enero-febrero 2013 NÚMERO
7 memoria
BARINAS, vENEZUELA
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haciendo
centro de investigaciones sociohistóricas dr. VIRGILIO TOSTA
la imagen del ayer
Barinitas en 1913 La Casa de Gobierno
aconteceres
Un inusual suceso
El choque de avionetas en la ciudad de Barinas
pueblos barineses
La Luz
Fundamentos de su existencia como pueblo
barinas en la independencia
Mujeres notables
Las barinesas y su amor a la patria
ROSTROS DE MI TIERRA
Arnaldo Erazzo
Un artista del papel y el lienzo
NOSOTROS Y LOS OTROS
Entre excavaciones Los hallazgos arqueológicos de Quíbor
Los Colegios Bolívar
Casas de instrucción de la juventud barinesa en el siglo XIX
haciendo
memoria
Número 7. Año III. Enero-Febrero 2013
editora Marinela Araque Rivero comité editorial Marinela Araque Rivero Samuel Leonardo Hurtado Camargo Baudilio Mendoza Sánchez Jesús Antonio Torres Camacho diseño gráfico, Diagramación y Tratamiento de Imágenes Samuel Leonardo Hurtado Camargo Agradecimientos Archivo Digital Fundación Cultural Bahareque, Archivo Digital Fototeca Virtual “Henrique Avril”, Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas, Fundación Patrimonio Barinés, Unidad de Patrimonio Cultural de la SEEPP. Cultura y Turismo, Archivo Digital Colección Junior Palacio. Contacto cishvit@gmail.com @cishvit http://cishvit.wordpress.com
Una publicación bimensual de la ®Fundación Centro de Investigaciones Sociohistóricas “Dr. Virgilio Tosta” (CISHVIT) Sede provisional: Sector 23 de Enero norte, Av. Briceño Méndez, entre calles Nicolás Briceño y Apure. Parroquia El Carmen, Municipio Barinas, Estado Barinas. 0416-7742420 Rif: J-40218168-0 Consejo Directivo Jesús Antonio Torres Camacho Director Ejecutivo Pilar Teresa Betancourt Vidal Secretaria de Actas y Correspondencias Yazael Bastidas Hernández Director de Administración y Finanzas Marinela Araque Rivero Directora de Investigación y Formación Samuel Leonardo Hurtado Camargo Director de Información, Promoción y Difusión Baudilio Mendoza Sánchez Vocal Andrea Alexandra Fajardo Araque Vocal
HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito Legal: ppi201302BA4377
ISSN: 2343-6026
Barinas, febrero de 2013 República Bolivariana de Venezuela
Imagen de Portada Escuela de pueblo en 1848 de Albert Anker (1831-1910). En la imagen del pintor suizo se reproduce una escena de clases a mediados del siglo XIX.
EditorialH
Con este lema, inscrito en un globo que se elevó por los aires, según reseña Virgilio Tosta, la ciudad de Barinas se vistió de fiesta. Nacía el 24 de febrero de 1852, la primera institución de educación secundaria de la que se tenga conocimiento: el Colegio Bolívar. Centro de enseñanza en honor al Libertador Simón Bolívar, dedicado a la formación de ciudadanos “dignos a la Patria”, acorde con las necesidades e intereses de la época. Iniciativa que contó con el apoyo del gobernador Napoleón Sebastián Arteaga y de los habitantes de los diferentes cantones que conformaban la provincia de Barinas. Sin embargo, su funcionamiento fue efímero. Posteriormente, en 1876, por disposición del ejecutivo nacional, abre sus puertas el Colegio Federal Bolívar, heredando el epónimo de la anterior institución. Al cumplirse 161 años de la instalación del primer Colegio Bolívar, presentamos el dossier: Los Colegios Bolívar: casas de instrucción de la juventud barinesa en el siglo XIX, en la que se abordan un conjunto de aspectos relacionados con la historia de las únicas instituciones de educación secundaria que existieron en la ciudad de Barinas en el siglo decimonónico, destacándose a la vez, la necesidad de la contextualización del currículo educativo con la cotidianidad barinesa. Producto de la acuciosa investigación realizada por los miembros del Centro de Investigaciones Sociohistóricas Dr. Virgilio Tosta (CISHVIT), se exhiben, por primera vez, documentos inéditos relativos a tan importante institución. Puedes disfrutar además, de las secciones habituales de nuestra revista, la cual estará siempre abierta a tus comentarios y colaboraciones. Marinela Araque Rivero Barinas, 28 de febrero 2013
Centro de Investigaciones Sociohistóricas Dr. Virgilio Tosta
http://cishvit.wordpress.com
@CISHVIT
haciendo memoria. nº 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
“Habitantes del cielo, Barinas protege las luces”
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haciendo memoria. nº 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
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Plancha a carbón o braza , 1940. (16,2 x 8,4 x 16 cm) Plancha de hierro con mango de madera y placa de forma piramidal. Se calentaba por medio de la braza o carbónque era introducida en el recipiente con cuyo calor se alisaban los tejidos. Posee un pequeño pasador de hierro. Presenta a ambos lados de la base y de la tapa varios orificios. En la tapa se observa un pequeño escudo con la imagen de un león y otras figuras alrededor. Colección: Museo de Arte Colonial y Costumbrista “San Francisco de Asís”. Barinas. Código: D1-2-1-0016
ContenidoH H Casa de Gobierno de Barinitas
La imagen del ayer
Efemérides y Fiestas PopularesH
H Un inusual suceso: el choque de avionetas en
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Aconteceres
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Pueblos Barineses
la ciudad de Barinas
Baudilio Mendoza Sánchez
H La Luz: fundamentos de su existencia
como pueblo
Leonardo Santiago
H Mujeres Notables:
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Barinas en la Independencia
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Rostros de mi Tierra
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Nuestro Patrimonio
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Huellas de Papel
las barinesas y su amor a la Patria
Virgilio Tosta
H Erazzo: un artista del papel y el lienzo Yazael Bastidas Hernández
H El Cedral y El Gaván: montículos y
calzadas
IPC
barinesa
H Un acuerdo en favor de la educación Marinela Araque Rivero
haciendo memoria. nº 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
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ContenidoH
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H Fundación Patrimonio Barinés: una insti-
Qué hacemos
tución comprometida con nuestra memoria histórica
Jesús Antonio Torres Camacho
H Relatos de la memoria
91
Entre Libros
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Nosotros y los otros
Manuel Darío Grüber
H Entre excavaciones y pigmeos: los
yacimientos arqueológicos de Quíbor
Nayrin Pérez Giménez
DOSSIERH
Los Colegios Bolívar haciendo memoria. nº 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
Casas de instrucción de la juventud barinesa en el siglo XIX
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En la búsqueda de las luces: la aventura de la educación primaria en Barinas (1810-1890) Samuel Leonardo Hurtado Camargo
El primer Colegio Bolívar: un establecimiento para “sacarse la espinita” Marinela Araque Rivero
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Testimonios: documento sobre el oratorio que debía funcionar en la sede del Colegio Bolívar
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Así lo dijo: discurso pronunciado por Juan Vicente González durante la inauguración del Colegio Bolívar
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Samuel Leonardo Hurtado Camargo
El dato: escuelas públicas y privadas existentes en el actual territorio del estado Barinas durante el período 1841-1881 Currículo y contextualización: una mirada que busca lo educativo en la cotidianidad barinesa Pilar Teresa Betancourt
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La casa del alma: el segundo Colegio Bolívar de Barinas
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1913
La imagen del ayerH
L haciendo memoria. nº 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
Volta. FOTÓGRAFO: F. V. rinitas, Plaza Bolívar de Ba ias nc ce LUGAR: Adya estado Barinas. . de 1913. Siglo XX FECHA: diciembre racas Ca , os nic dres Domí COLECCIÓN: ©Pa . lla nti Mo ©Oswaldo REPRODUCCIÓN:
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Casa de Gobierno
de Barinitas
A inicios del siglo XX Barinitas era un pequeño poblado que no superaba los diez mil habitantes. En la imagen, una “Carta Postale” o tarjeta postal de F. Y. Volta, enviada por A. Lisimaco Quintero a Juan A. Hernández, para entonces director de “El Amigo de los niños”, fechada en enero de 1914. En la gráfica se observa la Casa de Gobierno de dicha población, inagurada el 19 de diciembre de 1913, ubicada en las cercanías de la actual Plaza Bolívar.
Efemérides y Fiestas PopularesH
Enero
5 de enero de 1821 Decreto de Instrucción Pública Obligatoria El gobernador de la Provincia de Barinas, Miguel Guerrero García dicta un decreto sobre instrucción pública obligatoria, considerado por algunos historiadores como el primero de esta índole en Venezuela. En éste se designa al ciudadano Fermín Mora, como maestro de primeras letras, quien estaba en la facultad de admitir “a todos y cualesquiera niños que le presenten para la enseñanza los padres o encargados de familia, en lo que tendrán el mayor esmero y eficacia, inspirándole los principios de la más sana moral”.
9 de enero de 1937 El Estado Zamora cambia de nombre Mediante sesión la Asamblea Legislativa del Estado Zamora, acordó cambiar a esta Entidad el nombre de Zamora por el de Barinas, disposición que entraría en vigencia a partir del 19 de febrero de 1937. 10 de enero de 1966 Es fundada la revista Variná Órgano de intereses generales y culturales dirigida por el historiador y periodista Fidel Betancourt M., de circulación mensual. Dejó de circular al año siguiente.
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6 de enero Celebración de la las Locainas de Torunos y Locainas de La Yuca En las poblaciones de La Yuca del Municipio Cruz Paredes, y Torunos del Municipio Barinas, el día de Reyes, un grupo de hombres disfrazados de mujeres y al son de una comparsa musical recorren las calles de las mencionadas localidades
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Efemérides y Fiestas PopularesH
11 de enero de 1941 Nace Duilio Alejandro Araque Angarita. Natural de Barinitas, Radiotelegrafista N° 4383 egresado de la Escuela Nacional de Telegrafista (Caracas). Se desempeñó como jefe de la Oficina de Telecomunicaciones de San Silvestre y Barinas.
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16 de enero de 1969 Aparace el primer número de Prensa Libre Semanario dirigidor por el doctor Fernando Falcón Hurtado. Su última edición corresponde a la primera quincena del mes de mayo de 1973. 20 de enero de 1784 Solicitud de erección de Barinas como Provincia El cabildo barinés propone la erección de la Provincia de Barinas, alegando que dicha ciudad se encontraba sumida en el desconsuelo y abandono, ya que la agricultura estaba atrasada, sus moradores no practicaban el comercio y las misiones habían hecho pocos progresos en su empeño por reducir los indígenas paganos.
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23 de enero Fiesta en honor a Nuestra Señora de la Paz. En la comunidad de Libertad, capital del municipio Rojas se llevan a cabo importantes actividades festivas en homenaje a esta devoción mariana. 27 de enero de 1911 Himno Oficial del Estado Zamora. El canto patriótico “Alto Timbre de Honor Ostentamos” es decretado como himno oficial del Estado Zamora. Dicho himno, cuya letra fue de Rafael Montenegro fue seleccionado mediante concurso abierto convocado el 5 de julio de 1910 y aprobado el 19 de diciembre de ese mismo año. La composición fue realizada por el reconocido músico Pedro Elías Gutiérrez, el cual estaba estructurado
Efemérides y Fiestas PopularesH
Febrero
4 de febrero de 1992 La Rebelión que cambió la historia Con el objeto de derrocar al presidente Carlos Andrés Pérez y cambiar el rumbo del país, mediante la implantación de una Junta de Reconstrucción Nacional, compuesta por elementos progresistas, civiles y militares, estalla en el país un intento de golpe de Estado, el cual comprendía la ejecución de una acción militar conjunta en cuatro puntos estratégicos del país, desarrollados por las unidades militares de Caracas, Maracaibo, Maracay y Valencia, Dicha acción fue promovida por el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200), de orientación ideológica nacionalista y revolucionaria, fundado en 1983 por el barinés Hugo Rafael Chávez Frías, Felipe Acosta Carles y Jesús Urdaneta Hernández, quienes se desempeñaban como capitanes e instructores de la Academia Militar, inspirados en el pensamiento del Libertador Simón Bolívar, las ideas de Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. 13 de febrero de 1913 Construcción del Camino de BarinitasLas Piedras Con el objeto de comunicar más eficientemente al Estado Zamora (hoy Barinas) con los pueblos andinos y el Lago de Maracaibo, se dio inicio a los trabajos de construcción.
haciendo memoria. nº 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
2 de febrero Día de Nuestra Señora del Rosario de El Real Tras la aparición de la imagen de una virgen en una moneda al indio llamado Francisco “el viejo”, se celebra cada 2 de febrero en la población de El Real, fiestas y actividades culturales dedicada a esta aparición mariana.
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Efemérides y Fiestas PopularesH
15 de febrero de 1786 Se erige la Comandancia de Barinas Mediante Real Cédula emitida en El Pardo, el rey Carlos III, crea la Camandancia o Provincia de Barinas, compuesta por los territorios de los actuales estados Barinas y Apure, más la zona de Guanarito, Boconó y Morrones del estado Portuguesa. Asimismo, fue nombrado como comandante de la nueva provincia don Fernando Miyares Pérez y Bernal.
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18 de febrero de 1928 Natalicio de José León Tapia Nativo de la ciudad de Barinas, destacado médico y escritor, reconocido por su extensa producción literaria entre las que destacan Por aquí pasó Zamora, Tierra de marqueses, El Tigre de Guaitó, La Música de las Charnelas, entre otros. 19 de febrero de 1937 Restitución del nombre de Barinas al Estado Zamora Según lo dispuesto en el Acuerdo suscrito por la Asamblea Legislativa del Estado Zamora, de fecha 9 de enero de 1937, comenzó a llamarse Barinas la entidad federal que desde 1862 recibía el nombre de Zamora.
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21 de febrero de 1947 Rafael Ángel Insausti es designado Director del Colegio Dr. Rafael Medina Jiménez Mediante Resolución N° 21 del ejecutivo del estado Barinas, es designado como director interino del mencionado colegio, al reconocido poeta barinés Rafael Ángel Insausti 25 de febrero de 1863 Erección de Pedraza como Departamento El antiguo Cantón de Pedraza es elevado a la categoría de Departamento Federal, compuesto por los distritos Ciudad Bolivia, Curbatí, Canaguá, Santa Bárbara y Maporal.
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FUENTES CONSULTADAS
Ruiz-Guevara, José Esteban. Cronología Histórica de Barinas (aporte). Barinas: Fundación Cultural Barinas, 1995. Cartay, Rafael. Memoria de los Orígenes: economía y sociedad en Barinas, 1786-1937. Caracas: Academia Nacional de Ciencias Económicas, 1990.
AconteceresH
Un inusual suceso El choque de avionetas en la ciudad de Barinas
Autor Baudilio Mendoza Sánchez baumensa@hotmail.com
Doctor en Ciencias Agrícolas (UCV). Magister en Desarrollo Rural (UCV). Ingeniero Agrónomo. (UCV). Profesor Titular de la Unellez, y profesor de postgrado invitado de la UCV.
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L Mapa de la antigua Provincia de Barinas en Venezuela (1840) de Agustín Codazzi (1793-1859). Colección: David Rumsey Historical Map Collection. Fuente: Fhenavril.
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En la Barinas de la mitad del siglo XX, paradójicamente, sería la ruralidad la que induciría a hacer más frecuente el vuelo de aeronaves en el firmamento local, cuando todavía el viejo aeropuerto –el mismo que aún está en servicio- ni siquiera tenía en funcionamiento su torre de control. La novedad de las avionetas acontecía desde 1951 debido a la implementación del Plan Arrocero, basado en una alta mecanización de las labores agrícolas, lo que haría común la aplicación de agroquímicos mediante la fumigación aérea de las sabanas barinesas, preñadas de promisorios arrozales.
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Pilotos de otros “mundos”
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Así arribaron a nuestra capital un grupo de pilotos, en su mayoría extranjeros, para aplicar sus destrezas en los sembradíos, quienes además del citado campo de aterrizaje empleaban improvisadas pistas aledañas a las siembras. Entre estos pioneros del aire llegó Renato Norbierto, un joven italiano nacido circunstancialmente en París en 1922, quien antes de cumplir la mayoría de edad ya había aprobado el curso de aviador civil en el Aeroclub de Génova, por lo que al prestar servicio militar se convertiría en piloto en la segunda guerra mundial. Al final de esta contienda, en una Italia derrotada, torna su mirada hacia Venezuela “porque en los libros aparecía como un país petrolero en pleno desarrollo”, arribando a Caracas en 1945, a partir de lo cual ejercería como topógrafo al servicio del Ministerio de Obras Públicas (MOP) y luego, al revalidar su licencia en el país se dedica a la instrucción de vuelo en varias ciudades importantes, donde además compartiría su adrenalina con las competencias en autos de carrera. Su amistad con un piloto de la misión americana en Maracay le anima a venirse a Barinas, a aplicar su experiencia en el riego de agroquímicos en aquellos arrozales que estaban en pleno apogeo en la geografía local, y consecuentemente a insertarse en un grupo de cierto prestigio social, dada la significación para la rutina pueblerina de esta novedosa actividad modernizante.
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Renato Norbierto. s.d. Autor: desconocido. Colección: Álbum Familia Norbierto. Reproducción: ©Baudilio Mendoza.
Plaza Bolívar de la ciudad de Barinas a finales de la década de los años cincuenta, en cuyos alrededores tuvo lugar el primer accidente áereo acaecido en esta importante tierra llanera. Autor: desconocido. Colección: ©Fototeca Virtual Henrique Avril. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
colores de la bandera nacional. Para los presentes aquello era un verdadero espectáculo acrobático sin percibir ningún riesgo en el asunto, pues además de las graciosas piruetas se podía distinguir claramente las cabezas y hasta algunos gestos de los aviadores, que arrojaban flores y pequeños volantes sobre el público. Luego la fatalidad quiso que dos de las aeronaves colisionaran en pleno vuelo, muy cerca de la multitud que los aplaudía, bordeando la Arzobispo Méndez frente a la plaza. Un suceso inesperado La gracia de Dios quiso que la pericia de los En esa oportunidad, los escolares nos encon- pilotos y las fuerzas resultantes del impacto, trábamos concentrados en la Plaza Bolívar afortunadamente guiaran las golpeadas naves lejos para honrar la memoria del Libertador, y del gentío, cayendo una en un patio cercano al sorpresivamente observamos los intrépidos pases fondo de la librería Bellas Artes, y la otra en un rasantes sobre la multitud de varias avionetas, que inmueble de los Méndez Figueredo, frente a la con pericia se entrecruzaban casi al alcance de Casa Pulideña, hoy sede del Museo Alberto Arvelo nuestras manos infantiles. Al parecer se trataba de Torrealba. Luego todo fue confusión, gritos y dejar caer una lluvia de flores desde esos aviones dificultad para rescatar a aquellos tripulantes sobre la estatua pedestre de Bolívar, con los lesionados. De esta manera, por circunstancias de la vida, el 5 de julio de 1955 se encuentra participando como invitado a una demostración aérea, que formaba parte de las pomposas celebraciones de la Semana de la Patria, icono festivo del régimen perejimenista. Allí aconteció lo que sería el primer percance aeronáutico con saldo fatal del que se tenga conocimiento en la historia de la ciudad.
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Restos de uno de los aviones siniestrados en el desfile aéreo de 1955, aún sobre el techo de la casa de los Méndez Figueredo, frente a la Casa Pulideña, actual sede del Museo Alberto Arvelo Torrealba. Fotografía: autor desconocido. Colección: Álbum Familia Norbierto. Reproducción: ©Baudilio Mendoza.
