Tu gato y tú “Entenderlo es amarlo”

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Tu gato y tú Títulos en español de la misma colección: 100 ideas falsas sobre el gato 100 ideas falsas sobre el perro Educa a tu cachorro Interpreta el lenguaje de tu gato Interpreta el lenguaje de tu perro

Entenderlo es amarlo

Tu gato y tú Doctora Valérie Dramard

Entenderlo es amarlo Doctora veterinaria, especialista en comportamiento animal, Valérie Dramard te da en este libro todas las claves para entender mejor las actitudes y las conductas de tu gato o gatito. Partiendo de situaciones de la vida cotidiana (sueño, comidas, juegos, caricias…), la autora te explica fácilmente como interpretar el comportamiento de tu gato y te da pistas para que reflexiones y puedas identificar y resolver problemas eventuales. Más sensible a la personalidad de tu gato, más capaces de responder correctamente, para que pueda desarrollar una relación de confianza y colaboración con tu gato.

www.servet.es

Valérie Dramard Valérie Dramard es veterinaria especializada en comportamiento animal (etología). Se dedica a tratar los problemas de comportamiento del perro y del gato, desde hace más de diez años. Apasionada por su profesión, fue una de las pioneras en Francia, al abrir una clínica veterinaria reservada exclusivamente a las consultas de problemas de comportamiento. También participa en la formación de los adiestradores de perros guía para ciegos.

Tu gato y tú

Colección dirigida por Laetitia Barlerin, doctora veterinaria, diplomada en la Escuela Nacional Veterinaria de Alfort. Además de ejercer como veterinaria, participa en un programa de radio dedicado a los animales y en un programa de televisión. Colabora con diversas publicaciones tanto profesionales como dirigidas al público en general y con revistas especializadas en animales.


CAPÍTULO 1  •  Cómo entender mejor a tu gatito

Dónde y cómo hacer sus necesidades El gatito aprende muy rápidamente a ser limpio. A partir de las 3 semanas de edad, se dirige hacia el lugar previsto para orinar y defecar, gracias a la intervención de su madre que le enseña dónde y cómo hacer sus necesidades. El gatito sigue a su madre e imita todos sus comportamientos, lo cual forma parte de su educación.

La digestión Durante los primeros días, exactamente después de mamar, la gata lame activamente al gatito en la zona que rodea el ano, la llamada región perianal, para estimular el tránsito digestivo de su pequeño. Al principio, el gatito emite una sustancia verdosa y pegajosa, el meconio, y después, progresivamente, heces más bien líquidas, que la gata ingiere.

Dónde y cómo hacer sus necesidades

Si te haces cargo de un gatito que acaba de nacer, hay que frotarle delicadamente el ano con un algodón húmedo, después de darle el biberón. Este gesto permite que se desencadene el reflejo perianal, es decir, provocar la emisión de las heces, que sin esta estimulación, no tendría lugar. Si no realizas este gesto, el gatito corre el riesgo de morir por oclusión intestinal. Hacia las 2 semanas de edad empieza a controlar la emisión de sus heces: entonces ya puedes dejar de estimular su región perianal.

¿Lo sabías? Buenas costumbres. Si crías una camada de gatitos, vela por que la bandeja esté limpia, si no la madre podría hacer sus necesidades fuera de la bandeja y sus gatitos la imitarán. Si la gata orina, por ejemplo, sobre la ropa, sus gatitos harán lo mismo y, al crecer, conservarán esta mala costumbre de orinar o defecar sobre los tejidos.

¿Dónde hacer sus necesidades? Hacia las 2 semanas de edad, el gatito se mueve con facilidad, por lo que ya puede hacer sus necesidades lejos de su nido. Su madre le enseña donde está el “servicio”. Después de mamar, la gata lo saca fuera del nido, aproximándolo al sitio apropiado (la bandeja o una esquina con tierra) para que haga sus necesidades lejos del espacio donde duerme. Así aprende a buscar un lugar alejado del lugar donde descansa para hacer sus necesidades. Su olfato le permite encontrar fácilmente este lugar, debido a que la orina desprende un olor a amoníaco fácilmente identificable.

