El Mollete Literario #5

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El Mollete Literario www.grupotransicion.com.mx

Director: Carlos Ramírez

molleteliterario@grupotransicion.com.mx

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$10.00 pesos

Marzo 15, 2013 , Número 5, Segunda Época


El Mollete Literario

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15.03.2013

El Mollete Literario

Lectura lastimera Por Luy

Mtro. Carlos Ramírez Presidente y Director General carlosramirezh@hotmail.com Oscar Dávalos Coordinador de Producción odavalos@grupotransicion.com.mx Lic. José Luis Rojas Supervisor Editorial Consejo Editorial: Roberto Bravo, René Avilés Fabila Abigail Angélica Correa Cisneros Redacción acorrea@grupotransicion.com.mx María Eugenia Briones J. Diseño Roberto Eduardo Aguilar Malvaez Formación Raúl Urbina Asistente de la dirección general El Mollete Literario es una publicación mensual editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A., el Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. y el Grupo Editorial Transición. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 243, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Certificado de licitud en trámite.

Índice A contracorrientes Una lectura perturbadora

El cuestionario Bravo Entrevista con Nicolás Maquiavelo

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Por Roberto Bravo

Espiral El historicismo musical

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Por Amadeo Estrada

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Por Óscar Wong

Cosecha Roja vs. Cosecha Roja

5

Por Mauricio Leyva

Pico de Gallo Literatura, box y algunas curiosidades

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Por Porfirio Romo

Cuento El aparato

La bella voz Poesía Coordinador: Freddy Secundino Ylla Kamtar Adriana Tafoya Beatriz Cecilia Hortensia Carrasco Rocío García Rey Adriana Ventura

Por Citlali Ferrer

Libros-Libros Francisco Tario, autor de culto

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Diccionario Pelón

8

Por Mauricio Carrera

De periodista a escritor sin pasar por el Boom Luis Gastélum Leyva (1955)

9

Por Raúl Urbina

Teleras en serie Los Borgia

Óscar Wong, El secreto del verso

Por Elsie Méndez

Por Jade Castellanos

13

Arte ahora ¿Qué sigue? Política cultural en el arte contemporáneo

Por Daniel Cisneros

14

Por Mónica Contreras

Y las mujeres ¿qué? Almudena Grandes. El éxito y los adjetivos

15

Por Margarita Ruiz de V.

La literatura es siempre una expedición a la verdad

Franz Kafka (1883-1924)


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El cuestionario Bravo

Entrevista con Nicolás Maquiavelo por Roberto Bravo

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iccolo Maquiavelo (14691527), nació en Florencia y fue durante catorce años secretario del Gobierno de “Los Diez” desempeñando numerosas embajadas. Después de la toma de Florencia por los españoles en 1512 , que llevó a los Médicis al poder Maquiavelo fue expulsado de la ciudad, retirándose a Sant’ Andrea en Percussiana, donde se dedicó a escribir.

En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven.

Nicolás Maquiavelo

El príncipe es el mejor testimonio de su pensamiento. En el examina lo que es un principado, cuántas clases de éstos hubo en su época, como se les había adquirido y perdido, y teoriza acerca de cómo debían conservarse. Esta entrevista imaginaria, con preguntas arbitrarias y desordenadas, las respondí con textos de El príncipe, y Discursos sobre las décadas de Tito Livio. 1.-Cuando un gobernante es impopular y el pueblo lo considera ilegítimo. ¿Qué sucede en su mandato? –Los príncipes de hoy sólo tienen que luchar contra la ambición de los nobles y la violencia de los pueblos, los emperadores romanos tenían que hacer frente a una tercera dificultad: la codicia y la crueldad de sus soldados, motivo de la ruina de muchos. Porque era difícil a la vez tener satisfechos a los soldados y al pueblo; pues, en tanto que el pueblo amaba la paz y a los príncipes sosegados, las tropas preferían a los príncipes belicosos, violentos, crueles y rapaces, y mucho más si lo eran contra el pueblo, ya que así duplicaban la ganancia y tenían ocasión de desahogar su codicia y su perversidad. Esto explica por qué los emperadores que carecían de autoridad suficiente para contener a unos y a otros siempre fracasaban; y explica también por qué la mayor y sobre todo los que no subían al trono por herencia, una vez conocida la imposibilidad de dejar satisfechas a ambas partes, se decidían por los soldados, sin importarles pisotear al pueblo. 2.-Ofende al gobernante que los medios masivos hablen de él y de lo que ocurre en su territorio. –Como no hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la verdad; y resulta que cuando todos pueden decir la verdad, faltan al respeto, por lo tanto, un príncipe prudente debe preferir un tercer modo: rodearse de los hombres de buen juicio de su Estado, únicos a los que dará libertad para decirle la verdad, aunque en las cosas sobre las que sean interrogados y sólo en ellas. Pero debe interrogarlos sobre todos los tópicos, escuchar sus opiniones con paciencia y después resolver por sí y a su albedrío. Y con estos consejeros comportarse de tal manera que nadie ignore que será tanto más estimado cuanto más libremente hable. Fuera de ellos, no escuchar a ningún otro, poner enseguida en práctica lo resuelto y ser obstinado en su cumplimiento. Quien

no procede así se pierde por culpa de los aduladores o, si cambia a menudo de parecer, es tenido en menos. 3.-¿Debemos confiar en las promesas que hace un gobernante antes de alcanzar el poder? –Nadie deja de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple la palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez; pero la experiencia nos demuestra, por lo que sucede en nuestros tiempos, que son precisamente los príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los demás con su astucia y reído de los que han confiado en su lealtad, los únicos que han realizado grandes empresas. 4.-Un gobernante que asume el poder con la ayuda de los ciudadanos, ¿de quién debe auxiliarse? –Y puesto que el tema lo exige, no dejaré recordar al príncipe que adquiera un Estado mediante la ayuda de los ciudadanos que examiné bien el motivo que impulsó a éstos a favorecerlo, porque si no se trata de afecto natural, sino de descontento con la situación anterior del Estado, difícil y fatigosamente podrá conservar su amistad, pues tampoco el podrá contentarlos. Con los ejemplos que los hechos antiguos y modernos proporcionan, medítese serenamente en la razón de todo esto, y se verá que es más fácil conquistar la amistad de los enemigos, que lo son porque estaban satisfechos con el gobierno anterior, que la de los que, por estar descontentos, se hicieron amigos del nuevo príncipe y le ayudaron a conquistar el Estado. 5.-Un gobernante altruista ¿En qué debe pensar antes de ser bondadoso? –Digo que estaría bien ser tenido por pródigo. Sin embargo, la prodigalidad, practicada de manera que se sepa que uno es pródigo, perjudica; y por otra parte, si se la hace virtuosamente y tal como se la debe practicar, la prodigalidad no será conocida y se creerá que existe el vicio contrario. Pero, como el que quiere conseguir fama de pródigo entre los hombres no puede pasar por alto ninguna clase de lujos, sucederá siempre que un príncipe así acostumbrado a proceder consumirá en tales obras todas sus riquezas y se verá obligado, a la postre, si desea conservar su reputación, a imponer excesivos tributos, a ser riguroso en el cobro y a hacer todas las cosas que hay que hacer para procurarse dinero. Lo cual tornará a hacerlo odioso a los ojos de los súbditos.

6.-Qué peligro suscita que la corrupción y el robo se manifiesten en un Estado. –Hace odioso ser expoliador y apoderarse de los bienes ajenos, porque los hombres olvidan antes la muerte del padre que la pérdida del patrimonio. Luego, nunca faltan excusas para despojar a los demás de sus bienes, y el que empieza a vivir de la rapiña siempre encuentra pretextos para apoderarse de lo ajeno. 7.-¿Qué sucede cuando la iglesia participa en el poder? –Alejandro VI probó, como nunca lo había probado ningún pontífice, de cuánto era capaz un papa con fuerza y dinero. Ha hallado, pues, su Santidad el papa León una iglesia potentísima. 8.-¿Cuál es el punto de equilibrio que un gobernante debe tener por referencia? –Todos los estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento. 9.-¿Cómo prevenir el descontento popular? –El medio de prevenirse es tener buenas armas y buenos amigos; y siempre se tendrán buenos amigos cuando se tengan buenas armas. 10.-¿La división de poderes es garantía de buen gobierno? –Mientras la dictadura se mantuvo dentro de las formas legales y no fue usurpada por la autoridad privada de los ciudadanos, esta institución constituyó la base de la república. 11.-¿Es lícito hacer cambios a la Constitución? –…Las maneras de proceder, ¿Están o no están de acuerdo con la época? Esta es la causa de que dos acciones diferentes produzcan el mismo efecto, y que dos acciones paralelas den resultados opuestos. Por eso resulta que lo que está bien, no lo está para siempre. 12.-¿Qué opinión le merecen los medios en la difusión de los asuntos públicos? –En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven ¡…! Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. 13.-¿Si tuviera que ir al carnaval de Venecia que disfraz usaría? –El de príncipe. 14.- ¿Perro, loro, gato, pez? –Zorra 15.-En marzo se festeja el día de la mujer. ¿Qué opinión le merece? –La mujer es fortuna… si se la quiere tener sumisa, golpearla y zaherirla. Se deja dominar por `[impetuosos] antes que los que actúen con tibieza. 16.-¿Qué opinión tiene de usted mismo? –La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.

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A Contracorrientes

Una lectura perturbadora Por Óscar Wong la que –preciso: estoy hablando de represión sexual– muchos no se atreven a explorar. Esta lectura mitográfica seguramente evitaría las infidelidades actuales. Retomo el mito conocido: la caída del hombre y su simbología. Eva, “la madre de todos los vivientes” es la aceptada por los cánones. Después de dormir al varón Adán y sacarle la costilla –algunos prefieren resaltar que fue la cola, por eso nos queda el huesillo del cóccix– se crea a Eva. El ángel proscrito advierte la felicidad que existía en el Jardín del Edén y se presenta para tentar, en forma de serpiente –símbolo de sabiduría, advocación de la Diosa Madre– a esta mujer, tercera esposa de Adán. La prohibición era significativa: nada del fruto del árbol de la vida ni del árbol del bien y del mal. Este ángel, que se encuentra a la izquierda de los hombres, la incita al conocimiento. Si deseas

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s evidente que Juana Inés Ramírez (1648-1695), llamada más tarde Juana de Asbaje (sor Juana Inés de la Cruz) y, según la fama, la Décima Musa, nuestra autora más significativa del barroco mexicano, o novohispano, para precisar, resume en su particular existencia los modos y comportamientos de una sociedad que se debatía entre el relajamiento sexual, el goce y placer carnal, y los rigores religiosos, los afanes de salvación espiritual. Como poetisa, sor Juana se determina por el lenguaje y los símbolos. En este sentido, es válido resaltar la relación que existe en la actitud de sor Juana y su representación mitológica de la Diosa Madre. Me apresuro a la precisión: una mujer de signos como fue sor Juana puede, y debe, observarse a través del símbolo femenino lunar, de la representación de la diosa, que tantos conflictos ha provocado a más de uno, pero que la monja maneja en Primero sueño cuando habla de la pavorosa sombra, que “al superior convexo aun no llegaba/ del orbe de la Diosa/ que tres veces hermosa/ con tres hermosos rostros ser ostenta” (vv.12-15).

