Hacia allá y de vuelta: Michael Moore vs el Sueño Americano (Ensayo)

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Hacia allá y de vuelta: Michael Moore vs el Sueño Americano Héctor Andrés González Cantú

Michael Moore ha hecho su carrera enfrentándose a las grandes instituciones y poderes que rigen la vida de su país, a peleas imposibles: en “Roger and Me”, su primer documental, atacó a General Motors, que en 1989 era la corporación más grande del mundo. En “Bowling for Columbine”, habló de la cultura de las armas de fuego en E.U.A., y la inevitabilidad de los tiroteos y ataques masivos. En “Fahrenhait 9/11”, Moore atacó a la presidencia de Estados Unidos y al military-industrial complex. En el 2007, en “Sicko”, atacó la industria del seguro médico en E.U.A. En el 2009 alcanzó al máximo enemigo, el capitalismo mismo, en “Capitalism: A Love Story”. ¿A dónde ir después de ahí? En “Where to invade next”, la respuesta inicial parece ser, a cualquier otro lugar. Pero las conclusiones de Moore revelan tienen matices más complicadas. En su núcleo, el tema sigue siendo el mismo: la deformación del sueño americano.

Más que casi cualquier otro país y quizá con las mejores consecuencias (aún falta saber que será de China), en Estados Unidos se cree en un excepcionalismo nacionalista. Desde la época del Destino Manifiesto, en el siglo XIX, que auguraba para ellos mismos su expansión por el continente, hasta el himno nacional antes de cada partido de cada liga deportiva, esta característica es absolutamente parte de la psique de E.U.A. Esto desemboca en el empate de este excepcionalismo con el individualismo que es base del pensamiento capitalista, que produce competencia extrema, y lleva a los ciudadanos a establecer el ego como medio de expresión y reconocimiento. Esta serie de pensamientos estadounidenses han tenido diferentes consecuencias aparentemente contradictorias, pero que al final son parte de una misma secuencia. En “Where to invade next”, cuando Michael Moore busca ‘tropicalizar’ las ideas y soluciones de distintos países, a menudo pregunta a sus anfitriones de donde salieron estas ideas, que parecen tan radicales y contrarias al pensar de E.U.A. de hoy en día. La respuesta, casi sin varianza es “vino de ustedes”.


La gran base ideológica del Partido Republicano, que aún hoy es, en teoría, parte central de su política, es la idea de la preponderancia del individuo y los derechos individuales, sobre todo contra el gobierno. Quien quizá representa mejor hoy ese principio libertario en el ojo público es el ahora retirado Ron Paul, y en menor medida su hijo, Rand Paul; ambos con algunas excepciones. Los principios que rigen gran parte de las posiciones políticas de los Paul y en teoría de todos los republicanos parten de que el gobierno no debe involucrarse en la vida de los individuos más allá de la mínima administración y mantenimiento requeridos. Están en contra de los impuestos, de las regulaciones al libre mercado, y de la mayoría de las intervenciones gubernamentales en temas variados (el aborto y los derechos de la mujer entre las notables excepciones). El enfoque histórico del Partido Demócrata, en cambio, está más ligado a la colectividad. Los sindicatos y la idea de un gobierno que, aunque no exactamente paternalista, promueve un estado de bienestar y asistencia, son parte íntegra de la herencia Demócrata. Los partidos hoy en día, claro, son algo muy diferente. Hoy domina el neoliberalismo, que realmente también podría llamarse neoconservadurismo, haciendo algunos simples cambios en política social. Sin embargo, ambos partidos jugaron su parte en el desarrollo del pensar de E.U.A., cada uno a su manera. Uno de los fundamentos del Sueño Americano es el de la “tierra de las oportunidades”. Durante el siglo XIX, varios eventos exacerbaron esta idea, destacando las fiebres de oro, la industria ferrocarrilera y del acero, y luego la llegada del “oro negro”, dando como resultado tremendas riquezas para empresarios como los Rockefeller. Una de las grandes consecuencia s de estos eventos fue la inmigración masiva. Durante la segunda mitad del siglo XVIII, con la segunda

revolución

industrial,

la

cantidad

de

inmigrantes

se

elevó

considerablemente, “En todo el siglo XVIII, probablemente no fueron más de medio millón de personas, en tanto que de 1860 a 1930, fueron más de 30 millones” (Lowe, 2010, p.771). Esta oleada sin precedentes de inmigración dio origen a la idea del país como un melting pot, y la opinión alternativa, propuesta por Roger Thompson que E.U.A. era “más bien una ensaladera, en la cual los ingredientes siguen


separados, aunque se mezclan con un aderezo” (Citado por Lowe, 2010, p.775). Sea cual sea la teoría definitoria de la composición étnica y cultural de E.U.A., los inmigrantes pasaron a ser parte de la identidad nacional. Durante el siglo XX continuó la narrativa de la “tierra de las oportunidades”, con elementos como el Programa Bracero con México y con personajes herederos de los Rockefeller y Carnegie de la revolución industrial (en forma, por ejemplo, de Steve Wozniak y Steve Jobs). El principal problema con esta narrativa es la tendencia a limpiar los problemas palpables y retadores, con consecuencias en muchos casos terribles, de esta “tierra de las oportunidades” (la esclavitud, la explotación de mano de obra, etc), y de la posterior exportación de sus sistemas a todo el mundo. Los primeros en sufrir tras la gran oleada de inmigración—sin contar quienes ya sufrían, los afroamericanos, las mujeres—fueron los trabajadores.