Lo entierra una vez hecho El gatito imita a su madre, sobre todo en la conducta de eliminación. Esta última, utiliza sus patas delanteras para cubrir sus orinas y sus heces con tierra o con las piedras de la bandeja, de esta manera los excrementos quedan enterrados. El gatito busca preferiblemente el medio sobre el cual su madre suele ir (tierra, arena o la bandeja) y tras realizar sus necesidades comienza a cubrir sus orinas o heces, al principio torpemente, siendo cada vez más eficaz. Si la madre no entierra sus heces, su pequeño tampoco lo hará. Si tiene la mala costumbre de orinar sobre la alfombra de baño, el edredón o el sofá, su gatito la imitará automáticamente.

Normalmente, a los 2 meses, el gatito es capaz de hacer sus necesidades en una bandeja. Son animales muy limpios.

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CAPÍTULO 1  •  Cómo entender mejor a tu gatito

Dónde y cómo hacer sus necesidades El gatito aprende muy rápidamente a ser limpio. A partir de las 3 semanas de edad, se dirige hacia el lugar previsto para orinar y defecar, gracias a la intervención de su madre que le enseña dónde y cómo hacer sus necesidades. El gatito sigue a su madre e imita todos sus comportamientos, lo cual forma parte de su educación.

La digestión Durante los primeros días, exactamente después de mamar, la gata lame activamente al gatito en la zona que rodea el ano, la llamada región perianal, para estimular el tránsito digestivo de su pequeño. Al principio, el gatito emite una sustancia verdosa y pegajosa, el meconio, y después, progresivamente, heces más bien líquidas, que la gata ingiere.

Dónde y cómo hacer sus necesidades

Si te haces cargo de un gatito que acaba de nacer, hay que frotarle delicadamente el ano con un algodón húmedo, después de darle el biberón. Este gesto permite que se desencadene el reflejo perianal, es decir, provocar la emisión de las heces, que sin esta estimulación, no tendría lugar. Si no realizas este gesto, el gatito corre el riesgo de morir por oclusión intestinal. Hacia las 2 semanas de edad empieza a controlar la emisión de sus heces: entonces ya puedes dejar de estimular su región perianal.

¿Lo sabías? Buenas costumbres. Si crías una camada de gatitos, vela por que la bandeja esté limpia, si no la madre podría hacer sus necesidades fuera de la bandeja y sus gatitos la imitarán. Si la gata orina, por ejemplo, sobre la ropa, sus gatitos harán lo mismo y, al crecer, conservarán esta mala costumbre de orinar o defecar sobre los tejidos.

¿Dónde hacer sus necesidades? Hacia las 2 semanas de edad, el gatito se mueve con facilidad, por lo que ya puede hacer sus necesidades lejos de su nido. Su madre le enseña donde está el “servicio”. Después de mamar, la gata lo saca fuera del nido, aproximándolo al sitio apropiado (la bandeja o una esquina con tierra) para que haga sus necesidades lejos del espacio donde duerme. Así aprende a buscar un lugar alejado del lugar donde descansa para hacer sus necesidades. Su olfato le permite encontrar fácilmente este lugar, debido a que la orina desprende un olor a amoníaco fácilmente identificable.

Lo entierra una vez hecho El gatito imita a su madre, sobre todo en la conducta de eliminación. Esta última, utiliza sus patas delanteras para cubrir sus orinas y sus heces con tierra o con las piedras de la bandeja, de esta manera los excrementos quedan enterrados. El gatito busca preferiblemente el medio sobre el cual su madre suele ir (tierra, arena o la bandeja) y tras realizar sus necesidades comienza a cubrir sus orinas o heces, al principio torpemente, siendo cada vez más eficaz. Si la madre no entierra sus heces, su pequeño tampoco lo hará. Si tiene la mala costumbre de orinar sobre la alfombra de baño, el edredón o el sofá, su gatito la imitará automáticamente.

Normalmente, a los 2 meses, el gatito es capaz de hacer sus necesidades en una bandeja. Son animales muy limpios.

