Queer. Diversidad sexual y de género en la arquitectura

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QUEER

Diversidad sexual y de género en la arquitectura

Realizado por Helena Fuertes Pliego Tutorizado por Dr. Arq. José Juan Barba Trabajo Fin de Grado en Fundamentos de Arquitectura y Urbanismo Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá de Henares 2016/2017 1


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QUEER

Diversidad sexual y de género en la arquitectura

Realizado por Helena Fuertes Pliego Tutorizado por Dr. Arq. José Juan Barba Trabajo Fin de Grado en Fundamentos de Arquitectura y Urbanismo Escuela de Arquitectura de la Universidad de Alcalá de Henares 2016/2017 3


FotografĂ­a de portada por: Arnau Ripoll Gregori Ig: @itsarnow Mayo 2017

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Índice Introducción (7) En lo doméstico (13) Arquitectura queer Evolución y formación del espacio queer (16) Producción arquitectónica Historia y obras de arquitectos LGTB relevantes (30) En lo urbano (51) Cruising El uso de los espacios públicos para la práctica sexual disidente (55) Reclamación del espacio público Stonewall y sus consecuencias (66) Asentamientos Barrios LGTB (75) Conclusiones (81) Glosario (85) Notas (89) Bibliografía (95)

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Introducción “La sociología de la arquitectura, o lo que es lo mismo, el estudio de los grupos sociales en relación a esta disciplina, abarca numerosas áreas que desde hace algunos años se vienen estableciendo como necesarias para su e caz interpretación. Las cada vez más ineludibles demandas sociales exigen hoy de un conocimiento transversal en la profesión que debe implicar mejoras efectivas en la calidad de la práctica y del saber arquitectónico. Dichas demandas, salvo excepciones, han estado ausentes durante siglos; la causa: el entender la arquitectura como una ciencia exacta de estrictos patrones funcionalistas y tecnicistas.”1 María Novas La diversidad sexual y de género es, por lo que sabemos, inherente al ser humano y a su naturaleza, tal y como queda plasmado en numerosos estudios históricos y antropológicos, y en los documentos que han llegado hasta nosotros desde las civilizaciones que dieron forma a lo que vivimos hoy en día. Ya en el periodo sumerio (año 3000 a. C.) se describen practicas homosexuales masculinas, y se registra la existencia de los sacerdotes assinu que se traduce literalmente por “hombre útero”. En la sociedad asiria se encontraban las salzikrum (‘hijas-varón’) que podían tomar una o varias esposas y tenían derechos de herencia y de propiedad semejantes a los hombres.2 En Grecia hay registros de lesbianismo, por ejemplo en la literatura de Safo o en los ritos de las bacantes. Existían en las antiguas Grecia y Frigia hombres que se castraban y a partir de ese momento tomaban la vestimenta y el papel femenino dentro del culto a la diosa Cibeles. Además, podemos encontrar un estrecho vínculo entre la arquitectura y la homosexualidad en la construcción de los gimnasios, en los cuales la ausencia de cubierta o divisiones interiores permitía la dedicación al cuerpo y a la intimidad entre aquellos que los frecuentaban.3 En China se tiene conocimiento de la homosexualidad desde la antigüedad. Pan Guangdan muestra, en su recopilación de citas sobre homosexualidad en los textos antiguos, que casi todos los emperadores de la dinastía Han tuvieron uno o varios amantes masculinos, generalmente catamitas. Hay también menciones de lesbianas en los registros históricos. 7


En la India encontramos indicios en el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.), en relatos tradicionales, en textos médicos y jurídicos que mencionan la existencia de personas del «tercer género» (tritiya-prakriti, literalmente, ‘tercera naturaleza’). En este grupo se englobaba tanto a transexuales e intersexuales, como a homosexuales y bisexuales; es decir a todo aquel que se consideraba que en su ser tenía mezcladas las naturalezas masculina y femenina.4 En el código legal hindú Smriti-ratnavali (siglo XIV) se menciona a hombres que “no son válidos para el matrimonio con mujeres”, a los transexuales (sandha) a los intersexuales (nisarga). Durante el imperio romano se produjeron los primeros matrimonios registrados entre hombres: Nerón se casó con tres hombres sucesivamente, además de con dos mujeres. Se realizaron sin que se produjera ninguna reforma legal o institucional debido a que entre los romanos el matrimonio era un contrato privado entre particulares en el que no intervenía el estado. La aceptación social de la homosexualidad volvió a declinar desde mediados de la época imperial y su práctica terminó siendo completamente prohibida al comenzar la era cristiana, al castigarla con la pena de muerte Teodosio I en el 390.5 En 1184 se fundó la Inquisición medieval, principalmente para perseguir a herejes como los cátaros. Pero además de acusarles de cargos de herejía o satanismo era corriente acusarles de “prácticas sexuales desviadas”. Y pronto se convirtió en un instrumento para perseguir la brujería y la sodomía. Desde entonces los homosexuales serán perseguidos, torturados y condenados a muerte durante el resto de la Edad Media, y posteriormente, en todo el occidente cristiano. En la América precolombina existían personas que llamaban “de dos espíritus” en muchas tribus de nativos norteamericanos, que desempeñaban el rol de ambos géneros, lo que incluía vestir y desempeñar las tareas del género opuesto al corporal. Existen registros de personas transexuales tanto masculinas como femeninas en más de 130 tribus.6 A partir de la llegada de los europeos al continente americano, puede apreciarse un contraste entre lo que se considera natural en la América indígena y en la sociedad europea, que desde su posición dominante, ejerce opresión sobre la civilización invadida, conduciendo a la invisibilización de orientaciones sexuales y expresiones de género diversas. 8


A partir de este punto, nos centraremos en la cultura occidental y en su actividad arquitectónica, así como en su herencia ética y de diversidad, por una cuestión tanto práctica a la hora de acotar la investigación, como de rigurosidad, ya que la experiencia y cercanía al contexto del estudio le otorga cierta legitimidad. Según podemos ver, la moral judeocristiana de la que los nacidos en occidente somos herederos directos ha esculpido nuestra idea del bien y del mal, o de lo correcto y lo incorrecto. Como resultado, se ha eliminado cualquier concepción anterior que incluyera la sexualidad, con cualquier fin no procreativo, como algo que debe ser disfrutado, experimentado, y celebrado, relegándola a la categoría de material de arrepentimiento y pecado. No solo ha coartado aquellas prácticas que supusieran un disfrute alejado de la figura de Dios, sino que condena de manera categórica todo aquello que difiere de la normatividad más absoluta. Este clima de intransigencia hace que las personas homosexuales o transgénero se escondan, dificultando la tarea de encontrar personajes históricos homosexuales. De este modo se elimina la historia queer y los referentes para las personas de la comunidad LGBT, que como consecuencia directa de esto buscan un entorno seguro entre personas afines, por lo general también pertenecientes a la comunidad. La ilegalidad y el rechazo social que esta conlleva, supone la huida de los espacios urbanos y comunes de las personas LGBT, y por tanto una pérdida en su presencia pública. Tanto esta falta de representación como el rechazo sistemático mencionado anteriormente llevan a una profunda estigmatización, incluso una vez pasada la etapa de la ilegalidad, que oprimen a la comunidad a través de penalizaciones sociales tales como aislamiento, expulsión familiar, o incluso agresiones verbales y físicas. Esta evolución tiene como resultado natural una necesidad de reivindicación pública y de lucha contra la opresión impuesta, tanto sistémica como individual. La llegada del movimiento sufragista y del movimiento por los derechos civiles, e incluso el movimiento hippie de protesta contra la guerra, sientan un precedente para la reivindicación de espacios para el colectivo LGTB. La búsqueda de un espacio propio guarda grandes similitudes por el buscado por las mujeres, que han necesitado buscar una red virtual de espacios dentro de una ciudad planteada por y para hombres7, al igual que la comunidad queer busca caminos y lugares seguros, alejados de la heteronormatividad. La desobediencia, el desafío y la lucha presentadas por parte de estos movimientos, supone que no solo se comparta cierta discriminación, sino que desvela la posibilidad de luchar activamente contra un sistema opresor. Además, el movimiento sufragista en concreto, al luchar por la emancipación de la mujer de los roles familiares tradicionales, lucha también por la existencia 9


de otros tipos de familias no convencionales, a menudo formadas por dos mujeres que compartían algo más que una reivindicación. A partir de que estas expresiones individuales y colectivas de orientación y genero comienzan a recibir mayor tolerancia, se puede apreciar como las necesidades concretas de estos individuos se plasman en los espacios que generan, y cómo se lleva a cabo a través de las reivindicaciones anteriormente mencionadas una apropiación de los espacios públicos para convertirlos en seguros, generando así una arquitectura y un urbanismo con características e historia propias.

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EN LO DOMÉSTICO

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Como en toda práctica creativa, la identidad de un arquitecto queda plasmada en su obra, y sus experiencias y necesidades se reflejan en el espacio creado, otorgando a cada uno parte de si mismo y convirtiéndolo en único. Este tipo de diferencias pueden apreciarse en la arquitectura generada por hombres y mujeres, debido a la naturaleza de su socialización, la educación recibida y su propio punto de vista dentro de la comunidad. Esta problemática de roles subyace en una dualidad en la cual el carácter plenamente visible de la arquitectura masculina se presenta sometiendo al femenino, siendo el germen de esta situación la división sexual del trabajo. El rol vivido en la sociedad es fundamental a la hora de concebir un escenario en el que ésta va a desarrollarse y saciar sus necesidades colectivas e individuales. Del mismo modo, la arquitectura producida por personas alejadas de la heteronormatividad refleja esta separación de la sociedad dominante, y una concepción particular del espacio y la domesticidad, alejado generalmente de la familia nuclear tradicional y de los arcaicos roles de género que en los últimos siglos han separado a la población en dos grupos demográficos radicalmente diferenciados, con valores, deberes, aspiraciones, derechos, y libertades simétricamente opuestos. Esta arquitectura, a menudo subversiva, está saliendo a la luz de manera cada vez más clara y visible a medida que los derechos LGBT van siendo reconocidos en todo el mundo, a pesar de que en 72 países ser gay sigue siendo ilegal, y en 5 de ellos aún se aplica la pena de muerte contra este colectivo. Este lento pero constante progreso hacia la aceptación de la comunidad, permite no solo obtener conocimiento sobre otros niveles del diseño y la organización espacial, sino que además propicia una mayor diversidad en los estilos. La domesticidad es probablemente el contexto espacial más limitado, y a la vez el más frecuentado, sin duda en el que más fácilmente se refleja la intimidad y la percepción que el arquitecto tiene sobre la espacialidad y lo cotidiano. Por esto, es sobre el espacio doméstico sobre el que resulta más sencillo realizar un estudio cercano y detallado de una arquitectura divergente de la heteronormatividad y la cisexualidad, lo que podría considerarse una arquitectura queer.

