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Agnès, Cléo y yo

Estelí Morales Huitzil iletse.drake.

La veo sobre el mar, intento llegar a ella. Veo su vida a través del lente óptico de la cámara, una película, una fotografía. Ella dice, “fragments de réalité”. Es una hechicera diminuta y tímida. Extraordinaria. Invoca su memoria sobre las personas que ha conocido. Su ir y venir, París, Hollywood, Cuba. Es sensible por su visión del mundo, observa lo que los espejos no reflejan, escucha lo que dice una ballena al estar dentro de ella, siente lo que Cléo quiere de 5 a 7.

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¡Agnès, Agnès!, grito en su ausencia, pero ella está ahí en medio del mar, no en la playa, no en sus playas. Tengo miedo a morir, le confieso en silencio, sé que las olas arrastrarán mi mensaje hacia ella. Tengo miedo a los hombres que buscan en las expectativas, en lo superficial, en la edad de oro, hombres que no escuchan. Soy torpe y mi hablar es más torpe. Pero busco y busco la vida, en la compañía, en la amistad, en la parsimonia de un gesto sincero, en los 120 minutos que encierran la incertidumbre, la angustia, el autoconocimiento, la tranquilidad, el reflejo en el otro. Su mirada, la mía, la nuestra. El viento agita… no, borra eso. El viento peina mis cabellos. No. Mis pensamientos. Hoy me despertó el abrupto fustigar de los cohetes en mi cielo, y el repiqueteo inoportuno de los fieles. ¿Qué le sucede a una cuando no tiene fe, cuando reconoce que la fe no existe para ella? El viento columpia los espejos y Cléo sensual, sublime, voz que canta para su funeral, deja huella entre cafés parisinos. Quiere ser reconocida y a la vez no. ¿Pasó de moda? Las mujeres pasamos de moda. De repente una no es suficiente para quien nos acompaña, para quien según ha decidido pasar el resto de sus días a nuestro lado. Alto. El cielo es un mar de estrellas y es una quien decide naufragar en más de una de ellas.

La mirada de una mujer transforma el tiempo, lo encapsula y lo hace eterno. Agnès nos concede sentir por medio de una “capsule temporelle”. Una cineasta “extraordinaire”. Ella tiene el don de vislumbrar en el pasado, replantear el presente y crear mil futuros, así como las cartas. Así como el azar, el destino, la causalidad, el hado, como lo quieran llamar. La mirada de Cleo dice que no todo está perdido, lo peor ya pasó, lo peor de no saber, lo peor de no vivir. La mirada mía dice que la vida está en mis manos, en la red que tejemos para atrapar lo que nos envía el oleaje y regresar siempre a las huellas que dejamos en la playa.

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