Página en Blanco, Año1 nº1

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Página en Blanco Revista Literaria

Año 1, nº1



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ÍNDICE

Presentación …..................................... 5 Blanca Fernández Sánchez …........... 7 Conchi Castellano García ….............. 19 María del Mar Reyes Fuentes …....... 27 Recomendaciones de libros …........... 34

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Página en Blanco nace de una necesidad compartida y de una ilusión, la de contar historias en forma de relatos, poemas, ensayos, etc. y, sobre todo, de la necesidad de disfrutar de esta pasión que nos unió en el pasado y nos sigue uniendo. Comenzamos esta aventura con la ilusión de que participéis en ella, por lo que estamos abiertos a sugerencias y propuestas. El espíritu de la revista quiere hacer honor a su nombre y reunir en sus páginas diferentes voces y sentimientos. Lanzamos este primer número sabiendo que queda mucho por hacer, pero paso a paso iremos haciendo camino. Ojalá su vida sea larga y nos acompañéis todos aquellos que sintáis el mismo entusiasmo. Iniciamos esta aventura: Blanca Fernández Sánchez Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, maestra jubilada, le gusta participar en eventos relacionados con la poesía y la cultura. Miembro fundador de la revista “Voladas”, sus poemas han sido publicados en diversas revistas como Impares y Exactos, El Ático de los gatos, etc. También algunos de sus poemas aparecen en las dos Antologías de Escritores Roteños.

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Conchi Castellano García. Licenciada en Geografía e Historia y miembro fundador de la revista “Voladas”, donde ha publicado la mayoría de sus textos. María del Mar Reyes Fuentes Miembro fundador de la revista “Voladas” que con un hilo de sonrisas, una aguja de lágrimas y una tela de palabras, cose historias, vivencias y sueños para quien quiera escucharlas, vivirlas y soñarlas. Y la colaboración especial de Rafael Martínez Lluelma.

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Blanca Fernández Sánchez UN RUMOR AFLIGIDO EN EL PECHO

Llegada a determinada edad se da gracias y se muere en cada nueva amanecida. Y la luz, intrépida, hermosa, dibuja un surco de melancolía en la piel, proyecta una sombra amenazante que aleja con un latido certero y cruel del primer día de tu vida. Anochece en las manos y el pasado ofrece más futuro que el futuro mismo.

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RINCESA DE LATÓN

Debí nacer un día vetado a las princesas o mi madre equivocarse de plazo porque nunca pertenecí a tan selecto club. Y no era por falta de ganas, lo confieso, que me había hecho ilusiones, pero algo debió torcerse en mi recorrido porque no logré ingresar en el escurridizo círculo, aunque me habían regalado un corazón rosa con el que amar a un príncipe. ¿Qué quién me hizo tal regalo? Todo el mundo. Al abrir por primera vez mis ojos, unas sabanitas rosadas pusieron las primeras notas de color en mi retina y un pijamita del mismo tono me acurrucaba cada noche. Y una muñeca, dos, tres, las que hicieran falta, que era una princesa, aunque a mí me gustaran más los mecanos, pero si quise construir algún artefacto tuvo que ser con el beneplácito de mis hermanos, que para eso eran sus juguetes… En la escuela me mostraron quién era, por si lo había olvidado, me dieron alas de mariposa a la par que colocaban el peso del mundo en mis hombros e inundaban mi pecho de responsabilidad. Me leyeron cuentos mansos, delicados, con final feliz, me mostraron al príncipe, al encantado y al encantador, al enamorado que dejaría de ser rana por un beso. Así, con la idea de que me aguardaba un futuro de fábula sometido a mis necesidades y caprichos, fueron pasando los días, las estaciones, los años... hasta que entré de lleno en eso que llaman adolescencia y debieran llamar la edad de la realidad. No sé cómo sucedió, pero de repente un día comprendí que nunca tendría corona ni trono ni capa de armiño y, menos, un príncipe 7


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sapo al que besar. Así de sopetón, como el que abre la puerta una mañana de verano con expectativas y comprueba que está lloviendo. Es doloroso, frustrante. ¡Que tu corazón lleva muchos años latiendo en fucsia! Y la ilusión, hay que reconocerlo, no se resigna de la noche a la mañana. Se esconde en cualquier recodo de la piel, en el torrente de la sangre, con la esperanza de arribar algún día a un puerto digno, mágico, pero, a empellones, en una edad en la que todo se magnifica y los sentidos hierven, llegas a comprender que de nada sirve resistirse por lo que debes olvidar los cuentos de hadas, los finales felices y dejar a las perdices a su aire. Olvidarte de ese club inalcanzable reservado a unas pocas y buscar los colores de la vida. Negros una temporada… Doy un salto en el tiempo, dejo atrás resbalones, caídas, resurgimientos varios, y vuelo al presente, a la edad en la que por fin he comprendido que no tienen sentido, ni los necesito, aquellos engañosos cuentos. Me ha costado media vida enterarme de qué va esto, pero lo tengo. Me he desecho del lastre rosa. No soy ni quiero ser una princesa de cuento (acaso de latón, que es un material mucho más resistente y práctico, acorde con la vida). Soy un ser humano, una persona real desenvolviéndose en un mundo real, lejos de las fantasías que comprometen la felicidad. Una mujer sin trono pero con tronío, con corazón de león en ocasiones, de papel en otras o de plastilina algunos días y con las habilidades necesarias para adquirir con mis propias manos un bienestar que antes creía merecer por el simple hecho de ser princesa.

