Santiago caruso texto

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El Máster en Libros y Literatura para niños y jóvenes tiene el honor de contar con Santiago Caruso como autor invitado de este mes. SANTIAGO CARUSO Quilmes, Argentina (1982) Se dedica profesionalmente a la ilustración desde 2001. Entre sus publicaciones más importantes se encuentran: El Horror de Dunwich de H.P. Lovecraft; La Condesa Sangrienta de Alejandra Pizarnik; El Monje y la Hija del Verdugo de Ambrose Bierce para Libros del Zorro Rojo; Senhorita Christina de Mircea Eliade (Tordesilhas) ; Historias de Vampiros (Longseller); Tarshishim de Ron Weighell y The Peacock Escritoire de Mark Valentine para Ex Occidente Press. Desde 2005 hasta 2011 ha ilustrado portadas y notas en la mítica revista Caras y Caretas y en el diario Clarín. Ha ilustrado libros y portadas para Tartarus Press, Nightshade Books, Miskatonic River Press, White Wolf Publishing, Random House Mondadori, Planeta, Cántaro, Sudamericana y Páginas de Espuma. Realiza también portadas de álbumes musicales para diversas bandas de Perú, Canadá, Estados Unidos, Finlandia e Irlanda. En 2010 fue seleccionado por la Beinart Surreal Art Collective y es miembro activo de sus exposiciones. Su lenguaje posee una retórica novedosa, aunque cimentada en el simbolismo del siglo XIX. Su obra ha sido expuesta en galerías y museos de Argentina, Colombia, México, Estados Unidos, España y Eslovaquia. Texto de Santiago Caruso para GRETEL

MATERIA OSCURA A Mariano, uno de mis hermanos

El Arte es largo y el tiempo es breve, han dicho bien Hipócrates y Baudelaire a su vez; el primero ocupado en comprender el lenguaje de signos de la maquinaria del cuerpo y el segundo en sanar por el lenguaje, esa hipótesis dolorosa llamada espíritu. La distancia temporal que los separa, da prueba de la longitud de la tradición artística, entendida aquí como el proceso para conocer. Este, que se da a partir de la interacción efectiva de la observación, la memoria y la imaginación, resulta en el entendimiento parcial o completo de su objeto: el nuevo concepto o idea. Ambas disciplinas hacen su camino analítico partiendo de lo nebuloso y general a lo concreto, arribando a la abstracción, como idea sintética. Así que tanto Ciencia como Arte son medios para acceder al conocimiento. Ahora bien, si el propósito es indagar en qué es el ser humano, actor y espectador del drama de la existencia y cuestionarnos acerca de cuál es el sentido de su capacidad de autoconsciencia, para luego expresar una idea integral de ello, el Arte puede lograr dicho cometido con mayor profundidad que la Ciencia pura. Para esta última, es imposible incorporar al razonamiento que construye, la ambivalencia de las fuerzas que gobiernan al hombre en tanto que organismo vivo y pensante, materia y energía. Esta amalgama de lo concreto y lo subjetivo como componente paradigmático de lo humano, no es representado completamente por la ciencia dura, ya que quien la ejerce, se pone a sí mismo fuera del espectro de observación, en función de garantizar objetividad. La tecnología o la teoría económica, por citar algunas de las manifestaciones de ciencia pura, cosifica al ser, no incluye


