Rosa Navarro Durán - Breve Biografía El Máster en Libros y Literatura para niños y jóvenes presenta a Rosa Navarro Durán como autora invitada en esta edición.
Rosa Navarro Durán Figueras, Gerona, 1947. Rosa Navarro Durán (Figueras, Gerona, 1947) es especialista en literatura española de la Edad de Oro y catedrática de Literatura Española de la Universidad de Barcelona, donde ejerce la docencia desde el año 1969. Desde el año 2000 forma parte del Jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras. De 2001 a 2005 ha sido coordinadora del área de Filología y Filosofía de la ANEP. Desde noviembre de 2004, es miembro del sector técnico de la Comisión de Política Científica de la Universidad de Barcelona y, desde enero de 2005, es presidenta del Comité de Humanidades para la evaluación del profesorado de la ANECA. Entre sus ediciones destacan las del anónimo Libro de las suertes (CSIC,1986), las Obras de Luis Carrillo y Sotomayor (Castalia, 1990), la Poesía de Francisco de Aldana (Planeta, 1994), el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma (Cátedra, 1992) y el Diálogo de Mercurio y Carón (Cátedra, 1999) de Alfonso de Valdés, las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes (Alianza Editorial, 1995; 2ª edición revisada, 2005) – además de la Novela de Rinconete y Cortadillo y la Novela de la española inglesa (Edebé, 2000) –, La dama boba y El perro del hortelano (Hermes, 2001) y La famosa tragicomedia de Peribáñez y el Comendador de Ocaña de Lope de Vega (Biblioteca Nueva, 2002); La vida de Lazarillo de Tormes de Alfonso de Valdés (Alfonsípolis, 2003, 2ª ed. 2006; y Biblioteca Castro, 2004); Tragicomedia de Lisandro y Roselia de Sancho de Muñón (Cátedra, 2009). Asimismo es editora de cuatro volúmenes de Novela picaresca (Biblioteca Castro, 2004, 2005, 2007 y 2008). Es autora de: - Poemas inéditos de Félix Persio, Bertiso (Diputación de Sevilla, 1983) - Comentar textos literarios (Alhambra, 1990) - La mirada al texto (Ariel, 1995; 2ª ed. 2008) - ¿Por qué hay que leer a los clásicos? (Ariel, 1996) - Cómo leer un poema (Ariel, 1998; 3ª ed. 2008) - ‘Lazarillo de Tormes de Alfonso’ de Valdés (SEMYR, 2002) - Alfonso de Valdés, autor del ‘Lazarillo de Tormes’ (Gredos, 2003; 2ª ampliada, 2004) - ‘Lazarillo de Tormes’ y las lecturas de Alfonso de Valdés (Diputación Provincial de Cuenca, 2003) - Cervantes (Síntesis, 2003) - Escenas cervantinas (Alianza Editorial, 2005)
- “Suplico a vuestra merced…”. Invitación a la lectura del ‘Lazarillo de Tormes’ (Editorial Academia del Hispanismo, 2008). Ha realizado adaptaciones de libros clásicos para niños: - El “Quijote” contado a los niños (Edebé, 2005), traducido al catalán, portugués, italiano (Mondadori), noruego, lituano y coreano - Tirante el Blanco contado a los niños (Edebé, 2005) - Platero y yo de Juan Ramón Jiménez contado a los niños (Edebé, 2006) - Lazarillo contado a los niños (Edebé, 2006) - Cid contado a los niños (2007) - La Odisea contada a los niños (Edebé, 2007) - Las mil y una noches, selección y adaptación (Edaf, 2007) - Leyendas de Bécquer contadas a los niños (Edebé, 2008) - Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes contadas a los niños (Edebé, 2008). Ha adaptado también los clásicos para los estudiantes: - Cantar de Mio Cid (Edebé, 2007) - Don Quijote de la Mancha (Edebé, 2007) - El conde Lucanor (Edebé, 2008) - La Celestina (Edebé, 2008). Ha escrito introducciones a Nada de Carmen Laforet (Destino, 1995; Austral, 2006), a La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca (Octaedro, 2001), El Buscón de Francisco de Quevedo (Octaedro, 2001) –obra que también ha editado (Edebé, 2008)–, El burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de Molina (Hermes, 2003), y a La vida de Lazarillo de Tormes de Alfonso de Valdés (Octaedro, 2003; 2ª ed. 2006), y el ultílogo a la traducción de María José Vega del Diálogo de Carón de Giovanni Pontano (SEMYR, 2004). Es especialista en la obra de Francisco Ayala: ha escrito un Retrato de Francisco Ayala, (Galaxia Gutenberg, 1996), la introducción a Cazador en el alba (Alianza, 1988), a Relatos (Bruño, 1992), y numerosos artículos. Es coautora, con Carlos Alvar y José Carlos Mainer, de la Breve historia de la literatura española (Alianza Editorial, 1997, 5ª reimpresión 2005; y Círculo de Lectores, 2000; traducida al italiano por Einaudi, 2000). Aunque sólo es autora del prólogo, se le atribuye la Enciclopedia de escritores en lengua castellana. De la mano del Lazarillo. Articulo en pdf (No funciona el link)