Recientemente, indagando sobre este inusual suceso -del cual entonces pocos querían hablarpero que se había quedado grabado en la memoria de los que lo presenciamos, logramos precisar algunos referentes sobre el asunto. Así, nos dimos la mano con el ya referido señor Norbierto, uno de los protagonistas, quien conducía una de las avionetas siniestradas, quien de manera amable accedió a narrar su versión del suceso: “Yo trabajaba aquí en Barinas fumigando en el Plan Arrocero cuando vino el 5 de julio del año 1955 y nos llamó el gobernador del estado Jesús Alberto García Monsant, y nos pidió que por favor le hiciéramos un desfile aéreo y le tiráramos volantines y flores sobre la plaza Bolívar. El acto se hizo con seis avioncitos, cinco de fumigación y uno de pasajeros. Recuerdo que además de mi persona, entre los pilotos amigos estaban: un colombiano de apellido Garzón; el alemán Gunther Blankenhorn; Abelardo Hernández, venezolano; creo que Valentín Villanueva, y el italiano Vazzichelli que andaba en un avión de una pequeña compañía de aerotaxis llamada ABARCA que hacía vuelos y tenía sede en el aeropuerto. En el desfile
él iba de primero y yo andaba de último, el plan era pasar sobre la plaza, dar todos la vuelta y entrar otra vez. Vazzichelli ,que iba en la punta ,entró porque pensó que yo había pasado y entonces chocamos, pues yo venía en la dirección del llano hacia el cerro, es decir como de la iglesia al Palacio del Marqués, y él venía como del aeropuerto hacia el rio, al encontrarnos mi avión impactó al de él por la mitad, incluso me dejó parte de su avión incrustada en una ala del mío. Yo caí sobre el techo de la casa del doctor Figueredo, Vazzichelli cargaba a dos amigos de él, uno de ellos se mató, creo que era fotógrafo. Yo quedé inconsciente y me desperté una hora después en el hospital con un cura que me estaba dando el Oleo Santo, pero yo solo tenía golpes sin fracturas, pero si heridas que necesitaron puntos. Creo que me rescataron los bomberos. Eso me lo contaron después, yo no tuve ni tiempo de asustarme. El avión que yo cargaba era un Stearman, militar, que era el básico que tenían los gringos para entrenar. Después del accidente hubo problemas políticos, pero luego pusieron todo a callar y no pasó mas nada, pues el gobernador no quería reconocer que había dado la orden.”
Casa de los MendeszFigueredo Librería Bellas Artes
Medio siglo después Luego, dado el silencio impuesto por el régimen poco se podía comentar del asunto. Tan solo se recuerda que varios días después, en el rinconcito inferior de una página de un tabloide de circulación nacional, se hacía una deformada reseña, en la cual se daba cuenta del choque de dos avionetas en labores de fumigación de una siembra. Mientras tanto en el pueblito abundaban los comentarios en voz baja, pues todos sabían que solo había sido un accidente fortuito, obra del infortunio, y agradecían al creador
Vista aerea de la ciudad de Barinas en la actualidad con la respectiva ubicación de los lugares donde pernotaron las aviones tras el accidente ocurrido en el año de 1955. Fuente: ©Google Maps 2013.
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Plaza Bolívar
al bajar veloces las avionetas rugientes, chocaron sus aceros. Heridas de muerte, fueron a caer dos de ellas en los solares cercanos. De los escombros sacaron a los pilotos heridos y a su alrededor, todo era un montón grotesco de aluminio, aceite hirviente, flores y sangre derramada sobre el pastizal. En el momento que operábamos a uno de los aviadores con el bazo estallado, entre su incontenible hemorragia, se abrió de pronto la puerta del pabellón de cirugía y sin preocupaciones de asepsia entró el director cara de luna, y junto a él el gobernador demudado de ira y bañado en sudor.”
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Respecto a ese incidente, un exempleado de la Línea Aeropostal Venezolana también aportó lo siguiente: “En lo alto de la torre de control, que no funcionaba todavía, estábamos un grupo de personas mirando a lo lejos el acto de los aviones. Cuando ocurrió el choque nos avisaron y nos fuimos a ayudar con dos extinguidores que teníamos, en el aeropuerto, entramos por la casa de los Cartay, por la Calle Bolívar, por ahí cayó una avioneta. Lo primero que apagamos fue una cocina que se había incendiado. En los aviones iban varios que quedaron heridos, pero el único que se mató fue un fotógrafo que andaba con ellos, tomando fotos desde el aire…” También José León Tapia en un artículo de prensa, que tituló Un raro Gobernador, comenta que un gobernante local de esa época -a quien no nombraestimuló entre los ricos de la ciudad la creación de una línea aérea que se constituyó con “…tres avionetas de las azules como garzas morenas en los cielos del llano…con gran éxito hasta que una Semana de la Patria, ordenó como ofrenda un bombardeo de flores sobre la estatua de Bolivar y, una radiante mañana
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Aeropuerto de la ciudad de Barinas a mediados de la década de los años 50. Fotografía: ©Ramón Contreras Frías. Colección: Museo Alberto Arvelo Torrealba. Reproducción: ©Fototeca Virtual Henrqiue Avril.
haber protegido a tantos inocentes que plenaban la plaza mayor, pues no solo se les había preservado la vida, sino también las esperanzas cifradas en aquellos niños que a su vez representaban la posibilidad de un futuro mejor para aquella adormecida población. En la distancia de los años y reflexionando sobre el asunto, es posible darse cuenta de algunas cosas que están más allá de la anécdota del suceso. Así, el gobernador a pesar de la gravedad del incidente seguiría su mandato hasta la caída del dictador en 1958. De igual manera resulta prodigioso como decenas de niños en franca desbandada resultasen ilesos, pues tal vez por la inocencia muchos corrían emocionados hacia donde se presumía habían caído las aeronaves, para curiosear el desenlace de tan increíble incidente. En mi caso, cuando velozmente mis diez años se acercaban a uno de los humeantes escenarios, providencialmente me sentí levantado en vilo! era mi padre que sin yo saberlo se encontraba allí y me rescataba en medio del tumulto! Medio siglo después, se dio la grata oportunidad
de compartir esos recuerdos con los del señor Renato Norbierto, quien a sus noventa años luce una memoria prodigiosa, en medio de atesorados álbumes fotográficos, añejas revistas y amarillentos recortes de prensa que le ayudan a recrear aquellos tiempos en su apacible hogar.
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FUENTES CONSULTADAS
mendoza, Baudilio. Tradición y Modernidad en la ciudad de Barinas.(En prensa). Barinas. Fragmento modificado por el autor, 2013. NORBIERTO, Renato. Grabación Sonorra [Digital], 65 min. Barinas, Venezuela, 2012. TAPIAS CONTRERAS, José León. “Llegó la civilización”. En: La Prensa. Barinas, Venezuela, 9 de julio de 2005, p. 4
Pueblos BarinesesH
La Luz
Autor Leonardo Santiago (1953-2005) Pedagogo y educador barinés
L Muchacha campesina de La Luz. 1983. Fotografía: © José Ignacio Vielma. Colección: © José Ignacio Vielma. Reproducción: © Samuel L. Hurtado C.
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Fundamentos de su existencia como pueblo
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Barinas con agregación de la ciudad de Guanare y distrito entre los ríos Boconó y morador (65 x 45 cm). En este mapa, elaborado después del año de 1786 aparece La Luz bajo la categoría de Pueblo de Españoles, fundado por el entonces gobernador de la recién creada provincia de Barinas, Fernando Miyares. Se parecia además, el pueblo de San Lorenzo, el cual tiempos posteriores pasará a formar parte de la Parroquia La Luz. Fuente: Viso, Julián. Mapas para servir al estudio de la frontera entre Venezulea y Colombia. España (Madrid): Estudio Topográfico de los sucesores de Rivadeneyra, 1984. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
La Luz como pueblo, es una comunidad rural barinesa que afinca su existencia como tal con perfil propio y definitivo, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, en las postrimerías de la formación colonial. Es consecuencia de las vivencias cotidianas de quienes lo han constituido y conformado a través del devenir históricosocial, en un territorio que les ha servido de asentamiento propio, como escenario para desencadenar acciones con una dinámica que tiene como función básica el organizarlo y utilizarlo, de acuerdo a los propósitos que se han impuesto y las condiciones históricas manifestadas en ese devenir trascendental. La visión panorámica de La Luz como pueblo, expresión concreta que ha resultado de la vinculación del grupo humano luceño con ese territorio que ha ocupado a lo largo de una rica trayectoria, refleja y proyecta una imagen, que comunica sin lugar a dudas, que allí ha existido una perenne y continua concatenación de hechos irreversibles y tangibles, que se han expresado con una dinámica, atendiendo inherente e inevitablemente a procesos de evolución
y desarrollo propios, donde los caminos y transformaciones ocurridos, han respondido a la manera como se dispone la relación sociológica que en él se ha establecido. De tal modo, que el espacio luceño y el tiempo transcurrido, asumen el carácter de dimensiones en síntesis, contexto único, en el cual el pueblo luceño, totalidad cultural, ha construido su imagen y la aviva, ha creado su identidad y la consolida, se particulariza y diferencia sin discriminarse. Marco contextual que se ha fraguado y entretejido con vivencias particulares, desencadenadas colectivamente en la cotidianidad, sin menguar esfuerzos ante las vicisitudes telúricas, para darse una configuración que le confirma como pueblo en la pluralidad geohistórica barinesa. El pueblo luceño, se localiza en un geoespacio ubicado así: a.-) Astronómicamente, en la latitud norte, entre los paralelos 8º30’ (extremo norte), punto en los límites con los municipios El Real y Obispos (distrito Obispos) y 8º01’ (extremo Sur), punto en la confluencia del caño Morrocoy (brazo del río Santo Domingo) y el río Apure; en la longitud occidental, entre los meridianos
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Caipe (conocido también como caño de Obispos) y con el municipio Santa Rosa (distrito Rojas), separándolos el río Masparro. Esta localización, hace que el geoespacio luceño, se encuentre enclavado, donde se inicia el bajo llano, relieve formado por sedimentos provenientes de la Cordillera Andina en su parte oriental, con un modelado caracterizado por bancos, bajíos y esteros. Con clima tropical lluvioso de sabana, de temperaturas altas durante todo el año y lluvias de mayo a octubre. Vegetación predominante de sabana, con formaciones de bosques de galería, deciduo en la mayoría de sus especies. Suelos de cierto valor económico, con potencial de buen rendimiento y relativa alta productividad, si son trabajados adecuadamente. Con una hidrografía representada por los ríos Santo Domingo, Caipe, Masparro, Apure y Caño Morrocoy y una vasta red de caños como Manire, Cucuaro, Caño Seco, Caño Largo, Capa, Cachaza, Curito, etc., y esteros, como el de Palma Real, todo esto, importantes fuentes de recursos aprovechables. Geoespacio con unos geofactores de condiciones propicias desde siempre, para que se haya dado una ocupación, organización y uso, como hasta
Vista satelitar del lugar donde fue fundado el pueblo de La Luz, el cual permanecerá allá hasta el año de 1882, cuando es mudado a su asentamiento actual, ubicado a 2,5 kilómetros de éste. Fuente: ©Google Maps 2013. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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69º24’ (extremo este), punto en los límites con el municipio Puerto Nutrias (distrito Sosa) y el distrito Muñoz (Estado Apure) y 69º58’ (extremo oeste), punto en los límites con los municipios El Real y Obispos (distrito Obispos). b.-) Geográficamente, se encuentra al sur del istrito Obispos, en el centro-sur del Estado Barinas. El Municipio La Luz, tiene una extensión territorial de 839 km2 aproximadamente. Sus límites son por el: noreste, con los municipios Libertad y Dolores (distrito Rojas), separándolos el río Masparro; Sureste, con los municipios Dolores (distrito Rojas), Ciudad de Nutrias y Puerto Nutrias (distrito Sosa), separándolos el mismo río Masparro, con el distrito Muñoz (Estado Apure), separándolos el río Apure y con el municipio Santa Lucía (Distrito Barinas), separándolos el caño Morrocoy; suroeste, con los municipios Santa Inés y Santa Lucía (distrito Barinas), separándolos el caño Morrocoy; y, noroeste, con los municipios Santa Inés y Torunos (distrito Barinas), separándolos el río Santo Domingo, con el municipio El Real, separándolos una línea convencional, con el municipio Obispos (distrito Obispos), separándolos el río
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Don Teodoro Escorcha, armero y artesano del caserío Cachaza de la Parroquia La Luz. 1983. Fotografía: © José Ignacio Vielma. Colección: © José Ignacio Vielma. Reproducción: © Samuel L. Hurtado C.
Masparro-Guafitas
Cultivo de algodón en las cercanías de la población de La Luz, finca de la familia Cordero a mediados de los años noventa. Fotografía: autor desconocido. Fuente: ©http://www.panoramio.com/photo_explorer#view=photo&position=76&with_photo_id=10444042&order=date_desc&user=1273780
ahora ha sucedido, que ha operado de acuerdo al patrón de la dispersión, con la factibilidad de cierta participación concertada para intervenir los recursos, la cual ha variado en su evolución histórica dependiendo de la complejidad o no de la infraestructura productiva y la organización social del grupo humano, elementos que en su reciprocidad, han contribuido al mismo tiempo, para que se generen manifestaciones culturales genuinas, que abogan por una fisonomía propia. No es casual, en tal sentido, que en el geoespacio luceño, durante la formación indígena, hasta donde se conoce por la información arqueológica, grupos humanos lo ocuparon, organizaron y utilizaron interviniéndolo a través de la práctica de actividades como la recolección, la caza y la pesca, desarrollo de una agricultura itinerante incipiente, construcción de calzadas y montículos y fabricación de objetos y vasijas de barro, procesos
ajustados a la naturaleza, como condicionador relevante del cual dependían. A partir de la segunda década del siglo XVII, este geoespacio comienza a ser ocupado por criollos y españoles que procedían, particularmente, de Altamira de Cáceres (1577) y Nueva Trujillo de Barinas (1628), que lo empiezan a organizar y a utilizar con una modalidad que va a obedecer a intenciones y propósitos distintos a los que persiguió la población indígena, quien fue sometida y desplazada en el proceso de conquista. Posteriormente, llegan ocupantes procedentes de San Nicolás de Obispos (1700 aproximadamente). Esta ocupación, organización y uso del espacio tuvo como base a la población indígena, transculturada, conservando mucho de su bagaje cultural. Esto fue favorecido por la erección de asentamientos como el Hato Hurtado (primera mitad del siglo XVII), explotación pecuaria, y San Lorenzo y La
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Luz (segunda mitad del siglo XVIII), pueblos de españoles, asentamientos donde las fuerzas productivas estaban constituidas por esa mano de obra sometida y la tecnología que aportaban, además del pastoreo introducido por el europeo. En la medida que el proceso de ocupación y organización va ocurriendo, estableciéndose un nexo de fuertes rasgos entre el territorio y los ocupantes, se van gestando manifestaciones culturales, materiales y espirituales, determinadas por la relación sociológica específica, que emboza la configuración de la identidad luceña, teniendo como marco referencial inicial, al vecindario y pueblo de La Luz, en la margen izquierda del río Caipe, que adquiere importancia a raíz de su preponderancia económica y social y su erección como parroquia, en la jurisdicción de la villa de San Nicolás de Obispos, hacia 1787. Se asiste desde aquí, al surgimiento del pueblo de La Luz, consustanciación del hombre con el territorio que ocupa, los cuales se afirman y confirman en su vastedad al diseminarse la identidad en los distintos caseríos, vecindarios y sitios influidos por aquella congragación a orillas del río Caipe, hasta 1882, y desde esa fecha, hasta hoy, en un banco, denominado “Porquera”. Una identidad sustentada en la solidaridad territorial. No es casual, pues, que desde la formación colonial, los términos utilizados para hacer referencia al sitio de La Luz y a su territorio, tales como “vecindario”, “partido”, “congregación”, “pueblo”, “parroquia”, “distrito”, “municipio”, y “población”, se consustancien en una síntesis que expresan la imagen e identidad de un pueblo, dispersado en la geografía, pero unido y representado en un género de vida, que en el devenir del tiempo histórico muy poco ha cambiado, guardando estrecha relación con las manifestaciones vivenciales, rutinarias, cotidianas expresadas en un acontecer cultural, radicado en esa solidaridad territorial hilvanada a través de hacerse historia, expuesta en los lazos de vinculación vecinal y el parentesco consanguíneo, en el patrón de consumo alimenticio, en el comportamiento mágico-religioso, en la forma y
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Las imagenes muestran a un grupo de niños y niñas, una familia campesina y unos llaneros durantente la doma de un potro en La Luz.1983. Fotografía: ©José Ignacio Vielma. Colección: ©José Ignacio Vielma. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
disposición de la vivienda, en el modo de vestir y expresarse, en la manera de cultivar la tierra y pastorear el ganado, en el arte de colocar particular sello al trabajo del totumo y el cuero, y en el profundo sentimiento por su terruño, cantándole y recitándole. Disposición creadora y transformadora, hacedora de una imagen que se aviva afirmándose en su existencia, recreándose y avivándose con el calor de las vivencias diarias, impulsadas por la laboriosidad, cualidad humana soporte del modelado de un orden de valores, que aún no son vulnerados por la violencia cultural del sistema que impera. Los parámetros fraguados a lo largo de una rica trayectoria, con perfil propio, genuino y trascendental, están allí en su esencia, como fundamentos valorizadores de una permanencia, de su existencia.
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NOTA Este articulo fue publicado por primera vez en el año de 1990 en el trabajo: Evolución Histórica de Barinas editado por la Universidad Nacional Experimental de los Llanos “Ezequiel Zamora”, (pp. 51-53 ). Actualmente La Luz es una de las cuatro parroquias que conforman el Municipio Obispos del Estado Barinas. FUENTES CONSULTADAS VV. AA. Zonas de vida de Venezuela. Caracas: Fondo Nacional de Investigaciones Agropecuarias, Ministerio de Agricultura y Cría,1976. Tosta, Virgilio. Ciudades, Villas y Pueblos Barineses. Caracas: Editorial Sucre, 1977. Vila, Marco Aurelio. Aspectos Geográficos del Estado Barinas. Caracas: Corporación Venezolana de Fomento,1963.,
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L Doma de un potro en La Luz.1983. Fotografía: ©José Ignacio Vielma. Colección: ©José Ignacio Vielma. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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Casas de instrucción de la juventud barinesa en el siglo XIX
L Die Dorfschule von 1848 (Escuela de pueblo), 1896. Óleo sobre tela (104 x 175.5 cm) de Albert Anker.
afectada. No obstante, sus habitantes mostraron especial interés en la conformación de centros de educación secundaria, como lo demuestra la creación del Colegio Bolívar, el 24 de febrero de 1852, nacido gracias a los aportes económicos y de enseres de los distintos cantones que integraban la Provincia. Dicho instituto dejaría de funcionar a mediados de 1856, pero dejó una huella profunda en la región, cuyo epónimo sería retomado el 1 de enero de 1876, cuando por disposición del general Antonio Guzmán Blanco, es aperturado el Colegio Federal Bolívar, el cual se mantuvo en su labor hasta el año de 1890. Con estas dos experiencias, se marca el inicio de la historia de la educación secundaria en la ciudad de Barinas.
Marinela Araque Rivero Samuel Leonardo Hurtado Camargo Coordinadores del Dossier
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El establecimiento de centros de enseñanzas en Venezuela no fue tarea fácil durante el siglo XIX. La naciente república, devastada por la Guerra de Independencia, a la que le seguirán años después, la llamada Guerra Federal o Guerra Larga, se vio constantemente afectada por la inestabilidad política, situación que repercutió negativamente –a pesar de los esfuerzos- en la consolidación del sistema educativo de instrucción pública. Pues, si bien en la capital de la república se observaban algunos “avances” en el ámbito educativo, en las provincias, la situación no era nada halagadora, especialmente en el período de 1858-1865, etapa en la que la provincia de Barinas, conocida luego con el nombre de Zamora, se vio fuertemente
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En búsqueda de las luces
La aventura de la educación primaria en Barinas (1810-1890) Autor Samuel Leonardo Hurtado Camargo hurtadosamuel@gmail.com
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Licenciado en Historia (ULA) y en Educación Mención Desarrollo Cultural (UNESR). Investigador A del Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación (PEII), del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias. Jefe de la Unidad de Patrimonio Cultural de Secretaría Ejecutiva del Poder Popular para la Cultura y Turismo de la Alcaldía de Barinas.