en su órbita de interés o consideración, aspectos inherentes a la esencia humana como por ejemplo la angustia o la animalidad. Me refiero a que el hombre queda escindido del mundo natural y consciente, al ser pensado como una maquinaria abstracta y ser convertido en una variable, perdiendo su identidad, su pasado y destino. En un Arte que no desdeñe la indagación filosófica -porque de esto se trata- creo que sí es posible construir ese espejo de la existencia toda, valiéndonos de un pensamiento sensible (concebido por los tres procesos citados antes) que construya un lenguaje simbólico como vehículo para la idea, en cuya resultante metafórica podamos reconocernos como un todo íntegro de Naturaleza y Lenguaje. Una Metafíica que admita diversas, pero cercanas interpretaciones acerca de qué somos. A tal fin, es vital situarse desde el microcosmos, como la mejor perspectiva para el análisis de lo inmaterial que lo impulsa. Lo que existe para el hombre es lo conocido por éste, es decir, lo que sí está comprendido por el lenguaje. Sólo a través de un lenguaje metafórico que contemple lo sensible en su profundidad, se podrá representar tanto lo material como lo etéreo, plasmando visualmente lo invisible, en una combinación de lo real con lo simbólico, transmutando a la Naturaleza en una visión humana y por ende artística. Suscribo al concepto de las artes visuales como muta poesis, que S.T. Coleridge desarrolla en On Poesy or Art. Aquella idea de obra artística como poesía muda, postula una analogía perfecta entre arte visual y lenguaje escrito, por ende, exclusivo del ser humano. A través de esta idea del Arte, se puede conseguir que la obra sea el prisma translúcido –la síntesis metafórica- que medie entre la Naturaleza y el Hombre, permitiéndonos múltiples y simultáneos puntos de vista. Como un astrofísico estudia la materia oscura no por medio de sus instrumentos de percepción tradicionales, sino más bien por la evidencia de su accionar sobre lo tangible, el artista, estableciendo analogías entre el afuera y el adentro, entre la cosa y la palabra, puede construir una idea simbólica que encierre una verdad más completa -o más abarcadora- de lo humano. Siguiendo con este criterio, donde se define lo que es por la negativa, no es tan extraño que la estética que desarrollo se constituya desde las sombras, como el espacio opuesto a lo reconocido. La materia oscura es ese espacio de la subjetivación, donde la forma palpable se diluye de modo espectral para asemejarse a lo sutil, a lo etéreo, alcanzando la posibilidad expresiva de lo sensitivo. Situarme desde ese no-lugar para “decir”, nos sondea desde lo que ocultamos, desde lo incompleto, lo olvidado y particularmente, desde el Mal como la contrafuerza deconstructora del orden establecido. Se trata así de comprender la causa desequilibrante del mundo que hemos creado, por eso el interés sobre el Mal no es caprichoso. Tampoco lo es, fundamentar una postura estética de ruptura, en las sombras y en lo decadente, para examinar y repensar las estructuras que nos dominan. Lo que es condenado por éstas, es la perspectiva desde la cual se interpela al supuesto Bien: la idea de Dios como el principio fundamental que aporta el sentido de todo. De ese modo la obra podría ser como el agujero en la sonrisa del niño: aquel espacio físico y temporal de incompletud, como presagio -o esperanza fundada- del cambio y restitución futura. La sombra encierra todavía secretos, pero propicia a su vez la revelación de algo en lo luminoso. Esa danza de opuestos: vida y muerte, sortilegio y enigma, es la entidad bifronte que agita la obra. En este movimiento perpetuo de ocultamientos y revelaciones, la verdad del ser se redefine permanentemente.


Pienso ahora en Miguel Ángel -autor trasgresor- extrayendo "vida de la piedra", quitando lo que sobra, lo inerte. En un acto de humildad, él aduce que el ser estaba ya en la cosa. Por el contrario, yo creo que la obra está primero en el artista, se libera a partir de un estímulo externo, se modifica y consolida en el proceso creativo. El Maestro italiano, tratando de descubrir la forma subyacente bajo el velo de la Naturaleza, en realidad va construyendo su propio imago en la mente y al mismo tiempo en la pieza artística. La idea de Michelangelo admite a Dios como el Creador supremo y antecesor de él mismo. De mi obra, también puede extraerse algo verdadero sobre lo humano a partir de lo inhumano, al separar luz de sombra. Encuentro una fascinación completa por la tiniebla sugerida por la mancha, porque en esa nebulosa se intuyen nuevas formas; fantasmagorías mentales que se generan, por la interacción del estímulo visual de la tinta cristalizada sobre el inconsciente y lo que éste interpreta. De esta manera, lo que sólo es una superficie inerte en apariencia, comienza a cobrar vida en la mirada -o la mente- del artista. Éste encarna así al Creador primero, que según el mito convirtió el vacío en algo, conduciendo ese potencial estático de la nada hacia la estructuración de una forma viva, por la voluntad. No sirve aquí como metáfora la teoría del Big-Bang, a pesar de considerarla aceptable, porque carece de la idea de la voluntad de una entidad conducente del Universo. En esa hipotesis todo es impulso inconsciente, energía comprimida y liberada sin sentido. Acción y reacción. Como contraposición, planteo reemplazar el concepto de Dios por pensamiento en expansión que en la voluntad de comprender y transformar,crea sentido en el mundo. La obra artística debe entonces ser el vehículo de la idea que el pensamiento construye, siendo una expresión completa de cosa y palabra. Creo en el Arte como transformador de lo real, porque creo en el hombre como tal. El entendimiento profundo del lenguaje propicia su disposición precisa, en función de edificar una obra para transformarnos por la contemplación activa: esto es pensar, de un lado y del otro de la obra. Por eso es menester del artista construir sentido y comunicarlo efectivamente, buscando siempre la belleza como contrafuerza a la angustia de la existencia.