Los Clásicos Al Alcance De Los Niños A menudo, el ser humano, cuando descubre un tesoro, en vez de mostrarlo y compartirlo, prefiere esconderlo y guárdarselo para su sola contemplación y gozo, aunque no pueda resistir la tentación de hablar de esa maravilla que tiene escondida. En La hija del aire de Calderón, el general Menón, al descubrir la belleza extraordinaria de Semíramis, se la lleva a una finca en el campo para que nadie la vea; pero enseguida le hablará al rey Nino de esa mujer bellísima que quiere convertir en su esposa. Y, como es de esperar, la va a perder, porque despertará en el rey el ansia por ver esa hermosura; y cuando la vea, por poseerla él solo. Con los libros nos sucede algo semejante, cosa que indica que los consideramos un “tesoro”. No hay más que recordar ese día en que quisimos consultar un libro en una biblioteca y una persona, que creía que desempeñaba con sumo celo su oficio, nos lo
impidió: no teníamos el permiso correspondiente, no podíamos todavía acceder a ese espacio reservado “a los que saben”. Y tuvimos que ir a la búsqueda de esa firma mágica que abría el lugar vedado que guardaba el tesoro escondido: los libros. O tal vez lo que esa persona hacía era ejercer su poder sobre su semejante; como dice Francisco Ayala: una usurpación. El ser humano sólo demuestra que tiene cualquier brizna de poder actuando en contra de su prójimo; parece creer que si, aprovechando ese pequeñísimo dominio, lo hiciera a favor, no se notaría tanto su lugar privilegiado. Lo curioso es que no sólo pasa esto con el acceso físico al tesoro de la lectura, sino con la posibilidad de acceder a las páginas de los libros que forman nuestra herencia, nuestro patrimonio cultural. Nadie puede negar que el más grande legado que nuestros antepasados nos han dejado, lo que forma nuestra cultura, son las obras de arte; entre ellas están los libros que llamamos “clásicos”, es decir, “modélicos”. Y también es evidente que a menudo son de difícil acceso para una persona de mediana formación, y mucho más para los aprendices de la lengua. LA DIFICULTAD DE LEER A LOS CLÁSICOS Como es lógico, ni la capacidad lectora de los niños ni de los adolescentes, ni sus conocimientos de la lengua, les permiten leer ni con gusto, ni con aprovechamiento, buena parte de nuestros clásicos, porque muchos están escritos en una lengua que no es exactamente igual a la que ahora usamos, al tener variantes léxicas o sintácticas propias de su época; o simplemente, por su misma condición de obra de arte, que nos habla de su belleza estilística, de su complejidad; y así, gozar de ella supone un lector ya formado. No es ninguna exageración decir que, en definitiva, las páginas de estas obras están cerradas para los aprendices. Imponerles la lectura del Quijote o del Cantar de Mio Cid –o del Guzmán de Alfarache o del Conde Lucanor– es hoy un imposible o un camino hacia el fracaso, o incluso peor: una forma de que tengan una experiencia tan negativa que nunca más quieran oír hablar de estas extraordinarias obras y que vivan la lectura como un suplicio. Una novela tan conocida como El Buscón de Quevedo tiene unas dificultades léxicas enormes; si no se liman, no está al alcance de un lector de una discreta competencia lingüística (y para él las notas eruditas no son siempre una ayuda, sino a veces una nueva barrera para alejarle del texto). Lo mismo sucede con La vida de Guzmán de Alfarache, en donde las digresiones moralizantes crean largos paréntesis en la exposición de las aventuras del pícaro; se suma así ese escollo narrativo al que ofrece a veces la lengua. Y lo mismo podría decirse de tantas obras maestras, clásicas. No hay que olvidar además que los clásicos forman parte de nuestro patrimonio cultural con tal fuerza que no sólo nos enriquecen como personas, sino que nos proporcionan una serie de referencias indispensables para la comprensión de esa misma herencia o incluso para leer algunas páginas de la prensa diaria. Renunciar a ellos conlleva un