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L Naturaleza muerta con libro abierto, 1885. Óleo Ssbre tela (59,7 x 81,2 cm) de Cristóbal Rojas. Colección: ©Galería de Arte Nacional, Caracas.
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El proyecto de escuelas de educación primaria y secundaria conocidas a fines del siglo XIX con el nombre de Escuelas Federales y Colegios no era nada nuevo para los habitantes de la población zamorana que durante varias décadas habían asumido la responsabilidad directa del establecimiento de éstos en cada uno de sus cantones o departamentos, así como de sus parroquias o distritos.
En pleno proceso de emancipación la Junta Superior de Gobierno y Conservación instalada en la ciudad de Barinas el 5 de mayo de 1810 no vaciló en estipular en uno de los articulados que conformaban las normativas que habían de regir los pueblos que integraban la Provincia de Barinas, el establecimiento de escuelas de doctrina cristiana y de primera letras en todos aquellos lugares donde se podía mantener maestros, “pagándose por los que reciben el beneficio, es decir, por los vecinos del respectivo distrito”. Además,–mientras existiera fondos de Propios-, se obligaba a los “indolentes” a recibir la enseñanza, la cual se daría gratuitamente a los pobres. Tal disposición demostraba el interés que por
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la educación habían manifestado los miembros de la Junta Superior. Sin embargo, los sucesivos acontecimientos de la guerra de independencia ocurridos durante los años siguientes, ocasionó que poco o nada se hiciera sobre el particular. Pasada más de una década, y a pocos meses de la batalla de Carabobo -con la que se lograría la independencia definitiva de Venezuela-, Miguel Guerrero, Gobernador Político e Intendente de la Provincia de Barinas, motivado por su deseo de “proporcionar la educación y enseñanza de los niños, sin cuyos principios sanos no podrán ser miembros útiles del Cuerpo Social”, emite el 5 de enero de 1821, un decreto sobre la instrucción pública en la región. En éste, se nombraba provisionalmente al ciudadano Fermín Mora como maestro de primeras letras, quien
Al ser los llanos venezolanos escenario fundamental de la guerra de Independencia, la mayoría de sus poblaciones se vieron afectadas progresivamente en todos su ámbitos. Sin embargo, hubo interés en legislar y promover la educación en la naciente República. En la imagen: Los lanceros de Páez, 1959. Óleo sobre tela (64,5 x 81,3 cm) de Oswaldo Subero. Colección: ©Museo Bolivariano, Caracas.
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Levaduras y trigo por amasar
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Entre 1819 y 1830 Venezuela perteneció a la República de Colombia, conformada a la vez, por los entonces territorio de Quito (Ecuador) y Nueva Granada (Colombia). En la imagen: Carta de la República de Colombia dividida por Departamentos.
recibiría a “todos y cualesquiera niños” que le fueran presentados por los padres o encargados de familia, en lo que tendría “el mayor esmero y eficacia, inspirándoles los principios de la más sana moral”. Para su sostenimiento, los padres de familias pudientes contribuirían al maestro con cuatro reales mensuales por aquellos niños que supieran leer, escribir o que “cuenten un peso”; mientras que los niños pobres recibirían la “gracia” del Gobierno, admitiéndoseles libremente. A este esfuerzo, se le suma posteriormente un conjunto leyes y reglamentos que en tan corto tiempo son promulgados por el Congreso de Colombia, cuya República, de la que entonces formaba parte el territorio venezolano desde 1819, había sido ratificada el 6 de mayo de 1821, tras la instalación del llamado Congreso de Cúcuta, cuya presidencia seguía en manos del Libertador Simón Bolívar. Como lo señala el historiador Reinaldo Rojas, entre esas leyes se destacada la ley Sobre
establecimiento de escuelas de primeras letras para los niños de ambos sexos fechada el 2 de agosto de 1821, en la que el Estado se obliga a fundar escuelas de primeras letras en cada una de las poblaciones que contarán con más de cien vecinos, “con maestros nombrados por los gobernadores de las provincias, con [un] plan de estudio previamente establecido por el estado, método de enseñanza uniforme para toda la república y formación de maestros aplicando el método lancasteriano de la enseñanza mutua”. Pese a tales disposiciones, la situación no mejoraba del todo en el territorio barinés. Una vez separada Venezuela de la República de Colombia en 1830, se dispuso que la instrucción primaria estuviera a cargo de los gobiernos de las provincias, mientras que la educación secundaria era asumida por el poder ejecutivo. En términos generales la distribución de las instituciones educativas conforme a lo dispuesto en el Código de Instrucción Pública promulgado en 1843 era
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Pequeños focos de luz
El panorama general de la situación de la educación en la región barinesa, expresado tanto en el número de escuelas como de alumnos que asistían no era del todo satisfactorio. Al contrario, al observar los cuadros estadísticos durante el período 1841-1854 podemos precisar cómo el número de escuelas a mediados de 1854 se había reducido en un 73% aproximadamente comparado con la media anual de escuelas desde el año de 1841. Asimismo, el número de alumnos que asistían a ellas decayó vertiginosamente, pues entre 1841 a 1850 el promedio de estudiantes era de 824, mientras que para 1854 sólo asistían a las escuelas 74 alumnos,
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representando una reducción del 91%, situación bastante alarmante para entonces, acentuándose en los años siguientes, más aún al ser la región el principal centro de operaciones de la Guerra Federal entre 1859 y 1860 fundamentalmente, por lo que se estima que dichos espacios de instrucción estuvieran cerrados completamente o no abrieron sino hasta fines de la década de 1860. Por otro lado, si bien entre 1841 a 1850 el número de escuelas destinadas a la enseñanza de varones era superior al de hembras. Para 1853 no existía ninguna escuela en la región dedicada a la enseñanza de niñas. Las razones hasta el momento, son aún desconocidas, por lo que reviste profundizar sobre el tema en otra oportunidad, pero si es un indicativo acerca de las desigualdades existentes en la zona y cómo lo educación estaba destinada exclusivamente a la población masculina. En lo que respecta a la cantidad de parroquias en las que se establecieron las escuelas de educación primaria, para 1850 sólo eran atendidas 28, mientras que 37 parroquias carecían de algún centro educativo.
La mayoría de las instuciones de educación que se había aperturado a mediados del siglo XIX se vieron obligadas a cerrar tras el clima de inestabilidad política y social que desembocó en la llamada Guerra Federal o Guerra Larga. En la imagen: El puente de Maiquetía, 2 de septiembre de 1869. Siglo XIX. Litografía (26,5 x 36,5) de Federico Carlos Lessmann (hijo). Colección: ©Museo Bolivariano, Caracas.
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de la siguiente manera: a) Escuelas, b) Colegios Nacionales, c) Universidades, d) Institutos de Enseñanza Aplicada y e) Academias y Sociedades Económicas. Estructura que se mantendrá sin mayores cambios hasta finales del siglo XIX, con las reformas decretadas por Antonio Guzmán Blanco.
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La enseñanza en la Provincia de Barinas durante el siglo XIX se concentró fundamentalmente en la educación primara. En la imagen: El examen escolar, 1862. Óleo sobre tela (103 × 175 cm) de Alber Anker.
Una nueva esperanza
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Las cosas cambian completamente a partir de 1870, pues a través del decreto oficial del 27 de junio, la población zamorana se vio “favorecida” si nos fiamos de los datos aportados en Los Apuntes Estadísticos del Estado Zamora, recopilados a mediados de 1874-75 y publicados en 1876, en los cuales era señalado que para la fecha, por lo menos las capitales de los Departamentos (posteriormente llamados Distritos) y las cabeceras de los Distritos (denominados luego Municipios), con algunas excepciones, contaban con una escuela de primeras letras, conocidas en la época con el nombre de Escuelas Federales. Recordemos que para 1876 el estado Zamora estaba conformado por seis departamentos a saber: Barinas, Pedraza, Obispos, Rojas, Nutrias y Oriental, quienes a su vez estaban constituidos por 34 distritos, de los cuales en 18 de ellos, existían Escuelas Federales, constituyendo un 54% del total de los distritos, y representó un aumento del 100% del número de escuelas comparadas con el
año de 1854. De estos departamentos, el de Barinas concentraba el mayor número de escuelas, con seis, de las que dos estaban ubicadas en la capital, dedicada una a la enseñanza de varones y la otra a la de hembras. En total se atendían 300 alumnos de los que sólo 40 correspondían al género femenino. Le seguía en cuanto al número de distritos con Escuelas Federales, el departamento de Nutrias con cinco escuelas distribuidas en cuatro de sus siete distritos, y en los que la capital, al igual que el de Barinas, poseían tanto una escuela de niños como de niñas. Se atendía en este Departamento 200 alumnos, de los cuales 40 eran niñas. En el mismo orden encontramos a los departamentos de Obispos y Nutrias, el primero con tres escuelas repartidas en tres de sus seis distritos, y el segundo, con la misma cantidad, pero con la diferencia que sólo le faltaba un distrito para cumplir con la meta. El número de estudiantes eran de 120 en ambos departamentos, dedicados únicamente a la enseñanza de la población masculina. Finalmente, le siguen, en una proporción menor los Departamentos de Pedraza y Oriental, en las
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Blanco y de sus gobernantes en la región llanera, los cuales fueron aumentando progresivamente, pues a mediados de 1876 la Dirección Nacional de Instrucción había otorgado nuevas patentes de escuelas para los distritos Santo Domingo y Arismendi del departamento Nutrias igualmente, en el distrito Barrancas del departamento de Obispos, es instalado el 10 de agosto de 1876 la Escuela Federal Torres, regentada por el ciudadano Jesús María Rebolledo.
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Apuntes estadísticos del Estado Zamora. Caracas: Imprenta Federal, 1876. Colección: ©Biblioteca Tulio Febres Cordero-ULA, Mérida. Fotografía: ©Samuel L. Hurtado C.
que sólo sus capitales contaba con una escuela de primeras letras en las que recibían clases cuarenta niños respectivamente. En términos globales, 820 alumnos de la población zamorana recibían clases en 18 escuelas, en las que sólo dos estaban dedicadas a la enseñanza de la población femenina, en las que se atendían un total de ochenta niñas, permaneciendo la desproporción por sexo en cuanto al acceso a los centros de educación primaria, que ya habíamos hecho mención para la década del 50 del siglo decimonónico. No obstante, el aumento progresivo de las escuelas de primeras letras para 1876 refleja el reimpulso que sobre el ramo se perpetuó durante los inicios de la presidencia del Ilustre Americano General Antonio Guzmán
Ahora bien, ¿Ese “reimpulso” fue permanente?, ¿El gobierno nacional y regional apoyó constantemente a la educación en los departamentos y distritos o sólo fue un momento efímero? ¿Cómo era la enseñanza? ¿Qué aspecto de la enseñanza ocupaba la atención de los habitantes del territorio zamorano?. Las respuestas las podemos ubicar en la prensa regional de entonces, de cuyas rusticas páginas de uno o dos pliegos nos hacemos una idea general de la situación educativa en Zamora entre 1884 y 1888, en la que había trascurrido más de una década del decreto de instrucción gratuita y obligatoria. Veamos: Ya para el año de 1886, la situación de las Escuelas Federales comenzaba a complicarse. El 10 de junio, el periódico obispeño El Chinche, de una manera satírica, daba cuenta de los problemas presentados con el pago a los preceptores, quienes tenían seis meses trabajando “sin sueldo y sin ración”: “…que aguanten un poco más, apunten señores preceptores ¿son acreedores a seis meses? Pues nada tiene de particular que completen el año. Tengan un poco de paciencia” Poco después, el 20 de junio de 1886, La Juventud confirmaba los señalamientos del citado periódico obispeño:
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Maestros mal pagados, padres irresponsables
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El problema de la educación primaria en la Provincia de Barinas no solo radicaba en el pago a tiempo de los precptores, sino también en la escasa presencia de niños en las escuelas, cuyos padres, en algunos casos, estaban renuentes a enviales a éstos centros educativos. En la imagen: Niños,cerca de 1853. Tinta y grafito sobre papel (18,3 x 27 cm) de Camille Pissarro. Colección: ©Galería de Arte Nacional, Caracas.
“Obispos, que felizmente está recibiendo el beneficio que a los pueblos de Venezuela reporta el Decreto de Guzmán Blanco […] se siente orgulloso de tener escuelas dirigidas por personas idóneas y contraídas, cuya laboriosidad se hace cada vez más palpable. El que toma a su cargo la dirección de una escuela, es claro que debe tener su recompensa; y con mayor razón, desde luego que la enseñanza absorbe todo el tiempo, y priva de emprender otra cosa. Se nos dirá que los preceptores tienen un sueldo que retribuye sus servicios a la instrucción; es verdad que lo tienen asignado, pero, hoy vemos con dolor, que son acreedores a seis meses, a pesar de estar trabajando todo el día para iluminar el cerebro de esos niños, que mañana serán: los unos, ciudadanos útiles a la patria, y las otras, mujeres dignas que servirán de ornato a los hogares y a la sociedad”.
Más adelante, los redactores de La Juventud, enfatizaban: “Los fondos de la instrucción no deben distraerse para ningún otro objeto: ellos son sagrados. Es necesario, pues, tomar consideración en el asunto de que nos ocupamos, para proveer el medio de abonar a los preceptores lo que se les debe y solucionar en lo sucesivo el pago de sus sueldos”. Si la tardanza en el pago a los preceptores alarmaba a la prensa, y ponía en tela de juicio la educación en la población zamorana, más aún lo era la formación de los educadores. En un artículo publicado en La Juventud, el 21 de junio de 1888, decía en dos de sus párrafos: “…el favoritismo cunde por todas partes, con perjuicio de los intereses públicos y en desdoro del sublime apostolado del magisterio; es que
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Como ejemplo de lo señalado en el mencionado artículo, era colocada la respuesta de un individuo que había sido nombrado preceptor, el cual contestó a los miembros de la Junta de Instrucción en estos términos: “He tenido la honrra [sic] de recibir el nombramiento a que U. á tenido á bien nombrarme”. A la exigua formación de los docentes, se le añadía su mal comportamiento o actitudes morales. Así, se recomendaba a los encargados de los nombramientos de preceptores, lo siguiente: “Otra cosa muy importante para la buena marcha educacionista, es que antes de hacer el nombramiento de un preceptor, no solamente se busquen aptitudes, sino también, buena conducta, costumbres sanas, porque de nada valdría la idoneidad, si, por el mal proceder de un maestro, se espone [sic] el corazón de los niños a una corrupción temprana”. Pero, no sólo el pago a tiempo a los preceptores o la calidad de estos era el tema de preocupación de los redactores de la prensa regional y de las autoridades municipales. La inasistencia de los alumnos a las escuelas federales, se manifestaba como un mal que era necesario resolver lo antes posible. El 3 de febrero de 1886, en una correspondencia enviada a los jefes civiles de los Municipios, José Domingo Nieves, Jefe Civil del Distrito Obispos, les recomendaba tener especial interés por la instrucción del pueblo, “haciendo que a la escuela de ese Municipio, concurra el mayor número de alumnos, y cumpliendo las disposiciones vigentes sobre la materia”. Un año después, en 1887, la situación no se había solventado. Según una nota de prensa publicada en la sección Crónica de La Juventud, el 18 de marzo, los miembros de la Junta de
Instrucción del Distrito Obispos solicitaban la cooperación del Jefe Civil, para que excitara a los padres ó encargados de los niños a que no dejaran de mandar éstos a las escuelas. De lo contrario, sentenciaba la nota, la Junta estaba “dispuesta a aplicar la pena a los renuentes, según la ley de la materia”. Dicha situación era muy similar a lo que hacía cuatro décadas atrás, el gobernador de la entonces provincia de Barinas denunciaba en su exposición como uno de los males que estaban afectando a la educación en la región, en donde la mayoría de los niños se destinaban a realizar “faenas del campo”. Dicha situación al parecer, fue solucionada, pues, no apareció en la prensa zamorana ninguna otra denuncia sobre el particular. Lo interesante de todo esto, es cómo las autoridades municipales manifestaban su inquietud por la formación de quienes serían el “futuro de la patria”.
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LECTURAS RECOMENDADAS
hurtado camargo, Samuel Leonardo. La Juventud: un periódico obispeño a fines del siglo XIX. Barinas: Editorial El Perro y la Rana, 2011. FERNÁNDEZ HERES, Rafael. Memoria de cien años: la educación venezolana 1830-1980, tomo II. Caracas: Ediciones del Ministerio de Educación, 1981.
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se nombran preceptores ineptos, que necesitan aprender para poder aspirar a ser maestros […]. Es inútil e innecesaria una escuela, si el director del instituto, con sus ínfulas de maestro, apenas sabe leer mal, y hacer garabatos en vez de letras”.
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El primer Colegio Bolívar Un establecimiento para “sacarse la espinita” Autora Marinela Araque Rivero marinelaaraque@yahoo.com
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Licenciada en Educación Integral mención Castellano y Literatura. Experta en programa de alfabetización. Promotora Cultural especialista en Patrimonio Cultural y Turismo Sustentable. Investigadora de la Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas.
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L Schreibender Knabe mit Schwesterchen I, 1875. Óleo sobre tela (45 x 58 cm) de Albert Anker. Colección: ©Koller Auktionen.
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Producto del esfuerzo de los habitantes y de la voluntad política de Napoleón Sebastián Arteaga, gobernador de la provincia, es inaugurado el 24 de febrero de 1852, el Colegio Bolívar, primera institución de educación secundaria que existió en la ciudad de Barinas. Establecimiento que estaba llamado a “formar jóvenes instruidos” en “provecho” de la Patria.
Barinas capital de la provincia, no contaba con un colegio elemental para la educación de sus jóvenes para 1836, no obstante Guanare que era cabecera de cantón tenía el colegio “San Luis Gonzaga”. Esta situación según refiere Virgilio Tosta, causó “espinita que se clavó en la piel de muchos habitantes de la ciudad de Barinas”. Para sosegar los ánimos de la población, la Diputación de la Provincia sancionó el 9 de diciembre de 1836, dos ordenanzas, donde se decretaba el establecimiento de una clase de Gramática Latina para la enseñanza de los jóvenes de la ciudad. Asimismo, creyó conveniente que era su deber fundar un colegio para los jóvenes de la provincia, obra que no era posible realizarla en esos momentos por la escases de las rentas provinciales. Como medida promocional, la Diputación, ordenó que el Gobernador de la Provincia, a través de los concejos municipales, convocara a reuniones de vecinos con el propósito de animarlos a realizar “suscripciones voluntarias”, con aportes “que oscilarán entre diez y quinientos pesos, que permitieran el establecimiento del colegio”. Posteriormente el 28 de octubre de 1840, fue inaugurada en la ciudad de Barinas la clase de Latinidad y la de Gramática Castellana, creada por decreto del Congreso de la República el 9 de mayo. Las clases de Gramática y Latinidad se siguieron ofreciendo en la ciudad sin mayores adversidades,
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Bolívar diplomático, 1840. Óleo sobre tela (107 x 69 cm) de Rita Matilde de la Peñuela. Colección: ©Banco Central de Venezuela, Caracas.
pero el proyecto para el establecimiento del colegio no se cristalizaba a pesar del interés del gobernador de la provincia Napoleón Sebastián Arteaga y de la aspiración de los pobladores. Pero si fue creada una escuela normal el 2 de diciembre de 1850 por la Diputación Provincial, bajo el mandato regional del doctor Guillermo
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“Habitantes del cielo, Barinas protege las luces”
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Tell Villegas. La misma fue instalada el 2 de agosto de 1851, pero no pudo mantenerse y fue eliminada el mismo año de su inauguración -el 5 de diciembre-, porque “no había correspondido al objeto de la institución”, ya para entonces, Napoleón Sebastián Arteaga estaba al mando de la provincia. Tosta reseña que los argumentos de Arteaga para pedir el cierre de la escuela normal a la diputación era “bastante deleznable, y carente de la sensatez” que aparentaba tener, es más recalca que quería “sacarse la espinita”, y convertir en realidad el proyecto que siempre había soñado: “establecer un colegio semejante al que había en Guanare”. En 26 de diciembre de 1851, la Diputación de Barinas creó el Colegio Provincial “acordes con las necesidades y conforme a las circunstancias del siglo”, haciendo énfasis en que “debía contar con sus propios recursos, a fin de independizarse en esta línea”. Este colegio según lo dispuesto en uno de sus articulados “llevaría el nombre de Colegio Bolívar en memoria del gran caudillo de la Libertad Sudamericana”. El colegio estaría dirigido por un rector y un vicerrector, ambos estaban obligados a regentar cátedras de las asignaturas que fueran creadas “sin otra remuneración que el sueldo de sus respectivos empleos”. Otro cargo creado, fue el de bedel, quien estaba obligado a “vivir y pernotar” en el recinto del colegio. Por otra parte, el médico de la ciudad estaba obligado a regentar una cátedra en forma gratuita. La ordenanza también instituía que para el sostenimiento y dotación del colegio se haría con el producto del arrendamiento de las sesenta y cuatro leguas de tierras que pertenecían en propiedad a la ciudad de Barinas, asimismo las cantidades que habrían contribuido los vecinos de la provincia, a quienes el gobernador los incitó a suscribirse en “la empresa”. Napoleón Sebastián Arteaga (en la imagen), Gobernador de la Provincia de Barinas, fue el principal promotor de la creación del Colegio Bolívar en 1852. Fuente: Virgilio Tosta. Galería de ilustres barineses. (Colección Bicentenario, N° 3). Caracas: Academia Nacional de la Historia.