AUTORREFERENCIA Mi tarea como artista comenzó en la historieta, donde toda mecánica del discurso está en función de la narrativa, principalmente. Por fortuna hay excelentes excepciones, donde en clave fantástica somos transportados en presencia de arquetipos de nuevos mitos, sin despreciar una profunda mirada reflexiva sobre la realidad, como en lo realizado por Neil Gaiman, Dave Mckean, Jamie Delano, Kent Williams, Alan Moore, Alberto y Enrique Breccia, Eduardo Mazzitelli, Enrique Alcatena o Pablo Auladell. Luego, sin abandonar la lectura del cómic, me volqué hacia la ilustración donde, en un momento congelado, un fragmento sólo de tiempo, se narra - o sugiere - un relato. Mis primeros trabajos hechos para literatura infantil, se interesaban principalmente en la forma junto con las técnicas del relato gráfico. Esta época está marcada fuertemente por la distorsión al modo de Carlos Nine. Impulsado más tarde por la literatura fantástica del siglo XIX en sus vertientes más oníricas y personales, me voy adentrando progresivamente en la narrativa poética. Aludo aquí a Marcel Schwob, Edgar Allan Poe, J-K. Huysmans o Jean Lorrain. Ya conocía y adoraba a Baudelaire y William Blake, y por


ellos encuentro a Rimbaud, Villon, Lautremont, Bertrand, Herrera y Reissig, y por último a Alejandra Pizarnik. Arribo así a la poesía de lleno, descubriéndola como el lenguaje más complejo de todos, pues es el que puede expresar una idea de lo que es, desligándose incluso de cualquier referencia a la realidad. Sin embargo, mi modalidad discursiva no está separada completamente de la realidad -como el modo más extremo de poesía- sino que, construyéndose aún sobre parámetros reales o verosímiles, es transmutada por la poesía como una forma de potenciación del mensaje, con claros anclajes estéticos simbolistas y surrealistas. El modo de representación tampoco es mimético, pues no hace una copia del mundo al modo “fotorealista”, puesto que construye un sistema de representación, en la lógica de un lenguaje propio, claramente diferenciado de la realidad por los elementos que lo componen: evidentes trazos de pincel, mancha y textura, tramados y puntos. Estas abstracciones, estos signos, se suman, multiplican, se acoplan, para configurar luego el símbolo como espejo artístico de la realidad, pero nunca como copia servil o efectista. Se puede resumir este modo discursivo como un equilibrio entre relato y poesía, descripción y alegoría. Influenciado también por el enigma estético de Odilon Redon, Gustave Moreau, Hieronymus Bosch, Max Klinger, Blake otra vez y Odd Nerdrum recientemente, busco crear una obra que ponga de manifiesto aquello que no puede verse, pero cuya fuerza -el misterio de nuestra esencia- es impulso de todo lo que somos, de todo lo que hacemos. Es por esto que mi foco de atención, está puesto simultáneamente en los cuerpos y en lo emocional, buscando en la interacción entre ambos mundos, un diálogo de símbolos gráficos a la vez concretos y abstractos. Vale decir aquí, que el concepto de belleza que proponen estos cuerpos, es de exóticas e inquietantes proporciones y no al modo del canon armónico de la matemática divina. Hay una estilización expresiva que modela la forma de los cuerpos, incluyendo lo grotesco, lo doloroso y lo miserable, entendidos también como parte de la condición humana despreciada por el esteticismo clásico y por el banal contemporáneo. El uso del color es lingüístico antes que impresionista, siendo un significante potenciador del aspecto irreal en aquellos objetos a destacarse en la composición. Por ejemplo, en La Condesa Sangrienta, el rojo alude a la sangre que es el motor de la historia, y evita explicitarla de un modo brutal. Igualmente, esta sustitución de la cosa por el símbolo, se apoya también en la forma concreta: muertes por semillas o, gotas de sangre por claveles rojos.