Desde su nacimiento en Nepantla, el 12 de noviembre de 1648, hasta su ingreso al palacio, podemos signar a la doncella Juana Inés (Luna en cuarto creciente). De su noviciado y toma de hábitos en 1669 –que para las monjas significa desposarse con Cristo, luego entonces, simbólicamente, se metamorfosea en mujer– hasta la creación de su obra mayor, El sueño, o Primero sueño (escrito hacia 1685), representa a la luna llena. Finalmente su descenso y caída por las dificultades teológicas ante las autoridades eclesiásticas, provocado por la publicación de la Carta Atenagórica por Fernández de Santa Cruz, el obispo de Puebla y su Respuesta a sor Filotea de la Cruz (1690), hasta su muerte en la madrugada del 17 de abril de 1695, se cumple la fase lunar última (cuarto menguante). Es válido, entonces, visualizar a la poetisa a partir de los mitos celtas y grecolatinos, pero también de los judeocristianos, puesto que sor Juana fue religiosa y padeció la represión clerical, y sobre todo, a través de las mitologías hebreas. A partir de este referente, otra tríada famosa se apunta con sor Juana: Lilith, Nahamá y Eva, la madre de todos los vivientes. Y aquí me detendré un poco para dar paso a las premisas de mi lectura y revaloración de esta figura singular. Varón y hembra fueron los primeros padres de la humanidad. Sabemos por los mitógrafos que Adán (que significa “de Tierra”) y Lilith fueron puestos en el Jardín del Edén. Pero Lilith le reprochaba a Adán su dominio, su prevalencia, sostenía que

En la vida conventual de sor Juana se observan estas figuras: la libido natural (sabemos que Eros manifiesta la vida), representada por Lilith, acallada al tomar los hábitos, pero revelada a través de los poemas amistosamente amorosos a las tres virreinas que la protegieron… Sor Juana Inés de la Cruz

si eran del mismo origen, ¿por qué ella tenía que yacer, siempre, debajo de Adán?, ¿por qué no se le permitía la otra postura? Por supuesto que Lilith es la primera hembra que tiene muy clara su condición de mujer. En el lenguaje actual diríamos que fue la primera “feminista”, puesto que mencionó el nombre mágico, secreto, de Dios y se esfumó. Algunos refieren que se fue a orillas del mar Muerto, otros que al mar Rojo; pero lo cierto es que de alguna manera se dio tiempo para cohabitar con los ángeles caídos de que nos habla El libro de Henock. Íncubos y súcubos fue su descendencia. Lilith es un nombre, una figura proscrita por las iglesias judeocristianas. Es “La Nocturna”, la que aterroriza a los monjes y frailes de esas etapas oscuras de este mundo nuestro. La leyenda señala que por las noches los hombres que duermen solos son visitados por esta sombra (¿“de las nocturnas aves,/ tan obscuras, tan graves,/ que aun el silencio no se interrumpía”?, El sueño, vv. 22-24), y por eso tienen sueños húmedos. El hombre no debe estar solo, es una sentencia divina. Las mujeres solitarias también son perseguidas por los hijos de Lilith, quienes también las poseen. Con esto, que nos señala Benítez en el volumen ya referido, tenemos muy claro el pavor que tenían los pobres religiosos. Y más cuando sabemos que la toma de hábitos no era por vocación, sino una profesión como cualquier otra. Vuelvo al mito hebreo, que algunos lectores de la Cábala tienen muy claro. Adán no podía estar solo y los dioses –o Dios, para no seguir espantando a las conciencias persignadas– decidieron crear a otra esposa para el pobre Adán. Tomaron huesos, sangre, carne e hicieron a Nahamá, la segunda esposa de este señor. Nadie sabe qué ocurrió con esta dama, pero Adán la repudió, pese a la hermosura de la matrona. Considero –y perdón por esta interpretación– que Nahamá es la mujer concreta, real, no la que encubre la libido, el deseo sexual como Lilith, o Eva, la que permite el acto institucional, dentro de lo que marcan los cánones sociales y religiosos. Para mí, la figura de Nahamá representa a la mujer de carne y hueso, no la “otra”, la que es posible disfrutar; o la esposa, la madre de nuestros hijos, con

ser como los dioses, prueba del fruto, le indica malignamente (otra interpretación del mito de la Caída se refiere a la gestación del libre albedrío como derecho divino, que se manifiesta cada día de nuestra existencia). Y Eva, que desea el saber, acepta (la tradición cristiana habla que probó la manzana, otro símbolo de sabiduría, de conocimiento poético, según Robert Graves y Raphael Patai (Cf. Los mitos hebreos, 1982: 59-63). La otra parte de la historia ya la sabemos: Adán observa que Eva ya no tiene el brillo, el aura original, puesto que el líquido que circulaba por sus venas se transforma en sangre, luego entonces ya es mortal, acepta del fruto para no volver a quedarse solo (era su tercer matrimonio). En la vida conventual de sor Juana se observan estas figuras: la libido natural (sabemos que Eros manifiesta la vida), representada por Lilith, acallada al tomar los hábitos, pero revelada a través de los poemas amistosamente amorosos a las tres virreinas que la protegieron: Leonor Carreto, condesa de Paredes; María Luisa de Borbón, apellidada Manrique de Lara, marquesa de la Laguna, y en menor grado doña Elvira de Toledo, condesa de Galve. Como monja, estaba más allá de toda duda su amistad, sus requiebros amorosos. Octavio Paz puntualiza su parte asexuada –mejor dicho, su renuncia tácita al sexo– como religiosa, su abdicación del matrimonio, y como mujer de letras (en esta confluencia de abandonos voluntarios, advertiríamos la figura de Nahamá). Es prudente recordar que el saber estaba en manos de los clérigos, principalmente, y de los principales e ilustres que acudían a la Universidad. Como mujer de conocimiento, sor Juana se identifica como Eva. La tríada se completa. La primera mujer es tentada por el ángel caído, derrotado por las huestes divinas del arcángel Gabriel. El padre Antonio Núñez de Miranda (1618-1693), el arzobispo Aguiar y Seijas y el obispo de Puebla, Fernández de Santa Cruz (¡otra vez tres!), resumen al ángel proscrito. Uno y trino, remarcamos para escándalo de muchos. Sor Juana es una mujer de signos, es Isis, señora de los símbolos, por lo que presupongo válida esta interpretación.

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Cosecha Roja

vs. Cosecha Roja por Mauricio Leyva

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o que busco huir del lugar común, recurro a él para decir que la novela cuyo nombre lleva esta serie de artículos sobre el género policíaco, es apasionante y extraordinaria. Cosecha Roja es el título que el norteamericano Dashiell Hammett puso a su primera novela, publicada, el 1 de febrero de 1929 por Alfred A. Knopf. Desde su aparición, Hammett se distinguió por asestar frases impactantes, así como recrear ambientes poderosos.

Profundo patriota (peleó en las dos guerras mundiales de su país), amante de las tramas complejas, desempeñó varios oficios hasta llegar inclusive a convertirse en agente, en la Agencia de Detectives Pinkerton de Baltimore. Cosecha roja situada en la ciudad minera de Personville a la que la voz narrativa en tercera persona del autor denomina Poisonville, tiene un inicio magnético: “En el Big Ship de Butte oí por primera vez a un minero pelirrojo de nombre Hickey Dewey que llamaba Poisonville a la ciudad de Personville. Tenía la costumbre de convertir las erres en diptongos, así que me importó poco su manera de nombrar la ciudad. Luego volví a oír el mismo nombre de boca de hombres capaces de pronunciar bien las erres. Lo tomé como una muestra más del humor vulgar que anima los retruécanos propios de la jerga de los bajos fondos. Unos años después fui a Personville y comprendí el exacto significado de esta palabra”. El perfil de ese lugar es narrado por el Agente de la Continental, personaje protagónico sin nombre de la historia, con la misma consistencia en que va presentándonos a cada personaje. De esta manera nos aprisiona en la trama en la cual, el detective, en el primer capítulo titulado Una mujer vestida de verde y un hombre vestido de gris, luego de una llamada telefónica asiste al encuentro con Donald Willson: “Utilizando uno de los teléfonos de la estación llamé a Donald Willsson al Herald para decirle que acababa de llegar. —¿Podrá venir esta noche a mi casa a las diez? —tenía una voz agradable, pero seca—. La dirección es Mountain Boulevard, 2.101. Coja un tranvía en Broadway y bájese en la confluencia con Laurel Avenue y camine dos manzanas en dirección oeste. Le prometí que iría. Fui al hotel Great Western, dejé allí las maletas, y me fui a dar un vistazo a la ciudad”. Al llegar el detective al lugar, lo recibe la bella pelirroja mistress Willsson, pareja de Donald, quien lo recibe con gesto adusto: “Me abrió la puerta una criada y me comunicó que mister Willsson no se encontraba en casa. Mientras le explicaba que había concertado una cita con él, se acercó a la puerta una mujer delgada, rubia, de cerca de treinta años, vestida con un traje verde de seda rizada. Ni siquiera cuando sonreía desaparecía la frialdad de sus ojos azules”.

Dashiell Hammett

Pasados unos minutos lo deja solo en la casa y al regresar le avisa que Donald no llegará. El investigador nota manchas de sangre en los zapatos y se marcha. Al poco tiempo la noticia del asesinato a balazos de Donald coge por sorpresa a todos en Poisonville. Comienza entonces una aventura de las más completas que se han escrito, tan completas que el genio mostrado en esta y toda la obra de Dashiell le valió que la Asociación Internacional de Escritores Policíacos instituyera anualmente el Premio Internacional de Novela Dashiell Hammett, a la mejor novela policíaca en la Semana Negra de Gijón. El detective de la agencia visita a Elihu Willsson, padre de Donald: “Elihu Willsson el Viejo, padre del fallecido esa noche, había sido, a lo largo de cuarenta años, el corazón, el alma, la piel y el intestino de Personville. Era el presidente y principal accionista de la Personville Mining Corporation y del First National Bank, propietario de los dos diarios de la ciudad, el Morning Herald y el Evening Herald, y copropietario de casi todas las empresas de alguna importancia. Además tenía comprados a un senador de los Estados Unidos, dos diputados, al gobernador, al alcalde y casi todos los diputados del estado. Elihu Willsson era Personville y gran parte del estado”. No obstante su condición de poder, el poderoso Elihu enfrenta serios problemas en la ciudad y sostiene un primer encuentro con el investigador en el que éste lo define como quien no era el prototipo de hombre que elegiría un ratero para robarle la cartera, a no ser extremadamente diestro en el uso de los dedos. Siendo astuto e igual de hábil que los del otro lado de la calle, el protagonista rompe el molde del detective clásico de su época e intriga, mueve contactos, baja a los barrios rudos y manipula personas, construye escenarios, también chantajea y teje sus propias telarañas. Al hablar de mistress Willsson el zar de Poisonville desboca sobre su nuera: “—Lo único que puedo decirle es que le mató esa puta francesa, y que todas las demás conjeturas que usted pueda hacer no tienen ninguna base real. —Pero no hay que descartarlas —insistí—. Usted conoce mejor que nadie las interioridades políticas de Personville. Era su hijo. Tiene la obligación de... —El único deber que tengo —hablaba otra vez a gritos— es decirle que se vaya de una vez a San Francisco con su estúpida cabezota”. Enseguida el principal personaje conoce a la femme fatale Dinah Brand, y luego a Max Thaler, alias el Susurro. En la ciudad en donde vender ética es un negocio ruin, las cosas se

entrapan, el zar contrata al detective para llegar al fondo del asesinato del hijo y de quienes conspiran en su contra. A mitad de la novela, se descubre que el móvil de la muerte de Donald fue pasional, perpetrado por el miserable empleado de un banco amante de Dinah Brand; sin embargo, en lo que pareciera no haber otra vuelta, Dashiell Hammett nos sorprende, hace que su personaje engañe a la mafia y lo lleva más allá, a confabular para propiciar el enfrentamiento entre los zares principales. En esta parte explotan las escenas de balazos, persecuciones, emboscadas, golpes, muertes que suman más de una veintena –de allí el nombre de Cosecha roja– y verdaderas notas de intrigas: “Cuando sólo me faltaba un tercio del camino para llegar vi acercarse un coche a toda velocidad escupiendo balas por detrás. Me escondí en un portal y saqué con sigilo la pistola. El automóvil me alcanzó. A la luz de un reflector de luz pude ver dos rostros en el asiento delantero. No reconocí al conductor. El otro estaba semioculto por un sombrero. La parte visible correspondía al Susurro”…“ Es preciso estropear las relaciones entre Pete y Yard, Yard y Noonan, Pete y Noonan, Pete y Thaler o Yard y Thaler. Si podemos desbaratarles el chiringuito, se declararán la guerra, cosa que nos conviene. La ruptura de Thaler con Noonan ya es un buen comienzo. Pero hay que soplar para que no se apague. –Podría comprarle unas informaciones sobre la banda a Dinah Brand. Aunque no serviría de mucho ponerlos delante del juez. Tienen en sus manos a los tribunales, y la justicia es muy lenta”. Pólvora y fuego, los elementos se mezclan y formulan un componente excitante. El ritmo vertiginoso de su prosa eleva el ritmo cardiaco en el lector, y al pase de lista de los más de quince personajes: el Agente de la Continental, Dinah Brand, Elihu Willsson, Noonan, Max Thaler, Pete el Finlandés, Lew Yard, Reno Starkey, Peak Murry, Bill Quint, Donald Willsson, Mickey Lineham, Dick Foley y el Viejo, Stanley Lewis y Hanna Cornal Lewis, Los Albury, Nick, el Grande, Ike Bush/Al Kennedy, Dan Rolff, Myrthe Jennison, Bob MacSwain, Tim Noonan, Jerry, McGraw, Ted Wright, Charles Proctor Dawn, Hank O’Marra, Tommy Rubins, Agentes Shepp y Vanaman, son garantía del alto calibre policiaco. Como en toda buena obra policiaca existen misterios, pistas, sospechas y quizás, tal vez quizás, alguna hermosa mujer muerta; pero esa información le está reservada a quien lea esta novela.