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Las materias que estaban estipuladas en la ordenanza abarcaban las nociones de la educación primaria; la gramática castellana y latina; inglés y francés; dibujo y el lineal aplicado a las artes y a la arquitectura; filosofía en su 1ra, 2da y 3era clase; música; aritmética, teneduría de libros y geografía universal. Se destinó para el local del plantel “el antiguo edificio comprado con tal objeto al finado Miguel María Pumar, y las fábricas contiguas a dicho edificio, cedida por el señor Juan Bautista Dalla Costa. Aunque provisionalmente el colegio comenzó en un edificio conocido como “Los Almacenes”, ubicado en la actual avenida Medina Jiménez, entre las calles Bolívar y Pulido.
Los contribuyentes Las primeras noticias de contribuciones que se conocen para establecer un colegio en la ciudad de Barinas en el siglo XIX fueron realizadas por
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los vecinos de los cantones de la Provincia de Barinas. Este hecho ocurrió un año antes de que se creara la Dirección de Instrucción Pública, bajo el mandato del Presidente Carlos Soublette en el año 1838. Destaca Reinaldo Rojas en su estudio sobre Educación y Nación: La Formación del Sistema Escolar Público en Venezuela, Primera Mitad del Siglo XIX, que el Secretario de Interior y Justicia para el año 1834, el doctor Diego Bautista Urbaneja en el balance presentado en su gestión señala que el mayor inconveniente que se había presentado para la organización de las escuelas en cada poblado era la escasez de rentas. Por ello resulta sorprendente, que solo funcionaban oficialmente en el país para ese año los colegios nacionales de El Tocuyo, Carabobo, Margarita, Coro, Trujillo y Guanare De manera que en 1837, esta problemática se seguía manteniendo en el país. Por consiguiente, se hace necesario en la actualidad, visibilizar a estos ciudadanos que de alguna manera contribuyeron con el desarrollo educativo de la región barinesa,
Libros.Óleo sobre lino encolado a tabla (75 x 120 cm) de Sergio Vidal.
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Las materias que serían enseñadas
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El Colegio Bolívar de Barinas nace gracias al apoyo de los habitantes de la región. En la imagen: Lista de contribuyentes para la creación del Colegio Barinas, 7 de noviembre de 1847. Colección: ©Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Digitalización: ©Marinela Araque Rivero.
en una época donde los vecinos se resistían a la idea de imponerse tasas voluntarias para tan importante objeto, puesto que las acciones del pensamiento liberal radical estaba más encaminado hacia la desamortización de bienes eclesiásticos. Estos hombres fueron:
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Hernández, Miguel H. Betancourt, Narciso Zambrano, Félix rebolledo, [ilegible] Martínez, Ypólito Figueredo, Pablo González, Cecilio Rincón, Tereso Melgarejo, Roque Rebolledo, Nicolás Ángulo, Diego José Urdaneta.
Por el Cantón de Pedraza José [ilegible], Francisco Ibáñez, Ignacio Por el Cantón de Nutrias Juan Antonio Baldó, Francisco Balcazer, José Romero Farías, Nicolás Castro, Nepomuceno Nicolás Bolaños, José María Solís, Felipe Leva, Ibáñez, Pedro Betancourt, José María González, Francisco Marchena, Francisco Coll y José María Antonio Sulbarán, Victoriano Romero, Silvestre Bazán, Juan Bautista Guerrero, José María Santiago. Betancourt, Alejandro Gallardo, Rito Romero y Telesforo González. Por el Cantón de Barinas A su vez, José María Betancourt, Ramón Escovar, Pedro Pereyra, Bartolomé Neciero, Juan Francis, Pedro Antonio Roca, José Ruiz, Doroteo Martín Soto, Pedro Arvelo, Pedro Sardi y Compañía, Juan Cermeño, Merced Vicente Tapia, Joaquin Montero, Antonio Caraballo. Jiménez, Manuel A. Palacios, Juan B. Delgado, José A. Villegas, Antonio Mora, Cristóbal Montero, Por el Cantón de Obispos Benedicto Abreu, Agustín Tapia, Jacinto Gaspar Carstens, Antonio R. Rubio y Pablo María Gómez, José Antonio Parranchan, Rosario García, Gavidia (aportó un escudo), contribuyeron entre Manuel Salvatierra, José Antonio Yeliazú, Antonio todos con la cantidad de treinta y siete pesos.
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La adquisición del cuarto de manzana para el colegio de la ciudad con el solar, centro, entrada, salidas, usos, servidumbres y demás anexos, estaban desprovistas de todo gravamen, censos o hipotecas y fue realizada con aprobación de la Diputación de la Provincia de Barinas. Quedando claro la intencionalidad del gobierno y habiéndose posteriormente aprobado la donación hecha a través de Francisco Pimentel por Juan Bautista Dalla - Costa, el gobernador Napoleón Sebastián Arteaga recibe los documentos de propiedad. Es importante mencionar que Dalla-Costa para cumplir con la donación se desapoderó, desistió, quitó y apartó, a los herederos y sucesores de él de todo derecho de los bienes que donaba y lo cedió, renunció y traspasó plenamente con todas las demás acciones que le competían. La fabricada del cuarto de manzana y arranques de fábricas contiguas a edificio destinado para el colegio donado por Dalla- Costa estaba ubicado bajo los siguientes linderos: por el norte el edificio conocido con el nombre de “escombros del Marquéz”, por el sur calle de por medio con solar de la casa del finado Sinforoso Bello, por el naciente calle de por medio con casa pajera de la señora Juana María Pulido y por el poniente con solar de la casa del señor Tiburcio Cermeño. Por su parte, el 30 de marzo de 1849 Sebastián Arteaga entrega 100 pesos de su propio peculio a Lista contribuyentes para la creación del Colegio Barinas. Colección: Pedro Arvelo, administrador de rentas municipales ©Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Digitalización: de Barinas a favor de la obra del colegio de la ©Marinela Araque Rivero. ciudad. De esto se deduce, que inicialmente la De esta manera lograron acumular cierta suma participación de los vecinos de los cantones de dinero y especies, las cuales aumentaría el siete de la Provincia de Barinas en el año 1837 fue de diciembre de mil ochocientos cuarenta y ocho, fundamental para el establecimiento del Colegio cuando Napoleón Sebastián Arteaga, gobernador Bolívar en esta ciudad, en virtud de la ordenanza de la Provincia de Barinas, adquiriere mediante del 9 de diciembre de 1836. El pago de los cánones y demás tributos donación un cuarto de manzana a fin de destinarlos al colegio de esta ciudad. Propuesta que se le hizo el para el sostenimiento del colegio de la ciudad, 30 de noviembre de 1848 al licenciado Francisco comprometían en forma determinante la capaPimentel, apoderado de los señores Juan Bautista cidad financiera de los pobladores y vecinos, Dalla Costa e hijo (comerciantes de Angostura). elemento de gran significación en una tierra dónde
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En las cercanías del palacio
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Interior del Palacio del Marqués de las Riberas de Boconó y Masparro antes de su reconstrucción efectuada entre 1936 y 1939 de Antonio Pulido Villafañe. Colección: ©José Ignacio Vielma. Fuente: Encartado Extracámara (Revista de Fotografía), Caracas: Fundación Centro Nacional de Fotografía,
las actividades económicas estaban sustentadas en las labores del campo. En todo caso, Napoleón Sebastián Arteaga gobernador de la Provincia de Barinas, contaba con el apoyo irrestricto de la Honorable Diputación Provincial, quien con la colaboración demostrada para la adquisición de la sede del colegio, ayudaba de forma eficaz al establecimiento del colegio en la capital, sobre las bases sólidas de una institución particular en memoria del Héroe Sudamericano el Libertador Simón Bolívar. En palabras de Arteaga, publicada el 12 de febrero de 1852 en la Gaceta de Barinas Nº 31, la instrucción pública debía ser el elemento de progreso, de orden y moral de las sociedades. Destacaba además, que a través de su influencia prosperaban las industrias y se civilizaban las
costumbres ciudadanas. Días después, su sueño se cumpliría al establecerse el colegio para jóvenes en la ciudad. Es el 24 de febrero de 1852 cuando se instala el Colegio Bolívar, “numerosísimo concurso de padres de familias y otras notabilidades se dieron cita en la Casa de Gobierno” y por unanimidad fueron escogido el doctor Juan Vicente González Delgado y el señor Antonio Celis para rector y vicerrector respectivamente. De ahí que podemos afirmar, que si la creación de la Escuela de Primeras Letras en 1787 en Barinas fue iniciativa del un gobernador de la provincia, la segunda escuela de letras fue una decisión también de un gobernador, pero que contó además con el consenso y la contribución de los pobladores de esta ciudad.
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Documento de donación de terrenos propiedad de la familia Dalla-Costa para la sede del Colegio Bolívar (detalles). Colección: ©Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Digitalización: ©Marinela Araque Rivero.
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Decreto del gobernador de la provincia de Barinas, Napoleón Sebastián Arteaga en la que se establece que las rentas de los terrenos de “Propios” de la ciudad estarían destinados para el sostenimiento del Colegio Bolívar. Barinas, 3 de abril de 1849. Colección: ©Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Digitalización: ©Marinela Araque Rivero.
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El 23 de agosto de 1852 a tan sólo cinco meses de haberse inaugurado el Colegio Bolívar, el doctor Juan Hilario Boset, obispo de Mérida declara, que habiéndose erigido en la ciudad de Barinas: “una casa de instrucción pública con la denominación de Colegio de Bolívar, para la enseñanza de la juventud en los diversos ramos de la educación primaria, literatura, idiomas, artes y ciencias, cuyos resultados no solo vienen á ser ventajosos á la provincia que los ha promovido, sino también á la República toda y á la Iglesia”, por lo que manifiesta su intención de colaborar con los deseos del gobernador Napoleón Sebastián Arteaga y de la diputación de la provincia. Haciendo uso de sus facultades concede al “Colegio Bolívar la gracia de oratorio”, con el propósito de que los estudiantes internos y externos, rectores, catedráticos, sirvientes y comensales, tengan el consuelo espiritual de asistir a una misa diaria y cumplir con el precepto de la oírla en los días festivos, de recibir la sana comunión en el augusto sacrificio, así como practicar sus preces ordinarias y ejercicio de piedad. De la misma manera, el obispo facultaba al Colegio para que en el citado
Los maestros y sus alumnos La dirección del Colegio Bolívar, inaugurado el 24 de febrero de 1852, recayó en manos del doctor Juan Vicente González Delgado, quien asumió la rectoría correspondiente, además, daría las clases de algebra. Por su parte, al joven barinés Antonio Celis le fue designado la vicerrectoría de la institución. En cuanto a los maestros incorporados al recién creado colegio, fue asignado a la clase de gramática castellana al presbítero Fernando Barreto, para entonces vicario de la ciudad de Barinas. A la clase de gramática latina, al señor Carolino Colmenares. Posteriormente, Fulgencio Colón fue encargado de las clases de música. Años más tarde, en 1856, el doctor Dionisio Hurtel regentaba las clases de Inglés; la de gramática
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Un colegio con gracia de oratorio
oratorio se celebrara una misa solemne todos los 28 de octubre de cada año o en la víspera sin prejuicios de los habitantes. Decisión que a nuestro juicio, tiene que ver con la celebración del día de San Simón, onomástico del Libertador Para tales fines, el doctor Juan Hilario Bosett hace algunas recomendaciones a la directiva del recién fundado colegio. Entre ellas, que el oratorio debía mantenerse con aseo y decencia. Asimismo, señaló que la capilla tenía que estar separada del área de uso doméstico. Otra condición que implantaba el obispo, era que el sacerdote debía ser aprobado por la diócesis de Mérida, resaltando que el presbítero le correspondía explicar el evangelio en los días festivos. Asimismo le concernía la exhortación moral y cristiana a los feligreses asistentes al oratorio, anunciar las festividades, vigilias, abstinencias y días de ayuno de la semana, y rezar “al fin los actos de Fe, Esperanza y Caridad”. Para el obispo, era menester que el altar en que se celebrara la “santa misa” se adornara conforme a las rúbricas del misal romano. Destacaba también, que antes de ponerse en práctica esta autorización era conveniente que el referido oratorio fuera visitado por muchos vicarios foráneos de Barinas.
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castellana, el agrimensor Octavio Nóquez; y la de gramática latina, el licenciado Eugenio Asisclo Rivera. En cuanto a los alumnos que ingresaron al Colegio Bolívar muy poca información existe sobre el particular. Según precisa Virgilio Tosta, habían sido alumnos de dicho colegio los señores Rafael A. Rincones, el doctor Carlos González Bona, el poeta Rafael González González, el médico y matemático Wenceslao Monserrate, el sacerdote Luis Luzardo y los generales José Antonio Baldó y José María Tapia Baldó. Muy poco tiempo permaneció en funcionamiento el Colegio Bolívar, el cual, para el año de 1856 se vio afectado por la epidemia del cólera que azotó a la región, siendo probablemente cerrado para esa época. De esta forma, y tras los sucesos de la guerra federal, desaparecía de la ciudad, el primer colegio existente en la Barinas republicana, y el único hasta mediados de 1876, cuando, con el mismo nombre es inaugurado el otro colegio.
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FUENTES CONSULTADAS
Gaceta de Barinas. Periódico Oficial. Barinas, febrero de 1852. Año I. Número 31 y 32. Archivo Oficina del Cronista de la ciudad de Barinas. Expediente Colegio Bolívar, 20 fols..
LECTURAS RECOMENDADAS
TOSTA, Virgilio. Historia de Barinas, tomo II (18001863). (Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, N° 199). Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1987. Rojas, Reinaldo. Educación y Nación: La Formación del Sistema escolar Público en Venezuela, Primera mitad del Siglo XIX. Disponible en Internet: http://www. saber.ula.ve/bitstream/123456789/21085/2/articulo9. pdf
Una gota de rocío, 1893. Óleo sobre tela (134 x 60,5 cm) de Antonio Herrera Toro. Colección: ©Galería de Arte Nacional, Caracas.
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Documento (anverso) suscrito por Juan Hilario Boset, obispo de Mérida relativo al orotario que debía funcionar en la sede del Colegio de Bolívar. Barinas, 23 de agosto de 1852. Colección: ©Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Digitalización: ©Marinela Araque Rivero.
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Documento (reverso) suscrito por Juan Hilario Boset, obispo de Mérida relativo al orotario que debía funcionar en la sede del Colegio de Bolívar. Barinas, 23 de agosto de 1852. Colección: ©Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Digitalización: ©Marinela Araque Rivero.
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Así lo dijo “Padres de familia. Acabo de contraer un compromiso solemne al encargarme del delicado ministerio de la educación de vuestros hijos; reconozco en él toda la fuerza del más sagrado deber, y os prometo no omitir esfuerzo ni sacrificio alguno para dejar satisfechas vuestras esperanzas y recompensados mis deseos. Bien sé que no hay derecho para exigir de todo hombre los brillantes frutos de una inteligencia cultivada, pero igualmente sé que en la sociedad reside el derecho soberano de hacer amar la virtud y respetar la ley; por tanto, si alguno careciera de la capacidad intelectual necesaria para ostentar lucimiento entre nosotros, sabrá ser republicano rindiendo a la virtud el homenaje que le es debido y prestado acatamiento a las leyes. Mis deseos por la ilustración de vuestros hijos son superiores a mis fuerzas y ojalá obtenga la gloria de hacerlos dignos de la estimación pública para dejar satisfecha mi ambición. Felicito muy cordialmente a los padres de familia por esta grande obra, cuya utilidad están ya tocando y ellos contribuyen por su parte a sostenerla, ella será estable, será duradera y más tarde recogerán los opimos frutos que ella produzca, cuando sus hijos salgan de allí formados, con la ilustración que han recibido, para servir a la Patria, a sus padres y a sus semejantes”.
Barinas, 20 de febrero de 1852
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Discurso pronunciado por Juan Vicente González Delgado, durante la inauguración del Colegio Bolívar
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La casa del alma
El segundo Colegio Bolívar de Barinas Autor Samuel Leonardo Hurtado Camargo hurtadosamuel@gmail.com
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Licenciado en Historia (ULA) y en Educación Mención Desarrollo Cultural (UNESR). Investigador A del Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación (PEII), del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias. Jefe de la Unidad de Patrimonio Cultural de Secretaría Ejecutiva del Poder Popular para la Cultura y Turismo de la Alcaldía de Barinas.
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L Libros antiguos II, siglo XXI. Óleo y acrílico encolado sobre table de Sergio Vidal.
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El primero de enero de 1876 fue establecido en la ciudad de Barinas una nueva institución dedicada a la instrucción secundaria. Éste, al igual que el inaugurado en el año de 1852, fue dedicado a la memoria del Libertador Simón Bolívar, convirtitiéndose en la principal casa de estudios de finales del siglo XIX.
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Antonio Guzmán Blanco, 1880. Óleo sobre tela de Martín Tovar y Tovar. Colección: ©Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores, Caracas.
Los antiguos colegios nacionales que habían sido creados a partir 1833, no existían para mediados de 1870. Según palabras de Bartolomé Milá de la Roca, titular del despacho del Ministerio de Fomento, en sus memorias presentadas al Congreso de los Estados Unidos de Venezuela en el año de 1876, la mayoría de estos “se habían cerrado por falta de rentas, o amenazaban extinguirse. Con excepción de dos o tres de ellos, que daban algunas señales de vida”. Los pocos que aún subsistían, -apuntaba Milá- “debíanlo más al patriotismo y a los esfuerzos filantrópicos de sus directores y catedráticos, interesados por la causa del saber, que a fondos propios con que recompensar las faenas” de aquellos “amantes de la instrucción y del adelanto intelectual de sus pueblos”. Ante tales circunstancias, el Ilustre Americano, general Antonio Guzmán Blanco, para entonces Presidente de la República, ordenó mediante decreto de fecha 8 de julio de 1875 (posteriormente, 17 de septiembre de 1881 se emitió un decreto sobre la organización de los mismos), la creación de colegios en cada una de las capitales de los estados que integraban la República, clasificándolos a la vez en dos tipos o categorías. Los llamados Colegios Federales o de primera categoría, en donde se impartirían clases de idiomas (como latín, griego, francés, inglés y alemán), pedagogía primaria, historia nacional y universal; ciencias filosóficas, políticas y médicas; y los Colegios Seccionales o de Segunda Categoría, en lo que los estudiantes recibían clases
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Colegios con pocas señales de vida
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L Colegio Federal de Carora, 1895. Fuente: El Cojo Ilustrado. Año IV, nº 83, 1 de junio de 1895, p. 318.