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Arquitectura queer Evolución y formación del espacio queer Las personas LGBT convirtieron en queer el espacio mediante el uso de técnicas prestadas de otros contextos, permitiéndose así validar ante sí mismos su existencia en un lugar real y ante otros que compartiesen sus gustos. De este modo, podrían reconocerse unos a otros y darse a conocer al mundo, trabajando a través de lo que supone la arquitectura: nos sitúa en el mundo, nos define en relación con otros y genera un mundo artificial y nuevo. Creamos y somos creados por nuestros propios espacios. A la hora de analizar estos espacios, el punto de partida más adecuado parece ser el armario, lugar de confinamiento de aquellos de sexualidad no normativa durante siglos. Se trata del interior definitivo, aquel en el que comienza la interioridad y supone el corazón del hogar, que contiene los objetos necesarios a partir de los cuales se elaboran las construcciones sociales. Permanecer en el armario puede significar rodearse de los símbolos del pasado, rodeado de oscuridad. El armario es lo opuesto a la ordenada liberación de la apariencia, pero también su punto inicial. Si el espacio queer comienza en el armario, se forma a sí mismo en el espejo, donde uno toma conciencia de sí mismo y de su propio cuerpo. Debido a la opresión, lo queer puede permitirse la rebeldía de centrarse en uno mismo, enfrentándose ante lo pecaminoso del cuerpo, celebrándolo, y situándolo como punto central de las experiencias. Por su propia naturaleza, el espacio queer es algo apenas construido, más bien implícito, y muchas veces invisible. Se trata de un espacio ambivalente, abierto, autocrítico, irónico y efímero. En la mayoría de las ocasiones no resulta un orden fácilmente reconocible, y cuando lo resulta, parece más bien una interpretación irónica o retórica de dicho orden. El amor homosexual refleja el propio cuerpo, por lo que resulta complicado de adaptar a un orden abstracto y racional. Aquello que permanece escondido debe ser revelado, o al menos disponible, a través de la estructura del espacio queer. Si la arquitectura sublima, el espacio queer expresa. Si los interiores de la mayoría de estructuras arquitectónicas acomodan, el espacio queer seduce. Y después de haberse apropiado de los órdenes impuestos por la sociedad, propone una alternativa que podría permitir que toda la realidad y el yo se disuelvan en algo que es pura sensación o experiencia corporal.8 16


Gymnasium griego de Salamis, Chipre

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Celebrando la Adonia: fragmento de una vasija nupcial åtica de figuras rojas, 430–420 a. C.


El espacio queer puede compararse con la escena satírica del teatro clásico, ya que funciona como una contraarquitectura, apropiándose, subvirtiendo, reflejando y coreografiando los órdenes del día a día en formas nuevas y liberadoras9. El espacio queer, por el rol particular que nuestra sociedad ha asignado al amor homosexual, ofrece un claro modelo para tal contracorriente arquitectónica. Un punto de partida lógico para el estudio de los espacios queer es tal vez el gimnasio griego, lugar de profusos encuentros sexuales entre los jóvenes de la polis, y que en un principio no contaba con soporte arquitectónico alguno. A la hora de convertir estos lugares en espacios cerrados, se mantuvo la naturaleza abierta de los gymnasium originales, reduciendo la arquitectura a sus formas más elementales: el espacio abierto controlado, definido por la marcada marcha de columnas contra lo rectilíneo de los muros exteriores. Este patio de columnas carecía de cubierta o de espacios subdivididos, así como de una función clara. Simplemente establecía un orden, en el que el cuerpo y la arquitectura se reflejaban mutuamente en el espacio. En el caso de las mujeres, este espacio queer aparecía una sola vez al año, durante el rito de Adonia, en cuya celebración se reunían en las azoteas y compartían una feminidad restringida el resto del año. Los espacios queer inmediatamente posteriores a los gimnasios, aun así considerablemente más monumentales, fueron los baños romanos, que reflejaban el cuerpo humano como un continuo social, tanto real como sensual. Lo que convertía los baños en queer fue su llamada al cuerpo para volver a sí mismo, aunque difería del gimnasio griego en que esta cualidad narcisista del baño, no llevaba naturalmente al acto sexual, sino al florecimiento de relaciones sociales. El surgimiento de tales lazos entre hombres o entre mujeres, ofreció una alternativa a los crecientes órdenes racionales del Imperio10. La tensión entre esta socialidad sensual y los grandiosos órdenes del imperio acabó expresándose en una arquitectura abierta a la innovación y la experimentación en la cual se mezclaban los órdenes griegos y romanos. Esta nueva arquitectura, sumada al gran tamaño de las bóvedas y a lo denso del vapor de agua, creaba un mundo de ensueño en el que los estrictos órdenes que definían los espacios públicos del resto de la ciudad desaparecían, como si la arquitectura se disolviese en una clase distinta de naturaleza. Cuando los baños imperiales se volvieron incluso más grandes, algunos de los emperadores desearon crear versiones privadas de estos espacios para su propio 18


Palacio de Adriano, Tivoli, 2012, por Susan Dyer

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disfrute, siendo el más notable de estos palacios el de Adriano, en Tivoli11. Adriano, conocido por deificar a su joven amante Antínoo, manda construir un palacio que carece de un eje, o de una progresión a una habitación del trono. Liberado de las necesidades del ejercicio del poder, ya que obviamente no era su interés principal, Adriano crea simplemente modelos de orden, penumbra y sombra donde el cuerpo podía disfrutar de si mismo. Aquí el orden se establece meramente como un ejercicio retórico. Con la llegada de la cristiandad este tipo de espacios desaparecen, pero surgen otros, aquellos en los que la masculinidad o la feminidad son recluidos sobre si mismos: los monasterios y conventos12. En ellos, los habitantes LGB debían desarrollar códigos a través de los cuales pudieran entenderse entre ellos y encontrarse. Estos códigos se convierten en una red invisible, un código de comportamientos o de lenguaje ritualizado de gestos que siguen el trazo de las actividades y lugares del día a día, creando espacios momentáneos de unión que desaparecen tan pronto el acto es consumado. Este camino de gestos no consta de elementos reconocibles ni monumentos a través de los cuales pueda ser estudiado. Estos espacios queer son generados escapando de rígidas normas y estructuras para crear relaciones a través del propio espacio, ofreciendo una alternativa a lugares basados en la familia y el poder, no solo en monasterios y conventos, sino también en mercados, plazas y callejones. Con el paso del tiempo, estos espacios de confinamiento son sustituidos, no en uso pero si en protagonismo, por otros más cercanos a la modernidad: los barcos, las prisiones y los internados. En el caso de los barcos, existen ciertas características que convierten su espacio doméstico en una domesticidad queer: no existía diferenciación entre el espacio público y privado excepto por los camarotes de los oficiales, y todas las actividades se llevan a cabo en zonas abiertas. Un barco podía ser considerado como un cuerpo que contenía una sociedad13. En las prisiones no existe ninguna pretensión acerca de la función o de la belleza, solo el acto del confinamiento en sí mismo, en el que el poder del orden institucional queda revelado. En estos espacios hostiles, no existe una expresión de la sexualidad liberada, sino que esta se emplea como instrumento de opresión y fuerza, a través de uno de los ejercicios de poder más extendidos: la violación. La prisión por tanto, era el espacio en el que uno mismo era obligado a enfrentarse a su propio cuerpo sin vinculación a las relaciones sociales y sin la comodidad de la vida cotidiana. 20


Los internados sin embargo, que surgieron como un anexo a los monasterios y conventos, no son solo espacios de confinamiento sino también de enseñanza y cultivación. Su arquitectura combina las formas domésticas de la casa con los grandes espacios públicos de la clase y la capilla. Como en el monasterio, hay una relación simbiótica entre lo publico y lo privado que a menudo los confunde: hay barracas en las que todos duermen juntos, y baños para una higiene común. En lo que era tanto hogar como lugar de reunión, lo socialmente aceptable y lo obsceno se mezclan. Así, el espacio del internado se convierte la base queer represiva para una sociedad normativa14. El espacio queer moderno, comienza con el surgir de lo que concebimos como el mundo moderno. El descubrimiento de un nuevo espacio hecho por las personas, en el cual las personas se hacen a sí mismas, según lo cual, una persona moderna puede construir su propia identidad; puede usar el lenguaje, el conocimiento y, en última instancia, el dinero para crear tal espacio. Esta persona es consciente de este acto, y desarrolla normas para la construcción lógica y racional de su espacio personal. Este espacio moderno no es una negación, sino una afirmación de uno mismo como parte de la cultura. El armario, contenido en las grandes estructuras que se han erigido, contiene a su vez nuestros recuerdos, secretos y miedos. Para ser capaz de abrir el armario, la gente queer ha tenido que convertirlo en estructuras tan grandes, tan fantásticas y tan cómodas que puedan ser transformadas de dentro a fuera. Esto significa que el espacio queer de la modernidad no tiene nada que ver con las aspiraciones utópicas de los gimnasios griegos, los barcos o los baños, sino que convierte el deseo homosexual en parte del día a día. Existe sobre todo en el entorno doméstico, aunque sobrepasa sus logros en este ámbito para imponer su visión a las grandes instituciones. Al hacerlo, los domestica, haciéndolos habitables. El surgimiento de redes LGBT coincide con el surgimiento de ideas sobre la libertad personal y relaciones sociales cambiantes en las que cada persona podía crear un espacio para si misma. El espacio queer de la cultura urbana del siglo XVII se quedó dividida entre un espacio privado en el cual hombres gays discutían el estar comprometidos con una versión de la familia tradicional y el tener permitido disfrutar de las seguridades y garantías de este espacio, y otro espacio privado que coincidía con el espacio público de la calle, la plaza, y las instituciones públicas que formalizaban el espacio fuera de la propiedad privada. Activando estas dos escenas

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con su presencia, las personas queer las hicieron notar, articularon sus contornos, y permitieron a otros comprender estos contornos de manera más precisa15. El diálogo entre una arquitectura establecida por hombres y un mundo conducido por mujeres dentro de su estructura comenzó a desaparecer. A partir de este punto, los interiores queer de clase media pueden convertirse en un lugar de definición para una sociedad en la que tal esfuerzo hacía verdadera falta16. El espacio queer cuestionó la división del espacio en lugares de trabajo y lugares para vivir, en lugares de hombres y mujeres y en lugares pare distintas clases, al mismo tiempo que las leyes y la arquitectura urbana los estaban definiendo. Proporcionan un modelo alternativo, un un espacio contrario al doméstico y al profesional, por no querer ser ni uno ni otro. Estos nuevos espacios comienzan a recordar a versiones miniaturizadas de instituciones tales como los museos, en los cuales los objetos son expuestos por su propio valor en lugar de ser usados, otorgando a la sala su identidad, además de disolver su estructura en una realidad efímera y distorsionada. Este neoclasicismo tardío, o estilo imperio, contiene las primeras grandes colecciones de artefactos, y convierte los palacios en pseudo-museos. El gran constructor del espacios queer en el siglo XIX fue William Beckford, hijo del hombre más rico de la región. Pasó la mayor parte de su vida construyendo las más fantasiosas versiones de una casa, o bien viajando por el mundo. En 1796 decide construir para sí mismo un palacio de retiro o placer, Fonthill, concebido para recordar a una abadía. El exterior del edificio resultaba ligeramente misterioso y tal vez un tanto alienígena, siendo el interior un concurso casi absurdamente rico de color y texturas, complementado además con una miríada de objetos17. Lo que Beckford estableció como su interior, se convirtió en referente para los espacios queer, ya que estaba basado deliberadamente en principios exóticos que llevan a la creación de una suerte de mundo paralelo, aunque siempre sembrado de objetos que recordaran su origen y sus raíces, queriendo su propietario ejercer su poder para controlar este espacio, siempre consciente de su naturaleza artificial. Se trata de un experto que pasa su vida cultivando su habilidad para juzgar aquellos objetos que en su momento no eran más que utensilios pero que ahora se habían convertido en arte. Tras la bancarrota, vende Fonthill, que alejado de la corriente principal de la clase media, por ser más grande, más distante y más escandaloso que la mayoría de casas modestas que esta clase construye para si misma, se convierte en una piedra angular 22