LA IMAGEN EN LA CONDESA SANGRIENTA A diferencia de otras posturas discursivas de la ilustración, no procuré aquí contar el relato con imágenes, sino concretar un retrato de esta asesina hipertrófica, entendiendo que ella es a un tiempo la Muerte y su relato. La poesía de la retórica visual, intenta alcanzar la médula de este ser de eterna sed, e indagar en la obsesión desesperada por la juventud. El wünderkammer de Erzsébet Bathory es configurado en la alquimia de un lenguaje en clave de pesadilla, propiciando un denso viaje onírico a la locura, para luego despertar a la cruda luz de los crímenes consumados por ese absolutismo de piedra. Ingresamos al inframundo de Erzsébet Bathory, atravesando una puerta antropomórfica. Esta arquitectura de lo femenino, en la falsa promesa de un erotismo feroz, nos introduce por el


contrario, a la nada: lo único que aquel útero helado engendra, es muerte por cientos. El principio ha dado a luz el final, iniciando así un viaje inmóvil por la laberíntica oscuridad, como el sueño de un cadáver en su cripta. Seremos jóvenes virginales congeladas en el horror y seremos también esa tiránica Dama Nocturna, que intenta transmutar su muerte en vida, adornando un vacío inerte con la belleza viva de las otras. En el escrute de esa dualidad, de ese espejo, quizás tengamos una mejor comprensión de lo que conocemos como el Mal.

ONIROCRATES Retomo entonces, el tema de lo onírico en la literatura fantástica del siglo XIX, como el recurso estético de ese género que hago mío. Pensémonos al momento de dormir. En la primera penumbra que proveen los párpados, en tornasoladas y pálidas fosforescencias, nos vamos separando lenta e imperceptiblemente, de la realidad. Nuestra percepción y el pensamiento racional que la ordena, se van alterando silenciosamente hasta alcanzar una visión mental de lo conocido pero trastocada por el inconsciente. Digo conocido y no vivido, porque a partir de la experiencia registrada en la memoria sensitiva, la imaginación propone nuevas visiones y sensaciones harto verosímiles, jamás experimentadas, pero que por analogía a otra información sí registrada, puede generar en nuestro viaje inmóvil e instantáneo. De igual modo, entiendo a la obra del artista como un equivalente perfecto al sueño del inconsciente. El hacedor, siendo la mente que recibe ese estímulo inicial externo o interno, transforma esa nebulosa de luz en símbolo, los reinterpreta mediante analogías entre esa observación, memoria e imaginación, seleccionando y componiendo con ellos una visión nueva, un lenguaje nuevo. Sintetizo: el sueño como espejo de lo conocido e imaginado; la obra artística como espejo del sueño; el artista como un onirocrates: el interpretador de sueños, pero también un generador de éstos; la obra como la reflexión mental del mundo, gestando otro mundo.

