ISLA GORRITI Patrimonio Histórico Nacional
Sus orígenes se remontan al siglo XVI cuando hace más de 500 años el navegante Juan Díaz de Solís y su tripulación "siguiendo las costa vieron una saliente de arena con una isla rasa al sur...", una tierra en donde confluyen el Atlántico y el Río de la Plata. Su primer nombre fue "Isla de las Palmas" en referencia a las palmeras yatay que poblaban la superficie, según los datos de las expediciones del navegante Diego García en 1526. Luego pasó a llamarse “Isla Maldonado”, cuando el rey Felipe II pretendió poblarla para que funcionara como salida de los barcos que llevarían la plata de la mina de Potosí. El proyecto no se llevó a cabo porque cesaron los trabajos en Potosí. Finalmente, su nombre fue sustituido por el apellido del vasco Francisco Gorriti, comandante militar de Montevideo, quien en 1751 fue encarcelado en la isla durante 2 años por negarse a participar en una expedición militar contra los indígenas de la región. La encarcelación se hizo tan conocida, que el nombre de la isla derivó en Isla Gorriti. En la época colonial, los españoles construyeron una fortificación para frenar el avance de los portugueses hacia el Río de la Plata. Hacia
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Guía en Movimiento
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por FABIÁN ANDINO
1806, la isla fue bombardeada por los británicos durante dos días, tras los cuales fue rendida. Funcionó desde entonces y por algún tiempo como cementerio británico que tiempo después, fue trasladado al Cementerio de Maldonado. El puñado de palmeras que constituía la vegetación original, desapareció tras un incendio a fines de siglo XIX. Fue así que Gorlero, el Intendente de Maldonado, ordenó reforestar la isla, para lo cual se trajeron pinos marítimos originarios de la región mediterránea. Aseguran que también pasó por allí Charles Darwin en su periplo con el capitán Fitz Roy. Por ser escenario de estos variados y peculiares hechos históricos, actualmente, la Isla Gorriti está declarada Patrimonio Histórico Nacional. Y así caminamos sus senderos señalizados, dejando nuestras huellas y sin imaginar la rica historia de esta fortaleza, hospital, cementerio, centro de investigación científico y paraíso de conejos; tan hermoso y apacible lugar que tiñe los atardeceres más lindos del este. Su silueta camuflada en el paisaje nos cuida con sus fuertes y cañones, dejando viva en la memoria de los miles de turistas que la visitan, el deseo de siempre volver. ♦