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CAPÍTULO 4  •  LA COMUNICACIÓN FELINA

La agresión, ¡cuidado! ¡peligro!... El gato no ataca ni por maldad ni por dominancia. Las principales causas de agresividad son el miedo, la frustración, la irritación o la excitación. Cuanto más sociable es un gato, menor es el riesgo de agresión. No obstante, el estrés y la ansiedad son el origen de la mayoría de las agresiones. El comportamiento de agresión La agresión se define como el comportamiento específico que conlleva un ataque a la integridad física y/o psíquica, o a la libertad de un individuo. Este comportamiento se compone de tres fases bien diferenciadas. La fase de amenaza previene al agredido de que va a ser atacado si no cesa el contacto o se aleja. Durante la fase de ataque, el gato muerde y araña más o menos violentamente según el tipo de agresión: agresión por irritación, agresión por miedo o agresión territorial. La fase de detención se produce cuando la víctima huye o queda inmóvil.

¿Lo sabías? No tiene una postura de sumisión. La postura de sumisión no existe en el gato, como es el caso del perro. Recuerda que el gato no tiene, por decirlo de alguna manera, rituales sociales. Cuando un gato se tumba sobre el dorso, se revuelca porque está a gusto bajo el sol, o si está en una secuencia agresiva, significa que va a atacar. No toques a un gato que amenaza y que se coloca sobre su dorso, corres el riesgo de que te muerda.

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La agresión por irritación La agresión por irritación es una agresión muy frecuente. Se manifiesta cuando el gato está en un estado de frustración, de estrés o de dolor. Algunos ejemplos permiten entender las razones por las cuales un gato puede atacar. Cuando un gato tiene hambre y no lo dejamos comer, se trata de un contexto de frustración. Un gato poco socializado con el hombre, se sentirá estresado si lo mantenemos entre los brazos para acariciarlo. Finalmente, un gato que tiene alguna dolencia (cólicos, artrosis) se vuelve fácilmente irritable y soporta poco los contactos prolongados: puede incluso atacarnos si tratamos de acercarnos. Se pueden distinguir dos tipos de agresión por irritación: la agresión de distanciamiento y la agresión de ruptura.

Por norma general, a los gatos no les gusta que les acaricien el vientre.

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CAPÍTULO 4  •  LA COMUNICACIÓN FELINA

La agresión, ¡cuidado! ¡peligro!... El gato no ataca ni por maldad ni por dominancia. Las principales causas de agresividad son el miedo, la frustración, la irritación o la excitación. Cuanto más sociable es un gato, menor es el riesgo de agresión. No obstante, el estrés y la ansiedad son el origen de la mayoría de las agresiones. El comportamiento de agresión La agresión se define como el comportamiento específico que conlleva un ataque a la integridad física y/o psíquica, o a la libertad de un individuo. Este comportamiento se compone de tres fases bien diferenciadas. La fase de amenaza previene al agredido de que va a ser atacado si no cesa el contacto o se aleja. Durante la fase de ataque, el gato muerde y araña más o menos violentamente según el tipo de agresión: agresión por irritación, agresión por miedo o agresión territorial. La fase de detención se produce cuando la víctima huye o queda inmóvil.

¿Lo sabías? No tiene una postura de sumisión. La postura de sumisión no existe en el gato, como es el caso del perro. Recuerda que el gato no tiene, por decirlo de alguna manera, rituales sociales. Cuando un gato se tumba sobre el dorso, se revuelca porque está a gusto bajo el sol, o si está en una secuencia agresiva, significa que va a atacar. No toques a un gato que amenaza y que se coloca sobre su dorso, corres el riesgo de que te muerda.

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La agresión por irritación La agresión por irritación es una agresión muy frecuente. Se manifiesta cuando el gato está en un estado de frustración, de estrés o de dolor. Algunos ejemplos permiten entender las razones por las cuales un gato puede atacar. Cuando un gato tiene hambre y no lo dejamos comer, se trata de un contexto de frustración. Un gato poco socializado con el hombre, se sentirá estresado si lo mantenemos entre los brazos para acariciarlo. Finalmente, un gato que tiene alguna dolencia (cólicos, artrosis) se vuelve fácilmente irritable y soporta poco los contactos prolongados: puede incluso atacarnos si tratamos de acercarnos. Se pueden distinguir dos tipos de agresión por irritación: la agresión de distanciamiento y la agresión de ruptura.

Por norma general, a los gatos no les gusta que les acaricien el vientre.

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CAPÍTULO 6  •  La vida en familia

Paciencia con los niños

Paciencia con los niños Para el gato, los niños son pequeños seres humanos que se mueven mucho y que no controlan todavía sus movimientos. Incluso un gato bien socializado tenderá a alejarse de los niños revoltosos. No obstante, será más indulgente con los niños que con los adultos.