AbadĂ­a de Fonthill, Wiltshire, 1823, por T. Higham

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del espacio queer, replicado en escalas menores a lo largo de la región. Posteriormente, Oscar Wilde articuló un espacio para lo que ya se consideraba homosexualidad, tan clara y positivamente como estableció la definición de tal estilo de vida en su apasionada defensa de su comportamiento en su famoso juicio de 1895. Wilde puso en jaque a una larga tradición de dandismo. Para él, se convirtió en un modo de ver el trabajo del diseño como la expresión de un individuo recién liberado que vivía en un mundo, no de sórdida realidad, sino solamente de apariencias. Era tarea del artista o del arquitecto el reducir los espacios a meros planos de color. Este mundo abstracto era tan modernista como cualquier composición imaginada por Mondrian medio siglo más tarde, aunque sin sus aspiraciones de la transformación total de la realidad18. Lo que hace la casa de Wilde especialmente interesante es que se trata de una adaptación queer del entorno de una familia de clase media corriente, además de ser un escaparate para sus teorías estéticas. Sin embargo sus ideas no eran originales, y él mismo admite que se las debe en gran parte a los grandes líderes del movimiento Arts and Crafts. Los teóricos del Arts and Crafts sugieren la construcción de pequeñas comunidades en las que la fabricación común y el intercambio de bienes se convertiría en un acto de auto-revelación en la realidad material19. C. R. Ashbee, persiguiendo este ideal, propone su Guild of Handicraft, o gremio de artesanía, una combinación de escuela y taller en la que los jóvenes pudieran trabajar juntos: “La camaradería era tan fuerte como siempre ... un grupo idealizado de camaradas se unió contra las fuerzas del mercantilismo, que era el objeto normal de sus emociones intelectualizadas y puritanas.”20 El gremio de Ashbee formó un modelo sólido para una comunidad queer en la que los jóvenes podían unirse para crear un espejo estético de su mundo.

Delineations of Fonthill and its abbey, 1823, por John Rutter

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Este espacio deja paso a la Bohemia, el entorno natural para la comunidad queer al finalizar el siglo, un lugar verde (color que representaba la homosexualidad) y exótico. En los espacios que eran capaces de recrearla tales como clubs o bares, el hombre gay podía residir en sus sueños y en el interior de su propio reino de fantasía, mientras seguía funcionando en sociedad, dando la oportunidad de construir una comunidad dentro de los confines de un mundo heteronormativo. A través de ella, el logro del lado queer del movimiento Arts and Crafts fue combinar una teoría sobre los objetos con la evocación de un lugar que establecía un hábitat válido para ser vendido y habitado. El siguiente paso en el desarrollo de los espacios queer fue la apropiación de parte del neo-gótico por parte de Ralph Adams Cram y Bertram Grosvenor Goodhue, llegando a la naturaleza híbrida de un movimiento que persigue exteriorizar el valor del interior, como la comodidad, e internalizar lugares y aspectos de la nueva ciudad21. Este espacio sin embargo no tiene por qué ser tenebroso ni oscuro. Para algunos arquitectos y usuarios la estética podría convertirse en una fuerza vital positiva de union con la naturaleza, tal y como pensaba Louis Sullivan, que rompe con las clásicas divisiones de los edificios en favor de expresar la verdadera naturaleza de su construcción, aunque sus edificios resultan más en una celebración teatral del potencial de lo nuevo que una representación honesta debido a su decoración excesiva. En sus dos edificios más representativos en Chicago, el Auditorio (1889) y el Carson Price Scott Department Store (1905), esta decoración absorbió todo lo demás. Independientemente de estar basada en los dibujos de Sullivan de sus baños en cueros con sus compañeros, o en su herencia Irlandesa, funcionaba como una versión positiva del ornamento decadente y estético del que diseñadores como Cram estaban tan orgullosos. En lugar de envolver al visitante y amenazar a la evolución de la forma, parecía brotar de los edificios que el mismo Sullivan, con los años, desnudó hasta convertirlos en simples cajas o formas geométricas. Era como si el mundo decorativo del interior estuviera escapando de una representación retórica del orden. Sullivan fue perdiendo la capacidad de vivir de sus ideales a medida que su carrera declinó y su alcoholismo barrió todo lo demás. Fue su empleado más prometedor, Frank Lloyd Wright, quien continuó con sus ideales, integrándolos en la forma emergente del hogar suburbano. Dependió de los extraños discípulos de Wright el desarrollar las implicaciones de la arquitectura orgánica22.

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Eugene Bavinger House, Norman, Oklahoma

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El más extraño (y queer) de estos discípulos es Bruce Goff. Éste trabajó brevemente para Wright y le consideraba su mentor, pero creaba formas cuya extravagancia y absurdo que llevó a la arquitectura orgánica un paso más allá, persiguiendo su propio camino, diseñando casas que solo pueden ser descritas como bulbosas, llenas de formas fluidas y amorfas. La casa Bavinger, en Oklahoma, conectada interiormente a través de piscinas, hizo explícito el motivo oceánico del trabajo de Goff. Su logro fue el de tanto vivir como producir una visión realmente queer, a través de la transformación de cualquier cosa que la sociedad americana pudiera reconocer como parte de la vida normal de la clase media. Esto no significa que fuese simplemente extraño, sino que saca su fuerza precisamente de aplicar a los problemas y valores la clase media las tendencias estéticas queer. Goff inventó un nuevo espacio aplicando una forma de teatralidad difusa en un artificio orgánico, uniéndose a la promesa de que podía crear un espacio queer moderno23. A partir de aquí el trabajo de dos diseñadoras supone el inicio de un espacio queer diferente que podría llamarse modernista. Este espacio es abierto, limpio y moderno en lugar de pertenecer a los ideales utópicos de la arquitectura del momento, presentando una versión doméstica del mundo moderno. Representa la posibilidad de que las instituciones no tienen porque ser frías, plazas vacías o museos para valores muertos, sino lugares de cálida reunión dónde los cuerpos puedan encontrarse unos a otros24. Elsie de Wolfe comenzó su carrera limpiando el desastre que Óscar Wilde había dejado. Se hizo famosa no por lo que había añadido Sino por lo que había eliminado abrazando una nueva estética de superficies limpias espacios abiertos Y colores y motivos cuidadosamente armonizados. Se libró de un mundo formado a partir de referencias al pasado en favor de las abstracciones de las paredes vacías y los espacios abiertos. No hizo esto en nombre de la modernidad ni creo entornos estériles si no OK utilizo formas tradicionales ya que no tenía interés en crear nuevos cánones. Lo que de Wolfe hizo si creo fue el concepto de esconder radiadores detrás de armarios de madera, es decir “no un nuevo estilo, sino una nueva forma de percibir la manera en que una casa debe funcionar: una síntesis del confort, lo práctico, y tradición, lo que podría convertirse precisamente en lo que el nuevo siglo podría necesitar”25. En los interiores de Elsie, las esquinas más duras de la realidad eran suavizadas. En muchos sentidos, ella inventó el interior moderno. Disolvió la estructura de la arquitectura en interiores blancos, sensibles y sensuales, hechos para mujeres modernas. Aquí se encuentra un modelo queer para la América media, uno en que la 28


creación teatral del diseño interior era comprimido en un interior apto para la venta. Sería interesante señalar que todos los decoradores de interiores conocidos eran hombres, a pesar de que las mujeres nóminas en las publicaciones que popularizaron estos espacios son los hombres sin embargo quienes diseñan las casas de los ricos y reciben la mayor parte de la publicidad. Seguimos viviendo en una sociedad sexista. Las mujeres pueden generar un espacio para sí mismas, pero normalmente dentro de una estructura establecido por hombres. Así los logros queer de de Wolfe quedan encapsulados, confinados, y hasta cierto punto eviscerados por un mercado masificado de trucos decorativos estandarizados. El destino de otra gran diseñadora LGBT, Julia Morgan, es paradójico. A pesar de no ser tan buena diseñadora como de Wolfe, trabajó como arquitecta y creó uno de los monumentos más duraderos a los excesos del poder masculino. A pensar de que su trabajo fue en muchas ocasiones deliberadamente anónimo, como ha sido el caso de muchas mujeres a lo largo de la historia, se convirtió en el modelo de muchas diseñadoras. En cuanto a los interiores domésticos se consintió en cuanto a jugar libremente con la geometría. Inició su carrera diseñando YWCAs, y los mayores espacios en todos estos edificios era una hermosa piscina situada en el centro, como si el corazón de su arquitectura fuese el cuerpo en sí mismo26. Para arquitectos como le Corbusier, el baño y la fontanería se mantenían en el espacio central por su habilidad para llevarse la realidad del cuerpo de la manera más rápida, higiénica, y elegante posible. Para diseñadores queer como de Wolfe y Morgan, la bañera y la piscina, el auténtico espacio del agua, era más importante. El espacio queer del modernismo en interiores era, pues, aquel que pasaba como antiguo y anónimo, era blanco, sensible y sensual, altamente reflexivo y planteado, el modernismo queer combinó el deseo de crear un nuevo mundo para uno mismo y el deseo de sentirse en casa. Mientras la mayoría de decoradores se comprometían simplemente a darle brillo a formas clásicas, reducirlas en la escala y hacerlas más sensibles, la sensibilidad queer se encargó de hacerlas tanto más pequeñas como más grandes al mismo tiempo. La influencia de estos estilos queer se ha vuelto omnipresente, especialmente a través de medios como el cine y la televisión, que han emitido estos escenarios de lo íntimo como escenarios reales. 29


lo íntimo como escenarios reales. Ha dependido de los arquitectos, sin embargo, el continuar con la implicación de estos interiores hasta sus extremos lógicos, incluso en edificios públicos, extendiendo la domesticidad más allá de los limites físicos del hogar.

Producción arquitectónica Historia y obras de arquitectos LGBT relevantes Los arquitectos queer, dibujando sobre el trabajo de decoradores han modificado su manera el modernismo para convertirlo en algo mucho más cómodo que las rígidas abstracciones establecidas por los maestros, pero también más extraño, precisamente por la atracción que generan sus cualidades familiares y domésticas. Eileen Gray (1878 - 1976) En un mundo hegemónicamente dominado por hombres, se acerca a la arquitectura a través del diseño, celebrando su primera exposición en 1913, y empezando la proyección de E.1027 en 1926. Como arquitecta y diseñadora, ejerce su actividad en Francia, sufriendo en todo momento discriminación y desprecio por parte tanto del público como de la comunidad arquitectónica, que en un principio otorga el mérito de sus diseños a su amante27. El espacio concebido por Gray para E.1027 resulta ser un trabajo pionero del movimiento moderno, llevando a la práctica ciertas ideas que en ese momento solo eran teorías, aportando además ciertas características que ahora se consideran esenciales. Gray pretende crear una vivienda similar a un organismo vivo, sirviendo a las necesidades de la vida interior, considerando que la pobreza de la arquitectura moderna provenía de una atrofia de la sensualidad. E.1027 situadada en Mónaco, se trata de una casa llena de secretos, de huecos en las paredes, pasajes secretos y hendiduras tentadoras, que es capaz de esconder y revelar a un mismo tiempo. Puede considerarse que se encuentra aún en el armario, pero es capaz de contar la historia de lo visualmente expuesto, algo que puede pasar inadvertido 30