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Libros-Libros

Francisco Tario, autor de culto Por Porfirio Romo

Francisco Tario

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rancisco Tario ha sido catalogado como un autor de literatura fantástica, tal vez porque Entre tus dedos helados, el más célebre de sus cuentos, sea uno que, en efecto, contiene los elementos propios del género. No obstante, la producción literaria de este escritor, hasta hace unos pocos años injustamente poco conocida, es más amplia como para encajonarla toda en una sola denominación. Su nombre verdadero fue Francisco Peláez Vega y nació en la ciudad de México en 1911

Hijo de padres españoles, pasó una buena parte de su infancia en Asturias, concretamente en el pueblo de Llanes. Fue un calvo prematuro, lo que lo llevó a lucir una imagen de cabeza rapada, poco frecuente en su época, sin embargo fue un hombre siempre bien vestido, hasta cuando se desempeñaba como portero del equipo de futbol Asturias, de la liga mexicana, en donde lo llegaron a conocer como el Elegante Peláez. Más adelante casó con Carmen Farell, la hermana de aquel secretario del trabajo del salinismo, Arsenio Farell, y que fue una de las mujeres más bellas del país de la primera mitad del siglo pasado. Hay una anécdota en la que, en cierta reunión social en la que coincidieron, María Félix tomó la mano de Carmen y la levantó para aclamarla, ante una nutrida concurrencia, como la mujer más hermosa de México. Indudablemente fue una fuente de inspiración para la escritura de Tario, quien tomó este nombre, según se dijo en algún tiempo, porque correspondía a una voz purépecha que significa “lugar de ídolos”. Eso lo dijo José Luis Chiverto, periodista español que publicó las entrevistas que tuvo con el escritor cuando ya se había instalado en España, pocos años antes de su fallecimiento, que ocurrió en 1977. Sin embargo parece que tal etimología sólo existe en la fantasía de Chiverto, pues el vocablo Tario “no tiene otra significación que la grata resonancia que produce esa voz metálica al unirla con el común Francisco”, esa fue la respuesta del mismo autor sobre su seudónimo, según nos cuenta Mario González Suárez en el prólogo de los Cuentos completos, publicados en 2004 en México por Lectorum. El primer libro de cuentos publicado por el autor fue La noche, que vio la luz en 1943. Hay en esta colección quince relatos, todos con la palabra noche en sus respectivos títulos y sorprende con los personajes que no siempre son humanos, sino que son indistintamente objetos, animales o personas. En La noche del féretro, quien lleva la narración es justamente un ataúd que ve, desdeñoso, a los clientes que se acercan a la funeraria en busca de alguien como él, pues es necesario para albergar un cadáver de lo que hace poco fue una persona viva, hombre o mujer, dato por demás importante para el féretro, pues, dice el que lleva la voz, entre estos indispensables estuches los hay de ambos sexos y lo que esperan siempre es albergar el cuerpo de un muerto de sexo distinto al suyo. Sin embargo nuestro narrador no lleva la mejor suerte, ya que cuando al fin es adquirido por un doliente y llevado al sitio en donde se hace la velación, se encuentra que no es para contener a esa bella dama que ve

Era la estatua de una jovencita desnuda, que aparecía decapitada. Comprendí al punto que se trataba de un horrendo crimen del cual yo debería resultar sospechoso. Entre tus dedos helados. Fragmento

cuando lo introducen en el salón, sino para el del marido, un hombre ventrudo que al féretro le resulta repugnante. Es por eso que, ya con la encomienda en sus adentros, se rebela y consigue caerse con todo y su indeseado compañero. Los esfuerzos por modificar este destino cruel del objeto que ha cobrado sentimientos humanos no son suficientes y termina por resignarse a su destino, pero logra evadirse a través de los sueños en los que recrea su función de compañía perpetua de la viuda que vio al entrar al salón, y es con ellos que consigue que su existencia pueda ser llevadera, aunque luego del sueño se sienta como los hombres, exhausto, vacío y postrado, como deben sentirse “después de una óptima noche de continuos placeres”. Esta es la tónica de los cuentos de este primer libro de Tario, una buena dosis del horror que tiene el hombre ante su ineludible destino, que es la muerte, acompañado de ese humor fuerte y provocativo, con lo que consigue una mezcla extraordinaria, que más allá de la fantasía de sus personajes, del temor a morir o del sarcasmo con que reaccionan ante hechos comunes, nos habla de la angustia del hombre cuando hace frente a sus eternas preguntas. Es evidente que estos temas estaban fuera de contexto en un periodo literario marcado por las obras posrevolucionarias previas al boom latinoamericano. Hay una relación entre esta narrativa de Francisco Tario con otros escritores, igualmente poco

Trata de la alucinada muerte de un joven que, previo a su fallecimiento, cae en una enfermedad que él nunca comprende, porque es víctima de un sueño en donde su voluntad no tiene cabida. En él conoce a una mujer, no sabe que es la muerte, con quien habrá de partir al final.

comprendidos, como el cubano Virgilio Piñera y el uruguayo Felisberto Hernández. Es muy probable que los cuentos de La noche hubieran tenido mejor comprensión y fortuna en cuanto a su popularidad de haber sido escritos en francés o en lengua inglesa. Julio Farell, artista plástico e hijo de Tario, afirma que es por ello el gusto que tiene su padre al ponerle nombre a personajes como Margaret Rose, o evitar el nombrar lugares dentro de cualquier territorio. En el cuento La noche del perro, el personaje es un perro que está viendo morir a su amo, un poeta tísico que está dentro de una miserable habitación en la que no se soporta el frío de una fuerte nevada que sucede afuera. Rememora las veces en las que, borracho, su amo lo tundió llevado por la rabia que desata el alcohol, y luego el arrepentimiento que siente el hombre por hacerle daño al único que lo sigue fielmente en este mundo cruel e insensible. Para el perro eso es lo de menos, solo sabe amarlo y se lamenta no tener las capacidades para ayudarlo y conseguirle un médico. Lo único que sublima al hombre que está muriendo es su oficio de poeta, su capacidad para crear belleza dentro de la ignominia de la vida, por eso lamenta su acompañante la desaparición del hombre. Finalmente muere el poeta y le toca peor suerte al perro, que también muere arrollado por un carro ante la indiferencia de la gente que camina con su propia tristeza a cuestas, incapaz de sentir absolutamente nada por el drama ocurrido. Esta es otra de las facultades de Tario, que consigue penetrar el alma y desnudarla hasta dejar en claro la vileza del ser humano, otorgándole mejores capacidades de sentir al perro que a los hombres. En 1946 aparece el cuento largo La puerta en el muro, publicada con el prólogo de José Luis Martínez, quien fuera un gran amigo de la familia Peláez. Este hombre de letras, creador de una extraordinaria biblioteca de más de sesenta mil títulos, tenía en su casa, entre los pasillos que la convertían toda en un recinto cuidadosamente acoplada para contener libros, una enorme fotografía de Carmen Farell, de quien siempre admiró su belleza. Nuestro autor, previamente había publicado la novela Aquí abajo, cuyo tema es el de la infidelidad femenina, el mismo que lo ocuparía en la narración Yo de amores que sabía, editado en el año de 1950, solo que en este cuento la historia es narrada por un niño que ve con la naturalidad de su edad las constantes entrevistas de su madre con el señor Lorenzo, amigo de la familia, con quien la mujer lleva amores ilícitos que el hijo no comprende, como tampoco consigue explicarse la infi-


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nita tristeza que ve en los ojos de su padre. Es curioso que este cuento, publicado solo en la colección editorial “Los Presentes”, haya tenido como curadores a Alí Chumacero, Juan José Arreola, Jorge Hernández Campos, Henrique González Casanova y a Ernesto Mejía Sánchez. También dentro de esa colección “Los Presentes”, proyectada por José Luis Martínez, apareció el cuento largo Breve diario de un amor perdido. Este relato está contenido en el formato de un diario que, por espacio de casi cuatro meses, va llevando un hombre completamente loco por la pasión desgarradora al haber perdido a la mujer amada. Estas últimos son narraciones en donde no hay ninguna liga con la literatura fantástica, su temática está orientada al dolor provocado por el desengaño amoroso y hay fragmentos de verdaderas alucinaciones febriles derivadas del dolor y la pasión. Tapioca Inn. Mansión para fantasmas es una colección de nueve cuentos que fue publicada en el año de 1952. Dice Mario González Suárez que esta es una obra desigual y un tanto fallida, con narraciones estrafalarias, como este ejemplo: “Un milagro, un hedor y una infancia –el fantasma de las noches de luna, el fantasma de los serafines que fumaban opio y el fantasma actual que se inicia cierta tarde de lluvia con el sepelio de Dedalus.” Fin del párrafo y continúa en el siguiente: “Al comunicársele la repugnante noticia de que su marido había sido materialmente seccionado por el tranvía, la recién casada emitió un curioso gritito y se llevó a la boca su tercera cucharada de fideos. Después dijo: ¡Qué exótico!” Hay, efectivamente, un esfuerzo del autor por parecer distinto y a la vez se empareja con la escritura automática de los surrealistas. Como igualmente hace lo posible por presentar a los fantasmas como el hilo que dé coherencia a la serie de cuentos, aunque los fantasmas sean más metafísicos en el sentido de ser una trascendencia del individuo, el yo profundo que va más allá de la vida que seres fantasmagóricos horribles. Además de escritor y futbolista, Francisco Tario fue propietario de tres cines en Acapulco, ciudad en la que pasó gran parte de su vida en México. Seleccionaba con diferente criterio al de sus colegas las películas que en ellos se exhibían y esto, pues no hay ninguna otra razón conocida, lo llevó a tener serias diferencias con los poderosos distribuidores de filmes del país. Nunca se lo dijo a nadie, sin embargo su hijo Julio recuerda llamadas telefónicas misteriosas que presionaban a su padre, llamadas que cada día se hacían más frecuentes, por lo que el escritor decidió abandonar el país e instalarse en España, hacia el año

de 1960. Estando allá, publicó en México bajo el sello de Joaquín Mortíz su último libro de cuentos en 1968, Una violeta de más. Las dieciséis narraciones que componen este volumen son, indudablemente, las mejor logradas. Una de ellas es “Entre tus dedos helados”, la más conocida y la que aparece en las muchas antologías que han ido apareciendo en las últimas fechas. Trata de la alucinada muerte de un joven que, previo a su fallecimiento, cae en una enfermedad que él nunca comprende, porque es víctima de un sueño en donde su voluntad no tiene cabida. En él conoce a una mujer, no sabe que es la muerte, con quien habrá de partir al final. Cada descripción de ese mundo onírico, que parece ser el que antecede al final de la vida, así como el razonamiento de un hombre inteligente que nada puede hacer ante su destino fatal, son las claves de la fantasía de Francisco Tario. A los pocos años de haberse instalado en España, Carmen Farell fallece y esto trae una profunda amargura a nuestro autor, que decide no volver a escribir y prácticamente lo cumple. Du-

rante años sus libros estuvieron desaparecidos, no había forma de conseguirlos y había, por lo tanto, una minoría de lectores que los buscaban como algo precioso que había desaparecido, en algunos casos de manera inexplicable, pues la novela Acapulco en un sueño tuvo una tirada inicial de siete mil ejemplares en 1951, y más adelante, en 1993, hubo una reedición facsimilar que constó de veinte mil. No obstante, conseguir ejemplares de cualquier obra de Tario era tarea imposible y así se fue construyendo el culto al escritor. Solamente podía conseguirse alguna narración en antologías, como la que hizo María del Carmen Millán de cuentos mexicanos, que incluyó Entre tus dedos helados. Fue hasta el año 2004 que apareció, en dos tomos, la obra cuentística reunida bajo la investigación que hizo Mario González Suárez. A partir de esto, han sido numerosas ediciones las que fueron apareciendo en el mercado editorial, para el mejor conocimiento de uno de los narradores más interesantes de mediados del siglo pasado.