EL JUEGO DEL ARTE Escribo esto para explicarme algunas cosas y a quien le haya prestado su tiempo y disposición intelectual hasta este punto. Sin ese otro como destinatario o sin la voluntad de aquél para iniciar ese viaje mental y temporal por el relato, el poema o el ensayo, la obra esta muerta. Teniendo en cuenta este incompleto manifiesto, redactado por un mediocre lector de ficción y poesía, es que planteo la no diferenciación de la tarea del ilustrador de la del artista plástico. El ilustrador puede -y debe- construir un discurso propio, sea para potenciar, cuestionar o complementar el discurso escrito con el que forma un dúo circunstancial, ya que en la interacción con el texto radica la única diferencia que considero relevante entre una disciplina y otra. La ilustración y el arte que me interesa, están en función de algo que comunicar. Porque un libro, revista o folleto son sólo algunas de las aplicaciones posibles de la obra, pues esta, debería ser dueña de un destino propio, independiente de su soporte. La imagen debe incluir en sí misma un principio y un fin. Del mismo modo, creo que las artes plásticas deben comunicar algo, en base a la complejidad y belleza del discurso y la forma visual en que se manifiestan. Por lo menos, así lo ha hecho hasta mitad del siglo pasado. Así como la historia del Arte ha sido forjada al calor de la disputa por el sentido entre las clases dominantes y los artistas, veo a la ilustración en esa misma contienda contra los preconceptos mercantilistas que rigen los espacios editoriales.


Pienso en los maestros renacentistas, buscando construir su propio relato de la existencia en contraposición a la visión impuesta por la hegemonía eclesiástica y burguesa. Los últimos 50 años de repetición sistemática de un discurso de clausura, son ya como el eco débil de la caída de orina en un mingitorio. Que se entienda bien: la lucha no es contra los plásticos que desdeñan a la ilustración, sino contra los frívolos en todos los campos del arte, que aportan su diezmo al sistema establecido con obras que inician su discurso con la claudicación a desarrollar el mismo. Sabemos que el triunfo del cinismo y la banalidad, engendró el vampiro que subyuga al ser desde hace más tiempo que Warhol, tanto en el plano editorial como en el de las galerías y museos. Y qué decir del mundo publicitario: subliminal y permanente, es la voz de aquel espectro virtual de colores eléctricos, mucho más seductora y elocuente que la lengua de Satán. Esa lógica de compra-venta, de packaging portante de la nada, está en el sentido común de nuestra sociedad promovido por el campo los “creativos”. Porque esto está ya impuesto como normalidad, la batalla excede a las personas y nos obliga a producir sentido nuevamente desde la tarea artística.

ANTIMATERIA El anti-arte fue el salivazo final sobre el cadáver del academicismo. Ya le habían dado muerte los cubistas, los expresionistas y los surrealistas, principalmente de Magritte en muchos de sus ensayos pictóricos. Desde la coartada Duchamp –legítima clausura del discurso de un gran artista-, ha permanecido la idea de que cualquier cosa es arte, pero a ese absolutismo libertino debo decirle que si “todo es arte, nada lo es”. Yo estoy seguro de que hay algo que es arte y algo que no. Sin embargo, el panorama que pinta ese discurso es atractivo para quienes no se esfuerzan por conocer, por aprehender, por construir en el trabajo continuo, y son acogidos todos bajo su techo indiscriminadamente, mientras sean dóciles. Aquellos frívolos que persiguen la fama y el dinero, ofreciéndose como un maniquí a la nueva tendencia, encuentran en el mundo del arte postmoderno un espacio de auto-satisfacción. Esos mismos individuos que no saben muy bien qué ni cómo “hacer”, han estado a cargo de la formación académica los últimos 50 años, probando que no es posible formar a nadie sin contenidos ni cuestionamientos. Basta con ver a las obras de los que egresan de las academias de Buenos Aires. El oficio del artista visual, sea escultura, pintura, dibujo o grabado, o cualquier otra forma expresiva del arte plástico, se ha visto resentido en su solidez estructural, por no haber en las academias una enseñanza de los elementos formales: armar una paleta de color, concebir un dibujo estructural, analítico, entre otro millón de temas soslayados. Y para qué hablar de la censura que ejercen frente a cualquier tipo de obra que esboce un discurso, que sea concreta o peor aún: poética. No hay poema que permanezca más que unos segundos en el centro del iris del cínico. Lo que hay que hacer dentro de aquella institución, es no-hacer. Invalidar la historia anterior de un modo perpetuo, consolidando así el triunfo de la indiferencia, coartando cualquier pensamiento que interpele las desigualdades del andamiaje precario en el que nos movemos. Todos sabemos que la postmodernidad no puede generar una propuesta propia, un cambio sobre lo anterior, porque representa la muerte de los grandes relatos y la desidia del consumidor. Por eso, todavía habemos algunos que seguimos intentando construir un relato


