saberes entre pares

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Comunicar saberes

Cuando empecé mis estudios universitarios de economía, me enseñaron que la comunicación y el intercambio de saberes se explicaba a través de una fórmula razonable donde las variables son: un emisor, un receptor, un medio y una retroalimentación (“feed back”).

Roberto Haudry de Soucy

Esta fórmula, al parecer la inventó Marshall McLuhan ("Marshall McLuhan's The Medium Is the Message", 1977)*

quien, trabajando sobre ella y las evidencias empíricas, predijo con preocupación que el futuro de la comunicación podría ser dominada, ya no por los interlocutores, sino por la naturaleza del medio. La forma, el medio, condicionarían así los contenidos y los resultados.

La educación formal y sus limitaciones

La educación formal universitaria/escolar parte de una mirada que parece también muy razonable: hay quien sabe (emisor) y transmite a quien no sabe (receptor), y este recibe los saberes a través de ciertos medios escogidos por el que sabe: aula, pantalla, clase magistral, internet, IA, taller, etc. El propósito de la educación formal, de las doctrinas religiosas y también de la llamada asistencia técnica, es transmitir contenidos. Pero este enfoque fomenta que el feed back de la comunicación sea difícil o limitado, y la multiplicación de saberes o fertilidad del conocimiento se condiciona a lo que el receptor pueda interiorizar, aplicar o retransmitir.

Fertilizar el conocimiento

De mi parte, después de algunas décadas de aprendizaje y acción en desarrollo territorial con familias de micro empresarios rurales en los Andes, Amazonía, ríos y mares en América Latina y en otros continentes, he tratado de aplicar el pensamiento de McLuhan buscando maximizar la transferencia de saberes y, en particular, el feed back que es la semilla para la innovación; para crear nuevos saberes y escoger un medio que no distorsione los contenidos.

Prefiero definir la innovación como el resultado del encuentro de dos o más personas / ideas que no se conocían y que se fertilizan mutuamente, generando una nueva idea o acción.

Cuando se trata de comunicar saberes, prefiero pensar en fertilización (que es un proceso de reproducción, durabilidad, placer vital, hermandad y mestizaje), en lugar de hablar de eficiencia, productividad o tasa de aceptación. Porque de lo vivido, lo que creo que ha funcionado mejor para los actores, para la gente, es el intercambio de saberes entre pares: panaderos que encuentran panaderos, maestros que comparten con aprendices, mayores que escuchan y orientan a los más jóvenes, y que lo hacen en el lugar, tiempo y formas apropiadas sin las restricciones, sesgos o distorsiones que crea el medio por el que transita el mensaje.

Es que el medio- entendido como técnica de transmisión- puede tener más efectos que el mismo contenido del mensaje.

No en vano McLuhan nos advertía que “el medio condiciona el mensaje”.

Enriquecerse con el conocimiento entre pares

No dejar que el medio devore los contenidos; evitar interferencias en la transmisión de saberes por la presencia de intermediarios que distorsionan conocimientos y lenguajes; optimizar el feed back para generar innovaciones (a menudo ni pensadas, ni deseadas); usar la comunicación para la democracia y la ciudadanía económica de los más vulnerables, siempre valorizando sus saberes; ayudar a crear mercados sostenibles de conocimientos, mercados solventes en los territorios; evitar sobre costos, llevar una buena práctica a cientos de miles de familias y empresas, etc

El intercambio entre pares es lo que hemos tratado de hacer (varias decenas de colegas que compartimos utopías desde los servicios del estado, de proyectos de cooperación, la academia, la empresa,..), con resultados interesantes y, sobre todo, haciéndonos dispensables.

Una de las ideas compartidas por quienes queremos optimizar el intercambio de saberes y producir comunicación fértil, es reducir la intermediación en el intercambio de conocimientos.

El propósito es que quienes conocen un tema, un territorio particular, puedan intercambiar entre ellos con la menor intermediación posible, y generando un mercado local de saberes a precios que permitan escalar las buenas prácticas en su aspecto tecnológico, pero también en todos los dominios sociales, comerciales, históricos y afectivos, que permiten que esa buena práctica sea duradera y dé lugar a innovaciones que puedan ir enriqueciéndose con conocimientos externos al territorio, en particular con el conocimiento científico, sea este tipo tecnológico, de ciencia pura o un conocimiento antropológico, cultural, estético, comercial,etc.

Hace unos 40 años, en Perú, frente a los escasos resultados de los servicios la asistencia técnica agropecuaria y transmisión de conocimientos formales, pensamos- con unos colegas- en una alternativa: transferir los recursos monetarios asignados para esa asistencia técnica directamente a las organizaciones campesinas para que ellas, en su mercado, contratarán los servicios que creían necesitar.