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Diccionario

Pelón Por Mauricio Carrera

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elón, pelonete, cabeza de cuete, rimamos con desparpajo. Está pelón, decimos, cuando hay un riesgo o un peligro implícito o inminente. El pelón con suelas de hule, albureamos, con una de sus connotaciones fálicas. “Pareces pelón de hospicio”, calificamos al que tiene mucha hambre, sin que sea huérfano o haya peligro de contagio de piojos. En Popeye, al bebé pelón le llaman Cocoliso. La pelona, es una manera de referirnos a la muerte, con su grave aspecto de calavera monda. El valiente de la lotería sería capaz de decir: “A mí me la pela la pelona”, y la muerte: “A mí me la pela hasta el más valiente”. Si uno está con el ojo pelón, significa que uno ha pasado insomnio o que se encuentra atento y alerta, prevenido ante algo. Tal vez no sea políticamente correcto, pero de los pelones nos burlamos. Así, se dice de un calvo: no es que sea pelón, es que tiene la frente muy amplia.

Lo peor de ser pelón, dicen los enterados y los propios pelones, es ser utilizado como punto de referencia: “¿Los baños? Ahí donde está ese pelón, a tu derecha…” Pelón es no tener cabello, es estar calvo, pelado, motilado o rapado. Pareces bola de billar, les decimos a los pelones. Antes, estar pelón era un agravio, pero ahora es casi una moda. Hay pelones galanes y otros que se rapan para distinguirse o para verse más sexys. Sean Connery, Jason Statham. Incluso las mujeres, y ahí están Sinead O’Connor o Demi Moore para demostrarlo. La cantante calva de Ionesco ya no escandaliza ni entristece a nadie. Y, como dice el dicho: “En el país de los calvos, los pelones peinan trensas”. Pelón, se lee en el diccionario, se aplica a la persona o al animal que tiene poco o nada de pelo. Los xoloscuincles dan clara muestra de esto último. Son perros pelones, no por no tener un pelo de tontos sino porque su raza es así, rapada, calva, pelona. Y así le gustaban a los mexicas. Les gustaban tanto que ¡hasta se los comían! En la historia de la criminalidad mexicana hay varios pelones famosos. Por mencionar dos casos: el tristemente célebre Goyo Cárdenas y el millonario excéntrico Higinio Sobera de la Flor. A este último le apodaban El Pelón, precisamente, por su manía de raparse por completo el cráneo. Se lo rapaba, según contaba, porque andar pelón le ayudaba a sobrellevar los terribles dolores de cabeza que lo aquejaban. Era, además de pelón, un deschavetado. Sufría de esquizofrenia. Era paciente asiduo de hospitales psiquiátricos. También era rico, experto en despilfarrar la fortuna paterna. Como junior se la pasaba de maravilla. Manejaba un elegante auto convertible y se dedicaba a beber, a fumar mariguana y a acostarse con cuanta mujer pudiera. Era asiduo del Waikikí y

de las prostitutas del barrio. Dice Norma Lazo, en su libro Sin clemencia, que el Pelón Sobera de la Flor “tenía una desmedida voracidad por el sexo”. Se ligaba mujeres desde su carro o desde la mesa de algún centro nocturno. Su esquizofrenia lo llevaba a tener una vida alocada pero inofensiva. Gastaba su dinero a raudales y disfrutaba de la vida. Era un excéntrico, un millonario más, hasta que un día sucedió lo inevitable. Ese día fue el 11 de marzo de 1952. Debido a un nimio incidente de tráfico, escuchó que alguien lo insultaba con un eufórico: “¡Le estoy pidiendo el paso, idiota!”. El pelón Sobera de la Flor sintió ese agravio como una enorme bofetada. Se fue en persecución de quien lo había insultado y, en las esquinas de Insurgentes y Yucatán, sacó su pistola y disparó, tras una mentada de madre, a quien lo había agraviado. El Pelón Sobera de la Flor huyó a su casa, donde buscó protección con su madre. Acariciaba la pistola y se carcajeaba. La noticia del asesinato apareció en todos los periódicos con la descripción del asesino. Muchos lo reconocieron. Era Sobera de la Flor, claro. Su madre lo llevó a esconderse al Montejo, un hotel de Paseo de la Reforma, mientras hacía preparativos para huir con él a España e internarlo de nuevo en un hospital psiquiátrico.

Dice Norma Lazo, en su libro Sin clemencia, que el Pelón Sobera de la Flor “tenía una desmedida voracidad por el sexo”. Se ligaba mujeres desde su carro o desde la mesa de algún centro nocturno. El Pelón Sobera de la Flor no aguantó su encierro y salió a la calle. Se sentó junto a una linda mujer que esperaba el camión y le hizo plática. Ésta, harta del acoso, llamó a un taxi y se subió. También lo hizo Sobera de la Flor. Ahí intentó besarla y abrazarla, ante la complacencia del taxista, quien creyó se trataba de dos apasionados enamorados. La mujer se defendía y lo rechazaba como mejor podía. Cuando no pudo aguantar más su rechazo, el Pelón Sobera de la Flor le disparó dos tiros, bajó al

Son perros pelones, no por no tener un pelo de tontos sino porque su raza es así, rapada, calva, pelona. Y así le gustaban a los mexicas. Les gustaban tanto que ¡hasta se los comían!

taxista del auto y se llevó a la mujer baleada hasta un lugar en la salida a Toluca… Los detectives que capturaron al Pelón Sobera de la Flor se referían a él como un asesino despiadado. También como un demente, que parecía no tener conciencia de sus crímenes. Tenía hambre, pidió que le fueran a comprar unas tortas, y sacó dinero del bolso de la mujer asesinada. Era un hijo de su pelona madre. Su destino fue el de la cárcel y el de la locura. Al final de sus días, recluido en una lujosa celda que su familia pagaba a razón de 600 pesos mensuales, se bebía sus propios orines y se comía su propio excremento. Fue el triste fin del Pelón Sobera de la Flor, que con sus crímenes alimentó la nota roja y el morbo de la sociedad mexicana de su tiempo. Estaba pelón el caso del Pelón Sobera de la Flor, podríamos decir. O no estaba pelón, al contrario, tenía mucho dinero, porque andar pelón es andar con los bolsillos vacíos, sin lana. Lo mismo podemos decir de un lugar: “era un cerro pelón”, es decir yermo, sin árboles o vegetación. O de una casa: “la pared estaba pelona”, es decir desprovista de algo, llámense fotos, cortinas o cuadros. Y es que ser pelón es algo más que andar calvo. “Los pelones”, así se referían en los tiempos de la Revolución a los soldados de las fuerzas federales, por andar cortados a rape. Y es que pelarse no es tampoco quedarse pelón sino huir, rajarse o achicarse, lo mismo que pelar no es cortar el cabello sino hacer o no hacer caso. “Pélame, te estoy hablando. Sí, a ti, grandísimo pelón”. Pelarse asimismo puede referirse a un reto: “Me la pelas”, es sinónimo de abierto desafío, con todo y su alusión sexual al pene y al prepucio. Pelarse es también morir. Pelarse al otro mundo es hacer chiras pelas en eso que llamamos la canija vida. Porque está pelón vivir, ya se sabe.


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De periodista a escritor sin pasar por el Boom

Luis Gastélum Leyva (1955) …en el que se redactan testimonios y anécdotas de

por Raúl Urbina

las mujeres y los hombres que

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a aparición del periódico UnomásUno el 14 de noviembre de 1977, marcó un momento importante en la historia del periodismo en México y con la publicación cinco días más tarde de su suplemento Sábado, la reactivación del periodismo cultural.

han dedicado su vida, desde distinta convicciones y de desde luego, con diferentes estilos y temáticas, al oficio de la literatura, el cine y la música.

Sábado, dirigido por don Fernando Benítez y el maestro Huberto Batis, se convirtió en un referente cultural de 1977 a 2012. El suplemento desapareció debido a la huelga que acabó con el UnomásUno de Becerra Acosta y Luis Gutiérrez. De esas mentes que hoy brillan en otros suplementos culturales, revistas y medios electrónicos, cabe mencionar a Luis Gastélum Leyva, un joven de gran talento que desde la fundación del diario, trabajó en la sección de cultura y espectáculos, que dirigieron don Rodolfo Rojas Zea, Roberto Vallarino y Fernando Belmont, para posteriormente el propio Gastélum se hiciera cargo de la edición. Académicamente se formó en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Autónoma de México (CUEC), donde realizó los cortometrajes; Ojalá estuvieras aquí y Memorandum, original y copia basados en relatos de Alberto Huerta y Carlos Fuentes. Con Ricardo Rocha realizó trabajos como reportero en Para Gente Grande, en el Canal 11 como coordinador de información y en Ciudad Capital de MVS. Para el Canal 22 realizó los programas especiales; Israel y Palestina, Ojo por ojo y George Harrison: la dulce muerte de un dulce señor. Durante su vida profesional ha alternado el periodismo con reportajes y cuentos publicados en revistas y periódicos. Actualmente es director de la revista conTEXTOS del Colegio de Bachilleres de Veracruz y colabora con el semanario Punto y Aparte. En 2012 presentó en el mismísimo centro del Zócalo de la ciudad de México, su libro Pasajeros con destino de escritores y otros viajeros, que como señala su contraportada son textos pergeñados en la coyuntura periodística, en el que se redactan testimonios y anécdotas de las mujeres y los hombres que han dedicado su vida, desde distinta convicciones y de desde luego, con diferentes estilos y temáticas, al oficio de la literatura, el cine y la música. El libro contiene textos de 52 personajes en el que se abordan sus dichas y desdichas, entre los que destacan los dedicados al maestro Huberto Batis; y quién mejor que Luis Gastélum para presentárnoslo, por su cercanía con él, su rostro, su manía, sus obsesiones y sus conjuros, textos que a continuación reproducimos. De homenajes, recuerdos y otras formas de morir en vida De un instante a otro la vida cambia: alegría, tristeza, recuerdos o incluso nada más puede ser muerte y más allá no sabemos, todavía. En marzo de 2000 se le hizo un homenaje a Huberto

Batis en el Palacio de las Bellas Artes. El motivo, que después de 20 años dejaba la dirección de Sábado, el suplemento cultural de UnomásUno. Ahí se recordó al promotor de la cultura en forma de suplementos: Fernando Benítez, quién unos días antes tomó un tren con destino incierto y sin retorno, dejándonos como legado una manera de hacer periodismo cultural, como quien enseña a leer a los que no saben. Entre la muerte de Benítez y el homenaje a Batis se sucedieron días de pena y gloria, de aplausos y un minuto de silencio, de lágrimas, risas y amor. Ese mismo día el surrealismo andaba suelto y en todo el mundo se celebró el centenario del nacimiento de Luis Buñuel. Huberto Batis: el indito consentido de Fernando Benítez Energúmeno, iracundo, hierático, rabioso, déspota, maldito, libidinoso, furibundo, obsceno, lengua de fuego, en fin, un cabrón bien hecho, todo eso puede ser Huberto, pero jamás se podrá dejar de anteponerle el epíteto o el mote de “maestro Batis”, tal como le llaman los jóvenes narradores que un día dijeron basta –realmente dijeron estar hartos y le agregaron “a chingar a su madre”—de vivir a la sombra de las vacas sagradas de la literatura mexicana –llámese Octavio, Carlos o Juan y apellí-

Batis, se atrevió a publicar una cosa llamada “literatura popular de lenguaje total” y que defiende con el denuedo de los ahora insaciables buscadores de adrenalina en el aire, el mar y la tierra: “Tiene bajo nivel, poca calidad y es muy lépera y medio carcelaria, pero esa, que algunos han dado en llamar literatura basura, es nuestra apuesta”.

dense Paz, Fuentes o Rulfo, entre muchos otros— y empezaron a escribir distinto y se acercaron, no sin miedo, a ese ogro jalisquillo que asumió la figura del ombudsman de los ninguneados y cuyo prestigio se lo ganó a pulso por mantenerse alejado del establishment cultural de México, o sea, las élites, y además porque, a decir del mismo Batis, se atrevió a publicar una cosa llamada “literatura popular de lenguaje total” y que defiende con el denuedo de los ahora insaciables buscadores de adrenalina en el aire, el mar y la tierra: “Tiene bajo nivel, poca calidad y es muy lépera y medio carcelaria, pero esa, que algunos han dado en llamar literatura basura, es nuestra apuesta”. Y ese fue el motivo de un reconocimiento de cuerpo presente, todavía, que se le hizo en exclusiva y de caro lujo Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, del que Batis quedó satisfecho porque pensaba que iba a ser su funeral y al final quedó como un “frívolo relajiento”. Y es que sin ser una momia de la literatura y aunque ya está casi listo para el vendaje, como el mismo definió a los escritores, poetas y artistas que la cultura oficial gusta de rendirles homenajes en su decrepitud –creativa y todo–, ahora el centro de un fasto casi culto en un espacio que se le había sido negado tiempo atrás para un acto similar, Emmanuel Carballo, Adolfo Castañón, Alberto Ruy Sánchez, Enrique Serna, Anamari Gomis y Roberto Vallarino, quien leyó un texto enviado por Juan García Ponce, fueron los atrevidos de la mesa que armó Literatura del INBA para esa especie de antihomenaje. A la hora de la verdad, cuando el incómodo promotor literario hizo uso de la palabra –rememoró que en el medio intelectual era conocido como “el chismocito de la palabra escrita”–. Recordó sus inicios como periodista cultural en el semanario de su amigo Froylán Flores Cancela y que recién empezaba su publicación en Xalapa: Punto y Aparte. Contó anécdotas e inevitablemente recurrió a la figura de Fernando Benítez. Narró como el autor de Los Indios de México, siendo director de Sábado, lo llevaba del brazo y se encontraron a uno de tantos personajes con el que Batis no tenía buena relación y aquel le dijo a don Fernando que él creía que nada más defendía indios, el también director del mítico suplemento La Cultura en México, abrazando a Batis, le espetó: “Pues éste es mi indito consentido”.

