TEJER LOS SUEÑOS DE
UN TURISMO

MÁS
HUMANO ES VIABLE,
ES REAL. La experiencia de la Isla Balsero Chimu, en el Lago
Titicaca de Perú Por: Richard Bazán

En el 2018, Enrique Cuno y Angélica Panca, esposos y artesanos de la Parcialidad de Chimu, en la comunidad de Ichu - a 20 minutos al Sur de la ciudad de Puno - ya tenían un sueño: trabajar en turismo. Su ubicación era estratégica; diariamente, cientos de turistas pasaban por su localidad a lo largo del “Corredor Aymara”, que conecta Puno con Bolivia, pero no los visitaban; no formaban parte aún de la oferta turística local.
Un año antes, la familia de Enrique y Angélica había construido una isla de Totora en este sector, a la que llamaron “Isla Balsero Chimu”. Esta isla multifamiliar fue tejida con la misma técnica que comparten con sus vecinos de las Islas de los Uros.

Salvo que en Balsero Chimu, la tugurización causada por el crecimiento desmedido de iniciativas de turismo, el ruido paisajístico y el descontrol de la masa de visitantes no eran debilidades. De hecho, Balsero Chimu tenía un valor excepcional: un entorno vivo, sin contaminación.
La construcción de la isla era una apuesta para aprovechar la cantidad de turistas que visitaban cada año al Lago Titicaca, pero hacía falta una oportunidad de dar forma al comienzo de la iniciativa.

A finales de 2018, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo - PNUD - de Bolivia, Ecuador y Perú inició la implementación del Proyecto “Qhapaq Ñan”, en alianza con el Ministerio de Cultura de cada país. La finalidad era conectar a las poblaciones circundantes a los tramos del “Gran Camino Inca” de estos países con más oportunidades ligadas al turismo. En Perú, el proyecto puso los ojos en Ichu. Era la oportunidad para Enrique y Angélica; era un momento para decidir.
Junto a otras 80 familias, Enrique y Angélica tuvieron la posibilidad de que su Isla vea por fin la llegada de turistas y de que disfruten de su thimpo de trucha, de sus mates de muña, de un recorrido en balsa de totora, de una “vida de lago”. Aparentemente, eso era suficiente; eso era lo normal, lo que siempre funcionó en el Titicaca y en el país.

Sin embargo, esa posibilidad también albergaba la necesidad de un abordaje diferente; de una teoría de cambio que al ser discutida como punto de partidajunto a ellos - propició una visión común hacia el logro de una serie de victorias que no se medían únicamente por la llegada de turistas ni el nivel de sus gastos.
En efecto, eso era importante en el negocio, pero el modelo del mismo requería a la vez integrar la capacidad que tiene el turismo cuando se le entiende al servicio del patrimonio y de la población, y no al revés.
Este abordaje no es nuevo; al contrario, parte de una reflexión que inició hace cerca de 100 años de desarrollo del turismo (de los cuales, 75 han tenido un periodo global de relativa paz). El hecho es que justamente este contexto en donde el turismo creció principalmente a nivel económico - en palabras de Zakaria - “ha traído como consecuencia que nos volvamos más cínicos y que despreciemos el idealismo que nos llevó a donde estamos” (Zakaria, 2021).

Esa consecuencia a la que se refiere es seguir viendo hoy un ejercicio simplificado del turismo; un sobre-dimensionamiento de la demanda a costas de los efectos de su paso por un territorio “adaptado” como oferta, yentre lo más grave - una “deshumanización” del turismo reduciendo su fenómeno a cifras que no hacen justicia a las condiciones territoriales (principalmente sociales) en donde normalmente se desarrolla.
Ese tipo de ejercicio genera que la gestión del turismo adolezca de “errores de cálculo” cuya agudización partió en la reciente pandemia. Se empieza a cuestionar el futuro del sector en medio de las crisis sociales de América Latina (cuyos destinos turísticos presentan cada vez más altas tasas de desigualdad y vulnerabilidades) y frente a aquellos riesgos globales ya señalados en enero de 2023 por el Foro Económico Mundial, y advertidos por las Naciones Unidas en su Agenda Común desde el 2021.

Por lo tanto, este abordaje exige, hoy más que nunca, conformar una reflexión sobre lo que se hizo, se viene haciendo y se puede hacer, pero desde una perspectiva que integre en el turismo – en palabras de Edgar Morin – un “modo de conocimiento y de pensamiento capaz de responder a los desafíos de las complejidades y de las incertidumbres”.
Esa reflexión pasa por reconocer que el turismo no es únicamente una herramienta de crecimiento económico, sino que - a la misma vez y con el mismo grado de importancia - constituye una herramienta puesta al servicio de los territorios. Este pensamiento apunta a que la gestión del turismo no deba limitarse solo a su recuperación económica sino que pueda empezar a devolver el protagonismo a aquellos elementos que vienen siendo afectados al ser “puestos en la vitrina turística”, tales como la identidad local, la ecología, la comunidad y sus formas de trabajo, la calidad del trabajo juvenil, los derechos humanos, el patrimonio cultural material, entre otros.

La capacidad que tiene el turismo para el desarrollo de un territorio, por lo tanto, se puede medir también desde su misma capacidad para alterarlos. Esta relación se traduce a la vez como una de sus principales debilidades cuando sólo se reconoce y se trabaja sobre lo primero. Partiendo de esto, es posible reducir la tendencia de simplificar al turismo y empezar a reconocerlo como un fenómeno en donde lo económico, lo social y lo ecológico se afectan a la vez, de forma entretejida. El turismo, en consecuencia, es un fenómeno complejo, cuyos problemas reproducen esa misma naturaleza.
Es decir, que, de cara al futuro del turismo, no puede haber una respuesta simple ni única; los problemas complejos exigen también respuestas complejas.

