocupantes del Turó del Calvari, que se llevarían a cabo en su propio círculo familiar, o bien nos podemos imaginar el uso de estos instrumentos en el marco de un banquete elitista, en el cual participarían personajes socialmente destacados. Esta última posibilidad, nos podría sugerir la práctica periódica de unos actos de consumo, en los cuales podrían participar, por ejemplo, distintos jefes de linaje. Debemos valorar también la presencia de hasta cinco oinochoai como un dato que contrasta notablemente con el reducido número de vasos para beber. Esta significativa presencia de instrumentos destinados al reparto de la bebida, nos podría estar indicando la eventual


celebración de unas prácticas de consumo de participación más amplia. Pero tampoco podemos excluir la posibilidad que el oinochoe se utilizase como instrumento personal en el marco de aquellas estrategias semióticas destinadas a remarcar el carácter restringido del producto que se sirve y se consume. En relación al extenso conjunto de platos, pensamos que su despliegue, nos obliga a plantear la celebración de unas prácticas comensales más amplias, que muy probablemente tendrían lugar en un espacio abierto situado en el exterior del edificio. En todo caso, es indudable que el extenso conjunto de platos documentado en el Turó del Calvari, supera con creces las necesidades domésticas de los propios ocupantes del edificio y por lo tanto, pensamos que nos sitúa en el marco de aquellas estrategias comensales que según la terminología de Michael Dietler entran en la dinámica propia de los banquetes competitivos o promocionales (Entrepereneurial/ Empowering Feasts). De hecho, la presencia conjunta de este extenso repertorio de platos en un espacio de almacenamiento situado en la planta baja del edificio, como es la Habitación-2, es un indicio que parece indicarnos que se podría tratar de un repertorio de instrumentos de utilización esporádica o puntual. Este hecho refuerza la idea de plantear la práctica de unas reuniones comensales de participación relativamente amplia, realizadas de manera periódica, en el marco de un ciclo ritual que entendería el banquete como un medio de promoción social para adquirir y mantener el prestigio. Debemos apuntar que en la región de la Terra Alta-Matarraña la circulación del vino se entiende en una dinámica de consumo diferente que la que pueden sugerir núcleos receptores como Aldovesta (Benifallet) o Sant Jaume (Alcanar). Llegados a este punto, resulta interesante destacar el doble modelo de consumo del vino que planteó Michael Dietler por la Europa centro-occidental y el curso del Ródano respectivamente (Dietler 1990; 1996; 1999; 2001; 2005). En el primer caso, la escasa presencia de ánforas, contrasta con la significativa presencia de vajilla metálica que se documenta en algunos centros y tumbas principescas, por lo tanto, todo parece indicar que llegaría una cantidad muy limitada de vino que sería utilizada como símbolo de distinción social mediante el uso de cráteras y vasos metálicos, más que un consumo extensivo del vino. Por otro lado, en la zona del Ródano, más cercana al área de influencia de Massalia, se constata una notable presencia de ánforas vinarias griegas y muy poca vajilla metálica. Por lo tanto, en este segundo caso, todo parece indicar que el consumo del vino se debe entender en un contexto social más amplio porque se habría integrado en las fiestas de mérito y de hospitalidad que podían servir para crear obligaciones. En el caso del curso inferior del Ebro, pensamos que la presencia de ánforas fenicias es notable y por lo tanto entendemos que la introducción del vino debía jugar un papel similar al que acabamos de exponer para la zona del Ródano. No obstante, hay que tener en cuenta que los yacimientos de la Terra Alta-Matarraña, se ubican en una región interior que lógicamente no presenta las mismas posibilidades que las áreas litorales o del propio curso inferior del Ebro, por lo tanto, la llegada de ánforas vinarias en un centro como el Turó del Calvari, no se podría garantizar con la misma fluidez que en otros territorios más cercanos a la costa donde documentamos la existencia de auténticos núcleos receptores. En este sentido, hay que tener en cuenta que incluso se ha apuntado la posibilidad que la distribución de ánforas fenicias en la zona del Matarraña pudiera corresponder a la circulación de recipientes reciclados por parte de las comunidades indígenas del litoral y que, por lo tanto, cuando llegarían a las regiones del interior contendrían productos de elaboración local, sin relación con su contenido original (Moret et alii 2006: 238). En definitiva, la lectura comensal del conjunto de instrumentos documentado en el Turó del Calvari, observamos que el vino participaría de unas prácticas de consumo limitadas a un círculo muy reducido de participantes, hecho que nos ubica en la esfera del banquete diacrítico. No obstante, si valoramos de manera global el conjunto de elementos de vajilla documentados en el recinto (sobre todo la significativa presencia de platos), podemos


