Basho (1644-94), un gran poeta japonés del siglo XVII, compuso una vez un poema de diecisiete silabas conocido como haiku o hokku. Traducido al español dice más o menos así:
Es probable que Basho fuera caminando por el campo cuando observó algo junto al seto. Se acercó entonces, lo miró detenidamente, y descubrió que era nada menos que una planta silvestre, insignificante y generalmente inadvertida por los caminantes. Este es el hecho simple que el poema describe, sin que se exprese en ningún momento un sentimiento específicamente poético, a no ser quizá en las dos últimas silabas, en japonés kana. Esta partícula, ligada con frecuencia a un nombre, un adjetivo o un adverbio, significa cierto sentimiento de admiración, elogio, tristeza o alegría, y se puede traducir en ocasiones justamente a otras lenguas mediante un signo de admiración. En este haiku todo el verso termina con este signo.
Flor en el muro agrietado, te arranco de las grietas;— Te tomo, con todo y raíces, en mis manos, Florecilla —pero si pudiera entender Lo que eres, con todo y tus raíces, y, todo en todo, Sabría qué es Dios y qué es el hombre. Tennyson, en cambio, es activo y analítico. Primero arranca la flor del lugar donde crece. La separa de la tierra a la que pertenece. A diferencia del poeta oriental, no deja quieta a la flor. Tiene que arrancarla de la pared agrietada, “con todo y raíces”, lo que significa que la planta debe morir. No le importa, al parecer, su destino; su propia curiosidad debe quedar satisfecha. Como algunos científicos, quiere hacer la disección de la planta. Basho ni siquiera toca la nazuna, simplemente la mira, la mira con “cuidado”. Eso es todo. Se mantiene inactivo, en contraste con el dinamismo de Tennyson.
El método Zen consiste en penetrar directamente en el objeto mismo y verlo, como si dijéramos, desde dentro. Conocer la flor es convertirse en la flor, ser la flor, florecer coma la flor, y gozar de la luz del sol y de la lluvia. Cuando se hace esto, la flor me habla y conozco todos sus secretos, todas sus alegrías, todos sus sufrimientos; es decir, toda su vida vibrando dentro de sí misma. No sólo eso: al lado de mi “conocimiento” de la flor, conozco todos los secretos del universo, lo que incluye todos los secretos de mi propio Yo, que ha venido eludiendo hasta ahora mi persecución de toda la vida, porque me he dividido en una dualidad, el perseguido, el objeto y la sombra. Zen toma la vida tal como es vivida en vez de recortarla en pedacitos y de tratar de restaurarle la vida mediante la intelección o, por la abstracción, de pegar las piezas rotas. La manera Zen preserva la vida como vida; ninguna cuchilla quirúrgica la toca.
El inconsciente en tanto que se relaciona con el dominio de los sentidos es el resultado de un largo proceso de evolución en la historia cósmica de la vida y es compartido por igual por animales y niños. Pero a medida que el desarrollo intelectual se produce, cuando crecemos, el dominio de los sentidos es invadido por el entendimiento y
Se pierde la ingenuidad de la experiencia sensible Cuando sonreímos, no es sólo sonreír; se añade algo más. No comemos como lo hicimos en nuestra infancia; el comer se mezcla con la intelección. Y como todos advertimos esta invasión por el entendimiento o la mezcla con el entendimiento, los simples medios biológicos quedan contaminados por el interés egocéntrico. Esto significa que hay ahora un intruso en el inconsciente, que ya no puede moverse directa ni inmediatamente al campo de la conciencia y todos los actos que han sido relegados a funciones biológicamente instintivas asumen ahora el papel de actos consciente e intelectualmente dirigidos. Esta transformación es conocida como la pérdida de la “inocencia” o la adquisición del “conocimiento” según el mito bíblico. En el Zen y en el budismo en general, se llama “la contaminación afectiva (klesha)” o “la interferencia de la conciencia con predominio de la intelección (víjñana)”
El entendimiento sirve a propósitos variados en nuestra vida diaria, hasta el punto de aniquilar a la humanidad, individualmente o en masa. Sin duda es algo muy útil, pero no resuel-ve el problema último con el que cada uno de nosotros tropieza más tarde o más temprano en el curso de su vida.