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Espiral

El historicismo musical Por Amadeo Estrada

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n la interpretación musical, el siglo XX dio origen a un cambio mayor, el nacimiento del llamado historicismo o interpretación informada históricamente.

Ante las ejecuciones preponderantes en el siglo XX, influenciadas por el romanticismo del siglo XIX, surge en la década de los 50 una nueva corriente –historicista– en los Países Bajos, iniciada por Gustav Leonhardt, clavecinista y organista, y consolidada en conjunto con otros músicos, intérpretes y académicos como Nicolaus Harnoncourt, chelista y director de orquesta, Frans Brüggen, flautista y director de orquesta, así como por Sigiswald y Wieland Kuijken, violinista el primero, chelista y viola gambista el segundo, entre los principales a citar. El primer intento es anterior, con Wanda Landowska, quien quiso recuperar el clavecín, aunque el instrumento que utilizaba no era tal, sino una variación de un piano –percutivo, lo cual aseguraba cambios dinámicos, el volumen del sonido, importantes y no de rasgueo como en los clavecines–. El historicismo se propuso indagar en las técnicas, los usos, las restricciones y en las libertades, de la interpretación en la época de creación de las obras. Las búsquedas de esta escuela llevaron por minuciosos estudios sobre los instrumentos, las iconografías y los textos antiguos al respecto. Así, los puristas interpretarían las Variaciones Goldberg de Bach, sólo con un clavecín de la época en que fue escrita la obra e, incluso, de la zona en la que se ejecutaba, enfatizando las diferencias entre los instrumentos italianos, ingleses, franceses o alemanes. Los resultados sorprenden, nos han permitido conocer de maneras radicalmente distintas la música del Medioevo al romanticismo, particularmente la del barroco y el clasicismo. Desde el sonido de los instrumentos antiguos –o la moderna copia fiel– hasta las formas de ejecutar, ha sido un descubrimiento mayor y una importante labor de recuperación de músicas y de numerosos instrumentos olvidados. La homogeneización instrumental del clasicismo, respondió sobre todo a requerimientos de mayores volúmenes sonoros por el surgimiento de los conciertos en grandes salas, lo que repercutió en la pérdida de cuantiosos instrumentos. Así, el cello reemplazó a la viola da gamba, aunque coexistieron durante siglos, o el fortepiano al clavecín. Posiblemente, esta escuela ha formado el cambio interpretativo más notable desde su aparición. El movimiento que inició en Holanda y Bélgica, tiene ya escuelas en numerosos países y resulta un atractivo mayor, por su capacidad de hacernos descubrir novedades para nuestros días, si bien es la búsqueda de lo que era costumbre. El impulso historicista en la interpretación ha llegado a revisar incluso la música de inicios del siglo XX, como la de Stravinsky. Interpretar la Consagración de la primavera con los instrumentos conque fue estrenada, añade información y experiencias relevantes, por su clara diferencia respecto de las ejecuciones conocidas, así como por acercarnos a lo que el compositor concebía y escuchaba de su música. La concepción de la música que nos hace descubrir esta escuela, parte de disquisiciones muy distantes de lo conocido en la primera mitad del siglo XX, con conjuntos orquestales mucho más grandes de los que indican los textos y hasta con instrumentos distintos. En

El tañedor del Laud (fragmento)/ Caravaggio

la música para instrumentos solos, por la sonoridad más brillante de los modernos, o la afinación, distinta y distante la de hoy de la del barroco; a ello se añaden técnicas muy diferentes. Además de dar visiones nuevas de la música conocida, también se debe a este movimiento la recuperación de la música de compositores relevantes, ya casi desconocida del todo, por ejemplo de Heinrich Biber, Dieterich Buxtehude, Johann Jakob Froberger, Carl Philipp Emanuel Bach, François Couperin, Jean-Baptiste Lully, Antoine Forqueray, Jacques-Martin Hotteterre, Jean-Philippe Rameau, Girolamo Frescobaldi, William Byrd, Orlando Gibbons o John Dowland son sólo algunos. Este movimiento ha significado un cambio relevante, sin regreso, no es una moda sino una búsqueda rigurosa y sustentada. El número de orquestas historicistas en el mundo crece, existen varias en Europa, EE.UU., Japón, Australia o Canadá, por ejemplo. Algunas de las principales son la Academy of Ancient Music, la Amsterdam Baroque Orchestra, Boston Baroque, el Collegium Musicum, el Concentus Musicus de Viena –fundada por Harnoncourt–, Le Concert des Nations, Europa Galante, la Orquesta del siglo XVIII o la Revolucionaria y romántica, entre otras. La influencia de esta corriente sobre los ejecutantes tradicionales ha sido importante. Algunos intérpretes no historicistas, como Alfred Brendel, llegaron a dejar de tocar Bach casi del todo después de escuchar a Gustav Leonhardt. Existen incluso interpretaciones de la Filarmónica de Berlín y de la de Viena –agrupaciones modernas y distantes del historicismo, en principio–, con Claudio Abbado o con Simon Rattle, de la música del clasicismo o hasta de Beethoven, con una clara influencia historicista, algo sorprendente para la concepción que tenemos de la orquesta moderna, mucho más cercana a la tradición romántica. El conocimiento, así como el impacto en una vivencia novedosa de la música antigua, generado por la escuela historicista son vastos; sin embargo, las calidades interpretativas no se ciñen sólo al conocimiento de los estilos, particularidades, usanzas o instrumentos de una época. Para ello, evidentemente no hay recetas y aún músicos de grandes alcances han tenido visiones limitadas, prueba de ello es la ejecución del concierto para violonchelo de Schumann por el reconocido historicista Christophe Coin, con Philippe Herreweghe al frente de la orquesta. La versión de Jacqueline du Pré, con la tradición romántica y no historicista, muestra cómo el genio rebasa las escuelas y le da el sentido, el vigor y la cohesión a la obra, carentes en la versión de Coin. En México existe un creciente interés, como en el resto del mundo, por esta corriente musical. Acaso el área de la Escuela Nacional de Música de la UNAM que más ha crecido es justamente la dedicada a esta especialidad. Hay logrados intérpretes en nuestro país, si bien todavía no numerosos, del clavecín, la viola da gamba, la flauta de pico, el violín barroco, el laúd, las guitarras barrocas, e incluso del canto con una perspectiva historicista. Gracias a estos trabajos conocemos la música del período novohispano, con obras del mayor interés, que no fueron prioritarias para los intérpretes de antaño. Los principales mú-

sicos de esta escuela en nuestro país son La Fontegara, Tembembe Ensamble Continuo, y el flautista Horacio Franco. La Fontegara resalta por su rigor y versatilidad. Han abordado música novohispana, como en los discos Sonatas Novohispanas I y II. Este año cumple dicho grupo 25 años y sigue mostrando novedades importantes, su último disco, Godfather, sobre la música alemana de Telemann y de su ahijado, Carl Philipp Emanuel Bach, merece una atenta escucha. Tembembe ha hecho una atrevida y fresca incursión en la música novohispana, tendiendo puentes entre las expresiones academicistas y las populares del barroco. Su disco Laberinto en la guitarra es particularmente logrado y novedoso, acaso muestra incluso un paso más en el historicismo, que no se constriñe al cómo debió ser, para abordar el cómo pudo haber sido esa música. También interesa su última grabación, El Nuevo Mundo, hecha con Hesperion XXI, agrupación musical del conocido músico español Jordi Savall. Il Giardelino, grabación de Horacio Franco es una buena muestra de las capacidades del virtuoso y conocido intérprete.

El historicismo se propuso indagar en las técnicas, los usos, las restricciones y en las libertades, de la interpretación en la época de creación de las obras. Para conocer este movimiento musical, será ilustrativo comenzar por escuchar las Variaciones Goldberg de Bach, con Gustav Leonhardt; las suites para cello del mismo autor con Jaap ter Linden; las sonatas para viola da gamba con Juan Manuel Quintana y Céline Frisch; los Conciertos de Brandenburgo con Musica Antiqua Köln, y Reinhard Goebel; las Cuatro estaciones de Vivaldi con Il Giardino Armonico; las música para piano solo de Mozart con Ronald Brautigam; los conciertos para piano del mismo autor acaban de ser grabadas también con este mismo fortepianista. Existen otras varias grabaciones muy logradas de estas obras, con Malcolm Bilson o con Jos van Immerseel, entre otros. El Requiem de Mozart, con Ton Koopman. Este clavecinista y director holandés grabó también las sinfonías del compositor salzburgués; también resalta la grabación de las mismas obras con Jaap ter Linden. Las sonatas para piano de Beethoven, fueron grabadas por Brautigam con calidades notables. Las sinfonías de Beethoven han sido grabadas por varias orquestas historicistas, resulta notable la versión de los años 90 de Frans Brüggen, lo mismo que de las sinfonías de Schubert y de varias de Haydn. Escuchar una fantasía para fortepiano de Mozart con el historicista Bart van Oort, nos revela una música llena de vitalidad y de estrépito, algo que el piano moderno no puede imitar y, por el contrario, incluso mitiga, adormece, ralentiza con el cantabile propio de sus grandes resonancias.


