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Un velorio eufórico para la Revolución de la Alegría

#SiSePuede en Belgrano

De local, para los propios y con un entusiasmo ciego, miles de manifestantes macristas se movilizaron hasta Barrancas de Belgrano convencidos de que se puede dar vuelta la elección. Crónica del #SiSePuede, una estrategia de derrota para contener a los propios y replegar ordenados.

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Texto: Yair Cybel Foto: Abril Pérez Torres

Barrancas de Belgrano, dos de la tarde de un día primaveral. Hay poca gente aún. Solo los más eufóricos y exaltados se acercaron con tres horas de anticipación. En un rato, como parte de su último manotazo de ahogado (o como estrategia de aceptación pública de la derrota), vendrá Mauricio Macri a saludar a los presentes dando inicio a la campaña #SiSePuede, un recorrido por 30 ciudades del país que pretende revertir los 15 puntos de distancia que condenaron al Presidente a un lejano segundo lugar en las PASO. El primer show lo armaron de local: a contramano del resto de país, en la Comuna 13, donde el metro cuadrado roza los 4 mil dólares, Macri obtuvo 58% de los votos y les Fernández apenas 21. El lugar indicado para pregonar milagros.

VESTIR A LOS MUERTOS

El ejercicio crítico de cualquier cronista consiste en desprenderse de sus propios prejuicios, evitar caer en la caracterización que se trae a priori, la generalización de ricos derrotados buscando cobijo en un abrazo endogámico. Sin embargo, la realidad es inobjetable. No hay duda que el grueso del componente que llegó hasta Belgrano tiene un importante sesgo clasista: boina y bombacha de campo, teñido rubio en composé con ropa cara y clara, cama solar, pañuelo de patrón de estancia, perfume y esa “Y” impronunciable para todos los que fuimos al colegio público. En el aire hay una especie de euforia ciega, necia y colectiva. Un sentimiento de intensidad cómplice que se niega a asumir la pesada derrota. En México, en el siglo XX, con el aumento de la mortalidad infantil, cobró fuerza la tradición de los “angelitos”, una costumbre que implicaba vestir a los bebés muertos con ropas de gala para su foto final. Es la metáfora misma del ritual de clase: la fiesta elegante del alegre velorio macrista.

EL COMODORO PY MACRISTA

hipótesis de la campaña de la derrota. El mensaje, un tiro por elevación, es un gesto para lo que vendrá: el gobierno que se valió del aparato judicial para encarcelar dirigentes sociales y funcionarios tiembla en el rincón, consciente de su agonía. Apenas tres años atrás, el 13 de abril de 2016, una multitud acompañó a Cristina Kirchner a declarar a Comodoro Py: era una demostración de fuerza, una jugada política para enseñar capacidad de movilización en un escenario difícil, después de una derrota electoral, y mientras Claudio Bonadío interrogaba a la expresidenta por presunto encubrimiento en la causa AMIA.

En aquel momento, tiempista como siempre, Cristina movilizó a su fuerza, que abandonó los tribunales clamando el quilombo que se armaría si tocaban a la líder. El macrismo adelantó su Comodoro Py: la movida de ayer fue un gesto defensivo, una jugada preventiva para quienes se saben desplazados y temen lo que vendrá. “Gente como Zaffaroni, que quiere una reforma judicial”, exclamó Pichetto sobre el escenario y agregó: “Es importante escuchar porque lo que está en juego son las libertades, la división de poderes y el Poder Judicial independiente”. La agónica República clamando por piedad al pie de los tribunales de la historia.

TRISTE, SOLITARIO Y FINAL

“Lo que se viene es distinto”, arenga Mauricio desde la tarima y miles de simpatizantes lo vitorean a coro. “Esta elección se puede dar vuelta” y los aplausos truenan al calor de la tarde. “Es bueno ver que hay tanta gente que piensa como uno”, dice una de las primeras en abandonar el lugar. La jornada termina en Belgrano y la multitud comienza a dispersarse. La gente se retira en calma. Un loco en una moto, que poco antes se presentara como cronista, atraviesa Juramento cantando “Vamos a volver”. Algunos se dan vuelta, ninguno se ríe, otros lo putean. En Cabildo, casi pasando la plaza, un artesano sonríe y saluda con los dedos en V.

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