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He asumido que no siempre voy a estar bien ya que mis circunstancias van a determinar en gran medida mis estados de ánimo, pero, lejos ya de ese tufillo tendencioso, sé que mi fortuna dependerá de la interpretación y valoración que haga de esas circunstancias. Y, a veces, solo a veces, que tampoco soy tan guay ni tengo la vida en mis manos, no me lamento de lo que pudo haber sido y no fue. Sigo buscando con ahínco la felicidad, pero de una forma más realista, sabiendo que lo que a otros les hace felices, puede que a mí, no. Y que, para mi desgracia y la de todos, la felicidad se nos administra en dosis pequeñas. Para finalizar, os haré una confesión más íntima aún: me gustan los príncipes destronados y derrotados, los que también fueron arrojados del paraíso. Son reales como la vida misma.

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AÑOS SIN LEYENDA

Pasan años que, como trenes sin control, no se detienen en las estaciones convenidas. Huyen como alma que lleva el diablo y recorren el camino con pasos desordenados. Nosotros, pasajeros de cercanías, llegamos al final inevitablemente —no se abren las puertas— atónitos ante un discurrir tan anómalo, indefensos ante esa huida inclemente. Consternados, con sensación de fracaso, descubrimos que avanzó el tiempo en soledad, se nos escapó con mirada furtiva. Envejecimos sin un por qué.

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LA VIDA ELIGE POR NOSOTROS

Somos libres para plantar un geranio en lugar de unas sencillas campanillas, pintar la casa de azul zafiro o ultramar, comprarnos un cenicero. Con suerte, conseguimos dedicarle versos a la luna o refugiarnos del embate de algunos días. Poco más. Ni siquiera podemos bailar bajo la lluvia. Alguien dijo hace tiempo que éramos libres y se propagó la voz de generación en generación. Ese alguien se equivocó. Los hombres no elegimos: la vida elige por nosotros. Y el corazón, ese músculo tan al alcance de la mano, no es dócil ni nos pertenece. Late al ritmo de su verdad. Quizás a veces coincidan sus pálpitos con nuestros gustos o sentimientos, que también es posible. Casualidad. No nos engañemos. Si alguna vez nuestros ojos eligen una historia, … aman, … se equivocan, esa elección cambiará nuestro destino sin remedio 11


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y llegaremos al ocaso de nuestros días de su mano, cautivos como una araña atrapada en su tela.

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NO HAY MANERA

Siempre ocurre lo mismo: la felicidad florece en el corazón como junco en el río. Su verdor impulsa nuestro aliento, aviva la sonrisa, la vida se nos ofrece con toda su riqueza. El día se llena de quimeras y el espíritu se ensancha —se anuncia un nuevo orden— pero la dicha, como el junco, es susceptible y tan apresurada como floreció se descompone en nuestras manos, se desvanece ante nuestros ojos como la neblina al regreso del alba. Se acabó el milagro. De nada sirve que te afanes en conservarla. Un hedor a tallo gangrenado se apodera del aire, de la sangre brotan lágrimas de hojalata. A partir de ese momento, la ansiedad, o el miedo, te abrasa la boca y las agitadas aguas del río te arrastran en su deriva. Te zambulles en el lodo con las tripas revueltas y el paso descompasado. Con suerte, quizás comience de nuevo el ciclo.

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HIJOS DEL AYER

En el camposanto de la memoria permanecen velados los recuerdos que quisiste convertir en ceniza. Como estatuas de mármol sobreviven al paso del tiempo y a los días de duelo. Bajo la protección de un altivo ciprés, entre las espinas de maleza sin domesticar, subsisten inmutables, con corazón de efigie. Quizás a veces nos contemplen con abandono, como si no fuera con ellos nuestra aventura o no tuvieran interés en salir a nuestro encuentro, pero su voz monótona y prolija traspasa el tiempo y llegan a convertirse en los espectros de nuestra vida.