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Pico de Gallo

Literatura, box y algunas curiosidades El buen cuentista es un boxeador muy astuto, muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando las resistencias más sólidas del adversario”.

por Citlali Ferrer

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eñidos ambos contendientes, comparecieron en medio del circo, levantaron las robustas manos, acometiéronse y los fornidos brazos se entrelazaron. Crujían de un modo horrible las mandíbulas y el sudor brotaba de todos los miembros. El divino Epeo, arremetiendo, dio un golpe en la mejilla de su rival, que le espiaba; y Euríalo no siguió en pie largo tiempo, porque sus hermosos miembros desfallecieron. La iliada, Homero, Canto 23 v. 676

Entre los deportes que se practicaban en los Juegos Olímpicos, en la antigua Grecia, estaba el boxeo. Desde sus orígenes se hizo popular. Existen registros que se remontan al cuarto milenio antes de Cristo, en Egipto y Oriente. En Roma, los contendientes usaban los cestus, protectores metálicos cubiertos de clavos para las manos, con los que llegaban a matar a sus contrincantes. Los primeros datos de una pelea de boxeo en los tiempos modernos se refieren al combate que organizó el Duque de Albermarle entre su mayordomo y su carnicero, en Inglaterra en 1681. Pero es hasta el siglo XVIII que se lucha por dinero, en esa época sin guantes, mientras los espectadores ya solían hacer apuestas. El primer campeón de los pesos pesados fue el inglés James Figg, en 1719, 14 años después el campeón John Broughton redactó un reglamento. Mismo que luego fue modificado por el marqués de Queensberry, en 1889, en el que incluyó en uso de guantes y que es el que permanece hasta la actualidad. En México, nos llegó de Cuba y Chile. Aunque es hasta los años 30 y 40 cuando surgen muchas estrellas del ring. En nuestro país los boxeadores suelen venir de barrios bravos y marginales; llama la atención que este deporte sea el segundo en generar muchas medallas. ¿Será acaso porque los boxeadores no tienen nada que perder y entonces se entregan con todo en cada pelea? O porque es un deporte individual, ya que en equipo nos cuesta trabajo desenvolvernos. A continuación pongo la lista que como verán es larga: Julio César Chávez, Rubén Olivares, Baby Arizmendi, Oscar de la Hoya, José Ángel Mantequilla Nápoles, Chiquita González, Carlos Zárate, Ricardo López, Lupe Pintor, Rafael Herrera, Alacrán Torres, Maromero Páez, Fernando Montiel, Travieso Arce, José Becerra, Ratón Macías, Antonio Margarito, Pipino Cuevas, Kid Azteca, Zorrita Soto, Israel Vázquez y Canelo Urbina, entre otros. Actualmente es posible mirar a niñas y mujeres entrenando este deporte, aunque vale mencionar que la primera incursión de una mujer dentro del cuadrilátero fue Elizabeth Wilkinson y data del año 1722 en Gran Bretaña, Es sabido que desde 1880 hasta 1997 estuvo prohibido que pelearan mujeres. El boxeo femenil ha ganado presencia y popularidad gracias al esfuerzo de las boxeadoras de la misma manera que en otros ámbitos. Las mujeres han sido abusadas por siglos, me parece lógico que descarguen su furia en un jab o un cross y se revelen ante lo reprimido por tantos siglos. Mujeres que cantaron hasta el cansancio: “Pégame en la cara, hiéreme en el cuerpo, pero no me dejes…” Mujeres que muchas veces aguantaron golpes debajo del

José Angel ¨Mantequilla¨ Nápoles, boxeador. foto: Rogelio Cuéllar / Archivo Proceso

ring, ¿por qué no arriba y de paso cobrando? Algunas de las más destacadas han sido Laila Ali, Christy Martin y Lucia Rijker, además de algunas hispanas que brillan en la actualidad como Jackie Nava, Ana María Torres y Kina Malpartida. Irma Sánchez, Yéssica Chávez, Ibeth Zamora y Jessica Nery, En Literatura, nocaut es el nombre y definición de un tipo de final que utilizan los cuentistas, aporte que le debemos a Julio Cortázar, y que por su manufactura suele tumbar al lector de un sólo golpe sobre la lona de la ficción. Julio Cortázar admiraba la estética del box, tal vez por eso, inspirado en el boxeo, decía: “La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut”. Una de sus grandes pasiones era el box y al referirse a ella decía que no veía violento y cruel lo que sucedía en un cuadrilátero. Le interesaba el enfrentamiento de dos técnicas, de dos estilos, y la habilidad de vencer siendo a veces, el más débil. No le interesaban los deportes colectivos. El fútbol, por ejemplo, le era totalmente indiferente, contradiciendo a la mayoría de los argentinos. Le gustaba el box porque se enfrentaban dos individuos. Dos destinos que se jugaban el uno contra el otro. Desde pequeño, Cortázar definió su pasión pugilista y más tarde estableció la relación ente literatura y boxeo: “El buen cuentista es un boxeador muy astuto, muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando las resistencias más sólidas del adversario”. De Cortázar quedarán para siempre cuentos entrañables con guantes por algún rincón como: “El noble arte”, “Circe”, “La noche de Mantequilla”, “Segundo viaje”, o “Torito del que a continuación pongo un fragmento: “Una vez leí que el boxeador no oye nada cuando está peleando, qué macana, pibe. Claro que oye, vos te creés que yo no oía distinto entre los gringos, menos mal que lo tenía al trompa en el rincón, áperca, pibe, dale áperca. Y en el hotel, y los cafés, qué cosa tan rara, che, no te hallabas ahí. Después el gimnasio, con esos tipos que te hablaban y no les pescabas ni medio”. Fin de la cita. Otro escritor que dio muestras de sentirse atraído por el box, fue Ernest Hemingway, no sólo porque llegó a practicarlo y hasta escribió una especie de manual de entrenamiento, sino que en su obra es notorio su interés por el pugilismo. En Adiós a las armas, el protagonista emplea parte de su tiempo en entrenarse para el boxeo

frente un espejo. O en El belicoso “El hombre miró a Nick y sonrió. A la luz del fuego Nick vio que tenía la cara desfigurada. La nariz estaba hundida, los ojos eran muy finos, los labios tenían una forma rara. Nick no se dio cuenta enseguida, solo vio que la cara del hombre tenía una forma extraña y que estaba mutilada. Era de un color como de macilla. A la luz del fuego tenía el aspecto de un muerto”. Fin de la cita. García Márquez en El amor en los tiempos del cólera también dedica unas líneas al box. La novela que es una historia de pasión y paciencia, características que pueden trasladarse sin duda al boxeo. “Había un tumulto frente al estudio del belga, porque estaban fotografiando a Beny Centeno… estaba en pantalones de pelea con los guantes puestos y la corona puesta en la cabeza, y no fue fácil fotografiarlo porque tan pronto alzaba la guardia sus fanáticos prorrumpían en ovaciones, y él no podía resistir la tentación de complacerlos exhibiendo sus artes”. Fin de la cita. A Ricardo Garibay le gustaba el box. Lo practicó de joven en los encordados y de adulto en su literatura, con sus colegas y con algún presidente. En La casa que arde de noche escribió textos donde recreó las feroces peleas entre niños a la hora de la salida, como puede leerse en el cuento Aquella infancia fiera. Y su interés por el box también se hace presente en el reportaje ‘Negro Sandoval’, donde se narran las desventuras de un boxeador fracasado que se pierde en los laberintos del lenguaje y la memoria”. O en Las glorias del gran Púas. También hay cuentos aislados como el de Rafael Ramírez Heredia, El Rayo Macoy, o el de Roberto Bravo El boxeador. Existe un caso curioso, el de Luis Spota, que escribió sobre todos los temas habidos y por haber pero que nunca lo hizo sobre box, a pesar de que fue presidente de la Comisión de Boxeo del Distrito Federal en donde se encargó de profesionalizarlo en los años 50. Sea como fuere y aceptando que la violencia o el gusto por la misma no es algo que se encuentre en el ADN lo cierto es que gran parte de la historia de la humanidad se debe a los golpes que exacerban temperamentos; otorgan el privilegio de dominación y, ¿a quién no le gusta dominar? Hemos crecido bajo una doble moral donde se promueven ideas de sumisión ante todo. Pero esto no le quita sentido a aquella frase de que “El que pega primero pega más fuerte”. Así que si usted es de los amantes del ring y goza al ver un buen gancho, me permito recomendar dos libros: De puño y letra de Alejandro Toledo, publicado por la editorial Ficticia, 2005, donde a partir del reportaje cuenta a detalle fragmentos de vida y sucesos significativos de boxeadores mexicanos. Y Con la muerte en los puños de Pedro Ángel Palou, donde Baby Cifuentes, excampeón de peso wélter, cuenta su ascenso a la fama y su caída, novela que le valió el Premio Xavier Villaurrutia. Alfaguara, 2004. ¡Pelearán a diez rounds! ¡Hagan sus apuestas caballeros! No se valen golpes debajo del cinturón. La vida es como el encordado donde nos damos hasta la muerte para salir en brazos o con los pies por delante.


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Poesía

La bella voz Coordinador: Freddy Secundino S.

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sta sección, cuyo nombre se deriva de Calíope (“la de la bella voz”, musa griega de la elocuencia, la belleza y la poesía épica), obedece al actual impulso de la poesía en México, empujada –en buena medida– por las redes sociales en internet, sobre todo Facebook, principal escaparate para promoverla. La bella voz incluirá a poetas con trayectoria o sin ella, de México y el extranjero. Esta vez, son solo mujeres por ser marzo, de acuerdo con la ONU, el mes de ellas

A veces

Pellet de cerdo entre las flores Adriana Tafoya Quién sabe hasta qué grado uno puede entregar un hijo al arco de la noche. Quién sabe cuánto pueda llorar un padre la muerte de su hijo en la oscura llamada de una noche. Sólo (tal vez) lo sabe la piedra enterrada húmeda dentro de los húmedos bosques. Sólo en la tierra lo sabe una madre, apretando sus manos dentro del agua en el oscuro bosque. Quién sabe lo que es el llanto si llueve. Quién sabe lo que significa un hijo de agua cuando el cristal gota salpica entre las flores, marca de sangre que se aclara si llueve. Qué pasa cuando el mirar del ojo cruza por el arillo la espira del rabo de un cerdo entre los musgos, lechón sobre la piedra, en medio de las flores blancas y rojas de la negrura de un bosque que es la madre tierra blanda por el llanto incontenible que significa la muerte de un hijo y su idea. Qué significa que da significado. (Del libro Los rituales de la tristeza, inédito).

A la memoria de Carlos Ylla Kannter

A veces me canso, Tritón, me canso y me siento a la orilla de la playa, la arena se me cuela hasta la sangre. Soy reloj de arcilla que enumera cada grano perdido de existencia. A veces me canso, Tritón, por eso quisiera ser sirena o medusa, anémona por lo menos y seguirte, respirar tu agua, nadar tus mareas, jugar en las olas, regresar a nuestra infancia costera. A veces me canso, Tritón, y te busco imaginario, Tritón, nadando la vida de este mundo. A veces me canso, Tritón, y quisiera descansar a tu lado dormir en un coral, pero esta furiosa manía de estar viva me aleja de tus brazos.

Recomenzar Beatriz Cecilia Del encuentro, choque de nubes, puedo hacer un retrato hablado. Defino por principio la suavidad con que tus ojos tocan mi cuerpo, los sonidos.

La alegría de mi barca nocturna navegando quiméricos ríos con destino afortunado. Desbocadas formas geométricas; dulce anzuelo que por ventura me ofreces para morder. Me conozco, te reconozco, me integro a tu vertiente al amanecer. Te introduces en mis feroces océanos. La travesía de tus manos en la cresta de mis ideas, reflejos de tus ansias, presagio cuando nos vimos. Tus manos en mi cintura olas que rompen, lamen, acarician que guían y someten. Nada puede la roca ante lo impasible del mar, y nada mi cuerpo ante la urgencia carnal. Caricia tras caricia recibe la arena sin moverse, sin hacer para evitar ser lugar de partida y arribos nuevos. Así se deja hacer mi piel cuando encuentra húmeda la tuya desde tu corazón hasta mis pies.

Río Bravo Hortensia Carrasco Aquella ruta, esa en la que se descomponen imágenes de la tierra como esas veces en que pasas cerca de un río y hay un color rojo. Muchos niños caminando y señoras mirando el atardecer, no para seguir enamorándose, sino para esperar algún descanso. Luego pasan caballos y otras bestias y su ruido se esconde en el pasto. Una niña lleva en la boca un hueso de mango y también la certeza de que en su casa o jacal o vivienda las bocas de sus padres serán frutos extraños. Después un perro, una vereda y los dulces que caen de los árboles y nadie los hurta. Lame el viento a la piedra y un diálogo húmedo se acerca al oído, al escándalo de unos novios que almuerzan chuparrosas y beben aguardiente. En seguida nubes y lluvia y tiros de gracia y una cabeza sola


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Cuento

asomándose al cuenco tibio que le ha preparado una mujer bondadosa. El machacar de un tejolote se escucha lejos. Te viene la idea de buscarte una tortilla, un puño de sal, un poco de agua para que te empujen el grito acumulado que te constipa la garganta.

Solo de palabras Rocío García Rey Desvestida de encanto terminaste demasiado pronto de hilvanar la voz. Un barullo allá afuera te esperaba, un barullo imperfectamente humano y ahora ¿con quién encontrar las palabras en esta noche en este mundo? Con los daguerrotipos de la infancia en la memoria… Es tu recuerdo denso y silencioso el que me obliga y es tu imagen apenas asequible en las noches de poesía, de teclado orgullosos y de manecillas rotas. Es tu angustia que me llega de lejos. ¿Quién fuiste Alejandra? ¿Cómo pronunciar el Pizarnik? En esta noche de insomnios y cigarros navego en tus palabras inquietas y rebeldes. Tan doloroso lenguaje te heredaron las sirenas que no tuviste otra alternativa que refugiarte en él de una forma tan perfecta, que la luna dejó de dudar que este mundo era sólo de palabras.