Desarrollamos la idea de este intercambio, partiendo de un concepto (hoy arcaico) que era crear una especie de “páginas amarillas” - de esas que había en la guía telefónica – de expertos locales, donde se podía encontrar un fontanero, un dentista o un especialista en habas o gallinas ponedoras. Lo hicimos gracias a la permisividad del gobierno peruano que nos facilitó, para la Sierra del Perú, establecer un sistema que capturaba los mejores conocedores y conocedoras de ciertas temáticas y ofrecerlas en el mercado a sus pares. En ese entonces los temas privilegiados eran el control de plagas en cultivos andinos, la crianza de cuyes, el mejoramiento de pastos, el manejo del agua a nivel de consumo familiar y en el riego, el desarrollo de pequeñas actividades como queserías, y mucho en asesoría de comercialización.

El resultado fue interesante, dado que varios cientos de especialistas campesinos, micro empresarios, artesanos y comerciantes pusieron sus conocimientos a disposición de otros y, en el corto plazo, toda una organización campesina estaba contratando los servicios de otro campesino especializado y adquiriendo nuevos conocimientos, además de desarrollar nuevas prácticas y escalarlas a niveles insospechados.

Las particularidades de ese mercado permitían no solo un intercambio uno a uno entre un demandante y un oferente de conocimientos sino que, sobre todo, escalaba muy rápidamente a un grupo de personas dentro de la comunidad o la asociación campesina.

Impactos transformadores

Ese sistema dio lugar a dos grandes efectos:

a) Una respuesta económica y práctica a corto plazo, con reducción de tiempo de trabajo, disminución de uso de insumos químicos, aumento de la producción por unidad de trabajo y mejores ventas.

b) Cambios sostenibles: la búsqueda de nuevos conocimientos y la continuidad del intercambio más allá del periodo del proyecto generó un mercado de saberes.

Resulta que, al conocer a otros pares cuyos conocimientos eran relevantes para quien buscaba esos saberes, esto se convirtió en una costumbre sostenida de irse mejorando en sus actividades económicas sociales y también culturales. Hubo mucho intercambio en cuestiones menos usuales como bandas de música o grupos de teatro y se fue creando un mercado silencioso, un mercado “oculto” de intercambio de saberes que, con el tiempo, se convirtió en una red imposible de graficar, de definir, que requeriría investigaciones muy profundas.

Al iniciar el programa, la contratación de intermediarios (profesionales de formación universitaria, técnicos de ONGs, expertos) fue muy alta. Tres años más tarde, era irrelevante. El medio ya no eran parcelas demostrativas, visitas de campo, cartillas, cursos; más bien se trataba de la conversación directa, cara a cara o por teléfono, en los mercados, atendiendo un problema puntual dentro de un contexto específico y complejo en que emisor y receptor se sentían cómodos.

Se vivía en un feed back continuo.

Repensar la intermediación de saberes

Con el tiempo, llegaron sucesivos proyectos y sustanciales fondos adicionales que fueron incorporando este enfoque, y el Estado transfería sumas de dinero a organizaciones campesinas, con una demanda específica de conocimientos y, más tarde, de inversiones (a menudo por concurso de fondos con jurados locales y fuerte control social con premios monetarios por resultados). Se establecieron un conjunto de redes de saberes a precios de mercado determinados por los mismos oferentes y demandantes sin intervención de terceros.

Todo ello frente a la perplejidad de los expertos que obviamente se preguntaban: ¿Cuál es el rol de la asistencia técnica tradicional oficial? O, ¿Cuál es el rol de la universidad o de la investigación en esta transmisión de conocimientos, que parecía querer excluirlos?

De la perplejidad inicial - cuando no su rechazo - se pasó en poco tiempo al surgimiento de demandas ciudadanas puntuales muy precisas hacia centros de investigación, universidades, cámaras de comercio y expertos, que los productores estaban dispuestos a contratar con sus medios y/o pagar por resultados.

Me permito imaginar que - contrariamente a nuestros pre conceptos - este intercambio de saberes entre pares, fue un paso necesario y previo que hizo más permeable la entrada de nuevos conocimientos científicos al mundo campesino y de los pequeños empresarios. Al igual que ocurre en la agricultura: primero se abona y solo luego se ponen nuevas semillas que florecen. Primero se fertilizó el conocimiento local y luego se sembraron las semillas del conocimiento técnico y científico.

En el enfoque tradicional, la asistencia técnica tercerizada por servicios públicos, de ONG o universidades está determinada por la certeza de los contenidos a transmitir a menudo unidimensionales (un cultivo, una práctica...), no un ecosistema o un territorio. Esta asistencia técnica comunicaba mal y no lograba penetrar ni producir cambios significativos en el pequeño productor, a pesar de reiteradas capacitaciones y visitas a parcelas, porque estaba sobre determinada por la oferta de quien daba el servicio y sus certezas de lo que debía ser el campo y el deber hacer de los productores / micro empresarios. El medio era el contenido, y ese medio no era el más adecuado, además de ser caro e insostenible.

Cuando se dejó a los ciudadanos explicitar su demanda y contratar la oferta deseada, se favoreció la llegada de nuevos conocimientos, de prácticas que funcionaban y la sed por saber más; se fue así abriendo el espacio para consultar con ingenieros, biólogos y otros especialistas, y se fue abonando este mercado aparentemente informal al punto de que, en el momento actual, es bastante normal que en esos territorios, un ganadero, un productor, un quesero, un artesano, haga recurso a conocimientos de terceros, sean estos científicos formales o empresarios como ellos. y apliquen esos conocimientos en su práctica productiva, comercial, social y cultural.

