Marilinda Guerrero Nelly Reyes
Colecciรณn Guatemala infantil
Cada vez que un ratón decide entrar a la casa, mi abuela cierra la puerta y me dice: —Mariana, ¿me abres la puerta cuando lo tenga? Me voy hacia el patio de atrás y allí espero hasta que mi abuela me llame otra vez.
Mientras tanto, mi abuela asienta sus pies y manos en el suelo. Se agacha, baja la cabeza y ve a los ojos al ratรณn que, para entonces, ya estรก temblando.
De pronto, a mi abuela le nace una cola larga, delgada, peluda, color marrรณn con puntos blancos y la mueve de un lado a otro en un suave zigzag.
Sus ojos se agrandan, su nariz se achiquita y se vuelve rosada y, a cada lado, le salen ocho bigotes blancos y firmes, se relame el hocico ante el posible delicioso bocado que tiene frente a ella. En ese punto, su ropa ya desapareciรณ y mi abuela es una enorme gata cazadora.
El ratón se limpia nervioso la cara con sus patas delanteras y piensa cómo saldrá de ésta. Para confundir a mi abuela, se mueve a la izquierda y luego a la derecha, mueve sus bigotes.
Ella, poco a poco, se acerca sigilosa. El ratón se queda quieto. Ella mueve sus caderas con sus patas traseras, como si estuviera bailando. Cuando el ratón menos lo espera, ¡zaz¡ mi abuela-gata toma impulso y se lanza con las patas abiertas sobre él. El ratón, temblando, solo puede agachar la cabeza del miedo.
—Mariana, ¡abre la puerta!, que ya lo tengo. Al abrir la puerta, mi abuela sale triunfal y alzando al ratón de la cola va hacia la parte de atrás de la casa. En el patio, cerca de la pila, lo lanza al aire, alto, muy alto y cuando el ratón cree que caerá al suelo, ella lo toma de la cola y lo vuelve a lanzar, mientras el estómago de mi abuela se mueve hacia arriba y abajo, al compás de su risa. Luego de un rato, lo suelta y, el ratón, mareado, promete no regresar.
La verdad, es que a los ratones no les gusta vivir en el campo. Un día los escuché decir que estaban cansados de pasar frío por las noches. Y es que cerca de la casa de mi abuela ya no hay más casas. Ella vive lejos, muy lejos, más allá del bosque más lejano que existe. Si yo fuera ratón, también querría entrar a la casa de mi abuela y vivir allí.
Pero, estos ratones no se rinden tan fácilmente. Después de varios intentos fallidos para poder entrar, idearon un plan. Primero, nombraron a un representante. Roberto, el ratón más valiente, aceptó el reto. Viajó a la casa de una tía, donde comió varios días sin parar. Por las noches, ensayaba sus diálogos frente al espejo sin descanso. Cuando creyó que había practicado lo suficiente, se dirigió a la casa de mi abuela.
Mi abuela, al verlo entrar, con su gran sonrisa de gata, dijo: —Mariana, ¿me abres la puerta cuando lo tenga? Esperé como siempre, a que el ratón temblara al escuchar el salto de mi abuela. Pero esta vez, pasó una hora, dos… y nada. Ya me estaba aburriendo y tenía hambre. Dentro de mi estómago crecieron caracoles, leones y rinocerontes que gritaban “¡Dános de comer!”. El hambre que tenía era insoportable. Así que acerqué mi oído a la puerta para escuchar si mi abuela ya iba a terminar y lo que escuché fueron carcajadas. ¡Jájajajajajaja! ¡Jájajajaja!
Despacio, mientras el león dentro de mi estómago rugía, abrí la puerta y vi a mi abuela sentada en una esquina riendo a carcajadas y al ratón en otra, iluminado por el foco del techo del cuarto.
Justo en ese momento, habló por un pequeño micrófono agarrado a su pata derecha y dijo: —¿Qué le dijo una iguana a otra iguana? Mi abuela, entre lágrimas de risa, respondió:— ¡No sé, Roberto! —¡Somos iguanitas!,— respondió Roberto. La risa mecía el estómago de mi abuela de arriba a abajo, y las lágrimas no cesaban de salir de sus ojos. — Entra, Mariana, acompáñanos,— dijo.
Pasamos toda la tarde riendo, tanto que olvidé el hambre que tenía. Cuando el ratón terminó su función, aplaudimos de pie. Mi abuela, muy contenta, le dio a Roberto una pequeña sábana para el frío y lo invitó a quedarse esa noche. Al siguiente día, Roberto convenció a mi abuela y, gracias a él, fue así como su casa se convirtió en el primer hotel que diera alojamiento a los ratones.
MINISTERIO DE CULTURA Y DEPORTES Dr. José Luis Chea Urruela Ministro de Cultura y Deportes Lic. Maximiliano Antonio Araujo y Araujo Viceministro de Cultura Lic. José Roberto Zúñiga Ruiz Director General de las Artes Licda. Lucía Armas Dirección Técnica de Fomento de las Artes Lic. Wilfredo Rodérico González Gaitán Departamento de Apoyo a la Creación –CREA-
Equipo técnico del proyecto Frieda Liliana Morales Barco Coordinadora técnica Istvansch Conferencia y taller internacional de ilustración de libros de literatura infantil y juvenil Gloria Judith Hernández Montes Taller de escritura creativa Jazmin Elena Villagrán Miguel Taller de ilustración de libros de literatura infantil y juvenil Luis Méndez Salinas Taller de edición de libros de literatura infantil y juvenil Vanessa Avila Castillo Taller de diseño y diagramación libros de literatura infantil y juvenil Alejandro Lembke y Pamela Morales Armada electrónica
DR. La Abuela-Gata, 2017. ©Del texto Marilinda Guerrero, 2017. ©De la ilustración, Nelly Reyes, 2017. Coordinación editorial, Frieda Liliana Morales Barco. Edición, Nicté Guzmán. Diseño y diagramación, Julio Emanuel Chamalé García. Armada electrónica, Vanesa Avila, Alejandro Lembke y Pamela Morales ISBN 978-9929-764-31-6 ©Primera edición, noviembre de 2017. Ministerio de Cultura y Deportes. 6ª calle y 6ª avenida, zona 1. Palacio Nacional de la Cultura. Ciudad de Guatemala, Guatemala, Centro América. http://www.mcd.gob.gt
Todos los derechos reservados conforme la ley, Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin permiso escrito de sus autoras.
Este libro es producto del proyecto ¨Fomento a la creación de libros de literatura infantil y juvenil de Guatemala¨. Taller de escritura creativa, coordinado por Frieda Liliana Morales Barco con el apoyo del Departamento de Apoyo a la Creación Dirección General de las Artes del Ministerio de Cultura y Deportes Noviembre de 2017. Contrato administrativo 2141-2017, Acuerdo ministerial 058-2017.