E.1027, Roquebrune-Cap-Martin, antes de la restauraciรณn

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si uno no está familiarizado con los códigos escondidos en la matriz heterosexual de la arquitectura28. La casa cuenta con dos niveles, que Gray llamó planta baja superior y planta baja inferior, ya que se accede va ella desde arriba, protegiendo así la privacidad de sus habitantes. Es una exploración de textura y color, pliegues y capas, cortinas y s repeticiones inexactas. Se trata de una arquitectura queer de uperficies en la que la división entre la decoración interior y el edificio es imposible. Lyne Walker en sus escritos considera que la bisexualidad de Linda Gray han sido reconocidos pero poco analizados, casi como sin fuesen más importantes cuáles fueron sus actividades sexuales que el tratar de explicar el rol que la sexualidad tuvo en su vida29. La lectura de E.1027 puede realizarse desde la cama. Gray diseña del espacio partiendo de la premisa del living room ya aquí proporcionaría a todos los habitantes una total independencia: tanto para el descanso como para la intimidad. Una gran cama es la mayor pieza de mobiliario en la sala principal que comprende la mitad de la planta baja superior, y que además destaca tanto por ser un volumen separado soportado por pilotis, como por ser el primer espacio al que accedes como huésped, siendo visible tanto desde el interior. Esta sala de estar puede interpretarse como el desarrollo de la obra Boudoir de Monte Carlo de la propia Eileen Gray en la que propone el boudoir como un espacio multifuncional para diversos aspectos de la vida. El boudoir es el primer espacio doméstico dedicado a uso exclusivamente femenino, cuyas connotaciones estaban además relacionadas con el placer sensual y la privacidad, lo que trae cierta problemática ya que devuelve a las mujeres a la zona relacionada con el cuerpo y la sensualidad. Sin embargo, Gray contrarresta y escapa de esta simplicidad de género conduciéndola hacia la ambigüedad, ya que con su interpretación lo convierte, tanto en el espacio más público del edificio, como en el más íntimo, eliminando la oposición espacial entre las dos categorías. El boudoir de Gray permite una multitud de situaciones. Es el lugar en el que se recibe a los visitantes pero también el lugar para instalarse, careciendo de norma alguna que determine de qué tipo de espacio se trata. Aquello que se performa en el espacio, con la ayuda de la arquitectrua, es lo que le otorga su naturaleza30.

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E.1027, tras la restauraciรณn por Manuel Bougot

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Planos y secciones de E.1027

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Otro punto de ruptura con lo normativo es el uso de la literatura directamente aplicada sobre la arquitectura: escribe textos en las paredes y junto a determinados objetos, que modifican la percepción del espacio, textos que significan tanto una invitación como una restricción, ya sea través de juegos de palabras, de pronunciación o simplemente comunicándose con los visitantes, indicándoles cómo comportarse, evocando movimientos incontenibles por los interiores arquitectónicos31. El edificio como acto es ambiguo, abierto a la interpretación, sin estar restringido por la norma, ya que Gray siempre consideró E.1027 como algo provisional, como “un momento dentro de una investigación más extensa”. En 1938, E.1027 sufre un acto de violencia, reflejo de aquella recibida por su diseñadora. Le Corbusier, al parecer, indignado de que una mujer pudiera haber hecho una obra tan significativa en un estilo que él consideraba suyo, asalta la vivienda con una serie de pinturas murales espeluznantes y feas, que eligió ejecutar completamente desnudo, profanando el homenaje al cuerpo y a la intimidad que Gray había concebido. En el año 2000 se inician los trabajos de restauración de E.1027, completándose en 2014, devolviendo a este espacio y a Eileen Gray a la vida32. Philip Johnson (1906 - 2005) A lo largo de su vida, este arquitecto se apropia de los estilos de otros diseñadores, ya sean arquitectos o decoradores, y los empuja hasta el extremo de la retórica o la deformación que quedan casi irreconocibles. Como una suerte de método, parte de la necesidad de crear un hogar para sí mismo como hombre queer, una alternativa a las cajas cerradas de los suburbios. Suavizando o “feminizando” las lineas del modernismo, el neoclasicismo, y más tarde las formas del constructivismo, las hace más aceptables y cómodas, justificándolo con una pose intelectual basada en en ingenio, la negación de principios establecidos, y una autoindulgente celebración de su propio artificio. 36


Glass House, New Canaan , Connecticut

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La Glass House, en Connecticut (1949), supone una domesticación y la adaptación queer de un gran modelo modernista: el Pabellón de Barcelona de Mies van der Rohe. Johnson redujo la casa casi hasta la nada, dejando sólo la chimenea como formas sólidas en un mundo que se disuelve hacia el exterior. Es arquitectura desnuda, y na caja de espejos que refleja al tiempo que muestra. Siendo imposible vivir en un espacio tan abierto, diseñó auténticos cuartos para dormir junto a la declaración que era la casa, aunque una vez más en los extremos, enterró la habitación completamente, acercándose a una versión queer y convirtiéndolo la cueva en una cámara abovedada cubierta de seda que convierte este lugar en un espacio brillante de texturas, colores y luz. Es probablemente la declaración más sucinta del espacio queer construido en este país en los últimos años, condensando y abstrayendo a su esencia la historia del interiorismo y los impulsos de un modernismo estético, reduciéndolos a la pose más pura y sensual. Continuó elaborando su propio Fonthill a lo largo de los años, creando más y más monumentos a sí mismo, tales como un pabellón flotante que hace que el habitante parezca heroico, y más tarde un centro de visitantes llamado “The Monsta” que emplea las formas continuamente moldeadas de Frank Gehry hasta crear un espacio emblemático. No hay duda de que ayudó a liberar a toda una generación de arquitectos hacia una sensibilidad queer, haciendo aceptable el tratar los grandes ideales del modernismo como una pose estética33. Durante el invierno de 1964, un pequeño grupo del círculo de Andy Warhol, entre ellos el fotógrafo David McCabe, al que había contratado para documentar un año de su vida, realizan una visita a la Glass House, ya que según el propio Warhol habían sido invitados por Philip Johnson personalmente. Para Warhol, la casa cuenta con identidad propia, además de ser un escenario ideal para el estilo de vida que desea transmitir, regresando incluso en ocasiones posteriores con su grupo, The Velvet Underground, para tocar en la casa. "Mientras caminamos de vuelta a la Glass House, Andy dice: "La gente siempre me pregunta, '¿Cómo va al baño en ese lugar?" Andy sabe que hay un núcleo central donde el cuarto de baño y todas las demás cosas están guardadas. Es sólo Andy siendo travieso."34

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Andy Warhol en la Glass House, 1964, por David McCabe

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Plano de la Glass House y alrededores

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Charles Moore (1925 - 1993) En muchos sentidos, sus primeros trabajos reflejan la influencia del Bay Area School, que era en sí mismo una versión queer de las formas tempranas del Arts and Crafts, las cuales diseñadores como Julia Morgan apreciaban por ser más cómodas y discretas. Moore diseñó docenas de casas que mezclaban el respeto por la construcción local con el deseo de crear espacios abiertos y libres35. El objetivo de la casa ya no era el ofrecer espacios funcionales a todos los miembros de la familia nuclear o crear un refugio, sino abrir al usuario a una experiencia sensual36. Crea collages de comfort, disolviendo la trama de la vida moderna en pequeñas piezas de sensualidad enmarcadas en recortes de formas arquitectónicas abstractas y deformadas. La primera casa que diseña para sí mismo se desarrolla en torno a un corazón doble de cama y ducha concebido como un doble santuario al cuerpo, y sus paredes desaparecen sustituidas por puertas de garaje correderas. Cuando se convierte en el decano de la Escuela de Arquitectura de Yale, tras haberle sido negada la entrada en Berkley por su orientación sexual, reconstruye la casa, convirtiéndola en un laberinto de paneles recortados, cada uno de los cuales con el nombre de una persona, que envolvían las escenas de su vida pseudo-doméstica. Sus espacios siempre se centran entorno a tres cosas: la cama, tratada como la pieza central del escenario; el agua y las instalaciones de baño; y su colección de artefactos. Su mayor logro tal vez fuese la arquitectura de Sea Ranch, un complejo de condominios que diseñó en la costa norte de San Francisco en 1962. Las formas domésticas se divorcian de la tipología de la casa unifamiliar y se convierten en lofts de formas simples, en los que posteriormente añadía lo que llamaba “alforjas” que contenían todos los elementos necesarios para el día a día. De este modo el usuario era libre para disfrutar de un mayor espacio para vivir. Las formas de los edificios imitaban el entorno, has trayéndolo en celebraciones triangulares de una vernácularidad artificial. La pieza central es una piscina, donde el vestuario, uno de los primeros espacios en de supergraphics, convertía la experiencia de los hombres estando juntos y desnudos en una celebración casi eclesiástica de luz, textura y escala. 41


Sección fugada de una de las casas de Sea Ranch, Sonoma County, California (izq)

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Vestuarios de Sea Ranch, pioneros de la tendencia de “supergraphics”, Gualala, California, 1966 (dch)


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La influencia de Sea Rancho fue inmensa. Charles Moore convirtió hizo más queer las formas libres del modernismo, convirtiéndolas en algo más familiar y sensual, haciendo que pudieran sentirse como un verdadero hogar, aunque un hogar de formas abstractas y de brillantes colores37. En su obra The Place of Houses, escrita en 1974 como un manual para constructores, presenta su versión queer del hogar: “Las habitaciones, son espacios no específicos, escenarios vacíos para la acción humana, en las que ejecutamos los rituales e improvisaciones de vivir. Proporcionan oportunidades generalizadas para que las cosas ocurran, y nos permiten hacer y ser lo que deseemos”. También nos proporcionan la idea de “el sueño de estar cubiertos y protegidos”38. Traen esta sensación de protección junto con las improvisaciones del día a día a través de la acumulación de objetos, algo que lleva a los habitantes a construir sus escenarios, permitiéndoles crear un espacio propio. Se trata de un manual de el acumulador de objetos queer de clase media, algo que nos lleva de vuelta a Wilde, reducido a sus ingredientes más básicos, y convertido en una receta para la vida normal de esta clase media. A lo largo de su trabajo prevalece cierto sentido de teatralidad, partiendo de pequeños momentos de cobijo presentes en el centro de la mayoría de sus casas, similares a versiones infantiles de un hogar, un lugar que dignificaba al habitante abriéndole a una suerte de juego en el que la cama, el baño o la cocina se convierten en escenario.

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En el corazón del diseño de Moore, sin importar lo repetitivas que sus formas pudiesen llegar a ser, o lo fácil que le resultó a la cultura mainstream asimilar sus indignantes connotaciones espaciales, siempre permaneció cierta sensualidad. Esto queda reflejado en su tesis del doctorado en Princeton sobre los usos del agua en la arquitectura, y la experiencia del baño o de reflejarse en el agua, tal y como sucedía en los trabajos de Julia Morgan o Elsie de Wolfe39. Este amorfo, reflectante, y sensual corazón del espacio le daba vida, pero la estrategia arquitectónica fue en general, para Moore y sus seguidores, básicamente una alternativa que unía la consciente creación de espacios de la arquitectura con el reflejo decorativo de la tradición interiorista, convirtiéndolos en un elaborado artificio40. En las manos de varios arquitectos de la Costa Este, esta mobilidad, ambigüedad y sorpresa se convirtieron en la fórmula de la complejidad y la contradicción que convirtieron la transformación queer del modernismo en un juego internacional del mayor rango. En su Complexity and Contradiction in Architecture, Robert Venturi celebra la ambivalencia: “Hablo de una arquitectura compleja y contradictoria basada en la riqueza y la ambigüedad de la experiencia moderna, incluyendo la experiencia que es inherente al arte. Me gustan los elementos híbridos en lugar de los puros, comprometedores en lugar de limpios, distorsionados en lugar de obvios, ambiguos en lugar de articulados, perversos e impersonales, aburridos e interesantes, convencionales mejor que de diseño, cómodos en lugar de excluyentes, redundantes en lugar que simples, vestigiales e innovadores, inconsistentes y erróneos en lugar de directos y claros. Prefiero la vitalidad desordenada a la unidad obvia. Incluyo el no sequitur y proclamo la dualidad.”41 A lo largo de los primeros años de la década de los 60, Venturi desarrolla esta temática de la domesticidad rota, lo que distorsionó la naturaleza protectora y asertiva del hogar, en favor de un juguetón placer por los órdenes y elementos de la arquitectura. Su mejor trabajo fue indignante, trayendo la sensibilidad del interiorista al hogar y al exterior. La colocación de elementos históricamente familiares y emblemas de la domesticidad, y luego su negación a través de un cambio de escala, una yuxtaposición o un uso erróneo, parecía liberar estas piezas hasta el punto en que comenzaban a crear otro orden, mucho más inestable.