El intercambio entre pares que aparece inicialmente como puntual, romántico y ultra pragmático circunscrito a resolver un problema (tipo fuga de agua en una cañería) se convierte en vivencial: incluye consejos culturales, comerciales, genera capital relacional, abre perspectivas no sospechadas y empodera por igual a las partes.

Esta mirada de promover conocimiento entre pares que se hace escalable rápidamente y favorece /fertiliza la penetración del conocimiento, digamos científico, nos lleva a reflexionar sobre los actuales sistemas de intermediación de saberes, que presuponen de un lado una persona que ignora y una persona que sabe, y contrata a un tercero que lleva el saber hacia los ignorantes con un arsenal de medios y metodologías complejas. Este es el esquema de la asistencia técnica clásica y quizás también del sistema pedagógico escolar / universitario, y tiene un defecto de permeabilidad en el sujeto porque el ciudadano a capacitar no es un ignorante; es una persona que está practicando una actividad, que tiene un conocimiento acumulado y, además, suele tener un saber profundo del territorio donde ejerce esa actividad. Al introducir intermediarios que transmiten saberes sin aplicarlos en su propia experiencia, se dificulta la incorporación genuina de esos conocimientos en las comunidades.

En cambio, el contacto directo entre dos personas que comparten intereses parece tener resultados más exitosos; la adecuación del medio de comunicación, el lenguaje cotidiano y las manos en el problema a resolver hacen que el mensaje sea el contenido y no el medio.

Otra aproximación a esta forma de intercambiar saberes se da en Tailandia, donde el gobierno desarrolló un método interesante de identificar a los mejores productores en ciertos temas y facilitar que ellos sean los maestros de otros productores. A través de una experiencia vivencial, los productores, deseosos de conocer un técnico, de manejar una actividad de una manera distinta, comparten unos días con el productor seleccionado por el gobierno, que es remunerado por esa función de capacitación.

Lo iniciado en Perú a fines de los 80 se extendió luego a Bolivia, Colombia y otros países, asumiendo diferentes formas y con distintos actores, pero siguiendo el mismo principio: comunicar saberes a partir de la demanda del receptor y dejando a este escoger tanto el emisor como el medio, y pagando sus servicios en función de los resultados y las características del mercado especifico.

Reflexiones finales

Compartir, extender conocimientos, buenas prácticas es parte de la historia de la humanidad. Son procesos que no han sido siempre estudiados en la forma adecuada, cuando no ignorados voluntariamente. Quizás nos corresponde repensar modos más amables, agradables, baratos y duraderos de la transmisión de saberes y valores.

Hace unas semanas, reincidimos en este intercambio de saberes entre pares: panaderos y pescadores artesanales del Callao, Perú y del sur de Italia (Puglia) con resultados que hacen soñar pues, no hablando un idioma común, compartían saberes y destrezas en sus profesiones, y comunicaron e intercambiaron técnicas y sueños con casi ninguna intermediación (lo dice este autor quien trató vanamente hacer de traductor).

Post data: quienes nos lanzamos a esta aventura del intercambio de la comunicación “McLuhuana” entre pares, fracasamos en eliminar/ reducir los sistemas de extensión, capacitación, que cuestan cada año cientos de millones de dólares y ponen en el campo a miles de promotores, extensionistas, jeeps, apps, cartillas, expertos que enseñan a micro empresarios rurales y urbanos lo que deben saber y hacer. Nosotros fracasamos, pero seguimos insistiendo tercamente en juntar a los que saben para que inventen un futuro distinto, mejor; que les pertenezca a quienes hacen, a quienes cuidan este planeta y no a quienes se lucran con él.

*El video "Marshall McLuhan's The Medium Is the Message" (1977) analiza ideas clave del pensamiento de McLuhan, haciendo referencia a sus textos más influyentes. Dos obras fundamentales mencionadas o relacionadas con los conceptos del video son:

1. Understanding Media: The Extensions of Man (1964): Este libro presenta la famosa idea de McLuhan de que "el medio es el mensaje", enfatizando cómo la naturaleza del medio en sí, más que el contenido que transmite, moldea y controla la escala y forma de la interacción humana y las acciones sociales. Explora cómo los distintos medios, desde la imprenta hasta lo electrónico, transforman las sociedades. Es esencial para comprender la perspectiva de McLuhan sobre el impacto de los medios en la sociedad.

2. The Gutenberg Galaxy: The Making of Typographic Man (1962)

Esta obra examina la transición de la cultura oral a la escrita provocada por la invención de la imprenta. McLuhan analiza cómo los medios impresos contribuyeron al desarrollo del individualismo, el pensamiento lineal y la preeminencia cultural de lo visual sobre lo oral. Este texto proporciona el contexto histórico para sus ideas sobre el papel de los medios en la percepción humana y la organización social. Diseño y diagramación: Sebastianbarbosa.com

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