empobrecimiento indiscutible de la cultura del individuo y, por tanto, del conjunto de la sociedad. Hoy a muy pocos adolescentes les suenan personajes literarios como Lázaro de Tormes o como Ana Ozores, y no pueden entendernos si decimos que una persona es tan avara como el dómine Cabra o un conocido nuestro tan aventurero y astuto como Ulises; y mucho menos si hablamos de la cobardía de los infantes de Carrión o de la fidelidad del moro Abengalbón. En cambio, su memoria prodigiosa atesora cientos de nombres de productos “culturales”, que se les ofrecen a través de los poderosísimos medios de la sociedad de consumo. Si pudieran acceder a esas páginas que el tiempo y otros mil factores les han cerrado, no sólo se les abriría la posibilidad de que en un futuro fueran ellos mismos al encuentro
de los personajes ya conocidos y leyeran a fondo sus discursos novelescos, su transcurrir por las páginas de los libros inmortales, sino que además les serían familiares sus nombres y sabrían de sus fortunas y adversidades. CÓMO ABRIR SUS PÁGINAS A LOS NIÑOS Nadie niega que hay que leer a los clásicos, pero ¿cómo se pueden acercar a esos aprendices de lectores? La única forma de abrir las páginas de los clásicos es quitar las barreras que impiden la entrada en ellas al niño, al adolescente, evitándole unas trabas que les hacen pensar que su lectura es un castigo. ¿De qué sirve un patrimonio literario tan rico como el nuestro si está solo al alcance de muy pocos? ¿Por qué hay que negarle a nuestros alumnos y al gran público las grandes obras con la excusa de preservarlas? ¿De qué o de quién? A aquellas personas que defienden a capa y espada la fidelidad absoluta al original, con la excusa de “preservar” el tesoro, les pregunto ¿para quién va a ser, pues, ese tesoro? ¿No estarán pensando en el título del libro poético de Pedro Soto de Rojas: Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos? Si un tirano mandara cerrar el museo del Prado, ¿no haría de alguna forma desaparecer esos maravillosos cuadros que alberga? ¿Existen las obras de arte si no se contemplan? Por otra parte, ¿no habría una revolución popular contra esa prohibición, en defensa de ese derecho que tenemos todos de admirar la belleza de los cuadros y, de alguna forma, de recrearla? Si no se acercan los textos literarios a todos los públicos, ese patrimonio literario tan rico será –lo es ya– un placer reservado a muy pocos, cerrado para casi todos. El mejor estímulo para la lectura es el fácil acceso al interior de las grandes obras literarias. Las puertas de los mundos maravillosos que están dentro de los libros tienen que abrirse a los niños. Sólo así no tendrá que ser casual el encuentro de los jóvenes con el gozo de la lectura de las grandes obras. Pedro Salinas, en su modélica modernización del Poema de Mio Cid, manifestaba su propósito de acercar con ella la obra a un mayor número de lectores, porque ofrecía “una versión popular en español moderno y en metro romance, con el propósito de acercar esta hermosa obra poética, noble, tranquila y sonriente a un crecido número de lectores, que fatalmente se ven alejados de ella por las dificultades de lo arcaico”. Y contaba su forma de proceder: “He deseado ser fiel y claro. Fidelidad absoluta al texto del poema, sin desviaciones en busca de ornato, sin amplificaciones ni desarrollos casi nunca”. De tan altísimo modelo, tomé ese doble propósito para mis adaptaciones: ser fiel y clara. Hace ya años escribí una obra, que tuvo un escaso éxito editorial, ¿Por qué hay que leer a los clásicos? En ella destacaba escenas que me habían impresionado, emocionado, sorprendido, como un anzuelo –creía yo inocentemente– para atraer a nuevos lectores al exquisito bocado de la obra. Según un crítico –supongo que experto– no iba a convencer a nadie. Y si no acertó del todo, no se alejó mucho de ello. Luego hice, con mejor fortuna, una adaptación de las Metamorfosis de Ovidio para Alianza Juvenil, que me titularon Mitos del mundo clásico. Con ella inicié ya el camino que he seguido después en mis adaptaciones de clásicos: la selección de pasajes esenciales, el lenguaje accesible y la absoluta fidelidad al modelo. Así escribí El Quijote contado a los niños, Tirante el Blanco contado a los niños, Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, contado a los niños, El Cid contado a los niños, El Lazarillo…, La Odisea…, Leyendas de Bécquer y Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes contadas a los niños, que Edebé ha publicado en su colección “Clásicos
