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Monchu Calvo. Aires de cambio para nuestros pueblos
Monchu Calvo
Monchu Calvo conb la ceramista Mar Lluna
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Alejandro y Beatriz, en la cabaña de Piquero. Turismo ornitológico
Aires de cambio para nuestros pueblos
Yo nací en Gijón, una ciudad industrial de la costa cantábrica, aunque la procedencia por parte de mis padres era de origen rural. Estudié y trabajé siempre, hasta mi temprana jubilación, en esa misma ciudad. Tambien me casé y tuve mis hijos en ese entorno urbano.
Cuando las circunstancias me obligaron a suspender mi vida laboral, me planteé darle un cambio a mi estilo de vida, y alquilamos una casa en Bueres, en pleno Parque de Redes. Había quedado viudo recientemente, y mi nueva pareja, que nunca había pisado un pueblo más que de visita, apoyó esa decisión. Vendimos la casa de la ciudad, y nuestros ojos tuvieron que acostumbrarse a dejar de ver semáforos y casas de muchos pisos para contemplar bosques y prados, cuya yerba alimentaba las numerosas vacas que comían aquel pasto.
Debo decir que no me arrepiento en absoluto. El cambio enriqueció mi vida, y aunque perdí algunas cosas como el contacto con mis amigos, que las redes sociales mitigan, y una actividad cultural mas rica, gané otras cosas que para mí son mas importantes, entre ellas la comunión diaria con un paisaje soberbio, y las relaciones con vecinos del pueblo y, en mi caso puedo decir con orgullo, de casi de todo el Parque de Redes, pues pocos habrán que no me conozcan, gracias a mis fotos y mi actividad divulgadora de todo lo que ocurre en los dos concejos que forman el parque, que casualmente en los dos he vivido, puedo decir que felizmente, cada uno con sus singularidades, pero a Caso y Sobrescobio los llevo muy metidos en mi corazón.
Hago este preámbulo porque estoy asistiendo a un cambio social delante de mis ojos, que no deja de asombrarme. Y cada vez es mas palpable, y aunque los pueblos y
el paisaje siguen ahí, este último con grandes cambios en su estructura, sus habitantes nada tienen que ver con los que toda la vida conocí. Estos dias asistí a la desaparición, de forma trágica, del panadero que toda la vida nos llevaba el pan a nuestras casas, y así, muchos y muchas más que formaban esa gran familia ligada a la tierra durante siglos, y con abundante parentesco entre si. Conocedores de los rincones más ocultos de esa tierra que los alimentó, y donde apacentaron sus animales. Caserías y majadas, que habitaron durante la recogida de la yerba, o cuidando sus ganados en aquellas pobres cabañas que malamente les protegían con un techo de madera de las lluvias y temporales, mientras duraba su estancia en esos poblados de altura.
Todo eso está casi desaparecido, incluida la gente. La demografía nos ofrece una visión geriátrica de nuestros pueblos. El crecimiento es negativo, pudiéramos decir en toda la región asturiana. Ese es el gran problema que tenemos.
La sostenibilidad social de las áreas rurales no es producto únicamente del crecimiento económico, sino también de las dificultades de la reproducción de la vida social. Que no haya jóvenes, que las mujeres se vayan, que los mercados de trabajo sean poco dinámicos, son indicadores contundentes de que los cambios socioeconómicos han producido nuevas dificultades y desigualdades. Y sin embargo están llegando nuevas gentes convencidos de que estas tierras son el futuro, y como apunta el titular de este artículo son los nuevos pobladores que sueñan con esta tierra, y traen bajo el brazo proyectos para ella.
Desde luego no están ligados a las actividades tradicionales de antaño, ganadería y cultivo de tierras, o por lo menos si tienen algo que ver, concebidas de distinta manera.
Estos nuevos residentes van a significar una ampliación de las formas de vida tradicionales que harán mas atractivo el entorno rural, además de enseñar nuevas oportunidades que las personas autóctonas nunca se habían percatado de ellas. A todo esto, ayudará la tecnología, los nuevos sistemas de comunicación, las redes sociales, la globalización que hará que un embutido de buey casín pueda enviarse a Melbourne sin problema, y cobrarlo, o que un vecino de Soto de Agues reciba en 24 horas un recambio para su motosierra enviado desde Milán.
Asi que no puedo mas que dar la bienvenida a este norte, que ellos y ellas ven como tierra de futuro, ligada al verde y al agua, a esos nuevos vecinos, y amigos en algún caso. Mirian y Cesar, de Madrid, propietarios del Restaurante La Carasca, de Orle. Pilar y Sito, de Madrid, que quisieron casarse en la finca Beldreu, antiguo recinto ferial, y formar una empresa para realizar rutas a caballo y eventos, como su boda, en aquel mismo lugar.
Alejandro, de Málaga, y su pareja Beatriz, de Palencia, buscando un terreno con cabaña para crear una empresa de turismo ornitológico. Thomas, periodista inglés, que compró casa en Caleao, y desde ahí mandará sus reportajes al periódico inglés.
José María Morales, productor cinematográfico, enamorado de nuestro paisaje, y también con cabaña cerca de Caleao. Héctor Calderón, que con un grupo de compañeros se afincaron en Nieves, y tienen un rebaño de cabras a las que pastorean de manera tradicional, y producen un queso exquisito.
No me olvido de nuestra compañera fotógrafa Mar Lluna, madrileña, pero con taller y tienda de cerámica en nuestro concejo de Caso.
Así podría enumerar a un sinfín de nuevos vecinos, amigos, muchos de ellos, biólogos, diseñadores, traductores, músicos, etc.
Esos serán los nuevos pobladores de Caso y Sobrescobio, y de Asturias y el norte cantábrico, si se consigue una mejora en el entorno en cuanto las comunicaciones, tanto físicas, con buenos accesos, como tecnológicas, internet rápido y seguro. Con esto se puede conseguir atraer a nuevos pobladores a nuestros solitarios pueblos, que hoy luchan desesperadamente contra la despoblación. ¿El precio a pagar? La pérdida de una cultura vernácula que desaparece con los últimos habitantes cuando se los llevan a una residencia o se mueren. Solo nos quedará su recuerdo, y alguna vieja fotografía que nos mostrará cómo era aquel paisaje hace años y como es ahora, y para lo que se utilizaba en tiempos tan dispares, como muestra el contraste entre las fotografías de la feria de ganado, hace años, y la boda de Pilar y Sito, dias atrás.
Beldreu. Boda de Pilar y Sito
Beldreu. Antiguo recinto ferial