El gato tiene más paciencia con los pequeños

Un gato será por lo general más cercano con un niño tranquilo que con uno revoltoso.

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Como ocurre en muchos mamíferos, los gatos son más dulces y más indulgentes con los niños que con los adultos. Esto significa que un gato puede acabar con las caricias que le molestan, arañando o mordiendo la mano de un adulto, mientras que se abstendrá de atacar a un niño que lo apretuja y preferirá huir. Sin embargo, el gato se asusta fácilmente con las carreras y los gritos de los niños cuando juegan. Molesto por este trajín, el gato tiende a escapar y a esconderse esperando que el tornado acabe. Si el gato dispone de un escondite seguro, no hay ningún problema: descansará y una vez el ambiente se haya calmado, saldrá de su escondite. Sin embargo, si no encuentra donde refugiarse, puede sentirse acorralado y tener miedo si el niño lo persigue. En este caso, puede volverse agresivo para detener lo que siente como un acoso. Si se trata del niño de la casa, este acoso puede conducir a la aparición de una ansiedad que llamamos síndrome del gato juguete (ver página 33).

El gato se estresa con los lloros del bebé

TRAS EL EMBARAZO

Los lloros de un bebé provocan inmediatamente un sentimiento de inquietud en los animales.

Tu gato probablemente ha percibido tu embarazo desde hace 9 meses hasta ahora, puesto que tu olor era diferente, sobre todo debido a las hormonas.

Un gato tenderá a estar alerta y a alejarse del lugar donde llora un bebé. Es una buena decisión, puesto que dejará más sitio libre a la madre para que se ocupe de su hijo.

Cuando regresas de la maternidad, has vuelto a cambiar de olor y llevas entre los brazos un pequeño ser que está impregnado de tu olor, el cual el gato reconoce.

El gato puede tener miedo de los niños desconocidos Algunos gatos, que no han tenido contacto con niños pequeños durante los 3 primeros meses de su vida, no están bien socializados con los niños y se mostrarán inquietos cuando éstos se lancen sobre ellos para tocarlos. Aterrorizados, tratarán de huir.

Un bebé es muy frágil, es importante mantener las distancias con él sobre todo al principio. El gato no estará celoso (los celos son un concepto propio del ser humano), puede estar un poco perturbado con la novedad (cambio de organización en el territorio o en el horario). Si el gato está bien socializado y bien equilibrado, se adaptará, sobre todo si continuas dedicándole tiempo para las caricias y el juego. Si tu gato se vuelve ansioso, consulta al veterinario. La utilización de feromonas del apaciguamiento lo ayudará, pero, en algunos casos, puede ser necesaria la utilización de ansiolíticos.

Si tu gato no soporta la presencia de los niños, tranquilo, esto puede solucionarse con el paso del tiempo… ¡y con golosinas! De hecho, los niños que van de forma regular a tu casa deben atrapar al gato para conseguir acariciarlo. Pide a los niños que le echen croquetas en su comedero, que le den un trocito de jamón, de queso o de croissant. Esto permite crear pequeños lazos de unión positivos que, progresivamente, permitirán que tu gato reconozca a estos niños y que sin duda se acabe vinculando a ellos. El niño debe permanecer tranquilo cuando acaricia al gato. Si se pone nervioso, se acabará toda la confianza que comenzaba a instaurarse. Para amansarlo hace falta paciencia, dulzura y persistencia, ¡pero los resultados valen la pena!

La pernera de un pantalón puede constituir un buen escondite si el gato es lo suficientemente pequeño para acurrucarse.

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CAPÍTULO 6  •  La vida en familia

Paciencia con los niños

Paciencia con los niños Para el gato, los niños son pequeños seres humanos que se mueven mucho y que no controlan todavía sus movimientos. Incluso un gato bien socializado tenderá a alejarse de los niños revoltosos. No obstante, será más indulgente con los niños que con los adultos.

El gato tiene más paciencia con los pequeños

Un gato será por lo general más cercano con un niño tranquilo que con uno revoltoso.