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Si Moore había propuesto el interior doméstico como un mapa de uno mismo, Venturi rediseña ese seguimiento de la geografía de lo cotidiano, convirtiéndolo en en ricas costumbres de la ambigüedad. Juntos, tanto Moore como Venturi crean los parámetros de lo que, al menos en Estados Unidos, es conocido como postmodernismo. Deforman órdenes y crean complejos espacios en los que se puede rastrear una vida diferente de aquellas gobernadas por las cajas cerradas que son los hogares y oficinas tradicionales, proporcionando así al habitante la oportunidad de construir su propio espacio. En nuestra sociedad, el hogar ha sido siempre asociado a las mujeres, y los órdenes arquitectónicos a los hombres. Los postmodernistas mezclan e igualan estos elementos, convirtiéndolos a ambos en escenarios conscientes de si mismos, proporcionándole al usuario el poder de erigir su propio sentido del hogar y del orden, de la feminidad y la masculinidad. Un deleite en la sensualidad impregna gran parte de sus obras, y aunque ninguno de ellos parece tener el deseo consciente de generar un espacio queer, el resultado sigue siendo una arquitectura que definitivamente abre de par en par el armario que contenía los trucos decorativos y los convierte en una celebración del cuerpo, situándolo entre otros órdenes estéticos. Un pequeño grupo de diseñadores siguió explorando los caminos abiertos por Venturi y Moore como por ejemplo Robert A. M. Stern, que trajo su propio y considerable conocimiento histórico, incluyéndolo a lo anteriormente propuesto. Su trabajo era tanto más teatral como más delgado que el de la generación anterior, casi como si estuviese aspirando a ser concebido como ropa. Con el tiempo llega a calmar estas aspiraciones para poder encajar en las necesidades de sus clientes. Posteriormente comienza a trabajar para Disney Corporation, empleando su talento para estructuras imaginativas en la creación de parques temáticos. Este resultado, parece dejar claras las posibilidades que ofrece el postmodernismo: bien convertirse en la correcta elaboración de órdenes arquitectónicos, o bien apuntar hacia la completa fantasía42. Frank Israel (1945 - 1995) Continua el trabajo de Moore y Venturi, considerándose a si mismo su pupilo. Abiertamente queer, Frank se deleita en la de construcción de la misma noción de domesticidad. A medida que madura, desarrolla su propio lenguaje formal, que consistía en planos plegados que fusionaban paredes y techos,

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Habitaciรณn principal de la Goldberg-Bean House, Los Angeles, California, 1992, por Timothy Hursley

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convirtiéndolos en una especie de capa protectora, con grietas por las que la luz se derramaba. Bajo este abrigo colocaba telarañas de madera o rejas de acero. Israel no rompió con la forma familiar de la casa del rancho. Incluso cuando construyó una nueva forma, opuesta a la extension de las casas suburbanas, parecía deleitarse en habitaciones que no eran solo estancias de refugio, sino cajas neutras, salas de estar que parecían niveles separados del escenario de una versión pública de la vida familiar; la privacidad y la apariencia pública se confunden y encuentran el orden en altares para el sexo (sobre las camas) o el entretenimiento (alrededor de la televisión). La casa Goldberg-Bean, diseñada para una pareja gay en 1992, empuja esta temática hasta el extremo, resultando en la disolución de lo que había sido una casa corriente en un colorido castillo compuesto de pequeños templos a través de los cuales fluir con toda la facilidad de el moderno planteamiento de los espacios abiertos y la vida de loft que una pareja queer ofrecía. Se dio cuenta del potencial de postmodernismo queer. Para él, la tecnología moderna del cristal y el acero, tanto como el aire acondicionado o la electricidad, podía ser liberadora, ya que permite espacios abiertos y cobijo sin tener que encerrarnos tras muros cerrados o bajo enormes cubiertas. La privacidad se convierte en algo que uno elige y construye, en relación con las máscaras de la apariencia pública. El hogar se convierte, no en un lugar de retrato, si no en un uno que tranza las complejas relaciones del ser con uno mismo y con otros, a través de los marcadores que proporciona la arquitectura. Las formas de la casa son desnudas y reveladoras, para que así el cuerpo pueda sentir los materiales, las conexiones, Y La realidad física de la envolvente espacial en lugar de tener que aceptar los órdenes que el arquitecto y la sociedad imponen en el acto de construir43. El postmodernismo y la arquitectura queer suponen una ambigüedad y una contradicción resueltas a través del cuerpo, mediante espacios en los cuales uno puede establecer ciertas relaciones y también reflejarse, para así encontrar un lugar para sí mismo en el mundo: proporcionando una coreografía de placeres sensuales se puede crear una relación propia con el mundo físico. La transformación queer del modernismo en postmodernismo, y el reencuentro entre interiorismo y arquitectura, han creado espacios en los que podemos construir nuestras propias vidas44. A partir del momento en que el espacio virtual trasciende a lo doméstico, los límites entre lo privado y lo público se difuminan junto con los límites 48


físicos del espacio en sí mismo. En este nuevo espacio podemos encontrar los hábitats queer más recientes, en las salas de chat o en los anuncios, en los que la comunidad LGBT se reúne anónimamente para crear otro tipo de interacción cuyo fin último sigue siendo el cuerpo. En definitiva, el espacio queer muestra cómo crear identidades que dependen de experiencias reales y de conexiones con otros seres humanos para crear una comunidad que no depende de instituciones o clichés, y que nos permite movernos a través del siempre cambiante paisaje de la ciudad contemporánea. El espacio queer no es un lugar, sino un acto de apropiación del mundo moderno, para una continua auto-construcción. En su libro Queer. Architecture and Same-Sex Desire, Aaron Betsky escribe que el espacio queer está en peligro de desaparecer, y en realidad es posible que el espacio queer concebido como la primera ruptura con lo mainstream, la familia nuclear y la moral judeocristiana esté desvaneciéndose, pero hay que tenwer en cuenta que mientras haya identidades colectivas, sus espacios seguirán existiendo.

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EN LO URBANO

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Según Henri LeFebvre, el espacio se compone de la práctica espacial, la representación espacial y el espacio representacional. Esta afirmación permite considerar que la función de un lugar, a pesar de estar prescrita, puede ser subvertida por los usuarios, llegando a la conclusión de que cada sujeto modifica el lugar, y cada lugar modifica al sujeto43. La producción de lo urbano no es solo el resultado material de la construcción y el urbanismo sino, además, producción social y cultural. La ciudad puede considerarse instancia primaria del espacio construido por lo que el ciudadano no nace, sino que se hace ejerciendo como tal en el espacio público, y estos espacios pueden ser lugares de exclusión o propiciar la diversidad. En el momento actual, las dinámicas disolventes del urbanismo se contrarrestan con acciones de sentido contrario, tales como las resistencias sociales y culturales que hacen del espacio público un derecho legítimo socialmente. El estar presente en el espacio público es una condición fundamental para la supervivencia de la democracia, ya que es aquí donde se establecen los vínculos sociales, emergen las demandas colectivas, se toma conciencia de los derechos compartidos, se expresan aspiraciones de mayor justicia e igualdad, se combaten los privilegios y las represiones y se construyen esperanzas de futuro. Para el bienestar del poder político, el espacio público debe ser estrictamente controlado, y actualmente el carácter especulativo del capitalismo lo degrada y miserabiliza llevando a su progresiva disolución. Por tanto, la consecuencia es que el espacio público ciudadano es un espacio de conquista permanente, en el cual constantemente podemos encontrar acciones de iniciativa popular, de acción colectiva conquistadora y de uso social de un espacio para hacer que se convierta en público. El caso concreto de las calles como componentes de ese espacio público, nos revela que no son solo lugares de paso, sino también de encuentro y de conexión. Según Cortázar, un puente es una persona pasando por un puente, lo que aplicado a la ciudad se traduce en que la ciudad son las personas que pasean por sus calles. Esta reflexión puede traducirse en la afirmación de que quien no está en la calle no existe, no se tiene en cuenta, y por tanto es vulnerado en sus derechos y deseos como ciudadano. 53


En muchas ocasiones existe una confusión generalizada sobre la aceptación que recibe un colectivo y lo monetizado o cosificado que pueda estar: la presencia de personas LGBT en los medios y su apreciación por parte de la sociedad heterosexual no es en muchas ocasiones sino una forma de discriminación circense encubierta. Este es el caso, por ejemplo, del programa de televisión RuPaul’s Drag Race, en el que un grupo de drag queens que compiten entre sí son vistas y casi idolatradas por millones de personas en todo el mundo, y sin embargo, las mujeres trans siguen teniendo una esperanza de vida media de 32 años, en gran parte debido a las agresiones perpetradas en los espacios públicos y a los suicidios provocados por un aplastante rechazo social. Contra esta violencia, la comunidad queer construye su propia ciudad, sus redes y sus conexiones, convirtiéndose en una comunidad presente y en una plataforma de cuidados y protección, frente a una ciudad que ha sido hostil a lo largo de siglos de opresión y que solo ahora comienza a aceptar la disidencia, pasando siempre por un intento de normalización de lo que no necesariamente ha de ser normal. Esta ciudad, a menudo invisible para muchos, constituye una estructura esencial para la supervivencia de una gran parte de la población que encuentra en ella sus espacios seguros, su entorno, y su participación válida en la vida pública.