Uno de los fundamentos de los derechos de los trabajadores que convirtieron a E.U.A. en un pionero en el tema eran los sindicatos. A pesar de que siempre hubo resistencia hacia los mismos, los sindicatos en E.U.A. fueron de los primeros en conseguir derechos tangibles para sus trabajadores, en el contexto de la segunda revolución industrial. Para los 20’s los trabajadores de E.U.A, sin embargo, comenzaban a perder la posibilidad de organizarse. El surgimiento de las supercorporaciones, que, en 1929, a pesar de ser solo el 5% de las corporaciones existentes tuvieron el 84% de los ingresos, desfavoreció a los sindicatos (Lowe, 2010, p.777). Aunque se fundó un partido socialista en E.U.A, no logró avanzar su agenda. En 1919, tras una serie de ataque terroristas que se adjudicaron a anarquistas y a simpatizantes Bolcheviques, más de 4000 inmigrantes, casi todos inocentes, fueron expulsados de E.U.A. (Lowe, 2010, p.781). Este primer “Miedo Rojo” sentaría las bases para el rechazo total de E.U.A. hacia el socialismo por casi un siglo, y grabaría en la mente de los ciudadanos la relación entre los grupos de trabajadores, muchos identificados como socialistas, y los “enemigos comunistas”. Aquí la gran complicación: si el gran enemigo es el hombre común en su capacidad de resistir la tiranía de los grandes empresarios gracias a la colectividad, ¿Quién es el héroe?


El héroe prototípico de E.U.A. ha pasado por muchas facetas rozando mito y biografía: George Washington, fundador imposiblemente honesto; Abraham Lincoln, el gran emancipador y mártir; John Henry, el trabajador del acero y ferrocarril que derrotó a un martillo de vapor; Superman, el super-hombre (que, aunque muchos lo olvidan, es un inmigrante) que salva al mundo de todos los males una y otra vez. Después de la gran depresión y de la época dorada de los comics, los héroes se vuelven oscuros, los antihéroes toman fuerza en la cultura popular., de Batman a Travis Bickle de “Taxi Driver”. Es difícil para alguien que vive en una zona rural en Alabama pensar en emular a Batman—y probablemente no le interesaría emular a Travis Bickle—y emular a los fundadores y a Lincoln se ha convertido en un juego de reinterpretaciones y de simplificaciones. Habrá que emular entonces a J.P. Morgan, a Dale Carnegie, a Henry Ford. Habrá que hacer un gran negocio de la nada, habrá que trabajar duro porque los orígenes de muchos de los grandes empresarios muestran que no importa de dónde se venga, después de todo, viven en “la tierra de las oportunidades”. El verdadero héroe estadounidense es el empresario—sólo el empresario exitoso claro. Y la política pública, cada vez más, ha pasado a ser una representación de los deseos de estos héroes.

A partir de la gran desilusión de la contracultura y los progresistas con la muerte de Kennedy, luego de Luther King Jr, y el posterior triunfo de Nixon, las principales fuerzas partidistas de E.U.A. se volcaron hacia los interesas de las grandes empresas. Los republicanos, que tienen su base en los ciudadanos rurales, les venden la historia de Rockefeller en miniatura, “sé el mejor en lo que haces y triunfarás”, y agregan un buen colchón para la inevitable caída, si fracasas “es culpa del otro”, el otro siendo quien convenga, sin olvidar los ya clásicos inmigrantes y socialistas. Los demócratas, que obtienen sus votos de las minorías y de la población urbana, basan su plataforma en temas de bienestar social, con cuidado de no atacar directamente a las corporaciones, y ofrecen, casi sin falta, un pescado en lugar de una caña de pescar. El punto de unión entre partidos, que se solidificó en la doble bofetada de Reagan y Clinton, es no sólo soltar las riendas del libre


mercado, sino pasárselas a las supercorporaciones. Las supercorporaciones, que son héroes, o antihéroes, que con vicios y tendencias destructivas aun logran cautivar gracias a sus poderosos aparatos de mercadotecnia, son personajes imposibles en una narrativa arreglada.

