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Puebla. Ex Presidenta AMMVIH 2018- 2019. Pág

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Reflexiones acerca del Proceso de Envejecimiento en Mujeres Viviendo con VIH

Por: Dra. Indiana Torres Escobar, DM, Msc, MeP, DLSHTM, Ph. D. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Ex Presidenta AMMVIH 2018- 2019.

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LaSalud.mx.- Hace pocos días una paciente de 60 años, a quien por confidencialidad llamaremos Juana, quien vive desde hace 21 años con VIH, me dijo: “si yo no tuviera

esto o fuera hombre, ser vieja sería diferente, sufriría menos y hasta sería respetada como mis hermanas”.

El proceso de envejecimiento

es extremadamente complejo, y por qué no decirlo: difícil, duro y, aunque sabemos que forma parte de la vida y existe una enorme campaña para la “aceptación”, lo cierto es que por momentos provoca angustia, frustra o desmoraliza.

El envejecimiento, además de los elementos biológicos que lo establecen como consecuencia de la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo

largo del tiempo, tiene asociadas modificaciones en la vida, como la jubilación, la necesidad de cambiar de lugar de habitación para estar en espacios más adecuados, la enfermedad, y frecuentemente la muerte de la pareja, familiares y amigos contemporáneos.

Al observar qué sucede con mis pacientes mujeres al entrar a la tercera edad, a los 50 años y a partir de lo comentado por Juana, quiero reflexionar sobre lo que tienen que enfrentar en la senectud aquellas que viven con VIH.

Empecemos por recordar que las mujeres constituyen en el orbe más del 50% de la población positiva y de ellas, gracias a la

sobrevida que ha traído la terapia antirretroviral, son cada

vez más las mujeres mayores de 50 años; cifra que se da no sólo por el envejecimiento producto de la sobrevida, sino porque hay mayor detección de la enfermedad en mujeres adultas. El reconocimiento de ser sujeto de riesgo en este grupo es menor, desconocen la profilaxis pre exposición y difícilmente pueden negociar el sexo protegido. Se considera que la vida sexual

es sólo para los jóvenes, sin embargo, los estudios y la

vida real nos muestran que esto no es así y, al ejercer la sexualidad, la preocupación y cuidado disminuyen de parte de las pacientes, y así, también, se modifica la vigilancia, consejería y abordaje del lado del personal de salud.

En México, de acuerdo con el Informe Histórico de VIH al 2do trimestre 2021, publicado por la Dirección de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Transmisibles, han sido notificadas 60,315 mujeres desde el inicio de la epidemia. Con la información que se hace pública, no sabemos exactamente cuántas de las que siguen con vida tienen más de 50 años.

El proceso de envejecimiento puede observarse en grupos de edad más jóvenes dentro de la población con VIH. Des-

de hace algunos años quedó establecido que en este grupo la senescencia se da como un proceso de forma precoz, además de acelerado, produciendo el fenómeno

de alteraciones estructurales y funcionales que provienen de la inflamación persistente secundaria a la infección con un aumento específico del ambiente proinflamatorio en el cerebro y otros órganos sistemas, situación que se suma a lo que sucede de forma esperada en la vejez de la población negativa.

Uno de los aspectos fundamentales en el fenómeno de envejecimiento es la fragilidad, síndrome que se distingue por el decremento de la reserva fisiológica, acumulación de comorbilidades y déficits asociados al incremento de la susceptibilidad de eventos no deseados; caracterizado clínicamente por la debilidad, el agotamiento, pérdida de peso involuntaria, disminución de la fuerza y / o lentitud. En las personas seropositivas este proceso puede acelerarse en aproximadamente 10 años con cinco características típicas: pérdida de peso, debilidad, baja energía, escasa resistencia, bajo nivel de actividad física y caminar lento. Este síndrome ha sido identificado entre el 12 y 15% en las mujeres con VIH, estando siempre muy por encima de lo que se presenta en las personas negativas, teniendo como factores asociados a su desarrollo la obesidad abdominal, la obesidad sarcopénica, un mayor número de comorbilidades y tener síntomas de depresión. Sin omitir que esta última es bastante prevalente en las mujeres con VIH.