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Cruising El uso del espacio público para la práctica sexual disidente Incluso contando con todos sus logros, el postmodernismo no alcanza el mismo punto de celebración de las posibilidades liberadoras de la vida moderna encontradas en el hogar, que las que se pueden hallar en el espacio público de la ciudad. Los espacios queer proporcionan otro modelo para lo que podría, o debería, ser el entorno urbano modernista: un espacio más sensible, sensual, abierto, y autoconstructivo, alcanzable a través de continua apropiación a través del cruising y la sexualización de espacios públicos, pero también a través de la construcción de barrios funcionales para la comunidad LGBT. Los primeros espacios públicos queer son los callejones oscuros, esquinas mal iluminadas y habitaciones escondidas encontradas en la propia ciudad; un espacio que no puede verse, carece de contornos, y desaparece tras el acto sexual. Lo que hace este espacio de cruising tan importante, es que nos muestra que no es imprescindible generar espacios específicos y adecuados para contener y promover las relaciones entre las personas, ya que aparecerán en el momento menos esperado, cuando se les necesite. Estos lugares poseen una repentina sensualidad que se opone al vacío anónimo de la ciudad moderna. La característica principal de los espacios de cruising es su efimeridad: aparecen a través de un acto de transformación que convierte la separación en su opuesto, que es la conexión. Estos lugares trazan una red de rutas que quienes la experimentan emplean, en ciertos casos, como expresión física de su comunidad, haciendo real un espacio esencialmente invisible que actúa como contraespacio, y que elimina diferencias y barreras, permitiendo a la ciudad de clase media disolverse. Esta red invisible se extiende a través de la ciudad, haciéndose evidente solo a través de ciertos gestos, y esta red o familia permite a quien la experimenta el sentirse como en casa en cualquier ciudad del mundo. Una vez el hilo invisible es encontrado, en numerosas ocasiones a través de internet, este conecta un tejido de lugares orientados precisamente a la comunidad LGBT, tales como tiendas, restaurantes, bares e incluso hoteles, aparentemente anónimos pero con ricos interiores, facilitando siempre las relaciones sociales, proporcionando intimidad o la disposición del espacio. Se trata del interior de un gran laberinto que traspasa las fronteras, no solo de ciertos barrios, sino también de ciudades y países enteros. La naturaleza de este espacio, sigue siendo siempre sexual. El cruising es una actividad a través de la cual el mundo se convierte en una suerte de guión que solo 55


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Puntos de cruising en Madrid, sector de ejemplo (1) Parque, Hospital Clínico (2) Baños públicos, Intercambiador de Moncloa (3) Baños públicos, Intercambiador de Avenida de América (4) Área de descanso, calle Fortuny (5) Baños públicos, C. C. ABC Serrano (6) Parque, templo de Debod (7) Vestuarios, gimnasio Viding (8) Baños públicos, El Corte Inglés de Goya (9) Baños Públicos, C. C. Príncipe Pío (10) Baños Públicos, Intercambiador de Príncipe Pío (11) Parque, plaza de Oriente (12) Baños públicos, El Corte Inglés de Callao (13) Baños públicos, FNAC de Callao (medidas) (14) Baños públicos, Bricor (15) Parque de Caramuel (16) Bar, Baco Club (17) Parque del Buen Retiro (18) Baños públicos, estación de Cercanías de Atocha (19) Parque de San Isidro (20) Baños Públicos, estación de autobuses de Méndez Álvaro (21) Baños Públicos, El Corte Inglés de Méndez Álvaro (22) Puente de Legazpi (23) Parque de Enrique Tierno Galván *Barrio de Chueca

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puede ser traído a la vida mediante su interpretación. Estos lugares son un lugar en el que las formas solidas de la apariencia desaparecen, y el espacio de cruising se convierte en una manera de trazar cuidadosamente los contornos de la ciudad en toda su realidad funcional y racional, y de inscribirse a uno mismo en ese mundo anónimo. Este es por tanto un espacio de escape hacia una realidad material, encontrada en los lugares de la ciudad donde tales experiencias son posibles. Estos lugares suelen ser parques, los lugares reservados como respiro de la realidad urbana dentro de la propia ciudad, o grietas en el tejido de ésta, como callejones oscuros o edificios abandonados, es decir, lugares en los que la aparentemente racional estructura urbana se desmorona, dando vida a un nuevo espacio. A pesar de que la verdad básica sobre los espacios de cruising recae sobre el conocimiento del cuerpo más que sobre el análisis para funcionar, este espacio tiene ciertamente ciertas características reconocibles. Para empezar, la mayoría del cruising tiene lugar o bien de noche o bien en espacios oscuros, como ciertos cines; además, deben ser laberínticos, deben frustrar el uso “normal” así como proporcionar barreras a la intervención o la observación; y por último encuentran los límites tanto de la ciudad como un todo, como de los edificios en ella44. Mediante todo esto, los espacios de cruising tienen una forma inequívoca de encontrar el lugar en el que la ciudad se disuelve y la sensualidad puede emerger, protagonizando continuamente una búsqueda de la conexión, la revelación de lo anónimo en el más íntimo conocimiento del espacio del cuerpo. Gracias a internet, que permite publicar de manera anónima la localización de estos lugares, podemos reconstruir esta red invisible sobre las calles de Madrid, dibujando un plano de puntos de encuentro. Así se facilita la búsqueda por parte de los usuarios, y permite al no iniciado un acercamiento a un mundo oculto y aparentemente lejano, y que además proporciona ejemplos de estudio fácilmente reconocibles y accesibles. Baños públicos C. C. Príncipe Pío (9) Estos momentos de obscenidad, a lo largo de los siglos, han encontrado sus espacios naturales para la acción en los baños públicos y lugares similares, espacios que quienes practican el cruising dedican específicamente a estas actividades, y que se han incrustado en el tejido social de la ciudad, convirtiéndose de esta forma en los ejemplos más conocidos y más sencillos de explicar como núcleos de cruising. 58


Planos de los baños para hombres del C. C. Príncipe Pío

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Aquí, los compartimentos que en teoría deben proporcionar intimidad a un cuerpo que ve su realidad como vergonzosa, se convierten en espacios de encuentro, permitiendo una conexión sexual, al menos en parte, por eliminar la identidad social de los participantes, permitiéndoles concentrarse en el placer del cuerpo. Los urinarios, sin embargo, son puntos en los que la máscara pública permanece, pero de repente se abre a través de la aparición de aquellas partes del cuerpo que suelen permanecer más ocultas, creando una erupción de sensualidad en el ambiente aséptico de baldosas blancas del baño. El servicio público inscribe el acto sexual en un espacio que por lo general implicaría lo contrario a través de explotar el único lugar en el que la separación espacial que garantiza relaciones sociales “normales” desaparece, cuando las máscaras de ropa, lenguaje y arquitectura que nos rodean tienen que abrirse para reconocer la realidad de nuestros cuerpos. Sea por la ausencia de conversación, o porque la manera en que uno viste o su posición importan poco comparadas con otros aspectos como la edad, el baño se convierte uno de los escasos espacios públicos que realmente sirven para liberar a sus habitantes de las ataduras del día a día. Aquí, lo queer se incorpora a lo cotidiano y erige una red alternativa de conexiones a partir de conexiones sutiles. Estos baños en concreto cuentan con diversas características que los hacen especialmente propicios para el cruising. La disposición, con los urinarios ubicados tras la esquina, en la pared más oculta, permiten la espera por parte de quienes acuden con intención de seleccionar a un posible compañero, en ocasiones sin importar el tiempo que esto pueda llevar, o incluso a aquellos quienes no buscan la privacidad de los compartimentos cerrados. Además, esta situación mejora gracias al sistema de encendido y apagado de los puntos de luz, que al detectar el movimiento en la entrada, dejan completamente a oscuras el espacio entorno a los urinarios, proporcionando una privacidad añadida Además de la organización del espacio, el acceso y la ubicación también juegan un papel importante. Estos servicios solo son accesibles desde la galería comercial y no desde la calle, aunque dicha galería sí cuente con contacto directo con el exterior, y una vez en dicha galería, las puertas principales quedan incrustadas en la pared, quedando aproximadamente un metro por detrás 60


de los escaparates. Estos factores, sumados a las características del interior, lo convierten en un espacio seguro y relajado para experimentar este placer momentáneo. Medidas FNAC Callao (13) La práctica del cruising es una performance oculta y secreta aún a una gran parte de la población, por lo que en muchas ocasiones genera rechazo entre quienes lo consideran algo inapropiado. Debido a esta circunstancia, se llevan a cabo diversas contramedidas, principalmente en espacios de uso público pero que pertenecen a una entidad privada. En el caso de los servicios públicos del Intercambiador Avenida de América, la medida disuasoria consiste en unos horarios que impiden a quienes desean practicar el cruising, acudir en el momento propicio y más deseado, que normalmente suele coincidir con altas horas de la noche. Sin embargo, esta no es ni de lejos la medida más radical que se ha tomado contra el cruising. En el caso de los servicios de la tienda FNAC en la plaza de Callao, las contramedidas han pasado por eliminar cualquier posibilidad, a cualquier hora del día, y en cualquier circunstancia: lo que antes eran unos servicios corrientes, simétricos a los de mujeres que aún se mantienen, con una puerta principal, una zona con lavabos y un espacio central con compartimentos con retretes y urinarios, ha sido completamente reformado, añadiendo además una medida que acerca al usuario a una suerte de distopía hipervigilante, ya que se ha situado un agente de seguridad frente a las nuevas puertas. Ahora, la intimidad desaparece por completo, no solo aquella que se pueda encontrar entre dos cuerpos, sino la intimidad propia e individual que esperamos encontrar en un espacio que implica en si mismo cierta vergüenza por la realidad anatómica del ser humano. Estas medidas, convierten unos servicios públicos en un espacio violento y plagado de autoridad y control, impresión acentuada por los detectores de alarmas situados en cada puerta. Aquí, el espacio, no solo deja de ser apto para el cruising, sino que da una vuelta completa, llegando a ser hostil para cualquier usuario. 61


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BaĂąos para hombres, FNAC de Callao, antes de la remodelaciĂłn


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Baños para hombres, FNAC de Callao, después de la remodelación


Parking Metro Puerta de Arganda En los parkings, el acto del cruising tiene lugar en silencio, a través de una coreografía de gestos que incluye el movimiento del coche y puede convertir el espacio del automóvil, ya de por sí en algún punto entre los contornos del cuerpo y el reflejo de los órdenes racionales de la ciudad, en un auténtico espacio de acción. El parking de la parada de metro de Puerta de Arganda, se trata de un espacio descubierto, considerablemente más abierto que una zona de parque, pero con unas características muy adecuadas para el cruising. El espacio, de pequeño tamaño para un parking en una ciudad como Madrid, cuenta con una tenue iluminación, que propicia estos encuentros secretos, la vez que permite una rápida reincorporación a la zona que lo rodea en caso de ser necesario. Aquí se descubren dos clases de usuarios: aquellos que acuden dentro de su vehículo y aquellos que por carecer de él, o por jugar cierto rol en esta actividad, acuden a pie o en transporte público. Esta simple característica en apariencia inocente o fortuita es ya un gesto en si mismo, relacionado con la indefensión y la dominación, y que habla a unos y otros de sus deseos o intenciones, ejemplificando la conversación silenciosa de este acto. El encuentro se produce de una manera sutil y pasiva, a través de otro gesto silencioso más: aquellos que se encuentran en el interior de los coches, dejan la puerta abierta, en una clara invitación a un posible interesado. De este modo, abre su espacio privado a una oportunidad de intimar, en la que en todo momento tienen ambos el control, ya sea por la posibilidad de elegir o bien por suceder en un espacio propio y controlado. El coche, siendo tanto instrumento como lugar, una solitaria burbuja y un refugio protector, se presenta como un implemento físico y una visión móvil, siendo al mismo tiempo un objeto producido en masa y un espacio personal, acercándose de este modo al ideal modernista, tanto que podría considerarse el icono definitivo del cruising. En general, los puntos inconexos que forman la red invisible del cruising sobre la ciudad contemporánea, generan una nueva ciudad, segura a la vez que emocionante en la que el colectivo LGBT se mueve con soltura, preludio de una ciudad queer paralela a la ciudad convencional en la que gestar una comunidad liberada. 64