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DÍAS HABITABLES Y QUERIDOS

Me gustan los días que te echan el brazo al hombro y hablan del tiempo sin pasión. Abren sus ventanas al sol del mediodía para dejar paso al ambiente, al riesgo, al tumulto de la calle. Me gustan más si tienen muros encalados y patio, con sus trinos, su algarabía y palabras blancas. Ni pulcros ni ordenados ni ejemplares: disfruto más de los desenfadados —suelen ser legales— Maravillosos días sin herencia ni tradición que huelen a pan fresco y presentan un catálogo de azares y rutinas bastante remozado. Te permiten columpiarte en sus segundos sin torcer el gesto o mirar el reloj. No necesitan volver al anterior o a cualquier otro para recrear un paraíso en sus horas. Templados y sanos como el aire tras la lluvia, perfumados como la fruta, se crecen en la tarde y dan paso al crepúsculo con ojos limpios. Se dirigen a la noche sin añoranza, en equilibrio con la vida.

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QUIERO SER YOUTUBER “Mamá, quiero ser youtuber” me gritó mi hija Laura ayer desde la misma puerta de entrada cuando regresaba del instituto. “Vale hija, me parece bien”, contesté a voz en grito, por encima del extractor de humos, y cara de satisfacción pues la veía contenta. Debió pensar que mi respuesta no era la adecuada sino que tenía la clara intención de quitármela de encima de la forma más delicada posible, por lo que se vino hacia mí con cara enfurruñada y con toda la seriedad de la que puede hacer acopio una adolescente me comentó: “te lo digo en serio, esa va a ser mi profesión”. Yo, atareada como estaba en sacar una bandeja del horno sin quemarme, le volví a repetir que me parecía bien. “No me estás escuchando” estalló ya con una rabia inusitada. Yo, que no quería discutir antes de la comida, me volví irritada pero reprimí la respuesta que tenía en la punta de la lengua y, con gesto amigable para que su enfado no fuera a más, le volví a repetir que me parecía bien, pero que no era momento de discutir, que ya hablaríamos más adelante, cuando llegara el momento. “El momento ha llegado” me soltó a modo de sentencia y subió las escaleras de dos en dos hacia su cuarto, en el que entró dejando un portazo en el aire. Algo en su mirada, mientras me había hablado, me inquietó pues me pareció intuir una determinación desconocida en sus ojos limpios, pero en ese momento pensé que habría tenido cualquier inconveniente en clase y de ahí su enfado, por lo que no le di mayor importancia y ultimé los preparativos para empezar a comer. Bajó con cara mohína y desafiante, pero yo no saqué el tema, ella tampoco lo hizo y nos enredamos al punto en una charla intrascendente para que la comida resultara lo más 16


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distendida posible. (En realidad, no me sorprendió que no volviera a mencionarlo, pues mis hijos son así: las buenas noticias me las cuentan primero a mí, que debo ser el muro de choque y, cuando el tema está más o menos encarrilado, entonces hablan con su padre). Aunque, a grandes rasgos, conozco lo que es un youtuber, por la tarde me senté frente al ordenador para documentarme en profundidad sobre la profesión que enamora a mi hija y busqué información en Google. Me horroricé, así como suena. Sé que os parecerán una exageración estas palabras, pero es justo lo que sentí. Yo quiero que ella estudie una carrera de las de toda la vida. Me la puedo imaginar de arquitecta, ingeniera, maestra… pero no delante de una cámara soltando chorradas a mansalva. Al acostarse, cuando subí a su habitación a darle las buenas noches, volvió a la carga. Mi respuesta, al filo de la medianoche después de un día de intenso trabajo, fue la misma que la del mediodía, es decir, que ya lo hablaríamos despacio. Me contestó que me avisaba con tiempo para que luego no hubiera sorpresas. Como comprenderéis, con semejante amenaza sobre mi cabeza, me costó conciliar el sueño. No comenté nada a mi marido, porque una discusión de madrugada es preludio de una noche insomne, y no estaba yo por la labor que bastante tenía con el enfado de mi hija. Sé que los temas iniciados en familia, más si son problemáticos, deben hablarse cuanto antes o darles una solución porque si no se hace, siguen rondando por la mente y enturbiando, en el mejor de los casos, la convivencia familiar, por lo que me enfrenté al tema armada de valor y paciencia. Aproveché un momento en el que estábamos las dos solas, que una discusión a tres es más discusión, y le pregunté al respecto. 17