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de ciencias filosóficas, latín, griego y pedagogía. Los primeros otorgarían títulos de Bachiller en Ciencias Médicas o Políticas y Licenciados en Ingeniería Civil; los segundos, títulos de Bachiller en Filosofía, Maestros y Agrimensores. Meses después, el primero de enero de 1876, fue establecido en la ciudad de Barinas un colegio de primera categoría con la “augusta denominación” de Bolívar, bajo la rectoría y vicerrectoría de los ciudadanos doctor Hemeterio Fórnez y Armanado Barazarte, para lo cual el ejecutivo nacional había dispuesto de doscientos venezolanos destinados a la compra de enseres y textos a utilizar en la formación de los futuros estudiantes. Paradójicamente este sería el segundo y último colegio que funcionaría en esta ciudad llanera durante el siglo XIX, creado esta vez, no por el anhelo e interés de sus ciudadanos como el fundado en el año de 1852, sino por disposición del gobierno nacional, pero que tenía algo en común con el anterior: ambos rendían honor al Libertador Simón Bolívar.
Turbulentos inicios Algo inestable fue la presencia de las autoridades que habían de regir el colegio en Barinas. Aunque el doctor Hemeterio Fórnez, quien era vecino de la población de Libertad, (actual capital del municipio Rojas) había aceptado su designación como Rector, en comunicado dirigido al director de instrucción secundaria, fechado el 30 de julio de 1875, había dejado claro que su traslado a la ciudad de Barinas era algo perjudicial a su salud, mayormente por “el cambio de temperatura”. Ante sus constantes problemas de salud, el 26 de julio de 1876 fue designado a Santiago Pelgrón como rector, quien a su vez debía enviar una terna para vicerrector, ya que Armando Barazarte estaba cumpliendo otras funciones dentro del gobierno regional. No obstante, Pelgrón no llegó a tomar posesión del cargo. A pesar de su situación, Hemeterio Fórnez tuvo que esperar un año más, cuando en abril de 1877, es encargado de la rectoría el bachiller Julio
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Serrano, quien se mantendrá hasta el 27 de junio del año siguiente, cuando es reemplazado por el doctor Alejandro Loyola y Hevia. Para esta fecha, a raíz de la conformación del Estado Sur de Occidente, el Colegio Bolívar pasó a llamarse Colegio Nacional de la Sección Zamora y fue bajado a segunda categoría. Loyola dirigirá dicho colegio durante dos años, cuando para mayo de 1883 es designado como rector al licenciado Francisco Javier Machado, quien ejercerá hasta mediados de 1890, fecha en la que el Colegio mostraba señales de no estar en funcionamiento.
El régimen de enseñanza e ingreso Según información publicada en periódico barinés El Impulso, el 31 de octubre de 1879, suscrita por el rector Ricardo Núñez Gómez, en el Colegio Bolívar se impartían clases separadas distribuidas en tres áreas o secciones. En la sección primaria, los estudiantes recibían clases de aritmética práctica, elementos de gramática castellana, rudimentos de historia, principios de astronomía y Constitución de la República. En la sección secundaria, se impartían clases de gramática (castellana, latina y francesa), geografía universal y aritmética razonada. Y, en la sección tercera, denominada social, se ofrecían clases de música instrumental, historia universal, moral, urbanidad y buenas maneras. En cuanto a la forma de ingresos, fueron diseñados igualmente tres modalidades o maneras de admisión de estudiantes: los alumnos internos, quienes gozaban de alojamiento, manutención y derecho a concurrir gratis a todas las clases, a excepción de música. Éstos, debían pagar una pensión de ochenta y dos bolívares. Los semi-internos, con los mismos derechos que los
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En la imagen: Geografía Universal de S. Calleja y el Manual de Urbanidad y Buenas Maneras de Manuel Antonio Carreño.
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Mayodón. Poco tiempo después, el colegio como la mayoría de las instituciones educativas que funcionaban en el estado Zamora se ven obligadas a cerrar. La razón, el clima de inestabilidad político suscitado en la región por la llamada Revolución de Sabaneta, movimiento armado que estuvo en contra del gobierno del general Francisco Linares Alcántara. Según el historiador Virgilio Tosta, desde los primeros días de septiembre hasta febrero de 1878, reinó en el territorio zamorano un “ambiente de inseguridad y anarquía”. Aquella revolución había ocasionado consecuencias “nocivas” en la ganadería, la agricultura y el comercio. Pasada la revuelta y lograda la estabilidad política en la zona, el Colegio Bolívar abre nuevamente sus puertas. Esta vez, bajo la dirección del bachiller Ricardo Núñez Gómez, designado por resolución del Ministerio de Fomento de fecha 4 de julio de 1879. Por su parte, Julio Mayodón se encargaría de la vicerrectoría. Posteriormente, el 4 de junio de 1880 Núñez es sustituido por el doctor Alejandro
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DOSSIERH primeros, con la diferencia que debían dormir en sus casas y pagar la suma de sesenta bolívares. Y, los alumnos externos, quienes solo asistían al Colegio al momento de sus respectivas clases. Posteriormente para 1881, el ahora Colegio Nacional de la Sección Zamora mantenía la misma estructura del régimen de clases, pero incorporando nuevas materias. Se daba aritmética práctica, rudimentos de gramática castellana, geografía, historia, astronomía, dibujo lineal, sistema métrico y moral en la sección primera. Mientras que, en la sección segunda se incluían clases de gramática castellana y latina, geografía universal, aritmética razonada, algebra, geometría, trigonometría, retórica y poética, dibujo lineal, psicología, lógica, filosofía moral, rudimentos de fisiología y urbanidad. Y en la sección tercera, clases de idiomas, música y dibujo natural, con la particularidad de que se podrían incorporar nuevas materias en la medidas que se hicieran “necesarias”. En lo que respecta a la forma de ingreso, se mantiene la misma del año de 1879, con la única diferencia que los alumnos internos debían pagar ahora ochenta y ocho bolívares.
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Los primeros alumnos del colegio y sus egresados
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Con el objeto de garantizar el ingreso de estudiantes en la educación secundaria, el gobierno nacional dispuso en el año de 1876 que en cada uno de los colegios existiera anexa una escuela de instrucción primaria, cuya selección quedaba a cargo del rector, la cual, debía funcionar en el mismo edificio del instituto. En el caso de la ciudad de Barinas, fue incorporada al Colegio Bolívar la Escuela Federal de varones N° 111 dirigida por el preceptor Ramón Linares, instalada en la ciudad desde el 7 de abril de 1874. Para ese momento tenía una matrícula de 94 alumnos. Los primeros alumnos en ingresar al Colegio Bolívar fueron los jóvenes Roselino Villamediana, Manuel Villamediana, José Manuel Canales, Tobías Quintana, Froilán Rubio, Antonio Paz, Juan Ortiz, Ramón Linares, Gabriel Traspuesto,
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En la Augusta presencia del Preceptor, 1895. Fuente: El Cojo Ilustrado. Año IV, nº 74, 15 de enero de 1895, p. 37.
Manuel Ortiz, Eleodoro Montilla y Juan Lara. Todos ellos, habían egresado de la escuela dirigida por Ramón Linares, quienes, tras una destacada participación en el examen final, efectuado el 18 de diciembre de 1879, se les consideraron aptos para cursar estudios en el mencionado Colegio. Para el 15 de julio de 1880, el Colegio Bolívar tenía matriculado 18 alumnos, de los que solo los seis primeros mencionados anteriormente asistían a la institución. De la misma forma, habían ingresado nuevos estudiantes como eran los jóvenes Bernardo Graterol, Román Quintana, Juan José Canales Villafañe, Roque Figueredo, José María Canales, Carlos García, Julio Villamediana, Juan Pablo Monzón, Serapio Rubio, Rafael Sánchez, Rafael Ortega y Antonio Paredes. Todos ellos, según apunta Virgilio Tosta, recibían clases de gramática castellana; diez, clases
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cifra deja mucho que decir, pero refleja sin duda la infructuosa aventura de la educación secundaria en la región barinesa. El mismo rector, doctor Francisco Javier Machado, en informe enviado al Ministerio de Instrucción Pública, en diciembre de 1885, expresaba que “nada halagadora” era la perspectiva que presentaba la instrucción en la Sección Zamora. En palabras de Machado, no habían, en la población zamorana ni en las vecinas, jóvenes “que puedan entrar a cursar Ciencias Filosóficas, ni en mucho tiempo los habrá; porque de las escuelas es que deben salir esos jóvenes, y es lo cierto que ya por motivos de pobreza suma, ya por la indiferencia culpable con que algunos padres ven la educación de sus hijos, éstos concurren muy poco a las escuelas, y el resultado es que, a fin de cada año, se encuentran poco más o menos, lo mismo que al principio”.
Ángulo derecho del Palacio del Marqués de las Riberas de Boconó y Masparro en el año de 1906. En el fondo de la imagen se puede apreciar parte de la torre de la antigua Cárcel de la ciudad, actual sede de la Casa de la Cultura Napoleón Sebastián Arteaga,1906. Fuente: Hiram Bringham. The journal of an expedition across Venezuela and Colombia (1906-1907).
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de latinidad; dieciséis, la de aritmética razonada; y doce, música. De acuerdo al informe presentado por el rector del Colegio, para el período académico 18811882 asistían al centro educativo quince alumnos, de los que algunos concurrían al primer año filosófico mientras que otros realizaban estudios previos. A pesar de los esfuerzos realizados por aumentar el rendimiento de los estudiantes y el número de matriculados que asistirían al colegio, los resultados no fueron nada satisfactorios. Además hubo que esperar tres años para que por fin se confirieran los primeros grados en dicho instituto, y quizás sean los únicos hasta ahora conocidos, cuando el 29 de julio de 1885 le fueron otorgados los títulos de Bachiller a los jóvenes Ángel María Nieves, oriundo de la Villa de Obispos, y a Román Linares. Es decir, a casi diez años de haberse instalado el Colegio en Barinas, apenas egresan satisfactoriamente dos estudiantes. La
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Un colegio solo en el nombre De acuerdo a un artículo publicado en periódico obispeño La Juventud, en su edición del 20 de agosto de 1887, el estado Zamora contaba apenas con un Colegio, llamado Bolívar, ubicado en la capital del departamento, el cual existía, simplemente “en el nombre”. El Colegio que estaba dirigido por el doctor Francisco Javier Machado, tenía dos años sin funcionamiento. La razón aparente: ausencia absoluta de alumnos. Supuestamente el mencionado colegio había dejado de funcionar en 1885 por falta de alumnos. Así lo señalaba el bachiller Ángel María Nieves, egresado de dicha institución y ahora redactor del periódico La Juventud, quien en un artículo publicado el 12 de octubre de 1887, afirmaba contundentemente que:
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“Lo que hay en puridad de verdad, es que hacen dos años que ni un solo niño pisa la casa en que está establecido el Colegio. Lo que hay en puridad de verdad, repetimos, es que del Colegio, solo existe el Rector. ¿Se quiere que hablemos más claro? Pues sea, y aguante el Rector: hacen dos años que no hay un solo alumno que vaya á la casa que por aquí llaman Colegio, á las clases de gramática castellana, ni latina, ni de NADA”.
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Un año después, el panorama era el mismo, según se puede corroborar en una epístola enviada por M. Brizuela a los redactores de La Juventud (18 de julio de 1888), en donde enfatizaba en la necesidad de la reorganización completa del Colegio: “Necesitamos, pues, que el Ministro respectivo se apersone del asunto y proceda a organizar el Colegio de Barinas. Y no se crea, señor Redactor, que tenemos alguna predisposición contra el Rector, no señor. Escribimos la pura verdad: bien lo sabe usted”. La ausencia de “focos de luz”, como eran llamadas los centros educativos, “iluminadores
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En la prensa barinesa de finales del siglo XIX se difundieron importantes aspectos sobre la situación de la educación en región, entre ellos, en La Juventud. Colección: ©Biblioteca Nacional-Biblioteca Febres Cordero, Mérida. Fotografía: ©Hancer González.
del cerebro de la juventud”, estaban apagándose. En nota de prensa fechada el 5 de julio de 1888 se precisaba en la necesidad de creación de un colegio de primera categoría: “En el Estado [Zamora] existen solamente Colegios de segunda categoría: allí llegamos a pisar los umbrales del augusto Templo de la ciencia; pero sabido es que en dichos institutos hay cierto límite donde no nos es podido pasar. I he aquí porque reclamamos, con justo título, el establecimiento de un Colegio de primera categoría en la capital zamorana, muy digna por cierto de que se le conceda tal beneficio”. Tal era el estado en que se encontraba el Colegio Federal de Barinas, que sólo cinco años después otorgó un nuevo título, esta vez, a Marcelino
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Bastidas, quien, luego de efectuársele un “examen particular”, el día 26 de octubre de 1890, le fue conferido el grado de Maestro de Instrucción Primaria. “La juventud de Zamora, esa juventud que se levanta, ávida de gloria y de saber, tiene por fuerza que paralizar sus estudios por carecer de un instituto donde pueda seguir la carrera que más se adapte a sus inclinaciones y anhelos”. En efecto, la citada frase del bachiller Ángel María Nieves a fines de 1888 ponía de manifiesto de que a pesar de los esfuerzos realizados por el gobierno nacional de establecer un Colegio de primera categoría en la región zamorana no había tenido el éxito que se esperaba, al contrario de las Escuelas Federales, que habían proliferado progresivamente en cada uno de los distritos que integraban los seis departamentos del entonces estado Zamora.
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TOSTA, Virgilio. Historia de Barinas, tomo III (1864-1892). (Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela, N° 199). Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1989. HURTADO CAMARGO, Samuel Leonardo. “El pan del alma: la educación en el Estado Zamora en tiempos del Guzmancismo (1870-1888)”. En: Educere. Mérida: Universidad de Los Andes, N°52, septiembrediciembre 2012, pp. 1316-4910.
Bolívar civil (detalle), 1965. L. Alvarez de Lugo. Fuente: Rafael Páez. “L. Alvarez de Lugo”. En: Pintores Venezolanos, n° 25. España: Edime, 1979, p. 685. Reproducción: © Samuel L. Hurtado C.
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El dato
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Escuelas públicas de educación primaria existentes en el actual territorio del Estado Barinas durante el período 1841-1881
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El dato
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Escuelas privadas de educación primaria existentes en el actual territorio del Estado Barinas durante el período 1841-1881
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Currículo y contextualización
una mirada que busca lo educativo en la cotidianidad barinesa Autora Pilar Teresa Betancourt Vidal pilartb_1012@hotmail.com
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Licenciada en Educación Mención Historia (ULA). Secretaria de la Fundación Centro de Investigaciones Sociohistóricas Dr. Virgilio Tosta.
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L Mädchen Hühner fütternd, 1865. Óleo sobre tela (66 x 51 cm) de Albert Anker. Colección: ©Koller Auktionen.
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en percibir, comprender y describir lo que sucede en realidad en la escuela y en el aula. Partiendo de estas consideraciones se evidencia la importancia de la contextualización del currículo, pues nuestras realidades educativas raramente se ajustan a nuestras intenciones educativas, es decir, no podemos llevar nuestras intenciones a la práctica. Antonio Bolívar (2000), por su parte señala que: “Históricamente el currículum nacional (o programa de enseñanza) tenían como misión – más que la movilidad social – la integración y socialización de la política de los individuos, más allá de los contextos locales o familiares. La escuela pública es hija del proceso de formación del Estado Moderno…” Citando a Ramírez y Ventresca (1992), también expone “La escolarización masiva se convierte en un conjunto central de actividades a través de las cuales se forman vínculos recíprocos entre individuos y los estados- nación”. Más allá de todo esto, la contextualización del currículo
Grupo de niños en las cercanías del templo parroquial de la ciudad de Barinas, cerca de 1930. Fotografía: autor desconocido. Colección: ©Fototeca Virtual “Henrique Avril”.
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Considerando la conceptualización del currículo según el Diccionario de Ciencias de la Educación (2002) que indica que por poseer una forma, una estructura o una ordenación que obedezca a ser reducible a alguna norma o algún principio, caracterizado por la armonía o adecuada correspondencia entre las diversas partes o elementos marcados por la constancia o uniformidad, en cuanto al procedimiento o aparición conforme a algunas reglas o algún estándar aceptado o adoptado, puede decirse que obedece en este sentido a sistemas centralizados de la educación, pero si se considera que el currículo es aquello que fundamentalmente acontece en los niños, en el colegio como el resultado de la labor del profesor, puede decirse que se reduce a un análisis empírico de la escuela. Para Stenhouse (1999), el currículo no es la intención o prescripción sino lo que acontece en situaciones reales, no es la aspiración sino logros; el problema de especificarlo consiste
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Grupo de niños en las cercanías del templo parroquial de la ciudad de Barinas, cerca de 1930. Fotografía: autor desconocido. Colección: ©Fototeca Virtual “Henrique Avril”.
debe afrontar algunas situaciones muy específicas en cuanto a la organización y concreción de un currículo escolar propuesto, por lo tanto, condiciones de desarrollo y realidad curricular no pueden entenderse mejor si no se le estudia conjuntamente; de allí la importancia de analizar la calidad de la educación y de la enseñanza partiendo del tipo de cultura que se manifiesta en un contexto social específico, pues el sentido educativo, propiamente dicho, cobra significado a través de las prácticas y códigos que manifiestan esa cultura y a su vez se traducen en procesos de aprendizajes para los alumnos. El currículo como expresión de un proyecto político o de cultura y socialización comienza a cumplir algunas funciones que se plasman en sus contenidos, formatos y prácticas educativas que se conforman en torno de sí, y todo ello produce a la vez contenidos culturales o intelectuales y formativos, así como también códigos pedagógicos y acciones prácticas que pueden o no ser conocidas abiertamente o de manera encubierta, por lo tanto, también puede cumplir la función de publicidad
haciendo explícitas las intenciones del sistema educativo (a favor o en contra según la precepción del docente), o función de orientación para guiar la práctica pedagógica tomando como referente al docente que impulsa cambios culturales a nivel de la profesión de la enseñanza. En Venezuela, se ha vivido en los últimos diez años un proceso de transformación política y social que busca la consolidación de una sociedad humanista, democrática, protagónica, multiétnica, pluricultural, plurilingüe e intercultural, dibujada en la Constitución Nacional, sometida y aprobada en referéndum consultivo de toda la población votante en 1999, Constitución que plantea La Refundación de la República como fin supremo del Estado, aspirando a una educación integral, de calidad e inclusión social, visión que implicó un proceso de revisión de las políticas educativas del país, en la cual se valoró el impacto y el alcance de la reforma curricular de 1997, concluyendo que la misma fortaleció los valores propios del sistema capitalista y que se expresan a través del consumismo, individualismo, intolerancia,
Los Colegios Bolívar egoísmo y competencia en condiciones desiguales. En este contexto se fue avanzando en el análisis, revisión, reflexión, discusión, sistematización y construcción curricular, con un enfoque abierto, flexible y contextualizado, donde los y las docentes podrán cimentar sobre la experiencia cotidiana el saber compartido, sostenido por 4 pilares fundamentales que surgieron como efecto de la frase del filósofo y maestro del libertador don Simón Rodríguez: “Inventamos o erramos”(1828), que ahora consiste en “aprender a crear”, “aprender a convivir y participar”, ”aprender a valorar” y “aprender a reflexionar”, se asumen éstos como elementos flexibles que orientan los componentes de las áreas de aprendizaje y los ejes integradores, relacionados con su contexto histórico- cultural como punto de apoyo en los procesos de aprendizajes en colectivo, con visión internacionalista, integracionista y con una perspectiva latinoamericana, caribeña y universal consciente y consecuente con su realidad local. En este sentido, puede decirse que en el marco de ese proceso de transformación social se evidencia el esfuerzo por crear un sistema educativo congruente con el marco jurídico y acorde al modelo de Estado opuesto al de carácter liberal que se implantó desde la época colonial en las constituciones nacionales que le preceden a la actual. Más allá de todo esto se presentan nuevos retos, donde definitivamente la acción política va más allá de la partidización de la educación, pues una cosa es el Estado, otra el gobierno, otra el partido y otra la política, donde merece invocar el principio aristotélico que expone: “ Sólo el hombre, entre los animales, posee la palabra […] la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto […] a participación comunitaria en éstas (apreciaciones) funda la casa familiar y la ciudad[…] una ciudad no se compone de iguales- [pero]- puesto que el fin de toda ciudad es único, es evidente que necesariamente será una y la misma educación de todos y que el cuidado por ella ha de ser común y no privado […]el entrenamiento en los asuntos de la comunidad ha de ser comunitario
también…” Considerando este principio se impone el compromiso que tanto los docentes como las comunidades tenemos un aspecto que es insoslayable para el desarrollo del país y de los pueblos como es la Política, el carácter político de la educación y la inevitable necesidad de la participación en la escuela para hacerla realmente pública. En el estado Barinas, el carácter público de la educación se estuvo diluyendo en el tiempo, no sólo a la hora de contextualizar el Currículo Nacional de acuerdo a los fines educativos, sino también en el abandono y desvalorización de lo autóctono, de la identidad barinesa, de lo anecdótico que vislumbra esa identidad, como si fuera sólo trabajo de nuestros cronistas rescatarla. Es como si la existencia de baluartes como Enriqueta Arvelo Larriva, Alberto Arvelo Torrealba, Rafael Ángel Insauti, Napoleón Sebastián Arteaga y todo lo que conforma hoy nuestro Patrimonio Cultural e Histórico tangible e intangible, sea de exclusiva labor para quienes se negaron a enterrarlos, como Virgilio Tosta, José León Tapia, José Esteban Ruiz Guevara, entre otros y otras menos mencionados, pero que sin duda, siguen sembrando conciencia sobre nuestra barinidad y sobre la urgencia de hacer de nuestro acervo histórico y cultural una herramienta o estrategia que nos acerca al conocimiento integral de nosotros mismos como pueblo, como parte de esta tierra “noble y leal” con la que se hace alarde. Barinidad que no deja de estar presente en personajes que son Historia Viva en sus poblados, a lo largo y ancho de nuestro estado y región andino –llanera, personajes que con tradición oral y memoria histórica reconstruyen nuestro pasado y con sus vivencias filosofan sobre nuestro presente; por lo tanto, son un referente para analizar más allá de los libros, estadísticas y publicaciones, aspectos de la vida nacional y regional, y lo que hace mucho tiempo dejó de lado la escuela y el currículo: la vida familiar, origen y forma de muchos acontecimientos vinculados con la realidad social y cultural que nos caracteriza.