contados a los niños”. Confío en que en nuestro país muchos chavales sepan ya quién es don Quijote o quién fue Preciosa, la gitanilla: son nombres que forman parte de la riquísima herencia que nos legaron nuestros clásicos. Y confío también en que se hayan divertido leyendo sus historias, porque no son sólo apasionantes para nosotros, sino que pueden serlo para ellos. Al hablar con niños que han leído mis adaptaciones de tan grandes obras, he comprobado que existía ya un espacio en común para nuestro diálogo: el que crean las historias vividas por Ulises, por el Cid, por Tirante el Blanco, por Lázaro de Tormes, por don Quijote… Son personajes que ellos conocen tan bien como yo; saben muy bien quién es Argos y cómo muere feliz al volver a ver a su amo; y se acuerdan de la piel blanquísima de la princesa de Francia porque han podido ver bajar el vino tinto por su garganta; no sólo saben que los gigantes que vio don Quijote eran molinos, sino que los dos ejércitos que él imaginaba debajo de dos nubes de polvo eran en realidad dos rebaños de ovejas y carneros. Cuando les pregunto detalles, me los dicen con pasión y sin dificultad alguna; y muchos de ellos no los olvidarán nunca, y otros formarán con ellos una especie de nube blanca de olvido con retazos de imágenes, y en cualquier momento de su vida podrán darles coherencia y brillo al abrir de nuevo las páginas de esos libros. Al ver la fácil asimilación de esas historias por los niños me animé a dar un paso más: a adaptar las más inaccesibles de esas obras para los adolescentes, para los estudiantes o para la mayoría de la gente. Hoy sólo un especialista puede leer con placer el texto original del Cantar de Mio Cid, el de El conde Lucanor, o el del mismo Don Quijote o La Celestina: esas han sido mis adaptaciones para todos los públicos. Muy poco he quitado, nada he cambiado; sólo he dicho lo mismo con palabras más fáciles; he abierto, en suma, sus páginas para que todos pudieran sin apenas esfuerzo sumergirse en ellas para gozar de sus historias y al mismo tiempo para que formaran parte de su cultura. Mis lectores ya no tendrán que hablar de oídas; tendrán la seguridad de saberse muy bien esas obras que están en muchas bibliotecas, pero cuyas páginas apenas han sido abiertas. Suelo contarles a los niños mis sueños: cómo en ellos se me aparecen los grandes escritores, me dicen que están muy tristes porque los pequeños no pueden leer sus obras y me ruegan que se las cuente. Y yo les doy ese gusto, y me lo doy a mí: cada niño que lee un clásico con placer, por diversión, es una pequeña victoria de mis sueños. Sólo así el Cid, Tirante y Carmesina, Lazarillo, don Quijote y Sancho, Ulises, Preciosa… dejarán de ser sólo nombres y serán auténticos personajes. Viviéndolos, les darán vida los niños, los adolescentes: el futuro de nuestro país. Los cuadros, si no se miran, no son más que lienzos; los libros, si no se leen, no son más que un montón de páginas. Las imágenes, los colores de los cuadros cobran vida con la mirada; las palabras, las historias de los libros, con la lectura. Rosa Navarro Durán Libros de Rosa Navarro Durán en el Centro de Documentación del Banco del Libro - EL QUIJOTE CONTADO A LOS NIÑOS Y NIÑAS / Rosa Navarro Durán; Ilust: Francesc Rovira. Caracas (Venezuela): Fundación Editorial Salesiana, 2005. - TIRANTE EL BLANCO / Ilust: Francesc Rovira; Adapt: Rosa Navarro Durán.1ra.
ed. Barcelona: Edebé, 2005. (Clásicos contados a los niños). Postulado en Los Mejores 2007. - CANTAR DE MIO CID / Adapt: Rosa Navarro Durán . 1ra ed. Barcelona: Edebé, 2007 (Clásicos para estudiantes). - DON QUIJOTE DE LA MANCHA / Adapt: Rosa Navarro Durán.1ra. ed. Barcelona: Edebé, 2007 (Clásicos para estudiantes). - LA VIDA DEL BUSCON / Francisco De Quevedo; Rosa Navarro Durán.1ra. ed. Barcelona: Edebé, 2008.
Enlaces Rosa Navarro Durán
http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Navarro_Dur%C3%A1n http://mediateca.educa.madrid.org/reproducir.php?id_video=42ialju4qt63yapn