Esas fueron las principales bases reflexivas que generaron un tiempo considerable de discusión, durante el inicio de la implementación del “Proyecto Qhapaq Ñan”. Hubo consenso en Balsero Chimu. Este punto de partida reconocía, por lo tanto, que trabajar en turismo era una misión compleja y que era pertinente mantener las siguientes preguntas: ¿Qué respuestas se proyectan en medio de un turismo entendido en la complejidad del territorio? ¿Se espera que el proyecto promueva al turismo como un paquete de alternativas dicotómicas, simples y de causa-efecto, desconociendo las debilidades históricas que éste tiene y los escenarios de crisis al que se enfrentará? ¿O es posible - a través de este proyecto - que el turismo sea el “pretexto” perfecto para contribuir, desde esta zona del Perú, con un ideal de turismo basado en alternativas menos absolutistas y más entrelazadas? ¿Es posible evitar una idea mecanizada del mundo del turismo, y dirigir sus pasos desde su multilateralidad e interdisciplina?
En efecto, sí fue posible y es que “a veces, los idealistas son los mayores realistas” (Zakaria, 2021).

Ubicar y hacer funcional esta reflexión dentro de la visión de la familia Cuno propició que, en primer lugar, Balsero Chimu no tipifique a priori su oferta turística en un único segmento de demanda que, tradicionalmente, asocia al turismo rural comunitario con el folklore como única propuesta de valor. Al contrario, se diseñó un modelo de negocio que tenía más oportunidades cuando partía de la necesidad de conservar el Lago y su identidad.
En segundo lugar, implicó reconocer que la fotografía actual del mercado turístico iba a cambiar. De hecho, fue así, llegó el 2020, la tendencia global del mercado afianzaba una intención por experiencias de viaje más ligadas al aire libre y la Isla Balsero lo había identificado un año antes. Incorporar ese cambio, respetarlo y capitalizarlo con el acompañamiento técnico del proyecto fue la clave del éxito inicial del emprendimiento de Enrique y Angélica.

A partir de ahí, no hubo marcha atrás; sus primeros turistas llegaron en el 2021, fue reconocido con la Certificación de Calidad de TourCert en ese mismo año; recibió la visita de Lisa Kena - Embajadora de los Estados Unidos en el Perú en el 2022; cerró negociaciones con dos operadores locales, evitando trabajar con agencias de viaje informales, y emprendió un negocio de sorbetes de totora bajo la marca “Kori Totorita”. El enfoque que hoy tiene Isla Balsero Chimu sigue apuntando a la consolidación de su Acuerdo de Conservación con el Servicio Nacional de Áreas Protegidas por el Estado (SERNANP). Chimu, a diferencia de Los Uros, ostenta este tipo de permiso y va consolidando su enfoque social, junto a la Fundación Peruana de Turismo Social, con quienes mantiene un acuerdo de trabajo que le permite recibir asesoría de alumnos de Maestría en Turismo, de la Universidad Angers, de Francia.
Y es que sí existen las victorias de corto plazo; planificar escenarios a mediano y largo plazo es clave, pero asegurarlos depende de esos tramos cortos exitosos. Integrar esa forma de pensar al turismo fue el pretexto perfecto para lograr esas victorias en el corto plazo. En definitiva, abordar el turismo desde un pensamiento complejo, desde sus principios territoriales y dinámicos, es reconocer que su gran oportunidad - hoy más que nunca - es tejer puentes de integración que superan ampliamente un enfoque exclusivamente economicista y que dan paso a recuperar la atención en sus otras dimensiones.

Abordar así al turismo es hacer prospectiva ante un contexto complicado que se avecina; es, en suma, reconocer que esperar una “nueva normalidad” no es suficiente puesto que esa normalidad albergaba ciertas anormalidades (Sartorius, 2020). Es entonces viable construir una nueva realidad, una nueva vía.
Quizá este abordaje se resuma en las palabras de los propios protagonistas:
“Me considero un emprendedor caprichoso, con una nueva idea sobre el futuro de la actividad turística aquí en el Lago Titicaca”.

Enrique Cuno.
“Me gusta hacer. Tienes que ponerle ganas al trabajo para que tengas un producto bueno”.
Angélica Panca.
Referencias bibliográficas
• Banco Mundial (2023). “El riesgo de una recesión mundial en 2023 aumenta en medio de alzas simultáneas de las tasas de interés”.
• CLERGEAU, C.; VOILIER, P. (2012). Le concept de cluster est-il soluble dans le tourisme?
• Ernst & Young (2023). ¿Qué nos espera en 2023?
• MORIN, E. (2020). Cambiemos de Vía - Lecciones de Pandemia. Paidós. Barcelona. Grupo Planeta.
• Naciones Unidas (2021). Nuestra Agenda Común - Informe del Secretario General.
• Organización Mundial del Turismo (2020). Barómetro OMT del Turismo Mundial mayo 2020 con especial enfoque en el impacto de la COVID-19.
• SARTORIUS, N. (2020) La Nueva Anormalidad - Por Una Normalidad Nueva. Madrid. Espasa.
• World Economic Forum - WEF (2023). The Global Risks Report 2023, 18th Edition.
• ZAKARIA, F. (2021). Diez lecciones para el mundo de la postpandemia. Grupo Planeta.
Material complementario:
Testimonio de Isla Balsero Chimu (2021)

Fotografías: Giulianna Camarena Montenegro / PNUD Perú / Qhapaq Ñan
Diseño: sebastianbarbosa.com