Vista aĂŠrea del parking de la estaciĂłn de metro Puerta de Arganda

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Reclamación del espacio público Stonewall y sus consecuencias Estos espacios no siempre son perdurables, hasta el punto en que, como hemos visto en el caso de los servicios de la FNAC de Callao, pueden ser modificados o directamente eliminados, por lo que la comunidad, en cierto punto, tiende hacia la apertura de establecimientos, bares y clubes donde se sienta segura y el intercambio social y sexual no sea invadido. En los bares, pistas de baile, saunas y sex clubs de la cultura queer, puede observarse un intento de convertir el efímero mundo del cruising en algo más duradero e identificable, creando así monumentos a la emergente comunidad LGBT. Sin embargo, en camino a la integración urbana en ningún momento es lineal ni carente de conflictos, sino que debe ser reclamada una y otra vez por parte de una minoría vulnerable. Una de las primeras manifestaciones por la recuperación del espacio público se dio en la ciudad de Nueva York, en lo que hoy se conoce como los Stonewall Riots o disturbios de Stonewall. Estos disturbios, que tuvieron lugar el 28 de junio de 1969, dan nombre a un conjunto de manifestaciones espontáneas y violentas llevadas a cabo para protestar y luchar en contra de una redada policial. Pueden considerarse como los primeros sucesos, en la historia de Estados Unidos, en los que la comunidad LGBT se levantó contra un sistema que perseguía y oprimía a las personas de sexualidad e identidad de género no normativas bajo el amparo del gobierno, y son considerados como el suceso impulsor del movimiento pro-derechos LGBT, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo. Los sucesos tuvieron lugar en el pub Stonewall Inn, situado en los números 51 y 53 de la calle Christopher, en el barrio neoyorkino de Greenwich Village, y fueron provocados por un contexto de anulación de libertades y aislamiento social por parte de las autoridades hacia este determinado grupo minoritario. Después de la II Guerra Mundial se realizaron interrogatorios para localizar a comunistas y a otras personas anti-estadounidenses y subversivas ya que según el gobierno se podían considerar un riesgo para la seguridad. Las personas LGBT son incluidas en esta lista en 1950, por lo que desde este momento sufren persecución. Los bares que servían a personas de género y sexualidad no normativas fueron cerrados, sus clientes arrestados y sus identidades publicadas en los periódicos. Las autoridades de ciertas ciudades llevan a cabo campañas para sacar de los vecindarios, parques, bares y playas a las personas LGBT, se realizan despidos, humillaciones 66


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Pista de baile

Servicios

Barra Pista de baile

Servicios

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públicas, agresiones y encarcelamientos; se expulsa de la vida pública y social a miles de personas45. El lugar al que acude esta población marginal es Greenwich Village, barrio en el cual, a pesar de haber una gran población LGBT, existían muy pocos espacios en los que pudiesen reunirse sin ser acosados o arrestados a excepción de los bares, clandestinos y casi imposibles de controlar. Gracias a esto, los bares se convierten en los espacios seguros para estas personas, fuera de las calles y de las zonas públicas. En estos momentos, las pistas de baile y bares queer habían comenzado a cobrar vida por su cuenta. Desarrollaron sus propias características y su propio perfil, reflejando en muchos sentidos los espacios en los que sus clientes habían practicado alguna vez el cruising: espacios laberínticos, oscuridad y una ubicación en los límites de la ciudad. El Stonewall Inn, propiedad de la mafia, era uno de estos bares clandestinos del Village, en el cual una vez por semana un policía recogía un soborno para mantener a raya las redadas, ya que el bar carecía de licencia para vender bebidas alcohólica, además de tampoco contar agua corriente ni salidas de emergencia. A cambio, se trataba del único bar LGBT en la ciudad de Nueva York en el que se podía bailar, lo que sumado a su ubicación y diversidad demográfica lo convertía en el bar de ambiente más popular de la ciudad. El bar contaba con dos pistas de baile, además de una sección más pequeña ubicada en la parte trasera, a menudo frecuentado por personas trans y hombres con pluma, en un interior pintado completamente de negro, y acentuado con luces de colores y luz negra, por lo que la cualidad ciertamente onírica del espacio era notable, y por tanto, liberadora para sus clientes. La Luz artificial no era solo empleada para crear un determinado ambiente, sino también como un silencioso código: en caso de que se detectase presencia policial, se encendía la luz general y así avisar a los clientes de que debían dejar de bailar o tocarse.

Plano del Stonewall Inn, distribución de 1969 69


El sábado 28 de junio, a la 1:20 de la mañana, la policía, encontrándose en ese momento unas 200 personas en el interior del bar, y procedieron a bloquear las puertas. El procedimiento habitual consistía en hacer a los clientes formar filas y revisar su documentación, al tiempo que las policías femeninas comprobaban los genitales de los clientes cuya ropa fuese considerada de mujer, violencia ante la cual estas personas se resistieron en esta ocasión, negándose a sufrir los registros. Alentados por este acto, el resto de clientes comenzaron a negarse a entregar su documentación, ante lo cual los agentes resolvieron llevar a todos a comisaría, separando a mujeres trans y personas travestidas en un cuarto en la parte trasera del bar. Los refuerzos que la policía había solicitado están aún por llegar en el momento en que sacan a los clientes del bar, por lo que hacen a estos esperar en fila en la calle, una calle que no aceptaba su presencia en el día a día, coincidiendo con el hecho de que aquellos que no han sido detenidos, quienes usualmente huían a sus casas con rapidez, decidieron quedarse cerca del bar, hasta que se congregó una multitud de unas 150 personas. Cuando llegaron los refuerzos, las multitud había aumentado enormemente, y en el momento en que comenzaron a subir a los detenidos al coche ésta comenzó a gritar consignas tales como “¡Poder gay!”, o a cantar We shall overcome, aunque con un tono de hostilidad creciente. En este momento, llega el rumor de que los clientes que aún están dentro del Stonewall Inn están siendo maltratados, por lo que la muchedumbre comienza a arrojar monedas y botellas a la policía. En un momento dado, una mujer esposada es escoltada desde el bar hasta uno de los coches, quejándose de haber sido golpeada en la cabeza y de lo apretadas que estaban sus esposas, y antes de entrar en el coche se dirige a los presentes, diciendo: “¿Por qué no hacéis algo?”, haciendo estallar el ambiente. La policía trató de contener a la multitud, cargando contra ella y encendiéndola aún más, por lo que la policía se lleva los vehículos de la escena y da órdenes a los agentes de volver cuanto antes. En ese momento la muchedumbre, que alcanza las 500 personas, acuden a un edificio en construcción para armarse con ladrillos, por lo que diez agentes de policía se atrincheran dentro del bar. En palabras de Michael Fader, era hora de reclamar algo que siempre se había arrebatado a la comunidad queer, que se mantuvo fuerte por primera vez, sorprendiendo a la policía. La Mattachine Society, explica así los disturbios:

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“Servía principalmente a un grupo de personas que no eran bienvenidas, o no podían costear la entrada, en otros lugares de reunión social… El Stonewall se convirtió en casa para estos chicos. Cuando fue atacada, lucharon por ello. Eso, y el hecho de que no tenían nada que perder salvo el lugar más tolerante y de mente más abierta de la ciudad, explican el porqué”. Se arrojó basura contra el edificio, rompiendo las ventanas, y se arrancó un parquímetro para usarlo como ariete. Los manifestantes incendiaron la basura y la tiraron a través de las ventanas rotas, fuego que trató de detener la polícia con una manguera, sin éxito debido a la falta de presión de agua en el local. En el momento en que los manifestantes penetran en el local y la polícía saca sus armas, se escuchan sirenas y llegan los bomberos. El altercado había durado 45 minutos. La fuerza antidisturbios (TPF) llega para liberar a los policías, especialmente a los que habían resultado heridos. Esta vez con más efectivos, la policía detiene a quienes puede y les mete en coches patrulla. Los antidisturbios intentan despejar las calles, pero la multitud se burla abiertamente de ellos, cantando y haciendo formación de coro. La TPF vuelve a cargar y dispersa a la masa, por lo que las calles desde Christopher hasta la Séptima Avenida se llenan de personas gritando, enfurecidas, llegando incluso a volcar un coche para bloquear la calle. Las calles se vacían sobre las 4:00 de la mañana. Durante todo el día del sábado 28, una gran multitud se presenta frente al Stonewall Inn para verlo, y comienzan a aparecer grafittis que reclaman este espacio, como “Drag Power”, “They invaded our rights” o “Support gay power”, dando visibilidad en las calles a una reivindicación que hasta entonces había sido prácticamente silenciosa. Esa misma noche los disturbios volvieron, sorprendiendo a quienes acudieron con las muestras de afecto homosexual en público: “De ir a lugares en los que había que llamar a una puerta y hablar con una persona a través de una mirilla para poder entrar, a estar sencillamente fuera. Estábamos en las calles.” Miles de personas se reunieron frente al Stonewall, ocupando también las calles colindantes, continuando las revueltas una vez más hasta las 4:00 de la mañana. Durante el lunes y el martes siguientes, se producen algunos altercados entre la policía y los residentes, y se reparten panfletos que instan a expulsar a la mafia de los bares de ambiente, llamando a la comunidad queer a regentar sus propios establecimientos. Como resume un testigo: “Se ha corrido la voz. Christopher Street será liberada”, y aunque las redadas en los bares no se detuvieron tras los disturbios, si que animaron a la gente a luchar para acabar con ellas. 71


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Marcha del Orgullo Gay, Nueva York, 1971, por Charles Ruppmann

El 28 de junio de 1970 se celebra, bajo el nombre de Día de Liberación de Christopher Street, el primer aniversario de los disturbios de Stonewall. Comienza con una reunión en esta calle, realizando la primera marcha del Orgullo LGBT de la historia, que recorre 51 manzanas, llegando a Central Park antes de lo esperado, como precaución por andar por la ciudad con pancartas reivindicando los derechos queer. Dos años después de los disturbios, podían encontrarse grupos a favor de los derechos LGBT en todas las ciudades importantes de Estados Unidos, en Canadá, Australia y Europa Occidental46. El Stonewall Inn, llega a representar una gran cantidad de cosas: un centro comunitario, un hogar, incluso un espacio de “degradación”. Sin embargo, su verdadero legado es representativo de algo mucho mas simbólico, ya que representa la lucha por la igualdad y la recuperación de la presencia pública de todo un colectivo. A pesar de que había habido otros pequeños disturbios, los del Stonewall Inn se hicieron memorables en gran parte por su ubicación, ya que las calles estrechas entorno a la Calle Christopher daban ventaja a los manifestantes frente a la policía, además de la ubicación de la calle en sí, en un Manhattan convulso por las revueltas, y por debajo de la calle 42, calle sobre la cual Red Koolhaas escribiría años más tarde, en protesta por la desaparición de su salvaje naturaleza. En estas revueltas, el urbanismo es empleado tanto como herramienta para la sublevación como elemento a recuperar: se vuelcan coches, se burla a la policía en los recovecos de las calles, se transforman elementos constructivos en armas, todo para, al final, recuperar esa calle y volver a hacerla suya, incluso aunque el método para su apropiación haya pasado por formar parte de su destrucción. 74


La teatralidad de la comunidad LGBT, apunta directamente a una estrategia, desarrollada y empleada por el colectivo para reclamar un espacio propio en la ciudad. De esta manera, se busca una empatía con la teatralidad de las interacciones del día a día, usando su estilo para convertir los locales en el equivalente de un escenario, donde su desprecio por las convenciones del genero parecían menos cuestionable, principalmente por resultar menos amenazador. Tras Stonewall, este desafío a lo convencional, comienza a tener presencia en los espacios públicos. No se trató de un fenómeno instantáneo, pero demostró a la comunidad queer que tenían la opción de defenderse y luchar por sus derechos, lo que abre las puertas a una mayor visibilización y aceptación, además de cierta protección por parte del sistema, llevando lentamente a los asentamientos urbanos y haciendo surgir los barrios LGBT que conocemos hoy día en la mayoría de ciudades.