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Me sacó de dudas: Pensaba ganarse la vida grabando vídeos y subiéndolos a internet. Quiere hacer un vídeoblogs en el que relatará en tono humorístico sus vivencias cotidianas, ya sea en casa, con amigos, en la calle, con desconocidos. Y no descarta tampoco hablar de moda, complementos, maquillaje, etc. Aunque yo tenía preparada algunas preguntas y más respuestas, que sufrí la adolescencia de mi hijo y algo sabía de los discursos de un adolescente, mi hija me dejó sin palabras y a duras penas le comenté que como hobby me parecía perfecto y divertido, pero que en este caso ocurre como con los aspirantes a artistas, es decir, que solo unos pocos consiguen la fama y pueden vivir de ello y que había leído que para llegar a ser un simple mileurista era necesario acumular millones de visitas. Laura también había hecho sus deberes: me habló de que era su pasión, su vocación, de esa que yo hablaba, que se veía con cualidades y que había más opciones de las que yo creía gracias a la publicidad, buscando el apoyo de un patrocinador o un canal de televisión y, por supuesto, me citó unos cuantos youtubers que se habían hecho ricos y famosos. La conversación terminó antes de lo previsto por falta de entendimiento y como suelen acabar en casa algunas charlas: a grito pelado. Lo sé, debería evitarlo, que soy la adulta, y reconducir con sensatez y equilibrio el diálogo, pero ante ciertas decisiones me resulta imposible y también tengo que reconocer que es una asignatura pendiente, que se me resiste. No es la primera vez que mi hija me dice que quiere ser tal cosa o la otra, avatares de la edad, pero, como os dije, la determinación que he visto en sus ojos no la había con anterioridad y esto ha hecho que me tome sus palabras en serio, por lo que llamé, con el corazón encogido, a mi hermana para 18


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contarle las intenciones de la niña pues su hijo Cristian anda todo el día con la cámara a cuestas. Más tranquila, pues una hermana apoya y consuela, me acosté con la firme intención de hablar al día siguiente con Laura, sin enfadarme, y llegar a un acuerdo que no interfiriera en sus estudios ni estropeara el mutuo entendimiento. ¡Y mi marido durmiendo a pierna suelta! Diréis que es culpa mía por no hacerle partícipe de mis cuitas. Es mejor así, os lo digo yo que le conozco bien. Para ciertos temas él es más intransigente y me temo que éste es uno de ellos (no en vano le he escuchado en más de una ocasión hablando de actividades parecidas, “¡otro que vive del cuento!”) Cuando nosotras tengamos las ideas claras hablaré con él. La vocación de mi hija ha roto mis esquemas pues, por encima de todo, yo, nosotros, perseguimos el bienestar de nuestros hijos y, según yo lo veo, Laura ha cambiado la estabilidad de una sólida profesión, ella es muy buena estudiante y podría acabar con éxito cualquier carrera, por la fragilidad e inestabilidad de la vida de artista. Deja su futuro en el aire, a merced de un éxito o fracaso que a veces ni siquiera depende de su valía. Y eso me preocupa, me duele. Hablamos al día siguiente. Con cierta calma. Y desencanto por mi parte, no lo voy a negar. Le dejé abierta la puerta de la libertad, no me queda más remedio, pero me mantuve intransigente con los estudios. Debe terminar la ESO y Bachillerato. Después decidirá… De momento ha aceptado, también sabe que no le queda más remedio, íbamos a ser inflexibles en eso, y hemos llegado a un concierto que por ahora nos satisface a ambas. Parece contenta. Yo no tanto, pues me temo que su intención de convertirse en una influencer va en serio. (Ya veo mi salón 19


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transformado en un plató de cine, a mi marido con cara de mala leche refunfuñando en un rincón y a mí posando con sombreritos varios mientras mi hija explica lo que favorece o no a determinada edad). Bromas aparte, no me queda más remedio que dejar pasar el tiempo con calma y esperar a ver cómo se van desarrollando los acontecimientos. Poco más. Por cierto, mi marido aún sigue ajeno a las intenciones de mi hija. He pensado que por qué voy a soliviantarle tan pronto. Le regalo dos o tres añitos de tranquilidad, y de paso me la regalo yo…

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CONCHI CASTELLANO GARCÍA

ELLA

Su soledad la explica el lugar por donde huye, sus espacios en blanco, su lucha bajo el cielo. Sabe que su destino está fuera del tiempo, que nunca podrá ser libre de las desilusiones y de los sueños rotos. Demasiado bien sabe que la vida no es una llanura alumbrada con luces de colores. En penumbra, camina altiva por sus calles. Y sonríe. No hay alba que su ánimo no venza.

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QUIERO SENTIRLA

Quiero sentirla, sentir la vida entera atravesando mi cuerpo. Paladearla en sus instantes, —que son los míos—. No abandonarme a la neblina densa de mis temores, al prolongado miedo que se entreteje dentro de mí y me aleja de su nombre. Que me doblega y me derrota, a veces.

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APRENDIZAJE

Se aprende de los errores, y con el tiempo. Se aprende cuando estamos ahogados por el dolor y la rabia. Cuando vamos solos contando goteras y lo dulce, se vuelve amargo. Se aprende cuando no ves venir lo malo y te topas con ello en medio del camino. Después, solo queda seguir avanzando.

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SIN TI

Sin ti, algo me falta. Es como tener hambre o sentir la noche colgada en algún lugar indefinido, lejos de todo. Eres pálpito de vida, fragancia de rama verde, la sangre que borra todas las tardes de mi silencio. Sin ti, me circunda un rumor constante; desgarrado incluso, que no tranquiliza las lágrimas.

