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LA BEBIDA DE LAS DEIDADES MAYAS Y DE LAS ALTAS CLASES SOCIALES
Según la historia, en la cuarta expedición de los europeos por el golfo de Honduras descubrieron el cacao en el año de 1502. Cristóbal Colón halló una enorme canoa que tomando como referencia un informe de Fernando Colón, hijo del explorador, medía más de 40 metros de longitud.
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La embarcación era mercante porque en su interior tenia artículos de cobre, vasijas, piedras de moler, granos, raíces y una especie de vino elaborado con maíz, alimento sagrado de los mayas. De acuerdo con la perspectiva de los exploradores, los mayas respetaban y cuidaban demasiado los granos que transportaban, ya que Fernando vio como todos los tripulantes se agachaban para recoger los que habían caído al suelo. Las rarísimas “almendras” (desde la perspectiva de Colón) en realidad se trataban de las semillas de un árbol que para su desarrollo requerían de mucho calor y humedad.
Lo que se conoce hasta la fecha en cuanto a sus usos y elaboración del cacao en la cultura maya es gracias a las inscripciones jeroglíficas de los objetos cerámicos. Específicamente, en el labio de las copas hay epígrafes grabados que indican su utilización como “taza de cacao”. De igual manera, señalan los signos silábicos de “ka-ka-wa” que quiere decir “cacao” (kakaw) en maya y los distintos sabores del cacao: amargo y dulce, mezclado con masa de maíz y condimentado con chile.
En ocasiones en su preparación la espuma rebasaba del vaso, entre más espumoso era mayor aceptación tenía de los nobles al ser ofrecida a las deidades. Para lograr esto, los chocolateros batían el líquido o lo pasaban constantemente de un recipiente a otro, con base con algunas cerámicas pintadas. Con el propósito de incrementar la cantidad de espuma, recurrían a emulsificantes naturales como la planta de “zukir”, bejuco endémico de la selva Lacandona. Finalmente, para darle un sabor más fuerte le añadían chile habanero.
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CACAO, THE DRINK OF MAYA DEITIES AND THE MAYA UPPER SOCIAL CLASSES
According to history, in the fourth expedition of Europeans through the Gulf of Honduras, they discovered cacao in the year 1502. Christopher Columbus encountered a huge canoe that, taking as a reference a report by Fernando Columbus, the explorer’s son, measured more than 40 meters (130 feet) in length.
It was merchant vessel because it carried copper items, pottery vessels, grinding stones, seeds, roots, and a kind of wine made from corn, a sacred food of the Maya. According to the explorers’ perspective, the Maya respected and cared too much for the seeds they were transporting, since Fernando saw how all the crew members were bending down to pick up those that had fallen to the ground. The coveted “almonds” (as Fernando described them) were actually the seeds of a tree that required a lot of heat and humidity for its healthy growth. What is known to date regarding the uses and elaboration of cacao in the Maya culture is thanks to the hieroglyphic inscriptions on ceramic objects. Specifically, on the lip of the glasses there are engraved epigraphs that indicate its use as a “cacao cup.” In the same way, they point out the syllabic signs of “ka-ka-wa” which means “cacao” (kakaw) in the Mayan language and the different flavors of cacao: bitter and sweet, mixed with corn dough and seasoned with chili. In its preparation, there were time when the foam spilled over the cup; the more sparkling the beverage was, the nobles believed it was the more suitable for their deities. To achieve this, the chocolatiers poured the beverage from one cup to the other, each pour it becoming foamier, as is depicted on painted ceramics. In order to increase the amount of foam, they resorted to natural emulsifiers such as the “zukir” plant, an endemic vine of the Lacandon jungle. Finally, to give it a stronger flavor, they added chili peppers.