La disfunción neuropsicológica se caracteriza por una

desaceleración psicomotora, problemas con la atención y la concentración, deterioro del aprendizaje y del recuerdo, disfunción ejecutiva con preservación de las habilidades semánticas y visoespaciales que en la población con VIH pueden empezar muy tempranamente.

En la edad adulta, las mujeres con VIH enfrentan un mayor

deterioro de la calidad de vida ya que, además de lo esperado por el avance de la edad en toda la población, sufren una mayor cantidad de problemas producto de la infección y del tratamiento antirretroviral. Es importante la disminución de agudeza vi-

sual, la incontinencia, la enfermedad renal, osteoporosis, deficiencias cognitivas, enfermedades cardiovasculares

y depresión, aunque se ha establecido que, producto del aislamiento, esta última se declara con menos frecuencia. En las

mujeres mayores con VIH se ha reportado un mayor riesgo

de obesidad debido a los cambios en los procesos metabólicos, la mala nutrición y el ejercicio inadecuado. Las alteraciones hormonales en este grupo se han reportado distintas a las de las mujeres negativas presentándose ameno-

rreas prolongadas, problemas ováricos y menopausia tem-

prana (en menores de 40 años). La menopausia se da con

más síntomas asociados, siendo muy agudos en aquellas

con enfermedad más avanzada: muchos y severos bochornos que interfieren con su actividad, sueño y humor; mayores cambios metabólicos; variación de peso, y respuesta inmune alterada. La pérdida de densidad mineral ósea en las mujeres posmenopáusicas, documentada en este grupo, aumenta después de iniciar TAR con CD4 bajos, siendo mayor al utilizar algunos inhibidores de proteasa y tenofovir. Sin embargo, otras causas y factores de riesgo en las mujeres con VIH deben continuar siendo evaluadas (TSH, PTH, deficiencia de vitamina D, fosfatos, wasting).

En las mujeres que nos ocupan, la respuesta a la terapia antirretroviral varía con la edad. Aquellas que fuman tienen una respuesta viral más pobre, peor respuesta inmunológica, mayor

riesgo de rebote virológico, fallas inmunológicas más frecuentes, mayor riesgo a desarrollar Sida y a tener una muerte no relacionada con esta enfermedad. Existe

más cáncer cervicouterino en las mujeres seropositivas.

Además de los problemas biológicos, la vulnerabilidad en este

grupo es mayor ya que las mujeres corren más riesgo de sufrir violencia doméstica y, al ser ancianas, muchas veces padecen abandono, abuso y maltrato por parte de familiares, amigos, desconocidos, personal de salud y cuidadores.

Al revisar lo anterior nos damos cuenta de que lo mencionado por Juana tiene fundamento y sus determinantes, manifestaciones y cuidado no están siendo considerados constituyendo un área de oportunidad más para la sociedad, el sistema y los prestadores de salud.

Mínimamente, las propuestas para apoyar a este grupo serían dimensionar el problema iniciando con el conocimiento de la

cantidad de mujeres que se encuentran viviendo la vejez con VIH.

Propiciar que se analice la situación particular de este grupo en instancias federales para que se valore la jubilación a una edad más temprana, el otorgamiento de apoyos específicos, y ayuda legal en casos de violencia, maltrato y abandono.

En los centros de atención al VIH/ SIDA de las distintas instituciones de salud, incluir un programa que contenga la capacitación y sensibilización

del personal de salud para la identificación de factores de riesgo en torno a la sexualidad en la tercera

edad para no retrasar el diagnóstico e inicio de la terapia antirretroviral; prevención de osteoporosis; atención a la menopausia; apoyo psicológico; capacitación para una vejez exitosa; desarrollando estudios en los cuales los factores de riesgo, vivencias y necesidades de las mujeres mayores de 50 años de los distintos estados del país sean incluidos específicamente y que su resultado contribuya a impul-

sar el desarrollo de políticas públicas adecuadas.

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