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LO INVISIBLE

Yo estoy aquí aunque lo ignore el universo. Existo solo para mí, disimulada en mí misma; en excelentes relaciones con mi silencio. A cuatro pasos exactos de sus ojos.

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TENÍA FE EN TI

Tenía fe en ti. Creí en ti, a pesar de comprender que no me pertenecías. No del todo. Tuve fe en la claridad de tu mirada, ajena a la sombra que escondía y que se desplegaba como una suave brisa, como un dulce diluvio de flores deshojadas para poner fin a mi inquebrantable fe.

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EL DOLOR DE LAS PALABRAS

Se ha desvelado un dolor seco. Las palabras, otra vez. Alguien osó a pronunciar las letras que constituyen el adiós. Ilusiones rotas, reproches que se acumulan en lo profundo del alma y una tristeza arrugada bajo la mesa. Se anuncia un final igual a tantos otros. Para este, no hay enmienda.

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UNA MENTE ¿MARAVILLOSA?

Tener una mente maravillosa es, en la mayoría de los casos, no

un producto del aprendizaje sino algo innato; otras, el resultado de una casualidad no menos sorprendente. Mi caso no deja dudas de ello... La noche en que comenzó mi desgracia (porque no tiene otro nombre) yo estaba en un bar lleno de gente. Había bebido y hablado demasiado y, cuando el camarero se negó a servirme la última copa, decidí irme a seguir la fiesta a otro lugar. Tenía que celebrar algo tan importante como que me habían despedido. Casi media vida llevaba en la construcción, y poner ladrillos era de las pocas cosas que sabía hacer bien. Después del trabajo, mi familia y mis amigos. No tenía más intereses que ellos, a excepción de ver todos los partidos de fútbol que pusieran por la tele. —La política solo sirve para que unos cuantos listillos se hagan ricos y la cultura para que el resto, los tontos, se entretengan mientras los listillos se hacen ricos—, decía yo siempre mientras, además, me jactaba de no haber leído un libro en mi vida. Pero aquella noche, algo más que mi estatus laboral cambió. Estaba tan borracho que al salir del bar no vi a los dos tipos que me seguían. Era muy tarde y la noche ya había cubierto con su capa de silencio y oscuridad la ciudad cuando, apenas había andado unos metros, sentí que me agarraban y me apartaban hasta un callejón solitario. Allí me propinaron una fuerte paliza para llevarse los pocos euros que aún me quedaban en el bolsillo y un reloj regalo de mi esposa, con más valor sentimental que material. 28


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Al cabo de unas horas me desperté en el hospital muy magullado y con una severa contusión craneal. Y a pesar de la suerte que todos me decían que había tenido, había una cosa que me preocupaba: no dejaba de ver algo así como haces de luces brillantes. Los médicos no le dieron importancia teniendo en cuenta la sarta de golpes que había recibido y me mandaron a casa con la obligación de mantener reposo absoluto durante un par de días. Pero las cosas no fueron a mejor. Al principio, era deprimente ver cómo pasaba el tiempo y aquellas luces no solo no desaparecían, sino que todo se volvía distinto. Mi mente empezaba a ser capaz de crear cuadros con una serie de esquemas geométricos que se iban conectando entre sí a través de una línea a velocidad increíblemente real. No sabría explicarlo bien, pero era como si mi cerebro se entretuviera en tomar fotos de cada cosa que veía y lo transformara en otra realidad donde imperaba la geometría. Y, lo más extraño, iba surgiendo en mí un inusitado interés por aprender cosas. Todo era muy raro y fascinante a la vez, aunque mi familia empezó a mirarme con cara rara cuando trataba de explicarles, muy emocionado, que cada vez que miraba un objeto en mi mente se dibujaban formas y ángulos. Eso fue la gota que colmó el vaso. Me arrastraron, a la fuerza, al hospital. Cientos de preguntas y pruebas más tarde, llegaron a una única e inaudita conclusión: mi nueva inteligencia era producto de los golpes recibidos en la cabeza. Según la explicación de los médicos, el golpe desbloqueó una parte de mi cerebro que hace que el mundo circundante parezca una estructura matemática. O sea, que alguien me da una paliza y, en vez de matarme, me vuelve inteligente. ¡No me lo podía creer! ¡Quizás podría, no sé, descubrir una nueva ley física, algo importante, hacerme famoso 29