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Como ocurre en muchos mamíferos, los gatos son más dulces y más indulgentes con los niños que con los adultos. Esto significa que un gato puede acabar con las caricias que le molestan, arañando o mordiendo la mano de un adulto, mientras que se abstendrá de atacar a un niño que lo apretuja y preferirá huir. Sin embargo, el gato se asusta fácilmente con las carreras y los gritos de los niños cuando juegan. Molesto por este trajín, el gato tiende a escapar y a esconderse esperando que el tornado acabe. Si el gato dispone de un escondite seguro, no hay ningún problema: descansará y una vez el ambiente se haya calmado, saldrá de su escondite. Sin embargo, si no encuentra donde refugiarse, puede sentirse acorralado y tener miedo si el niño lo persigue. En este caso, puede volverse agresivo para detener lo que siente como un acoso. Si se trata del niño de la casa, este acoso puede conducir a la aparición de una ansiedad que llamamos síndrome del gato juguete (ver página 33).

El gato se estresa con los lloros del bebé

TRAS EL EMBARAZO

Los lloros de un bebé provocan inmediatamente un sentimiento de inquietud en los animales.

Tu gato probablemente ha percibido tu embarazo desde hace 9 meses hasta ahora, puesto que tu olor era diferente, sobre todo debido a las hormonas.

Un gato tenderá a estar alerta y a alejarse del lugar donde llora un bebé. Es una buena decisión, puesto que dejará más sitio libre a la madre para que se ocupe de su hijo.

Cuando regresas de la maternidad, has vuelto a cambiar de olor y llevas entre los brazos un pequeño ser que está impregnado de tu olor, el cual el gato reconoce.

El gato puede tener miedo de los niños desconocidos Algunos gatos, que no han tenido contacto con niños pequeños durante los 3 primeros meses de su vida, no están bien socializados con los niños y se mostrarán inquietos cuando éstos se lancen sobre ellos para tocarlos. Aterrorizados, tratarán de huir.

Un bebé es muy frágil, es importante mantener las distancias con él sobre todo al principio. El gato no estará celoso (los celos son un concepto propio del ser humano), puede estar un poco perturbado con la novedad (cambio de organización en el territorio o en el horario). Si el gato está bien socializado y bien equilibrado, se adaptará, sobre todo si continuas dedicándole tiempo para las caricias y el juego. Si tu gato se vuelve ansioso, consulta al veterinario. La utilización de feromonas del apaciguamiento lo ayudará, pero, en algunos casos, puede ser necesaria la utilización de ansiolíticos.

Si tu gato no soporta la presencia de los niños, tranquilo, esto puede solucionarse con el paso del tiempo… ¡y con golosinas! De hecho, los niños que van de forma regular a tu casa deben atrapar al gato para conseguir acariciarlo. Pide a los niños que le echen croquetas en su comedero, que le den un trocito de jamón, de queso o de croissant. Esto permite crear pequeños lazos de unión positivos que, progresivamente, permitirán que tu gato reconozca a estos niños y que sin duda se acabe vinculando a ellos. El niño debe permanecer tranquilo cuando acaricia al gato. Si se pone nervioso, se acabará toda la confianza que comenzaba a instaurarse. Para amansarlo hace falta paciencia, dulzura y persistencia, ¡pero los resultados valen la pena!

La pernera de un pantalón puede constituir un buen escondite si el gato es lo suficientemente pequeño para acurrucarse.

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CAPÍTULO 7  •  Las salidas

La visita al veterinario

La visita al veterinario

Un gato se resiste aún menos que si se le forzase.

La consulta del veterinario constituye a menudo un estrés para el gato. Se encuentra en un territorio desconocido con multitud de olores extraños y debe soportar el fastidio del examen clínico. El transporte Para ir al veterinario, a menudo es necesario coger el coche, lo que ya representa un estrés para muchos gatos. Incluso si va a pie, este cambio de territorio, incluso podría decirse este destierro, crea una angustia en tu compañero. Sin embargo, existen trucos que permiten mejorar su confort para que ese día no sea demasiado negro. Primero, se recomienda meter a tu gato en un trasportín de plástico o de mimbre suficientemente grande para que esté bien ventilado, pero no demasiado grande para que no se golpee con el vaivén. Algunos minutos antes de meter a tu gato, vaporiza un poco del aerosol de feromonas del apaciguamiento para ayudar a relajarlo. Vale más actuar anticipadamente para no actuar con prisas. Las prisas aumentan el estrés del propietario y del gato.