plantear la celebración de unos actos comensales de más amplia participación, lo cual nos ubicaría más bien en la esfera de los banquetes promocionales. Sin embargo, esta doble tendencia que acabamos de exponer, no excluye que en el marco de estas celebraciones relativamente amplias, se comenzara a incluir la exhibición de ciertos elementos diacríticos, como el propio consumo restringido del vino y el uso del oinochoe. En este sentido, hay que tener presente que nos encontramos en una fase avanzada de la Primera Edad del Hierro, durante la cual los roles políticos se empiezan a institucionalizar y las diferencias de estatus existen, aunque se trate del momento en el cual se constatan los primeros intentos de emergencia aristocrática, de los cuales la propia existencia de un recinto como el del Turó del Calvari, sería un buen ejemplo. Pensamos, pues, que el contexto documentado en este yacimiento nos ilustra esencialmente un episodio local de cambio social, en el marco del cual debemos situar la transformación de los banquetes promocionales (Entrepereneurial Feasts/ Empowering Feasts) en prácticas de consumo que cada vez integraran un mensaje diacrítico más explícito (Diacritical Feasts). En todo caso, a la hora de interpretar este tipo de celebraciones en un recinto aislado como es el Turó de Calvari, que habría podido actuar como auténtico centro de control y cohesión del territorio, resulta inevitable recurrir a la idea que estos hipotéticos actos de consumo fueran reuniones de solidaridad y pacto entre distintos representantes o jefes de familia, es decir celebraciones entendidas en el marco de una red de relaciones sociales de ámbito regional.


Figura 5: Ubicación micro-espacial de los principales elementos de banquete documentados en los dos ámbitos de la planta baja del edificio. 4.- Conclusiones

La edificación de un recinto aislado y arquitectónicamente ostentoso como el del Turó del Calvari, que además concentra una serie de elementos de marcado carácter litúrgico (kernoi, mesitas-altar, vajilla inspirada en modelos fenicios, ánforas vinarias), nos está ilustrando, muy probablemente, la existencia de un centro diferencial con unas funciones


especializadas, que parecen estar claramente vinculadas a la gestión de los ciclos rituales. Pensamos, pues, que la propia existencia del edificio responde a la voluntad de materializar las estrategias ideológicas de un grupo familiar o linaje que pretende legitimar su estatus a través de un discurso claramente fundamentado en unos nuevos parámetros de representación social. De hecho, la ocupación de un recinto de estas características, en un momento inmediatamente anterior al inicio de la cultura ibérica, representa probablemente un caso particular que sirve, sobretodo, como ejemplo paradigmático a la hora de ilustrar la diversidad de respuestas que evidencian estos incipientes procesos de emergencia social. En este caso, tanto los aspectos arquitectónicos como las evidencias contextuales, nos sitúan en un marco interpretativo ciertamente singular, en el cual la ritualización de ciertas prácticas, sirve como eje de confluencia para evaluar cuestiones relativas tanto al cambio social como a los contactos culturales. Aunque el yacimiento se ubica en una región interior, lo cierto es que durante la Primera Edad del Hierro, tanto en la Terra Alta como en la comarca del Matarraña, se constatan distintos indicios que permiten observar una serie de cambios que derivan del contacto con el mundo mediterráneo, en especial por lo que se refiere a los aspectos relativos a los adornos personales (telas, pasta vítrea, nuevos elementos ornamentales de bronce, elementos ornamentales de hierro), pero también en las ceremonias de carácter social, que a partir de este momento incluyen el consumo ritual de nuevos productos y perfumes, así como el uso de ciertos instrumentos distinguidos de banquete (trípode de la Clota y soporte de ofrendas de Calaceite) y quizá también de sacrificio (cuchillo afalcatado de Coll del Moro). No obstante, esta renovación, afecta sólo algunos aspectos de la tradición local y, muy probablemente, se circunscribe únicamente a unos determinados sectores sociales emergentes que se irían constituyendo en élites, aunque debemos pensar que la legitimidad del poder aún se basaba en las relaciones de parentesco (Rafel 2006: 142). Es precisamente en el marco de estos procesos, donde debemos situar la génesis de nuevas fórmulas de expresión del poder y el prestigio como la que representa el Turó del Calvari. Por otro lado, el carácter orientalizante que se desprende del análisis de algunos de los distintos aspectos referentes a este yacimiento, nos podría estar indicando el inicio de un proceso de distinción intragrupal a través del cual una o distintas personas, manifiestan la voluntad de ostentar la adquisición de una nueva condición social. Se trata, pues, de un contexto que permite observar de manera excepcional como se está consolidando la emergencia de un grupo o célula familiar diferenciada que está reformulando sus símbolos identitarios, en el marco de un episodio caracterizado por una clara renovación de determinados hábitos sociales, siendo especialmente relevantes las modificaciones que afectan a las prácticas de consumo. 5.- Bibliografía Bea, D; Diloli, J. 2005 Elements de representació durant la Primera Edat del Ferro al curs inferior de l’Ebre: el recinte del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Terra Alta), Revista d’Arqueologia de Ponent, 15 (2005), pp. 179-198. Bea, D., Diloli, J., Vilaseca, A. 2002 El Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Terra Alta). Un recinte singular de la primera edat del ferro al curs inferior de l’Ebre, Ilercavònia 3. I Jornades d’Arqueologia. Ibers a l’Ebre. Recerca i interpretació. Tivissa, 23 i 24 de novembre de 2001, Tivissa (2002), pp. 75-87 Bea, D., Diloli, J., Ferré, R., Secall, R., Sardà, S., Valldepérez, M. 2004 Materiales y elementos constructivos utilizados en el recinto cultual del Turó del Calvari (Vilalba dels Arcs, Terra Alta), I Encuentro de Jóvenes Prehistoriadores, Tarragona 2004, pp. 321-328.


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