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y rico! ¡Ya no tendría que preocuparme por el despido! Incluso pensé en buscar a los que me golpearon y hacerles un gran regalo por el favor. Me puse a ello. No podía creer lo fácil que era y, tan rápido como creaba fórmulas, este antiguo cerebro reciclado olvidó el fútbol, a los antiguos amigos y a la familia, pues sólo tenía tiempo para anotar todo ese mundo de sensaciones nuevas en una libreta. Pero unos meses, cientos de libretas y alguna que otra entrevista en la tele después, creí que me estaba volviendo loco. No dejaba de apuntar cosas que nunca había entendido y que ahora asimilaba como el que bebía un vaso de agua. Y lo peor era que no podía controlar esas imágenes. Incluso cuando cerraba los ojos seguía viéndolas. No podía desconectar, apagarlas de alguna manera, como si fuera un televisor o la radio. Era inteligente, había ganado más dinero del que había soñado, pero sentía que me iba a estallar la cabeza y nadie me daba una solución. Así que decidí solucionarlo yo mismo. Si un golpe me hizo inteligente, otro podría devolverme a mi estado natural, el de un ser normal y corriente, con una mente igual de normal y corriente. Puede que en mi pasado fuera demasiado simple, pero era feliz. Ahora, no sabía cómo lidiar con mi nuevo estado, así que cogí el coche y me estrellé contra el primer árbol que vi. El resultado ya se pueden imaginar, pero a pesar de las magulladuras y de ser un acto poco inteligente (he de reconocerlo) volví a ser el mismo ignorante e inculto de siempre. No digo que ser corto de mente dé la felicidad, pero da algo que se le parece mucho...

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QUE LA VIDA IBA EN SERIO... Sobre un poema de Jaime Gil de Biedma

Que la vida va en serio, nadie te lo advierte. Lo adivinas cuando ya se ha dejado mucho atrás, cuando te ha robado el presente y amarra tu suerte con hilos de desasosiego. Cuando nada se reconoce al llegar las noches oscuras. La vida va en serio y es un empeño improductivo querer teñirlo todo de otro color si en las manos solo ha dejado un miedo cobarde que apenas sobrevive encubierto bajo las sábanas.

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MI CUERPO

Mi cuerpo es un hueco en el espacio, una palabra soñada alguna vez en un sueño que tiene que ver con la vida. A veces, es simplemente una línea, un junco vencido por el viento, un viento inconsistente que intenta llenar el hueco de un espacio cualquiera.

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MARÍA DEL MAR REYES FUENTES EL BANCO

El día estaba nublado y grisáceos algodones pendían del cielo.

Yo, como cada tarde, me hallaba sentada en un banco del parque. Me gustaba disfrutar las horas muertas viendo corretear a los niños seguidos muy de cerca por sus padres, mientras los pajarillos piaban y revoloteaban haciendo piruetas sobre alguna miguita de pan esparcida por el suelo. De vez en cuando, ojeaba un libro y una de las veces que levanté la vista, mi mirada se topó con un viejo banco situado frente a mí. Parecía bastante viejo y desvencijado, y se apoyaba, solamente, sobre tres patas. Hacía meses que lo miraba sin verlo. Su pintura se hallaba, en muchas partes, descascarillada. Nadie reparaba en él, aunque estaba allí sobre el césped a la vista de todos. Algún que otro distraído se sentaba, pero en cuando se daba cuenta de que le faltaba una pata inmediatamente se levantaba y lo dejaba, de nuevo, en su callada soledad. Un día me decidí a preguntarle a un trabajador del parque por el estado de aquel banco. Con cierta desgana, me contestó que el Ayuntamiento ya lo sabía; que un día de estos lo cambiarían o lo quitarían definitivamente. Y no sé por qué, sentí lástima de él; quizás porque me recordó a un discurso oído, una vez, a un director de instituto que decía: “La educación es como un banco con tres patas: una representa a los padres, otra al profesorado y la última, y más importante, a los niños”. Ante esas palabras no tuve más remedio que esbozar una sonrisa, pues eran bonitas palabras, 33


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pero de sobra sabía que terminarían siendo papel mojado. Los padres, en muchas ocasiones, no damos importancia a esa educación que es el futuro de nuestros hijos. Nos quedamos en la superficie sin ahondar en profundidad, sin interesarnos por los estudios de nuestros pequeños, ayudando, en definitiva, a que ese banco esté bien asentado en sus patas. En ocasiones, el profesorado también se muestra cansado; quizás porque no se ve apoyado por el sistema o porque alguna pata falla. Puede que los niños y niñas sean demasiado jóvenes para apreciar el valor de la educación o que los padres, a veces, no empujemos en la misma dirección que los profesores. Puede... Yo incluso añadiría que debía existir una cuarta pata, el Estado. Él es quien tiene que representar y cimentar todo ese ensamblaje. Dedicarse a él de pleno, sin empeñarse en cambiar los planes de educación según cambie el color político. Lo único que está claro es que tenemos que hacer examen de conciencia y darnos cuenta de que la educación debería ser un tema prioritario y consensuado por todos, porque no se trata solo del futuro de nuestros hijos, sino el de todo un país.