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Humphrey Accary. El niño Simón y Simón Rodríguez / Arte en el pabellón de Venezuela, 2000. Impresión Litográfica (59,3 x 43,2 cm). Colección: ©Museo de la Estampa y del Diseño “Carlos Cruz Diez”, Caracas.
Barinas en la IndependenciaH
Mujeres notables: las barinesas y su amor a la Patria
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Mujeres blancas-Ocaña (detalle), siglo XIX de Carmelo Fernández. Fuente: José Nucete Sardo. “Carmelo Fernández”. En: Pintores Venezolanos, n° 9. España: Edime, 1968, p. 245. Reproducción: © Samuel L. Hurtado C.
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Autor Virgilio Tosta
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Si bien es verdad que la antigua provincia de Barinas fue unja tierra generosa, pródiga en ilustres varones, que todo lo sacrificaron –vida y hacienda– en aras de la libertad de los pueblos de América, no es menos cierto que también fue cuna de extraordinarias mujeres, verdaderas heroínas que, al lado de sus padres, esposos o hermanos compartieron con ellos las horas difíciles de las conspiraciones, de la lucha, del martirio y de la gloria. Principales damas barinesas abrazaron con entusiasmo, desde los días aurorales de la república, la noble causa de la libertad. Impulsadas por ese entusiasmo y por el vehemente deseo de tener una patria libre y soberana, estuvieron siempre dispuestas a dar su mejor y decidido apoyo a la empresa de dignificar estos pueblos. Listas permanecieron en todo instante no solo para desprenderse de sus más caras joyas y bienes materiales para entregarlos a la causa emancipadora; sino también para asistir personalmente a los propios campos de batallas y morir en defensa de los más puros ideales. De esta patriótica y definida actitud es cabal testimonio la representación que, el 18 de octubre de 1811, envió un grupo de damas barinesas al Gobierno Superior de la Provincia. Se trata de un sublime documento en el cual un puñado de extraordinarias mujeres, llenas de dignidad y de valor, manifiesta sus quejas por no haber sido tomadas en consideración durante las graves horas que entonces vivía la naciente república. Dan comienzo a su representación de esta manera: “Exmo. Señor: Las Ciudadanas abaxo subscriptas, en nombre de las demás de su sexo, a V. E. representan: que noticiosas de la invasión que intentan los Guayaneses en el punto de S. Fernando, y de que ha sido forzoso dirigir toda la fuerza que había de guarnición en esta plaza á aquel apostadero, no han podido la representantes menos que extrañar no se haya contado con ellas para proteger su seguridad, cuando esta incomodando a las tropas de los Pueblos suburbios que podían reemplazar”. Después de tan patrióticas frases, aquellas dignas “esposas, madres y amantes de venezolanos” agregan con singular delicadeza: “No ignoramos que V. E., atendida la debilidad de su sexo, acaso
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Teresa Mixares de Solórzano y Tovar, primera condesa de San Javier,1722. Óleo sobre tela (194,5 x 111,5 cm) de Bartolomé Alonzo de Cazales. Colección: ©Galería de Arte Nacional, Caracas.
ha procurado eximirnos de las fatigas militares; pero sabe muy bien V. E. que el amor á la patria vivifica á entes más desnaturalizados y no hay obstáculos por insuperables que no venza”. Pero no se satisfacen aquellas extraordinarios mujeres de Barinas con escribir palabras llenas de delicadeza, inspiradas en un inflamado amor a la patria. Una actitud resuelta y valiente las impulsa a agregar: “Nosotras, revestidas de un carácter firme y apartando á un lado la flaqueza que se nos atribuye, conocemos en el día los peligros á que está expuesto el país: él nos llama á su socorro, y sería una ingratitud negarle unas vidas que sostiene. El sexo femenino, Señor, no teme los horrores de la guerra: el estallido del cañón no hará más que alentarle: su fuego encenderá el deseo de su libertad, que sostendrá á toda costa en obsequio del suelo patrio”. Aquellas altivas barinesas ponen fin a su representación con esta categoría solicitud: “En esta virtud y deseando alistarse en el servicio, para suplir el defecto de los Militares que han partido á S. Fernando, suplican á V.E. se sirva tenerlas
Días más tarde, la “Gaceta de Caracas” reproduce en sus páginas el sublime testimonio del patriotismo de las mujeres de Barinas, con un elogioso epígrafe donde pueden leerse estas hermosas frases: “Las Ciudadanas Barinesas, dignas Esposas, Madres y Amantes de los Venezolanos de Barinas, no podían ser indiferentes á la suerte de su país; y renovando en realidad los fabulosos exemplos de las Menalipes y Atalantas, han hecho ver á los tiranos lo que puede un pueblo que, para reunirse a favor de su libertad, sabe hacerse superior á las preocupaciones del sexo, la clase, la edad, y la condición”. Las damas que aparecen al pie del sublime documento llevan los más importantes apellidos de la colonial provincia barinesa: Briceño, Villafañe, Méndez, Bragado, Coeto. Nicolasa Briceño era hija del coronel Pedro Briceño Pumar, figura representativa de Barinas y futuro prócer de la Independencia. Estaba casada
L Cocina al aire libre de Camile Pissarro,1854.Colección: ©Banco Central de Venezuela, Caracas. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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presente y destinarlas á donde le parezca conveniente, baxo el supuesto de que no omitirán sacrificios que conciernan á la seguridad y defensa. Barinas, octubre 18 de 1811. Nicolasa Briceño, María Miyares, Manuela Méndez, Concepción Villafañe, Josefa Camejo, Joaquina Graciet, María del Rosario Iribarren, Juana María Norsagaray, Ana Josefa Bragado, Concepción Briceño, Concepción Coeto, Francisca Coeto, Rita Josefa Briceño, Candelaria Coeto, Nicolasa Pumar, Josefa Villafañe, Rita García, Josefa Porras, Josefa Montes de Oca, Josefa Linares, Concepción Arevolasa”. Recibida la representación, el doctor Nicolás Pumar, Secretario de Gobierno de la provincia, estampó al margen la siguiente nota: “Dénsele al Bello Sexo las más expresivas gracias, insinuándosele el agrado con que el Gobierno ve sus sentimientos nacidos de un verdadero amor á la Patria, á cuyo servicio se destinará con oportunidad, ocupándosele en los negocios en que se le considere más útil”.
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Señora N. A., 1834. Óleo sobre tela (82,5 x 59,5 cm) de A. F. Colección: ©Galería de Arte Nacional, Caracas.
con don José Francisco Villafañe. Era hermana de los Briceño Méndez, que fueron casi todos próceres de nuestra emancipación y entre los cuales descolló el doctor y general Pedro Briceño Méndez, quien casó en 1825 con doña Benigna Palacios y Bolívar, sobrina del Libertador. María Miyares, aunque hija del brigadier don Fernando Miyares González, primer gobernador que tuvo en la colonia la Provincia de Barinas, manteniéndose realista hasta su muerte, abrazo, sin embargo, la causa americana; a lo que sin duda contribuyó el matrimonio que en 1809 contrajo con don Miguel María del Pumar, el mayor de los hijos de José Ignacio, poderoso Marqués de la Riberas de Boconó y Masparro, Miguel María presidió la primera junta de Gobierno que tubo Barinas, surgida del cabildo abierto celebrado el 5 de mayo de 1810, día auroral de la Independencia barinesa. Manuela Méndez era hermana del sacerdote Ramón Ignacio Méndez, héroe de la emancipación, compañero del General Páez en las campañas
de Barinas y Apure, y más tarde arzobispo de Caracas. Doña Manuela era la esposa del coronel Pedro Briceño del Pumar, ya nombrado, y por tanto, la madre de los Briceño Méndez. Era, en consecuencia, la progenitora de Nicolasa, la valiente barinesa que encabezo las firmas de la carta enviada por el bello sexo al gobierno revolucionario. Tanto doña Manuela como su hija Nicolasa iban entre las muchas familias que, en noviembre de 1813, abandonaron a Barinas y se dirigieron hacia el centro huyendo de la acción criminal de los realistas Puy, Yáñez y otros. En San Carlos se unieron al Libertador. Cuando el coronel Briceño Pumar recibió en esta ciudad la dolorosa noticia de que su hijo el comandante Nicolás Briceño Méndez, que servía a las órdenes del general Urdaneta, había caído peleando contra el enemigo, reunió a la familia para pronunciar estas conmovedoras palabras: “Nicolás ha muerto en Barquisimeto heroicamente, en defensa de la Patria, y este debe ser nuestro mejor consuelo”. Nicolasa Pumar venía a ser nieta del capitán don Plácido del Pumar y Villegas, fundador del apellido Pumar en Venezuela y Barinas. Nicolasa era hija de don Juan Francisco del Pumar y de doña María de La Barta, y sobrina del rico Marqués de Boconó. No sólo las damas que firmaron la representación para el gobierno revolucionario merecen el título de Heroínas. Numerosas barinesas son acreedoras a él, por haber sido sometidas a muy duras pruebas durante la cruenta y larga gesta emancipadora. Por ejemplo, María Ignacia Méndez, hermana del futuro arzobispo de Caracas, pasó por el martirio de ver fusilar, el 22 de mayo de 1813, a su esposo don Juan José Briceño Angulo, a la edad de 39 años, después de un juicio militar promovido por el jefe español Antonio Tízcar. Su hermana Ana María Méndez, esposa del prócer barinés Pablo María Pulido, huyó en 1812 con su marido hacia la Nueva Granada. En Bogotá entregó sus valiosas alhajas de oro a Bolívar cuando éste hacia los preparativos de la célebre campaña admirable, llevada a efecto en 1813. Por cierto que junto con el prócer Briceño Angulo fueron fusiladas otras 7 personas, entre la cuales se encontraban el teniente Juan Agustín Montes de Oca, deudo quizás de la Josefa
La guerra de Independencia trastocó los diversos sectores de la sociedad colonial. En imagen: El bautizo,1889. Óleo sobre tela (200 x 250 cm) de Cristóbal Rojas Colección: ©Galería de Arte Nacional, Caracas.
Montes de Oca, una de las damas que firmaron el patriótico documento de las barinesas. Los procesados oyeron de rodillas, el 21de mayo en la mañana, la lectura de la sentencia de muerte, y un día después fueron ajusticiados en la cercanía del cementerio de la ciudad. Llanto derramaron las pupilas de los habitantes de Barinas y de luto se cubrió el corazón de la provincia. María Ignacia del Pumar, hija del acaudalado Marqués de Boconó, vio a sus 3 hermanos abrazar la causa de la Independencia, y pasó por el terrible dolor de perder a su anciano padre, quien murió en 1814 en la cárcel de Guanare donde había sido encerrado por los españoles. Acompañado a su esposo Nicolás Pulido a través de un largo peregrinaje. Debido a la guerra, perdió sus alhajas de valor y los demás bienes de hacienda que poseía. En 1821, escribirá desde Trujillo al Libertador, para implorar una pensión del sueldo de sus hijos, los próceres José María y José Ignacio Pulido. En uno de los párrafos de su patética carta, dice textualmente: “Después de una larga emigración de 7 años por países remotos y desconocidos para
mí, sin recursos ni auxilios de que sostenerme, mi esposo emigrado también entonces por lugares extranjeros y mis dos hijos haciendo la guerra a los españoles; no me ha quedado otro socorro ni otro subsidio para mis alimentos que la protección en nuestro benignísimo Gobierno, la cual espero me dispense V.E. en la gracia que impetro”. Sin duda, Concepción Arevolasa, cuya firma aparece al pie de la heroica representación de las barinesas, estaba emparentada con don Domingo Arevolasa, quien estuvo preso en Barinas por orden del gobierno español. Joaquina Graciet era quizás hija de don Luis Antonio Graciet, figura de relieve en la Barinas de los últimos decenios del siglo XVIII. También aparece en la carta de 1811 la firma de una singular mujer, con justicia considerada entre las más extraordinarias heroínas venezolanas. Nos referimos a Josefa Camejo, oriunda de la antigua provincia de Coro, pero ligada a Barinas por nexos muy profundos. Nació Josefa Camejo en los aledaños de Pueblo Nuevo en la península de Paraguaná. Era hija de don Miguel Camejo y de doña Ignacia Talavera y
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La guerra de Independencia dejó marcadas secuelas de pobreza en el territorio venezolano. En la imagen: Orfandad,1885. Óleo sobre tela (120 x 87 cm) de Cristóbal Rojas. Colección: ©Sucesión Manuel Díaz Rodríguez.
de la representación de 1811, quien no solo fue la mujer legitima del teniente coronel Francisco Olmedilla, ilustre prócer de la Independencia, sino también la madre de otro héroe del mismo nombre, fallecido trágicamente en plena juventud. Candelaria Coeto, después de sufrir innumerables contratiempos, llego a la ancianidad en la mayor miseria. En carta fechada en Barinas el 25 de agosto de 1845, doña Candelaria expresa al ciudadano presidente de la República que “se considera acreedora a la pensión de montepío militar”, conforme a la ley del 27 de mayo, por ser esposa legítima del “primer comandante Francisco Olmedilla”, quien en los campos de las provincias de Barinas y Casanare, al frente de las caballerías patriotas, “dio muchos días de gloria a las armas republicana”; y por ser, igualmente la madre del teniente coronel del mismo nombre, Francisco Olmedilla, quien hizo bajo las órdenes del general Páez la campaña de Apure, y fue uno de los 150 héroes de la temeraria acción de las Queseras del Medio. Sirvió desde su infancia a la naciente república, hasta el año de 1822 en que fue muerto en Guasdualito, victimado por un asesino. En el expediente que acompañaba a esta solicitud, levantado en Barinas, había declaraciones escritas formuladas por los próceres de la Independencia José Félix Blanco, Ramón Escobar y Rafael Mora, y por el sacerdote Agustín Palacio, cura interino de Barinas y teniente del vicario de dicha ciudad. En uno de los párrafos de la petición de doña Candelaria, pueden leerse las palabras siguientes: “…y si todavía el gobierno requiriese algún comprobante más, puede pedir informes al Exmo. Sr. Gral. Páez, que sirvió por algún tiempo a las órdenes de mi esposo en Guasdualito y Casanare”. El clérigo y general José Félix Blanco afirma haber conocido a fines de 1815, en Bogotá, al teniente coronel Francisco Olmedilla, comandante de las caballerías de Casanare. Luego lo encontró enfermo de calenturas en una de las misiones del Meta. “Allí me dio a conocer –dice el padre Blanco– a la señora doña Candelaria Coeto, que hoy existe viuda y pobre en esta ciudad”. “Hallándome en Achaguas, después de la batalla del Yagual – agrega el sacerdote y militar – oí la fatal noticia de que el teniente coronel Olmedilla había sido fusilado por los españoles en la ciudad de Pore, capital de Casanare”. “Cuando en 1827,
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Garcés. Josefa inició su educación en el colegio de monjas que entonces funcionaba en Coro. Pasó parte de su adolescencia en la ciudad de Mérida. Aquí permaneció un tiempo su deudo el futuro obispo doctor Mariano de Talavera y Garcés, quien había sido en los primeros años del siglo XIX vicario de la iglesia de Barinas. Quizás en esta época conoció Josefa Camejo al joven barinés con quien se unió en matrimonio. Lo cierto fue que esta distinguida dama se desposó con el doctor y coronel Juan Nepomuceno Briceño Méndez, hijo del coronel Pedro Briceño Pumar, y hermano del general Pedro Briceño Méndez, todos ilustres próceres de nuestra Independencia. El citado matrimonio explica la presencia de Josefa Camejo en Barinas en los albores de la república. La acompañaba doña Ignacia quien pereció de trágica manera en las corrientes del Santo Domingo. El año de 1813 fue una época terrible para las familias barinesas. La presencia en la región de las sanguinarias huestes de aterradores jefes realistas, como Yáñez, Puy y Tízcar, significaba muerte, ruina y llanto para los patriotas de Barinas. Para escapar de una muerte segura, los coroneles Manuel Antonio Pulido y Pedro Briceño Pumar, que habían sido nombrados por Bolívar gobernador de la provincia y comandante general de la misma, respectivamente, resolvieron ambos jefes en las postrimerías del año 13 evacuar a Barinas para reunirse en San Carlos con el Libertador. Formaron aquella emigración cerca de 1.000 hombres de infantería y caballería, 2.000 caballos de silla y numerosas familias de la capital. Iniciaron el peregrinaje en los primeros días de noviembre. Apenas comenzó la emigración, sus integrantes fueron sometidos a constantes ataques por parte de las guerrillas realistas. En el paso del río Santo Domingo, abundante en agua por obra de la llamada creciente “de los muertos”, se ahogaron varias damas, entre ellas la señora Talavera y Garcés, madre de Josefa Camejo. Pero a pesar de tan difíciles contingencias, los republicanos de Barinas vencieron al enemigo en varios combates y lograron su propósito de unirse al Libertador. Contribuyo enormemente al éxito feliz de aquella desesperada empresa la persona del valiente comandante Olmedilla, esposo de doña Candelaria Coeto, otra de las damas firmantes
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vine a esta de Barinas –concluye el padre Blanco– con el carácter de Intendente, encontré a la señora Coeto viviendo honestamente con su hija, permaneciendo entonces y hasta hoy en su estado de viudedad”. Tanto el coronel Ramón Escobar como el sacerdote Agustín Palacio, fueron testigo del fusilamiento de Olmedilla, llevado a cabo el 25 de octubre de 1816 en la plaza de Pote. Por servir a la causa republicana, Escobar y Palacio fueron llevados prisioneros con otros patriotas a la capital de Casanare, y fueron sacados de la cárcel para que presenciaran la muerte del guerrero barinés. En documento firmado en Barinas el 23 de agosto de 1845, Ramón Escobar refiere el final del comandante Olmedilla. Dice que fue sacado de los calabozos donde se encontraba con varios prisioneros, “para presenciar, como presenciaron, la ejecución del referido primer comandante Francisco Olmedilla”, quien fue decapitado. Su cabeza fue colocada “en una jaula sobre un palo en la plaza” de la referida capital.
