El amanecer Henry Padilla Londo単o
El alba besa la aurora danzan en la hierba se deleitan alzando sus alas volando arrastradas por el viento. Cada día es nuevo y cada día es lo mismo. La misma danza que anuncia algo nuevo. El mismo vuelo que avisa la llegada del día. La luz del sol brilla en sus espaldas, dejando ver su interior. Avisando la hora que llega. Mientras ellas se esconden en la luz. Y mis pensamientos se adueñan de los momentos. Los pintan de colores caprichosos. Descubriendo secretos, destellos ocultos. Que hablan secretos gritados.
Los pensamientos crean música, que el alba y la aurora acarician. Todo esta al servicio de los hijos de Dios. Todo ha sido creado para nuestro gozo. Y vi como un rayo de luz pasó silbando. Hacia sonido con sus colores. Y ellas hechizadas, volaron tras el rayo. Y una estela de música las seguía. Los arboles se enderezaron, hacían coro a la aurora. Y el roció quedo quieto, solo mirando. Mientras el agua reflejaba los aromas de la creación. Todos esperaban, anhelaban la canción. Y vi una niña, que venia con dificultad, sentada sobre una silla de ruedas. Venia cantando y alabando al creador. Era un hermoso canto, como ningún otro.
Y la aurora dejo ver por un momento, en un instante, cientos de ángeles en formación. Todos alababan al Señor, esperaban la dirección de la niña y su canción. De un Señor de Gloria es mi canto. Del rey de Reyes, decía la canción. Del que cambio mi llanto en alegría. Del que levanto mi vida de la perdición. Y la aurora y el alba, silenciosamente, bailaban alrededor de la niña. Alzaban sus manos, mientras desaparecían. A la luz del día que ahora sonreía en esplendor. Esto se repite todos los días, pero cada día es diferente. Hoy fue el turno de la niña, Mañana la aurora y el alba esperan a otro.
Mañana es tú turno de alabar a Dios. De contarle a todos de tú amor. De lo que arde en tú corazón. De ese amor que te levanto de los muertos. Del amor de Dios que te lleno de vida. Henry Padilla Londoño