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PÁGINA EN BLANCO

Lápiz sinuoso sobre el papel dibujando la vida, trozos de una historia, de amores inacabados, de heridas abiertas. Cicatrices que recuerdan un pasado que aún hoy duelen cuando se tocan. Fantásticas redes que atrapan y llevan a mundos increíbles, a tierras lejanas. Nos colocamos sus alas y planeamos sobre las estrofas de un bello poema, hacia el final de una historia que hace reír, llorar, vibrar. Eso es página en blanco. Sentarse frente al papel, ser capaz de impregnarlo de las mejores fragancias y dejar volar la imaginación. Borrar y hacer cuenta nueva. 35


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Ser el fiel amante, el que siempre espera. Para ti es mi página en blanco porque tú eres el protagonista de todas mis historias, tú que me lees, que me escuchas que siempre estás ahí.

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LA VERDADERA HISTORIA DEL EDÉN

No quiero que os enfadéis conmigo por lo que pueda decir, ya que

si alguien tiene que estar molesto, ese soy yo. Siempre me pintan con cuernos (si yo no tengo mujer) o en forma de una serpiente que debe vagar por el desierto arrastrando la barriga por la arena abrasadora, mientras que yo preferiría estar tomando mojitos en una playa del Caribe. ¡Pero no!... Todo empezó en el Jardín del Edén, donde cuentan que la mujer nació de la costilla del hombre ¿Cuántas costillas tiene cada individuo? Además, este se perdió la clase donde explicaban lo de la igualdad. Existían en el Jardín infinidad de árboles ¡no os podéis ni imaginar la sombrita más buena que daban en verano! Precisamente allí estaba aquel manzano que el jefe no quería que tocásemos. ¿Por qué? Ni idea. Supongo que pretendía montar una sidrería como la del Gaitero. ¡Perdón, que no se puede hacer publicidad! Bueno pues que el manzano que no se podía tocar... Un día yo cogí una manzana porque me enteré de que era muy sano comer una pieza de fruta a media mañana y, sobre todo, porque fue Adán quien me la pidió, que todas las culpas son luego para Eva. No sé quién cambiaría la historia, pero fue él quien engatusó a Eva para que le diera el primer mordisco. Pero lo más curioso fue que, acto seguido, se dieron cuenta de que estaban desnudos. A mí que me dejen de tonterías, que si estaban desnudos o no, ellos lo sabrían de antes o ¿es que no se habían mirado hasta aquel día? En fin, que vino una gran riña, aunque la verdad, no era para tanto, porque no creo yo que por una sola manzana vaya a 37


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hundirse la sidrería. Pero como donde hay patrón no manda marinero, nos expulsaron a todos del Edén, y no tres días sino por toda la eternidad. Cuentan en la actualidad que yo soy el enemigo, el mal, el demonio; cuando yo solo soy un ángel rebelde que caí en esta dimensión por falta de cariño. Miren los adolescentes de hoy como son, muchos peores que yo, y sus padres los llevan al psicólogo y los tratan con deferencia, ¡los quieren a pesar de todo! Sin embargo a mí me obligaron a vivir de forma marginal y todo por una apuesta que perdí. También dicen que soy la tentación de los hombres, como si ellos no fueran malos por naturaleza. Pero no, la culpa para mí. Siempre es bueno que haya un demonio en casa... Y para remate va y dice que me regala un infierno. ¡Regalar! ¡Ja! Todavía estoy pagando la hipoteca. En el fondo es bonito, no creáis, o puede que ya me haya acostumbrado. Lo único es que está mirando al sur y en verano hace un calor que te mueres, pero he mirado algunas ofertas de aires acondicionados y este verano va a pasar calor Rita la Cantaora. Bueno, que no quiero que os aburráis más con mis neuras, sólo una última cosa: a ver si os enteráis que todos tenéis el mal y el bien en vosotros mismos. Todos, sin excepción, sois ángeles y demonios a la vez. Estar conmigo o contra mí es solo una elección que depende de vosotros. Yo os aconsejaría que dejaseis salir al ángel; pero si no me hacéis caso y me elegís a mí, después no os quejéis, que no admito reclamaciones de ningún tipo.

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LAS MARIONETAS

Retiró las últimas motas de polvo de la repisa, dio dos pasos

atrás y contempló su trabajo. No estaba nada mal. La estantería había quedado impecable y sus dos marionetas, María y Cipriano, las había bautizado en recuerdo a sus padres, parecían hacerle una mueca de aprobación desde el lugar que ocupaban en el estante. Beatriz se había levantado animada aquella mañana y decidió limpiar tanto el polvo del garaje como las telarañas de su pasado. El día anterior, le habían ofrecido un papel secundario en una obra de teatro que prometía pasearla, aquel verano, por todo el país y eso hacía que se ilusionase como antaño. Dejó el paño con el que había limpiado los estantes a un lado y miró nuevamente sus marionetas. Ante sus ojos apareció, como en tantas ocasiones, la vieja carpa del circo y la destartalada caravana que se movía pesadamente por carreteras secundarias llevando la diversión de pueblo en pueblo. Noches llenas de risas bajo las estrellas donde ella y su marido compartían historias, y preparaban sus números de la actuación del día siguiente. Ellos trabajaban con voces fingidas, animando a los niños a que participasen en sus juegos, moviendo sin cesar los hilos de sus marionetas ¿o eran éstas quienes movían los suyos? El circo había sido su vida. Las alegres caritas de los niños, su sorpresa, sus risas sinceras, sus agradecidos aplausos que, aún hoy, resonaban en sus oídos. Y un día todo cambió. El circo ya no interesaba como antes. Cada vez eran menos los pueblos que los llamaban para divertirse con sus números ¿Qué había ocurrido? ¿Los niños no se divertían ya con el circo porque preferían