Peregrina Adriana Ventura Medio día agrisado, caverna en la cueva del caos, con chispa sibilante la nocturna libélula, tierna dibuja un bostezo salino. No hay andamios en la firmeza terrenal de aquel previsto temblor, débil concreto que dibujó la fisura al pie del muro, granos han nutrido el tiempo vertical de estaciones tempranas, entre la grisura desvanecidas ruinas iluminan la noche. Rodeada en ocre y seda agusané mis memorias en segmentos indistintos de un pasado vuelo reinventé mis muros. En la esquina agazapada lunecí.

El aparato Por Daniel Cisneros

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in embargo, aún no logro olvidarla del todo. Supongo que porque realmente la amé. Tal vez con el tiempo.

La última semana que pasamos juntos fuimos a festejar nuestro cuarto aniversario de novios. Ya saben: hotel con jacuzzi, cama amplia y televisión de paga. Brindamos con licor de café, jugamos a las cartas, celebramos varias tandas de orgasmos en cada rincón y, aunque tuve que insistir, aceptó mi petición de matrimonio. Todo parecía ir de maravilla. El día en que decidí terminarla quedó en llamarme por teléfono con la intención de saber a qué hora nos veríamos para que me acompañara a entregar unos libros. No lo hizo. Fui a su casa y, después de esperarla en la banqueta dos horas, por fin llegó: “Hola, acompañé a mi mamá al Centro”, me dijo visiblemente nerviosa. “Está bien. ¿Nos vamos? Van a cerrar la biblioteca”. “No te voy a acompañar”, sentenció con un repentino tono de indignación porque, argumentó, “ya estoy harta de que vengas sin avisarme como si estuviera haciendo algo malo.” Decidí marcharme. Una hora después mi temor se volvió realidad: la biblioteca estaba cerrada. Ni modo, habría que pagar multa. Para tranquilizarme me fui a caminar a la Alameda Central. Pero las amorosas parejas, los descarados ladrones, las prostitutas mal maquilladas y la charlatanería de los curanderos me abrumaron. Abordé el metro Bellas Artes para irme a casa. Durante el trayecto me sumí en mi asiento e ignoré a los vendedores y a quienes se acuestan sobre vidrios. Al llegar a mi estación destino la puerta se abrió lentamente para mostrarme la imagen de mi novia en el andén: se besaba con un sujeto que le acariciaba los pechos bajo la blusa y que se frotaba en su sexo. Me planté frente a ella, pero cuando me vio simplemente me ignoró y se marchó. Me quedé absorto sin poder decir nada. Al llegar a casa decidí no llamarle más. Si ella lo hacía me negaría para que me rogara y aprendiera. Lo fatal es que no lo hizo. Reflexioné en sus pretextos para no vernos, en sus visitas nocturnas a casa de sus padres, en el interminable trabajo en la oficina que la obligaba a salir tarde, en su constante aliento alcohólico y en los insoportables granos en mi glande. Lo comprendí todo: yo era un estorbo y seguía conmigo sólo porque la buscaba. Me persuadí en tomar las cosas con filosofía. Fue entonces que dejé de creer en dicho saber. No pude. Todo me recordaba a ella: el oso de peluche que me regaló, el portalápices que me grabó su primo artesano y hasta su foto en la computadora en que ahora estoy escribiendo. Resolví entregarme a los placeres de forma desenfrenada, pues pretendía sincronizar a distancia mis orgasmos con los de ella. Deseché mi antiguo juego de masturbación y revisé mi agenda: Saraí, Wendi, Diana. ”Bueno, me puede comunicar con Carlos.” “No ha llegado de trabajar.” No es que me hubiera vuelto invertido, sino que me resistía a engañarla tan pronto… O, al menos, de una forma convencional. Recordé que hace dos semanas había comprado en el tianguis un extraño aparato. Era un casco con varios cables y elec-

“Tú no eres tú, eres mi fantasía.” Mario Vargas Llosa

trodos fosforescentes. Ya había oído hablar de ese aparato en un programa televisivo sobre los inventos del futuro. El vendedor me confesó que le urgía venderlo porque era robado y, al final, me lo dejó a menos de la mitad de su precio: “No se arrepentirá”, me dijo mientras me marchaba. Aquel día de la ruptura con mi novia me pareció el momento idóneo para comprobar la eficacia de mi adquisición y terminar con mi escepticismo. Me coloqué el casco e instalé sus cables a la computadora. Acto seguido, me desnudé para untarme un gel en el cuerpo y adherirme los electrodos. Ingresé a Internet y tecleé la dirección que el vendedor me indicó. Me hallaba dentro. Se desplegaron varias opciones: sexo extremo, con amor, hentai, orgías, zoofilia… Elegí sexo extremo, donde se especializaban en masoquismo y sadomasoquismo. Aparecieron recuadros con variadas escenografías y mujeres de enormes turgencias. Me decidí por una pelirroja de nalgas y senos tan prominentes que juré que al menor pellizco lanzarían un chorro de silicón. La pantalla se volvió negra y, de inmediato, empecé a sentir diversas caricias. Al mismo tiempo, percibí un fuerte aroma a sándalo y escuché pequeños gemidos. “¿De qué me sirve sentir, oler y oír si no veo nada?”, me dije. Fue entonces que caí en la cuenta de los visores del casco. Los bajé y me sorprendí al ver a la pelirroja lamiendo mi verga. Me retorcí de placer. Luego le arranqué la tanga y el brasier de cuero. Me lanzó sobre una cama cubierta de terciopelo morado y continúo masturbándome con la boca mientras yo lamía sus apetitosas nalgas y su inflamado sexo. De pronto sentí una mordida y, aunque mi miembro sangraba, se sentía bien. No la detuve. Al contrario, mordí sus erectos pezones hasta hacer brotar la sangre. Después de algunos minutos, sacó un bastón metálico y me suministró una descarga de toques en los testículos. Hizo una pausa para echarse hacia atrás el cabello y, en un movimiento rápido, me cabalgó. Se agitaba frenéticamente y sus uñas se encajaban en mi espalda. Le arrebaté el bastón y solté descargas en sus tetas. “¡Pégame más que estoy hirviendo!”, me pidió. El cuarto se llenó del sonido seco de nalgadas y cachetadas. “¡Aaayyyy! ¡Ooohhhh!”, exclamaba mientras se lamia los labios. “¡Méteme tu verga hasta que me desgarres!”, imploraba moviéndose en veloces y sincronizados círculos. “¡Así! ¡Así! ¡Qué rico! ¡Suelta tu leche dentro de mí!” Obedecí. Esa experiencia me ayudó a eliminar mi escepticismo respecto al aparato y, además, comprobé que sí había silicón en las curvas de aquella pelirroja. Al siguiente día probé la opción de sexo con amor. Ahí conocí a mi actual novia: Dora. Ella besa con ternura, tiene tiempo, es atenta, no se enoja y acepta sus errores. Ayer me prometió fidelidad y yo le creo. Parece que me estoy enamorando. Es más: hoy se cumplen tres meses desde que dejé de ver a mi antigua novia y, debido a Dora, ya casi no pienso en ella...


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Arte ahora

Óscar Wong, El Secreto el poeta es un pequeño dios del Verso por Jade castellanos

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n El Secreto del Verso. Manual para la enseñanza-aprendizaje en los talleres de creación poética (Editorial Chicome, México, 2013). Óscar Wong apuesta por ser un facilitador del conocimiento, un guía cuya labor titánica ha rendido frutos en los talleres de poesía.

El libro, compuesto por once capítulos, aborda diversas temáticas, desde la misión de talleres y talleristas, hasta un apéndice antológico extenso y profundo que nos permite conocer, aunque sea someramente, una serie de autores vitales por su calidad poética. El Secreto del Verso está destinado a convertirse en un clásico en lo que a textos de enseñanza de poesía concierne. Su lenguaje es franco, atinado y accesible, además, permite conocer los principales conceptos del género; encontramos verso clásico, blanco y libre, cuestiones de métrica, ritmo y rima, diversos recursos estilísticos, ejemplos y explicaciones, entre otros. Dijo Vicente Huidobro, el poeta es un pequeño dios. Es un

pequeño dios que crea y transfigura la palabra desde su nada ingenuo oficio. El poeta es testigo de su tiempo, vidente que rememora el tiempo pasado y se lanza al futuro en una suerte de prolepsis lírica. No será sin valor el testimonio del poeta; al contrario, queda su huella en cada época de la historia. Por tal razón, un libro como El Secreto del Verso, resulta imprescindible en una generación que, según Gilles Lipovetsky, está emparentada con Narciso. En efecto, cada generación, en su opinión, se caracteriza por la similitud con algún mito. Actualmente, Narciso nos invade. Cito: “El narcisismo designa el surgimiento de un perfil inédito del individuo en sus relaciones con él mismo y su cuerpo, con los demás, el mundo y el tiempo, en el momento en que el capitalismo autoritario cede el paso a un capitalismo hedonista y permisivo (…) se extiende un individualismo puro, desprovisto de los últimos valores sociales y morales”. (Lipovetsky, 2005, 50) Es precisamente en este contexto que inaugura la posmodernidad (Íbid), que llega un libro con temática etérea y cuya génesis, en su sentido original, nos habla del origen: el Verbo, la voz capaz de crear y re-crear el mundo. La poesía, tal como la definió Wong es “el espacio sonoro entre dos silencios”. Aquello que da sentido al mundo. A eso está dedicado a este libro. Considero que, como manual, el libro cumple en cuanto a estructura y contenido, sus propósitos y objetivos están bien delimitados. En base al sistema ADDIE (por sus siglas: Análisis, Diseño, Desarrollo, Implementación y Evaluación) observo

que Óscar Wong planificó realmente esta obra, la diseñó tras reflexionar hondamente, y eso, aunado a su vasta experiencia, le permitieron desarrollar con éxito en sus talleres lo que plantea en el libro. Por otra parte, es importante destacar al narrador del texto; Óscar Wong no permite que decaiga en ningún momento la intensidad y la secuencia, de manera que esta obra se lee acompañado, por el poeta chiapaneco. En torno a esto, se dice que no hay distancia entre autor y lector. Según Tzvetan Todorov, “esta dependencia confirma la ley semiológica general según la cual “yo” y “tú”, el emisor y el receptor de un enunciado, aparecen siempre juntos. (Todorov, 2002, 191) Nunca más cierto que en El secreto del verso, donde gracias al poder discursivo, es posible sentir cerca a Óscar Wong, como un maestro que nos alecciona o motiva; su apoyo es siempre constructivo y creativo. Por todas estas virtudes, sé que esta obra auxiliará a muchos aspirantes a disfrutar y crear poesía. Para finalizar, este texto nos permite conocer lineamientos, bases, normas de la buena poesía, pero más allá de eso, su existencia se agradece porque nos permite aspirar a alturas grandiosas, saborearlas y sentirlas. Decía Roland Barthes que “leer realmente es, pues, entrar en connotación”. (Barthes, 86) Desde esa apertura y perspectiva, es que yo los invito a disfrutar este libro, pues nos acerca al conocimiento y creación poética, pero ante todo, abre sus puertas a un imaginario único y portentoso, que es la voz de los autores iluminando el silencio.

Arte ahora

¿Qué sigue? Política cultural en el arte contemporáneo por Mónica Contreras

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finales de los años ochenta comenzó una disidencia artística en México, principalmente en resistencia a la política cultural del gobierno priísta del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, que en ese momento estaba centrada en mostrar una cara del país en la que se hacía énfasis en las nociones de progreso e identidad nacional para la promoción del país en su entrada en la economía global con el TLCAN. Estas nociones estaban completamente desfasadas de los intereses de una nueva generación que reclamaba contra las formas impuestas del arte “consagrado” y que comenzaban a rebelarse contra el sistema ideológico del poder imperante.

