Luca Novelli
Hola, soy Cero La verdadera historia de una nada que vale millones de millones
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Donde no hay nada El cero, la nada y el todo ¿Cómo contaban los cavernícolas? Los sumerios inventan el ábaco Los egipcios y sus jeroglíficos Calendarios mayas Los griegos: Ulises y Polifemo Tampoco me conocieron los romanos Mi aparición en la India
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Los árabes difunden los números
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«Abaquistas» y «algoritmistas»
10 Mi llegada a Europa
15 16 20 24 28 32 36 40 44 48
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12 El cero y Descartes
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14 El cero y el infinito
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13 El cero y el Big Bang Personajes e intérpretes 9
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El cero es un número como el siete, el tres y el nueve, pero es un número muy especial. Si se hubieran erigido monumentos a los números, el mayor hubiera debido estar dedicado al cero. Sin el cero no funcionaría hoy el mundo. El señor Cero os va a contar por qué en este libro.
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El cero, la nada y el todo
¡Buenos días a todos!
Soy Cero. En realidad, no debería decir nada y ni siquiera debería ser dibujado. Cuando se es nada, se es nada y basta. Pero tengo un pasado y un fututo demasiado extraordinarios para estar callado, por eso tomo cuerpo y palabra y os cuento todo, o sea, cómo desde nada llegué primero a algo, después a un número, y por último a un número dotado de superpoderes, más aún, al número más mágico y poderoso de todos. En realidad, antes de ser un cero era solo una idea, y una idea que conocéis muy bien:
¿Qué has hecho?
Nada
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Todavía soy nada en la balanza si no ponéis pesas.
Nada
Nada en el bolsillo si no tenéis dinero. Nada en la barriga si no habéis comido.
Nada
Nada Nada en la cabeza si no habéis estudiado... nada. Como nada existo desde siempre: existía antes de la Creación, antes del Big Bang, antes de que naciera todo. 17
Nada
A propósito, ciertos pueblos antiguos describían el universo como una enorme serpiente que se comía la cola formando un enorme cero. Esta horrible criatura-universo se llamaba uróboros. Como tal vez sepáis, la definición exacta de universo es «todo lo que existe». O sea, las galaxias, las estrellas y los planetas, todo, cada objeto, cada persona, todo forma parte del universo. Por eso, puesto que el universo contiene todo lo que existe... «más allá» y «fuera» del universo solo puedo estar yo: nada. Naturalmente, yo ya era nada incluso antes de la aparición del hombre sobre la Tierra, pero no hacía nada, no servía para nada, no pensaba en nada. Después apareció la humanidad. 18
Nada
Nada
Nada Nada Nada 19
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¿Cómo contaban los cavernícolas?
Nada
Durante siglos y milenios la humanidad prescindió de mí. Más aún, a vuestros antepasados hasta les resultaba embarazoso imaginarme. Un cazador-recolector no podía volver a la tribu con las manos vacías, o sea, con nada. Pero la humanidad prescindió también de mí cuando empezó a contar. Contaba hombres, lobos, jabalíes, conejos o no se sabe qué. Contaba y ponía un nombre a las cantidades que contaba. Contaba haciendo muescas en huesos o en trozos de madera hace ya 30.000 años.
¡Muchos!
Empleó millones de años para contar más allá del tres; por fin lo consiguió. 20
ยกUno!
ยกDos!
ยกTres!
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3
Los sumerios inventan el ábaco
Estos antepasados vuestros, los sumerios, escribían en tablillas de arcilla y contaban hasta sesenta, sesenta veces sesenta, y así sucesivamente. Para hacerlo dieron un nombre y un signo a muchos números.
Uno
Diez
Sesenta y uno
No era fácil hacer operaciones con estos signos; por eso inventaron un instrumento, el ábaco, considerado el antepasado de todos los ordenadores, para sumar, restar, dividir y multiplicar. En su origen, el ábaco era una tablilla de arcilla con canaladuras donde se ponían las bolitas para contar. Cuando una canaladura estaba llena, se la vaciaba y se ponía una bolita en la canaladura de al lado y así sucesivamente. 24
Los sumerios no tenían problemas para contar las bolitas que había en cada canaladura, pero cuando al fin una de ellas se quedaba vacía, tenían un problema. ¿Cómo se escribe «ninguna bolita»? Este es el signo que usaron...
No se me parece en nada, pero soy yo, Cero. Por primera vez en la historia, yo, el señor Nada, me aparecí a la humanidad.
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Pero..… Hay un pero.
No estaba considerado como un número. Los sumerios no me dieron mucha importancia. En el fondo no era más que una vasija vacía, una ausencia insignificante. Más aún, aunque los sumerios tenían dos manos y diez dedos como todos vosotros, en vez de contar de diez en diez como hacéis hoy, siguieron contando por sesenta y sexagésimos. No es tan extraño; otros pueblos contaban por cinquenas, otros por veintenas. Todavía hay quien cuenta los huevos por docenas.
Vosotros contáis, ciertamente, por decenas, o sea, que usáis el Sistema Decimal. Pero ¿y cuando medís el tiempo?, ¿cuando leéis la hora? Quizá no os hayáis dado cuenta, pero estáis usando el sistema de contar inventado por los sumerios hace más de 3.000 años: por sexagésimos. ¿Una hora? Sesenta minutos. ¿Un minuto? Sesenta segundos. Y así sucesivamente. 26
¡Es babélico! ¡Es babilónico!
Como les pasaba a los sumerios, cuando decís la hora, os olvidáis de mí, del cero. Decís: nos vemos a las 12 o a mediodía o a medianoche, pero no decís nunca: ¡nos vemos a la hora cero! Aunque cada nuevo día o cada tarde empieza por mí, comienza desde el cero. 27