Este es el problema de la vida y la muerte Que concierne al significado de la vida. Cuando nos enfrentamos a él, el entendimiento tiene que confesar su incapacidad para resolver el problema; porque indudablemente llega a un impasse o aporía que, por su naturaleza, no puede evi-tar. El callejón sin salida intelectual al que llegamos ahora es como “la montaña plateada” o “el muro de hierro” que se levanta ante nosotros. No es la maniobra intelectual ni el truco lógico, sino todo nuestro ser lo que es necesario para lograr una penetración. Es, nos diría el maestro zen, como trepar hasta la punta de un palo de cien pies de largo y ser instado, sin embargo, a trepar cada vez más hasta que se ve uno obligado a dar un salto desesperado, olvidando por completo la seguridad existencial.
La siguiente exposición tabular de los cinco “pasos”, conocidos como go-i, en el adiestramiento zen facilitará nuestra comprensión de éste. El “go” en go-i significa “cinco” y el “i” significa “una situación”, “un peldaño” o “un paso”. Estos cinco se dividen en dos grupos: no-éticos y afectivos o de connación. El del medio, el tercer “paso” es el punto de transición en el que lo noético empieza a ser de connación y el conocimiento se convierte en vida. Aquí la comprensión noética de la vida zen se hace dinámica. “La palabra” se encarna; la idea abstracta se transforma en una persona viva que siente, quiere, espera, aspira, sufre y es capaz de hacer cualquier cantidad de trabajo. En el primero de los dos últimos “pasos”, el hombre dedicado al zen trata de apresar su visión al máximo de sus capacidades. En el último alcanza su destino, que en realidad no es ningún destino.
El sho y el hen constituyen una dualidad como el yin y el yang en la filosofía china. Sho significa literalmente “bueno”, “derecho”, “justo”, “equilibrado”; y hen es “parcial”, “unilateral”, “desequilibrado”, “desviado”. Los equivalentes en castellano serían más o menos así:
Lo absoluto
Lo relativo
Lo infinito
Lo finito
Lo uno
Lo múltiple
Dios
El mundo
Lo oscuro (indiferenciación)
La luz(diferenciación)
Igualdad Vacío (sunyata)
Forma y materia (namarupa)
Sabiduría (praiña)
Amor(karuna)
Ri (li) “lo universal”
Ji (shih) “lo particular”
Diferencia
Prajña es la experiencia que un hombre tiene cuando siente, en un sentido más fundamental, la infinita totalidad de las cosas; es decir, hablando en términos psicológicos, cuando el ego finito, rompiendo su dura corteza, se refiere al infinito que envuelve todo lo finito y limitado y, por tanto, transitorio. Podemos tomar esta experiencia como algo semejante a una intuición totalizadora de algo que trasciende a todas nuestras experiencias particularizadas, especificas.
El camino [Tao] perfecto carece de dificultad.
Salvo que evita elegir y escoger. Sólo cuando dejas de sentir agrado y desagrado comprenderás todo claramente. Por la diferencia de un pelo quedan separados el cielo y la tierra. Si quieres alcanzar la sencilla verdad no te preocupes del bien y del mal. El conflicto entre el bien y el mal es la enfermedad de la mente!
Cuando todos reconocen la belleza como bella, ya hay fealdad; Cuando todos reconocen la bondad como buena, ya hay mal. "Ser" y "no ser" surgen recíprocamente; Lo difícil y lo fácil se realizan recíprocamente; Lo largo y lo corto se contrastan recíprocamente; Lo alto y lo bajo se ponen recíprocamente; Antes y después están en recíproca secuencia.
Como una espada que corta, pero que no puede cortarse a si misma; Como un ojo que ve, pero que no puede verse a si mismo.
Quietamente sentado, sin hacer nada, Llega la primavera y crece la hierba sola. Las montañas azules son por si mismas montañas azules;
Las nubes blancas son por si mismas nubes blancas.