Diferentes factores contribuyeron al desarrollo de la producción artística en ésa época: la llegada de artistas extranjeros que vinieron a enriquecer la visión impuesta de lo que el arte debería ser, el desarrollo tecnológico de los medios de comunicación, el hecho de que varios de ellos estudiaran en el extranjero y trajeran visiones y nociones frescas del panorama contemporáneo, éstas y otras circunstancias consiguieron para los artistas por medio de la alternatividad y los espacios independientes cierta autonomía y lograron a través de diferentes medios colocarse en el sistema del mundo del arte, sin embargo el posicionamiento de ésta generación no puede ser entendido sin la postura desarrollada a partir de la entrada del régimen panista, el cuál siempre se ubicó a sí mismo cómo la alternativa a través de una supuesta ruptura con el pasado representado por PRI, es en esta coyuntura en dónde entra esta generación de artistas: teniendo elementos conceptuales y materiales para posicionarse en el ámbito del arte institucional sólo hacía falta un momento adecuado: con la política económica inmersa en los procesos globales y un régimen que necesitaba una nueva cara, el arte de ésta generación entró como la nueva cultura imperante. Hubo una época en la que se decía que un artista podía tomar dos alternativas: estaba en el mercado o bien hacía carrera en el ámbito institucional, pero bajo la política cultural del panismo ambas se fusionaron en una sola, las grandes comisiones gubernamentales se dieron a artistas como Gabriel Orozco y los artistas de la generación de los noventa y sus discípulos aparecen simultáneamente en un museo, galería, feria de arte ó en las

mismas becas que el sistema gubernamental promueve a través del FONCA y el CONACULTA, no es ésta una argumentación sobre la calidad artística de éstas propuestas, hay obra y artistas de ésta generación con una gran calidad, mediana e incluso mala, el peligro radica en una constante que nos hace pensar en que algún tipo de fascismo estético cultural se impone ante la falta de resistencia de las nuevas generaciones, ha sido así durante doce años y hubo una especie de recrudecimiento en los últimos años del PAN en el poder, en el que varios museos comenzaron a exponer a artistas de ésta generación casi exclusivamente, moviendo colecciones, cambiando el sentido de las instituciones (como en el Museo de Arte Moderno) y varios concursos de arte que tenían que ver con estrategias distintas a los procesos artísticos en boga fueron suspendidos ó modificados. Es hoy y ahora que nuevos cuestionamientos deberían preocupar a quién pretende hacer arte: ¿hay alguna política cultural en el gobierno del PRI ahora que ha retornado?, ¿retomará a los artistas, críticos y burócratas sensibles que apoyó en el pasado?, ¿es posible plantear una nueva disidencia contra las formas artísticas impuestas imperantes?, ¿cuáles son los mecanismos que elevan a un nivel de visibilidad ciertos proyectos(artistas) y otros no?, ¿es acaso la lógica del mercado la política cultural?, cuestionamientos todos que llevan a la más preocupante de todas esas cuestiones, por lo menos para un artista vivo que le interesa que su obra sea vista (ya no digamos que le interese vender): si no estás en el mercado, no existes.


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Teleras en serie

Los Borgia Por Elsie Méndez Baillet

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l escritor y realizador irlandés Neil Jordan juega rudo con el espectador. Lo maravilla con personajes extraordinarios metidos en un espacio onírico y poético. Explora lugares que se abren más allá de la consciencia y que se encuentran en sus sueños.

Con frecuencia mezcla los sueños de los personajes con la realidad que muchas veces la realidad del espectador. Lleva las visiones y los espejismos al realismo. O los personajes salen de la irrealidad, de las pesadillas, de las quimeras. En su intento de convencer a sus espectadores metidos en su universo único, Jordan nos persuade y creemos que participamos en su creación. Requiere no solo de nuestra confianza sino de nuestra convicción casi religiosa: abnegación y generosidad para creerle. Sus personajes perversos nos inducen a estar con ellos al mismo tiempo que nos enternecen porque sabemos que son inocentes y amorosos, ruines y egoístas como nosotros. Sobornan, mienten, asesinan, extorsionan, aman, rescatan y arriesgan sus vidas por los otros. De esta manera, Jordan nos seduce, nos complace. Y cuando sabe que nos tiene ganados, cuando se asegura que nos encontramos atentos a su mundo fascinante, cuando estamos

comprometidos y abandonados en sus manos, Jordan se transforma en un narrador cruel. Nos traiciona haciéndonos creer que nosotros narramos. A pesar del pacto hecho entre ambos, somos incapaces de juzgarlo porque sabemos que hemos cometido el crimen. Jordan posee una obra irregular. Pareciera errática pero es no comprendida del todo. Debuta con “Danny Boy”, un film noir que incluye como escenario el conflicto del IRA. Sigue con “El fin de la inocencia” (The Company of Wolves, 1984), película que lo llevaría a la cima como un autor original y arriesgado. En ella, muestra un encadenamiento de cuentos clásicos para niños metidos uno dentro del otro en la estructura de cajas chinas con una lectura múltiple de narradores que cambian su lugar con los escuchas. Juego que hará siempre en sus películas con el espectador. En su obra destaca “Mona Lisa” (Mona Lisa, 1986), “Juego de lágrimas” (The Crying Game, 1992), “Entrevista con el vampiro” (Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles, 1994), “El fin del romance” (The End of the Affair, 1999) y “Desayuno en Plutón” (Breakfast in Pluto, 2005). Con una filmografía de 18 filmes, el autor escribe para la televisión “Los Borgia” (The Borgias, 2001- ), una serie dramáticohistórica centrada en la familia Borgia, la dinastía italiana de origen español que ocupó la casa de San Pedro durante tres papados. A través de los miembros de la familia de Rodrigo, desde un punto de vista enteramente subjetivo, exige a su familia el apoyo necesario para escalar en el poder. Como en sus películas, se trata de la misma exigencia que el autor pide a su espectador. A través de su personaje principal interpretado de forma espléndida por Jeremy Irons, Jordan cuenta de manera desprejuiciada la

lucha de Rodrigo por alcanzar la silla de la Sede Papal. Se trata de una época donde la cultura empieza a florecer. En esa Roma, donde la rehabilitación de una única sede papal pronostica una nueva etapa de poder, pero sin haber limpiado la corrupción por décadas instalada. Es una época donde los mandos clérigos tenían amantes, aceptaban sobornos y comerciaban con las concesiones papales perdonando los pecados más atroces. “Los Borgia” es un retrato fascinante de una familia cuya ambición de poder los llevaría al pináculo del mundo. Es la historia de Alejandro IV y su legítima meta de recuperar el “Patrimonio de Pedro” comprendido por el antiguo Latium de los Barones feudales, tomando de los déspotas usurpadores aquello que tradicionalmente habían sido los Estados de la Iglesia. Los métodos utilizados por Alejandro IV y su hijo César, no eran métodos fuera de lo común, los ejercían todos: guerra, diplomacia, violación de tratados, deserción de aliados, traiciones, asesinatos. Maquiavelo de acuerdo con Guicciardini escribió: “Nada hizo sino decepcionar, y en nada pensó más durante toda su vida; nunca hubo hombre alguno que tanto prometiera y nada cumplió. No obstante, en todo triunfó, pues estaba bien informado sobre su parte del mundo.” Estos juicios estaban basados en dos suposiciones: que las historias referidas en Roma sobre Alejandro eran ciertas y que los métodos utilizados por el Papa para recobrar los Estados de la Iglesia deslegitimizaban sus conquistas. Muy pocos historiadores defienden a Alejandro y casi todos condenan sus métodos inmorales. Neil Jordan se ocupa de la historia de esta familia porque los Estados del mundo no han cambiado los métodos. Las cúpulas empresariales, las mafias, los gobiernos continúan usándolas. No habría más que revisar nuestra propia historia. Aún mas la reciente. Sin embargo, Jordan siente compasión por sus personajes y nos habla también de su amor, de su lealtad, de la unión que imperó en la familia Borgia pero también, del alto precio que pagaron por ello.

Y las mujeres ¿qué?

Almudena Grandes. El éxito y los adjetivos Por Margarita Ruiz de Velasco

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engo que confesarlo, a mí los premios me atraen. Siempre caigo, ¡Ah! Este se sacó este premio, vamos a leerlo. Y así, de premio en premio, tengo una sección en mi biblioteca bastante gorda. Los Premios, se titula.

A veces estoy de acuerdo, este libro sí ésta bueno y, otras me enojo ¡cómo premiaron esta birria! Pero, ¡Por favor, esto no tiene medida! Se ha convertido en parte de la diversión porque, para mí, la lectura tiene mucho de diversión. Imaginarse mundos, personas, guerras, amores, desamores, es mucho más adictivo que nada. Y sí, imaginarme el por qué le dieron determinado premio a un libro ha llegado a ser un ejercicio que forma parte de la diversión. A veces no doy una. Me rindo. Por alguna razón, si me preguntan cuál no tengo la menor idea, Almudena Grandes y todos sus premios se me había escapado. Ni modo, nadie es perfecto. De todas maneras llegué y no precisamente por los premios. Lo primero que leí, un error, fue Lucia y la alegría. Estaba buscando un libro que leer y me tope con él. Todavía no se sacaba ningún premio pero estaba gordo (729 páginas) lo que decía en la contraportada me atrajo (ni modo, como esposa de un hijo de refugiados tengo esa debilidad) y decidí comprarlo, aunque aquello de que formara parte de una serie basada en Los Episodios Nacionales me pareció una soberbia enorme.

Muy pocas veces me pasa lo que la lectura de Lucía y la alegría. Aunque me gustaba lo que leía no podía dejar de pensar ¿por qué tantos adjetivos? Ok, Ok, ¡ya entendí! Me gustó, no puedo negarlo pero, yo le quitaba, fácil, cien páginas. Haría una buena bolsa de adjetivos y los pondría en la basura. Yo no me fío mucho de los escritores que necesitan tanto los adjetivos para describir emociones, sobre todo emociones ¿para qué sirven los adverbios? Digo yo. Eso me estropeó la lectura. Es una buena historia, con páginas excelentes como la comida con La Pasionaria; bien estructurada y con buen manejo de los tiempos pero los personajes carecen, sobretodo los principales, de fuerza y, muchas veces, caen en la cursilería. Sí, eso pasa, tanto adjetivo los hace cursis. Como no me fio de la primera impresión fui a comprar todo lo que pude de Almudena Grandes. Ahí conocí todos sus premios. Tenía todos y, claro, no me fie. No es lo mismo lo mismo que lo mesmo ¿no es cierto? No voy a hablar de toda la obra de Almudena Grandes ¿para qué? Pero sí de Corazón helado y Castillos de cartón. Empecemos con Castillos de cartón. Una amiga, muy querida por cierto, diría que es “cruda pero buena” Y sí, pero ¿para qué repetir, en versión leve, la historia de Las edades de Lulú? Ahí vi que aquello del amor al adjetivo se le da desde antes, desde endenantes, diríamos en mi pueblo, porque qué es eso de “..algún que otro practicante del hiperrealismo fotográfico, pintores natos que nunca se habían se habían tomado la imprescindible molestia de aprender a dibujar…” “..no era guapo, no era delgado, estaba abocado a convivir con un aspecto físico vulgar, más impropio aún de un artista que…” “…meses enteros de sonrisas

tristes y sonrisas ensimismadas…” “no le entendía pero le amaba, con el amor intenso de los buenos tiempos y el más intenso aún de los buenos tiempos…” ¿Qué tal? Tengo que decir que el comentario de amiga era sobre una novela de Corín Tellado. De todas maneras leí Corazón helado. Bueno, aún hay clases, diría un maestro de filosofía marxista. La admiro, de veras la admiro ¡Mira que meterse en semejante brete y salir bien! La historia es un culebrón de aquellos. De veras ¡qué valor! Porque mira que echarse una historia de más de mil páginas, de veras, ¡qué valor! Leer Corazón helado me llevo a una crisis, de veras no sabía ni para adónde hacerme y empecé a leer críticas. Aunque no lo crean cuando leí a un crítico de El País, Antonio Martínez Ascencio, cuando leí que para él, la novela era …”una historia de amor, tan enorme, tan profundo, tan perfecto que es capaz de cambiarlo todo.” Todo se me aclaró ¿de veras existe eso? ¿de veras te lo crees? Lo siento, yo no lo creo y por eso, porque yo no lo creo, porque no creo en las novelas rosa, por rojas que se me pinten, no me gusta Almudena Grandes. En este mundo de ambivalencias, de tantos sí pero no, de a lo mejor si hubiera…, todo se vale. En este mundo que me ha tocado vivir, en este mundo de adjetivos que valen más que lo sustantivo (existe una enorme brecha entre el lo y el) sólo me pregunto ¿qué tal si cambiamos lo adjetivo por lo sustantivo? ¿qué pasaría si en lugar de alegrarnos por una líder en la cárcel nos alegráramos de un niño que al leer comprende? ¿qué pasaría?



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