En la sala de espera Es mejor dejar a tu gato en un trasportín o en una bolsa de transporte. Déjalo en el suelo junto a tu sitio, a tus pies, sin perros cerca. Si hay mucha gente, pon el trasportín o la bolsa en alto, en un asiento si es posible o sobre tu regazo. Esta medida permite evitar y prevenir que se aproxime un perro y tranquilizar a tu gato que se encuentra así cerca de ti.

Sujetarlo en la mesa de exploración El trasportín constituye el medio de transporte más seguro y el más práctico para llevar a tu gato al veterinario.

Para que el veterinario pueda examinar y auscultar a tu gato, sácalo de su trasportín y sitúalo en la mesa de exploración. Cuidado, algunos gatos tienen tanto miedo a salir que pueden intentar atacar al sacarlos de su bolsa. De todos modos, se debe evitar que se angustie, si lo hace puede temblar (la auscultación sería entonces difícil), orinarse encima o intentar atacar. Se desaconseja por completo gritarle o golpearle. De hecho, si el gato es agresivo, ¡no es en absoluto

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No quiere entrar en su trasportín Si tu gato extiende sus patas para no entrar en el trasportín, agárralo del abdomen con su cabeza mirándote, su trasero apuntando al trasportín y hazlo retroceder. Como no puede anticiparse a la puerta, será más fácil de introducirlo.

¿Lo sabías? El trasportín, un refugio. El trasportín constituye para un gato un miniterritorio donde encuentra refugio. Por otra parte, te darás cuenta que en el veterinario, después de la consulta, tu gato volverá lo antes posible a su trasportín en el que tanto te había costado antes meterlo.

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CAPÍTULO 7  •  Las salidas

La visita al veterinario

La visita al veterinario

Un gato se resiste aún menos que si se le forzase.

La consulta del veterinario constituye a menudo un estrés para el gato. Se encuentra en un territorio desconocido con multitud de olores extraños y debe soportar el fastidio del examen clínico. El transporte Para ir al veterinario, a menudo es necesario coger el coche, lo que ya representa un estrés para muchos gatos. Incluso si va a pie, este cambio de territorio, incluso podría decirse este destierro, crea una angustia en tu compañero. Sin embargo, existen trucos que permiten mejorar su confort para que ese día no sea demasiado negro. Primero, se recomienda meter a tu gato en un trasportín de plástico o de mimbre suficientemente grande para que esté bien ventilado, pero no demasiado grande para que no se golpee con el vaivén. Algunos minutos antes de meter a tu gato, vaporiza un poco del aerosol de feromonas del apaciguamiento para ayudar a relajarlo. Vale más actuar anticipadamente para no actuar con prisas. Las prisas aumentan el estrés del propietario y del gato.

En la sala de espera Es mejor dejar a tu gato en un trasportín o en una bolsa de transporte. Déjalo en el suelo junto a tu sitio, a tus pies, sin perros cerca. Si hay mucha gente, pon el trasportín o la bolsa en alto, en un asiento si es posible o sobre tu regazo. Esta medida permite evitar y prevenir que se aproxime un perro y tranquilizar a tu gato que se encuentra así cerca de ti.

Sujetarlo en la mesa de exploración El trasportín constituye el medio de transporte más seguro y el más práctico para llevar a tu gato al veterinario.

Para que el veterinario pueda examinar y auscultar a tu gato, sácalo de su trasportín y sitúalo en la mesa de exploración. Cuidado, algunos gatos tienen tanto miedo a salir que pueden intentar atacar al sacarlos de su bolsa. De todos modos, se debe evitar que se angustie, si lo hace puede temblar (la auscultación sería entonces difícil), orinarse encima o intentar atacar. Se desaconseja por completo gritarle o golpearle. De hecho, si el gato es agresivo, ¡no es en absoluto

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No quiere entrar en su trasportín Si tu gato extiende sus patas para no entrar en el trasportín, agárralo del abdomen con su cabeza mirándote, su trasero apuntando al trasportín y hazlo retroceder. Como no puede anticiparse a la puerta, será más fácil de introducirlo.

¿Lo sabías? El trasportín, un refugio. El trasportín constituye para un gato un miniterritorio donde encuentra refugio. Por otra parte, te darás cuenta que en el veterinario, después de la consulta, tu gato volverá lo antes posible a su trasportín en el que tanto te había costado antes meterlo.

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