Estado Unidos, se repite y repite, no puede tener un sistema universal de salud de participantes únicos, es imposible, la economía no se sostendría. No puede tener universidades gratuitas, es imposible, se tendría que bajar el nivel y el gobierno no puede monopolizar el acceso a universidades. No puede dejar que inmigrantes ilegales se queden y beneficien del sistema (que justamente se crió con la intervención de inmigrantes ilegales) es imposible y también injusto. No puede despenalizar el uso de drogas. Ni tener prisiones dignas. Ni abandonar prácticas policiacas racistas, porque en realidad ya no hay racismo, o al menos no lo hay comparado a latigazos y esclavitud. Ni obligar a que las corporaciones paguen lo mismo a las mujeres, o que los afroamericanos tengan las mismas oportunidades de estudiar y trabajar, o que ciudadanos rurales tengan trabajos de manufactura dignos. Todo sea en nombre del libre mercado, de la libre competitividad, de la desenfrenada aplicación de la Ley de Herodes.

Moore siempre ha peleado contra la deformación del Sueño Americano, identificando en él el principio de los males, pero admitiendo, como lo hace en “Where to Invade next” que la solución también podría encontrarse ahí mismo. Los grandes males de E.U.A., que entiende Michael Moore al momento de ver las políticas que funcionan en otros países, tienen bases muy fuertes en la historia cultural de E.U.A. La educación sexual deficiente, la vilificación de la aparente promiscuidad y la alabanza a la castidad femenina, que son tan ajenas a la Francia liberal, se remontan a los primeros habitantes puritanos del país, al pueblo de “The Scarlet Letter” de Hawthorne. La terrible comida y aún más terrible presión a la que son sujetos los alumnos estadounidenses viene del dominio de las grandes corporaciones, de la competencia por obtener los mayores márgenes de ganancia, de su necesidad de obtener trabajadores medianamente competentes, y de sólo dar


puestos importantes a los que pegarían unos disparos por lo compañía. Las prisiones sobrepobladas y los asesinatos masivos vienen del mítico terror del otro, del odio a los Cherokees y a los Iroquois, luego de la serie de odios al siguiente inmigrante, a los que no lo merecen y lo reciben, y de la glorificación y fetichización de las armas, a menudo como signos de masculinidad e incluso de patriotismo. La impunidad de los banqueros y los empresarios es gracias su estatus como héroes, como líderes, como expertos (en el potente anti-intelectualismo que domina muchos círculos de extrema derecha, no se puede confiar en ningún experto más que en el experto en dinero y en negocios). Los malos tratos a trabajadores, la falta de salario y vacaciones dignas y la explotación de los obreros vienen del hijo bastardo del excepcionalismo y la competitividad, del dominio de las supercorporaciones. La vuelta a la carta es que muchas de las política que Moore quiere ‘tropicalizar’ a su país tienen su origen en idea bastante estadounidenses: en la igualdad y libertad básica del ser humano, ideal de E.U.A. desde la pluma de Hancock; en el trabajo duro efectivo y el emprendimiento, en el invención ejemplificado en el espíritu de la revolución industrial; en “la tierra de las oportunidades” para todos, inmigrantes, pobres, minorías; incluso los abogados que nunca pudieron llevar a los banqueros responsables de fraudes y crisis, fungieron como asesores en casos similares exitosos en otros países. Las respuestas están tan codificadas en al ADN del país como los problemas, Jekyll y Mr. Hyde. En época de antihéroes y de problemas imposibles, quizá es necesarios replantear a los héroes y a los villanos, o mejor aún, tirarlos por la borda, a Peter y al Capitán Garfio, y a Campanita con ellos—con un yunque de buen peso. Quizá es necesario repensar lo imposible.

Muhammad Ali, héroe, villano, antihéroe, arquetipo, musulmán, negro, otro, y puramente estadounidense; o tal vez un grupo de mercadólogos en Adidas:

Imposible es solo una palabra grande que avientan hombres pequeños para quienes es más fácil vivir en el mundo que les dieron en lugar de explorar el poder que tienen de cambiarlo. Imposible no es un hecho. Es una opinión.


Imposible no es una declaración. Es un reto. Imposible es potencial. Imposible es temporal. Imposible no es nada. (citado por Rovell, parr. 21)

Bibliografía

Bosvun, M. (2011, mayo 2011). 1919 May Day bomb plot helped spur 1920's deadly Wall

St.

blast.

Recuperado

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NY

Daily

News:

http://www.nydailynews.com/news/crime/1919-day-bomb-plot-helped-spur1920-deadly-wall-st-blast-article-1.145630 Grimes, W. (2006, octubre 18). Taking Swings at a Myth, With John Henry the Man. Recuperado

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New

York

Times:

http://www.nytimes.com/2006/10/18/books/18grim.html Lowe, N. (2010). Guía ilustrada de la historia moderna. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. Rovell, D. (2016, junio 6). Muhammad Ali's 10 best quotes. Recuperado de ESPN: http://www.espn.com/boxing/story/_/id/15930888/muhammad-ali-10-bestquotes


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