Asentamientos Barrios LGBT La existencia de estos espacios queer comienza a entrelazarse con la ciudad en sí misma. Según Henry Urbach, “En el momento en que la arquitectura y los cuerpos convergen, el exterior urbano también penetra en el club. Paredes ásperas, suelos pegajosos, tapicerías rasgadas, adornos agrietados: las superficies interiores reiteran la dura materialidad de la ciudad que hay más allá (tal y como hace el paradigmático look queer). La multiplicidad de los espacios interiores también recuerda, de una manera condensada, a la heterogénea espacialidad de la ciudad en general— e invita al mismo tipo de fluir nómada e itinerante en una escala distinta. […] En adición a si ambiente urbano, el sex club trae a la ciudad aún más adentro en su interior a través de la reformulación de una variedad de elementos del paisaje del deseo homoerótico. Los cargados espacios de los vestuarios, saunas, baños públicos, aceras y callejones: estas figuras espaciales resurgen dentro del club para referirse, y reinventar, un mitad imaginario, mitad real, paisaje más allá”47. Se produce una simbiosis, y al tiempo que la ciudad se introduce en el bar, también el bar se va introduciendo en la ciudad. Esta, puede considerarse la apoteosis del espacio queer urbano, una que libera el cuerpo, abriéndose a la posibilidad de verse a sí mismo en el mundo real. La apropiación del espacio a través del cruising, la celebración del teatro urbano, la creación de momentos de intensa intimidad con la ciudad, y la apertura de un espacio en el que el cuerpo puede reflejarse y completarse a sí mismo en un momento orgásmico y un lugar de pérdida, componen este mundo queer48. 75


Calle Castro, San Francisco, California, 2016, por Sydney Maynard

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Las comunidades LGBT se han construido fuera de los terrenos del cruising. En lugar de emplear únicamente sus redes invisibles a modo de rutas entre ciertos lugares, la comunidad las han formalizado, convirtiéndolas en espacios reales en los que pueden dirigir todos los aspectos de sus vidas de forma abierta. Sean ghettos o barrios permeables, como es el caso de Chueca, estos enclaves han surgido en casi toda ciudad importante del mundo occidental, cuyo efecto ha llegado a traspasar la propia comunidad LGBT, llegando a convertirse en modelos, tanto positivos como negativos, para el re-desarrollo de la ciudad. En las décadas posteriores a los disturbios de Stonewall en las que cada vez era más aceptable ser queer, la comunidad desarrolla sus propios estándares normativos y sus propia identidad, y con ello suficiente cohesión como para asentarse. Esta nueva comunidad, sin embargo, no está interesada en la imposición de nuevas espacios abstractos como lo había estado la anterior generación de urbanistas, sino que todo su interés está en devolver la ciudad a la vida, una ciudad que empezaba a ser suya. Este grupo de gente que, debido al modo en que la sociedad describe las estructuras familiares y establece las relaciones entre el trabajo, el ocio y la vida, había quedado más separado de la noción de una experiencia comunal del espacio urbano, eran aquellos que más necesidad tenían de recrearlo a medida que el resto de la sociedad lo abandonaba. Debido a que la discriminación sufrida por la comunidad LGBT no entiende de clase ni de grupos étnicos, estos barrios resultan ser cada vez más homogéneos, otorgando una estética particular a dichos espacios. Según Manuel Castells esta circunstancia está relacionada directamente con la particular socialización que reciben las personas queer: “Los hombres gays se encuentran en mitad de dos procesos de socialización que llevan a un set específico de valores. Por un lado crecen como hombres, por tanto se les enseña a creer en los valores del poder, la conquista y la autoafirmación. […] Al mismo tiempo, debido a los sentimientos que muchos han tenido que esconder durante años, y algunos durante toda su vida, desarrollan una sensibilidad especial, un deseo de comunicación, un gran sentido de la solidaridad y una ternura que les acerca a la cultura de las mujeres. Esto no sucede porque los gays sean “femeninos”, sino porque como en el caso de las mujeres, su opresión y discriminación crea una distancia de los valores de conquista y dominación que se supone que deben compartir como hombres”. El lugar de las mujeres en estas áreas es controvertido. Las concentraciones de mujeres lesbianas comienzan a aparecer casi al mismo tiempo y en zonas contiguas a las de los hombres aunque con mucha menos visibilidad, debido al hecho de que las mujeres seguían teniendo menos dinero y poder en la sociedad y por tanto menos 77


recursos. Por suerte, el mundo de las mujeres concede mucha más importancia a las relaciones personales y a sus conexiones de solidaridad y afecto que a las aspiraciones territoriales. Debido a estas características, las comunidades de lesbianas tienden a ser más fuertes, más duraderas y menos exclusivas, dirigiéndose, de este modo a la creación de una esfera social que evita el aislamiento en el que se han visto otros barrios. Las personas queer, que poco antes sólo habían podido construir su identidad social de manera estereotípica y a menudo degradante, tienen ahora la oportunidad de resucitar sus barrios. Esta idea de reconstrucción continua se extiende a la apropiación del espacio público. A diferencia de otros barrios que se mantenían unidos a través de los rituales familiares de la iglesia y del parque infantil, las comunidades queer se afirman como reales a través de encarnar continuamente la propia idea de comunidad como un lugar en el que la gente se reúne para crear conexiones reales. Que estas conexiones tuvieran una base sexual las hacían aún más reales, y que resultasen en un exuberante despliegue de igualdad, las hizo más fuertes. La construcción consciente del espacio queer es la continua reconstrucción del ser. En la proliferación de los barrios queer encontramos el cierre a un proceso reivindicativo en el cual la invisibilidad de una minoría se transforma en una lucha por la reclamación del espacio urbano. Debido a la necesidad de comunicación de los seres humanos, la construcción de un entorno seguro y una comunidad estable, así como un espacio público participativo, son las claves para la estabilidad y el bienestar. Sólo a partir de esta presencia urbana y de la pertenencia a una comunidad física pueden reclamarse otros derechos.

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Conclusiones La invisibilidad de la comunidad queer a lo largo de la historia debido a su falta de distintivos externos o de características visibles, ha hecho que su silencioso aporte a la arquitectura haya pasado desapercibido, a pesar de, no solo haber estado presente, sino haber contribuido enormemente al las evoluciones estilísticas de la misma. El conocimiento de estas influencias, beneficia enormemente el estudio de la arquitectura y ayuda a su situación en un plano más terrenal en el que las experiencias personales de los diseñadores y su socialización, influyen directamente en la generación de los espacios, en lugar de asumir los avances arquitectónicos como algo abstracto y fortuito, fruto de el simple paso del tiempo. De este modo, se puede concluir que la diversidad entre los arquitectos, llegada a partir de una diversidad de experiencias y vivencias, deriva en una mayor diversidad en la obra y por tanto una mayor riqueza en este ámbito. Es cierto que a medida que crecen la aceptación y la visibilización, es menos el aporte subversivo y extraño a la arquitectura que existía en el pasado, pero a cambio existen mayores beneficios para una comunidad actualizada y sin restricciones estéticas o de género que es capaz de aportar nuevas ideas desde sí misma, diluyendo sutilmente lo queer para mezclarlo con la cultura mainstream, mejorándola. A medida que la sociedad se vaya librando de quienes limitan la potencia creativa de aquellas personas que no se ajustan a la normatividad, se enriquecerá culturalmente en todos los aspectos. Este aporte históricamente invisible a la arquitectura, está ligado a una completa ausencia de la vida pública. La comunidad LGBT ha podido participar de ella siempre y cuando escondiese parte de su identidad, bien disfrazándose de un género que no era el suyo, o bien fingiendo intereses afectivos y sexuales, por lo que esta participación ha resultado estar siempre manchada por la mentira y la necesidad de auto-protección. Sin embargo, la necesidad de reconocerse en el espacio público y de contar con una comunidad física, empuja a la comunidad queer a salir de los callejones y los bares clandestinos a reivindicar su presencia en las calles. Esta reivindicación comienza siendo violenta debido a la opresión sufrida, pero rápidamente se vuelve festiva y abierta, ya que al contar con el espacio público, la comunidad LGBT crece y se proclama parte de la ciudad.

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Frente a la ciudad genérica, la queer no puede ser calmada ya que celebra el estado constante de liberación, aún por concluir, en el que se encuentra. Es estridente y ruidosa por los años de opresión y silencio, y se manifiesta sin descanso para recordar, a cualquier organismo opresor del que descienda la discriminación popular, que existe, que se celebra y que ni desaparecerá ni será discreta; no será cómoda para aquellos que desean su desaparición.

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Marsha P. Johnson fue una activista trans revolucionaria, instigadora durante los disturbios de Stonewall, modelo para Andy Warhol, drag queen, prostituta y santa. Es considerada una de las personas mĂĄs influyentes en la comunidad LGBT, y sin embargo su legado se estĂĄ dejando fuera de la historia. Este trabajo pretende devolver parte de la visibilidad que le pertenece, a ella y a toda una comunidad, en constante lucha por la conquista del espacio pĂşblico.

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Glosario Queer adjective (offensive) Gay. La traducción directa sería el término "maricón". Sin embargo, este término ha sido reapropiado por parte del colectivo LGBT, eliminando este significado dañino para convertirse en un término paraguas que engloba a todas aquellas personas que integran la diversidad sexual. LGBT adjective Abbreviation for lesbian, gay, bisexual, and transgender. Estas siglas coinciden con las de los términos en castellano: lesbianas, gays, bisexuales y transgénero. Lesbian adjective, noun A woman who is sexually attracted to other women. Gay adjective, noun Sexually attracted to people of the same sex and not to people of the opposite sex. Bisexual adjective, noun Sexually attracted to both men and women. Numerosos colectivos LGBT han considerado oportuno modificar de manera no oficial la definición de estos términos, ya que eliminan una parte esencial de las relaciones como es la atracicón afectiva, alejándolas así de una concepción puramente sexual. Transgender adjective Used to describe someone who feels that they are not the same gender (= sex) as the physical body they were born with, or who does not fit easily into being either a male or a female. Sobre este término existen diversas opiniones, especialmente relacionadas con la problemática de "sentirse" de un género u otro. Una gran parte de colectivos y personas trans se definen en su lugar como "personas cuyo género no se corresponde con aquel que se les ha asignado al nacer". Cisgender adjective Used to describe someone who feels that they are the same gender (= sex) as the physical body they were born with. Se traduce al castellano como "cisgénero", y se emplea para referirse a aquellas personas cuyo género se corresponde con el asignado al nacer. Homophobia noun A fear or dislike of gay people. Traducido como "homofobia", por lo general no se limita a las personas gays, sino que suele incluir a las demás personas que integran la diversidad sexual. 85


Transphobia noun A fear or dislike of transgender people. La transfobia, además de estar mucho más extendida y resultar mucho más violenta, no sólo se refiere a actitudes individuales, ya que constituye también un sistema de marginalización hacia la población transgénero y con género diverso en los campos médicos, legales, educativos y laborales. Heteronormative adjective Suggesting or believing that only heterosexual relationships are normal or right and that men and women have naturally different roles. Puede considerarse que el sustantivo correspondiente, "heteronormatividad", hace refencia además a un régimen social, político y económico que impone las prácticas sexuales heterosexuales mediante diversos mecanismos médicos, artísticos, educativos, religiosos, jurídicos, etc. y mediante diversas instituciones que presentan la heterosexualidad como necesaria para el funcionamiento de la sociedad y como el único modelo válido de relación sexoafectiva y de parentesco. Cruising verb (slang) To go around public places looking for someone to have sex with. A través del uso, esta palabra se ha convertido en sustantivo, refiriéndose a la práctica de buscar una pareja sexual caminando o conduciendo por un lugar público, por lo general de manera anónima y ocasional. Estas definiciones constan en el diccionario Cambridge online, disponible en: http://dictionary.cambridge.org

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