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En 1845 era gobernador de la provincia barinesa, el notable prócer José Ignacio Pulido. Al remitir este magistrado el expediente de la señora Coeto al Secretario de Guerra y Marina, no se limita al simple trámite del envió oficial; sino que corrobora con su autorizada opinión los planteamientos formulados por la honorable dama de Barinas. Después de manifestar su acuerdo con el testimonio rendido por los señores Blanco, Escobar, Mora y Palacio, el gobernador Pulido agrega lo siguiente: “Además, debo añadir que la señora Coeto ha padecido infinitos trabajos y toda clase de persecuciones del gobierno español desde el momento en que fue prisionero su esposo: que después de haber perdido a este, y a su hijo en defensa de la patria, y una fortuna regular que poseía antes de la revolución se ha encontrado y se encuentra en una situación lamentable y digna de lastima, sin más amparo ni apoyo que la caridad de algunos; por lo que es de admirar que sobreviva a la edad de setenta años que puede tener, de los cuales la mayor parte los ha pasado en suma miseria, habiéndose encontrado antes de la guerra de Independencia con una regular comodidad; por todo lo cual se hace más acreedora al goce que solicita”. El gobierno de Venezuela concedió a la anciana heroína barinesa una pensión, como correspondía a su cualidad de madre y viuda de “ilustres próceres”, a los cuales acompaño no solo en las horas de los hermosos triunfos militares; sino también en los momentos difíciles de las derrotas, de las enfermedades y de la muerte.
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NOTA Este articulo fue tomado de: TOSTA, Virgilio. Mujeres notables. Caracas: Editorial Sucre, 1963,
Tipo africano y mestizo-Provincia de Santander, Colombia (detalle), siglo XIX de Carmelo Fernández. Fuente: José Nucete Sardo. “Carmelo Fernández”. En: Pintores Venezolanos, n° 9. España: Edime, 1968, p. 238. Reproducción: © Samuel L. Hurtado C.
Rostros de mi TierraH
Erazzo:
Autor Yasael Bastidas Hernández yasaelbh@hotmail.com
Licenciado en Arte (UCV). Artista Visual. Docente de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales “Ezequiel Zamora”. Barinas.
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Jesús Arnaldo Erazzo durante su actuación en una obra de teatro. Colección: ©Junior Palacios. Fuente: http://teatroenbarinas.blogspot.com/ Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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Un artista del papel y el lienzo
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Al mirar el campo de las Artes Visuales en el estado Barinas, nos lleva a fijar nuestra atención en obras e individualidades que configuran el corpus del arte en la región. Uno de estos personajes es Jesús Arnaldo Erazzo. Una mirada a su trabajo nos permitirá contrastar sus orígenes, formación e influencias, visiones particulares y los elementos plásticos presentes en su obra.
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De raíces santaluceñas
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Erazzo nació el 17 de junio de 1960, en Santa Lucia, población perteneciente al municipio Barinas, estado Barinas. Su padre, José de Jesús Erazzo, de costumbres y tradiciones familiares merideñas le inculca con fervoroso amor y respeto la heredad artesanal de sus ancestros y su mística hacia el trabajo, labor que llevó a cabo en la Escuela Técnica Industrial “Ezequiel Zamora”. La madre, Rufina Castellano de Erazzo, se convierte en su guía y mentora, apoyando y estimulando su formación familiar, educativa, artística y cultural. Es el sexto hijo y entre sus hermanos están: José Martín, Rafael Octavio, Renata, María Cristina y Lina. Con el transcurrir del tiempo y con la finalidad de ofrecer mejores opciones y calidad de vida, la familia se traslada a Barinas, residenciándose en la calle Cedeño. Su infancia transcurre bajo el cuidado y amor de sus padres, hermanos y amigos. La formación Primaria la realizó en el Colegio “Fe y Alegría” ubicado en la Urbanización Simón Bolívar, frente a la Avenida Chupa-Chupa, de la ciudad capital. A los diez años de edad, mientras estudiaba 4° grado entra en contacto con lo que más tarde sería su misión de vida: El dibujo y la pintura. Posteriormente los estudios de bachillerato los realiza en el liceo “Bachiller Elías Cordero Uzcátegui”. En ese mismo tiempo recibe entrenamiento como Auxiliar de Telecomunicaciones en el C.E.I CANTV. Al cumplir los 19 años, se traslada a Caracas y se inserta en el mercado laboral de las telecomunicaciones. Trabaja un par de meses. Posteriormente reflexiona y toma la decisión de regresar a Barinas para desarrollar e incursionar
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Yanomami (2006) Pintura al frío sobre papel, 84 x 64 cm. Colección: ©Jesús Arnaldo Erazzo. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
en sus intereses vocacionales y profesionales: la creación artística. En años posteriores y tras su regreso a Barinas, decide compartir la vida con María Emilia Labrador, de cuya unión nace su hijo Anderson Erazzo Labrador.
Jesús Arnaldo Erazzo durante su actuación en una obra de teatro. Colección: ©Junior Palacios. Fuente: http://teatroenbarinas.blogspot.com/ Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
Del Teatro a las Artes Plásticas Su incursión en la vida artística se pone de manifiesto cuando una amiga lo invita a visitar unos espacios destinados al quehacer cultural. En este caso, y como elemento destacable el profesor Jorge Jaime, para entonces director del Taller de Teatro le sugiere realizar una improvisación. A partir de allí se incorpora al estudio, investigación y reflexión del hecho teatral a través de la práctica in situ, la consulta, lectura de libros, revistas culturales, catálogos y programas de mano. Este transitar de 20 años le permitió participar en varios montajes: “Así ocurrió cuando los blancos no fueron malos”, “En caso de Beltrán Santos”, “Piedra desnuda piedra pintada”, “Aquí también es América”. Montajes realizados bajo la dirección del Maestro Ramón Lameda, miembro del Teatro Estable Barinés de Muñecos. En el terreno de las Artes Visuales su formación la realiza en el Taller Municipal de Arte “Rafael Calvo”, espacio de formación y reflexión artística
de la ciudad de Barinas. Siendo sus maestros Alirio González, Jimmy Soto, José Ignacio Vielma, entre otros. Como diría Bachelard: “Cuando un soñador de ensoñaciones ha apartado todas las preocupaciones que estorbaban su vida cotidiana, cuando se ha liberado de la preocupación que proviene de la preocupación de los demás, cuando se vuelve el autor de su soledad, cuando por fin puede contemplar, sin contar las horas, un aspecto hermoso del universo, siente que en él se abre un ser. De pronto ese soñador es soñador del mundo”. Toda esta contemplación tiene especial importancia en Erazzo, llevándole a ese abierto universalismo del arte, a la indagación y asimilación de las tendencias vanguardistas. Su trabajo y línea de investigación comulga con el modernismo, el abstraccionismo, surrealismo y el grabado. Este artista se maneja y se recrea elaborando y confrontando su propuesta estética con las enseñanzas transmitidas por sus maestros. Para él, el abstraccionismo es la iniciación más lúcida y adecuada para dilucidar el significado
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En el franco café, 2006. Pintura al frío sobre papel (84 x 64 cm). Colección: ©Jesús Arnaldo Erazzo. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
Primer Salón Regional de Artes Plásticas. Barinas, 1989. Segundo Salón de Artes Plásticas. Barinas, 1990. Primera Bienal de los Llanos Occidentales.Barinas, 1991. Primera Colectiva de Artistas “La Nueva Galería”. Barinas, 1991. Galería “El Pasillo” .Caracas, 1991. Otra Visión de la Plástica en Barinas. Guanare, 2001 XIX Salón Nacional de Guanare. Guanare, 2002. Salón Nacional de Dibujo y Pintura. Guanare, 2002. Exposición: Presencia del Arte en Barinas. Ejido, 2003. Exposición Colectiva de Artistas de Barinas. Cojedes, 2003. Primer Salón de Dibujo de los Llanos. Cojedes, 2003. Taller Municipal de Arte Rafael Calvo. Barinas, 2003. Taller Municipal de Arte Rafael Calvo XVI Exposición de Fin de Curso. Barinas, 2003.
XXI Salón Nacional de Guanare. Guanare, 2004. Exposición Itinerante de Artistas Barineses. Mérida, 2004. Segunda Mega Exposición. Caracas, 2004. Exposición Itinerante de APULA. Mérida, 2004. Salón Nacional de Pintura Ciudad de Guanare. Guanare, 2004. Certamen Mayor de las Artes y las Letras. Capitulo Artes Visuales. Barinas, 2005.
premios obtenidos 1er Premio en Dibujo en el Primer Salón Regional de Artes Plásticas. Barinas, 1989. 1er Premio en Dibujo en el Segundo Salón Regional de Artes Plásticas. Barinas, 1990. Mención Honorifica en la Primera Bienal de los Llanos Occidentales. Barinas, 1991. Mención Honorifica en el XXI Salón de Guanare. Guanare, 2004.
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exposiciones realizadas
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L Paisaje interior, 2006. Pintura al frío sobre papel (84 x 64 cm). Colección: ©Jesús Arnaldo Erazzo. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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Barinas. En el año 2005 publica dos novelas: Tras la arena de ayer, obra ganadora por la región de los Llanos en el Certamen Mayor de las Artes y las Letras convocado por el Consejo Nacional de la Cultura, y El perfil glorioso de Celeste Braco editado por el Fondo Editorial Napoleón Sebastián Arteaga. Al año siguiente el Fondo Editorial Napoleón Sebastián Arteaga le publica La verdad cansada y otros textos teatrales. Recientemente salió al público El Llano: Voces y testimonios de sus Un pincel en las letras cultores (2013), obra impresa bajo los auspicios de la Fundación Editorial El perro y la rana y la La labor de Jesús Arnaldo Erazzo no sólo la Alcaldía Bolivariana Socialista de Barinas. ubicamos en los lienzos, sino también en su destacada facilidad para la escritura, contribuyendo LECTURAS RECOMENDADAS a enriquecer el corpus literario barinés, de cuyas ALVARADO, Marvelys y QUEVEDO, Deivis. La creobras encontramos una diversidad de géneros ación artística del pintor barinés Jesús Arnaldo que van desde la poesía, la novela, el cuento y Erazzo desde su discurso plástico. Barinas: Unla escritura dramática. Así tenemos, Quebrada ellez, Trabajo de Grado para optar a la Licenciatura en Educación Mención Arte, septiembre 2011. Amarga, que comprende una serie de relatos, ERAZZO, Arnaldo. El llano: voces y testimonios publicados en el año de 1995. Bajo esta línea, de sus cultores. Barinas: Alcaldía Bolivariana Soaparece en el año 2002, Libro de Raúl, editado por cialista de Barinas, 2013. la Asociación de Nacional de Escritores del estado profundo y las concepciones del dibujo, la línea, el color y la composición, siendo estos elementos no una meta sino un punto del que se parte. Parafraseando a Pavese, encontramos en Erazzo, en su oficio de vivir y de artista plástico, la particularidad de llevar a cabo una doble lectura de su obra: a través de sus cuadros-lienzos y a través de su escritura sustentada en el equilibrio, la creación y la consciencia.
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Nuestro PatrimonioH
El Cedral y El Gaván
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Calzada de Pedraza. Colección: ©Fundación Bigott. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, pp. 80-81. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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montículos y calzadas
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Hasta comienzos del XX se pensaba que las culturas prehispánicas venezolanas no habían contado con algún grado de desarrollo. Esta tesis cambió a partir de los estudios de montículos, camellones y calzadas de tierra encontrados en la zona llanera de El Cedral, El Gaván y Pedraza. De estas formaciones artificiales, y de las numerosas piezas de cerámica halladas en la zona, los arqueólogos han logrado inferir usos ceremoniales y un inteligente resguardo para los cultivos y viviendas, que permitía la sobrevivencia en tiempos de inundación o sequía. Por los desplazamientos que sugieren algunas calzadas y su relación con los montículos, se ha podido incluso atisbar la existencia de una compleja población indígena, que llegó a funcionar como centro de una red política y comercial. Se cree que desde algunos siglos antes de la era cristiana había grupos humanos asentados en el actual estado Barinas. El difícil clima de la región
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llanera (seis meses de lluvias torrenciales y seis de sequía) hizo que cientos de años después antiguos habitantes de la zona diseñaran estructuras y transformaran el paisaje local hasta convertirlo en un lugar apto para asentar un poblado con alto grado de desarrollo, con ciertos avances tecnológicos y complejidad en las maneras de organizarse. Los elementos de este diseño de ingeniería prehispánica (montículos, campos drenados y calzadas) han permanecido desde entonces como parte integral del paisaje llanero. A pesar que esos montículos habían sido referidos como artificiales por Alejandro de Humboldt en 1820, durante mucho tiempo se pensó que se trataba de formaciones naturales (eran denominados por los pobladores como “cerros de los indios”). Desde principios del siglo XX, trabajos arqueológicos confirmaron su condición de complejas y funcionales estructuras de fabricación humana.
L Corte del Complejo Gaván. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, p. 79. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
Los túmulos o montículos Se trata de montañas artificiales de tierra, de forma cónica; algunas de más de 10 metros de altura. Una de las mas grande es el montículo mayor de El Gaván, de 12 metros, seguramente destinado a fines ceremoniales, deducción a la que se llega por las figuras simbólicas que se han encontrado en su área. Su base tiene un diámetro de 90 metros, y una acumulación de tierra de 80 metros de largo, que tiene forma de rampa, lo comunica con la población. Se cree que los demás montículos de El Gaván, más de 130, fueron utilizados como soporte para estructuras residenciales, hipótesis que sostiene gracias al hallazgo de utensilios de carácter doméstico, como vasijas y objetos de cerámica. La función de los montículos era proteger las viviendas en tiempos de lluvia e inundación de la sabana.
Pero también se piensa que servían igualmente para cultos funerarios. En algunos túmulos se han encontrado restos humanos, sepultados debajo de lo que ha debido ser el piso de la vivienda. En uno de estos enterramientos se encontraron ofrendas de cerámica y una piedra de malaquita que podría provenir de los Andes del sur de Colombia o del norte de Ecuador, evidencia que revela un importante comercio con otras culturas.
Los campos drenados Con la misma técnica de acumulación de tierra, los indígenas de El Cedral y El Gaván elaboraron campos elevados, conocidos como “camellones”. Se trata de conjuntos de elevaciones artificiales del terreno, en forma de hileras o plataformas, de casi tres metros de alto, que demuestran un importante avance en los procedimientos de siembra: permitían mantener la producción agrícola aún
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L Túmulos o montículos de Pedraza, febrero 2013. Fotografía: ©Carol Vequiz. Colección: ©Carol Vequiz.
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durante la época de lluvia, al resguardarla de las inundaciones. Igualmente, durante la sequía servían como reservorios de humedad: al estar ubicados cerca de los ríos, actuaban como canales que facilitaban el drenaje de la humedad para fines agrícolas. Incluso, las lagunas que se formaban entre las estructuras albergaban peces de la región. Esta labor de ingeniería fue comparada en los años 70 con los módulos de Turén.
Las calzadas
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La calzada es un camino elevado, también de tierra acumulada pero en forma de rampa, que se extiende a lo largo de las grandes distancias y bordea poblaciones o asentamientos. Se cree que estas vías servían de vínculo o comunicación entre los diferentes poblados de la zona, e indiscutiblemente son evidencia de alianza económica y social. Gracias a su altura, no desaparecían bajo las inundaciones de la época de lluvia. Cuando la
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calzada rodeaba la estructura de un pueblo entero, servía de emplazamiento para una muralla o empalizada que resguardaba a los habitantes.
El Gaván Por sus dimensiones, es considerado uno de los asentamientos más importantes de la región. El Gaván contaba con una gran calzada (o “calle principal”) de 500 metros de largo, que todavía hoy puede apreciarse. Además, está en el centro de una zona donde se infiere que hubo dos poblados, hacia donde parten desde su perímetro numerosas vías, por lo que se deduce que tuvo especial jerarquía y sólidas influencias políticas y comerciales en un área de unos 290 km2. La distribución de las estructuras indica que el poblado tenía una organización bastante similar a la de los pueblos coloniales. Del montículo mayor (o “templo”, por su uso ceremonial) sale la “calle” (calzada) principal, y a los lados se distribuyen
L Túmulos o montículos de Pedraza, febrero 2013. Fotografía: ©Carol Vequiz. Colección: ©Carol Vequiz.
Vasija de dos cuerpos biconvexos de la Serie Osoide del Complejo Caño del Oso. Colección: ©Departamento de Antropología del IVIC. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, p. 81. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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L Fragmento de plato de pedestal del Complejo Caño del Oso. Fotografía: ©Alfredo Boulton. Fuente: ©www.museovirtualdeamericalatinayelcaribe.org
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las viviendas: más de un centenar de montículos que albergan estructuras residenciales y pequeños campos de cultivo. Los análisis de radiocarbono revelan que la construcción del montículo mayor ocurrió entre los años 500 y 600 d. C. los restos arqueológicos indican que El Gaván fue abandonado en el siglo XI, de manera súbita. Algunas evidencias, como objetos afectados por el fuego, sugieren que el pueblo encontró su final ante el repentino ataque de una población enemiga (probablemente de El Cedral).
El Cedral Uno dos siglos después de haberse formado la población de El Gaván, se desarrolló otra sociedad igual de compleja: El Cedral, ubicada a 40 kilómetros al suroeste de la primera. El modelo de ingeniería fue el mismo: montículos para ubicar viviendas o espacios ceremoniales, calzadas y sistemas de campos drenados para los maizales. En el caso de El Cedral, se han logrado hacer deducciones importantes sobre la vida social:
en las ceremonias de intercambio se celebraban festines con grandes cantidades de comida y chicha o mazato. Esos eventos eran aprovechados por la élite local para exhibir su riqueza, reafirmar su prominencia política, consolidar alianzas con caciques de otras aldeas y conseguir nuevas oportunidades de intercambio. La población llegó a ser más extensa que la de El Gaván: su calzada principal era cuatro veces más larga, y su montículo principal, de mayor tamaño. Los antropólogos Rafael Gasson y Alberta Zucchi sostienen la teoría que existió una dinámica competitiva (de comercio y producción) entre las comunidades de ambos asentamientos.
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NOTA
Este artículo fue tomado de: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional / Instituto de Patrimonio Cultural, 1977, pp. 78-81
Huellas de PapelH
Un acuerdo en favor de la educación barinesa Autora Marinela Araque Rivero marinelaaraque@yahoo.com
L Schulknabe, 1881. Óleo sobre tela (56 x 42,5 cm) de Albert Anker. Colección: ©Koller Auktionen.
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Licenciada en Educación Integral mención Castellano y Literatura. Experta en programa de alfabetización. Promotora Cultural especialista en Patrimonio Cultural y Turismo Sustentable. Investigadora de la Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas.