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videojuegos y móviles? ¿O eran los ayuntamientos quienes pensaban que esa clase de diversión ya no atraía a nadie? Su marido aprovechó el declive y se marchó con una compañera de circo varios años más joven que él (y que ella). La dejó sola, con sus dos marionetas como regalo de despedida ¡todo un detalle por su parte! Un ruido del exterior la hizo volver nuevamente a la realidad y sonrió a sus títeres que parecieron devolverle la sonrisa. Estaba contenta porque había tomado nuevamente las riendas de su vida e iba a vivir, por segunda vez, la aventura de contemplar las estrellas por la noche, de escuchar los aplausos y las risas, de cruzar esa línea en la que no se sabe quién es la persona y quién la marioneta.

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RECOMENDACIONES LITERARIAS Dashiel Hammet. EL HALCÓN MALTÉS

Dashiell Hammett es uno de los maestros de la novela

negra y El halcón maltés un hito dentro del género. Es, posiblemente, una de las novelas de detectives más conocidas. Ha sido llevada al cine en varias ocasiones, pero su mejor versión cinematográfica es la dirigida en 1941 por John Huston y protagonizada por Bogart. Apareció, por primera vez, por entregas en 1929 y la primera edición en libro en 1930. Cuenta la leyenda que el manuscrito de esta novela se salvó de milagro de la basura, pues su primer editor la rechazó y su esposa, que tenía la aguda mirada del lector compulsivo, lo salvó del anonimato. Se considera a Hammett inventor de la figura del detective cínico y desencantado de todo, muy pesimista y poco sociable que patea las calles para encontrar a un criminal a la vez que descubre "que en realidad es la sociedad la que está podrida". Inaugura también un estilo en el que los asesinatos o los relatos criminales son secundarios frente a la visión del contexto en el que se desarrollan, casi siempre, mostrados de una forma muy crítica y donde las estructuras de poder no están muy separadas de los delincuentes. Todo ello contado con un estilo cortante y directo, repleto de diálogos capciosos y violentos. Es una novela con un argumento enrevesado, un antihéroe que resulta ser un héroe, una damisela en apuros, un hampón, un asesino, una agencia de detectives y una secretaria adorable. Y Hammett consigue que cada uno de estos personajes tengan algo que los hace especiales y que, cada uno, aporte una pieza al puzzle. A esto se le une un lenguaje correcto, limpio, rápido y 41


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efectivo, sin excesos, sin caer en la metáfora fácil. Las descripciones son justas, así que la lectura es trepidante porque la historia fluye rápidamente.

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Luis García Montero. LA INTIMIDAD DE LA SERPIENTE

Luis García Montero, poeta granadino, a quien el

azar, el talento y, sobre todo, un puñado de detractores han convertido en el emblema de la poesía de los 80, es algo más que un polémico jefe de escuela. La Intimidad de la serpiente se presenta como una introspección biográfica, moral y sentimental. Se divide en seis partes que corresponderían a seis lugares por los que el poeta hace circular su memoria, desde la infancia hasta el día de hoy. En un principio nos puede parecer una poesía muy realista, pero lo cierto es que debe mucho al surrealismo, ya que está llena de imágenes irracionales, a menudo enmascaradas por un léxico cotidiano. El poeta, o mejor aún, la voz del poeta que recorre las páginas del libro nos transporta en un viaje íntimo a través de su infancia que desemboca en su edad adulta, no sin antes mostrarnos esas circunstancias que componen su vida y que hacen de esta algo tan particular que provoca un deseo muy fuerte por conocer personalmente a quién habla detrás de esa voz. Tal vez, un hombre común y corriente agobiado por los recuerdos, o quizás una persona sencilla que reconstruye su vida, sin reproches... El poeta, como la serpiente, ha mudado de piel y se ha convertido en otro sin dejar de ser él mismo. Mirando a aquel joven de los 20, dice: "ven hasta los paisajes verdaderos/ en los que discutimos, / y me agradecerás/ la difícil tarea de tu supervivencia"... Es como si el arribo a los cuarenta le permitiera sorprenderse de sí mismo y estremecerse 43


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con las cosas más sencillas: "Esta lámpara joven. / ¿Qué soledad descubre su luz en el espejo?/ Este vaso de agua. / ¿Qué noche de verano comprende sus secretos?/ Estas vigas azules.../".

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