diferente, que busque transformar lo que existe. Poner de nuevo en movimiento aquellos engranajes herrumbrosos en nuestra estructura interna, para alcanzar cada uno, individualmente, la idea de un hombre más complejo, libre, sensible e inteligente, que en su capacidad creativa diversa equipare las desigualdades impuestas por el pensamiento racionalista capitalista. Debemos volver a indagar en los grandes temas que nos atraviesan y nos hermanan, para prevenirnos de cualquier tipo de fundamentalismo apocalíptico. Hay que ensuciarse en el barro. De otro modo, se pierde el contacto con lo humano.

ORIGEN Pienso ahora en un niño que dibuja recostado en el suelo. En esa tarea, en ese juego, se propone comenzar la construcción de un espejo de lo que existe a su alrededor. Dibuja lo que entiende del mundo, lo interpreta, lo configura en imagen según su capacidad, no lo copia. No desarrolla una mimesis de lo aparente, sino su interpretación de lo que sabe: un perro o una mesa con sus cuatro patas al frente. Las dibuja todas sobre un lado de esa forma casi orgánica, sin pensar en cómo se ve en la realidad o en una foto. Entonces, lo que plasma es una representación de lo que ha comprendido de las cosas, no la copia de la cosa: el perro/mesa tiene cuatro patas. Vemos así que es natural en el hombre, expresar por el lenguaje simbólico, lo que entiende del mundo. Estos cínicos que aducen engañosamente dibujar como niños: ¿Quieren entonces abolir todo discurso en la imagen, todo contenido de aquel sistema de representación visual de lo cognitivo? ¿Quieren ir en contra de algo que está en la más primaria configuración del ser? ¿Se sienten cómodos en que sean otros - académicos, intelectuales- quienes le aporten un concepto escrito, un speech comercial, un sentido a la cosa hueca que producen? Permítanme decirles que: no hay quien los “cure” de su propia vacuidad. Aquel niño tiene más compromiso en su juego de dibujar, que estos supuestos artistas. Hay que reconstruir desde todos los lugares un Arte Nuevo, sabiendo que nada es nuevo en materia artística y que no importa la “novedad”. Nosotros, como dueños de nuestro tiempo, somos lo nuevo si pensamos y hacemos de nuevo, una poesía que revitalice este sistema nervioso, fosilizado por el onanismo reincidente. Hay que encender la chispa que haga renacer al Fénix. El juego del Arte es largo como dije antes, es complejo, exuberante y profundo como el océano, liberador y embriagador como el vino; es un espacio y tiempo para gozar, pero también es el juego más serio de todos. Santiago Caruso

BIBLIOGRAFIA DE SANTIAGO CARUSO EN EL CENTRO DE DOCUMENTACIÓN DEL BANCO DEL LIBRO EL HORROR DE DUNWICH / Howard Philip Lovecraft; Ilust: Santiago Caruso; Trad: Elvio E. Gandolfo .-- 1ra. ed .-- Barcelona (España) : Libros del Zorro Rojo, 2009.-- 86 p.


Reseña: Nadie quiere ir a Dunwich, su oscura atmósfera y los rumores que se corren sobre el lugar alejan a todos. Un antiguo horror que jamás debió ser invocado se paseó por allí así que, ¿quién quisiera ir a Dunwich? H. P. Lovecraft y su terrible pero admirable crudeza nos introduce en su imaginario del terror con narraciones escalofriantes que no quisiéramos vivir, pero definitivamente si deseamos escuchar. L.C. Postulado en Los Mejores: 2011 EL MONJE Y LA HIJA DEL VERDUGO / Ambrose Bierce; Ilust: Santiago Caruso; Trad: Patricia Willson .-- 1ra ed. .-- Barcelona - Madrid (España) : Libros del Zorro Rojo, 2011.-- 137 p. Reseña: Obra poco conocida de la literatura gótica, en la cual la fe y el deseo, la inocencia y la traición se conjugan con expresivas ilustraciones que conducen a un trágico desenlace.S.G. Postulado en Los Mejores: 2013


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