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Napoleón Sebastian Arteaga fue un personaje revolucionario que actuó como motor decisivo para que se estabeciera en la ciudad de Barinas el Colegio Bolívar, inaugurado el 20 de febrero de 1852. El 30 de noviembre de 1848, Napoleón Sebastian Arteaga Gobernador de la Provincia de Barinas suscribió un acuerdo donde se obligaba a pagar al señor Licenciado Francisco Pimentel y Roa, apoderado de los señores Juan Bautista Dalla-Costa é hijo provenientes de la ciudad de Angostura, la cantidad de cincuenta pesos, valor convenido por un cuarto de manzana donde existía una fábrica para una casa de teja, ubicada al costado del edificio destinado por la Diputación Provincial para el Colegio de Bolívar, siempre y cuando, los propietarios se negaran a la donación de la mencionada fábrica. Sim embargo, no hubo necesidad del pago. Meses después, el 7 de diciembre de 1848 los señores Juan Bautista Dalla-Costa é hijo, realizaron la donación del terreno y bienechuría a favor del Colegio de la ciudad de Barinas, el cual entraría en funcionamiento en el año de 1852.
costado de edificio desitinado para el Colegio por la Honorable Diputación de esta provincia; siempre que los referidos señores Dalla Costa é hijo no quieran confirmar a favor del Colegio la escritura de donación que a su nombre otorga el señor Licenciado Pimentel por los arranques dichos: por cuya razón se fija como término para verificar el pago, tan luego como se obtenga en esta ciudad la negativa de los propietarios de no hacer la gravadona, sino recibir el precio de los cincuentas pesos, ajustado con su apoderado; siendo por tanto condición expresa, que debe otorgar el señor Licenciado Pimentel, inmediatamente despues de la presente obligación, la escritura correspondiente a favor del Colegio y para que conste primero este autorizado por secretaría en Barinas á 30 de Noviembre de 1848. Napoleón Sebastián Arteaga. Por su Señoría el Gobernador de la Provincia.El Oficial 1º. Juan B. Delgado.
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Sello sexto para el año económico de mil ochocientos cuarenta y ocho a cuarenta y nueve: su valor cinco Reales Napoleón Sebastián Arteaga Gobernador de la Provincia de Barinas, en uso de la facultad que me ha sido conferida por ordenanza de esta fecha, sobre Colegio y Propios de esta ciudad, declaro que me obligo a pagar al señor Licenciado Francisco Pimentel y Roa, como apoderado de los señores Juan Bautista Dalla Cosa é hijo de Angostura cincuenta pesos, valor convenimos por el cuarto de manzana que perteneciente á los expresados señores, existe en ésta ciudad con arranques de fábrica para una casa de teja, al
FUENTE: Archivo Oficina del Cronista Oficial del Municipio Barinas. Expediente Colegio Bolívar, sin foliación. Transcripción: Marinela Araque Rivero. DIGITALIZACIÓN: ©Marinela Araque Rivero.
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Transcripción
haciendo memoria. nยบ 7. barinas, ene-feb. 2013. ISSN: 2343-6026
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Qué hacemosH
Fundación Patrimonio Barinés Una institución comprometida con nuestra memoria histórica Autor Jesús Antonio Torres Camacho jeantorca@gmail.com
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Licenciado en Historia (ULA). Presidente del Centro de Investigaciones Sociohistóricas Dr. Virgilio Tosta.
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del estado Barinas es el reto que se ha impuesto esta fundación, con el propósito de fortalecer los valores culturales, fomentando en las nuevas generaciones el sentido de procedencia, pertinencia y permanencia. En la actualidad la fundación la integran los siguientes miembros: Ana Teresa Toro, Leda Arraiz, Alejandro Arraiz, Margarita Rujano, Carlos Contreras, Luz Márquez, Armando José Márquez, Fanny Ladino, Jesús Leal Carreño, María Luisa Cetina, Teresa Delgado, Henrry Linares, Yosaira Zúñiga, Aura Viera, Gabriel Delgado, José Raúl Buitriago, Deivi Valero, Armary Rojas, Carolina Rojas, Escalante y Rafael Reyes. Siendo un grupo de mujeres y hombres que trabajan motivados por su gran amor por Barinas, aportando cada uno desde su profesión a la investigación cultura y a la defensa de nuestra identidad regional.
L Niños y niños exhibiendo franelas realizadas en los talleres de pintura. Fotografía: ©Archivo Fundación Patrimonio Barinés
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La Fundación Patrimonio Barinés nace el 17 de septiembre de 2008, al ser registrada como una fundación sin fines de lucro que tiene por objetivo investigar, preservar, conservar, vigilar e identificar el patrimonio natural y cultural del Estado Barinas. Entre las actividades que han desarrollado estan, el asesoramiento y tutoría de trabajos de investigación presentados en foros, encuentros y conversatorios; además, de su divulgación en radio, prensa y televisión. También ha realizado talleres, charlas y visitas guiadas a los petroglifos, montículos y calzada existentes en los municipios Pedraza, Antonio José de Sucre y Ezequiel Zamora. Estas actividades han estado dirigidas a las escuelas, comunidades, universidades y otras instituciones relacionadas con el quehacer cultural barinés, venezolano y latinoamericano. Resguardar y promover la memoria histórica
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Entre algunos talleres que ofrece la fundación se encuentran:
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I Taller de Patrimonio y Acervo Cultural II Taller de Patrimonio y Acervo Cultural Taller de Investigación Cualitativa, bajo la metodología Estudio de Caso, para directores/as Taller de Investigación Cualitativa para docentes Taller de Pirograbado Taller de Elaboración de Collares Taller de Repujado en Piedra Taller de Repujado en Velones Taller de Pintura sobre Tela.
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Visita guiada niños y niñas en los petroglifos Santa Marta, en la población de Bum-Bum, del municipio Antonio José de Sucre. Fotografía: ©Archivo Fundación Patrimonio Barinés
Entre LibrosH
Título: Relatos de la Memoria. Autor: Vicente Peña Pulido Edita: Fundación Cultural Barinas, Año de Publicación: febrero 2013. Páginas: 156.
Autor Manuel Darío Grüber manuel_gruber2012@gmail.com
Esa facultad psíquica por la cual solemos recordar y retener el pasado individual o colectivo, nos coloca la mayoría de las veces en buenos y malos momentos. Un laureado director de cine, Luis Buñuel, sentenció que “una vida sin memoria no sería vida. Ella es nuestra razón, nuestra acción y nuestro sentimiento. Sin ella no somos nada”. Ese recuento de emociones, de evocaciones, aprendizaje, historias y pensamientos, van formando, al paso del tiempo, una amplia capa de fragmentos memoriosos, y mediante su actividad mental, nos damos a la tarea de afianzar nuestra identidad.
Estas aserciones vienen a cuento en razón de la aventura literaria que Vicente Peña Pulido -barinés integral e integrado a la cultura desde hace muchas décadas- viene trajinando con este libro de relatos breves, sobre el terreno que ha pisado con verdadera devoción, ubicado entre la tierra pedraceña y sus pasos sobre la Barinas capital. Son estos Relatos de la memoria consecuencia de sus largas y fervorosas vivencias en sus años mozos. Amigos y familiares que trastocan con sus dones, defectos y ambiciones, la intención del autor de darles una auténtica morada en su memoria; esto, porque se le escapan a menudo por laberintos, o
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Poeta y Escritor
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José Vicente Peña Pulido. Nació en Ciudad Bolivia, capital del Municipio Pedraza, el 2 de diciembre de 1926. Hijo de Miguel Peña García y de María Inés Pulido Osorio. Se desempeñó como reportero del Diario Pronto y redactor de noticias del Noticiero 1190 de Radio Barinas. Durante 1981 y 1982, dirige y edita la revista Cátedra. Entre sus obras publicadas se destacan: Perfiles (1988), Caminos (1998), Un paisano llamado Julián (2000) y El último reportaje. Fotografía / reproducción: ©Jesús Antonio Torres Camacho.
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a campo traviesa, en un recorrido a través de los acontecimientos pretéritos. Sin embargo, Vicente Peña Pulido hace advertencia sobre esta obra que él califica como un collage, señalando una arquitectura donde “el espacio y el tiempo se mueven, tal como recuerdo en una novela de Magda Shado”. Al comienzo, en la balanza, estos cuentos los describe como “esqueletos mal armados y sin carne”, y decide luego ubicarlos en el tiempo y espacio dentro de una lógica narrativa. Vemos en estos relatos unas secuencias que afloran y navegan por estancias rurales, sobre las cuales el autor ha realizado una suerte de peregrinaje de la memoria, en un lenguaje sencillo, pleno de motivaciones humanas y de total entrega al sosegado ambiente de una Barinas que apenas se asomaba al retumbar de la era petrolera. Así los personajes que nos trae
y recrea a su manera, donde vislumbramos en ciertos paisajes reminiscencias orteguianas. Los personajes que maneja Vicente Peña Pulido se nos presentan, algunos furtivos en su cotidianidad rural; otros, con arrojos aventureros e ingeniosos procedimientos en su actuación por el pequeño mundo en que se desenvuelven. Personajes como Fabián, quien arremete contra la realidad social que lo circunda con el escudo de sus sueños y ambiciones, haciéndolo con sorprendente audacia. En el anclaje de su memoria remota, el autor va hilvanando una serie de eventos que tienen mucho que ver con sus vivencias en su tierra nativa. También en Barinas tira la soga de sus recuerdos y se entrevé su relación con varios de esos personajes que figuran en esta obra. Se adentra en el pasado y, sin recurrir a subterfugios narrativos, penetra en la psicología de sus tipos humanos, los que andan en trashumancia por lugares de la geografía barinesa del piedemonte. Así lo vemos con Julio Hernán y Juan Bautista, noctívagos y soñadores. Asimismo, José Valentín, quien va tras los sortilegios y tiene el don de ver algunas cosas que la población donde reside no percibe; el cual tendrá, al correr del tiempo, un interesante pasaje interior, con estudios en Caracas y soltando sus ocurrencias filosóficas en predios estudiantiles. Lo mismo, don Mariano y don Froilán, ubicados en sus respectivas atmósferas, como en una crónica de Azorín, llevan una vida sin angustias existenciales, pero con perseverante laboreo en su diario trajinar El movimiento de los personajes en sus escenarios nos muestran el carácter de cada uno de ellos en su medio ambiente: su cultura, sus pasiones, sus sentimientos. Este collage, como bien lo dijo el autor, se esmeró en soldar sus fracturas y mostrarse coherente con sus historias.
Nosotros y los otrosH
Entre excavaciones y pigmeos
Los yacimientos arqueológicos de Quíbor Autora Nayrin Pérez Giménez Nayrinyanet19@gmail.com
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Enterramiento de Boulevar de Quíbor. Fotografía: © Luis E. Molina, 1986. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, p. 85. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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haciendo memoria. nº 6. barinas, nov-dic. 2012. DL: Lf. 073201190002582
Licenciada en Historia (ULA). Magister en Enseñanza de la Historia. Docente de la Universidad Politécnica Territorial de Lara Andrés Eloy Blanco - Barquisimeto.
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“A los enterradores de pigmeos, los espantará la llorona” Jota De Erre. El Impulso. Barquisimeto. 12/06/1975
Así comenzó todo
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Quíbor, capital del municipio Jiménez del Estado Lara, es zona con un invaluable tesoro arqueológico representativo de las primeras sociedades existentes en el centro occidente del país. Uno de sus lugares más importantes lo constituye el cementerio indígena del Boulevard descubierto en diciembre de 1965, mientras eran colocadas las tuberías para las aguas servidas en las cercanías de la Plaza Bolívar de esta localidad. Para dirigir estas excavaciones, el Gobernador del Estado, en esa época, Miguel Romero Antoni (1964-1968) contrató los servicios del Profesor de Arqueología de la Universidad Central de Venezuela, Adrián Lucena Goyo, quien participó
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de los hallazgos y fue uno de los que señaló la importancia de las piezas allí encontradas. En este lugar, fueron encontrados collares, ídolos y vasijas de cerámica de una notable belleza. Además, de numerosos esqueletos pertenecientes a grupos indígenas fechados entre 145 d.C. y 575 d.C. que según los especialistas, se caracterizaban por presentar una “talla muy baja”, que correspondería, según aquellos, a los que se denominan los pigmeos. Las referencias acerca de la presencia de grupos indígenas de talla muy reducida en el territorio venezolano aparecen desde los primeros reportes y crónicas de conquistadores en sus incursiones y exploraciones. Se ha tomado como referencia fundamental los relatos de viajes de Nicolás Federman, de 1530, quien señaló que toda la nación de ayamanes era enana. Posteriormente, con las visitas de naturalistas y exploradores a finales del siglo XIX se sumaron noticias y referencias sobre la existencia de grupos “pigmeos” en distintas zonas del territorio nacional, especialmente en la Sierra de Perijá y en el actual Estado Amazonas.
Detalles de una de las calles del centro poblado de Quíbor a mediados de 1982. Fotografía: © Pablo Novoa Alvarez, 1982. Fuente: Geomundo Venezuela. Caracas: Editorial América, 1982, p. 37. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
En el caso de Quíbor, Adrián Lucena afirmó que estas osamentas encontradas constituían una prueba tangible de la existencia de una “civilización” pigmea en el continente americano. Según señala el investigador, estos cuerpos tendrían estatura de aproximadamente 1,45 centímetros y a diferencia de los enanos, poseían un cuerpo proporcionado. Consideraba que debió ser una sociedad de unas 50 mil personas aproximadamente, que tendrían una antigüedad aproximada de 2000 años. El antropólogo Pedro Pablo Linares asegura la existencia de pigmeos en el Estado Lara. Según este investigador, el cementerio de Quíbor y unos restos encontrados en El Tocuyo son suficientes pruebas de la existencia de estos grupos en épocas pasadas. Asimismo, considera que existen en la actualidad comunidades con esas características, planteando que los Yukpa de la Sierra Perijá y los Ayamanes podrían ser parte de una misma cultura, y estos últimos, estarían relacionados con los referidos por Federman. Por su parte, el Doctor José Pérez Marcano consideraba, que los esqueletos que habían aparecido en El Tocuyo y en Quíbor pertenecían a pigmeos o seres adultos de baja estatura. Su criterio estaba basado en la existencia de dentaduras y formaciones óseas de personas adultas. Asimismo, otros investigadores avalaron esta teoría, entre ellos, Jean Pierre Hallet, de la Universidad de California, quien relacionaba el origen del hombre con su tesis de la “pigmoicidad” planteando que los ancestros más antiguos del hombre eran estas sociedades pigmeas. Paul Rivet, señalaba la presencia de pigmeos en algunas regiones de Sudamérica, al sur del Amazonas, extendiéndose a la cuenca del Orinoco, la Sierra de Perijá hasta el Valle del Alto Sinú y El Darién en Colombia,
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Enterramiento de Boulevar de Quíbor. Fotografía: © Luis E. Molina, 1986. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, p. 86. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
confirmando además, la existencia de grupos pigmeos contemporáneos en algunas poblaciones del Estado Lara. Por su parte, Jorge Armand, Jefe de la Sección de Arqueología de la Universidad de Los Andes, plantea que los pigmeos de Quíbor provenían de una migración pigmoide de África y de Asia suroriental que vino a América, lo que según este investigador, le daba un gran valor científico al cementerio de Quíbor. Este antropólogo consideraba este lugar como el primero en su género en América Latina lo que revolucionaba las teorías existentes sobre el origen del hombre en América.
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¿Una civilización pigmea?
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Figura votiva elaborada en cerámica, de construcción hueca a base del sistema de enrrollado (42,5 x 20 cm). Fotografía: © Pablo Novoa Alvarez, 1982. Fuente: Geomundo Venezuela. Caracas: Editorial América, 1982, p. 39. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
Piezas artesanales inspiradas en la arqueología quiboreña. Fotografía: © Pablo Novoa Alvarez, 1982. Fuente: Geomundo Venezuela. Caracas: Editorial América, 1982, p. 38. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
Ahora bien, hasta los años ochenta se tenía plena convicción de la existencia de estos grupos humanos, sin embargo, con la llegada a Quíbor de nuevos investigadores se retoma el tema de los pigmeos. El antropólogo físico Fernando Luna Calderón, integrante del equipo que trabajaba en las excavaciones de ese cementerio indígena y alto funcionario del Museo del Hombre de la Republica Dominicana niega la existencia de estos grupos humanos. Asegura que los esqueletos que han sido rescatados en esa y otras oportunidades pertenecían en su mayoría a niños y algunos a personas adultas de tallas muy pequeñas. Señalaba que algunos de estos esqueletos presentaban un cráneo muy grande, posiblemente producto de alguna enfermedad y ser confundidos por pigmeos. Además, el doctor Mario Sanoja antropólogo venezolano, afirmaba que habían aparecido restos que presentaban las huellas de una enfermedad caracterizada por deformaciones en los maxilares y abultamiento de la cabeza, característicos de una enfermedad llamada Mucopolisacaridosis, de la cual han encontrado rastros en la actual sociedad quiboreña. Esta enfermedad corresponde a un trastorno enzimático que origina disminuciones en el tamaño de las mandíbulas y deformaciones en las piernas que comienzan a tomar una forma arcada como un paréntesis.
El antropólogo Luis Molina ha señalado que en Venezuela y en otras regiones de América se ha tendido a definir como pigmeos a individuos o poblaciones de talla reducida, considera además un error usar como único rasgo definitorio la talla de los individuos. Recalca que los estudios especializados de antropología física sobre los cuerpos encontrados en el boulevard fueron realizados muy posteriormente a la popularización de la existencia de pueblos pigmeos prehispánicos en Quíbor. Considera este investigador que la discusión sobre el pigmeismo de grupos indígenas, se había desarrollado básicamente en torno a etnias contemporáneas. Asimismo, plantea que las informaciones sobre las excavaciones en Quíbor estaban contenidas casi en su totalidad en artículos y entrevistas periodísticas y los datos que allí se aportaron son de escaso valor arqueológicos. Para efectos de una discusión en torno a evidencias empíricas, sólo existe una breve nota publicada por Lucena donde indica la antigüedad, señalando muy someramente el problema de la talla en los esqueletos y su posible asociación con una población pigmea. Molina también considera que las evidencias no son consistentes para defender la posible existencia de grupos prehispánicos cuya talla esté por debajo del resto de la establecida para los indígenas
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americanos. Apunta que el estudio detallado del material óseo permitirá hacer afirmaciones más sólidas y concluyentes sobre la talla de esas poblaciones. Sin embargo, según lo afirman los investigadores actuales del Museo Antropológico “Francisco Tamayo” y la bibliografía consultada, existe una carencia de evidencias consistentes que comprueben la existencia de estos grupos pigmeos en esta zona. En este sentido Mario Sanoja insiste en: “...la necesidad de corregir ese error histórico que se ha repetido sistemáticamente hasta ser tomado como una verdad sin fundamento y que se ha convertido en un factor que desorienta y confunden a la población”.
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Piezas artesanal inspirada en la arqueología quiboreña. Fotografía: © Pablo Novoa Alvarez, 1982. Fuente: Geomundo Venezuela. Caracas: Editorial América, 1982, p. 38. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.
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Ahora bien, el descubrimiento de este cementerio indígena fue de gran importancia para el desarrollo de los estudios arqueológicos de las sociedades indígenas en esta zona y permite que Quíbor se consolide como punto de referencia en la arqueología nacional. En relación a los pigmeos existen sus seguidores y detractores dentro de la comunidad científica, sin embargo, la idea se ha mantenido como algo verdadero en la memoria colectiva del pueblo quiboreño.
LECTURAS RECOMENDADAS Boscán, Homero. “Civilización de 50 mil pigmeos existió en el Valle de Quíbor hace más de dos mil años”. En: El Impulso. Barquisimeto, 20 de julio de 1975, p. A12. Pineda Duran, Marcos. “No eran pigmeos los antiguos pobladores de Quíbor”. En: El Impulso. Barquisimeto, 31 de julio de 1981, p. B1 Molina, Luis. “Quíbor y su Museo: Existieron y existen pigmeos en la región de Quíbor (I)”. En: El Quíboreño. Quíbor, del 28 al 3 de noviembre de 1983, p. 4
más Conoce sobre el Himno En abril del año 2012 la profesora Marinela Araque Rivero halló -luego de casi un siglo de desaparecido- el expediente sobre la selección del Himno Oficial del entonces estado Zamora, hoy Barinas. Conoce más sobre esta interesante investigación a través de la compilación documental: Un canto para enaltecer el patriotismo de los zamoranos
del Estado Barinas
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